Una Guerra Inesperada
Una Guerra Inesperada
Una Guerra Inesperada
Resumen
El 2 de abril de 2012 se cumplieron 30 aos del intento de recuperacin
de las Islas Malvinas por iniciativa de la dictadura, en el marco de una ofensiva diplomtica del actual gobierno nacional para reabrir el dilogo sobre
la soberana del archipilago. La conmemoracin abri un gran debate en
distintos sectores de la sociedad y proliferaron las publicaciones sobre el
tema. En el presente artculo procuraremos resear parte de estas discusiones y polmicas, recorriendo mucha de la produccin bibliogrfica exisCUADERNOS DE MARTE / AO 2, NRO. 3, JULIO 2012
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Abstract
April 2, 2012 marked the 30th anniversary of the attempt made by last
military dictatorship to recuperate the Falkland Islands. This anniversary
took place in the context of a diplomatic offensive by the current government to reopen dialogue concerning the sovereignty over the archipielago.
The commemoration opened a wide debate in diverse sectors of society,
and publications on the subject proliferated. In the present article we'll try to
review this discussions and controversies, going over a large portion of the
existing bibliographic production on what is considered by many opinions
as the last conventional war in history.
Introduccin
Al cumplirse tres dcadas del intento de recuperar militarmente las islas
Malvinas el tema ha cobrado una notable relevancia en la agenda poltica, tanto nacional como internacional. Luego de varios aos de estar eclipsada tras otras prioridades, la discusin sobre la soberana en relacin al
archipilago cobra importantes bros tanto en la Argentina como en
gobierno nacional que ha desplegado una escalada diplomtica y publicitaria sobre la cuestin,1 el tema fue abordado con mucho ms nfasis que
en otras ocasiones en el mbito acadmico, universitario e intelectual ms
general. Una de las aristas de esta tendencia se refleja en la edicin de una
gran cantidad de artculos, libros y material flmico, acompaado por la reedicin ampliada de varias obras.
1 El gobierno denunci en los primeros meses del 2012 la militarizacin de las islas
con el envo del destructor HMS Dauntless, equipado con misiles antiareos. La amplificacin del tema probablemente se deba a que ambos gobiernos, el argentino y el britnico, agitan la tensin para encubrir otro tipo de problemas de orden interno promovidos por
la crisis que transitan.
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Inglaterra. Por otro lado, tal vez como nunca, en parte promovido por el
dos signados en el terrorismo estatal, circunstancia observable en las vejaciones que aplic a varios conscriptos ante la desobediencia de rdenes.3
Se sostiene que la guerra estuvo connotada por el contenido poltico,
social, econmico e ideolgico de la dictadura, postura que colisiona con
la de aquellos que suponen que ni el terrorismo de Estado, ni el carcter
poltico-social de la dictadura puede eclipsar el contenido anticolonial del
operativo Rosario ejecutado aquel 2 de abril.4 Desde esta hiptesis se
2 Lorenz, Federico; Hay ms cuadros que bajar; en Le Monde Diplomatique; Nro.
153; Buenos Aires; marzo de 2012; pgina 10
3 En esta direccin parece enrolarse el libro de Niebieskikwiat, Natasha; Lgrimas de
Hielo. Torturas y violaciones a los derechos humanos en la guerra de Malvinas; Grupo
Editorial Norma; Buenos Aires, 2012.
4 Nombre del operativo de asalto a la guarnicin inglesa en Puerto Argentino concretado el 2 de abril de 1982. Vanse detalles de la accin en Bsser, Carlos A; Operacin
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Rosario. La recuperacin de las Islas Malvinas; Tiara S.R.L.; Castelar, 2006. Alertados por
la inteligencia britnica, que inform sobre la invasin para el 2 de abril, la guarnicin destacada en las Malvinas se aprest a resistir. Vase un relato de este intento, visto desde
el bando defensor, en Eddy, Paul y Linklater, Magnus; Una cara de la moneda;
Hyspamrica; Buenos Aires; 1983; captulo 1.
5 Callelo, Osvaldo; El relato derechohumanista escamotea el significado de la guerra
de Malvinas; artculo publicado en la pgina de la Izquierda Nacional, en 19 de marzo de
2012. En lnea en: http://www.izquierdanacional.org.
6 Sobren esta problemtica vase el excelente libro de Gilly, Adolfo; Woods, Alan y
Bonnet, Alberto; La izquierda y la guerra de las Malvinas; Biblioteca Militante; Ediciones
RyR; Buenos Aires, 2012.
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7 Esta lnea de accin fue combinada con algunas iniciativas episdicas ms audaces
como, por ejemplo, la propuesta realizada por Juan Domingo Pern en 1953 al gobierno
britnico, buscando aprovechar su debilidad posterior a la Segunda Guerra Mundial, consistente en comprar las islas Malvinas, luego de algunas escaramuzas navales muy
menores que se dieron desde 1947. Diario El Pas de Espaa del 3 de enero de 1984.
8 Algo parecido ocurri con Isabel Martnez de Pern y Jos Lpez Rega. Haciendo
un poco de historia, en el trascurso del ao 1968 Inglaterra anunci a los kelpers que se
desprendera de las islas, por el elevado costo que implicaba su mantenimiento. Antes del
traspaso del archipilago a manos argentinas, anunciaron que procuraran acuerdos
comunes para la explotacin de los recursos petrolferos e ictcolas de la zona (Diario Hoy
de La Plata del 9 de enero de 1999; pgina 4). En 1974, segn varias fuentes (por ejemplo vase diario La Nacin del 1/4/1974) la iniciativa le fue presentada al presidente
Pern, a partir de la vigencia de un condominio de 25 aos para la explotacin de ambas
naciones de los recursos naturales del archipilago, que desde el ao 1970 se diriga
especialmente a la extraccin de petrleo. Segn parece Pern estaba interesado en la
posibilidad, pero luego de su fallecimiento las tratativas terminaron, cuando Lpez Rega
cerr todo dilogo planteando que la recuperacin de las islas era a todo o nada. En
marzo de 1975 el gobierno argentino, ante noticias que hablaban sobre el incremento de
exploraciones britnicas en la regin, emiti una declaracin sosteniendo que no reconoca ningn derecho a los britnicos para extraer recursos naturales. Isabel Pern resolvi
que slo negociara con Inglaterra la posibilidad de explotar conjuntamente los recursos
naturales de la zona slo a partir del reconocimiento de la plena soberana argentina,
esgrimiendo una posicin ms dura que la del propio marido casi un ao antes. La situacin pareci agravarse el 4 de febrero de 1976 ya no estaba Lpez Rega cuando el
destructor Almirante Storni de la marina argentina intercept con un dispar de can al
buque britnico de investigacin oceanogrfica RRS Shackleton. El incidente no pas a
mayores pero el hecho se transform en el observable de la posicin firme que adoptaba
el gobierno. Sabemos que esta defensa de la soberana era paralela al recrudecieron los
asesinatos de opositores, especialmente en manos de la Triple A, y del Operativo
Independencia en Tucumn. Aqu tambin se entrelaz la causa Malvinas con el terrorismo estatal. Vase ms detalles del hecho en Senz Quesada, Mara; Isabel Pern;
Editorial Planeta; Buenos Aires, 2003; pginas 417 a 419. Tambin vase de Bosoer,
Fabin; Malvinas, captulo final. Guerra y Diplomacia en Argentina (1942-1982); Capital
Intelectual; Buenos Aires; 2007; Tomo I; pginas 47 a 50. Por ltimo, vase de Bernal,
Federico; Malvinas y Petrleo; Capital Intelectual; Buenos Aires; 2011; pginas 35 y 39.
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9 Sobre el tema vase de Garca, Miguel V.; Argentina en el Golfo; Editorial Pleamar;
Buenos Aires; 1992. Claro que esta no fue la nica incursin militar que uni a las fuerzas armadas argentinas con las inglesas. Por ejemplo, hubo una accin comn en Chipre
a partir de 1993 en una Misin de Paz auspiciada por las Naciones Unidas. Balza,
Martn; Malvinas. Gesta e incompetencia; Editorial Atlntida; Buenos Aires; 2003; pgina
286. Para otra intervencin conjunta en Yugoeslavia, vase de Pieiro, Luis; Argentina.
Cascos Azules Argentinos en la ex Yugoeslavia; en Defensa. Revista Internacional de
Ejrcitos, Armamento y Tecnologa; Nmero 183/184 Especial Julio/Agosto de 1993;
Madrid; Ao XVI, pgina111.
10 Vase de Rozitchner, Len; Las Malvinas: de la guerra sucia a la guerra limpia;
Centro Editor de Amrica Latina; Buenos Aires, 1985.
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Cuba, el lder Montonero Mario Eduardo Firmenich anunci que la organizacin acudiran a la Plaza de Mayo junto al pueblo para defender a las
islas, ya que si bien la recuperacin de ellas era obra de la dictadura, constitua no obstante una autntica reivindicacin nacional.17
En aquel momento, como hoy, se plante la situacin compleja que
supone la localizacin de una causa que se vive como justa y legtima en
un contexto nefasto.18
ciones emitidas en estos das, en una ponderacin acerca de las alternativas que gener el desenlace del conflicto.
Algunos creen que la guerra arroj un saldo positivo por dejar como
herencia un reforzamiento del sentido anticolonial. Extendidamente se
opina, en cambio, que la derrota fue el mejor resultado para el pas; algu-
17 Diario La Nacin del 10 de abril de 1982; citado por Manson, Enrique; Tras su manto
de neblina; Ediciones Fabro; Buenos Aires; 2010; pgina 86, nota 105.
18 En esta lnea es interesante el artculo de Lorenz, Federico; Guerra, democracia y
memoria, en diario Perfil del 1 de abril de 2012; Suplemento El Observador; Buenos
Aires; pgina 9.
19 Para este ltimo tema en relacin con la guerra por las Malvinas vase de Vertbisky,
Horacio; Malvinas: la ltima batalla de la Tercera Guerra Mundial; Editorial Sudamericana;
Buenos Aires; 2002.
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ser un medio para buscar la victoria poltica. Ocurre que con la guerra,
argumenta, sus resultados nunca son iguales para todo el mundo: lo que
es ganancia para uno, es prdida para otros y viceversa. Hay quienes se
beneficia de la victoria y quien se beneficia de la derrota; algunos pierden
con la victoria y otros con la derrota.29 Asimismo, nos plantea que respecto a la consideracin sobre la fortuna de un pas en la guerra, no se lo
puede evaluar como una unidad: En lugar de hablar de que pas est peor
19
30 Tzabar, S.; Op cit; pgina 29. Tzabar, discutiendo los alcances de la victoria militar,
en las pginas de su libro con fina irona propone la mejor manera de rendirse ya que
ganar no ofrece ninguna garanta al triunfador; por eso, asimismo, ofrece en su libro la
mejor manera de actuar si uno presiente que est en peligro de ganar (por eso nos propone cmo entrenar a un fuerza armada para que resulte derrotada con eficacia) y qu se
debe hacer cuando uno cuenta con una fuerza blica muy superior a la del enemigo, situacin que nos expone a la incertidumbre de la victoria.
31 Vase de Gray, Colin S.; Defining and Achieving Decisive Victory; Carlisle, Pensilvania: Escuela Superior de Guerra del Ejrcito de EUA, Instituto de Estudios Estratgicos,
2002. Tambin vase de Martel, William C.; Victory in War: Foundations of Modern Military
Policy; Nueva York: Cambridge University Press, 2007.
32 Boone Bartholomees, J.; Op cit; pgina 69.
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intervinieron las fuerzas armadas argentinas durante el siglo XX. El segundo obedece a la mencionada participacin de nuestro pas como fuerza
invasora contra Irak a partir de septiembre de 1990,35 con la misin de bloquear a Irak con la presencia de una corbeta y un destructor en el Golfo de
Omn; tambin fueron enviados dos helicpteros. Al ser partcipe de una
coalicin con Gran Bretaa, en el llamado Operativo Alfil, el destructor fue
acondicionado en un puerto britnico para poder llevar a cabo la misin
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encomendada.36 Luego los barcos argentinos apoyaron a la flota que hundi el crucero General Belgrano en varias operaciones, dato significativo a
un poco ms de una dcada de la guerra por Malvinas. El tercer conflicto
internacional en el que participaron las FF.AA. argentinas se localiza en el
campo de la guerra irregular, con la asistencia militar directa a la contrainsurgencia en Centroamrica.
Volviendo a la guerra en el Atlntico Sur, sta se transform en la batalla naval y aeronaval ms grande y encarnizada desde la Segunda Guerra
Mundial,37 y al mismo tiempo la ltima con esas caractersticas. El despliegue y concentracin de submarinos nucleares en el teatro de guerra, por
ejemplo, tuvo proporciones hasta entonces jams vistas.38
Adems, involucr por primera vez a una de las potencias europeas de
la OTAN en una guerra entre Estados, pero limitada a un determinado
mbito geogrfico,39 ya que si bien el mando ingls viol la zona de exclusin establecido por ellos mismos en varias ocasiones, nunca traslad el
conflicto al continente, aunque tal alternativa fue considerada ms de una
vez. La recurrente oposicin norteamericana y la presencia de tropas
costera y el patrullaje naval,40 fue uno de los factores que disuadi a los
britnicos de la idea de incursionar o invadir el continente; no obstante,
existi el intento de una operacin inglesa comando desde suelo chileno
buscando neutralizar la salida de los aviones Super Etendard, que con sus
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tinas era un factor que segn los clculos de la dictadura iba a disuadir cualquier intento britnico de recuperar las islas. En tal sentido, el almirante Jorge
Isaac Anaya evaluaba que con cinco mil defensores de Puerto Argentino los
los ingleses tendrn que traer una fuerza de desembarco de por lo menos
veinticinco mil hombres, alternativa que supona imposible.47 Para el 1 de
mayo las fuerzas argentinas haban localizado a unos trece mil hombres
para defender el territorio insular.48 El Ejrcito ingls comparta la apreciacin efectuada por la Junta Militar poniendo en duda la capacidad de sus
fuerzas armadas para enfrentar la desventaja numrica en el terreno.
Thatcher y el almirantazgo apostaron, sin embargo, a la reconquista.49
Varios especialistas consideraron a esta guerra como el primer conflicto
misilstico,50 con el uso decisivo de computadoras de ltima generacin y
satlites, abriendo una nueva era en las formas que asumen las luchas
militares.51 Los primeros ataques con misiles crucero sobre unidades de
superficie naval se remiten a finales de los 60 y principios de los 70. El
hundimiento del destructor Eilet en la guerra rabe-israel fue el caso pionero, seguido por el ataque de Israel contra un pequeo pesquero en 1970
nes durante 1971. En la batalla por Malvinas, los misiles Exocet tuvieron
como contrapartida el disparo desde helicpteros de misiles aire-superficie
contra dos embarcaciones patrulleras argentinas.52
47 Cardoso, Oscar Ral; Kirschbaum, Ricaro y Van Der Kooy, Eduardo; Malvinas. La
trama secreta; Editorial Sudamericana; Buenos Aires; 2012; pginas 449 y 450.
48 Camogli, P.; Op cit; pgina 60.
49 Woodward, Sandy; Los cien das; Editorial Sudamericana; Buenos Aires, 1992;
pgina 15. Manson, E.; Op cit; pgina 77, cita 90.
50 Balza, M.; Op cit; pgina 297. La eficacia de los misiles franceses utilizados por la
aviacin argentina contra la flota britnica abri un intenso debate en los Estados Unidos
acerca de la vulnerabilidad que presentaran de ahora en adelante los onerosos barcos
de guerra. Vase Luttwak, E.; Op cit; pgina 43.
51 Bosoer, F.; Op cit; Tomo II; pgina 61.
52 Hughes, Wayne Jr.; Tcticas de flota y combate costero; Instituto de Publicaciones
Navales; Nueva Edicin; Buenos Aires, 2002; pgina 172.
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y los nueve misiles lanzados por la Armada India contra barcos paquista-
rra cometidos por los ingleses como el hundimiento del crucero ARA
General Belgrano,56 el ataque a un buque Hospital, el ensaamiento en el
ataque al pesquero Narwal, la muerte de unos pocos civiles y la ejecucin
de soldados argentinos. El cabo del ejrcito britnico Vincent Bramley
53 Thompson, Julin; La savia de la guerra. La logstica del conflicto armado; Instituto
de Publicaciones Navales; Buenos Aires; 1991; pgina 350.
54 Jimnez Corbaln; Lautaro J.; Malvinas en primera lnea. Vivencias y ancdotas de
integrantes del Regimiento de Infantera 4; Edivrn; Buenos Aires; 2011; pgina 520.
55 Bonzo, Hctor E.; 1093 tripulantes; Asociacin de Amigos del Crucero General
Belgrano; Buenos Aires; 2004; pgina 169. Dos corresponsales de guerra embarcado en
la flota britnica opinaron que se pele con notable respeto hacia las normas morales por
los dos bandos Hastings, Max y Jenkins, Simon; La batalla por las Malvinas; Emec;
Buenos Aires; 1983; pgina 343.
56 Las polmicas sobre la caracterizacin de este hundimiento persisten hasta el da
de hoy; quien fuera su comandante Hctor Bonzo rechaza la victimizacin ante el ataque torpedero reconociendo que el barco navegaba en un desplazamiento tctico en actitud de combate. Bonzo, H.; Op cit; pginas 402 y 403.
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Fantasa y realidad
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El proyecto de ocupar las islas fue parte del acuerdo que posibilit la
la decisin del momento en que se encara. Inicialmente haba sido previsto el operativo para septiembre de 1982 (el tope mximo era el 3 de enero
de 1983, fecha en que se cumpla el ciento cincuenta aniversario de la ocupacin britnica de las islas).68 Luego se pens en mayo, y finalmente se
hizo en abril a un ritmo que impuso un tacticismo improvisado. El factor
27
Informe Rattenbach. Por ejemplo, vase de Costa, Eduardo Jos; Guerra bajo la Cruz del
Sur; Editorial Hyspamrica; Buenos Aires, 1988. Vase, adems, de Lorenz, F.; Malvinas.
Una guerra argentina; op cit; pgina 37. Vase, en la misma direccin, una referencia a las
conclusiones del Informe Rattenbach en Snchez, Gonzalo; Malvinas. Los vuelos secretos;
Editorial Plantea, Buenos Aires; 2012; pgina 18. Finalmente, vase el supuesto dilogo
entre Galtieri y el Gral. Osvaldo Jorge Garca en Yofre, J.; Op cit; pgina 97.
70 Cardoso, O.; Kirschbaum, R. y Van Der Kooy, E.; Op cit.
71 El adelantamiento de la fecha no gener ventajas sobe la supuesta falta de apresto de la Armada britnica, pues acababa de concluir un ejercicio en alta mar, con lo que
estaban perfectamente alistados. A fin de marzo del 82 diez y seis fragatas y destructores estaban ejercitndose en Gibraltar. Thompson, J.; Op cit; pgina 313.
72 Sobre el tema es interesante el testimonio de quienes debieron practicar cirugas a
los heridos sobre los barcos hospitales, que dan una interesante dimensin sobre el movimiento de las embarcaciones por efectos del oleaje. Vase al respecto de Gallardo,
Agustn; Vidas marcadas. Nuevas crnicas sobre Malvinas; Editorial Atlntida; Buenos
Aires; 2012; pgina 103.
73 Gran Bretaa haba anunciado, a fines de diciembre de 1981 que iba a deshacerse de sus dos portaaviones (Invincible y Hermes) y de sus dos buques anfibios
(Intrepid y Fearless), en un plan de desmantelamiento de la flota de mar para convertirla en una Guardia Costera.
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siquiera eran considerados como ciudadanos britnicos. A esto se sumaba la presuncin de que Estados Unidos, de quien la Junta haba sido fiel
servidor apoyando la guerra contrainsurgente en Centro Amrica, intercedera a favor de una salida negociada segn parmetros favorables a la
Argentina y no permitira una reaccin militar britnica, pues se vera obligado a actuar militarmente en contra de sta debido al Tratado Interamericano de Asistencia Recproca (TIAR).74 Asimismo, algunos funcionarios
del gobierno de Reagan haban opinado que veran con buenos ojos que
las Malvinas fueran argentinas.75 Aconteci todo lo contrario a lo esperado. Ante las evidencias que se lo indicaban, no obstante, en principio el
gobierno argentino lleg a interpretar que la zarpada de la flota inglesa era
slo un elemento de presin, una contramaniobra. Como ya sostuvimos,
acu la idea sobre que Thatcher emprendera una demostracin militar
formal, pero nunca intentara la recuperacin violenta del archipilago.76
Hubo, no obstante, una advertencia no computada, un hecho anmalo
con esa lnea de especulacin: la forma que asumi el incidente en las islas
Georgias del Sur promovi una reaccin britnica, que caus sorpresa a la
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Junta Militar,77 pero evidentemente no produjo conclusiones. Desde Londres se anunci el envo de un submarino nuclear y un buque con el objetivo de expulsar a los obreros argentinos que haban izado una bandera en
las Georgias. Este factor externo, combinado con la crisis poltica interna
que viva la dictadura precipitaron los hechos. El despacho de esta fuerza
escapaba a las previsiones de la Junta.78 De all en ms, sin duda, la dic74 Instrumento jurdico de la Guerra Fra pensado para salvaguardar a Estados Unidos
de una agresin sovitica, no para que un pas latinoamericano se enfrente con una
potencia europea.
75 Roth, Roberto; Despus de Malvinas, qu? Ediciones de la Campana, Buenos
Aires; julio de 1982; pgina 18.
76 Manson, E.; Op cit; pgina77.
77 Moro, R.; Op cit; pgina 5.
78 Hastings, M. y Jenkins, S.; Op cit; pgina 73.
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La prdida de la iniciativa
Frente al escenario blico que se abra pareca que la conduccin de la
dictadura olvid las enseanzas de Sun Tz, estratega chino que se supone que vivi entre cinco y ocho siglos antes de nuestra era, quien sintetizando los principios de la estrategia sostena que la invencibilidad est en
uno mismo, es decir, que no hay motivo alguno para ser derrotado, si se es
lo suficientemente astuto e inteligente para medir los acontecimientos que
enfrenta. Sun Tz sostiene que la batalla que no se pueda ganar, se debe
rehusar, instalando la idea acerca de que la estrategia comprende tanto el
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83 En el Informe Calvi de 1983, promovido por la propia dictadura, se pueden leer las
declaraciones del coronel Ramn Dorrego tambin argumentando que la guerra no era un
escenario sospechado: Prueba de ello eran las previsiones formuladas para la etapa posterior a la ocupacin que consista en dejar en las islas del orden de un regimiento para
el mantenimiento del orden y la seguridad. Citado por Niebieskikwiat, Natasha; Op cit;
pgina 110. Sobre el tema dicen Freedman y Gamba que el objetivo de la operacin
Azul/Rosario consista en un desembarco en la islas Malvinas y establecer un gobierno
argentino. Despus, se mantendra una pequea guarnicin de unos 500 hombres, para
mantener el orden nunca se haban trazado planes para defenderlas despus de ocuparlas. En Buenos Aires se supona que eso no representaba un problema. No se prevea una respuesta britnica importante. El asunto se resolvera en la negociacin.
Freedman, L.; y Gamba, V.; Op cit; pgina 155. Segn Grossmann con este razonamiento de la dictadura proyecto una pelea y no una guerra; de all que no le asigne a los
hechos desencadenados a partir del 2 de abril del `82 el estatus de un enfrentamiento blico. Grossmann, Julio Enrique; Malvinas. El negocio y la pelea; Edicin de la Agencia
Informativa de Prensa Noticas Ilustradas; La Plata; marzo de 1983; pginas 84 a 86.
84 Ruiz Moreno, Isidoro J.; Comandos en accin; Editorial Claridad; Buenos Aires,
2011; pgina 45.
85 Vase al respecto, especialmente para el caso del apoyo libio, de Snchez, G.; Op cit.
31
86 Luttwak, E.; Op cit; pgina 16. Sobre el carcter objetivo de la estrategia y cmo se
le impone a los estados mayores, vase en una comparacin entre Clausewitz y Mao Tse
Tung de Glucksmann; Andr; El discurso de la guerra; Editorial Anagrama; Barcelona,
1969; pgina 318. Unas pginas ms adelante, dice: Objetividad del clculo estratgico:
Las leyes de la direccin de la guerra son objetivas, se imponen a los dos adversarios,
ganar el que mejor sabr y podr utilizarlas; Op cit; pgina 325.
87 Cardoso, O.; Kirschbaum, R. y Van Der Kooy, E.; Op cit.; pgina 119.
88 En toda guerra, las partes beligerantes se disputan la iniciativa en un campo de
batalla, en un teatro de operaciones, en una zona de guerra e incluso a lo largo de toda
la guerra, ya que la iniciativa significa la libertad de accin para un ejrcito. Todo ejrcito
que con la prdida de la iniciativa, se ve forzado a tomar una decisin pasiva, deja de ser
libre y corre el peligro de ser derrotado y exterminado. Mao Tse Tung: Problemas estratgicos de la guerra de guerrillas contra el Japn, en Seleccin de Escritos Militares, La
Rosa Blindada; Buenos Aires; 1973; pgina 174. En otra obra, Mao seala: La iniciativa
es inseparable de la superioridad de la capacidad para hacer la guerra, en tanto que la
pasividad es inseparable de la inferioridad en ese terreno. Mao Tse Tung; Sobre la guerra prolongada, en Seleccin de Escritos Militares, La Rosa Blindada; Buenos Aires;
1973; pgina 261.
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El reto logstico
La cuestin de la logstica en la guerra moderna sea ido transformando
en una problemtica de primer orden.93 Tempranamente Henry Humphrey
Evans Lloyd, dentro de la orientacin que buscaba darle basamento cientfico al arte blico, seal el peso que iba ganando en la batalla. Carl von
Clausewitz subray el lugar que tena el abastecimiento en la etapa de la
guerra que abri la Revolucin Francesa, siendo el Barn Henri de Jomini
el primero en definir acabadamente el arte de la logstica.94
La guerra en el sector del Atlntico Sur donde tuvo lugar plante siempre un gran desafo logstico para las partes involucradas, por su localizacin geogrfica que la constituye en un conflicto paradigmtico para los
especialistas en temas militares. El conflicto se diagramaba en un rea del
planeta fuera de la influencia directa de las grandes potencias: retirada del
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naron las acciones militares propiamente dichas de cada bando que causaron efectos muy difciles de superar, como la ventaja area britnica o el
hundimiento del Atlantic Conveyor, buque en el que, entre otros elementos,
se trasladaban los helicpteros necesarios para apoyar el desembarco de
tropas de infantera.101
97 Forti, Dardo Jos; Hasta el ltimo da. Logstica: la otra guerra de Malvinas;
Editorial Atlntida; Buenos Aires, 2010; pgina 112.
98 Sobre esta evaluacin hay coincidencias en varios trabajos; por ejemplo comprese el libro de Martn Balza (Op cit) con el de Dardo Forti que asume el problema de manera especfica: Op cit.
99 Thompson, J.; Op cit; pginas 316 y 317.
100 Thompson, J.; Op cit; pginas 316 y 322.
101 Thompson, J.; Op cit; pginas 347 y 348.
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seria contra el imperialismo, se hace evidente a partir de la falta de cualquier tipo de accin sobre los intereses britnicos en el suelo argentino
continental durante la conflagracin. Por ejemplo, la CGT de Chubut y la
Regional Trelew de la misma organizacin reclamaron la incautacin de
todas las empresas britnicas de la provincia103 y hubo denuncias sobre la
provisin de petrleo desde el sur del pas para proveer a la flota inglesa.
Estos intereses se mantuvieron impolutos.104 El ministro de economa de
102 Balza Martn; Dejo constancia; Planeta; Buenos Aires; 2001; pgina 59. Vase de
Manson, E.; Op cit; pgina 244.
103 Diario Chubut del 28 y 30 de abril de 1982.
104 La situacin rememor un hecho histrico muy poco recordado. All por los ltimos meses de diciembre de 1973 el gobernador de Santa Cruz, Jorge Cepernic, elabor
un proyecto de expropiacin de la estancia El Condor de seiscientos cincuenta mil hectreas, propiedad de la corona britnica. El gobierno de Pern, a travs del ministro del
37
Buenos Aires, junio de 1983; pgina 67. Sobre la situacin de los britnicos dentro del
pas durante el conflicto vase de Graham-Yooll, A.; Op cit.
106 Viola, O.; Op cit; pginas 38 y 123.
38
interior, procur terminar con la iniciativa, actitud compartida por la CGT Ro Gallegos,
contraria a la de Chubut varios aos despus, que aclar: Pern con meridiana claridad
explica que tan malos son los totalitarismos de izquierda como los de derecha. Constituira
un gravsimo error tratar de enfrentar el imperialismo ingls con el imperialismo estatal.
El proyecto fue votado negativamente por radicales y peronistas. Slo sum cuatro adhesiones; dos de los legisladores que avalaron la expropiacin fueron asesinados, otro se
encuentra desaparecido y el cuarto logr escapar y se exili. Jorge Cepernic fue destituido casi un ao despus. Sobre el caso en Santa Cruz; vase de Gonzlez, Julio; Isabel
Pern. Intimidad de un gobierno. Editorial El Ateneo; Buenos Aires, 2007; pgina 385.
Vase, tambin, de Bonavena, Pablo; Guerra contra el campo del popular en los 70.
Juan Domingo Pern, la depuracin ideolgica y la ofensiva contra los gobernadores; en
Ins Izaguirre y colaboradores: Lucha de clases, guerra civil y genocidio en la Argentina.
1973-1983. Antecedentes, desarrollo, complicidades; EUDEBA; Buenos Aires; diciembre
2009; captulo 6. Para el caso de Chubut, vase de Grossmann, J.; Op cit.
105 Viola, Oscar Luis; Malvinas. Derrota diplomtica y militar; Editorial Tinta Nueva;
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to, avalando la prudencia y el buen tino de la medida sostenida por la lgica de encarar nicamente aquellas acciones posibles.111 Los defensores
argentinos de Pradera del Ganso, por ejemplo, pensaban diferente y pelearon en condiciones muy desfavorables con otra determinacin a la adoptada por la armada argentina.
Debemos destacar que la Prefectura Naval rompi el bloqueo con la llegada de dos embarcaciones guardacostas a las islas, as como algunas
naves mercantes afectadas a tareas de abastecimiento. Tambin logr burlar la vigilancia el remolcador Geomater Yehuin.112 Estas intrpidas acciones interpelan a la actitud adoptada por los marinos, aunque obviamente
hay que ponderar que un barco civil pequeo o un carguero bien poda ser
un blanco poco rentable para la fuerza britnica (los atacaron en cercanas de las islas) y polticamente difcil de justificar su hundimiento que,
necesariamente, involucra civiles.113 El experto capitn Wayne Hughes de
la Armada de los Estados Unidos sostuvo que la flota argentina obr
correctamente al retirarse a las aguas territoriales, sustrayndose de las
acciones. Su argumento es que un oponente inferior en mar abierto sera
111 Muoz, Jorge; Pker de ases en Malvinas. Epopeya de los barcos auxiliares;
Instituto de Publicaciones Navales; Buenos Aires; 2004; pginas 17 y 18.
112 Moro, R.; Op cit; pginas 97 y 149. Vanse otras alternativas de lucha en el mar
en Bveda, J.; Op cit.
113 Segn Freedman y Gamba tardamente se advirti que Gran Bretaa probablemente no atacara a barcos mercantes aislados. Freedman, L.; y Gamba, V.; Op cit; pgina Op cit; pgina 159.
114 Hughes, W.; Op cit; pginas 174 y 175. Tambin citado en Sciaroni, M.; Op cit;
pgina184.
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toda amenaza de superficie para la flota inglesa, facilitando los planes enemigos.115 Richard Hask, comandante de submarinos britnicos, opin que
l tambin hubiese estado aterrado por la presencia de submarinos, pero
estim que desde el punto de vista militar, hubiese sido necesario realizar
un operativo conjunto entre la Fuerza Arrea y los buques de superficie
con los Sper Etendart.116 Todas las explicaciones, finalmente, parecen
insuficientes, si pensamos que fue la Armada la fuerza que pugn en el
seno de la Junta Militar por recuperar las islas. Sin duda no sopesaron los
riesgos antes del 2 de abril del 82, y haberlo hecho luego raya con el ridculo en una guerra que centralmente no poda ser otras cosa que naval y
anfibia por desarrollarse en territorio insular.
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los equipos que haban movilizado (la mayor parte se perdi en el Atlantic
Conveyer) consolid la cabeza de playa sin encontrar gran resistencia.118 Como paso seguido, decidi dar un golpe moral, atacando la dbil
guarnicin de Ganso Verde, cerca de Puerto Darwin, que careca de relevancia estratgica.119 Lo que suponan les iba a llevar unas pocas horas
fue una tozuda batalla de dos das. Las entrenadas tropas britnicas vencieron al lmite de sus fuerzas. Un contraataque hubiera replantado la
situacin del combate, pero tal contragolpe nunca existi. La tenacidad
defensiva oblig a proceder con cautela al enemigo, que tuvo como correlato el diseo de un sistema de avance gradual para evitar bajas.120
Todas las acciones del bando argentino se desarrollaron en el marco de
una estrategia de defensa pasiva, que es poner todo el empeo en tratar
de parar el golpe, en neutralizar el ataque contrario pero sin vistas a una
contraofensiva estratgica ni tctica.121 Este rasgo del dispositivo defensivo argentino fue, incluso, destacado por Lawrence Freedman en su Official
History de la guerra elaborada desde Londres.122 En 1936, explicando las
consecuencias de este tipo de defensa, Mao Tse-Tung deca que slo un
talismn. Sin embargo, en el mundo hay gentes que recurren a ella.123
118 Bsser, Carlos A.C.; Malvinas. La guerra inconclusa; Ediciones Fernndez y
Reguera; Buenos Aires; 1987; pginas 246 y 247.
119 Sin duda este ataque no tena sentido alguno desde el punto de vista tctico; solo
se justifica por la necesidad del gobierno de Thatcher de provocar una victoria que fortaleciera el espritu de guerra. Manson,E.; Op cit; pgina 234.
120 Ruiz Moreno, I.; Op cit; pgina 254. Se puede pensar que la fortaleza defensiva
fue uno de los factores que explican el alto consumo de municiones que hemos sealado. Sin embargo, tambin es menester destacar que los britnicos buscaban la rendicin
sin confrontacin directa; por ejemplo, la artillera lejos de buscar efectividad provocndonos una sustancial cantidad de bajas en relacin a los proyectiles utilizados, centr su
objetivo en el hostigamiento y la bsqueda des resquebrajamiento moral. Jimnez
Corbaln, L.; Op cit; pginas 246 y 247.
121 Sobre la explicacin oficial de un contraataque frustrado de las fuerzas del Ejrcito
y una crtica a la misma vase de Jimnez Corbaln, L.; Op cit; pginas 401 y 402.
122 Berasategui, V.; Op cit; pgina 345.
123 Mao Tse-Tung; Problemas estratgicos de la guerra revolucionaria, en Obras
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escogidas de Mao Tse Tung. Pekn, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1968. Tomo I,
pgina 223. Seguramente las alternativas generales de la conduccin argentina de la guerra con este rasgo figurarn en algn momento en alguna obra como la Historia de la
incompetencia militar de Geoffrey Regan (Editorial Crtica; Espaa; 2001).
124 El general espaol Prudencio Garca resalta, por ejemplo, la accin del general
artillero Martn Balza. Garca, Prudencio; Op cit.
125 En muchas posiciones en lugar de campos minados hubo slo lneas de minas,
dispositivo ms endeble ya que supone un nmero mucho menor de artefactos. Daneri,
Ral Eugenio; De La Plata a las Malvinas. Historia del Regimiento de Infantera 7 Cnl.
Conde; Editorial Dunken; Buenos Aires; 2010; pgina 30.
126 Las implicancias polticas y morales de esto se encuentran analizadas en
Rozitchner, L.; Op cit.
127 El IA-58 Pucar, uno de los aparatos utilizado en Malvinas, fue diseado como aparato contrainsurgente (su diseo comenz en 1968). Habindose incorporado a la Fuerza
Area en 1974, se lo utiliz con xito en el Operativo Independencia, en Tucumn, contra
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Los xitos parciales que lograron los argentinos en los ataques aeronavales fueron fruto de un descubrimiento casual, luego aprovechado con
una valenta que no tuvo la flota de superficie; cuando los aviones se entrenaban con las fragatas 42 idnticas a las britnicas, la experiencia no era
para nada alentadora con un clculo de supervivencia al ataque de un 30
%. Como despedida y agradecimiento por el entrenamiento, los pilotos de
la Fuerza Area hicieron un vuelo rasante sobre los buques que no fue
detectado por el sistema de radar de las embarcaciones: as surgi fortuitamente la frmula para el ataque.136
En este marco, ningn acierto tctico pudo trastrocar el camino estratgico que tena como horizonte una nica posibilidad: la derrota.137 Los
intentos de resistir fueron infructuosos en cada seccin de la defensa. Para
el caso especfico del Regimiento de Infantera 7 se vio compelido a desplegar una fuerza en un frente extendido sin reservas, emplazamiento que
vulneraba los principios bsicos de la defensa como el aprovechamiento
de la fortaleza del terreno, con capacidad de fuego a distancia para desgastar al enemigo.138 De esta forma, el mal plan estratgico fue comple-
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