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Manual de Injertos de Especies Forestales

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FORESTALES

M. GABRIELA
BARBOSA
GARCIA

AÑO: 1987 NUMERO: 7


CHA PINGO, MEXICO

CENTRO DE GENETICA
FO REST A L A.C.
POR EL M EJO R A M IE N T O GENETICO R f j l F T I |\ | | F f j |\ ] C O
DE LOS B O SQ U ES M EX IC A N O S" ^ W fc-fc- ■ e • * ■ fc- w i ■ i w w
DÍRECTORIO
C O N SEJO DIRECTIVO
Dr. Ignacio M éndez Ramírez
PRESIDENTE

Dr. Salvador Valencia Carmona


VICEPRESIDENTE
Dr. Teobaldo Equiluz Piedra
SECRETARIO DE ACTAS

PATRONATO
Ing. Gilberto C. Rosas Solórzano
PRESIDENTE

Ing. Guillerm o A cevedo Morga


TESORERO

Dr. Teobaldo Equiluz Piedra


SECRETARIO DE ACTAS

CO N SEJO TECNICO
Dr. Teobaldo Equiluz Piedra
PRESIDENTE

Dr. Hans Nieustaedt


SECRETARIO

Dr. Aurelio M. Fierros González


VOCAL

Biól. Aníbal Niembro Rocas


VOCAL

Biól. Gabriela Barbosa García


VOCAL

Dr. Teobaldo Equiluz Piedra


DIRECTOR DEL CENTRO

Dr. Hans Nieustaedt


SUBDIRECTOR DEL CENTRO
Agradecimientos:
Agradezco profundamente al Dr. Teobaldo Eguiluz Piedra
por su valioso apoyo y sugerencias brindadas; al Sr. Rogerio León
Salazar y al Biól. Alfonso Barbosa G., por la realización de los
esquemas y a la Sra. Lilia Ramírez F. por el mecanografiado
del manual.
C E NT RO DE GE NE TIC A F O R E S T A L , A.C.

M A N U A L D E I N J E R T O S D E ESPECI ES F O R E S T A L E S

M. Gabriela Barbosa García*

*Bióloga. Investigadora del Centro de Genética Forestal y de


la Universidad Autónoma Chapingo.
MANUAL DE INJERTOS DE ESPECIES FORESTALES

INTRODUCCION
Considerando el ritmo de deterioro del recurso forestal en México, se
:reve que en un futuro no muy lejano los bosques puedan ser incapaces de
satisfacer la demanda creciente de productos forestales, de manera que se deben
rlantear alternativas para resolver este problema' una de ellas consiste en el
establecimiento de plantaciones forestales comerciales altam ente productivas,
con las especies más adecuadas y que tengan involucrada alguna estrategia de
mejoramiento genético.
El impacto del hombre sobre las masas forestales ocasiona que éstas vayan
desapareciendo en forma gradual, lo cual obviamente provoca una disminución
de los recursos genéticos. De esta forma, con el paso del tiempo será difícil
implementar programas de mejoramiento genético basados en especies nativas
y se recurrirá entonces a la importación de productos forestales, o bien, a la
introducción de especies exóticas que posiblemente no se adapten a las condiciones
de nuestro país.
La selección masal es uno de los métodos de mejoramiento genético más
utilizados en todo el mundo y consiste en la selección fenotípica de ciertos
individuos que se hallen creciendo en rodales naturales o plantaciones, y que
satisfagan las necesidades de tipo de producto de la industria a la que se destinen
los programas de plantación.
Después de haber seleccionado los mejores fenotipos de una especie,
surge la necesidad de conjuntarlos en una localidad mediante propágulos obtenidos
de esos árboles, los cuales pueden corresponder a semillas o a partes vegetativas
que tengan la capacidad de formar plantas completas, todo esto con el fin de
establecer huertos semilleros.
Una vez que en los huertos semilleros se cosecha semilla, se procede
a la siguiente fase que consiste en el ensayo de progenies con el fin de saber
cuáles individuos tienen la capacidad de heredar las características por las que
fueron seleccionados y cuáles no, y en base a esto, se continúa con la eliminación
en el huerto de los árboles con mala progenie.
Los huertos semilleros a partir de plántulas pueden establecerse más
rápidamente y su costo es reducido, pero se obtiene poca ganancia genética
y se requiere de más tiempo para obtener la producción de semilla; los huertos
semilleros clónales, es decir, a partir de propágulos vegetativos se han constituido
en la mayoría de los casos con injertos, pues presentan la ventaja de que pueden
establecerse en corto tiempo, se obtiene una ganancia genética mayor y los
injertos tienden a florecer en poco tiempo; algunas de sus desventajas son el
alto cosio que representa la ejecución y el establecimiento de los injertos >
los problemas de incompatibilidad que puedan aparecer en ciertos clones.
- - , - -
2.
En virtud de que el injertado es una herram ienta importante dentro de
los programas de mejoramiento genético y propagación de especies, se ha conside­
rado pertinente elaborar el presente manual que tiene por objeto abarcar los
aspectos más importantes dentro de este tema, algunos de ellos como métodos
de injertado, herram ientas y materiales, y protecciones y cuidados posteriores,
corresponden al proceso práctico de injertación; otros como unión anatómica,
incompatibilidad, edad, maduración y topófisis, influencias patrón-púa y, condicio­
nes fisiológicas y factores ambientales, tienen como finalidad presentar los
aspectos teóricos de este método de propagación asexual.
La mayor parte de la información, que aquí se presenta, proviene de
experiencias realizadas en otros países en especies forestales de coniferas.
En México se cuenta con poca información referente al tema, pues aunque existe
un profundo conocimiento empírico con respecto a injertos en árboles frutales,
muy poca atención se ha prestado a su aplicación en especies forestales, contándo
se a la fecha con cuatro trabajos realizados por el INIF en las coniferas: Pinus
patula Schl. etC ham ., P.pseudostrobus Lindl., P.oaxacana Mirov, y Cupressus lindleyi
Klotsch., y dos trabajos con las latifoliadas Swietenia macrophylla King. y Pimenta
dioica (L.) Merrill.

A
METODOS DE INJERTADO

En virtud de que el injertado es un arte conocido desde la antigüedad,


desarrollado y descrito un gran número de maneras, desde las más simples
algunas muy complicadas, de unir plantas para conseguir ciertos objetivos
t - -.ncultura y horticultura; en dasonomía, únicamente se han adoptado ciertos
t ~ de injertos, o se han desarrollado variantes de algunos de ellos, para casos
i r . específicos.
Un injerto es la unión de dos plantas o partes de ellas, una es la que
desea propagar y se le llama comúnmente púa y la otra, que la soporta y
-_tre, se conoce como patrón o portainjerto.
Existen pocas clasificaciones generales de tipos de injertos en las que
se contemplan algunos ejemplos de interés específico en especies frutícolas y
hortícolas, como es el caso de las mencionadas por Garner (1958) y Hartman
y Kester (1971), las cuales parten de dos grupos principales:
- Los injertos en los cuales las partes a injertar no son removidas o
sólo se remueven parcialmente de la planta madre hasta que la unión
se efectúa.
- Los injertos en que desde el inicio se hacen con# una de las partes
(la que se^pretende propagar) separada de la planta madre.
Considerando lo , anterior, los injertos se pueden clasificar en dos grandes
categorías:
- Injertos de aproximación
- Injertos de propágulo
2.1. Injertos de aproximación
A esta categoría corresponden los tipos en que tanto la yema como
el patrón, están sostenidos por su propio sistema radicular hasta que se consolida
la unión y permiten que las partes permanezcan juntas de una manera firme.
Posteriormente, la planta que se desea propagar es cortada por debajo de !a
unión y la planta que actúa como patrón se corta por encima, de manera que
queda la copa de la púa sobre el sistema conductor y radicular del patrón.
Estos injertos pueden hacerse entre plántulas o bien uniendo una planta joven
que actúa como patrón con una rama de un individuo adulto que es el que se
quiere propagar.
Los injertos por aproximación pueden realizarse en cualquier época del
año, aunque naturalmente algunas variantes únicamente pueden utilizarse cuando
las plantas se encuentran en la etapa de crecimiento activo.
Existen varios tipos de injertos por aproximación, destacando entre los
más importantes los siguientes:

k
a) Aproximación natural.- El procedimiento consiste en aproximar lo
suficiente las partes sin ninguna operación además del amarre, para
que las plantas logren una unión, la cual, tarda en realizarse pero
se obtienen en la mayoría de los casos, buenos resultados.
b) Aproximación con corte.- En este caso la operación puede ser tan
simple como cortar una parte de cada planta a unir exponiendo el
cambium y practicar el amarre correspondiente cuidando de que
las superficies permanezcan en contacto hasta lograr la unión (Figura
1) o bien, practicar algunos cortes en los que se dejan lengüetas
que afirmen la unión a fin de que exista mayor superficie de contacto.
Aunque se han reportado algunos casos de injertos por aproximación
en especies forestales, estos tipos no son tan comunes, utilizándose principalmente
para plantas herbáceas.
2.2. Injertos de propágulo
Dentro de esta categoría se incluyen todos los tipos de injertos que
se realizan colocando un propágulo vegetativo previamente separado de la planta
madre, sobre un patrón que conserva todas o algunas de sus partes.
De esta clase de injertos se incluye una clasificación basada en Garner
(1958), en donde se mencionan los tipos principales dentro de cada categoría
(Cuadro 1).
2.2.1. Injertos de yemas
Se emplean en general cuando se usan como patrones plantas con la
corteza suficientem ente delgada para realizar con facilidad la operación. El
trabajo se realiza en la estación de crecimiento de las plantas, que es cuando
la corteza se separa de la madera sin dificultad, lo cual es un requisito esencial.
Entre los injertos de yemas se pueden describir:
a) Escudete. De la planta que se desea propagar, se separa una yema,
con una porción de corteza preparada en forma de escudete. Aunque
existen algunas variantes, el corte en el patrón generalmente se
realiza en dos movimientos perpendiculares para dar a la corteza
una abertura en forma de "T", la cual se separa lo suficiente con
la uña de la navaja para que pueda insertarse el escudete. Finalmen­
te, se lleva a cabo el amarre cuidando dejar libre la yema (Figura
2 ).
b) Doble escudete. Puede considerarse una variante del tipo anterior
que se usa para superar la incompatibilidad, cuando se presenta,
entre patrón y yema pues en la abertura del patrón se coloca un
escudete desprovisto de corteza y yema de la planta compatible
con ambas partes y sobre éste se adapta el escudete de la planta
que se desea propagar para que pueda desarrollarse sin problemas.
FIGURA 1. Injerto de aproximación :
a ) c o r t e s q u e s e r e a l i z a n en _as =• _-
b ) a d a p t a c i ó n de l a s c a r a s de

C) AMARRE Y APLICACION DE v i : : _ 1
FIGURA 2. Injerto de e s c u d e t e :
a ) yem a y c o r t e z a p r e p a r a d a s en form a de e s c u d e t e

b ) i n s e r c i ó n de l a yem a en e l p a t r ó n
c) amarre de la unión

D IBU JO ROGERIO LEON SALAZAR


7.

Clasificación de los injertos de propágulos (basada en Garner, 1958).

- 1.1. De yema a) Escudete


b) Doble escudete
c) Parche
d) Anillo
e) Escudo en hendedura
2.2.2. De púa
2.2.2.1. Apicales o a) Empalme
Terminales b) Silla y lengüeta
c) Doble silla
- d) Enchapado terminal
e) Incrustación
f) Asiento
g) Fisura
h) Inserción oblicua
i) Corona

2.2.2.2. Laterales a) Enchapado lateral


b) Lengüeta
c) Lateral de corteza
d) Lateral tipo frasco
N
2.2.3. De raíz a) Estacado de raíces
b) Aproximación de raíces

2.2.4. De estacas a) Aproximación en cruz


b) Enchapado en estaca
c) Parche. Bajo esta denominación se consideran todos los injertos de
yema en los que una porción de la corteza de la planta a propagar,
sustituye a una parte de la corteza del patrón. El tam año y forma
de las piezas es muy variable, siendo requisito que la pieza de la
planta a propagar, contenga una yema. Este tipo presenta mayor
problema de manipulación que el injerto de escudete, pues es más
difícil hacer coincidir exactam ente las piezas y solamente se utiliza
en especies en que se han demostrado buenos resultados como en
algunas latifoliadas.
Por facilidad de manipulación la yema y el patrón deben ser de aproxi­
madamente la misma edad y tam año, y la operación debe llevarse
a cabo en la época en que la corteza se separe fácilmente de la
madera (Figura 3).
d) Anillo. Es una modificación del tipo anterior, que se emplea cuando
se quiere interrumpir la conexión entre las partes alta y baja del
patrón. La preparación de patrón y yema se hace en forma similar
a la realización de acodos aéreos, es decir, la yema se obtiene hacien­
do dos cortes horizontales en una porción de rama que contenga una
yema vegetativa, pudiendo dejar o no una porción de corteza como
conector de dicha rama. En el patrón se realiza ana operación similar,
extrayendo una faja de corteza igual a la de la yema y se sustituye
por esta última (Figuré 4).
e) Escudo en hendedura. En este tipo de injerto se practica inicialmente
un pequeño corte transversal en la corteza del patrón hasta descubrir
el cambium y se continua el corte hacia abajo de una longitud de
alrededor de 3 cm. Posteriormente, de la corteza separada se deja
una pequeña lengüeta. La yema se arregla con una porción de corteza
del tam año y forma adecuada de manera que ajuste perfectam ente
en la hendedura expuesta del patrón, se inserta en ella y se apoya
en la pequeña lengüeta remanente.
2.2.2. Injertos de púa
Son todos aquellos injertos en los que el propágulo corresponde a una
o varias yemas y una porción de ramilla que es precisamente donde se realizan
los cortes para su unión con el patrón.
2.2.2.1. Apicales o terminales. En estos injertos se elimina la copa del patrón
para insertar en su lugar una o varias púas en posición vertical. En este caso,
se pueden describir los siguientes tipos:
a) Empalme. Este injerto es muy simple, pues únicamente se requieren
dos cortes oblicuos, uno en el extremo basal de la púa y el otro,
en sentido opuesto, en el extremo apical del patrón, el cual ha sido
desprovisto previamente de su copa por un corte transversal. Las
superficies expuestas son colocadas en contacto de manera que las
capas cambiales de las partes queden juntas. Un requisito indispensa­
ble para este tipo de injerto, es que los diámetros de patrón y púa
sean iguales (Figura 5).
b) Silla y lengüeta. Corresponde a una variante del caso anterior que
permite aumentar las superficies de contacto de patrón y púa para
lograr una soldadura más firme. Una vez realizados los cortes obli-
F I G U R A 3. In jer t o en p a r c h e -
a ) yem a y c o r t e z a de l a p l a n t a a p r o p a g u ­
en EL PATRÓN
b ) s e p a r a c i ó n de l a c o r t e z a en EL
c) INSERCIÓN DEL PARCHE

«osc«c
F I G U R A 4. I njerto en anillo :
a ) a n i l l o s e p a r a d o de la rama a p r o p a g a r y c o r t e
en e l p a t r ó n

b ) s e p a r a c i ó n de l a c o r t e z a en e l p a t r ó n

c) inserción del a n illo


F I G U R A 5. In jer to en e m p l a m e :
a ) pú a con s e c c i ó n o b l i c u a

b ) CORTE DIAGONAL EN EL' PATRÓN


C) EMPALME DE LAS PARTES

DIBUJO ROSERJO LEON SALAZAR.


\

cuos en patrón y púa, se hacen en la parte' media de ambos, un


corte hacia abajo en el patrón y un corte hacia arriba en la püa;
posteriormente se ponen en contacto las superficies expuestas cuidando
que las lengüetas queden entrelazadas y haya coincidencia cambial.
Del mismo modo que en el caso anterior, es muy deseable que el
patrón y la púa tengan el mismo diámetro pero si la púa es más
pequeña, se hace un corte más somero y exterior en el patrón, para
que se logre el contacto del cambium (Figura 6).
c) Doble silla. La púa se prepara efectuando dos cortes principales: Uno
en forma de "V" invertida, cargado hacia un lado y otro, en el extremo
opuesto, que descubra el cambium, este corte termina una lengüeta
en uno de los brazos de la "V" invertida. La copa del patrón se
separa con un corte transversal y se procede a realizar dos pasos
principales; el primero es efectuar dos cortes hacia un extremo del
patrón a fin de formar una prominencia que embone con la "V" inverti­
da de la púa y el segundo es un corte en el otro extremo, que se
inicia en la parte superior y se ejecuta hacia abajo hasta alcanzar
la base de la cuña, formando, con ello una "V" en la que se insertará
la lengüeta de la púa. Este tipo de injerto ha sido muy recomendado
para especies que tengan una médula grande (Figura 7).
d) Enchapado terminal. Es excelente cuando se requiere hacer un injerto
terminal con el patrón más grande que la púa. En ésta última se
hace un corte hacia abajo terminando en su base de una profundidad
tal que quede expuesto el cambium vascular, luego, en el extremo
opuesto y muy cerca de la base se hace un segundo corte para dejar
el extremo de la púa en forma de cuña. En el patrón se elimina
la copa y se hace un corte hacia abajo, de una longitud igual al
primer corte hecho en la púa, al final de este último corte se deja
una muesca para que la púa quede sostenida. Finalmente se adaptan
las caras de contacto alineando las capas cambiales (Figura 8).
V
c) Incrustación. Este tipo de injerto involucra la remoción de una porción
de corteza y madera del patrón que es repuesta con la púa; a diferen­
cia de los injertos de yema, para el injerto de incrustación no es
necesaria la separación fácil de la corteza.
Para hacer este tipo de injerto, la púa debe ser más pequeña que
el patrón. En la púa se hacen dos cortes oblicuos para dejar una
cuña lateral. El patrón es liberado de su copa por un corte transver­
sal, haciendo posteriormente dos cortes hacia abajo del mismo ángulo y
tamaño de los efectuados en la púa y la profundidad de la cavidad
debe corresponder exactam ente con ésta, para que se logre un efectivo
contacto de tejidos; finalmente, la púa se incrusta en la cavidad
formada.
No obstante que se han desarrollado herramientas especiales para
esta operación, este tipo de injerto es muy complicado.
Una variante consiste en hacer por cada patrón tantos cortes con
una sierra, como púas vayan a incrustarse, las cuales se preparan
igualmente a manera de cuña lateral y cada incisión en el patrón
- 1 GURA 6 . In jer to de s i l l a y l e n g ü e t a :
a ) c o r t e s d i a g o n a l e s en p ú a y p a t r ó n CON LENGÜETAS
b ) a c e r c a m i e n t o de l a s p a r t e s

c) CORTE EXTERNO EN PATRON CUANDO LA PUA ES MÁS PEQU E*'


D) E N L A Z A M I E N T O ^DE PATRÓN Y PÚA

O itU J C » s t» ; L K -* U j - .i
FIGURA 7 . In j e r t o de d o b l e :
s i l l a
a ) p o r T F S E F E C T U A D O S EN LA PUA
B) PATRON L I S T O PARA INSERTAR LA PUA
C) A C E R C A M IE N T O DE LAS PA RTEb

DIBUJO : ROOEfttO LEO N


FIGURA 8. In j e r t o de e n c a p a d o t e r m i n a l :
a ) CORTE LONGITUDINAL EN EL PATRON
b ) PÚA PREPARADA CON DOS CORTES
C) UNIÓN DE LAS PARTES

DIBUJO : ROSERIO LEON SALAZAR.


\

16.

es empujada hacia los lados con una herramienta especial insertando


cada púa en su lugar de manera que cuando se quita esta herramienta
el patrón debe apretar en su lugar a las púas perfectam ente alineadas
(Figura 9). v
f) Asiento. Para este injerto terminal es requisito que el patrón y
la púa sean de igual grosor. En la púa se hacen dos cortes hacia
arriba comenzando por la base, que a medida que progresen en longi­
tud, vayan penetrando en la madera hasta llegar a la médula para
extraer la porción media en forma de pirámide y queden en la púa
porciones a manera de piernas. El patrón se corta transversalmente
para eliminar su copa y recibe dos cortes hacia abajo, empezando
por la parte media, lo suficientem ente profundos para exponer el
cambium y del largo igual a las piernas obtenidas en la púa. Poste­
riormente, la púa se descansa sobre el patrón cuyo borde superior
llegue hasta la parte más profunda de la incisión de la púa (Figura
10).

Como en los otros casos, este tipo de injerto tiene también variantes,
una de las cuales puede ser la elaboración de lengüetas para aumentar
la superficie de contacto entre patrón y púa, o bien, el dejar las
piernas de la púa más largas, de manera que sean fijadas al patrón
por cortes adicionales en su corteza.
g) Fisura terminal. Este es uno de los tipos de injerto más usados
en general para casi cualquier planta. La púa debe tener un diámetro
tan semejante al del patrón como sea posible, si esto no se logra,
de cualquier manera puede realizarse. En la púa se hacen dos cortes
laterales que avancen en profundidad a medida que ganen longitud
para dejar la base muy delgada en forma de cuña. El patrón se
libera de su copa por un corte transversal y se le hace una fisura
en la parte media de una profundidad similar a la de las longitudes
de los cortes de la púa, así, la púa se inserta en el patrón y se
ajusta de tal forma que cuando menos de un extremo queden los
cambia vasculares justamente opuestos (Figura 11).
h) Fisura e inserción oblicua. Es una modificación del tipo anterior
pero en este caso la fisura en el patrón se hace lateralm ente. La
púa se prepara también en forma de cuña pero con los cortes desi­
guales, es decir, un corte más largo y menos inclinado que el otro.
En el patrón el corte que se hace a un lado, no debe ser muy profun­
do y su copa se presiona hacia un lado para abrir la fisura e insertar
la «púa teniendo precaución de que el corte más largo quede en la
parte interna. Posteriormente, se corta la copa del patrón inmediata­
mente arriba del contacto con la púa (Figura 12).
i) Corona. Se le dá este nombre por la apariencia que resulta de
injertar varias púas en un solo patrón en posición terminal. Son
varios los tipos que se pueden ejecutar, tales como inserción oblicua,
incrustación, separación solo de corteza, fisura, terminal, etc.; los
que ya han sido descritos (Figura 13).
F I G U R A 9. In jer to de i n c r u s t a c i ó n :
a ) c uñ a l a t e r a l r e a l i z a d a en la PUA
b ) cortes r e a l i z a d o s en e l PATRON_
c) INSERCIÓN DE LA PÚA EN EL PATRON

DIBUJO; ROGERIO LEON SALAZAR .


FIGURA 10. I N J E R T O DE . s , e n t o :o n la porci. n central extraida

b ) PATRÓN LISTO PARA RECIBIR A LA PUA


C) UNIÓN DE AMBOS

DIBUJO: ROGE RIO LEON SALAZAR.


11. Injerto en fisura term in al :
a ) púa p r e p a r a d a en fo r m a de cuña

b ) i n c i s i ó n m e d i a en e l p a t r ó n

c) INSERCIÓN DE LA PÚA EN EL C¿TRÓN


5 l* JJC % 0ÍCA>0 LEON SAUZJM
FIGURA 12. Injer to de f i s u r a e i n s e r c i ó n o b l i c u a :
a ) c o r t e s r e a l i z a d o s en l a púa

b ) i n s e r c i ó n de l a púa en l a f i s u r a DEL PATRÓN

c) E l PATRÓN SE LIBERA DE SU COPA

d ib u jo : r o g e r io leó n sa la za r .
FIGURA 13. In jer to frE c o r o n a :
a ) FISURA EN LA PARTE MEDIA DEL PATRÓN
B) PÚA PREPARADA EN FORMA DE CUÑA
C) DOS PÚAS INJERTADAS EN EL PATRON

DH U JO : R0 6 E R K ) LEO N SALAZAR
22.

2.2.2.2. Laterales. En cualquier tipo de injerto lateral la püa se inserta en


un lado del tallo sin remover la copa del patrón al momento de realizar la
operación.
a) Enchapado lateral. Este tipo de Tinjerto se recomienda cuando se
se dispone de patrones pequeños. La púa se prepara haciéndole
un corte largo hacia abajo y del otro lado se hace un corte basal
hacia adentro para darle forma de cuña. La región del patrón selec­
cionada para hacer el injerto, se libera de sus hojas y se le practica
un corte longitudinal hacia abajo, que no penetre mucho en la madera,
pero sí que deje expuesto el cambium vascular a ambos lados. La tira
de corteza así desprendida, no se elimina totalm ente, sino que se
deja una pequeña porción para que actúe a manera de muesca o
lengüeta; la longitud de este corte debe coincidir con el corte hecho
en la púa, la cual se acomoda en la cara expuesta del patrón de
tal forma que penetre hasta el fondo de la muesca (Figura 14).
b) Enchapado con lengüeta. Es una modificación del tipo anterior,
siendo muy apropiado cuando el diámetro de la púa es menor que
el del patrón. La púa se prepara en la misma forma que el caso
anterior, pero con un corte adicional hecho en la parte media del
corte principal, que vaya hacia arriba y al centro para formar una
lengüeta. El patrón es preparado también en la misma forma, ejecu­
tándole otro corte en la mitad superior con dirección hacia abajo
y al centro, para obtener otra lengüeta. Las partes así preparadas
se unen entrelazando las lengüetas (Figura 15).
c) Lateral de corteza. Se pueden hacer injertos laterales desprendiendo
sólo la corteza en varias formas como puede ser, practicando un
corte vertical en el patrón y separar la corteza con la uña de la
navaja para insertar la púa preparada con cortes laterales o bien,
hacer en el patrón un corte en forma de "L" o "L invertida”, e
insertar la púa preparada como cuña lateral.
Dormling (1964), describe el tipo de injerto lateral de púa bajo corte­
za en especies de coniferas; en él, la púa se prepara por dos cortes
\ iguales de algunos centím etros de largo para formar una cuñ a lateral.
Posteriormente, al patrón se le hace una incisión tangencial al
cambium, se levanta la corteza y se inserta la püa cuidando que
las zonas cambiales queden en contacto (Figura 16).
d) Lateral tipo frasco. En este caso la püa debe ser de una longitud
bastante mayor que en los tipos anteriores. Tanto a patrón como
a púa se les ejecuta un corte lateral de algunos centím etros para
exponer el cambium vascular, se juntan adaptando bien las caras
y se procede al amarre. El corte en la púa no se hace en posición
basal sino en la parte superior y el extrem o libre se introduce en
un recipiente (frasco) con agua, colocado de manera que una buena
porción de la ramilla permanezca inmersa hasta que se efectúe la
unión. Ese extremo de la púa se va cortando gradualmente hasta
que sólo quede la unión (Figura 17). Este tipo es muy similar al de
aproximación, diferenciándose únicamente en que la püa está despro­
vista de su sistema radicular.
k
In jer to en e n c h a p a d o l a t e r a l :
a ) c o r t e q u e se p r a c t i c a en e l p a t r ó n

b ) púa p r e p a r a d a p a r a e l i n j e r t o

c) UNIÓN DE LAS PARTES

D IBU JO ; KO O ER IO LEON S A L A Z A R
15. In jer to de e n c h a p a d o con l e n g ü e t a :
A) CORTES REALIZADOS EN LA PÚA
B) PATRÓN CON CORTE LONGITUDINAL Y LENGÜETA
C) ACERCAMIENTO DE LAS PARTES
FIGURA 16. In jer to l a t e r a l d e c o r t e z a :

a ) i n c i s i ó n r e a l i z a d a en e l p a t r ó n

b ) p r e p a r a c i ó n de l a púa
c) VISTA TRANSVERSAL DE LAS PARTES YA INJERTADAS

DIBU JO : R O C E R IO L EO N « U . A 2 A * .
FIGURA 1 7 . In jer to l a t e r a l t i p o f r a s c o :
a ) EL EXTREMO LIBRE DE LA PÚA SE INTRODUCE EN UN
FRASCO CON AGUA
B) SE LIBERA ESA PORCIÓN DE LA PÚA DEJANDO SOLO
LA UNIÓN
D IB U J O : ROGERIO LEO N SAI,AZAR
2.2.3. Injertos de raíz
Dentro de este grupo se incluyen injertos en que, independientemente
del tipo empleado, se hagan sobre porciones de raíces. En el caso de que se
coloque una púa en el sistem a radicular del patrón se habla de injerto total
de raíz, pero si la raíz principal se secciona y cada porción recibe una püa,
se habla de injerto de pieza de raíz.
Cualquier tipo de injerto que se elija para estos casos puede tener éxito
siempre y cuando cumpla con el requisito de asegurar un contacto cambial, tenien­
do cuidado de que la superficie de corte de la püa se una al cambium del patrón
y no en la parte correspondiente a la corteza externa. Una mala adaptación
con frecuencia resulta en una excesiva formación de callo en la zona de unión.
Dentro de esta clase de injertos podemos citar:
a) Estaca de raíz. Cuando se tiene el caso de que las plantas no pueden
propagarse por brotes o enraizado de estacas, se puede injertar un
brote sobre una estaca de raíz como patrón y el injerto se pondrá
a enraizar en esta zona. También se le pueden injertar al propágulo
varias porciones de raíces nodrizas en posición basal y enterrar los
injertos lo suficiente para que se logre que enraice el propágulo;
posteriormente, se sacan y se cortan las raíces nodrizas volviendo
a replantar el propágulo ya enraizado. Un tipo de injerto importante
.para este caso es el de inserción oblicua en posición invertida (Figura
18).
b) Aproximación de raíces. Como en los injertos de aproximación de
tallos cuando ambas partes descansan sobre sus raíces, en este caso
se pueden acercar las raíces de patrones y púas lo suficiente para
que se pongan en contacto y logren una unión natural o bien, reali­
zando cortes simples o complicados en ambas partes para lograr
una unión más rápida.
Los injertos de raíz han sido ampliamente usados en horticultura
f

pero muy poco con fines de mejoramiento genético forestal.


2.2.4. Injertos de estacas
A este grupo pertenecen injertos en que tanto el patrón como la püa
son estacas de tallo, por lo general el patrón es de una variedad que enraiza
fácilmente y la püa de una variedad que tiene mucha dificultad para emitir
raíces. Los principales tipos de injerto de estacas son:
a) Aproximación en cruz. Se le llama aproximación en cruz por la
apariencia de las dos estacas unidas, en este caso, las estacas son
sometidas a un corte simple o con lengüeta en su parte media superior
y se unen las superficies adecuadamente para asegurar un contacto
cambial. Posteriormente, los injertos son establecidos en el medio
de enraice y cuando el patrón ha formado raíces se corta la püa
debajo de la unión y el patrón por encima de la misma, quedando
entonces una unidad constituida por las dos partes injertadas
(Figura 19).
\
\

FIGURA 18. Injerto s de estaca de r a í z . Se m u e s t r a n


V A R IA S MANERAS DE I N J E R T A R LAS R A IC E S

f
d ib u jo : r o g e r io leó n sa l a z a r .
In jer t o de a p r o x i m a c i ó n en c r u z :
a ) a p r o x i m a c i ó n de l a s p a r t e s

b ) c o r t e p a r a e l i n j e r t o

c) ENRAIZADO DE LAS PARTES

D IB U J O : * 0 € E f t lO L EO N SA L AZAR
b) Enchapado en estaca. Este tipo es muy complidado y consiste en
injertar un anillo de corteza de una planta de fácil enraizado, en
un brote de una variedad que difícilmente enraiza, para lograr con
ésto, un estímulo hacia la producción de raíces.
De todos los tipos de injertos descritos anteriormente solo algunos
de ellos han sido utilizados en especies forestales, lo que no descarta
que algún otro tipo pueda ser empleado con buenos resultados. Entre
los más usados se pueden mencionar los siguientes:-Aproximación, Escu
dete, Parche, Empalme, Fisura terminal, Enchapado lateral, Enchapado
lateral con lengüeta, Lateral con frasco y Lateral de púa bajo corteza.
Lo anterior hace pensar que no hay un tipo de injerto que sea el
mejor para todas las especies y condiciones, por lo que deben probarse
varios de ellos para determinar el más promisorio en cada caso,
además, con frecuencia deben hacerse ciertas adaptaciones con el
fin de obtener mejores resultados.
A continuación se citan algunas recomendaciones tomadas de Zobel et al.
(1979), para aumentar las posibilidades de éxito de los injertos de especies fores­
tales, particularmente de pinos:
- Procure no injertar púas carentes de yemas vegetativas.
%
- Conserve, mientras realiza los injertos, las púas bajo sombra en bolsas
de papel humedecidas o en un refrigerador de unicel para evitar
que se deshidraten pero no permita que se congelen.
- Conserve su navaja siempre bien afilada.
- Limpie con mucha frecuencia la resina y/o restos indeseables de la
hoja de la navaja y tijeras, con alcohol u otros medios.
- Quite todas las flores masculinas y femeninas de las púas antes de
injertarlas.
- De las zonas de patrones y púas donde los cortes serán hechos, despoje
hojas y restos indeseables sin dañar la corteza.
- Haga los cortes de las partes a unir, con un sólo movimiento de la
navaja, tratando de dejar las caras completamente lisas.
- Nunca toque las superficies de corte con sus dedoá.
- Trate de adaptar las caras de contacto de patrones y púas tan bien
como sea posible de manera que haga coincidir las capas cambiales.
- Al hacer los amarres, sostenga patrón y púa firmemente en su lugar
evitando, que se deslicen.
- Evité envolver residuos bajo la cinta de amarre.
T rate de hacer los injertos sin demora, especialmente para que no
se deshidraten las superficies expuestas de patrones y púas.
Mantenga sus injertos debidamente identificados con el fin de observar
su com portamiento posterior.
3. HERRAMIENTAS Y MATERIALES

Existen varios tipos de herramientas y materiales necesarios para la


realización de los trabajos de injertado, la elección de un modelo en particular
depende de las necesidades de los trabajos, de la disponibilidad de modelos y
tipos y de la preferencia del injertador.
Entre las herramientas se requieren como esenciales, navajas o cuchillos,
tijeras de podar y piedras de afilado. En materiales se incluyen aquellos usados
para el am arre y protección de los injertos; dentro de los primeros se pueden
mencionar bandas de caucho, cinta adhesiva, cintas de plástico, rafia, hilo de
algodón con o sin cera y tiras de tela pasadas por cera, en mezclas protectoras
se tienen entre otras a las ceras, arcillas y emulsiones a base de asfalto.
3.1. Herramientas
a) Navajas. Constituyen un elemento importante para realizar el injerta­
do pues con ellas se hacen los cortes en las superficies a unir.
Las navajas pueden ser de hojas movibles o fijas, cuando son fijas
se les conoce como cuchillos y si bien éstos son adecuados pues
no presentan movimiento en la hoja, tienen la desventaja de que
pierden fácilmente el filo al guardarlos, por lo que es necesario
usar fundas adecuadas, además de que por este motivo su transporte
es más delicado.
Considerando las dimensiones y la presencia de uña, existen navajas
para injerto de púa y navajas para injerto de yema; en el primer
caso poseen un tam año de 5.5 a 7.5 cm de longitud de la hoja
y un mango de aproximadamente 10 cm, además de que carecen
de u ña pues se usan para hacer cortes en partes leñosas o semileño-
sas; las navajas para injerto de yema son de menores dimensiones
y cuentan con una espátula o uña de hueso, plástico o metal, la
cual sirve para abrir la corteza del patrón e insertar la yema, este
tipo de navajas se usan para trabajo delicado con material suculento
(Figura 20).
En el caso de injertos de parche existen navajas con hojas dobles,
las que pueden ser plegadizas o bien fijas y tienen la ventaja de
que con ellas se extraen las porciones a injertar exactam ente del
mismo tam año.
Se distinguen también navajas con bisel en un solo lado y con el
otro lado plano, o bien, con bisel en ambos lados y en base a esta
característica es que existen modelos para mano derecha y para
mano izquierda. La hoja puede ser de filo recto o curvo, con su
borde terminado en punta o redondeado; el filo curvo hacia la parte
superior de la hpja se prefiere para el injerto de yema.
Dada la diversidad de presentaciones de las navajas de injertar, es
recomendable usar aquellas construidas con acero de buena calidad
cuya hoja no se mueva al manejarla, ligera en peso y bien balanceada,
FIGtJRA 20. Cuatro t i p o s de n a v a j a s p a r a i n j e r t o :

a ) con uña p a r a i n j e r t o s de y em a

b ) con m ang o c u r v e a d o , c ) m ango r e c t o y d ) CU­


CHILLO con h o j a f i j a . E stos m o d e l o s son p a ­
ra i n j e r t o s de púa

d ib u jo : r o g e r io leó n sa la za r
34.

además, que alcance un filo adecuado y se mantenga por varios


días de trabajo el cual necesite solo de alguna asentada esporádica
para poder hacer el mayor número de injertos en forma adecuada.
b) Tijeras de podar. Se usan para el corte y arreglo de las púas y
la eliminación de las ramas de los patrones. Al igual que con las
navajas, en el mercado se pueden encontrar gran diversidad de mode­
los de tijeras, las cuales varían, además de otras características,
en la forma y longitud de las hojas y mangos; en relación a las
hojas, existen tijeras con sus dos hojas rectas y puntiagudas, ambas
redondeadas o una hoja redondeada que cae sobre base cóncava.
Las hojas pueden ser fijas o desmontables, la ventaja de que sean
desmontables es que se pueden afilar más fácilmente que en el caso
de tijeras con hojas fijas. Para facilitar su limpieza se presentan
modelos en que la hoja con filo se encuentra recubierta de teflón.
Los mangos de las tijeras pueden tener cubierta plástica o presentar
un acabado cromado. Otro factor im portante es la dimensión de
la herramienta, considerándose una longitud adecuada de 20 a 25
cm y un peso aproximado de 200 g.
De la gran cantidad de modelos, los tipos más recomendables son
tijeras de mano para poda fina, en la que el desmonte de la hoja
no cueste mucho trabajo de manera que siempre se mantenga bien
afilada, que sea de un buen acero y se puedan manejar con facilidad.
c) Piedras de afilado. Al lograr un buen filo en las hojas de navajas
y tijeras, se podrán realizar mayor cantidad de injertos y de mejor
calidad en un tiempo determinado en consecuencia, las piedras de
afilado deben considerarse de manera especial.
Las piedras varían de acuerdo al material con que están hechas
y al tamaño del poro, así se tienen piedras naturales y artificiales
o de pasta, que necesitan aceite o agua como líquido lubricante
o bien, las que pueden usarse en seco; del grosor del grano o poro
depende el acabado que se dá al filo. Las superficies de las piedras
deben ser totalm ente planas para que cuando se deslicen las hojas
sobre ellas se obtenga un afilado uniforme.
Se recomienda conservar las herram ientas limpias y en perfecto
estado; de las navajas y tijeras debe eliminarse la resina y restos
indeseables con algodones empapados en alcohol para evitar también
la transmisión de enfermedades de una planta a otra; laS piedras,
sobre todo aquellas cuyo lubricante sea aceite, deben lavarse con
agua corriente de preferencia caliente y secarse para evitar que
el poro se tape; en el caso de que por un mal cuidado ya no sirvan
las piedras, pueden reacondicionarse sumergiéndose en algún solvente
de aceite y lavarlas con detergente y agua.
Afilado de navajas (de acuerdo al instructivo de las piedras Indian
Mountain Whetstones).
Coloque su piedra sobre una superficie plana y fija; ponga unas gotas
de aceite sobre la cara de la piedra (Figura 21, a).
35.

Determine el lado de corte y seleccione el ángulo apropiado de acuerdo


al trabajo que vaya a desarrollar.
Angulo de 10 cuando se quiere lograr un gran filo. (Figura 21, b).
Angulo de 20 para todo uso (Figura 21, c). ~
Angulo de 30 para trabajo pesado (Figura 21, d).
Trate de mantener el mismo ángulo durante todo el afilado.
Deslice la hoja primero hacia un lado y procure usar toda la cara
de la piedra (Figura 21, e).
Repita varias veces y cuente los deslizamientos, luego voltee la hoja
al otro lado y repita igual número de veces en sentido contrario
(Figura 21, f).
Los primeros deslizamientos hágalos presionando fuertem ente y termine
con deslizamientos suaves.
Con una piedra suave se obtienen filos muy buenos pero los instrumen­
tos quirúrgicos que requieren un afilado especial pueden deslizarse
además sobre una piedra dura.
3.2. Materiales para el amarre de los injertos
En la mayoría de los casos resulta necesario am arrar las uniones para
mantener en posición correcta las caras de contacto de patrones y púas, por
lo que el am arre correcto y la aplicación de una presión uniforme son de gran
importancia para el éxito de los injertos.
Entre los principales materiales utilizados en las operaciones de amarre
se tienen:
a) Bandas de caucho. Se recomienda cuando se injertan combinaciones
que necesitan un tiempo corto para el desarrollo de la unión, pues
se liberan naturalmente después de algunas semanas desde su aplicación,
además, son de fácil colocación y se obtiene una presión uniforme,
pero si se estiran demasiado pueden estrangular a los injertos.
b) Hilo de algodón. Este material se emplea generalmente cuando el
diámetro del injerto es pequeño pues de lo contrario es necesario
dar muchas vueltas para mantener las partes en su lugar y podría
ocurrir el estrangulamiento de la planta pues no posee elasticidad,
puede elegirse hilo de algodón ordinario o encerado, al usarse se debe
tener cuidado que la presión no sea excesiva y eliminarse al poco
tiempo para evitar lesiones.
c) Cinta adhesiva. Se trata de una cinta similar a la quirúrgica que
se recomienda para combinaciones que forman callo excesivo durante
la unión. Su empleo requiere cierta experiencia para obtener un
amarre uniforme y parejo, además de que al momento de quitarla
se puede dañar la planta por el adhesivo que despega.
/
i

FIGURA 2 1 . Afil a d o de n a v a j a s :
a ) C O L O C A C IÓ N DE P I E D R A Y N A V A J A
b ) I N C L I N A C I Ó N DE 10°
c) I N C L I N A C I Ó N D E 20®
D) I N C L I N A C I O N DE 30°
E) D E S L I Z A M I E N T O DE LA N A V A JA EN UN S E N T I D O
F) D E S L I Z A M I E N T O DE LA N A VA JA EN SENTIDO OPUESTO
DiftUJO: * c « e * to l eó n sa la z a r
d) Plástico. Es el material de am arre de mayor uso. Cintas de polietileno
o cloruro de polivinilo se consiguen en presentaciones que varían en
color, anchura y grosor pero se pueden obtener también de porciones
de plástico cristal transparente el cual posee muy buena elasticidad
y aprieta adecuadamente. El plástico perm ite a los injertos un cierto
crecimiento en grosor, además se puede dejar por el tiempo necesario
en el caso de especies cuya unión sea prolongada y su eliminación
es muy fácil.
e) Rafia. Aunque originalmente era un material obtenido naturalm ente,
en la actualidad la rafia se produce sintéticam ente. Es aconsejable
para injertos de especies cuya unión sea rápida pues su tiempo de
descomposición es breve. Para su empleo, se recomienda que se ponga
a remojar unas horas antes de hacer los injertos a fin de lograr cierta
flexibilidad.
f) Tela. De lienzos de tela viejos se pueden obtener tiras las que, una
vez pasadas por cera, mantienen juntos a patrones y púas y eliminan
la necesidad de usar una mezcla protectora.
Al elegir algún material de am arre hay que tomar en cuenta el tipo
de injerto, el grosor de la planta, la presión que se quiera dar, el
tiempo que tarda en formarse la unión, la facilidad de su manejo y
su disponibilidad en el mercado.
3.3. Materiales para protección
Una vez realizada la atadura correcta de los injertos, es necesario aplicar
alguna mezcla protectora con el fin de sellar la unión para evitar la pérdida
de humedad, e impedir la entrada de organismos que provoquen descomposición
y pudrición en los tejidos.
Cuando se hace un tipo de injerto en el que se logra un empalme perfecto
de las partes, la mezcla protectora puede sustituir al amarre, manteniendo las
caras de corte correctam ente alineadas (Hartman y Kester, 1971); además de
que para algunas especies de pinos parece no ser necesario el uso de una mezcla
impermeabilizante pues la resina que exudan los tejidos expuestos puede proteger
adecuadamente las uniones (Mirov, 1940).
Hasta hace algunos años era muy común el empleo de arcillas plásticas
y pastas preparadas a base de brea, cera de campeche, cera de abeja, aceite
de linaza, vaselina, cebo, etc., en diferentes proporciones y combinaciones, las
que, necesitando de un calentamiento ligero, logran una buena consistencia y
con la adición de pequeñas cantidades de carbón vegetal o negro de humo,
adquieren color negro, con el fin de dar una aplicación uniforme sobre toda la
superficie de unión y que la mezcla absorva el calor suficiente para que alcance
el injerto una tem peratura adecuada. Aún cuando se siguen utilizando, su empleo
se ha restringido debido principalmente al inconveniente de prepararlas y a los
problemas de su aplicación.
Las ceras preparadas se han ido sustituyendo por emulsiones comerciales
elaboradas a base de asfalto y agua pues existen en el mercado un buen número
de productos de este tipo los cuales, además de los elementos mencionados pueden
38.

tener fungicidas, bactericidas, ingredientes para sanar heridas y repelentes contra


insectos; su presentación viene en forma de pasta, líquida o aerosol y una vez
que se evapora el agua, queda una capa a manera de c o s tra .
Al elegir algún producto en particular, debe tomarse en cuenta que la
mezcla se adhiera perfectam ente sobre toda la superficie y que no se elimine
con el agua de riego o lluvia, además, una vez aplicada, los cambios de tem pera­
tura no deben afectar su consistencia.
Es importante conocer el período en que los amarres y las mezclas protec­
toras deben permanecer sobre los injertos pues si se retiran antes de que se
haya completado la unión anatómica, los injertos seguramente morirán por deshi-
dratación sobre todo en el caso de que no exista una cicatrización adecuada
en toda la superficie de unión; así mismo, cuando los am arres se dejan por mucho
tiempo después del momento en que deban ser liberados, a excepción de los que
se degradan naturalmente, se impide el libre crecim iento en grosor de las plantas
y las zonas de unión se pueden deformar a manera de estrangulamientos o creci­
mientos del tipo de tumores, como lo reportan Carrera y Villaseñor (1982) para
Pinus pseudostrobus al usar hilo de algodón y no liberarlo a tiempo.
No existe una fecha exacta para la liberación de los am arres de los
injertos, pues depende básicamente del tiempo que tarde en completarse la unión,
por lo que debe ir de acuerdo con el desarrollo de cada injerto; para especies
de pino, el momento adecuado para la operación parece ser cuando las acículas
de nueva formación tengan alrededor de 1 cm de largo (Zobel e t al., 1979).
4. PROTECCIONES ADICIONALES Y CUIDADOS POSTERIORES A LOS INJERTOS

Una vez terminada la operación de injertado, en muchos casos es necesa­


rio proporcionar ciertas protecciones y cuidados a los injertos, con el fin de
asegurar el mayor porcentaje de prendimiento posible y mejorar su desarrollo.
La necesidad de emplear una protección además del am arre y de la
mezcla protectora, está en función de la especie de que se trate, del tipo de
injerto empleado y de las condiciones ambientales del lugar donde se mantienen
las plantas.
4.1. Protecciones adicionales
Tal parece que el requisito más importante para el buen desarrollo de
los injertos es mantener una humedad adecuada para favorecer la formación
de los tejidos de unión y el consecuente crecimiento de las púas, por lo que
es menester proporcionarles riegos periódicos antes y después de hacer los injer­
tos, pero además, se ha visto que a excepción de los injertos de aproximación,
en los que tanto patrones como púas descansan sobre sus propias raíces, es
necesario que alrededor de las zonas de unión exista un ambiente saturado de
humedad para evitar la pérdida excesiva de agua por transpiración, para lo cual
pueden seguirse algunas recomendaciones.

Smith et al. (1972), recomiendan el empleo de la humidificación y los


sistemas de niebla que aseguran una humedad relativa cercana al 100%, pues
estos autores, trabajando con púas de Pinus taeda L., P. clausa (Chapm.) Vasey y
P. palustris Mili, injertadas sobre patrones de P. elliottii Engelm., concluyeron que
en el caso de injertar clones o especies de difícil prendimiento, se debe mantener
la humedad relativa tan alta como sea posible; Nienstaedt et al. (1958), mencio­
nan que los injertos pueden establecerse en una cama cubriéndolos con musgo
húmedo hasta un nivel por encima de las zonas de unión.
Hartman y K ester (1971) indican que un tipo de protección muy común
por su facilidad de adquisición y su uso, son las cubiertas de polietileno que
evitan la desecación de los injertos, pues este material, como lo mencionan
Renfrew y Morgan (en Smith e t al., 1972), además de que perm ite el intercambio
gaseoso, es relativam ente impermeable al vapor de agua, por lo que la humedad
que es eliminada por transpiración, satura el ambiente de cada injerto.
Las bolsas de polietileno se pueden adaptar de varias maneras a los
injertos, lo cual a veces es muy particular para cada caso, así Dyson
(en Ladrach, 1975) sugiere que para algunas especies de Cupressus, se hagan
cámaras con tubos de polietileno atados por encima y por debajo de la unión
de^injerto, al tallo de los patrones y con un poco de agua dentro; de la misma
forma Smith et al. (1972), en Pinus elliottii recomiendan que para estimular el ere
cimiento de los injertos, se coloquen sobre éstos, bolsas de polietileno cerradas
y pegadas a los envases de los patrones, lo que es muy recomendable cuando
no hay problemas por un calentamiento excesivo, además, como lo menciona
Hickman (en Gansel, 1973), se ev::a la necesidad de riegos continuos a las plantas;
se pueden usar también las bolsas cerradas y atadas en su base al tallo de
los patrones con o sin aberturas para la liberación de calor (Dormán, 1976) o
bien, únicamente colocadas encima de los injertos y abiertas en su base. '
Aunque las bolsas de polietileno usadas como protección han ofrecido
muy buenos resultados, algunos autores como Smith y Smith (1968), Howcroft
(1973) y Fagnani y M ittempergher (1974), han encontrado más conveniente el
uso de tiras delgadas d e ' papel aluminio colocadas alrededor del injerto como
protección contra viento, lluvia y calor, sobre todo en las condiciones de inverna­
dero, ésto último porque el aluminio refleja gran cantidad de rayos luminosos,
absorviendo sólo el suficiente calor para mantener una tem peratura adecuada
a las necesidades del injerto, además, este m aterial se recomienda especialmente
cuando se eliminan todas las acículas de las púas.
Las tiras de aluminio, como lo sugieren Smith y Smith (1968) para Pinus
palustris, deben colocarse alrededor de la base del injerto, cubriéndolo en espiral
hacia arriba hasta terminar unos 5 cm por encima de la yema, donde se cierra
y se dobla la punta para formar un espacio libre que permita el crecimiento
de la yema y cuando ésta alcance un tam año suficiente, fuerce la protección
sin sufrir daño alguno, pues las cubiertas caen al suelo el iminando con ésto, la
necesidad de quitar cada protección.
El sobrecalentamiento está muy relacionado con la pérdida de humedad
y puede llegar al extremo de que inhiba la divisón celular paca la formación
del callo de unión (Hartman y Kester 1971) y queme los nuevos crecimientos
de los injertos, es por esto que Smith et al. (1972), concluyen que el éxito en
la injertación de sus especies se vió mejorada al poner los injertos bajo sombra
y niebla.
Para muchas especies parece ser suficiente mantener a los injertos bajo
la sombra proporcionada por el dosel de árboles adultos o bien el empleo de
cobertizos hechos con algún material como metal, tela de ixtle, malla plástica,
hojas de plantas, etc. pues esto, además de evitar la insolación excesiva, puede
ser muy conveniente en localidades expuestas a heladas.
Algunos autores recomiendan la sombra ofrecida por bolsas de papel kraft
o estraza, especialmente cuando van colocadas encima de las bolsas de plástico
(Holst, 1956; Smith et al. 1972; Dormán, 1976, Barbosa et al., 1984) porque evitan
el calentamiento causado por el polietileno, pero también pueden ir colocadas
directam ente sobre las plantas y atadas al tallo de los patrones o abiertas en
su base; un inconveniente de su empleo es que cuando tienen que dejarse por
varias semanas puede ser que haya que cambiar más de una vez las bolsas dete-
tioradas, lo que se traduce en tiempo y costos adicionales.
En localidades expuestas a vientos y sobre todo cuando se usan bolsas
de polietileno y papel sobre los injertos, es conveniete el uso de tutores para
mantener las plantas erectas, ya que el viento o bien el peso de las bolsas y
los efectos de acumulación de agua en ellas, pueden ocasionar el rompimiento
de los injertos y/o la pudrición de las zonas de unión.
4.2. Podas a los injertos
En los tipos de injertos en que las copas de los patrones no se eliminan
al momento de la injertación, se perm ite el funcionamiento fisiológico normal
de las plantas y las púas poseen sombra y protección, sin embargo, las podas
son necesarias para favorecer el desarrollo de los injertos y, como lo indican
Nienstaedt e t al. (1958), para lograr una forma deseable de crecimiento. Es
por esto que la parte del patrón que está en competencia directa con la yema
debe podarse primero y las ramas laterales deben eliminarse cuando la unión
de injerto ya se haya formado.
Dormán (1976), reporta para Pinus elliottii y P. taeda que las podas rápi-
pidas (no graduales) y tempranas, resultan en la muerte de los injertos, ya
que la pronta remoción de la copa del patrón después del injertado, causa gran
reducción en el incremento en grosor del tallo y consecuentemente debilita
o evita el desarrollo de una unión perfecta. Por esta razón, las podas en el
patrón deben ser graduales y siempre muy ligeras, pudiendo ser suficiente en
cada ocasión la eliminación de una pequeña porción de las ramas, así, a medida
que el volumen del follaje se incrementa, pueden podarse mayores porciones
de la copa del patrón hasta que solo quede el crecim iento de la púa.
Holst et al. (en Nienstaedt et al., 1958) recomiendan que al efectuar el in­
jertado se haga una poda parcial de las ramas del patrón para reducir la velocidad
de crecimiento en diámetro del tallo. Durante el primer añ o la poda se hace
con el fin de forzar el desarrollo de la púa y evitar nudos; también, deben
quitarse los brotes que actúan a manera de chupones después de la primera
o segunda estación de crecimiento en campo.
4.3. Control de daños a los injertos
Un aspecto importante para el desarrollo de los injertos es el riesgo
que existe por - una posible contaminación por hongos o bacterias y el ataque
de insectos, por lo que muchas veces se recomienda tom ar medidas preventivas
o bien dar el tratam iento de com bate adecuado a fin de obtener los mejores
resultados.
Cuando se usan bolsas de polietileno como protección, el exceso de hume­
dad puede provocar un enmohecimiento en las superficies de unión por lo que
Zobel et al. (1979), proponen como único tratam iento efectivo la aereación suficiejn
te para detener el moho, pero que no se haga en forma excesiva que deshidrate
y mate a los injertos. La aereación es recomendable hacerla en un día nublado
pero si no se presenta, no debe dejarse pasar mucho tiempo ya que en un par
de días el moho puede acabar con muchos injertos. Si el tiempo es caluroso,
es recomendable dar ventilación en las últimas horas de la tarde, quitando las
protecciones y colocándolas nuevamente la m añana siguiente antes de que los
injertos reciban los rayos directos del sol, además, de los injertos atacados se
debe eliminar todo el follaje afectado por hongos. Nienstaedt e t al. (1958), propo­
nen el empleo de químicos, dando una ligera aspersión de una mezcla de fungici­
da e insecticida inmediatamente después del proceso de sellado de las uniones
y antes de colocar las protecciones adicionales a los injertos. Es recomendable
dar una segunda aspersión aproximadamente 6 a 8 semanas después, al quitar
las bolsas; muchas veces basta con esto, pero en otras ocasiones son necesarias
aspersiones adicionales.
Otro problema en el desarrrollo de los injertos es el daño causado por
áfidos que se propagan con rápidez y pueden dañar una gran cantidad de plantas
en pocos días. La primera evidencia de áfidos es la presencia de hormigas
en los tallos, un síntoma posterior es la coloración oscura del tallo por la
excreción azucarada de insectos y la presencia de hongos. Una medida que
puede ser efectiva es la aspersión con una solución de Malation o algún otro
producto químico rociado dentro de la bolsa del injerto, debiendo cuidar la dosifi­
cación pues un exceso puede afectar el estado del injerto.
4.4. Traslado de los injertos

En general, los injertos que se hacen en vivero, pueden llevarse al campo
después de tres semanas de que hayan sido liberados del amarre y protecciones;
el traslado se recomienda a finales de la primavera o a principios del verano
del año en que son hechos los injertos, pero ésto depende del estado del tiempo,
de las condiciones del lugar, del vigor de los injertos y de la disponibilidad de
agua del lugar donde se establecerán.
Si los injertos son llevados al campo un año después, pueden ser tan
grandes que se dificulte mucho su transporte, aumentando costos y riesgos de
mortalidad; de cualquier forma, cuando no queda otra alternativa, los más grandes
deben podarse hasta dejar la mitad del follaje inicial; si se trata de especies
cuyos injertos representen gran problema para su transporte, debe buscarse la
manera de injertar sobre patrones establecidos en el campo.
43.
5. UNION ANATOMICA DEL INJERTO

5.1. Descripción de los elementos que constituyen la madera

Para que un injerto tenga éxito y pueda sobrevivir, es necesario que


se logre una conexión anatómica entre patrón y púa de manera que se establezca
una continuidad para el paso de agua y nutrientes hacia ambas partes, por lo
que a continuación se describen muy brevemente los elementos anatómicos consti­
tuyentes de la madera (Figura 22).
En un corte transversal de cualquier madera, se distingue de afuera
hacia adentro, en primer término la corteza, cuya función es la de proteger
al árbol del ambiente externo y del ataque de plagas y microorganismos patógenos;
anatómicamente está formada por dos capas, la más superficial es la corteza
externa o felógeno, que se va formando por la incorporación de células muertas
y que subsecuentemente se desprenden del árbol; la otra capa es la felodermis,
formada principalmente de células vivas como fibras, células esclerenquimatosas
y parenquimatosas. Entre el felógeno y la felodermis se encuentra el cambium
felógeno, que es una capa de tejido meristemático que, por diferenciación de
sus células, produce los elementos mencionados.
Enseguida de la corteza se sitúa una capa de tejido vivo que corresponde
al floema secundario, el cual se compone de fibras y células cribosas en angios-
permas o traqueidas en gimnospermas; además de parénquima floemático y rayos
floemáticos constituidos por células parenquimatosas que se desarrollan en sentido
radial y axial; la función básica del floema es la conducción de nutrientes y
hormonas producidas por el árbol desde su copa hacia todo el cuerpo del vegetal.
La siguiente capa hacia adentro es el principal elemento meristemático
del leño llamado cambium vascular, mismo que se encarga de producir los elemen­
tos celulares del floema y del xilema secundarios.
El xilema secundario, resultado de la actividad del cambium vascular, está
constituido en las angiospermas por fibras, vasos, células parenquimatosas de
rayo y de leño y en algunos casos conductos secretores como los vasos laticíferos;
en las gimnospermas, principalmente en los pinos, además de los elementos
traqueidales y las células parenquimatosas de rayo y del eje, se encuentran
también los canales resiníferos.
En sección transversal a los vasos xilemáticos de las latifoliadas se les
conoce como poros, los cuales llegan a tener cierta disposición u ordenación
en el leño; su función es la de transportar agua y minerales desde las raíces,
en los poros pueden encontrarse bolsas de gomas, resinas, látex, taninos y cristales
de oxalata de calcio, también en latifoliadas se distingue un componente fibroso
ca^a función es el sostén, estas fibras pueden contener corpúsculos silíceos y
a veces cristales de oxalato de calcio.
En maderas de gimnospermas el sostén y la conducción las lleva a cabo
un solo tipo celular, las traqueidas, que son células alargadas con extremos
romos o redondeados; en estas maderas (gimnospermas) existen, como ya se
mencionó, canales resiníferos, los cuales se originan por la separación de células
par^nquimáticas que después de algunas divisiones forman el revestimiento o
I

f
V

Madera (xilema secundario)

FIGURA 22. E le m e n to s q u e c o n s t i t u y e n l a m a d e ra
/
epitelio de los mismos y secretan resina; estos canales pueden formarse también
como respuesta a lesiones en la madera.
En angiospermas el parénquima del leño ocupa una parte importante
del plan leñoso, posee una distribución especial en relación a los poros y es
en base a esta característica que el tipo de parénquima puede ser muy particular
para algunas especies, en cambio, en gimnospermas el parénquima del leño es
escaso.
Los rayos medulares constituyen un elemento im portante que se encuentra
desde el centro a la periferia del leño y corresponde a hileras de células paren-
quimatosas que funcionan como conductores de sustancias en sentido centrípeto;
cada rayo puede estar formado por una sola fila de células como en gimnosper­
mas (rayos uniseriados), o bien por dos o más filas de células como en angiosper­
mas (rayos multiseriados).
La parte central de todas las maderas la ocupa un elemento parenquimáti-
co vivo llamado médula, la cual, al comienzo del crecim iento secundario del
árbol puede ser más o menos grande y de forma estrellada y a medida que
el individuo crece, disminuye su tam año llegando a ser circular o redonda, hasta
que finalmente en individuos adultos se limita a un punto central o excéntrico.
En todas las maderas, los vasos y fibras o traqueídas más cercanas a
la médula, pierden su actividad por cambios metabólicos, a esta parte del xilema
se le llama duramen, en contraposición con la albura es decir el xilema más
cercano al cambium vascular, el cual es madera activa pues sus células están
vivas.
En muchas maderas pueden percibirse a simple vista anillos de crecimiento
que en el caso de especies de condiciones templado frías son producidas por
la actividad estacional del cambium vascular, pues en la estación de crecimiento
realiza una producción celular intensa y en invierno esa actividad disminuye
o cesa completamente. A la madera de primavera se le llama también madera
temprana la cual es menos densa con células de cavidades más amplias y paredes
delgadas, mientras que la madera tardía, es decir la de invierno, consta de células
con paredes anchas y cavidades estrechas.
Algunas maderas tropicales también presentan anillos de crecimiento
pero en este caso se forman por demarcación del parénquima y poros que dan
como resultado el color, el veteado y otras características muy diferentes a
las maderas de clima templado.
/
5.2. Desarrollo de la unión de injerto
El desarrollo de la unión de injerto depende, entre otras causas, de los
tipos de injerto que se hagan, la especie o especies involucradas y la época
d ^ año en que se realicen los trabajos (Dormling, 1964), además, se ha encontra­
do variación entre y dentro de clones e incluso en injertos individuales pues,
en este caso, el grado de desarrollo no es el mismo en toda la longitud de las
uniones ya que en la parte central se puede observar un estado más avanzado
de unión que en los extrem os (Copes, 1969). Esau (1976), menciona que los
primeros cambios anatómicos en el desarrollo de la unión de injerto son muy
similares a los cambios que ocurren en la cicatrización de heridas.
✓ 46.

No obstante lo anterior, Nienstaedt e t al. (1958), mencionan que se puede


establecer un esquema general para el proceso de unión de injerto y puede ser
el siguiente:
Formación de una capa de contacto
Engrandecimiento celular
Formación de callo
Eliminación de la capa de contacto y comienzo de la diferenciación
Formación jde felógeno
Formación de un cambium vascular común
En el caso de coniferas, al momento de hacer los cortes en patrones
y púas se produce la excreción de resina que puede ayudar a la unión anatómica
(Dormling, 1964) y se estimula la regeneración de los elementos de los canales
resiníferos(Furst y Bogdanov, 1978).
a) La capa de contacto es el primer elemento que se forma en el desarro
lio de la unión y consiste de células muertas, fragmentos celulares
y citoplasma seco, además de resina en coniferas; estos . residuos
provienen principalmente de las zonas de unión de floema y corteza;
posteriormente, la capa de contacto sufre suberificación (Copes,
1969). Esta formación según Esau (1976), corresponde a la cicatriz
que aparece en la superficie de las heridas abiertas.
b) La segunda fase se refiere a la hipertrofia de las células intactas
más cercanas a las superficies de unión, pues, posteriormente a la
formación de la capa de contacto se inicia el agrandamiento de
células parenquimáticas y epiteliales de los canales resiníferos; pueden
agrandarse también células de los rayos medulares del floema.
c) Tal como sucede en la regeneración de heridas, posteriormente al
engrandecimiento celular, sigue una división acelerada que se conoce
como hiperplasia (Esau, 1976). Al conjunto de las células parenquimá­
ticas resultantes de esa división se le llama callo y corresponde
a células turgentes de pared delgada que pueden deshidratarse y
morir con facilidad si las condiciones de humedad y tem peratura
no son óptimas (Hartman y Kester, 1971). Copes (1969) y Dormling
(1964) coinciden en que los principales contribuyentes al callo son
las células de rayo y parenquimáticas del floema y que la contribución
del cambium vascular es muy escasa aunque ésto depende del tipo
de injerto que se haga.
Las células de callo de reciente formación tienden a llenar com pleta­
mente los espacios que quedan entre patrón y púa donde las partes
no están en contacto perfecto (Esau, 1976); en Pseudotsuga menziesii,
Copes (1969) señala que las primeras uniones de callo, llamadas
puentes, se desarrollan donde las capas de contacto no eran continuas
en toda su longitud.
Una vez que el callo invade todas las superficies disponibles, la cicatriz
queda rota y luego es absorvida en forma gradual hasta que desaparece;
algunos elementos pueden empezarse a diferenciar aún antes de que
se forme el cambium vascular de la unión (Esau, 1976; Hartman y
Kester, 1971).
Parece ser que en la diferenciación tiene mucho que ver el tipo de
injerto que se haga, pues Dormling (1964), señala que en injertos
de escotadura y de púa bajo corteza con incisión tangencial sobre
el patrón, las primeras uniones tienen lugar entre células derivadas
de tejidos exteriores a la región cambial, en cambio, en injertos de
púa bajo corteza con incisión radial en el patrón, las primeras uniones
se establecen entre el callo de la corteza primaria, rayos medulares
y médula de la púa.
La formación de un felógeno común es necesaria para evitar el ataque
de insectos y enfermedades. El desarrollo de peridermis se lleva
a cabo en general, sobre la porción periférica del callo. Dormling
(1964) y Copes (1969), comprobaron que los felógenos de patrones
y púas no contribuyen a la formación del felógeno común y tienen
lugar uniones graduales entre felógenos viejo y nuevo; posteriormente,
las paredes celulares se suberizan en toda la superficie expuesta al
ambiente exterior y los fragmentos celulares que permanecen en la
zona de contacto son rodeadas por una coraza de células de nueva
formación.
En general, el cambium vascular común, comienza a formarse a partir
de las células parenquimáticas del callo, situadas más cerca de los
cambia de patrón y púa, hasta formar una zona de cambium vascular
continua.
Copes (1969), observó que cuando se injertaban patrones con púas de
diámetros desiguales o cuando el floema y cambium de las partes no
coincidían, la formación del cambium vascular común se retrasaba algu­
nos meses, así mismo, Dormling (1964), reporta que para Pinus sylvestris
cuando se injertaban púas de diámetros menores que sus patrones
con frecuencia se formaba un callo vigoroso sobre toda la superficie,
retrasando con ésto la unión de capas de cambium y pudiendo provocar
la expulsión de la púa.
Cuando hay un cambium vascular continuo, existe la capacidad, por
parte de sus células, de adicionar nuevos elementos de xilema y floema,
siendo en esta forma como se produce la conexión vascular entre
patrones y púas para constituir una unidad fisiológica.
Copes (1969), menciona que entre los últimos cambios que ocurren
están la aparición de más elementos de xilema y floema normales,
el engrosamiento de la peridermis y la aparición de las uniones vascu­
lares faltantes.
Para especies forestales mexicanas no existe información disponible
sobre este tema, por lo que se considera importante conocer los patro­
nes de comportamiento desde el punto de vista anatómico, sobre
todo para prevenir daños mecánicos y predecir posibles síntomas
de incompatibilidad entre patrones y púas.
6. INCOMPATIBILIDAD DE LOS INJERTOS

Un problema muy serio al que muchas veces se enfrentan los genetistas


y los propagadores forestales, es la incompatibilidad de los injertos q u e ^ u e d e
resultar en pérdidas considerables en el trabajo, pues en muchas ocasiones el
problema no se detecta sino varios años después de establecidos los injertos
en huertos semilleros, originando un descenso en la producción de la semilla
programada.
Argles (en Copes, 1973 a), define la incompatibilidad de injertos como
un antagonismo entre patrones y püas o una asociación discordante entre las
partes que de alguna manera está sujeta a un control ambiental; Nienstaedt e t al.
(1958), dicen que algunos factores ya sean químicos y/o anatómicos inherentes a
patrones y püas son la causa del problema.
Sin un injerto tiene éxito y patrón y püa son totalm ente compatibles,
la unión de injerto es com pleta y los nutrientes y el agua son transportados
de un lado a otro sin ningún problema. Si existe un ligero grado de incompatibili­
dad las células de patrones y püas pueden vivir en armonía pero no se entrelazan
totalm ente para formar una unión fuerte, en este caso la püa puede crecer
normalmente hasta el momento en que una lesión cause el rompimiento en la
zona de unión; con un mayor grado de incompatibilidad, las células de patrón
y püa son totalm ente antagónicas con las consecuentes dificultades en el transpor­
te de nutrientes y la falla última de la unión (Wright, 1976).
Mosse (en Hartman y Kester, 1971; Sweet y Thulin, 1974) reconoce dos
tipos de incompatibilidad; localizada y translocada. El primer caso se refiere
a los ejemplos en que el rechazo de las partes parece depender del contacto
mismo, cuando el cambium y el cilindro vascular de patrón y püa no se unen
o lo hacen en una forma muy deficiente con un alto grado de desorganización,
de tal suerte que tarde o temprano ocurre un rompimiento de la unión pues
por lo general la estructura tiene debilidad mecánica. En la incompatibilidad
translocada existe una continuidad vascular normal pero en algún momento se
presenta la degeneración del floema, en este caso en raras ocasiones ocurren
rompimientos en las zonas de unión; Hartman y Kester (1971), incluyen en este
tipo de incompatibilidad los problemas inducidos por virus, pues ya sea que el
patrón o la püa sean portadores y no presenten alguna señal de ello, pero cuando
son unidos, el problema se manifiesta en el otro componente.
La incompatibilidad es muy variable pues puede ocurrir al poco tiempo
después de haber realizado los injertos o presentarse años después, es posible
que acabe rápidamente con los individuos que la presentan o solo los debilite,
puede también presentarse en un clon y acabar con todos los injertos del mismo
o bien solo con unos cuantos individuos (Sweet y Thulin, 1974).
En cuanto al tiempo de aparición de los síntomas, los casos que suceden
a los pocos meses a partir de la fecha de injertado quedan dentro de lo que
se conoce como incompatibilidad temprana, casos cano Pseudotsuga m en ziesii
(Copes, 1967 a), Pinus contorta Dougl. (Copes, 1975), P. montícola Dougl. y P.
ponderosa Laws. (Copes, 1980 a) y P. radiata D. Don (Sweet y Thulin, 1974), son
algunos ejemplos de ella; la incompatibilidad que se presenta años después se lla ­
ma incompatibilidad tardía, un ejemplo es Pinus montícola (Hoff, 1977), especie en
que los síntomas se presentaron a los 11 años.
La propagación por injertos con fines de mejoramiento genético forestal,
busca únicamente propagar material vegetativo proveniente de individuos seleccio­
nados de acuerdo a los objetivos de los programas y que sean buenos productores
de semilla, sobre patrones del mismo género o aún de la misma especie, por
lo que en teoría se esperaría que el problema de incompatibilidad no existiera,
pues la experimentación con animales y trabajos desarrollados en el hombre,
han demostrado que mientras más afinidad filogenética posean el donador y
el aceptor, menos problemas se presentan causados por el rechazo de las partes;
así también Jakovleva (1970), con injertos de combinaciones intraespecíficas,
interespecíficas, intergenéricas e interfam iliares de especies de los géneros
Pinus, Picea, Larix, A bies, Cedrus, Sequoia, Crypto m eria y Pseudotsuga, encontró
que la sobrevivencia y el crecim iento generalm ente se incrementaron al aumentar
el grado de afinidad entre patrón y púa aunque pudo obtener buenos resultados
con injertos intergenéricos de combinaciones de A bies Y Picea, Larix y Picea,
Pseudotsuga y Larix, Cedrus y Picea y Sequoia y Cripto m eria, no fue así con in­
jertos interfamiliares, los cuales no tuvieron éxito, de esta forma es más probable
el éxito cuando las partes a unir pertenecen a la misma especie y se tiene
mayor confianza cuando donador y aceptor poseen genes en común, es decir,
cuando existe relación familiar; no obstante, la experiencia con algunas especies
forestales ha cuestionado el injertado dentro de los programas de huertos semille­
ros clónales, precisamente por los problemas de incompatibilidad.
Copes (1973 b), en Pseudotsuga m enziesii, logró incrementar la compatibi­
lidad cuando injertó patrones y púas genéticam ente relacionados, sobre todo
cuando ambos se estimaron como com pletam ente relacionados, así, este autor
propone que la mayor parte de la variación relacionada con la incompatibilidad
de injertos parece ser causada por genes múltiples. Sidje (1974), de sus conclu­
siones con Pinus patula, sugiere que la prevención de la incompatibilidad depende
de un factor genéticam ente controlado que parece ser el mismo en diferentes
clones incompatibles y debe estar presente en ambos componentes del injerto.
Zobel e t al. (1979), consideran como una manifestación externa de
incompatibilidad muy común en muchos huertos semilleros clónales, el sobrecreci-
miento del patrón con respecto a la púa, e indican que con frecuencia este
síntoma aparece un año o dos después del injertado, aunque puede aparecer
tiempo después, además, en algunos casos son evidentes anormalidades del follaje
antes de que aparezca el sobrecrecimiento, así por ejemplo las acículas desarro­
llan ápices necróticos con abundante resina en los tejidos muertos, se presenta
también clorosis o un color grisáceo.
El sobrecrecimiento del patrón en relación a la púa como síntoma de
incompatibilidad parece no ser exclusivo, sino que en algunos casos la púa sufre
un crecimiento mayor en grosor que el tallo del patrón como lo reporta Copes
(1967 a) para Pseudotsuga menziesii, síntoma que además viene acompañado
con clorosis y caída de las hojas; Hoff (1977), encontró en Pinus m onticola que la iri
compatibilidad se manifiesta en ambos, sobrecrecimiento de la púa o sobrecreci­
miento del patrón, acompañado de un amarillamiento del follaje; además, muchos
injertos incompatibles que finalmente mueren, pueden no mostrar ningún tipo
de anormalidad. Con respecto aJ sobrecrecimiento de la púa, Wright (1976),
dice que puede ser debido a la inhibición en el transporte de material alimenticio
elaborado en la copa hacia las raíces, provocando acumulación del mismo en
la púa.
50. i
En muchas combinaciones patrón-púa, además de la observación de sínto­
mas externos, es necesario el análisis microscópico de los tejidos en las zonas
de unión para asegurar que un injerto es anatóm icamente incompatible como
el caso de Pinus radiata (Sweet y Thulin, 1974) y P. ponderosa (Copes, 1980 a)
pues los autores han visto que los síntomas externos no necesariamente reflejan la
incompatibilidad de las partes; el caso contrario se tiene con Pinus conto&a, pues
Copes (1975) señala que los síntomas como clorosis y sobrecrecimientos de las
púas son criterios suficientes para elegir uniones incompatibles. /
Los síntomas internos de incompatibilidad son muy variables, cambian
de una combinación a otra, por lo que para una especie en particular, deben
realizarse estudios anatómicos para caracterizar el problema.
A continuación se citan algunas anormalidades observadas en análisis
anatómicos:
- Depósitos de suberina en espacios intercelulares de las zonas de
unión que comienzan en el córtex y van penetrando de manera
que crean una barrera relativam ente impermeable al paso del
agua y nutrientes entre las partes. Pseudotsuga menziesii (Copes,
1967 b); Pinus montícola y P. ponderosa (Copes, 1980 a); P. radiata
(Copes, 1980 b).
- Areas de corteza que penetran en floema y cambium. Pseudotsuga
m enziesii (Copes, 1967 b); Pinus montícola y P. ponderosa (Copes,
1980 a).
- Necrosis celular cerca de las áreas suberizadas. Pseudotsuga
m en ziesii (Copes, 1967 b) a sí mismo, en floema y c ó rte x . Pinus
m ontícola y P. ponderosa (Copes, 1980 a ); P. ra d ia ta (Copes,
1980 b).
- Deformaciones en el xilema cano traq u eid as con forma y o r ie n ta ­
ción irre g u la r. Pseudotsuga m enziesii (Copes, 1967 b). Cavidades
en xilema donde coincidían xilemas de patrón y púa. Pinus contorta
(Copes, 1975). Cavidades en floema y xilema Pinus radiata (Sweet y
Thulin, 1974).
- Areas de xilema invaginadas por un crecimiento desigual en la
zona de unión.Pinus montícola y P. ponderosa (Copes, 1980 a); P.
contorta (Copes, 1975).
- Grandes masas de parénquima axial atípico en xilema, células
con coloración oscura. Pinus ponderosa (Copes, 1980 a). Areas
de xilema sin parénquima axial o parénquima anormal. Pinus radiata
(Copes, 1980 b).
- Anormalidades en floema como un aumento marcado del grosor
del floema funcional y desorientación de sus elementos; sobrepro­
ducción de células cribosas y subproducción de traqueidas. Pinus
radiata (Sweet y Thulin, 1974; Copes, 1980 b).
- Dilatación horizontal atípica de células de rayo y acumulación
de taninos. Pinus radiata (Copes, 1980 b).
51.

Parece ser que existe una relación entre la incompatibilidad y la época


de injertado, pues Copes (1973 a), menciona que si un injerto falla no debe
hacerse ningún intento por volver a realizar la operación ese mismo año, sino
que debe esperarse hasta la estación adecuada el añ o siguiente, es por esto
que dicho autor postula que el comportamiento fisiológico de patrones y púas
durante los primeros meses después del injertado puede determ inar la compatibi­
lidad de las partes.
De todo lo anterior se puede resaltar la importancia que tiene el conoci­
miento de este tipo de problemas en la consecusión de huertos semilleros, así
por ejemplo, el determinar a una edad temprana cuáles injertos serán incompati­
bles (mediante observaciones externas e internas) para realizar prontamente
la sustitución, implicaría una reducción considerable de costos en que se tendría
que incurrir si se tuvieran que eliminar clones poco antes o aún después de
la producción de semillas; o bien, el tratar de reducir los alcances del problema
al emplear combinaciones especiales genéticamente relacionadas. En México
no se han realizado trabajos sobre este tem a y es importante resaltar la necesidad
de que se hagan simultáneamente con los ensayos de propagación a fin de detectar
los problemas a enfrentar en un futuro mediato.

t
52.
i

7. INFLUENCIAS PATRON-PUA. INJERTOS INTERESPECIFICOS

En la unión de injerto no se lleva a cabo un intercambio de material


genético entre patrones y púas, así, cada una de las partes mantiene su g^notipo
en forma independiente de manera que existe la tendencia a que se desarrollen
por separado; sin embargo, sí existe una interacción fisiológica, debido a que
los nutrientes elaborados en uno de los miembros del injerto son transferidos
a través de la unión y pueden influir directam ente en el crecim iento del o tro '
miembro por una producción excesiva o limitada de" nutrientes (Wright, 1976).
Ya se ha mencionado que la propagación vegetativa por injerto en la
rama forestal no persigue el prendimiento de combinaciones heteroplásticas,
es decir, cuando patrones y púas no son de la misma especie, no obstante existen
muchos ejemplos en que resulta muy conveniente lograr esos injertos pues, como
dicen Hartman y Kester (1971), se pueden obtener ganancias adicionales . como
son que ciertos patrones puedan tener características convenientes de raíz, de
manera que toleren condiciones de suelo desfavorables para la especie que se
quiere propagar, como en el caso reportado por Parra (1980), en que para la
producción de piñones se emplean púas de Pinus pinea L. sobre patrones de Pinus
haleperísis Mili., pues los suelos no reúnen las condiciones adecuadas para obtener
buenas plantaciones de Pinus pineat puede ser también que la especie a la que
pertenecen los patrones presente resistencia a plagas y enfermedades que atacan
a la especie de donde provienen las púas, por otro lado, Wright (1976), menciona
que los patrones pueden controlar en buena medida el desarrollo, de tal forma
que se tenga un árbol injertado que presente gran vigor o que quede achaparrado
y puede lograrse también una floración precoz y abundante como lo menciona
Dormling (1964).
El injertado ha sido un método muy empleado para estimular la inducción
a la floración sobre todo cuando se emplean patrones achaparrantes, o bien,
se injertan púas de árboles adultos en plántulas o púas de individuos jóvenes
en copas de árboles maduros.
Al emplear patrones achaparrantes, el crecimiento de brote del injerto
cesa abruptam ente a una edad tem prana y dá lugar a la formación de yemas
florales. Así mismo, los patrones débiles tienden a incrementar el tam año de
los frutos, quizá por la disminución del crecimiento vegetativo y se apresura
la maduración de los frutos.
Existe gran variabilidad en cuanto al desarrollo de los injertos interespecí­
ficos de pinos, así Holzer (1970), injertó púas de Pinus cembra L. en patrones de
P. sylvestrís, P. g riífith ii McClelland,. P. strobus L., P. nigra Arnold y P. mugo
Turra y encontró que los más bajos porcentajes de éxito se obtuvieron usando c o ­
mo patrones P. cembra, P. nigra y P. strobus y el crecimiento y la floración fue­
ron mejores cuando los patrones fueron de P. g riffith ii y P. sylvestrís. Ahlgren
(1972), trabajó con Pinus strobus, P. montana Lam. y P. banksiana Lamb., encon—
trando que los patrones más adecuados fueron los de P. strobus, pero P. montana
puede ser una buena especie de patrones dado su bajo crecimiento, ya que se
puede facilitar la recolección de conos, P. banksiana, fue la especie menos prome­
tedora como patrones, Bogdanov (1979), hizo ensayos con púas de P. strobus sobre
patrones de P. sylvestrís, P. peuce Griseb. y P. strobus encontrando que los injer­
tos con P. sylvestrís se desarrollaron exitosamente por cinco o seis años pero fi—
53.

nalmente murieron; los injertos en P. peuce a los tres años todavía presentaron
buenas características; los mejores resultados los obtuvo cuando patrones y púas
fueron de la misma especie. Hashizume (1979), realizó injertos con púas de
P. taeda y P. eU iottii con patrones de P. densiflora Sieb. & Zucc., los injertos
de P. taeda comenzaron a florecer después de los ocho años y los de P. eU iottii
después de los once años, además, a los dieciseis años los injertos de P. taeda
produjeron más flores que los de P. eU iottii. Dyson (1975), incluyó en un huerto
semillero injertos con púas de P. patula sobre patrones de P. patula y P. radiata;
su evaluación demostró que 38% de los injertos interespecíficos se vieron conspi­
cuamente achaparrados y el resto tuvo reducción en altura y diám etro además
el tallo deteriorado, pero no encontró diferencias importantes en la producción
de semillas entre injertos intraespecíficos e interespecíficos por lo que este
autor recomienda observar la sobrevivencia de los injertos interespecíficos para
concluir si el achaparramiento tiene o no valor práctico en la recolección de
semilla y manejo del huerto.
Ahlgren (1962), en su estudio con varias especies de pinos encontró que
la sobrevivencia de injertos interespecíficos fue significativamente más alta
que la de intraespecíficos, además, el crecimiento, la sobrevivencia y la producción
de conos femeninos y masculinos de combinaciones interespecíficas en patrones
de una misma especie fueron más altos que para patrones de otra especie.
Además de las influencias atribuidas a las especies utilizadas como patrones,
existen diferencias que dependen del árbol de donde se toman las púas, es decir,
influencias clónales, de esta forma, Schmidtling (1973) injertó púas de tres clones
de una especie de pino usando patrones de cinco especies del mismo género,
este autor determinó que la variación en la sobrevivencia de un clon se vió
muy influenciada por la especie de patrón, no así en los otros dos clones; el
crecimiento en altura difirió también significativamente entre clones y entre
especies de patrones en el primer año; después del cuarto año, hubo un crecimien­
to muy reducido en los injertos de una de las especies de patrones en com para­
ción con las otras cuatro; en cuanto a la fructificación también encontró diferen­
cias clónales importantes.
Puesto que pueden haber diferencias clónales en sobrevivencia, crecimiento
de los injertos, incompatibilidad, producción de semillas, etc., el ensayo de clones
y la depuración de los huertos semilleros son tareas indispensables para un buen
manejo de los mismos¿
De todo lo anterior conviene hacer notar que para cada una de las especies
forestales de interés comercial en las que se contemplen programas de mejora-
✓ miento genético, es necesario que existan ensayos previos de injertado que incluyan
patrones de varias especies para determinar si existe alguna especie que se
adapte adecuadamente a la que se quiere propagar y se obtengan ventajas
impor/Sntes, o bien, que lo mejor sea la combinación homoplástica, así mismo,
determinar si para ciertas especies existen grandes diferencias clónales para
conocer así los árboles adecuados de donde se tomen las púas.

i
8. EDAD, MADURACION Y TOPOFISIS

La facilidad de multiplicar vegetativam ente una planta está en relación


con su edad, pues mientras mas joven sea el individuo del cual se tornan los
propágulos, menor grado de diferenciación presentan sus tejidos habiendo, como
consecuencia, una mayor aptitud de los mismos para reponer los elementos faltan-
tes, así, una púa tomada de un árbol joven tiene mayores facultades para formar
en breve tiempo la unión del injerto.
Aún cuando es más fácil propagar un individuo joven que un adulto, para
un programa de mejoramiento genético que incluye la selección de los mejores
tipos, su propagación vegetativa y el establecimiento de los clones en un huerto
semillero, no es recomendable hacer una selección de individuos jóvenes, pues
muchas de las características buscadas por el mejorador no son aún envidentes
y la producción de semillas en ellos tardará algún tiempo.
Además de la dificultad de lograr la propagación vegetativa a medida
que aumenta la edad de un árbol, otras características como incremento en
diámetro, anchura de los anillos de crecimiento, grosor de corteza, densidad
de la madera de los anillos y encogimiento en secado al aire, pueden verse
afectadas por el envejecimiento pues Sweet y Harris (1976), con Pinus radiata en­
contraron que estas estimaciones decrecieron a medida que aumentaba la edad
del árbol padre y plántulas de esta especie tuvieron valores promedios más altos
que los injertos correspondientes; por otro lado, también se sabe que existe
una relación entre la juventud de las fuentes parentales y el crecimiento en
altura y floración de los injertos, pues para Pinus radiata y P. patula Válclav
(1969), dice que mientras más joven sea el árbol productor de propágulos, el creci­
miento en altura de los injertos es mayor y el porcentaje de floración es más
bajo.
Parece ser que también los injertos se ven afectados fisiológicamente
por la edad de los patrones, así Ahlgren (1962), encontró en Pinus strobus, que la
sobrevivencia fue más alta cuando los patrones eran mas jóvenes pero la
producción de flores femeninas fue mayor en patrones de más edad.

Otro aspecto relacionado con la edad de las plantas es la maduración


o cambio de fase, el cual consiste en que a un grado determinado de su desarro­
llo, ocurren cambios fisiológicos y anatómicos importantes que en algunos casos
pueden dar a los individuos un aspecto muy diferente al que tenían hasta ese
momento.
Para explicar la causa del cambio de fase, Wareing (en Sweet, 1973),
sugiere que se llevan a cabo cambios permanentes en el meristemo apical de
las plantas; Wright (1976), indica que posiblemente tales cambios ocurren como
resultado de la acción de un agente químico en las células que inhibe la trans
cripción de ciertas porciones del DNA bloqueando la acción de algunos genes
que hasta ese momento estaban actuando y que otro agente químico pueda
permitir la transcripción de genes previamente bloqueados. Según Hartman y
Kester (1971), el cambio de fase juvenil a fase adulta no debe confundirse con
el cambio de estado vegetativo a reproductivo pues este fenómeno es fisiológico
y no se a lt e r a el genotipo.
55.
La maduración en plantas leñosas puede ocurrir de manera gradual o
abrupta y el tiempo de su aparición está bajo control genético y ambiental
(Sweet, 1973; Hartman y Kester, 1971). Es posible que para algunas especies
que son prácticam ente imposibles de propagarse asexualmente, ocurra la madura­
ción a una edad muy temprana y que en una etapa juvenil sí se pueda realizar
su multiplicación.
Las fases juvenil y adulta pueden diferir m arcadam ente en algunas carac­
terísticas morfológicas externas de los individuos; tal es el caso de ciertas
coniferas en que las formas juveniles producen hojas aciculadas y las adultas
producen hojas en forma de escamas (Hartman y Kester, 1971).
Sweet (1964), en Pinus radiata probó el efecto del cambio de fase en las
variables sobrevivencia, crecim iento en altura y porcentaje de injertos con
supresión del crecim iento de la yema de la púa, empleando ramillas de árboles
jóvenes (10 años) y maduros (30 a 35 años); encontró que el crecim iento en
altura en injertos de árboles jóvenes fue mayor que el de los maduros y la
diferencia en la supresión del crecimiento de la púa debido a las yemas laterales
del patrón fue significativa siendo consecuencia de la velocidad de crecimiento,
así concluyó que estas dos variables se ven influenciadas por la maduración.
Sweet (1973), realizó un ensayo para encontrar cuáles características
se modificaban con la maduración en Pinus radiata, comparando plántulas con injej^
tos y estacas enraizadas, encontró que para esta especie a los diez o quince
años de edad se lleva a cabo el cambio de fase y concluye que entre las
características que se modifican están el crecimiento en altura, volumen y diáme­
tro basal.
Una razón fisiológica relacionada con la pérdida de vigor de los árboles
después de la maduración es que posiblemente ocurra una reducción del estatus
de nutrientes por la gran distancia que existe desde las raíces hasta las yemas
a p ic a le s, pero puede esperarse que esa pérdida de vigor sea recuperada en el
injertado (Sweet, 1964).
Además de la diferenciación atribuida a los efectos de edad y maduración,
existe diferenciación asociada a la posición que presentan las células en el cuerpo
del vegetal, ya que puede ser que en un tiempo determinado ciertas partes del
árbol se encuentren en fase juvenil y otras en fase adulta. Así mismo, se ha
observado que púas tomadas de ciertas partes del árbol, al ser injertadas y desa­
rrollarse presentan un tipo de crecim iento similar al de la rama de donde son
tomadas, como el caso de ' Villaseñor y C arrera (1980) y C arrera y Villaseñor
(1982), quienes observaron que algunos injertos de Pinus patula y P. pseudostrobus
mantuvieron un patrón de crecim iento horizontal, igual al que presentaban las
ramas laterales de donde se colectaron las púas, estos autores proponen que
si se conserva ese patrón de desarrollo es de esperarse que las púas mantengan
la tendencia a la floración con lo que se lograrían fructificaciones en breve
tiempo; aunque al desarrollarse horizontalmente, los injertos presentan una zona
susceptible de desgajarse cuando son establecidos en campo.
Dolgolikov (1974), propone que para Pinus sylvestris se tomen púas prove—
nientes de ramas de segundo o tercer orden creciendo plagiotrópicamente, pues
este material al ser injertado se desarrolla hacia abajo y con esto se facilita
en mucho la colecta de conos en los huertos semilleros.

V
Smith y Smith (1968), reportan para Pinus palustris que las púas deben colec
tarse de brotes terminales vigorosos de la porción superior de las copas, a su
vez Switer (1970), injertó púas de la parte superior, media e inferior de las
copas de árboles de Pinus taeda y P. eU iottii y encontró que para P. taeda las
mejores uniones se obtuvieron con púas del tercio medio y las peores uniones con
púas de la parte inferior, pero en P. eUiottii hubo poca variación en cuanto a la
posición. Ladrach 11975), recomienda que en Cupressus lusitanica Miller se colecten
las púas de la parte superior.
Los cambios asociados con la edad, la maduración y los efectos de posición
están contemplados en el concepto de topófisis, Hartman y Kester (1971), se
refieren a este término como el fenómeno en el que diversos puntos de crecimien­
to en partes diferentes de una planta al ser propagados asexualmente, pueden
perpetuar una fase específica de desarrollo; Wright (1976), define la topófisis
como la persistencia a largo plazo de la edad o los efectos de posición en árboles
desarrollados a partir de estacas o injertos, este autor refiere el término perífisis
para la persistencia de los efectos de la edad e indica entre algunas característi­
cas asociadas con la topófisis las siguientes:
Forma del árbol.- Ya se ha mencionado que púas tomadas de la parte
baja de la copa y de ramas horizontales de muchas coniferas continúan creciendo
en esta forma por algunos años.
Forma de la hoja.- Púas tomadas de las copas de árboles adultos produci­
rán hojas maduras después de ser injertadas y no un tipo juvenil de follaje.
Fructificación.- Las púas colectadas de ramas productoras de frutos pueden
retener su habilidad de producir flores después del injertado o hacerlo a los
pocos años de establecidos los injertos en el campo.
Crecimiento en altura.- En pinos, los brotes terminales de ramas superiores
son más largos que aquellos de ram as bajas y una vez injertados continúan con
una velocidad de crecim iento mayor.
De todo lo anterior se desprende que al seleccionar el material de púas,
hay que tener en cuenta la habilidad de las mismas para desarrollar la unión
y fructificar al poco tiempo, lo que depende de la edad del árbol y la posición
en la copa, además, debe tom arse en cuenta que el elegir púas de la parte
superior y de ramas laterales donde se desarrollan flores femeninas y tienden
a no crecer mucho verticalm ente es adecuado para un programa de establecimien­
to de huertos semilleros pues se verán facilitadas las labores de colecta de
semilla y en poco tiempo podrán comenzar los ensayos de progenie para el
manejo y depuración de los huertos.
9. CONDICIONES FISIOLOGICAS Y FACTORES AMBIENTALES

La condición o el estado fisiológico de patrones y púas al momento de


realizar los trabajos de injertado es un hecho que merece especial atención pues
de ese estado de actividad depende en gran medida el éxito en la unión de los
tejidos y el desarrollo armónico del injerto como unidad.
9.1. Epoca de injertado
Aunque existen especies adaptadas a climas cálido-húmedos que pueden
injertarse casi en cualquier época del año, generalmente las especies que habitan
en localidades cuyos climas presentan estaciones bien definidas, solo pueden
injertarse en una época, que casi siempre coincide con el rompimiento de la
latencia y el comienzo de la actividad vegetativa, es decir, a finales de invierno
y principios de primavera además, en esta época el riesgo de daños causados
por una helada severa disminuye y Hartman y Kester (1971), dicen que así se
asegura que cuando se lleve a cabo la unión anatómica, exista una tem peratura
ambiental adecuada que propicie un desarrollo rápido de los injertos.
Copes (1970), determinó que la época tiene gran influencia en la supervi­
vencia de los injertos de Pseudotsuga menziesii, pues los injertos hechos desde
marzo hasta la mitad de mayo presentaron una alta sobrevivencia, la cual fue
decreciendo en los meses subsecuentes; este mismo autor observó que en los
injertos realizados desde abril hasta octubre, había una correlación inversa entre
la sobrevivencia y el promedio máximo de tem peratura y evaporación total; él
obtuvo un alto porcentaje de prendimiento en los meses fríos de abril y mayo,
los realizados en junio tuvieron reducción en su prendimiento y los de julio y
agosto presentaron una sobrevivencia muy baja. Gomes (1971), en Pinus caribaea
Morelet y P. patula encontró, en esta última especie, un alto prendimiento en los
injertos realizados a través de todo el año aunque decreció un poco durante el pe­
ríodo de mayo a agosto; para el caso de P. caribaea este autor determinó que de
noviembre a enero es el período más favorable; para ambas especies los injertos
realizados desde abril en adelante tuvieron un crecim iento más lento. Kapoor
e t al. (1977), trabajaron con época de injertado en Pinus patula y obtuvieron un
100% de éxito con los injertos realizados de noviembre a marzo pero en el caso
de los hechos en mayo y junio, el prendimiento fracasó completamente.
9.2. Condiciones de patrones y púas
Es común que tanto patrones como púas se injerten en estado leñoso
aunque algunos ensayos demuestran que el estado suculento en algunas especies
puede ser adecuado como es el caso de Pinus ponderosa (Parks, 1974), en donde se
probaron patrones y púas en estado suculento y le ".oso y se encontró que para
los patrones el estado suculento fue dos o tres veces mejor que el leñoso y
la condición más adecuada para las púas fue cuando las acículas de nuevo
crecimiento alcanzaron un tam año de hasta 2 cm, aunque Mora ef al. (1980), para
sus condiciones obtuvieron que el mejor comportamiento de los propágulos suculen­
tos de Pinus kesiya se presentó cuando se injertaron sobre patrones leñosos.
Dormán (1976), menciona que se obtienen buenos porcentajes en algunos casos en
que patrones y púas son suculentos.
Como otros factores, el estado fisiológico óptimo de las partes para su
unión tiene que ver con las condiciones ambientales del lugar donde se realizan
los trabajos, pero sobre todo con la especie, pues lo que puede ser cierto para
una especie, no 'lo es para otra, no obstante se acepta en general que para injertos
de muchas coniferas se obtienen buenos resultados cuando los patrones se encuen­
tran en plena actividad vegetativa y las púas todavía en latencia pues cuando
éstas inician su actividad los patrones están ya en condiciones de suplirles suficien­
te agua y nutrientes para satisfacer sus requerimientos (Dormling, 1964; Nienstaedt
et al. 1958; Nienstaedt, 1959). Nienstaedt (1959), dice que entre mayor sea
la actividad de los patrones, más rápidamente se unirán las partes y no es deseable
injertar púas con una actividad alta, debido a que tendrán un elevado grado
de transpiración, a menos que se tomen las precauciones necesarias.
El estado de actividad de los patrones puede determinarse fácilmente
por el nuevo desarrollo de las raíces y el crecim iento de las yemas vegetativas
(Dormán, 1976). Muchas veces el estado activo de los patrones y la latencia
de las púas no se dan en condiciones normales, por lo que se hace necesario
propiciarlas, una forma es manteniendo a los patrones en condiciones de inverna­
dero y darles tratam ientos de luz y tem peratura; otra manera de lograr el
desarrollo temprano de los patrones, en el caso de que se encuentren en envase
y en condiciones de vivero es, como lo dice Dormán (1976), aumentar la tem pera­
tura del suelo dentro de cada envase por un control term ostático de cables o
bién, una opción recomendada por muchos autores es almacenar las púas en frío
y esperar hasta que los patrones estén listos para injertarse.
9.3. Preparación de patrones y púas
Los patrones deben ser de preferencia arbolitos procedentes de semilla
de una edad de uno a cinco años, pues durante este período sus tejidos son
muy incipientes y fácilmente podrán diferenciarse en tejidos de unión, aunque
más importante que la edad, son las dimensiones que alcancen debido a que
el grosor de sus tallos debe igualar al de las púas para lograr buenas uniones.
Dormling (1964), reporta que en Suecia para el injertado de coniferas se usan
patrones de 3 a 4 años de edad y Smith y Smith (1968), recomiendan que los
patrones para injertos en invernadero de Pinus palustrís sean de dos años de
edad.
Algunos meses antes de hacer los injertos se deben seleccionar los patrones
y elegir aquellos que presenten los mejores crecimientos, bien conformados, libres
de ataques de insectos y enfermedades y tra ta r de que se mantengan en esas
condiciones para asegurar los resultados; Zobel e t al. (1979), recomiendan que
como patrones se usen arbolitos jóvenes, bien establecidos y fertilizados, pues
los patrones débiles o enfermos, aunque al injertarse logren la unión, posterior­
mente tendrán un desarrollo muy deficiente. Branch (en Gansel, 1973), dice
que la fertilización a los patrones es una buena medida puesto que promueve
el nuevo crecimiento y vigor. Para Pinus palustrís Smith y Smith (1958), dicen que
a los patrones hay que hacerles una poda de raíces en agosto del primer año
y una fertilización con nitrógeno para favorecer un buen desarrollo; esas plantas
se deben transplantar a envases dos meses antes del trabajo para que puedan
desarrollar nuevas raíces y comenzar el crecimiento de las yemas vegetativas.
Dormán (1976) y Villaseñor y C arrera (1980), indican que para el injertado en
vivero, el transplante de los patrones a envases de tam año adecuado, debe hacerse
con seis meses de anterioridad al trabajo, además, a los arbolitos hay que ofrecer­
les buenas prácticas culturales como son riegos periódicos y deshierbes frecuentes.
59.

Las púas deben colectarse en árboles adultos de la porción de la copa


más adecuada según la especie (ver topófisis), debiendo ser ramillas de brotes
terminales y poseer por lo menos una yema vegetativa; es necesario que se
corten de una longitud un poco mayor a la requerida para el injerto Con el fin
de dar otro corte posterior para evitar injertar tejidos muertos; una vez colectadas,
deben conservarse y transportarse en condiciones de baja tem peratura y alta
humedad hasta su utilización, para que en el momento oportuno tengan una buena
actividad meristemática.
Para su transporte las púas pueden acomodarse en paquetes de papel
de estraza y polietileno con aserrín o musgo húmedos o en refrigeradores portáti­
les, dependiendo del tiempo en que van a permanecer almacenados, o si se van
a emplear inmediatamente basta acomodarlas en bolsas de papel estraza y de
polietileno y rociarles bastante agua para m antenerla^ húmedas.
Existen diferentes opiniones en cuanto a dejar o no follaje en las púas,
pues si bien el follaje incrementa la tasa de transpiración al aum entar la superfi­
cie de exposición, también debe tenerse en cuenta que las hojas que se dejen
pueden realizar fotosíntesis y contribuir con esto a la actividad de los injertos.
Gomes (1971), investigó el efecto que tienen las acículas en las púas
de Pinus patula y P. caribaea en el porcentaje de prendimiento de injertos y
encontró que para P. patula resulta indistinto dejar o no follaje, pero para P.
caribaea las púas con acículas en los primeros estadios de desarrollo ofrecieron
los mejores resultados. Gansel (1973), injertó púas sin acículas y púas con un
mechón de hojas recortadas en Pinus palustris, probando ademas la protección
de una cubierta de algodón estéril húmedo y bolsa de polietileno encima de ésta;
encontró una mejor sobrevivencia en los injertos cuyas púas estuvieron desprovistas
de sus acículas pero en el caso de las púas con acículas, la protección incrementó
la sobrevivencia.
Ya sea que se decida o no dejar algo de follaje en las púas, es necesario
que las hojas a eliminar se desprendan con mucho cuidado para no desgajar los
tejidos; en las especies de pinos en las que a las púas se les deje follaje, se
recomienda que las acículas se recorten a un tam añ o de algunos centím etros
para reducir la transpiración y facilitar su manejo.
Como se ve, la cuidadosa selección y manejo del material vegetativo
(patrones y púas) antes del injertado, redituará en buenos porcentajes de prendi­
miento y uniones anatómicas fuertes y vigorosas pues en la medida en que se
logren estas condiciones se estarán asegurando los resultados a largo plazo.
9.4- Factores ambientales
Los factores ambientales como tem peratura, luz y humedad ejercen un
papel importante en el desarrollo de los injertos ya que deben ser óptimos para
favorecer el crecimiento vegetativo y por ende, el progreso de la unión anatómica,
además de que intervienen de manera directa en el rcnpim iento de la late n -
c ia y el comienzo de la a c tiv id a d de las p la n ta s.
Según Hartman y Kester (1971), la tem peratura tiene un efecto importante
en la producción de tejidos de callo, lo cual es uno de los primeros pasos en
el proceso de la unión, pues para cada especie existe un intervalo de tem peratu­
ras, casi siempre alrededor de los 25 C en que esta formación es óptima.
Posiblemente a tem peraturas muy altas ocurra una proliferación excesiva de
células y a tem peraturas muy bajas el proceso se detenga.
Booth y Saunders (1979), sometieron injertos de Pinus radiata a diferentes
tratam ientos de tem peratura, cinco tem peraturas diurnas y tres nocturnas,
obteniendo que, con respecto a la media en el crecim iento en altura, el tra ta ­
miento de 2 0 °C de día fue lo mejor, aunque este crecim iento se vió favorecido
con tem peraturas más frescas por la noche cuando las tem peraturas diurnas fueron
altas y con tem peraturas cálidas por la noche cuando las diurnas fueron bajas.
Las semillas de muchas especies rompen su latencia y germinan como
respuesta a tem peraturas bajas lo cual es una adaptación a los climas templados
fríos, pues así se asegura que las semillas dispersadas antes del invierno germinen
hasta que las condiciones ambientales sean favorables; lo mismo puede decirse
de los propágulos vegetativos y las plántulas de esas especies, que reanudan
su crecimiento hasta esa época.
Manejando tem peratyra y luz se puede lograr que las plantas rompan
la latencia y empiecen su actividad vegetativa antes de que se inicie la estación
apropiada, de tal manera que a los patrones se les pueda dar un tratam iento
de enfriamiento antes del injertado para que reasuman el estado activo y puedan
injertarse; se sabe taflflPíén que tos fotoperíodos largos y las tem peraturas altas
alargan la fase de crecim iento vegetativo cuando las plantas son mantenidas
en condiciones de invernadero y de esta manera también se puede alargar la
época de injertado.
Nienstaedt (1959), probó tem peraturas y fotoperíodo con el fin de lograr
el rompimiento de la latencia en patrones y púas en Picea abies (L.) Karst y P.
glauca (Moench) Voss y encontró una alta sobrevivencia cuando sometió a las
plantas antes y después de haber hecho los injertos a luz continua y enfriamiento,
además obtuvo un efecto considerable en el crecim iento y actividad de las púas.
Como se menciona en el párrafo anterior, el fotoperíodo largo favorece
el desarrollo de las plantas, así Kleinschmit (en Nienstaedt e t al., 1958) obtuvo un
alto porcentaje de uniones exitosas en injertos de pino usando un fotoperíodo
de 17 horas en relación a fotoperíodos más cortos.
En protecciones y cuidados posteriores a los injertos, ya se ha mencionado
la importancia del factor agua en el éxito del injertado, de esta manera Copes
(1970), señala que para Pseudotsuga m enziesii todos los factores ambientales que
interactuan para llevar a patrones y púas a un déficit de agua parecen tener
un efecto combinado que es desfavorable para la sobrevivencia.
Es primordial asegurar una humedad relativa alta para evitar el deseca­
miento de las púas, pues las células de parénquima que forman el callo de unión,
son muy tiernas y de pared delgada sin provisiones para resistir la falta de agua,
por lo que si son expuestas a una tem peratura alta y humedad baja, pueden
morir (Hartman y Kester. 1971).
Holst (1956), mencióna que para Pinus resinosa Ait. la tem peratura parece
ser un factor menos crítico que la humedad relativa sobre los injertos, ^a cual
debe ser bastante alta para asegurar buenos resultados.
61.

Hartman y Kester (1971), dicen que la unión de injerto requiere oxígeno pa­
ra la producción de tejido de callo; en ciertos casos puede ser suficiente un
nivel inferior al del aire pero en otros, la unión anatómica puede mejorar si
no se pone una mezcla protectora encima de los injertos pues esta protección
reduce el movimiento del aire y el oxígeno puede volverse un factor limitante
en la unión de las partes.
Dependiendo de los objetivos y de la disponibilidad de recursos, los injer­
tos pueden mantenerse en diferentes condiciones ambientales. Cuando se tienen
los injertos en invernadero, los factores ambientales pueden controlarse para
mantener una humedad relativa cercana al 100%, una tem peratura adecuada
para el desarrollo de las uniones y un fotoperíodo largo para estimular el creci­
miento vegetativo, además, se pueden tener otras condiciones favorables como
son sistemas de nebulización y un alto nivel de dióxido de carbono para propiciar
la fotosíntesis; si los injertos van a permanecer en vivero, pueden colocarse
bajo sombras apropiadas o bajo el dosel de árboles adultos y aplicárseles riegos
y otros cuidados sin mayor problema; en el caso del injertado directo en campo,
se escapa el control de Jos factores ambientales y únicamente los injertos pueden
protegerse por bolsas y otras cubiertas, quedando com pletamente sujetos a las
condiciones meteorológicas del lugar.
Gansel (1973) realizó injertos de Pinus eU iottii en condiciones de vivero (con
sombreado) e invernadero y encontró un alto porcentaje de sobrevivencia (98.5%)
en invernadero pues en vivero bajo sombra, la sobrevivencia fue de 56.5%. Este
autor atribuye sus resultados a que el injertado en invernadero es ejecutado
cuando los patrones están activos en cambio en vivero, se encuentran en latencia
relativa.
Para las condiciones de Zambia, Guldager (1972), injertó Pinus kesiya y P.
oocarpa Schiede en condiciones de campo y vivero, encontrando en general, que la
sobrevivencia y el crecimiento en altura fueron mejores en campo, pudiendo esperar
hasta un 70% de éxito.
Smith y Smith (1968), dicen que para Pinus palustris cuando los patrones de
2 años de edad son trasplantados a campo e injertados uno o dos años después,
el crecimiento en altura de los injertos es mayor que cuando los patrones son
mantenidos en envases e injertados en invernadero. Por su parte, Parra (1980)
en Pinus halepensis obtuvo 96% de éxito cuando los injertos se mantuvieron en
vivero; en campo, obtuvo resultados muy diversos atribuyéndolos a las diferencias
en la fertilidad del suelo.
Dormán (1976), dice que el injertar directam ente en campo tiene algunas
ventajas sobre el trabajo en vivero, pues aún en el caso de que los envases sean
lo suficientemente grandes, las plantas para patrones no son tan vigorosas como
aquellas cuyas raíces no tienen un espacio limitado para su desarrollo. Así mismo,
al mover las plantas envasadas de un lugar a otro y su transplante a campo,
representan un cambio drástico de sus condiciones, lo cual puede tener consecuen­
cias graves en la sobrevivencia y desarrollo de los injertos. En cambio, el
injertado en campo evita un gran trabajo preparatorio que es necesario cuando
se emplean patrones envasados. Algunos inconvenientes del injertado en campo
son que para el establecimiento de huertos semilleros el ir transportando el
material de púas y equipo a cada uno de los patrones previamente establecidos
representa tiempo y costos adicionales al hacer menor número de injertos en
una jornada de trabajo, además antes de comenzar el trabajo los patrones deben
ser liberados de especies com petitivas y fertilizados debidam ente.
Para las condiciones de México en que es difícil contar con invernaderos
equipados para realizar injertos, resulta indispensable llevar a cabo las experiencias
necesarias con el fin de definir las mejores condiciones de vivero para asegurar
un buen porcentaje de prendimiento y un buen desarrollo de los injertos, o plantear
la posibilidad del injertado en campo.
Así mismo, para cada una de las especies en que se desarrollen programas
de mejoramiento genético, es necesario contar con la investigación acerca de
todos los factores que determinan el éxito en el injertado. Es importante
mencionar una vez más, que no hay nada definitivo y cada situación se tiene
que trabajar de manera particular.
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