Caminar Con Dios Moises Jueces
Caminar Con Dios Moises Jueces
Caminar Con Dios Moises Jueces
CON
DIOS
Pedro Pablo Fuentes
Caminar con Dios : Moisés y los jueces. - 1a ed.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Sembrar Ediciones Cristianas,
2017.
256 p. ; 20 x 14 cm.
ISBN 978-987-28429-4-9
Sembrar Ediciones
sembrarediciones.com.ar
Impreso en Argentina
TODO CAMBIA
“Tiempo después, subió al poder de Egipto un nuevo rey
que no conocía nada de José ni de sus hechos.”
Éxodo 1:8
8
DÍA 2
PRIMERO DIOS
“Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto,
sino que preservaron la vida a los niños.”
Éxodo 1:17
10
DÍA 3
PROSPERIDAD DE ARRIBA
“ Y como las parteras tuvieron temor de Dios,
él hizo que sus familias prosperaran.”
Éxodo 1:21
12
DÍA 4
ESPERANDO UN MILAGRO
“Como no pudo esconderlo más tiempo, tomó un cesto de juncos, lo calafateó con brea
y asfalto, colocó allí al niño, y lo dejó en un carrizal a la orilla del río.”
Éxodo 2:3
Planes agotados
En muchas ocasiones nos encontramos en situaciones muy
parecidas a la de estos padres. Como ellos, perseguimos sanos
objetivos, tenemos grandes expectativas, pero nuestros planes se
frustran. En ocasiones pensamos que Dios no está de nuestro
lado y nos invade una gran desilusión. Este es el momento en
que debemos recordar las palabras del profeta: “Porque yo sé muy
bien los planes que tengo para ustedes, afirma el Señor, planes
de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una
esperanza” Jeremías 29:11. Cuando todo parece fracasar, Dios
no ha fracasado y sus planes siguen firmes para bendecirnos y
encaminarnos a buen puerto.
Preparando el moisés
Este fue probablemente el primer canasto fabricado para cuidar a
un niño al que nosotros llamamos “moisés”. Los egipcios llaman
‘mo’ al agua, y ‘uses’ a lo que es salvado de ella; uniendo las dos
palabras, formaron el nombre que le dieron al niño: Moisés.
Además de tejer un hermoso canasto en el que el niño pudiera
estar cómodo, le hicieron lo mismo que el antiguo Noé había
hecho con el arca, lo calafatearon por dentro. Los padres no podían
librarlo de la amenaza de los egipcios, tampoco de las corrientes
del Nilo, pero sí podían prepararle un buen moisés. Debían cuidar
que el agua no entrara en la canastilla y que estuviera protegido
del frío y de la humedad. Hicieron lo que ellos podían hacer y
todo lo demás lo dejaron en las manos de Dios. Esto es lo que
espera el Señor de nosotros, que hagamos lo que está al alcance
de nuestras fuerzas y que el resto se lo confiemos a él. Dios salvó
la vida del gran Moisés porque sus planes nunca fracasan y nada
ni nadie podrá interferirlos. Ese es nuestro Dios y en él podemos
confiar, como lo hicieron los padres del pequeño niño, quien sería
luego el gran siervo de Dios.
14
DÍA 5
YO LO PAGARÉ
“ Y la hija del faraón le dijo: ‘Llévate a este niño y críalo por mí. Yo te pagaré por
hacerlo.’ La mujer tomó entonces al niño y lo crió.”
Éxodo 2:9
16
DÍA 6
17
Apurado por actuar
El relato bíblico nos dice que Moisés un día salió a caminar
y encontró a un egipcio maltratando a un hermano hebreo, él
intervino para defenderlo de manera violenta y dio muerte
al egipcio y lo enterró. Cuando Moisés mató al egipcio que
maltrataba al hombre hebreo y lo escondió, creyó que este era el
mejor camino para ayudar. Al día siguiente, intentó intervenir en
el conflicto entre dos israelitas y es allí donde tomó conciencia de
que estaba actuando sin el aval de Dios. Así lo explica Esteban
en su discurso al referirse a Moisés: “Pero él pensaba que sus
hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano
suya; mas ellos no lo habían entendido así” Hechos 7:25. Creer
que Dios nos pide que hagamos algo no significa que nos lo
haya pedido. Debemos aprender a diferenciar lo que nosotros
queremos, lo que la gente quiere y lo que realmente Dios quiere
que hagamos.
Moisés tuvo que huir de la presencia de faraón. El relato bíblico
no nos da más detalles de esto. El historiador Flavio Josefo nos
dice que el faraón hacía tiempo que estaba buscando alguna
excusa para dar muerte a este príncipe hebreo y esta era la excusa
perfecta. Lo que nosotros sabemos es que Dios tenía planes
muy particulares para formar a su siervo. Lo llevó al desierto y
por cuarenta años trabajó en su carácter, de manera que cuando
Dios decidió regresarlo a Egipto para que cumpliera su voluntad,
Moisés tenía un carácter manso y sereno. Estaba dispuesto a
hacer lo que Dios le pidiera y en el tiempo que se lo pidiera, así es
como él obra con nosotros también.
18
DÍA 7
“Oyó”
Muchas veces vivimos experiencias en las que pareciera que
Dios no nos está teniendo en cuenta. Como suele decir la
gente: “Parece que Dios está mirando para otro lado”. Pero esto
no es así, Dios está atento a la vida de sus hijos y nunca dejará
de atendernos. Cuando los planes que hicimos no nos salen
como esperábamos, cuando nos suceden imprevistos en la
salud o en los negocios o cuando se cometen injusticias contra
nosotros, tenemos esa sensación de que nadie escucha nuestro
reclamo. El gran rey David vivió muchas experiencias de
este tipo y sin embargo siempre supo y valoró que Dios lo
tuviera en cuenta, así lo expresó en uno de sus Salmos:
“Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi
clamor” Salmos 40:1. El pastorcito de Belén es muy gráfico para
contarnos del interés de Dios por su vida. “Se inclinó”, es decir, se
19
acercó de manera muy interesada para poder oír su oración, así lo
hará también con nosotros.
“Se acordó”
Cuántas veces hemos sufrido olvidos por parte de personas de
las que no lo esperábamos y quedamos dolidos. Suele ser muy
común que nos olvidemos de llamar o visitar a alguien que lo está
esperando.
Hace algunos años, cuando mis hijos eran pequeños, yo solía salir
a predicar a conferencias, campamentos o retiros de iglesias. De
cada viaje procuraba traerles algún regalo. En una ocasión fui a un
campamento de una iglesia en una quinta muy despoblada donde
solo estaba el edificio y todo a su alrededor era descampado. Pasó
el fin de semana y no tuve oportunidad de salir del lugar para
mi acostumbrada compra de los regalos. Al regresar a casa les
expliqué lo que había sucedido. Mi hija, que era la más chiquita,
me reclamó y me dijo: “¿No había ni siquiera un kiosco donde
me compraras una golosina?” Le respondí: “No te traje ninguna
golosina porque cualquier cosa que te hubiera comprado en el
kiosco, se puede comprar a la vuelta de casa”. Nunca esperé esta
respuesta de su parte: “No me interesa el regalo, me interesa saber
que te acordaste de mí cuando estabas lejos”. Nunca va a pasar que
Dios se olvide de nosotros, porque él sí que nos tiene presentes,
así lo dice el salmista: “Porque él conoce nuestra condición; se
acuerda de que somos polvo.” Salmos 103:14
“Miró”
Los israelitas pensaban que nadie los tenía en cuenta, pero no era
así, porque Dios nunca dejó de tener sus ojos sobre su pueblo, al
igual que hace con nosotros. Dice David: “Te haré entender, y te
enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos.”
Salmos 32:8
20
DÍA 8
Dios aparece
No sabemos si Moisés mantuvo algún contacto con Dios en
todos estos años, lo más probable es que sí, porque su verdadera
madre debe haberle enseñado sobre el Dios creador y sustentador.
Moisés debe haber conocido las promesas que Dios había dado
a los patriarcas, pero el silencio de estos años deben haber hecho
su trabajo debilitando la fe de este fugitivo hebreo. De pronto, en
medio de la soledad del desierto, no teniendo más testigos que su
rebaño, Dios aparece, se hace casi visible para él.
A diferencia de este relato, solemos tener la idea de que Dios
tiene que mostrarse cuando nosotros lo deseamos, cuando lo
disponemos, y de alguna manera es como si quisiéramos armarle
la agenda a Dios. Esta idea nos lleva a pensar que nosotros somos
21
quienes hacemos la cita con Dios y le indicamos cuándo puede
venir a entrevistarnos. Sin duda que en estas actitudes hay mucha
ignorancia de nuestra parte, porque los planes de Dios los maneja
Dios y los tiempos los pone él, no nosotros.
22
DÍA 9
EL LLAMADO
“Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo:
‘¡Moisés, Moisés!’ Y él respondió: ‘Heme aquí’”
Éxodo 3:4
Dios llama
De en medio del espectáculo de la zarza ardiendo, se oye la voz
del eterno Dios llamando por nombre a este peregrino y casi
olvidado hebreo, oculto e inadvertido por la sociedad. Para Dios
no estaba oculto y no pasaba inadvertido, Moisés seguía en sus
planes, seguía figurando en la lista del Señor. Recordemos que
no fue Moisés el que llamó a Dios, sino que él llamó a su siervo.
Nosotros no llamamos a Dios para informarle lo que vamos a
hacer, sino que es él quien nos llama para su servicio.
Esta forma de llamar de Dios es muy particular, siempre llama
por nombre a las personas, así lo hizo con Samuel, con Saulo
de Tarso y con cada uno de los discípulos de Jesús. Llamarnos
por el nombre significa que nos identifica en una sociedad donde
solo somos un número. Además significa que Dios nos conoce
individualmente. Él sabe toda nuestra historia, nuestro presente y
aun el futuro. Como decía David en su salmo: “Tú has conocido
mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis
pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos
23
mis caminos te son conocidos” Salmos 139:2-3. Moisés oyó su
nombre y entendió que es Dios quien lo ha identificado y lo está
llamando para participar de sus planes.
Moisés responde
No sé cuánto le habrá costado identificar la voz de Dios, pero
lo que dice el relato es que con mucha rapidez él respondió al
llamado. La frase “heme aquí” es muy conocida en la Biblia y
puede significar “aquí estoy”, “estoy dispuesto”, “a la orden” o, como
dice nuestro dicho criollo, “pa’ lo que guste mandar”. Moisés es un
hombre que al primer llamado responde con prontitud diciendo
“Heme aquí”. Cuando Dios le dice qué es lo que debe hacer,
siente miedo y comienza a titubear y a presentar excusas, pero en
este primer momento se nota su disposición a escuchar lo que se
le dirá. Así también debiera ser con nosotros, tener un oído atento
a la voz del Señor para luego responder con prontitud. Años más
tarde, el profeta Habacuc oyó la voz de Dios y se conmovió: “Oh
Jehová, he oído tu palabra, y temí” Habacuc 3:2. Nadie que oiga
hablar a Dios puede seguir igual, porque cuando Dios habla
muestra quién es y su sola palabra transforma nuestras vidas.
Así le sucedió también al famoso Saulo de Tarso en el camino
a Damasco: “Cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: ‘Saulo,
Saulo, ¿por qué me persigues?’ Él dijo: ‘¿Quién eres, Señor?’ Y le
dijo: ‘Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces
contra el aguijón’. Él, temblando y temeroso, dijo: ‘Señor, ¿qué
quieres que yo haga?’” Hechos 9:4-6.
Cuando Dios habla, siempre espera una respuesta y dependiendo
de cómo respondamos es cómo seguirá nuestra vida. Sigamos
el ejemplo de Moisés, de Habacuc y de Saulo de Tarso, así
cumpliremos la voluntad de Dios.
24
DÍA 10
TIERRA SANTA
“ Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies,
porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.”
Éxodo 3:5
“No te acerques”
Por la santidad de Dios, no era posible que Moisés se acercara
siendo un hombre pecador, por ello, debe haberse asombrado
mucho cuando oyó: “No te acerques”. El errante peregrino del
desierto nunca imaginó que se estaba encontrando con el mismo
Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, pero su condición de
hombre pecador lo mantenía por ahora alejado de la cercanía del
Eterno Dios. Pasados los años, este mismo Moisés mantuvo una
íntima relación con Dios y vivió en una cercanía admirable. Los
cristianos vivimos una realidad muy distinta porque, luego de que
Jesucristo pagó el precio de nuestra salvación, somos invitados a
acercarnos a la comunión con el Señor:
“Acercándonos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los
hombres, mas para Dios escogida y preciosa” 1ª Pedro 2:4. No
debiéramos desaprovechar esta invitación de acercarnos cada
día a la misma presencia de Jesús y mantener una relación de
intimidad con él.
“Quita tu calzado”
Cuando Moisés se acercó, oyó esta segunda indicación que
lo sorprendió aún más: “Quita tu calzado”. No había nada de
inmundo en las sandalias del futuro líder porque, como nos
enseñó Jesús, la impureza no está afuera, sino adentro. Si Dios
no se hubiera agradado de las sandalias de Moisés, podía haber
hecho que se desataran automáticamente y volaran lejos de la
escena, pero no fue así. Las sandalias estaban sucias de tanto
25
andar por los caminos polvorientos del desierto. Eran un símbolo
de la suciedad del camino de la vida. Siglos más tarde, en aquella
escena memorable del lavado de pies a los discípulos, Jesús dijo:
“El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está
todo limpio.” Juan 13:10
Hay una lección más en esta indicación que le dio el Señor. Moisés
debía sacarse las sandalias él mismo, porque aunque la limpieza
la hace el Señor, somos nosotros los que tomamos la decisión de
ser limpiados. El apóstol Pedro indica: “Desechando toda malicia,
todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead,
como niños…” 1ª Pedro 2:1. Es nuestra responsabilidad renunciar
a las prácticas del pecado.
“Tierra Santa”
Lo que hacía que esa tierra fuera santa era la presencia de Dios
en ese lugar, él no tiene lugares sagrados. El lugar se transforma
en lugar santo cuando Dios está presente. Es por eso que los
cristianos somos llamados santos, porque Dios mismo habita
por medio de su Santo Espíritu en nuestros corazones, eso nos
hace santos, no que lo seamos por nuestra condición o conducta
intachables. Nunca llegaríamos por nuestra cuenta a obtener
tal calificación. En la medida en que vivimos conscientes de la
presencia de Dios en nuestras vidas, el lugar en el que estemos
se transformará en “tierra santa”. Qué distinta será nuestro andar
diario si permitimos que la presencia de Dios tome control y
pleno dominio en nuestra manera de conducirnos. Seremos,
como lo fue Moisés, de gran bendición a todas las personas con
las que tenemos alguna relación.
26
DÍA 11
NO HAY INDIFERENCIA
“ Y el Señor dijo: Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto,
y he escuchado su clamor a causa de sus capataces, pues estoy consciente de sus
sufrimientos.” Éxodo 3:7
Interés de Dios
El pueblo de Israel había pasado de ser un pueblo libre a ser
ahora esclavo, todo el trabajo y sacrificio era para beneficiar a
los egipcios y el sentido de frustración que tenía era tremendo.
Cuando Dios vio la aflicción de su pueblo no quedó indiferente a
su sufrimiento, sino que se compadeció. La frase que nos muestra
un profundo interés del Señor en lo que su pueblo estaba viviendo
es la siguiente: “Estoy consciente de su sufrimiento”. Nunca
debiéramos pensar que Dios nos ha descuidado, puede pasar
algún tiempo hasta que veamos a Dios obrar, pero él sabe de qué
cosas tenemos necesidad. David, en unos de sus tantos Salmos,
nos dice: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las
peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y
confía en él; y él hará” Salmos 37:4-5. Dios no ha perdido el
interés en ninguno de sus hijos, así que puedes estar tranquilo de
que no será indiferente a tu situación.
Acción de Dios
Dios no es un Dios de buenas intenciones, siempre se compromete
con el dolor de su pueblo, así que no podía ser de otra manera esta
27
vez. Dios decide visitar al pueblo y para ello busca a Moisés y le
declara su plan de acción. Así lo relata el texto de Éxodo:
“Y he descendido para librarlos de la mano de los egipcios, y para
sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una
tierra que mana leche y miel…” Éxodo 3:8. Lo primero que debe
saber Moisés es que el interés de liberar al pueblo hebreo es un
interés divino. Toda la obra de rescate es un plan bien trazado
por el Dios del cielo y no se detendrá por nada, ni nadie podrá
poner obstáculos para su concreción. Así es como obra Dios con
nosotros, cuando él dispone algo para nuestras vidas, podemos
estar seguros y tranquilos porque nada impedirá que se cumpla su
voluntad de bendecirnos.
Dios no solo le explicó a Moisés que libraría a su pueblo de la
esclavitud de Egipto, con todo lo que implicaba hacerlo, sino que
además le prometió que los llevaría a una tierra rica y de gran
bendición. Para poder salir de Egipto, el pueblo pasó por enormes
tragedias, las plagas, de las que Dios los iba librando. Una vez
más, podemos ver que cuando Dios obra lo hace a su manera y
no a la nuestra. Cuando leemos el relato completo, nos sentimos
tentados a pensar: ¿por qué Dios no los sacó con la primera plaga?
¿o por qué no usó solo la última de las plagas y evitaba la tremenda
tensión que sufrió todo el pueblo antes de salir libres? Tenemos
que recordar que Dios es Dios y obra como quiere. Así lo explica
Isaías: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos,
ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.” Isaías 55:8
28
DÍA 12
LLAMADO
“Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón,
para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.”
Éxodo 3:10
30
DÍA 13
CONCIENCIA DE SÍ
“Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón,
y saque de Egipto a los hijos de Israel?”
Éxodo 3:11
32
DÍA 14
GARANTÍA TOTAL
“ Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he
enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.”
Éxodo 3:12
Acción - “Ve”
La intervención de Dios es muy clara y Moisés tiene que dar
respuesta a esta orden. La indicación está rodeada de una
promesa y una garantía, es muy precisa y Moisés debe ponerse
en movimiento, debe ir a cumplir el plan que Dios había trazado
para su pueblo. Al continuar el relato de la historia, vamos a ver
las excusas que puso para no hacer la tarea, pero por ahora solo
pensemos en lo sencillo y claro de la orden: “ve”. No hay que
ser un teólogo para entender este mandato. Suele pasarnos algo
muy parecido a nosotros cuando Dios nos pide que hagamos algo.
La tardanza con la que respondemos da la sensación de que no
entendimos bien lo que se nos pidió y la verdad es que nos cuesta
obedecer con rapidez.
34