La-Chiriguana Ebook 5be6e82e1f7d0
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LA CHIRIGUANA (1877)
Introducción .....................................................................................9
Natalia Crespo
Esta edición .................................................................................... 49
Prólogo original (1877) ............................................................... 51
La Chiriguana (1877)................................................................... 53
Josefina Pelliza de Sagasta
La lucha en el desierto................................................................. 83
Josefina Pelliza de Sagasta
7
Introducción
NATALIA CRESPO
9
10 • La Chiriguana (1877)
visión de género de la época: las mujeres pensadas en tanto seres más senti-
mentales/sensoriales que razonadores). La escritura fluye “como un raudal
cristalino derramándose con murmullos apacibles” le escribe, galante, Gui-
do Spano (Pasionarias, 4). Su voz poética es tan bella y liviana que se asemeja
a la naturaleza, propone Alberdi. Canto inmortal, agrega, posee la capacidad
de trasmitir sentimiento: “Siempre cautivó mi espíritu aquellas notas arran-
cadas al sentimiento, verdaderos ecos del alma con que tan bien ha sabido
vd impregnar las estrofas hermosas del Inmortal (Pasionarias, 6). También
elogiando la lograda similitud de la poesía con la naturaleza, escribe Gutié-
rrez: “Sus poesías no se leen –se oyen– tienen en su cadencia sonoridades
musicales –es la espontaneidad natural de su inspiración tan rica como
original. Cuente uv con la aprobación de cuantos sepan apreciar esta clase
de méritos en las obras de arte” (Pasionarias, 7). Y agrega Gutiérrez, como
explicación de su elogio sensorial: “Las flores no se analizan –se admiran–,
se gozan, y nos inspiran gratitud hacia quien las dota de perfumes y colores;
por eso admiro y agradezco el ramillete de sus “Lirios Silvestres” como vd
lo ha llamado en rigurosa propiedad”.
5 Nacida en Entre Ríos, Pelliza de Sagasta es considerada actualmente entre-
rriana, pero a sus siete años ya vivía en Buenos Aires, según consta en el Acta
del Censo de 1855, en donde se precisa que era estudiante y vivía con sus
padres y sus cinco hermanos en una casa de altos, en la calle Santiago del
Estero 64. Hago esta aclaración porque lo poco que se conoce de esta escri-
tora por fuera de los circuitos académicos está referido a homenajear su
supuesta entrerrianidad: se la considera “la primera poeta entrerriana”.
12 • La Chiriguana (1877)
6 Aclaramos que su pertenencia a la élite letrada tiene que ver más con su sen-
tido de pertenencia y sus modos de circulación dentro de este grupo (como
lo atestigua la “corona” o conjunto de cartas de personas célebres con los que
Pelliza de Sagasta abre su libro Pasionarias (1885) que con su situación eco-
nómica concreta, sobre la cual Dora Barrancos ha puntualizado que no era
favorable. “Los Pelliza Pueyrredón se hallaban en bancarrota”, aclara la his-
toriadora, en el marco de un artículo sobre la triste vida de sometimiento y
encarcelamiento doméstico de la hermana de la escritora, Amalia Pelliza de
Sagasta, casada con el célebre y déspota Dr. Durand. El artículo, además, es
elocuente en cuanto a las tremendas consecuencias que tenía el Código Civil
de Vélez Sarsfield que regía desde 1869.
14 • La Chiriguana (1877)
12 La cursiva es mía.
22 • La Chiriguana (1877)
Conclusiones
Los dos textos de Pelliza que aquí rescatamos pueden leerse
o bien como alegatos de la postura discriminatoria de una
dama de la élite hacia los indígenas (a quienes pretendía
cristianizar y “adoptar” como sus sirvientes) o bien como
una mirada enriquecedora y pluralista (armando serie, en
este sentido, con voces denunciantes como las de Castro
Boedo y, antes que él, Arenales) que muestra cierta fisura,
da cierto aire fresco, a la postura pro-exterminio de figuras
políticas como Roca y Oroño. Pero dos cosas resultan, creo,
legítimas: ambas lecturas comportan un grado irreductible
de incomodidad y, en ambos casos, los dos textos hablan en
verdad –aunque lo hagan tras el velo de la temática amoro-
sa– de la violencia que supone el cruce de la cultura blanca/
cristiana (aunque esté representada por indígenas nobles y
no por criollos, con en La Chiriguana) con la cultura india
(sea calchaquí, chiriguana, toba o inca).
Esta ambivalencia o simultaneidad de sentidos (la osci-
lación de estas historias entre el pluralismo que reconoce
y visibiliza al Otro y el afán de dominar a ese Otro) es
análoga a ciertos dobles sentidos o polisemias que hallamos
en el resto de la producción de esta escritora. Casi se podría
afirmar que la ambivalencia es su marca más saliente, o
el correlato textual de su colocación de enunciación por
definición ambivalente: letrada pero mujer, de la élite pero
en bancarrota, conservadora y tradicional (por católica)
pero, a la vez, y (también por su catolicismo) supuestamente
42 • La Chiriguana (1877)
Bibliografía
Fuentes primarias
Arenales, José. Noticias históricas y descriptivas sobre el Gran
país del Chaco y Río Bermejo, con observaciones relativas
a un plan de navegación y colonización. Buenos Aires:
Imprenta de Hallet y Cía., 1833.
Castro Boedo, Emilio. Estudios sobre la navegación del Bermejo
y colonización del Chaco. Buenos Aires: Impr. lit. y fun-
dición de tipos de la S.A., 1873.
Pelliza de Sagasta, Josefina. Margarita. Buenos Aires: El
Orden, 1875.
—. La chiriguana. Buenos Aires: Imprenta Santiago del Este-
ro 176, 1877.
—. Lirios silvestres: Álbum de poesías. Buenos Aires: Imprenta
del Porvenir, 1877.
—. Canto Inmortal. Buenos Aires: Imprenta Colón, 1881.
—. El César. Buenos Aires: Colón, 1882.
—. Pasionarias. Buenos Aires. Europea, 1888.
Oroño, Nicasio. Consideraciones sobre colonias y fronteras.
(1864). En línea: http://documentslide.com/docu-
ments/consideraciones-sobre-fronteras-y-colonias-
nicasio-orono-1.html
Roca, Julio A. Discurso ante el Honorable Congreso
de la Nación, octubre de 1881. En línea:
https://imagenes.educ.ar/repositorio/Download/
file?file_id=ee374700-620c- 40ca-b44f-c84efb88dddf
Revistas
Bibliografía general
49
Prólogo original (1877)
51
52 • La Chiriguana (1877)
(novela original)
53
54 • La Chiriguana (1877)
1 Ayará o “yarará" f. Arg., Bol., Par., Perú. Culebra venenosa que sobrepasa el
metro de longitud y cuya coloración es parda, con manchas más oscu-
ras que alternan sobreel dorso y los flancos (Diccionario de la RAE).
La Chiriguana (1877) • 55
II
EL FALLO DE LA LOCA
III
REVELACION
–¿Qué dices?
–Qué tú salvarás á Sora.
–¿Qué dice este hombre? –volvió á repetir Farú sin
comprender á Yáncatriz.
–Digo –balbuceó el indio con la voz entrecortada por
la emocion– que Sora es tu hija, es nuestra hija, es Lila.
–¡Mientes! –gritó la india con la mirada estraviada
–mientes, tú mataste á mi Lila, yo no tengo hija, tú la abra-
saste entre las llamas de la choza: ¿te acuerdas cómo ardió
mi Lila, mi rosa blanca? pues semejante á entonces la hija
de la cristiana, Nina, arderá hoy en la pira, yo misma le
empujaré á las llamas, y Farú reirá de su agonía, Farú odia
á Yáncatriz y á Sora.
–Escúchame –dijo Yáncatriz– yo no te engañaré, que
el grande espíritu maldiga y condene á su esclavo si no te
dice la verdad –y el indio cayendo de rodillas se tendió
boca abajo sobre la arena, hizo algunos signos misteriosos
que Farú sin duda comprendió, porque como dominada por
algo supremo, solemne, infinito.
–Habla –dijo– los hombres de tu tribu no juran en
vano.
La voz de Yancatriz visiblemente conmovida de emo-
cion balbuceó:
–Sora es tu hija, yo la saqué de las llamas antes que tu
llegaras al incendio, la cristiana jámas me dio hijos. Sora ó
Lila es tu hija es un pedazo de tus mismas entrañas, Farú tú
eres su madre, Farú no seas parricida.
El anciano cacique se desplomó; las fuerzas agotadas
por efecto de la revelación que acababa de hacer se ener-
varon por completo, abrió los brazos y cayó inerte sobre la
seca yerba, Farú dió un grito convulsivo y con los ojos fuera
de las órbitas, presa de un estravío horrible se inclinó sobre
el indio desmayado, sacó de su cintura un afilado puñal.
–Si has mentido –dijo– tus ojos no verán la luz del nue-
vo sol y si has dicho verdad que el grande espíritu condene
á Farú –y la loca infeliz, ebria de un odio insaciable atravezó
de un solo golpe el corazon ya agonizante de Yáncatriz.
La Chiriguana (1877) • 71
IV
EL SUPLICIO
5 La voz narrativa se refiere aquí a “Emerenciana”, mártir romana del siglo IV.
Según la diócesis de Teruel, “Emerenciana era hermana de leche de Inés,
pero a diferencia de ésta, Emerenciana era catecúmena (cristiana conversa
que aún no ha recibido el bautismo). Dos días después del martirio de Santa
Inés, Santa Emerenciana murió apedreada, cuando se hallaba orando junto a
la tumba de su hermana de leche. En esa forma recibió el bautismo de san-
gre. Este relato, que constituye una especie de apéndice de las "actas" de San-
ta Inés, no puede tomarse a la letra; pero existen pruebas de que una mártir
llamada Emerenciana estuvo originalmente sepultada en el “Coemeterium
majus”. Dicho cementerio está un poco más distante de la Vía Nomentana
que el sitio en que fue erigida la basílica de Santa Inés”. Extraído de
http://www.diocesisdeteruel.org/santaemerenciana.html.
La Chiriguana (1877) • 75
83
84 • La Chiriguana (1877)
1 Cementerio indio, situado entre las dos grandes quebradas del Toro y Escoi-
pe, que viene la una de Bolivia y la otra del valle del Calchaqui (nota de la
autora).
2 Tribu feroz cuyos restos, después de la conquista, se internaron en el desier-
to de Atacama, y que hoy está casi extinguida (nota de la autora).
3 En 1558 los caballos ya habían sido importados a la América del Sur por el
Capitán Azahara y por los padres de la Compañía (nota de la autora).
88 • La Chiriguana (1877)
5 Poderoso veneno que usan los indíjenas de la América del Sur. Veneno mor-
tal extraído de un vejetal con que empapan el plumerillo de la flecha para
matar certeramente (nota de la autora).
6 Nombre con que designan al león (nota de la autora).