Esenciales Nazarenos
Esenciales Nazarenos
Esenciales Nazarenos
NAZARENOS
QUIÉNES SOMOS — QUÉ CREEMOS
I G L E S I A D E L N A Z A R E N O W W W . N A Z A R E N E . O R G
PATROCINADO POR L A
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas han sido tomadas de la Santa Biblia, versión Reina-Valera de 1995.
REV 150309
ÍNDICE
BIENVENIDO A ESENCIALES NAZARENOS
NUESTRA MISIÓN
NUESTROS ARTÍCULOS DE FE
NUESTRA ECLESIOLOGÍA
NUESTRO GOBIERNO
SU HIJO
–PHINEAS F. BRESEE
PRIMER SUPERINTENDENTE GENERAL DE LA IGLESIA DEL NAZARENO
B E N V E N I D O A
ESENCIALES
NAZARENOS
Una nueva generación de líderes espirituales y un número creciente
de creyentes han solicitado que las cuestiones básicas de la
enseñanza, historia, teología, misión, financiamiento y conexiones
de la iglesia se conjunten en una publicación breve y de fácil acceso
—en un lenguaje sencillo.
Nuestra herencia cristiana fue mediada a través de la Reforma Inglesa del siglo XVI y el avivamiento
wesleyano del siglo XVIII. Por medio de la predicación de Juan y Carlos Wesley, personas por toda
Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales se alejaban del pecado y recibían el poder para servir a Dios.
Este avivamiento se caracterizó por la predicación de los laicos, por los testimonios y la disciplina,
y por los círculos de discípulos vehementes conocidos como “sociedades”, “clases” y “bandas”. Los
hitos teológicos del avivamiento wesleyano incluyeron: la justificación por gracia mediante la fe; la
santificación o la perfección cristiana, también por gracia mediante la fe; y el testimonio que da el
Espíritu a la seguridad de la gracia.
Las contribuciones distintivas de Juan Wesley incluyeron el énfasis en la entera santificación como
provisión de la gracia de Dios para la vida cristiana. Este fue un énfasis que llegó a esparcirse por todo
el mundo. En los Estados Unidos, la Iglesia Metodista Episcopal se organizó en 1784 “para reformar al
continente y para diseminar la santidad bíblica por estas tierras”.
A mediados del siglo XIX se daría el desarrollo de un énfasis renovado en la santidad cristiana. Timothy
Merritt, de Boston, Massachusetts, despertó el interés como editor de la revista Guide to Christian
Perfection (Guía para la perfección cristiana). Phoebe Palmer, de la Ciudad de Nueva York, y quien
dirigía la Reunión de los Martes para la Promoción de la Santidad, se convirtió en una solicitada
oradora, autora y editora. En 1867, los predicadores metodistas J. A. Wood, John Inskip y otros, en
Vineland, Nueva Jersey, iniciaron el primero de una larga serie de cultos campestres de santidad que
renovaron la búsqueda wesleyana de la santidad por todo el mundo.
La Iglesia Metodista Wesleyana, la Iglesia Metodista Libre, el Ejército de Salvación y algunos entre
los menonitas, Los Hermanos y los cuáqueros también hicieron hincapié en la santidad cristiana. Los
evangelistas llevaron este movimiento a Alemania, el Reino Unido, Escandinavia, India y Australia.
Se levantaron nuevas iglesias de santidad, incluyendo la Iglesia de Dios (Anderson, Indiana),
Como resultado de estos esfuerzos surgieron asociaciones misioneras, misiones urbanas y otras
congregaciones de santidad. La Iglesia del Nazareno nació como producto del impulso de unir a
muchas de ellas en una iglesia de santidad.
Unidad en Santidad
En 1887, Fred Hillery organizó la Iglesia Evangélica del Pueblo (Providence, Rhode Island). La Iglesia
Misionera (Lynn, Massachusetts) siguió en 1888. En 1890, estas dos, más otras ocho congregaciones
de Nueva Inglaterra formaron la Asociación Central Evangélica de Santidad. Anna S. Hanscome,
ordenada en 1892, fue la primera mujer ordenada al ministerio en el linaje nazareno.
Entre 1894 y 1895, William Howard Hoople organizó tres congregaciones de santidad en Brooklyn,
Nueva York, que luego formaron la Asociación de Iglesias Pentecostales de América. “Pentecostal”
era sinónimo de “santidad” para estos y otros fundadores nazarenos. Los grupos de Hillery y Hoople
se unieron en 1896 y abrieron obra en la India (1899) y en Cabo Verde (1901). Hiram Reynolds, su
secretario de misiones, también organizó congregaciones en Canadá (1902). Para 1907, el grupo se
extendía desde Nueva Escocia hasta Iowa.
Robert Lee Harris organizó la Iglesia Neotestamentaria de Cristo (Milán, Tennessee) en 1894. Mary
Lee Cagle, su viuda, la llevó hasta el oeste de Texas en 1895. C. B. Jernigan organizó la primera Iglesia
Independiente de Santidad (Van Alstyne, Texas) en 1901. Estas iglesias se fusionaron en Rising Star,
Texas (1904), formando la Iglesia de Cristo de la Santidad. Para 1908, la Iglesia se extendía desde
Georgia hasta Nuevo México, ministrando a los marginados y necesitados y ayudando a los huérfanos
y a las madres solteras y a la vez manteniendo conexiones con sus obreros en India y Japón.
Phineas F. Bresee y Joseph P. Widney, con cerca de otras 100 personas, organizaron la Iglesia del
Nazareno en Los Ángeles en 1895. La Iglesia mantenía que los cristianos santificados por la fe debían
seguir el ejemplo de Cristo y predicar el evangelio a los pobres. Creían que su tiempo y dinero debía
darse a ministerios que reflejaran a Cristo, a salvar las almas y a ayudar a los necesitados. La Iglesia
del Nazareno se extendió principalmente a lo largo de la costa oeste de los Estados Unidos, aunque
algunas de las congregaciones establecidas llegaban tan lejos hacia el este como Illinois. La Iglesia
también sostenía una misión autóctona en Calcuta, India.
Dirigidos por J. O. McClurkan, la Misión Pentecostal fue formada en Nashville en 1898, uniendo
a creyentes de santidad de Tennessee y estados circunvecinos. Esta Misión envió pastores y
maestros a Cuba, Guatemala, México e India. En 1906 George Sharpe fue expulsado de la Iglesia
Congregacional de Parkhead en Glasgow, Escocia, por predicar la doctrina wesleyana de la santidad
cristiana. Como resultado, se formó la Iglesia Pentecostal de Parkhead y también se oprganizaron
otras congregaciones, lo cual resultó en la fundación de la Iglesia Pentecostal de Escocia en 1909. La
Misión Pentecostal y la Iglesia Pentecostal de Escocia se unieron a la Iglesia del Nazareno Pentecostal
en 1915.
La Quinta Asamblea General (1919) cambió el nombre oficial de la denominación por el de Iglesia del
Nazareno. La palabra “pentecostal” ya no era sinónimo de la doctrina de santidad como se le había
entendido a finales del siglo XIX, cuando los fundadores originalmente adoptaron el nombre de la
Iglesia. Así, la joven denominación permaneció fiel a su misión original de predicar el evangelio de
plena salvación.
Primero, que se reconociera que las iglesias y distritos nazarenos constituían globalmente “una
comunidad mundial de creyentes en la que existe una total aceptación dentro de sus contextos
culturales”. Segundo, se identificara un compromiso común con “la misión distintiva de la Iglesia del
Nazareno”, a saber, la de “diseminar la santidad bíblica… (como) elemento clave en el núcleo de lo no
negociable que representa la identidad nazarena”.
La Iglesia del Nazareno ha tenido subsecuentemente un patrón de crecimiento único entre los
protestantes. Para 1998, la mitad de los nazarenos ya no vivía en los Estados Unidos y Canadá, y el 41
por ciento de los delegados a la Asamblea General de 2001 hablaban inglés solo como segunda lengua
o no lo hablaban. En 2009, el presbítero africano Eugénio R. Duarte, de Cabo Verde, fue electo
como uno de los superintendentes generales de la Iglesia.
Los primeros nazarenos eran personas compasivas que testificaban de la gracia de Dios apoyando
esfuerzos contra el hambre en la India y estableciendo orfanatorios, casas de maternidad para jóvenes
solteras, y misiones urbanas que ministraban a los adictos y desamparados. En la década de 1920, las
prioridades del ministerio social de la iglesia cambiaron hacia la medicina, y se construyeron hospitales
en China y Suazilandia, y después en India y Papúa Nueva Guinea. Ahora los médicos profesionales
nazarenos cuidaban a los enfermos, realizaban cirugías, capacitaban enfermeras y patrocinaban clínicas
móviles entre varios de los grupos de personas más pobres del mundo.
También se establecieron clínicas especializadas, tales como una clínica para leprosos en África. La
creación de Ministerios Nazarenos de Compasión en la década de 1980 permitió una gama mayor de
ministerios sociales que permanecen hasta el día de hoy y que incluyen el patrocinio de niños, la ayuda
en casos de desastre, la educación sobre el SIDA, el apoyo a los huérfanos, y los proyectos de agua y
de distribución de alimentos.
Las escuelas dominicales nazarenas y los estudios bíblicos siempre han sido parte de la vida de nuestras
congregaciones y tienen un rol importante en la formación de discípulos semejantes a Cristo. La
iglesia ha invertido en la educación básica y en la alfabetización desde sus primeros años, como es el
caso con la Escuela Hope para niñas en Calcuta, fundada en 1905. Las escuelas nazarenas preparan a
las personas alrededor del mundo para una participación plena en la vida social, económica y religiosa.
Hasta mediados del siglo XX, la mayoría de las primeras universidades nazarenas en los Estados Unidos
tuvieron escuelas primarias y secundarias anexas a ellas.
Los fundadores nazarenos invirtieron de manera considerable en la educación superior por creerla
esencial para la capacitación de los pastores y otros obreros nazarenos y para la formación de los
laicos. La Junta Internacional de Educación de la denominación cataloga a las instituciones nazarenas
de educación superior alrededor del mundo, lo que incluye universidades de artes liberales en África,
Brasil, Canadá, el Caribe, Corea y los Estados Unidos, seminarios e institutos bíblicos, escuelas de
enfermería en India y Papúa Nueva Guinea, y escuelas de posgrado en teología en Australia, Costa
Rica, Inglaterra, las Filipinas y los Estados Unidos.
Con el tiempo, la Iglesia del Nazareno ha pasado de ser una iglesia con presencia internacional a ser
una comunidad global de creyentes. Cimentados en la tradición wesleyana, los nazarenos se ven como
un pueblo cristiano, de santidad y misional, y han acogido como su declaración de misión, “Hacer
discípulos semejantes a Cristo en las naciones”.
*Diario de la Vigésima Asamblea General, Iglesia del Nazareno (1980):232. Franklin Cook, The International
Dimension (1984):49.
L A M I S I Ó N D E L A
IGLESIA DEL
NAZARENO
ES HACER DISCÍPULOS
SEMEJANTES
A CRISTO
EN LAS NACIONES
nuestros VALORES ESENCIALES
1. Somos un Pueblo Cristiano
Como miembros de la iglesia universal, nos unimos a los verdaderos creyentes en la proclamación
del señorío de Jesucristo y en los credos trinitarios históricos de la fe cristiana. Apreciamos nuestra
herencia wesleyana de santidad y la consideramos la manera de comprender la fe verdadera de
acuerdo con la Escritura, la razón, la tradición y la experiencia.
Nos unimos a todos los creyentes en la proclamación del señorío de Jesucristo. Creemos que, en
el amor divino, Dios ofrece a todas las personas el perdón de los pecados y la reconciliación. Al ser
reconciliados con Dios, somos reconciliados unos con otros, amándonos unos a otros como Dios nos
ha amado, perdonándonos unos a otros como hemos sido perdonados por Dios. Creemos que nuestra
vida en comunidad muestra el carácter de Cristo. Consideramos la Escritura como la fuente principal
de la verdad espiritual confirmada por la razón, la tradición y la experiencia.
Creemos en Dios el Padre, el Creador, que da vida a lo que no existe. En otro tiempo no éramos,
pero Dios nos llamó a ser, nos hizo para sí mismo, y nos formó a su propia imagen. Hemos sido
comisionados para llevar la imagen de Dios: “Yo soy Jehová, vuestro Dios. Vosotros por tanto os
santificaréis y seréis santos, porque yo soy santo” (Levítico 11:44a).
A través de esta misión en el mundo, la iglesia demuestra el amor de Dios. La historia de la Biblia
es la historia de Dios reconciliando al mundo consigo mismo, finalmente a través de Cristo Jesús (2
Corintios 5:16-21). La iglesia es enviada al mundo para participar con Dios en este ministerio de amor
y reconciliación por medio del evangelismo, la compasión y la justicia.
La educación superior cristiana ocupa un lugar central en la misión de la Iglesia del Nazareno. En los
años iniciales de la Iglesia del Nazareno, se organizaron instituciones de educación superior cristiana
con el propósito de preparar a hombres y mujeres de Dios para el liderazgo y servicio cristiano en el
avance global del avivamiento wesleyano de santidad. Nuestro compromiso continuo con la educación
superior cristiana a través de los años ha producido una red mundial de seminarios, escuelas bíblicas,
colegios y universidades.
C O N T O D O E L
P U E B L O D E D I O S
C O N F E S A M O S
Y A L A B A M O S A
JESUCRISTO
EL SEÑOR
Nuestra Misión
La misión de la Iglesia del Nazareno es hacer discípulos semejantes a Cristo
en las naciones.
Somos una iglesia de la Gran Comisión (Mateo 28:19-20). Como comunidad global de fe, se nos ha
comisionado llevar las buenas nuevas de vida en Cristo Jesús a gente en todas partes y diseminar el
mensaje bíblico de la santidad (vivir a la semejanza de Cristo) en todos los países.
La Iglesia del Nazareno une a personas que han hecho de Jesucristo el Señor de sus vidas, que
comparten en la comunión cristiana, y que buscan fortalecerse mutuamente en el desarrollo de su fe
mediante la adoración, la predicación, la capacitación y el servicio a otros.
Junto a nuestro compromiso personal con una vida semejante a la de Cristo, también nos esforzamos
por expresar la compasión de Jesucristo a todas las personas.
Aunque el motivo principal de la iglesia es glorificar a Dios, también se nos llama a participar
activamente en su misión, a saber, reconciliar al mundo consigo mismo.
Los nazarenos son más y más un pueblo enviado a las casas, a los lugares de trabajo, a las comunidades
y aldeas, y a otras ciudades y países. Ahora enviamos misioneros desde todas las regiones del
mundo.
Dios continúa llamando a personas ordinarias para que hagan cosas extraordinarias, y todo porque la
persona del Espíritu Santo lo hace posible.
¡VENID, ACLAMEMOS
A L E G R E M E N T E
A J E H O VÁ !
¡CANTEMOS CON JÚBILO A L A
ROCA DE NUESTRA
S A LVA C I Ó N !
Nuestras características
nazarenas
En la Asamblea General de 2013, la Junta de Superintendentes Generales develó siete características
de la Iglesia del Nazareno:
1. Adoración significativa
2. Coherencia teológica
3. Evangelismo apasionado
4. Discipulado intencional
5. Desarrollo de la iglesia
6. Liderazgo transformacional
7. Compasión con propósito
Aunque estos descriptores no sustituyen nuestra misión de “hacer discípulos semejantes a Cristo
en las naciones”, ni tampoco nuestros valores medulares de ser una iglesia “cristiana, de santidad y
misional”, sí describen lo que creemos que debe caracterizar a cada Iglesia del Nazareno y, en gran
medida, lo que deben reflejar los nazarenos en todas partes. Exhortamos a los líderes de la iglesia a
que enfaticen, y a todos los nazarenos a que encarnen estas características a medida que seguimos
adelante. Exploremos cómo, con el tiempo, se puedan volver realidades para la iglesia global.
1. Adoración Significativa
Un llamado a la adoración
¡Venid, aclamemos alegremente a Jehová! ¡Cantemos con júbilo a
la roca de nuestra salvación!
¡Lleguemos ante su presencia con alabanza! ¡Aclamémosle con cánticos!,
porque Jehová es Dios grande, el gran Rey sobre todos los dioses.
En su mano están las profundidades de la tierra y las alturas de los montes son suyas.
Suyo también el mar, pues él lo hizo, y sus manos formaron la tierra seca.
Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová, nuestro hacedor.
porque él es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su prado y ovejas de su mano.
—Salmos 95:1-7a
Podemos decir confiadamente que adorar a Dios es reconocerlo como la Roca de nuestra salvación, el
gran Dios, el gran Rey sobre todos los dioses, el creador de todas las cosas, y el Pastor que cuida de su
pueblo.
A. Los discípulos de Jesús vivieron en su presencia y ministraron a otros como resultado de su relación.
• Jesús envió a sus discípulos al mundo a ministrar (Mateo 10).
• Después les dijo que necesitaban ser llenos del Espíritu Santo. Esperaron en el aposento alto y
el Espíritu Santo vino tal y como Jesús les había dicho (Hechos 2).
• Una vez que los discípulos empezaron a ministrar al mundo se convirtieron en embajadores de
Dios.
• Llevaron un mensaje de reconciliación junto a su misión de reconciliación (2 Corintios 5:11-21).
• El apóstol Pablo lo dijo mejor: “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios
rogara por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que
no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros seamos hechos justicia de
Dios en él” (2 Corintios 5:20-21).
B. Jesús desafió a sus seguidores con la Gran Comisión.
• “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20).
• La iglesia primitiva empezó a cumplir verdaderamente con esta comisión en el mundo después
de un encuentro significativo de adoración en Antioquía (Hechos 13:1-4).
2. Coherencia Teológica
A. Nuestra voz nazarena deberá escucharse dentro del ámbito más amplio de la iglesia cristiana.
• Nuestra voz habla de quiénes somos teológicamente.
• Es lo que afirmamos, lo que nos motiva a actuar, y el cómo vivimos nuestras creencias en la vida
diaria.
B. Estas son nuestras fuentes de coherencia teológica.
• Las Escrituras: Creemos que las Sagradas Escrituras son fundacionales y vitales para formar
nuestra identidad en Cristo.
• La tradición cristiana: Celebramos las enseñanzas ortodoxas de 2,000 años de historia a través
de las diversas tradiciones cristianas.
• La razón: Creemos que el Espíritu de Dios obra a través de nuestro intelecto y nos da
discernimiento.
Tradición
cristiana
Razón Experiencia
Personal
Sagradas
Escrituras Fuentes de coherencia teológica
• La experiencia personal: Creemos que Dios obra en y por medio de las vidas de las personas y de
las comunidades que siguen a Cristo.
C. Estas creencias nos dan una coherencia teológica.
• Somos cristianos.
Afirmamos nuestra creencia en el Dios Trino —Padre, Hijo, y Espíritu Santo.
Afirmamos la fe en Jesucristo como el Hijo de Dios.
Afirmamos a Cristo como la segunda persona de la Trinidad.
Sostenemos los credos y tradiciones ortodoxas de la iglesia cristiana.
• Somos protestantes.
Creemos en la justificación por la gracia mediante la fe sola para la salvación.
Le damos a las Escrituras una alta autoridad.
Creemos en el sacerdocio de todos los creyentes.
Afirmamos el sermón como un aspecto central de la experiencia de adoración y ubicamos al
púlpito como el centro de la plataforma de la iglesia.
Creemos que los dones del Espíritu son repartidos entre todos los creyentes en el cuerpo de
Cristo.
• Somos evangélicos.
Creemos en la posibilidad y necesidad de una relación personal con Jesucristo mediante el
perdón de los pecados y la transformación de nuestro carácter a la semejanza de Cristo.
Creemos en el testimonio de nuestra fe mediante los cambios de estilos de vida.
• Somos wesleyanos.
Creemos en una naturaleza esencial de Dios alrededor de la cual se construye toda la teología
—“Dios es amor” (1 Juan 4:8).
Creemos que los humanos ejercen su libre albedrío para tener una relación significativa con
Dios.
Creemos que Dios ejerce su gracia y misericordia para con la humanidad.
Creemos que la gracia preveniente de Dios va delante de una persona, previene que esa
persona caiga más en el pecado, y la acerca a Dios.
Creemos que la gracia suficiente de Dios que busca, redime, salva y santifica, obra con una
persona para hacerla hija(o) de Dios y le da una victoria continua en el caminar cristiano.
Creemos en el optimismo de la gracia para romper el poder del pecado en la vida de una
persona y transformar a la persona de un pecador a un hijo de Dios que voluntariamente
obedezca al Señor con un corazón de amor.
Creemos que la santidad y la santificación son posibilidades reales en esta vida.
• Creemos en el testimonio del Espíritu.
Creemos en la seguridad que le permite a una persona saber que sus pecados son perdonados
por Dios, y que le da una consciencia continua de que la sangre de Jesucristo sigue cubriendo
los pecados del pasado, ofreciéndole una victoria diaria.
Creemos en aquella dirección del Espíritu que permite que la persona sea guiada por Dios en
las decisiones diarias de la vida. El Espíritu de Dios puede dirigir a sus hijos y a sus hijas con
avisos y controles que les den un sentido de dirección en el viaje de la vida.
D. Creemos que hay cuatro aspectos esenciales de una vida santa:
• La semejanza a Cristo —ser transformados diariamente a la imagen de Jesús mediante la obra
del Espíritu Santo al estar disponibles para que Dios trabaje en nosotros. “Por tanto, si hay algún
consuelo en Cristo, si algún estímulo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto
entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo
amor, unánimes, sintiendo una misma cosa” (Filipenses 2:1-2).
• El estilo de vida —ser apartados para propósitos santos con el fin de hacer la obra de Dios en
nuestro mundo. “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad” (Juan
17:15-17).
• La tentación y el poder para elegir —tener la habilidad de no rendirse a las adicciones, o a las
sugerencias de la carne o del maligno, sino tener el poder de Dios para vivir una vida santa. “Que
él alumbre los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a la que él os
ha llamado, cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos y cuál la extraordinaria
grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la acción de su fuerza poderosa.
Esta fuerza operó en Cristo, resucitándolo de los muertos y sentándolo a su derecha en los
lugares celestiales” (Efesios 1:18-20).
• El fruto del Espíritu —el perfecto amor de Dios que se manifiesta en amor, gozo, paz, paciencia,
bondad, benignidad, fidelidad y autocontrol. “En el amor no hay temor, sino que el perfecto
amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido
perfeccionado en el amor” (1 Juan 4:18).
E. Creemos en la vía media. Intentamos evitar los extremos en un sinnúmero de asuntos, sea de un
lado o del otro. Siempre que sea posible, nos enfocamos menos en los detalles de los extremos y
más en el equilibrio del punto medio.
3. Evangelismo Apasionado
El evangelismo apasionado es nuestra respuesta al amor y gracia de Jesús para la humanidad. La Iglesia
del Nazareno empezó con un evangelismo apasionado, y continúa siendo el corazón de quiénes somos.
En su llamado al evangelismo, Phineas Bresee, el primer superintendente general de la Iglesia del
Nazareno, dijo, “Estamos en deuda con llevar el evangelio a toda [persona] en la misma medida en la
que lo hemos recibido”. Nos enfocamos en ayudar a las personas a descubrir una fe salvífica personal
en Jesucristo.
A. El evangelismo apasionado fue modelado por Jesús:
• “Al ver las multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como
ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha,
mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo
9:36–38).
• Jesús dijo, “¿No decís vosotros: ‘Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega?’ Yo os digo:
Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35).
B. El evangelismo apasionado fue un mandato de Jesús:
• “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).
• “Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciera, y resucitara de los
muertos al tercer día; y que se predicara en su nombre el arrepentimiento y el perdón de
pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:46-47).
C. El evangelismo apasionado fue dejado libre de trabas por Jesús:
• “Y será predicado este evangelio del Reino en todo el mundo, para testimonio a todas las
naciones, y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14).
• “El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para
que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
D. El evangelismo apasionado es facultado por el Espíritu Santo:
• Él nos potencia individual y colectivamente para vivir la santidad y testificar de ella.
• “Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me series testigos
en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).
E. El evangelismo apasionado se produce por el Espíritu Santo:
• Su vida en nosotros es evidente y productiva.
• “Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne
con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas
5:22–25).
F. El evangelismo apasionado da nueva vida y nueva energía tanto al individuo como a la iglesia.
• “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; todas son
hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
• “Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2:47b).
G. El evangelismo apasionado es una expresión de nuestra obediencia a Jesús:
• Una de las evidencias más innegables del poder transformador del evangelio es la vida del
apóstol Pablo.
• En uno de sus testimonios, el Apóstol dijo, “A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy
deudor. Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio… No me avergüenzo del
evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:14–16).
H. La pasión por Cristo es nuestro punto de entrada a la Gran Comisión (Mateo 28:19-20) —nuestra
capacitación y equipamiento vienen después:
• De ahí derivamos que todos deberían conocer a Jesucristo.
• Por lógica, todos, hasta los menos dotados con técnicas o métodos, deberían responder con
pasión y compartir a Cristo con resolución.
I. El evangelismo apasionado nos invita a depender del poder de la Palabra de Dios que nos empuja a
compartir las buenas nuevas de salvación con otros:
• Estudiamos la Biblia con fe; luego les decimos a otros lo que dice la Palabra de Dios.
• El poder del mensaje del evangelio habla a los corazones de hombres y mujeres, y de niños y
niñas que necesitan una restaurada relación con Dios.
• Jesús nos muestra el ejemplo. “Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había
perdido” (Lucas 19:10). “Enseñando Jesús al pueblo en el Templo, y anunciando el evangelio”
(Lucas 20:1a).
J. El evangelismo apasionado nos impulsa a conocer a Cristo de manera más completa:
• Expresa quiénes somos, nuestro estilo de vida. Nuestra pasión por la vida no es mayor que
nuestra pasión por la evangelización. Al elegir vivir, elegimos evangelizar.
• Da fe de lo que sabemos. Como el ciego que fue sanado por Jesús, quien sencillamente testificó,
“Una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo” (Juan 9:25).
• Prueba cuán agradecidos estamos por este privilegio. “De gracia recibisteis, dad de gracia”
(Mateo 10:8b).
K. El evangelismo apasionado nos motiva a discipular:
• A lo largo del viaje de la vida, buscamos influenciar a las personas que conocemos y a las que no
conocemos al compartirles nuestro caminar de fe.
• Todo seguidor de Cristo debe estar lo suficientemente apasionado por su relación con Dios
como para compartir en conversaciones con otros un testimonio personal que fluya de manera
natural.
L. El evangelismo apasionado inspira nuestra creatividad:
• Herramientas —Unos cuantos ejemplos son: Película JESÚS, Balón evangelístico, Cubo
evangelístico.
• Métodos —Muchos métodos, un mensaje.
• Estrategias —Evangelismo masivo, amistad y evangelismo personal, células o grupos pequeños,
ministerios urbanos y muchos más.
4. Discipulado Intencional
A. Jesús llamó a la iglesia a hacer discípulos intencionalmente.
• “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y
del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20).
• La iglesia tiene un método intencional para hacer discípulos semejantes a Cristo.
• Los discípulos semejantes a Cristo son personas que moran en Cristo, crecen a semejanza de
Cristo, y hacen lo que Él hace. Se niegan a sí mismos, y aman y obedecen a Dios con todo su
corazón, alma, mente y fuerzas. (Marcos 12:30, Juan 15, Lucas 9).
• El discipulado relacional e intencional ayuda a las personas a desarrollar relaciones íntimas y de
obediencia con Jesús. En estas relaciones, el Espíritu de Cristo transforma el carácter de las
personas a la semejanza de Cristo, y lo hace cambiando los valores de los nuevos creyentes a los
valores del Reino, e involucrándolos en su misión de invertir en otros, bien sea en sus hogares,
en sus iglesias y en el mundo.
B. Empezamos guiando a las personas a una relación personal con Jesucristo.
• El viaje de fe se inicia con la confesión de los pecados y el perdón por gracia mediante la fe en
Jesucristo.
• Estas nuevas criaturas en Cristo son regeneradas y adoptadas dentro de la familia de Dios.
• La regeneración produce cambios en los corazones y en los estilos de vida, y también
testimonios de la gracia de Dios a los que los regenerados conocen.
• Inmediatamente nutrimos a estos nuevos creyentes dentro de la comunidad de fe enseñándoles
desde el inicio que han sido salvos no solo para el bien de ellos mismos sino para el de aquellos a
quienes van a influenciar y llevar a Cristo. Se volverán hacedores de discípulos que discipulan a
otros quienes a su vez se volverán hacedores de discípulos.
• El discipulado incluye ayudar a alguien más a seguir a Jesús más de cerca.
6. Liderazgo Transformacional
A. Buscamos desarrollar líderes a través de un modelo de semejanza a Cristo. Jesús es nuestro
ejemplo. Por lo tanto, un líder transformacional es un líder a la semejanza de Cristo.
B. Los líderes transformacionales son sumisos y humildes.
• Siguen a Jesucristo, quien se sometió a la voluntad del Padre (Filipenses 2: 5-8).
• Dependen totalmente de Dios para que les conteste sus oraciones y les supla todas sus
necesidades (Juan 15:7).
• Se someten a la autoridad de otros y piensan menos en sí mismos (Efesios 5:21).
En Jesús, Dios se encarnó y actuó de manera decisiva para reconciliar al mundo consigo mismo (Juan
3:15-16; Romanos 1:1-16). Cuando aún éramos pecadores, Dios ofreció a su propio Hijo “como un
sacrificio de expiación” por el pecado (Romanos 3:25, NVI). ¡El Señor de toda la creación llevó sobre
sí el pecado del mundo y nos dio salvación a todos!
En Jesucristo, la justicia de Dios—su salvación—se hizo manifiesta (Romanos 3:21). De no haber sido
por esta acción, toda la humanidad estaría separada irremisiblemente de Dios (Efesios 1:5-2:10). Hoy,
todos los poderes que nos separaban de Dios están derrotados (Colosenses 2:15). ¡Ahora, “por medio
de la fe en Jesucristo” (Romanos 3:22), somos hechos libres (Romanos 8:2)!
El Nuevo Testamento forma un himno continuo de alabanza al Dios que nos da abundantemente de
sus riquezas (Efesios 1:6-10). En Cristo, la plenitud de Dios habita corporalmente, y los que reciben a
Cristo llegarán a la plenitud en Él (Colosenses 2:8-15). El apóstol Pablo, tras examinar los beneficios
de la gracia de Dios, exclamó: “¡Profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de
Dios!” (Romanos 11:33). Algunas de esas riquezas son el perdón de pecados, el Espíritu que mora
en nosotros, la formación a la imagen de Cristo, la vida eterna, la paz con Dios, la santificación, el
compañerismo de la iglesia y la esperanza del regreso del Señor.
Cuando Jesús hablaba, lo que numerosas personas escuchaban era en verdad “buenas nuevas”, a saber,
que Dios reconcilia consigo mismo a los pecadores. Incluso un odiado recolector de impuestos o una
mujer sorprendida en el acto de adulterio que escucha del amor de Dios, puede arrepentirse, ser
perdonado y recibir vida eterna. Dios se da libremente a aquellos que reconocen su falta de capacidad
para hacer algo que amerite el favor de Dios (Lucas 15).
Mucho antes de que nos demos cuenta, el Espíritu Santo ya está trabajando en su intento de llevarnos
a la salvación. El salmista dice que no hay un lugar donde la voz de Dios no se escuche (Salmo
19:3). Pablo nos dice que, en cada momento, toda la creación depende de Cristo para su existencia
(Colosenses 1:15-17). Juan declara que Cristo alumbra a todo ser humano (Juan 1:9).
En formas que son igualadas solamente por la creatividad y la fidelidad de Dios, el Espíritu Santo
trabaja en historias personales y sociales que le abren sendas al evangelio. El Espíritu Santo va con
antelación a la proclamación explícita del evangelio y prepara a las personas para escuchar—y ojalá
recibir—las buenas nuevas.
En retrospectiva, todos los cristianos pueden rastrear un patrón por el cual el Espíritu los llevó
a la redención cristiana. A esta dimensión preparatoria de la gracia de Dios le llamamos “gracia
“preveniente”, o la gracia que se nos adelanta.
Dios está de nuestra parte. Todo lo que Dios hizo por medio de su Hijo, ahora nos lo ofrece por medio
del Espíritu Santo. De hecho, toda la creación se beneficia de la salvación que el Padre ha llevado a
cabo en su Hijo (Romanos 8:19-25).
La justificación es el nombre que le damos al acto de gracia por el cual Dios perdona y reconcilia a
los pecadores consigo mismo. La justificación, el que uno sea devuelto al favor de Dios, es por gracia
mediante la fe sola.
Pero la justificación es solo una dimensión de la obra salvífica de Dios. Hay un segundo beneficio, y es
que el Espíritu de Dios en realidad viene a morar en el pecador que se arrepiente a fin de establecer
en él o ella la vida de Dios. La persona nace de nuevo; es regenerada por el Espíritu de Dios. El Nuevo
Testamento le llama a esta nueva concreción de la vida espiritual una nueva creación, un nuevo
nacimiento, vida eterna, entrar al reino de Dios, caminar en vida nueva, y vida en el Espíritu.
Pero como quiera que se le llame, lo cierto es que por el milagro de la gracia divina el Espíritu Santo
instala verdaderamente su residencia en el cristiano, efectuando una transformación. Donde antes
había muerte, ahora hay vida, paz con Dios donde antes había guerra, y esperanza donde antes había
desesperanza. El Nuevo Testamento anuncia: “Si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo
viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! Todo esto proviene de Dios” (2 Corintios 5:17-18a, NVI).
El Nuevo Testamento habla de los cristianos como que ellos están “en Cristo”, y de Cristo como que
Él está en ellos. Por un lado, los cristianos ahora se han reconciliado con Dios porque por fe están “en
Cristo” (Romanos 8:1), en Aquél que reconcilia con el Padre a los pecadores arrepentidos.
Por otro lado, el Nuevo Testamento habla de Cristo en nosotros como la “esperanza de gloria”
(Colosenses 1:27). Mediante el Espíritu Santo, el Cristo resucitado imparte su vida a su pueblo; se
imparte a sí mismo. Habita en ellos y cultiva dentro de ellos el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23).
“Pero,” dirán muchos, “siendo realistas, ¿qué clase de vida espiritual puedo yo esperar como cristiano?
¿Acaso no es cierto que el arrastre de los viejos hábitos pecaminosos sigue estableciendo el patrón de
mi vida? ¿O será que el Espíritu de Dios que ahora mora en mí puede ofrecerme una vida mejor?” El
Nuevo Testamento responde: “El que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo” (1
Juan 4:4, NVI).
¡El mismo poder que levantó a Jesucristo de los muertos, dándole la victoria sobre la muerte, el
infierno, el pecado y el sepulcro, ahora trabaja en nosotros por el Espíritu Santo (Efesios 1:19)! En otro
tiempo gobernó la antigua ley del pecado y de la muerte. Pero ahora, “la ley del Espíritu de vida en
Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:2).
La norma gozosa para todos los cristianos es que sean llenos del Espíritu Santo, y que vivan, no
de acuerdo a la carne, sino de acuerdo al Espíritu (Romanos 8:1-8). ¿Ha experimentado usted
personalmente en su vida el milagro de la gracia transformadora de Dios?
*El ensayo, El milagro de la gracia que transforma ha sido tomado de, The Reflecting God Study Bible® 2000.
Los derechos de esta Biblia de Estudio están reservados por The Zondervan Corporation, y los del ensayo, por
Beacon Hill Press de Kansas City. Usado con permiso de la editorial. Todos los derechos reservados.
IGLESIA DEL NAZARENO
nuestros ARTÍCULOS DE FE
I. El Dios trino
Creemos en un solo Dios eternamente existente e infinito, Creador y Sustentador, Soberano del
universo; que sólo Él es Dios, santo en naturaleza, atributos y propósito. El Dios, quien es amor santo
y luz es trino en su ser esencial, revelado como Padre, Hijo y Espíritu Santo.
(Génesis 1; Levítico 19:2; Deuteronomio 6:4-5; Isaías 5:16; 6:1-7; 40:18-31; Mateo 3:16-17; 28:19-20; Juan
14:6-27; 1 Corintios 8:6; 2 Corintios 13:14; Gálatas 4:4-6; Efesios 2:13-18, 1 Juan 1:5; 4:8)
II. Jesucristo
Creemos en Jesucristo, la Segunda Persona de la Divina Trinidad; que Él es eternalmente uno con
el Padre; que se encarnó por obra del Espíritu Santo y que nació de la virgen María, de manera que
dos naturalezas enteras y perfectas, es decir, la deidad y la humanidad, fueron unidas en una persona,
verdadero Dios y verdadero hombre, el Dios-hombre.
Creemos que Jesucristo murió por nuestros pecados, y que ciertamente se levantó de entre los
muertos y tomó otra vez su cuerpo, junto con todo lo perteneciente a la perfección de la naturaleza
humana, con el cual ascendió al cielo y está allí intercediendo por nosotros.
(Mateo 1:20-25; 16:15-16; Lucas 1:26-35; Juan 1:1-18; Hechos 2:22-36; Romanos 8:3, 32-34; Gálatas 4:4-5;
Filipenses 2:5-11; Colosenses 1:12-22; 1 Timoteo 6:14-16; Hebreos 1:1-5; 7:22-28; 9:24-28; 1 Juan 1:1-3; 4:2-
3, 15)
Creemos en el Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Divina Trinidad, que está siempre presente y
eficazmente activo en la Iglesia de Cristo y juntamente con ella, convenciendo al mundo de pecado,
regenerando a los que se arrepienten y creen, santificando a los creyentes y guiando a toda verdad la
cual está en Jesucristo.
(Juan 7:39; 14:15-18, 26; 16:7-15; Hechos 2:33; 15:8-9; Romanos 8:1-27; Gálatas 3:1-14; 4:6; Efesios 3:14-21;
1 Tesalonicenses 4:7-8; 2 Tesalonicenses 2:13; 1 Pedro 1:2; 1 Juan 3:24; 4:13)
Las referencias bíblicas son de apoyo de los Artículos de Fe y fueron colocadas aquí por la acción de la Asamblea General
de 1976, pero no deben ser consideradas parte del texto constitucional.
IV. Las Sagradas Escrituras
Creemos en la inspiración plenaria de las Sagradas Escrituras, por las cuales aceptamos los 66 libros
del Antiguo y Nuevo Testamentos dados por inspiración divina, revelando infaliblemente la voluntad
de Dios respecto a nosotros en todo lo necesario para nuestra salvación, de manera que no se debe
imponer como Artículo de Fe ninguna enseñanza que no esté en ellas.
(Lucas 24:44-47; Juan 10:35; 1 Corintios 15:3-4; 2 Timoteo 3:15-17; 1 Pedro 1:10-12; 2 Pedro 1:20-21)
Creemos que el pecado entró en el mundo por la desobediencia de nuestros primeros padres, y la
muerte por el pecado. Creemos que el pecado es de dos clases: pecado original o depravación y
pecado actual o personal.
Creemos que el pecado original difiere del pecado actual, por cuanto constituye una propensión
heredada al pecado actual de la que nadie es responsable, sino hasta que el remedio divinamente
provisto haya sido menospreciado o rechazado.
Creemos que el pecado actual o personal es la violación voluntaria de una ley conocida de Dios
cometida por una persona moralmente responsable. Por tanto, no debe ser confundido con fallas
involuntarias o inevitables, debilidades, faltas, errores, fracasos u otras desviaciones de una norma
de conducta perfecta, los cuales son residuos de la caída. Sin embargo, tales efectos inocentes no
incluyen actitudes o respuestas contrarias al Espíritu de Cristo, las que pueden llamarse propiamente
pecados del espíritu. Creemos que el pecado personal es primordial y esencialmente una violación de
la ley del amor y que, en relación con Cristo, el pecado puede definirse como incredulidad.
(Pecado original: Génesis 3; 6:5; Job 15:14; Salmos 51:5; Jeremías 17:9-10; Marcos 7:21-23; Romanos 1:18-25;
5:12-14; 7:1—8:9; 1 Corintios 3:1-4; Gálatas 5:16-25; 1 Juan 1:7-8. Pecado personal: Mateo 22:36-40 [con 1
Juan 3:4]; Juan 8:34-36; 16:8-9; Romanos 3:23; 6:15-23; 8:18-24; 14:23; 1 Juan 1:9—2:4; 3:7-10)
VI. La expiación
Creemos que Jesucristo por sus sufrimientos, por el derramamiento de su preciosa sangre y por su
muerte en la cruz hizo una expiación plena por todo el pecado de la humanidad, y que esta expiación es
la única base de la salvación y que es suficiente para todo individuo de la raza de Adán. La expiación es
misericordiosamente eficaz para la salvación de aquellos incapaces de responsabilidad moral y para los
niños en su inocencia, pero para los que llegan a la edad de responsabilidad es eficaz para su salvación
solamente cuando se arrepienten y creen.
(Isaías 53:5-6, 11; Marcos 10:45; Lucas 24:46-48; Juan 1:29; 3:14-17; Hechos 4:10-12; Romanos 3:21-26;
4:17-25; 5:6-21; 1 Corintios 6:20; 2 Corintios 5:14-21; Gálatas 1:3-4; 3:13-14; Colosenses 1:19-23; 1 Timoteo
2:3-6; Tito 2:11-14; Hebreos 2:9; 9:11-14; 13:12; 1 Pedro 1:18-21; 2:19-25; 1 Juan 2:1-2)
VII. La gracia preveniente
Creemos que la creación de la raza humana a la imagen de Dios incluyó la capacidad de decidir entre
el bien y el mal y que, por tanto, los seres humanos fueron hechos moralmente responsables; que
a través de la caída de Adán ellos se tornaron depravados, de tal modo que ahora no pueden, por sí
mismos y por sus capacidades y obras, volver a la fe e invocar a Dios. Pero también creemos que la
gracia de Dios, por medio de Jesucristo, se concede gratuitamente a todas las personas, capacitando a
todos los que quieran, para volverse del pecado a la justicia, para creer en Jesucristo y recibir perdón y
limpieza del pecado, y para seguir las buenas obras agradables y aceptables ante Él. Creemos que todas
las personas, aunque posean la experiencia de la regeneración y de la entera santificación, pueden caer
de la gracia y apostatar y, a menos que se arrepientan de sus pecados, se perderán eternalmente y sin
esperanza.
(Semejanza divina y responsabilidad moral: Génesis 1:26-27; 2:16-17; Deuteronomio 28:1-2; 30:19; Josué
24:15; Salmos 8:3-5; Isaías 1:8-10; Jeremías 31:29-30; Ezequiel 18:1-4; Miqueas 6:8; Romanos 1:19-20;
2:1-16; 14:7-12; Gálatas 6:7-8. Incapacidad natural: Job 14:4; 15:14; Salmos 14:1-4; 51:5; Juan 3:6a; Romanos
3:10-12; 5:12-14, 20a; 7:14-25. Don de gracia y obras de fe: Ezequiel 18:25-26; Juan 1:12-13; 3:6b; Hechos
5:31; Romanos 5:6-8, 18; 6:15-16, 23; 10:6-8; 11:22; 1 Corintios 2:9-14; 10:112; 2 Corintios 5:18-19; Gálatas
5:6; Efesios 2:8-10; Filipenses 2:12-13; Colosenses 1:21-23; 2 Timoteo 4:10a; Tito 2:11-14; Hebreos 2:1-3;
3:12-15; 6:4-6; 10:26-31; Santiago 2:18-22; 2 Pedro 1:10-11; 2:20-22)
VIII. El arrepentimiento
Creemos que la justificación es aquel acto benigno y judicial de Dios, por el cual Él concede pleno
perdón de toda culpa, la remisión completa de la pena por los pecados cometidos y la aceptación como
justos de los que creen en Jesucristo y lo reciben como Salvador y Señor.
Creemos que la regeneración, o nuevo nacimiento, es aquella obra de gracia de Dios, por la cual
la naturaleza moral del creyente arrepentido es vivificada espiritualmente y recibe una vida distin-
tivamente espiritual, capaz de experimentar fe, amor y obediencia.
Creemos que la adopción es aquel acto benigno de Dios, por el cual el creyente justificado y
regenerado se constituye en hijo de Dios.
Creemos que la santificación es la obra de Dios por medio de la cual transforma a los creyentes
a la semejanza de Cristo. Ésta es efectuada mediante la gracia de Dios por el Espíritu Santo en la
santificación inicial, o regeneración (simultánea a la justificación), la entera santificación y la obra
continua de perfeccionamiento del creyente por el Espíritu Santo, culminando en la glorificación, en
la cual somos completamente conformados a la imagen del Hijo.
Creemos que la entera santificación es el acto de Dios, subsecuente a la regeneración, por el cual los
creyentes son hechos libres del pecado original o depravación, y son llevados a un estado de entera
devoción a Dios y a la santa obediencia de amor hecho perfecto.
Es efectuada por la llenura o el bautismo con el Espíritu Santo; y en una sola experiencia incluye la
limpieza de pecado del corazón y la morada permanente y continua del Espíritu Santo, capacitando al
creyente para la vida y el servicio.
La entera santificación es provista por la sangre de Jesús, efectuada instantáneamente por la gracia
mediante la fe y precedida por la entera consagración. El Espíritu Santo da testimonio de esta obra y
estado de gracia.
Esta experiencia se conoce también con varios nombres que re-presentan sus diferentes fases, tales
como “la perfección cristiana”, “el amor perfecto”, “la pureza de corazón”, “la llenura o el bautismo
con el Espíritu Santo”, “la plenitud de la bendición” y “la santidad cristiana”.
Creemos que hay una clara distinción entre el corazón puro y el carácter maduro. El primero se
obtiene instantáneamente como resultado de la entera santificación; el segundo es resultado del
crecimiento en la gracia.
Creemos que la gracia de la entera santificación incluye el impulso divino para crecer en gracia como
discípulo semejante a Cristo. Sin embargo, este impulso se debe cultivar conscientemente, y se debe
dar atención cuidadosa a los requisitos y procesos del desarrollo espiritual y mejoramiento de carácter
y personalidad en semejanza a Cristo. Sin ese esfuerzo con tal propósito, el testimonio de uno puede
debilitarse, y la gracia puede entorpecerse y finalmente perderse.
XI. La iglesia
Creemos en la Iglesia, la comunidad que confiesa a Jesucristo como Señor, el pueblo del pacto de Dios
renovado en Cristo, el Cuerpo de Cristo llamado a ser uno por el Espíritu Santo mediante la Palabra.
Dios llama a la Iglesia a expresar su vida en la unidad y la comunión del Espíritu; en adoración por
medio de la predicación de la Palabra de Dios, en la observancia de los sacramentos y el ministerio en
su nombre; en la obediencia a Cristo, la vida santa y la mutua rendición de cuentas.
La Iglesia es una realidad histórica que se organiza en formas culturalmente adaptadas; existe
tanto como congregaciones locales y como cuerpo universal; aparta a personas llamadas por Dios
para ministerios específicos. Dios llama a la iglesia a vivir bajo su gobierno en anticipación de la
consumación en la venida de nuestro Señor Jesucristo.
(Éxodo 19:3; Jeremías 31:33; Mateo 8:11; 10:7; 16:13-19, 24; 18:15-20; 28:1920; Juan 17:14-26; 20:21-
23; Hechos 1:7-8; 2:32-47; 6:1-2; 13:1; 14:23; Romanos 2:28-29; 4:16; 10:9-15; 11:13-32; 12:1-8; 15:1-3; 1
Corintios 3:5-9; 7:17; 11:1, 17-33; 12:3, 12-31; 14:26-40; 2 Corintios 5:11—6:1; Gálatas 5:6, 13-14; 6:1-5, 15;
Efesios 4:1-17; 5:25-27; Filipenses 2:1-16; 1 Tesalonicenses 4:1-12; 1 Timoteo 4:13; Hebreos 10:19-25; 1 Pedro
1:1-2, 13; 2:4-12, 21; 4:1-2, 10-11; 1 Juan 4:17; Judas 24; Apocalipsis 5:9-10)
XII. El bautismo
Creemos que el bautismo cristiano, ordenado por nuestro Señor, es un sacramento que significa la
aceptación de los beneficios de la expiación de Jesucristo, que debe administrarse a los creyentes,
y que declara su fe en Jesucristo como su Salvador y su pleno propósito de obediencia en santidad
y justicia. Como el bautismo es un símbolo del nuevo pacto, se puede bautizar a niños pequeños, a
petición de sus padres o tutores, quienes prometerán la enseñanza cristiana necesaria.
El bautismo puede ser administrado por aspersión, afusión o inmersión, según la preferencia del
candidato.
(Mateo 3:1-7; 28:16-20; Hechos 2:37-41; 8:35-39; 10:44-48; 16:29-34; 19:16; Romanos 6:3-4; Gálatas
3:26-28; Colosenses 2:12; 1 Pedro 3:18-22)
Creemos que la cena conmemorativa y de comunión instituida por nuestro Señor y Salvador
Jesucristo es esencialmente un sacramento del Nuevo Testamento, que declara su muerte expiatoria,
por cuyos méritos los creyentes tienen vida y salvación, y la promesa de todas las bendiciones
espirituales en Cristo. Es distintivamente para aquellos que están preparados para apreciar con
reverencia su significado y por ella anuncian la muerte del Señor hasta que Él venga otra vez. Siendo la
fiesta de comunión, sólo aquellos que tienen fe en Cristo y amor para los santos deben ser llamados a
participar en ella.
(Éxodo 12:1-14; Mateo 26:26-29; Marcos 14:22-25; Lucas 22:17-20; Juan 6:28-58; 1 Corintios 10:14-21;
11:23-32)
Creemos que el Señor Jesucristo vendrá otra vez; que los que vivamos en el momento de su venida
no precederemos a los que durmieron en Cristo Jesús; mas si hemos permanecido en Él, seremos
arrebatados con los santos resucitados para reunirnos con el Señor en el aire, y estaremos siempre con
Él.
(Mateo 25:31-46; Juan 14:1-3; Hechos 1:9-11; Filipenses 3:20-21; 1 Tesalonicenses 4:13-18; Tito 2:11-14;
Hebreos 9:26-28; 2 Pedro 3:3-15; Apocalipsis 1:7-8; 22:7-20)
Creemos en la resurrección de los muertos, que los cuerpos tanto de los justos como de los injustos
serán resucitados y unidos con sus espíritus —“los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida
mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”.
Creemos en el juicio futuro en el cual toda persona comparecerá ante Dios para ser juzgada según sus
hechos en esta vida.
Creemos que a los que son salvos por creer en Jesucristo nuestro Señor y le siguen en obediencia se
les asegura la vida gloriosa y eterna; y que los que permanezcan impenitentes hasta el fin, sufrirán
eternamente en el infierno.
(Génesis 18:25; 1 Samuel 2:10; Salmos 50:6; Isaías 26:19; Daniel 12:2-3; Mateo 25:31-46; Marcos 9:43-48;
Lucas 16:19-31; 20:27-38; Juan 3:16-18; 5:25-29; 11:21-27; Hechos 17:30-31; Romanos 2:1-16; 14:7-12; 1
Corintios 15:12-58; 2 Corintios 5:10; 2 Tesalonicenses 1:5-10; Apocalipsis 20:11-15; 22:1-15)
Nuestra eclesiología
La Santa Iglesia Cristiana
Nos identificamos con la historia bíblica del “pueblo de Dios”, y confesamos que formamos parte
de aquella iglesia que es “una, santa, apostólica y universal”. El bautismo en la iglesia de Cristo es un
testimonio personal y corporativo de la gracia preveniente y salvífica de Dios. Nuestros ministros se
ordenan “en la Iglesia de Dios”,1 y nuestras congregaciones son expresiones concretas de la iglesia
universal. Afirmamos la historia bíblica de la santidad de Dios y de la iglesia de Dios, elegida como
instrumento de gracia divina y llamada a existencia por el Espíritu Santo, su vida y fuerza, y quien la
convierte en el cuerpo viviente de Cristo en el mundo. La iglesia cristiana testifica la verdad de que la
adoración a Dios es el verdadero centro de la vida humana.
La iglesia llama a los pecadores al arrepentimiento y a enmendar sus vidas, alimenta la vida santa en
los creyentes por medio de una vida congregacional rica, y llama a los creyentes a una vida santificada.
En su santidad y fidelidad, la iglesia le muestra al mundo el reino de Dios, por lo que ella es, en un
verdadero sentido, la medida de su propio mensaje.
Juan Wesley definía esto como la santificación, o “la renovación de nuestra alma a imagen de Dios”, la
que es caracterizada como “justicia y verdadera santidad”.3 La misión de Dios se refleja en el llamado
de Abraham, elegido para bendición a fin de que su descendencia pudiera ser “bendición para todas
las naciones” (Génesis 12:1-2), lo cual se manifiesta en la historia de los hebreos, quienes dieron
testimonio del único Dios, y cuyo nombre proclamaron a las naciones de la tierra.
Los cristianos experimentan a Dios como una Santísima Trinidad, en quien Dios se revela más
plenamente en Jesucristo nuestro Señor. El Espíritu Santo invita y faculta nuestra participación en
la misión de Dios. La iglesia entra en ese pacto y sigue bendiciendo y sanando a las naciones como
parte de su vida santificada. Nos unimos a otros cristianos en la misión de Dios, pero abrazamos una
1
Estas palabras están inscritas en toda credencial de ordenación.
2
Roger L. Hahn, “The Mission of God in Jesus’ Teaching on the Kingdom of God,” (La misión de Dios en la
enseñanza de Jesús sobre el reino de Dios), en Keith Schwanz y Joseph Coleson, eds., Missio Dei: A Wesleyan
Understanding (2011), 58.
3
John Wesley, Sermons, Volume II (1902), p. 373; John Wesley, A Plain Account of Christian Perfection (Un
recuento llano de la perfección cristiana) en J. A. Wood, Christian Perfection as Taught by John Wesley (La
perfección cristiana enseñada por Juan Wesley) (1885), 211.
visión que ordena nuestra vida denominacional como una iglesia internacional en la cual las fronteras
nacionales no definen las eclesiásticas, ya que Cristo abre la iglesia a todas las naciones y razas.
Los ministros y los laicos de la iglesia local y de distrito disciernen y afirman la presencia de los dones y
las gracias necesarias, y, en asamblea de distrito, eligen a los que van a ser ordenados como ministros.
Los diáconos son ordenados para el servicio vocacional en un ministerio en el que la Palabra y la Mesa
no son responsabilidades principales. En cambio, los presbíteros son ordenados para moldear el cuerpo
de Cristo a través de la predicación del evangelio, la administración de los sacramentos, el nutrir al
pueblo en la adoración, y el ordenamiento de la vida congregacional.
Los superintendentes son elegidos para un oficio de distrito o general por las asambleas de laicos y
ministros. Los superintendentes de distrito dirigen su liderazgo pastoral y espiritual hacia las iglesias,
los miembros y los ministros de un área definida. Los superintendentes generales ejercen un ministerio
apostólico y pastoral hacia toda la denominación, manteniendo la unidad de la iglesia en la doctrina y
en la santidad, modelando la vida de Cristo a través de la colegialidad, y lanzando una visión que toda la
iglesia pueda acoger.
La posición estratégica de los superintendentes generales debe ser de alcance internacional. En ellos
recae la responsabilidad de articular la visión y la necesidad de recursos para diferentes partes del
cuerpo de la iglesia, participar en la asignación de recursos a las zonas necesitadas de nuestro ministerio
mundial, y unificar a la iglesia en la misión y el mensaje. A través de la ordenación de ministros en las
diversas asambleas de distrito, y de otras maneras, deben mantener la unidad de una denominación de
inmensa diversidad nacional, económica, racial y lingüística.
Nuestro Gobierno
Los nazarenos siempre han reconocido su iglesia como una expresión de la iglesia universal. Además,
creemos que las Escrituras no revelan un diseño específico de tipo de gobierno, y que nuestra política
puede moldearse por común acuerdo siempre y cuando nada de lo que acordemos viole las Escrituras.
En esa ecuación creemos que la misión debe moldear a la estructura (Declaración Histórica, Manual
2013-2017, páginas 17-19).
La Iglesia del Nazareno maneja una versión democrática de la política del episcopado metodista, la que
expandió la voz de los ministros y los laicos e impuso límites al oficio del episcopado. A continuación
presentamos algunos ejemplos básicos de la política nazarena:
Nuestra misión primordial es “hacer discípulos semejantes a Cristo en las naciones” a fin de incorporar
a los creyentes a la comunión y membresía (congregaciones) y capacitar (enseñar) a todos los que
respondan por fe.
La meta última de la comunidad de fe es presentar perfectos en Cristo Jesús a todos en el día final
(Colosenses 1:28).
Es en la iglesia local donde tiene lugar la salvación, la perfección, la enseñanza y la comisión de los
creyentes. La iglesia local, el cuerpo de Cristo, es la representación de nuestra fe y nuestra misión.
La iglesia de distrito
Las iglesias locales están agrupadas administrativamente en distritos y regiones.
Un distrito es una entidad conformada por iglesias locales interdependientes, organizadas para facilitar
la misión de cada iglesia local mediante el apoyo mutuo, la compartición de recursos y la colaboración.
La iglesia general
Las bases de unidad en la Iglesia del Nazareno son las creencias, política, definiciones y procedimientos
articulados en el Manual de la Iglesia del Nazareno.
El punto medular de esta unidad está plasmado en los Artículos de Fe del Manual. Animamos a la
iglesia en todas las regiones e idiomas a traducir, distribuir ampliamente, y enseñar estas creencias a
nuestros miembros. Este es el hilo dorado que se entreteje en el bordado de todo lo que los nazarenos
somos y hacemos.
Un reflejo visible de esta unidad es la asamblea general, que es “la suprema autoridad de la Iglesia del
Nazareno en lo que respecta a la formulación de doctrinas, legislación, y elección” (Manual, 300).
Un tercer reflejo es la junta de superintendentes generales, que puede interpretar el Manual, aprobar
adaptaciones culturales, y ordenar al ministerio.
El gobierno de la Iglesia del Nazareno es representativo y, por lo tanto, evita por un lado los extremos
del episcopado y, por otro, el congregacionalismo ilimitado.
La iglesia está más que conectada. Está interconectada. Los lazos que nos unen son más fuertes que
un lazo sencillo que pueda cortarse en cualquier momento.
¿Cuál es la fuente de esta unión común? Es Jesucristo. (Manual de la Iglesia del Nazareno 2013-2017)
Desde 1908, los nazarenos han estado haciendo discípulos semejantes a Cristo en las naciones
mediante un ministerio global. Las áreas que se alcanzan para Cristo continúan expandiéndose y
creciendo. Al orar y dar generosamente, usted se une con otros para hacer más de lo que podría hacer
solo. Cada ofrenda que se da a su iglesia local tiene el propósito de financiar la misión.
La Iglesia del Nazareno sostiene el principio del sacrificio equitativo y no de una ofrenda equitativa.
Esta es una postura bíblica esencial para una iglesia global que incluye las áreas económicas del primer
mundo y las que están en desarrollo.
El apoyo a la misión y a los ministerios de la iglesia sigue muy vigente en las regiones de Misión
Mundial. El financiamiento de la misión tiene un gran significado para la iglesia en el sentido de que,
para muchas personas, es ofrendar con sacrificio.
Cuando se observa la cantidad total que se da en el mundo, usted encontrará que un promedio del
86.1 por ciento se usa para el ministerio de su iglesia local. Los ministerios de distrito usan cerca del
4.5 por ciento de los fondos. Las universidades nazarenas educan y discipulan a los estudiantes con
cerca del 1.8 por ciento de los fondos. Esto hace que el 7.6 por ciento del dinero de su iglesia vaya al
Fondo para la Evangelización Mundial para el sostén de los misioneros, para los ministerios globales y
para otros especiales de misión aprobados.
Usted puede ver que su ofrenda provee de capacitación y de discipulado, y que lleva las buenas nuevas
a niños, jóvenes y adultos. Cuando usted ofrenda, se une a otros nazarenos en una iglesia conectada,
ama a las personas quebrantadas, alcanza a las almas perdidas alrededor del mundo, y hace discípulos
semejantes a Cristo en las naciones.
El Fondo para la Evangelización Mundial y los especiales de misión son parte de una responsabilidad
compartida y hacen posible que la iglesia envíe misioneros, capacite a los líderes nacionales y provea
educadores para evangelizar, discipular y enseñar a las nuevas generaciones de nazarenos.
CÓMO LOS NAZARENOS FINANCIAMOS L A MISIÓN
LA IGLESIA LOCAL
86.1%
EL FONDO PAR LA
EVANGELIZACION MUNDIAL
7.6%
la iglesia de
distrito 4.5%
LA educación superior
1.8%
Todo nazareno, dondequiera que esté, participa de la realidad más amplia de esta visión.
La misión de la iglesia de “hacer discípulos semejantes a Cristo en las naciones” nos recuerda que se
nos ha dado un encargo espiritual, y al mismo tiempo, que debemos ser buenos mayordomos de todos
los recursos proporcionados por el Señor.
La misión viene de Dios, lo que significa que nuestro propósito es del más alto nivel, hecho posible por
el Espíritu Santo que mora en nosotros.
Aun cuando honremos nuestra “excelente herencia”, la iglesia no podrá volver atrás ni tampoco podrá
permanecer donde está. Como seguidores de Jesucristo, debemos seguir avanzando hacia la ciudad
“cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10).
3
Santo.
Que las
Escrituras
del Antiguo
y Nuevo
4
Testamentos,
dadas por
inspiración Que el ser
plenaria, humano
contienen nace con una
toda la verdad
5
naturaleza caída
necesaria para y está, por
la fe y la vida tanto, inclinado
cristiana. al mal y esto de Que los
continuo. finalmente
impenitentes
6
están perdidos
sin esperanza
por la Que la
eternidad. expiación
por medio de
7 8
Jesucristo es
para toda la
raza humana, Que los
y que quien se creyentes
arrepiente y han de ser
cree en el enteramente
Señor santificados,
Jesucristo es subsecuen-
justificado, temente a la Que el Espíritu
regenerado regeneración, Santo da
y salvo del por medio de la testimonio
dominio del fe en el Señor del nuevo
Jesucristo. Que nuestro
pecado. nacimiento
Señor
y también
regresará,
de la entera
los muertos
santificación de
resucitarán
los creyentes.
y que tendrá
lugar el juicio
final.