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Los Dioses Griegos

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LOS DIOSES GRIEGOS

La naturaleza de los dioses griegos

Los griegos tenían infinidad de dioses. Ellos representaban la fuerza de la naturaleza.

Cada uno tiene su función como fuerza activa de la naturaleza.

Si decimos que Zeus representa a las tormentas con sus rayos y truenos, no podemos cuestionar si
creemos o no en Zeus, porque las tormentas existen, los rayos caen y a los truenos los podemos
escuchar .

A diferencia de las religiones monoteístas, en que hay un solo Dios, una palabra revelada y un culto
organizado mediante distintos ritos, a los dioses griegos los conocemos a través de distintos textos
como la Iliada, la Odisea, la teogonía de Hesiodo, de Eudemo etc.

Estos dioses no tenían un objetivo ético ni moral de la realidad. Esto significa que no dejaban una
enseñanza que sirviera para encauzar nuestras vidas.

No hay una verdad única y aceptada, sino que podemos encontrar distintas versiones sobre un mismo
hecho.

El Palacio de los Dioses del Olimpo

Los dibujos fueron realizados por Agustín Croxatto. Acceda a su página haciendo click en su nombre.

Grecia es un país montañoso rodeado por el mar.

El monte más alto de Grecia es el Monte Olimpo. Sus paredes de roca muy escarpadas hacen casi
imposible escalarlo. Tan alto es que casi no se puede ver la cima, siempre rodeada por nubes.

Allí, en la cima del Olimpo tenían su palacio los doce dioses más importantes de los griegos. Estos,
caprichosos y peleadores, manejaban a su antojo la vida de los hombres, interfiriendo en sus vidas y
tomando partido por uno u otro.

Los dioses eran inmortales, esto quiere decir que no morían.

Ciclopes
Dibujo de Agustín Croxatto

El palacio había sido construido por los Cíclopes. Los Cíclopes eran seres fabulosos, criaturas gigantes
con un solo ojo en medio de la frente. Eran muy habilidosos. Se dedicaban a la construcción según las
reglas del arte y a la herrería. Los Cíclopes eran muchos pero los más importantes eran tres: Arges, el
que brilla, Brontes, el que truena y Estéropes, el que da el rayo. Además de construir el palacio en el
monte Olimpo, ellos forjaron los rayos de Zeus y son los que le regalaron el trueno y el relámpago.

El palacio estaba construido como los palacios de los reyes. O sea que era muy grande y fastuoso. Tenía
muchos departamentos para que cada uno de los dioses viviera cómodamente y un salón donde se
reunía el Consejo para discutir los problemas de los hombres: a qué ejército iban a permitir ganar una
batalla o a qué Rey iban a castigar, pero la mayor parte del tiempo peleaban y discutían entre ellos.

El palacio también tenía comedores, no tenía cocina porque los dioses no comían, se alimentaban de
ambrosía. También había salas de armamentos, habitaciones para la servidumbre, establos para los
caballos, perreras para los sabuesos y hasta un zoológico donde guardaban a sus animales sagrados.
Estos incluían a un oso, un león, un loro, un águila, tigres, una vaca, una tortuga, un hurón, bueyes
blancos, una lechuza, un ciervo, una cigüeña, cisnes, ratones y un estanque lleno de peces.

Zeus

Zeus era el más importante de los doce dioses que habitaban el Olimpo.

Zeus era hijo de Crono y Rea.

Crono se había casado con Rea a pesar de que ella era su hermana. Rea tuvo muchos hijos pero el
malvado Crono se los comía cuando nacían porque había oído decir que uno de sus hijos lo destronaría.
Zeus
Dibujo de Agustín Croxatto

Rea sufría terriblemente al ver que Crono engullía a sus hijos apenas nacían, entonces, le pidió ayuda a
sus padres que le aconsejaron alejarse. Rea tuvo a su último hijo, Zeus, lejos de su casa, en la isla de
Creta donde lo ocultó para librarlo de su malvado padre. Cuando Crono llegó hasta Creta para devorarlo,
Rea envolvió una piedra en pañales y Crono, creyendo que era su hijo, se tragó la piedra. Al cabo de un
año la vomitó y Zeus la colocó como monumento. Cuando Zeus creció, se deshizo de su padre, pero
como Crono no podía morir porque era inmortal, Zeus lo envió a una isla lejana. Luego liberó a sus tíos
paternos, los Cíclopes, que Crono había mantenido encadenados y estos, en agradecimiento por
haberlos liberado de tantos años de esclavitud, le regalaron el trueno, el rayo y el relámpago.

En ese momento también le regalaron a Poseidón el tridente y a Hades, un casco que lo hacía invisible.

Con estas armas poderosas Zeus reinó sobre mortales e inmortales.

En el palacio del Olimpo Zeus tenía un trono de mármol egipcio con incrustaciones de oro. Para llegar al
trono había que subir siete escalones decorados con los colores del arco iris. Por encima del trono había
una cubierta azul para mostrar que el cielo le pertenecía solo a él. A su derecha desplegada había un
águila de acero con rubíes en los ojos. El trono estaba cubierto por una piel de cordero color púrpura que
utilizaba para hacer llover en épocas de sequía.
Zeus Era fuerte, arrogante, caprichoso, violento y bastante ruidoso. Podía matar a cualquier enemigo
que tuviera ganas lanzándoles poderosos rayos y certeros truenos. Cuando se enojaba podía provocar
fuertes tormentas y grandes inundaciones que mantenían a los hombres intranquilos.

Zeus tenía una espesa cabellera con rulos y una barba también enrulada. Una corona de laureles ceñía
su cabeza. Llevaba el torso desnudo y un manto le cubría la espalda Zeus también podía transformarse
en animal o en cualquier cosa para conseguir lo que deseaba.

Hera

La esposa de Zeus se llamaba Hera. Tenía un trono de marfil, justo al lado de su marido con tres
escalones de cristal. El trono estaba decorado con pájaros de oro y ramas de sauce. El asiento estaba
cubierto por una piel de vaca blanca que utilizaba para hacer llover en tiempos de sequía si Zeus estaba
de mal humor y prefería no ser molestado. Una luna llena brillante colgaba por encima del trono
balanceándose con la brisa.

Hera
Dibujo de Agustín Croxatto

A Hera no le gustaba ser esposa de Zeus porque él tenía la mala costumbre de casarse con mujeres
mortales todo el tiempo. Sus novias pronto envejecían y morían pero Hera se mantenía siempre joven y
hermosa. Zeus estuvo pidiéndole que se casara con él, año tras año durante trescientos años y Hera
siempre se negaba.

Una primavera se le ocurrió a Zeus transformarse en un pobre gorrión asustado sorprendido por la
tormenta y golpeó su ventana con el pico, Hera, que amaba los pájaros, apiadándose del pobre gorrión
permitió que entrara en su habitación, este sacudió sus alas y ella tomándolo dulcemente entre sus
manos le dijo: Pobre gorrioncito, te amo. Entonces Zeus cambiando nuevamente de aspecto le dijo:
Ahora debes casarte conmigo.

A pesar del mal comportamiento de Zeus, Hera se sintió forzada por las circunstancias a casarse con
Zeus. Quiso de esta manera ser un modelo para todos los demás dioses y mortales convirtiéndose en
Madre del Cielo.

Poseidón
Dios de ríos, mares y océanos, también tenía un trono importante de mármol pulido ornamentado con
corales, madreperlas y oro. Los brazos del trono estaban esculpidos con la forma de cabezas de delfines.

Poseidón
Dibujo de Agustín Croxatto

Su única arma era el tridente, obsequio de los Cíclopes, que blandía para revolver el mar, como si fuera
un cucharón, provocando remolinos que hacían naufragar a los barcos más seguros.

Poseidón era hermano de Zeus. También hijo de Crono y Rea. Dice la leyenda que Poseidón se salvó de
ser engullido por su padre porque Rea le dio un potrillo en lugar de su hijo y Crono se lo comió sin darse
cuenta.

A pesar de ser el dios de los mares, Poseidón jamás se trasladaba en barco. Utilizaba un carruaje tirado
por caballos blancos.

Poseidón tenía un palacio privado bajo el mar, cerca de Paxos. Era un palacio fastuoso decorado con
caracolas, corales, madreperlas, estrellas, caballitos de mar y habitado por criaturas marinas que le
hacían compañía cuando se trasladaba de un lugar a otro.

Poseidón mandó construir ese palacio para su bella esposa Anfititre.

Poseidón era muy pero muy feo y Anfititre no lo quería como esposo .Cuando le propuso matrimonio , se
asustó tanto que se internó en el mar. Pero Poseidón envió a unos delfines para traerla de vuelta. De
esa unión nació un hijo, Tritón. Triton tenía la cabeza y la mitad del cuerpo como los hombres y la otra
mitad se alargaba con la cola de un pez. Poseidón no vivía todo el tiempo en el palacio submarino, sino
que se trasladaba cuando necesitaba descansar o estaba irritado, entonces tomaba su carruaje y se
adentraba en las profundidades del mar hasta que se le pasaba la rabia.

Su emblema era el caballo, todavía a las enormes olas se las llama caballos blancos.

Demeter

Del lado contrario a Poseidón y cerca de Hera estaba ubicado el trono de Demeter.

Demeter era la diosa de los granos, los frutos comestibles y las pasturas. Ella le enseñó a los hombres
los principios de la agricultura: preparar la tierra para plantar y cosechar para que abandonaran la vida
nómade.
Demeter
Dibujo de Agustín Croxatto

Su trono era de malaquita verde brillante decorado con espigas de oro y pequeños cerditos dorados.

Demeter estaba siempre triste. Sonreía solamente una vez al año, durante la primavera y el verano,
cuando la visitaba su hija Perséfone. Se ponía tan contenta que dejaba que todos los vegetales crecieran
y fructificaran. De allí surgen las estaciones del año.

Perséfone estaba casada con Hades, dios de los muertos, que la había raptado mientras miraba un
narciso. Mientras Perséfone observaba embelesada un narciso, se abrió la tierra y Hades la raptó,
llevándosela con él a vivir bajo la tierra entre las tinieblas. Su madre la buscó durante muchísimo tiempo
tratando de encontrarla. Finalmente pactó con Hades que pasaría la mitad del tiempo con él y la otra
mitad con ella.

Por esa razón al otoño y al invierno se lo asocia con el tiempo en que Perséfone vive con Hades en las
profundidades de las tinieblas y a la primavera y el verano con el tiempo que Perséfone pasa con su
madre, Demeter.

El emblema de Demeter era la amapola que crecía entre el trigo con su brillante color rojo.

Hefesto
Hefesto
Dibujo de Agustín Croxatto

Junto a Poseidón se sentaba Hefesto.

Hefesto era hijo de Zeus y Hera. Era el más feo de todos los dioses. Como nació defectuoso, Hera lo
arrojó por encima de la muralla pero cayó al mar y se salvó. Se salvó de morir pero se lastimó una
pierna y tuvieron que amputarla y desde entonces usaba como prótesis una pierna de hierro.

Hefesto era muy habilidoso para los trabajos manuales. Era el dios de los orfebres, joyeros, albañiles y
carpinteros.

Hefesto construyó todos los tronos del palacio en su propio taller y su trono era una obra maestra de
ingeniería ya que mediante un mecanismo, podía balancearse, inclinarse y rodar. Lo armó con toda clase
de metales y piedras preciosas.

Atenea

Diosa de la sabiduría. Fue la que le enseñó a Hefesto a manejar las herramientas que luego utilizaría
para hacer tantos objetos hermosos.
Atenea
Dibujo de Agustín Croxatto

Atenea era la que más conocimientos tenía sobre cerámica, cestería, tejido y otras artesanías. Es la
protectora de las ciudades y la vida civilizada.

Ella ocupaba un trono de plata trabajado como si fuera un canasto y decorado con una corona de
violetas de lapislázuli, una piedra semipreciosa.

Atenea no nació de mujer sino que saltó de la cabeza de Zeus siendo ya adulta y vestida con una
armadura. Sucedió que Zeus se tragó a su primera esposa, Metis estando embarazada porque le habían
dicho que si Metis tenía un hijo iba a destronarlo. Luego de tragarla, Zeus sufrió terribles dolores,
entonces permitió que otro dios le abriera la cabeza de un hachazo para ver si conseguía alguna clase de
alivio y de su cabeza surgió Atenea.

Zeus quedó prendado de su hija y le permitió usar su rayo y su escudo.

Ella vestía una hermosa armadura pero nunca iba a la guerra a menos que se sintiera obligada porque
no le gustaban las disputas. Si peleaba, siempre ganaba.

Su emblema era la lechuza. Su ciudad, Atenas. Su árbol, el olivo.

Afrodita

Al costado del trono de Atenea estaba el trono de Afrodita, diosa del amor, la belleza y el matrimonio.

El viento sur la encontró flotando sobre una concha marina cerca de la isla de Chipre y la impulsó con la
brisa hacia la costa.
Afrodita
Dibujo de Agustín Croxatto

El trono de Afrodita era de plata pura con incrustaciones de berilio y aguamarinas. El respaldo tenía la
forma de una concha marina y su asiento estaba cubierto de plumas de cisne. Bajo sus pies descansaba
una alfombra dorada, bordada con abejas doradas, manzanas y loros.

Zeus le dio por esposo a su hijo Hefesto. Afrodita no estaba conforme con esta decisión porque Hefesto
era feo y cojeaba y muchas veces lo traicionaba con Ares, hermano de Hefesto.

Cuando Hefesto se quejaba ante Zeus, este le respondía que la culpa era suya por haberle regalado la
faja mágica. Afrodita usaba la faja mágica ajustada a su cintura. Siempre que usaba la faja los hombres
quedaban locamente enamorados de ella.

Afrodita tuvo muchos hijos pero el más conocido eraEros, dios del amor que se desplazaba volando,
arrojando flechas a los hombres haciendo que se enamorasen de la primera persona que se le cruzase,
sin esperarlo, sin desearlo y sin quererlo.

Cuando alguien se enamora, muchas veces se dice que la flecharon.

Ares
Ares
Dibuo de Agustín Croxatto

Es por excelencia el dios de la guerra. Alto, hermoso y cruel. De carácter brutal, amante de la sangre, e
intemperante.

Nació de la unión de Zeus y Hera.

Su horrible trono estaba construido de de bronce macizo. En sus brazos estaban esculpidas tétricas
calaveras y el asiento estaba cubierto de piel humana.

Ares era maleducado, ignorante y tenía un gusto espantoso, pero para Afrodita era maravilloso y
muchas veces lo utilizaba para engañar a su esposo, Hefesto, que era hermano de Ares.

Sus emblemas eran un oso salvaje y una escalofriante lanza manchada con sangre. A Ares están
consagrados el buitre y el perro.

A pesar de su corpulencia no siempre sale bien parado en las batallas que emprende.

Apolo

Junto al trono de Ares estaba el de Apolo, el dios de la música, la poesía, la medicina, la arquería y de
los jóvenes solteros.
Apolo
Dibujo de Agustín Croxatto

Era hijo de Zeus y Loto, una de las diosas menores. Dice la leyenda que nació en la isla de Ortigia, y,
que en el momento en que se produjo el nacimiento la isla se cubrió de oro. Desde entonces se la llama
Delos que quiere decir brillante. Los cisnes sagrados dieron siete vueltas a la isla para festejar el
nacimiento.

Apolo se trasladaba de un lugar a otro en un carruaje de cisnes.

Su trono era alto y dorado, con inscripciones mágicas talladas sobre el mismo. Su respaldo tenía la
forma de una lira de siete cuerdas y sobre su asiento había una piel de pitón. Apolo dio muerte a pitón,
una serpiente monstruosa que asolaba una cueva oracular en Delfos causando estragos entre la
población y los rebaños. Sobre su trono colgaba un disco con veintiún rayos con forma de flecha,
semejante a un sol,porque Apolo pretendía manejar al sol. El emblema de Apolo era el ratón porque se
suponía que los ratones conocían los secretos de la tierra.

Apolo se casó muchas veces. En una ocasión, persiguió a una jovencita que se llamaba Dafne, ella pidió
ayuda a los gritos a la madre tierra Gea, entonces la ayudó convirtiéndola en un árbol de olivo antes que
Apolo pudiera besarla.

Apolo tenía una mansión en Delfos, donde había un oráculo que le robó a la Madre tierra, Gea, abuela de
Zeus.

Artemisa

Artemisa era la hermana melliza de Apolo. Hija de Zeus y Leto, otra de las numerosas esposas de Zeus.
Artemisa
Dibujo de Agustín Croxatto

Era la diosa de los cazadores y de las mujeres solteras.

Su trono estaba construido en plata pura. El respaldo tenía la forma de palmeras y el asiento estaba
cubierto con una piel de zorro.

Artemisa odiaba el matrimonio, pero le gustaba cuidar a las madres cuando nacían sus bebés.

Pero mucho más le gustaba cazar, pescar y nadar a la luz de la luna en algún estanque. Si algún mortal
la veía desnuda, entonces lo convertía en ciervo y se divertía persiguiéndolo hasta darle muerte.

Participó de muchas aventuras junto a su hermano Apolo.

Su emblema favorito era el animal más temido en toda Grecia, la osa.

Hermes

Se sentaba en la última fila de los dioses varones. Era hijo de Zeus y de una diosa menor que se llamaba
Maya. De allí deriva el nombre del mes de Mayo. Nació en Arcadia.

Hermes
Dibujo stín Croxatto

Hermes gozaba de una gran estima popular como protector de los pastos, y los rebaños especialmente
de ovejas. Era también el dios de los comerciantes, los banqueros, los ladrones y los adivinos.
Su trono estaba cortado de una sola pieza de mármol gris. Los apoyabrazos tenían la forma de cabezas
de carnero y el asiento se cubría con una piel de chivo. Sobre el respaldo había tallada una gran
esvástica, este era el símbolo de una máquina inventada por Hermes para hacer fuego. Antes de su
invento las amas de casa pasaban gran parte del día atentas a que no se apagara el fuego ya que tenían
que ir a buscar brasas a la casa de sus vecinos si este se apagaba .

Hermes tenía una gran capacidad de inventiva. Inventó la lira, un instrumento musical que hizo con un
caparazón de tortuga.

Hermes también inventó el alfabeto y uno de sus emblemas era la grulla, porque vuela con forma de V y
esa es la primera letra que escribió.

Usaba un casco con alas y sandalias también con alitas en los costados.

Hestia

La última de las diosas mujeres era la hermana mayor de Zeus. Hija de Crono y Rea. Aunque no
sabemos de qué manera se salvó de ser comida por su malvado padre.

Hestia
Dibujo de Agustín Croxatto

Hestia era la diosa del hogar.De carácter muy pacífico.

Tenía un trono sencillo de madera y un almohadón sencillo tejido con lana.

Era la más amable y pacífica de todos los dioses ya que le molestaban terriblemente las discusiones
familiares.

No tenía emblemas y tampoco participó en muchos mitos.

Dionisio - Baco

Cuando ya estaba integrado el Consejo de los doce dioses del Olimpo, Zeus, que era muy caprichoso,
decidió que, como Dionisio había inventado el vino, merecía ser un dios.

Dionisio era uno de los tantos hijos de Zeus. Su madre era una mortal llamada Sémele. Usaba un bastón
largo llamado tirso, cubierto de hiedra y con una piña en la punta. Usó ese bastón en una oportunidad
para matar a un gigante.
Dionisio-Baco
Dibujo de Agustín Croxatto

Se lo conoció como Baco, dios del vino y de la inspiración poética. Era en su origen el dios de las plantas
y del jugo de las frutas.

El trono de Dionisio, o Baco, era de madera recubierta de plata y oro. Decorado con racimos de uvas de
amatista, una piedra semipreciosa color violeta. También tenía talladas serpientes y muchos animales
con cuernos en mármoles de distintos colores.

Su emblema era el tigre. Parece que en uno de sus numerosos viajes, lideró un ejército de borrachos y
trajo tigres como recuerdo.

A las fiestas desenfrenadas se las conoce como bacanales.

Se suponía que los dioses eran doce. Al incorporar a Baco, serían trece y este número atraía la mala
suerte y eso no era posible. Entonces Hestia, que era una diosa muy pacífica y enemiga de la discordia
le ofreció su lugar.

Ahora el Consejo quedaba desparejo porque había siete dioses varones y cinco diosas mujeres.Esto era
injusto porque cuando debían votar siempre ganaban los dioses varones, pero a Zeus no le importaba.

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SERES MITOLOGICOS

Las Parcas

Las parcas son las diosas del destino.

Son tres hermanas hilanderas que personifican al nacimiento, el matrimonio y la muerte.

Escribían el destino de los hombres en las paredes de un enorme muro de bronce .Y nadie podía borrar
lo que ellas escribían.

Se llamaban Cloto, Láquesis y Atropos.

Las tres se dedicaban a hilar. Luego cortaban el hilo que medía la longitud de la vida con una tijera. Ese
corte fijaba el momento de la muerte.

Ellas hilaban lana blanca y entremezclaban hilos de oro e hilos de lana negra.

Los hilos de oro significarían los momentos dichosos en la vida de las personas. Y la lana negra
significaría los períodos tristes.

Las Musas

Eran muchachas hermosas dotadas de juventud eterna. Pasaban el día entonando cantos melodiosos en
coro.
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Muchos dicen que las musas eran hijas de Zeus, pero otros no coinciden y le atribuyen su paternidad a
otros dioses.

En el palacio del Olimpo había nueve musas que cantaban en el salón de los banquetes para deleitar a
los dioses. Los dioses dejaban de comer y callaban embelesados para escucharlas.

Se piensa que tienen virtudes proféticas. Eso quiere decir que podían adivinar el futuro.

También se creía que tenían capacidad para inspirar toda clase de poesía y serían protectoras de toda
forma de arte.

No se habla de ellas en forma individual, sino que siempre están agrupadas conformando el grupo de
Las Musas.

Vestían túnicas etéreas y usaban coronitas de flores sobre el cabello.

Las Ninfas

Son jóvenes hermosas dotadas de eterna juventud. O sea que nunca envejecían.

Amaban la danza y la música.

Se cree que las ninfas son hijas de Zeus, el dios supremo del Olimpo.
Reciben distintos nombres según el lugar que habitan.

Si viven en la montaña se llaman Oréades.

Náyades si viven en los ríos.

Agrónomos si viven en el campo.

Nereidas si viven en el mar.

Alseides a las de las plantas y flores.

Hamadríades a las que viven en los bosques.

A las que cuidan rebaños de ovejas, Epimélides.

Y así muchos más nombres según cada lugar.

Si algún mortal quería bañarse en un río o talar un árbol, primero tenía que ofrecerle un sacrificio a las
Ninfas o pedirles permiso.

Pegaso

Pegaso era un gran corcel blanco alado, que vivía en una montaña habitada por las nueve musas.Allí
había una fuente que Pegaso abrió dando un fuerte golpe con su pata sobre la tierra.

Pegaso

Ningún humano podía cabalgarlo porque nadie podía atraparlo ya que era muy veloz. Participó en el mito
de Belerofonte y la Quimera

Los Centauros

Los Centauros eran seres monstruosos. Mezcla de hombre y caballo. El torso era de hombre y de la
cintura para abajo eran como un caballo. O sea que tenían seis extremidades. Dos brazos y cuatro
patas. Pero también hay representaciones de los Centauros como hombres de pié y que del trasero
surge una mitad de caballo.

Según las leyendas vivían en los bosques y en las montañas. No se sabe si eran hijos de Ixión y Néfele o
de Apolo y Estilbe.

Se habla de Los Centauros como si fueran un grupo, una tribu o un pueblo. Las hembras de Los
Centauros se llamaban Centauresas.

Tenían costumbres brutales como comer carne cruda y emborracharse. Se emborrachaban muy
fácilmente porque no acostumbraban tomar vino.

La Gorgona o Medusa

La Gorgona o Medusa, era un ser horrible que asolaba la región.

Había sido una belleza, orgullosa de su cabellera. Pero se atrevió a comparar su belleza con la de la
diosa Atenea, entonces la diosa la castigó cambiando sus hermosos bucles rubios por serpientes.

La Medusa
Dibujo por Mirta Croxatto

Se convirtió entonces en un ser espeluznante. Todos los que la miraban quedaban automáticamente
convertidos en piedra.

Vivía cerca de una caverna y alrededor se podían ver las figuras de los hombres convertidos en estatua
de piedra por haber querido mirarla.

Dice la leyenda que Perseo la aniquiló. Fue ayudado por la diosa Atenea que le prestó su escudo, y por
Hermes que le dio sus sandalias aladas. Así fue como se acercó a su caverna, mirándola a través de la
imagen que se reflejaba en el escudo, pudo acercarse cuando dormía y cortarle la cabeza. Luego le
obsequió la cabeza a la diosa Atenea.

La Esfinge

La ciudad de Tebas estuvo alarmada por un ser temible llamado La Esfinge.

Era un monstruo terrible que asolaba un camino y nadie se atrevía a pasar.

La parte inferior de su cuerpo era como un león , con cuatro patas y cola de león y en la parte superior
tenía cabeza y pecho de mujer. Le salían alas como de un águila.
La Esfinge
Dibujo por Mirta Croxatto

Cada vez que alguien pretendía atravesar el camino, la Esfinge se aparecía detrás de una roca y les
proponía una adivinanza. El que no daba la respuesta adecuada era arrojado al precipicio.

Hasta ahora nadie había podido resolverlo.

Cuenta la leyenda que Edipo, que era muy valiente, se animó a pasar. Apareció La Esfinge que le
preguntó: -¿Cuál es el animal que por la mañana anda en cuatro patas, al mediodía en dos y a la noche
en tres? Edipo, le respondió: - Es el Hombre. Que en su niñez camina en cuatro patas, en la adultez, se
para erguido y en la ancianidad se ayuda con un bastón. La Esfinge se sintió tan herida en su amor
propio que en su angustia se arrojó hacia el precipicio y murió.

Las Sirenas

Las Sirenas eran divinidades marinas.

Tiene cabeza y pecho de mujer y el resto del cuerpo en forma de pájaro.

Eran poseedoras de una voz encantadora. Tanto que se atrevieron a competir con las musas. Pero las
musas ganaron el concurso y les arrancaron las plumas.

Entonces se instalaron en la costa de Sicilia, sobre unas rocas.

Cuando algún barco pasaba, ellas cantaban y atraían de esta manera a los navegantes, que subyugados
por la dulce melodía, quedaban como hipnotizados, estrellando los barcos contra las rocas.

El Can Cerbero

Era un perro monstruoso con tres cabezas. Era el guardián del Tártaro. (ver Lugares mitológicos).
El Can Cerbero cuidando la entrada al Tártaro
Dibujo por Mirta Croxatto

Le gustaba aullarle a la luna, especialmente si había luna llena.

Comía carne de cadáveres.

Esperaba a las puertas del Tártaro, que algún difunto quisiera pasar sin pagar entrada y lo devoraba.

El Minotauro

Era un monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre que causaba estragos en la isla de Creta.

Era hijo de Pasífae, esposa del rey Minos y el toro de Creta

El rey Minos lo encerró en un laberinto y finalmente Teseo le dió muerte.

Ver leyenda del Minotauro

Jorge Luis Borges en su cuento La casa de Asterión nos muestra una nueva faceta de este monstruo.

Los Sátiros

Son divinidades de los bosques y de las montañas.


Se los conoce también con el nombre de Silenos. Algunos dicen que son mitad hombres, mitad machos
cabríos, otros que eran mitad hombres y mitad caballos. En todos los casos tienen una larga cola como
las de los caballos.

Los Sátiros pertenecían al cortejo de Dionisio. Participaban de todas sus fiestas bailando y bebiendo
hasta emborracharse.

Las Ninfas estaban en alerta continua para escapar de ellos, pues estos las perseguían ya que nunca
estaban lo suficientemente satisfechos sexualmente.

Los Pigmeos

Los pigmeos eran un pueblo de hombres minúsculos. Se los llamaba así, debido a una palabra griega
que quiere decir codo o medida de trece pulgadas. Cada pulgada es alrededor de 2,5 centímetros. Y se
dice que esa era la altura de esos hombres.

Algunos dicen que vivían cerca del Nilo y otros dicen que vivían en la India.

Homero cuenta en sus relatos que las grullas emigraban durante el invierno al país de los pigmeos y que
se trenzaban en una feroz lucha con esos pequeños habitantes, que debían armarse para defender las
plantaciones de trigo de esos voraces visitantes.

Los Grifos

Los Grifos eran animales fabulosos. Con alas y pico de águila y cuerpo de león.

Los Grifos podían encontrar oro en las montañas, y, como las aves construían sus nidos con hilos del
precioso metal. En lugar de huevos ponían ágatas.

Vivían en el país de los Hiperboreos. Tenían largas garras y el píe era tan grande que muchos habitantes
del país fabricaban con él copas para beber.

Muchos cazadores se animaban a ir en busca de los tentadores nidos de oro, pero los Grifos, sabían
mantener alejados a los ladrones y saqueadores de oro gracias a su instinto.

Escila

Escila era un monstruo fantástico con doce patas y seis cabezas de cuyas bocas asomaban afilados
colmillos. Ladraba día y noche sin parar como un perro rabioso.

Habitaba en una cueva, escondida en una roca altísima junto a un estrecho que los navíos debían
atravesar para llegar al mar.

Devoraba a cuanto animal pudiera acercarse y cada vez que un navío atravesaba el lugar se hacía un
banquete, ya que cada una de sus cabezas podía engullir un marinero.

Caribdis

Frente a la roca que servía de morada a Escila, se encontraba otra roca altísima a cuyo pié crecía un
árbol frondoso. Entre sus raíces, había una cueva y allí vivía Caribdis, otro terrible monstruo.

Caribdis absorbía el agua del mar tres veces por día, haciéndola penetrar en su cueva. Luego lo devolvía
otra vez al mar, pero todo lo que penetraba en la cueva, Caribdis lo despedazaba.
LUGARES MITOLOGICOS

El Olimpo

El monte más alto de Grecia es el Monte Olimpo.

El Palacio del Olimpo


Dibujo por Mirta Croxatto

Sus paredes de roca muy escarpadas hacen casi imposible escalarlo. Tan alto es que casi no se puede
ver la cima, siempre rodeada por nubes.

Allí, en la cima del Olimpo tenían su palacio los doce dioses más importantes de los griegos.

El palacio había sido construido por losCíclopes.

El palacio estaba construido como los palacios de los reyes. O sea que era muy grande y fastuoso.

Tenía muchos departamentos para que cada uno de los dioses viviera cómodamente y un salón donde se
reunía el Consejo donde estaban dispuestos los tronos de los dioses.

El palacio también tenía comedores, cocinas, salas de armamentos, habitaciones para la servidumbre,
establos para los caballos, perreras para los sabuesos y hasta un zoológico donde guardaban a sus
animales sagrados. Estos incluían a un oso, un león, un loro, un águila, tigres, una vaca, una tortuga, un
hurón, bueyes blancos, una lechuza, un ciervo, una cigüeña, cisnes, ratones y un estanque lleno de
peces.

El Tártaro

Era un lugar situado en la región más profunda de la tierra. Mucho más abajo que el reino de Hades o el
infierno.
El lugar estaba rodeado por una muralla triple. Tenía una torre de vigilancia y una enorme puerta que
era imposible atravesar hasta para los propios dioses.

Los dioses encerraban en el tártaro a sus peores enemigos. También iban a parar allí los grandes
criminales, después del juicio de las almas.

Cuando las ánimas descendían al Tártaro, cuya entrada estaba en un bosque de álamos negros, los
familiares de los muertos les colocaban una moneda en la boca, bajo la lengua para poder pagar su
entrada. Las ánimas que no llevaban la moneda tenían que esperar eternamente para poder entrar o
buscar una entrada lateral, donde un perro llamado can Cerbero, esperaba dispuesto a devorar a los
intrusos.

El Can Cerbero cuidando la entrada al Tártaro


Dibujo por Mirta Croxatto

Zeus envió allí a los Titanes después de una gran batalla.

Era un lugar tan escalofriante que hasta los mismos dioses le tenían miedo.

Los Oráculos

Los oráculos no eran precisamente lugares sino parte de la religión. Había algunos establecidos. De Zeus
en Dodoma, De Apolo en Delfos.

Los Oráculos eran formas de consultar sobre el futuro.


Sacerdotiza interpretando oráculos
Dibujo por Mirta Croxatto

Aparecen en muchos mitos y leyendas. Cuando algún héroe va a llevar a cabo algún viaje, batalla, o
aventura, primero consulta al oráculo para saber qué riesgos tendrá que afrontar.

Cada oráculo tenía su sistema de adivinación. El vuelo de los pájaros, los sueños, el crujido de hojas y
otros.

El Laberinto

Los laberintos son construcciones llenas de pasadizos tramposos. Pasillos sin salida y recovecos que no
llevan a ninguna parte.

Laberinto
Dibujo por Mirta Croxatto

Están construídos de tal manera que una vez que alguien entra es imposible encontrar la salida.
Es famoso el laberinto del Minotauro en Creta.

Puedes ver Leyendas Mitológicas.

El Jardín de las Hespérides

El país de las Hespérides estaba ubicado en el extremo occidente, al borde del río Océano y muy cerca
del monte Atlas.

El jardín de las Hespérides


Dibujo por Mirta Croxatto

Estaba custodiado por las Hespérides. Hijas de la estrella de la tarde. Estas ninfas, de dulce y melodiosa
voz, según las leyendas tradicionales eran hijas de Zeus y Temis.

Ellas custodiaban un jardín maravilloso, lleno de fuentes de ambrosia, cuyos árboles estaban cargados
de frutos en todas las estaciones del año, llamado el jardín de las Hespérides.

Este jardín estaba consagrado a la diosa Hera, porque ella había plantado allí las manzanas de oro que le
regaló la diosa tierra, Gea, como regalo de bodas.

El árbol de las manzanas de oro era custodiado por el dragón Ladón.

A las puertas del jardín se encontraba el gigante Atlas, sosteniendo la bóveda celeste sobre sus
espaldas.

Los Campos Elíseos

También llamados "Campos Afortunados" o "Islas de los Bienaventurados", era un territorio feliz donde
eran llevados los mortales favorecidos por los dioses sin probar la muerte para que gozaran de la
felicidad eterna.

Los Campos Elíseos quedaban sobre el margen occidental de la tierra bañados por la corriente del
Océano.
LEYENDAS MITOLOGICAS

Mito Griego de la Creación

En un principio solo existía el Caos. A continuación, Gea o la Madre Tierra engendró por si misma a
Urano, o el Firmamento Estrellado.

Gea se unió a Urano y tuvo varios hijos.

En primer lugar nacieron seis Titanes varones: Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Japeto y Crono, que era
muy perverso, y seis Titánides mujeres: Tía, Rea, Temis, Mnemósine, Febe y Tetis.

Luego Gea y Urano tuvieron otros hijos, Los Cíclopes. Arges, Estéropes y Brontes.

Y más tarde fueron padres también de los Hecatonquiros, tres monstruos gigantes con cien brazos y
cincuenta cabezas cada uno.

Urano era malvado y cada vez que Gea iba a dar a luz, los retenía en el vientre de Gea, no permitiendo
que nacieran.

Cansada Gea de sufrir, ya que sentía que estaba por explotar, urdió un maléfico plan. Dio a luz una hoz
de acero brillante y buscó la ayuda de Crono, el más perverso de sus hijos para que le cortara los
órganos genitales mientras dormía.

Crono esperó agazapado que Urano roncara placidamente y con la hoz provista por su madre, Gea, lo
castró tirando sus órganos al mar.

Crono mantenía encadenados a todos los monstruos en las profundidades de la tierra.

La sangre derramada, volvió a fecundar la tierra. De allí nacieron las Erinias, espiritus vengadores de los
crímenes de sangre, Los Gigantes y las Ninfas Melíades o de los árboles de fresno. Del órgano que cayó
al mar nació la diosa Afrodita, que encontraron flotando en una concha marina.

Crono se unió a Rea, pero también tenía la mala costumbre de comerse a sus hijos, entonces el menor,
Zeus, lo destronó y conquistó el dominio del mundo.

Los Titanes que estaban confinados en las profundidades, no estaban de acuerdo y se sublevaron
agitando la tierra, sacudiendo las montañas y causando todo tipo de terremotos y maremotos.

Zeus, pensó que si los soltaba se calmarían, pero apenas los liberó de su prisión, comenzaron a arrojarle
rocas y amontonar montañas. Este desastre duró diez años.

Zeus deseaba poner orden de una buena vez y para siempre, entonces descendió hasta el Tártaro donde
se encontraban encadenados los Cíclopes y los Gigantes de cien brazos y les pidió ayuda para acabar
con el flagelo de los Titanes.

Estos accedieron de buena gana y cuando por fin volvieron a ver la luz del sol se llenaron de energía y
se lanzaron a la batalla con todas sus fuerzas. Tembló la tierra y se sacudió el cielo hasta que los Titanes
quedaron sepultados bajo una montaña de rocas arrojadas por los monstruos de cien brazos. Los que
sobrevivieron fueron arrojados al Tártaro y nunca más volvieron a salir de allí.
Dedalo y Talo

Dédalo era natural de Atenas.

Era un gran constructor. Fue reconocido como el primer escultor que trabajó el mármol haciendo
hermosas estatuas. También era arquitecto. Muy habilidoso en el uso de las herramientas. Pero Dédalo
era muy celoso.

Junto a Dédalo trabajaba su sobrino Talo, un joven muy ingenioso. Talo un día encontró en el campo
una mandíbula de serpiente y se inspiró para inventar el serrucho, forjando en el hierro una serie de
dientes semejantes a los de la serpiente. Cuando Dédalo vió el invento le agarro un ataque de celos y
arrojó a Talo desde un precipicio.

Como no pudieron acusarlo por falta de pruebas, lo condenaron al destierro. O sea que tenía que
marcharse de Atenas.

Dédalo y el Laberinto

Dédalo entonces partió hacia la Isla de Creta, donde fue muy bien recibido por el rey Minos. Por
entonces escaseaban en la isla los arquitectos y escultores y lo tomó a su servicio.

Allí Dédalo se dedicó a crear espléndidas obras de arte.

En esos momentos, la isla de Creta estaba asolada por un terrible monstruo, con cuerpo de hombre y
cabeza de toro llamado Minotauro, que sembraba el terror en toda la isla.

El rey Minos le encargó a Dédalo una construcción subterránea para encerrarlo. Dédalo, que era muy
ingenioso, entonces construyó un laberinto. Esta construcción tenía tantos pasadizos, rodeos que no
llevaban a ninguna parte, vueltas y sinuosidades que una vez que alguien entraba se hacía imposible
encontrar la salida.

El Minotauro quedó encerrado en el centro del laberinto, de esa manera volvió la tranquilidad a Creta.

El rey Minos le encomendaba cada día más trabajo y Dédalo estaba cansado y quería irse de Creta pero
el rey Minos no se lo permitía.

Icaro y Dédalo

Ante la negativa del rey Minos para que Dédalo abandonara Creta, Dédalo comenzó a maquinar la forma
de escapar.

Como Creta era una isla era prácticamente imposible escapar por mar. El rey Minos tenía una flota
importante y lo capturaría.

Dédalo había tenido un hijo con una esclava en Creta, su nombre era Icaro. Entonces decidió que
escaparía con su hijo por aire.
Inspirándose en el vuelo de los pájaros, construyó entonces dos pares de alas. Unas para Icaro y otras
para él. Acopió gran cantidad de plumas que fue fijando a la estructura con cera de abejas y luego las
adaptó con un arnés a su espalda y sus brazos.

Cuando ya estaba todo preparado le dijo a su hijo:- Icaro, si quieres huir conmigo de esta isla, préstame
atención y sigue mi consejo. Es necesario que vueles en la mitad de la atmósfera. Si vuelas muy bajo la
humedad y el vapor del agua empaparán las plumas, éstas serán muy pesadas y caerás al mar. Y si
vuelas muy alto, el calor del sol derretirá la cera, se desprenderán las plumas y también caerás al mar.

Una vez que terminó de dar todas las explicaciones, Dédalo se lanzó al espacio. Icaro lo siguió como un
pichón que sale por primera vez del nido. Pero Icaro pronto se entregó al placer del vuelo con
entusiasmo. La vista era maravillosa y comenzó a volar más y más alto acercándose peligrosamente al
sol. Es así que las plumas comenzaron a desprenderse de la estructura hasta que Icaro cayó fatalmente,
ahogándose en el mar.

Teseo y el Minotauro

El rey Minos había encerrado en el laberinto al temible monstruo Minotauro.

A su vez, Minos había impuesto un terrible tributo sobre la ciudad de Atenas: Cada nueve años debían
enviar siete muchachos y siete muchachas para ser alimento del terrible monstruo.

Atenas ya había enviado dos grupos de jóvenes para alimentarlo. Esta sería la tercera remesa de
jóvenes enviados. Uno de los siete jóvenes se llamaba Teseo.

Antes de entrar al laberinto conoció a Ariadna, una hija de Minos que se enamoró de él y decidió
ayudarle.

El problema no era solo matar al Minotauro sin armas, ya que no se les permitía entrar armados al
laberinto, sino poder encontrar la salida en tan intrincados pasillos.

Ariadna, entonces, sin que nadie lo advirtiera, le entregó a Teseo un carretel de hilo. Gracias a esto,
Teseo pudo encontrar la salida del laberinto después de matar a puñetazos al Minotauro.

Teseo salvó de este modo a todo el grupo y se escapó llevando a Ariadna consigo.

Jorge Luis Borges en su cuento La casa de Asterión nos muestra otra faceta de este temible monstruo.

Gordio y el Nudo Gordiano

Gordio era un pobre campesino.

Un día vio que un águila se había posado en la vara de su carro de bueyes. Como el águila seguía
instalada en la vara, sin inmutarse, entonces Gordio decidió dirigirse a Telmiso en Frigia , porque allí
había un oráculo confiable para preguntarle qué podía significar esto.
Antes de atravesar la puerta de entrada a la ciudad, encontró a una bella joven que poseía el don de la
profesia. No bien vio el carro con el águila, le dijo a Gordio que debería ir directamente a ofrecerle
sacrificios a Zeus y le pidió que la dejara acompañarlo.

-Por supuesto. Respondió Gordio. Y agregó –Eres una joven muy inteligente, ¿Quieres casarte conmigo?

-Primero hay que ofrecer sacrificios, dijo ella.

Entonces se dirigieron hacia la ciudad.

Ellos no sabían que el rey de Frigia había muerto subitamente y como no tenía hijos no se conocía al
sucesor.

Pero un oráculo vaticinó:-!Su nuevo rey se acerca con su futura esposa en un carro tirado por bueyes! .
Ellos entraron con la carreta en la plaza e inmediatamente todas las miradas se posaron en ellos y en el
águila que todavía seguía parada sobre la vara de la carreta.

Inmediatamente proclamaron- ¡Aquí está nuestro nuevo Rey!.

Como agradecimiento le dedicó el carro y los bueyes a Zeus.

Gordio había enganchado el carro a la vara con un nudo muy particular.

Un oráculo vaticinó:-El hombre que pueda desatar el nudo se convertiría en el dueño y señor de Asia. La
carreta quedó entonces en la Acrópolis, durante siglos, bajo la atenta vigilancia de los sacerdotes de
Zeus.

En el año 333 antes de Cristo, Alejandro de Macedonia, También conocido como Alejandro Magno, pasó
por la ciudad y cortó el nudo con su espada en un acto de soberbia.

El Rey Midas y Dionisio

Midas era el rey de Macedonia. Fue el primer hombre en plantar un jardín de rosas.

Le gustaba disfrutar de la buena vida, las fiestas, escuchar música y pasarla bien.

Una mañana un jardinero le dijo: -Hay un Sátiro completamente borracho tirado en tu rosedal.

-¡Traedlo inmediatamente ante mi presencia! Dijo Midas

El sátiro resultó ser Silenio.

Silenio había viajado con Dionisio a la India y tenía muchas e interesantes anécdotas para relatar. Midas
se entretuvo cinco días escuchando atentamente las historias de ese continente lejano, sus ciudades,
sus barcos y sus gentes.

Al terminar, sin mediar ningún castigo por aplastar sus rosas, lo envió sano y salvo con Dionisio.

Dionisio, agradecido le dijo a Midas: -¡Pídeme lo que quieras y te lo concederé! Midas, eligió tener el
poder de convertir en oro todo lo que tocase. Y así le fue concedido.
Al principio resultaba muy divertido hacer rosas o pájaros de oro. Pero por error convirtió a su propia
hija en estatua de oro.

Y más tarde la desesperación se apoderó de él cuando tenía hambre y su comida se convertía en oro o
cuando tenía sed y el vino se convertía en oro.

Llorando le pidió ayuda a Dionisio: -¡Por favor, Dionisio, libérame de este castigo. Mi propia hija es una
estatua de oro y no puedo ni beber ni comer. Estoy muriendo de hambre y de sed. Ayúdame!

Dionisio se rió a carcajadas y lo mandó a lavarse las manos para quitarse el toque mágico a un río de
Frigia llamado Pactolus, cuyas arenas son todavía doradas. Y le devolvió la vida a su hija.

Las Orejas del Rey Midas

La diosa Atenea había inventado la flauta doble. Cuando la soplaba conseguía arrancarle hermosas
melodías.

Una noche, en que Atenea estaba tocando la flauta en un banquete, Hera y Afrodita comenzaron a reírse
en secreto.

Atenea se preguntaba porqué. Entonces se sentó ala orilla de un arroyo a tocar y cuando vio su aspecto
ridículo, con las mejillas hinchadas mientras soplaba la flauta, la arrojó al arroyo con una maldición para
el que la encontrara.

Tiempo después, Marsias encontró la flauta en el arroyo y consiguió arrancarle deliciosas melodías.
Tanto que decidió competir con el dios Apolo.

Apolo llamo a las musas y al rey Midas que tanto apreciaban la música para que actuaran como jurado.
Marsias tocaría la flauta y Apolo la lira.

Los dos tocaron sus instrumentos pero el jurado no pudo ponerse de acuerdo porque ambos dieron un
espléndido concierto.

Entonces Apolo dijo: Te reto a que toques tu instrumento al revés como lo hago yo. Apolo dio vuelta la
lira y siguió tocando.

-¡Yo no puedo hacer eso! Replicó Marsias.

-Entonces Apolo gana, dijeron las Musas.

-Eso es muy injusto, dijo el rey Midas-Su instrumento no se lo permite.

Como las musas eran nueve, Y Midas solo uno, ganaron ellas.

Apolo dijo entonces a Marsias:-¡Tu debes morir, por retar a al mismo dios de la música a una
competencia! Y diciendo esto lo mató.

Después a Midas lo llamó burro y le tocó las orejas que comenzaron a crecer al instante, convirtiéndose
en orejas de burro.
El Rey Midas avergonzado, corrió a cubrirse las orejas con un gorro frigio. No quería que nadie se
enterase de su desgracia.

Pero su peluquero no tuvo más remedio que enterarse cuando lo fue a visitar para que le cortase el
cabello. Midas lo amenazó de muerte si le contaba a una criatura viviente el secreto de sus orejas.

El secreto quemaba en el pecho del peluquero, necesitaba repetirlo desesperadamente.

Entonces viendo que no había nadie a su alrededor, cavó un hoyo a la vera del río Pactolus, se agachó y
susurró dentro del hoyo: -El Rey Midas tiene orejas de burro.

Tapó el hoyo con arena, asegurándose que su secreto estaba bien enterrado y se fue aliviado.

Pero una caña comenzó a brotar y les susurró a las otras hierbas:

-El rey Midas tiene orejas de burro. Pronto los pájaros escucharon la noticia.

Justamente pasaba por el lugar un hombre llamado Melampo, que comprendía el lenguaje de los
pájaros. Melampo le contó a sus amigos y luego fue delante del rey Midas y le dijo:

-¡Quítate el sombrero, quiero ver tus orejas de burro!

El rey Midas, sorprendido, primero le cortó la cabeza al peluquero y más tarde se mató a si mismo por la
vergüenza.

Perséfone, La Hija Perdida

Había una vez una diosa llamada Demeter que tenía una hermosa hija llamada Perséfone. La joven tenía
grandes ojos verdes y una cabellera de bucles dorados. Vivía con su madre en un departamento del
palacio en el monte Olimpo y de vez en cuando bajaba a los prados a recoger flores en compañía de sus
amigas.

Un día, el dios de los muertos, Hades, que vivía en el centro de la tierra, rodeado de tinieblas, se
enamoró profundamente de Perséfone.

Como Hades era muy astuto no se animó a acercarse sin antes pedir permiso a Zeus, el más importante
de todos los dioses del Olimpo. Zeus, no le contestó ni si ni no, pero le guiñó un ojo. Entonces Hades,
trazó un plan para cumplir su deseo.

Un día que Perséfone, estaba recogiendo flores tranquilamente con sus amigas, se alejó distraída del
grupo para recoger un narciso. En ese momento la tierra se abrió y de allí surgió el dios de los muertos
en un carruaje negro. La secuestró y la llevó con él sin dejar ningún rastro.
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Las amigas no habían visto como Perséfone se había esfumado sin dejar rastro alguno. Así que nada
pudieron decirle a Demeter, la madre, que sufrió por la desaparición de su hija.

Demeter, desesperada comenzó a buscarla. Se disfrazó de anciana y comenzó a recorrer toda Grecia
buscando alguna pista sobre su hija. Durante nueve días ni comió ni bebió.

Cuando los reyes de Eleusis la vieron, le ofrecieron quedarse con ellos en el palacio para cuidar de sus
hijos.

Un buen día, el hijo mayor de los reyes le dijo:

-Diosa Demeter, tengo malas noticias. Un pastor me contó que vio un carruaje siniestro, guiado por un
rey calzando una armadura negra, se llevó a una joven que gritaba muerta de miedo. La tierra se abrió
y ambos desaparecieron en sus entrañas. Pienso que podría ser tu hija Perséfone.

Demeter, reconoció a Hades por la descripción del pastor, pensó que Zeus tenía algo que ver en este
asunto y decidió vengarse.

Como Demeter era la diosa de la agricultura, recorrió Grecia prohibiendo a los árboles dar fruto, a los
pastos crecer y a las semillas germinar. Al poco tiempo el ganado no tenía como alimentarse y comenzó
a morir. Si esto continuaba, los hombres pronto morirían también por falta de alimento.

Zeus se asustó y trató de convencerla enviándole riquísimos regalos,joyas y oro, pero Demeter no los
aceptó.-No quiero tus regalos. Solo quiero a mi hija Perséfone de vuelta en mi casa.

Zeus, viendo que era imposible convencer a Demeter, llamó a Hermes y lo envió al Tátaro para darle un
mensaje al dios Hades.

- Por favor, devuelve a Perséfone o todos estaremos perdidos ya que los humanos están en serio peligro
debido a la falta de alimento.

Hades le respondió:
-Solo puedo enviar a Perséfone de vuelta a su casa, mientras no haya probado el alimento de los
muertos.

Perséfone estaba tan triste que se había negado a probar bocado desde el día de su secuestro.

Entonces Hades le dijo:

- Hermosa Perséfone, parece que no eres feliz a mi lado. No has probado bocado desde el día en que
llegaste. Cada día estás más delgada y si sigues así pronto morirás. Mejor que vuelvas a tu casa.

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Pero un jardinero que escuchó la conversación dijo:

-¿Cómo que no ha probado bocado? Yo la vi comer granadas de tu huerto esta mañana.

Hades se sonrió satisfecho. La subió a un carruaje y la llevó junto a su madre, que apenas la vio se
abrazó a ella llorando de felicidad.

Pero Hades le dijo:

-Diosa Demeter, tu hija Perséfone ha comido siete granadas de mi huerto, por lo tanto debe regresar al
Tártaro conmigo.

Demeter, furiosa respondió:

-Si eso ocurre, jamás levantaré la maldición que pesa sobre la tierra. Todos los hombres y los animales
morirán.

Zeus, espantado por la respuesta de Demeter, envió a su esposa Hera a a negociar con los dioses.
Finalmente Demeter aceptó que el príncipe de las tinieblas se case con Perséfone. Su hija debía pasar
siete meses al año con Hades, un mes por cada granada que comió y cinco meses junto a Demeter, su
madre.

Por esa razón la tierra florece y fructifica en primavera y verano, cuando Perséfone visita a su madre y la
tierra está triste y seca en otoño e invierno, cuando Perséfone está junto a Hades.

Orféo y Eurídice

Había una vez una Musa llamada Calliope. Ella tenía un hijo llamado Orfeo.

Orfeo, además de ser un gran poeta, tocaba muy bien la lira, deleitando a todos los que lo escuchaban.
Tanto hombres como animales quedaban extasiados con su música. Hasta los árboles y las rocas se
movían y cambiaban de lugar solo para escuchar sus dulces melodías.

Orfeo estaba casado con Eurídice, su bella esposa, de la cual estaba sumamente enamorado.

Un día mientras recorrían el bosque tomados de la mano, Eurídice, sin querer, pisó una serpiente
venenosa que estaba dormida. La serpiente, furiosa por haber sido despertada tan abruptamente, le
mordió el tobillo y Eurídice murió envenenada a los pocos minutos.

Orfeo, desesperado por recuperar a su esposa, decidió descender al Tártaro para buscarla y traerla de
vuelta a la vida.

Orfeo tomó la lira, y mientras tocaba, encantaba a todos los que se cruzaban en su camino. Hasta el can
Cerbero, el perro de tres cabezas custodio del Tártaro, lo seguía como un cachorrito manso.

Orfeo continuó su largo recorrido encantando con su melodía a uno tras otro hasta llegar hasta el mismo
trono de Hades, el rey de los muertos, que fascinado por los suaves acordes de la lira, le preguntó:-
¿Qué vienes a buscar aquí, Orfeo?

-Quiero a mi esposa Eurídice de vuelta conmigo. Respondió Orfeo.

-¡Ah! Escúchame bien. Dijo Hades-Permitiré que Eurídice regrese contigo con una sola condición: -
Deberás caminar sin mirar atrás hasta que llegues a plena luz del sol. Eurídice te seguirá mientras tocas
la lira y no sufrirás daño alguno.

Orfeo, feliz comenzó a entonar la más dulce de las melodías mientras Eurídice lo seguía a la distancia.
Pero Orfeo estaba tan ansioso por volver a verla, que pronto olvidó la condición impuesta por Hades y
cuando faltaba solo un minuto para salir a la luz, volteó la cabeza para mirarla y perdió a Eurídice para
siempre.

El Triste Final de Orféo

Un día ,el dios supremo del Olimpo, Zeus dijo:-Mi hijo Dionisio, también conocido como Baco, merece
ser nombrado dios por haber inventado el vino. Y lo elevó al rango de dios.

Orfeo se negó a adorarlo como dios diciendo:


- Dionisio no puede ser dios. Es un mal ejemplo para los mortales ya que está borracho la mayor parte
del día. Me niego a ofrecerle sacrificios a un borracho.

Cuando Dionisio escuchó el comentario se enojó tanto que envió a un grupo de Ménades, mujeres
embriagadas todo el tiempo, a perseguirlo.

Cuando las Ménades lo encontraron, Orfeo estaba placidamente dormido junto a su lira. Si hubiera
estado despierto tocando su lira ellas habrían quedado encantadas por su música.

Entonces, las Ménades, le cortaron la cabeza y la arrojaron a un río cercano. Luego cortaron el resto del
cuerpo en pedacitos.

Las Musas encontraron los trozos de Orfeo y apenadas por la triste desaparición del músico, los
enterraron a los pies del monte Olimpo, donde los ruiseñores entonaron de allí en más dulcísimos
cantos.

La cabeza de Orfeo floto río abajo hasta llegar al mar, donde un barco de pescadores la atrapó en sus
redes y le dieron sepultura.

Zeus permitió que se pusiera la lira de Orfeo en el cielo, formando la constelación llamada ¨ La Lira¨

Atenea y Aracne

Cuenta la leyenda que había una hermosa joven llamada Aracne. Era muy habilidosa en el arte de
entretejer la lana, y por ese talento era reconocida.

Las Ninfas bajaban muchas veces hacia su morada para admirar sus trabajos y quedaban embelezadas
por sus magníficos bordados.

En una ocasión le preguntaron si la diosa Atenea le había enseñado a trabajar la lana, pero Aracne se
defendió como si la hubieran insultado:-¡Nadie me ha enseñado el oficio! Si Atenea quiere venir a
competir conmigo, que venga!

Atenea la escuchó. Entonces se disfrazó de anciana para acercarse sin despertar sospechas y le dijo
suavemente: -Acepta los consejos de esta anciana. Tú puedes alcanzar la gloria con tu oficio pero jamás
podrás eclipsar a una diosa inmortal, como Atenea.

Aracne se ofuscó aún más:- ¡Que venga y teja! ¡Ya veremos quién gana!

Entonces, Atenea se quitó el disfraz de anciana, se sentó a su lado y comenzó a tejer. Durante horas y
sin descanso se dedicaron a trazar intrincados y hermosos bordados.

Atenea hizo un magnífico trabajo, pero nada pudo decir del bordado maravilloso de Aracne.

La diosa, despechada destrozó en mil pedazos el trabajo de su competidora y ésta al no poder soportar
esa humillación, intentó ahorcarse.

Atenea se compadeció de la joven y la salvó de la muerte pero luego le dijo: -¡Eres una desgraciada! ¡No
vas a morir, pero a partir de ahora, tu vida penderá siempre de un hilo!
Aracne, fue convertida en araña y desde entonces no cesa de tejer colgada de un hilo.

La Manzana de la Discordia

Cuenta la leyenda, que cuando Peleo y Tetis se casaron. enviaron invitaciones a la fiesta para todos los
dioses . como no querían tener problemas en un día tan especial, decidieron que lo mejor sería no
invitar a Eris, conocida como La Discordia.

Eris se enojó tanto que se apareció en el banquete de bodas de todos modos. Furiosa se dirigió a la
mesa donde se encontraban las diosas más hermosas: Hera, Atenea y Afrodita y arrojó ua enorme
manzana con una inscripción tallada que decía: "Para la más Hermosa".

Hera dijo: Debe ser para mí. Pero al instante, Atenea y Afrodita también reclamaron la manzana y
pusieron a Zeus como árbitro.

Zeus, no quería tomar parte por ninguna de las diosas ya que sabía que por lo menos dos de ellas
terminarían haciendo reclamos por su intervención o lo que es peor, enemistadas con él y decidió
sacarse el problema de encima.

No se le ocurrió nada mejor que enviar a las tres diosas ante el joven y hermoso Paris para que
decidiera él.

Una a una las diosas fueron desfilando ante él cubriéndolo de promesas.

-Prometo darte poder y riquezas si me eliges- Dijo Hera.

Atenea le prometió: -Si dices que yo soy la más bella, te otorgaré gloria en las guerras y fama por
doquier-.

Pero , la sensual Afrodita, que era muy astuta, le ofreció la mujer más hermosa por esposa y esto lo
convenció definitivamente.

Afrodita obtuvo la manzana de oro y de allí en más Hera y Atenea se convirtieron en sus peores
enemigas.

Afrodita , fiel a su promesa le ayudó a Paris a conseguir el amor de Helena, que se convertiría en el
motivo de la famosa guerra de Troya.

Eco y Narciso

Eco era una ninfa que habitaba en el bosque junto a otras ninfas amigas y le gustaba cazar por lo cual,
era una de las favoritas de la diosa Artemisa.

Pero Eco tenía un grave defecto: Era muy conversadora. Y además en cualquier conversación o
discusión, siempre quería tener la última palabra.
Cierto día, la diosa Hera salió en busca de su marido Zeus, al cual le gustaba divertirse entre las ninfas.
Cuando Hera llegó al bosque de las ninfas, Eco la entretuvo con su conversación mientras las ninfas
huían del lugar.

Cuando Hera descubrió su trampa la condenó diciendo:- Por haberme engañado, a partir de este
momento pederás el uso de la lengua. Y ya que te gusta tanto tener la última palabra solo podrás
responder con la última palabra que escuches. Jamás podrás volver a hablar en primer lugar.

Eco, con su maldición a cuestas se dedicó a la cacería recorriendo montes y bosques. Un día vio a un
hermoso joven llamado Narciso y se enamoró perdidamente de él. Deseó fervientemente poder
conversar con él, pero tenía la palabra vedada. Entonces comenzó a perseguirlo esperando que Narciso
le hablara en algún momento.

En cierto momento, en que Narciso estaba solo en el bosque y escuchó un crujir de ramas a sus
espaldas y gritó:- ¿Hay alguien aquí?

Eco respondió: -Aquí.

Como Narciso no vio a nadie volvió a gritar: -Ven

Y Eco contestó: -Ven

Como nadie se acercaba, Narciso dijo:- ¿Por qué huyes de mí? Unámonos

La ninfa, loca de amor se lanzó entre sus brazos diciendo:- Unámonos

Narciso dio un salto hacia atrás diciendo:- Aléjate de mi! Prefiero morirme a pertenecerte!

Eco respondió: -Pertenecerte.

Ante el fuerte rechazo de Narciso, Eco sintió una vergüenza tan grande que llorando se recluyó en las
cavernas y en los picos de las montañas. La tristeza consumió su cuerpo hasta pulverizarlo. Solo quedó
su voz para responder con la última palabra a cualquiera que le habla.

Narciso no solo rechazó a Eco, sino que su crueldad se manifestó también entre otras ninfas que se
enamoraron de él. Una de esas ninfas, que había intentado ganar su amor sin lograrlo le suplicó a la
diosa Hera que Narciso sintiera algún día lo que era amar sin ser correspondido y la diosa respondió
favorablemente a su súplica.

Escondida en el bosque, había una fuente de agua cristalina. Tan clara y mansa era la fuente que
parecía un espejo. Un día Narciso se acercó a beber y al ver su propia imagen reflejada pensó que era
un espíritu del agua que habitaba en ese lugar. Quedó extasiado al ver ese rostro perfecto. Los rubios
cabellos ondulados, el azul profundo de sus ojos y se enamoró perdidamente de esa imagen.

Deseó alejarse, pero la atracción que ejercía sobre él era tan fuerte que no lograba separase .Muy por el
contrario deseó besarlo y abrazarlo con todas sus fuerzas. Se había enamorado de si mismo.

Desesperado, Narciso comenzó a hablarle:- ¿Por qué huyes de mí, hermoso espíritu de las aguas? Si
sonrío, sonríes. Si estiro mis brazos hacia ti, tú también los estiras. No comprendo.

Todas las ninfas me aman, pero no quieres acercarte.- Mientras hablaba una lágrima cayó de sus ojos.
La imagen reflejada se nubló y Narciso suplicó: -Te ruego que te quedes junto a mí. Ya que me resulta
imposible tocarte, deja que te contemple.
Narciso continuó prendado de si mismo . Ni comía, ni bebía por no apartarse de la imagen que lo
enamoraba hasta que terminó consumiéndose y murió.

Las ninfas quisieron darle sepultura, pero no encontraron el cuerpo en ninguna parte. En su lugar
apareció una flor hermosa de hojas blancas que para conservar su recuerdo lleva el nombre de Narciso.

Perseo y Atlas

Cuando Perseo mató a la Gorgona, se llevó la cabeza consigo y partió volando lejos, hasta la tierra
donde vivía el rey Atlas.

Atlas era un hombre de tamaño descomunal. Su mayor orgullo era su jardín ya que sus árboles daban
frutos de oro.

Perseo se presentó diciendo que venía de visita en calidad de huesped, pero Atlas , desconfiado,
temiendo que quisiera robarle sus frutos dorados lo echó.

Atlas era un gigante y Perseo no se animaba a enfrentarlo. Entonces le ofreció como obsequi la caja que
escondía la cabeza de la Gorgona.

Perseo abrió la caja mientras apartada sus ojos y levantó la cabeza de la Gorgona.

Al instante Atlas quedó convertido en piedra. Su cuerpo aumentó de tamaño hasta convertirse en una
montaña.

Perseo y el Monstruo Marino

Luego de convertir al gigante Atlas en piedra, Perseo voló hasta el país de los etíopes cuyo rey eraCefeo.
La reina de los Etíopes, Casiopea en un alarde de orgullo por su belleza se comparó con las Ninfas del
Mar. Estas en represalia enviaron a un monstruo marino para que devastara la costa.

El rey Cefeo, preocupado consultó al oráculo y este le ordenó sacrificar a su bella hija Andrómeda al
monstruo para apaciguarlo.

El rey, entonces mandó encadenar a su hija a una roca junto al mar para ser devorada por la bestia del
mar.

Perseo, cuando se acercó a la costa en su vuelo divisó a la hermosa doncella encadenada frente al mar
y, sin dar crédito a sus ojos se acercó a ella para preguntarle la razón de su triste destino.

Andrómeda, llorando desconsoladamente le confesó que su destino era ser la víctima que calmaría la
furia de los embates del monstruo del mar.

Mientras conversaban el monstruo marino se acercaba a la costa. El rey Cefeo y la reina Casiopea eran
testigos desgraciados del final trágico de su hija ya que nada podían hacer por ella.
Perseo, al ver la hermosura de Andrómeda y la desesperación de sus padres se presentó y ofreció
exterminar al monstruo, pidiendo al mismo tiempo como recompensa a su hija en matrimonio.

Los padres aceptaron encantados y le prometieron además una boda real.

Perseo sin titubear se lanzó en feroz lucha contra la bestia marina. Le clavó su espada, el monstruo se
retorció y devolvió el ataque con furia descontrolada. Perseo, con sus alas esquivaba los coletazos y le
clavaba la espada en cada sitio libre que encontraba.

Poco a poco fue guiando la furia del monstruo hasta la costa ya que sus alas estaban mojadas y cuando
lo tuvo cerca le partió una roca entre los ojos y el monstruo echando agua y sangre por la nariz, murió
tras un atronador aullido.

El rey de los etíopes y su esposa desencadenaron a la doncella de la roca. Felices y agradecidos con
Perseo, le ofrecieron la mano de su hija.

Heracles

Heracles, también conocido en Roma como Hércules, era hijo de Zeus y Almecna, una princesa de
Tebas.

Hera, la esposa de Zeus, enojada por la infidelidad envió a dos serpientes para matarlo cuando todavía
era un bebé. Pero Heracles, que era muy fuerte, tomó a las serpientes entre sus dedos fuertes como
tenazas y las estranguló.

El niño fue creciendo, haciéndose cada vez más y más fuerte.

Años más tarde, Supo que el rey de Grecia, Euristeo, quería destronar al rey de Tebas, Anfitrión, que era
su padrastro.

Heracles le ofreció a Euristeo ser su esclavo durante doce años, si permitía que su padrastro, Anfitrión,
permaneciera en el trono durante ese tiempo.

Euristeo, al verlo tan fuerte, temió que lo destronara y consultó al oráculo de Apolo y este le dijo:-
Accede al pedido, pero durante ese tiempo envíalo a hacer los trabajos más difíciles y peligrosos que
puedas imaginar.

1-Heracles y el León de Nemea

El primer trabajo que Euristeo le encomendó fue que trajera la piel del León de Nemea.

Heracles salió en su búsqueda muy bien armado.

Cuando encontró al León, le disparó todas sus flechas, pero la piel era tan gruesa que no logró
atravesarlo.

Entonces recurrió a su enorme maza y le pegó con ella en la cabeza mientras profería toda clase de
gritos.
El León, confundido, se metió en su cueva. Esta cueva, cavada en la montaña tenía dos entradas.
Heracles, juntó muchas rocas y las amontonó sobre una de las entradas hasta taparla totalmente y
luego entró a la cueva armado de una flecha de acero afilada y su potente maza.

Cuando el león lo vio, abrió su enorme boca, mostrando sus afilados dientes, con las crines de su
espalda de punta.

Hercules Fighting with the Nemean Lion , Francisco de Zurbarán


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Heracles, entonces, se abalanzó descargando la maza sobre la cabeza del león dejándolo mal herido
pero todavía vivo. Luego se trenzó en una lucha cuerpo a cuerpo. Con sus potentes brazos, lo apretó
hasta asfixiarlo por completo.

Una vez muerto el león, le arrancó la piel y se la colocó sobre sus hombros como si fuera una coraza y
volvió ante la presencia de Euristeo.

2-Heracles y la Hidra de Lerna

Esta vez Euristeo le pidió a Heracles que matase la Hidra de Lerna.

Para lograr esta difícil tarea, Heracles le pidió ayuda a su fiel compañero Yolao.
Cuando llegaron a la laguna de Lerna, Heracles disparo sus flechas para obligarla a salir del agua.

Cuando la temible Hidra finalmente apareció, Herácles le aplastó la cabeza con su maza. Pero de cada
gota caída de la sangre de la hidra, renacían dos nuevas cabezas de pequeñas hidras que crecían a gran
velocidad. Como la lucha era feroz y se volvía interminable por la rápida reproducción de las hidras, le
pidió a Yolao:-¡Pronto, Ayúdame! Arma una Tea con la rama de un árbol de ese bosque y quema las
cabezas de hidra apenas nacen.

Yolao, hizo lo que Heracles le dijo y así fue quemando las cabezas una por una, impidiendo que se
desarrollaran.

Cuando a la hidra le quedó solo una cabeza, Heracles la cercenó y luego la cortó en muchos pedazos que
luego enterró.

Heracles, antes de retirarse, sumergió sus flechas en la sangre ponzoñosa de la hidra. Ahora contaba
con flechas envenenadas.

3-Heracles y la Cierva de Cerineo

Apenas terminó con la hidra, el rey Euristeo lo mandó a traer viva a la cierva del monte Cerineo, que
estaba consagrada a la diosa Artemisa.

Esta cierva, tenía cuernos de oro y patas de bronce. Nadie logró alcanzarla ya que nunca se cansaba de
correr.

Heracles estuvo todo un año persiguiéndola, hasta que un día la siguió hasta un río. Como estaba muy
crecido, la cierva no se animó a cruzarlo. Entonces, Heracles la tomó por sorpresa, la agarró por los
cuernos, le ató las patas, la cargó sobre sus hombros y la llevó sana y salva ante Euristeo.

4-Heracles y el Jabali de Erimanto

Euristeo le ordenó que fuera en busca del jabalí de Erimanto y lo trajera vivo.

Heracles partió a buscarlo con sus armas habituales.

Lo más difícil era encontrarlo, ya que la temible bestia se escondía muy bien, y solo salía de su escondite
para sembrar el pánico entre los habitantes de Arcadia.

Heracles revisó uno por uno cada arbusto y revolvió las malezas hasta que lo encontró. El jabalí huyó y
Heracles fue tras él atravesando valles y montañas sin descansar.

Heracles vió un desfiladero sin salida y logró que el jabalí, ya agotado se internase para reposar .
Heracles aprovechó ese momento para capturarlo, le sujetó las fauces de afilados colmillos, le ató las
patas y lo cargó sobre su ancha espalda para depositarlo a los pies de Euristeo.

5-Heracles y los Pájaros de Estinfalo

Euristeo le ordeno luego a Heracles que exterminara los pájaros del pantano de Estinfalo.

Estos Pájaros tenían el pico y las patas de bronces y sus plumas exteriores eran como dardos de acero.
Destrozaban todas las cosechas y comían carne de humanos y rebaños. Eran el terror de la región.
Cuando Heracles intentó cazarlos lanzando sus afiladas flechas, estas rebotaban en las plumas de acero
exteriores que hacían las veces de una armadura. Solo eran vulnerables en su parte interna, o sea en su
pecho.

Heracles no podía atravesar el pantano nadando porque estaba lleno de barro y tampoco podía caminar
sobre él porque se hundía en el barro por su propio peso.

La diosa Atenea, viendo su desesperación y con la intención de ayudarlo le entregó un címbalo, luego le
dijo: -¡Sacúdelo!

Heracles entonces, sacudió el címbalo y los pájaros se echaron a volar, descubriendo el pecho
vulnerable.

Allí Heracles que era un magnífico arquero, disparo sus flechas y los exterminó a todos.

6-Heracles y el Toro de Creta

Euristeo, rapidamente le encomendó otro trabajo a nuestro héroe, Heracles.

Esta vez le pidió que acorralara, capturara y trajera a Mecenas al temible Toro de Creta. Una empresa
nada fácil.

Heracles se embarcó rumbo a la isla de Creta.

Una vez allí, buscó al toro hasta encontrarlo. Luego lo persiguió hasta introducirlo en un bosque.

Heracles trepó a un árbol y espero que el toro pasara y se arrojó sobre el lomo del animal. Después de
una fuerte lucha cuerpo a cuerpo, logró colocarle un anillo en la nariz y arrastralo a traves del agua
hasta depositarlo frente a Euristeo.

7-Heracles y los Establos de Augías

El Rey de la Elida, Augías tenía unos establos muy sucios.

Tenía muchísimos rebaños de bueyes y nadie los había limpiado en treinta años. El estiércol se había
acumulado y despedía un olor nauseabundo que se propagaba a toda la región.

Hercles vió que la tarea era muy difícil de cumplir porque los establos eran enormes ya que había más
de treinta mil animales.

Entonces tuvo una idea brillante.

Abrió un boquete en uno de los muros laterales del enorme establo, luego fue hasta un río cercano, el
río Alfio y con la ayuda de una pala y su fuerza, desvió el curso del río para hacer pasar el torrente por
dentro del establo.

Las aguas del río atravesaron el establo, barriendo el estiércol acumulado, quedando impecable.

8-Heracles y los Caballos de Diomedes

Euristeo, le encargó otra difícil tarea a Heracles. Esta vez debía traerle los caballos de Diomedes.
Diomedes, era hijo de Ares, era muy sanguinario. El tenía un establo con una manda de caballos que
escupían fuego por la boca. Diomedes, los alimentaba con los extranjeros náufragos que llegaban a las
playas de la isla.

Heracles se embarcó a Tracia con un grupo de amigos.

Cuando llegaron, se dirigieron inmediatamente a los establos de Diomedes, Atacaron a los sirvientes que
cuidaban el establo y luego fue en busca de Diomedes para arrojarlo en medio del pesebre de bronce
donde comían los caballos. De esa manera sufriría en carne propia el mismo castigo que empleaba con
los pobres náufragos. Los caballos lo devoraron al instante.

Mas tarde, los condujo con la ayuda de sus amigos hasta el palacio de Euristeo.

9-Heracles y las Amazonas

Euristeo tenía una hija llamada Admeta, que siempre anheló tener el cinturón de Hipólita, reina de las
amazonas.

Euristeo, le encargó a Heracles que lo buscara y lo trajera para su hija.

Heracles partió con un grupo de amigos hacia el país de las amazonas.

Al llegar, Heracles pudo comprobar que las amazonas conformaban un pueblo de guerreras. Todas ellas
sabían combatir a caballo y eran diestras en el uso de las armas. Hipólita lo recibió muy bien y cuando le
preguntó cual era el motivo de su visita, Heracles le comentó –El rey Euristeo me encargó que le lleve tu
cinturón, ya que su hija Admeta, desea tenerlo.

Hipólita le respondió- Yo misma te lo obsequiaré con mis respetos para el rey.

Rea, la esposa de Zeus, que siempre estaba atenta tratando de perjudicar a Heracles por ser hijo
ilegítimo de su marido, se disfrazó de amazona y comenzó a sembrar sospechas entre las amazonas. Les
dijo: -No confíen en Heracles, es muy traicionero. Lo único que desea es capturar a Hipólita.

Las amazonas comenzaron a sospechar y luego se alzaron en terrible lucha, muriendo hasta la misma
Hipólita en la sangrienta batalla.

Heracles le quitó el cinturón y pudo volver ante Euristeo con el encargo cumplido.

10-Heracles y los Toros de Gerión

Euristeo decidió esta vez, enviar a Heracles a buscar los Toros Rojos de Gerión.

Gerión era un terrible gigante con tres cuerpos. Vivía en una isla lejana de occidente, cruzando el océano
y tenía un rebaño de hermosos toros rojos, custodiados por un boyero y un temible perro con tres
cabezas.

Para llegar a tan remoto lugar, Heracles tuvo que recorrer la costa de Africa. Al llegar al estrecho que
separa Europa de Africa, levantó dos columnas, una en cada continente para conmemorar su paso por
ese territorio.

En ese lugar, el sol brillaba con tanta fuerza, y la temperatura era tan agobiante, que Heracles,
enfurecido, le arrojó dos flechas al sol.
El sol sorprendido por esa actitud tan audaz, con el deseo de apaciguarlo le dio una copa de oro que al
descender del cielo podía transportarlo a través del cielo, cruzando el océano hasta la costa del horizonte
lejano donde el sol sale para iluminar al mundo.

Heracles trepó a la copa y se trasladó volando hasta la lejana isla de Gerión.

Cuando llegó a su destino lo esperaban el terrible perro de tres cabezas que no bien lo vio comenzó a
ladrarle y a mostrarle sus afilados colmillos. Heracles tomó su maza y le partió las tres cabezas.

Luego apareció el boyero-¿Qué pasa? ¿Quién anda por ahí? Preguntó.

Heracles lo sorprendió y también descargó su maza dejándolo inconsciente. Cuando apareció el terrible
gigante Gerión, Heracles lo atacó con sus afiladas flechas hasta darle muerte.

Luego, Tomo el rebaño de toros rojos que hizo subir a la copa y volvió a volar en ella haciendo el
recorrido inverso atravesando la noche sobre el océano.

Luego condujo el rebaño de toros a pié. Pero al llegar al Ródano, sus habitantes se enamoraron de esos
hermosos bueyes rojos y le presentaron una feroz batalla. Tan cruel fue la pelea que Heracles quedó mal
herido en la contienda.

Heracles pensó que estaba perdido y pidió ayuda a su padre, Zeus a los gritos-¡Por favor, Padre Zeus,
ayúdame!

Zeus lo escuchó y para ayudarlo envió una gran tormenta de granizo sobre el enemigo.

Las piedras de hielo eran enormes y los enemigos de Heracles huyeron despavoridos.

Luego de atravesar numerosas regiones, y estando ya cerca de su meta, Hera, que siempre estaba
atenta para causarle problemas a Heracles, envió un tábano que volvió loco al rebaño con sus picaduras.

Los toros corrieron enloquecidos y el rebaño se dispersó en las montañas.

Heracles perdió mucho tiempo tratando de agrupar nuevamente a los toros, recuperó la mayor parte y
luego se dirigió a Micenas ante Euristeo, que no podía creer que Heracles, nuevamente, resultara
victorioso en tan difícil tarea.

11-Heracles en el Jardín de las Hespérides

Euristeo, esta vez le encargó a Heracles que le traiga las manzanas de oro, que la diosa Gea le había
regalado a Hera como regalo de casamiento y, que Hera, había plantado en un jardín lejano de occidente
custodiado por las Ninfas de la tarde, conocidas como Hespérides y un dragón de cien cabezas llamado
Ladón.

El recorrido que hizo Heracles para llegar al misterioso jardín es muy complicado ya que nadie conocía
bien su ubicación.

Primero Heracles fue a visitar unas Ninfas para que lo orientaran, pero las Ninfas le dijeron que tenía
que buscar al dios Nereo, ya que era el único que conocía la ubicación precisa.

Heracles buscó a Nereo y lo capturó para obligarlo a revelar el secreto. Nereo no quería decir ni media
palabra. Heracles lo encadenó y Nereo que era un dios, se transformó en león, luego en serpiente y más
tarde en llamas. Pero Heracles se mantuvo firme sin asustarse y Nereo finalmente confesó el sitio
secreto del famoso jardín.
Para llegar, Heracles tuvo que atravesar África. Caminó y caminó hasta llegar al punto más alejado del
mundo occidental y allí vio las puertas del jardín.

También vio a Atlas, un gigante enorme que en su destierro fue obligado a cargar sobre sus espaldas el
peso de la bóveda celeste.

Heracles conocía bien la existencia del temible dragón Ladón. Entonces le propuso al gigante que si iba
en busca de las manzanas de oro, el sostendría el firmamento en su lugar. Atlas aceptó porque ya
estaba cansado de tener tanto peso sobre sus hombros. Entró al jardín y arrancó los frutos dorados,
pero al regresarle dijo a Heracles que quería ir en persona a entregar el preciado botín a Euristeo.

Heracles tuvo que pensar rápidamente una respuesta.: - Me parece bien. Dijo,- Pero antes, permíteme
buscar algo que sirva de almohadilla y me acomode el cabello para que amortigüe el peso de tanta
carga.- Sostiene unos minutos el cielo hasta que resuelva este problema.

El gigante no se dio cuenta del engaño y cargó nuevamente sobre sus espaldas todo el peso de la
bóveda celeste.

Heracles, tomó las manzanas de oro y salió corriendo hasta llegar ante Euristeo.

12-Heracles y el Can Cerbero

Euristeo pensó y pensó tratando de encontrar otro trabajo difícil.

Luego le dijo-Hércules, Debes traerme el temible can Cerbero.

Hércules, entonces descendió en compañía de Hermes al abismo de los muertos.

Llego hasta el mismo trono de Hades, el dios de las tinieblas y le explicó el motivo de su visita.

Hades le respondió.-Puedes llevarte a Cerbero a plena luz del día. Pero con una sola condición. No debes
usar armas contra él.

Hercule Et Cerbere , Francisco de Zurbarán


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Hércules, se cubrió con la piel del león de Nemea que hacía las veces de escudo protector, luego tomó al
can por el cuello de donde confluían las tres cabezas y aunque el perro logró morderlo con sus afilados
colmillos, Hércules lo apretó con tal fuerza que casi lo asfixia.

El animal, sintiendo que estaba dominado se tranquilizó y lo siguió como un manso cachorrito.

Cuando se lo llevó a Euristeo, este se asustó tanto de ver el aspecto horroroso del animal que le pidió
que lo devolviera urgentemente al Tártaro

Ulises

Ulises, también conocido como Odiseo, era rey de Itaca. Allí vivía junto a su bella esposa Penélope y a
su hijo Telémaco. Ulises, junto a un grupo de aguerridos príncipes griegos, emprendió un largo viaje
para tomar la ciudad de Troya. Esta ciudad rodeada por murallas era infranqueable.

Ulises que era muy inteligente, después de fracasar en varios intentos, tuvo la gran idea de construir un
caballo de madera gigantesco apoyado sobre una base con ruedas que abandonó a las puertas de la
ciudad de Troya. Los troyanos, deslumbrados por el gigantesco caballo, abrieron el pesado portón de la
ciudad y lo empujaron dentro. Ellos no sabían que el caballo contenía una sorpresa que los llevaría a su
fin. Dentro del caballo estaban escondidos numerosos soldados. Cuando llegó la noche y los troyanos
estaban descansando, los soldados abrieron una puerta secreta y se escabulleron dentro de la ciudad.
Luego abrieron el pesado portón que franqueaba la entrada para permitir la entrada del resto de las
tropas griegas, que aguardaban escondidas en un bosque cercano.

Así se logró destruir la ciudad de Troya.

Una vez cumplido su objetivo, Ulises volvió a Itaca junto a sus guerreros, pero debido a los distintos
tropiezos sufridos durante la travesía, el viaje que debía demorar unas pocas semanas se convirtió en
una odisea que duró diez largos años.

Aquí vamos a conocer los tropiezos y desventuras que atravesó Ulises hasta que logró llegar a su reino.

Ulises en la Isla de los Cicones

Las naves de Ulises, como todas las de la época, eran pequeñas. No tenían más que una vela y un
puñado de remeros para impulsarlas. Trataban en lo posible, de no perder de vista la costa, para poder
buscar refugio en caso de tormenta.

Muchas veces el clima les jugaba una mala pasada. En este caso, al tiempo de partir, un fuerte viento
empujó las naves hacia una isla ocupada por los Cicones.

Ulises, encontró que en esa isla había un gran tesoro y envió a sus hombres a recoger el botín. Los
Cicones, rápidamente se armaron para defender sus posesiones emprendiendo una feroz lucha cuerpo a
cuerpo contra los navegantes.

Como los Cicones eran muy numerosos ganaron la batalla. Ulises perdió el botín y muchos hombres en
la lucha. Pero con los que habían logrado salvarse, logró huir velozmente aunque con mucha tristeza por
el resultado adverso de la expedición.
Como si el cielo quisiera castigarlos por su atrevimiento, se desató una fuerte tempestad El agua
entraba a raudales y las velas se hincharon por el viento hasta reventar. Varios días lucharon contra las
adversidades del tiempo sin descansar.

Cuando por fin, volvió la calma al mar, aprovecharon para reparar las naves y reemplazar las velas
destrozadas. Pero nuevamente comenzó a soplar el viento norte alejándolos de su ruta, mar adentro y
empujándolos luego hacia otra isla extraña.

Ulises en la Isla de los Lotófagos

Los lotófagos, se llamaban así porque solamente se alimentaban con la flor del loto. Esta flor tenía raras
propiedades. Por un lado era deliciosa como la miel, pero por otro lado producía efectos secundarios a
los consumidores.

Los que prueban la flor del loto, inmediatamente olvidan el pasado cercano y el remoto. Tampoco
recuerdan los proyectos para el futuro. Sus días transcurren sin angustias ni sufrimientos, ya que no
recuerdan nada, y tampoco cumplen con sus deberes y obligaciones porque han olvidado todos los
proyectos. Solo pasan el tiempo, tirados sobre la playa, gozando de sus sueños dichosos mientras
consumen la flor del loto.

Ni bien llegaron a la isla, Ulises envió a un grupo de hombres a investigar ya que necesitaban
aprovisionarse de agua dulce y otros víveres.

Los lotófagos eran muy amigables. No solo los recibieron con los brazos abiertos, sino que también les
dieron a probar su alimento favorito: la flor del loto.

¿Qué sucedió? Los navegantes, apenas probaron el fruto delicioso, olvidaron a Ulises, a Itaca, la tarea
encomendada, las penas y sufrimientos que habían soportado y se tendieron sobre la playa olvidando
sus obligaciones como el resto de los lotófagos, fantaseando sueños de felicidad.

Ulises, que se había quedado en la nave, comenzó a preocuparse temiendo que los nativos de la isla
podrían haberlos aniquilado y bajó a buscarlos.

Al ver lo que ocurría, ya que ninguno quería volver a la nave y solo deseban permanecer allí tirados
consumiendo la dulce flor, hizo bajar a los remeros para que lo ayudaran a arrastrarlos nuevamente a
las naves, advirtiéndoles que no debían por nada del mundo probar ese alimento.

Los hombres lloraron y patalearon, ellos no deseaban volver a sufrir pena alguna, pero Ulises los ató
fuertemente hasta que se les pasó el efecto del fatal alimento.

Las naves de Ulises siguieron nuevamente su derrotero y luego de navegar varios días, vieron una
hermosa isla que se recortaba sobre el horizonte, donde se detuvieron.

Ulises y Polifemo, el Cíclope

Al acercarse con las naves a la isla, pudieron divisar campos fértiles, bosques espesos y hasta un
manantial de agua dulce que fluía entre rocas, rodeado de una arboleda que proporcionaba una sombra
apacible.

Al rodearla, vio Ulises, que la isla poseía un puerto natural, ideal para fondear las naves y explorar ese
territorio.

Al día siguiente, Ulises y un grupo de doce valientes hombres, se internaron en el bosque cargados con
vino, miel y otras provisiones con la esperanza de conocer a sus afortunados habitantes.
Ulises desconocía que esa isla estaba habitada por los Cíclopes, un pueblo salvaje que desconocía a
cualquier autoridad y tampoco creía en los dioses.

Avanzando en su expedición, muy pronto encontraron una gruta oculta entre ramas de laurel. A su
alrededor se extendía un muro de troncos y piedras de enorme tamaño. La cueva era la morada de un
gigante, pero no estaba allí, pues había salido a apacentar su rebaño de ovejas.

El refugio del gigante estaba repleto de quesos, acomodados prolijamente. Tarros y ollas para la leche y
un grupo de pequeños cabritos.

Cuando los hombres vieron todas esas provisiones se dejaron llevar por la tentación y dijeron:-
Tomemos estos quesos, carguemos los cabritos y volvamos a las naves.

Pero Ulises no aprobó la sugerencia.

-¿Comportarnos como ladrones? ¡Jamás! Si alguna vez conseguí un botín, fue luchando, no robando. Les
replicó con firmeza.-Mejor esperemos a que el gigante regrese y le ofrecemos a cambio de sus quesos,
nuestro vino y la miel.

Al caer la tarde, el gigante volvió a su refugio. Era un Cíclope gigante llamado Polifemo, hijo de
Poseidón.

Al ver acercarse al monstruo, Ulises y sus hombres corrieron a esconderse en los rincones más oscuros
de la cueva.

Polifemo penetró en la cueva seguido por su rebaño con paso tambaleante, cargando un enorme fardo
de leña, que al arrojarlo hizo retumbar cada rincón de la caverna.

Luego se dirigió hacia el único acceso de la cueva y sin el menor esfuerzo, tomó una roca inmensa y con
ella cerró la entrada por completo.

Polifemo, sin advertir la presencia de los intrusos, comenzó a ordeñar su rebaño, luego prendió una
hoguera, que iluminó cada rincón de su morada. En ese momento, Polifemo advirtiendo la presencia de
Ulises y sus hombres lanzó un grito estrepitoso que por poco los deja sordos.

-¿Quiénes son ustedes? -¿De dónde salieron? -¿Quién les dio permiso para entrar en mi casa? Preguntó
enojado, el gigante.

Los hombres quedaron petrificados del susto, pero el valiente Ulises, se adelantó diciendo: -Somos
guerreros del rey Agamenón de Grecia. Hemos luchado por nuestro rey en Troya y ahora volvemos a
nuestra patria, pero un fuerte viento nos desvió hacia esta isla. Te pedimos que nos concedas la
hospitalidad que nuestro dios, Zeus, ordena que se le otorgue a los extranjeros.

-Los Cíclopes no tenemos dioses y tampoco aceptamos órdenes de nadie. Respondió enérgico para
preguntar curioso:-¿De qué lado de la isla están ancladas tus naves?

-Nuestras naves se hundieron luego de una terrible tempestad. Somos los únicos sobrevivientes del
naufragio. Respondió Ulises con astucia.

Polifemo se sonrió con picardía. Luego avanzó hacia los hombres y tomando a dos de ellos entre sus
manos, les golpeó la cabeza hasta quebrarla, luego los abrió por la mitad ayudado por un cuchillo y los
asó al fuego.
Cuando estuvieron a punto, los devoró lentamente mientras sorbía un enorme vaso de leche. Ulises y los
diez acompañantes que quedaban no podían creer lo que habían presenciado ya que la ferocidad del
gigante no conocía límites.

Apenas el gigante cayó rendido por el sueño, Ulises se reunió con sus hombres para urdir un plan que
les permitiera escapar de ese monstruo. Sabían que la solución no era matarlo, pues quedarían
atrapados para siempre, imposibilitados de mover la inmensa roca que cubría la entrada. Por otro lado,
también sabían que si no lograban hacer algo pronto sus días estaban contados.

Por la mañana, Polifemo ordeño a sus ovejas y luego volvió a matar a otros dos hombres que asó y
engulló rápidamente. Mas tarde hizo salir al rebaño, y una vez afuera, volvió a cubrir la entrada con la
piedra.

Ulises y sus hombres, desesperados, lamentaban su mala suerte. De pronto, Ulises vio un tronco
enorme y ordenó a sus hombres afilar la punta y la endureció al fuego de la hoguera con la finalidad de
hundirlo en el ojo del cruel Cíclope.

Al caer la tarde, el gigante regresó y luego de ordeñar a su rebaño, volvió a repetir su sanguinaria rutina
de cenar dos hombres.

Entonces, Ulises, se adelantó para ofrecerle su vino. -Polifemo, para que tu festín sea perfecto debes
acompañarlo de este delicioso vino. Polifemo, lo probó y vio que era delicioso.

-Nunca he probado un licor tan delicioso como este. Dijo el gigante, mientras paladeaba el rico licor.-
Quiero recompensarte por tu generosidad.

-Muy bien, respondió Ulises. Si quieres recompensarme te diré mi nombre. Mi nombre es Nadie.

Polifemo lanzó una carcajada. -!Claro que te recompensaré! . Me comeré a tus hombres y te dejaré para
el final. Y siguió riendo a carcajadas.

Muy pronto, el gigante cayó rendido ante el efecto del vino en un sueño profundo. Entonces, Ulises, con
la ayuda de sus hombres, tomó el tronco afilado y luego de colocar su punta al fuego hasta que se puso
de color rojo incandescente, lo alzaron entre todos y lo hundieron en el único ojo del gigante.

Polifemo, despertó gimiendo y maldiciendo con gritos estruendosos mientras la estaca continuaba
clavada en su único ojo. Cuando logró arrancarla, deambuló ciego por la cueva tropezándose sin aliviar
su dolor.

Al oír sus gritos, los otros cíclopes se acercaron a la puerta de su cueva para preguntarle: ¿Qué ocurre
Polifemo? ¿Alguien te ha herido?

Polifemo respondió:-¡Nadie me ha herido a traición!

-¡Pues si nadie te ha herido, para que gritas tanto! Replicaron sus hermanos, los cíclopes, mientras se
marcharon pensando que se había vuelto loco.

En vano trató el gigante ciego de encontrar a Ulises y a sus hombres, ya que estos podían fácilmente
escurrirse cuando el gigante se acercaba a tientas.

Entonces Polifemo, corrió la pesada piedra de la entrada y se instaló a custodiar la entrada esperando
que desearan escapar de sus garras.
Pero el ingenioso Ulises, urdió un nuevo plan. Entre el rebaño de Polifemo, había varios carneros de gran
tamaño. Los sujetó con tientos de a tres y debajo del vientre de los mismos sujetó a sus hombres y
luego se ató a si mismo bajo el vientre de otros tres carneros.

Cuando Polifemo dejó salir a su rebaño, les acariciaba los lomos, Sin percatarse que al salir los carneros,
también escapaban los hombres.

Así escaparon, Ulises y sus hombres de su prisión. Cuando estuvieron en un lugar seguro, cortaron las
ataduras con un cuchillo y se dirigieron rápidamente a las naves, donde la tripulación preocupada los
esperaba angustiada.

Después de cargar el rebaño en las naves y cuando ya se alejaban de la costa, Ulises gritó:-¡Polifemo,
cuando alguien te pregunte que le pasó a tu ojo, dile que Ulises, el rey de Itaca te lo vació!

Polifemo lanzó un aullido: -Un oráculo me predijo que Ulises, rey de Itaca, me dejaría ciego. Pensé que
sería un héroe majestuoso no un enano insignificante que me emborracharía a traición. Como has sido
tan astuto te ruego que vuelvas y te trataré como mereces o mi padre, Poseidón, me vengará
enviándote una maldición. Gritó envenenado de rabia.

-¡Jamás volverás a ver el sol y tu padre jamás te devolverá tu ojo! Respondió Ulises.

-Polifemo lanzó toda clase de gritos, pidiendo a Poseidón que lo vengara de Ulises, mientras arrojaba
enormes piedras contra las naves.

Las piedras no le causaron ningún daño a las naves, sino que las impulsaron mar adentro, escapando de
esa isla y sus crueles habitantes.

Ulises y Eolo

Ulises y sus hombres, después de tan desdichada aventura, continuaron navegando con la esperanza de
regresar a su reino, Itaca.

Después de varios días de navegación, vieron una extraña isla, rodeada de escarpadas rocas y protegida
por una muralla de bronce.

Ulises, curioso, no pudo resistir la tentación de incursionar en lo que parecía ser una fortaleza
impenetrable.

Ulises, ancló las naves, y apenas pisaron tierra firme, fueron recibidos por Eolo, El rey de los vientos,
que gobernaba la isla.

Eolo, sabía muy bien quien era Ulises y le otorgó el rango de huésped. Lo agasajó con toda clase de
banquetes y ceremonias en su honor.

Ulises estaba encantado, pero lo que realmente deseaba era regresar a su ansiada patria, donde lo
esperaba Penélope, su esposa y su hijo Telémaco.

Eolo comprendió el deseo de Ulises y quiso hacerle un gran regalo. Entonces, encerró a todos los
vientos, menos al viento del oeste, en un gran cuero de buey. Luego cerró fuertemente la boca del
cuero, atándola con hilos de plata y se lo entregó a Ulises que lo depositó en el puente de la nave.

Eolo, colocó al viento del oeste detrás de las naves y luego le ordenó que soplara suavemente
acompañando a las naves hasta el deseado puerto de Itaca.
Durante nueve días, navegaron acompañados por una suave brisa, sobre un mar calmo, hasta que
lograron divisar la deseada isla. Pronto pudieron distinguir los bosques y las colinas. Lo que los llenó de
tranquilidad.

Después de tantos días de navegación sin poder pegar un ojo, y viendo que su objetivo estaba tan
cerca, Ulises se retiró a descansar, y vencido por el cansancio quedó profundamente dormido.

Los hombres que estaban en el puente, aprovechando la ausencia de su capitán, comenzaron a intrigar
contra Ulises, diciendo: -¡Ulises no es justo con nosotros! Eolo le dio este enorme cuero de regalo que
seguramente esconde un gran tesoro y no ha querido compartirlo con nosotros.

Y otro replicaba:- ¿Acaso no hemos luchado a la par de el? ¡Corresponde que comparta el botín!

Y así, movidos por la codicia y aprovechando que Ulises roncaba ruidosamente, decidieron abrir el cuero
del buey cuando faltaba muy poco para arribar a Itaca.

Inmediatamente escaparon los vientos del pellejo provocando un huracán que empujó las naves hacia el
lado contrario, alejándolas de su derrotero hasta convertir a la tan ansiada isla de Itaca en un punto
insignificante sobre el horizonte.

Al ver lo ocurrido, Ulises deseó terminar con su vida arrojándose al mar, pero como era sumamente
sensato, ordenó a sus hombres a dirigirse nuevamente a la isla del rey Eolo. Eolo, al verlo le preguntó:-
¿Porque has vuelto, Ulises? Yo te di todo para que llegaras a salvo a tu isla.

Ulises le explicó lo ocurrido y rogó que le prestara nuevamente su ayuda.

Pero Eolo, le contestó enfurecido:- ¡Vete de aquí y no vuelvas más! Si los dioses han permitido que te
ocurriera esta calamidad, no debes ser tan bueno.

Ulises, triste y avergonzado, regresó a las naves y ordenó a los hombres navegar mar adentro.

Los vientos arremolinados hacían dificultaban el avance de los remos y apenas podían dominar las
embarcaciones ante la furia del mar encrespado.

Todo parecía estar en su contra. Seis días y seis noches lucharon contra las inclemencias del tiempo y la
violencia del mar.

Ulises y los Gigantes

Después de luchar frenéticamente contra las inclemencias del tiempo durante seis largos días, los
navegantes fueron bendecidos por un sol radiante y un mar en calma. A lo lejos divisaron tierra y Ulises,
ordenó remar con vigor hasta alcanzar la orilla de lo que parecía una hermosa isla. Había allí un puerto
natural, de aguas tranquilas y fondearon las naves, menos la de Ulises, que como precaución la dejó
fuera del puerto, amarrada a una roca.

Ulises, movido por la curiosidad, trepó hasta la roca más alta para tratar de ver que clase de lugar era
ese. Solo divisaron algunas columnas de humo. Entonces decidió enviar a tres hombres a explorar el
lugar.

Siguiendo las huellas de los carros, atravesaron montes hasta toparse con las puertas del reino. Allí,
encontraron a una bella joven que peinaba sus largos cabellos junto a una fuente. Por sus palabras,
reconocieron que se encontraban frente a la hija del rey de la isla. Ella amablemente, ofreció conducirlos
junto a su madre, la reina.
Enorme fue su sorpresa cuando vieron que esa isla estaba habitada por enormes gigantes que se
alimentaban con carne humana. La reina, era una mujer horrible, de mirada siniestra e imponente
tamaño. Al ver a los tres hombres, le brillaron los ojos e inmediatamente llamó a su esposo, el rey.

El monarca, ni lerdo ni perezoso, se abalanzó sobre los hombres lanzando fuertes gritos y tomando a
uno de ellos por la cintura, le dio un golpe y luego lo engulló de un bocado. Los otros dos hombres,
huyeron espantados corriendo tan rápido como sus pies se lo permitían para advertir al resto de los
navegantes de la situación.

Pero, tras ellos corrieron un grupo de monstruosos caníbales, dispuestos a darse un banquete. Al llegar
al puerto, los gigantes arrojaron rocas contra las naves, hundiéndolas rápidamente y a los hombres
heridos o moribundos, los arrastraron hasta sus casas para darse un festín.

Ulises, presenció la tragedia horrorizado por la mala suerte de sus hombres y viendo que nada podía
hacer contra esos enemigos de fuerza colosal, se dirigió a su nave, la única que se salvó del desastre,
cortó la amarra y dio la orden de remar con fuerza a sus hombres para alejarse lo más rápido posible de
esa isla siniestra

Ulises y Circe, la Hechicera

Con solo un navío, abatidos y tristes por la experiencia sufrida, Ulises y sus hombres navegaron varios
días hasta llegar a la isla Eea. Una vez allí, se recostaron en la playa llorando y lamentándose
apesadumbrados por no poder volver a su patria, Itaca.

Ulises trató de darles ánimo pero no lograba reanimarlos. Entonces, se dirigió hasta lo alto una colina y
desde allí pudo divisar a lo lejos una columna de humo que ascendía hasta perderse en el cielo azul. Era
un signo de que alguien habitaba la isla.

Al descender se le cruzó un ciervo que logró matar con su lanza. Lo cargó hasta la playa y se los entregó
a sus compañeros diciendo: -¡Miren lo que he conseguido! Vamos a cocinarlo y cuando hayan comido,
verán el futuro con otros ojos.

Los hombres, que estaban hambrientos, olvidaron por un instante sus penas y luego de comer y beber
abundantemente durmieron placidamente.

Al día siguiente, Ulises insistió en la necesidad de explorar la isla. Los hombres temerosos por la
experiencia vivida, se negaron, pero la insistencia de Ulises terminó por ganar su voluntad.

Decidieron dividirse en dos grupos. Uno a cargo de Ulises y otro grupo a cargo de Euriloco, su cuñado.
Echaron en suerte para decidir qué grupo haría la tarea de exploración y el destino quiso que el grupo de
Euriloco se internara en la isla. Ulises debía aguardar en la playa su regreso.

Euriloco y sus hombres se internó en la isla. Luego de atravesar un bosque, se encontraron frente a un
gran palacio de piedra pulida. Frente a la puerta, se paseaban gran cantidad de leones y lobos mansos
como perritos, que al ver los, los rodearon festejando la llegada de los visitantes.

Los hombres no sabían que ese era el palacio de Circe, la hechicera y que esos animales formaban parte
de la fauna encantada de la maga.

Al llegar a la puerta del palacio, escucharon a una mujer cantando con una voz tan melodiosa que los
dejó paralizados.

Los hombres golpearon la puerta y la bella maga Circe les abrió, invitándolos a pasar.
Todos quedaron admirados de su hermosura, pero Euriloco, que recordaba lo ocurrido con la hija del
gigante se negó a entrar y decidió esperarlos escondido detrás de unos arbustos.

Circe, condujo a sus invitados a un lujoso salón donde los agasajó con sabrosos manjares a los que
añadió una pócima para hacerlos perder la memoria. Luego los tocó con su varita mágica convirtiéndolos
en cerdos para arrojarlos luego a una sucia y oscura pocilga. Una vez en la pocilga, Circe les arrojó
bellotas y desperdicios como único alimento.

Para mayor desdicha de esos hombres, si bien quedaron convertidos en cerdos físicamente, su
inteligencia continuaba siendo humana duplicando el sufrimiento. Euriloco esperó durante horas a sus
compañeros. Al ver que no regresaban, se angustió y desesperado, regresó corriendo hacia la nave,
para dar aviso de la desaparición de sus hombres.

Ulises al ver la desesperación de su cuñado. Buscó su espada y su arco y le pidió a Euriloco que le
indicara el camino hacia el palacio de Circe, pero este se negó diciendo:- Ulises, no puedes ir allá. No
podemos correr el riesgo de perderte. Mejor huyamos antes que vuelva a ocurrir otra desgracia.

Pero el héroe, se burló: -Si tú quieres, puedes quedarte aquí, comiendo y bebiendo pero yo voy a hacer
lo que me plazca. Y sin compañía alguna se dirigió hacia el bosque en busca del palacio de piedra.

Cuando faltaba muy poco para llegar a su destino, le salió al encuentro un joven hermoso blandiendo
una varita dorada. Ulises reconoció al dios Hermes en persona. -¿Dónde vas Ulises? Tus compañeros
están encerrados en una pocilga convertidos en cerdos. Y agregó :¿ Acaso crees que tú solo podrás
salvarlos? Ulises lo miró atónito. Entonces Hermes continuó diciendo:- Yo te ayudaré. Le entregó una
planta de flores blancas y raíces negras. Luego le dijo:-Esta planta apartará de ti cualquier hechicería.
Pero cuando Circe se acerque para tocarte con su varita mágica, debes sacar tu sable y arrojarte sobre
ella como si fueras a matarla. Ella se asustará y te ofrecerá su hospitalidad. No debes aceptar nada de
ella .Primero debes exigirle que haga el juramento de los dioses de que no intentará hacer nada en tu
contra. Así estarás a salvo.

Ulises aceptó las indicaciones del dios y prometió seguir sus indicaciones.

El héroe de Itaca llegó finalmente al palacio y golpeó la puerta. La bella Circe le abrió y lo invitó a pasar
al salón ofreciéndole toda clase de manjares mezclados con su pócima para perder la memoria. Pero no
lo afectó en lo más mínimo, pues llevaba consigo la planta de flores blancas.

Cuando Circe se acercó con su varita mágica, Ulises se abalanzó sobre ella con su espada como si fuera
a matarla.

Circe, entonces se arrojó a sus pies diciendo: - Dime quién eres extranjero. Solo hay un hombre sobre la
tierra capaz de resistir mis conjuros, y ese es Ulises, el héroe de Troya.

Y continuó: -Si tu eres Ulises, envaina tu espada y acepta la hospitalidad que te ofrezco.

Pero Ulises, recordando los consejos de Hermes le dijo: -Solo puedo confiar en ti, si juras por los dioses
que no harás nada en mi contra.

Circe realizó el juramento y luego lo agasajó con toda clase de manjares. Pero Ulises se negaba a comer
y a beber, pues estaba muy triste por la suerte corrida por sus compañeros transformados en cerdos.

-¿Qué sucede Ulises? Hice el juramento que me pediste y no has probado ni un bocado. ¿Todavía no
confías en mi?-Preguntó Circe asombrada.

A lo que Ulises respondió:-Solo cuando vuelva a ver a mis hombres libres y con su figura humana,
volveré a creer en tus promesas.
Circe entonces, tratando de ganar la confianza del héroe de Troya, liberó a los hombres y mientras
salían los iba tocando con su varita mágica para que recobraran su figura humana.

Los hombres reconocieron a Ulises al instante y se abrazaron llorando de felicidad. Circe se conmovió
hasta las lágrimas al presenciar tan calido reencuentro y ordenó buscar al resto de los hombres que se
encontraban en la playa para darles un espléndido banquete. Euriloco se resistió en principio, pero luego
también se sumo al grupo de invitados.

Así, entre festines y banquetes pasaron casi un año disfrutando de la hospitalidad de la bella hechicera.
Pero pronto volvieron a recordar a su patria y añoraron regresar junto a sus familias.

Ulises, al escuchar los ruegos de sus navegantes, melancólicos por volver, se acercó a Circe y le dijo: -
Te doy las gracias por tu generosidad, pero tú sabes bien que deseamos volver a Itaca. ¡Por favor,
ayúdanos!.

Circe le respondió:-¡No los retendré contra su voluntad!- Luego le trazó la ruta que debía seguir la nave
y readvirtió de cada uno de los peligros que iban a correr y lo que debían hacer en cada caso para
sortearlos con éxito.

Antes de despedirlos les advirtió:- Si tú o tus hombres no siguen mis indicaciones al pie de la letra, o
hacen algo contra lo que acabo de prohibirles, la ruina caerá sobre sus cabezas, perderás a tus hombres
y Tú no volverás a Itaca sino después de mucho tiempo y en un estado miserable.

Al día siguiente y después de agradecer a Circe nuevamente se lanzaron al mar en su nave, con la
esperanza de llegar a su ansiado destino, ayudados por los vientos favorables que envió la maga como
despedida.

Ulises y las Sirenas

Uno de los muchos peligros sobre los que la hechicera advirtió a Ulises, era el que correrían al pasar
frente a la isla de las Sirenas.

Esta isla estaba habitada por mujeres muy raras. De la cintura para abajo, tenían la forma y las escamas
de un gran pez y de la cintura para arriba tenían todo el aspecto de una mujer. Las sirenas eran muy
crueles a pesar de tener un aspecto inofensivo. Estaban dotadas de una voz extraordinaria. Pasaban los
días y las noches sentadas sobre el césped, frente al mar, cantando dulces y atrayentes canciones. Pero
esa voz melodiosa y cautivante era una trampa mortal para los hombres que la escuchaban, ya que no
podían resistir la tentación de acercarse a ellas. Una vez en tierra, las sirenas mataban a los hombres y
los descuartizaban. Luego amontonaban las calaveras como si fueran trofeos.

Circe le advirtió a Ulises:-El hombre que escuche la canción de las sirenas, jamás volverá a ver a su
esposa y a sus hijos.- Luego le aconsejó la manera de evitar el peligro.

La nave se acercaba rápidamente impulsada por una suave brisa, pero un conjuro de las sirenas detuvo
el viento y los hombres tuvieron que avanzar lentamente utilizando los remos.

Como un eco a la distancia, comenzaron a escuchar lo que parecía ser una canción. Ulises rápidamente
taponó los oídos de sus hombres con cera y luego les pidió que lo ataran fuertemente al mástil de la
nave y que por más que rogara y suplicara no lo desataran por nada del mundo. Luego les ordenó remar
con todas sus fuerzas para escapar velozmente de esa terrible atracción.

La nave comenzó a deslizarse junto a la isla y las sirenas redoblaron sus esfuerzos por atraerlos
cantando las más cautivantes canciones.
-¡Ven, Ulises! Detén tu nave para escuchar nuestras voces. Cantaremos para ti las Glorias de las
Victorias Griegas. ¡Ven, valiente Ulises!

Ulises, al escuchar esas voces, sintió una poderosa atracción. Podía ver a las hermosas sirenas, tendidas
entre las flores al borde del mar. Ulises, lloró y pataleó, implorando a sus hombres que lo dejaran libre
para reunirse con ellas.

Como los hombres tenían sus oídos tapados no sufrieron el efecto del encantamiento y en lugar de soltar
a Ulises, lo amarraron con más fuerza contra el mástil mientras él luchaba con todas sus fuerzas para
liberarse.

Los marineros remaron con tanta fuerza, que pronto se encontraron lejos de esa peligrosa isla. Una vez
en alta mar, los hombres desataron a Ulises y se quitaron los tapones de los oídos.

El peligro ya había pasado.

Ulises y las Rocas Erráticas

Ulises y sus hombres continuaron navegando hasta que se encontraron frente a unas rocas formidables,
donde las olas del mar chocaban contra ellas hasta cubrirlas por completo. Se podía escuchar el rugido
del mar al estrellarse y un enorme remolino arrojaba a la superficie restos de naufragios.

Comprendió Ulises que se hallaba frente a otro de los numerosos peligros que Circe le había advertido:
Las Rocas Erráticas.

Los tripulantes estaban aterrorizados ante el peligro que los esperaba, pero el valiente Ulises los animó a
seguir diciendo:- No se desanimen compañeros. Hemos atravesado muchos peligros. Recuerden a
Polifemo. Pensamos que moriríamos y aquí estamos. Solo cumplan mis órdenes y verán que todo saldrá
bien.

Circe, la hechicera le había aconsejado: Cuando deban atravesar las rocas erráticas, deben hundir los
remos en el agua a gran velocidad y al mismo tiempo controlar el timón para que la nave se mantenga
en línea recta para no chocar contra las rocas.

Esto fue lo que indicó Ulises y lograron sortear el peligro sin perder ni un solo hombre.

Escila y Caribdis

Ulises, que era muy prudente, luego de atravesar las rocas erráticas, guardó silencio sobre los nuevos
peligros que los acecharían: Escila y Caribdis.

Temía que si les contaba acerca de esos terribles monstruos, se aterrorizaran, dejaran sus remos y se
arrojaran al mar. Así fue que mantuvo en secreto las advertencias de Circe.

Luego de atravesar las rocas erráticas, la nave debía pasar por un lugar muy angosto. A cada lado del
mismo se levantaban dos rocas altísimas. A la izquierda se elevaba una de ellas, de color negro, brillante
y resbaladiza como mármol pulido. Demás está decir que nadie podía treparla. Aún en los días más
hermosos estaba cubierta por una nube negra.

En esta roca y dentro de una cueva oculta, vivía Escila. Un monstruo fantástico con doce patas y seis
cabezas de cuyas bocas asomaban afilados colmillos. Ladraba día y noche sin parar como un perro
rabioso. Devoraba a cuanto animal pudiera acercarse y cada vez que un navío atravesaba el lugar se
hacía un banquete, ya que cada una de sus cabezas podía engullir un marinero.
Frente a la roca que servía de morada a Escila, se encontraba otra roca altísima a cuyo pié crecía un
árbol frondoso. Entre sus raíces, había una cueva y allí vivía Caribdis, otro terrible monstruo. Caribdis
absorbía el agua del mar tres veces por día, haciéndola penetrar en su cueva. Luego lo devolvía otra vez
al mar, pero todo lo que penetraba en la cueva, Caribdis lo despedazaba.

Circe le había advertido: -Presta atención, Ulises. Escila no es mortal. Es inútil luchar contra ella. Lo
único que puedes hacer es huir a todo remo, lo más rápido posible.

Pero Ulises, al oír los ladridos de Escila, se calzó la armadura y se ubicó en la proa de la nave, esperando
que asomara sus cabezas, con la intención de enfrentarla. Escila no se asomó y con esa distracción
pronto se vio sorprendido por el remolino de Caribdis, que había comenzado a tragar el agua del mar.

Los marineros, muertos de miedo, remaban con todas sus fuerzas para alejarse de Caribdis, y así, se
acercaron sin percatarse a la roca de Escila.

Escila, lanzó sus seis cabezas y con un solo movimiento arrebató a seis marineros del puente. Los
hombres gritaban y lloraban extendiendo sus brazos, suplicando ayuda sin que sus compañeros pudieran
hacer cosa alguna para liberarlos de tan fatídica muerte.

Este triste espectáculo dejó a los marineros sumidos en la tristeza y la desolación, ya que tenían
perfecta conciencia de que cualquiera de ellos podría haber sufrido esa desgracia.

Ulises y los Ganados del Sol

Se alejó finalmente la nave de aquél espantoso lugar. Los navegantes no podían olvidar las miradas de
sus compañeros al ser atrapados por el monstruo Escila.

Después de varios días de navegación, vieron una isla hermosísima, cubierta de verdes prados donde
pastaban con tranquilidad rebaños de vacas y ovejas.

Ulises reconoció que se hallaba ante la isla que guardaba los rebaños del Sol, de la cual la bella
hechicera Circe le había vahadlo de esta manera:- Ulises, si logras atravesar sano y salvo el peligro de
los monstruos Escila y Caribdis, pronto encontrarás la isla del Sol. Pero, presta atención, porque si tú o
tus hombres matan una sola de las vacas del sol, una maldición caerá sobre la nave y su tripulación y
aunque logres salvar tu vida, tus compañeros morirán y si logras volver a Itaca, lo harás en un estado
lamentable.

Ulises, recordando estas palabras y la advertencia sobre la maldición, quiso seguir de largo, pero su
cuñado Euriloco comenzó a protestar:- ¿Cómo pretendes que sigamos adelante? ¿No ves que estamos
agotados? Ya se acerca la noche y estamos muertos de cansancio. ¿Qué pasará si se desata una
tormenta? ¿Cómo podremos hacerle frente en este estado?

El resto de los hombres se unió a la protesta y Ulises no tuvo más remedio que aceptar sus reclamos.
Pero antes de desembarcar les hizo prometer que no tocarían ni una oveja ni una vaca del Sol.

Los hombres le aseguraron que no tocarían los rebaños, ya que la hechicera Circe les había regalado
abundantes provisiones para abastecerse durante mucho tiempo.

Esa misma noche se desató un terrible tormenta que duró más de un mes. Con el correr del tiempo las
provisiones comenzaron a escasear y comenzaron a padecer hambre. La isla si bien era hermosa, ni la
caza ni la pesca era suficiente como para satisfacerlos.

Un día en que Ulises se internó en el bosque, Euriloco comenzó a instigar a los hombres diciendo:-
hemos sufrido toda clase de desgracias, pero no comprendo porqué tenemos que padecer hambre
mientras pastan a nuestro alrededor todas estas magnificas vacas. Me pregunto si no podríamos
sacrificar algunas terneras con la promesa de construirle un templo al Sol ni bien lleguemos a Itaca.

Los hombres, que ya venían arrastrando la escasez de alimento durante varios días se plegaron a la
propuesta de Euriloco sin pestañear. Rápidamente prepararon el fuego algunos y otros sacrificaron unas
terneras a las que asaron y luego se dieron un festín acompañado por el vino que les quedaba.

Ulises, que se había quedado profundamente dormido, en medio del bosque, despertó sintiendo un
fuerte olor a carne asada y corrió hasta donde acampaban sus hombres. Allí, horrorizado comprobó que
el daño ya estaba hecho y no había nada que pudiera hacer para remediar el mal.

Todos fueron testigos del más horripilante acontecimiento. De la carne de las vacas asadas, surgían
mugidos de dolor y los cueros que habían quedado, se contorneaban y retorcían, mientras por todas
partes se escuchaban tristes lamentos de vacas.

Al cabo de seis días, el tiempo mejoró y Ulises decidió que era el momento de zarpar y alejarse de la
isla.

Cuando se encontraron en alta mar, una nube negra se posó sobre la nave y parecía que la tempestad
estaba dirigida exclusivamente a ella. Un rayo partió el mástil en dos y al caer arrastró al timonel hacia
las aguas embravecidas del mar, al mismo tiempo comenzó a prenderse fuego, la nave giró hacía un
costado y todos los hombres, excepto Ulises, cayeron al mar.

El héroe de Troya se aferró con todas sus fuerzas a lo que quedaba de la nave, sin poder luchar, solo
dejándose llevar por las enfurecidas aguas.

Los vientos huracanados, hicieron retroceder la nave nuevamente, hasta donde se encontraban los
peligrosos monstruos de Escila y Caribdis. Cuando Caribdis con su remolino, comenzó a tragar las aguas
y a la destruida nave, Ulises, de un salto, se aferró a una rama del árbol que se hallaba a la entrada de
la cueva de Caribdis, y, cuando el monstruo, devolvió la nave al mar, de un salto. Se aferró a lo que
quedaba del mástil, logrando sortear esa contingencia con éxito. Escila, por suerte, no salió de su cueva
y pronto, Ulises se vio liberado de esos dos peligros.

Pronto se encontró Ulises, solo en alta mar a merced de los vientos, viendo más lejana la posibilidad de
volver a su patria con vida.

Ulises y Calipso

Ulises aferrado a los restos de la nave, muy cansado, se dejó llevar por el oleaje.

Una brisa suave, empujó la nave hacia una hermosa isla cubierta de árboles frondosos.

Después de descansar varias horas tendido en la arena de la playa, decidió explorarla. Después de
caminar un largo trecho, llegó hasta la entrada de una gruta cavada en la roca, de donde se desprendían
dulces aromas de cedro y sándalo. A su entrada se podían ver dos hermosas parras de las que colgaban
jugosos racimos de uvas negras.

El lugar era un paraíso. Se escuchaba el rumor de del agua proveniente de varias fuentes de agua
cristalina.

En la gruta, una bellísima mujer con trenzas doradas y ricamente vestida, tejía afanosamente. Era la
diosa Calipso.
A pesar de su mala fama con los hombres, Calipso recibió a Ulises con cariño, prodigándole toda clase de
cuidados que lo ayudaron a recobrar la salud, bastante deteriorada por las desdichadas aventuras que
padeció.

Después de haber perdido a su nave y a sus hombres, Ulises no podía hacer otra cosa que permanecer
al cuidado de la diosa. Pero a pesar de que la isla era un paraíso y que la diosa lo cuidaba con esmero,
Ulises no podía ocultar su tristeza y pasaba largas horas del día con la vista perdida en el horizonte,
añorando su patria.

Calipso al verlo tan apenado le preguntaba una y otra vez:-¿Qué te ocurre, Ulises? Bien sabes que si te
quedas conmigo no deberás temer ni a las enfermedades ni a la muerte.

Pero Ulises, sin querer ser grosero con la diosa le respondía:-No le tengo miedo ni a las enfermedades ni
a la muerte. Lo que yo deseo, es volver a ver aunque sea una sola vez más la isla de Itaca.

Así permanecieron ocho largos años. Este era el castigo que envió el dios Poseidón a Ulises, por haber
cegado a su hijo el cíclope Polifemo.

Para suerte de Ulises, Atenea, la diosa de la sabiduría, que veía por un lado la tristeza de Ulises y por el
otro, los pesares de su esposa Penélope y de su hijo Telémaco, deseó ayudarlo. Entonces, Atenea se
dirigió al monte Olimpo y en una asamblea relató al resto de los dioses las desventuras del héroe de
Troya y la tristeza que lo embargaba.

Los dioses se apiadaron de Ulises y su familia y enviaron a Hermes a la isla de Calipso para solucionar el
problema.

Hermes se encontró con Calipso, la diosa de las trenzas doradas, que lo agasajó con toda clase de
manjares exquisitos. Después de disfrutar de un regio festín, Hermes le transmitió a Calipso el deseo de
los dioses: Que le permitiera a Ulises regresar a su patria.

Calipso pensó que el pedido era injusto y le respondió: -¿Ahora se acuerdan los dioses de Ulises? ¿Acaso
ellos no permitieron que sufriera toda clase de penurias?, Además yo no poseo nave alguna. ¿Cómo
puedo mandarlo de regreso?

Pero Hermes, respondió con firmeza:-Si no envías a Ulises de regreso a Itaca, los dioses te castigaran
duramente.-y voló nuevamente sobre los campos de regreso al Olimpo.

Calipso, rápidamente, buscó a Ulises, que como todos los días se hallaba llorando en la playa con los
ojos puestos en el horizonte y le dijo:- No llores más, Ulises. Voy a permitirte regresar a tu patria.

Ulises, desconfiaba de las palabras de la diosa, pero ella lo condujo a un bosque donde crecían árboles
fuertes y alcanzándole un hacha de dos filos y otras herramientas lo animó a construir una nave para
llegar a su ansiado destino.

Mientras tanto, Calipso se puso a tejer una tela grande y fuerte para que usara de velas.

Ulises recobró la alegría perdida y prontamente se puso a trabajar con ahínco para construir una balsa lo
suficientemente resistente como para alcanzar a su patria.

Después de varios días de trabajar sin descanso, la balsa estaba concluida y la botó a la mar cargada de
ricas provisiones que la diosa Calipso, temerosa de la venganza de los dioses, le regaló para despedirse.

Después de dieciocho días de navegación en calma, divisó una isla dorada en el horizonte que flotaba
como un escudo de bronce y se dirigió a ella.
Pero lo que Ulises no sabía es que Poseidón, al regresar de un largo viaje, pasó por la isla de Calipso, y
al ver que el héroe de Troya se había liberado de su destino, montó en cólera. y enfurecido, bramó:-
¡Ulises! ¿Pensaste que todos tus problemas habían terminado?, pues, ¡Ya verás!- Y en pocos minutos,
convocó a las nubes para que desencadenaran un huracán sobre la precaria balsa, que presa de las
fuerzas indomables del mar, la hacían tambalear como si fuera un barquito de papel.

Ulises no podía creer lo que ocurría. Una vez más la angustia se apoderó de él.

Llorando gritó:- Hubiera sido mucho mejor morir en la ciudad de Troya antes que pasar por todos estos
sufrimientos.

Ni bien terminó de decir estas palabras, una ola gigantesca hizo girar la balsa destruyendo el mástil,
lanzando al pobre Ulises al mar.

Ulises y la diosa Atenea

Ulises, arrastrado al fondo del mar por una ola gigantesca, tuvo que luchar con todas sus fuerzas para
llegar a la superficie. Una vez allí, pudo ver los restos que quedaban de la nave. Nadó hasta aferrarse a
esos troncos que eran su única salvación.

Poseidón, el dios del mar, no perdonaba a Ulises y se había propuesto maltratarlo con todos los
elementos a su disposición.

En ese momento, una Ninfa que vagaba por los mares, sintió pena al ver sufrir de esa manera al héroe
de Troya y posándose como una mariposa sobre la balsa le dijo:-Poseidón te ha hecho blanco de su
venganza pero debes saber que su poder o alcanza para llevarte a la muerte. Debes hacer exactamente
lo que te digo y te salvarás: Desnúdate, ajusta a tu cintura este velo que te entrego y arrójate al mar.
Deja que la balsa sea arrastrada a la deriva, y tú, nada hacia tierra y cuando llegues a ella, vuelve a
arrojar mi velo al mar. El solo irá directamente a mi encuentro.-Luego de alcanzarle el velo, la Ninfa se
hundió en el mar sin dejar rastro.

Ulises, temiendo que esta sea una nueva trampa de los dioses, no obedeció los consejos de la Ninfa y
continuó agarrado a los troncos de la balsa.

La saña de Poseidón no le daba respiro y otra ola enorme terminó por dispersar los troncos de la
precaria balsa. Otra vez en al agua, Ulises volvió a encaramarse a caballo de uno de los troncos y en la
desesperación, decidió seguir los consejos de la Ninfa del mar. Se despojó de sus ropas, ajustó el velo a
su cintura y se arrojó al mar nadando con todas las fuerzas disponibles.

Poseidón sonreía feliz al ver consumada su venganza y se retiró a su palacio en el fondo del mar.

Ulises continuó nadando enérgicamente durante dos días y dos noches.

La diosa Atenea, que veía las penurias de Ulises, le ordenó al viento del norte:- Sopla con fuerza para
allanar el camino de Ulises hasta depositarlo en el país de los feacios.

El viento norte siguió las órdenes de la diosa, mientras Ulises nadaba sin descanso. Así pasaron tres días
y tres noches, hasta que el mar se calmó y a lo lejos pudo divisar tierra.

El entusiasmo lo llevó a doblegar sus fuerzas para llegar a la isla. Triste fue su decepción al ver que la
isla estaba rodeada de arrecifes. El mar golpeaba sobre las rocas con un estruendo inusitado y era
prácticamente imposible vencer esa barrera.
Una ola lo empujó sobre una roca y estuvo a punto de perder la vida si no se hubiera aferrado a ella con
sus manos lastimadas por el roce contra el filo de la roca.

Atenea, lo inspiró a seguir nadando rodeando la isla en busca de un lugar adecuado para tocar tierra.
Pero encontró un río que desembocaba en el mar. Ulises, agotado pidió ayuda al río, y éste ordenó a sus
aguas que corrieran mansas hasta depositarlo en tierra.

Ulises, muy débil, después de tantos días de nadar sin descanso, se acercó a la playa y se desprendió
del velo para luego arrojarlo al mar. El velo flotó suavemente sobre la corriente, y pronto las aguas se
abrieron para dejar paso a la ninfa del mar, Ella recogió el velo y volvió a desaparecer bajo las aguas.

Ulises, lloró de alegría. Luego se dirigió a un monte cubierto de árboles, armó con hojas una cama
mullida y se recostó.

Atenea, su protectora le ordenó al Sueño que lo ayudara a dormir para reponer sus fuerzas luego de
tantas penurias.

Y Ulises se durmió placidamente.

Nausica

En el país de los feacios gobernaba un rey que tenía una sola hija llamada Nausica. Nausica era muy
buena y hermosa. Todos la querían porque era dulce y compasiva con el resto de los súbditos.

Una noche en que la princesa dormía, la diosa Atenea se le presentó en sus sueños y le habló así:-
Nausica, mañana, bien temprano pídele a tu padre que te prepare un carro con sus mulas para lavar la
ropa en el río. Porque has crecido mucho y es tiempo que te cases. Ni bien se despertó, Nausica recordó
su sueño y corrió al encuentro de su padre para pedirle el carro y las mulas para lavar la ropa en el río
sin confesar su sueño.

Al rey le llamó la atención, pero como la quería tanto le dio lo que le pedía con mucho gusto. Prepararon
un carro muy fuerte al que ataron varias mulas. Su madre la reina le dispuso una canasta con
provisiones. Otras doncellas amigas y varias esclavas también partieron junto a Nausica para pasar el
día junto al río.

Al llegar, soltaron las mulas para que pastaran en el prado y ellas se divertían mientras lavaban
cantando y jugando a salpicarse. Era un hermoso día y parecía una excursión perfecta.

Luego de tender la ropa al sol para que se secara, comieron la sabrosa vianda que la reina madre había
preparado con tanto esmero.

Era un día pleno de sol y decidieron jugar a la pelota. Se dispusieron en rueda y con habilidad se
pasaban la pelota de mano en mano mientras reían a carcajadas. De repente, una de las doncellas se
descuidó y la pelota cayó en el río. Todas gritaron alarmadas ya que la corriente del río dirigía
rápidamente la pelota hacia el mar.

Los gritos de las jóvenes despertaron a Ulises que dormía muy cerca en su cama de hojas y ramas
secas.. Ulises, se cubrió con algunas ramas para presentarse ante las jóvenes ya que debido al consejo
de la ninfa del mar, no tenía ropa para cubrirse.

Su aspecto era entre andrajoso y temible, por esa razón las muchachas corrieron espantadas al verlo.

Nausica, siempre amable y compasiva se mantuvo de pié ante la presencia del naufrago. Ulises se
acercó y dijo: -Soy Ulises. He combatido en Troya y al querer regresar a mi patria he atravesado
muchas penurias. Mis hombres están muertos y mis naves destruidas. Jamás he visto una doncella tan
hermosa. Si te apiadas de mí los dioses te recompensarán.

Nausica lo escuchó con atención y luego de alcanzarle algo de ropa para cubrirse le respondió: estás en
el país de los feacios. Yo soy la princesa Nausica y mi padre es el rey.- Luego ordenó a las esclavas que
buscaran un regio traje para vestir al extranjero.

Bien vestido, Ulises lucía toda su nobleza y gallardía.

Nausica no pudiendo disimular su asombro le confesó a sus amigas:-¡Miren ahora al extranjero! ¡Parece
un dios! Si algún día me caso, espero que mi esposo sea como Ulises.

Después de alimentarlo generosamente, Nausica se acercó para decirle:-Puedes subirte al carro con
nosotras, pero antes de llegar a los límites de la ciudad debes bajarte y esperar un tiempo para evitar
comentarios malintencionados sobre mi o sobre ti. Los feacios son buenas personas y cualquiera te
indicará el camino para llegar al palacio.

Una vez en el palacio, dirígete a mi madre, dobla la rodilla al presentarte y seguramente te acogerá
amablemente y te procurará los medios necesarios para que puedas regresar a tu país.

Cuando Nausica terminó de darle consejos, todos subieron al carro y se alejaron rápidamente dejando
atrás el río.

Ulises ante los feacios

Al llegar ante las puertas de la ciudad de los feacios, Ulises descendió del carro y se quedó sentado un
tiempo a las puertas de la ciudad. Desde allí, pudo contemplar el puerto. En el mismo había gran
movimiento de naves que llegaban y partían y otras tantas ancladas cargando y descargando
mercancías.

Luego de atravesar la muralla que rodeaba la ciudad, Ulises se dirigió al palacio. No podía disimular su
asombro ante la riqueza del edificio. Sus muros de bronce brillaban bajo los efectos del sol y sus
enormes puertas eran de oro macizo.

Ulises traspasó las distintas habitaciones hasta llegar a la estancia de la reina. Al verla, dobló la rodilla y
se presentó:-Reina de los feacios, mi nombre es Ulises. He peleado en Troya y para regresar a mi patria,
Itaca, he debido atravesar grandes peligros. Te ruego tengas piedad de mi y me proporciones los medios
para regresar a mi país.

El rey, al ver la humildad del extranjero, lo invitó a sentarse junto a ellos y lo agasajó con un banquete
digno de un príncipe.

Durante el banquete Ulises, narró sus peripecias, y todos los presentes lo escucharon entretenidos.

Al terminar la fiesta, la reina le preguntó acerca de su traje, ya que ella lo había confeccionado con sus
propias manos. Ulises, se vio forzado a narrar su encuentro con la princesa Nausica.

El rey se sorprendió. No esperaba ese comportamiento de parte de su hija, pero Ulises, le explicó las
razones de la joven princesa y el rey comprendió que había actuado con prudencia.

Día tras día se sucedían fiestas y juegos de destreza para honrar al ilustre visitante. Los mejores coros
se presentaron entonando canciones donde se relataba el sitio de Troya y las proezas de Ulises.
El rey reconoció que se hallaba ante un verdadero héroe y le rindió toda clase de distinciones y regalos
para honrarlo, ya que era la primera vez que los visitaba un hombre tan valiente.

Por la noche, sabiendo que el héroe de Troya partiría a la madrugada hacía Itaca, Nausica se presentó
para despedirse.

-Vengo a despedirme, valiente Ulises. Pienso que no volveré a verte, pero seré feliz si pienso que alguna
vez te acordarás de mí.

Ulises se emocionado ante tanta sinceridad, respondió: -Princesa Nausica. Te recordaré todos los días de
mi vida, pues tú me has devuelto la vida.

Al día siguiente, el rey fletó una de sus mejores naves para llevar a Ulises de regreso a Itaca. Los feacios
extendieron una alfombra sobre la cubierta , allí se recostó Ulises y pronto se quedó dormido.

El buque con ayuda de una suave brisa se deslizó sobre el mar. Al amanecer del otro día, llegaron a
Itaca. Como Ulises continuaba dormido, los feacios tomaron la alfombra con sumo cuidado y la
depositaron en tierra sin despertarlo.

Junto a el depositaron todos los regalos de oro y plata que el rey había obsequiado al héroe de Troya.

Mientras Ulises continuba dormido, su protectora, la diosa Atenea lo envolvió en una espesa niebla y,
cuando luego de varias horas despertó, se afligió enormemente, pues no reconoció el lugar y gritó
desconsolado: -¿Dónde estoy? ¡Esto no es Itaca! ¡Los feacios me han tendido una trampa! ¡Pobre de mi!

Cuando estaba a punto de descargar su llanto, la diosa Atenea se hizo visible y con su dulce voz le fue
narrando todo lo que había ocurrido en Itaca durante su larga ausencia.

Penélope y su tela

Muchos años pasó Ulises lejos de su patria. Su hijo. Telémaco crecía año tras año hasta convertirse en
un hombre. Su mujer, la reina Penélope era bellísima y el reino de Itaca muy rico.

La prolongada ausencia de Ulises, despertó la codicia de los caballeros de la corte que pretendían tomar
posesión de la corona, pensando que Ulises estaba muerto. Estos nobles se instalaron se instalaron en el
palacio de Ulises, comiendo, bebiendo y disfrutando de una vida regalada sin que Penélope pudiera
hacer nada al respecto.

Cada tanto le ofrecían matrimonio a la reina, pero ella confiaba que su marido regresaría algún día y no
sabiendo como deshacerse de esos sujetos infames tramó un plan: Instaló un telar y comenzó a tejer
una intrincada tela y les dijo:- Hasta que no termine esta tela no puedo dar una respuesta. -Penélope se
sentaba todo el día a trabajar con ahínco ante el telar, pero por las noches cuando todos dormían
deshacía lo tejido durante el día. Así la tela no avanzaba prácticamente nada.

Las presiones de los nobles hacían sufrir mucho a Penélope y a Telémaco y juntos lloraban de tristeza.

Un día en que Telémaco deambulaba angustiado, vio llegar a un extranjero muy guapo vestido con un
riquísimo traje de guerrero adornado en oro y plata.

Telémaco lo recibió en un lugar apartado del palacio, a salvo de curiosos y lo agasajó con un espléndido
banquete. Desde allí se escuchaban las risotadas de los pretendientes que instalados en el palacio se
entretenían jugando y bebiendo a costa de la corona.
Telémaco, apesadumbrado le confió al extranjero:- esas risas son de los pretendientes de mi madre.
Creen que mi padre ha muerto y por esa razón usurparon el palacio disfrutando de los bienes de mi
padre. y le preguntó:- Dime extranjero: ¿Sabes acaso si mi padre aún vive?

El extranjero no era otro que la diosa Atenea, que se había transfigurado como caballero para acercarse
a Telémaco.

Tratando de captar su confianza le dijo:-He visto a tu padre. Está vivo, pero en una isla lejana y muy
pronto regresará a Itaca.

Luego agregó:- Debes seguir mi consejo y no te arrepentirás: Mañana debes presentarte ante los nobles
y decirles con firmeza que deben abandonar el palacio. Actúa con valentía y seguridad y te prometo que
las futuras generaciones recordarán tu nombre.

Luego de darle sus recomendaciones la diosa Atenea le infundió coraje y valor. El que parecía un
muchacho tímido y apocado se convirtió en un hombre recio y valeroso.

Telémaco quiso agasajar a la diosa con regalos pero ella se esfumó rápidamente.

Telémaco, con una nueva fuerza en su corazón se dirigió a la sala donde estaban reunidos los nobles y a
viva voz les dijo:-¡Ya es suficiente por hoy! Mañana convocaré al Consejo y allí sabremos si van a seguir
viviendo a costa de la corona o si yo puedo ser el rey de Itaca y dueño de mi patrimonio.

Los pretendientes no podían creer lo que veían. Ellos pensaban que Telémaco era un niño y ahora veían
que se enfrentaban a un hombre de verdad.

Por la mañana, Telémaco convocó al Consejo y se dirigió al lugar seguido por sus dos fieles perros.

Cuando los nobles llegaron, Telémaco les dijo:- En primer lugar quiero expresar mi dolor ante la larga
ausencia de mi padre, pero también quiero expresar mi desconsuelo ante el bochornoso comportamiento
de estos sujetos que se dicen nobles, y aprovechan su ausencia para derrochar su patrimonio en juergas
como dueños y señores de una corona que no les pertenece.

Los nobles se enfurecieron al ver la fuerza de Telémaco y le recriminaron:-No es nuestra culpa que nos
hayamos instalado tanto tiempo en el palacio, sino de tu madre que nos ha engañado prometiendo que
elegiría un nuevo esposo cuando concluyera su tela y ahora bien sabemos que desteje por la noche lo
que teje durante el día. Una vez que tu madre elija esposo nos iremos.

Telémaco volvió a arremeter con fuerza:- Si no se van ya mismo del palacio, los dioses los castigarán sin
piedad.

En ese preciso momento dos águilas sobrevolaron el lugar trenzándose en una feroz lucha hiriéndose a
picotazos.

Un anciano al verlas dijo:- Este es un signo de que algo grave ocurrirá a los que pretenden la mano de
Penélope.

Los pretendientes se rieron a carcajadas de las palabras del anciano y replicaron:-Si Ulises no ha
regresado es porque debe estar muerto y no nos moveremos de aquí hasta que Penélope no elija un
esposo.

Telémaco respondió: Entonces, me embarcaré e iré a buscar a mi padre.

Los nobles se burlaron una vez más. Solo Mentor apoyó a Telémaco y el Consejo se disolvió.
Telémaco, el hijo de Ulises

El hijo de Ulises, Telémaco, decidió ir en busca de su padre ya que no encontraba la manera de


deshacerse de los nobles que se habían instalado en el palacio de su padre.

Desesperado, mirando al cielo, pidió la colaboración del caballero extranjero que lo había ayudado días
antes.

La diosa Atenea volvió a aparecerse y lo animó diciendo:- Regresa al palacio y prepara provisiones para
un largo viaje. Yo te proveeré de la mejor nave y de los hombres más valientes para que te acompañen
en esta difícil empresa.

Telémaco partió hacia el palacio haciendo oídos sordos a las burlas de los pretendientes y buscó a su
nodriza. Esta dulce anciana estaba encargada de cuidar las puertas del lugar donde se almacenaban los
tesoros del reino bajo llave y le confesó sus planes.

La anciana se entristeció. Ya sufrían bastante con la ausencia de Ulises y pensaba que el joven era la
única alegría de la reina Penélope. Temía que si zarpaba no regresaría jamás, dejando a su madre en
manos de los nobles forajidos.

Telémaco la tranquilizó cuando le dijo que la diosa Atenea en persona le había dado ese consejo y le
pidió que no dijera ni una palabra a su madre hasta que el se hubiera alejado.

La nodriza se convenció que si era el designio de los dioses, Telémaco debía cumplirlos y lo ayudó a
conseguir las provisiones. La diosa Atenea hizo caer en un sueño profundo a los nobles y luego buscó a
Telémaco en medio de la noche y lo llevó a la nave. Mientras navegaban, ella se sentó a su lado para
animarlo.

Luego de navegar durante toda la noche, divisaron una isla. Allí preguntaron por Ulises, pero nadie sabía
nada del Héroe de Troya.

Atenea dejó a Telémaco al cuidado de los gobernantes, y, transfigurada en águila, remontó vuelo
alejándose de la isla.

Mientras tanto, en Itaca, Penélope no podía parar de llorar ya que extrañaba a su hijo, pero no sabía ni
una palabra del viaje secreto y los pretendientes, que tampoco sabían donde estaba Telémaco,
pensaban que se había internado en algún bosque a cazar.

Luego de varios días el dueño del navío se presentó en el palacio reclamando su nave ya que necesita
emprender un viaje con urgencia.

Se armó un terrible revuelo. Los pretendientes decidieron, embarcarse para buscar a Telémaco y
matarlo.

Penélope, sufría y lloraba sin interrupción. Un mal tras otro era demasiado para ella.

La nodriza al verla tan afligida, la tranquilizó diciéndole que la misma diosa Atenea lo acompañaba en su
itinerario y que volvería sano y salvo de su viaje.

Mientras tanto, los pretendientes zarparon en la primera nave que encontraron y luego de navegar sin
rumbo,decidieron desembarcar en una isla cercana para esperar el regreso de Telémaco y poder darle
muerte.

Ulises en su Patria, Itaca


Ulises ya estaba en una playa apartada de Itaca sin saberlo, pues la diosa Atenea lo había cubierto de
una espesa niebla.

Poco a poco, la diosa evaporó la niebla mientras le explicaba lo ocurrido en su isla durante su larga
ausencia.

Ulises, le rogó a la diosa que no lo abandonara a su suerte y la diosa le habló con ternura:- Jamás te
abandonaré, Ulises. Debes seguir mis consejos al pié de la letra: Primero debes esconder todos los
tesoros que el padre de Nausica te obsequió- Hecho esto, lo transformó en un pobre y harapiento
anciano y le dijo:- Ahora debes dirigirte a la cabaña del porquerizo que cuida los cerdos de tu palacio,
pues ese hombre siempre te ha sido fiel y sigue sus indicaciones.

Después de darle esos consejos, la diosa Atenea volvió a convertirse en águila para alejarse volando
sobre el mar.

Ulises hizo exactamente lo que la diosa le indicó.

Al acercarse al porquerizo, los perros que estaban a su lado se abalanzaron gruñendo y ladrando. El
porquerizo los contuvo para que no lo ataquen y luego le dijo mientras lo invitaba a sentarse en su
cabaña:- No temas. No creo poder soportar otra desgracia si mis perros te lastiman.- y continuó- Hace
muchos años que nuestro rey emprendió un largo viaje y nadie supo nada de él. La reina Penélope y su
hijo Telémaco, además de sufrir esta larga ausencia, tienen que soportar los acosos de unos nobles que
se instalaron en el palacio, forzándola a que elija un esposo entre ellos.

Mientras relataba esta historia, le ofreció una copiosa comida y Ulises se sintió a salvo junto a ese fiel
servidor.

Al mismo tiempo, en una isla lejos de allí, la diosa Atenea pasó a buscar a Telémaco y le ordenó que se
embarcara cuanto antes hacia Itaca. Para que los pretendientes no lo descubrieran lo envolvió en niebla
y así pudo llegar a Itaca sin contratiempos.

Telémaco desembarcó muy cerca de la cabaña del porquerizo y pasó a saludarlo ya que era una de las
pocas personas que merecían su confianza.

El porquerizo no podía disimular la emoción al ver a Telémaco sano y salvo y lo invitó a comer junto a
Ulises transformado todavía en un pobre mendigo.

Ulises, al ver nuevamente a su hijo hecho hombre y contemplando su buena educación y su trato
amable se sintió orgulloso.

Telémaco le ordenó al porquerizo que corriera hasta el palacio para avisarle a su madre que había
regresado y que se encontraba bien.

Cuando el porquerizo se fue, la diosa Atenea transformó a Ulises nuevamente a su aspecto verdadero,
vestido con el lujoso traje que el rey de los feacios le había regalado para presentarlo ante su hijo.
Telémaco al verlo, pensó que estaba ante uno de los dioses del Olimpo, pero Ulises le dijo:- Telémaco,
soy Ulises, tu padre, que he regresado luego de diez años de ausencia.-Se abrazaron apretadamente sin
poder creer que este ansiado momento llegaría algún día, y luego trazaron un plan para deshacerse de
los pretendientes.

Antes que regresara el porquerizo, la diosa Atenea volvió a transformar a Ulises en el andrajoso anciano
para que nadie sospechara nada.

El porquerizo regresó con muy malas noticias. Los nobles estaban furiosos porque Telémaco había
escapado de sus manos y ahora juraron matarlo no bien lo vieran.
Por la mañana muy temprano, Telémaco regresó al palacio donde lo recibieron su nodriza y su madre.
No pensaban que lo volverían a ver y por lo tanto no dejaban de besarlo y abrazarlo.

Mas tarde, el porquerizo acompañó a Ulises, todavía en forma de pobre mendigo hasta la ciudad. De
repente, Ulises se topó de frente con su fiel pero Argos, que ya estaba muy viejo. El perro lo reconoció
no bien lo vio y se acercó rengueando y meneando la cola, pero tan grande fue el júbilo de Argos que su
corazón no resistió el impacto y cayó muerto al instante.

Ulises lloró la muerte de su devoto amigo y luego se acomodó a las puertas del palacio, donde Telémaco
le mandó servir un copioso almuerzo.

Cuando terminó e comer, Ulises entró al palacio, donde estaban los nobles que lo trataron con desprecio
mientras le arrojaban restos de comida como si fuera un animal. Uno de los nobles, asestó a darle un
golpe con un banco mientras lo arrojaba de la sala.

Ulises volvió a acomodarse en las puertas del palacio y, aprovechando que los nobles regresaban a sus
casas por la noche, junto a Telémaco agruparon todas las armas que los pretendientes habían dejado
tiradas por el lugar y las escondieron.

Bien entrada la noche, Ulises volvió a entrar al palacio, confundido entre los sirvientes se sentó en un
rincón. De repente entró a la sala la reina con un grupo de damas y se sentaron junto al fuego.

Cuando Penélope advirtió la presencia del pobre mendigo le dijo a la nodriza:-Mira el aspecto de ese
pobre hombre. Parece que ha viajado mucho. Ve a buscar un cántaro y lávale los pies.

La nodriza salió rápidamente a cumplir las órdenes de la reina.

Esta anciana había estado muchos años bajo las órdenes de Ulises y conocía muchos detalles. Por
ejemplo, que Ulises cuando era joven había sufrido la mordedura de un jabalí durante una cacería. Eso
le produjo una cicatriz imborrable en el tobillo y la nodriza la conocía de memoria. Cuando comenzó a
lavarle los pies y vio ese signo inconfundible, la nodriza pegó un salto, arrojando el cántaro y dando un
grito:-!Tu eres Ulises! Esa cicatriz solo puede ser tuya.

Ulises hizo callar a la nodriza para no ser descubierto y la diosa Atenea, para que Penélope no
presenciara esta escena, nubló la mente de la reina y ella ni vio ni escuchó nada.

Penélope, se levantó de su sillón junto al fuego porque ya era hora de ir a descansar. Al pasar junto al
mendigo le dijo:-¿Ves esas doce hachas colgadas una junto a la otra en la pared? Mi marido
acostumbraba disparar doce flechas entre ellas con gran exactitud. Ahora que mis pretendientes han
descubierto mi truco de la tela que nunca se termina, les dije que me casaría con el que lograra hacer lo
mismo que hacía mi esposo.

El mendigo tomándole la mano le dijo dulcemente:-No te preocupes, Reina Penélope. Cuando se realice
la competencia, Ulises en persona disparará las flechas como en los buenos tiempos.

La reina le respondió con una sonrisa mientras pensaba cuanto le cambiaría la vida si esas palabras se
hicieran realidad.

Al día siguiente comenzó la competencia. Los nobles estaban ansiosos por obtener el premio mayor: la
reina Penélope y el reino de Itaca. Reían y se restregaban las manos entusiasmados mientras esperaban
en fila su turno.

De repente, la reina hizo su aparición en la sala con el famoso arco de Ulises. Se lo entregó a Telémaco
para que comenzara la competencia y se retiró para no tener que soportar semejante tormento.
Telémaco colocó las doce flechas de bronce y alcanzó el arco al primer noble de la fila. Este ni siquiera
tuvo fuerza para flexionar el arco.

Uno tras otro fueron pasando para probar sus fuerzas y uno tras otro fracasaron en el intento, perdiendo
así su oportunidad de conseguir el premio.

De pronto, el viejo mendigo se levantó y tomando el arco entre sus manos, disparó las doce flechas con
gran precisión quedando justo entre las hachas.

Luego, con voz semejante a un trueno gritó:- La competencia ha terminado. Yo soy el dueño de mi
esposa y de mis bienes por derecho propio.-Y a continuación, agregó:-Ahora elegiré otro blanco.-Paso
seguido, comenzó a disparar sus flechas contra los pretendientes dándoles muerte de a uno por vez
mientras suplicaban clemencia de rodillas.

-¡Ah! ¿Creían que no regresaría? Mientras no estaba malgastaron mi fortuna y acosaron a mi esposa.
Pues aquí estoy yo y a ustedes les ha llegado su fin.

Algunos nobles trataron de defenderse, pero Ulises luchó valientemente y con todas sus fuerzas intactas
dejando un tendal de cadáveres a su alrededor.

Cuando la nodriza vio ese espectáculo fantasmal se horrorizó. Pero su espanto duró poco, ya que
reconoció a Ulises y salió corriendo a buscar a la reina para contarle lo ocurrido.

Cuando Penélope entró a la sala no podía creer lo que sus ojos veían. La emoción no le permitía
reaccionar.

Telémaco al verla tan desconcertada le dijo:- ¿Qué te ocurre madre? ¿No reconoces a mi padre?

Penélope reaccionó ante las palabras de su hijo y corrió al encuentro de Ulises para fundirse en un
abrazo interminable.

Este es el fin de las aventuras de Ulises.

Dioses Griegos y Dioses Romanos

Las divinidades precedentes son griegas, también fueron admitidas por los romanos con otros nombres:

Dioses Griegos - Dioses Romanos

Zeus - Júpiter

Hera - Juno

Afrodita - Venus

Artemisa - Diana

Demeter - Ceres

Perséfone - Proserpina

Apolo - Febo
Atenea - Minerva

Poseidón - Neptuno

Hades - Plutón

Hefesto - Vulcano

Ares - Marte

Hermes - Mercurio

Rea - Cibeles

Dionisio - Baco

Eros - Cupido

Cronos- Saturno

Gea- Tellus

MITOLOGIA ROMANA

La Fundación de Roma ocurrió en el año 753 antes de J.C. Cuando colonias griegas se establecieron en
esa misma época en Italia y Sicilia.

Debido a esa influencia , los romanos adoptaron como propios a muchos dioses griegos y los
incorporaron a su panteón.

Cuando Roma se expandió y dominó el mundo, como los romanos fueron educados por maestros
griegos, adoptaron muchas costumbres griegas.

Además de las costumbres adoptaron las leyendas mitológicas y de esta manera se borró practicamente
la auténtica mitología romana.

Los romanos consideraban a sus dioses como protectores y los dividían en dos clases: Los que estaban
encargados de velar por el Estado y los que protegían a la Familia.

La Mitología Romana está relacionada con la historia de Italia. Desde la llegada de los primeros
habitantes que conformarían un destino de grandeza, la fundación de Roma y la consolidación a través
de sus gobernantes.

Indumentaria de los personajes mitológicos

En la Grecia antigua, los dioses usaban la misma indumentaria que los mortales.

Las telas estaban confeccionadas con lana y pelo de cabra.


Las mujeres hilaban las fibras y luego las trabajaban en un telar, confeccionando piezas generalmente
rectangulares.
Las medidas dependían de las proporciones del interesado.

Ajustaban esa tela alrededor del cuerpo ajustándola a la cintura con cordones, telas arrolladas,
cinturones o la recogían mediante broches.

El Peplo

El peplo, era una gran pieza rectangular de tela que quedaba como una túnica con muchos pliegues,
ceñida a la cintura.

Peplo corto

Peplo largo

Algunos están ribeteados por los cuatro lados y otros tienen galones bordados. No llevaban costuras y
tampoco se le hacían dobladillos.
El Quitón

Era una prenda masculina.

El Quitón

Estaba formado por dos piezas rectangulares. El largo debía ser el mismo que la altura del interesado y
el ancho debía llegar hasta el codo si era angosto o hasta los dedos si era más ancho.

Tenía una abertura en la parte superior por donde se pasaba la cabeza.

El Himation
El Himation

Era lo que hoy día podemos llamar manto.

Estaba muy de moda, ya que lo usaban mucho enganchado por debajo de la axila, para luego caer sobre
uno de los hombros.

La tela se colocaba en el sentido inverso al largo del cuerpo, formando otro tipo de pliegues.

Calyptra

Era un velo que las mujeres solían utilizar sobre sus cabezas como adorno.

Fibula

Era el nombre que se le daba a los broches con que se sostenían las telas sobre los hombros.
EL FIRMAMENTO EN LA MITOLOGIA

La Vía Láctea

La Vía Láctea se llamaba al camino que conduce al palacio de los dioses. Cualquiera puede verlo en una
noche despejada y más aun cuando la luna se oculta.

Constelación de Virgo

Astrea, diosa de la inocencia y la pureza. Era hija de Temis. Cuando abandonó la tierra fue colocada
entre las estrellas, donde constituyó la constelación de Virgo (la virgen).

La Osa Mayor y la Osa menor

Calisto era una joven doncella que fue convertida en osa por Juno debido a un ataque de celos. Calisto
entonces deambulaba por los bosques llena de vergüenza. Un día vio a su propio hijo cazando en el
bosque y ella deseo acercarse para abrazarlo. El joven al ver la osa había dispuesto el arco y la flecha
para conseguir su presa.

Júpiter observó la escena yantes que se cometiera el crimen colocó a ambos en el cielo como la Osa
Mayor y la Osa menor.

Juno se enfureció al ver a Calisto y su hijo en el firmamento en las proximidades del Polo y acudió con
su queja a las potestades del mar.

Los señores del mar le dieron la razón a Juno y ahora ambas constelaciones giran en el cielo pero nunca
se hunden como otras estrellas en el mar.

Geminis (los Mellizos)

Castor y Pólux eran dos mellizos hijos de Leda y Zeus trocado en cisne. Castor era un gran domador y
Pólux muy buen boxeador. Participaron en varias luchas. Cuando Castor murió, Pólux desconsolado pidió
a Zeus dar su vida en rescate por la de su hermano.

Zeus recompensó el cariño de esos hermanos colocándolos entre las estrellas como Geminis (los
Mellizos)
La Corona de Ariadna

Ariadna era hija del rey de Minos. Ariadna fue la doncella que ayudó a Teseo a escapar del laberinto del
Minotauro. Teseo la llevó consigo y luego la abandonó en la isla de Naxos.

Ariadna lloraba su desventura cuando la encontró Baco y la hizo su esposa y le regaló una corona de oro
engarzada con piedras preciosas.. Cuando Ariadna muere, Baco arrojó la corona al cielo. A medida que
la corona ascendía, las piedras se hicieron cada vez más brillantes hasta convertirse en estrellas. La
corona de Ariadna se mantiene fija como constelación entre Hércules arrodillado y el hombre que
sostiene la serpiente.

El Delfín

Anfitrite era hija de Nereo y de Doris. Neptuno (el dios del mar) se enamoró perdidamente de ella. Para
seducirla se montó en un delfín. Cuando ella accedió a ser su esposa, Neptuno recompensó al delfín,
colocándolo entre las estrellas.

Orión

Orión era hijo de Neptuno. Era gigante, trabajador y de buen aspecto.

Orión se había enamorado de Merope, la hija del rey de Quíos, Enopión. Orión hizo todo lo posible para
conseguirla como esposa, pero su padre nunca accedía a su petición. Un día, Orión trató de tomarla por
la fuerza y su padre, Enopión se enojó tanto que lo dejó ciego.

Vulcano se apiadó del pobre Orión, puso a uno de sus hombres, Quedalión a su disposición. Este lo cargó
sobre sus hombros y lo llevó a la morada del sol, donde recobró la vista.

A partir de ese momento, Orión se quedó junto a Diana compartiendo sus cacerías y parecía que
estaban enamorados.

El hermano de Diana, Apolo, se puso celoso y aprovechando que Orión estaba nadando en el mar,
desafío a Diana en puntería a acertarle a un punto negro que estaba en el mar. Diana aceptó el desafió
y con certera puntería mató sin saberlo a Orión. Cuando el mar arrojó su cuerpo a la orilla, Diana lloró
amargamente y lo ubicó en el firmamento donde aparece como un gigante, con cinturón, espada, piel de
león y garrote.

Sirio
Sirio, el perro de Orión, sigue a su amo en el firmamento brillando intensamente.

Las Pléyades

Las Pléyades eran hijas del gigante Atlas. Orión enamorado las perseguía. Las Pléyades rogaron
entonces a los dioses que las transfiguraran y Zeus las convirtió en palomas. Más tarde las transformó
en constelación. Eran siete estrellas. Una de ellas, Electra, abandonó su sitio para ver la ruina de Troya.
Por esa razón se ven solo seis estrellas y desde que Electra abandonó su lugar han quedado pálidas.

Hércules

Hércules era hijo de Zeus y Almecna.

Al llegar la hora de su muerte se dirigió al monte Eta, construyó una pira funeraria y se acostó. Las
llamas devoraron la parte humana que correspondía a su madre, Almecna, pero la parte divina que
correspondía a su padre, alcanzó más fuerza asumiendo una divina dignidad.

Su padre, Zeus, lo cubrió con una nube y lo hizo ascender al firmamento en una carroza de cuatro
caballos para ubicarse entre las estrellas.

Quirón

Quirón era el más sabio y más justo de todos los Centauros .Fue educado por Apolo y Diana. Era célebre
por su destreza en la cacería, medicina, música y además profetizaba. A su muerte, Zeus, para
premiarlo lo colocó entre las estrellas, para formar la constelación de Sagitario.

Pegaso

Pegaso era un magnífico caballo alado que nadie podía domar ni montar. Cuando Belerofonte lo vio ardió
en deseos de montarlo y, para hacerlo pidió ayuda a la diosa Atenea. Ella le dio un freno de oro y
mediante ese artilugio, Belerofonte pudo domar y adiestrar a Pegaso para la guerra y fue su compañero
inseparable de muchas hazañas. Un día Belerofonte quiso volar con Pegaso hasta el Olimpo y esto le
valió la ira de los dioses. Zeus envió un tábano que picó a Pegaso arrojando a Belerofonte por el aire.
Pegaso continuó ascendiendo hacia el cielo donde se transformó en constelación.

Perseo y Andrómeda

Andrómeda era hija de Casiopea y el rey Cefeo. Casiopea había provocado la furia de las nereidas al
decirse más hermosa que ellas.

Poseidón para vengar su soberbia envió un monstruo marino que asoló las costas devorando hombres y
ganado.

Cuando para buscar un método que salvara a su pueblo del temible monstruo el rey Cefeo consultó al
oráculo, este le dijo que la única manera era entregar a su hija Andrómeda como alimento al monstruo
marino. Lleno de dolor, el rey ató a su hija junto al mar para alimento del espantoso animal.

Quiso que en ese momento pasara Perseo por el lugar y viera a Andrómeda atada junto a las rocas
llorando amargamente. Se acercó a ella y supo de su desgracia al mismo tiempo que su corazón se
enamoraba de la bella doncella.

Mientras conversaban el monstruo se asomó sobre la playa y Perseo sin dudarlo, se trabó en feroz lucha
hasta matar al animal.

Perseo, desató a Andrómeda y la entregó a su padre mientras la pedía en matrimonio. El rey se la


entregó en matrimonio como recompensa por su hazaña.

Perseo, junto con Andrómeda se convirtieron luego de su muerte en una de las constelaciones más
brillantes del firmamento.

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