10 de Agosto
10 de Agosto
10 de Agosto
Sin embargo, el hecho sirvió para demostrar que la rebelión era posible y
sembrar la idea de emancipación que habría de alcanzarse años después.
A Quito le ganó el título de Luz de América y a todos los habitantes que formaban
parte de lo que hoy es Ecuador les enriqueció la idea de la emancipación, que
se alcanzó más tarde con el 9 de octubre, hito previo al 24 de mayo. Hoy,
debemos reivindicar los principios de independencia y de libertad.
Manuela Cañizares y Álvarez nació en Quito el 27 de agosto de 1769. Sus padres fueron Miguel
Cañizares (abogado) e Isabel Álvarez. Creció junto a su madre, pasando penurias económicas,
ya que su padre no se ocupaba de ellas.
Manuela creció con un espíritu libre y desde joven rechazó las injusticias. Esto la llevó a trabar
amistad con los criollos que conspiraban contra la dominación colonial.
En la noche del 9 de agosto de 1809 un grupo de patriotas encabezados por el abogado
Manuel Rodríguez de Quiroga se reunió en casa de Manuela Cañizares y decidió sublevarse
contra el conde Ruiz de Castilla, presidente de la Audiencia de Quito. Al día siguiente se formó
la Primera Junta de Gobierno Autónoma de Quito.
Poco después Ruiz de Castilla recuperó el poder y Manuela Cañizares sufrió persecución
implacable. Logró esconderse en una hacienda del Valle de los Chillos (Pichincha). Aquí sufrió
un accidente y falleció el 27 de agosto de 1814.
Patriota y mártir «quiteño» nacido en Río Negro, Antioquia, Nueva Granada (Colombia), el 13
de abril de 1767; hijo del Sargento Mayor Juan de Dios Morales y de la Sra. Juana Leonín de
Estrada.
Llegó muy joven como escribiente del Presidente de la Real Audiencia de Quito, don Juan
Antonio Mon y Velarde, quien en 1790 lo nombró Oficial Mayor de la Secretaría de la
Superintendencia. Al año siguiente, mientras desempeñaba el cargo de Contador de Rentas
Decimales del Obispado se incorporó con éxito a la Academia de Abogados.
Un 1806 fue confinado a Guayaquil por disposición del capitán Diego Antonio Nieto, encargado
de la Presidencia de Quito ante la muerte del Barón de Carondelet; allí, don Vicente Rocafuerte
le dio asilo en su hacienda Naranjito.
Posteriormente, resentido con las autoridades españolas, que lo habían despojado de sus
cargos, empezó a planificar su destitución y la manera de llevar adelante sus planes.
La oportunidad se le presentó en 1808 cuando las huestes napoleónicas invadieron España; con
ese pretexto y luego de volver a Quito, empezó a reunirse con importantes personalidades
quiteñas a quienes involucró en el propósito de defender los derechos del destituido monarca
don Fernando VII y proclamar su retorno al trono español.
Fue uno de los miembros más importantes de la Revolución del 10 de Agosto de 1809, y en la
noche previa asistió a casa de doña Manuela Cañizares y firmó, como Secretario de lo Interior,
la nota en la que se comunicó al Presidente de la Audiencia de Quito -Conde Ruiz de Castilla-,
que había cesado en sus funciones y la conformación del nuevo gobierno.
«Morales era estudioso, ilustrado, diligente, emprendedor, de modales atractivos, así como de
espíritu esforzado, de robustez intelectual. Era el eje de la máquina revolucionaria; pero aunque
él la sostuvo, destrozóse» (Roberto Andrade.- Historia del Ecuador, tomo I, p. 179).
Dos meses y medio más tarde, cuando la Junta quiteña capituló ante el mismo Ruiz de Castilla
que ella había destituido, fue apresado y encerrado en los calabozos del Cuartel Real de
Lima junto a otros confabulados, donde el 2 de agosto de 1810 fue una de las víctimas del
terrible y sangriento Asesinato de los Patriotas Quiteños.
SIMON BOLIVAR
Los Bolívar eran una prominente familia aristocrática caraqueña. Sus padres fueron sus padres
don Juan Vicente Bolívar y Ponte y doña María de la Concepción Palacios y Blanco. Simón
Bolívar tuvo cuatro hermanos, tres de ellos mayores que Simón, y una menor: María Antonia,
Juana Nepomucena, Juan Vicente, y María del Carmen, esta última falleció al nacer debido a
complicaciones durante el parto.
Proclamación de la independencia (1809-1810) Entre los años 1809 y 1810 se realizaron una
serie de proclamaciones o “gritos de independencia” en la mayoría de las colonias españolas en
América (ver: Primer Grito de Independencia en Ecuador, Grito de la Independencia en
Colombia, Revolución de la Paz, Revolución de Chuquisaca), aunque inicialmente no fueron
tanto proclamaciones de independencia como fueron realmente proclamaciones de lealtad a la
(depuesta) corona española de Fernando VII. Bolívar y amigos de su grupo social de
la aristocracia y burguesía criolla (hijos de españoles nacidos en América) fueron miembros de
la junta caraqueña que favoreció la restauración de Fernando VII después de la coronación del
francés José Bonaparte como rey de España. El jueves santo del 19 de abril de 1810, miembros
del Cabildo de Caracas desconocen la autoridad del Capitán General de Venezuela, Vicente
Emparan, quien se dirigía a misa. No estando de acuerdo, desde la ventana del ayuntamiento le
preguntó a los presentes reunidos en la plaza mayor (actualmente Plaza Bolívar) si querían que
él siguiera mandando, el presbítero José Cortés de Madariaga (que se encontraba detrás de
Emparan) le hizo señas a la multitud para que contestaran que “NO”. Emparan dijo que entonces
él tampoco quería el mando, renunció y se fue a España. Se establece entonces una Junta de
Gobierno en Venezuela.
La liberación de Ecuador
Bolívar comenzaba por entonces a dar forma al proyecto de la Gran Colombia, confederación al
estilo de los Estados Unidos que aspiraba a integrar las colonias españolas liberadas. Proclamada
en 1819 en el Congreso de Angostura y presidida por El Libertador, la Gran Colombia agrupó en
su fundación los territorios de Venezuela y Colombia. En calidad de lugarteniente de Bolívar,
Antonio José de Sucre dirigió entre 1821 y 1822 la campaña que incorporó a la Gran Colombia
el actual Ecuador. En 1821 le fue confiada la dirección de la campaña del Sur, que tenía como
objetivo liberar los territorios correspondientes a la Real Audiencia de Quito y promover su
adhesión a la Gran Colombia. Esta conquista era de vital importancia para la nueva nación, pues
debía asegurar su hegemonía. La misión de Sucre no fue fácil, en vista de la diversidad de
intereses implicados en aquella guerra. Las provincias de Quito y Guayaquil se habían alzado en
armas en contra del gobierno español; pero, si bien todos estaban de acuerdo con la
independencia, no todos estaban a favor de la integración en la Gran Colombia; algunos
pugnaban por la unión con Perú, en vista de las relaciones comerciales, y otros preferían la
independencia absoluta.
Guayaquil era una de las principales adversarias a la adhesión, pero necesitaba el apoyo del
Ejército Libertador. Sucre llegó con tropas en su ayuda, y la tregua firmada con los españoles le
permitiría formar un ejército digno para la contienda; simultáneamente, pactó con los
guayaquileños acerca de cómo debía ser llevada a cabo la conformación y manutención del
llamado Ejército del Sur. Mientras durara el armisticio, el ejército se nutriría de recursos
humanos y económicos procedentes de Colombia, pero estaba claro que, conforme se fueran
reclutando hombres de la región, comenzaría a depender de los recursos locales.
El éxito acompañó a Sucre desde las primeras operaciones militares; obtuvo un gran triunfo en
Yaguachi (mayo de 1821), y, tras sufrir un único revés en Huachi, la campaña del Sur concluyó
con la batalla de Pichincha (24 de mayo de 1822), en la que cayó abatido el ejército realista.
Pocas horas después, Melchor de Aymerich, presidente de la Real Audiencia de Quito, firmó la
capitulación. Con esta victoria de Sucre se consolidó la independencia de la Gran Colombia, se
consumó la de Ecuador (que quedó incorporado a la Gran Colombia) y quedó el camino expedito
para la liberación de Perú, tras la renuncia de José de San Martín.
EUGENIO ESPEJO
Francisco Javier de Santa Cruz y Espejo, nació en Quito el 21 de febrero de 1747. Fue un
periodista, médico, abogado, bibliotecario y escritor, que vivió en una época donde la sociedad
estaba dividida en castas, entre españoles, criollos, mestizos, indígenas, negros; donde solo los
descendientes europeos gozaban de derechos humanos o de ciudadanía.
Sus padres fueron Luis de la Cruz y Espejo (Chusig), un indio nativo de Cajamarca Perú, y una
mulata libre llamada María Catalina Aldaz y Larraicar. No ingresó en ninguna escuela primaria.
Pero aprendió sus primeras letras de su padre. Por ser hijo del indígena Chusig, tuvo que
esconder su origen para poder acceder a un nivel de instrucción superior.
Gracias a su amor por los libros, estudió medicina en la Universidad de Santo Tomás de Aquino,
donde en 1767 obtuvo el título de Doctor. Como médico no hizo fortuna, pues curaba
gratuitamente a los pobres y no atendi ́a a los ricos. En la misma universidad, entre 1767 y 1770
estudio derecho civil y canónico, convirtiéndose en Abogado.
En 1779 publicó su primera gran obra "El Nuevo Luciano", una crítica a los problemas y
deficiencias de la vida cultural en la Real Audiencia de Quito.
Preocupado por las condiciones sociales imperantes, se consagró como uno de los pensadores
más avanzados y propositivos de su época. De su firmeza surgieron las proclamas libertarias que
nos llevaron a la Independencia.
En la madrugada del 21 de octubre de 1794, Espejo colocó banderas rojas en las cruces de piedra
de las principales iglesias de la ciudad para despertar el espíritu de libertad el pueblo oprimido.
“Al amparo de la cruz sed libres conseguid la gloria y la felicidad”, decían las banderas. Su amor
por la libertad alumbró los sueños de los patriotas del Diez de Agosto.