Pasionaria S
Pasionaria S
Pasionaria S
José María de la Concepción Apolinar Vargas Vila Bonilla nació en Bogotá, en una familia de ideas
radicales, el 23 de julio de 1860. Murió en Barcelona el 23 de mayo de 1933. Fueron sus padres el general José
María Vargas Vila y Elvira Bonilla.
Hizo sus estudios primarios y secundarios en Bogotá. Desde muy temprano participó en luchas
políticas como periodista, agitador y orador. Tenía dieciséis años apenas cuando se enroló en las fuerzas
liberales del general Santos Acosta. A la edad de 24 años, en 1884, actuó como secretario del general radical
Daniel Hernández, durante el alzamiento que éste dirigió contra el presidente Rafael Núñez, líder del
partido "nacionalista" y caudillo de la "Regeneración Nacional". Colombia era entonces una República
Federal constituida por "Estados Soberanos" y con frecuencia sacudida por pronunciamientos y guerras civiles
regionales. El levantamiento del general Daniel Hernández se inició en el Estado Soberano de Santander (al
nororiente del país) y muy pronto se irradió a toda la nación.
En 1885 los sublevados vencieron a las tropas del gobierno en la batalla de La Humareda, pero sus
pérdidas fueron tan grandes que les resultó imposible continuar las operaciones. El propio jefe de la rebelión
murió en esa terrible carnicería. Su secretario, Vargas Vila, huyó a los Llanos del Casanare donde el general
Gabriel Vargas Santos le ofreció hospitalidad y refugio. Allí escribió su obra "Pinceladas sobre la última
revolución de Colombia; siluetas bélicas". Su popularidad como escritor era inmensa. Su nombre no se
mencionaba (ni se menciona hoy) en las antologías, en las historias de la literatura o en los artículos de crítica
literaria. Pero sus libros circulaban en las tabernas, en los corredores de las universidades, en las herrerías, en
las oficinas de comercio, en los talleres de sastrería, entre los empleados de los servicios públicos, en la clientela
de las peluquerías y de las carnicerías. Vargas Vila ha sido por eso, como pocos, forjador y maestro de la
cultura popular en Nuestra América. Yo he encontrado libros suyos en bebederos de aguardiente de
Risaralda (Colombia), entre bultos de papa; en un cafetín de Buenos Aires, en la zona del puerto,
alimentando la conversación de los parroquianos a la hora de la siesta; en la cartera de una empleada de
correos de Montevideo, para ser llevado del trabajo al café Sorocabana de la Plaza Libertad, donde un
grupo de amigos esperaba para el debate intelectual del anochecer; en una pescadería de Valparaíso, cuyo
propietario interrumpía la atención a los clientes para leerme párrafos enteros de "Los Césares de la
decadencia" con entusiasmo sincero; en una "fazenda" brasilera, donde el mulato más letrado tenía
el encargo de leer a los trabajadores reunidos algún texto "bueno para el alma"; en una peluquería del
Cuzco (Perú), entreverado con revistas de moda y de deportes, para que los clientes que pagaban por la
trasquilada ("sentado, 10 soles; parado, 5 soles") pudieran ilustrarse; y naturalmente, en mi propio pupitre de
escolar, en Santiago de Chile, cuando fundé un club de adolescentes conspiradores y traficantes de libros
prohibidos y blasfemos. Carlos Vidales (Estocolmo, 1997).
ESTE libro se ampara bajo el más noble de los sentimientos: el amor a la madre.
ES un álbum para una muerta, un recuerdo, un homenaje, un tributo a la memoria del ser
más amado y del único amor que no se olvida. El, tiene que ser simpático a toda alma noble,
sagrado para todo corazón bien puesto. Quien no haya perdido su madre lo leerá tal vez con la
amargura de un presentimiento; quien la haya perdido, lo comprenderá mejor bajo el peso del
recuerdo.
CUANDO se ha ocultado ese sol bendito en el horizonte de la vida; cuando ha caído esa
frondosa enredadera bajo cuya sombra nos desarrollamos y a través de cuyo ramaje florecido
veíamos el sol de la vida sin que sus rayos nos quemaran; cuando se han cerrado para siempre esos
ojos, cristal en que vimos por primera vez retratado el cielo y a través del cual una alma pura nos
bañaba de infinita terneza, cuando se han plegado para siempre esos labios cuyos primeros besos
nos despertaron a la vida, arpa dulcísima cuyos sonidos melodiosos no pudieron ahogarlo las
tempestades del mundo, ni los han apagado la soledades y sombras del sepulcro, cuando se han
quedado inertes esas manos que peinaban nuestros cabellos cuando niños y jugaban con ellos
cuando jóvenes ¡ay ! entonces puede decirse que se ha apurado todo acíbar del dolor y sentido
toda la horrible realidad de la existencia.
CUANDO perseguido por el infortunio, solo abandonado lejos de mi país, entristecido por
las desgracias de mi patria y mis propias desgracia me sentía des- mayar en la lucha, aún tenía
una esperanza dulcísima que me alentaba y era todo mi consuelo: volver a ver a mi madre,
contarle mis sufrimientos y al reclinarme en su seno olvidar por un momento mis dolores. Pero ¡ay!
esta esperanza se desvaneció. La muerte vertió la última gota en el cáliz ya repleto de mis
infortunios y me arrebató a mi madre, hiriéndome en mitad del corazón !Solo el eco de sus
últimos gemidos me llegó en sus carta postrimeras!¡Cuando tuve el presentimiento de la desgracia
no pude como hubiera querido, volar a socorrer aquella madre moribunda, y dobló la frente en el
sepulcro sin que yo pudiera abrazarla, ni darle el último adiós, ni sellar sus labios con mi beso de
despedida, y postrarme de rodillas ante su tumba, al cubrirla la tierra para siempre!... Después, no
me ha quedado más que el supremo consuelo de los desgraciados: ¡las quejas y las lágrimas!
Condensándolas todas he formado este ramo de ''Pasionarias, " corona de lágrimas para aquella
madre muerta, cuya virtud modesta y escondida no puede tener más cantor que su hijo
desgraciado.
LAS ''Pasionarias'' no son sino el gemido de un huérfano, flores pálidas arrojadas sobre la
tumba de una madre. Allí quedan, amparadas por el ala de las religiones que hacen sagrados los
sepulcros, por la nobleza del corazón que hace queridos los muertos y por el sentimiento humano
que hace inviolables las tumbas de las madres.
VARGAS VILA
PASIONARIAS:
Álbum para mi madre muerta
Corona de pensamientos,
de rosas y pasionarias,
para ponerla en tu tumba
cuando regrese a mi patria.
Un poblado, un cementerio,
una tumba y una cruz,
cantando en la tumba una ave
del crepúsculo a la luz.
XII
SALVO me levanté,
Tendíle el arma y le iba a atravesar el corazón,
Cuando cruzó tu imagen por mi mente
Y tu voz en los aires me gritó:
MI soledad,
Mi amor siempre creciente.
Esta lucha que aun dura todavía.
Mareada por mis lágrimas ardientes.
SI ya no he de abrazar a la primera
Ni he de volver a ver a la segunda,
Durmámonos los dos, fantasma mío,
En tu lecho de sombras: en la tumba.
Intelectual colombiano nacido a mediados del siglo XIX. Vargas Vila se caracterizó por sus ideas liberales
radicales y la consecuente crítica contra el clero, las ideas conservadoras y la política imperialista de
Estados Unidos. Muchas de sus ideas son próximas al existencialismo y se fueron afirmando como libertarias,
muy próximas al anarquismo, a tal punto que él mismo se declarara anarquista. Asimismo, defendió toda
causa y personaje que favoreciera la libertad y la justicia de los pueblos, especialmente los
latinoamericanos; sin fijarse tanto en si compartían exactamente su misma forma de pensar, a pesar de ser
consciente de ello: mi pasión por la obra de horror ¿la libertad ha devorado mis páginas? conmovió a
muchos, escribió.
En su juventud, alternó el oficio de maestro en Ibagué, Guasca, Anolaima y Bogotá, con su participación en
guerras civiles como soldado de las tropas liberales radicales de Santos Acosta y Daniel Hernández. Tras la
derrota liberal en 1899, se refugió en Los Llanos y luego marchó al exilio a Venezuela. Por su actitud crítica, el
presidente de Colombia en esa época, Rafael Núñez, puso precio a su cabeza. En 1899, en Caracas, fundó y
dirigió la revista Eco Andino y en 1898, con Diógenes Arrieta y Juan de Dios Uribe, fundó la revista “Los
Refractarios”. Conminado por el gobierno del presidente venezolano, Raimundo Andueza Palacio, a dejar
Venezuela, viajó a Nueva York en 1891 y trabajó en la redacción del periódico El Progreso. En esta ciudad,
trabó amistad con el escritor e independentista cubano José Martí. Luego fundó la Revista Ilustrada
Hispanoamérica, en la que publicó varios cuentos. En 1898 fue nombrado por el Presidente de Ecuador, Eloy
Alfaro, como ministro plenipotenciario de Ecuador en Roma y es recordada su negativa de arrodillarse ante
el papa León XIII, al afirmar: "no doblo la rodilla ante ningún mortal". A causa de la publicación de su novela
Ibis en el año 1900, fue excomulgado por el Vaticano y recibió la noticia con regocijo.
En 1902 fundó en Nueva York la revista Némesis, desde la cual se criticaba al gobierno colombiano de Rafael
Reyes y a otras dictaduras latinoamericanas, así como a las imposiciones del gobierno estadounidense, como
la usurpación del Canal de Panamá y la Enmienda Platt. En 1903 publicó en esa revista Ante los Bárbaros
tras lo cual el gobierno de Washington le obligó a dejar Estados Unidos. En 1904, el presidente nicaragüense,
José Santos Zelaya, designó a Vargas Vila como representante diplomático en España, junto al poeta Rubén
Darío. Los dos fueron integrantes de la Comisión de Límites con Honduras ante el rey de España, quien era
entonces mediador en el litigio. Pero esta labor duró poco tiempo; pues el colombiano pronto regresó a la
edición de sus libros y luego de breves estancias en París y Madrid, se asentó en Barcelona, donde inició, por
acuerdo con la Editorial Sopena, la publicación de sus obras completas. Rubén Darío le dedicó un par de
poemas: Cleopompo y Heliodemo y Propósito primaveral. Desde su estancia en España, donde viviera hasta
su fallecimiento, realizó varias giras por diversos países de América Latina, donde alcanzó gran popularidad.
En 1913 visitó a Lima, donde permaneció casi de incógnito, al margen de actividades culturales o sociales, a
pesar de que era muy leído. Pese a que en la mayoría de obras de Vargas Vila, las situaciones eróticas
son exclusivamente entre hombres y mujeres, obras como su Diario personal y La Conquista de Bizancio
tratan temáticas homosexuales explícitamente.