Cartas A Filipenses y Gálatas
Cartas A Filipenses y Gálatas
Cartas A Filipenses y Gálatas
- Han quedado pagadas todas las deudas y destruidos todos los recibos.
Se han abierto nuevos caminos y los hombres transitan por ellos con paz.
- El gozo se adueña de los espíritus que nadie puede contaminar con errores.
Se han multiplicado los signos del amor divino y las pruebas de la fortaleza.
- Ha comenzado la nueva edad de la humanidad anunciada por los Profetas.
Los cristianos tenemos que saber bucear en los mensajes que nos quedan de
los testigos de la Resurrección y hacer siempre lo posible por convertirlos en
vida. Sin esa actitud, la Palabra divina flota en los aires, resuena en los oídos,
deslumbra la mirada, por no transforma, que en definitiva es lo que más importa.
Tiene como destinatarios a los fieles de Filipos. Ciudad situada al norte del
mar Egeo, en los confines de Macedonia con Tracia. Debe su nombre a Filipo,
padre de Alejandro Magno, que la conquistó el 360 a. C. El 167 fue sometida a los
romanos, y el año 31 Octavio le concedió el «Ius italicum» (derechos y
privilegios de los romanos). Pablo llegó a ella inducido por la visión del joven
macedonio (Hech 16, 9 s), en la que Pablo ve los designios de Dios de pasar a
predicar el evangelio en Europa.
Filipos estaba situada en los confines de Tracia y Macedonia, al norte de la
actual Grecia. Su nombre originario, Krénides o "ciudad de las fuentes", dio
paso al de Filipos en honor del padre de Alejandro Magno, el rey Filipo II de
Macedonia. En ella tuvo lugar una famosa batalla en la que Bruto y Casio fueron
derrotados por Octavio Augusto y Marco Antonio en el año 42 a. C. La ciudad se
hallaba a doce kilómetros de la costa y por ella pasaba la Vía Egnatía, una de las
más célebres calzadas romanas.
Cuando Pablo, Silas, Timoteo y tal vez Lucas arriban a Filipos (probablemente
al terminar el verano del año 49), la ciudad estaba poblada sobre todo por gentes
de origen latino. Había también un pequeño grupo de judíos que no disponían de
sinagoga (Hch 16 13). Las circunstancias que nos relata el libro de los Hechos
(Hch 16 16-40) y que el propio Pablo evoca en 1 Tes 2. 2, hicieron que el apóstol
y sus acompañantes se detuvieran poco tiempo en Filipos; bastante, sin
embargo, como para dejar allí una comunidad cristiana que creció y progresó de
modo admirable y que mantuvo siempre con Pablo unos singulares lazos de
cariño y apoyo, incluso material"
Precisamente una ayuda material fue la que motivó la presente carta. Los
filipenses se han enterado de que Pablo está en prisión y deciden enviarle ayuda
por medio de Epafrodito, su compañero de evangelización. Pablo, a su vez, les
escribe agradeciéndoles el obsequio.
Por medio de él les envía esta carta, en la que manifiesta a los filipenses su
agradecimiento por su solicitud con el prisionero de Cristo y les exhorta a
permanecer en el camino emprendido y a crecer cada día en la perfección
cristiana, sobre todo en la caridad y en la imitación de Cristo.
Antes de nada, sería preciso aclarar si el texto que hoy poseemos constituye
una única carta o se trata más bien de la fusión de varias cartas, - dos o incluso
tres- escritas por Pablo a los filipenses en distintas ocasiones. Nadie pone en
duda la autenticidad paulina de todo el texto actual, pero la hipótesis de varias
cartas entrelazadas es lo más probable.
En cualquier hipótesis, la actual redacción de Filipenses presenta de principio
a fin rasgos netamente epistolares y no hay que buscar en ella exposiciones
sistemáticas. Pablo ofrece una serie de comunicaciones y esperanzas, de
alusiones al pasado y al presente, de exhortaciones y proyectos, de llamadas de
atención a ciertos peligros; todo ello en un tono personal, casi siempre cordial.
Un itinerario de lectura para la carta podría tener en cuenta las siguientes
etapas:
3. Contenido teológico
No es un tratado dogmático o moral, como en otras Cartas, sino más bien una
conversación íntima de padre a hijos, en que aquél goza y se congratula de la
fidelidad y perseverancia de sus fieles, manifestando toda la ternura y afecto de
su corazón, a la vez que los anima a perfeccionarse cada vez más. Es por lo
mismo la carta en que mejor aparece el carácter personal de Pablo, su
delicadeza de sentimientos, el afecto profundo que profesaba a sus fieles
Pablo acentúa lo que para él es más importante: saber que los filipenses están
unidos en un mismo sentir y que luchan a una por la fe en el evangelio. Nuestra
vida debe ser un vivir en Cristo, que “se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.
Estas palabras tal vez fueron tomadas de un himno prepaulino a Cristo (2, 5 -
11), que concluye con la confesión de fe de los cristianos y que decía:
«Jesucristo es el Señor» Vivid como hijos de Dios sin tacha «en medio de una
generación desviada y pervertida, en cuyo seno brilláis como antorchas en el
mundo» (1,27-2,18). Después cuenta el Apóstol que desea regresar a Filipos tan
pronto como le sea posible; pero al que enviará de inmediato es a Timoteo (2,19-
30).
Frente a los errores que irrumpen advierte el Apóstol a los filipenses acerca de
los predicadores ambulantes del judaísmo que se dicen cristianos y acerca de
las influencias paganas. Se pone a sí mismo como ejemplo, que de judío
legalista y enemigo de la Cruz de Cristo, se transformó en heraldo de Jesús (3,1-
4,1). La carta concluye con algunas exhortaciones personales, con la renovada
gratitud y el saludo (4,2-23).
Pero lo más grave eran los argumentos que los judaizantes aducían a favor
de sus doctrinas y en descrédito de la autoridad de Pablo: decían que él no
había visto al Señor, ni había recibido de él el evangelio como los demás
apóstoles. Afirmaban que, al declarar abolida la ley, se oponía a los designios de
Dios, que la había dado a su pueblo escogido como condición de su alianza.
Finalmente, pensaban que al declarar abolida la ley se abría la puerta a todas las
libertades
Los Gálatas eran un pueblo de origen céltico, emparentados con las tribus de
la antigua Galia (hoy Francia). Procedentes de Europa se instalaron en el centro
de Asia Menor - la actual Turquía - y fueron sometidos por los romanos en el año
180 a. C. La provincia romana de Galacia abarcaba una amplia franja de Norte a
Sur en el centro de la península del Asia Menor. Galacia recibió su nombre de los
galos, que en el s. III a. C., atravesando el mediodía de Europa, invadieron esa
región. El año 25, Augusto la convirtió en provincia romana, comprendiendo ésta
la Galacia del norte, que habían ocupado los galos, y la Galacia del sur, que
comprendía parte de Frigia, Panfilia, Pisidia y Licaonia. Se discute quiénes
fueron los destinatarios de la carta. La mayoría de los autores opinan que son
los del norte, basándose en el hecho de que el lenguaje corriente designaba
Gálatas a los habitantes del norte de Galacia y no a los demás.
Es bueno recordar los que todavía latía en la cultura rural y hasta urbana de
los habitantes del Norte. Allí entre los años 270 y 189 a.C. amplios sectores de
los tres Estados tribales que había formado los gálatas (los celtas venidos)
continuaron viviendo como seminómadas, cada uno de los cuales dio origen a
cuatro principados. Tampoco perdieron su constitución tribal al helenizarse
hacia el año 111 a.C. Pero, junto al griego, continuó viva entre ellos la lengua
celta hasta el siglo V d.C. Y con la lengua siguienron vivas muchas de sus
tradiciones y supersticiones. Desde el año 25 a.C., el país de Galacia constituyó
la parte Septentrional de la provincia romana homónima.
Pablo evangelizó los territorios y ciudades del sur (Iconio, Derbe, Listra,
Antioquia de Pisidia) en el curso de su primer viaje apostólico durante los años
45-48 d. C. (véase Hch 13.13 a 14. 24). En cuanto a los territorios y ciudades del
norte (Ancyra, Pesinonte, Tavio), que constituían la región gálata propiamente
dicha, debieron ser evangelizados durante su segundo viaje misional (véase Hch
16. 6). Es a estas últimas comunidades a las que, casi toda seguridad, Pablo se
dirige en la carta a los Gálatas.
El problema que está en el fondo de esta crisis no fue algo exclusivo de las
comunidades cristianas e Galacia. En realidad se trata de un problema que
afectó al cristianismo desde sus mismos orígenes y provocó diversos intentos
de solución (véase Hch 5 1-31). La "crisis gálata" constituye, sin embargo, un
momento álgido en el desarrollo de la cuestión
No cabe duda de que nos encontramos ante un escrito singular por su tono
abiertamente polémico, incluso agresivo en ocasiones (Gal 5. 12) por sus
abundantes datos biográficos, tanto sobre el propio Pablo como sobre la
primitiva Iglesia cristiana, y por su incuestionable carácter paulino de principio a
fin. Si hay alguna carta de cuya autenticidad paulina no es posible dudar, es
precisamente ésta. Toda ella refleja sus preciosos datos biográficos, su tono, su
estilo, sus ideas y constituye una inmensa rúbrica paulina.
No hay duda de que el texto de Gálatas es una verdadera carta con unos
destinatarios y un tema claramente delimitados. Se trata de una carta polémica
cien por cien, con un estilo tremendamente agresivo, de tono defensivo, pero
con intención clarificadora. Busca desacreditar al adversario allí donde más
impacto pueda hacerle, pues se trata de salvar a los gálatas del error en que
parece que están a punto de caer. Pablo esgrime todo tipo de argumentos:
referencias históricas, evocaciones personales, citas de la Escritura,
procedimientos exegéticos característicos de las escuelas rabínicas,
interpelaciones y hasta ironías
Maldice y apostrofa con violencia (Gal 5 12); recrimina sin respetos humanos
(Gal 2 14); niega con dulzura (Gal 4 12). No le acobarda llamar insensatos a los
gálatas destinatarios provocando una reacción (Gal 5 1), aunque también le
queda sitio en el corazón para expresiones de profunda ternura (Gal. 4.19)
3. Contenido teológico
Esta fe que actúa por medio del amor (Gal 5. 6) es, según Pablo, la que nos
convierte en hombres nuevos y hombres libres. Hombres nuevos recreados por
Dios a imagen de Jesucristo y capaces de superar la fuerza aniquiladora del
pecado y de la muerte. Es la gracia de Dios por Jesucristo la que nos hace
hombres libres de toda, atadura.
Es preciso superar toda ley puramente externa que, como las prescripciones
rituales de la ley judía, pretenda erigirse en fuente de salvación al margen o por
encima de Cristo.
Con la Carta Pablo vuelve a presentarse Pablo como heraldo del verdadero
evangelio y como apóstol reconocido por todos. Y lo es aun sin predicar la Ley
por la simple razón de que Cristo a superado la Ley. El Concilio apostólico le
había dejado en libertad para anunciar el evangelio sin las imposiciones
mosaicas (y sin exigir la circuncisión; 1,11-2,21)
Como todo se lo dice con amor y como va con la verdad por delante, no tiene
inconveniente en argumentarles con fuerza irresistible. Y como reconoce de
verdad que es la libertad la que les hace elegir, les deja la opción de volver a la
esclavitud de donde partieron y de ser consecuentes con la libertad que han
recibido como don divino.
Casi todos los biblistas admiten hoy que las comunidades gálatas tomaron a
pecho la carta apremiante del Apóstol y que restablecieron sus lazos de simpatía
hacia Pablo (cf. 1Cor 6,1). Para nosotros el escrito constituye una exposición
viva de los peligros que podían Correr las comunidades jóvenes por obra de
predicadores fanáticos.
La carta a los Gálatas es, en este sentido, la mejor y más vibrante glosa del
sermón de la montaña (Mt. 5, 6 y 7). No debe extrañar entonces que, aunque
nacida al calor de unas circunstancias muy concretas, su mensaje resista el
paso del tiempo y se mantenga siempre actual. Porque con frecuencia la vida
cristiana, tanto a nivel individual como comunitario, está amenazada de una
legislación capaz de esterilizarla totalmente. Para escapar a esta trampa mortal
es preciso que la Iglesia viva en perenne actitud de revisión y vigilancia., Un
magnífico punto de referencia es la meditación continua del mensaje central de
esta carta.