Temas Del Antiguo Testamento
Temas Del Antiguo Testamento
Temas Del Antiguo Testamento
El rostro de Dios
Este término se utiliza de un modo metafórico para demostrar su
presencia en general. El que su rostro resplandezca sobre uno equivale
a experimentar las bendiciones de Dios (Número 6,25), mientras que
cuando oculta su rostro de un ser humano, eso quiere decir que tendrá
que soportar sufrimientos y angustias (Salmo 13,1; Génesis 3,8)
La gloria de Dios
Éxodo 16,7 «y a la mañana veréis la gloria de Jehová; porque él ha
oído vuestras murmuraciones contra Jehová; porque nosotros, ¿qué
somos, para que vosotros murmuréis contra nosotros?» 24:15
«Entonces Moisés subió al monte, y una nube cubrió el monte.» 40:34-
35 «Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de
Jehová llenó el tabernáculo. Y no podía Moisés entrar en el tabernáculo
de reunión, porque la nube estaba sobre él, y la gloria de Jehová lo
llenaba.»
La idea de gloria se usa en el doble sentido de dar muestras de
respeto (o glorificar) y de lo que inspira respeto. Cuando se aplica a
Dios, la palabra implica la manifestación de su divina potencia. En
Éxodo 16,7 significa que verán sus cuidados. Éxodo 24,15; 40,34-35.
Tenemos pues un símbolo rico de la presencia de Dios, a menudo
intercambiable con la presencia propiamente dicha y casi siempre
asociada a fenómenos visibles.
Antropomorfismos
Con frecuencia se menciona y presenta a Dios (y él se refiere a sí
mismo) en términos humanos. Dios habla (Génesis 1,3), conversa
(Levítico 4,1), oye (Éxodo 16,12), ve (Génesis 1,4), huele (Génesis
8,21), tiene rostro (Números 6,25), espalda (Éxodo 33,23), manos
(Isaías 14,27). Este es un esfuerzo amoroso de Dios de llegar a
nosotros. También del deseo que tiene el Señor de comunión y una
relación estrecha con nosotros. Por ello él debe venir a nosotros y
hablar nuestro idioma. Por consiguiente esos modos de hablar no
expresan cómo es Dios, sino que se ajustan a nuestras capacidades.
LA NATURALEZA DE DIOS
Dios es personal
Cuando decimos que Dios es un ser personal no queremos decir que es
una persona, más bien utilizamos el término para referirnos a que
tiene personalidad. Personalidad es el término que utilizamos para
referirnos a la manera de ser y de actuar de una persona. Al utilizarlo
para referirnos a Dios queremos decir que conoce, tiene intelecto, que
siente, y que tiene voluntad. Que se relaciona con los demás. La
proclamación de un nombre es el acto en el que el Señor se ofreció en
comunión y compañerismo. Un nombre realza la presencia de Dios
entre su pueblo. El empleo de varios nombres refleja su intervención
dinámica en la vida de Israel. Todos los nombres se referían a la
relación de Dios con su pueblo. No identifican al Señor con ninguna
parte de la naturaleza, sino que refleja la historia de sus tratos con
Israel.
El poder de Dios
El poder de Dios puede ser visto por sus hechos, el pueblo de Israel
cree en su señorío en la historia y su cuidado íntimo de la naturaleza.
Salmo 115:3 «Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha
hecho.» Los judíos asociaban a su poder la idea del Dios terrible. Su ira
es terrible en contra de los que se han vuelto en su contra. Salmo
59,13 «Acábalos con furor, acábalos, para que no sean; Y sépase que
Dios gobierna en Jacob Hasta los fines de la tierra.» Deuteronomio
29,28 «y Jehová los desarraigó de su tierra con ira, con furor y con
grande indignación, y los arrojó a otra tierra, como hoy se ve.»
Estrechamente relacionado está el concepto del celo de Dios (Éxodo
20,5 «No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu
Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos
hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen»
La santidad de Dios
La etimología de la palabra hebrea es «amputar» o «excluir». Se
utilizaba para denotar lo que se separa del uso cotidiano y metódico
con el fin de reservarlo para el servicio sagrado. La santidad se asocia
primordialmente con Dios mismo y en forma secundaria con objetos y
lugares marcados por Dios mismo porque él se encuentra presente en
ellos o se ha identificado con ellos. La idea de la santidad se asocia a la
pureza moral. La santidad del Señor se relacionaba también con las
personas a las que había llamado para que estuvieran con él. Levítico
11,44 «Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os
santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo; así que no
contaminéis vuestras personas con ningún animal que se arrastre
sobre la tierra.» Se puede experimentar la santidad de Dios como
juicio, Isaías 10,17 «Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por
llama, que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos.» o
como salvación, Isaías 43,3 «Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de
Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a
Seba por ti.» Éxodo 43,14 «Así dice Jehová, Redentor vuestro, el
Santo de Israel: Por vosotros envié a Babilonia, e hice descender como
fugitivos a todos ellos, aun a los caldeos en las naves de que se
gloriaban.»
La justicia de Dios
Su uso denota rectitud o conformidad con una norma. Significa lo
verdadero o natural. La justicia es santidad en acción. Deuteronomio
32,4 «El es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos
son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; Es justo y
recto.» Justicia significa que es Dios quien moldea la historia y los
destino de la humanidad, sobre todo de su pueblo. Justicia es la
voluntad de Dios para todo el orden creado. Aquí el concepto se
desborda sobre la idea del apego a una norma, a una obra activa de
rectificación. Salvación es una traducción de la palabra hebrea que
significa justicia, Salmo 51,14 «Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he
hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en
tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.» Durante la época ínter
testamentaria, la idea de justicia sufrió un cambio importante. La
justicia se hizo distributiva, a cada quien lo suyo, según la norma de la
ley. Cristo se opuso firmemente a esta restricción estrecha de la
justicia en Mateo 5,20 «Porque os digo que si vuestra justicia no fuere
mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los
cielos.» La ira de Dios es la respuesta personal al mal que es apropiada
para su naturaleza santa. Pero no se debe entender la ira de Dios
como una actitud vengativa, la ira de Dios no es como la de los
hombres. Por su ira él entrega a los seres humanos a las
consecuencias de sus extravíos.
Ex Nihilo
La creencia de que Dios no utilizó materiales previamente existentes
para crear el mundo tiene respaldo poderoso, aunque no se expresa
de modo explícito en ningún punto del Antiguo Testamento. La palabra
crear «bara» en Génesis 1, se usa solo para referirse a la creación
divina, y nunca se emplea con el acusativo de material. Karl Barth: «La
creación ex nihilo expresa lo que se debe decir de modo
absolutamente esencial de lo creado por Dios como tal, o sea, que se
deriva de Dios y no de ninguna otra fuente y que existe por Dios y de
ningún otro modo. Por ende, no es ello mismo Dios ni una emanación
de Dios.
La naturaleza de la humanidad
En la Escritura se utiliza una serie de términos para referirse al ser
humano. Se trata de palabras paralelas y yuxtapuestas para referirse a
la persona completa, a partir de puntos de vista ligeramente
diferentes. Ejemplo de esto es el Salmo 84,2 y Proverbios 2,10.
Salmo 84,2 «Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de
Jehová; Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.» Proverbios «2,10
«Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, Y la ciencia fuere grata a
tu alma». El uso sintético de las palabras es cuando se utiliza una parte
del cuerpo para representar al cuerpo completo. Una parte del ser
humano para representarlo totalmente. Ejemplo Isaías 52,7 «¡Cuán
hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas,
del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica
salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!»
Alma (nephes)
Esta palabra se refiere primordialmente a la persona como criatura.
Los seres humanos viven como almas, no poseen almas. En un sentido
el alma es la sede de las necesidades elementales de una persona.
También se usa simplemente con el sentido de vida (Salmo 30,3),
individuo o persona (Proverbios 3,22) o incluso cadáver (Números 6,6).
Así el alma es el individuo vivo, no en el sentido de una sustancia
espiritual indestructible, sino en la vida concreta, necesaria y física.
Salmo 30,3 «Oh Jehová, hiciste subir mi alma del Seol; Me diste vida,
para que no descendiese a la sepultura.» Proverbios 3,22 «Y serán
vida a tu alma, Y gracia a tu cuello.» Números 6,6 «Todos los días de
su voto a Señor, a toda alma muerta no entrará.»
Espíritu (ruah)
Su significado básico es viento o aliento. Es el aliento que el Señor les
da a las personas (Isaías 42,5). Por extensión, la palabra llega a
significar poderes vitales –fuerza –cuando se refiere a una persona. En
muchos casos, espíritu significa el poder que complementaría a las
fuerzas ya existentes, proporcionando lo que falta (Jueces 3,10 y 6,34;
Isaías 42,1; Ezequiel 11,5; Éxodo 31,3). Más tarde la palabra llegó a
significar el órgano de nuestra vida psíquica, que es como se entiende
comúnmente hoy. Pero queda la connotación de fuerza o poder vital.
Carne (basar)
Como expresión de la existencia física, la carne se refiere con
frecuencia al cuerpo humano completo. De un modo más general la
carne se refiere al modo corporal o carnal de vivir. Cuando el salmista
invita a toda carne a alabar el nombre del Señor, está invitando a todo
en su vida física terrenal a que busquen al Señor (145,21). La carne es
la forma física de la vida, nunca opuesta al ser, sino como un medio
apropiado para la vida personal. Aunque débil no es por sí mala ni
causa de frustración. Es en este contexto como las personas pueden
llegar a Dios y encontrar fortaleza y reposo (Salmo 65,2; 63,1; Isaías
66,23; Ezequiel 11,19). Los creyentes son redimidos como hombres y
mujeres para que se presenten delante de Dios como él lo estableció
desde el momento de la creación.
Corazón (leb)
Término utilizado en el Antiguo Testamento para una persona y su
vida; casi siempre se refiere a la humanidad (cinco veces a los
animales). En un sentido se refiere al aspecto interno del alma. En
otras ocasiones se emplea como equivalente a intestinos, que se
enseñaban que eran el centro de las emociones más profundas (Salmo
38,10; 26,2). En 1er Samuel 25,37-38 es evidente que eran las
emociones de Nabal los que se habían visto afectadas y no su corazón
físico. En este nivel de la naturaleza humana reposan los deseos y las
decisiones de la voluntad (Salmo 21,2; 14,1 Génesis 6,5; Éxodo 7,22;
Josué 11,20; 14,8). Este es el punto de la personalidad en el que es
preciso entregarse al Señor (Jeremías 4,4). Es el centro de la
personalidad, se le atribuyen al corazón funciones intelectuales y
racionales, lo que denominamos funciones de la mente (Deuteronomio
29,4; 1er Reyes 3,9.12; Proverbios 15,14; 3,5). La distinción moderna
entre el corazón y la mente no tiene lugar en la visión bíblica.
Sangre (dam)
Se refiere a la vida física del hombre y de los animales. En Génesis 9,4-
6 parece sinónimo de vida y requiere rendir cuentas cuando se
derrama. La sangre es un símbolo significativo de la vida (Levíticos
4,16-17).
El pacto mosaico
Este tiene continuidad con los anteriores (Éxodo 3,15). Es una
expresión del pacto (Éxodo 2,24). Esta continuidad resulta evidente en
el salmo 105,8-15. En este caso se amplía la idea de cumplir el pacto
para incluir la obediencia de Israel a la iniciativa de Dios (Éxodo 19,4-
5; Deuteronomio 26,16-19). Las estipulaciones de esta administración
del pacto no deben considerarse como una de las bases en las que
reposa el pacto, siendo la otra la promesa de Dios, como si se tratara
de un tratado bilateral, son más bien las condiciones necesarias para
seguir disfrutando las bendiciones que les había prometido su
soberano. Las estipulaciones incluyen una vida en la que se refleje el
carácter santo (Levítico 19,2). En el trato con Abraham se resalta la
promesa, en este caso se hace hincapié en las estipulaciones que el
Señor le impone a su pueblo. En los libros de Reyes se muestra que su
existencia como nación reposa en su fidelidad a sus obligaciones del
pacto (1 Reyes 13,33-34; 2 Reyes 17,22-23). Las maldiciones del pacto
se descargan debido al pecado de Israel.
Desarrollo de la ley
Si Israel tenía algún problema debían ir a preguntarles a los sacerdotes
(Hageo 2,11-13). La decisión del sacerdote se denominaba toráh
(Malaquías 2,6-7). Entonces la tradición oral unió esas decisiones
simples en listas pequeñas de instrucciones que eran reunidas y
transmitidas por los sacerdotes. Esas listas, sin duda, contenían
algunas costumbres que se tomaron de las leyes locales de los
cananeos (como en Éxodo 22,2). Las leyes que se le dieron a Moisés
por revelación, las decisiones sacerdotales, fueron reunidas por los
sacerdotes y las guardaron en un santuario (Deuteronomio 31,24-26).
Una de esas colecciones, muy antigua – que a veces se denomina el
Libro del Pacto –se encuentra en Éxodo 21-23. La etapa final en la
formación de los libros de la ley fue su recolección y composición en
los libros del «Pentateuco». Más adelante esos cinco libros reciben el
nombre de la Torah.
La Ley en la comunidad
Su base consistía en moldear la vida comunitaria. En aquel entonces
un juez era más un defensor de derechos que castigador de delitos.
Cuando en Israel hubo rey, este se encontraba bajo la ley, al igual que
todos sus subditos (2 Samuel 11 y 12). Con los profetas se alcanza un
nuevo nivel de comprensión de la santidad de Dios como del
significado de la ley.
¿Deseaban los profetas prescindir de los aspectos ceremoniales de la
ley? El culto parecía menos interesante que la vida en santidad (Isaías
1; Amós 5,21-24. Miqueas 6,8 «Hacer justicia y amar la misericordia».
Jeremías 31,31-34 y Ezequiel 36,26-27 nos muestran que en el Antiguo
Testamento y en el mensaje de los profetas toma un impulso no para
abolir la ley, sino de establecerla con mayor profundidad que lo que le
había resultado posible hacerlo a Israel.
Una vez que todas las instituciones que sostenían a la ley fueron
canceladas después del exilio babilónico: el rey, el templo y el servicio
sacerdotal regular; la ley escrita era el principal lazo con el pasado, así
que surgió la institución de la sinagoga para la lectura y el estudio de
la Torah. Como resultado de su estudio y sus reflexiones surgió una ley
oral que llegó a ser igualmente autorizada que la ley escrita. Había que
interpretar la ley y tratar de adaptarla a las circunstancias
contemporáneas. Las mismas escrituras preveían la necesidad de esa
adaptación (Deuteronomio 17,8-26). El problema aquí fue que lo más
importante era la actitud hacia la ley. Se consideraba como el enfoque
de la vida de una persona. La obediencia a la ley era el medio de
obtener favor delante de Dios. Surge el legalismo. Hacer que la ley sea
el centro y el punto de enfoque de la vida misma. Ese es el trasfondo
que encontramos en las críticas de Cristo contra los fariseos y las
referencias de Pablo a la ley (Marcos 7,13).
La naturaleza de la ley
La ley no intenta sugerir normas para todas las ocasiones concebible.
Se dan principios básicos, mientras que la aplicación se deja para el
sentimiento sano de justicia. Por ello se evita dar la ley en forma
positiva, porque la intención era la de evitar errores, de modo que
hubiera libertad para vivir con toda plenitud.
Aunque la ley es amplia en su alcance, es personal en su llamamiento.
Por consiguiente, el motivo más profundo para guardar la ley debe ser
un corazón que responde, una decisión moral interna y personal (Josué
24,15).
La ley es incondicional en su fuerza, exige perfección de las personas
(Lucas 11,44). Por lo que, aquél que no respeta todas las palabras de
la ley se ve maldito (Deuteronomio 27,26).
Aunque en principio la ley regía a todos los israelitas, la meta es que
este pueblo sea luz y ejemplo de justicia en y para todas las naciones.
Si bien Israel no siempre fue fiel a su papel como luz y bendición para
todas las naciones, vino uno mayor que Moisés, Jesús para
desempeñar ese papel y hoy las naciones tienen un modelo de justicia
en el judeo-cristianismo que ha influido en sus legislaciones a fin de
que sean mas justas, más humana.
LA ADORACIÓN
Lugares sagrados
Dios escogió sitios particulares en los que podía reunirse con su
pueblo: (1) Bether (casa de Dios) se convirtió en un sitio especial
porque el Señor se le presentó allí en un sueño a Jacob; (2) El Sinaí
porque allí Dios se le apareció a Moisés; (3) El tabernáculo y el Templo
eran honrados por su identificación con la presencia de Dios.
Sin embargo, Dios no está limitado a ciertos lugares (Isaías 6,3);
aunque hay lugares y hay momentos en que por medio de formas
mediadoras, la gloria divina resulta especialmente evidente para los
humanos. Existe el peligro de limitar a Dios a ciertos lugares. No existe
ninguna conexión necesaria entre Dios y el lugar (Jeremías 7,4). El es
Señor de toda la tierra. Para Israel el hecho de identificar a Dios con
ciertos lugares significaba o tenía la importancia de expresar que Dios
estaba presente dirigiendo a su pueblo a lo largo de su historia.
Además significaba que los encuentros con Dios y permanecer en su
presencia constituían los objetivos más elevados de la vida humana
(Salmo 15 y 24). El encuentro con Dios incluye juicio y gozo (Isaías
6,5; Salmo 15,1), por ello el lugar de reunión con Dios debe ser un
sitio de limpieza y perdón. Hasta una mayor revelación el pueblo debía
ir a los lugares señalados a fin de ser protegidos.
Tiempos sagrados
Dios designó ciertas estaciones del año como épocas de festejos y
gozo religioso; estas constituían una manifestación de la bondad de
Dios. Se debe notar la diferencia con los paganos que sus festejos eran
para honrar a los dioses con el fin de asegurar la fertilidad de la tierra
durante otro año.
4. El día de la expiación.
Debía ser un día solemne de reposo en el cual los hebreos debían
ofrecer una expiación por los pecados de todo el pueblo. Era un día
sumamente importante de arrepentimiento y sacrificio (Levítico 16).
Esto se hacía a pesar de las disposiciones para ofrendas y sacrificios
diarios y semanales, porque el problema del pecado no se había
resuelto todavía.
5. El día de reposo.
Cada séptimo día se celebraba el día de reposo, cuya finalidad
primordial era la de reanudar la comunión con Dios (Deuteronomio
5,12-15; Éxodo 23,12). Ningún asunto debe impedir a los humanos
entrar en comunión con el Señor (Deuteronomio 5,15).
Actos sagrados
Todos los varones tenían que circuncidarse (Génesis 17,10). Los ritos
de purificación eran señales de que debían estar preparados para
escuchar la voz de Dios (Génesis 35,2; Éxodo 19,14-17). La conciencia
de santidad de Dios precedió a la entrega de las leyes. Los ritos son
una expresión externa de santidad. Eran un símbolo de la pureza y
santidad interna (Salmo 51,7.10). Además estas leyes debían alejarlos
de la contaminación que podía producirse mediante el contacto.
2. Fe en Dios.
Es estar consciente de la realidad de Dios que conduce a una entrega
voluntaria al Señor para seguirlo (Génesis 15,6; Proverbios 28,26;
Salmo 37,3-5; 26,1). En la idea de la fe se encuentra implícito el
arrepentimiento, el volverse a Dios (Levítico 5,5; Deuteronomio 30,2;
Ezequiel 18,30).
3. Amor a Dios.
Deuteronomio 6,5. El amor es un sentimiento interno que hace que
todo el ser participe en sus actividades. El amor impulsa a uno a
hechos que satisfacen los deseos que nacen en el ser (Proverbios
20,13; Salmo 42,1). El amor a Dios es una fuerza interior que se
adhiere a Dios de modo personal y que da como resultado natural una
vida de lealtad y consagración (Deuteronomio 11,13.22). Uno
demuestra que ama a Dios si guarda sus mandamientos
(Deuteronomio 13,3; Juan 14,15; Salmo 119,127). El amor a Dios es
una respuesta a su amor fundamental (Oseas 11,4; Jeremías 31,3).
Expresiones características de la devoción a Dios
1. Alabanzas a Dios.
La idea básica de la alabanza (hillel o yadah) se relaciona con hacer un
ruido o un gesto corporal, o bien, con tocar (instrumentos musicales) y
cantar. Es una expresión de gratitud del adorador (Éxodo 15;
Deuteronomio 26,5-9). Tenemos salmos de alabanzas, 92, 100, 103,
118. Había danzas (Salmo 150,4), salterio y arpa (108,2), cántico
nuevo (33,3), sacrificios de júbilo (27,6).
2. La oración.
El contenido básico de la oración en el Antiguo Testamento era una
expresión espontánea de confianza basada en alguna experiencia
personal. Elementos comunes a las ideas paganas sobre la oración que
eran extrañas para los hebreos: (1) no se usaba el nombre de Dios
como término mágico, (2) no había repetición continua de frases, (3)
no hay susurros ni murmuraciones en formas prescritas. Uno de los
puntos de enfoque más cruciales es el de la intercesión. Moisés (Éxodo
32,32), Aarón (Números 6,22-27), Samuel (1º. Samuel 7,5-13),
Salomón 1º. Reyes 8,22-53), Ezequias (2º. Reyes 19,14-19). También
encontramos oraciones privadas y públicas.
1. El carácter de Dios.
La ética del Antiguo Testamento es una expresión del carácter de Dios.
El Antiguo Testamento no sabe nada de moralidad aparte de la
religión, porque Dios es la fuente de toda bondad y si el humano va a
ser el bien, ello se deberá a que conoce a Dios y ese conocimiento se
expresa en una vida moral. La importancia de hacer lo justo es
constante en todo el Antiguo Testamento, sin embargo la práctica
tiene que se siempre la expresión de una confianza sincera en el
Señor. La Ley es una (Deuteronomio 32, 46-47).
b) La esclavitud.
La Ley les concede derechos básicos a los esclavos a diferencia de lo
extendido en el mundo antiguo (Éxodo 21,2. 9-11; Deuteronomio
15,13.15; 21,10-14; Éxodo). Éxodo 21,2. 9-11 «Si comprares siervo
hebreo, seis años servirá; mas al séptimo saldrá libre, de balde. Mas
si la hubiere desposado con su hijo, hará con ella según la costumbre
de las hijas. Si tomare para él otra mujer, no disminuirá su alimento, ni
su vestido, ni el deber conyugal. Y si ninguna de estas tres cosas
hiciere, ella saldrá de gracia, sin dinero.»
El fruto de la sabiduría
1. Limitación de la sabiduría
La sabiduría llega muy pronto a sus límites. Todo es vanidad incluso la
sabiduría que puede llevar a la vanidad (Eclesiastés 2,12-19; 3,11;
Proverbios 18,12). Eclesiastés 2,12-19 «Después volví yo a mirar para
ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer
el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido
hecho. Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz
a las tinieblas. El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda
en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá
al uno como al otro. Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al
necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado
hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que
también esto era vanidad. Porque ni del sabio ni del necio habrá
memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será
olvidado, y también morirá el sabio como el necio. Aborrecí, por tanto,
la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa;
por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu. Asimismo aborrecí
todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que
dejar a otro que vendrá después de mí. Y ¿quién sabe si será sabio o
necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y
en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad.»
Proverbios 18,12 «Antes del quebrantamiento se eleva el corazón del
hombre, Y antes de la honra es el abatimiento.»
2. Promesa de la sabiduría
En proverbios 8 la sabiduría se personifica como recurso poético y
vemos que aunque hay una limitación inherente debido a que el
hombre es solo humano, hay también una promesa en el ejercicio de
la sabiduría. Leer Proverbios 8.
EL ESPÍRITU DE DIOS
Desarrollo teológico
1. Período temprano
En las primeras secciones del Antiguo Testamento, el Espíritu de Dios
es un poder intermitente que desciende sobre la tierra y la fermenta y
prepara para la creación. También desciende sobre un hombre y lo
capacita para realizar los propósitos de Dios. Génesis 1,2 «Y la tierra
estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del
abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.»
Números 11,17 «Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del
espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga
del pueblo, y no la llevarás tú solo.» Números 11,25 «Entonces
Jehová descendió en la nube, y le habló; y tomó del espíritu que
estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos; y cuando
posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron.» En Números
se indica que Moisés había recibido una medida especial del Espíritu
para poder realizar los propósitos de Dios.
2. Los jueces y la monarquía
El Espíritu descendía para darle a las personas poder con el fin de que
lleven a cabo la voluntad del Señor.
3. El período profético
Fue en la época de los profetas cuando la obra del Espíritu se hizo más
personal. Parece ser que el Espíritu de Dios en el Antiguo Testamento
se relaciona mucho más con su poder salvador que con su revelación
de si mismo.
2. La tradición profética.
La tradición profética estaba consagrada básicamente al pacto del Sinaí
y su origen se remonta a ese período en el desierto. El llamamiento a
la consagración del pueblo a la promesa del pacto de Dios iba a llegar
a ser básica para el mensaje de los profetas mayores.
A los primeros profetas se les daba el nombre de nebiim, o videntes, o
de un modo más general varones de Dios. El llamamiento divino era el
elemento primordial. A veces tenían dones de clarividencia y, en
ocasiones, daban muestra de éxtasis colectivos. A lo largo de todo el
Antiguo Testamento el mensaje básico de los profetas era el mismo:
llamar a Israel a su fe del pacto. Parece que algunos vivían juntos
como banda o escuelas de profetas (1º Samuel 10,5-13; 2º Reyes 2,5;
4,38). Características: (1) Éxtasis (estado más allá de la razón y el
autocontrol) asociado con la música (1º Samuel 10,5); (2)
Proclamación de la palabra del Señor (1º Samuel 28,6; 2º Samuel
16,23; 1º Reyes 17,24); (3) Podían hacer milagros (1º Reyes 17 al 21;
2º Reyes 29,16). Los profetas no perdían la conciencia cuando estaban
en contacto con Dios, ni cuando transmitían sus palabras al pueblo. No
tienen ningún parecido con los profetas griegos delirantes poseídos por
los dioses.
3. La Monarquía
La verdadera tradición profética criticaba la monarquía, porque durante
esta época la religión perdió gran parte de su vitalidad. Muchos
profetas se convirtieron en funcionarios de la corte y el elemento de
rebelión quedó excluido. Junto a los sacerdotes ponían más énfasis en
los ritos que en la obediencia. En ese caso el profeta se convirtió en un
técnico religioso.
1. Su carácter
La experiencia definitiva era su llamamiento para permanecer ante el
Señor y hablar por cuenta suya. La palabra tanto escrita como hablada
era su instrumento primario. El mensaje que dan los profetas parece ir
dirigido contra todas las instituciones que Israel creía garantizaban sus
relaciones únicas con Dios, no solo la monarquía, sino los profetas
profesionales y el culto. ¿Cuál es el significado de los ataques firmes
contra la adoración en los cultos que encontramos en los profetas?
(Isaías 1,11-15; Amós 5,21-25). ¿Una religión más espiritual y
personal?
Isaías 1:11-15 «¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de
vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de
sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas,
ni de machos cabríos. 12 ¿Quién demanda esto de vuestras manos,
cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? 13
No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación;
luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo
sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. 14 Vuestras lunas
nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me
son gravosas; cansado estoy de soportarlas. 15 Cuando extendáis
vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo
cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre
vuestras manos.»
Amos 5:21-25 «Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me
complaceré en vuestras asambleas. 22 Y si me ofreciereis vuestros
holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las
ofrendas de paz de vuestros animales engordados. 23 Quita de mí la
multitud de tus cantares, pues no escucharé las salmodias de tus
instrumentos. 24 Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia
como impetuoso arroyo. 25 ¿Me ofrecisteis sacrificios y ofrendas en el
desierto en cuarenta años, oh casa de Israel?»