Pasiones Críticas - Tesis
Pasiones Críticas - Tesis
Pasiones Críticas - Tesis
Peller, Diego
Panesi, Jorge
2012
13JUL2012 DF
Doctorado en yLetras
Área: Litera
EXPEDIENTEN°: 808.313
TÍTULO DE LA TESIS:
IRA DI 5
DI fILC:.'UFl y LTR.k
iiró• de i1iottc
Facultad de Filosofia y Letras
Universidad de Buenos Aires
2012
ÍNDICE DE LA TESIS
Agradecimientos
Advertencia
INTRODUCCIÓN i.
Contorno y después 39
Viñas y la crítica. Relecturas 47
Masotta lector de Viñas. Una crítica teórica a la "autoapertura" del sujeto denuncialista 51
Modernización de la crítica y relectura de Viñas en Los Libros 57
Viñas en Punto de Vista: una moral para la crítica - 63
Y algunas relecturas recientes 71
Introducción 81
Un nuevo modelo intelectual: el lugar de Masotta entre los años 60 y 70 82
Entre la crítica literaria, el arte de vanguardia y los medios, y el psicoanálisis lacaniano.
¿Un Masotta o tres Masotta? 88
3.1. Sartre y Contorno: El "primer Masotta" 89
3.2. El Di Tella, los happenings, el arte de los medios: El "segundo Masotta" 96
3.3. El encuentro con Lacan: El "tercer Masotta" 97
3.4. Una conjunción escandalosa: Conciencia y estructura 98
El sujeto en cuestión 102
Walsh con Masotta 106
5.1. Rupturas - de los 60 109
5.2. Los fines - de los 70 110
El arte de prologarse a sí mismo 117
Dar cuenta de sí mismo 124
7.1. Sí mismo como otro 126
7.2. Sartre yMasotta 128
S. Autofiguraciones de la crítica 131
Introducción 136
Periodizando los 60/70: de la "modernización" a la "primacía de la política" 138
2
La década del sesenta, ¿un proyecto incompleto? 143
3.1. Oscar Terán: el bloqueo tradicionalista 145
3.2. Silvia Sigal: fisuras en el bloque progresista 151
El periplo de Los Libros: una primera aproximación 158
De la "nueva crítica" a "una política en la cultura": cientificistas
y populistas en Los Libros 164
Crítica de la crítica: el gesto auto 172
CONCLUSIONES 312
BIBLIOGRAFÍA 325
—Hay un aspecto de la guerra que yo
creo que él comenzaba a ver —le dije—:
que es humana, se vive como un amor o
como un odio, se podría contar como una
novela, y, por consiguiente, si éste o
aquél van repitiendo que la estrategia es
una ciencia, esto no le ayuda en nada a
comprender la guerra, porque la guerra
no es estratégica. El enemigo no conoce
nuestros planes, como no sabemos el fm
que persigue la mujer que amamos, y
esos planes quizá no los sabemos
nosotros mismos.
4
Agradecimientos
Durante los largos años que insumió la elaboración de esta tesis, en momentos
de desaliento o de cansancio, me dediqué al inocuo pasatiempo de leer con más detalle
del esperable la sección de agradecimientos que suele acompañar a las publicaciones
académicas de este tipo. Supongo que era una forma de darme fuerzas, o de inflingirme
envidia: el sujeto que hablaba en esos textos era fundamentalmente alguien que ya
había terminado su libro. Muchas veces me pregunté, con algo de desconfianza, cuánto
de cierto había en esas declaraciones, y alenté la sospecha de que no debía estar ausente
un componente variable de exageración, hipocresía o compromiso. Después de todo,
¿era posible sentir realmente gratitud hacia tanta gente?
5
de Rosario (2005, 2006, 2007, 2009), el Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria
de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de La
Plata (2006, 2009) y el CEDINCI (2007). Versiones parciales previas de este trabajo
aparecieron en las siguientes publicaciones: Boletín del Centro de Estudios de Teoría y
Crítica Literaria de la Universidad Nacional de Rosario, Otra Parte, Celehis, Filología,
Pensamiento de los Confines, El matadero. Esto me permitió someter mi trabajo a un
enriquecedor intercambio con mis colegas, del que espero haya ecos en esta tesis.
Mario Cantarini, Clara Kriger, Daniel Peiro, Patricio O'Dwyer, y todos mis
compañeros de IFSA siempre apoyaron mi actividad académica, dando muestras de un
afecto y una flexibilidad a toda prueba.
Quiero agradecer a mis abuelos, los judíos y los croatas, que supieron
transmitirme el amor por el trabajo y la confianza en que el esfuerzo hace posible. Sé
que ellos se sentirían orgullosos en este momento. Quiero agradecer a Susana Dorín y a
Juan Peller, mis padres, y a mis hermanos Mariela y Julián. A Rodolfo. Y también a
Lidia y a Elena. Todos ellos, de maneras muy diversas, fueron fundamentales.
En los inicios de esta investigación, y durante gran parte del tiempo que llevó
realizarla, asumía que, en su versión fmal, esta tesis habría de incluir dos amplias
secciones, una al comienzo y otra al fmal, que como una muralla o una escollera
rodearían su núcleo argumentativo dotándolo de mayor coherencia y solidez. La primera
de estas murallas habría de ser una minuciosa exposición del marco teórico de la
investigación. Un trabajo sobre las pasiones teóricas en la crítica literaria argentina en
los años setenta, suponía entonces, no podía prescindir de un extenso desarrollo previo
en torno a algunas nociones y problemas teóricos clave. Por otro lado, pensaba —y así
me lo recomendó también mi Director0 un trabajo que tenía como uno de sus ejes
articuladores los modos de figuración del sujeto crítico en sus textos, no podía dejar de
incluir, a modo de Apéndice, una serie de entrevistas a algunas de las figuras claves del
período. Aunque dichas entrevistas habrían de ir situadas sin dudas al final del trabajo,
era conveniente realizarlas en los tramos iniciales de la investigación, ya que la
información que de ellas pudiera obtener podía guiarme en mis lecturas posteriores.
Fue así que inicié la tarea. Noé Jitrik me recibió amablemente en el Instituto de
Literatura Hispanoamericana de la UBA, una fría tarde de tormenta, como ha quedado
registrado en el repiquetear de la lluvia que escande —y por momentos dificulta— nuestra
larga conversación grabada en un anacrónico cassette. Conversé con Josefina Ludmer
sobre este trabajo en dos ocasiones, la primera en una desvencijada aula de la Facultad
de Ciencias Sociales de la UBA, durante el segundo semestre de 2008, mientras cursaba
su seminario de doctorado; la segunda vez en su casa, cuando le realicé una entrevista
que ha sido publicada 1 aprovechando la ocasión para exponerle las líneas principales de
mi trabajo. Mantuve conversaciones en persona o por correo electrónico con otros
protagonistas del período que abarca mi investigación: Beatriz Sarlo, Carlos
Altamirano, Germán García, Oscar Steimberg, Ricardo Piglia y Luis Gusman. En
algunos casos iniciamos las tratativas para la realización de una entrevista más amplia y
formal, ante lo cual algunos de ellos —si bien debo decir que no todos— se mostraron
francamente dispuestos y abiertos, aunque no necesariamente entusiasmados. Confieso,
sin embargo, que la perspectiva de realizar esas entrevistas tampoco despertó en mf
demasiado entusiasmo y que fui el primer responsable de su postergación, durante
meses que finalmente se volvieron años, hasta que solo muy avanzado el trabajo
comprendí, o reconocí, que no habría de llevarlas a cabo 2. Acaso como una forma de
auto-exculparme me dije que si bien desoía así la indicación de mi Director, por otra
parte no hacía sino seguir la primera enseñanza que él me había dado, casi una década
antes, como profesor de la primera materia de la carrera de Letras de la UBA, cuando,
en las clases inaugurales, analizando el cuento "La figura en el tapiz" de Henry James,
Panesi comentaba irónicamente, ante nosotros sus alumnos, los patéticos afanes del
crítico anónimo que corre jadeante detrás del gran escritor Hugh Vereker creyendo que
Peller, D., "Josefina Ludmer. Los tonos antinacionales del presente" (entrevista), revista Otra Parte, 18
(primavera 2009): 72-78.
2
Lo que no impidió que hiciera un amplio uso de la grancantidad de excelentes entrevistas disponibles: a
Osvaldo Lamborghini, en Lecturas Críticas, 1, 1, 1980; a Beatriz Sano, en King 1985 y en Hora y
Trímboli 1994; a Susana Zanetti, Jorge Laiforgue, Carlos Altamirano y Sanlo, en Bueno y Taroncher
2006; a Altamirano y Sarlo, en Trímboli 1998; a Héctor Schmucler, Nicolás Rosa, Germán García y
Ernesto Laclau, en Wolif 2009; a Aníbal Ford, en Ford 2005; a María Teresa Gramuglio y Nicolás Rosa
en Longoni y Mestman 2008; a Germán García, Luis Gusman, Oscar Steimberg, Jorge Quiroga, Josefma
Ludmer, María Moreno y Tamara Kamenszain, en Mendoza 2010.
7
será por contacto directo con el autor que podrá develar el supuesto secreto oculto en los
pliegues de su obra.
Esta decisión ]como cualquier otra— implicó una renuncia, en algunos casos
irreversible. Nicolás Rosa, David Viñas, Oscar Terán ya no están hoy entre nosotros.
¿Debería haber aprovechado la oportunidad de entrevistarlos cuando todavía podía
hacerlo? Mientras escribo esto tengo —como los tuve durante todos estos años— varios de
sus libros sobre la mesa. Supongo que esa es, para bien o para mal, la forma de mi
homenaje. Después de todo, una de las convicciones que animó, en pleno auge del
estructuralismo, la pasión teórica sostenida por muchos de aquellos a quienes decliné
entrevistar fue justamente la del antibiografismo: la desconfianza ante lo que "el autor"
tenía para decir sobre su obra; la convicción de que —para decirlo en palabras de Roland
Barthes en su "Introducción al análisis estructural de los relatos"— "quien habla (en el
relato) no es quien escribe (en la vida) y quien escribe no es quien existe" ([19661 1998:
26; subrayado en el original).
Lo cierto es que este trabajo fue avanzando y cobró forma, para mal o para bien,
sin haber necesitado darse esos marcos de contención metodológicos y testimoniales, y
no sería justo agregárselos ahora, solo para responder a un programa preconcebido.
Apostamos, por el contrario, a una lectura atenta y minuciosa de los textos, y de los
modos muchas veces complejos, por no decir enrevesados, en que dichos textos se
entrelazan con sus contextos de producción, sosteniendo también la convicción de que
las lecturas posteriores de esos textos no se integran simplemente como un "estado de la
cuestión", sino que configuran la existencia y la densidad —la riqueza— de su objeto,
según una temporalidad llena de inesperados vaivenes.
8
INTRODUCCIÓN
literatura argentinas de un período que va, en sentido amplio, desde el particular proceso
primeros afios 80, marcados por la "primavera democrática" y —en relación con el
de la teoría literaria, con la aprobación de nuevos planes de estudio para las carreras de
Letras, caracterizados por poseer un sesgo fuertemente teórico, así como por la creación
Investigación Literaria, etc. 3 ), y por la creciente influencia, sobre las poéticas literarias
que había ido configurándose en los años 60 y 70. La singularidad del estatuto de lo
dos fenómenos en tensión. Por un lado, tanto sus protagonistas directos como aquellos
En relación con este proceso de institucionalización de la teoría literaria en la universidad en los años 80
puede consultarse Vitagliano 2011.
"Sobre el modo en que este canon teórico y crítico se articula en la revista Babel véase el Apartado 1
("Estertores de una década: Josefina Ludmer y Osvaldo Lamborghini en Babel a fmes de los 80") del
Capítulo V de esta tesis. Sobre la influencia de las teorías de Gules Deleuze y Félix Guattari en la obra
del poeta y ensayista Néstor Perlongher véase Panesi (2000c).
Tomo la expresión "canon de la teoría" de John Guillory (1993).
años6 . Defensores y detractores han coincidido en que el "hiperteoricismo", el
Pero, por otra parte, este sesgo teorizante de la cultura argentina, que desbordando el
6
Y no solo de esos años; se trataría de un fenómeno que atravesaría a la cultura argentina de manera más
persistente: "La crítica literaria argentina tiene una indomable vocación teórica (estaba a punto de decir
«la cultura argentina» es fuertemente teórica), lo que implica afirmar que la Argentina es una devota
traductora de teorías literarias" (Panesi 2000e: 81).
Claudia Gilman, cuyas investigaciones resultan fundamentales para nuestro trabajo (ver Estado de la
cuestión y Problemas de periodización dentro de esta Introducción), aunque discute la pertinencia de una
separación entre las décadas del 60 y del 70, y postula entonces la necesidad de referirse a "los
sesenta/setenta considerados como época", reconoce sin embargo que "el sesgo teorizante fue un rasgo
general del segundo momento de la época", esto es, de los 70 (Gilman 2003: 35 y 300). Beatriz Sarlo ha
insistido en la particular densidad teórica de las disputas culturales, políticas e ideológicas de los años 60
y 70, tanto en su compilación de textos de la época, titulada justamente La batalla de las ideas (Sarlo
2001), como al contrastar polémicamente esa "época de ideas" con el "giro subjetivo" de la actual
"cultura de la memoria" (Sarlo 2005). Sarlo crítica los retornos en clave testimonial a las décadas del 60 y
70 al postular que "una utopía revolucionaria cargada de ideas recibe un trato injusto si se la presenta sólo
o fundamentalmente como un drama posmoderno de los afectos" (Sarlo 2005: 91), "Cuánto de las ideas
que movilizaron los años sesenta y setenta queda en los relatos testimoniales? La pregunta importa porque
aquella fue una época fuertemente ideológica, tanto en la izquierda como en la derecha (ninguna de las
dos había sido atravesada por el pragmatismo). Este es un rasgo diferencial, una cualidad que hace al tono
de la época y que se descubre muy rápidamente no sólo cuando se leen los textos francamente políticos,
lo cual es obvio, sino cuando se leen también los diarios y semanarios de la industria cultural. [ ... ] El
clima de época no se defmía sólo por afinidades pragmáticas o por identificaciones afectivas. Las
ideologías, lejos de declinar, aparecían como sistemas fuertes que organizaban experiencias y
subjetividades. [ ... ] El imaginario de la revolución era libresco y esto se manifestaba en la insistencia
sobre la formación teórica de los militantes; las discusiones entre organizaciones se alimentaban de citas
(por supuesto, recortadas y repetidas) de algunos textos fundadores, a los que había que conocer. [...] La
importancia de la (<teoría» (una versión simplificada para usos prácticos), sobre todo en el campo
marxista, les dio un carácter singularmente doctrinario a muchas intervenciones políticas y sería un error
pensar que esto sucedía sólo en el espacio universitario o que era protagonizado exclusivamente por la
pequeña burguesía. Incluso los populismos revolucionarios sostenían su acción en un imaginario cuyas
fuentes eran escritas." (84-86).
Desde un espectro ideológico completamente diferente al de Sarlo, Oscar Masotta —irónicamente uno de
los principales agentes de la difusión del lacanismo en la Argentina— se refería en 1975 a Buenos Aires
como a "una capital sobresofisticada, pero sin defensa contra la entrada masiva de información" (Masotta
1979: 241). Para el caso particular del "hiperteoricismo" de sesgo lacaniano y su importancia en la
historía del psicoanálisis en la Argentina, y para una consideración más general sobre el lugar particular
que esta disciplina ha ocupado en la cultura argentina, véanse Ben Plotkin 2003; Dagfal 2009; Izaguirre
2009; García 2005. Desde diversas perspectivas, estos autores procuran responder interrogantes que han
asediado a todo aquel que se haya interesado por la cultura argentina de las últimas décadas: ¿cuáles son
los factores culturales que promovieron la difusión masiva del psicoanálisis en nuestro país? ¿qué fue lo
que hizo que el psicoanálisis resultara tan atractivo para la sociedad argentina? Y por otra parte, ¿por qué,
dentro del fenómeno más amplio del desarrollo de una "cultura psicoanalítica", fue puntualmente el
lacanismo el que logró hegemonizar el campo? En este sentido, Ben Plotkin anota que "la expansión del
lacanismo debe ser analizada sobre el fondo de la influencia francesa de larga duración en la cultura
argentina" (2003: 339).
lic
ficción, produciendo una mezcla o injerto de "teoría-ficción" o "ficción-teórica" 8, no se
propio, al género de la "teoría literaria", pero, al mismo tiempo, una fuerte pulsión
teoría, como un fantasma, asedia y excede los territorios de la literatura y la crítica. Ante
las encuestas, los prólogos, las introducciones, en los que se recuerda y da cuenta de un
entre teoría y ficción (El Fiord [1969] de Osvaldo Lamborghini, publicado con un
prólogo de Ricardo Piglia titulado "El relato fuera de la ley"), el crítico Andrés
8
"La década del setenta ve el intento de incorporar al terreno de la producción literaria rasgos que
pertenecen a la teoría. [ ... ] En Los Libros quedan subrayados los dos exponentes más claros de esta
tendencia narrativa: El ford, de Osvaldo Lamborghini, y El frasquito, de Luis Gusmán [ ... ] En este
momento es cuando salen los primeros brotes del injerto teoría-ficción, pero sus frutos son historia
reciente: Manuel Puig injerta en El beso de la mujer aralia el discurso teórico del psicoanálisis dentro de
la ficción como notas al pie" (Panesi 2000a: 35-36).
El apellido del escritor Luis Gusman se encuentra, en diversas publicaciones, con y sin tilde. Hemos
optado, en esta tesis, por escribirlo sin tilde, que es como figura en las ediciones originales de Elfrasquito
y Brillos, entre otras publicaciones de los 70. Sin embargo, conservarnos la escritura con tilde cuando así
se encuentra dentro de una cita o referencia bibliográfica.
11
suplemento' ° de la teoría, tildando a estos autores de estar produciendo una "literatura
prologada" (Avellaneda 1977). La teoría, entonces, como un exceso con respecto a otras
dicho gesto— la teoría como un exceso con respecto a sí misma. Así, la teoría, entendida
en sentido débil (como "marco teórico") es una herramienta de la que el sujeto dispone
interior del campo literario. Mientras que la teoría entendida en sentido fuerte (como
exceso, goce, pasión, absoluto' 2) desborda su propio "marco" y afecta —de manera no
siempre calculable— al sujeto que "se sirve" de ella. La expresión pasiones de la teoría13
10
Utilizo esta noción de suplemento en el sentido que le da Derrida (1967): un elemento pretendidamente
externo, extranjero, derivado, que vendría a "contaminar" o "arruinar" una totalidad armónica y cerrada,
pero que en verdad no hace sino poner en evidencia el carácter abierto, incompleto, contaminado desde el
vamos de tal "totalidad". Un problema que no es ajeno a la literatura del período que nos ocupa, como
prueba el siguiente fragmento del comienzo de Sebregondi retrocede de Osvaldo Lamborghirii: "Las
partes son algo más que partes. Dejan de ser partes cuando la última ilusión de cosagrande redonda está
pinchada." (1973: 29).
11 Tomo la idea de la teoría como exceso de Panesi (2006), quien la formula leyendo una confesión que
Nicolás Rosa lanza desde la contratapa de la reedición de su libro El arte del olvido. Dice Rosa (2004):
"Debo confesar que me pareció demasiado cargado de teoría y espero que el lector me excuse". Y anota
Panesi: "Yo no lo excuso. ¿Por qué habría de hacerlo? Quiero decir: no excuso su disculpa de contratapa.
Hay algo que no necesita, por imposible, de la disculpa. Es ese exceso, ese plus innominable, inexcusable
que se llama «goce». ¿Por qué alguien se atrevería a excusar un goce? ¿Cuál es aquí, en El arte del olvido
ese goce de Nicolás? El goce de la teoría. Debe haber muy pocos en estas pampas que pudieran exhibir
ese goce particular de la crítica: el de gozar con la teoría y exceder intrépidamente, golosamente, lo que
en sí mismo es un exceso. [ ... ] Que es el goce de toda una época. El goce de la teoría".
12
Jean-Claude Milner afirma que la teoría en el sentido en que la pensó el estructuralismo francés (y que
fue la que siguieron los principales exponentes locales de la pasión teórica) puede leerse como una
"traducción" del saber absoluto del idealismo alemán: "Quienes vivieron los afíos sesenta en Francia
recordarán que se intentó entonces una especie de transiatio scientiae; callada la lengua alemana, hacer
de la francesa la lengua del saber. ¿Voluntad de restauración del saber absoluto? La tentación se
comprueba; podría argüirse que la palabra teoría traducía la palabra Wissenschafi, mientras que
estructura y análisis se repartían el papel que había cumplido la palabra crítica en las épocas
inaugurales." (Milner 2008 125-126; resaltado en el original). Una lectura de la teoría literaria del
idealismo y el romanticismo alemán desde la perspectiva de la teoría francesa puede encontrarse en El
absoluto literario, de Philippe Lacoue-Labarthe y Jean-Luc Nancy (1978). David Oubiña (2011: 34-44)
considera y discute las categorías de ilegible, excesivo y extremo para caracterizar ciertas producciones
literarias (y cinematográficas) de la Argentina de los 70.
13
Utilizo pasión de la teoría en un sentido análogo al que le da Alain Badiou (2005: 38) a la expresión
"pasión de / por lo real" [passion du réel] para caracterizar la voluntad de las vanguardias estéticas y
políticas• del siglo XX de establecer una relación —necesariamente violenta— con lo real a través de la
Revolución. En este sentido (la voluntad de afectar lo real) la pasión teórica de las vanguardias políticas
y estéticas del siglo XX es todo lo contrario de un "amor por las ideas", es por eso que Badiou desestima
12
ofrece en este sentido un doble beneficio. El primero es introducir la idea de pasión,
esto es, para decirlo simplemente, de una fuerza que actúa en los sujetos pero frente a la
cual estos no se encuentran "al mando"; que implica al menos un instante de exceso,
desborde gratuito con respecto a toda lógica racional de la acción 14. El segundo es que,
por la teoría experimentadas sin dudas por diversos sujetos individuales o colectivos en
los años que nos ocupan; pero también es posible leer allí una pasión de la teoría
misma, como si se tratase de una fuerza espectral que en cierto momento se apropió de
ciertos sujetos y los hizo actuar como actuaron y decir lo que dijeron 15 .
las caracterizaciones del siglo XX como un siglo "ideológico". De lo que se trató para las vanguardias,
por el contrario, para Badiou, fue de poner en acto, de realizar, lo que el siglo XIX había imaginado o
pensado.
14
Al buscar los "instantes de peligro" (Benjamin 2009: 20) en los que la intensidad de la pasión de la
teoría desborda su uso estratégico por parte de un sujeto situado en un campo, el programa de esta
investigación se aproxima al esbozado por Alberto Giordano en la siguiente cita: "Desde hace un tiempo
intento leer en los ensayos de algunos escritores argentinos las formas que toman las autofiguraciones
subjetivas y de descubrir (imaginar o inventar) los momentos o lugares dentro de esos procesos en los
que, llevado más allá de sí mismo por impulsos secretos —llamémoslos pasiones, llamémoslos deseos—, el
que ensaya se olvida o se desvía del curso previsto por las estrategias de autofiguración y entredice
perfiles que complican o enrarecen la consistencia moral de las imágenes en las que busca reconocerse a
través del reconocimiento de los Otros. Espero o persigo la emergencia de esos desdoblamientos
imprevistos, la aparición de un sujeto del ensayo diferente, a veces discordante, de la subjetividad del
ensayista" (Giordano 2003 71; resaltado en el original).
15
Resuena en esta última frase una conocida aseveración de Oscar Terán, cuando en el prólogo a
Nuestros años sesentas, afirmaba: "En los capítulos que siguen se trata, en suma, de unos actores
intelectuales constituidos por una coyuntura histórica, por una colocación institucional y social, y por una
discursividad. Si este último aspecto ha resultado privilegiado, se debe en parte a que esta indagación
decidió destacar este sesgo desde el orden de las razones, y no por suponer que semejante perspectiva
coincida unívocamente con su jerarquía de determinación en el orden de lo real. Empero, no pocas veces
me ha sorprendido la ambigua sensación de estar en rigor observando más bien a un conjunto de ideas
que se apoderaron de unos hombres y, al hacerlos creer lo que creyeron, los hicieron ser lo que fueron.
¿Nueva figura de la tragedia? Más bien una quizás exagerada sensibilidad hacia aquello que configura
la violencia de las pasiones ideológicas. Puesto que, aun dudando de que siempre sea por un símbolo por
lo que se vive y por lo que se muere, creo decididamente que ese conjunto de creencias y valores sobre
los que en definitiva trata este texto organizaron mundos de una notable densidad en un pasado
inmediato; y que esos mundos simbólicos merecen ser revisitados para comprender algunos lineamientos
cruciales de nuestra propia historia intelectual" (Terán 1993: 10-11; el subrayado es mío).
13
utilización de esas teorías con fines de posicionamiento diferencial al interior del campo
operan como un marco o una zona de referencia con respecto a la cual se recorta el
objeto específico de esta investigación, a saber, los momentos de exceso en que algunos
textos críticos y literarios de los años setenta son atravesados y desbordados por la
llevan a privilegiar una lectura atenta a las singularidad de los entramados textuales, a
restituir la complejidad conceptual y retórica de los mismos, aun sin descuidar por
cierto su historicidad, pero leyendo esa historicidad más en el entramado mismo de los
16
Es por eso que en nuestro trabajo hemos dejado de lado a autores que resultan fundamentales para una
historia más amplia de la crítica de esos años, como Ana María Barrenechea, Jaime Rest, o Enrique
Pezzoni. Si bien ellos participaron de manera crucial en el proceso de modernización teórica que aquí nos
interesa, entendemos que no ocuparon posiciones extremas, acordes a lo que denominamos pasión o
exceso teórico, fundamentalmente porque el hiperteoricismo se hallaba en ellos moderado, sin dudas de
maneras diversas y singulares, por una fuerte tradición filológica y literaria más clásica. Por otra parte,
tampoco se halla presente en ellos otro rasgo recurrente en los textos de nuestro corpus: la articulación de
la pasión teórica con una intensa preocupación política. Nuestro estudio se ha centrado en lo que Josefma
Ludmer, en el prólogo a la reedición reciente de su Onetti: Los procesos de construcción del relato, ha
caracterizado como crítica militante: "Esta [se refiere a la practicada en su libro] es una crítica militante
que no necesita separar política y literatura porque el texto las funde; en el texto está el significante de la
lingüística, el deseo y el goce del psicoanálisis, y la producción y la revolución del marxismo. Las
palabras de los años setenta que sostienen este libro son escritura, significante, producción, revolución,
deseo y goce; todo estaba en el texto como en fusión. La escritura en sí misma era subversiva, la forma
era revolucionaria, se hablaba de «la revolución del lenguaje poético» y de «literatura y revolución»"
(2009: 12). Sobre Jaime Rest véase Bardauil 1999; sobre Enrique Pezzoni, Estrin 1999 y el dossier
"Enrique Pezzoni: al pie de la letra", en revista Babel, marzo de 1991.
17
Néstor Perlongher acuñó la expresión "lacanismo de combate" para referirse al momento de
emergencia y consolidación del lacanismo en Argentina (Perlbngher 2004: 199).
18
Miguel Dalmaroni designa a esta particular constelación teórico-crítica, fundamental para comprender
la "nueva crítica" o "la crítica de las neoizquierdas argentinas de los setenta" con el nombre de
"freudomarxismo althusseriano" (Dalmaroni 2004: 43).
14
2. Estado de la cuestión y marco teórico
El objeto de este trabajo se sitúa en una relación de estrecha intersección con tres
últimas décadas, tanto en los estudios literarios como en la historia de las ideas:
continuación se esboza una breve síntesis del estado de la cuestión en cada uno de los
rasgos culturales distintivos, y de las diversas figuras de intelectual que lo agitaron, dos
década del sesenta (1991); de Silvia Sigal. El primero desde la perspectiva de la historia
de las ideas, el segundo desde la sociología de la cultura, ambos trabajos, más allá de
15
sus discrepancias, establecen una matriz interpretativa común para pensar la década del
sesenta. Dicha matriz propone leer la década como la historia de una tensión entre dos
dado a los años durante los cuales ambas fuerzas pudieron convivir, de manera
productiva aunque no sin conflictos. Estos conflictos habrían ido en aumento hasta
Dentro de esa matriz general de interpretación hay dos líneas claramente reconocibles,
una que postula que la ruptura del equilibrio entre ambas fuerzas (Modernización /
del campo cultural (es la hipótesis sostenida por Sigal); otra que afirma que, aun cuando
de manera diferente a como lo hizo, y que fue debido a fuerzas provenientes del exterior
campo de trabajo delimitado por las hipótesis de Terán y Sigal, han estudiado diversas
19
En el Capítulo III, Secciones 1-3, se presenta una lectura pormenorizada y crítica de esta matriz
interpretativa; en el resto del Capítulo III se articula esa lectura crítica con una caracterización de la
revista Los Libros.
16
diversos puntos se intersectan con áreas de interés para esta tesis: el volumen colectivo
Cultura y política en los años '60 (1997); para las artes plásticas el libro de Andrea
(2008) y el de Ana Longoni y Mariano Mestman, Del Di Tella a "Tucumán Arde ".
Educación y política en la Argentina (1955-19 76) (2004). Sobre las tensiones entre
reconstrucción del campo literario e intelectual del período abordado por la presente
investigación.
señalando que ellos se centran en realidad en los años sesenta, como muchos dejan en
claro desde su título mismo. Y es cierto que tanto los trabajos de Terán y Sigal como los
que han continuado el camino iniciado por ellos se centran en la década del 60, pero no
lo es menos que todos ellos formulan, de manera más o menos explícita, una hipótesis
17
sobre los afios 70. Incluso ese es en muchos casos su propósito último y declarado 20 .
"Estudiar los 60 para intentar comprender los 70", parecerían decirnos estos trabajos,
sino en una inflexión mucho más enfática: entender qué salió mal o qué fracasó en "el
proyecto" de los 60 y condujo por ende a la "tragedia" o a la "locura" de los 70. Tal vez
por eso, como ha sido señalado en diversas ocasiones, entre las aproximaciones a los
años 60 prevalecen aquellas que intentan reconstruir un mapa de la época para así
testimonio de su acontecer 21 .
crítica (1998), compilado por Alberto Giordano y María Celia Vázquez; Políticas de la
20
Silvia Sigal plantea este interrogante como eje de su libro de manera explícita: "Cómo, por qué,
siguiendo qué caminos, tantos intelectuales participaron en el proceso de politización que culminó en la
tragedia de los años setenta?" (Sigal 1991: 97).
Oscar Terán, por su parte, señala Dintentando conjurarlo LI el riesgo de construir "...una suerte de versión
anticipatoria de la historia, buscando en aquellas ideas del período 1956-1966 los gérmenes de
acontecimientos posteriores. He tratado por diversos medios de eludir esa lectura fundada en el mito de
los orígenes y que promete detectar en textos lejanos la semilla de sucesos posteriores albergados en los
pliegues de un secreto aiin no revelado. [ ... ] Y sin embargo, es evidente que en la construcción de mi
propio corpus y en la selección de algunas series discursivas ha operado una mirada atenta a enunciados
que fueron retomados y resignificados por acontecimientos posteriores a 1966" (Terán 1991: 10).
21
Como han señalado Sarlo (2005) entre los trabajos específicos sobre la década del setenta prevalecen
los pertenecientes a los géneros testimonial y documental, tanto en el campo de la historiografia
académica como en publicaciones de carácter literario o periodístico, que han alcanzado una gran difusión
(entre otros: Bonasso, M., El presidente que no fue, Buenos Aires, Planeta, 1997; y Caparrós, M., y
Anguita, E., La voluntad, Buenos Aires, Norma, 1997). Una tendencia que se está revirtiendo en los
últimos años, con publicaciones que se proponen reexaminar críticamente —y no reconstruir
monumentalmente— los años 70. Un viraje que acompaña el relevo generacional entre los investigadores:
hasta no hace mucho, la mayoría de los autores que habían escrito sobre aquellos años habían sido
también sus protagonistas directos.
18
crítica. Historia de la crítica literaria en la Argentina (1999),editado por Nicolás Rosa;
Universidad Nacional del Sur en el año 1997. En relación con nuestro tema resultan de
particular relevancia los estudios de caso de Miguel Dalmaroni ("La moda y «la trampa
Sobre los últimos regresos de Sano a las teorías de Bourdieu"). En ambos artículos se
intelectual local. Por su parte, el trabajo de Jorge Panesi ("Las operaciones de la crítica:
el largo aliento") lleva a cabo una serie de precisiones metodológicas que resultan
crítica literaria", que retoma las hipótesis formuladas por Rosa en los dos números de la
Laura Estrin dedica a Enrique Pezzoni y el trabajo conjunto de Laura Estrin y Oscar
Megafón).
de la literatura argentina dirigida por Noé Jitrik, dedicado a los años 1955-1976. Más
19
allá de los posibles avatares editoriales, el hecho de que haya sido justamente este
volumen el que haya inaugurado un proyecto de tan amplio alcance, y que el título
décadas haya sido "la irrupción de la crítica" nos parece un índice elocuente del lugar
clave que la crítica, entendida como un género específico pero al mismo tiempo como
discurso literario mismo, jugó en los años que nos ocupan. Resultan particularmente
relevantes para nuestro tema los dos trabajos que abren el libro: "Panorama de la
crítica" por Susana Celia y "Las marcas del deseo y el modelo psicoanalítico" por Noé
Jitrik.
ocupó en la crítica argentina de fines de los 60 y comienzos de los 70, tomando como
posterior).
los trabajos de Alberto Giordano: Modos del ensayo. Jorge Luis Borges y Oscar
Masotta (1991) y Razones de la crítica (1999). Desde nuestra perspectiva resulta clave
20
2.3. Estudio de revistas literarias y culturales
sobre la historia de las revistas literarias y culturales que ha tenido un creciente auge en
las últimas décadas (véase al respecto Patiño 2008), aunque, al mismo tiempo, formula
ciertas prevenciones con respecto a dicho campo de estudios (véase al respecto Capítulo
parece improbable que el crecimiento exponencial del área de estudios de historia de las
revistas culturales se deba a que dicho objeto ofrece una doble beneficio para la
percepción —siempre buscada por cierta crítica académica— de estar trabaj ando con un
objeto inmediatamente político, y por ende altamente relevante 22. Ahora bien, si
Argentina, esta nos conduce a la revista Punto de Vista a comienzos de los años 80: fue
culturales argentinas (de María Teresa Gramuglio sobre Sur; de Beatriz Sarlo sobre
(Raymond Williams, Pierre Bourdieu) que servían de marco a dichos trabajos, todo ello
22
Así, por ejemplo, Roxana Patifio, en su artículo sobre "Revistas literarias y culturales" para el volumen
colectivo La teoría literaria hoy (Patino en Ainícola y De Diego [directores] 2008: 145) afirma,
refiriéndose a los años 60-80: "Coincidente en América Latina con los procesos que van de la
modernización y la politización de la sociedad y la cultura hasta los procesos de crisis institucionales y
autoritarismos políticos, las revistas cumplieron un rol de máxima importancia tanto en la actualización y
difusión de los nuevos contenidos culturales y políticos, cuanto en la generación de espacios de
disidencia, resistencia a las censuras y continuidad de los vasos comunicantes de una cultura fracturada
por la represión, el exilio y el atraso [ ... ]. [U)na cultura que depositó en las revistas los principales
núcleos ideológico-estéticos por los cuales pasó la renovación en todo el siglo XX".
21
Literatura/Sociedad, escrito conjuntamente por Beatriz Sano y Carlos Altamirano
(1983: 96-101), que se constituyó luego en referencia obligada de todos los estudios
sobre revistas culturales en Argentina. No parece casual que, según una curiosa ironía
histórica, aquellos que habían propugnado, desde las páginas de una revista como Los
Libros, por el ejercicio de una "Crítica política de la cultura" comprometida con una
las herramientas metodológicas con las cuales podía leerse, en revistas como Sur o
(Patiño op.cit.).
Dos revistas han resultado fundamentales para este estudio de las pasiones
teóricas en los 70: Los Libros (1969-1975) y Literal (1973-1977) y a ellas están
francesa de cuño telqueliano. Mientras para Brasil Wolff construye una oposición entre
hace con Beatriz Sarlo y Ricardo Piglia. La oposición que construye, a partir del par
22
podríamos agregar: moral) positivo en la lectura de Wolif, sin embargo no resulta para
nada evidente que lo haya sido en los afios que estudia. En 2011 la Biblioteca Nacional
revista es el de Alberto Giordano (1999; una primera versión del trabajo, escrita en
colaboracióñ con Analía Capdevila, fue publicada en Revista de Letras, con el título:
"Al pie de la letra: Literal, una revista de vanguardia", no 3: 36-41, 1994). Otros
(op.cit.), Mattoni (2000). En los últimos años, por el contrario, el volumen de trabajos
testimonia un renovado interés de la crítica por Literal: véase Idez (2010), Crespi
(2011). Juan Mendoza (2011) prologa la edición facsimilar editada por la Biblioteca
los 70, «El proyecto Literal». Santiago Deymonnaz es autor de otra tesis de doctorado
los usos de la teoría lacaniana en Literal y en la obra de ficción del trío central de la
previamente de la revista en tres ocasiones (Peller 2006; 2010; 2011). Ricardo Strafacce
Breve historia de la literatura argentina, dedicado a las décadas de 1970 y 1980, con un
23
Con respecto a otras revistas del período que nos interesa, María Sonderéger
de análisis de dicha publicación (1999); mientras Roxana Patifío (1997) ha estudiado las
1981-1987.
2014), bajo la dirección de Jorge Panesi; así como en la preparación y dictado del
práctico a nuestro cargo en la materia Teoría y Análisis Literario C desde el año 2001.
Por operaciones de la crítica entendemos, entre otras, el recorte del campo material más
el discurso crítico.
emnarca dentro del renovado interés por el estudio de las pasiones desde la filosofia
Fontanille 1994; Parret 1995), pero también en la crítica argentina (Sarlo 2003; Panesi
1999). En los términos de este trabajo, el sentido estratégico fundamental que tiene
24
señalado en diversas ocasiones (María Celia Vázquez 1998; Sergio Pastormerlo 1998;
Panesi 1999; Dalmaroni 2004: 30-31). Fundamentalmente, lo que estos críticos señalan
es que dicha noción o metáfora del campo o del sistema, en sus usos más o menos
ordenador y omniexplicativo a las luchas que adquirirían así un sentido unificado y una
meta en comin. Si hay guerra, si hay batalla, sería estratégica y podría ser reducida a un
exceden —de acuerdo al fragmento de Proust que hace de epígrafe a este trabajo— todo
cálculo estratégico controlado por un sujeto. Por el contrario, la pasión teórica, en tanto
teórica: no hay pasión teórica sin puesta en cuestión del sujeto; no hay puesta en
la teoría. ¿De qué teoría se trata? ¿Es que no ha habido teoría(s) en la crítica y la
literatura argentinas anteriores a los años setenta? En definitiva, ¿cuál es el uso que se
23
Seguimos en este punto lo formulado por Alain Badiou en El siglo (2005) acerca de la pasión de lo real
y la pregunta por el hombre nuevo como los dos grandes ejes del pensamiento que atraviesa el siglo XX.
La pregunta por el hombre nuevo implica la destrucción del viejo y la intenogación, la puesta en cuestión
del sujeto por venir: ¿cómo debe ser? ¿cómo se llegará a él? Pero esta cuestión no supone una
preponderancia de lo "ideológico". "En rigor, el factor actuante en el siglo XX no es la dimensión
ideológica del tema del hombre nuevo. La pasión de los sujetos, los militantes, se deposita en la
historicidad de ese hombre nuevo. [ ... ] Esto es lo que propongo llamar pasión de lo real, convencido de
que es preciso hacer de ella la clave de toda comprensión del siglo" (52). Aquello que en este trabajo
llamamos pasión de la teoría se sitéa en la línea de lo que Badiou llama pasión de la real. ¿En qué
medida? En tanto en la pasión teórica en las décadas del 60 y 70 de lo que se trataba —con razón o sin
ella, no es eso lo que se discute aquí— era de determinar teóricamente las condiciones que hicieran posible
la emergencia y constitución de un sujeto capaz de cambiar el mundo (y por ende a sí mismo), esto es:
tocar lo real.
25
Lo cierto es que, y más allá del reconocimiento de la existencia de teorías
diversas más o menos implícitas o reflexivas en toda práctica crítica o literaria, desde
diversas perspectivas hay acuerdo en reconocer que, en el momento histórico que nos
como es habitual en la historia cultural, fueron los propios detractores de "la Teoría"
24
Así lo recuerda Panesi: "Acaso el descalabro de los años sesenta y setenta nos hizo más cautos con la
teoría? Quiero decir: el imperialismo totalizante de la teoría nos merece hoy una generalizada cautela, y
una irreverencia que sin abjurar del credo nos ha alejado del peligro fetichista al que el endiosamiento
teórico nos condenaba" (2001: 111). Sandra Contreras, por su parte, evoca así esa configuración: "la
estética de la transgresión impregnada de los saberes psicoanalíticos, teóricos literarios y teóricos
políticos de los 070 (Freud, Bataille, Marx, Artaud, Tel Quel)" (2001: 122).
25
Así caracterizaba por ejemplo Adolfo Prieto a la crítica practicada por Nicolás Rosa (Crítica y
signflcación, 1970), Josefina Ludmer (Onetti. Los procesos de construcción del relato, 1977) y otros, en
su artículo "Estructuralismo y después": "Este nuevo espacio de escritura constituido no ya para descifrar
una verdad oculta o para interpretar, sino para provocar y ayudar a la transformación del sentido, ubica en
su centro gravitacional un tipo de actividad que se reserva, obviamente, todas las iniciativas. Es como si
la figura del autor, cuya muerte se acababa de oficializar en el discurso finebre de Foucault, se
reencarnara ahora en la figura del crítico (Punto de Vista, año xii, n° 34, julio-septiembre 1989: 22-
[...]"
25).
26
Pueden consultarse al respecto: Le Démon de la théorie. Litiérature et sens commun, de Antoine
Compagnon (1998); Historia del estructuralismo. Tomo 1: El campo del signo, 1954-1966 y Tomo II: El
canto del cisne, 1967 hasta nuestros días, de François Dosse (2004); Los anios salvajes de la teoría.
Philippe Soliers, Tel Quel y la Génesis del pensamiento post-estructuralfrancés, de Manuel Asensi Pérez
(2006); y específicamente sobre la revista Tel Quel: The Time of Theory. A History of Tel Quel (1960-
1983), de Patrick Ffrench (1995); y The Cultural Politics of Tel QueL Literature and the Lefi in the Wake
of Engagement, de Danielle Marx-Scouras (1996).
mel
Literatura de los Estados Unidos de Norteamérica uno de sus focos infecciosos más
que hablan de "los restos de la teoría" o del "fin de la teoría", caracterizando a la época
la serie histórica y política, son los años que van desde la caída del gobierno peronista
crítica, y de la relativa autonomía de sus transformaciones, son los años que van desde
la revista Contorno hasta el cierre de tres revistas emblemáticas de los 70 como Los
período es la tensión entre dos fuerzas que han sido caracterizadas en términos de
27
legitimación entre pares). Este proceso no tuvo lugar solo en el campo de la crítica
literaria, sino que ha sido estudiado en otros múltiples campos de la cultura, cada uno de
Aires y José Luis Romero, EUDEBA y Boris Spivacow, la sociología y Gino Germani,
esferas de las diversas prácticas culturales, en pos de lograr una —efectiva o imaginaria-
mayor relevancia política, y una ampliación del público. Se trata de cambiar la propia
praxis y así la propia vida, y el único camino para hacerlo es producir un cambio real en
que se deja leer en muchos de los títulos de los trabajos que estudian el período: Del Di
Pero también podríamos decir: del Walsh de Variaciones en rojo, pasando por
y compleja desde el punto de vista de los debates ideológicos, y cuyo estudio aún hoy
29
Sobre el Di Tella y Romero Brest véanse King 1985 y Giunta 2008. Sobre la UBA y el papel de José
Luis Romero en los años posteriores al derrocamiento de Perón ver Halperin Donghi 2002, Suasnábar
2004 y Buchbinder 2005. Sobre el papel de Boris Spivacow, primero en EUDEBA y luego en el CEAL,
puede consultarse Bueno y Taroncher 2006. Con respecto al rol de Gino Germani en el proceso de
profesionalización de la sociología ver Blanco 2004; en cuanto a Masotta y el psicoanálisis: García [1978]
2005, Vezzetti 1996, Izaguirre 1999 y 2009, Ben Plotkin 2003 y Dagfal 2009.
28
resulta motivo de controversia, entre otros factores porque muchos de los investigadores
que han escrito sobre el período fueron también protagonistas directos del mismo (Siga!,
Terán, Sar!o, Aricó, etc.). Sin embargo, la mencionada dicotomía entre las "dos fuerzas"
que organizan el período ha servido también para construir un modelo que muchas
permitiendo leer ciertos acontecimientos que desbordan las alternativas de una lucha
que la ambivalencia de ciertos procesos deja en relieve la necesidad Den todo caso la
crítica argentinas de los años que nos ocupan. La elección de dicho título para un
literatura, busca destacar, por un lado, que la crítica (literaria, cultural) entendida en
sentido estricto (como una práctica con sus propias reglas institucionales y discursivas)
fue uno de los géneros dominantes del período, y que en su ámbito específico se
tradicional; renovación del arsenal teórico con saberes provenientes del psicoanálisis, la
ámbito de práctica profesional, sino tomando la palabra en el sentido más amplio que
esta tiene como un concepto clave de la modernidad a partir de Kant, constituyó "el
rasgo dominante del período considerado" (Cella 1999: 12), un rasgo que impregnó
tanto la escritura ensayística como la ficción, el testimonio como la poesía (entre otras,
29
cómo, en el mismo momento en que la figura del horno criticus, en su sentido
noción de écriture, en sus inflexiones barthesianas y derrideanas, fue una de las formas
crítica" de lo escrito más allá de los géneros, siendo ese ir "más allá de los géneros" no
designar ese injerto de teoría y ficción que constituyó uno de los acontecimientos
30
Decía Foucault en una conferencia dictada en 1964: "[ ...] se ha producido un cambio muy
recientemente en lo que se podría llamar la crítica. Cabría decir lo siguiente: nunca el sedimento de
lenguaje crítico fue más espeso que hoy. Nunca se ha utilizado, tan a menudo, el lenguaje segundo, que se
denomina crítica, y nunca, recíprocamente, el lenguaje absolutamente primero, el lenguaje que sólo habla
de sí, y en su propio nombre, fue proporcionalmente más delgado que lo es hoy. Ahora bien, el
espesamiento, la multiplicación de los actos críticos se han visto acompañados por un fenómeno que es
casi contrario. Este fenómeno es, creo, éste: el personaje del crítico, del «horno criticus», que fue
inventado poco más o menos en el siglo XIX, entre Laharpe y Sainte-Beuve, va borrándose en el
momento mismo en que se multiplican los actos de crítica. Es decir, los actos críticos, al proliferar, al
dispersarse, se esparcen en cierto modo, y van a alojarse, no ya en textos que preceden a la crítica, sino en
novelas, en poemas, en reflexiones, eventualmente en filosofias. [...] Se podría decir que la crítica se
convierte en una función del lenguaje en general, pero sin organismo ni asunto propio" (Foucault 1996:
81-82).
31
Oscar del Barco, en su "Presentación" a una compilación de trabajos sobre El proceso de la escritura
(Buenos Aires: Calden, 1974) lo señalaba: "Las prácticas específicas, «profesionales», que implican y son
implicadas por la división del trabajo, se hunden. Realizar este hundimiento exige pensarlo, no de la
manera idealista, donde acción y pensamiento están escindidos, sino como materialidad. Los trabajos de
R. Barthes son «críticos» en este sentido; en ellos la literatura, el arte, la ciencia, son corroídos desde
dentro, son desplazados de sus lugares. Y una sociedad donde los lugares se desplazan está sometida al
proceso revolucionario que trabaja en el todo social, no sólo en lo «político» (lo que sería aceptar la
división del trabajo burguesa, que dice: la política se hace aquí, la hacen los políticos, ya sean de derecha
o de izquierda) sino en la trama de infmidad de instancias, de movimientos, de lugares, en el
desplazamiento de los deseos y de las luchas, de manera tal que es posible hablar de la revolución como
acto policefalo (...)" (Del Barco 2011: 325; resaltado en el original).
011
trabajo se trataría de estudiar el segmento de los "héroes modernizadores", defensores
crítica como disciplina, en desmedro del otro sector. Y este es el motivo por el cual no
forma parte de nuestro corpus una revista como Crisis, espacio de articulación de un
herramienta que nos permite al mismo tiempo poner en crisis desde su interior dichas
autorreferenciales. En el caso de la crítica literaria el ejemplo más claro son los debates
revista como Los Libros. Sin embargo, el gesto no es tan diferente del que se despliega
en los autoexámenes ideológicos que tenían lugar al interior de los segmentos más
politizados, por la misma época, por ejemplo en tomo al "Caso Padilla" (desarrollamos
este argumento en el Capítulo III). En ambos casos se trata de una torsión del discurso
crítico que vuelve sobre sí, y sobre el sujeto que lo enuncia. Y la teoría juega allí un
papel clave: como "herramienta" para leer críticamente el mundo, pero también como
una fuerza que excede su carácter "instrumental" y se vuelve sobre sí y sobre su propio
corte entre los años 60 y los 70, es el pasaje de una lógica acumulativa (en la que
31
dificiles de conciliar desde un punto de vista ideológico, parecían sin embargo apuntar
Guerra de Vietnam hasta la "revolución sexual" y las nuevas costumbres de los jóvenes
Gilman (2003) ofrece un pormenorizado análisis de este proceso, que desembocó, hacia
años 60, bajo la etiqueta más o menos amplia del "compromiso", pudieron convivir en
vanguardia", hacia fines de los 60 las demandas de una definición tajante (sacrificio de
para la propia práctica) se hacen más urgentes. La repetida consigna "todo es político",
como ha señalado De Diego (2003: 28-29), posee una ambivalencia similar: por un
para los artistas e intelectuales: cada uno desde su práctica especica estaba realizando
un acto que era, siempre-ya político. Pero rápidamente el lema demostró que, bajo una
lógica sustractiva, podía ser leído en un sentido casi opuesto. "Todo es político"
revolucionario, pero que, de hecho, solo muy pocos estaban realmente a la altura de esta
exigencia suprema. Se instaura así un proceso de depuración, que abarca tanto las
32
Claudia Gilman describe este proceso con el concepto de "toque de reunión", que toma de Zygmunt
Bauman (Gilman 2003: 97-142).
32
de una nueva crítica en la Argentina. 33 En todos estos procesos de depuración lo teórico
desempeñó un papel clave. Sin embargo, las lecturas apegadas al modelo de la tensión
Nuestra tesis es, por el contrario, que es posible leer en los años 70 acontecimientos
fugaces, instantes de pasión teórica, en los que la teoría como exceso, como goce, no
responde a una lógica instrumental que la subsuma a causa alguna, aunque por otra
parte no llega a constituirse como una disciplina "autónoma" (no hay obras de teoría en
específicos). El rasgo de esos "instantes de peligro" es que la teoría deja de ser una
operación. Instante de peligro, entonces, en primer lugar para la teoría misma y para el
sujeto de su pasión. Es en ese punto que, entre los 60 y los 70, entre Contorno por un
33 Alain Badiou, en uno de los puntos más provocativos de su relectura del siglo XX, afirma que las
habituales historias de "traiciones" y "depuraciones" que caracterizaron a las diversas vanguardias
políticas y estéticas del siglo no constituyen una degeneración o un exceso negativo del que estas
vanguardias pudieran haber prescindido, sino un elemento constitutivo de las mismas y de su pasión de lo
real, que debe ser reconocido (y en cierto punto reivindicado, frente al neohumanismo posmodemo que
tiende a avergonzarse de la "barbarie" de estos procesos de "depuración"): "lo real, tal como se concibe
en su absolutidad contingente, nunca es lo bastante real para que no se sospeche su condición de
semblante. La pasión de lo real también es necesariamente la sospecha. [ ... ] En consecuencia, siempre es
preciso depurar públicamente la correlación entre una categoría y su referente, lo cual significa depurar a
ciertos sujetos entre aquellos que reivindican su pertenencia a la categoría en cuestión, y por lo tanto
depurar a los propios cuadros revolucionarios. Y es importante hacerlo de acuerdo con un ceremonial que
imparta a todos la enseñanza de las incertidumbres de lo real. La depuración es una de las grandes
consignas del siglo. Stalin lo dijo claramente: «El partido sólo se fortalece al depurarse». No querría que
ustedes tomaran estas consideraciones un poco ásperas como agua para el molino de la blanda y moralista
crítica contemporánea de la política absoluta o el «totalitarismo». Hago aquí la exégesis de una
singularidad y de su grandeza propia, aun cuando esa grandeza, atrapada en las redes de su concepción de
lo real, tenga como reverso extraordinarias violencias. Para cortar de plano cualquier interpretación
antipolítica de esas negruras, quiero destacar que la depuración, por ejemplo, fue asimismo una consigna
esencial de la actividad artística" (Badiou 2005: 75-76). Cabría preguntarse por qué, según el giro final de
Badiou, el que la depuración haya sido también una consigna constitutiva de las vanguardias estéticas
sería un motivo para exculpar sus violentos resultados. En todo caso, lo que nos interesa resaltar en este
punto es el carácter no accidental o contingente de estas operaciones de depuración, y si existencia tanto
en las vanguardias políticas como en las vanguardias estéticas.
33
lado y Los Libros y Literal por el otro, entre figuras críticas como David Viñas por un
lado y el Oscar Masotta posterior a "Roberto Ant, yo mismo" por el otro, se introduce
importancia de la teoría sartreana del compromiso para la revista), pero esa apoyatura
teórica nunca llegaba a poner en crisis realmente la identidad —la supuesta coincidencia
consigo mismo— de un sujeto crítico "íntegro" como el que se articula bajo la firma de
David Viñas (desarrollo este argumento en el Capítulo 1), algo que sí ocurre con
los 70, ni de hacer la historia de sus revistas ni de sus autores y sus obras
intensidad en los que la pasión teórica excede los juegos de posiciones en el campo
cultural, las batallas ideológicas, los usos de la teoría con fines de renovación
disciplinaria. En ese sentido esta tesis propone un trayecto que se inicia con los textos
recorre las publicaciones Los Libros y Literal, y los textos literarios y críticos que se
articularon en tomo a esas revistas, para luego detenerse en algunas resonancias o ecos
de estas pasiones teóricas en décadas posteriores. Esta tesis se propone así contribuir al
estudio de las relaciones complejas que la teoría literaria entabla con las prácticas
importación de teorías entre "países centrales" y "países periféricos". Por otra parte, el
34
críticamente el proceso de institucionalización de la teoría literaria en los años 80 y su
4. Organización de la tesis
11
Esta tesis no se propone como una historia de la crítica en los años 70, ni
del campo literario e intelectual de aquellos años. En parte por incapacidad, en parte
(Gilman, De Diego, Terán, Siga!, Sar!o, entre otros), pero también por convicción:
"reconstructiva" y por ende "totalizante" tienden a ofrecer una imagen por momentos
que hemos seguido, por el contrario, ha sido el de intentar delimitar ciertos textos en los
que eso que proponemos llamar pasión teórica se daba a leer con particular intensidad,
se articulaba más allá, o más acá —en todo caso al margen— de las demandas, los ideales
ocupaban una posición determinada dentro del juego de fuerzas propio de las batallas
culturales y políticas de entonces. Una lectura atenta a la letra de los textos es, sin
35
francesas y vanguardistas de aquello que se conoció como close reading, si se quiere.
que efectivamente cierta dimensión singular del acontecimiento que esos textos
constituyen solo se deja oír a aquellos que estén dispuestos a prestarles la suficiente
atención, a golpearlos con la suficiente insistencia para que resuenen. Allí, en ese
resonar, acaso se dejen ofr otras voces, como afirmaba Libertella en su selección de
textos de Literal, "los restos de un futuro que vuelve". En este sentido, la organización
la crítica posterior a Contorno llevó adelante con su figura fundamental, el David Viñas
que este autor, y en particular su texto "Roberto ArIt, yo mismo" (leído públicamente en
1965, publicado en libro e 1968), puede considerarse el punto de quiebre entre la crítica
36
Los ejes articuladores de los Capítulos III y IV los constituyen las dos
(1973-1977). En la primera parte del capítulo III setraza un recorrido por diversas
en la segunda parte, son puestas a prueba en relación con una lectura de la revista Los
Libros, una publicación cuyo periplo ha sido considerado ejemplar en relación a las
transformaciones que marcarían el pasaje entre estas dos décadas. No menos ejemplar
que Los Libros, aunque no tanto en términos de representatividad sino por el modo
crítica en una de sus inflexiones más practicadas en los últimos años, aquella que toma
como objeto de estudio una revista cultural o literaria, nos proponemos formular,
articuló en torno a dichas publicaciones (las etiquetas "Los Libros" y "Literal" tienen
por ende una validez fundamentalmente operativa, cuya productividad habrá que
demostrar a partir de las lecturas que habilite, y no presuponer que esos nombres
propios designan una unidad que ya estaría "dada"). El objeto de dichos capítulos no es
por lo tanto "la revista Los Libros" ni "la revista Literal", sino constelaciones
revistas y articulados, para los fines de esta tesis, en tomo a la noción de pasiones
teóricas.
37
En el Capítulo Y se incorporan tres secciones relativamente independientes, en
las que se trató de analizar diversos modos en los que ciertos ejes problemáticos
discusiones y operaciones críticas que tuvieron lugar dos o tres décadas después. Aun
siendo plenamente conscientes de todos los riesgos que este tipo de ejercicios
aceptar, en diversos momentos de los años que llevó este trabajo de tesis, el desafio. Los
incluimos como capítulo final porque creemos que pueden ser leídos como índice de
futuras direcciones hacia las que esta investigación podría conducir, y también porque
en ellos se trataba de postular que este trabajo no concernía solamente a nuestro pasado
sino que algunas de las tensiones y problemáticas que lo atraviesan no han dejado de
38
Capítulo 1. Después de Contorno: Relecturas y "ajustes de cuentas" con
Viñas. De Masotta y Los Libros a Punto de Vista, y más allá
1. Contorno y después
34
La revista Contorno publicó 10 números (los últimos 3 fueron números dobles) entre 1953 y 1959,
además de 2 ediciones de los Cuadernos de Contorno (una en 1957 y otra en 1959). Contorno fue el
ámbito de reunión y de expresión de un grupo de jóvenes estudiantes de la Facultad de Filosofia y Letras
de la Universidad de Buenos Aires y, al menos en una primera instancia de lectura, es importante situar su
intervención —e incluso su anti-academicismo— en el marco de esa institución. Así lo señalaba el propio
David Viñas en un extenso reportaje que se publicó años después en la revista Punto de Vista (aunque no
se nos escapa todo lo que puede haber de reconstrucción en este gesto retrospectivo): "Por lo pronto hay
que situar a Contorno dentro de la zona universitaria; si había antiperonismo, éste se producía frente a las
manifestaciones del peronismo en la Facultad de Filosofia y Letras. [ ... ] Nuestra polémica era con esa
gente y, por lo tanto, muy circunscripta" (Punto de Vista [en adelante PdV] 13, noviembre 1981: 9). En
este sentido, Jorge Panesi (2000b) matiza la afirmación, por parte de Mangone y Warley (1993: V) de la
existencia de una tajante "poética asti-Sur" en Contorno, y lee en la revista de los hermanos Viñas no
tanto una polémica con Sur como el síntoma de una creciente profesionalización (diferenciación y
especialización) de la crítica universitaria.
Se han reconocido como antecedentes directos de la revista las publicaciones Verbum (en especial el
número 90, último de esta revista, de 1948), publicación del Centro de Estudiantes de la Facultad de
Filosofia y Letras (UBA) en la que también publicaban egresados de las carreras, y a la que sucedió la
revista Centro (1951-1960), de la que se publicaron 14 números (el último fue secuestrado a causa de la
publicación de un relato de Carlos Correas, "La narración de la historia", debido a su contenido
homoerótico. [El relato fue reeditado en Correas 2005]), y luego el único número que alcanzó la
publicación de la revista Las Ciento y Una, dirigida por H. A. Murena (de acuerdo a lo señalado por
Mangone y Warley, 1993, al pie de la página fmal del primer número de Las ciento y una se enumeraba
parcialmente el sumario de artículos que iban a integrar el segundo número de la revista, que no vio la luz
debido a presiones de Ernesto Sábato a la editorial que la publicaba. La actitud de Sábato se habría
motivado por una crítica negativa a uno de sus libros que iba a ser publicada en ese número, lo que
fmalmente nunca sucedió). (Sobre Murena, Viñas y Las ciento y una véase Djament 2007: 29-64.)
Ismael Viñas fue el director del primer número de Contorno (noviembre de 1953). Los números 2 (mayo
de 1954), 3 (septiembre de 1954) y 4 (diciembre de 1954) fueron dirigidos por los hermanos David e
Ismael Viñas. En los números 5/6 (septiembre de 1955) y 7/8 (julio de 1965) se incorporan al comité de
dirección Noé Jitrik, Adelaida Gigli, Ramón Alcalde y León Rozitchner. Finalmente, en el número 9/10
(abril de 1959) el comité de dirección está integrado por los hermanos Viñas, A. Gigli, L. Rozitchner y
Adolfo Prieto (ya no lo integras N. Jitrik ni R. Alcalde).
Mangone y Warley (1993) y Wanley (1999) distinguen tres grupos principales que integran la revista: un
primer grupo central cuyo núcleo lo constituyen los hermanos Viñas; integrado por Prieto, Gigli, Jitrik, y
caracterizado por "una fuerte crítica al liberalismo en los aspectos políticos e historiográficos, retomando
la idea revisionista. Planteo que trasladas a la totalidad de la literatura argentina". Un segundo grupo,
integrado por Francisco J. Solero y Rodolfo Kusch, "inscripto en la línea Martínez Estrada-Murena, que
retorna del primero, profundizándolas, sus facetas más irracionales e intuitivas". Este segundo grupo
39
(1964) y De Sarmiento a Cortázar (1971), han sido señalados en múltiples ocasiones
como aquellos que inauguran una nueva etapa en la historia de la crítica en la Argentina,
Sin embargo, y sin que esto implique de ningún modo negar el lugar crucial
en la cual la serie histórica no opera simplemente como encuadre sino como espacio de
evidentemente, no representa "lo nuevo" que Contorno introduce en la crítica y en la cultura argentina,
sino por el contrario importa para señalar la persistencia, al interior mismo de la revista, de rasgos contra
los que otros integrantes del grupo polemizan, a los efectos de matizar toda definición excesivamente
homogénea, y por ende simplificadora, del conjunto. Por último, el trío "existencialista-populista-
izquierdista", integrado por Oscar Masotta, Carlos Correas y Juan José Sebreli, que era el que "recogía la
influencia sartreana de una manera más fuerte y directa" (Mangone y Warley 1993: III).
En una primera etapa de la revista, que abarca los números 1 al 6, las cuestiones literarias son las que
predominan, y la reflexión política, cuando aparece, lo hace de manera sesgada. El número 2, como se
anuncia desde la tapa, está "dedicado a Roberto Arlt", el número 3 incluye artículos sobre Manuel
Gálvez, Eduardo Mallea y Juan Carlos Onetti, y el número 4 está "dedicado a Martínez Estrada". El
número doble 5/6 se propone una revisión de la historia de la novela argentina, partiendo del
romanticismo y llegando hasta los "nuevos" novelistas de la década del 50. A partir del golpe del 55 se
evidencia un cambio de intereses en la revista, que tiene con correlato un relegamiento de las
intervenciones críticas y culturales en beneficio de una intervención más directamente política. Es así que,
en su segunda etapa, los dos últimos volúmenes dobles serán consagrados respectivamente al peronismo
(número 7/8) y a la desilusión del grupo tras un primer momento de fuerte apoyo al frondicismo (número
9/10). (Marcela Croce [1996: 12] propone distinguir no dos sino tres etapas en la historia de la revista: un
primer número de "crítica cultural", luego los números 2 al 5/6 de "crítica literaria", y luego un tramo
final "de corte netamente político" que incluye los dos últimos números dobles y los dos Cuadernos.)
35 En su "Introducción" a La irrupción de la crítica, Volumen 10 de la Historia crítica de la literatura
argentina dirigida por Noé Jitrik (1999), que corresponde a los años que van, a grandes rasgos, desde
1955 hasta 1976, Susana Cella sitúa a Contorno como el "momento inaugural de la irrupción de la
crítica". Dos operaciones correlativas llevadas adelante por Contorno colocan a la revista en ese lugar
destacado. Por un lado, hay un programa de la revista de los hermanos Viñas consistente en "tomar como
objeto de análisis la tradición literaria argentina, la historia de esa literatura con sus movimientos, figuras
principales, figuras marginales, etcétera y someterlas a un análisis que entre sus nuevos parámetros tiene
especialmente en cuenta la historia". Por otra parte, como correlato de dicho programa, "los puntos de
partida desde los cuales se revisa la literatura anterior se relacionan estrechamente con las
incorporaciones, también peculiares y críticas, de tendencias filosóficas e ideológicas que a su vez
revisaban y reformulaban objetos de conocimiento y métodos en una notoria posición de debate,
controversia y afirmaciones que excedían el marco teórico, insertas como estaban en una realidad
conmocionada en su conjunto y en veloz proceso de transformación" (Celia 1999: 8). Es decir, por un
lado, una revisión crítica de la historia de la literatura argentina en su dimensión política de constitución
de un canon, y una redefmición de dicho canon; por otra parte, la incorporación renovadora de tendencias
filosóficas, ideológicas y metodológicas, entre las cuales Celia menciona en primer término y pocas líneas
después a "la filosofla existencialista, en particular en la vertiente sartreana". Esta doble dimensión de la
intervención modemizadora de Contorno en la cultura argentina ha sido señalada también por Silvia Sigal
(1991), Oscar Terán (1991) y Marcela Croce (1996). Más recientemente, un compacto Panorama de la
Literatura Argentina Contemporánea (Marsimian y Grosso 2009), pensado para la enseñanza en el nivel
medio, destaca: "El estilo polémico y la apelación a un novedoso aparato crítico —que incluye la filosofia
de Hegel y de Marx— expresan la modernización instaurada por el grupo" (18).
producción y disputa ideológica por un lado; renovación del aparato crítico
aquello que en este trabajo hemos denominado pasión teórica en la crítica argentina,
36
Otra revista fundamental, que se sitúa cronológicamente en la etapa inmediatamente anterior a la que
nosotros trabajamos es Pasado y Presente. Esta revista cordobesa, órgano del grupo conocido como los
"gramscianos argentinos" (Burgos 2004) entre los que se destacan en primer término José M. Aricó,
Oscar del Barco, y Héctor Schmucler (quien luego, a partir de 1969 sería el fundador y director de Los
Libros) constituye una de las publicaciones fundamentales en la renovación teórica y cultural del
marxismo en la Argentina. Difundió principalmente a teóricos de la tradición marxista italiana, como
Antonio Gramsci, Lucio Colletti, Enzo Paci, Galvano Della Volpe (aunque eso no le impidió dar lugar en
sus páginas a un autor tan alejado de esta línea como Lacan: en su número 9 se publicó el célebre ensayo
de Masotta "Jacques Lacan o el inconsciente en los fundamentos de la filosofia", 1-15). La revista tuvo
una primera época (1963-1965) en la que se publicaron 9 números (1, abril-junio 1963; 2/3, julio-
diciembre 1963; 4, enero-marzo 1964; 5/6, abril-septiembre 1964; 7/8, octubre 1964-marzo 1965; 9, abril-
septiembre 1965) y luego una efimera segunda época en la que se publicaron un número 1 (abril-junio
1973) y 2/3 (julio-diciembre 1973); además publicó los célebres Cuadernos de Pasado y Presente (a
través de los cuales se difundieron trabajos de Althússer, Badiou, Trotski, Bujarin, Rosa Luxemburgo,
entre otros). La reflexión sobre la literatura tuvo una presencia bastante menor —aunque no insignificante-
en la revista. Definitivamente no fue en ese terreno donde se jugó su apuesta de renovación teórica, y
fundamentalmente los artículos sobre estética apuntan a criticar las versiones más esquemáticas del
realismo dentro-del campo del estalinismo. En el número 1 Héctor Schmucler publicó "La cuestión del
realismo y la novela testimonial argentina" (44-56), un ensayo en el cual discutía la teoría del realismo de
Lukacs (y fundamentalmente sus posterior simplificación en las versiones estalinistas), oponiéndole los
desarrollos de Gramsci y Della Volpe, y luego intentaba poner en juego esas disquisiciones tomando
como base las novelas Amalia de José Mármol, Sin rumbo de Eugenio Cambaceres y Dar la cara de
David Viñas. En el número 2/3 Noé Jitrik publicaba una "Propuesta para una descripción del escritor
reaccionario" (148-157), tomando como base para su formulación las memorias de Manuel Gálvez; en el
número 5/6 se publicaba "Fausto y Hamlet, prototipos de la conciencia moderna", un trabajo de crítica
literaria bastante tradicional de Enrique Revol, mientras en el número 9 Héctor Schmucler publicaba
"Rayuela: juicio a la literatura" (29-45) (Schmucler volvería a manifestar su interés y admiración por la
obra de Cortázar en "Notas para una lectura de Cortázar", Los Libros, 2, agosto 1969: 11). Sobre la
revista y el grupo de Pasado y Presente pueden consultarse: Aricó ([19881 2005); Burgos (2004); Crespo
(1996/1997); Rubio (1995). Sigal ([1991] 2002) y Terán (1991[1993]) también hacen referencia a esta
revista, en el marco de su análisis del período.
37
Beatriz Salo ha señalado el carácter a la vez difuso y omnipresente de Sartre entre este sector de la
intelectualidad argentina entre los años 50 y 60: "En 1952, Regina Gibaja publicó en la revista Centro, de
41
Sartre resulta inconmensurable con las que recibió el estructuralismo en sus diversas
simplemente con mencionar algunos de los textos dedicados de manera explícita a estas
teorías.
En el caso de Los Libros, y tomando en cuenta solo los números iniciales, para
42
Sazbón sobre "Marx y Sartre" (13-14); mientras que el número 4 (octubre 1969)
presenta una especie de "Dossier Althusser" integrado por cuatro artículos dedicados al
Blanchot por Oscar del Barco ("La escritura desencadenada", 20-2 1); mientras en el
número 6 (diciembre del 69) se publica una nota de Sazbón titulada ",Qué es el
estructuralismo?" (20).
que la presencia del psicoanálisis es mayor 39, se publican "Del lenguaje y el goce", de
las páginas de Contorno por un lado y de Los Libros y Literal por el otro, hay una
en una y otras publicaciones. Porque si bien es cierto que "hay teorías" en juego (cy
cómo podría no haberlas?) en las lecturas llevadas adelante por Contorno, no menos
cierto es que no son esas teorías o doctrinas filosóficas las que se asocian usualmente
38 Es cierto que está intensa presencia de textos teóricos en la primera etapa de la revista se reduce en los
tramos fmales (sobre las diferentes etapas de la revista Los Libros véase Capítulo III), de todos modos, en
un número tan avanzado como el 36 (julio-agosto 1974) encontramos un artículo de Carlos Altamirano
sobre "El último Althusser" (26-28).
39
Con respecto a las diferentes etapas de Literal y al lugar de Lacan en sus páginas, véase Capítulo IV.
43
comprobaremos de manera necesaria que solo hay teoría (o pasión de la teoría) allí
donde se encuentran aquellas teorías a las que nosotros mismos asignamos en primer
tautología: si bien sin dudas siempre hay "teorías", solo ciertas teorías habrían dado
lugar a eso designamos como pasión teórica, tal como fue reconocido, en primer
término, por sus mismos detractores. Veamos un ejemplo que, en este punto, resulta
tomo de Literatura argentina y realidad política, el clásico libro de David Viñas, por el
crítica"40, si bien establece algunas distancias con la crítica tal como Viñas la practica,
importa. Tomemos la literatura en serio, parecen decir" (21). Pero lo crucial, para
enuncia (quiénes son aquellos que, a diferencia de Viñas, hablan de "lo que no
algunas certezas que sería aconsejable no perder de vista, después del embate a que
fueron sometidas en los años dorados del formalismo", estas son, en primer lugar, "que
eventualmente, con las formas más explícitas de lo político" y en segundo lugar, "que
tienen una verdad social" (21). Así, tras su deflación en "los años dorados del
40
sobre la resefía de Sano, y en términos más amplios sobre la relectura de Viñas por Punto
de Vista en el apartado 5 de este capítulo. Aquí solo procuramos dejar planteados algunos interrogantes.
44
formalismo", Sano rescata las certezas y el espíritu de seriedad que orientan la crítica de
Es entonces frente a las boutades de la Teoría que Sarlo reivindica esta crítica
con sentido moral, o esta moral de la crítica 41 . Y resulta evidente que, cuando invoca "la
Williams y Richard Floggart), o la teoría de los campos de Pierre Bourdieu, que por esos
41
Sano opone la seriedad de la crítica ideológico-histórica de Viñas a la frivolidad de "la Teoría": "El
espíritu de gravedad de los años de Contorno le proporciona, además, densidad y cierta violencia a la
exposición. El lector [el lector de hoy, acostumbrado a las boutades de la Teoría] percibirá, quizás
extrañado, que no hay rastros de frivolidad en este libro" (21). Y agrega luego: "Porque, en defmitiva,
para Viñas, como para los hombres de Contorno, la crítica tiene una función. Esta fónnula, desprestigiada
en los últimos años tanto en el espacio del cientificismo o el formalismo más estrecho (lo cual es
comprensible) como en los círculos de izquierda, debería revisarse" (22; subrayado en el original).
42
De hecho, inmediatamente después del comentario antes citado, Sano se encarga de señalar las diversas
teorías que se encuentran operando en el sistema de lectura de Viñas: "Goldmann está presente
(innombrado) en Literatura argentina y realidad política. Pero su modelo homológico, esa previsible
correspondencia entre estructuras significativas, cuya armonía queda garantizada desde el comienzo, y
que postulan una tranquila transparencia de lo social, donde cada clase va a encontrar a su hombre y cada
hombre a su texto, se conmueve. Una línea de la estilística, que se ha cruzado ya con el psicoanálisis
(pienso en Poulet y Richard) íntegra el sistema de lecturas críticas a partir del que se escribieron estos
ensayos. Y Sartre, claro está, atacando el determinismo goidmanniano en el encuentro de historia y
biografia" (21). Y a este "sistema de lecturas" Sarlo agrega otros dos nombres, de autores acaso no leídos
por Viñas pero a los cuales lo aproxima su propio método de trabajo: Lotman y Barthes. "Viñas lee el
texto literario dentro del texto social (de un modo que, por los tópicos elegidos, recuerda algunos trabajos
de Lotman, que se difundieron en Occidente bastante después)" (21); "Como Barthes, Viñas se irrita ante
las coartadas del mito, y las designa, como Barthes: naturalización, deshistorización, espiritualización"
(22). Así, no se trata para Sarlo de oponer, frente a "la Teoría", la no-teoría de una crítica a la Viñas, sino
en todo caso otras teorías (menos "deterministas") o un uso menos dogmático y determinista de la teoría.
45
Cabe entonces preguntarse, ¿por, qué, a los ojos de Beatriz Sano en 1982, el
materialismo cultural inglés (Raymond Williams, Richard Hoggart) que ella misma
Vista? Una explicación podría buscarse en la referencia a los "años de oro": si son la
razones más o menos coyunturales, en las teorías hegemónicas y habían devenido Doxa.
Si ese era el caso, se trataba entonces de oponer otras teorías, olvidadas, desoídas o
perspectiva de Sano, no parecería ser dogmático solo por su carácter hegemónico, sino
que tendría una tendencia al dogmatismo en sí, en tanto formalismo. Las teorías
(ciertos célebres "slogans" lacanianos, como "el inconsciente está estructurado como
empírica, tienen por ello mismo una dimensión excesiva o absoluta. La teoría, así
exceso o una pasión para el sujeto que la "suscribe" o la "soporta" (en el sentido
enunciativo del término). Es frente a este absolutismo teórico que Punto de Vista
reivindicaba, en 1982, el trabajo empírico con el archivo —en la línea de los trabajos
46
2. Viñas y la crítica. Relecturas
crítica literaria argentina de las últimas décadas que no solo manifiesta con claridad las
marcas del ejercicio de una lectura practicada a la Viñas, sino que también se reconoce
indiscutidos.
' A continuación, aunque hacemos referencia insoslayable a la revista Contorno, nos centramos
específicamente en las relecturas de la producción crítica de David Viñas. Con respecto a la influencia del
libro crítico mayor de Viñas (que conoció sucesivas modificaciones y reediciones), Julio Schvartzman -
sobre cuyo comentario volveremos más adelante— apunta: "Es dificil exagerar la influencia que Literatura
argentina y realidad política ha ejercido en la crítica y la academia argentinas y americanas desde su
parición hasta hoy" (Schvartzman 1999: 156).
El ojo mocho publicó en su tramo inicial una serie de extensas entrevistas en las que puede leerse la
deliberada definición de una tradición crítica de sesgo ensayístico y político en la que la nueva revista
buscaba situarse. Así, en el número 1 (verano de 1991) y bajo el título general ¿Fracasaron las ciencias
sociales?, los entrevistados fueron Juan Carlos Portantiero, Alcira Argumedo, Oscar Landi y Emilio de
Ipola. En el número 2 (invierno de 1992), bajo la pregunta-consigna ¿Se acabó la crítica cultural?, se
entrevistaba a David Viñas y a Héctor Schmucler. En el número 3 (otoño de 1993; ¿ Qué signflca
discutir?) fue el turno de León Rozitchner; en el 4 (otoño de 1994; ¿Se puede salvar la teoría?) son
entrevistados De Ipola y Josefina Ludmer; mientras en el 5 (primavera de 1994; ¿A qué llamamos
política?) Germán García y Jacques Derrida. Años después, en una entrevista realizada por Rocco
Carbone y Jorge Quiroga en 2007, Horacio González volvía a señalar la importancia que las figuras
mentoras de Rozitchner y Viñas habían tenido en el programa inicial de El ojo mocho (Carbone y Quiroga
2010: 193). Recordemos, por último, que Horacio González, a poco tiempo de asumir su gestión como
Director de la Biblioteca Nacional en 2005, inaugura la colección Reediciones y Antologías con la edición
facsimilar de la revista Contorno (2007); colección en la que en 2011 se publica el número especial 420-
421 (julio-agosto de 1981) de la revista francesa Les Temps Modernes, titulado Argentina entre
Populismo y Militarismo y coordinado por David Viñas y César Fernández Moreno. Pero la maestría de
Viñas no es menos notoria en otros ensayistas y críticos vinculados a El ojo mocho, entre otros María Pía
López (quien publicó, en colaboración con Guillermo Kom, el libro Sábato o la moral de los argentinos,
1997, en la colección Armas de la crítica) o Américo Cristófalo (Punta del Este. La política excluyente,
1996, en la misma colección).
47
Por otra parte, en el campo de la historia de la crítica, Marcela Croce ha
sus indagaciones (Croce 1996; 1999; 2005; 2006) sino también en modelo
se había publicado un único tomo (Viñas 1989) pero que tras largos años se encuentra
para pensar la crítica argentina posterior, los casos de dos críticos como Josefina
Ludmer y Ricardo Piglia, que si bien no han dedicado al autor de Literatura argentina y
influencia fácilmente reconocible, por cierto dejan leer, la menos en dos puntos nodales
permita establecer conexiones inesperadas, aun si para ello es preciso hasta cierto punto
forzar los materiales con los que se trabaja, en desmedro de una ética de la lectura que
El primer tomo de la Historia social de la literatura argentinaproyectada por Viñas, Yrigoyen, entre
Borges y Ant 1916-1930, fue publicado por editorial Contrapunto en 1989. El relanzamiento de esta
historia, por la editorial Paradiso, aunque acotado al Siglo XX, y sin el calificativo de "social" (el título
general es ahora Literatura Argentina Siglo X) retorna y continúa el "espíritu" del proyecto original. Se
ha reeditado Yrigoyen entre Borges y Arlt (Paradiso, 2006) y se han publicado algunos de los tomos
restantes (La década infame y los escritores suicidas, 2007; El peronismo clásico. Descamisados, gorilas
y contreras, 2007; De Alfonsín al menemato, 2010).
48
2) Una concepción de la historia (de la literatura y de la cultura) argentina en la
violencia del sistema la que justifica, e incluso exige, vuelve necesaria, la "violencia"
décadas posteriores, resultan los repetidos ejercicios de lectura que, desde perspectivas
más o menos próximas, pero en todos los casos con algún matiz de disenso, han sido
o ante Viñas, parece haberse constituido en una suerte de ritual de iniciación para la
46
Hago alusión, obviamente, a una de las frases más célebres de Viñas: "La literatura argentina emerge
alrededor de una metáfora mayor: la violación", con la que se inicia su ensayo sobre el "Itinerario del
escritor argentino", primera parte de De Sarmiento a Cortázar (1971). Uno de los libros de Piglia donde
este sesgo vifíesco resulta más evidente, es la colección de breves textos críticos que introducen versiones
gráficas de algunos relatos de la literatura argentina agrupados bajo en título La Argentina en pedazos
(1993). Allí, ya desde el título pero también recorriendo todos los ensayos, la violencia es el eje
privilegiado. David Viñas es uno de los autores incluidos en la serie (con su novela Los dueños de la
tierra) y Piglia comenta: "Uno de los ejes de la obra de Viñas es la indagación sobre las formas de la
violencia oligárquica. [...U]na especie de historia imaginaria del poder en la Argentina" (1993: 20). Sin
embargo Piglia no hace ninguna referencia al hecho de que este eje que él señala en la obra de Viñas es
también el que articula su propio proyecto, al menos en este libro. Con respecto a la persistencia de esta
"metáfora mayor" en la obra de Ludmer, señalo un detalle elocuente: aunque en el Index de El cuerpo del
delito (1999) no figura ninguna entrada correspondiente a "Viñas, David", las entradas correspondientes a
"violencia" son veinticinco. Posteriormente, en una declaración publicada con motivo del fallecimiento
del crítico y escritor, Ludmer evocó así al maestro: "Viñas fue mi maestro y me considero con orgullo una
de sus discípulas más antiguas. En los años '60 viajaba todos los viernes a Rosario para fascinamos con
sus clases de literatura argentina. No sólo porque era un actor consumado que performanceaba el saber -
se agachaba para hacer de «niños y criados favoritos», corría al rincón para viajar a Europa—, sino porque
fue la primera vez que pude ver funcionar, en sus clases y después en sus escritos que devoré y copié, una
máquina de lectura: una articulación perfecta entre cierta literatura, cierta ideología, cierta política y cierta
lengua. Con esa máquina podía explicarlo todo y el mundo se hacía visible"
(http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/1 7-21028-2011-03- 12.html).
47
Jorge Panesi ha señalado la relación de implicación mutua entre oposición al sistema y pulsión
sistemática en la crítica de Ludmer, aunque esta caracterización puede extenderse, con las precauciones
del caso, a la concepción de la crítica de Ricardo Piglia. Cito a Panesi: "...si hemos dicho que el afán
sistemático le era esencial a este discurso crítico... [se refiere puntualmente a El cuerpo del delito],
¿cómo conciliar el sistema que está en la base metodológica con la actitud antisistemática, con la
reivindicación antiestatal? Sencillamente: la operación sistemática es utilizada como un arma frente al
Estado-sistema. [ ... ] La construcción del sistema constituye la fuerza libidinal más intensa que despliega
Ludmer en su trabajo; el sistema, como una cuadrícula, produce la aparición inesperada de las acciones,
figuras y desplazamientos desestabilizadores. Es este aparato montado por la crítica el que permite
detectar lo imperceptible de estas fuerzas emergentes" (Panesi 1998: 20).
49
crítica argentina. Especialmente cuando se trata de proyectos colectivos, como es el
caso de algunas revistas (Los Libros, Punto de Vista, más recientemente Otra Parte)
que, no casualmente en su etapa inicial, se han visto en el trance de tomar posición con
también ha sido el caso de algunos de los últimos proyectos de historia literaria que han
dios cotidiano (1957), cuyas conclusiones sin embargo Masotta extrapola a toda la
aunque no solo- bajo la firma de Nicolás Rosa, y en tercer término la que Beatriz Sarlo
Punto de Vista (1978-2008). Por último, me detendré en dos lecturas más recientes: la
de la literatura argentina dirigida por Jitrik; y una alusión a Viñas -marginal pero no
48
Tomo la idea del "ajuste de cuentas" de Beatriz Sano, quien en su ensayo "Los dos ojos de Contorno"
afirma taxativamente que "todo Contorno es un ajuste de cuentas" (Punto de Vista —en adelante PdV— 13,
noviembre 1981: 3). Como se verá más adelante, dicha caracterización de Contorno forma parte,
efectivamente, del propio "ajuste de cuentas" que Punto de Vista —y fundamentalmente Sano y
Altamirano— llevó adelante en los primeros años ochentas. En realidad, ya muy tempranamente Juan
Carlos Portantiero, en "La joven generación literaria" (Cuadernos de Cultura, 29, 1957) había señalado
este rasgo como distintivo del nuevo grupo: "Pocas veces han adquirido entre nosotros tanta difusión el
ensayo y la crítica literaria. Jamás se ha dado el caso -en el siglo, al menos— de una promoción de
ensayistas, paralela a otra de poetas o novelistas. Esta meditación sobre nosotros mismos, sobre nuestro
destino, acoplada al examen, hecho a menudo con resonancia de ajuste de cuentas en relación a quienes
han ejercido —ejercen aún— la dirección cultural de la república, inspira la obra de nuestros jóvenes,
insuflándola de espíritu crítico, de insurgencia no meramente formal, sino ajustada a muchas más hondas
razones de contenido" (citado en Avaro y Capdevila 2004: 16; el subrayado es mío).
50
Parte, una revista contemporánea de crítica literaria y estética que, en cierta medida,
denuncialista
este trabajo) es una figura crucial para registrar la irrupción de la pasión teórica en la
crítica argentina entre los años 60 y 70, no solo por el modo en el que se constituyó, con
trayectoria intelectual que concluyó situándolo en ese lugar, pero que se inició,
Resulta, por esto mismo, particularmente iluminadora la lectura que Masotta, todavía en
(Buenos Aires: Kraft, 195 7)49, ya que allí puede leerse la confrontación entre dos
concepciones antagónicas del sujeto (dos concepciones del intelectual, del autor y del
51
afirmación de una no coincidencia consigo mismo por parte del intelectual teórico
(Masotta) 50 .
importancia que David Viñas pudo haber tenido para el joven Masotta, basta con señalar
que su única incursión conocida en la ficción, el breve texto titulado "Los muertos
tono y en su temática casfrense, deja traslucir su influencia / es apenas poco más que
puntual de Viñas, sino una operación de lectura más abarcativa, que se orienta en el
sentido de una crítica general de la concepción del "compromiso" y del sujeto que
Masotta lee en Viñas. En este sentido es necesario puntualizar que Masotta, al menos
50
Tomo la noción de intelectual teórico, de resonancias althusserianas, del mismo Masotta, quien en su
prólogo del 17 de abril de 1967 a Conciencia y estructura, revisando sus "posiciones políticas e
ideológicas" en el arco temporal que iba desde el tiempo de escritura de los primeros ensayos incluidos en
el volumen hasta el presente de su publicación en libro, afirmaba: "Yo no he evolucionado desde el
marxismo al arte «pop»; ni ocupándome de las obras de los artistas «pop» traiciono, ni desdigo, ni
abandono el marxismo de antaño... Al revés, al ocuparme de esa nueva tendencia viviente de la
producción artística más contemporánea, entiendo permanecer fiel a los vacíos, a las exigencias y a las
necesidades de la teoría marxista. Desde el punto de vista de mis posiciones ideológicas es preciso
entonces leer acumulativamente los trabajos aquí reunidos: lo que no es dicho —declarado— en un lugar, se
halla completamente declarado en otro. Mis posiciones generales —básicas— con respecto a la lucha de
clases, al papel del proletariado en la historia, a la necesidad de la revolución, son las mismas hoy que
hace quince años atrás. Lo que ha cambiado tal vez es la manera de entender el rol del intelectual en el
proceso histórico: cada vez comprendo más hasta qué punto ese rol tiene que ser «teórico»; esto es, que si
uno se ha dado la tarea de pensar, no hay otra salida que hacerlo lo más profundamente, lo más
correctamente posible. ¿Podrá uno alguna vez cumplir con esta exigencia elemental?" (2010: 30).
51
Masotta hace referencia a la experiencia de escritura de esa novela finalmente inconclusa (o al menos
nunca publicada, con la excepción del fragmento antes mencionado) en su ensayo "Roberto Arlt, yo
mismo". Dice allí Masotta: "Salía del servicio militar, donde había perdido un año, como se dice,
limpiando caballos; mientras leía en los momentos de descanso a Faulkner, a John Dos Pasos, a
Hemingway [en "Los muertos", Martín, un conscripto de "clase media" a quien acaban de comunicarle
que ha sido "separado del Partido", pierde un año limpiando "los caballos más limpios del mundo"]".
Continúa Masotta: "Durante ese año rumiaba también una novela que al año siguiente escribí, y que
resultó perfectamente mala. Mientras la escribía, recuerdo, pensaba en mi edad y me decía, fuertemente
ansioso, que con un poco de suerte «publicaría antes de lo que lo habían hecho cualquiera de los
norteamericanos» (Faulkner, Dos Pasos, Hemingway). No imaginaba entonces que pasarían catorce años
antes de poder publicar mi primer libro [Masotta se refiere a Sexo y traición en Roberto Ant, 1965, libro
que está presentando con la lectura de este ensayo]" (Masotta 2010: 239).
52
de develamiento de la ideología inconfesada del autor, disimulada en la obra, para lo
que toma sus herramientas en gran medida del "psicoanálisis existencial" sartreano. En
reconstruir, a través de una lectura sesgada de la obra, pero también de la vida (y es que,
situada de un sujeto libre, en realidad no hay diferencia sustancial entre ellas: la vida
secreto" que orienta todas las demás elecciones (temáticas, estilísticas, formales,
genéricas). Así, por ejemplo, en otro de sus ensayos críticos, centrado en Lugones,
concluye Masotta: "creo que no sería dificil demostrar que el proyecto secreto de
original de Lugones podría ser definida por el intento de dar absoluta importancia al
establece distinciones entre autor, narrador y personajes; y así, entendiendo que Viñas
(uno de los protagonistas de la novela) y sus nuevas ideas en el sacerdote Ferré, lee el
53
el momento en que Ferré se presenta ante el padre director para denunciar a
Porter (Masotta [19681 2010: 162).
En este punto, la lectura de Viñas por Masolta sigue en gran medida los
para él mismo— del autor. Ese "proyecto secreto" a ser develado siempre incluye un
a sí mismo situado por encima de los bajos motores del cuerpo y de la historia 53 . Pero si
son las conclusiones a las que arriba, ya que lo que descubre o devela en Viñas, su
54
las compuertas para que la cosa fluyera... (Masotta [1968] 2010: 160;
subrayado en el original)
Ahora bien, Masotta presenta dos fuertes objeciones a esta interpretación del
Sartre. Con tono didáctico Masotta lamenta entonces "cómo ha sido oscurecido entre
nosotros lo que se debe entender por literatura comprometida" y agrega que "habría que
"un escritor está comprometido cuando se esfuerza por embarcar a la conciencia más
lúcida y completa, es decir, cuando tanto para él como para los demás, hace pasar el
inmediato una segunda objeción, mucho más importante que la primera (limitada en
ante el mundo como un hombre "íntegro", allí se afirmaba una concepción de sujeto
pleno antagónica a aquella a la que Masotta suscribía cada vez más: la de un sujeto
" Masotta cita este fragmento [tomado de Sartre, Jean-Paul. ¿Qué es la literatura?, Buenos Aires:
Losada, 1950, p.961 en la tercera nota de su ensayo sobre Viñas (2010: 183-184; subrayado en el
original). Ahora bien, en septiembre de 1968, momento en que escribe la "Advertencia" a la compilación
Conciencia y estructura, Masotta decide introducir la siguiente aclaración: "Ante todo, me disgusta un
poco mi tono del artículo sobre Un dios cotidiano, la novela de David Viñas. Campea en esas páginas
como el sentimiento de que Viñas se hallaba —ideológicamente hablando— irremediablemente equivocado,
y que mientras yo entendía muy bien qué cosa era el «compromiso» él no lo entendía para nada. Debo
decir entonces que hoy me avergüenzo un poco de aquella prosa mía donde había bastante de pose, y
donde a lo que a mí respecta, yo confundía un poco —o bastante— el «compromiso» con un tono tomado
directamente de Les Ternps Modernes y de Sartre." Sin embargo, de inmediato agrega Masotta que esta
"autocrítica" no implica la invalidez de las ideas desarrolladas en su ensayo: "De cualquier manera, y si
mi tono era «impuesto», las ideas no eran del todo malas, y la descripción que hacía de Viñas y de su
novelística estaba bastante ajustada —dinámicamente hablando— a eso que Viñas era entonces." (2010:
32). Este gesto autocrítico o performance autocrítica de parte de Masotta debe ser situado en el marco de
un amplio conjunto de operaciones retóricas similares, en las cuales, como se desarrollará ampliamente en
el Capítulo II, lo fundamental es el gesto autorreflexivo o de autoexamen, mucho más que el "contenido"
de dichas autocríticas, ya que en muchas ocasiones, de hecho, la conclusión a la que arriba Masotta luego
de someter sus propio trabajo pasado a examen es, como ocurre en el ejemplo antes citado, de
reafinnación: Masotta revisa sus posiciones pasadas y las somete a crítica, pero para terminar
suscribiéndolas. (Sobre el lugar hegemónico de Sartre y de Les Temps Modernes en los años 1945-1960
en el campo intelectual francés —y como efecto de ello en el argentino— puede consultarse Boschetti
1990.)
55
escindido, no-coincidente consigo mismo, en la que se podía apreciar la influencia de
ideológico por parte de Masotta no lo era por lo que esta pudiera tener de performance,
wei
"escandalosa" presentación autobiográfica que él realiza en "Roberto Ant, yo
mismo"!), lo que estaba en juego no era una dramática del sujeto frente a una
concepción objetiva o neutral del trabajo crítico, sino dos dramáticas opuestas del
setentas por el singular dramatismo con que se desplegó en sus páginas la tensión entre
figuras como Nicolás Rosa, Noé Jitrik, Josefina Ludmer, Germán García, Eliseo Verón,
política, que terminaría por imponerse y avasallar toda "autonomía relativa" de los
fenómenos culturales 57. Aunque es posible advertir diversos estadios en este periplo, a
grandes rasgos se puede reconocer, siguiendo a José Luis De Diego, que el número 29
(marzo-abril de 1973) marca el punto de inflexión y que "es posible hablar entonces de
libros [ ... ]; y de una segunda etapa —la del formato reducido—, con la presencia de
" Germán García, uno de los protagonistas de la experiencia, recuerda en los siguientes términos este
viraje hacia la política en sentido pleno: "Cuando Los Libros, según me pareció, dejaba su política de
mantener «la autonomía relativa del campo cultural», decidí hacer Literal" (García 2003: 9).
57
maofsmo" (De Diego 2003: 86). Con respecto a estas dos etapas, podemos efectuar una
constatación llamativa: aunque es posible que, como ha sugerido Marcela Croce, "acaso
la segunda etapa de Los Libros esté más vinculada con la orientación fmal de Contorno"
(Croce 2006: 394), lo cierto es que las menciones explícitas a David Viñas en la revista
(que son regulares, si bien moderadas) tienen lugar todas ellas en el tramo inicial de la
y la literatura, sus protocolos y sus operaciones de lectura; mientras que en la etapa más
detendremos en este trabajo en los tres que le asignan un lugar central: se trata de un
autoría. El artículo de Viñas, "Sábato y el bonapartismo" (Los Libros —en adelante LL-
nota editorial: "Podrían señalarse, sin dudas, otros caminos de aproximación a la obra
cuestionar el proyecto del autor de Sobre Héroes y Tumbas, que alguna vez fue
presentado como paradigma de un área de literatura." (LL 12: 3). Los Libros ya había
publicado, en su número inaugural, una lectura sumamente crítica de• Sábato 58 y ahora
volvía sobre el mismo autor, que sin dudas constituía un ejemplo emblemático de una
58
El artículo ("Sábato custodio de las letras", Jorge Rivera, LL 1, julio 1969: 4-5) es el primero que
publica la revista y adquiere por ello un carácter programático. El párrafo inicial incluye una metáfora
ocular en la que es posible advertir una referencia velada al clásico ensayo de Viñas sobre los "dos ojos"
del romanticismo. Dice Rivera: "Pocos escritores argentinos han profundizado con tanta convicción como
Sábato la idea de la literatura como zona sagrada, como recinto problemático pero a la vez como fuente
de un saber de salvación que debe ser asumido ritualmente por sus oficiantes. Pocos, igualmente, son
quienes testimonian con tan expresiva claridad los conflictos y desgarramientos de esa inteligencia
tributaria, que se ha estructurado, entre otras, a partir de las sofisticadas instancias culturales promovidas
por la revista Sur, y que tiende un ojo ávido (también absorto) sobre los avatares del espíritu europeo, que
es asumido irrestrictamente como síntesis de lo ecuménico" (LL 1: 4).
58
concepción espiritualizada de la literatura contra la que se levantaba la revista 59 ;
aunque, al mismo tiempo, tomaba una cautelosa distancia con respecto al tipo de
fundamental con respecto al lugar que luego ocupará Viñas en Punto de Vista, donde,
como veremos, el único texto de David Viñas será un viejo artículo de Contorno,
es la reseña "Una lectura de Cosas concretas" (LL 6, diciembre 1969: 3), en la que
mérito de Cosas Concretas, una novela en la cual, pese a lo que su nombre podría
sugerir, "narrar es la única actividad que los personajes practican", sería "dejar ver una
revolucionaria". Así, la novela no haría otra cosa que "narrar la imposibilidad de hacer
hablar a la práctica política con las palabras de la literatura". Dicho en otros términos,
59Así lo anunciaba desde la nota editorial de su primer número, titulada "La creación de un espacio":
"Los Libros no es una revista literaria, entre otras cosas porque condena la literatura en el papel de
ilusionista que tantas veces se le asignara. La revista habla del libro, y la crítica que se propone está
destinada a desacralizarlo, a destruir su imagen de verdad revelada, de perfección a-histórica" (LL 1: 3).
de su fracaso: que el reino de las cosas concretas solo se podría alcanzar a través de la
la evolución de una crítica", LL 18, abril 1971: 10-14), en principio una reseña del libro
alcances, la lectura de Nicolás Rosa excede ampliamente los protocolos del género
reseña 60
60
Nicolás Rosa había publicado previamente un trabajo sobre la novelística de Viñas ("Sexo y novela:
David Viñas" [1969], en Crítica y signflcación, 1970) que puede y pide ser leído como complementario a
la lectura de su producción crítica, como señala el mismo Rosa: "La práctica narrativa de Viñas puede ser
ubicada como un elemento diferencial de oposición necesario para proceder a la descripción de su crítica"
(LL 18: 10). Rosa detectaba en la novelística de Viñas una dimensión de ingenuidad romántica ("Viñas ha
sostenido que el acto de escribir es dejar salir todo lo que uno tiene adentro [ ... ] equivaliendo literalmente
el acto de la escritura a un vómito [ ... ] una fe absoluta en el acto escriturario que detenta insólitamente
poderes extraños y convincentes" [70; subrayado en el original]) que luego reencontraría en su crítica.
A continuación Rosa sitúa a Viñas dentro de una importante tradición crítica
argentina, un gesto en el que se deja leer una preocupación por la historia de la crítica
Pero Rosa no deja de señalar críticamente lo que, a sus ojos, y en una dirección
precisar claramente qué se entendía por «político» como componente literario y sin
efectuar las mediaciones necesarias", Rosa lee una falencia que proviene, no de "una
literario". Pero en realidad, como el mismo Rosa señala a continuación, no habría tal
"ausencia" (¿quién podría tenerla?) sino en todo caso una concepción ingenua que se
alimenta de "un mito romántico": que "la obra literaria puede ejercer una acción
política". Sin embargo, agrega Rosa corrigiendo el romanticismo de Viñas, "la acción
política es extraliteraria, se inscribe fuera del ámbito del signo". Rosa propone entonces
61
Recordemos que Rosa fue el autor de los dos números (113-114) de la Historia de la literatura
argentina de Capítulo (CEAL, 1981) sobre "La crítica literaria contemporánea", en los que la sección
dedicada a Viñas (pp. 374-376) reproduce, con pequeñas modificaciones, la reseña publicada en Los
Libros; y también el editor del volumen colectivo Políticas de la crítica. Historia de la crítica literaria en
la Argentina (1999).
61
en un lugar tan crucial como incómodo: "Entre los dos extremos: la esplendente
crítica aparece entonces como un nexo para superar la oposición: se presenta como la
crítica practica por Viñas no son así tanto políticas como metodológicas (no se trata de
(Rosa, Ludmer, Jitrik) habría de jugar su apuesta mayor, como lo hacía notar el mismo
país y agregaba, escéptico: "de buenas intenciones está empedrado el camino hacia el
infierno" (LL 1, julio 1969: 6)63. Pero entonces, ¿qué buscaban Rosa y Los Libros en
62
En su trabajo, Schvartzman recoge esta afirmación de Rosa y cita una declaración de Viñas en un
reportaje que le realizara Luis Franco para Hoy en la cultura en octubre de 1962, poco después de la
aparición de Dar la cara, en la que la confusión entre crítica como nexo con la política y crítica como
sustituto de ¡apolítica resulta notoria: "Ser revolucionario en literatura y quedarse ahí, sólo en ese plano,
es darse buena conciencia o hacer carrera literaria. Y no. La coyuntura histórica está exigiendo otros
planteos. Y en mi caso se da como un desplazamiento de acento hacia la actividad política concreta. Por
eso no voy a escribir más novelas. Paso al ensayo, al ensayo político, a la militancia" (Schvartzman 1999:
177).
63
El propio Rosa no habría de escapar a los rigurosos cuestionamientos metodológicos por parte de otra
de las colaboradoras de Los Libros: Iris Josefina Ludmer, quien en su reseña del libro Crítica y
signflcación señalaba ciertas falencias conceptuales en el plano de las mediaciones entre niveles de
análisis, algo quç Rosa remedaría retóricamente produciendo una síntesis falsa (es decir, abstracta): "Los
desaciertos de Crítica y signflcación están ubicados fundamentalmente en el artículo sobre Viñas y
pueden reducirse a fallas en la función sintética de su aparato crítico (los aciertos se ubicaban en la
función analítica)". Rosa introduce un salto "desde las representaciones analizadas (concretas y bien
delimitadas) a juicios fmales y totales sin explicitar suficientemente las relaciones intermedias; en el
ensayo sobre Viñas, Rosa concluye con una significación general de su «escritura», con un juicio de tipo
ideológico, que afecta a la totalidad de lo escrito por Viñas y allí, metodológicamente, comente un error
62
Viñas? ¿A qué se debe este insistente interés, por parte de una crítica que, en sus
que se quería científica pero a la vez política, no podía dejar de observar, con una
admiración que se deja entrever en los pliegues del comentario qüe se pretende
Entrevistada por Roy Hora y Javier Trímboli para el volumen colectivo Pensar
cuatro manos, junto con Carlos Altamirano, del ensayo "La Argentina del Centenario:
campo intelectual, vida literaria y temas ideológicos", publicado por primera vez en la
[ ... ]. De modo que el paso a las síntesis (en el plano de las metodologías o en el plano de los vínculos
entre parte y totalidad) es el paso más débil de la crítica de Rosa, el que implicaría un riesgo de crítica
abstracta; un dato que quizás colabore a la idea de síntesis falsa es su barroquismo verbal: muchas veces
encontramos, en párrafos de Crítica y signflcación, series lingüísticas alusivas, en las que resuenan
términos de las más variadas disciplinas, cada uno con su carga y su tradición específica. La crítica es
sobre todo creación de un lenguaje, y ese lenguaje, según mi opinión, debe acercarse lo más posible a la
denotación" ("La literatura abierta al rigor", LL 9, julio 1970: 5).
64
¿Acaso su fuerza derivaba de su ingenuidad? Una cuestión que inquietaba a Nicolás Rosa: "Una de las
características más visibles de Viñas escritor [pero que Rosa podría extender fácilmente a Viñas crítico]
pareciera ser su fe absoluta en las palabras: ¿un realismo ingenuo? ¿un propio, valiente y combativo
riesgo asumido? Es probable que comprenda un compromiso ideológico cuya confiabilidad debe
asegurarse sobre bases sólidas. Si Viñas dudara de la eficacia de la literatura no escribiría. ¿O escribiría
para manifestar precisamente esa ineficacia?" (Rosa 1970: 56).
63
El trabajo nuestro polemiza con alguien sin decirlo. No sé si Altamirano
coincidirá conmigo en recordarlo de este modo. Polemizábamos con David
Viñas. Era, por una parte, un trabajo de aplicación disciplinada de Bourdieu
a un caso de historia cultural argentina. Por otra parte, era un trabajo sobre
un período fundamental para ver la constitución de las ideologías
nacionalistas. Pero había una polémica que nosotros vacilábamos en hacer
explícita porque todavía estábamos bajo la dictadura, y David estaba
exiliado. Muy sintéticamente: David pensaba, por lo menos así lo había
escrito en Literatura argentina y realidad política, que no hay
profesionalización intelectual en tanto no se deje de ser gentilhombre y en
tanto no se gane efectivamente el dinero en el mercado simbólico. La
hipótesis de nuestro trabajo era que había profesionalización,
independientemente de dónde se saquen los recursos para la subsistencia
cotidiana de los escritores; y que la idea de gentilhombre, si bien puede
entrar en colisión con la idea del escritor profesional, en la Argentina
atraviesa un período de tránsito y de articulación mutua. Recuerdo que
Carlos y yo nos preguntamos si poníamos o no la cita con la cual el trabajo
polemiza y dijimos no. En la época de la dictadura, más bien lo que
queríamos era homenajear a David, a aquél que había abierto el problema
(175).
En otra entrevista, en este caso para un libro sobre la historia del Centro Editor
colaboración con Beatriz Sano, llevaron adelante para la editorial dirigida por el mítico
Boris Spivacow65 :
La encuesta fue más o menos pensada a partir de los temas de Bourdieu, con
el que estábamos muy enganchados: cómo cuenta el escritor de dónde viene,
sus antecedentes, si se inscribe en alguna tradición [ ... ]. Una de las cosas
que notábamos y queríamos de alguna manera probar o chequear, era el
hecho de que pocos escritores y críticos hacían referencia a antecedentes
argentinos. Beatriz [Salo] y yo reivindicábamos una cierta genealogía que,
en aquella época, era Contorno. Es decir, nos preguntábamos por qué
hablábamos como si antes de nosotros no hubiera habido nadie, cuando en
realidad habíamos aprendido, por ejemplo, de la gente de Contorno. Ahí hay
una serie de hechos que en esos años, por el 81 y 82, están conectados: esta
encuesta, una entrevista que le hacemos a David Viñas sobre Contorno, y el
64
grupo de Punto de Vista. Unos años después Beatriz escribe un ensayo: "Los
dos ojos de Contorno". [ ... ] Y en la recopilación que hicimos en Ensayos
argentinos, en el prólogo que escribí, destaco que estamos endeudados con
David Viñas, con Adolfo Prieto... Eso era romper con la idea de la gente
que sólo piensa a partir de Roland Barthes, a partir de Sartre, etc. (Bueno y
Taroncher 2006: 3 19-321).
autoconciencia programática: desde las páginas de Punto de Vista, y también desde las
clave: por un lado Pierre Bourdieu y Raymond Williams son los autores faro (casi se
podría decir los fetiches teóricos) de esta operación teórico-crítica 66. Pero también
David Viñas aparece como una mención recurrente en ambas evocaciones; sin dudas
una figura y un nombre que representaban para Sano, Altaniirano, y Punto de Vista en
su conjunto, un legado con respecto al cual se encontraban en una situación mucho más
afianzarlo en una tradición crítica nacional, en tiempos de disolución) pero del cual al
66 Miguel Dalmaroni (1998: 35-43) ha analizado con agudeza la "Operación Raymond Williams" en
Punto de Vista, mientras que María Celia Vázquez (1998: 45-65) y Sergio Pastormerlo (1998: 79-88), en
sus colaboraciones al mismo volumen colectivo, dan cuenta de los usos de Pierre Bourdieu en esta
revista.
65
Ya en uno de sus números iniciales, y en circunstancias particularmente
adversas, Punto de Vista (4, noviembre 1978) conmemoraba los 25 años del primer
hermanos David e Ismael Viñas, sobre Roberto Ant y Manuel Gálvez respectivamente,
heredero, y garantía de la vigencia y validez de ese programa. Ahora bien, si por un lado
por Punto de Vista en una genealogía más o menos prestigiosa, con no menos énfasis la
revista se proponía someter a "revisión crítica" ese mismo legado. La expresión "no
resulta elocuente en este sentido 67 porque lo cierto es que, para Punto de Vista, la
,
herencia contomista tiene un valor fundamentalmente indicial (es en ese sentido que la
crítica debe desplegar su trabajo) pero en cuanto se enfoca más el lente y se entra en
67
Ismael Viñas, muchos años después, evoca así el episodio: "Recuerdo la impresión que me hizo leer, en
el exilio, una reseña sobre Contorno en la revista de Beatriz Sano y Altamirano. Lejos de la Argentina y
de lo que allí ocurría, me dio la sensación de que estuviéramos muertos y de que el artículo se refiriera a
escritores del pasado. Una sensación extraña. Después me fui acostumbrando" (Ismael Viñas 2007: y).
reposicionamiento particularmente importante para la historia de la revista: el del fmal
de la última dictadura militar y los inicios del período de transición democrática 68 . Así,
en el número 13 (noviembre 1981: 3-8) se publica el ensayo de Beatriz Sarlo "Los dos
ojos de Contorno" que funciona como introducción al ya citado reportaje a David Viñas
("Nosotros y ellos. David Viñas habla sobre Contorno", 9-12) realizado por Sano y
Altamirano; mientras que en el número 15 (agosto 1982: 21-22) se publica, con motivo
este capítulo. 69 Es posible que el ensayo sobre "Los dos ojos de Contorno" haya sido
más recordado y citado que esta reseña, a la que Sarlo significativamente titula "La
68
Sobre el lugar de Punto de Vista en el campo intelectual argentino durante el periodo de la transición
entre la última dictadura militar y el retorno del sistema democrático, resulta de lectura imprescindible el
trabajo de Roxana Patino (1997). Patino distingue entre una primera etapa de Punto de Vista, que va
desde su número inicial en marzo de 1978 —cuando Sarlo y Altamirano, hasta hacía muy poco directores
de Los Libros, deciden emprender este nuevo proyecto de crítica cultural— hasta su número 11 en marzo
de 1981. El año 1981 marca el fm de esta primera etapa y, coincidiendo con el aflojamiento progresivo de
la censura, el inicio de una segunda etapa que se abre con el número 12 (julio-octubre 1981) en el que,
señala Patino, por primera vez la revista publica un editorial, en el que no está ausente la mención a
Contorno: "Existe una tradición argentina que los que hacemos Punto de Vista reconocemos: una línea
crítica, de reflexión social, cultural y política que pasa por la generación del 37, por José Hernández, por
Martínez Estrada, por FORJA, por el grupo Contorno. Descubrimos allí no una problemática identidad de
contenidos, sino más bien una cualidad intelectual y moral".
69
Puede afumarse que, a partir de este momento, y coincidiendo con la nueva etapa de la revista que se
inicia con la "primavera democrática" alfonsinista, Punto de Vista pierde interés por Viñas y por
Contorno, como si ya hubiera terminado de "ajustar cuentas" con ese legado, o como si ya no le
interesara demasiado volver sobre una herencia que, ahora sí, se le presentaba como fundamentalmente
"arqueológica". Resulta sintomática en este sentido la breve reseña de apenas media página (dentro de la
sección "Mínima", hacia el fmal de la revista, mientras todos los artículos antes mencionados habían
ocupado varias de las páginas iniciales de la revista, y habían llevado las firmas de dos de sus figuras
centrales) que Punto de Vista le concede, casi por compromiso, a Indios, ejército y frontera (1983), y
firmada por una figura ajena al núcleo duro de la revista como es Carlos Mangone. La reseña, si bien
elogiosa, es bastante tibia y no parece demasiado interesada en señalar —en el caso de que las hubiera-
innovaciones, giros o singularidades de este nuevo libro de David Viñas respecto de los anteriores, sino
que comienza, casi como una letanía, recordando lo ya sabido y repetido mil veces: "El proyecto de la
revista Contorno (1953-59) incluía la relectura de la literatura argentina, considerando a la serie histórica
no como un simple encuadre de referencia, sino como espacio productor de materiales e ideología
estéticas y sociales" para luego apuntar simplemente que "en ese marco podría inscribirse Indios, ejército
y frontera" (PdV 18, agosto 1983: 56). Testimonio del progresivo alejamiento y desinterés hacia la
producción posterior de Viñas experimentado por la directora de Punto de Vista es la siguiente
declaración, que forma parte del reportaje antes citado: "Como ha quedado muy claro a lo largo de esta
conversación, de ellos [David Viñas y León Rozitchner] he aprendido mucho —sobre todo de David—, pero
hoy rechazan la posibilidad de revisar las certezas con las que trabajaron durante las dos primeras décadas
de su vida intelectual. No pueden hacerlo, no están dispuestos a hacerlo, por las razones que sean" (Hora
y Trímboli 186).
67
moral de la crítica" 70 ; sin embargo, es allí donde puede apreciarse más claramente cuál
es esa "cualidad intelectual y moral" por la que Sano y Punto de Vista se reconocían en
crítica, lo que conllevaba una revisión desencantada del arsenal teórico de los "años
política radical (ordenado según una temporalidad lineal regida por un telos
revolucionario) al que habían adherido con fervor militante en los setenta en el marco de
temporalidad distinta —más dilatada, menos "épica" - para los procesos culturales y
sin abandonar del todo el socialismo" (Dalmaroni 36)72. Por otra parte, Punto de Vista
orientado la crítica de la cultura practicada por Los Libros y que eran correlato de la
concepción de la praxis política que hemos expuesto previamente. Es así que, como
subjetivo, como doctrina, como creencia, atada por tanto a una correlación más o menos
directa con un tipo de praxis, es decir un tipo de militancia, un tipo de moral" (37).
Volverse williamsianos, era así, desde él punto de vista teórico, situarse en una
posición autocontradictoria, ya que entre aquellos rasgos que volvían más atractivo al
72
Posibilidad que conllevaba un consuelo y una esperanza, como habría de recodar Sano años después,
en 1997: "Hoy me doy cuenta de que, en los años de la dictadura militar, esta idea de Williams [se refiere
a «estructura de sentimiento»] me resultaba llena de esperanza: se trataba de observar en aquel presente
horrible las señales que marcaban la quebradura por donde podía emerger un tiempo diferente" (Sarlo
citada en Dalmaroni 37).
dogmática en términos teóricos y metodológicos, y la asunción de una posición mucho
de tesis aptas para responder acerca de todos los problemas") que lo volvían poco
y las teorías francesas del texto y la écriture (Barthes, Kristeva, Derrida, Tel Quel), a un
73
Altamirano, Carlos, "Raymond Williams: proposiciones para una teoría social de la cultura", PdV 11
(mayo 1981): 20-23.
74
Es justamente con respecto a la noción de "sentido común", y las diversas posiciones que con respecto
a ella manifiestan, que Dalmaroni introduce, en la segunda parte de su artículo (3943), diferencias
atendibles entre Sarlo y Altamirano, al interior de la "operación Raymond Williams". Sin embargo, para
lo que a nosotros nos interesa señalar en este punto de nuestra argumentación, podemos homologar los
textos de ambos autores (tanto los individuales como los escritos a cuatro manos) y leer en todos ellos una
toma de posición coincidente en sus grandes lineamientos.
75 Es Patiño quien utiliza el término cuando señala que, en la "puesta al día" del arsenal teórico que lleva
adelante Punto de Vista en ese momento, la búsqueda " se encamina hacia teorías principalmente no
reductivistas, que mantengan la amplitud suficiente para posibilitar cruces inéditos pero significativos,
con conceptos que puedan ser teóricamente estimulantes más que encasillantes. La revista postula
expresamente esta alternativa cuando introduce en Argentina a dos críticos ingleses: Raymond Williams y
Richard Hoggart" (11). Sobre esta operación de importación teórica llevada a cabo por Punto de Vista
puede consultarse también Dalmaroni 1998.
70
Viñas" resultará no menos fundamental; aunque no lo es menos que luego, o
Pierre Bourdieu.
Los Libros como Punto de Vista se propusieron en sus inicios "corregir" ciertos
tiempo, y casi en el mismo gesto, procuraron hacer suya su potencia, sin estar muy
inaugural de proyectos colectivos, lo que hace que, hasta cierto punto, podamos leer
71
Viñas en Contorno, como ya fue señalado 76; el segundo es en verdad apenas una alusión
"se reveló como el mejor narrador de la literatura nacional"; "el libro impresionaba
sentirla como una materia palpitante que podía suscitar hipótesis audaces y despertar
lectura practicadas regularmente por Viñas, tendiente a poner en evidencia los excesos y
Panesi ha analizado en detalle cómo la Historia crítica de la literatura argentinadirigida por Noé
Jitrik, cuyo primer tomo se publicó bajo la dirección de Susana Celia (véase Jitrik 1999), ajusta cuentas
• con Viñas en la pluma de uno de sus colaboradores, Julio Schvartzman (Panesi 1999 y 2000). El mismo
autor ha destacado en otro trabajo (2006) la impronta o el peso del pathos histórico de Viñas y de
Contorno en la Breve historia de la literatura argentina de Martín Prieto (2006). Con posterioridad a la
publicación del volumen 10 de la Historia crítica de la literatura argentina(correspondiente a grandes
rasgos a los años 1955-1976; publicado como ya se indicó en 1999), en 2004 se publica el volumen 9
(titulado El oficio se afirma, dedicado a las décadas del 40 y 50 y dirigido por Sylvia Saítta) en el que se
incluye un nuevo artículo sobre David Viñas, en este caso sobre su novelística: "La novela como
intervención crítica: David Viñas" escrito por Martín Kohan (2004: 523-541). La lectura de Kohan, que
destaca la complejidad y la riqueza de la narrativa de Viñas, puede leerse casi como un "desagravio" con
respecto al artículo del volumen 10. Los títulos mismos de los artículos parecen cruzar los géneros
literarios y establecer así una remisión mutua: "La crítica como epopeya" / "La novela como intervención
crítica". (Para un panorama de las historias de la literatura emprendidas por la crítica argentina en las
últimas décadas véase Maradei 2010.)
72
Su "vocación de totalidad" 77 (148): la "magnitud de su proyecto" (147), su
entendida como resultado y síntoma: "la política [la realidad politica] como verdad
Una "voluntad crítica" que pasa, en primer lugar, por "la textura de su prosa"
entonces en los ámbitos académicos, es "la marca más fuerte" de su ensayo, aquella que
le permite interpelar a la literatura del pasado "en clave novelística, haciendo de lo que
(147).
todos sus peligros. Por un lado, su vocación de totalidad llevaría a Viñas a priorizar "las
constantes, las manchas temáticas, la metáfora mayor", dejando de lado en el camino los
• coartada. Cuando escribe «matices», es para dar a entender que, al fin y al cabo, no
77
Hemos señalado previamente esta pulsión totalizadora como un elemento fundamental de la herencia
viñesca en críticos como Ludmer y Piglia. Beatriz Sano ha señalado que la importancia de la categoría de
totalidad es parte de la influencia de Sartre en los críticos surgidos de Contorno: "Sartre también
mostraba una forma de leer la literatura en la que es relevante la categoría de totalidad, como perspectiva
descriptiva y principio valorativo. [ ... ] Tanto del costado «marxista» como del «existencialista» la
hipótesis de una totalidad significativa, que la obra encierra en su núcleo pero no siempre pone en
evidencia, anima una empresa reconstructiva y de síntesis" (Sano 2001: 92-93).
73
importan demasiado. Nunca un matiz introduce el comienzo de la preocupación por un
comenta los primeros libros de algunos jóvenes narradores de ese momento (Néstor
Sánchez, Aníbal Ford, Ricardo Piglia, Germán García, Ricardo Frete y Manuel Puig), a
los que sitúa en la estela de Julio Cortázar y acusa por lo tanto de apoliticismo y de
llevar adelante una privatización de la historia en sus textos. ¿Qué lee en definitiva
puede ser más desalentadora: "elusión del cuerpo", "escamoteo del sexo", "repliegue"
(Viñas 1969).
señala dos frentes en los que su estilo erosiona las pretensiones propias de los géneros
"valoro", etc., que regularmente escanden y puntúan el texto de Viñas) "ponen por
así "descorrer los velos del taller del crítico y sus operaciones allí donde no hacen más
"liquidación" (demolición, masacre) de los autores a los que Viñas toma por objeto y
apuntalar está concepción romántica de la "crítica como epopeya", Viñas habría "creado
74
operación habría favorecido "la existencia de un entorno adicto y a la vez acrítico, que
no advertir que efectivamente —como ha sido señalado por Jorge Panesi 78— este trabajo
textual del crítico y su figura pública de autor e intelectual. Exceso crítico que se torna
que corresponde a grandes rasgos a los años que van desde fines del peronismo clásico
hasta los inicios de la última dictadura militar, que el volumen se titula La irrupción de
la crítica, y que en dicha irrupción, como no deja de señalar precisamente Susana Cella
78
Panesi ha analizado agudamente cómo el programa de la Historia crítica de la literatura argentina
dirigido por Noé Jitrik, en su primer tomo publicado bajo la dirección de Susana Celia (Jitrik 1999) "se
opone y polemiza con la narración heroica, con la epopeya histórica que erigió Viñas", pero también
cómo, al mismo tiempo e irónicamente, "el ataque a Viñas, ejecutado con sus propias armas" —se refiere
específicamente al ensayo de Schvartzman—, "reinstala con un chirrido aquello mismo que se pretendía
desterrar" (Panesi 1999 y 2000d). En mi análisis sigo los lineamientos de esta lectura. El mismo autor ha
destacado en otro trabajo (2006) la impronta o el peso del pathos histórico de Viñas y de Contorno en la
Breve historia de la literatura argentinade Martín Prieto (2006).
75
argentina de envergadura comparable había sido dirigido justamente por Viñas, no
que todo nos lleva a pensar que dicho comentario puede leerse como el lugar en el que
anteriores, en particular del de Viñas. Así, por una curiosa torsión irónica, y en el
por sobre la construcción de un "gran relato" unificador), parecía sin embargo necesitar
Solo unos años posterior, el comentario de Graciela Speranza avanza con mayor
cautela frente a las aporías que se ponen en juego cuando se intenta "desenmascarar" los
enfrentamiento frontal con Viñas crítico, sino de reconocer algunas de sus limitaciones,
desplegando al mismo tiempo una sutil estrategia para no caer en su propio juego.
En este caso la referencia —en realidad se trata de una alusión— a Viñas aparece
de manera lateral y cerca del final de un ensayo que Speranza —directora de la revista
junto al escritor Marcelo Cohen— publicó en uno de los primeros números de Otra
79El ensayo de Speranza, titulado "Elogio de la delicadeza", se publicó en el número 5 (otoño de 2005:
30-35) de Otra Parte, revista de artes y letras. Cada número de esta revista tiene un tema común que
76
argentina (a cargo de Patricia Wilison) del seminario Lo neutro, de Roland Barthes.
y se sitúa por fuera de todo "querer-asir"), el artículo las utiliza como un lente desde el
que observar con distancia crítica —y señalo al pasar este nuevo episodio de estrabismo
mejor de los casos, como renuencia conciliadora.., femenina" (34). "Codificada por los
a la cultura argentina le encantan las jerarquías, los rankings de posiciones, los cuadros
tradicional puntaje de 1 a 10" (34). Así, para "el denuncialismo viril que cree que elegir
todos los artículos recogen, de manera más o menos sesgada. En este número el tópico organizador era
"Antagonismo", y en ese sentido el ensayo de Speranza puede leerse, más allá de su alcance puntual,
como un texto programático de la publicación, en su etapa inicial, una toma de distancia con respecto a la
crítica entendida como "toma de posición" fuerte en debates organizados a partir de rígidas dicotomías, y
a favor del "espíritu de sutileza", la multiplicidad y complejidad de perspectivas, y la disidencia, como
valores fundamentales para la lectura. Prueba de esta voluntad de apertura es que en el mismo número la
revista publica un artículo de Nora Avaro y Analía Capdevilla sobre los críticos denuncialistas (Viñas
entre ellos), en el que las autoras hacen un encendido elogio de la polémica, desde una posición que
difiere notablemente de la de Speranza ("La vocación denuncialista": 50-54). Avaro y Capdevilla son las
autoras de una antología comentada de los escritores denuncialistas de los años 50 160, en la que declaran
no sin nostalgia: "Escritos en el fragor del debate, los artículos de los jóvenes denuncialistas reponen a la
distancia una dimensión del discurso crítico durante mucho tiempo olvidada: la de la polémica. O lo que
es lo mismo, el gusto por el drama de las ideas; toda una tradición nacional que fue reemplazada, con la
irrupción en las décadas siguientes de las «teorías científicas» sobre la literatura, por la práctica
académica del «análisis de texto», en la que el crítico ya no es un escritor que piensa y arriesga su
pensamiento mientras escribe, sino más bien un técnico capacitado por un saber preadquirido que,
escudado en cierto uso neutro del lenguaje, logra acceder a la estrecha «verdad objetiva» de las obras"
(2004: 294; subrayado en el original).
77
Ahora bien, ¿qué sucede con esta pasión Argentina por el conflicto en el terreno
antológico titulado Los mejores cuentos argentinos, producto de una votación en la que
periodista de izquierda se alegró en esos días con la victoria en los cómputos de Rodolfo
Walsh por sobre Jorge Luis Borges", para agregar luego (y aquí viene la alusión
transparente a David Viñas): "no hace mucho, otro gran escritor y gran crítico volvió al
ruedo con un eco de aquella justa: «Si me apuran, Walsh es mejor que Borges»". Con
son expresiones muy nuestras, enemigas de lo Neutro" (35)80 Y Manuel Puig vuelve a
ser invocado (como antes por Schvartzman) como el ejemplo más notorio de aquello
que la pasión argentina por la dicotomía y el antagonismo —de la que Viñas sería
aceptar la potencia neutra del andrógino, por fin, es todavía entre nosotros una utopía
marciana", pues resulta "indigerible para el inveterado machismo argentino y para las
minorías resentidas desbocadas. Manuel Puig, que sabía de eso, escribió ocho novelas
80
La declaración de Villas a la que se refiere Speranza ("—Yo creo que Walsh —y si esto abre polémica,
enhorabuena— trasciende a Borges. Si usted me apura, hasta le diría: es mejor que Borges.") se encuentra
en una entrevista publicada en la revista N del 26/06/2004, y puede consultarse en:
httu://edant.clarin.comlsuplementos/culturaJ2004/06/26/u-783533 .htm. Allí Viñas se manifiesta también a
favor de polarizaciones o antítesis como Borges-Arlt, o en este caso Borges-Walsh: "Me parece saludable
que la literatura argentina se haya polarizado en distintos momentos. La despolarización propone una
homogeneidad que no ocurre."
81
Puig como uno de los puntos de mayor "ceguera" para la crítica de Viñas es señalado también en otro
ensayo sobre el autor de Literatura argentina y realidad política: el comentario, de Alberto Giordano
(2003: 70-7 8), tiene un titulo de resonancias masottianas: "Un intento frustrado de escribir sobre Viñas"
(recordemos que Masotta incluyó un ensayo titulado "Seis intentos frustrados de escribir sobre Arlt",
publicado originalmente en Hoy en la cultura, 5, 1962, en su libro Sexo y traición en Roberto Ant, 1965).
Giordano puntualiza que su "intento frustrado" se inscribe en el marco de un conjunto de tentativas
críticas por "leer en los ensayos de algunos escritores argentinos las formas que toman las
autofiguraciones subjetivas" y por capturar los momentos en los que "el que ensaya se olvida o se desvía
del curso previsto por las estrategias de autofiguración" produciéndose entonces la emergencia de "un
78
Llegados a este punto es preciso establecer al menos una diferencia importante
Viñas, resulta inocultable la voluntad de ajuste de cuentas y de ataque frontal que anima
al texto, sobre todo al contrastarlo con lo que podría esperarse a priori del ensayo dado
prima un tono más denotativo, sin juicios tajantes de valor), no parece existir esa
contrario, ambos se muestran dispuestos a matizar sus juicios sobre Viñas. Pero, sin
embargo, resulta evidente que cierto ajuste de cuentas con la crítica practicada a la
sujeto del ensayo diferente, a veces discordante, de la subjetividad del ensayista" (Giordano 2003: 71). En
este tipo de ejercicio critico, la inautenticidad constitutiva del ensayista, su desdoblamiento subjetivo, su
vanidad, su narcisismo, no son obstáculos o impedimentos, sino por el contrario la materia prima en la
cual, o desde la cual, puede ocurrir que lo imprevisto acontezca. No sorprende entonces que, desde la
perspectiva de Giordano, "el altísimo grado de exposición retórica al que Viñas somete su subjetividad
crítica" (74) no solo no resulte motivo de escandalizada reprimenda —como sí sucedía en Schvartzman-
sino que constituya por el contrario uno de los mayores motivos para sentirse atraído por su escritura. "El
rechazo era una respuesta al deseo de disciplinamiento que transmiten los gestos morales de un yo crítico
fascinado por su integridad y su superioridad, pero no, como tal vez podría suponerse, a la exacerbada
teatralidad con la que ese yo se afirma cada vez que celebra su virtud política, su autenticidad y su
valentía, desenmascarando las faltas ideológicas de los otros. Aunque contradice claramente su proyecto
de impugnar el mito burgués del escritor como individualidad excepcional, el altísimo grado de
exposición retórica al que Viñas somete su subjetividad crítica no sólo no me molesta, sino que me atrae"
(73-74). Lo que resulta desalentador para Giordano no es que Viñas ensayista actúe o sobreactúe, se
exceda en la puesta en escena de su subjetividad crítica, sino el tipo particular de ficción crítica, la
singular voz que en los ensayos de Viñas se actúa, su "estilo de polémica parlamentaria", en palabras de
Ana María Zubieta (1987: 208). "La voz crítica que Viñas imposta en sus ensayos [...] es muchas veces
la de un moralista receloso, que descarga sobre los especímenes literarios un juicio de valor capaz de
hundirlos o rescatarlos antes de que hayan terminado de exponer la singularidad de su existencia" (73). El
ejemplo escogido por Giordano para mostrar las limitaciones de este modelo de lectura es el mismo texto
breve de Viñas sobre Cortázar y los nuevos narradores que había mencionado Schvartzman. Anota
Giordano: "Viñas dedica un párrafo a La traición de Rita Hayworth para comunicar que en las
resoluciones formales (nada menos!) y en los usos que hace Puig en su primera novela del imaginario
cinematográfico encontró, radicalizada, la misma tendencia a «la elusión, omisión o rechazo de la
referencia histórica concreta» que ya había «descubierto» en la textura de los primeros libros de otros
narradores debutantes [R. Piglia, A. Ford, G. García, N. Sánchez, R. Frete]" (74).
Alberto Giordano y Graciela Speranza son dos de las mayores autoridades en relación a la obra de
Manuel Puig. Giordano ha publicado Manuel Puig, la conversación infinita (Rosario: Beatriz Viterbo,
2001) y La experiencia narrativa: Juan José Saer, Felisberto Hernández, Manuel Puig(Rosario: Beatriz
Viterbo, 1992); Graciela Speranza ha publicado XXX y ha compilado, junto con José Amícola, el
volumen colectivo Encuentro Internacional Manuel Puig (Rosario: Beatriz Viterbo, 1998).
rl
crítica no parecen constituir un problema para estos críticos, que defienden y practican
ese yo se despliega. "Virtud política", "denuncialismo viril", son y han sido vocablos
inmutabilidad en los principios, todos ellos valores que tendrían como correlato,
justamente, una ceguera casi necesaria frente el matiz; una violencia ejercida (sobre los
demás, pero para ello y en primer término sobre sí mismo) en la forma de una represión
desestabilizar los paradigmas, las identidades, las certezas. La pobreza de este aparato
crítico a la hora de enfrentarse con una obra narrativa como la de Puig sería el ejemplo
más dramático.
80
CAPÍTULO II. EL SUJETO DE LA TEORÍA: OSCAR MASOTTA
1. Introducción
los modos de practicar la crítica en los años previos. 1965 es el año en el que Masotta,
1968), un texto clave para nuestra investigación, no solo porque allí es posible datar
una figura del crítico como aquel que, paradójicamente, se afirma y se refuerza en la
propia puesta-en-crisis.
intelectual, como volvería a hacerlo el múltiples ocasiones posteriores (en este sentido
respectivamente). Es posible reconocer allí un exceso del sujeto crítico, que hace del
81
"prologarse a sí mismo" un verdadero arte o, en los términos de nuestro trabajo, una
estructuralista, donde puede leerse el quiebre que marca la irrupción de la pasión por la
Los estudios más influyentes sobre el período que nos ocupa no han dejado de
destacar a Oscar Masotta como una de sus figuras emblemáticas. Así lo hace Oscar
"humanista" del sujeto, entendido como "portador y árbitro de sus propios significados
y sus prácticas" (Terán 1993: 105), concepción que operaba como un suelo ideológico
compartido desde el cual establecían sus discrepancias —pero también sus puntos de
82
señalaba a Eliseo Verán como la cabeza visible de quienes en la universidad
metropolitana militaban en la nueva corriente [ ... ] (Terán 1993: 105)82.
claustros, dada la posición que ya entonces ocupaba dentro del ámbito universitario 83 ,
Oscar Masotta, desde una colocación mucho más "excéntrica" con respecto a las
instituciones académicas (en primer lugar porque nunca obtuvo un título universitario),
señalado por Terán como el otro principal difusor local de la nueva corriente de
82
Unos años después, en diciembre de 1966, Primera Planapublicaba un reportaje a Philippe Soliers, y
en noviembre de 1967 un artículo de cuatro páginas titulado "Estructuralismo. El pensamiento de hoy" y
subtitulado "La invasión estructuralista llega a Buenos Aires". Puede leerse una versión desencantada del
arribo del estructuralismo y casi inmediatamente del "post-estructuralismo" a la Argentina en Adolfo
Prieto, "Estructuralismo y después", Punto de Vista, 34 (julio 1989): 22-25.
83
Sobre Eliseo Verón y su lugar en el proceso de modernización de la disciplina sociológica en la
Argentina puede consultarse: Beltrán y Bouret (2000). Sobre la "polémica" que tuvo lugar entre Verón y
Masotta en torno al análisis semiológico que el primero hizo de un afiche de camisas Van Heusen —utilizo
las comillas porque Masotta publicó una crítica al ensayo de Verón pero no hubo respuesta de parte de
este último—, véase el agudo análisis de Oscar Steimberg (1999: 63-79). Allí Steimberg destaca la mayor
inserción institucional del trabajo de Verón: "En cuanto a los espacios en que podía resonar la discusión,
puede sefialarse que el lugar de los trabajos de Verón era prioritariamente la Universidad y los espacios
académicos locales y europeos, pero también que otras de sus producciones del período, más ensayísticas,
habían tenido ya difusión en revistas sin emplazamientos formales, ámbito de debates sumamente duros
entre distintas corrientes de la crítica cultural" (Steimberg 1999: 65). La producción más ensayística de
Verón a la que hace referencia Steimberg incluye su artículo "Muerte y transfiguración del análisis
marxista" (incluido en Verón 1968), un comentario crítico sobre dos libros de Juan José Sebreli (Buenos
Aires, vida cotidiana y alienación [1964] y Eva Perón, ¿aventurera o militante? [1966]). El trabajo de
Verón criticado luego por Masotta es "L'analogique et le contigu (Notes sur les codes non digitaux)",
Communications, 15, París, Seuil, 1970 (en castellano había aparecido con el título "Los códigos de la
acción" en Verón 1968). La crítica de Masotta a Verón se encuentra en su trabajo barroca y burlonamente
titulado "Reflexiones transemióticas sobre un bosquejo de proyecto de semiótica translingüística",
ponencia presentada en el Primer Simposio Argentino de Semiología, Buenos Aires, octubre de 1970;
publicada luego en Cuadernos Sigmund Freud, n° i, 1971; y en Ensayos lacanianos (Masotta 1976: 91-
107).
84
Permítasenos señalar, sin que deba buscarse en esta comparación mucho más que un comentario
anecdótico, el siguiente paralelismo: así como en el relato de la difusión de la moda estructuralista en
Argentina que construye Terán encontramos estas dos figuras (una más académica: Verón; la otra situada
en los márgenes o en los cruces de diversas instituciones: Masotta), en su Historia del estructuralismo,
François Dosse (2004) propone una oposición entre Roland Barthes, "figura madre" del estructuralismo
en Francia, y Jacques Lacan, "padre severo" de la criatura: "Figura mítica del estructuralismo, Roland
Barthes es su encarnación ondulante y sutil, hecha de humores más que de rigor; es el mejor barómetro,
capaz de registrar tanto las perturbaciones en curso como de presentir las venideras. Esta sensibilidad
extrema encontrará sin embargo el medio para expresarse en el marco de las estructuras; pero se trata de
una estructura tornasolada, más una cosmogonha que encama el universo fluido de la relación con la
imagen materna que una estructura binaria que funcione como una mecánica implacable. Barthes va a ser
la placa sensible del estructuralismo. En él van a sonar, mediante una sutil escritura hecha de
intertextualidad, todas las voces/vías del paradigma. [ ... ] El imperio de los signos se prolonga en él como
83
seguirse con claridad retrospectiva a partir de algunos escritos de Masotta quien
describe con notable representatividad y agudeza este tránsito [ ... ]" (107). Entre los
escritos masottianos, dos son mencionados por Terán como mojones de este periplo:
imperio de los sentidos, y la figura madre que él encarna puede ser cotejada con su opuesto binario, la del
padre severo del estructuralismo: Jacques Lacan" (Dosse 2004: 92). Si continuáramos con el paralelismo,
deberíamos señalar que, entre la escena francesa y la argentina, las disciplinas aparecen cruzadas con
respecto a los roles: de Lacan (psicoanalista- "severo" 1 Barthes (semiólogo- "sensible ") a Verón
(semiólogo- "académico") / Masotta (psicoanalista- "marginal"); lo cual podría vincularse al modo
particular en que se implantó el psicoanálisis lacaniano en la Argentina, desde afuera de la institución
psicoanalítica (para decirlo de la manera más sencilla: mientras Lacan es Doctor en Psiquiatría, y desde
allí es que realiza su intervención dentro del campo psiquiátrico y psicoanalítico francés [véase
Roudinesco 1994: 37-54 y Assoun 2008: 32-33], Masotta no solo es un "lego" en el campo de la
psiquiatría y la psicología, sino que ni siquiera posee un título universitario en otra disciplina).
85
Efectivamente, "Jacques Lacan o el inconsciente en los fundamentos de la filosofla" es considerado no
solo el primer ensayo de Masotta centrado en Lacan, sino también un texto inaugural en ese sentido en
todo el mundo de habla hispana. El trabajo fue originalmente una comunicación leída en el Instituto
Pichón Riviére de Psiquiatría Social, el 12 de marzo de 1964. Se publicó por primera vez en la revista
cordobesa Pasado y Presente (Masotta 1 965a) y luego fue recogido por Masotta en Conciencia y
estructura (1968) y nuevamente en Ensayos lacanianos (1976), lo que demuestra el sitio clave que el
autor le otorgaba a ese escrito en su trayectoria intelectual. En el prólogo al último de estos libros,
fechado en "Londres, marzo de 1976", Masotta comenta el texto en los siguientes términos: "El ensayo
que abre este libro está bien separado de los demás, en primer lugar por los años, y bajo este tenor es
historia. Pero también porque se apoya en referencias que tenemos hoy si no por superadas, lo que sería
improbable, al menos por abandonadas: un cierto globalismo, la necesidad de conectar, de sellar la
«unión» del psicoanálisis y el marxismo. También un cierto lenguaje a la moda que nos permitía
comparar masivamente campos si no adversos ni lejanos, al menos dificiles de manipular
(existencialismo, estructuralismo, fenomenología). [ ... ] Comencemos por el comienzo, el ensayo titulado
Jacques Lacan o el inconsciente en los fundamentos de lafilosofia (1964). Es obvio que entonces no sólo
tratábamos de presentar el pensamiento lacaniano, sino que también queríamos liberamos del impacto y
de la influencia ejercida sobre nosotros por la fenomenología francesa. Preferiríamos hoy cerrar ese
capítulo: el «análisis existencial» es pre-freudiano. En cuanto a la relación entre inconsciente y filosofia,
la que comenta el título, hay que decir que sólo existe en la medida que la relación del sujeto al sexo
estructura cualquier relación de aspiración del saber a la verdad. Fórmula orientadora, puesto que quiere
decir que si el inconsciente existe es porque el sujeto no sabe hasta qué punto, y puesto que habla, el
problema consiste en la triple relación del lenguaje con la verdad y con el goce. [...] Permanece en pie en
todo caso nuestra manera de introducir a Lacan: crítica de toda filosofla de la conciencia, de toda
psicología del yo" (Masotta 1976: 10-11; subrayado en el original). En realidad, Masotta ya había
abordado previamente a Lacan, en una extensa nota al pie en su artículo "La fenomenología de Sartre y
un trabajo de Daniel Lagache", publicado en la revista Centro, del Centro de Estudiantes de la Facultad
de Filosofla y Letras de la Universidad de Buenos Aires, N° 13, 1959. El texto de Masotta constituía la
introducción y comentario a su propia traducción de "Trascendencia del Ego" de Jean-Paul Sartre y de
"Fascinación de la conciencia por el Yo", de Daniel Lagache, ambos publicados en el mismo número de
Centro, y la referencia a Lacan (se trata de la nota N° 15, de casi dos páginas de extensión) ha sido
señalada como posiblemente la primera referencia de este tipo en lengua castellana a Lacan y a su
importancia en la escena psicoanalítica francesa. Este ensayo de Masotta también fue reproducido luego
en su libro Conciencia y estructura (1968).
84
publicado luego en Conciencia y estructura (1968). Terán cita un fragmento del ensayo
La "encrucijada" se exhibe con claridad meridiana en las dos últimas frases del
párrafo de Masotta, la primera de las cuales enuncia una "opción por la estructura",
conciencia o estructura?, hay que contestar, pienso, optando por la estructura." Pues si
lo que se declara aquí es una prioridad de la estructura por sobre la conciencia, lo cierto
85
1
conciencia que se enfrenta con una alternativa moral ("hay que") y ante la cual "opta",
defmiendo su posición. Estamos aquí ante una escena, una teatralidad, mucho más
sesenta (1991), seguramente, junto con el de Terán, el estudio más influyente sobre el
de los grupos de estudio en Argentina a partir de los años del gobierno de Onganía, da :
Por último, Beatriz Sarlo, otra de las especialistas cuya interpretación del
término su respuesta a la entrevista que le realizara John King para su clásico libro
86
En el capítulo III presentamos un análisis más detallado de ambos libros.
87
Silvia Sigal hace referencia al libro de Carlos Correas Operación Mas otta. Cuando la muerte también
fracasa ([991).
86
sobre el Instituto Di Tella, en donde Masotta es el ejemplo escogido por Sano para
del Pensamiento Argentino, titulado La batalla de las ideas (2001). Sarlo comienza uno
de los apartados de su estudio —aquel donde aborda las relaciones entre "marxismo,
singular de Masotta:
Hay en este contingente una personalidad que siguió todas estas vías casi al
mismo tiempo, partiendo de la literatura para pasar por la filosofia, el
análisis del pop art, las hoy llamadas culturas mediáticas, la estética y
finalmente el psicoanálisis. Se trata de Oscar Masotta, sensibilidad
prototípica de la década del sesenta: de la Facultad de Filosofia y Letras al
Instituto Di Tella, del sartrismo al estructuralismo, de la historia y el sujeto a
87
1
la década del sesenta" está fuera de discusión. Resta considerar ahora qué sitio se le ha
Conciencia y estructura, libro publicado por primera vez por la editorial Jorge
Álvarez a fines de 1968, reúne dieciocho ensayos escritos por Oscar Masotta entre 1956
una primera aproximación, a las tres áreas de interés que habitualmente se distinguen
dentro del recorrido intelectual masottiano. Que el propio Masotta haya agrupado así
más atenta permite afirmar que la disposición misma de los ensayos en el libro
88
1
Aires y a las revistas Centro y Contorno, que practica de manera regular la crítica
comienza sus estudios en la Facultad de Filosofia y Letras en 1949, allí se vincula con
Juan José Sebreli y, a través de este, con Carlos Correas. Juntos conformarán el trío
de ficción publicado en vida por Masotta, bajo el título "Los muertos (fragmento)". 88
Puiggrós y publica varias notas en Clase obrera, el periódico del Movimiento Obrero
88
Reeditado recientemente en la revista El río sin orillas, 3 (2009).
89
Comunista89. En 1956 se reincorpora a la Facultad de Filosofia y Letras, que había
Aires que dirigía José Luis Romero y en la que se vincula con Jorge Lafforgue, con el
que poco después dirigen una efimera colección de literatura argentina que contaba con
se publica Horacio Quiroga, Una obra de experiencia y riesgo, de Noé Jitrik (Buenos
Aires, Ediciones Culturales Argentinas, 1959), con una extensa cronología de la vida y
y "Ricardo Rojas y el espíritu puro" (y época, año iii, n° 3), ambos recopilados luego
en Conciencia y estructura.90
corresponde, salvo contadas excepciones, a los años 19561965 .91 Está constituido,
89 Entre ellas "El proletariado en la alternativa" (en Clase Obrera, 56, octubre 1955, pág. 12), un
comentario negativo del film de Elia Kazan On the Waterfront (Nido de ratas). Dice allí Masotta: "Es un
film altamente mistificante y su encuentro con un público porteño, quién le ha brindado una liberadora y
calurosa acogida, demuestra el grado de mistificación alcanzado por el «pueblo argentino»". Resuena en
esta cita el comentario de Roland Barthes al mismo film, que comienza justamente afirmando "Nido de
ratas, el film de Kazan, es un buen ejemplo de mistificación" (se trata de uno de los artículos breves
escritos por Barthes entre 1954 y 1956 y reunidos luego en Mitologías, [1957]; cito según la traducción
de Héctor Schmucler para Fondo de Cultura Económica, 1997).
90
Para esta breve reseña bio-bibliográfica, me han sido de ayuda las cronologías de Hernán Scholten
(2001: 203-205) y Juan Andrade (2009: 173-180).
91
Es así que Alberto Giordano ha afirmado que, "desde el punto de vista cuantitativo", la obra del joven
Masotta se presenta, en el conjunto de la crítica literaria, como "poco relevante". Por supuesto que el
comentario no apunta a desvalorizar a Masotta, sino a enfatizar su rareza, como se verá en la cita del
párrafo completo: "Tomada desde el punto de vista cuantitativo, la obra ensayística del joven Masotta se
presenta, en el conjunto de la crítica literaria argentina, como poco relevante. Tanto es así, que nos parece
un exceso hablar de «obra» para referirnos a sólo una decena de ensayos y un breve libro. Pero si
emplazamos la perspectiva en otro lugar, orientada ya no hacia los resultados obtenidos (la obra como
trabajo realizado) sino más bien hacia la experiencia que se disimula en ellos (la obra como búsqueda), tal
vez nos sea posible sentar las bases de otra evaluación y apreciar en este conjunto discreto de ensayos uno
de los momentos más intensos y más lúcidos de la crítica literaria en nuestro país" (Giordano 1991: 74;
subrayado en el original). Las incursiones masottianas en la crítica literaria posteriores a 1965 tienen
todas ellas un marcado sesgo psicoanalítico, no solo en su vocabulario y sus operaciones críticas, también
en la selección de los textos sobre los que escribe, y de los medios en los que publica sus comentarios.
Así, por ejemplo, su "Prólogo" (fechado en mayo de 1969) a Cuerpo sin armazón (1970) de Oscar
Steimberg; o "Exabrupto y castración", sobre Brillos (1975) de Luis Gusman, publicado en revista Imago,
MI
fundamentalmente, por los nueve ensayos recopilados luego en Conciencia y estructura
dentro del segundo apartado ("Crítica y Literatura") y por sus ensayos sobre Ant
"Seis intentos frustrados de escribir sobre Arlt", en Hoy en la cultura, n° 5, 1962) luego
Pero incluso dentro de este limitado conjunto, es preciso hacer una salvedad
importante, ya que en rigor, de los nueve textos que integran el apartado "Crítica y
Ghiano: antimercantilistas"), mientras los cuatro restantes lo hacen con diversos grados
una encuesta organizada por el Instituto de Letras de la Universidad del Litoral, bajo la
es, de los nueve artículos, el que más se resiste a una determinación genérica. Se trata de
se entromete) de esta manera en una polémica que estaba teniendo lugar entre Sebreli y
5, julio de 1977 (recopilado en AA.VV. Escrito por los otros. Ensayos sobre los libros de Luis Gusmán,
2004: 4 1-50).
92
Volveremos con mayor detalle sobre este texto en el punto 4 de este capítulo.
91
último del best-seller sociológico Buenos Aires. Alienación y vida cotidiana de
Sebreli93 . Sin dudas, alguien tan sensible a los protocolos sociales, y en especial a
podía dejar de ser plenamente consciente del carácter anómalo de este texto, y la prueba
de ello es el orden en el que dispuso los nueve ensayos del apartado: en primer término
los cinco exponentes más clásicos de crítica literaria, luego los cuatro textos que
"Anotación". Y sin embargo, así sea en último término, la incluye. Justamente debido a
Este ejercicio, como veremos, sigue dos métodos: develamiento ideológico (cuando se
93
Las circunstancias son conocidas: Sebreli publica Buenos Aires, vida cotidiana y alienación en 1964 (y
Eva Perón, ¿aventurera o militante? en 1966). El libro se convierte en un best-seller que combina la
tradición del ensayismo de interpretación de la identidad nacional (en este caso, de la "identidad" de la
ciudad de Buenos Aires) con el uso más o menos impreciso de un vocabulario sociológico "científico" de
creciente aceptación y legitimidad. Eliseo Verón reseña negativamente ambos libros de Sebreli,
haciéndose eco de ese éxito masivo de publicación, en su artículo, "Muerte y transfiguración del análisis
marxista" (publicado originalmente en Marcha, Montevideo, año 28, n° 1309, 24 de junio de 1966;
reproducido en Verón 1968: 229-244). Sebreli responde en "Verón: la ciencia oficial contra el marxismo"
(publicado en Marcha en 1966; reproducido en Sebreli 1997: 183-192). Masotta se entromete en la
polémica con su "Anotación", publicada por primera vez en Conciencia y estructura con la siguiente
aclaración al pie de página: "La presente nota fue redactada para publicarse en Marcha (ver junio y julio
de 1967), a raíz de un cruce de notas entre E. Verón («Sebreli: muerte y transfiguración del análisis
marxista») y J.J. Sebreli (<Verón: la ciencia oficial contra el marxismo»). Pero el gobierno de Onganía
prohíbe la venta en Buenos Aires de la revista, y perdía sentido entonces su publicación" (Masotta [1968]
2010: 248). Las intervenciones de Verón, Sebreli y Masotta han sido reproducidas y comentadas en Sano
2001: 94-99 y 423-442. También Sylvia Saítta (2004: 118-124) se ocupa de esta polémica.
94 Pero, ¿se podría leer en el ensayo de Masotta sobre Sebreli, y en la decisión de publicarlo, un cálculo
estratégico? ¿Una jugada de reposicionamiento en el "campo intelectual"? Efectivamente, es posible, y
así ha sido leída la "Anotación"; entre otros, por el propio Juan José Sebreli, quien comenta: "Masotta
había captado la nueva moda del estructuralismo y trataba de ponerse en la cresta de la ola. Su nuevo gurá
era Lévi-Strauss, y esto lo obligaba a abandonar a Sartre, al marxismo; entre estos lastres de los que debía
desprenderse estaba yo mismo. La onda de la lingüística, de la semiótica, de la revista Tel Que!, tenían en
el pobre ambiente intelectual porteño, su representante en Eliseo Verón, con el prestigio de sus estudios
en La Sorbonne, y Masotta cayó bajo su fascinación. Inoportunamente se entrometió en mi polémica con
Verón para defenderlo, y de esa intervención queda Anotaciones para un psicoanálisis de Sebreli"
(Sebreli 1999: 70). Sin embargo, si nos atenemos al carácter escandaloso e intempestivo de la
Volvamos sobre el conjunto: de los nueve textos que integran la sección de
"Crítica y Literatura", los primeros cinco corresponden a los años 1956-1959, es decir al
aquellos que más fácilmente encajan en las categorías "crítica literaria" o "ensayo
crítico", pero, al mismo tiempo, y justamente por eso, no son aquellos donde se
luego un hiato temporal, y los últimos cuatro textos, correspondientes a los años 1963-
1967, todos ellos atípicos o anómalos en tanto ejercicios de "crítica literaria" (dos
sin embargo aquellos donde se da a leer de manera más clara la singularidad del
ejercicio de la crítica tal como lo entiende Masotta. Ahora bien, si nos preguntamos,
más allá de su carácter anómalo, qué es lo que tienen en común estos cuatro textos,
compañero de Contorno). Un segundo rasgo distintivo es que esta torsión del sujeto
tenemos en cuenta que en realidad Masotta no tiene para ese entonces, en sentido
estricto, una "obra crítica" sobre la que "volver". La torsión no se produce entonces
sobre una materia constituida, firme, contundente, sino sobre una carencia, sobre sí
mismo como el espacio de una carencia constitutiva: "Cuento aquí mis limitaciones, y
intervención masottiana (por otra parte no publicada por Masotta en el momento del intercambio sino solo
unos años después), quien se entromete para terciar en una polémica a la que nadie había convocado,
podemos reconocer allí una pasión por la polémica que excede nuevamente todo "juego de posiciones" en
el "campo intelectual". Tres años después, como ya fue señalado, Masotta interviene en una nueva
discusión, ya no esta vez a favor de Verón y contra Sebreli, sino contra Verón, acerca de los alcances de
una lectura semiótica o psicoanalítica de un afiche de camisas Van Heusen.
93
yo sé que es de mal gusto referirse a las barreras que no se han podido franquear. Pero
tal vez me atraiga el mal gusto, tal vez me agrade hacer pose de lucidez, o tal vez es
entre la intensidad del gesto de autoexamen (cuando escribe sobre sí mismo y sobre su
consistencia del "objeto" en torno al que ese gesto se despliega, queda en evidencia que
se declina, como ya anticipamos, de dos maneras: cuando escribe sobre sí mismo, bajo
cuando escribe sobre otros bajo la forma del desenmascaramiento ideológico: la crítica
disimulada en la obra (tarea para la que se sirve como herramienta del "psicoanálisis
95 Señalo este punto en un sentido análogo al que plantean Gules Deleuze y Félix Guattari cuando,
analizando una nouvelle tardía de Henry James (In the Cage [En la jaula], de 1898) muestran cómo en la
ficción jamesiana se produce el pasaje desde la materia del secreto (novelas en las que hay un secreto que
fmalmente es develado o que al menos puede ser develado, como ocurre por ejemplo en The Europeans
[Los europeos], de 1878) a la pura forma del secreto: "Henry James ha llegado a ese momento de su obra
en el que ha dejado de interesarse por la materia del secreto, incluso si ha conseguido hacer que esa
materia sea totalmente banal o de poca importancia. Ahora lo importante es la forma del secreto cuya
materia ya ni siquiera debe ser descubierta (no se conocerá, existirán varias posibilidades, existirá una
indeterminación objetiva, una especie de molecularización del secreto)" (Deleuze-Guattari 2000: 200;
para la idea de una "pura forma" del secreto sin contenido determinable puede ver también Derrida 2011).
En el caso de Masotta no se trata de un avance progresivo de la forma del gesto autorreferencial (con un
correlativo "vaciamiento" o indeterminación de su "contenido"), sino que esta pura forma del
autoexamen se da desde el vamos, diríamos antes de que haya habido una materia o una "obra" sobre la
que "volver". En este punto el procedimiento se acerca a la lógica paradojal de la célebre fórmula de
Osvaldo Lamborghini: "Primero publicar, después escribir" ([1981] 2003: 159), que aquí se parafrasearía
como "Primero autocriticarse, después escribir" (analizamos con mayor detalle las fórmulas de este tipo
en la escritura de Lamborghini en el Capítulo IV).
96
Se trata del ensayo "Leopoldo Lugones y Juan Carlos Ghiano: antimercantilistas" (2010: 193-215).
al
determinado por su "elección original": "dar absoluta importancia al ser-para-los-otros
Lugones o Viñas, quienes tienen un alto concepto de sí, pero hay un punto en que se
aproxima a ellos: Sebreli —al menos en la lectura de Masotta, que es lo que a nosotros
una sola pieza. Así, en todos los casos, el blanco contra el que Masotta despliega su
emergencia de un sujeto siempre dividido, escindido, atravesado por sus carencias (de
posibilidad100 .
97
En el ensayo "Explicación de Un dios cotidiano" (2010: 156-185).
98
Como fue analizado en el Capítulo 1.
99 En "Anotación para un psicoanálisis de Sebreli".
°o Alberto Giordano (1991: 62-63) ha señalado cómo en la concepción masottiana de la crítica, la
dflcultad es desplazada del lugar de obstáculo (que debe ser "superado" o en todo caso "disimulado") al
de posibilidad (que es por lo tanto puesta en primer plano, "exhibida"), tomando como base para esta
afirmación el párrafo inicial de la respuesta de Masotta a la encuesta de la Universidad Nacional del
Litoral de 1963 donde este declara provocativamente: "El tema es realmente apasionante para mí, puesto
que sin pensar en volverme Únicamente hacia la crítica literaria, he escrito unos pocos ensayos —sobre
ArIt, sobre la novelística de Viñas— donde lograba más que llegar a resultados objetivos satisfactorios,
experimentar simplemente las dificultades —de formación y de comprensión— que constituyen la
posibilidad misma de hacer crítica literaria" (Masotta 2010: 216). Entre las muchas anécdotas que se han
contado sobre Oscar Masotta, hay una que es particularmente reveladora en este sentido. La refiere Jorge
Laiforgue, quien fuera su amigo entre 1957 y 1963 y trabajara con él en las publicaciones Centro y
Revista de la Universidad de Buenos Aires: "Un día íbamos [ ... ] caminando hacia lo de Jorge Alvarez, lo
miro y, con uno de esos gestos que te llevan a quitarle a tu eventual acompañante una paja del pelo o a
sacudirle la tiza del saco, le «arreglo» la corbata a Oscar. El, de inmediato, la vuelve a desacomodar de tal
manera que quedara bien visible la etiqueta que proclamaba la excelencia; a la vez que me explica,
risueñamente, el alto sentido de ese toque de distinción. Ese estudiado desaliño no era entonces una
distracción circunstancial, sino que más bien reiteraba una constante suya" (Laiforgue 2005: 367-386). La
preocupación constante por su aspecto y por su vestimenta, su "estudiado desaliño" que tenía por modelo
95
0
3.2. El Di Tella, los happenings, el arte de los medios: El "segundo Masotta"
breve pero intensa fase de transición o de viraje. Este "segundo Masotta" es aquel que
que se llevaron a cabo en el marco del Instituto Di Tella., desde el análisis de corte
semiológico sobre los medios masivos de comunicación hasta la reflexión teórica sobre
entre teoría y praxis, organizando varios happenings así como la Primera Bienal
a este género: LD. Literatura Dibujada. Situado así en el intersticio entre sus dos etapas
más representativas, al punto tal que en muchos casos se ha hablado del desplazamiento
complicar los intentos por simplificar su recorrido, el Masotta de los textos sobre arte y
al Jean Paul Belmondo del film de Godard Sin aliento, es una mención constante en los testimonios sobre
Masotta. Pero más allá de este "dandismo a la inglesa" que él mismo confesaba "saberse de memoria"
tras haberlo aprendido "mirando, fascinado, la ropa de Marcelo Sánchez Sorondo (hijo)" que había sido
su profesor de historia en la escuela secundaria (Masotta 2010: 242-243), nos interesa detenemos en el
gesto por el cual Masotta, deliberadamente, deja a la vista la etiqueta que permite leer cuánto le ha
costado su corbata, al tiempo que refrenda este gesto considerándolo un "toque de distinción". La
anécdota puede leerse a contrapelo de un célebre párrafo del último tomo de En busca del tiempo perdido,
en el que Marce! declara: "Una obra en la que hay teorías es como un objeto en el que se deja la marca del
precio" [la marque du prix, "la etiqueta con el precio"] (Proust 2001: 229). El párrafo en cuestión ha
recibido un furioso comentario por parte de Jacques Derrida, quien se declara contra "el gesto de un buen
gusto tan ingenuo como para creer que se puede borrar el trabajo de la teoría": "confieso que escribo
poniendo el precio, porque estoy a favor de una aristocracia sin distinción, es decir, sin vulgaridad, en
favor de una democracia de la compulsión al precio más alto E ... ]" (Derrida 1994: 86-87). Masotta
también escribía siempre poniendo el precio, marcándolo y remarcándolo, exhibiendo la dificultad en
lugar de ocultarla. Sabía mantenerse equidistante tanto del pudor supuestamente "distinguido" como de la
ingenuidad con la que el advenedizo traiciona su origen en el momento mismo en que, al contar lo que le
costó su traje nuevo, cree estarlo dejando atrás. Masotta muestra la marca, señala el precio, y lo hace
deliberadamente, con absoluta lucidez ("[ ... ] tal vez me atraiga el mal gusto, tal vez me agrade hacer pose
de lucidez, o tal vez es preciso decirlo sencillamente de este modo" [Masotta 2010: 217]).
las intervenciones dentro de la vanguardia artística había sido, hasta hace poco, el
Escuela Freudiana de Buenos Aires en 1974, es sin dudas aquel que alcanzó mayor
psicoanálisis lacaniano, y no sólo en la Argentina, tal como fuera señalado entre tantos
otros por el mismísimo Jacques Alain Miller, quien se refiere a él como a "un
asombroso argentino [ ... ] gracias al que la enseñanza de Lacan conoció una difusión
que se extendió a todo el mundo hispánico, durante los años sesenta" (citado en
creciente del rol clave desempeñado por Masotta en cada uno de los campos en los que
incursionó. La importancia del "joven Masotta" para la crítica literaria ha sido estudiada
(1991), Terán (1991) y Sarlo (2001). En cuanto a Masotta como figura fundacional del
psicoanálisis lacaniano, podemos remitir a los trabajos de Germán García (1978; 1980;
97
Ben Plotkin (2003) y de Alejandro Dagfal (2009) desde la perspectiva de la historia
cultural.
Situado entre ambos, el Masotta de los textos sobre arte y las intervenciones
dentro de la vanguardia artística había sido, hasta hace poco, menos conocido y
estudiado. Sólo en los últimos años, gracias a los trabajos fundamentales de Ana
libro más singular, aquel que mayores incomodidades clasificatorias genera y, por las
mismas razones, el que mejor representa los cruces discursivos, las tensiones y
escandalosa se presenta en los dos términos puestos en relación en el título (Terán 1993:
107-109), pero el procedimiento se repite al interior del libro. Como ha señalado Daniel
Link, cada uno de los títulos internos de Conciencia y estructura (1. "Filosofia y
Masas") constituye "un pequeño escándalo, un oxímoron epistémico" (Link 2006: 89)
'° En Del Di Tella a "Tucumán arde" Longoni y Mestman ([2000] 2008) hacen referencia a Masotta en
múltiples ocasiones. Luego, lo abordan en detalle en su introducción conjunta a la tercera parte de Inés
Katzenstein (2004) En 2004 tambien se publica Revolución en el arte, una compilación de todos los
escritos sobre arte de Masotta (con la cuestionable exclusión de sus trabajos sobre la historieta),
acompañada por un extenso estudio preliminar de Ana Longoni. Allí Longoni destaca la exclusión de la
que había sido objeto Masotta en la historia de la crítica de arte argentina y latinoamericana, refiriéndose
concretamente al libro de Andrea Giunta, Vanguardia, internacionalismo y política. Arte argentino en los
años sesenta (2001) que focaliza su relato de la década del sesenta en la figura de Romero Brest, sin
mencionar siquiera a Masotta. Es seguramente a partir de este señalamiento crítico por parte de Longoni
que Giunta, en la reedición de su libro (2008) incorpora un breve apartado dedicado a Masotta, aunque sin
modificar las líneas generales de su interpretación del periodo, que sitúa en el centro de la escena a
Romero Brest.
98
de vanguardia, crítica y literatura ( situando a la crítica en primer término!), era
Es cierto, los lectores interesados en crítica literaria pueden leer Sexo y traición
en Roberto Ant (1965) y desentenderse del posterior periplo masottiano; los interesados
en las artes visuales hacer lo propio con El "pop-art" (1967), Happenings (1967) o La
responde a la creciente especialización del trabajo intelectual (no resulta así meramente
casual que el único autor que ha abordado a Masotta en conjunto, aunque poniendo el
acento en la figura biográfica más que en sus libros, haya sido Carlos Correas en
literarios que se interesen por un ensayo como "Jacques Lacan o el inconsciente en los
la crítica masottiana a la novela Un Dios cotidiano de David Viñas. ¿Pero qué hacer
entonces con Conciencia y estructura? Es cierto, siempre es posible leer una parte del
libro, y la división interna habilita (y en cierta medida autoriza) esa operación. Pero no
102
Primer libro de Masotta dedicado por entero a la teoría psicoanalítica. Todos los libros posteriores de
Masotta se sitúan en el campo del psicoanálisis: Ensayos lacanianos (Barcelona, Anagrama, 1976),
Lecciones de introducción al psicoanálisis (Barcelona, Granica, 1977), y los póstumos El modelo
pulsional (Buenos Aires, Altazor, 1980) y Lecturas del psicoanálisis: Freud, Lacan (Buenos Aires,
Paidós, 1992).
103
Una totalización semejante se pone en juego cada vez que se afirma que Masotta fue "esencialmente
crítico", o "esencialmente psicoanalista", y que las otras prácticas intelectuales en las que incursionó no
fueron sino "apéndices" de aquella considerada fimdamental. Algo semejante intenta articular Guillermo
Saccomanno en su artículo "6 intentos de escribir sobre Oscar Masotta" cuando, con motivo de la
reedición del único texto ficcional publicado por Masotta ("Los muertos", reeditado en revista El río sin
orillas, n° 3) propone pensar a Masotta esencialmente como "escritor", y afirma el carácter supuestamente
subversivo de dicha propuesta: "Soy consciente de que plantear «Masotta escritor» puede ir contra los
intereses de quienes pretenden reducirlo al calnpito de estudios lacanianos" (Suplemento Radar Libros,
10/01/20 10, año XIII, n° 699, pág. 25). Es evidente que Saccomanno incurre en un reduccionismo al
menos tan grande como el que pretende combatir.
menos cierto es que se trata de un libro y que, incluso en una primera lectura, resulta
ni en el orden en que están dispuestas, ni en sus contenidos, con las tres "etapas" antes
mientras que la primera sección del libro ("Filosofia y Psicoanálisis") reúne sus
primeras incursiones en la teoría de Jacques Lacan' °4 (esto es, los inicios del "tercer
existencialismo sartreano (es decir, correspondientes a los inicios del "primer Masotta").
Otro tanto sucede con las fechas originales de publicación de los ensayos: si
bien al interior de cada una de las secciones se respeta en general —aunque no siempre-
relación de los ensayos de cada una de las secciones con los de las otras (los dos
manera que, si prestamos un poco de atención a las fechas (y no es casual que el libro
En realidad, en los años que van de 1965 a 1968, no es posible hablar de una evolución
104
Me refiero a "La fenomenología de Sartre y un trabajo de Daniel Lagache" (1959) ensayo en el que
Masotta, en una extensa nota, hace referencia por primera vez (en su obra y probablemente en una
publicación en Argentina) al "recelado Jacques Lacan", demostrando estar al tanto de los pormenores de
la "crisis interna" del campo psicoanalítico en Francia; y a "Jacques Lacan o el inconsciente en los
fundamentos de la filosofia" (primer trabajo de Masotta focalizado en Lacan, leído en el Instituto Pichón
Rivire de Psiquiatría Social el 12 de marzo de 1964 y publicado luego en la revista marxista Pasado y
Presente, n° 9, abril-septiembre de 1965).
Di a4llí;l(Y;- I&3
100 %(JiJ'&j) DI, FLOOFiÁ V LÁTRAS
14r*4, R de tcs
lineal por parte de Masotta, sino de una superposición irreductible de discursos y
que permite desplegar una serie de interrogantes acerca de las conexiones y contagios
producción de Masotta? 105 ¿Qué implica, para la historia de la crítica literaria argentina,
105
Un intento de abordar esta cuestión puede leerse en el libro de Hernán Scholten, Oscar Masotta y la
fenomenología. Un problema en la historia del psicoanálisis, Buenos Aires, AtuellAnáfora, 2001. El libro
de Scholten tiene el mérito de mostrar hasta qué punto las explicaciones del controvertido "pasaje"
masottiano desde el existencialismo sartreano al lacanismo están determinadas por lecturas "presentistas",
que buscan "presentar una versión de los acontecimientos pasados a los que se juzga a partir de las
circunstancias actuales, descuidando sus características propias, la lógica particular en la que están
insertos y que conciben el transcurso de los acontecimientos históricos a partir de una necesidad de que
ellos desemboquen en el presente, de su inherente necesidad de llegar al estado de cosas actual" (Scholten
2001: 16).
El ejemplo "más sagaz y elaborado" de estas lecturas, de acuerdo a Scholten, lo constituirían los trabajos
del "historiador oficial" de Masotta dentro del campo psicoanalítico, Germán García, quien leería la
producción masottiana anterior a 1960 apenas como un prolegómeno cuyo único valor sería el de
anticipar, por momentos, el posterior giro de Masotta hacia Lacan. Así ocurre por ejemplo en la lectura
más difundida que se hace desde el campo psicoanalítico de un ensayo como "La fenomenología de
Sartre y un trabajo de Daniel Lagache", en el que, tomando como base la extensa nota al pie en la que
Masotta hace referencia a Lacan, se lee o prefigura un "Masotta lacaniano", obviando para ello el texto
principal, de tono evidentemente sartreano, al cual se encuentra subordinada la nota en cuestión. Scholten
busca diferenciarse de esta línea de lecturas y así delimitar el espacio en el que su trabajo se inscribe:
"Si bien es cierto que el interés sobre la figura de Masotta puede ser retrospectivo —en el sentido de que es
posible pensar que quizás no hubiera llegado a ocupar el lugar en el que se lo sitúa en la historia de no
haber sido por su papel en la introducción del pensamiento de Lacan en Argentina— ello no debe, sin
embargo, llevar a menospreciar el valor de esta obra más temprana ni el recorrido que Masotta transita
hasta finales de la década del sesenta. Por eso se trata aquí ante todo de recuperar —evitando las miradas
«presentistas» que lo abordan buscando el futuro Masotta lacaniano— a ese Masotta que recibía el
impacto de la lectura de las obras de autores existencialistas franceses en la Argentina de la década del
cincuenta y principios del sesenta" (18).
Scholten limita su trabajo a los artículos de Masotta publicados entre los años 1953 y 1965 (es decir, los
textos anteriores al creciente interés de Masotta por el psicoanálisis lacaniano, del que podemos tomar
como fecha inicial "Jacques Lacan o el inconsciente en los fundamentos de la filosofia", leído en el
Instituto Pichón Riviére de Psiquiatría Social el 12 de marzo de 1964 y publicado luego en la revista
marxista Pasado y Presente, n° 9, abril-septiembre de 1965). Y se atiene, dentro del "pensamiento
fenomenológico" a la figura de Jean-Paul Sartre, de manera que su trabajo en definitiva se imita a un
comentario de la influencia de Sartre en los artículos del primer Masotta, o en todo caso a la recepción de
Sartre por parte de Masotta. Así, luego de apuntar que "es en los artículos agrupados en Conciencia y
estructura bajo el rótulo "Crítica y Literatura" donde es posible constatar más rápidamente el impacto de
la obra sartreana en sus escritos" 33), Scholten se limita a: 1) glosar los principales desarrollos del método
sartreano de análisis crítico de la obra literaria ("psicoanálisis existencial") tal como estos se exponen en
¿ Qué es la literatura? y El Ser y la Nada; 2) "constatar el impacto" de este marco teórico-estilístico en
tres de los ensayos reunidos por Masotta en Conciencia y estructura, a saber: "Leopoldo Lugones y Juan
Carlos Ghiano: antimercantiistas", "Ricardo Rojas y el espíritu puro" y "Explicación de Un Dios
cotidiano". El mismo procedimiento se repite con la glosa de las ideas rectoras de San Genet, comediante
y mártir de Sartre y posterior constatación del impacto indudable de estas en Sexo y traición en Roberto
101
el hecho de que una de sus figuras emblemáticas de fines de los 50 y comienzos de los
teórico-práctica?
4. El sujeto en cuestión
Con respecto a estos interrogantes, las respuestas habituales parecen haber sido,
los críticos literarios escriben sobre el "Masotta crítico literario"; los historiadores del
arte sobre el "Masotta del Di Tella"; los psicoanalistas sobre el "Masotta lacaniano"), o
intelectual", o como "figura de época". Pero, más allá de este nivel de generalidad, y sin
problemática que retorne y que permita pensar en una lógica conceptual que articule su
Ant, para establecer luego el mismo tipo de constatación entre la Crítica de la razón dialéctica sartreana
y la recensión de esta obra publicada por Masotta bajo el título "Destrucción y promoción del marxismo
contemporáneo". Este tipo de enfoque presenta varias limitaciones importantes. En primer lugar, la
simplificación que implica acotar a la obra de Sartre lo que en el título del libro se enuncia como "la
fenomenología". En segundo lugar que —aunque se declare lo contrario, al afinnar siguiendo a Hans R.
Jauss que la recepción (en este caso del existencialismo sartreano por Masotta) "no es un proceso pasivo
sino que implica todo un trabajo de selección y apropiación por parte del lector" (19)—, lo cierto es que el
tipo de análisis efectivamente realizado se limita a establecer las "fuentes" sartreanas de ciertos
conceptos, enunciados y procedimientos críticos masottianos (en palabras de Scholten, a "constatar el
impacto de la obra sartreana en sus escritos"). Por último, la limitación más grave del libro de Scholten
desde la perspectiva de nuestro trabajo, es que la problematización enunciada en el título mismo del libro
(Oscar Masotta y la fenomenología. Un problema en la historia del psicoanálisis) no tiene finalmente
lugar. La crítica a las lecturas que desde el campo psicoanalítico solo leen al "Masotta lacaniano"
desentendiéndose del "fenomenólogo" o "sartreano" permanece implícita, o debe leerse en el hecho de
que Scholten haya dedicado su libro a esa etapa. Pero en realidad se limita a eso y no formula ninguna
hipótesis sobre los efectos del "Masotta fenomenólogo" en el "Masotta lacaniano" o sobre las razones
presentes en el primero para el pasaje al segundo.
102
desplazamientos de Masotta (de Sartre y la literatura al Di Tella y los happenings, de
revista LENGUAjes 106 proponía una hipótesis que resultará sumamente productiva para
,
nosotros, y destacaba que, más allá de "la amplia variedad de sus intereses" teóricos y
abandonó nunca a Masotta" (Verón 1974: 108-109). Así, contra las interpretaciones más
poco común:
El problema no es, por cierto, tan fácil, la tensión entre una "actitud"
fenomenológica (sobre todo a nivel discursivo) y una problemática
crecientemente influida por el estructuralismo, se mantiene a todo lo largo
de los trabajos reunidos en Conciencia y estructura. Por eso pienso que el
pasaje de Masotta a la profundización de la teoría lacaniana obedece
claramente a una necesidad interna de su evolución: es sólo en Lacan, a mi
juicio, donde Masotta encuentra las condiciones necesarias de una teoría que
da cuenta de la conciencia, en el sentido fenomenológico del término,
mostrando la absoluta no coincidencia entre el sujeto y la significación
(1974: 109; subrayado en el original).
También contra las versiones que plantean a Masotta como un mero "imitador"
de Lacan (como antes lo habría sido de Sartre y Merleau-Ponty) Verón establece una
106La revista LENGUAJes. Revista de lingüística y semiología (Buenos Aires, 4 números publicados entre
1974 y 1980) fue una publicación de la Asociación Argentina de Semiótica. Su Comité Editorial estaba
integrado por Juan Carlos Indart, Oscar Steimberg, Oscar Traversa y Eliseo Verón.
103
Curiosamente, en este punto de su evolución, los esfuerzos "miméticos" que
el mismo Masotta señalara (escribir como Sartre o como Merleau-Ponty)
han desaparecido por completo: Masotta trabaja sobre el pensamiento
lacaniano, bajo la forma de un discurso que no es, en modo alguno
lacaniano. Lo que tal vez marque el encuentro teórico de Masotta consigo
mismo, a través de Lacan. Nada de esto es anecdótico: la coherencia y la
continuidad de la reflexión de Masotta son cosas poco comunes en nuestro
medio cultural. Lo que quiero decir es que indican una producción teórica
que adquiere su autonomía en el seno mismo del proceso de la reflexión: el
existencialismo sartreano proporciona un punto de partida; la inspiración
levi-straussiana le sirve de instrumento para tomar distancia de la
problemática inicial y cuestionar su origen; en la tensión (irreductible) de
estos dos momentos, Masotta accede a la teoría lacaniana y este acceso
merece plenamente el nombre de encuentro. Masotta llega a Lacan, no lo
"recibe" por moda [ ... ] (1974: 109-110; subrayado en el original).
focalización temática en el sujeto de la escritura: se trate del autor de los libros que
comenta en sus ensayos de crítica literaria, como ya señalamos; o bien de sí mismo (en
sus prólogos, en su ensayo "Roberto Ant, yo mismo", como veremos más adelante). De
una u otra forma, Masotta hace del sujeto su tema, y se detiene específicamente en el
preocupaciones teóricas, o a nivel temático en sus textos, sino también en las diversas
prácticas en las que Masotta incursionó, puede precisarse aun más: se trata, en todos los
otro(s) 108. Sea en la crítica literaria entendida como un juicio o proceso al autor de la
107
Oscar Steimberg ha desarrollado esta idea: "Es como si el sujeto Masotta se empeflara en tomar la
escena, en pararse delante de sus textos. Y yo creo que para considerar esa insistencia no habría que dejar
de considerar el peso de algunas asunciones, de algunas peticiones de principio que permanecen a partir
de su periodo sartreano [...].
Es como si esa individuación reiterara o replicara la que aparecía en sus
trabajos cuando pasaba de una discusión sobre géneros artísticos, sobre lenguajes del arte o sobre estilos
de época al productor, a la figura o los efectos de una figura de productor. En algún momento siempre
aparecía esa focalización del sujeto. Pero además, dentro de esa focalización aparecía otra: la de la
relación del individuo con su trabajo, con los modos y los espacios de su trabajo" (Steimberg 2000: 109).
108
Para un análisis minucioso de lo que se pone en juego en este tipo de escenas, en las que un sujeto "da
cuenta de sí" ante otro(s), o ante "sí mismo como otro" (según una expresión de Paul Ricoeur 1996),
104
obra; o los happenings en los que Masotta participó o por los que se interesó, que en
muchos casos suponían una exhibición —incluso violenta— de uno o unos sujetos ante
Martín y Benasar. Dar cuenta de sí sería entonces uno de los problemas teóricos, uno
Por otra parte, existe otro movimiento, u otro gesto, que también se repite, más
reservas del caso, partir de una anécdota relatada por su amigo de juventud y singular
imaginaria, para nominar este gesto que llamaremos, siguiendo a Correas, "el hombre
que se va". Relata Correas en su ensayo biográfico que Masotta y él solían ir juntos al
que denomina "el hombre que se va". Se trataba de "personajes que, venidos de alguna
recomponían jerarquías y eran amados por una bella mujer y que, una vez concluida su
especie de misión, se iban, solos, dejando tras de sí la bella obra cumplida y a la bella
desde una perspectiva que sigue, si bien críticamente, los desarrollos del Nietzsche de La genealogía de
la moral (Nietzsche 1971) y del último Foucault (Foucault 1986; 2001) véase Judith Butier 2009.
109
Volveremos sobre este argumento en los puntos 5 y 6 de este capitulo.
105
mujer" (Correas 1991: 24). Esta secuencia mítica constituiría, según Correas, el
mítica" (una escena fantasmática, diría el psicoanálisis) que al mismo tiempo que
caracteriza a Masotta parecería conectarlo con un rasgo propio de su época (tal vez de
absolutamente alejada de Masotta en todo sentido, aunque compartió con él esta misma
No se nos escapa todo lo que de aventurado puede haber en plantear una lectura
(siquiera como hipótesis o como excuso) de Walsh con Masotta, pero al mismo tiempo
caracterizar una pasión común a actores culturales tan alejados como los que Walsh y
obras más disímiles, al menos en apariencia, que las de Rodolfo Walsh y Oscar.
"° En el mismo sentido se orienta nuestra lectura conjunta de algunas operaciones críticas comunes a los
segmentos populistas y cientificistas de la revista Los Libros en el Capítulo III.
106
Masotta111 . El primero encama, para muchos, el paradigma del escritor comprometido,
modernizador para unos, frívolo seguidor de las modas teóricas para otros— marcó la
Contorno y por la experimentación con las artes plásticas y los medios de comunicación
detenimiento, no son pocas las circunstancias que los aproximan. En primer lugar, las
Pero, más secreta y profundamente, los aproxima un rasgo de estilo compartido: se trata
otra vez los aleja del propio territorio y los arroja a la contingencia de un periplo cuyas
111 Hemos publicado una primera versión de esta lectura conjunta de Walsh con Masotta en Peller 2007, y
luego hemos vuelvo a hacer referencia a la misma en "Las marcas de Masotta", prólogo a la reciente
reedición de Conciencia y estructura (Peller 2010). La comparación suscitó el irritado comentario de Luis
Gusman en una reseña del libro publicada en Ñ, suplemento cultural del diario Clarín: "Esta reedición de
Conciencia y estructura está prologada por Diego Peller, quien llevado por cierta moda de la época
utiliza el nombre de Walsh como si fuera un significante flotante que funciona de manera binaria,
complementaria, con nombres tan disímiles como O. Lamborghini o Masotta, lo cual produce una
contigüidad desopilante. Esta manera de leer llevado por el demonio de la analogía [...]" (Gusman 2010).
Es probable que, al referirse a Osvaldo Lamborghini, Gusman esté aludiendo al trabajo de Fermín
Rodríguez "Escribir afuera: literatura y política en Walsh y Lamborghini (Para una lectura de Tadeys)"
(Rodríguez 2008), ensayo publicado en un volumen crítico colectivo dedicado al autor de El ford, del
que también Gusman participó (véase al respecto Capítulo V, sección 2). Sin embargo, Rodríguez no es el
primero en dejarse llevar por el "demonio de la analogía" y la "moda de la época": ya antes Sergio
Chejfec (2005), Ariel Schettini (2005) y más tempranamente Adriana Astutti (1988: 82) habían
establecido una productiva comparación entre Walsh y Lamborghini. En el caso de la comparación
Masotta / Walsh, no tengo noticia de que alguien la haya formulado previamente. En todo caso, si nos
atenemos al lugar desde el cual Gusman escribe su artículo y enuncia su crítica ("Como amigo, como
lector de Masotta, como parte de esa generación..." [Gusman 2010]), que es mismo lugar desde el que
enuncia su semblanza de Lamborghini en su colaboración al volumen mencionado (como amigo íntimo,
compañero generacional [Gusman 2008]) podemos concluir que el principal motivo del rechazo que le
producen estas "nuevas lecturas", que proponen conexiones inesperadas ("desopilantes") entre figuras
percibidas como disímiles, es el escándalo o la reacción ante la mezcla de aquello que no debería ser
mezclado, la puesta en relación de aquello que debería permanecer separado, la puesta en suspenso de la
moral de toda una época.
107
"secuencia mítica" que, según Correas, regiría los desplazamientos de Masotta. Walsh,
por su parte, afirma en una conocida reseña autobiográfica: "En 1964 decidí que de
todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía.
Pero no veo en eso una determinación mística. En realidad, he sido traído y llevado por
los tiempos; podría haber sido cualquier cosa, aun ahora hay momentos en que me
siento disponible para cualquier aventura, para empezar de nuevo, como tantas veces"
(1996: 12-13). Por otra parte, los testimonios señalan que Walsh, en los últimos meses
de su vida, estaba poniendo fin a un cuento titulado "Juan se iba por el río", sobre un
hombre que hacia 1880 habría conseguido cruzar el Río de la Plata a caballo, durante
mítica" es la misma: marcharse, dejar una marca y luego partir hacia nuevos territorios,
volverse otro. Y quizás pueda hallarse en este gesto compartido una clave de lectura de
aquellos años. Porque si los años que van desde los 60 hasta los 70 han sido pensados
como ese momento en que se volvió imposible sostener la tensión entre estas dos
relativa" de las prácticas cúlturales, lo cierto es que el doble gesto antes mencionado
112
El cuento "Juan se iba por el río" fue secuestrado por los militares, después de su asesinato, junto con
otros papeles de Walsh, y hasta el momento no se han recuperado. El testimonio pertenece a Lilia
Ferreyra, su compañera en ese momento: "Al fmal del cuento, Juan que ha evocado su pasado, su historia
y la historia de su país, sentado en un banquito frente al río comienza a desprenderse de todo el pasado.
Mira hacia la Colonia, del otro lado del río, adonde él quiere llegar. Una tarde las aguas se retiran y el río
se seca. Juan monta su caballo y empieza a cruzarlo. Arriba los pájaros vuelan en redondo sobre los peces
muertos. Cuando en el horizonte se hace [sic.] cada vez más nítidas las casitas de la Colonia, las aguas
retoman; las patas del caballo empiezan a enterrarse en el fango; su tranco es chapoteo. El río crece
oponiéndose cada vez más al avance del hombre y su caballo" (citado en Jozami 374).
108
peronismo de 1955 hasta su participación en Montoneros, como el alejamiento de
militante.
1959, dirigirá el semanario de la CGT de los Argentinos entre 1968 y 1969, organizará
Informativa. Masotta, por su parte, propondrá una lectura crítica renovadora con Sexo y
Freudianos.
En realidad, tanto Walsh como Masotta comienzan estableciendo una relación bastante
otro. 113 Luego, ambos rompen con la escritura tal como venían practicándola, hasta
llegar al quiebre definitivo, que puede situarse a mediados de la década del 60, en dos
de los textos más intensos de esos afios: el "Prólogo" de Walsh a la segunda edición de
textos que, justamente, pueden servimos para trazar la frontera entre los 60 y los 70.
113
Walsh publica en 1953 Variaciones en rojo, un libro de relatos en la tradición del policial de enigma
clásico, por el cual obtendrá el premio municipal de la Ciudad de Buenos Aires, mientras trabaja como
corrector de pruebas, traductor y antólogo para la editorial Hachette. Masotta, por su parte, escribe como
vimos ensayos de crítica literaria "existencialista" para las revistas Contorno, Centro, RUBA.
11011
El relato que construye Walsh en su "Prólogo" (el joven escritor que está jugando al
fuerzas de Valle y las del gobierno) posee todos los elementos de un clásico argumento
borgiano (incluyendo el momento crucial del encuentro violento con esos "otros" —el
conscripto que agoniza al otro lado de la persiana; el hombre que seis meses después le
cuenta que "hay un fusilado que vive"— a partir de los cuales el narrador sabrá para
siempre quién es). Walsh escribe un imposible cuento peronista borgiano, en el cual
narra las circunstancias por las que él ya nunca podrá aspirar a ser un escritor como
Borges.
Masotta, autor del libro, oficia de presentador. Y no solo eso: Masotta prácticamente no
habla de la obra de Ant, tampoco comenta los argumentos de Sexo y traición. ¿De qué
habla, entonces? De sí mismo. Masotta practica, pues, siguiendo a Sartre, quien acababa
que narra el recorrido intelectual y biográfico por el cual se aleja del existencialismo y
114
Se analiza en detalle "Roberto Ant, yo mismo" en el punto 6 de este capítulo.
110
escritos más incómodos e inclasificables, pero también más representativos, de los afios
publicación de Los oficios terrestres (1965) y Un kilo de oro (1967) Walsh deja de lado
"Carta abierta" a la Junta Militar, vuelve a firmarla como escritor. Para aquellos
este detalle resulta fundamental. Daniel Link, por ejemplo, vuelve sobre este punto en
su libro Clases: "[ ... } la firma, en este caso, es de una importancia decisiva. Rodolfo
Walsh era un militante, pero no es en carácter de tal que firma la « Carta». Habiendo
Walsh se reconoce a sí mismo por su relación con la escritura." (Link 2005: 273-274;
este detalle: "La Carta ha quedado como su testamento, testimonio de su opción final
115
Si el 'Prólogo" de Walsh de 1964 y el "Roberto Ant, yo mismo" de Masotta de 1965 (publicado en
1968) pueden utilizarse para marcar el corte entre los 60y los 70, textos como la "Carta abierta" de
Walsh de 1977 y el "Comentario" de Masotta de 1975 (publicado en 1976) pueden considerarse
momentos de clausura de la época.
116
1969 publica ¿Quién mató a Rosendo?, su tercer libro testimonial, luego de Operación Masacre y
Caso Satanowsky (que se publicó por primera vez en formato de libro en 1972).
111
documento" (Gamerro 2006: 47-61; subrayado en el original). Por último, Ricardo
Piglia, en la nota que agregó en 2006 a la reedición del reportaje que le realizara a
Walsh en 1970, vuelve una vez más sobre el asunto. Señala el retomo de este detalle
crucial a partir de un testimonio reciente de Patricia Walsh, quien afirmar recordar que
en los originales de la Carta el título no decía "de un escritor"; sino simplemente "Carta
abierta a la Junta Militar" 7 Comenta Piglia: "Hay una cuestión clave en la palabra
escritor que sobra (o que falta), una cuestión presente en toda la historia de la cultura
argentina y que la obra de Walsh lleva al límite" (Piglia 2006: 72-73; subrayado en el
en la "Carta abierta", ¿qué quiere decir firmar algo "como escritor"? ¿Es seguro que
podamos establecer con cierto grado de exactitud las condiciones en las que un "acto de
escritura" semejante podría llevarse a cabo con éxito? La pregunta abre una serie de
problemas complejos. Sin embargo, en las lecturas de Link, Gamerro y Piglia todo
parecería indicar que fuera posible decidir sin más "ahora firmo como escritor", "ahora
Link, Gamerro, y tantos otros que han leído la "Carta" como literatura "8. Sin embargo,
117
Piglia cita como fuente del testimonio de Patricia Walsh a Arrosagaray, Enrique. Rodolfo Walsh, de
dramaturgo a guerrillero. Buenos Aires: Catálogos, 2006, pág. 241. El testimonio de la hija de Walsh
contradice el de Lilia Ferreyra, su compañera en ese momento: "Rodolfo era un militante revolucionario
pero elige escribir la carta desde su lugar como intelectual y con su propia identidad [y no como
integrante de Montoneros, DP]. «Vuelvo a ser Rodolfo Walsh», dice. Y titula Carta de un escritor a la
Junta Militar" (Lilia Ferreyra 1999; citado en Jozami 2006: 374; subrayado en el original).
118
Roberto Ferro también lee la Carta situándola en el impreciso "territorio" de la literatura: "Desde la
edición de 1984, la primera luego de diez años en los que Operación Masacre estuvo censurada, se
agrega su «Carta abierta de un escritor a la Junta Militar», que Rodolfo Walsh estaba repartiendo el día en
que fuera sorprendido y asesinado por una patrulla militar, el texto permanece abierto más allá de la vida
de su autor [,no es este un atributo de todo texto, literario o no?, DP]; su vigencia excede la denuncia de
cada caso en particular, la pluralidad de sentidos que propone, su continua diseminación, su perpetuo
desborde [por el contrario, y de acuerdo a su carácter de intervención y denuncia específica, toda la
intensidad de la Carta parecería estar cifrada en su precisión, en su concisión, en su economía de
recursos, DPI exigen reconocer que su genealogía está íntimamente ligada al inasible territorio de la
palabra literaria" (Ferro 1999: 142).
112
ellos no dudan en afirmar que habría elementos en la "Carta" que defmirian su
(Gamerro 2006: 55) que esta habría incrementado su eficacia política. Una concepción
ambivalente de la literatura: por un lado, ella sería más que la "mera" denuncia política;
pero por otra parte ese plus fmalmente retorna, es recuperado por la lógica política —es
por no ser meramente una denuncia que la "Carta" terminaría supuestamente siendo
"más eficaz" en términos políticos—. 119 Estas lecturas, como vemos, reivindican por un
lado la literaturidadde la "Carta" pero en verdad piensan a la literatura como una forma
literatura sería otro camino —indirecto, mediato, si se quiere más "sutil"— para lograr
idénticos fines. Siguiendo esta lógica que opone medios y fines, forma y contenido,
afirma Piglia: "Esa carta funciona como funciona por el estilo en el que está escrita,
porque es un gran escritor el que escribe esa carta. No se trata solamente del contenido
119
Walter Benjamin, en su clásico ensayo "El autor como productor", denunció como falso todo intento
de pensar por separado "tendencia política correcta" y "calidad estética" en una obra, es decir, como dos
elementos de los cuales podría darse uno sin el otro (ser "de derecha" pero "escribir bien"; tener una
posición política revolucionaria pero "escribir mal") o, en los casos de mayor fortuna, los dos juntos
(sería el caso de la Carta de Walsh en las lecturas que estamos reseñando). Benjamin caracteriza esta
forma errónea de plantear el debate en los siguientes términos: "... no se ha librado del aburrido «por una
parte, por otra parte»; por una parte ha de exigirse de la ejecución del poeta la tendencia correcta, y por
otra parte se está en el derecho de esperar calidad de dicha ejecución. Esta fórmula es, desde luego,
insatisfactoria en tanto no nos percatemos de cuál es la interconexión que existe entre ambos factores,
calidad y tendencia". La solución que propone Benjamin es la siguiente: en la medida en que la tendencia
política de una obra se define por su tendencia literaria (esto es, que su posición política no se juega en el
terreno de sus "simpatías" declaradas y representadas en el texto, sino en su modo de intervenir y situarse
en relación al estado de la técnica literaria en su momento de producción), es decir, en la medida en que
"la tendencia política correcta incluye una tendencia literaria", por lo mismo se deduce que "la tendencia
política correcta de una obra incluye su calidad literaria", y por lo tanto "una obra que presente la
tendencia correcta, debe necesariamente presentar cualquier otra calidad" (en defmitiva: no es posible que
no obra tenga la tendencia política —es decir: política literaria— correcta y no esté "bien escrita", ya que lo
"bien escrito" no es un plus que se agregue después, sino que se define en relación a cada instancia de la
historia de la técnica literaria, entendida como un campo de batalla político (Benjamin 1998: 117-120). El
contrasentido que Benjamin designa con la fórmula "por una parte, por otra parte", se puede leer de
manera ejemplar en el final de la "Presentación de Les Temps Modernes" de Jean-Paul Sartre: "Hacemos
un llamamiento a todas las buenas voluntades; serán aceptados [y publicados en la revista, DP] todos los
manuscritos, vengan de donde vengan, siempre que se inspiren en preocupaciones análogas a las nuestras
y que tengan, además, un valor literario [subraya DP]. Recuerdo, en efecto, que, en la «literatura
comprometida», el compromiso no debe, en modo alguno, inducir a que se olvide la literatura [subrayado
en el original] y que nuestra fmalidad debe estribar tanto en servir a la literatura infundiéndole una sangre
nueva como en servir a la colectividad tratando de darle la literatura que le conviene" (Sartre 2008: 26).
113
13
"racionalidad estratégica" (consciente o no, eso poco importa) de sus objetos de estudio.
del psicoanálisis argentino en Europa, tal como puede leerse en el "Comentario para la
Aires". Los críticos literarios que se han ocupado de Walsh han entendido que era
naturalidad delimitar como objeto de los estudios literarios los textos del "joven
Masotta" —el de Sexo y traición en Roberto Ant y los ensayos de crítica literaria
crítica literaria, pero su abandono en pos del psicoanálisis no? ¿Podemos negar que ha
psicoanálisis no menos íntima que la que existió entre literatura y política? O, para
120
Testimonio oral de Ricardo Piglia en el documental P4R+. Operación Walsh. Guión y Dirección:
Gustavo Gordillo.
114
que tuvo lugar en tomo a revistas como Los Libros y Literal y a autores como Masotta,
argentina que las de la "Carta" de Walsh. En 1974, Masotta, junto a otros, funda la
lee un texto no menos incómodo e inclasificable que aquel con el que había presentado
su libro sobre Arlt diez años atrás. Se pregunta, ante su auditorio de psicoanalistas
retórica, tras afirmar que "la particularidad no resta fuerza a algunas anécdotas" (242)
121
¿La escena constituye una prueba del grado de desarrollo y autonomía alcanzados por el
psicoanálisis en la Argentina? ¿O, por el contrario, una muestra elocuente de la fascinación por las
modas teóricas extranjeras —y específicamente francesas— remante en Buenos Aires, descripta por
Masotta, en el texto que estamos considerando, como "una capital sobresofisticada, pero sin defensa
contra la entrada masiva de información" (Masotta 1976: 241)? Un amigo de Masotta recuerda la
siguiente escena: se encuentra con él en 1974 en el bar Tolón de Coronel Díaz y Santa Fe. Masotta le
dice: "Voy a escribirle a Jacques Lacan para decirle que he decidido fundar con otros aquí en Buenos
Aires una Escuela Freudiana". El amigo responde: "Pero Oscar, vos sos toda una personalidad para
nuestra cultura e incluso ya para el psicoanálisis, no necesitás pedirle permiso a nadie para fundar lo
que quieras fundar", a lo que Masotta contesta, concluyendo la charla: "Vos no entendés, yo le
escribo a Jacques Lacan para avisarle que lo voy a hacer. Es lo que corresponde". Nuevamente, entre
"pedirle permiso" y "avisarle que lo voy a hacer", se trama un interminable debate acerca del
verdadero valor de Masotta, y del sentido de su herencia para la historia del psicoanálisis en la
Argentina. (La anécdota es narrada por Carlos Quiroga, en revista Imago, niimero especial de
homenaje a la Escuela Freudiana en el 250 aniversario de su fundación por Oscar Masotta, n° 30,
junio de 1999, pág. 26).
115
conformación del mundillo psicoanalítico en la Argentina; sobre Enrique Pichón
Riviére (su "maestro") y su afición desmedida al alcohol; sobre los grupos de estudio
privados —y, por supuesto, pagos— de esos años. ¿Nos basta con esta opción por la
texto de Masotta podría ser leído "como literatura"? Es curioso, pero mientras Masotta,
fuerza a algunas anécdotas"; Walsh, en las páginas de ¿Quién mató a Rosendo? (1969),
historia particular de militantes obreros como Domingo "el Griego" Blajaquis, Juan
Zalazar y Raimundo Villaflor ("Para los diarios, para la policía, para los jueces, esta
gente no tiene historia, tiene prontuario; no los conocen los escritores ni los poetas; la
justicia y el honor que se les debe no cabe en estas líneas" [Walsh 1969: 7]), pero más
en un texto repleto de índices de desocupación, caída del salario real y otras cifras: "En
cuanto a vencedores y vencidos, más que las anécdotas interesan las estadísticas. { ...1
1969: 152-153; el subrayado es mío). ¿"Más que las anécdotas interesan las
estadísticas"? ¿Es posible afirmar algo así sin situarse por fuera de la literatura? ¿Es
una obviedad a esta altura indiscutible que textos como ¿Quién mató a Rosendo? o la
¿Acaso porque Walsh escribe "bien" y Masotta escribe "mal"? Preguntas anecdóticas,
después de todo. Pero acaso, a modo de ejercicio, podríamos forzarnos, obligarnos, por
pertenencia. Después de todo, ¿no podría pensarse que detrás de la "inflación literaria"
116
eficacia política de la literatura? ¿Y detrás de la decisión de no-leer al Masotta
un avatar tan íntimo —en todo caso no menos "propio"— de la literatura argentina de esos
prologada" a la ficción del grupo de escritores que hacían la revista Literal (1973-1977).
Esta afirmación partía del hecho de que tanto Elfiord (1969) de Osvaldo Lamborghini,
prólogo de Ricardo Piglia en el segundo. Pero más allá de este hecho puntual, lo que
Avellaneda quería señalar era lo que él percibía como una contradicción en el programa
estético del grupo, que si por un lado apostaba a la ininteligibilidad, por el otro no
ocupemos de Literal, en el Capítulo IV (en especial en el punto 3), pero nos interesa
señalar ahora que este rasgo (el uso —y para algunos el "abuso"— de prólogos y otros
de Literal sino que, antes de ellos, Masotta hizo de este tipo de textos un uso extendido
y muy singular.' 22 Masotta vuelve una y otra vez sobre sus escritos para prologarlos,
con cierta incomodidad y extrañeza, como si al volver sobre ellos ya lo hiciera desde
"otro lugar". Entre otras razones esto es efectivamente así porque, entre la escritura
122
En un sentido por completo diferente, también Rodolfo Walsh hizo un uso muy especial de "prólogos"
"introducciones", "provisorios epílogos", "epílogos" y "obligados apéndices" en las sucesivas ediciones
de Operación Masacre (todos estos "apéndices" están reunidos en la edición actual: Walsh 2001).
117
original de los textos (artículos, clases, etc.) y su publicación en libro, suele haber
transcurrido más tiempo del habitual, o bien ese tiempo parece tan cargado de
acontecimientos que se como si se extendiera. Así, entre la escritura de los ensayos que
integran Sexo y traición en Roberto Ant y la presentación del libro, en la que lee
"Roberto Ant, yo mismo", median ocho años (y ese es justamente uno de los temas de
"Roberto Arlt, yo mismo", explicar qué ha pasado en esos ocho años y por qué recién
ahora se publica este libro). Entre sus conferencias sobre el pop art dictadas en el Di
Tella en septiembre de 1965, y su publicación (El "pop-art", 1967) han pasado solo
dos, pero en el transcurso de esos dos años Masotta ha viajado dos veces a Nueva York,
donde ha podido tener "comercio directo" con las obras y los artistas. Mientras que las
autor sino con dos (y eso pese a que, en el primero de esos prólogos, Masotta había
las razones. Es por esto que yo creo que este material no exige prólogo alguno"). Lo
mismo ocurre, con variaciones, en todos sus libros, que Masotta mismo se encarga de
¿Cómo pensar esta "contingencia" editorial que se repite y lo obliga a volver una y
otra vez sobre sí? Sin dudas que debemos ver en la reiteración de este djfenir'23 el hiato
entre tiempo de la escritura / tiempo de la publicación un modo por el cual Masotta (no
123
D jferir en el doble sentido con que introduce y utiliza Jacques Derrida su neologismo d(fférance: por
un lado temporal (el diferir entendido como postergación, rodeo, reserva, etc.), y por el otro espacial
(como el ser diferente de A con respecto a B, pero al mismo tiempo como el proceso de producción de esa
diferencia/diferenciación). Véase Derrida 1994a: 37-62.
118
necesariamente de manera consciente o calculada) intensifica y lleva al extremo la
Hay en este gesto confesional y autocrítico una constante que retorna en la obra
masottiana más allá —o más acá— de las mutaciones teóricas, temáticas y estilísticas.
Masotta no ha dejado de volver sobre su obra y sobre sí, al punto que podemos afirmar
mismo' 25
En este sentido "Roberto Arlt, yo mismo" es el texto fundacional, por ser el que
inaugura la serie y por el extremo al que lleva esta torsión sobre sí (también porque, al
intensidad del gesto "retrospectivo" y la poca "materia" sobre la que puede volver)' 26
que proliferó en los años 70 (como se verá con mayor detenimiento en el Capítulo III
con respecto al sector más politizado de la revista Los Libros). Un rasgo singular —y,
muchos casos, la conclusión a la que llega es que en realidad sigue suscribiendo sus
art". Allí Masotta "confiesa" que, al momento de dictar sus conferencias sobre el pop
en 1965 no había tenido contacto directo con las obras que analizaba. Esto, por un lado,
124
Véase la crítica de Masotta a la integridad y a la concepción de sujeto pleno en Viñas, en Capítulo 1,
punto 3.
125
Ver al respecto el inteligente comentario de Silvia Schwarzbóck, en:
http://foroiberoideas.cervantesvirtual.comlresenias/data/76.pdf
126
Debido a su importancia, nos ocupamos específicamente de este texto en el punto 6 de este capítulo.
119
constituye una "falta" o una "incorrección" desde el punto de vista de los protocolos de
conferencias sobre obras que no ha visto en directo), y por otra parte remite a las
carencias materiales e institucionales con las que deben enfrentarse críticos, artista e
investigadores en los países periféricos. Sin embargo, agrega Masotta, esta "falta" pudo
ser remedada luego, en el intervalo que fue desde el dictado de las conferencias hasta su
Sin embargo, a esta primera confesión, Masotta superpone una segunda, no menos
escandalosa: el "comercio directo" con las obras "originales" (que Masotta refiere en
en nada sus ideas y sus juicios sobre ellas; por el contrario, no ha hecho más que
120
entre arte pop y surrealismo, sobre la base de una homología con la
diferencia entre la redundancia y la metáfora, debe ser mantenida. Lo mismo
las grandes correlaciones históricas entre surrealismo y psicoanálisis por un
lado, ypop y semántica por otro lado (Masotta 1967: 9-10).
desplegada en el libro lo volvía susceptible, a una que, sin dudas, estaba inscripta en el
octubre de ese año) al tiempo que les recomendaba invertir su imaginación en atenuar el
"tremendo flagelo" del hambre' 27 . Los ataques continuarían luego en la pluma de sus
dos viejos compañeros de los tiempos de Contorno, Juan José Sebreli y Carlos
Correas 128 .
127
Masotta responde a estas acusaciones en "Yo cometí un happening", en Happenings (1967). El
happening organizado por Masotta, bajo el título "Para inducir el espíritu de imagen" era en realidad un
"anti-happening", una crítica demoledora al género y a la "ideología aceptacionista" presente en muchas
experiencias estéticas de la época. Masotta pone en evidencia el sadismo presente en otros happenings
que había visto, extremándolo (luego se referiría a esa experiencia como "un acto de sadismo social
explicitado"). Contrata a un grupo de actores viejos, a los que somete a una serie de humillaciones y
maltratos frente al público. Mientras coordina todo el evento, Masotta informa al público de cuánto a
pagado a los actores (no mucho) por someterse a esta situación, y les recuerda que ellos a su vez han
pagado su entrada para presenciar este espectáculo de explotación.
128
El mítico libro de Carlos Correas Operación Mas otta (1991) oscila —y esa es una de las características
que lo vuelve interesante— entre la biografia, la autobiografia, el análisis de texto y el comentario
injurioso (sobre este libro y la relación entre Correas y Masotta veáse Djament 2010). Sebreli por su parte
se limita en gran medida al último de estos géneros en su semblanza "El joven Masotta" (compilada en
Izaguirre 1999: 67-77).
121
Masotta, por su parte, salía al cruce de estas acusaciones desde su prólogo,
los cambios ocurridos en el escenario político del país en ese transcurso de tiempo,
siente obligado a revisar algunos de los juicios emitidos en sus ensayos reunidos. Tres
122
son las rectificaciones: la primera se refiere su artículo sobre Viñas, del que le molesta
ahora "bastante de pose". Sin embargo, agrega, si su tono era "impuesto", las ideas del
ensayo "no eran del todo malas". La segunda rectificación afecta al entusiasmo
"Debo decir que yo no creo ya hoy que Polesello tenga algo que ver ni con la
vanguardia, ni con ninguno de los problemas verdaderos que el arte plantea hoy al
Palacio, Rodríguez Arias, Marta Minujín, en los que ve ahora "una cierta ideología
aceptacionista", y concluye: "Lo que ocurre es que hasta hace muy poco era posible
política. Algunos cambios históricos muy recientes han terminado por desbaratar las
la lectura de Jacques Lacan, un libro que reúne el resumen escrito de seis lecciones
sobre la teoría de Lacan dictadas en el Instituto Di Tella entre julio y agosto de 1969,
más otros dos artículos sobre psicoanálisis, Masotta vuelve a poner en escena una
123
He aquí un ejemplar raro de esa ave vulgar, lector. Todo aquí es diferencia.
Un autor sospechoso que escribe sobre temas de psicoanálisis sin ser un
psicoanalista, un libro escrito en el español del Río de la Plata y que no
intercambia casi una palabra en común con otros libros sobre el tema
escritos en el mismo español, un texto que repite y transforma el texto de un
autor europeo sin dejar de avisar al lector que ahí donde repite tal vez
traiciona y que ahí donde transforma no es sino porque quiere repetir
([1970] 2008: 23-24).
(ilegítimo, sospechado, en falta), desde el que se podía percibir algo del "aire de los
Estas humildes —hay que decirles así— páginas sobre Lacan están dedicadas
a quienes reconocen en el vértigo de ciertas modas la profunda verdad de
este período que parece abrirse ante nosotros, una verdadera etapa de
reorganización intelectual ({1970] 2008: 24).
performativa, recorre los textos de Masotta, muchos de las cuales pueden ser pensados
vanguardista como psicoanalítico del término). También en ese sentido "Roberto Arlt,
lectura semiológica de una fotografia familiar, performance) puede ser leído como un
124
En 1965 la editorial Jorge Álvarez publica Sexo y traición en Roberto Ant, un
pequeño libro que reunía dos ensayos escritos ocho años antes, entre 1957 y 1958, que
habían sido publicados previamente en revistas. 129 Oscar Masotta lee, el 12 de febrero
mismo" que pasaría a integrar, tres años después, la colección de ensayos Conciencia y
señalando, con un gesto reiterado como ya hemos visto, la contingencia (la demora) que
escritura):
Yo he escrito este libro [ ... ] hace ocho años atrás. Y cuando Álvarez me
invitó a que presentara yo mismo mi propio libro, me sentía ya lo
suficientemente alejado de él y pensé que podría hacerlo. Pensé en ese
tiempo transcurrido, esa distancia que tal vez me permitiría una cierta
objetividad para juzgar(me); pensé que el tiempo transcurrido había
convertido mi propio libro en un "extraño" para mí mismo. No era
totalmente así.
Pero en el hecho de tener que ser yo mismo quien ha de presentar mi propio
libro, hay una situación paradojal de la que debiera, al menos, sacar
provecho. En primer lugar podría preguntarme por lo ocurrido entre 1958 y
1965; o bien, y ya que fui yo quien escribió aquel libro, ¿qué ha pasado en
mí durante y a lo largo del transcurso de ese tiempo? (Masotta 2010: 224).
mismo. Con este giro inesperado "Roberto Arlt, yo mismo" busca incomodar,
125
escuchando. ¿Sobre qué estoy hablando? O bien: ¿de qué me estoy confesando? Pues
bien: de nada" [2251). Masotta rompe así abruptamente con las convenciones del muy
estereotipado généro "presentación de libro", un género más social que literario, como
Primera transgresión a las leyes del género: Masotta, quien tiene entonces sólo 35
años, no posee un título universitario, no ha publicado ningún libro antes y carece por lo
tanto del prestigio que pudiera justificar esa puesta en primer plano de su subjetividad,
Arlt, ni del autor Roberto Arlt; pero tampoco comenta en detalle los argumentos de Sexo
subrayado en el original). ¿De qué habla, entonces, Masotta, en este texto? De sí mismo,
130
También Daniel Link ha enfatizado el carácter transgresor y escandaloso del ensayo leído por Masotta
en la presentación de su libro: "Lo que Masotta hace es algo por completo escandaloso [ ... ] Bien mirado,
ese texto es paradigmático: [ ... ] tanto se aparta de las reglas sociales del decir, de la separación de los
lenguajes, de todos los lugares que la crítica imaginaba para sí en la década del sesenta, del sentido
común intelectual" (Link 2006: 90). Link también lee bajo el signo del exceso la amplitud de
preocupación masottianas: "El conjunto de preocupaciones de Masotta excede largamente [ ... ] los límites
de la crítica literaria, pero es este exceso el rasgo más característico de su posición intelectual y política
[ ... ]" (89).
126
Algunas lecturas sostienen, sin embargo, que en este texto, al hablar de él mismo,
Masotta estaría en realidad hablando de otra cosa. Piglia indica, en este sentido, que el
título "debe ser leído literalmente: Roberto Ant soy yo mismo, por lo tanto si hablo de
mí hablo de Roberto Ant" (2000: 120). Y los temas que Masotta elige para hablar de sí
mismo son efectivamente típicos temas aritianos (la locura, la preocupación por el
Masotta se interroga por las condiciones que hicieron posible su propia lectura de Arlt
ocho años antes' 31 . Lectura que -puntualiza- ahora no podría volver a hacer.
Link también se pregunta ",De qué habla Masotta en «Roberto Ant, yo mismo»?"
(2006: 90). Y coincide con Piglia al postular que cuando aparentemente Masotta está
de otra cosa:
131
En este sentido Judith Butier afirma: "Cuando el «yo» procura dar cuenta de sí mismo, puede
comenzar consigo, pero comprobará que ese ((SÍ mismo» ya está implicado en una temporalidad social
que excede sus propias capacidades narrativas; a decir verdad, cuando el «yo» procura dar cuenta de sí sin
dejar de incluir las condiciones de su emergencia, tiene que convertirse, por fuerza, en teórico social. La
razón de ello es que el «yo» no tiene una historia propia que no sea también la historia de una relación —o
un conjunto de relaciones- con una serie de normas" (2009: 19).
132
Sin dudas resuena, en la lectura que Link propone para "Roberto Arlt, yo mismo", el análisis de la obra
de Kafka en clave antipsicoanalítica llevado a cabo por Gilles Deleuze y Félix Guattari, principalmente en
el capítulo 2 ("Un Edipo demasiado grande") de su Kafka: por una literatura menor (1978), en el que
analizan la célebre Carta al padre. La lectura postulada por Deleuze y Guattari se aleja por completo de
las interpretaciones psicoanalíticas que ven en la Carta el testimonio dramático y desesperado de un
conflicto no resuelto en la relación de Kafka con la autoridad paterna. De lo que se trata en ese texto, por
el contrario, afirman Deleuze y Guattari, es de "Desterritorializar a Edipo en el mundo en lugar de
reterritorializarse en Edipo y en la familia. Pero para eso era necesario amplificar a Edipo hasta el
absurdo, hasta lo cómico [ ... ]" (20-21). Esta amplflcación cómica del Edipo produce un doble efecto: 1)
descubre, detrás y más allá del triángulo edípico familiar, otros triángulos más activos y políticos; 2) hace
aparecer la posibilidad de una línea de fuga, vinculada a un devenir-animal. (Una digresión sobre los
triángulos: en Kafka, sostienen Deleuze y Guattari, el triángulo familiar padre-madre-hj/o se
desterritorializa en otros triángulos (el triángulo político alemanes-checos-judíos es el ejemplo más
evidente). ¿Podría afirmarse que Masotta se desterritorializa de su propio triángulo familiar padre-madre-
hUo para reterritorializarse en el triángulo juvenil formado por Sebreli-Correas-Masotta? En todo caso,
127
Así, de acuerdo a las lecturas de Piglia y Link recién mencionadas, Masotta, bajo la
apariencia o más allá del gesto "confesional", lo que en verdad estaba poniendo en
Sartre, que acababa de ser publicada, era una suerte de psicoanálisis existencial-político
ambos textos se presentan como una despedida (en el caso de Masotta la despedida es
escritor de ficción, incluso del mismo Sartre, del que Masotta, con un gesto sartreano, se
resulta indudable que, cuando Masotta buscó una "salida" a su vez con respecto a este nuevo triángulo,
hubo de parte de los otros dos integrantes fuertes reclamos.)
128
{ ... ] en esto me parece que está el aire de Las palabras de Sartre que
acababa de salir en ese momento, y que marca totalmente el "Roberto Ant,
yo mismo" que es una especie de versión subdesarrollada, casi paródica de
Las palabras de Sartre, un sujeto que se ve a sí mismo como una especie de
farsante, síntesis, sinécdoque diríamos, de todas las alienaciones posibles, el
sujeto que escribe en el presente, Sartre, mira al Sartre del pasado, al niño
Sartre, y lo mira como mira al niño Flaubert, con distancia y desprecio. Lo
mira como el sujeto donde se concentran todas las representaciones y todos
los disfraces, es la familia, es la clase, es la sociedad la que se encama ahí.
Básicamente hay una distancia entre el sujeto que habla ahora y aquel sujeto
del pasado, ya no la distancia del saber, sino la distancia de la conversión.
Me costó años romper ese hechizo decía Sartre, convertirme en otro, en este
sujeto lúcido que ahora soy, digamos. Y Masotta hace lo mismo, yo dice
ahora miro a aquel que escribe este libro y me doy cuenta que este texto que
les estoy leyendo —"Roberto Ant, yo mismo"— es una despedida (2000:
123).
sólo en torno a la figura de su propio padre, ya que por un lado la ausencia del padre es
133
"La muerte de Jean-Baptiste fue el gran acontecimiento de mi vida: hizo que mi madre volviera a sus
cadenas y a mf me dio la libertad. Como dice la regla, ningún padre es bueno; no nos quejemos de los
hombres, sino del lazo de paternidad, que está podrido. ¡Qué bien está hacer hijos: pero qué iniquidad es
tenerlos! Si hubiera vivido, mi padre se habría echado encima de mf con todo su peso y me habría
aplastado. Afortunadamente, murió joven; [ ... ] dejé detrás de mí a un muerto joven que no tuvo el tiempo
de ser mi padre y que hoy podría ser mi hijo. ¿Fue un mal o un bien? No sé; pero acepto con gusto el
veredicto de un eminente psicoanalista: no tengo superyó" (Sartre 1964: 14-15; Subrayado en el original).
129
entusiasta giro de Masotta hacia la teoría psicoanalítica lacaniana en la que el "nombre
del padre" ocupa un lugar clave, por oposición a las teorías de Melanie Klein, centradas
Psicoanalítica Argentina). Sin embargo, más allá del padre como temática común, Las
lectura. Para ambos, leer (Sartre lee a Genet, a Baudelaire, a Flaubert, y a sí mismo;
Masotta lee a Arlt y a Masotta) es someter a juicio, abrir proceso contra la obra -
Pero no sólo a través de Las palabras Sartre está presente en el texto de Masotta. Es
preciso mencionar al menos otros dos libros del filósofo, crítico, y escritor francés:
Resulta interesante constatar, por un lado, que la cita sartreana elegida por Masotta
para encabezar su libro trata nuevamente de la cuestión del sujeto, y por otro, que si
130
bien Masotta comparte con los demás integrantes de Contorno la influencia sartreana,
otros parecen ser los textos que le sirven de referencia. Mientras una lectura de ¿ Qué es
en Contorno; en Masotta lo central parece ser la idea de una operación de lectura crítica
que toma la forma de una puesta en tela de juicio de la obra y su autor, considerados
una unidad dialéctica, como pudimos constatar no sólo en "Roberto Ant, yo mismo"
cotidiano", etc.
8. Autofiguraciones de la crítica
con lo colectivo, que "Roberto Ant, yo mismo" puede ser considerado "el mejor texto
mucho más preocupada por los avatares del sujeto singular que por su proyección sin
esto no debería sorprendemos, si tenemos en cuenta que Masotta en esos mismos años
Argentina. Podríamos entonces leer "Roberto Ant, yo mismo" de otra manera. Segin
esta otra lectura posible, no sería pese a —o al margen de— su carácter autobiográfico
que este texto de Masotta resulta característico de la crítica de los años de transición
134
Decimos "sin mediaciones" teniendo en cuenta la segunda y tercera de las características asignadas por
Deleuze y Guattari a las literaturas menores: en ellas, afirman, "[ ... ] todo es político [ ... ] su espacio
reducido hace que cada problema individual se conecte de inmediato con la política", y correlativamente
"[ ... ] todo adquiere un valor colectivo. [...] No hay sujeto, sólo hay dispositivos [agencements] colectivos
de enunciación" (29-31).
131
entre los 60 y 70. No es pese a este exceso autobiográfico que se sustenta en una obra
breve y fragmentaria que Masotta sería una figura crítica característica de los años
sesenta, sino precisamente por ese exceso del sujeto crítico sobre la obra. Según esta
operaciones críticas fundamentales aquellas a través de las cuales se llevaría a cabo una
como sujeto; pero además, por un movimiento "auto-reflexivo" propio del discurso
Si esto es así, sería preciso revisar toda una serie de trabajos sobre el campo
intelectual, y sobre los intelectuales críticos durante esos años, que definen al período en
los términos de una prioridad de "las ideas", o del "debate ideológico", por oposición a
1943-1973 que lleva por título precisamente La batalla de las ideas (2001), y también a
Nuestros años sesentas en las que Oscar Terán justifica su decisión de estudiar el
que efectivamente las ideas ocupaban entonces el lugar central: "[ ... ] no pocas veces me
135
Analizo con mayor detalle este libro de Sano en el Capítulo V, punto 3.
132
ha sorprendido la ambigua sensación de estar en rigor observando [...]
un conjunto de
ideas que se apoderaron de unos hombres y, al hacerlos creer lo que creyeron, los
Sin embargo, y volviendo a nuestra hipótesis, diremos que, no a pesar del alto grado de
de mayor pasión teórica, la crítica literaria y cultural de fmes de los 60 y los 70 puede
ser caracterizada también como una práctica y un discurso en el que la cuestión del
sujeto fue fundamental, y es que en los progresivos refinamientos del debate teórico y
político, una —si no la— pregunta clave fue siempre: ¿qué sujeto existe?, ¿y qué sujeto
revolucionario?' 36
Habría que procurar distinguir en este punto con claridad entre, por un lado, lo
que Terán y Sano definen como la importancia de las ideas en el período y, por otro, lo
que designo aquí como pasión teórica. En principio, parecería que el sujeto se
133
en todo caso de dos órdenes de (ideas / hombres) entre los que se establece un vínculo
del crítico teórico como aquel que hace de la puesta en cuestión de sí su rasgo de
identidad).
Quizás sea por eso que, como sucedió en el caso puntual de Oscar Masotta, pero
también de otros críticos emblemáticos de la pasión teórica del período, esa intensidad
literaria en sentido estricto, sino que por el contrario, la teoría, como un espectro, se
crítico se sitúa así muchas veces en el lugar de una carencia o de una precariedad de la
institución crítica y la "suple" con un gesto memorialista, en el que narra las peripecias
personales e intelectuales por las que pasó, por ejemplo, de Sartre a Lacan (es el caso de
Masotta).
crítica en los afíos 60 y 70 ha sido destacada repetidas veces; pero creemos que se ha
gesto "auto". Un discurso auto-crítico sería así, segúa una concepción aceptada hasta
137
Así, por ejemplo, Marcela Croce, en esta línea de razonamiento, afirma: "Cori Masotta, la crítica
argentina se reivindica metacrítica: se pone en crisis a sí misma mediante el recurso autobiográfico que
pone en crisis al sujeto crítico" (Croce 1999b: 224).
134
¿Pero no se trata acaso precisamente de lo contrario? ¿No podría afirmarse que a
través del recurso autobiográfico, del gesto "auto-" el sujeto crítico no se "pone en
Sí, me reconozco, ése soy yo: aquél que no cesa de ponerse-en-crisis a sí mismo,
135
CAPÍTULO III. MODERMZACIÓN TEÓRICA Y
RADICALIZACIÓN POLÍTICA EN LOS AÑOS (iOy 70. EL
PERIPLO EMBLEMATICO DE LOS LIBROS
1. Introducción
(1969-1976), que ocupó un lugar central en los debates sobre nuevas prácticas y teorías
críticas a fines de los sesentas y durante la primera mitad de los años setentas, y cuya
evidente continuidad entre esta publicación y su heredera directa Punto de Vista (1978-
2008) 138 . Los Libros se constituyó como un espacio heterogéneo, fracturado por una
aquellos que se inclinaban por una renuncia o abandono de esa especjficidad en favor
de una creciente politización. Sin embargo, una de las hipótesis iniciales que orientó
138
Sobre este punto véanse Capítulo 1, apartado 5; y Capítulo V, apartado 3. José Luis de Diego
argunienta que la revista Punto de Vista, en su primera etapa, retomó fundamentalmente la herencia del
programa original de Los Libros, "corrigiendo" así de alguna manera el posterior desvío híper-político de
esta publicación: "Punto de Vista se relaciona, desde los promotores de la publicación hasta el formato de
la misma, con Los Libros. Pero [...] Punto de Vista operará una profunda revisión de algunos de los
fundamentos que se sustentaban en el proyecto de Los Libros y protagonizará un segundo momento de la
modernización de la crítica que tendrá una vasta influencia en los años posteriores; así, puede afirmarse
que, aunque su formato inicial parece asociarse a la segunda etapa de Los Libros, Punto de Vista enlaza
sus operaciones críticas con las iniciadas en la primera etapa de la publicación de los 0 70. Este hecho no
deja de ser paradójico si tenemos en cuenta que quienes animan la nueva empresa son quienes dirigieron
Los Libros en su segunda etapa: Beatriz Sarlo, Carlos Altamirano, Ricardo Piglia" (De Diego 2003: 142;
subrayado en el original).
136
nuestra lectura fue la de que esas dos fuerzas en pugna tendrían, más allá de sus
evidentes diferencias (sobre todo en cuanto a los "contenidos" o "temas" que ocuparon
del crítico. Esta hipótesis nos permitió revisar críticamente la idea aceptada de que se
periplo trazado por Los Libros, se trabajará especialmente con los textos publicados por
los críticos que encarnaban el segmento más fuertemente renovador (los llamados
interpretación del período abarcado por los años 60 y 70 en Argentina por estudios ya
dichas décadas, como los de Oscar Terán (1991) y Silvia Sigal (1991). Dicha matriz
137
culturales y estéticos de diversa índole que tuvieron lugar en la época que nos ocupa. Es
por eso que, en la medida en que nuestra lectura de la revista Los Libros toma distancia
de dicho modelo —y por ende puede leerse como una crítica al mismo— en la primera
privilegiado en el que podría leerse la tensión entre los dos procesos mencionados, en la
medida en que si, por un lado, desde su inicio Los Libros se posicionó como un espacio
modernización); por el otro, con el correr de los números el perfil más directamente
del campo intelectual y literario, así como desde la historia social en un sentido amplio,
139
Es importante destacar que, aunque los trabajos que serán abordados en este punto tienen como objeto
de estudio privilegiado la década del sesenta, sus conclusiones han sido sumamente influyentes en la
caracterización de la década siguiente. Es posible que esto se deba no sólo al modo en que estos textos
fueron leídos y utilizados, sino también a su propia construcción argumentativa, ya que si bien estos
trabajos se centran en los 60, lo hacen en gran medida buscando en esa década las "razones" de lo
ocurrido en la siguiente.
138
problema de conceptualización) se presenta en la mayoría de los casos como un
presentan casi como naturales: aquel que va de 1955 a 1976. La delimitación del
período histórico constituido por estos veinte años, denominados a veces simplemente
como "década del sesenta", o como "décadas del sesenta y setenta", supone dos
acuerdos acerca de los cuales hay amplio consenso entre los investigadores.
marcadores del inicio y del fm del período, estos provendrán de la esfera política. Es
que la política, de acuerdo a la precisa fórmula acuñada por Oscar Terán para señalar un
rasgo característico de esos años, habría operado como "la región dadora de sentido" de
las demás prácticas. Este argumento ofrecía Terán para justificar el uso de
por el alto impacto que la política ha ejercido —y ejerce— sobre las otras esferas de la
"realidad" social, se trate de la vida cotidiana o, como es el caso que aquí nos ocupa, de
las prácticas culturales 140 ; a tal punto que resulta dificil, si no imposible, imaginar una
140
Un caso emblemático de esta alta permeabilidad de las prácticas y los espacios culturales a la política
es el de las universidades públicas argentinas, como ha sido sefialado por los historiadores que han
139
periodización cultural lo suficientemente autónoma como para soslayar ciertos
Es así que el segundo acuerdo entre los investigadores que han estudiado el
golpe militar del 24 de marzo de 1976, que puso fin a la presidencia de María Estela
contundencia tal que dificilmente podrían ser obviados al trazar un corte histórico' 41 . En
Argentina de José Luis Romero, por su parte, agrupa los veinte años en una sola
estudiado esta institución (véanse Halperin Donghi 2002, Suasnábar 2004 y Buchbinder 2005). Para una
perspectiva teórica sobre la cuestión de la autonomía incondicional de la universidad, véase Derrida 1997
y 2002. Me he ocupado de la condición altamente permeable a la política de la universidad pública
argentina en Peller 2007.
141
Poseen esa contundencia para nosotros, y la tuvieron para sus protagonistas, que tenían la percepción
de estar viviendo tiempos "calientes" en términos históricos. Al respecto, resulta iluminador el
señalamiento de Carlos Altamirano (2001: 73-94), cuando apunta que la primacía del concepto de
revolución como organizador de una cosmovisión y podríamos agregar de una "estructura de sentimiento"
en sentido williamsiano (Williams [1977]1980: 150-158) no fue patrimonio exclusivo de la izquierda,
como suele pensarse. Los nombres dados por la derecha más reaccionaria a sus sucesivos golpes de
estado ("Revolución Libertadora", "Revolución Argentina", "Proceso de Reorganización Nacional")
resultan elocuentes en este sentido.
140
Liliana de Riz, en el tomo 8 de la Historia Argentina de Editorial Paidós,
estos veinte años, pero se mantiene fiel al criterio de priorizar los mismos
acontecimientos políticos (los golpes militares de junio de 1966 y marzo de 1976, que
pusieron fin, respectivamente, a las presidencias de Illia e Isabel Perón). Por otra parte,
desde el comienzo mismo del libro ("El 28 de junio de 1966, un golpe militar puso fin a
peronismo, en 1955" [De Riz, 2000: 13]) se hace referencia retrospectiva al 55,
reforzando la idea de una unidad histórica constituida por esos veinte años (195 5-1976),
Ambas fechas, al mismo tiempo que trazan un límite claro con respecto al
período anterior (la década del "peronismo clásico") y al posterior (la última dictadura
una fuerte continuidad interna. Los veinte años que van del 55 al 76 han sido
centro ausente, el elemento que precisamente por sustraerse a este juego lo volvía
quien ha expresado en estos términos cómo Perón, desde su exilio en Madrid, "teniendo
un buen cuidado de no tomar parte en las luchas fraccionales internas al peronismo [ ... ]
estaba en las condiciones ideales para pasar a ser un «significante vacío» que encamara
141
Ahora bien, ¿qué ocurre con la periodización de los años 60 y 70 cuándo
la historia cultural.
Hay, sin embargo, un nuevo aspecto del problema en tomo al cual las posiciones
se dividen: ¿hay que considerar a los años 60 / 70 como una misma época, una "década
larga" —enfatizando entonces los rasgos que evidencian una fuerte continuidad dentro
una fractura al interior de estos veinte años, distinguiendo entonces entre década del
sesenta y década del setenta? Y, en el caso de que así fuera, ¿dónde situar ese quiebre y
por qué?
sesenta y setenta en Argentina han establecido como clave de interpretación del período
límites y alcances. En este sentido es importante destacar que, aunque los trabajos que
serán abordados en este punto tienen como objeto de estudio privilegiado la década del
142
década siguiente. Y es posible argumentar que esto se debe no sólo a un fenómeno de
lectura (a un uso o una interpretación por parte de los lectores de estos textos), sino a la
construcción misma de sus argumentos, que si bien se centran en los 60, lo hacen en
Como fue señalado, es posible reconocer en los trabajos más relevantes que han
abordado el campo intelectual del período que nos ocupa, ciertos rasgos comunes que
entre la denominada década del sesenta (1955-1966) y la década del setenta (1966-
1973 ó 1976). La elección de este corte cronológico implica efectuar dos operaciones
fundamentales: a) "traducir —en palabras de Oscar Terán— lo que fue una convicción
creciente pero problemática del período: que la política se tornaba en la región dadora
de sentido de las diversas prácticas, incluida por cierto la teórica" (Terán 1993: 12); b)
asignar a cada uno de los períodos así delimitados un rasgo característico y distintivo:
142
Los trabajos a los que hago referencia son fundamentalmente dos, ambos publicados originalmente en
1991: Silvia Sigal, Intelectuales y poder en Argentina. La década del sesenta, Buenos Aires, Siglo XXI,
2002; Oscar Terán, Nuestros años sesentas, La formación de la nueva izquierda intelectual argentina
1955-1966, Buenos Aires, El cielo por asalto, 1993. Entre los estudios posteriores más destacados
mencionaremos: Carlos Altamirano, Bajo el signo de las masas. Buenos Aires, Ariel, 2001; Claudia
Gilman, Entre la pluma y el fusil, debates y dilemas del escritor revolucionario en América Latina.
Buenos Aires, Siglo XXI, 2003; Ana Longoni y Mariano Mestman, Del Di Tella a "Tucumán Arde ".
Buenos Aires, El cielo por asalto, 2000; Beatriz Sarlo, La batalla de las ideas (1943-19 73). Buenos Aires,
Ariel,. 2001; AA.VV., Cultura y política en los años '60. Buenos Aires, Oficina de Publicaciones del
CBC, UBA, 1997; Andrea Giunta, Vanguardia, internacionalismo y política. Arte argentino en los años
sesenta [2001]. Buenos Aires: Sigki XXI, 2008.
143
antonomasia, mientras los años 1966-1976 estarán marcados por la creciente
de historia de las ideas o en aquellos que buscan trazar un mapa del campo cultural, a
privilegiar la década del sesenta como objeto de estudio, aunque al mismo tiempo se
defma como objetivo final de esa búsqueda la comprensión de la década siguiente 14 ".
143
En sucesivas reformulaciones de su trabajo (2004, 2006, 2007, 2008), Terán ha modificado su
delimitación de la década del 60, desplazando el final de la misma de 1966 a 1969 y construyendo un
recorte que ya no es 1956-1966 sino 1956-1969. Así lo explicita en una entrevista publicada
originalmente en 2005 en la Gaceta Psicológica, y recopilada en libro en 2006: "A mí me parece que hay
una ruptura, que no está en el 66 (esto cuestiona una hipótesis de mi propio libro Nuestros años sesentas),
sino que comienza a verificarse en los años 68 y 69 con el Mayo francés, por un lado, y el Cordobazo, por
el otro, junto con la emergencia de los primeros grupos guerrilleros con capacidad de expansión urbana.
A partir de entonces, dentro del campo intelectual comienza a verificarse una traslación, que a medida
que avance la década de 1970 se va a ir consumando en relación con el criterio de legitimidad del
intelectual. Hasta fmes de los sesenta todavía el campo intelectual argentino se sigue legitimando en
función de su propia práctica; más allá de que sea un intelectual comprometido o que funcione
orgánicamente dentro de algunos movimientos políticos de izquierda, no abandona el espacio de
legitimación de su discurso a partir de su saber. [ ... ] [P]ero a partir del 69 se inicia un movimiento que a
mediados de los setenta va a estar absolutamente cristalizado, y por el cual es la política la que legitima el
lugar del intelectual. Hay una especie de invasión, de canibalización de la política hacia el campo
intelectual" (Terán 2006: 91-2). Aunque Terán señala que el desplazamiento efectuado "cuestiona una
hipótesis" de su propio libro, no especifica allí cuál es esa hipótesis, ni por cuál es reemplazada. Podemos
conjeturar que la raíz de este cambio se encuentra en el intercambio polémico que Terán y Sigal
mantuvieron en el Club de Cultura Socialista en noviembre de 1991 con motivo de la aparición de sus
respectivos libros sobre los 60, reproducido en Punto de Vista unos meses después (Sigal y Terán 1992).
Allí, Terán señala que desde su perspectiva el golpe de Estado de Onganía y la "noche de los bastones
largos" constituyen un nítido "parteaguas" debido a que "la violación de la autonomía universitaria fue
vivida como una catástrofe" por los intelectuales. Sigal, por su parte, afirma no estar tan segura de que el
66 haya tenido efectos "catastróficos" sobre los intelectuales, y señala que algunos hechos culturales
notables del período (las exhibiciones más importantes del Di Tella, la muestra Tucumán arde, las
"cátedras nacionales" en la Facultad de Filosofla y Letras) tuvieron lugar después del año 66,
concluyendo: "me inclino a pensar que el Cordobazo jugó un rol bastante más importante" (ya en el
epílogo de Intelectuales y poder en Argentina, Sigal matizaba la importancia del golpe del 66: "Es posible
que el gobierno de la Revolución Argentina haya sido una condición necesaria de la politización
intelectual que cuhninó en la lucha armada", y enfatizaba la del Cordobazo: "Es seguro, en todo caso, que
en 1969 la presencia espontánea de obreros al lado de los estudiantes en las calles de Córdoba transformó
radicalmente el escenario político, seccionando el espacio cultural" [1993: 202; yo subrayo]);
Curiosamente, en sus trabajos posteriores (2004, 2006, 2007, 2008) Terán adopta 1969 como nuevo
"parteaguas", aunque sin hacer referencia a la sugerencia de Sigal. En todo caso, el cambio de fecha
implica disminuir la importancia otorgada a factores exógenos (el "bloqueo conservador" de Onganía) y
destacar el proceso de politización interno al campo intelectual (a través del fuerte impacto imaginario del
Mayo Francés y del Cordobazo sobre el mismo).
144
Como han señalado María Cristina Tortti (1999: 205) y más recientemente Beatriz Sarlo (2005) entre
los trabajos específicos sobre la década del setenta prevalecen los pertenecientes a los géneros testimonial
y documental, tanto en el campo de la historiografia académica como en publicaciones de carácter
literario o periodístico, que han alcanzado una gran difusión (entre otros: Miguel Bonasso, El presidente
que no fue, Buenos Aires, Planeta, 1997; y Martín Caparrós y Eduardo Anguita, La voluntad, Buenos
Aires, Norma, 1997).
144
claves que permitan descifrar el enigma —o, más enfáticamente, "la tragedia"— de la
década del setenta' 45 . Ahora bien, más allá de un interés general por la comprensión del
pasado, ¿cuál es el enigma que restaría explicar acerca de los setenta? ¿Y por qué los
"bloqueo", "desvío" o "derrota" en el pasaje a la década siguiente' 46. Dar cuenta de este
considerados en dos grupos, según consideren que este desvío se debe a factores
Aunque tanto Terán como Sigal consideren en sus respectivos análisis factores
de uno y otro tipo, el primero parecería priorizar los factores externos a la hora de
145
Silvia Sigal plantea este interrogante como eje de su libro de manera explícita: "4?.,Cómo, por qué,
siguiendo qué caminos, tantos intelectuales participaron en el proceso de politización que cuhninó en la
tragedia de los años setenta?" (Sigal 2002: 97; subrayo yo). Nótese el énfasis puesto en la sucesión de
interrogantes, que indica que no se trataría en este caso solo del habitual ¿cómo ocurrieron las cosas?,
presente en toda investigación sobre el pasado, sino de un más enfático ¿cómo pudo pasar esto?).
Oscar Terán, por su parte, señala —intentando conjurarlo— el riesgo de construir "...una suerte de versión
anticipatoria de la historia, buscando en aquellas ideas del período 1956-1966 los gérmenes de
acontecimientos posteriores. He tratado por diversos medios de eludir esa lectura fundada en el mito de
los orígenes y que promete detectar en textos lejanos la semilla de sucesos posteriores albergados en los
pliegues de un secreto aún no revelado. Y sin embargo, es evidente que en la construcción de mi
propio corpus y en la selección de algunas series discursivas ha operado una mirada atenta a enunciados
que fueron retomados y resignificados por acontecimientos posteriores a 1966" (Terán 1993: 10).
146
De allí el título dado a esta sección, haciendo referencia irónicamente al conocido trabajo de Jürgen
Habermas "La modernidad, un proyecto incompleto", en Hal Foster (ed.) 1985: 19-36.
145
Esto puede apreciarse en la organización textual de Nuestros años sesentas: en
los primeros siete capítulos del libro 147 se describe la formación de la nueva izquierda
cada capítulo un nuevo rasgo o "idea-fuerza" que viene a sumarse a los anteriores,
imperante en esos años. Aunque, por otro lado, uno de los objetivos declarados del libro
es ofrecer un relato convincente del modo en que, finalmente, solo unas pocas de esas
ideas lograron imponerse sobre las otras, hasta casi silenciarlas. Nuestros años sesentas
entre todas esas ideas solo unas pocas —y no necesariamente las más estimulantes, según
del libro, según la cual cada capítulo suma nuevos rasgos, sin que se busque establecer
subordinación de unos sobre otros) apunta a ofrecer una imagen compleja del periodo,
147
Los siete capítulos anteriores se titulan: "1. Introducción por la filosofia", "II. Peronismo y
modernización", "III. Antiliberalismo", "IV. Destellos de modernidad y pérdida de hegemonía de Sur",
"V. Marxismo, populismo y nueva izquierda", "VI. La 'traición Frodizi' y la revolución cubana", "VII.
Intelectuales y antiintelectualismo", y describen, con gran sutileza, la formación de la nueva izquierda
intelectual argentina.
148
En versiones posteriores de su trabajo, Terán explicita esta intención de presentar una imagen
polifónica del periodo, al hablar de al menos "cuatro almas" que habrían caracterizado el período: "el
alma Beckett del sinsentido, el alma Kennedy de la Alianza para el Progreso, el alma Lennon del fiower
power, el alma Che Guevara de la rebeldía revolucionaria" (Terán 2004: 74). (Terán no fundamenta
teóricamente de manera explícita la llamativa introducción del término "alma" en su argumento, aunque
por el modo en que opera en su argumentación puede pensarse que resulta cercano al concepto
williamsiano de estructura de sentimiento.)
146
entre esa multiplicidad de vertientes intelectuales e ideológicas, algunas se articularon
Terán por rescatar del olvido y señalar la importancia que tuvieron en su momento
proyectos caracterizados por una "fuerte direccionalidad de sus discursos hacia los
José Luis Romero, editó doce números entre 1953 y 1956), Pasado y Presente (nueve
que reconstruye este mapa, Terán no deja de señalar cómo estos proyectos intelectuales
fueron, justamente, aquellos que habrían de quedar opacados por el triunfo de aquellos
sacrificar en pos de más altos objetivos, o bien como una mera ilusión que era preciso
olvidar' 49 . De esta manera, afirma Terán, "Se torna comprensible que estos
149
En 2004 (77-78), Terán vuelve sobre los motivos por los cuales todos los programas culturales y
estéticos reformistas y modernizadores de la década del sesenta "experimentaron algún tipo de fracaso,
bloqueo o desvío respecto de sus propósitos", y argumenta que esas trabas obedecieron a tres tipos de
causas: 1) el ya mencionado "bloqueo tradicionalista" proveniente del Estado —pero también de la
sociedad— que por ser "estridente hasta el ridículo" ocultó la visibilidad de los otros dos; 2) un freno
interno, inherente a los programas modemizadores mismos, en el sentido de "haberse planteado objetivos
que sobredimensionaban su capacidad de realización", verificando una vez más que la Argentina era un
país "más modernista que moderno"; 3) un fenómeno paradójico según el cual la radicalización extrema
de los programas renóvadores, al politizarlos, "erosionó la legitimidad de las actividades culturales
modernizadoras". Se trata de "una compleja y crucial relación triangular entre modernismo, radicalismo y
tradicionalismo" que deímió la relación entre los campos intelectual y político del período. El ejemplo
más elocuente es el del Instituto Di Tella, con Jorge Romero Brest como su "héroe modernizado?': allí se
verifica un programa original desmedido y optimista (hacer de Buenos Aires una capital internacional de
las artes plásticas; lograr el reconocimiento internacional de los artistas argentinos), que se encontraría
luego con frenos internos (un público, una sociedad y una crítica especializada menos modernos de lo
imáginado), bloqueos por derecha (clausura de exposiciones, censura) y desafios por izquierda
(acusaciones de frivolidad y elitismo cosmopolita).
147
directamente vinculados con la práctica política, y que como contrapartida amenazaran
con relativizar el quehacer intelectual" (Terán, 1993: 145). La siguiente cita ilustra de
los años 60, mostrando cómo, si bien una "estructura de sentimiento" antiintelectualista
a la autonomía relativa de las prácticas culturales para lograr así mayor eficacia política,
productiva tensión con la tendencia hegemónica. Ahora bien, para Terán, lo que
"liquida" definitivamente esta tensión (y, podemos agregar, marca el pasaje a la década
del setenta) no es la lógica misma del campo intelectual de la nueva izquierda, sino una
148
tiempos propios. El "bloqueo tradicionalista" es esa fuerza externa que viene a aplanar
Así, tras postular que el golpe del 66 y la "noche de los bastones largos" fueron
desde la cultura hacia la política bascularía hasta amenazar con canibalizar desde la
política tout court el ámbito específico del quehacer intelectual" (159), Terán se
pregunta:
149
En síntesis, y desde la perspectiva de nuestro trabajo, tres son las hipótesis que
intelectual argentina en los 60: 1) existió en la Argentina entre 1956 y 1966, dentro de la
prácticas culturales que se situaban entre los polos de, por un lado, una tendencia a la
los discursos y las figuras de intelectual que propugnaban por una mayor radicalización
como cómplice involuntaria del orden establecido 150 ; 3) sin embargo, esa hegemonía no
150
El mismo Terán, en un artículo posterior, lo sintetizaba así: "En numerosos casos se puede observar el
camino que partiendo de la autonomía de la práctica intelectual había llevado a la radicalización, y de la
radicalización a la pérdida de autonomía. [ ... ] Hacia el final de la década, entonces, crecen la
radicalización política y la pérdida de especificidad de la práctica intelectual" (Terán 2007: 279-280).
151
Entre los trabajos posteriores que siguen este esquema explicativo, podemos mencionar, en el campo
de las artes plásticas, el de Enrique Oteiza, "El cierre de los centros de arte del Instituto Torcuato Di
Tella" (1997: 77-108). Oteiza comienza trazando una clara demarcación en el año 1966: "El cierre de la
sede de Florida, de los centros de arte contemporáneo del Instituto Torcuato Di Tella, realizada por etapas
durante los años 1970 y 1971, marcó un hito en el proceso continuado de apagón cultural que sobrevino a
150
3.2. Silvia Sigal: fisuras en el bloque progresista
interpretación. La primera parte lleva por título "El cuerpo universitario (191 8-1966)",
cohabitan en el seno del bloque progresista en el umbral de los 60: a) la elite reformista
partir de 1966, con la instauración del régimen del general Onganía. Después de casi una década de
florecimiento científico, universitario y artístico, de un despertar sociocultural que se manifestó con vigor
en Buenos Aires y en alguna medida también en otras ciudades del país, la "noche de los bastones
largos", el cierre de teatros independientes, la persecución a jóvenes con el pelo exhibido de manera
distinta de lo establecido por los castrenses cánones presidenciales, la prohibición de una ópera de
Alberto Ginastera, la censura cinematográfica, televisiva y radial, y el hostigamiento permanente al Di
Tella de Florida, entre muchas otras acciones represivas, fueron haciendo sentir su efecto aniquilador
sobre la cultura, especialmente sobre la vanguardia artística" (77). Luego Oteiza se consagra a
fundamentar la que será su hipótesis principal: el cierre de los Centros de Arte Contemporáneo del
Instituto Di Tella no se habría debido a tensiones internas entre los actores del campo de las artes, sino a
la intromisión represiva del gobierno de facto. Así, postula enfáticamente: "La polémica y la
confrontación entre tendencias dentro de la vanguardia artística, o las tensiones, conflictos y divisiones
que pueden producirse en ella en torno a la confluencia, distanciamiento y hasta oposición respecto a la
vanguardia política, no llevan de por sí al cierre de centros culturales, museos o centros experimentales."
(94; el subrayado es mío) El "punto de inflexión" no se sitúa pues en confrontaciones internas al campo
artístico y cultural, sino en el golpe encabezado por Onganía. Una vez desarrollada esta hipótesis, Oteiza
se desliza rápidamente hacia lo que pudo haber sido: "...las perspectivas del Instituto hacia 1970
permitían opciones diferentes que la que eligió el directorio del Instituto Torcuato Di Tella, a instancias
del grupo familiar, que fue cerrar los centros de arte del Di Tella." Para agregar de inmediato: "Como
director del Instituto, mi posición era la de mantener la independencia y rechazar las presiones del
régimen de Onganía, continuar con un programa aunque fuera más reducido de arte contemporáneo [ ... ], y
proseguir las gestiones que ya estaban dando resultado, para conseguir apoyo de otras fuentes. [ ... ]
Cuando el directorio del Instituto cedió a las presiones y cerró el programa de arte contemporáneo,
consideré la decisión gravemente errada [ ... ] por lo que presenté mi renuncia como director." (104;
subrayo yo). Hemos destacado tanto los momentos en que texto de Oteiza especula acerca de lo que
"pudo haber sucedido si ", como aquellos en los que emerge una primera persona marcadamente
testimonial, en contraste con el tono académico y distante que predomina en el resto del trabajo, así como
en el libro en su conjunto, porque sostenemos que existe un fuerte vínculo entre esta irrupción de una
posición de enunciación testimonial velada (sólo muy avanzado el texto Oteiza declara que además de ser
un investigador de la TJBA que en 1997 toma como objeto de estudio el cierre del centro de arte
contemporáneo del Di Tella en 1971, había sido su director ejecutivo en ese momento) y la insistente
preocupación por demostrar que existían opciones c4ferentes a las que efectivamente acontecieron.
Formulado en otros términos: en el trabajo de Oteiza, como también en los de Terán y Sigal (y esto de
manera explícita en algunos casos), la aproximación a los años 70, por parte de quienes fueron también
sus protagonistas directos, tiene mucho de "ajuste de cuentas": explicar "por qué las cosas ocurrieron
como ocurrieron", y dejar asentado que "podrían haber ocurrido de otra manera".
151
—o cuerpo universitario— constituida por intelectuales modemizadores que poseen una
autocrítica).
por la primera y la segunda parte del libro de Sigal (1918-1966 / 1955-1973), estaría así
atravesado y definido por las tensiones entre una elite reformista o cuerpo universitario
consolidación.
De acuerdo con este esquema, sobre el final de la primera parte Sigal describe
las "fisuras" que tienen lugar en el interior mismo del bloque progresista (entre la elite
así otra lectura del modo en que los diversos sectores del campo intelectual se
152
Vemos como, sin que ello implique de ningún modo negar, o minimizar, el
carácter represivo del golpe militar de 1966, Sigal prioriza el análisis inmanente del
radicalización política que tuvo lugar en los 70. La Universidad Reformista de los
"dorados" sesenta —argumenta la autora— operó como una gran productora de nuevas
ocurrieron en los años sesenta y la radicalización que tuvo lugar durante la década
los 60 y comienzos de los 70, frente a otros criterios explicativos que se sitúan
cómo, más allá de los motivos por los que los actores sociales creen que hacen lo que
153
veces inconscientes) en la lucha de posiciones en pos de la acumulación de capital
formula Pierre Bourdieu (1995), Silvia Sigal postula la existencia de las esferas política
e intelectual como campos diferenciados con reglas propias para, a partir de esta
validez, en otro 152. Sin embargo, este modelo de análisis puede ser sometido a una serie
autonomía del campo intelectual sino por el contrario la capacidad de los intelectuales
pero no menos cierto es que, para dilapidarla, necesitaban poseerla, o mejor aún: en el
gesto mismo de dilapidarla no lo hacían cediendo a las presiones de otra "esfera", sino
152
Así, afirma Sigal, "La reiterada interferencia del poder político en las instituciones culturales
argentinas justifica tomar como punto de partida la distinción entre la esfera política y la esfera cultural
como sistemas claramente diferenciados de manera de examinar la relación entre ambas. Es porque la
teoría de los campos elaborada por Pierre Bourdieu se propone distinguirlas que nos serviremos de ella,
aunque muy libremente, para comprender el modo específico de funcionamiento de instituciones
intelectuales en una sociedad donde la coerción política fue más que frecuente. [ ... ] Un análisis de los
efectos de las políticas gubernamentales sobre la cultura exige observar comportamientos, obras o
instituciones en función de su pertenencia a un campo dotado de reglas propias y contemplar lo político
como exterior a él. Sólo por aparente paradoja, entonces, son precisamente nociones forjadas para
estudiar la autonomía del campo cultural las que permiten comprender, en la Argentina, las relaciones
entre cultura y política, y las tensiones que defmen sus fronteras" (Siga! 2002: 9).
154
vanguardias, artística y política, por el lazo entre compromiso personal y
libertad cultural. Después, los años setenta y el "todo es política" exigieron,
en Argentina como en otras partes, que la actividad de los intelectuales
estuviera al servicio de objetivos políticos (Sigal 2002: 204-205).
Sin embargo, esta situación solo resulta "paradójica" al ser interpretada a partir
cuando señala que el modelo de Bourdieu, construido para dar cuenta de un campo
francés, resulta útil para analizar un caso totalmente contrario como es el argentino (se
tanto respecto del Estado como de otros agentes exógenos pertenecientes a la sociedad
153
El ejemplo más emblemático de este fenómeno en los años que nos ocupan es el triángulo formado por
Borges, los críticos del grupo de la revista Contorno (específicamente Adolfo Prieto), y el máximo
referente o "faro" de estos últimos en la metrópolis francesa: la revista Les Temps Modernes, dirigida por
Jean Paul Sartre. La anécdota era recordada con ironía, unos años después, por Oscar Masotta, en el único
número que vio la luz de la revista Literatura y Sociedad, dirigida por Ricardo Piglia. Decía Masotta:
"Adolfo Prieto, basándose en Sartre, ha dicho que su poesía no era poesía, que sus ensayos no eran más
155
porque vuelve visibles los factores que permanentemente limitan esa autonomía. El
campo intelectual francés tal como es caracterizado por Bourdieu, funcionaría así como
campo intelectual como el argentino. El problema con este modo de análisis es que
"canibalización" y "violación" de un ámbito o de una lógica por otra, pero solo desde la
perspectiva del modelo, sin preguntarse si efectivamente los procesos que se analizan
"invasiones" por los actores de los procesos que se estudian. La "paradoja" pues, no está
de ningún modo en el objeto de estudio, sino que es producida por la aplicación del
Esta aporía afecta especialmente a los trabajos que caracterizan el apogeo de los
explicativo (y solo según este modelo explicativo), que luego de un breve lapso de
según el caso) que luego se "perdería" en la politización fmal, cuando este hecho es
que hojas o apuntes esporádicos. Todo basándose en Sartre y sugiriendo que el prestigio de Borges
reenviaba a la mentalidad estéril de un grupo de exquisitos. Mientras todo esto ocurría dentro del libro de
Prieto [Borges y la nueva generación (1954)], Sartre conocía en Francia la obra de Borges y la hacía
publicar en una revista que ha testimoniado lo suficiente sobre su modo de comprender el compromiso
como para ser tachada de exquisita. En Les Temps Modernes la obra de Borges cobra entonces un sentido
[ ... ]" (Masotta en Literatura y Sociedad, año 1, n° 1, octubre-diciembre 1965: 47; el artículo publicado en
Les Temps Modernes es de Pierre Etiemble, "Borges: un homme á tuer", LTM, Paris, 1954). Sobre este
gracioso "malentendido" internacional pueden consultarse Sigal 2002: 14-17, y Mayer 1999: 83-84.
156
como consecuencia de lo anterior, supone que es posible distinguir con facilidad
como un todo, dejando —o procurando dejarE] de ser "estética" en sentido estricto, para
154
Esta línea de lectura caracteriza, entre otros, a los influyentes trabajos de Beatriz Sano sobre el
período. Es ejemplar en este sentido su ensayo "La noche de las cámaras despiertas", en La máquina
cultural. Buenos Aires, Ariel, 1998, pp 195-269. Allí Sano relata el siguiente episodio: en noviembre de
1970, un grupo de jóvenes cineastas, filmó y editó, en una noche y una mañana, alrededor de 8 cortos
vanguardistas de 16 mm. Al día siguiente llevaron a Santa Fe esos cortos y los proyectaron en un acto
político contra la censura. Se produjo un malentendido mayúsculo entre los cineastas porteños y el
público santafecino altamente politizado, que terminó en batalla campal. Sanlo enfatiza el carácter
residual de la apuesta de los jóvenes vanguardistas: "...dentro de un consenso ideológico-político que se
inclinaba masivamente hacia la izquierda o hacia el peronismo revolucionario y consideraba a la violencia
como inevitable [ ... } todavía hay restos de un debate estético, en retroceso y condenado a clausurarse,
donde aparecía la resistencia a que el contenido político se impusiera definitivamente sobre la
experimentación formal. [ ... ] En el campo de la izquierda radicalizada estaba a punto de obturarse el
lugar de un arte autonomizado de la política y, sin embargo, hay movimientos de reivindicación de la
autonomía al mismo tiempo que se ajustan los lazos de subordinación... [ ... ] incluso en ese año 1970
donde todo parece haberse encaminado definitivamente hacia la violencia material y la subordinación
ideológica, algunas intervenciones quieren presentarse como revolucionarias en arte y, por eso, ser
reconocidas como revolucionarias en política. [ ... ] ¿Cómo intervenir en el campo político sin resignar la
especificidad del discurso cinematográfico?, ¿cómo realizar una acción cultural que no pierda su
identidad y que, al mismo tiempo, sea una práctica política? [ ... } Estos cortos fuercin un último intento [ ... ]
de mantener aferradas dos dimensiones: la de la experimentación estética [ ... ] y la de la intervención
política en una coyuntura [ ... ]. Me interesan, entonces, porque muestran no que las cosas hubieran podido
ser diferentes (hipótesis contrafáctica que no es interesante), sino que hubo intentos de que las cosas
fueran efectivamente diferentes, aunque esos intentos resultaron condenados" (246-256; el subrayado es
mío).
Obsérvese que las nociones de "especificidad" y "autonomía" son utilizadas por Sarlo como equivalentes.
Por otra parte, es interesante destacar que, si por un lado Sarlo defiende el carácter específico del discurso
cinematográfico, por el otro ofrece una paráfrasis verbal de los cortos en cuestión (que de hecho no
existen materialmente, fuera de la memoria de algunos testigos) sin que esa traducción al lenguaje verbal
—y consiguiente pérdida de especificidad— sea problematizada en el texto. Ello nos lleva a preguntarnos
qué nociones de especificidad / autonomía están siendo utilizadas. Y la respuesta es sencilla. Según Sano:
"Todos los cortos respondieron al encargo que la política les había hecho, pero lo hicieron
desviadamente. Afirmaron que sólo el cumplimiento desviado del encargo político, [ ... ] sólo la
independencia formal, permiten alguna relación práctica del arte con la política" (258; subrayo yo). En
definitiva, para Sarlo, una relación no subordinada, autónoma, del arte con la política es aquella en la que
el arte dice algo políticamente relevante pero lo hace de manera especflca, desviada, en sus propios
términos. Esta noción de "respuesta desviada" puede implicar algunos problemas, ya que si en definitiva
es una "respuesta", esto es, si en última instancia pese al "desvío" el "mensaje" del arte es traducible a
términos políticos, ¿por qué no enuncianlo en términos abiertamente políticos desde el vamos? ¿para qué
tanto desvío? ¿es que acaso lo "específico" del arte es "volver sutil" la política? ¿decir "lo mismo" de
forma menos tajante, más compleja, más "independiente"? Como vemos, la noción de respuesta desviada
supone una distinción forma / contenido que en última instancia reduce lo "estético" a una forma
especflca de decir lo mismo. Muy lejos de este esquema conceptual, por cierto, una noción fuerte de
"independencia formal", implica un momento de soberanía -en el sentido asignado a este término por
Bataille (1996 y 2005)- en el cual el arte o la literatura no responderían de sí ante nadie, ni siquiera ante
sí mismos (abolición soberana incluso de la autonomía), una afirmación no dialéctica que, al menos
potencialmente, puede conducir a la pérdida sin "traducción" o "recuperación" posible del "mensaje" o
la "obra" (sobre el concepto de soberanía del arte en Adorno y Derrida véase Menke 1997 y 2011).
157
Sostenemos aquí que no resulta un dato menor el que este modelo de lectura
interpretativa para el período) haya sido elaborado después del "fracaso" de las
vanguardias (tanto estéticas como políticas) de los años 60 y 70, y de los años de la
autores hayan sido los mismos sujetos que experimentaron ese "fracaso" como tal 155 . Y
no resulta un dato menor porque este esquema, al distinguir entre un "proyecto inicial"
analíticamente) dentro del período diversas fuerzas o tendencias, para luego "condenar"
unas pero, en el mismo gesto condenatorio, "rescatar" otras. Frente a esta doble
lenguaje compartidos tanto por las tendencias defensoras de la modernización como por
El siguiente análisis de la revista Los Libros puede ser leído como el estudio de
por sus actores con diversos grados de conflictividad— de las prácticas culturales
155
Por este motivo señalamos previamente el doble carácter de analista (actual) y agente (pasado) de
Enrique Oteiza en relación a su interpretación de lo ocurrido en el Di Tella. Pero lo mismo puede decirse
(y ellos lo han hecho en primer lugar) de Oscar Terán, Silvia Sigal, y Beatriz Sano entre otros.
156 Interroga la época como un todo no significa de ninguna manera creer que esta puede ser descripta en
términos de un sistema pleno y coherente, unificado y armonioso; sino que sus fracturas, sus tensiones,
sus "contradicciones" forman, justamente, un sistema fracturado, que sus tensiones son tensiones
constitutivas y que por lo tanto no pueden simplemente "disolverse" por medio de una distinción analítica
entre sus partes "rescatables" y sus partes "condenables".
158
específicas en beneficio de una (supuesta) intervención directa —y revolucionaria— en el
terreno político. Desde este punto de vista, el periplo trazado por Los Libros forma serie
sin dudas con otros fenómenos artísticos y culturales de esos años. El recorrido que va,
en las artes plásticas, desde el Instituto Torcuato Di Tella hasta la muestra Tucumán
arde probablemente sea uno de los más conocidos y mejor estudiados (Longoni y
Mestman 2008). Pero un arco equivalente puede trazarse en el cine argentino entre las
"Grupo Cine Liberación" y el "Grupo Cine de la Base" por el otro; o del trayecto de
Rodolfo Walsh, desde sus primeros relatos policiales a comienzos de los años 50
epílogo agregado a la segunda edición de este libro (1964), hasta llegar a ¿Quién mató a
Cortázar, desde sus novelas vanguardistas Rayuela (1963) y 62. Modelo para armar
"nueva izquierda" en los años setenta, en los términos en que lo ha formulado María
Cristina Tortti' 57 .
157
La autora sostiene que "En líneas generales, los estudios sobre la «nueva izquierda» con los que hasta
ahora se cuenta, no ofrecen una satisfactoria combinación entre marco analítico y sustento empírico que
permita dar cuenta de la variedad, extensión e intensidad de un proceso que, si bien se resolvió en el nivel
político, tenía raíces sociales y culturales de más largo alcance. Parece indudable que, por su importancia
y complejidad, la cuestión requiere la conformación de un campo temático capaz de contener a este
heterogéneo fenómeno en sus múltiples dimensiones empíricas e implicancias teóricas. En tal sentido, un
camino que podría comenzar a transitarse es el de la reconstrucción de "casos" a partir de interrogantes
que, al vincular objetivos específicos con hipótesis e interpretaciones más abarcativas, tengan capacidad
para interpelar a la variedad de procesos y actores que conformaron la «nueva izquierda»" (Tortti 1999:
232).
159
Por otra parte, y desde una mirada más atenta a la configuración específica del
campo literario en la Argentina de los setenta, resulta evidente que la experiencia de Los
relativo (si comparamos Los Libros con otras publicaciones del período como Crisis o
renovar las herramientas y los objetos de la crítica, y por leer lo político —por develar la
política en sentido estricto; así como el poco espacio que tuvieron en la revista
con los anteriores, es la poca importancia relativa que en esta revista se le otorgó al
escritores del "Boom" (sobre Primera Plana véanse Alvarado y Rocco-Cuzzi 1984;
fracturado por una tensión interna entre aquellos que defendían la especificidad y
158
Sobre las revistas Nuevos Aires (1970-1973) y Crisis (1973-1976) véase De Diego 2003: 23-56.
Acerca del antiintelectualismo como rasgo característico del campo literario del período, no sólo en
Argentina sino en toda Latinoamérica, véase Gilman 2003, capítulos 4 y 5 ("El intelectual como
problema" y "Cuba, patria del antiintelectual latinoamericano"): 143- 231.
politización' 59. Este periplo, emblemático de aquellos años, se puede leer en primer
término y de manera más evidente en las sucesivas mutaciones que sufrió el subtítulo-
Los Libros comienza a salir en julio de 1969 en formato tabloide, tapa a color y
presenta como una moderna revista de reseñas sobre las novedades del mundo editorial.
El proyecto original de Los Libros era delimitado con precisión en la nota editorial del
primer número, que llevaba por título "La creación de un espacio". Allí se afirmaba:
tiempo era parte de un ambicioso proyecto editorial. La revista cambia entonces su lema
por "Un mes de publicaciones en América Latina" y, aunque mantiene a grandes rasgos
las características previas, comienza a dedicar más espacio en sus páginas a la situación
como programa una extensión hacia otros objetos culturales. Beatriz Sano, figura clave
159
Sigo en esta caracterización de Los Libros el agudo análisis formulado por Jorge Panesi en su ensayo
"La crítica argentina y el discurso de la dependencia" ([19851 2000a: 17-48). Otros trabajos
fundamentales sobre esta revista son el de José Luis de Diego (2003: 85-104); y el de Miguel Dalmaroni
(1996: 91-110; artículo publicado luego, con modificaciones, en 2004: 13-48). También se ocupan de Los
Libros Wolff(2009)y Casullo (2007: 275-3 10).
160
En adelante se abrevia LL.
161
en este giro, declaraba por esos mismos años: "Una crítica cuyo punto de vista se
reconozca dentro de una práctica política revolucionaria no puede [...J sino privilegiar
número 2, junio 1973: 19). En el mismo sentido, la nota editorial del número 21
anunciaba:
el nota editorial de ese número. A partir del número 22 "Para una crítica política de la
cultura" pasa a ser su consigna programática. A este cambio se siguen otros que van en
la misma dirección: a partir del número 23, debido a las dificultades económicas, la tapa
momento por Carlos Altamirano y Ricardo Piglia (además del mismo Schmucler) y al -
161
Aunque es cierto que esta necesidad de ampliar el objeto de análisis ganará fuerza pasados los
primeros veinte números de la revista, también lo es que en la declaración inaugural del primer número
antes citada ya era posible advertir una tensión entre especificidad y ampliación del objeto, como se hace
evidente con sólo extender un poco más la cita: "La revista habla del libro, y la crítica que se propone
está destinada a desacralizarlo, a destruir su imagen de verdad revelada, de perfección a-histórica. En la
medida que todo lenguaje está cargado de ideología, la crítica a los libros subraya un interrogante sobre
las ideas que encierran. El campo de una tal crítica, abarca la totalidad del pensamiento. Porque los
libros, concebidos más allá del simple volumen que agrupa un número determinado de páginas,
constituyen el texto donde el mundo se escribe a sí mismo" (LL 1, julio 1969: 3; subrayo yo).
162
que luego, a partir del número 25 (marzo de 1972), se suman Miriam Chorne, Germán
y Sarlo, y pierde por completo su carácter de "revista de libros" para orientarse hacia
artículos más extensos sobre la actualidad política y cultural, en una línea de izquierda
del número 40 (marzo-abril del 75) Piglia se aleja de la revista debido a discrepancias
políticas con los otros dos miembros del Consejo de Dirección ("El eje de nuestra
162
Ricardo Piglia recuerda en los siguientes términos las sucesivas transformaciones del Consejo de
Dirección: "En la época en que se va Galerna, pasa una cosa muy divertida —para llamarla de algún
modo—: Toto Schmucler se vuelve maoísta durante quince días más o menos (risas). En esos quince días,
como yo también era maoísta, decidimos darle esa orientación a la revista. Y entonces yo digo:
«invitémoslo a Altamirano», que también era maoísta. Por eso en el consejo aparecemos los tres, porque
hay un acuerdo político, no de partido ni de grupo, sino que estábamos de acuerdo en darle a la revista
una orientación maoísta. ¿Qué quiere decir ser maoísta? Quiere decir no estar en el PC. Eso era lo que
quería decir para nosotros ser maoísta, hacer una crítica a Ja Unión Soviética. Era la única crítica a la
Unión Soviética hecha desde otro país socialista, es muy espectacular. Entonces, en resumen, en el
momento ese, en que Toto está cercano a la posición del maoísmo, la revista está dirigida por Toto, por
Altamirano y por mí. [ ... ] Pero enseguida Toto se hace peronista, casi montonero, como todo el mundo. Y
entonces, está en minoría con nosotros dos y amplía el consejo de Dirección. Se le ocurre la idea de
llamarla a Beatriz Sano, que en esa época era peronista, como todo el mundo (risas), y entonces Toto la
incorpora a ella, a Germán García, que era amigo de Toto y que, como ustedes saben, fue el que trajo la
no-política, y a Miriam Chorne, que en ese momento era la mujer de Toto. En defmitiva, Los Libros
empezó como una revista editorial que hace Toto conmigo. Después es una revista que evoluciona junto
con la evolución política de la Argentina y se convierte en una revista de izquierda, hasta que Toto se
pone a revisar las posiciones de la izquierda, y entra en el panorama del peronismo; y entonces amplía el
comité para que haya un cierto equilibro, pero el comité se desequilibra de nuevo porque Beatriz cambia
de posición [del peronismo hacia el maoísmo]" (entrevista a Piglia citada en Somoza y Vinelli 2011: 15-
16). Carlos Altainirano, por su parte, recuerda el episodio en los siguientes términos: "Ricardo [Piglia] era
maoísta, yo también, pero no del mismo club, y eso nos ligaba un poco. Y Toto [Schmucler] estaba más
vinculado con la izquierda que se ligaría a Montoneros. Viendo que se iba a quedar aislado en una revista
que era la suya, pensó que era bueno seguir ampliando el consejo. Y entonces se incorporaron Beatriz
Sano, Germán García y Miriam Chorne, psicóloga amiga de Toto. Y Beatriz en ese tiempo era peronista,
de los que creen que el peronismo es la vida de la acción popular en la Argentina. Era un tiempo en que
todo era muy acelerado y ella empezó a salir del peronismo y a pasar al PCR, que era el partido en el que
estaba yo, así que Toto pronto pierde una aliada. Germán no era aliado político de nadie, porque para
Germán la política era un dehn.., y Miriani no tenía un espíritu tan militante como Ricardo, Beatriz y yo.
Y eso termina en el alejamiento de Toto, que se va a sacar otra revista, Comunicación y cultura" (Somoza
yVinelli 2011: 16).
163
discrepancia —así lo afirmaba Piglia en su carta de renuncia— es la evaluación del
gobierno de Isabel Perón"), a partir del número 41 y hasta su último ejemplar (44,
enero-febrero del 76) Los Libros tendrá por subtítulo directamente "Una política en la
cultura".
hay acuerdo entre los investigadores en considerar que, a grandes rasgos, es posible
distinguir entre una primera etapa, correspondiente a los números 1 al 28, y una
segunda etapa, a la que corresponden los números 29 al 44. Los "signos exteriores" de
este quiebre están dados por el alejamiento de Schmucler y por el cambio de formato,
Los Libros
Los Libros, veremos que los números iniciales están constituidos por reseñas críticas de
sucintas fichas bibliográficas de todos los libros publicados en el país durante el mes
la revista, en los que abundan las reseñas de ficción, poesía, y muy especialmente la
163
De Diego afirma: "Si bien existen líneas de continuidad en los casi siete años que recorre Los Libros,
[ ... ] el n° 29 marca una inflexión en su historia: es posible hablar entonces de una primera etapa,
identificable por la presencia de Schmucler en la dirección y el formato tabloid, y caracterizada por el
rasgo dominante de una revista de crítica de libros Elarticulos relativamente breves con el formato de
reseña sobre libros de reciente edición—; y de una segunda etapa D la del formato reducido—, con la
presencia de Altamirano, Piglia y Sano en la dirección, y caracterizada por una creciente politización de
sus artículos EJmenos por número, más extensos y no necesariamente reseñas— en una línea de izquierda
revolucionaria identificada con el maofsmo" (2003: 86).
164
crítica de la crítica.1M José Luis De Diego también ha denominado "crítica de control"
que la revista introdujo en el campo literario del momento: "la cuarta novedad es la
«crítica de la crítica» en la que los libros de crítica que publican los colaboradores de
Los Libros son criticados por sus colegas, de modo que los colaboradores son
lugar se encuentra una extensa reseña de Nicolás Rosa sobre la compilación de trabajos
Ricardo Piglia comentará la novela Trampa 22, del norteamericano Joseph Heller;
Oscar del Barco abordará La filosofía en el tocador de Sade; Enrique Pezzoni y Néstor
García Canclini reseñarán sendos libros de Octavio Paz. En segundo lugar, tras las
Cortázar, por Héctor Schmucler 166. Mientras en el campo de las "ciencias humanas"
164
Tomo la expresión de Todorov 1991.
165
Según De Diego (2003: 85-86), las otras tres novedades fundamentales fueron: a) el origen y
desarrollo de una "nueva crítica"; b) la elección privilegiada, en tanto objeto de esta nueva crítica, de
textos literarios recientes; e) la actualización teórica y la sofisticación discursiva.
166
Este análisis inmanente Dy a la vez elogiosoE] de la novela más experimental de Julio Cortázar, en el
número 2 de Los Libros, puede contraponerse, como una síntesis del arco trazado por la revista, al
comentario que Jorge Rivera, en el número 30, dedica a Libro de Manuel, y en el que somete a Cortázar a
fuertes objeciones ideológicas (Héctor Schmucler, "Notas para una lectura de Cortázar", LL 2, agosto
1969: 11; Jorge Rivera, "Cortázar: entre la elipsis y el círculo",LL 30, junio-julio 1973: 34-3 5).
José Sazbón comentará Antropología estructural, de Claude Lévi-Strauss, y Jorge Jinkis
Laclau, comentando Los nacionalistas de Marysa Navarro Gerassi, anotaba: "[ ... ] la
nacionalismo del país central es expresión del terrorismo del gran capital monopolista,
medida en que sea auténticamente popular y confunda su destino con el de las masas"
(LL, 1, julio 1969: 16). Mientras que Aníbal Ford —también en el primer número— en su
afirmaba una lectura del texto en clave política: no importaba que fuera o no un libro
"bien escrito", lo importante era leerlo como un "aporte modesto pero efectivo,
final. Esa retirada,, sin embargo, atravesará varias etapas. Así, cuando el número 7
(enero-febrero de 1970) realice un balance del año 1969, éste será un balance
estrictamente literario, por medio de una encuesta en la que participarán los escritores
Beatriz Guido, Eduardo Gudiño Kieffer, Tomás Eloy Martínez, Germán L. García,
Osvaldo Lamborghini, Jorge Onetti, Néstor Sánchez, Marta Lynch y Emilio Rodrigué
autocrítica:
166
Los Libros fue acusada de críptica, elitista, extranjerizante y estructuralista;
[ ... ] lo único que se intentaba era introducir un discurso específico, un
método riguroso. [ ... ] Sin embargo, es preciso reconocer errores. Más de una
vez el lenguaje de los artículos aparecidos en LL exageró su tecnicismo
prescindiendo del hecho de que su público no es necesariamente
especialista. [ ... ] En adelante, y sin que esto signifique degradar el nivel de
los materiales, se superará el inconveniente. También se innovará en otros
aspectos. [ ... ] Es posible que las obras más importantes se estén escribiendo
en las noticias periodísticas o en los flashes televisivos. O en los muros de
cualquier parte del mundo. Estos textos, al igual que los libros tradicionales,
requieren una lectura que descubra su verdad (LL, 8, mayo 1970: 3).
norteamericana (un gesto en el que se deja leer la impronta de Ricardo Piglia' 67), pero
desde su nota editorial: "La actual literatura norteamericana podría ser pensada como
su nota editorial (LL 15-16, enero-febrero 1970: 3), y es así que el número doble 15-16
política en el país vecino 168 . Será el comienzo de una nueva y recurrente modalidad 169 ,
167
Se trata de una suerte de dossier sobre movimientos anti-sistema en los Estados Unidos, que incluye
un artículo de Ricardo Piglia ("Nueva narrativa norteamericana", LL 11: 11-14); un texto de Norman
Mailer sobre Richard Nixon (4-6); una resefia de Los ejércitos de la noche, de Norman Mailer, por
Nicolás Rosa ("Norman Mailer: la narración de la historia": 16-18); una reseña política titulada "Rebelión
en Estados Unidos" (20-22) y un extenso reportaje al escritor y activista político Eldridge Cleaver,
miembro de los Black Panthers (24-2 8).
168
Los artículos sobre Chile publicados en el número 15-16 son: James Petras, "La clase obrera chilena"
(11-13); Fermín Ainina, "La democracia chilena" (14); Ariel Dorfinan, "La actual narrativa chilena: Entre
167
una preocupación creciente por los sucesos políticos de Latinoamérica y de la
El material [ ... ] [sobre Chile] señala, además, una apertura sin precedentes
en nuestra revista. Al mismo tiempo que reforzamos la sección bibliográfica
mediante una más estricta información y que insistimos en una crítica de
libros poco comi.n en el ámbito de América Latina, procuraremos ofrecer
panoramas informativos y analíticos de problemas vinculados al destino de
las naciones latinoamericanas. Manera de asumir, también por este camino,
la responsabilidad ahora insoslayable con la transformación que los pueblos
del continente parecen haber tomado en sus manos (LL 15-16: 3).
El número 18 (abril 1971) tendrá como tema central las torturas en Vietnam
(aunque esta tendencia no impidió que Nicolás Rosa publicará en el número 15-16 su
crítica": 10-14). El número 19 (mayo 1971) estará dedicado con exclusividad a Bolivia;
pregunta "Por qué Córdoba". Todo indica que se trata de un camino sin retomo: el
"Universidad y lucha de clases". Ningún otro tema ocupa sus convulsionadas páginas.
ángeles y animales" (15-2 1); Solon Barraclough, "Problemas de la reforma agraria en chile" (24-27);
Taller de Escritores de la Unidad Popular, "Por la creación de una cultura nacional y popular" (30-31);
Armand Mattelart, "Los medios de comunicación de masas en un procesos revolucionario" (34-37); Los
Libros, "Los campamentos de pobladores: Reportaje al campamento Che Guevara" (40-46); Claes
Croner, "Problemas de la economía chilena" (47-48); José Nun, "Acerca de los militares chilenos" (49-
50). Para algunos de los críticos que se han ocupado de la revista, el número 15-16 marca el fm de la
etapa inicial de "modernización" y el comienzo de la "etapa de politización", mientras que a partir del
número 29, con Sano, Altamirano y Piglia al frente de la revista, se inicia la etapa final de "partidización"
(Fontdevilla y Pulleiro, "Los Libros. De la modernización a la partidización", 2004-2005).
169
Así lo recuerda Schmucler: "[...] a través de la lectura de Los Libros se podría ir viendo este proceso
de creciente politización. Si uno toma los primeros cinco números de Los Libros, seis, más tal vez, sí, es
político pero no tanto. Después, el número de Chile, el número dedicado a Chile fue un punto de
inflexión, ¿no?" (Wolif 2009; subrayo yo). (Como apéndice a su libro, Telquelismos latinoamericanos. La
teoría crítica francesa en el entre-lugar de los trópicos,Jorge Wolif publica, entre otras, las entrevistas
que realizó a algunos de los protagonistas o colaboradores de Los Libros: Héctor Schmucler y Nicolás
Rosa [139-171]; Germán García [245-269]; Ernesto Laclau [271-280]. Wolif también entrevistó, en el
marco de su investigación de doctorado de la que este libro es resultado, a Beatriz Sarlo y Ricardo Piglia,
quienes no autorizaron su publicación en libro. Agradezco al autor, que generosamente me envió dichas
entrevistas. Por su parte, Patricia Somoza y Elena Vinelli [2011] han publicado fragmentos de entrevistas
realizadas a Ricardo Piglia, Carlos Altamirano, Germán García y Guillermo Schavelzon con motivo de la
publicación de la edición facsimilar de Los Libros por la Biblioteca Nacional.)
168
Luego, de pronto, se produce un momentáneo reflujo hacia "los libros": el
estrategia de los Tupamaros", aloja sin embargo en sus páginas un comentario sobre De
ciencia de la escritura": 14-15); y una resefía de dos novelas de Mario Szichman, por
Germán García ("Mario Szichman: Los montajes de la historia": 18-19). Los números
Argentina) 170 . Sin embargo, más allá de estas marchas y contramarchas, las
transformaciones que sufre la revista avanzan en un sentido muy claro: cada vez menos
los que en todos los casos podría agregarse, para completar el título, ". . .y la política" o,
Pero este periplo puede describirse no solo a partir del cambio de tópicos, sino
Argentina luego de haber estudiado en Francia con Roland Barthes, cuando funda y
170
Los textos vinculados a esta problemática publicados en estos dos números de la revista son: en LL 25
(marzo 1972): Miriam Chorne y Juan Carlos Torre, "El porvenir de una ilusión" (3-4); "Declaración del
Grupo Plataforma" (5-6); "Declaración del Grupo Documento" (6-7); "Información del Grupo
Plataforma" (7-8); "Informe de Plataforma" (8-10); "Anteproyecto de plan organizativo y programa de
estudios de Plataforma Argentina para el conjunto de docencia e investigación de los trabajadores de la
salud mental" (10-12); Germán Leopoldo García, "Cuestionamos, las aventuras del bien social" (12-13).
También se publicaba en ese mismo número de LL un anticipo de El hombre de las ratas de Octave
Mannoni, en traducción de Oscar Masotta (14-16); mientras en LL 27 (julio 1972) se publicaban:
Gregorio Baremblitt, "El malestar en la cultura... y sus revistas" (14-15); Germán Leopoldo García,
"Respuesta a Gregorio Baremblitt" (15-19); Miriam Chorne y Juan Carlos Torre, "Respuesta a Gregorio
Baremblitt" (19-21) y " Contra la organización capitalista de la Salud Mental" (22); Consejo de Dirección
de LL, "Sobre la detención de Marcelo Viñar" (22).
comienza a dirigir Los Libros, tomando como modelo la publicación francesa La
Quinzaine Littéraire, fundada por Maurice Nadeau en 1966, que tenía —y tiene, pues la
revista hasta que es reemplazado, a partir del número 28 (septiembre 1972) por un
continúa dirigiendo la revista hasta el final (salvo por el alejamiento de Piglia a partir
sus protagonistas.
primeros tiempos de la revista los críticos volcados a un análisis inmanente del texto
literario y preocupados por la autonomía y las fundamentos del discurso crítico (Nicolás
Rosa, Josefina Ludmer, Noé Jitrik, Germán García) ocupan un lugar más destacado y
desplazados por quienes se mostraban más inclinados a abordar la literatura desde una
literaria argentina: "Roberto Ant: una crítica de la economía literaria", texto de Ricardo
170
Sano y dos reseñas sobre Cortázar (una de ellas, firmada por Jorge Rivera, ya fue
Sería posible adjudicar este desvío con respecto al "programa original" de - Los
Sano y Altamirano.
Otra lectura posible es la propuesta por Jorge Panesi, quien caracteriza a Los
Libros como un campo atravesado desde el vamos por una tensión interna, por una
entonces en esa "tensión productiva" que se sostenía entre los que apostaban por una
crítica literaria especializada y de alto vuelo teórico (los "cientificistas"), y aquellos que
se inclinaban por una intervención más directa en el campo político (los "populistas"):
"dos fracciones [ ... ] coexisten belicosamente en Los Libros (los populistas y los
en el que se configuró "un nuevo ideal para el trabajo crítico: se trataba de intentar un
tipo de crítica que fuese integradora, que respondiera al doble afán de rigor
171
Es necesario, sin embargo, introducir una última distinción: la revista no pasa directamente de la
crítica literaria en sentido estricto (por ejemplo: un comentario sobre el último libro de Julio Co~) a
los temas abiertamente políticos (los números dedicados a la situación en Vietnam, Chile o Bolivia). En
realidad, entre los artículos de crítica literaria y los de política hay una tercera categoría, una serie de
textos que ocupan una posición, por así decir, intermedia: se trata de ensayos de "crítica cultural": análisis
de objetos de la cultura de masas. Dentro de esa categoría podemos incluir un ensayo sobre los Graffitti
(Eduardo Gudiño Kieffer, "Graffitti", LL, 1: 26), dos ensayos de Edgardo Cozarinsky sobre la relación
entre lenguaje literario y lenguaje cinematográfico (en los números 2 y 7 de la revista), y más
evidentemente dos ensayos que se proponen un análisis desmitificador de la cultura de masas: el primero
de ellos analiza la construcción del mito patriótico de San Martín en la película El Santo de la Espada, de
Leopoldo Torre Nilsson (Máximo Soto, "San Martín, mito y consumo", LL, 8: 24-25); el segundo toma
como objeto de análisis crítico la historieta Mafalda de Quino (Oscar Steimberg, "El lugar de Mafalda",
LL, 17: 6-7). Artículos de crítica de la cultura como estos, constituyeron una de las novedades de la
revista Los Libros, aunque en el último tramo de la revista también perdieron espacio, relegados también
ellos, como antes lo había sido la crítica literaria, por los temas políticos en sentido más estricto.
171
metodológicamente penetrante y de militancia esclarecedora. [ ... ] En esta tensión
productiva hay que encontrar el rasgo distintivo de lo que se llamó, con afrancesada
resonancia, «nueva crítica» [ ... ]." (Panesi 2000a: 28; subrayado en el original). Pero
luego, a medida que la revista avanza, esa "tensión productiva", ese tenso e inestable
equilibrio inicial entre ambos sectores, se habría disuelto, entre las urgencias militantes
Es posible que así haya sido. En ese caso se trataría de un nuevo capítulo del
entre vanguardia cultural y vanguardia política, y luego una segunda instancia en la que
los criterios políticos habrían canibalizado a los culturales. Ahora bien, ¿esa
"doble afán", o en realidad poseían desde el vamos rasgos comunes que los
superponían? Más allá de las evidentes diferencias (políticas, retóricas, temáticas) que
separan a "los populistas" de "los cientificistas", ¿no hay rasgos discursivos comunes
172
"Pieza clave en el primer tramo de Los Libros, la crítica literaria aparece abierta al contacto con otros
discursos y saberes que expresan la modernidad: el psicoanálisis lacaniano, el marxismo de Althusser y
de Gramsci, la polémica estructuralista, la antropología, la sociología, el maoísmo..., a los que intenta
integrar para robustecerse y expandirse; pero luego, en el tramo subsiguiente, pierde peso en el proyecto
de 'crítica política de la cultura', y desaparece casi totalmente en la politización fmal. Es como si el
tironeo que la constituye se resolviera a expensas de una pérdida o de una represión ejercida sobre lo
específico" (Panesi 2000a: 29).
172
Es preciso destacar en este punto un detalle significativo, que acaso deba
impulsores del "todo es política", para poder notar así rasgos y operaciones discursivas
(y en el último número dirigido por Schmucler), antes de dar su salto irreversible hacia
"la Política", Los Libros experimenta una suerte de "reflujo" hacia la literatura y la
número 28 de Los Libros incluye una encuesta a críticos literarios titulada "Hacia la
crítica", que es anunciada desde su tapa con grandes caracteres, que repiten la que es
que importa señalar ahora no son los "contenidos" teóricos, ideológicos, políticos, etc.,
que fueron puestos en juego en las preguntas y respuesta de la encuesta, sino algo
mucho más general: el hecho de que Los Libros haya realizado este movimiento de
173
En realidad, gran parte del resto del número 28 de Los Libros está dedicado a la literatura y
fundamentalmente a la crítica literaria, en una suerte de "canto del cisne" antes del alejamiento definitivo
de Schmucler. La encuesta titulada "Hacia la crítica" ocupa las páginas 3-7 e incluye las respuestas de
Aníbal Ford, Luis Gregorich, Josefina Ludmer, Ángel Núñez y Ricardo Piglia (se indica también que las
cuatro preguntas que integran la encuesta fueron enviadas a Noé Jitrik, Santiago González, Adolfo Prieto
y David Viñas, quienes no respondieron). A continuación se incluyen los siguientes artículos vinculados
con la problemática de la literatura y la crítica: Beatriz Sarlo Sabajanes, "La enseñanza de la literatura.
Historia de una castración" (8-10); Jorge B. Rivera, "Literatura y peronismo. Las dificultades de lo
explícito en literatura", una reseña de El peronismo en la literatura argentina, de Ernesto Goldar (12); el
elogioso comentario de Noé Jitrik "Una nueva etapa en el trabajo crítico: «Cien años de soledad, Una
interpretación» de Josefma Ludmer" (14-15); y el de Eduardo Romano al libro de Jitrik: "«El fuego de la
especie» de Noé Jitrik" (16). A continuación una reseña de Héctor Schmucler del volumen colectivo
Nueva novela latinoamericana 2 (compilado por J. Laiforgue), "La búsqueda de la significación literaria"
(17-18), sobre la que volveremos más adelante en este trabajo, y finalmente una polémica suscitada por el
173
Teniendo esto en cuenta acaso debamos poner en suspenso las oposiciones antes
mencionadas y considerar con mayor atención estos "gestos auto", estas performances
que en realidad no estuvieron para nada ausentes del otro segmento, el "politizado".
Es cierto, los sesentas y setentas fueron años en que los debates políticos y
culturales poseyeron una alta densidad ideológica L]aquello que Sarlo ha llamado "la
batalla de las ideas"— y por eso mismo parece dificil abordar los debates de esos años
sin poner en primer plano precisamente la dimensión más explícitamente política de los
enunciados, tal como lo formulara claramente Oscar Terán, en Nuestros años sesentas,
al evocar "una convicción creciente pero problemática del período: que la política se
tornaba en la región dadora de sentido de las diversas prácticas, incluida por cierto la
realidad un mismo gesto, una misma figura de discurso. En el caso de los "politizados",
lo que llamo el, gesto auto se evidencia en los reiterados ejercicios de autoexamen,
artículo de Nicolás Rosa "Borges y la crítica" (LL, 26, mayo 1972: 19-21), que generó una "Respuesta de
Blas Matamoro" y una "Contracrítica por Nicolás Rosa", ambas publicadas en el nimero 28 (páginas 19-
20 y 21-24 respectivamente).
174
constituye el debate que tuvo lugar en las páginas de la revista acerca de cómo debían
gesto auto se pondría en juego en lo que en principio parecería una aséptica operación
Rosa, Noé Jitrik o Josefma Ludmer se leen entre sí, discuten acaloradamente acerca de
sus herramientas y sus presupuestos teóricos, practican así lo que José Luis de Diego ha
Creo que debemos dar a esta práctica recurrente entre los críticos de la revista
una práctica que insiste en la revista. Esta práctica se halla presente ya en las primeras
páginas del número inaugural de Los Libros, en las que Nicolás Rosa, en el primero de
174
En el número 20 (junio de 1971) el tema de tapa de Los Libros es Cuba/Cultura/Revolución y se
publica un conjunto de diez "Puntos de partida para una discusión" (pp. 4-5), que junto con la nota
editorial marcan un conjunto de interrogantes que surgieron cuando "un grupo de colaboradores de la
revista se reunió alrededor de un grabador para explicitar sus puntos de vista sobre la cuestión en debate"
(3). El resto de la revista está dedicada casi íntegramente a Cuba, incluyendo la publicación de la
autocrítica de Heberto Padilla, el texto "Policritica a la hora de los chacales" de Julio Cortázar, la "carta
de los 61 intelectuales" al Comandante Fidel Castro, y otros documentos y artículos. La revista
Pensamiento de los Confines (O 17, diciembre de 2005: 95-110) recopiló hace unos años una serie de
documentos sobre el "Caso Padilla", entre ellos los "Puntos de partida para una discusión" del número 20
de Los Libros, y precediendo estos materiales publicó un comentario de Nicolás Casullo, "Debate sobre el
drama de un poeta y una época" (83-94). Casullo vuelve a ocuparse del "Caso Padilla" y su repercusión
en la revista Los Libros en su ensayo "Los años setenta: cultura y política" (2008: 275-310).
175
una serie de ejercicios de crítica de la crítica que habría de llevar a cabo en la revista 175 ,
Nicolás Rosa en su reseña de Los Libros, "El volumen que compila Laiforgue tiene un
material valioso, otro rescatable y alguno prescindible" (LL, 1: 6). En todo caso resultan
evidentes desde la perspectiva de Rosa las diferencias entre unos pocos textos que
Ludmer y Gregorich son los considerados realmente "valiosos", aquellos que están "del
175
El artículo de Nicolás Rosa es el segundo de la revista; lo precede una reseña del libro de Ernesto
Sábato Tres aproximaciones a la literatura de nuestro tiempo (Santiago de Chile, Ed. Universitaria)
firmada por Jorge B. Rivera y titulada "Sabato custodio de las letras" (LL, 1: 4-5). De manera que los dos
primeros artículos publicados en la revista (el de Rivera y el de Rosa) son ejercicios de crítica de la
crítica o metacrítica, lo que abona la hipótesis de que este género puede ser considerado el más
característico de la revista, seguramente junto con otro, el de la autocrítica ideológica. Lo compartido por
ambos es la operación autorreflexiva.
176
Los dos volúmenes compilados por Jorge Laiforgue bajo el título de Nueva novela latinoamericana
constituyen una suerte de "Biblia" de la nueva crítica de los 70. El primer volumen, Nueva novela
latinoamericana (Buenos Aires, Paidós, 1969; reeditado en 1972 como Nueva novela latinoamericana 1)
incluye los siguientes textos: Jorge Laiforgue, "La nueva novela latinoamericana"; Mario Vargas Llosa,
"Tres notas sobre Arguedas"; Eduardo Romano, "Novela e ideología en Agustín Yáñez"; Carlos Blanco
Aguinaga, "Realidad y estilo en Juan Rulfo"; Josefina Delgado, "Carlos Martínez Moreno: testimonio del
derrumbe"; Mario Vargas Llosa, "Paradiso, de José Lezama Lima"; Ernesto Volkening, "Anotado al
margen de Cien años de soledad"; Angel Rama, "El arte intimista de García Ponce"; Iris Josefma
Ludmer, "Vicente Leñero, Los albañiles. Lector y actor"; Jorge Lafforgue, "La ciudad y los perros,
novela moral"; Luis Gregorich, "Tres tristes tigres, obra abierta"; Nora Dottori, "José Trigo, el terror a la
historia".
El volumen Nueva novela latinoamericana II (Buenos Aires, Paidós, 1972), pese a su título, en realidad
está consagrado a "La narrativa argentina actual" como aclara el subtítulo y la introducción a cargo del
compilador. Los siguientes artículos integran el volumen: Jorge Laiforgue, "La narrativa argentina
actual"; Noé Jitrik, "La «novela futura» de Macedonio Fernández"; Ana María Barrenechea, "Macedonio
Fernández y su humorismo de la nada"; Centro de Investigaciones Literarias Buenosayres, "Pruebas y
hazañas de Adán Buenosayres"; Nicolás Rosa, "Borges o la ficción laberíntica"; Jorge B. Rivera, "Lo
arquetípico en la narrativa argentina del 40"; César Fernández Moreno, "El caso Sábato"; Ana María
Barrenechea, "La estructura de Rayuela, de Julio Cortázar"; Noemí Ulla, "Zama: la poética de la
destrucción"; Aníbal Ford, "Walsh: la reconstrucción de los hechos"; Eduardo Romano, "Conti: de lo
mítico a lo documental"; Ricardo Piglia, "Clase media: cuerpo y destino (Una lectura de La traición de
Rita Hayworth de Manuel Puig)"; Juan Carlos Onetti, "Semblanza de un genio rioplatense" (sobre
Roberto Arlt). Los Libros reseña la aparición de este segundo volumen en la que constituye la despedida
de su director, Héctor Schmucler; la resefla se tituló "La búsqueda de la significación literaria" (LL, 28,
septiembre de 1972: 17-18) y allí Schmucler rescata, del conjunto, los artículos de Piglia (sobre Puig) y
de Rosa (sobre Borges) como los mejores exponentes de esta "nueva crítica" que "intenta justificar su
existencia con una permanente reflexión sobre sí misma" (17), mientras es particularmente duro con el
trabajo de Jitrik (sobre Macedonio): "No es casual nuestra insistencia en las dificultades que ofrece el
trabajo de Jitrik: su ejemplo es ilustrativo. La acumulación —por momento teróclita [sic.]— de elementos
de análisis, requeriría, por lo menos, un desarrollo mucho más amplio. La nueva crítica no debe ser
necesariamente crítica críptica. A veces, y sin duda es el caso de Jitrik, el uso de un código excesivamente
cerrado y poco informativo, disimula los alcances de un trabajo cuidadosamente elaborado" (18).
176
lado de la «nueva crítica» con algo más que buenas intenciones"; especialmente el de
aventurada sobre el riesgo mismo de la sequedad, hace del trabajo de Iris Ludmer un
en criterios que extrapolan material del estructuralismo y del freudismo, usados con
precisión y cautela (es evidente la contención del crítico reflexivo que elabora un
que superando los riesgos del eclecticismo alcance, en su propio y dinámico centro, la
son desestimadas con diverso grado de virulencia ("ni Vargas Llosa ni Rama muestran
ser impresionista" [6-7]). Se trata, para Rosa, de discernir, dado un amplio conjunto de
efectivamente están a la altura de las exigencias y aquellos que no. En ese sentido, las
"Si es cierto que las intenciones [ ... ] pueden ser comunes a todos los críticos ¿qué
método [laún no inventado[1 podríamos aplicar para verificar esas beatas intenciones?
Por otra parte, y Laiforgue lo sabe... de buenas intenciones está empedrado el camino
hacia el infierno" (6). Es con ese espíritu inquisitorial, depurador, sustractivo, que Rosa
se pregunta:
177
[ ... ] ¿existe una "nueva crítica"? ¿Quiénes la integran? ¿Cuáles son sus
presupuestos teóricos? ¿Cómo se formó? ¿A qué y a quiénes se opone?;
históricamente, ¿cuándo comenzó? ¿Qué papel juegan algunos presuntos
precursores: Viñas, Jitrik, Prieto? Y por último: ¿cuáles son los trabajos
concretos de esa nueva crítica? y ¿no estaremos importando una polémica
[ ... ]?177
Nicolás Rosa, revisando la crítica borgeana afirme: "[ ... ] tal vez sea necesario exponer
cuál es, desde nuestra perspectiva, una posible sistematización científica en la crítica."
Ahora bien, ¿qué estatuto debemos asignar a este ideal de "rigor metodológico"?
¿Nos encontramos realmente ante un gesto fundacional? ¿Por qué, en ese caso, como
señala Panesi "[no] hubo una «obra-monumento», ni una «obra-faro» que con su
irradiación imantara las lecturas de la crítica argentina, sino más bien esfuerzos y
aquí y ahora y con sus efectos específicos en ese aquí y ahora, vaciándolo de toda
177
LL, 1, julio 1969: 6. Nótese el carácter enfático del gesto inquisitorial evidente en la acumulación de
interrogantes. Al respecto Panesi ha señalado que "Nadie representa mejor que Rosa, en sus hipérboles,
la disposición crítica que campea en Los Libros. [ ... ] Es Nicolás Rosa quien aparece en Los Libros con la
mayor fuerza inquisitorial propugnando la coherencia en el discurso crítico y un afán «científico»"
(2000a: 43), aunque esta actitud inquisitorial se encuentra no solo en Rosa sino también en otros críticos
de la fracción cientificista, como Josefma Ludmer y Noé Jitrik: "Es evidente que estos críticos tienen la
conciencia de estar promoviendo un tipo nuevo de discurso y de actividad. Su no condescendencia mutua
no implica beligerancia, sino la visión de un horizonte de exigencias metodológicas totalmente inusual
para la crítica argentina" (44).
178
Que una "sistematización científica de la crítica" como la enunciada por Rosa
dificilmente podía haber ido más allá de una declaración de intenciones sin una firme
Y no era ese el caso de una publicación como Los Libros. De manera que acaso las
formulaciones de Rosa deberían pensarse más como parte de una retórica cientificista
que como parte de un programa científico en sentido estricto. Por eso creemos que, en
el caso de Los Libros, más que de un proyecto modernizador cientificista habría que
permanente que, según Silvia Siga1 179, cumplió un rol clave en el apuntalamiento de la
burguesa no está, por cierto, tan alejada de la crítica ideológica que practicaba el "otro
entre los críticos de la fracción "cientificista" de Los Libros efectivamente puede leerse
entendida como una "crítica de control" que busca ajustar los instrumentos teóricos con
los que opera el crítico); pero también puede verse en ese gesto auto una operación
178
Esto no implica necesariamente un juicio de valor negativo implícito. No se trata de "denunciar" al
gesto retórico como un gesto "vacío", sino de considerarlo en su especificidad (cultural, política, etc.).
179
Esa retórica de la autocrítica permanente forma parte de lo que Sigal denomina "estrategias barrocas
de diferenciación cultural" (Sigal 2002: 158).
179
80
la nueva izquierda intelectual argentina en los sesenta y En este movimiento,
centro de la discusión, pues, y tanto de un lado como del otro, el sujeto. No las ideas, o
la ideología: el sujeto. En ese punto no parecería haber desvío ni torsión alguna entre el
revista Los Libros, y la década del 70, de punta a punta.' 82 Más allá de un programa, de
del campo intelectual, el gesto auto insiste entre los críticos de Los Libros con la fuerza
de una pasión.
180
Tortti postula que "...la asunción del compromiso [por parte de los sectores intelectuales] habría
incluido una suerte de «rescate» y valorización de aquello que no había sido entendido. [ ... ] La
«autoculpabiización», la necesidad de acercamiento a las luchas populares, y la idealización del
peronismo, constituirían uno de los surcos por los que discurrió el pensamiento «radical», aun antes de
que Perón hiciera el menor gesto de seducción política" (Tortti, op.cit. 214).
181
Lo compartido es el gesto "auto" (autocritico, autorreflexivo) siempre y cuando lo despojemos de su
aparente asepsia metodológica ("crítica de control") y lo apreciemos en toda su dramaticidad: de lo que
se trataba no era instituir un discurso crítico impersonal, objetivo, sino de instaurar un sujeto crítico que
cubriera el vacío de esa carencia institucional. La actitud inquisitorial de Nicolás Rosa (en sus
"hipérboles", en su teatralidad) encuentra entonces una genealogía muy diferente a la del Barthes
promotor del estructuralismo: aquella otra que pasando por Sartre llega hasta David Viñas y el grupo
vinculado a la revista Contorno.
182
Sobre las resonancias de algunos debates y gestos de los 70 en años recientes, véase el Capítulo V de
este trabajo.
180
CAPÍTULO IV. FICCIONES TEÓRICAS EN LITERAL
1. Constelación Literal
En este capítulo abordamos un objeto que es, al mismo tiempo, más acotado y
más amplio que la revista de literatura, crítica y teoría que, bajo el nombre de Literal
(1973-1977), dejó una singular marca en la cultura argentina de la década del setenta.
revista, su génesis, su línea editorial, ni de los avatares que, a lo largo de su breve pero
tal' 83 . Si nos detendremos en diversos momentos de esta historia, será con un objetivo
183
La revista Literal (a continuación se abreviará L), como correspondía a su carácter vanguardista y
contestatario, tuvo una existencia eflmera y signada por múltiples controversias y fracturas internas. Solo
se publicaron tres volúmenes, dos de ellos dobles, en un lapso de cuatro años: L 1 (noviembre de 1973), L
2/3 (mayo de 1975), L 415 (noviembre de 1977). El volumen 1 de la revista contaba con un "Comité de
Redacción" integrado por Germán Leopoldo García, Luis Gusman, Osvaldo Lamborghini y Lorenzo
Quinteros. Colaboraron en el número Josefina Ludmer, Julio Ludueña, Ricardo Ortolás, Jorge Quiroga,
Horacio Romeu y Oscar Steimberg. El rasgo más notable de la revista era que gran parte de los textos
eran anónimos. El volumen doble 2/3 conservaba el formato y las características del anterior. En el ahora
denominado "Consejo de Redacción" continuaban García, Gusman y Lamborghini, pero Jorge Quiroga
reemplazaba a Lorenzo Quinteros. Colaboraron Susana Constante, Oscar del Barco, Marcelo Guerra,
Jacques Lacan, Héctor Libertella, Eduardo Mifios, Ricardo Ortolá, Jorge Quiroga y Edgardo Russo. El
último ejemplar, el volumen doble 4/5, introducía una serie de cambios sustanciales, que implicaban un
visible desvío con respecto al proyecto original de la revista. El más significativo era la ausencia de
Larnborghini, una de las figuras del "trío fundacional" (junto con García y Gusman). La revista tenía
ahora un Director (García), cargo impensable en el contexto de los números anteriores. Bajo la categoría
de "Construcción" se mencionaba nuevamente a García, esta vez junto a Gusman. Colaboraban en el
181
específico: reconstruir la renovadora operación teórica que Literal habría de llevar
agentes, como lo demuestra el que ellos mismos se hayan encargado, desde las páginas
literal" 184 .
Pero por idénticas razones nuestro objeto excederá el marco de la revista, ya que
haciendo uso del vocabulario estratégico al que Literal era afecto, "la base de
a estas, y se impone rastrearla también en otros textos del periodo que, con la revista
flexión literal, como un espectro, recorre la revista homónima, pero también se deja leer
en las páginas de otras publicaciones del momento, como Los Libros, en la que
número Oscar Masotta, Luis Thonis, Oscar Steimberg, Jacques Lacan, Alberto Cardín, Cristina Forero
(quien luego adquiriría notoriedad con el seudónimo de María Moreno), Aníbal E. Goldchluk, Ricardo
Ortolá, Antonio Oviedo, José Palmeiro y Pablo Torre. Los textos que integraban el último número
aparecían firmados, salvo unos pocos ensayos que funcionaban como manifiestos de la revista y por ende
resultaban fácilmente asignables a GarcÍa, en colaboración o no con Gusman.
184
"La flexión literal" es el nombre de los dos ensayos programáticos que abren y cierran el segundo
número de la revista (L 2/3: 9-14 y 145-148). Allí se daban algunas pistas de en qué sentido debía tomarse
la enigmática flexión: "Para poder comprender las flexiones de la literatura, es necesario pensar una
flexión literal, un juego posible del lenguaje que conlleva la experiencia de un goce inherente, que no
puede confundirse con el placer suplementario del reconocimiento intersubjetivo (social)" (L 2/3: 9). En
la última cita la "literatura" como actividad cultural queda del lado del placer y del reconocimiento social,
mientras la flexión literal es aquella dimensión irreductible de esta actividad que conlieva la experiencia
de un goce inherente (autotélico, improductivo, irrecuperable para la "cultura"). Nótese el uso del par
conceptual lacaniano placer / goce, que llega a Literal seguramente con la mediación del Barthes de El
placer del texto (1973). Exaltación de la inmanencia y la autorreferencia textual, denuncia de toda estética
representativa: "la flexión literal descree de ese agitarse como locos implicado en el proyecto de andar
mimando lo social" (L 2/3: 148; subrayado en el original); "«Literal» significa conformidad con la letra.
Ni literatura ni escritura: una trama de letras donde la intriga se desenvuelve sin que haya nada envuelto
«adentro»" (Kamenszain 1973; entrevista realizada al trío fundacional de la revista con motivo de la
a?arición de su primer número, reproducida en Libertella 2002: 137-140).
' A la hora de establecer nexos entre las revistas Los Libros y Literal en términos de nombres propios,
sin dudas el más relevante es el de Germán García, quien llegó a integrar el Consejo de Dirección de Los
Libros desde el número 25 (marzo de 1972) hasta el número 28 (septiembre de 1972; a partir del número
182
publicó una reseña de Elfrasquito de Luis Gusman' 86) o desde los libros publicados en
esos mismo años por los integrantes más destacados de la revista: Nanina (1968),
Osvaldo Lamboghini; Elfrasquito (1973) y Brillos (1975) de Luis Gusman' 87 ; a los que
podría sumarse Cuerpo sin armazón (1970), de Oscar Steimberg, entre algunos otros.
ficción, crítica, teoría) tanto en la revista como en los libros recién mencionados, no
implicó una abolición absoluta de las fronteras entre géneros y textos, algo que no
29, de marzo/abril del 73, el Consejo de dirección se reduce a tres integrantes: Altamirano, Piglia y
Sano), y publicó trece artículos en la revista entre los números 2 y 27. El propio García ha vinculado
estrechamente el origen de Literal con su alejamiento de Los Libros debido a la creciente politización de
esta última: "Cuando Los Libros, según me pareció, dejaba su política de mantener «la autonomía relativa
del campo cultural», decidí hacer Literal" (García 2003: 9); "Yo sigo en Los Libros hasta el número
veintipico, llego a estar en la dirección junto a Beatriz Sarlo, Carlos Altamirano y Piglia. A medida que
avanza lo que en esa época llamábamos, para usar el lenguaje de Claussewitz, «la ascensión a los
extremos» es decir, el enfrentamiento, la revista se politiza, en sentido formal" (entrevista a García citada
en Idez 2010: 43). Carlos Altamirano, uno de los integrantes más destacados de la franja que inclinó la
balanza a favor de la radicalización política de Los Libros en detrimento de la "autonomía relativa" de la
cultura, al ser interrogado por el autor de esta tesis sobre Los Libros como órgano de modernización
teórica a fines de los 60 / comienzos de los 70, declaró: "Tenés que hablar con Germán García, él era
quien estaba al día con esas novedades: lingüística, psicoanálisis..." (comunicación personal en el marco
de las "Jornadas de literatura, crítica y periodismo. La literatura argentina desde las revistas literarias y el
periodismo", MALBA, marzo de 2007). Otros autores que colaboraron en ambas publicaciones, desde
una posición lateral pero por eso mismo sumamente interesante, son Josefina Ludmer y Oscar Steimberg.
Ludmer colabora en Los Libros en cuatro ocasiones (números 3, 7, 9 y 29) y en Literal 1 y 2/3. Steimberg
también publica cuatro textos en Los Libros (números 5, 6, 17 y 29) y colabora en Literal 1 y 4/5. Mayor
desde el punto de vista generacional, Oscar Masotta aparece también en ambas revistas como el referente
en relación al psicoanálisis lacaniano. En el caso de Los Libros, se publican tres textos suyos (números 5,
9 y 10) mientras que en Literal, en concordancia con el lugar progresivamente central que el psicoanálisis
adquiere para la revista, ocupa un lugar destacado en el número final, aunque ya había colaborado en el
número 2/3 como traductor de un soneto de Lacan. Nótese que estos autores, representantes de la
avanzada teórica en diversos campos (la teoría y la crítica literaria —Ludmer—, la semiología —Steimberg—,
el psicoanálisis —Masotta, García—) participan en la primera etapa de Los Libros pero son alejados de la
publicación a medida que las preocupaciones políticas se vuelven excluyentes para su línea editorial.
186
Sobre la revista Nuevos Aires (once números publicados entre 1970 y1973) véase De Diego (2003: 24-
39). La reseña de Germán García se titulaba "El frasquito: una novela familiar", y se publicó en el
número 10 de Nuevos Aires, mayo-junio de 1973, página 79.
187
La tercera novela de Luis Gusman, Cuerpo velado, fue publicada en 1978 y por ende escapa al periodo
delimitado por nuestra investigación. (Existe una indeterminación ortográfica en torno al apellido de Luis
Gusman, que algunas publicaciones figura con tilde y en otras sin ella. En este trabajo optamos por
escribirlo sin tilde, que es como figura en las primeras ediciones de Elfrasquito y Brillos, así como en la
revista Literal. Conservamos sin embargo la tilde en las citas textuales correspondientes.)
183
deberemos descuidar en nuestra lectura 188 . Literal contamina, mezcla, asedia las
remarcarlas. Algo similar ocurre con el anonimato y el nombre de autor. Los trabajos
críticos sobre Literal han señalado como un rasgo fundamental de la revista el que
muchos de los textos que en ella se publicaron circularan anónimamente, y esto es sin
anonimato, parcial por cierto (solo algunos de los textos de la revista eran anónimos), y
textos "literarios" llevan firma mientras los textos críticos, teóricos y programáticos no
lo hacen?
Con respecto a los textos-satélite que integran la constelación Literal, fue en dos
de estos libros donde se dramatizó con el máximo grado de concreción uno de los
rasgos distintivos de la flexión literal: la contaminación, "el injerto" (Panesi 2000: 36),
Luis Gusman, libros en los que esa presencia inquietante de lo teórico —que, como se
verá más adelante, podía apreciarse también al interior mismo de ambos relatos— saltaba
a la vista en primer término bajo la forma de los suplementos críticos que acompañaban
a cada uno de estos textos. ¿Dónde se alojaba, dónde tenía lugar la "flexión litéral"? ¿En
188
Como no era pasado por alto por la misma Literal: "Desde su riesgosa cátedra, el deseo dicta hoy la
pertinencia de los halos de connotación, los árboles de palabras, los sueños, el bosque, niebla donde
ninguna figura es del todo reconocible ni absolutamente incierta. Escritura literal se piensa a partir de la
diferencia, pero no confunde diferencia con frontera. Montada como intriga literal, el juego donde el
texto teórico podrá ser portador de la ficción, y la reflexión semiótica tejerá la trama de poema." ("La
intriga", texto anónimo atribuido a O. Lamborghini, en L 1: 121-122).
184
¿Qué lugar tuvo, en definitiva, la teoría (y específicamente la teoría
importación de la teoría lacaniana por parte de Literal (esto es, una lectura que se
"original" francés), se han inclinado por una lectura en clave "estratégica" de los "usos"
de esa teoría. Pero una lectura así conileva otros riesgos y otras ingenuidades: en primer
lugar, asignar una excesiva "racionalidad estratégica" a los agentes de dicha operación.
restituyéndole su especificidad teórica, esto es, sin reducirlo a una mera estrategia de
Suele pensarse a Literal como una revista vanguardista de literatura que, a través
Esa habría sido la apuesta central de la revista, y por ende el núcleo de la misma serían
los textos literarios que en ella se publicaron, mientras los textos programáticos tendrían
189
Daniel Link, en el marco de un análisis de la primera etapa de la producción narrativa de Luis
Gusman, ha destacado el sesgo marcadamente anti-mercantilista —y por ende anti-boom latinoamericano-
de la política literaria practicada por Literal: "Dos años después [de la fecha de publicación de El
frasquito], el grupo al cual en ese momento puede adscribirse Gusmán reflexiona estratégicamente: «Los
"centelleos" de los textos de Gusmán, quizá, nos anticipen una verdad todavía cifrada: que la muerte
compra sus máscaras en el mercado» (De Brasi, Juan Carlos en La Opinión, suplemento dominical,
Buenos Aires, lO de agosto de 1975). Muerte y mercado: lo que el mercado produce y vende es la muerte;
evitar la muerte, excluirse del mercado. El bazar/mercado (metáfora del boom latinoamericano) debe
evitarse porque debe evitarse, se dice, la mercantilización de la escritura" (Link 2004: 93).
185
Sin embargo, cabe preguntarse, ¿fue Literal en primer término una "revista
señalado algunos rasgos comunes que definirían una estética compartida —al menos en
los libros publicados en los afíos 1968-1977— por el trío García / Gusman /
Lamborghini, y por algunos otros escritores ligados a la revista. Esos rasgos podrían
fantasías orgiásticas, sádicas, etc.), sino a través de una erotización del texto mismo
citas provenientes de la alta cultura literaria europea (Joyce, los poetas románticos
Blanchot).
ficción, el uso de la teoría psicoanalítica como materia prima o matriz de la ficción) fue
señalado temprana e incómodamente por las lecturas críticas como un rasgo distintivo
190
Néstor Perlongber es quien primero ha señalado este rasgo compartido: "Más allá de los puntos de
partida teóricos que los números de Literal enuncian, se puede reconocer, como un rasgo común, una
tendencia a la sexualización de la escritura: Nanina narra los escándalos eróticos pueblerinos (tal vez más
«pesados» que aquellos que, hacia la misma época, Manuel Puig parodia); el título de El Frasquito —una
saga lumpen— hace alusión al receptáculo donde el embarrado galán tanguero que protagoniza la nouvelle
guarda las gotas de su semen, para entregar en homenaje a la Madre, que se repone de un aborto, al grito
de «Mirá, nena, me la hice para vos». [ ... ] El Fiord está prácticamente montado sobre un mostruario [sic.]
(o mostrador) de aberraciones pornográficas (línea que las últimas producciones, como «El Pibe Barulo»
y «La Causa Justa», incluidas en Novelas y Cuentos, y otras inéditas, llevan al paroxismo)" (Perlongher,
2004: 199).
186
En este sentido, resulta llamativo constatar que el señalamiento de la
El gesto se repite una y otra vez, tanto entre partidarios como entre detractores
excusar a Literal, como si fuera necesario pedir disculpas por esa presencia incómoda
En otros términos: ¿por qué "defender" a Literal supondría negar que el psicoanálisis
haya aparecido como "tema" en sus textos? Acaso un comentario de Héctor Libertella
que, en el momento mismo de producción del fenómeno (el texto original es de 1977),
apuntaba ya en la misma dirección que Link, nos ayude a esclarecer este interrogante.
Libertella trazaba un paralelo entre las nuevas escrituras de ficción y las nuevas
187
prácticas teórico-críticas en Latinoamérica en los 70 y de inmediato se veía llevado a
aclarar:
novelas? Acaso el párrafo siguiente de su ensayo nos aporte una pista: "En todo caso -
sin dudas de matiz diferente a la que por esos mismo años estaba teniendo lugar en
escritor a la Junta Militar" de 1977 [Walsh 2001: 225-236]), y que sin dudas ha sido
menos atendida y obliterada hasta cierto punto incluso por sus propios agentes. Así,
literatura, sino que además la afirma; Germán García, contra lo que acaso podría
188
suponerse (en la medida en que se asocia teoricismo a autoconsciencia), reniega o
"desconoce" sin embargo, hasta cierto punto, la operación de contaminación teórica que
parecería ser la divisa que rige este comentario, como si García retrocediera ante las
Este exceso, este desborde teórico en las páginas de Literal ha sido entonces,
tanto por las lecturas que se oponían a la revista como por aquellas que procuraban
191
"Le temo a mi tema" es una frase tomada de un texto de Osvaldo Lamborghini ("Existir, ser, estar
vivo...", Lamborghini 2003: 158). Ricardo Strafacce (2008, en especial páginas 15 1-173), en una lectura
en clave biográfica —con una matriz de lectura seguramente psicoanalítica— ha querido ver allí una "figura
en el tapiz" oculta en toda la obra lamborghiniana, montada sobre la dilación y la digresión justamente
para no llegar nunca, o para posponer todo lo posible el enfrentamiento directo con su "tema" o su
anécdota central, una y otra vez narrada y no narrada: la violación de un niño. Más allá de la lectura
propuesta o sugerida por Strafacce, quien en su biografia presenta elementos que orientan la lectura —sin
ser sin embargo conclusivo al respecto— a favor de la hipótesis de un hecho biográfico traumático en la
infancia de Lamborghini que sería justamente esa escena inenarrable en torno a la cual merodearía toda la
escritura lamborghiniana, nada nos impide ver aquí en esa "escena originaria" de la escritura de
Lamborghini —la violación, la penetración o la invasión de un recinto sagrado por una fuerza externa-
también una "figura" de la puesta en crisis de la autonomía de la literatura, de su invasión por las "fuerzas
extrañas" de la teoría por un lado, de la política por otro. Si la pertenencia a una "época" o a una
"generación" ("Nací en una generación", repite, como un alucinado estribillo, el poema "Die
Venieinung", fechado en 1977 [Lamborghini 2004: 74-103]) es otra constante que de alguna manera
constituye el sino o el estigma constitutivo de este niño destiñado a la violación; no resulta casual que el
"álbum fotográfico" de la época que le ha tocado en suerte al yo lírico (como si dijéramos su "novela
familiar") esté constituido justamente por estas dos figuras: la política (en su vertiente revolucionaria), la
teoría (en su vertiente cientificista): "Toda época tiene su álbum fotográfico: Carabineros,
Estructuralismo" (en el poema "Hoy, relacionarse: y como sea", fechado 12 de febrero de 1969; en
Lamborghini 2004: 20). Estas dos fuerzas de la época aparecen también en "La intriga", como dos
demandas de compromiso que bloquean a la escritura en tanto goce improductivo: "En la crítica literaria
esplendían los modelos. Sí: enceguecían. La crítica escribió una novela tediosa y actancial, temerosa
siempre de caer en el desrigor o de ser sorprendida con las manos en la masa de la complacencia
autoerótica. Pero el esquema de la latencia falló: no se había avanzado tanto como podía esperarse del
hecho de haberlo reprimido casi todo. Y a último momento apareció la política como posible máscara
para reclamar los beneficios de la escena. La conciencia moral se reforzaba en un doble sacrificio: ¡Por la
ciencia! ¡Por los proletarios!" (L 1: 121; el subrayado es mío).
189
Desde su más temprana recepción crítica., los primeros libros de ficción
publicados por los integrantes de Literal fueron caracterizados como una "literatura
Tras considerar esta primera recepción crítica, volveremos sobre los textos de
ficción vinculados con Literal, esto es, tanto los libros de ficción publicados durante el
período que nos ocupa por el trío fundacional de la revista (García, Gusman,
Lamborghini) como los textos literarios (relatos, en menor medida poemas) publicados
pero que en definitiva, esa es nuestra hipótesis de lectura, ponen en juego formas
otros términos: si bien es cierto que Literal publica en sus páginas —y fuera de ellas-
textos de "ficción", estos tienen muchas veces un carácter residual y no es allí donde se
debe buscar —al menos no en primer término— la emergencia de una novedosa forma de
ficción. La "ficción Literal" es, en primer término, una ficción teórica. La tan mentada
contaminación teoría /ficción, a la que enmarcamos dentro de una más general estética
cuerpos 192, tiene lugar, en primer término, al interior de los textos "teóricos", y no de los
192
Es Josefma Ludmer quien señaló en primer término el carácter político-literario de la transgresión
como procedimiento generalizado: "Elfiord es un ejercicio con todos los desafios de la guerra del género,
condensados: político, literario, sexual, verbal, cultural, familiar. E...] Un acto de subversión donde lo
único que importa es pasar fronteras, orillas, límites. Las voces más bajas oídas, el suelo violento de la
lengua, se ligan con las palabras ritualizadas de la política y pasan por todo el volumen de la literatura
traducida y leída en la época: Sade, Freud (de cuyo nombre el título es anagrama, pero en la oralidad y no
en la escritura), Bataille, Artaud, Nietzsche, Fanon, Marx. La teoría, la política, la estética de la
transgresión como revolución o de la revolución como transgresión. La estética de la liberación. [ ... ] La
categoría de transgresión articula las relaciones entre los universos de las revoluciones políticas y
190
textos de "ficción" ni "entre" ambos. La ficción de Literal es la teoría. Allí radica su
críticos y textos literarios en las páginas de la revista, ni tampoco en los relatos que
efectivamente publica en sus páginas, los que muchas veces atrasan con respecto a las
(1 969)', mientras Elfrasquito llevaba un prólogo de Ricardo Piglia titulado "El relato
fuera de la ley" (1973)194. En ambos casos, resultaba evidente que los textos que
relato que comentaban, por estar firmados por críticos que también eran escritores (era
el caso de Piglia y García), estos textos eran el lugar de un exceso con respecto al
191
género en el que se inscribían, y silos relatos El ford y El frasquito podían resultar
• opacos y hasta crípticos, estas "introducciones" parecían redoblar la apuesta antes que
cual cada uno de estos críticos realizaba su lectura. Así, Oscar Steimberg, desde las
* páginas de la revista Los Libros, celebraba la aparición de El ford y comentaba con
Unos años después, desde la misma revista, Steimberg sería nuevamente quien,
Libros y practicante él mismo, en su libro Cuerpo sin armazón (publicado en 1970 con
organizados por el discurso" que estaba dejando de ser privilegio del crítico para
192
lectores a "reconocer con menos alarma esa interpenetración entre el goce estético y la
mirada crítica" 95, otros comentaristas, como es el caso de Andrés Avellaneda desde las
páginas de Todo es Historia, observaban con cautelosa desconfianza estos libros, por las
La Prensa para explicar las "tendencias de moda en la crítica literaria" a los lectores que
193
sexualidad. [ ... ] Todas estas corrientes [ ... ] generan textos que son la
mera ejemplificación de la teoría que los produce.
En nuestro país, con fundamentos teóricos similares, la revista Literal
representa un epigonismo de segunda mano, cuyo mayor mérito consiste
en elaborar textos muy semejantes a malas traducciones del francés (La
Prensa, 26/11/1978; citado en Libertella: 143-144).
encuentra motivado en primera medida por esa presencia inquietante de "lo teórico"
que, como un cuerpo extraño, invade los dominios "propios" de la escritura literaria,
amenazando malograrla. Y esta habría de ser la acusación más recurrente lanzada contra
Literal por sus detractores. Sin embargo, es posible reconocer matices significativos en
literaria genera desconcierto y fastidio. Los escritores de Literal son entonces tildados
102
1
formación emblemática en la década del setenta fue la revista Crisis (1973-1976) ; en
esta inflexión del ataque lanzado contra Literal el énfasis estaba puesto no tanto en la
dificultad inherente al discurso teórico (que lo volvía dificilmente accesible para "el
"extranjerizantes". 198
la revista como "un epigonismo de segunda mano". En el mismo sentido, Nora Dottori,
desde las páginas de Siete Días, hacía referencia a El frasquito de Gusmán en los
filtran los elementos más conocidos y difundidos del psicoanálisis" (1973: 75-6). La
contradicción en la que incurrían estos críticos fue señalada por Steimberg, quien se
alguna novedad teórica?" (1973: 3 5-6). Lo cierto es que estos críticos buscaban golpear,
como ha sugerido Ricardo Strafacce (2008: 154), allí donde suponían —y acaso no
estuvieran del todo errados— que los integrantes de Literal más podían acusar el golpe:
197
Claudia Gilman (2003) presenta un pormenorizado análisis de la génesis y consolidación de una figura
emblemática (y paradójica) de los años sesenta! setenta: el intelectual antiintelectualista. Para la revista
Crisis, véase María Sondereguer (1999a; 1999b; 2008).
198
El mismísimo Oscar Masotta, acaso el principal responsable y representante del "afrancesamiento"
intelectual porteño de aquellos años (junto con otras figuras como Eliseo Verón, Nicolás Rosa, etc.), se
lamentaba, al presentar la Escuela Freudiana de Buenos Aires ante los miembros de la Ecole Freudienne
de Paris, de las dificultades que implicaba para el trabajo intelectual vivir "En un país sin tradición
cultural asentada y una capital hipersofisticada, pero sin defensa contra la entrada masiva de información
(la que tienen por ejemplo los países europeos: en Londres se ignora en 1975 a Lacan; en Buenos Aires
existe mayor familiaridad, entre los cuadros medios de psicoanalistas, con la obra de Melanie Klein, que
entre practicantes del mismo nivel en París)" (1979: 241).
195
en el carácter "recién adquirido" de los nuevos saberes y conceptos teóricos que estos
exhibían con puerilidad de advenedizo. Así, al reseñar Nanina en las páginas de Sur,
Alicia Alonso, tras quejarse del, a sus ojos, inmotivado despliegue de "malas palabras"
en la novela ("No se explica la profusión gratuita, y por qué no, pedante, de todo el
lingüísticos") agregaba:
gesto de "mal gusto" a los ojos de Sur, defensora del aristocrático "pudor" borgeano
(Pauls, 2004: 45-55) que corresponde a aquellos que, justamente por ser los depositarios
porque los verdaderos lectores (aquellos que para Alicia Alonso no merecerían la
maldición de las comillas) no necesitan exhibir su cultura, sea esta literaria, filosófica,
histórica. Pero si este pudor aristocrático se aplica a todas las lecturas, lo hace con
particular énfasis a las lecturas teóricas. En la medida misma en que la cultura de los
Piglia en Los Libros, 29, marzo-abril 1973: 22-27]) sino un "don" (recibido de la
199 El gesto de "mal gusto", propio de un advenedizo, no puede sino recordamos el de Oscar Masotta,
quien, en la anécdota ya comentada de Jorge Laiforgue (véase capítulo II), se "desacomodaba"
deliberadamente la corbata de manera tal que se pudiera ver, claramente, la etiqueta que proclamaba su
excelencia. Se trata, en ambos casos, de "la etiqueta" o "la marca con el precio", según la despectiva y
aristocrática expresión de Proust.
196
hacen se trata de un mal necesario, que debería reducirse al mínimo y ocultarse con
la "ley del género" (Derrida 1980) que ordenaría no mezclar literatura y teoría, crítica y
200
Utilizo pasión de la teoría en un sentido análogo al que le da Alain Badiou (2005: 38) a la expresión
"pasión de / por lo real" [passion du réel] para caracterizar la voluntad de las vanguardias estéticas y
políticas del siglo XX de establecer una relación —necesariamente violenta— con lo real a través de la
Revolución. En el caso de Literal, la teoría es el lugar de este exceso, de esta pasión, de esta voluntad
vanguardista por transgredir los límites de aquello que debía permanecer separado (literatura / teoría).
En este sentido (y siguiendo la lectura que hace Badiou de las vanguardias) no es casual que, pasado el
momento fugaz de esta violenta experimentación, los integrantes de Literal hayan incurrido en diversas
acusaciones cruzadas acerca del carácter dudoso de los saberes que sus compañeros exhibían. Ejercicio
injurioso que recuerda el practicado unos años antes por el trío existencialista de la revista Contorno,
integrado por Oscar Masotta, Carlos Correas y Juan José Sebreli (al respecto véase Correas [1991] y
Peller [2010]). Si en el caso del trío de Contorno el blanco de los ataques de sus antiguos compañeros fue
Masotta (acaso por haber muerto primero, acaso por haber sido el que alcanzó mayor reconocimiento
público), en el caso del trío de Literal, y presumiblemente por idénticas razones, el blanco fue
Lamborghini, de quien Germán García recordaría: "[ ... ] aunque intentó estudiar con Oscar Masotta no
pudo seguir demasiado, ya que no tenía constancia para un trabajo serio y en serie. El prestigio era su
sufrimiento [ ... ] que le impedía leer algo que no estuviera relacionado con él mismo." (2003: 43-4;
subrayado en el original). Luis Gusman protagoniza el episodio más reciente de este género patético:
"Como su personaje de La causa justa, no creo que Osvaldo Lamborghini haya sido un gran lector si
entendemos por esto a un lector sistemático. Lo que más leía y disfrutaba de la primera a la última página
eran las novelas policiales; sí era un gran lector entre líneas. Aún conservo sus anotaciones y subrayados
a la correspondencia de Flaubert titulada La educación por el espíritu. Osvaldo era un lector salteado,
basta ver sus notas. Era alguien que al segundo párrafo ya inventaba una teoría." (2008: 42; yo subrayo).
Nuevamente, la teorización parece iniciarse "antes de tiempo", solo que en este caso la teoría se excede o
se apresura con relación ya no a la escritura literaria sino a una "buena" práctica de lectura.
Carlos Correas, en una dirección análoga, acusa a Masotta de escribir un comentario de la Crítica de la
razón dialéctica de Sartre habiendo leído solo las primeras páginas del libro: "El 6 de abril de 1960 se
termina de imprimir en Francia la Critique de la raison dialectique de Sartre; 757 páginas; 390.000
palabras; básicamente infinito, amazacotado texto; hibridación del suicidio por agotamiento, del frenesí
ideatorio y de la anfetamina masiva. Había que leerlo, que estudiarlo. Llegaron ejemplares a la
Argentina; Masotta y yo hojeamos uno; empezamos a leerlo; nunca lo terminamos; nunca lo trabajamos
hasta la mitad; nunca lo trabajamos hasta la primera cuarta parte. [ ... ] El 21 y el 28 de octubre de 1960
aparece en el semanario uruguayo Marcha el artículo de Masotta «Destrucción y promoción del
marxismo contemporáneo» sobre la Critique de Sartre. [ ... ] Con pulso sereno Oscar deja escrito: [ ... ]
«las líneas maestras que atraviesan a lo largo del libro ... », aunque las referencias bibliográficas no
rebasan la página 153 de la Introducción de un libro que contiene el texto ya conocido Questions de
métodhe" (Correas 1991: 67-68; subrayado en el original).
197
ficción. La reticencia de Avellaneda, por el contrario, tendría que ver con el carácter
amplio espectro de posiciones. Ahora bien, ¿es posible hablar efectivamente de una
201
En una dirección similar se orientará la posterior relectura de Alberto Giordano, quien retomando la
idea de "literatura prologada" de Avellaneda, analiza cómo Literal incurre en una serie de contradicciones
que le restan fuerza a su política literaria vanguardista: al afirmar y declarar el valor de la negatividad,
esta termina constituyéndose en una "moral de la transgresión" que no hace otra cosa que limitar,
volviendo predecibles y calculables, los sentidos del texto literario. Analizando en detalle las lecturas que
Elfrasquito suscitó, Giordano encuentra una contradicción entre "un texto que se quiere extraño, ilegible
según los códigos dominantes, excéntrico en relación a los lugares admitidos por la institución
Literatura", pero que simultáneamente se presenta ante al lector precedido por un prólogo en el que,
"gracias al ejercicio de una inteligencia que por momentos se torna brillante, Piglia disuelve la rareza que
Elfrasquito inflige a los lectores proponiendo un conjunto bien ordenado de certidumbres acerca de su
sentido". Lo mismo ocurriría con el ensayo de Germán García "El frasquito: una novela familiar" (1973),
donde además se plantea, para Giordano, el problema "del uso que daba Literal al psicoanálisis en la
lectura de los textos literarios". García afinna la extrañeza y la incertidumbre como valores fuertes del
texto de Gusman, pero al mismo tiempo su propia lectura los niega, al reducir la pluralidad del texto a las
certezas del saber psicoanalítico (novela familiar, verdad de la castración, etc.). Así, continúa Giordano,
"Por la fuerza de los conceptos psicoanalíticos, la supuesta potencia de negarividad de Elfrasquito [ ... ]
se transmuta, en la interpretación de García, en afirmación del poder explicativo del psicoanálisis". Esto,
en principio, no debería ser necesariamente así, ya que, como puntualiza Giordano, "El saber
psicoanalítico no es un saber entre otros"; por el contrario, comparte un rasgo fundamental con la
literatura y es que en ambos "la falta de un sentido y el agotamiento de la comprensión son, antes que un
obstáculo o un §Intoma de debilidad, la condición de posibilidad y el recurso más potente para la
invención". Así, el "conflicto de poderes" entre psicoanálisis y literatura, tal como tiene lugar en el
ensayo de García, no es inherente al encuentro de ambos discursos, sino "efecto de un cierto uso del
psicoanálisis" por parte de este autor, quien lo erige en norma o "discurso tutor" del relato que pretende
explicar (Giordano 1999: 59-87).
198
"presencia rectora" de la teoría psicoanalítica en Cancha Rayada? ¿Y en las otras
novelas de García? Y en caso de que así fuera, ¿en qué medida esa presencia resultaba
lectura producida por la crítica? En ese caso, ¿qué papel la cabía a Literal en haber
propiciado que estas novelas fuesen leídas como parte de un mismo programa estético?
Algunas de estas preguntas sin dudas podrían responderse; otras abrirían nuevos
"circunstancial" y cuándo la teoría está operando como matriz textual? Y en el caso que
así fuera, ¿implica esto una renuncia del texto a su especificidad literaria, una pérdida de
misma como ficción, fue el rasgo formal y temático que sirvió para caracterizar la
flexión Literal tanto por sus detractores corno por aquellos que la defendían, aunque al
de caracterizar con mayor precisión esa ficción teórica que recibió el nombre de flexión
literal.
199
Los tres libros citados con mayor recurrencia cuando se trata de probar la
existencia de una "estética Literal", son los primeros libros publicados respectivamente
por Germán García (Nanina, 1968), Osvaldo Lamborghini (El ford, 1969) y Luis
entre ellos son en muchos aspectos mayores que los puntos de contacto y, por otra parte,
el cruce entre ficción literaria y teoría psicoanalítica en realidad se dio con mayor
medida un efecto retroactivo de lectura, promovido con éxito tanto desde las páginas de
la revista Literal como desde las acusaciones lanzadas por sus detractores; enfocaremos
nuestras lectura en estos tres libros, ya que son aquellos que se asocian con mayor
repercusión crítica y un importante éxito de ventas 202 presentada como una novela que
;
exponía con crudeza y autenticidad las experiencias de su joven autor 203 , fue publicada
por Jorge Álvarez, que aun siendo una editorial "alternativa" contaba en su catálogo con
202
Véase Strafacce (2008: 146-150) para una reconstrucción detallada del modo en que, a partir de
reseñas críticas y entrevistas al autor publicadas en distintos medios (el semanario Primera Plana, la
revista Atlántida, etc.) incluso meses antes de la publicación de Nanina, se llevó adelante una verdadera
campaña de promoción en tomo a la aparición del libro, y se vinculó la originalidad del mismo —que se
daba por descontada en estos anticipados y ansiosos comentarios— con la vida "agitada" y el origen
"marginal" de su autor (volvemos solre este vínculo vida / obra más adelante). Con respecto a la
recepción crítica una vez aparecida la novela, anota Strafacce: "La aparición de Nanina en ese mismo mes
de agosto [de 1968] fue, como se esperaba, apoteótica. Instalada rápidamente en la cima de la lista de
Best-sellers (en poco más de un par de meses vendió veinte mil ejemplares), recibió los mismos elogios
ue habían precedido su edición. [...] La «operación Nanina» no podía haber salido mejor" (153-154).
2
Así lo afirmaba, entre tantos otros, Alberto Cousté desde las páginas de Primera Plana,en un artículo
del 7 de julio de 1968: "Nanina, un largo relato ferozmente confesional, que incorpora a la literatura
argentina el rigor autobiográfico, los repentinos vuelos líricos, la libertad de tiempo y espacio que
atraviesan la obra de Henry Miller o Louis Ferdinand Céline" (Citado en Strafacce 2008: 147).
200
autores de reconocido prestigio como Rodolfo Walsh, y había publicado pocos meses
la Riestra, ofendido por su contenido, presentó ante el juzgado correccional a cargo del
Dr. Edmundo Samnartino una denuncia contra el editor Jorge Álvarez, sus tres socios, y
Germán García, por entender que la publicación de la novela infringía el Artículo 128
del Código Penal, aquel que sancionaba las publicaciones o exhibiciones obscenas
("Será reprimido con prisión de un mes a dos años el que publicare, fabricare o
que los distribuyera o los hiciere circular"). El Dr. Sanmartino entendió que la denuncia
del Dr. De la Riestra era justificada, y decretó el inmediato secuestro de los ejemplares
del libro que se hallaran en los depósitos de la editorial Jorge Álvarez y en las librerías
de la ciudad y del interior del país, al tiempo que procesó a los cinco imputados
había logrado convencer al editor Carlos Marcucci de que publicara Elfiord (texto de
incómoda publicación si los había) bajo su sello Ediciones L.H. (Los Humoristas).
Marcucci aceptó, poniendo como condición que el autor de Nanina o algún otro escritor
que finalmente García fue condenado a la pena de un año de prisión en suspenso, una
pena que no debía ser de cumplimiento efectivo salvo que el autor fuera hallado
culpable de cualquier otro delito en ese lapso de tiempo, resultaba evidente que la firma
de García no podía aparecer ligada a un texto como El ford, al tiempo que Marcucci
201
Lamborghini en su pequeña editorial. Finalmente, El ford se publicó bajo un sello
firmó su texto, que finalmente fue un epílogo en lugar de un prólogo, con el nombre de
novela (Cancha rayada) en el que se conjugaban las referencias a James Joyce (Leopoid
Bloom) y Macedonio Fernández, dos de los "escritores faro" para García en ese
género novela; algo que por otra parte no parecía ir en contra de la propuesta estética ni
de la expectativa de lectura del libro (el texto de contratapa se abría reforzando esta
inscripción genérica: "Nanina es la novela de un chico mutilado [ ... ]"). Por otra parte,
menor a la hora de decidir acompañar dichos textos con los extensos prólogos de García
este tipo de suplementos (por lo cual no le cabría, en sentido estricto, la acusación de ser
"literatura prologada")
Nanina sigue sin mayores sobresaltos las convenciones del género de la novela
204
Sobre la novela de formación ver Bajtín (2002: 200-247).
202
vida infantil y adolescente, el ingreso conflictivo en la juventud, los primeros escarceos
amorosos, los oficios diversos para ganarse la vida, la violencia familiar y social, el
infierno del "pueblo chico" (Junín) padecido por un sujeto que busca escapar a su chato
mientras en la segunda ("Buenos Aires") relata sus aventuras como marginal que busca
abrirse camino en la gran ciudad. El cruce entre novela de iniciación y relato picaresco
(el personaje principal encarna el estereotipo del pícaro) establece una clara filiación
con El juguete rabioso, de Roberto Ant, vínculo al que el texto alude en diversas
ocasiones: como Silvio Astier, el narrador trabaja en una librería del centro; mientras
conoce a "LA BOLA DE PAPEL", una organización absolutamente arltiana, que "se
Aires, Gran Buenos Aires (gran buenos aires!) y hasta en el interior del país" (235). El
promotor de la organización explica a los aspirantes: "Cada diez kilos de papel que
reciban premian a la persona con un bono que deberá guardar para retirar el automóvil
si sus números combinan con la última jugada de la lotería nacional. [ ... ] Ustedes
ganarán treinta centavos por kilo, lo que quiere decir que si juntan cien kilos ganarán
Manuel Puig, La traición de Rita Hayworth (1968) y Boquitas Pintadas (1969). Puig
era un autor que en esos años funcionaba como modelo admirado por escritores como
Osvaldo Lamborghini y Germán García 205 (encuesta en LL), aunque, como ha sugerido
205
En la encuesta "La literatura argentina 1969" de la revista Los Libros, tanto García como Lamborghini,
interrogados acerca de "el mejor libro de ficción narrativa publicado en la Argentina en 1969", coincidían
203
Ricardo Strafacce (2008: 497-498), al menos en el caso del primero, esto no se debía
éxito que Puig había cosechado rápidamente con sus dos primeras novelas.
por un "pacto ambiguo" (Alberca 1996: 12) a mitad de camino entre el pacto
pacto novelesco (del que toma la asunción del carácter ficticio de los sucesos narrados).
El término autoficción, fue utilizado por primera vez por el escritor francés Serge
l'on veut, autofiction, d'avoir confié le langage d'une aventure á l'aventure d'un
Alberca 1996 y 2007; Colonna 1988). En todo caso, a los efectos del presente trabajo,
simple: soit un récit dont auteur, narrateur et protagoniste partagent la méme identité
nominale et dont l'intitulé générique indique qu'il s'agit d'un roman" (Lecarme 1994:
trata de una novela, es reforzada desde la contratapa por Héctor Pedro Requejo:
en la elección de Boquitas pintadas (LL 7, enero-febrero 1970: 10-21). (Coincidían en la elección también
Beatriz Guido, Eduardo Gudiño Kieffer, Marta Lynch; mientras que Tomás Eloy Martínez, Jorge Onetti,
Néstor Sánchez y Emilio Rodrigué excluían al segundo libro de Puig de su respuesta.)
204
Nanina es la novela de un chico mutilado cuya resurreción (sic.) precaria no
suele ser la norma sino la excepción. La inocencia es aquí el humor que
surge del desamparo. Germán García nació en Junín en 1944 y a los 17
años, en Buenos Aires, se encontró con que tenía que inventarse el
nacimiento. El tránsito, las instituciones y la gente no pudieron ayudarlo en
esta tarea. Hubo días en los que, si no hubiera sido por la costumbre que
tiene de abrazarse, los huesos se le hubieran dispersado. Y hubo otros días
en que, para responder al quién soy, debió acudir a la fotografia que ilustra
su Libreta de Enrolamiento. Después comenzó a escribir esta novela, esta
autobiografta donde el yo fragmentado encontró una nueva unidad para
volver a dispersarse en otros Germán García cuyo rescate, cuya invención,
probablemente le lleven el resto de la vida que va haciendo. Todos los
crímenes que figuran en Nanina son perfectos, diminutos, ¿inevitables? La
suma de estos crímenes en los cuales la víctima y el verdugo suelen
intercambiar fraternalmente las máscaras, no es más que un fragmento de la
vida del autor, asunto personal y, como podrá verse, comunicable. (Las
negritas pertenecen al original, las bastardillas son mías.)
texto: "A mí me llamaron Germán Leopoldo por mi abuelo Leopoldo Fernández y por
mi otro abuelo Germán García. Yo, Germán Leopoldo García [ ... ]" (60). Germán
"Ella quiere leer lo que escribo. Lo leyó alguna gente y le gustó. Es autobiográfico, sin
duda. Además, le explico, por ahora no tengo otro tema que me interese más. El
era puesto en primer plano y encontraba "una nueva unidad para volver a dispersarse",
"auténtico", establecía una filiación más cercana a la narrativa de Henry Miller, quien
fue señalado por Germán García 206 como una influencia fuerte para él en aquellos años.
206En la entrevista que Horacio González y Eduardo Rinesi le realizaron para la revista El ojo mocho: "La
cultura como violación. Entrevista con Germán L. García". El ojo mocho, 5 (1994): 25-49.
205
francés de cuño sartreano como marco privilegiado. Hay un despliegue de cultura
pueril en diversos momentos del relato. El punto más notable de esta exhibición tiene
Es cierto que en un momento la madre del personaje Germán García, Blanca, lee
a Freud, pero esto parece entrar dentro de las referencias más generales a la cultura
letrada como algo a la vez deseado y ajeno a la vida de ese "pueblo-pueblo" (20) que es
Junín:
Blanca leía un libro de Freud que le había prestado Barcheta y tenía amor
por el amor mismo hacia los libros. Eran más grandes que las revistas y los
escribían (sic.) gente más inteligente y de todo el mundo. No eran como las
revistas. (62)
206
Sí es posible reconocer, en todo caso, una "sensibilidad", un "imaginario", una
una función de dicha "novela familiar" (entendiendo esta expresión en el sentido amplio
asigna Freud en su clásico ensayo "La novela familiar de los neuróticos" [19091). Una
progenitores: "Pero tampoco le creía mucho a estos mayores, desde que mi papá se
207
3) La femineidad como enigma, como lugar en que la verdad se oculta y al
las piernas. De allí deduce que ese es "el secreto" que las mujeres llevan entre las
208
4) La homologación entre escritura y fantaseo autoerótico: "Pienso en esto
que estoy escribiendo, en mi vida y en una frase de alguien a propósito de Joyce: Una
masturbación, una regia masturbación en doce idiomas, o algo así, y tengo miedo de
En las dos siguientes novelas de García, Cancha rayada (1969) y La vía regia
Fernández, el seudónimo que Gennán García utilizó para firmar su epílogo a la primera
veinte páginas (1975: 137), lo cual es una clara indicación de que el narrador se apellida
rayada y luego en La vía regia la voz del narrador es modulada crecientemente por
inflexiones del discurso psicoanalítico lacaniano, en muchos casos a través del recurso a
209
escena una verdadera parodia del discurso psicoanalítico, cuando los diversos
Está claro que he muerto, pero soy el padre. Desde esta inmaterialidad daré
mi modesta (y fantasmática) opinión. La ambivalencia que está en el núcleo
de este tipo de fugas tiene su origen en conflictos irresolubles de la primera
y única infancia.
Si, como Layo, a pesar mío engendré conductas disociantes en él, nada
puedo hacer desde este lugar. Pero sé que Leo tenía culpa hacia mí, que
pudo comprender su rivalidad inconsciente y ese deseo de apoderarse de la
madre.
¿Soy responsable? Creo que no, las últimas investigaciones demuestran que
la prohibición del incesto es universal (137).
Como tío y como hombre hice lo que estuvo en mis manos. El chico tenía
hondas taras síquicas y morales que estaban más allá de mis posibilidades,
su espíritu deforme -del cual no era culpable- tenía resistencias indomables.
Viendo las cosas de cerca, las pulsiones de muerte emanadas de su ello le
hacían perder la realidad. Dada la poca autoridad del padre no había en él un
superyó capaz de contener su fuga hacia la pérdida de la realidad y la
sicosis. Como tío, como hombre y como pensador: lo siento. (139)
210
Emisor fuera de texto: La primera persona pesa como plomo, la tercera es
una pluma que siempre se me escapa y en la segunda pierdo lo que busco.
Las últimas revelaciones de Tiresias hablan del texto que se teje barriendo
los ejes imaginarios de todas las conciencias, el libro se habla y nos habla
donde hablaremos sin saberlo (111).
sueño de la razón que no produce nada" (82) produce una cruza de alusiones a Goya y a
inflexiones que recuerdan a Cortázar: "No fuimos al velorio, pero escuchamos un disco
de Coltrane, lo velamos con jazz, una música sufriente al fin del cabo." (123), "[. . . 1
irme a los saltitos jugando una rayuela invisible que no tennina y se agranda hasta que
teórico marxista:
211
Sin embargo, tras leer al público presente algunos de los últimos escritos del
Esto que acabo de leer es lo último que Leopoldo Fernández nos dejó. No es
lo mejor de él, se trata de un pensamiento sincrético, minado por la
desesperación y la reificación idealista, acosado por la persecución.
Nosotros no hubiéramos querido de él sino dos palabras de lucha, él nos
dejó un palabrerío que, es necesario decirlo, lindan [sic.] con la locura o la
guitarra (1969: 167).
En La vía regia las referencias al psicoanálisis son más directas y tienen una
quien lo toma de Lacanü en S/Z [19701) el narrador de La vía regia presenta a su padre
y reforzando esto la tapa de la primera edición de La vía regia tenía por ilustración un
primer plano de un pubis femenino cubierto por una prenda interior 207 .
en los afíos que van de 1968 a 1975 se había posicionado dentro del campo de fuerzas
de las instituciones analíticas (prueba de ello sus intervenciones en Los Libros primero y
novela La vía regia las duras críticas a la psicología y a la psiquiatría de las primeras
207
Se introducía hacia un equívoco de lectura: "La vía regia" era una clara alusión a Freud —aunque en su
respuesta al artículo de Avellaneda en Todo es Historia, Literal hubiera afirmado lo contrario— quien se
había referido a los suefios como "la vía regia de acceso al inconsciente". Sin embargo, el título La vía
regia, situado en la tapa del libro justamente encima de ese pubis femenino en primer plano no podía
menos que sugerir la idea de la vagina como "vía regia" de acceso... ¿al placer? ¿a la verdad? ¿a la
experiencia?; en todo caso, no estaba clara la meta, pero sí el camino.
212
Por el lado de la psiquiatría se reintroduce una taxinomia [sic.] donde la
nosografia se transforma en fichero policial, por el lado de la psicología los
prejuicios del "desarrollo" introducen diques de maduración y criterios
"conductistas" de adaptación impensables desde el psicoanálisis (L 2/3: 95).
orientación "adaptativa" de las terapias puestas en práctica por "la psicóloga" (los roles
Por la tarde, yendo hacia el café, pasaba por la clínica del psiquiatra que lo
había diagnosticado. El hombre se había casado con una psicóloga y
discutían: ella, sobre el fondo de una madurez propia, medía la inmadurez
de quienes la consultaban. Por todos lados veía problemas de pareja y falta
de integración familiar. No conocía otra etiología que la frustración maternal
y no proponía otra terapia que la comprensión.
Al psiquiatra esto le parecía muy femenino, lo aceptaba con científica
indulgencia: las oscuras determinaciones bioquímicas de la enfermedad no
debían perturbar la cabecita de su comprensiva esposa. [ ... ] Ella le echaba la
culpa de todo al medio, él se copaba con el organismo: entre el medio y el
organismo estaba la pareja, bien integrada y trabajando junta por la salud
mental de la población local. Con el tiempo, otras psicólogas se llegaron
hasta el pago y se dieron a divulgar ideas sobre la familia, los hijos y el coito
prematrimonial. (1975: 46-47; resaltado en el original)
sistema, y por ende contrarios a la ética del psicoanálisis. En este caso la ficción
Así, si tenemos en cuenta que el protagonista de las tres novelas de García aquí
213
busca hallar un lugar y un reconocimiento, y que en ese desplazamiento espacial y
subjetivo el saber libresco, la cultura como bien, es al mismo tiempo uno de los trofeos
por los que este joven autodidacta lucha, y una de las armas con las que libra dicha
simbólico que brinda garantías a los desplazamientos y progresos que estas ficciones
ponían en escena.
Lamborghini
Gusman y Lamborghini resultan, incluso con sus importantes diferencias, mucho más
y la práctica psicoanalítica— y en este sentido esa "presencia extraña" resulta mucho más
214
respecto a la ficción y orientarla 208), en El ford y El frasquito (y en los relatos
sobreimprimían al relato según un procedimiento que hace pensar en el "cut and paste"
(como sí ocurre en los textos ficcionales de García) sino que tienen una función
productivo —en los términos e interrogantes que este trabajo intenta responder- leer los
violentas; la mezcla, en diversos planos, de "lo alto" y "lo bajo" (lenguajes abyectos y
su sentido— por parte del lector; la inclusión, tanto en el libro de Lamborghini como en
(seudónimo de Germán García) y por Ricardo Piglia. Este último fenómeno, dio lugar a
la caracterización de "literatura prologada", para referirse no solo a estos dos textos sino
a la literatura producida por los integrantes de Literal en .su conjunto. Por otra parte,
208
Gusman: "Literal en realidad siempre fue una idea de Germán García, él era el ideólogo. Podría decir
que Osvaldo tomaba el rol de quien pretendía imponer una estética de escritura y yo, con mi incipiente El
frasquito, trataba de situarme como podía en medio de dos discursos absolutamente antagónicos y
dominantes, como se demostró con el tiempo y el destino de Literal y de nosotros." (2008: 34).
215
presencia de un vocabulario teórico compartido (el psicoanálisis, el estructuralismo) y
medida en que mezclar aquello que "no debe ser mezclado" es uno de los
serie que incluye, a nivel formal, la mezcla de registros lingüísticos "altos" y "bajos", y
de aquello que, por estar sacralizado, debe permanecer aparte, no disponible para el
"uso común"' °
que bordeaba lo ilegible, como uno de los rasgos que caracterizaba a este texto. El
frasquito era una novela "buena para sorprenderse, para no entender". Pero al mismo
209
"Muchas frases eran apodícticas: parecían saberlo todo", sostiene Libertella (2002:7), mientras
Giordano utiliza la expresión "retórica de la certidumbre" para caracterizar el modo de practicar la crítica
de Piglia, y por extensión de García (1999: 82).
210
Usamos el término profanación en el sentido que le da Agamben (2005). Así, si la sacralización de la
familia y su correlato, el tabú del incesto, implican que el cuerpo de la madre, del padre, o del hijo, deben
permanecer aparte, "no disponibles" para cualquier "uso" sexual, de la misma manera que la sacralización
de la niñez y el tabú de la pedofilia ordenan excluir de toda práctica erótica a los menores de edad, y la
sacralización del cuerpo humano instala el tabú de la antropofagia y vuelve a la carne de origen humano
"no disponible" para la alimentación, El ford y El frasquito no casualmente ponen en primer plano
escenas de incesto, canibalismo y violación de menores.
La violación del niño, que ya aparece en El Fiord es luego tema central del relato breve "El niño
proletario", incluido en Sebregondi retrocede. El niño violado es una constante en la obra de Osvaldo
Lamborghini, desde sus primeros relatos hasta El pibe Barulo y su novela inconclusa Tadeys (véanse al
respecto Giorgi 2004 y 2008 y Peller 2006).
216
Entre los antecedentes de El frasquito estuvo, por supuesto, El ford de
Osvaldo Lamborghini: una historia vehemente del modo como unos
monstruos porteños son devorados por un mapa de palabras; y estuvo
también algún extenso párrafo de Cancha Rayada de German García, en la
que un delirio teórico pone, más allá de la clasificable frescura de las
anécdotas de infancia, lo serio de la emoción (Steimberg 1973: 35-36).
Y sin dudas había una afmidad entre estos textos, en los que la lógica del
fragmento y del pastiche los llevaba hasta el extremo mismo de la ilegibilidad. Sin
hecho permitía "leer" estos textos "ilegibles") era diferente en cada uno de ellos.
particularmente advertido, como lo señala una declaración del fmal de "El niño
no me abandonó nunca y mi estilo lo confirma letra por letra" (Lamborghini 2003: 62);
Verneinung" (fechado en 1977) del verso "Nací en una generación" que se repite a
modo de estribillo y escande el texto (Lamborghini 2004: 74-103), así como el siguiente
verso de uno de sus primeros poemas (se trata de "Hoy, relacionarse: y como sea",
217
propuestas de literaturas experimentales ya consagradas (el Ulysses de Joyce;
de Gusman) lo que otorgaba una mínima unidad a una prosa acaso más fragmentaria
aun que las de García y Lamborghini, era la persistencia de ciertos elementos y figuras,
211
En su prólogo a la primera edición de El frasquito, Ricardo Piglia había propuesto ya una lectura
según la cual el texto se ordenaba de acuerdo a una lógica fetichista del oro como sustituto del padre-ley
ausente; operación de lectura a través de la cual, paradójicamente, se develaba la ley o la lógica "oculta"
del texto, volviéndolo inteligible: "en este texto fuera de la ley impera el oro y su brillo es el espejo donde
se sustituye al padre ausente". Así, Carlos Montana, la figura paterna, "entra y sale de la escena,
ordenando alrededor de su presencia la razón de un relato que lo tiene a la vez como génesis y como
resultado. Equivalente general, siempre está «en otro lado»: obedece a la lógica del oro que debe estar
afuera del sistema y no entrar en las relaciones de intercambio para significar, ser el emblema, el signo, la
metáfora de toda posesión." (Piglia 1973: 7-8). También Piglia destacaba la importancia de las "cadenas"
en el relato, por un lado como metáfora privilegiada ("Al descifrar o construir un destino en el lenguaje,
estas ((cadenas» (de oro, de manos, de cartas) son la metáfora de un orden que disuelve y ata una y otra
vez a la familia en el vaivén ciego de la fatalidad y la providencia, del azar y el milagro donde la ausencia
del padre «se explica»" [15]); por el otro como estructura formal dominante en el texto ("No hay
causalidad o engendramiento: hay comparación, un régimen de sustituciones y condenaciones [sic.] que
enfrenta y enlaza «casualmente» dos eslabones. La arbitrariedad de este enlace, casi siempre fundado en
el adverbio comparativo como hace ver la convención verbal que ordena el relato más allá de cualquier
«normalidad». Por otra parte, al relacionar estructuras independientes unas de otras, el relato reproduce,
no ya en las frases, sino en el discurso narrativo propiamente dicho, este procedimiento metafórico. En
este sentido, no hay estrictamente «narración» porque la narración supone un continuo: hay momentos
estáticos, eslabones: no se enlazan «hechos» sino textos, frases, metáforas, palabras. Cada uno de estos
«capítulos», cada momento del relato, es un lenguaje que posee su propia gramática: el desplazamiento
sintáctico construye sobre la repetición de estos eslabones una sintaxis discontinua. Esta estructura formal
de concatenación que sostiene el pasaje arbitrario de un momento a otro del texto, hace de la cadena la
forma dominante del relato." [22; subrayado en el original]). Por último, también Piglia destacaba "la
fascinación que ejercen en el texto los espejos y cualquier superficie brillante donde se refleje una
imagen" (17), influencia de Borges que el propio Gusman no haría sino corroborar al utilizar como
epígrafe de su siguiente libro, Brillos (1975), la sentencia borgeana "Es el último espejo que repitió la
cara de mi padre". Daniel Link, en un ensayo de análisis textual de las primera etapa de la obra ficcional
de Gusman —que incluye Elfrasquito, Brillos, Cuerpo velado (1978) y En el corazón de junio (1983)-
vuelve sobre el motivo temático y a la vez constructivo de la cadena: "la cadena como metáfora de la
sintaxis narrativa y a la vez como metáfora de los materiales a partir de los cuales se escribe: la cadena es
la herencia y la cadena es textual" (Link 2004: 94). Santiago Deymonnaz (2009) se vale del motivo del
velo como clave de lectura de la obra de Gusman y como elemento que le permite articular dicha obra de
ficción con el psicoanálisis: "El velo es una imagen insistente en las primeras obras de Gusman —el tul de
un velo de novia, una cortina, un pañuelo que cubre el rostro, un sudario, un hombre vestido de mujer—.
El velo como un material ligero y frágil que imposibilita la visión, que oculta algo, que no deja ver lo que
hay detrás: porque todo velo supone siempre la existencia de un detrás, aunque ese detrás no sea sino el
lugar de una ausencia. El velo y sus socios: porque a través de la lógica del ocultamiento, el velo en la
obra de Gusman se asocia al brillo, en la medida en que éste también «enceguece», y a la pose, en la
medida en que ésta también encubre. Algunos títulos convocan estas imágenes: Brillos, «Poses», Cuerpo
velado. [ ... ] El velo es uno de los ejes por los que transita la búsqueda narrativa de Gusman, es una
imagen que otorga unidad a una escritura fragmentada, cortada —dirían García y Jitrik haciendo alusión al
218
La mezcla como principio constructivo no opera de la misma forma ni con la
mezcla tiene lugar siempre a partir del reconocimiento previo de dos espacios o
somete estos dos espacios a un trabajo de mezcla y contaminación que —en comparación
con el que tiene lugar en El ford— resulta parcial, cauteloso, limitado. Los campos
semánticos donde la contaminación es llevada más lejos son los del sexo y la comida,
Cena fría, las sinfonías de Beethoven, tango por Rivero, música para soñar,
la sirvienta retira los platos, café, Caballito Blanco, baby doil negro, la tía
me hace todos los gustos en la cama.
Desayuno en la cama, tostadas, jugo de naranja, almuerzo al aire libre en
medio de las sierras, ananá con crema, panqueques, la tía me hace todo lo
que yo quiero de comer (Gusman 1973: 63).
"leche", y la cocaína será tanto un "polvito" que Carlos Montana quiere meterle por los
"agujeros de las narices" a "la madrecita", como también "la papa" (47). Pero en la
mezcla de cuerpos hay un punto donde Elfrasquito se detiene, y es ante el umbral del
corte lacaniano— y es un puente [ ... ] que nos permitirá orientar su obra hacia la teoría psicoanalítica. El
velo nos concederá la figura que hará posible enunciar en ella un cierto uso de la teoría. No se trata de que
el psicoanálisis esté operando allí como un velo, como una cortina. No es que la presencia del
psicoanálisis en esta prosa esté ocultando una realidad que, dadas las circunstancias políticas o dada la
colocación del autor, no puede ser expresada de manera «directa» en la ficción —aunque para algunos
críticos la teoría lacaniana haya tenido esta función en la escena intelectual de aquellos años—. Si digo que
el velo hace posible precisar un uso del psicoanálisis en la obra de Gusman es más bien porque la
gramática del velo que establece este saber recorre su escritura" (230-231).
219
Será verdad que en la cama sos extraordinaria como dice papá, me acuerdo
cuando dormía en la pieza de al lado de ustedes y cada vez que él venía se
encerraban y yo los oía gemir y gritar, pero nosotros teníamos prohibido
entrar o molestar, o cuando tenía quince años, que fui a dormir a tu cama
porque tenía miedo de los espíritus y te desnudaste delante mío y te quedaste
con todas las tetas al aire, yo te miraba de reojo por el espejo y me puse todo
colorado porque se me paraba. Quizá por eso [ ... ] habría que llevar esto
hasta las últimas-primeras consecuencias, acostarme a tu lado, apoyar mi
cabeza sobre tu barriga que una vez llené con mi cuerpito, volver a mamar
de tus tetitas [ ... ]. Antes de ser mujer se es madre, pero habría que invertir
los órdenes, las cronologías, antes de ser madre se es mujer [...] (59; el
subrayado es mío).
contaminación entre ambos, pero sin poner en cuestión su identidad respectiva, y sin
que esa división en dos espacios deje de ser vivida dramáticamente. Y si bien es cierto
que este imaginario es exhibido como estereotipo en el exceso paródico de las diversas
corbata a rayas de seda natural, los zapatos de Delgado"; "el cinturón de cuero de
cocodrilo, el traje de alpaca inglesa"; "mi padre reluciente con sus anillos, sus gemelos,
su reloj de oro" [54]), también es cierto que este estereotipo nunca es subvertido, está
allí como un límite, tras el cual se encuentra una otredad que no puede ser pensada o
representada: "No entiendo como un hombre puede hablar con voz de mujer" (33)
escuchar hablar a Carlos Gardel quien, para su profunda decepción, se encama en una
homosexualidad, son así distintos límites estético-ideológicos ante los que el relato de
Gusman se detiene.
220
En Eljiord la mezcla de flujos (sangre, semen, sudor, materia fecal, lágrimas,
frasquito las materias que se enumeran son sólidas (alimentos, oro, emblemas de la
virilidad del padre como relojes, gemelos) en Elfiord prevalecen los flujos corporales
("incluso", "además", "encima"212 intensifica este efecto de continuo, que opera como
)
(Lamborghini 1969: 8). Una mezcla que no reconoce límites en el incesto (Carla Greta
Terón "ya se revolcaba garchando con su hijo" [15] Atilio Tancredo Vacán instantes
minetear o garchar o franelear o rompemos los culos los unos a los otros: con los
porongos" [13]; "Hombre con hombre hombre con hombres hombres hombres" [14]). A
medida que el relato avanza se pasa de una lógica de la mezcla a un devenir delirante en
el cual ya no existen identidades previas que "luego" pudieran mezciarse. Así sucede de
212
David Oubiña ha señalado que la textualidad lamborghiniana no funciona por exclusión sino por
acumulación: lo que viene "después" en el relato no "reemplaza" a lo que estaba antes (como sí ocurre,
por ejemplo, en la narrativa de César Aira, autoproclamado discípulo de Lamborghini) sino que se le
suma, se le superpone, sin síntesis, como se puede observar en el singular uso por parte de Lamborghini
del conector "encima": "Si el desarrollo del relato supone el pasaje de un extremo a otro, la condición del
texto [lamborghiniano] es que el despliegue narrativo incluya en su evolución aquello que debería dejar
atrás. E ... ] La oposición funciona como inclusión, la confrontación como mezcla, la sucesión como
acumulación. Todo lo que acontece se amontona. Una cosa arriba de la otra: «después» significa
(<encima». El mecanismo de polisíndeton adopta aquí una forma curiosa que traduce cada partícula
copulátivay como encima (en su doble valencia: además dey arriba de)" (Oubiña 2011: 292).
221
manera ejemplar con los nombres propios, que son arrastrados en una enloquecedora
Atilio Tancredo Vacán es también Alejo Varilio Basán; Carla Greta Terón es Cali
Si una aproximación atenta a los primeros libros de ficción publicados por los
común de "literatura prologada" podía tender a ocultar, esta se presenta como aun
primer examen de estos textos nos confronta justamente con la perplejidad- de un-
conjunto al que resulta dificil asignar rasgos compartidos. Solamente desoyendo esta
perplejidad resultaría verosímil afirmar, al menos tomando como base esos textos, algún
tipo de estética común que permitiera postular la existencia de una "literatura Literal".
efectivamente publicados en la revista, al margen de las etiquetas con las que han sido
fijados, será preciso en primer término someterlos a una relectura especialmente atenta
textual como procedimiento puesto en práctica regularmente por Literal. Como fue
222
revista era el gesto vanguardista de publicar gran parte de los artículos en forma
anónima. El gesto era vanguardista por su vocación provocativa, pero también porque se
inmediato era la revista francesa de psicoanálisis Scilice?'3 pero cuya genealogía —sin
,
que esto implique como es obvio afirmar que los integrantes de Literal fueran
conscientes de dicha filiación— puede remontarse sin dudas a la revista Athenaeum 214 ,
213
Como fue señalado por Héctor Libertella: "La política de tachar los nombres propios en la revista
Scilicet -que dirigió Lacan en París— hacía eco lejano en Literal" (2002: 7). Con respecto a la revista
Scilicet (divisa latina que significa "ti.'j puedes saber"; tú tienes "licencia" al "saber") que Lacan fundó y
dirigió en un momento decisivo de la constitución del "lacanismo", y cuyo primer número aparece en el
otoño de 1968, pueden consultarse Assoun (2008: 12-14 y 35) y Roudinesco (1993: 90-91), quien apunta
con respecto a la publicación de textos anónimos en la revista: "Scilicet funciona de hecho como la
radiografia ideal de la EFP [Ecole Freudienne de Paris] para los años setenta: sólo Lacan tiene derecho a
una escritura, frente a los anónimos cuyo único deber, para recibir el consentimiento del soberano, es
comentar su doctrina. Para exhibir su soledad, Lacan decidió que los artículos no se firmaran, salvo si
emanaban de su propia pluma" (90).
214
La revista Athenaeum (1978-1800) fue fundada por los hermanos August Wilhelm Schlegel (1767-
1845) y Friedrich Schlegel (1772-1829) y en ella colaboraron los miembros del grupo que se conoce
como Románticos de Jena, entre ellos el poeta Novalis (seudónimo de Friedrich von Hardenberg, 1772-
1801), autor de la novela Enrique de Ofterdingen, y el filósofo Friedrich W. Schelling (1775-1854). Los
Fragmentos que publica la revista no aparecen firmados, de todas formas, hay acuerdo entre los
especialistas en atribuir aquellos que contienen las fundamentales formulaciones teóricas de la estética
romántica alemana al menor de los hermanos Schlegel, Friedrich. Entre estos textos figura el Diálogo
sobre la poesía (1800), en el que se enuncia la primera formulación cabal de la estética romántica (véase
D'Angelo 1999: 19-21); aunque con respecto a otros textos teóricos clave del primer romanticismo
alemán la asignación de autoría ha resultado más controvertida, como es el caso del texto manuscrito,
posiblemente escrito en 1796 y que se titula El más antiguo programa sistemático del idealismo alemán,
que ha sido atribuido en ocasiones al poeta Friedrich Hlderlin (1770-1843), aunque el especialista Paolo
D'Angelo insiste en la pertinencia de atribuirlo a Schelling o a Hegel (o a ambos) dada la afinidad de los
planteos teóricos de este breve texto con la reflexión filosófica de estos autores en esos mismos años
(D'Angelo 1999: 21-22). (En su compilación Fragmentos para una teoría romántica del arte, Javier
Arnaldo atribuye este texto —al que traduce como El programa de sistema más antiguo del Idealismo
alemán— a Schelling, Hólderlin y Hegel, y lo data "hacia 1795" [Arnaldo 1994: 229-231].)
Varios de los rasgos característicos de este grupo, tal como es caracterizado por D'Angelo, resultan
particularmente pertinentes para pensar a Literal, por este motivo nos permitimos citar extensamente el
siguiente párrafo: "Fueron ellos, los románticos de Jena, y ello supone una novedad digna de la mayor
atención, quienes se sintieron, y así quisieron presentarse, miembros de un grupo tan compacto
internamente como polémico hacia el exterior. El terreno sobre el que el grupo echó sus cimientos y
desde el que desencadenó su batalla, y ello es otra circunstancia decisiva, fue el de la teoría del arte y de
la literatura. La autoconciencia de los primeros románticos, y sobre todo de Friedrich Schlegel, es a este
propósito, más característica aún que las propias circunstancias objetivas; queremos decir que lo
verdaderamente valioso no es tanto la real homogeneidad del grupo (cuyos miembros manifiestan desde
un primer momento grandes diferencias entre sí), como la voluntad explicita de actuar en la escena
literario-filosófica en una comunidad de intenciones y, al mismo tiempo, de transformar radicalmente el
modo de pensar y de juzgar la poesía y la literatura. Los primeros románticos teorizan la «sinfilosofia» y
la «simpoesía», o sea, la colaboración de todos en la producción filosófica y poética, hasta hacer
imposible la distinción de las aportaciones de cualquiera de ellos; conciben la revista Athenaeum como un
órgano de tendencia, instrumento y ciudadela del grupo; se sienten comprometidos frente a los
223
Pero no nos precipitemos en la comparación. Es preciso, por el contrario, no
olvidar que no todos los textos publicados en Literal fueron anónimos, y que de hecho,
considerando sus tres ejemplares, fueron más los textos publicados con firma. ¿Cómo se
organizó entonces la distinción entre textos anónimos y textos con autor en Literal a lo
largo de sus tres volúmenes? ¿Y cómo esa distinción se articuló con respecto a la
(relatos, poemas) son publicados con nombre de autor, mientras los textos
un grado suficiente de regularidad como para que nos interroguemos por su sentido.
¿Qué significa que en Literal la crítica, la teoría, los manifiestos, circulen de manera
anónima, mientras la ficción lo hace identificando a su autor? ¿Será preciso leer en ese
gesto los residuos de una concepción idealizada de la literatura que —en evidente
contradicción con las ideas postuladas en los manifiestos y ensayos de la revista 215 -
adversarios mediante un vínculo común. Rasgos todos ellos, como se ve, que definen un modelo nuevo,
que se convertirá en característico de los siglos XIX y XX, y hacen de los románticos de Jena e/primer
movimiento estético-literario en sentido moderno. Este proyecto radical y esta comunidad de voluntades
se dieron en medio de unas condiciones externas especialísimas e irrepetibles, que habrían de cambiar en
seguida. En 1800 dejó de publicarse Athenaeum, el grupo de Jena se disolvió en el verano siguiente y, a
partir de entonces, cada uno de los miembros del grupo siguió su propio camino" (D'Angelo 1999: 22-
23).
En síntesis, los rasgos que nos importan son: 1) compacidad del grupo hacia adentro, carácter polémico
hacia afuera; 2) autoconciencia no tanto de una homogeneidad real como de la firme decisión de
intervenir en la escena literaria como una comunidad de voluntades; 3) su batalla se jugó
fundamentalmente en el terreno de la teoría del arte y la literatura; 4) por su misma intensidad la
experiencia llevaba el sello de lo efimero y estaba destinada a una violenta disolución.
215
Concepción idealizada de la literatura que sería residual frente a la emergencia de una novedosa
noción de escritura como espacio de contaminación genérica tal como se afirma en los textos
programáticos de Literal: "[ ... ] el juego donde el texto teórico podrá ser portador de la ficción, y la
reflexión semiótica tejerá la trama de poema" ("La intriga", L 1: 121-122).
224
pertinente "distinguirla" con los dudosos "privilegios" del nombre de autor? Es una
lectura posible, sin dudas. Creemos, sin embargo, que se trata de otra cosa: solo hasta
cierto punto paradójicamente, Literal no hace firmar los textos programáticos porque
allí es justamente donde la revista habla en nombre propio, donde se permite ir más
visibilidad a ciertos textos (y sobre todo a ciertos nombres) que habrían sido -
Es necesario, por lo tanto, corregir una lectura que afirmara que la revista en su
precisión: Literal, por un lado, afirma, postula, e incluso pone en acto dicha indistinción
o injerto discursivo en sus textos programáticos, pero, por otra parte, y al mismo
tiemp0 216 , continúa practicando la distinción literatura/teoría, cuando dispone sus textos
216
Al afirmar la simultaneidad, la co-ocurrencia de estas "dos" Literal desde sus orígenes, tomamos
distancia de las lecturas que postulan la existencia de una primera Literal "buena" (iiitensa, instituyente)
que solo después habría "degenerado" en una segunda Literal "mala" (programática, instituida), como es
el caso de Crespi cuando sostiene: "[ ...] hay en Literal al menos dos momentos fundamentales. De uno a
otro se defme «el paso (no) más allá» de la revista-acontecimiento lamborghiniana a la revista-programa
de Germán García, quien, para el número doble 4/5, ya aparece en el rol de «Director»" (Crespi 2011:
81).
Efectivamente —es historia conocida— el alejamiento de Osvaldo Lamborghini y la asunción de Germán
García como Director marcan un quiebre notable entre los dos primeros números y el volumen 4/5, lo que
se manifiesta, en primer término, en la inocultable ausencia del singular fraseo lamborghiniano, y de su
particular manera de articular postulados teóricos vanguardistas telquelianos con entonaciones
provenientes de la gauchesca, al tiempo que ganan preeminencia los textos directamente vinculados al
campo psicoanalítico: ya no se trata simplemente del uso de categorías o modos de leer característicos del
psicoanálisis pero puestos en juego en la lectura de un texto literario (como ocurría con "Por Macedonio
Fernández", anónimo pero indudablemente escrito por Germán García, L 1: 15-28) o en la interpretación
del contexto político (como ocurría con "El matrimonio entre la utopía y el poder", L 1: 35-46, o con
"Para comprender la censura", L 2/3: 15-22, ambos anónimos) sino por el contrario de textos
específicamente psicoanalíticos y que apuntaban a intervenir en debates propios del "campo psi" (como
es el caso de "Del lenguaje y el goce", de Oscar Masotta, y de "Sobre el barroco", de Jacques Lacan, L
4/5: 19-38 y 39-53 respectivamente), aunque este fenómeno ya se había iniciado en el número anterior de
la revista, cuando todavía Lamborghini formaba parte del grupo (véanse "Hiatus Irrationalis" soneto de
Jacques Lacan publicado en francés y en versión al español de Oscar Masotta como apertura del volumen,
y el "Documento Literal" titulado "Psicoanálisis: Institución e investigación sexual", texto anónimo pero
escrito sin dudas por Germán García, L 2/3: 6-7 y 93-117, respectivamente). Sin embargo, es importante
señalar que los dos "momentos" de Literal son en realidad dos fuerzas en tensión presentes desde el
vamos, y como tales constituyen a la revista desde su origen, no pudiendo ser distribuidas según una
225
en secciones de "manifiestos" y "crítica" por un lado y de "ficción" y "poesía" por el
que, por el contrario, están presentes desde el número inicial, como veremos a
continuación.
claramente en dos partes. La primera está formada por los ocho textos iniciales, todos
ellos numerados y todos anónimos 217. Entre ellos destacan el primero ("No matar la
cuarto ("El matrimonio entre la utopía y el poder"), que se diferenciaba del resto por la
leyenda "Documento Literal" y que también se distinguía por estar fechado (en Julio de
1973) y el quinto ("El resto del texto"). Estos ensayos tenían el tono apodíctico propio
Tras estos ochos textos, que se pueden situar entre el ensayo, la crítica y el
manifiesto estético, sigue una sección integrada por ocho textos literarios. El primero de
cual los textos literarios aparecen firmados y los teórico-críticos sin firma. Bajo el
número 10 se agrupan siete textos que identifican claramente su autor: "La partida de
Póker", de Lorenzo Quinteros, un cuento con aires de policial que gira en torno a una
cronología lineal que distinga entre una primera y una segunda etapa, ni atribuidas a la intencionalidad de
sus dos figuras más contrastantes: Osvaldo Lamborghini y Germán García. Más allá de que efectivamente
una de los dos líneas pueda encontrarse expresada con mayor intensidad en el volumen final de la revista
y en los textos atribuibles a García, mientras la otra encuentre mayor resonancia en los textos de
Lamborghini y en el volumen inaugural, lo cierto es que la tensión entre los dos "momentos" de la revista
(en sentido lógico) atraviesa internamente cada una de las "etapas" de su cronología, y los textos de cada
uno de su mayores exponentes (García, Lamborghini, Gusman).
217
La nóminá completa de estos ocho primeros textos es: 1. "No matar la palabra, no dejarse matar por
ella"; 2. "Por Macedonio Fernández"; 3. "Acto Único, cuadro Único"; 4. "Documento Literal: El
matrimonio entre la utopía y el poder"; 5. "El resto del texto"; 6. "Redadas"; 7. "Tramar de las palabras";
8. "La civilización está haciendo masa y no deja oír".
226
partida del juego de cartas mencionado en el título, y que presenta la particularidad de
incluir un plano de la habitación donde tiene lugar la historia y dibujos de las cartas que
reciben los contendientes —recursos que hacen pensar en los cuentos policiales de
Rodolfo Wa1sh218 — y que hace uso de otro recurso ya explotado por el género: el
Gusman, un relato que luego, reescrito, formaría parte de Brillos (1975); "Nueve",
Osvaldo Lamborghini publicado aquí sin título y que luego sería publicado sin
variantes, con el título de "Soré, Resoré", en Poemas (1980); un fragmento del libro
Cuerpo sin armazón (1971), de Oscar Steimberg 219 ; e "Intento posible", un fragmento
Por último, cerrando el número, el último texto, titulado "La intriga", retomaba
pedía ser leído en contraposición a "No matar la palabra, no dejarse matar por ella", el
manifiesto "oficial" que abría el volumen. Ariel Idez (2010: 111-114) ha señalado
218
Walsh introduce planos en dos de los cuentos de su primer libro, Variaciones en rojo (1953): en
"Variaciones en rojo" hay dos planos de Ja casa donde tiene lugar el crimen a resolver (Walsh 2010: 123
y 154) y en "Asesinato a distancia" hay un piano de Villa Regina, la estancia donde tiene lugar el
asesinato (2010: 183). Walsh vuelve a utilizar este recurso en ¿Quién mató a Rosendo? donde presenta un
plano de la confitería La Real de Avellaneda, escenario del tiroteo que desencadenó su investigación. Si
se comparan los planos de "La partida de póker" (L 1: 69) y ¿Quién mató a Rosendo? (Walsh 1969: 137),
resulta notable la similitud estilística entre ambos dibujos, lo que hacé pensar en la posibilidad de una
influencia del dibujo de Walsh sobre el autor del dibujo publicado en Literal; interesante conexión o
contaminación entre dos zonas de la literatura argentina de los años 70 supuestamente opuestas e
inconciliables. Abonando la hipótesis de una influencia de la cuentística de Walsh en "La partida de
póker", señalemos que la temática del juego —en este caso no de cartas sino de dados— vinculada a la
muerte había aparecido en el "Cuento para tahúres" de Walsh (2010: 477-482).
219
En concordancia con la política de prestar visibilidad a obras supuestamente desestimadas —o, más
directamente, "reprimidas"— por "el mercado" que rige la publicación de textos literarios en Literal, el
fragmento de la novela de Steimberg es publicado con la siguiente advertencia previa: "El circuito del
consumo de literatura determina —y sabemos que la paradoja de todo valor de cambio es su uso— que
algunos textos pertenezcan a la categoría de «publicados»; otros, sin embargo, permanecen como
condenados en el rincón de los meros «impresos». Esto produce una paradoja suplementaria: esa huella
impresa, al no ser borrada por una lectura, pareciera no existir. Existe. Este es el caso de Cuerpo sin
armazón, de Oscar Steimberg, editado hace tres años, reprimido en y por el parloteo de los medios
masivos [ ... ]" L 1: 105-106).
(
227
también este juego de doble enmarcado, esta estructura en espejo con dos manifiestos
situados en los extremos opuestos de la revista, que estaría operando tanto en el número
palabra, no dejarse matar por ella" (L 1: 5-13), mientras que el breve texto "La intriga"
explícita desde el título que se repite: tenemos así un texto inicial titulado "La flexión
literal" (L 2: 9-14) que encuentra su réplica —en el sentido sísmico y jurídico del
término— en un nuevo texto titulado "La flexión literal" (L 2: 145-148), que clausura el
volumen. Por otra parte, y más allá del borramiento de los nombres propios, en ambos
casos el manifiesto inicial presenta un tono "oficial" y una mayor seriedad y solidez en
la revista por Germán García, mientras los más breves contra-manifiestos del final
palabra, no dejarse matar por ella", se abría con una serie de afirmaciones taxativas ("La
cuestionar la realidad en un texto hay que empezar por eliminar la pre-potencia del
220
El número 4/5 en cierta medida busca mantener el mismo juego de remisión interna entre un texto
programático de apertura ("La historia no es todo", L 4/5: 9-18) y un ensayo entre programático y de
balance al final del número ("Retroactiva", L 4/5: 191-192), pero aquí, como en tantos otros aspectos, la
ausencia de Osvaldo Lamborghini hace que el juego pierda su "contrapunto", y con él gran parte de su
gracia.
228
anónimo que colocaba a todo el texto —y en cierta medida a toda la revista, incluido el
manifiesto inicial que ahora debíamos releer con nuevos ojos— bajo el signo de la
carencia, la intriga, el simulacro, el cinismo 221 : " Es verdad que nos falta una ciencia de
descreídos como para fmgir sus efectos", y en esa línea ahondaba más adelante:
formato y las características del anterior. Nuevamente, el criterio para distinguir entre
continuación, el ensayo programático "La flexión Literal", que como fue señalado
encontraba eco en el texto del mismo nombre que cerraba el volumen. Entre ambas
221
Ricardo Strafacce (2008: 301) ha señalado también en qué medida "La intriga", el texto anónimo -
pero fácilmente atribuible a Lamborghini— "iba a extremar la propuesta" lanzada por García desde las
páginas iniciales de la misma revista. (Con respecto a la atribución del texto "La intriga" a Osvaldo
Lamborghini, más allá de evidentes concordancias estilísticas, la misma fue declarada por Germán García
en su provocativa semblanza "La intriga en Osvaldo Lamborghini", publicada originalmente en la revista
El Innombrable en 1986, con motivo de la muerte del autor de Elfiord [García 2003: 43-49].)
229
"flexiones" se desplegaba un conjunto heterogéneo de textos: el ensayo anónimo "Para
titulada "La palabra fuera de lugar" (también anónimo), un relato breve (",Qué hacer
con este cuerpo?") firmado por Susana Constante, nuevamente un ensayo anónimo ("El
espejo y la muerte") que se presentaba a sí mismo como una reflexión sobre una serie de
libros de Federico Gorbea. Luego, el ensayo "La filosofia como drama", sin firma,
aunque una nota que antecedía al texto aclaraba: "Este trabajo de Eugenio Trías funda
un campo de reflexión, tan suprimida como necesaria." (L, 2/3, 45). A continuación,
breve ("Soñado el 6 de mayo") anónimo. Luego, un ensayo crítico más extenso, titulado
firmar (aunque los testimonios indican que fue escrito a dúo por Osvaldo Lamborghini y
Josefina Ludmer, quien sin embargo no figura entre los colaboradores del volumen).
"novela" (la palabra era utilizada entre comillas en la revista, para referirse a este texto)
de Ricardo Ortolá, Palabra Colmo, de la que se aclaraba en una nota que "no conoció el
privilegio de la imprenta por no adaptarse a las costumbres en uso" (L 2/3: 79); una
página en prosa de Luis Gusman titulada "Poses", que luego, reescrita, formaría parte de
Brillos (1975); "Nosotros no somos los polacos", de Edgardo Russo; "La bola de
García— más extenso que el resto, destacado en la tipografia y anunciado en la tapa., bajo
W11
Luego una nueva serie de textos ficcionales breves firmados ("Golpe ciego", de
Oscar del Barco; "De memoria", de Germán L. García; "Caminaba, yo", de Marcelo
Guerra; un poema de Osvaldo Lamborghini: "Cantar de las gredas en los ojos: de las
literatura permanece estable. Podemos afirmar entonces que Literal juega una doble
o "hacer circular" ciertos textos, propios y de amigos, a los que se supone objeto de un
proporción de textos firmados 222 es un indicador de que las fuerzas de Literal se habían
222
La gran mayoría de los textos que integraban el tercer y último ejemplar, publicado en noviembre de
1977, aparecía finnados, salvo unos pocos ensayos que funcionaban como "notas editoriales" y por lo
tanto resultaban fácilmente atribuibles a Germán García en colaboración o no con Luis Gusman. La
revista se dividía en secciones. La primera, titulada "Los nudos, las redes", reunía ensayos programáticos
y críticos. Se abría con una nota editorial anónima ("La historia no es todo") en la que se polemizaba con
la caracterización de Literal hecha por Andrés Avellaneda desde las páginas de la revista Todo es
Historia. A continuación, como una prueba contundente del lugar cada vez más importante que el
psicoanálisis lacaniano había adquirido para la revista, y fundamentalmente para sus dos figuras
centrales, ya no solo como una herramienta para leer —o producir— literatura, sino como un campo
autónomo de problemas especificos, se encontraban sendos textos de Oscar Masotta ("Del lenguaje y el
goce") y de Jacques Lacan ("Sobre el barroco"), a los que sucedían una serie de ensayos de crítica
literaria: "Iniciación al hombre", sobre Raucho, de Ricardo Güiraldes, por Luis Thonis; "Martínez
Estrada: el olvido y el incesto", por Luis Gusman; "Bernardo Kordon: descontar la vida, contar (con) la
muerte", de Germán L. García, "Un Borges antiguo", de Oscar Steimberg (señalemos que este giro hacia
la crítica en el último número de Literal la aproxima, tanto en el tono de los ensayos críticos como en la
selección de autores de los que se ocupa —Gtiiraldes, Martínez Estrada, Kordon, Borges— a la crítica
literaria practicada por Contorno). En una segunda sección, bajo el título "Insistencias para leer aquí" se
presenta una serie de textos literarios: "The Mirror Stuff Aut Trimaltionis Oratio", de Alberto Cardín;
"La asunción", de Cristina Forero; "Perdón de la palabra", de Germán L. García; "Las cartas", de Aníbal
E. Goldchluk; "El rostro del ausente", de Luis Gusman; "Historia de La", de Ricardo Ortolá; "La sala
azul", de Antonio Oviedo; "La puerta de madera", de José Antonio Palmeiro; "Adiós fiel Lulú", de Pablo
Torre; "Dipsalmo", de Luis Thonis y "Soñado el 18 de enero de 1969" (anónimo).
Por último, una tercera sección, titulada "Juego de exclusiones", presentaba un conjunto de breves
comentarios anónimos de textos cuyo denominador común era haber sido supuestamente desoídos por el
mercado, según se apuntaba enfáticamente en la nota de presentación: "Los textos evocados por los
comentarios siguientes fueron excluidos. Se puede encontrar una explicación en cada caso, pero importa
subrayar el juego de lenguaje que ellos producen por el denominador común de la exclusión. ¿Qué forma
de vida imposible de compartir habla en ellos?" (L 4/5: 169; subrayado en el original). Los libros
231
decantado en ese sentido, descuidando o relegando a un segundo plano la otra apuesta
de Literal, aquella que, retroactivamente, se nos aparece como la más intensa y singular:
asunción de un tono plebeyo para hablar de teoría 223 . No diremos entonces que en los
dos primeros números de Literal se despliega una potencia de la literatura que luego es
aplastada por el peso de la teoría psicoanalítica como una fuerza externa que poco a
poco hegemoniza la revista, sino que lo que despliega su singularidad en los números
iniciales de Literal es la pasión de una ficción teórica (la teoría como ficción) y que
luego esta singularidad es aplastada por el peso tanto de la teoría psicoanalítica como de
Martín Prieto ha destacado la invención o la asunción singular de un tono como aquello que habría
223W
perdurado del programa Literal: "En todo caso, lo que queda del programa de Literal es en especial un
tono, heredero del que impuso el contornismo en la literatura argentina. Como escribe Libertella:
«Muchas frases eran apodícticas: parecían saberlo todo»" (2006: 431-432).
232
Textos literarios publicados en Literal. Se trata en su mayoría de relatos o
fragmentos de novelas publicadas o "en proceso". Solo se publican unos pocos poemas.
No existen suficientes puntos de convergencia entre estos textos, que permitan hablar de
una "estética Literal" o de un programa común. Hay textos más "experimentales", otros
heterogénea, sino además sumamente despareja en cuanto a su valor 225 . El rasgo común
que aunaría a todos estos textos sería haber sido "rechazados" por el mercado y la
institución crítica.
de más largo aliento, en los que se pone en juego, por un lado, la relectura de una
224
La influencia de Julio Cortázar en muchos de los textos de ficción publicados en Literal es notable, y
debe funcionar como una advertencia contra una lectura que englobara la literatura publicada en la revista
como excesivamente "vanguardista" y "experimental" en relación a su época. Menciono solo dos
ejemplos: la familia en decadencia y el clima de encierro del relato "Adiós fiel Lulú" de Pablo Torre (L
4/5: 147-155) remite claramente a cuentos como "Casa tomada" y "La salud de los enfermos" (cito los
párrafos iniciales del cuento: "Desde hacía algunos años, hasta entonces, habíamos conseguido engañar a
mamá, mostrándonos displicentes al cumplir cualquiera de sus caprichos, cuando en realidad éstos nos
obligaban a privarnos, incluso, de lo más elemental. Ella desconocía completamente nuestra situación
económica"), mientras el cuento "Las cartas", de Aníbal E. Goldchluk (L 4/5: 111-118) remite, ya desde
el título, al cuento "Cartas de Mamá", y presenta nuevamente una típica atmósfera ominosa cortazariana,
signada por un "secreto a voces" familiar (cito nuevamente el comienzo del relato): "Hoy recibí carta de
Mario, en ella me cuenta todas las novedades y contesta algo alusivamente, tal es su estilo, a mis
Ereguntas. Al terminar de leerla me quedé sentado un largo tiempo en el bergére, frente al ventanal".
5
En esta línea de lectura, Ariel Idez señala la poca coherencia entre los textos de ficción publicados en
la revista y los postulados teóricos que esta enuncia: "Muchas de las colaboraciones que se publicaron en
Literal son más el producto de estas afmidades de café que de un acuerdo con los postulados críticos y
teóricos de la revista" y agrega en nota al pie: "Especialmente en lo que hace a los textos de ficción, que
no siempre parecen representar los postulados críticos y teóricos que enuncia Literal. Jorge Quiroga, que
formó parte del comité de redacción del segundo número, afirma: «Eran todos amigos. Los conocíamos
del café. Eramos medio jodidos, porque si un tipo estaba en otra posición literaria, lo hacíamos trizas.
Entonces, que nos entregaran textos era medio dificil. Los que publicaban eran todos amigos»" (2010: 35-
36)..
233
tradición (especialmente Macedonio Fernández, pero también Borges, Güiraldes,
Martínez Estrada, Bernardo Kordon) y, por otra parte, la puesta en acto de una
lectura. Así, por un lado, el ensayo "Por Macedonio Fernández. Apuntes alrededor de
sentido en que los Formalistas rusos lo hacen 227), mientras, por otra parte, los ensayos
4/5: 75-82, firmado por García) exponen los alcances —y los riesgos— de una lectura en
226
Una inmanencia postulada a priori: "Este análisis parte de algunos supuestos. El primero de ellos
postula que en el lenguaje poético —entendiendo por tal todo trabajo con y en la palabra, toda explotación
de las posibilidades de la lengua—, los sentidos, los «significados», se constituyen ahí mismo, en el
momento de hacerse, in praesentia. No hay ideas, intenciones, afectos o causas (anteriores-exteriores) que
incidirían o trascenderían la significación determinándola. La escritura no tiene pasado ni porvenir, y
desmiente todo más allá" (L 2/3: 62-63). Nótese la terminología proveniente del Formalismo ruso
("lenguaje poético") y del Curso de Ferdinand de Saussure ("in praesenhia" es una de las fórmulas usadas
por De Saussure para caracterizar a las relaciones sintagmáticas, por oposición a las paradigmáticas que
son "in absentia").
227
La reducción de "la literatura" a "lo poético" es postulada contra la novela, contra el realismo y contra
el testimonio: "Por eso hoy se impone un edicto aristocrático: primero, la reducción de toda «literatura» a
la poesía, a sus rasgos pertinentes (que consisten en la anulación interminable de sus rasgos pertinentes)
y, segundo, la negación de toda tentativa de escribir (<pensando» en el semejante, en la semejanza, en la
reproducción: un salto hacia lo otro y hacia la diferencia" (L 2/3: 73).
El programa del Formalismo ruso era el de especificar la "literaturidad" (literaturnost) como aquello que
diferenciaría al "lenguaje poético" (i.e. "literario") del "lenguaje prosaico".
228
Algunos ejemplos de ese lenguaje psicoanalítico: "La muerte real de Elena abre un abismo
imaginario: la rareza del estilo de Macedonio muestra que es en otro lugar, en lo simbólico, donde debería
intentarse una respuesta. Si el estilo es el hombre [frase clásica de Buifon sobre la que Lacan vuelve en la
"Obertura" a sus Escritos (1988: 3)], la interrogación de un estilo nos conducirá hacia la carencia en que
la errancia de todo ser se anuda" ("Por Macedonio Fernández", L 1: 16; subrayado en el original), y este
otro, que por momentos bordea el delirio interpretativo: "Si Villa Caraza se relaciona con el tema del
coraje, de la raza y de la coraza, también se encuentra la gallina en su trayecto (es decir, el miedo y la
culpa por el objeto degradado). [...] ¿Será necesario decir que en Codorniz se encuentra el anagrama de
Kordon, la última letra del abecedario y el resto de una «i» que interroga el deseo mismo de escribir? Esa
234
d) Manifiestos, ensayos programáticos, teórico-críticos. En esta categoría
incluimos aquellos textos que, según nuestra lectura, constituyen el eje de la flexión
literal229 , aquellos en los que, siguiendo en este punto a David Oubiña (2011: 278), la
flexión literal se vuelve una auténtica pasión literal, esto es, pasión de y por la letra en
realidad". 230 Sin embargo, nos apartamos de Oubiña en un punto fundamental, a saber,
«1» que en ga(lli)na ironiza que el que gana (boxeador) en verdad pierde (negro idiota) y el que pierde
(gallina) en verdad gana (Codorniz)" ("Descontar la vida, contar (con) la muerte", L 4/5: 81-82).
229
Son ocho textos: "No matar la palabra, no dejarse matar por ella" (L 1: 5-13), "El matrimonio entre la
utopía y el poder" (L 1: 35-46), "El resto del texto" (L 1: 47-52), "La intriga" (L 1: 119-122), "La flexión
literal" (son dos textos con el mismo nombre: L 2/3: 9-14 y 145-148), "Para comprender la censura" (L
2/3: 15-22), y "La historia no es todo" (L 4/5: 9-18). En todos ellos prima la modalidad del manflesto. Al
respecto, Ariel Idez (2010: 107-111) señala que la revista parece signada por una "voluntad de vivir
manifestándose", y selecciona al texto "No matar la palabra, no dejarse matar por ella" como el
manifiesto de Literal, aunque hay otros que bien podrían ocupar ese lugar, entre ellos el mítico afiche con
el que amanecieron empapeladas las calles del microcentro porteño el día 27 de octubre de 1973 y en el
que Literal anunciaba su próxima aparición y proclamaba sus intenciones en 8 puntos encabezados por un
enfático porque: "1. Porque la literatura es una práctica que se transforma en el acto mismo de
enunciarse, no puede ser defmida en sí misma. Trabajando con códigos y contextos, evocando y
ocultando sus referencias, todo texto niega un trabajo ya hecho, lo conserva para superarlo." (el texto
completo del afiche se encuentra reproducido en Libertella 2002: 135-136; Idez 2010: 108-109; y García
[et al.] 2011: 32). También David Oubiña, refiriéndose específicamente a Elfiord (pero su comentario
puede extender a la política literaria de Literal en su conjunto, como el mismo Oubiña sugiere), señala
que "en Lamborghini, el nacimiento de la escritura supone una irrupción violenta. De la voluntad por
manfestarse a la salida en man jfestación, he ahí el género discursivo que permite leer (dar sentido a) ese
pasaje" (Oubifia 2011: 270; subrayado en el original). El manifiesto es, tanto paraIdez como para Oubiña,
el género o la modalidad discursiva que caracteriza a Literal. En la misma dirección va Libertella cuando
apunta: "Muchas frases eran apodícticas: parecían saberlo todo" (2002: 7). Para una caracterización del
manifiesto como género discursivo pueden consultarse Mangone y Warley (1993) y Cippolini (2003).
Acompañando la modalidad de manflesto que hemos caracterizado hasta aquí, y que predomina en los
ocho textos que estamos considerando, cabe agregar que en algnnos de estos ensayos (en especial en: "El
matrimonio entre la utopía yel poder", "Para comprender la censura" y "La historia no es todo") se puede
leer la puesta en práctica de un programa de "crítica política de la cultura desde una perspectiva literaria",
como ha señalado oportunamente Alberto Giordano (1999: 64), es decir, un programa en el que puede
leerse tanto una voluntad de continuar como de emnendar el programa de la revista Los Libros.
230
En este sentido en Literal se oponen nociones como las de "realidad", "realismo" y "representación" a
las de verdad, letra, literal y signflcante. No casualmente, el epígrafe anónimo del Documento Literal
"El matrimonio entre la utopía y el poder", fechado en Julio de 1973 y que hacía referencia velada aunque
evidente a los acontecimientos del 20 de junio de ese mismo año en Ezeiza con motivo del regreso de
Perón al país, rezaba: "Cualquiera se adapta a la realidad, a la verdad siempre se la reprime" (L 1: 35).
Nótese que la frase es una réplica evidente al conocido lema peronista "La única verdad es la realidad",
aunque al mismo tiempo, en el epígrafe de Literal las palabras "verdad" y "realidad" (entendida esta
última como representación puramente imaginaria que no hace sino velar la verdad de un real resistente a
toda simbolización) se cargan de un matiz lacaniano. Este procedimiento, a partir del cual un mismo
enunciado permite una doble lectura segÚn una doble decodflcación (en este caso, los términos "verdad"
y "realidad" pertenecen tanto al "vocabulario peronista" como al "vocabulario lacaniano"), y donde uno
de los códigos pertenece a un registro "alto", "culto", teórico, y el otro a uno "bajo", "popular", político,
constituye una de las operación clave de lo que denominamos uso plebeyo de la teoría en Literal (véase
sección 6 de este capítulo).
235
cuando sostiene que, teniendo en cuenta el "rescate de lo antirreferencial y de lo
llamativo, por otra parte, que la propuesta de una literatura sin objeto (es decir: la
literatura como objeto) requiera un andamiaje teórico tan presente" (Oubiña 2011: 274).
cada vez más afinadas. En este punto, crucial para nuestro argumento, nos serviremos
defenestran los proyectos políticos radicales del siglo XX por su sesgo totalitario, pero
236
también contra aquellos que, para rescatarlos, distinguen entre sus aspectos positivos y
dichos rasgos no como "efectos colaterales" sino como parte constitutiva de los
programas revolucionarios del siglo. Es así que, tras la incómoda mención a Stalin,
Badiou explicita que su intención no es esbozar una nueva "crítica del totalitarismo":
político como en los terrenos artístico, teórico, filosófico, es fundamental para nosotros,
70, como en las organizaciones políticas más radicales, como así también en las
237
a) Con respecto a la exigencia de depuración y " rigor metodológico" en el
la revista Los Libros, aquellos críticos que representaban el ala teórica y "cientificista"
evidente que estos críticos tienen la conciencia de estar promoviendo un tipo nuevo de
literatura argentina 1969" realizada también por la revista Los Libros. Respondía
Lamborghini:
número 5 se nos informa, por ejemplo, que un autor posee, según la afirmación de Roa
Bastos que firma la reseña, «un innato talento narrativo»"). Nótese que desde la
cosa" reduce la propuesta crítica de Los Libros a la nada ("No hay crítica literaria en la
Argentina").
238
b) La exigencia de depuración en las organizaciones políticas radicales, bajo las
la expulsión del Partido, ha sido ampliamente estudiada. Solo nos importa enfatizar que
intelectual,
239
e) Con respecto a las instituciones psicoanalíticas argentinas, y en especial a las
marcadas por escisiones internas, depuraciones y cismas desde su misma fundación 231 .
radicalización política como las dos "almas" que tensan la época. Es el caso de los
Argentina (APA) en reclamo de una mayor politización y compromiso social para los
231
María Moreno ha sabido formularlo con intensidad: "El psicoanálisis, como la yerra, separa mientras
marca: la fratría originaria [de Literal] se rompió bajo el «fuego amigo» en el jardín de los senderos que
se bifurcan —en este caso se trataba de una Avenida de mano única— [ ... ]" (Moreno 2004: 19).
232
Para el proceso de politización que tuvo lugar al interior de las instituciones psicoanalíticas argentinas
en los años 60 / 70 y que desembocó en la escisión de los grupos Plataforma y Documento, véase Ben
Plotkin (2003: 291-312) Izaguirre (2009: 56-75). Para el singular lugar que jugó en dicho proceso el
servicio de Psicopatología y Neurología del Hospital Lanús, bajo la dirección del Dr. Mauricio
Goldenberg, véase Visacovsky (2002). Beatriz Sarlo, en su compilación de documentos para el volumen
La batalla de las ideas (1943-1973), incluye la "Declaración a los trabajadores de la salud mental" del
Grupo Plataforma y la "Declaración" del Grupo Documento (Sano 2001: 462-468), ambas habían sido
publicadas originalmente en la revista Los Libros (25, marzo 1972: 5-7). Dicho número de Los Libros
anunciaba en su tapa a grandes caracteres, como tema prácticamente excluyente, "Psicoanálisis y política
en la Argentina", e ilustraba con sendos retratos de Freud y Marx. Dedicaba a este tema la mitad de las
páginas del ejemplar (pp. 3-13) e incluía un texto de presentación ("El porvenir de una ilusión", por
Miniam Chome y Juan Carlos Torre), seguido de las declaraciones de ambos grupos y de una serie de
documentos e informes (entre ellos el ambicioso —ya desde su título— "Anteproyecto de Plan Organizativo
y Programa de Estudios de Plataforma Argentina para el Centro Conjunto de Docencia e Investigación de
los Trabajadores de la Salud Mental") y por último de una reseña, a cargo de Germán Leopoldo García,
del volumen colectivo Cuestionamos (AA.VV. 1971), en la que García, desde una posición defmidamente
lacaniana, señalaba las ingenuidades implicadas en el proyecto de un mayor compromiso social de los
psicoanalistas tal como era enunciado por los colaboradores del libro: "Si el psicoanálisis fuese una
pedagogía los analistas solamente deberían ser hombres de bien, buenas personas, capaces de transmitir
ideales suficientemente humanos, etc. [ ... ] Cuestionamos narra, a su manera, la situación de esas almas
dispuestas para realizar algún bien social que pueda redimirlas" (LL 25, marzo 1972: 12). (García habría
de volver sobre el tema en 1975 en el Documento Literal ya mencionado: "quienes pretenden adoptar una
posición revolucionaria en psicoanálisis no se han detenido a sacar las consecuencias de la subordinación
del mismo a la medicina. La subversión freudiana no puede recuperarse sin una ruptura con el modelo
médico que le aporta un fondo de sugestión histórica —creencia del médico, del paciente, del grupo
social— que vuelve irrisoria toda reflexión sobre la transferencia" [L 2/3: 95]).
La polémica fue retomada en el número 27 de Los Libros (julio de 1972: 14-21) con tres artículos: "El
malestar en la cultura... y sus revistas", por Gregorio Baremblitt; "Respuesta a Gregorio Baremblitt", por
Germán Leopoldo García, y "Respuesta a Gregorio Baremblitt", por Miriam Chome y Juan Carlos Torre.
La politización en el campo de los trabajadores de la Salud Mental fue un tema también abordado en otras
publicaciones de la época, corno la revista de política y ciencias sociales Envido, de tendencia "nacional y
popular", que en su número 5 (marzo 1972) publicaba el artículo "Salud mental y neocolonialismo", y en
su número 7 (octubre 1972) otro titulado "La penetración imperialista en el campo de la Salud Mental",
ambos por Heman Kesselman. La lectura de los artículos de Kesselrnan muestra que la afirmación de
García sobre la supuesta no reflexión acerca de la subordinación del psicoanálisis al modelo médico por
240
tempranamente también al interior de las instituciones lacanianas y aquí la politización
no parece ser el vector de división sino que esta parece deberse a cuestiones de "política
1974. Como se sabe, Masotta abandona muy poco después —en diciembre de ese
mismo— año la Argentina con rumbo a Londres (y de allí a Barcelona, donde fallecería
múltiples disputas internas que concluyen con el abandono de la EFBA por Masotta y
parte de los sectores que pretendían conjugar psicoanálisis y revolución era, al menos, sesgada.
Efectivamente, esta era una de sus preocupaciones centrales: "el título de médico es el más jerarquizado y
el mejor remunerado en el mercado profesional de la Salud Mental (por eso rara vez es un psicólogo o un
sociólogo el que recibe un subsidio, y si lo es, debe estar en dependencia con una «personalidad»
médica)" (Envido, 5, marzo 1972, 6).
233
Con respecto al abandono de la Argentina por Masotta hay diversas versiones que van desde aquellos
que hablan de un exilio motivado por amenazas que Masotta habría recibido de la Triple A, pasando por
aquellas versiones que dicen que Masotta simplemente se habría marchado atemorizado por el poco
halagüeño panorama nacional, hasta aquellas otras que hablan de unas largas vacaciones y del
cumplimiento de un viejo sueño de Masotta de vivir en Londres.
234
El Acta de Fundación de la EFBA, firmada el viernes 28 de junio de 1974, es incluida por Masotta al
final de su "Comentario para la Ecole Freudienne de París sobre la fundación de la Escuela Freudiana de
Buenos Aires" (Masotta 1976: 239-252). Desde su exilio en Barcelona, Masotta interviene en múltiples
ocasiones en las disputas internas de "su" Escuela, mediante el envío de correspondencia. Situación que
no puede sino evocar los múltiples "mensajes" enviados por Perón desde su exilio en Puerta de Hierro,
(España) al Movimiento Peronista, y el singular circuito de comunicación e interpretación que en tomo a
los mismos se articuló (véase al respecto Sigal y Verón 2003). Algunas de las cartas de Masotta a la
Escuela se encuentran reproducidas en la compilación de Marcelo Izaguirre Oscar Masotta. El revés de la
trama (1999: 175-264). Lamentablemente dicha compilación (así como gran parte de los trabajos
existentes sobre Masotta) ofrece una irritante combinación de lectura evidentemente tendenciosa con un
innecesario juego de alusiones y sobreentendidos, de manera que todo el tiempo es evidente que estamos
leyendo algo escrito contra alguien (no es ese el problema), pero, al mismo tiempo, se hace todo para
dificultar innecesariamente que podamos entender contra quién. En todo caso, sí es claro contra quién
escribía Masotta. Así, en su carta a los miembros de la EFBA fechada en "Barcelona, 23 de mayo de
1979", afirmaba: "Es odioso repetir el nombre de la gente cuando esa gente pertenece al campo de
nuestros indeseables. En adelante en cambio de Benjamin e Isidoro [se refiere a Benjamin Domb e Isidoro
Vegh, los dos de los miembros fundadores de la EFBA que luego de la partida de Masotta lideraron el
grupo anti-Masotta y anti-García] hablaré de Benjadoro (se darán cuenta, palabra plena de resonancias)"
para luego extender la broma y hablar del "Punch de Benjadoro" o "Benjadorazo" (Izaguirre 1999: 175).
241
respecto existen, como era de esperarse, versiones contrapuestas. La más reciente es
Literal, con su intriga literal, actuó a modo de ruptura respecto del campo de
las lecturas y las prácticas de escritura hasta entonces existentes tanto en la
literatura como en la crítica y el ensayo. Pero estaba la máquina conspirativa
de Lamborghini, que era algo que nunca se desactivaba, y se volvió contra
nosotros mismos, incluido el propio Osvaldo.
[ ... ] Es por eso que él renunció a la revista y de alguna manera a la amistad.
Como suele suceder en este tipo de alianzas, el pacto de la incondicionalidad
implicaba el fantasma de la traición, que Lamborghini puso en juego de
manera inmediata y claramente precipitó la cuestión hacia una elección que
segin mi opinión era ya una decisión tomada: seguir la revista con Germán
(Gusman 2008: 35)
La idea de una máquina conspirativa (la intriga literal) que tras descargar sus
energías contra los enemigos externos vuelve sobre sí, responde al modelo guerrero
propuesto por Badiou para pensar las vanguardias políticas y estéticas de "El siglo" 235 .
podría decirse una expulsión mítica o fundacional, la de Ricardo Zelarayán, quien nunca
235
El mismo modelo de mini-relato fue utilizado por Carlos Altamirano, con cierta ironía, para explicar lo
ocurrido al interior de la revista Los Libros: "Estábamos Ricardo [Piglia], Beatriz [Sarlo] y yo, que
éramos todos maoístas. Entonces, primero fuimos expulsando a todos los demás y nos quedamos con el
control de la revista. Y entonces empezamos a peleamos entre nosotros y ahí es que Piglia se va"
(comunicación personal en el marco de las "Jornadas de literatura, crítica y periodismo. La literatura
argentina desde las revistas literarias y el periodismo", MALBA, marzo de 2007).
236
Así ocurre en el prólogo de María Moreno al libro colectivo Escrito por los otros: Ensayos sobre los
libros de Luis Gusmán: "Ese dúo [formado por Luis Gusman y Gennán García] era en realidad un trío y
ese trío un cuarteto que, devenido quinteto, a veces perdía un lado. Estaban junto a ellos Jorge Quiroga,
Osvaldo Lamborghini y Ricardo Zelarrayán [Moreno escribe el apellido con doble erre]. Pero Zelarrayán
no figuraba en la revista. Prefería espolear a sus miembros con ese estilo tan suyo que le hace conceder
los beneficios de su enemistad sólo a los amigos íntimos" (Moreno 2004: 12).
237
La versión de Zelayarán difiere de la de María Moreno: "Bueno, fui parte de esa revista, que tenía una
idea muy interesante de Germán García. La idea era no firmar nada [ ... ]. Y ¿qué pasó? Pasó que uno de
los integrantes de la revista protestó y dijo que él iba a firmar. Y ahí se fue todo a la mierda. Y antes me
fue a ver a mí a un estudio de publicidad, a proponerme que lo descabezáramos a Germán. Me dijo que
registráramos el nombre de la revista, que lo sacáramos a Germán. Y yo le dije que estaba loco, que
242
Lo que en todo caso interesa rescatar de este florido repertorio de intrigas, desde
como correlato necesario una pasión de la teoría, en la medida en que solo a través del
nombre de esa distancia de sí a sí, de ese hiato que permitiría al sujeto desmontarse a sí
mismo en tanto semblante. Y desmontaje ideológico es, justamente, uno de los nombres
privilegiados de dicha operación238 que, por otra parte, y para ser tal, debe ser sostenida
hasta sus últimas consecuencias. Parafraseando el dictum de Rimbaud, "hay que ser
una "literatura literal" que pudiera darse "naturalmente", sino que viene a producirla
como imposible. Pues es evidente que, si "la literatura es posible porque la realidad es
Germán era el autor de la idea, y no sólo de esa idea. Y lo mandé a la mierda. ¿Y qué hizo? Fue a ver a
los otros a decirles que yo le había propuesto sacar a Germán. Resultado: me echaron a mí, porque le
creyeron. Y se fue a la mierda la idea de no firmar. Después se arrepintieron, se dieron cuenta de que el
cagador era el otro. Lo echaron en el segundo número, y en el tercero ya hay un comentario de Germán
sobre La obsesión del espacio" (entrevista concedida al suplemento cultural del diario rosarino El
Ciudadano, 06/02/2000; citado en Idez 2010: 45-46). (Cabe aclarar algunas imprecisiones del relato de
Zelarayán: la reseña —anónima— de García no se publicó en el tercer número sino en el primero: "Tramar
de las palabras", L 1: 55-59; la idea de no firmar no fue abandonada por completo; el alejamiento de
Lamborghini se produjo después del segundo número.)
238
Podrían darse muchas pruebas en este sentido, bástenos consignar aquí que el desmontaje de la
ideología burguesa es presentado por Roland Barthes como el programa teórico de su influyente
Mitologías (1957). (Sobre la influencia de dicho libro de Barthes en la crítica local y específicamente en
la revista Punto de Vista véase Dalmaroni 1998.)
243
6. El programa Literal: crítica teórica del popu(rea)lismo y uso plebeyo de la teoría
dejaba leer, en mayúsculas, bajo el nombre y un número " 1 " de grandes dimensiones, la
realismo no haría otra cosa que proponer "un objeto para la carencia" de lo real, en un
vano intento por colmar la insalvable distancia entre las palabras y las cosas). La revista
antipopulista y antirrealista. Pero esta breve consigna de tapa, al tiempo que delimitaba
244
reconoce una doble filiación: por un lado, se hace evidente ya en esta breve declaración
corrientes de pensamiento que habían hecho de la "disolución del hombre" (en palabras
caso del psicoanálisis— entendiendo por esto no la mera declaración de la "muerte del
hombre" (en la estela nietzscheana de la muerte de Dios, y de sus ecos —en la crítica y la
filosofia estructuralista francesa— de las "muertes" del hombre y del autor, anunciadas
respectivamente por Foucault y por Barthes) sino más bien una minuciosa tarea de
"desmontaje" de la concepción humanista del individuo para poner así de relieve, por la
vía del análisis estructural, que esa supuesta "sustancia-hombre" no era más que el
de un código) por sobre el sujeto, quien no sería más que un efecto de ese juego. La
mismo tiempo que es sujeto del lenguaje y de la ideología, se piensa a sí mismo como
sería siempre el lugar de una "carencia" o de una "falta" en la estructura; pero, al mismo
tiempo, la imagen que "el hombre" tiene de sí mismo como ser independiente, dueño de
plano imaginario, "aplastar" o acallar la "pregunta" (aquí Lacan sigue a Heidegger) que
el espacio de esa carencia deja oír, bloqueándolo con diversos "objetos" que vendrían a
245
constituir, con el correr de los años, la marca más reconocible de Literal en la cultura
argentina; por otra parte también es posible rastrear allí otra de las constantes de la
determinada tradición de esta literatura: vanguardista, o en todo caso leída como tal
este fragmento, articular ambas filiaciones, ya que si por un lado brinda una imagen
una clara alusión al libro homónimo publicado por Girondo en 1932. No casualmente
Oliverio Girondo volvería a ser invocado en las páginas de Literal, esta vez con todas
las letras, en otro de los textos que permite ser leído como lugar de formulación de una
puntualiza: "En la Argentina ese futuro tiene tradición, nombres: Macedonio Fernández,
Mencionar este gesto por el que la revista vuelve una y otra vez sobre cierta
tradición de la literatura argentina puede parecer una obviedad; pero no lo es, si nos
compartía con estas dos revistas, en sentido muy amplio, una colocación ideológica
dentro de la franja crítica de izquierda, no eran menos notables los aspectos en los que
239
Como mencionamos previamente, en texto fue publicado en forma anónima pero escrito por Josefina
Ludmer y Osvaldo Lamborghini, según Libertella (2002: 8) y Ludmer (1988: 187).
246
se diferenciaba de estas publicaciones. En primer lugar, por su tono provocativo,
Libros y Crisis. Sin dudas en muchos sentidos estas dos revistas eran diametralmente
opuestas: Los Libros fue acusada por sus detractores de híper-teórica y elitista, mientras
que sobre Crisis habría de recaer la acusación opuesta de populismo cultural; los
integrantes más destacados de la segunda etapa de Los Libros (Beatriz Sano, Carlos
izquierda que configuró la relectura del peronismo en clave setentista 240. Ahora bien,
más allá de las diferencias irreconciliables entre ambas revistas, y sin introducimos en
consideraciones que requerirían un estudio más extenso, hay un punto en el que ambas
se encuentran: ese "tono comprometido" que era el correlato estilístico del papel
Argentina de esos años. Lo que importa señalar aquí es que, más allá de los diagnósticos
divergentes, y de los diversos marcos conceptuales con los que elaboraban esos
diagnósticos de la situación política, tanto Los Libros como Crisis respondían ante la
situación con una misma estrategia en términos de crítica cultural: aquella que Jorge
240
En Primera Plana, n° 55, mayo de 1984, Fogwill opone Literal a Crisis: "«No matar las palabras: no
dejarse matar por ellas» [sic.], titulaba en su primera edición la revista Literal, nacida
contemporáneamente y como una respuesta a Crisis. Literal nunca vendió cuarenta mil [como Crisis]:
habrá vendido cuatrocientos. Literal nunca encontró —como Crisis— un mecenas coleccionista de arte:
oponerse a las supersticiones colectivas no es un buen negocio" (Fogwill 2008: 132).
247
literatura comenzaba a ser vista como un emblema elitista de la alta cultura frente al
cual era preciso ampliar la mirada y rescatar producciones y voces de una relegada
cultura popular (es el gesto revisionista de Crisis), fuera porque "una crítica política de
los medios masivos emprendida por Los Libros haciendo uso de un vocabulario
Dalmaroni 1998). En todo caso, ambas revistas llevarían adelante una progresiva
—al menos así lo entendían sus agentes— más relevante en el campo de las políticas
culturales. 24 '
intervención estratégica efectuada en relación a ese estado específico del campo literario
argentino; una "intriga", como se titulaba el texto que cerraba el primer número de la
revista(L 1: 119122):242
Para pensar toda la fuerza, todo el valor de esta "intriga", de esta puesta en duda
241
Germán García sitúa retrospectivamente cierto desacuerdo con la política cultural de Los Libros en el
origen mismo de Literal: "Cuando Los Libros, según me pareció, dejaba su política de mantener la
«autonomía relativa del campo cultural», decidí hacer Literal" (García 2003: 9).
242
Escrito por Osvaldo Lamborghini, según el testimonio de Germán García (2003: 43-9).
248
específico de la radicalización política de fines de la década del sesenta y comienzos del
embates del contenidismo y el populismo" (L 4/5, 1977: 11). Como ya señalamos, dos
son los blancos polémicos contra los que Literal dirige sus armas: el realismo y el
crítica teórica (esto es, una crítica que extrae su fuerza de la distancia que le permite la
estético-política. En este sentido resulta clave el texto "El matrimonio entre la utopía y
243
Con respecto al segundo tramo de Los Libros, De Diego, puntualiza: "Si bien existen líneas de
continuidad en los casi siete años que recorre Los Libros, [ ... ] el n° 29 marca una inflexión en su historia:
es posible hablar entonces de una primera etapa, caracterizada por el rasgo dominante de una revista
[...]
de crítica de libros [ ... ]; y de una segunda etapa caracterizada por una creciente politización de sus
[...]
artículos —menos por número, más extensos y no necesariamente reseñas— en una línea de izquierda
revolucionaria identificada con el maoísmo" (2003: 86).
249
Lima), escrito, según Libertella (2003: 8), por García y Lamborghini. Allí se señalan las
"la reducción de toda «literatura» a la poesía, a sus rasgos pertinentes (que consisten en
73)2• Pero esta
la anulación interminable de sus rasgos pertinentes)" (L 2/3, 1975:
más señalado por la crítica. Hay otra operación que acompaña este movimiento, y que
a riesgo de olvidar el lugar y el estatuto que el exceso teórico tiene en los textos de
244
Se trata del ensayo crítico "Apuntes alrededor de 35 versos de 'Elena Bellamuerte", anónimo, pero
escrito por Osvaldo Lamborghini y Josefina Ludmer, según testimonian Libertella (2003: 8) y la misma
Ludmer (1988: 187).
245
Si prefiero hablar de un uso plebeyo, uso bajo o lumpen de la teoría, y no de un uso popular, es porque
la noción de lo popular remite a una entidad más o menos estable y sustancial ("el pueblo") mientras lo
plebeyo caracteriza antes un movimiento, un gesto dinámico de apropiación escandalosa, un uso y una
ocupación –una invasión– violenta de un espacio preservado. Evidentemente, el carácter plebeyo de esta
operación teórica se define por un modo espec(flco de uso, y no implica una lectura en clave biográfica,
ya que no depende del origen social de quienes la llevaron adelante. Aunque por otra parte,
efectivamente, todos ellos (Lamborghini, Gusmán, García, como antes Masotta, Sebreli, Correas)
compartían un origen social de clase media-baja suburbana (véase al respecto Strafacce 2008).
246
En este punto la crítica de Sur daba en el blanco, aunque previsiblemente encontraba este carácter
plebeyo de un imperdonable "mal gusto". Una muestra elocuente de este exhibicionismo teórico la brinda
Oscar Masotta, quien en 1969 publica un articulo en el que ataca ferozmente a Emilio Rodrigué, entonces
presidente de la APA (Asociación Psicoanalítica Argentina). El texto comienza con una exhibición de
referencias (casi paródica) característica de lo que denominamos uso plebeyo de la teoría: "Es Althusser
—quien lee a Marx no sin haber leído a Lacan— el que nos sugiere el sentido y el alcance de esta tarea:
leer a Freud." Citado en Ben Plotkin (2003: 316). Otro ejemplo de este singular uso de las referencias
teóricas en Literal nos lo da el texto que lleva por titulo "Juego de exclusiones". Publicado en el último
número de la revista (4/5: 167-169), comienza con una cita incorrecta: "Hablar un lenguaje –sentencia
250
farsa— en el uso y "abuso" que Literal hace del vocabulario de la teoría crítica francesa
Así, frente al gesto de seriedad compartido por Crisis y Los Libros al encarar lo
ironía radica no solo en que por su tono y por el carácter de su intervención Literal se
presentaba a sí misma como alejada de todo compromiso, sino en que una de las
la realidad local, fascinada como estaba por las últimas modas de la teoría francesa.
Pero lo cierto es que, tras el primer impacto producido por la presencia proliferante de
este nuevo vocabulario, correspondiente a esa época que años después Néstor
Wittgenstein— es compartir una forma de vida". Al señalar la distancia entre la muy poco literal versión
de Literal y la célebre sentencia wittgensteiniana ("E imaginar [vorstellen] un lenguaje significa imaginar
[vorstellen] una fonna de vida" [Wittgenstein 2002: 31]), no se trata aquí de denunciar una falta, ni de
señalar un desinterés por los protocolos de la seriedad académica. No importa tanto el hecho —no
desdeñable sin embargo— de que Literal "cite mal", como el deseo expresado en el olvido o la
modificación: mientras Wittgenstein afirma que, si se es capaz de imaginar un lenguaje, se es capaz de
imaginar una forma de vida; la "versión libre" de Literal implica que basta con "hablar" un lenguaje
(imaginado o creado por otro) para "compartir" (para apropiarse) sin más su forma de vida. Una sentencia
que no se aleja demasiado de aquello que Ricardo Piglia, al intentar definir la lógica económica que rige
en El frasquito, en cuyo centro se encuentra la casa de empeños, denominaba "metafisica lumpen del
milagro opuesto al trabajo productivo" (1973: 14).
251
Perlongher evocaría como la de un "lacanismo de combate" y que otros recordarían más
irónicamente como los años en los que Argentina proliferación de un lenguaje poco
menos que incomprensible (el "lacanés"), una lectura atenta no podía dejar de advertir
literatura gauchesca, y las líneas más vanguardistas de la literatura argentina del siglo
argentina (el sainete, el gauchesco) Elfrasquito quiebra los verosímiles que señalan la
clave social (realismo y progresismo populista son, como dijimos, los grandes enemigos
de Literal) sino pór el juego de palabras, los mitos populares y el recurso a un "lenguaje
Pero mientras Piglia enfatizaba esta conexión del primer libro de Gusman con la
del psicoanálisis" (citada por Steimberg en LL 29: 36. El artículo de Nora Dottori se
247
En continuidad con esta línea de lectura señala Panesi: "Lo particular de esta hinchazón teórica
tachada de elitista es que no desdeña fuertes elementos de la cultura popular, al contrario, se nutre de ella
con un gesto de implícita revaloración (2000: 36).
252
publicó en Siete Días, n° 300, pp. 75-76). Era en abierta polémica con el artículo de
Siete Días que Oscar Steimberg salía en defensa de El frasquito en las páginas de la
revista Los Libros, en una reseña a la que titulaba "Pretencioso como Juan Moreira",
era tan eficaz como engañoso: si la inserción de conceptos psicoanalíticos era motivo
más que Eduardo Gutiérrez, quien en su Juan Moreira había hecho uso de términos de
frasquito era "el rechazo de la mezcla [ ... ] Elfrasquito mezcla: mezcla lenguajes, ideas,
lectura que indicaba la fuerte presencia del psicoanálisis en el texto, como el mero
aquellos que reactivamente se oponían a la mezcla de los lenguajes, las ideas, los
registros.
Ahora bien, más allá de este juego dialéctico entre negación y reconocimiento,
subsiste la pregunta: ¿en qué términos precisos se producía este híbrido entre "el
253
inconsciente y la letra", entre el psicoanálisis lacaniano y la literatura argentina? Más
que de un "lento destilado" del primero en la segunda, según las palabras de Libertella,
parecería preciso hablar aquí de una violenta e inmediata superposición, una operación
según la cual, en cierto punto, Lacan y la gauchesca "dicen lo mismo" solo que "con
otras palabras".
El ejemplo clave en este sentido es la segunda "Flexión literal" del número 2/3
Los dos fragmentos citados funcionan como introducción y cierre a una típica
inconciliables ("parece que estos hombres de a cuchillo algo entendían del orden
simbólico"). Así también ocurre con la expresión "una palabra lleva a la otra" que, por
violento "pasaje al acto", pero por otro lado, repetida una y otra vez por Lamborghini
254
hasta volverse una fórmula248 se carga en el contexto de Literal de resonancias
infinita", "texto plural", etc., o con el "naides es más que naides", que Lamborghini
retorna del habla popular y que en el poema "Soré y Resoré, divinidades clancas de la
7. Lacanismo Literal
revista. En suma, ¿hay una especificidad que permita hablar de un "Lacanismo Literal"?
revisiones críticas de las que Literal fue objeto249 la presencia del psicoanálisis
,
248
Gules Deleuze, en su ensayo "Bartleby o la fórmula" (1996: 98-127), partiendo de la repetición de la
frase "1 would prefer not to" en el relato "Bartleby, the Scrivener" (1856), de Herman Melville, plantea
que dicha fórmula es gramaticalmente correcta aunque tiende al límite de la agramaticalidad, y afinna:
"Diríase primero que la fórmula es como la mala traducción de una lengua extranjera. Pero, escuchándola
mejor, su esplendor desmiente esta hipótesis. Tal vez sea ella la que excava en la lengua una especie de
lengua extranjera". Sería posible estudiar en detalle la función de estas "fórmulas" o frases que se repiten
una y otra vez en los textos de Lamborghini. Muchas veces poseen un "doble sentido" escatológico,
sexual, etc., y pueden ser leídas al mismo tiempo en un registro culto (en muchos casos con resonancias
"psicoanalíticas") y en un registro de "chanza" vulgar. La repetición de estas frases llega en muchos casos
al umbral mismo de la agramaticalidad, según un procedimiento que recuerda a la escritura de Samuel
Beckett: así, por ejemplo, a partir de la célebre sentencia lamborghiniana "Primero publicar, después
escribir", se organiza el siguiente fragmento: "En vez de ser así, me gustaría ser Asís: gana guita y le
chupan la pija. Yo, ñoq. Ahora. Antes por lo menos podía escribir, ahora. Ahora apenas si logro publicar.
Lo único que (puedo) (hacer) (es) publicar. Lo único que apenas puedo hacer es publicar, ahora. Antes
podía (incluso) escribir" (Lamborghini, Sebregondi se excede [19811 2003: 159). Para una lectura de la
relación entre la escritura de Beckett y la de Lamborghini véase Laddaga 2008.
249
Fueron pocos los trabajos sobre Literal publicados antes de la compilación de textos de la revista a
cargo de Héctor Libertella (2002), entre ellos el primer estudio detallado de la revista es el de Alberto
Giordano (1999; una primera versión del trabajo, escrita en colaboración con Analía Capdevila, fue
publicada en Revista de Letras, con el título: "Al pie de la letra: Literal, una revista de vanguardia", n° 3:
36-41, 1994). Otros trabajos que abordan, parcial o lateralmente Literal: Panesi (1985), Dalmaroni
(1994), Mattoni (2000). En los últimos años, por el contrario, el volumen de trabajos críticos se ha
incrementado, produciendo correlativamente un relevo generacional, que testimonia un renovado interés
255
lacaniano en sus páginas es mentada con incomodidad, y sometida a una doble
lacaniana está ahí, pero no habría que cometer el ingenuo error de tomarla demasiado
"en serio", demasiado "literalmente". No deberíamos olvidar nunca que Literal estaría
aquellos años. Esta línea de lectura, a la que llamaremos lectura "estratégica" del uso
intelectual de su tiempo.
Creemos que dichos presupuestos deben ser sometidos a una discusión atenta.
estudio de las revistas literarias y culturales como un área definida dentro de la crítica
académica en Argentina. Ese estudio, y la forma singular que asume entre nosotros,
tiene un origen fácilmente identificable: la revista Punto de vista, que por un lado
publicó ensayos clásicos de análisis de revistas (los trabajos de María Teresa Gramuglio
de la crítica por Literal: véase Idez (2010), Crespi (2011). Juan Mendoza (2011) prologa la edición
facsimilar editada por la Biblioteca Nacional, y es autor de una tesis de doctorado de la TJBA (inédita):
Maneras de leer en los '70, «El proyecto Literal». Santiago Deymonnaz es autor de otra tesis de
doctorado (también inédita) presentada en 2009 en New York University: Lacan en el cuarto contiguo:
Usos de la teoría en la literatura argentina de los años setenta,centrada en los usos de la teoría lacaniana
en Literal y en la obra de ficción del trío central de la revista: O. Lamborghini, G. García y L. Gusmán
(agradezco a Mendoza y Deymonnaz por haberme facilitado sus trabajos inéditos). Por mi parte, me
ocupé previamente de la revista en dos ocasiones (véase Peller 2006, 2010). Imposible concluir esta
nómina sin mencionar las páginas dedicadas a Literal en la monumental biografia Osvaldo Lamborghini,
de Ricardo Strafacce (2008).
256
sobre Sur y de Beatriz Sano sobre Sur y Contorno) al tiempo que, con Williams y
Bourdieu como guías, estableció el marco teórico adecuado para llevar a cabo dichos
Sano 1983). Allí se postula que las revistas deben pensarse como un "espacio de
estratégicas:
- "fidelidad" al original hacia la cuestión del uso de esas importaciones. Pero conileva el
inconsciente, eso no importa) a sus agentes. En el caso concreto de Literal esta línea de
ocasiones que una de las "jugadas" fundamentales del "nosotros" de la revista fue
0 intentar "posicionar" a una serie de autores marginales publicando sus textos de ficción
y reseñándolos. Pero lo que no se señala con tanto énfasis es que: 1) ese intento no fue
por cierto para nada "exitoso" (basta revisar la nómina esos autores para comprobar que,
con importantes excepciones, continúan siendo ignotos); 2) ese "fracaso" resulta por
completo comprensible (basta hacer el esfuerzo de leer esos textos de ficción para
él— que Literal sigue ofreciéndose a nuestra lectura —en otras zonas de la revista,
257
textualidad viva, llena de matices que por cierto no se dejan reducir a la construcción
Es posible conjeturar que, en el caso del lacanismo (en) Literal, quien orientó la
prólogo como en su selección de los textos de la revista. Puede reconstruirse allí una
suerte de "operación Libertella" 250 en dos tiempos: el primero (el del reconocimiento)
cuando, en el inicio mismo de su prólogo señala que Literal "traía una novedad
perversa: el lento destilado del psicoanálisis en la literatura, que unos años antes, de la
letra", para acto seguido reducir, acotar el alcance de esa "novedad perversa" a una
los iba a bautizar la crítica académica) fue sencillamente retórico: desplazar fuerzas en
el campo de las argumentaciones"(5). Una operación que se ve reforzada por los textos
que Libertella selecciona: allí están los "grandes clásicos" de Literal, aquellos que
encontramos citados en cada ocasión en que se habla de la revista 251 pero se incluye ,
también otros textos, en los que es posible apreciar una selección sesgada, 252 para
revista, opacando la de Germán García 253 . Ocurre así de manera notoria con el lugar
250
Resuenan en esta idea unos cuantos tftulos: obviamente Operación Masotta (Correas), pero se ha
hablado también de una "Operación Lamborghini" (Drucaroff 148) y recientemente se publicó el
volumen colectivo El efecto Libertella (Damiani, compilador, 2010).
251
Nos referimos fundamentalmente a: "No matar la palabra, no dejarse matar por ella" (L 1, 5-13); "El
matrimonio entre la utopía y el poder" (L 1, 35-46); los dos textos que llevan por nombre "La flexión
Literal" (L 2/3, 9-14 y 145-148); "La intriga" (L, 1, 119-122); "La historia no es todo" (L 4/5, 9-18), todos
ellos incluidos dentro de la selección de Libertella.
252
No podría ser de otra manera, y no se trata de criticar a Libertella por la selección realizada, sino de
explicitar sus criterios y efectos sobre lecturas posteriores.
253
Criterio de selección totalmente coherente, y acorde con el consenso general —un consenso con el que
no pretendemos disentir aquí— acerca de la dispar calidad y relevancia literaria de las obras de los dos
258
otorgado a la poesía (y Lamborghini es el representante de "la poesía" en la revista). Si
importancia asignada a la poesía es muy acotada, casi nula: unos pocos poemas de
Lamborghini, un soneto de Lacan, una reseña sin firma de La obsesión del espacio de
textos en su selección, y así, las escasas treinta páginas dedicadas a la poesía, que se
comprometida con la poesía de lo que realmente fue. Tan es así que, en el contexto de la
autores previamente mencionados. Criterio valorativo al que se suma por ejemplo Martín Prieto al
dedicar, luego de una introducción general a Literal, sendos apartados a las obras de Ricardo Zelarayán
(en poesía) y Osvaldo Lamborghini (en prosa) relegando implícitamente a otros integrantes del grupo
como Luis Gusmán o Germán García. Ocurre, por el contrario, que en trabajos más "neutrales" en cuanto
a valoración crítica (en parte por exigencias propias del género tesis), como los de Mendoza y
Deymonnaz previamente citados, García y Lamborghini son presentados en pie de igualdad, lo que, en
términos estrictos de su importancia relativa en Literal resulta más cercano a la verdad. Se trata de una
disputa que obviamente también ha involucrado a sus protagonistas. Lamborghini, interrogado en 1980,
aclaraba: "yo no estaba en Literal, yo hacía, junto con Germán García, Literal." ("El lugar del artista.
Entrevista a Osvaldo Lamborghini" [sin firma], en revista Lecturas Críticas, 1, diciembre de 1980, p. 49,
subrayado en el original). García, por su parte, se presenta a sí mismo como el gestor de Literal: "Cuando
Los Libros, según me pareció, dejaba su política de mantener 'la autonomía relativa del campo cultural',
decidí hacer Literal." (2003 9, el subrayado es mío). Gusman inclina la balanza a favor de García:
"Literal en realidad siempre fue una idea de Germán García, él era el ideólogo. Podría decir que Osvaldo
tomaba el rol de quien pretendía imponer una estética de escritura y yo, con mi incipiente Elfrasquito,
trataba de situarme como podía en medio de dos discursos absolutamente antagónicos y dominantes,
como se demostró con el tiempo y el destino de Literal y de nosotros." (2008 34)
254
Se trata de los poemas de Lamborghini "Hay que cuidar la relación del doble con el cuerpo" y "Soré y
Resoré, divinidades clancas de la llanura" (L 1, 97-102); la reseña de La obsesión del espacio titulada
"Tramar de las palabras" (L 1, 55-59); el soneto de Lacan "Hiatus Irrationalis", en francés y en traducción
al español de Oscar Masotta (L 2/3, 6-7); el poema de Lamborghini "Cantar de las gredas en los ojos: de
las hiedras en las enredaderas" (L 2/3 139-144); y el ensayo "Por Macedonio Fernández. Apuntes
alrededor de 35 versos de Elena Bellamuerte" (L 2/3, 59-73). En el número 4/5, ya sin la participación de
Lamborghini, no se publica poesía ni comentarios críticos sobre este género.
259
Ludmer, en el que proponían "reducir" toda la literatura a la poesía, no desentona,
poético, y otro, aparecido en el primer número, también sin firma pero evidentemente de
Germán García256 y que constituye uno de los ejemplos más claros del uso —y "abuso"-
por parte de la revista del psicoanálisis aplicado a la lectura de textos literarios, como se
Macedonio, que opera allí claramente como ejemplo o ilustración de la "tesis general"
previamente enunciada:
García se deja leer una tendencia a atenuar la importancia de la teoría lacaniana y del
255
"La tajante afirmación [se refiere al 'edicto'] resulta —cuanto menos— curiosa si se tiene en cuenta que
la revista, en sus mismas páginas, prácticamente no publicaba poesía, y que los textos de ficción que
podían leerse, más o menos experimentales, si bien con cierto grado de hibridización entre géneros, no
dejaban de pertenecer al campo de la narrativa. Además, del núcleo fundador de la revista —García,
Gusmán y Lamborghini—, sólo éste último escribía poesía y a la fecha sólo había publicado su producción
narrativa." (Idez 117-8).
256
Quien poco después publica su libro sobre Macedonio (García 1975).
3953)257; solo se salva el
4/5, 19-38); "Sobre el barroco", de Jacques Lacan (L 4/5
experimental", "de modo que quizá convenga empezar a despejar cierto malentendido
psicoanalítico" es un recurso al que Literal apela "como una forma de acumular capital
media lengua por Oscar Masotta [que] completaba aquel cóctel molotov armado con las
Todo parece ocurrir como si, en pos de evitar el peligro de tomar demasiado
257
Se trata de la clase 9 (08/05/1973) del Seminario 20, Encore (Lacan 1975).
ii
reglas de formación, su coherencia y sus efectos específicos, sino como medios con
revista de esa filiación, a riesgo de que se vuelva poco interesante. Eso es lo que habría
teóricos de Literal, Juan Pablo Dabove y Natalia Brizuela, en su prólogo a una selección
El ford, pese a "los muchos temas y tics de época que podemos reconocer en ella" y
que la alejan de nosotros. A coñtinuación enumeran esos tics setentistas, al tiempo que
se burlan del afrancesamiento de los "años salvajes" 258 de la teoría en Argentina: "el
25$
Los años salvajes de la teoría es el título de un libro sobre Tel Que!, Phillippe Sollers y la génesis del
post-estructuralismo francés (véase Asensi Pérez).
262
Literal es hoy menos revulsivo y más bien tierno (como lo suelen ser todas las
sin embargo todavía suscita este comentario agresivo. ¿Se trata acaso de una nueva
psicoanálisis?26 ' Es dificil saberlo; en todo caso, también aquí, y como han señalado en
259
Curiosamente, al mismo tiempo que evocan con soma el supuesto "(mal) recuerdo" de la lectura de
"Madame Kristeva", Dabove y Brizuela dedican su texto introductorio a Nicolás Rosa, acaso el
representante más emblemático de los "años salvajes de la teoría" en la Argentina, con su sesgo
afrancesado, post-estructuralista y lacaniano del cual Julia Kristeva sería una de las figuras más
destacadas. Curiosa filiación entonces la que trazan los autores del prólogo, en la estela de Nicolás Rosa
pero desmarcándose del "lacanismo militante" y de "Madame Kristeva", como si se tratara de viejos
lastres de los que fuera preciso desprenderse, separando quirúrgicamente —si esto fuera posible— la
tradición de la teoría en la Argentina de su inflexión lacaniana. En la historia de ese progresivo
desplazamiento y posterior "olvido", sin dudas fue clave, nuevamente, el rol jugado por la revista Punto
de vista, en el periplo que va desde sus primeros rnimeros, en los que todavía resultaba habitual encontrar
a Nicolás Rosa escribiendo sobre psicoanálisis (números 5 y 7, 1979) pasando luego por los largos años
de relegamiento de la teoría psicoanalítica (y de "la teoría" francesa en general) de la revista, hasta la
reaparición del nombre de Rosa en el número 87 (abril 2007) en el homenaje póstumo para el que se
convocó a un colaborador ajeno al "núcleo duro" de la revista (véase Vitagliano). En una línea de lectura
por completo diferente, Jorge Panesi, a partir de la reedición de —y el título no resulta casual aquí— El arte
del olvido, comenta una confesión que Rosa lanza desde la contratapa ("Debo confesar que me pareció
demasiado cargado de teoría y espero que el lector me excuse".) y la somete, podríamos decirlo así, a un
trabajo de ananmesis. Dice Panesi: "Yo no lo excuso. ¿Por qué habría de hacerlo? Quiero decir: no
excuso su disculpa de contratapa. Hay algo que no necesita, por imposible, de la disculpa. Es ese exceso,
ese plus innominable, inexcusable que se llama 'goce'. ¿Por qué alguien se atrevería a excusar un goce?
¿Cuál es aquí, en El arte del olvido ese goce de Nicolás? El goce de la teoría. Debe haber muy pocos en
estas pampas que pudieran exhibir ese goce particular de la crítica: el de gozar con la teoría y exceder
intrépidamente, golosamente, lo que en sí mismo es un exceso. [ ... ] Y en mi caso (o el caso que es mi
época, mi pasado, la trama de mi vida y mis convicciones) no podría perdonar nada por el riesgo de
reconocer que he vivido en el pecado. Que es el goce de toda una época. El goce de la teoría".
260
El concepto de resistencia ocupa un puesto clave dentro de la teoría freudiana. "Durante la cura
psicoanalítica, se denomina resistencia todo aquello que, en los actos y palabras del analizado, se opone al
acceso de éste a su inconsciente. Por extensión, Freud habló de resistencia al psicoanálisis para designar
una actitud de oposición a sus descubrimientos, por cuanto éstos revelaban los deseos inconscientes e
infligían al hombre una 'vejación psicológica" (Laplache y Pontalis 384). Freud hace un uso extensivo
de este concepto para referirse a la recepción del psicoanálisis entre sus contemporáneos en "Una
dificultad en psicoanálisis" (1917), donde afirma que "el narcisismo universal, el amor propio de la
humanidad, ha recibido hasta hoy tres graves afrentas de la investigación científica", ellas son: la "afrenta
cosmológica" infligida por Nicolás Copérnico en el siglo XVI al demostrar que la Tierra no era el centro
del universo; la "afrenta biológica" infligida por Charles Darwin al demostrar que "el hombre no es nada
diverso del animal" y por último la "afrenta psicológica" infligida por el propio Freud, la "más sentida"
por la humanidad, ya que demostrar que "vida anímica" no es de ningún modo equivalente a "vida
consciente" equivale a "aseverar que el yo no es el amo en su propia casa" (131-135, los subrayados
pertenecen al original). Freud retorna esta idea unos años después en "Las resistencias contra el
psicoanálisis" (1925), buscando una explicación para los "estallidos de indignación, de burla y escarnio"
(231) que su descubrimiento había provocado entre científicos y no científicos.
261
Esta última pregunta es una alusión a " ( Quién se asusta hoy del Edipo?", el título de la nota crítica
sobre Elfrasquito publicada en la revista 7 Días, n° 300, pp. 75-76.
263
sin haber habido primero una resistencia interior y "originaria", 262 como si Literal
Me refiero a los titubeos y vacilaciones que, al interior mismo de la revista, se dejan leer
en las "defensas" —otro término con resonancias psicoanalíticas— que Literal ensayó
262
En Resistencias del psicoanálisis, Derrida forrnula la hipótesis de que existirían, a lo largo de toda
la historia del psicoanálisis, "dos resistencias que se concilian, se respaldan, se alternan o se alían,
suscriben un oscuro contrato". Por un lado se trata del "retorno, una vez más, de una resistencia al
psicoanálisis. Resistencia creciente y a menudo nueva en sus formas sociales o institucionales." Pero, por
otro lado, otra resistencia se habría instalado desde el origen, "en el corazón del psicoanálisis, y ya en el
concepto freudiano de 'resistencia al análisis': una resistencia del psicoanálisis, tal como lo conocemos,
una resistencia a sí mismo" (1997 9-10, subrayado en el original). En una conferencia posterior, Derrida
vuelve sobre la idea de dos fuerzas o dos pulsiones de resistencia complementarias: resistencia al
psicoanálisis por un lado, "resistencia autoinmunitaria del psicoanálisis tanto a su exterior como a sí
mismo" por el otro (2001, II), al tiempo que plantea la hipótesis de un vínculo fuerte entre tres fenómenos
en principio ajenos: la resistencia particularmente tenaz al psicoanálisis en los Estados Unidos de
América, la negativa de ese país a ceder —al menos parcialmente— en su principio de soberanía estado-
nacional frente a cualquier tipo de instancia jurídica internacional, y el hecho de que sea la única
democracia occidental —y dominada por la cultura cristiana— que continúa aplicando la pena de muerte,
acaso la forma más cruda en la que esa soberanía (supuestamente incólume) se pone en acto. Retengamos
este vínculo señalado por Derrida entre rechazo del psicoanálisis y creencia en la soberanía sin fisuras -
del estado-nación, pero también del sujeto—, ya que como veremos más adelante, uno de los efectos más
interesantes del psicoanálisis en Literal es el de haber permitido enunciar una concepción de la literatura
que se diferencia claramente de la idea de una escritura soberana, en el sentido que le da Bataille a este
concepto. Así, mi lectura toma distancia de la propuesta por Silvio Mattoni en su ensayo titulado
justamente "Estilos soberanos", en la medida en que postulo que la teoría lacaniana del sujeto —y de la
escritura— conduce en una dirección distinta a las teorías de Bataille sobre la escritura como puro "gasto
improductivo", "acto gratuito, sin otro fm que su propia insistencia", "derroche de lenguaje" (Mattoni
98). En la compleja economía psíquica de la concepción freudiana y lacaniana del sujeto —y de las,
llamémoslas así, "producciones simbólicas"— la siempre presente tendencia disolutiva orientada al "puro
gasto" [y los conceptos vinculados de compulsión a la repetición, goce, pulsión de muerte] se encuentra
con la necesidad de una permanente "negociación" con las tendencias opuestas y complementarias hacia
la preservación, la reproducción, la conservación de las formas. Se trata por cierto de una modesta
negociación "económica", mucho menos "heroica" que el sacrificio "sin reservas" y la transgresión á la
Bataille (1957). Señalemos por último que Paul de Man, sin dudas inspirándose en Freud (aunque
curiosamente sin detenerse en esta filiación y en esta deuda), se preguntó "qué hay de amenazador en la
teoría literaria para que provoque resistencias y ataques tan fuertes?" y postuló la existencia de un
fenómeno similar de "resistencia" a la teoría literaria dentro de las instituciones universitarias,
acompafiado de "una resistencia inherente a la empresa teórica misma", ya que "el lenguaje que [la teoría]
habla es el lenguaje de la autorresistencia", es decir, de la resistencia al lenguaje mismo en su volverse
sobre sí (De Man 24-3 6). -
263
La atinada formula fue acuñada unos años después por Néstor Perlongher (1991: 199) para caracterizar
los años previos a la institucionalización del psicoanálisis lacaniano en la cultura argentina.
264
consistentes de esta posición. Pero hay otros momentos y otros textos en los que Literal
efectistas, pero poco convincentes 264 , con el objetivo de impugnar o poner en duda este
[1969: 341, "el texto sería la actuación de un duelo, no su elaboración" [36], "Los
poderes fálicos del padre se han convertido en poderes perversos de la madre" [40,
mito individual, que se recorta sobre la trama de una novela familiar", haciendo de la
noción freudiana de "novela familiar del neurótico" (Freud 1909) la clave interpretativa
del relato de Gusman. Y sin embargo, en su respuesta polémica a Avellaneda, García 265 ,
aun cuando reconoce el vínculo entre psicoanálisis y literatura en sus textos, procura
como prueba de lo que se quiere demostrar 266. Luego, tras citar a Avellaneda señalando
264
Sigo aquí a Giordano quien señaló oportunamente que "Literal acusa recibo, aunque sin dar una
respuesta convincente a la supuesta crítica" (80).
265
La respuesta a Avellaneda lleva por título "La historia no es todo" (L, 4/5, noviembre de 1977: 9-18),
en polémica alusión al nombre de la revista Todo es Historia, donde este había publicado su comentario.
Como gran parte de los ensayos publicados por Literal, es anónimo, aunque los testimonios indican (y el
estilo del texto lo confirma) que fue escrito por García, acaso con colaboración de Gusmán (en el último
número no participó Lamborghini, lo que descarta la posibilidad de una colaboración suya).
266
Héctor Libertella, en Nueva escritura en Latinoamérica, también reconocía la importancia del
psicoanálisis en las "nuevas escrituras" que tenían lugar en una "zona de entrecruzamiento" y "encuentro
y fuga de códigos" entre teoría y ficción, aunque al mismo tiempo desmentía que el psicoanálisis operara
como "metalenguaje" de la crítica o como elemento "matrizante" de la literatura (1977: 63-4; subrayado
en el original). Sin embargo, unas páginas después, en el apartado crítico dedicado a The Buenos Aires
affair (Puig 1973), reconocía que ciertos elementos permitían leer la novela "a la sombra de cierta
265
que García había pasado del "realismo confesional" de Nanina a la "puesta en práctica
sobre todo en una tercera, La vía regia (1975), el mismo nombre que daba Freud (1900)
a los sueños como vía privilegiada de acceso a lo inconsciente, Literal incurre en una
[ ... ] La vía regia es una expresión muy usada y para el habla de los
argentinos no escapa el hecho de que vía entra en el lunfardo con ciertas
connotaciones de abandono. ¿Discépolo habrá leído a Freud, "cuando estés
solo en la vía"? Por otro lado, ¿quién puede ignorar que nuestras madres
podían hablar de una regia muchacha, de un regio coche y hasta de un regio
vestido? Pero es sabido que Germán García (sujeto de enunciación) se
encuentra en el campo del psicoanálisis y por lo tanto el enunciado La vía
regia se asocia con el uso que Freud hizo de una expresión latina repetida
por millones de enfáticos buscadores del camino real. (L 4/5, 1977: 12)267
revista Panorama quien "decretó que Cancha Rayada estaba agobiada por el peso
testimonio del autor (sujeto de la enunciación): "sólo Dios podría testimoniar que el
autor desconocía a este último, aunque había leído con pasión al primero." (13)
antes había ocurrido con Los Libros, Literal recula ante sus detractores y desestima la
sugestiva ayuda psicoanalítica" para agregar a continuación: "Psicoanalítica, también, es la red sobre la
que se arman explícitamente los personajes" (75).
267
Retengamos que en la defensa de García, la operación que realiza es leer, o proponer la posibilidad de
leer, la expresión "La vía regia" en un doble código o un doble juego: en un código "alto" y "teórico", es
una expresión que remite a Freud y su metáfora para referirse al inconsciente. En el otro código, "bajo",
plebeyo, coloquial, "vía" remite a Discépolo y a la expresión "estar en la vía", mientras "regia" remite al
habla cotidiana de las madres del suburbio. Esta operación, como ya hemos sefialado, es fundamental en
el uso que hace Lamborghini de ciertas expresiones del habla popular o de la gauchesca, que muchas
veces simplemente aparecen citadas en sus textos "a la letra", pero que, por un efecto del contexto de
aparición, se resemantizan y adquieren resonancias inesperadas.
266
crítica que reivindica la ya mentada "autonomía relativa del campo cultural", otra más
tiempo no terminaran de asumir hasta que punto estas tres teorías entran en conflicto.
soberano, transgresor, perverso, tampoco parecen tener en cuenta hasta que punto estas
ideas entran en tensión con otras, de cuño psicoanalítico, que también se enuncian
268
La aclaración es importante para evitar la simplificación que supone establecer un corte demasiado
tajante entre dos momentos de la revista: una "primera Literal" (L 1, y en menor medida L 2/3) en la
estela de las teorías de Bataille (y bajo la impronta mayor de Lamborghini), una "segunda Literal" más
psicoanalítica, y hegemonizada por García (L 4/5). En esa línea de lectura Crespi distingue entre "dos
momentos fundamentales" de la revista, "de la revista-acontecimiento lamborghiniana a la revista-
programa de Germán García" (81). Sin embargo, hay signos claros de que ambas líneas de la revista en
realidad conviven en tensión desde su origen mismo, e incluso al interior de cada uno de sus nombres
propios, sin que pueda asignarse un "representante oficial" a cada una de las tendencias. En esta
valoración del puro acontecimiento, de la escritura como práctica soberana, gratuita, gozosamente
afirmativa, podemos reconocer un sesgo batailleano, y también deleuzeano (fundamentalmente del
Deleuze de El Antiedipo [1972; escrito conjuntamente con Félix Guattari], un libro muy influyente a esos
años y posteriormente, de manera rotunda en Néstor Perlongher [véase al respecto Panesi 1996]), a través
de una concepción afirmativa del deseo. Julio Premat ha puntualizado cómo, en la recepción de Lacan en
los años 70 en la Argentina, muy probablemente se mezclaran y asimilaran otras concepciones teóricas
del deseo, el sujeto y el lenguaje, más afines al clima de revuelta y radicalización política imperante, y ha
enfatizado el lugar clave de Perlongher en dicha lectura de los 70: "El Lacan que se lee entonces, en
semejante contexto y mediatizado por Masotta, viene marcado por esa heterogeneidad, esa posición
irreverente, esa politización de toda teoría o estética: su pensamiento funciona dentro de una serie de
discursos que ponían radicalmente en duda las concepciones heredadas sobre el sujeto, la palabra y la
sexualidad. Todavía en 1991, Néstor Perlongher, en su conocido artículo sobre Lamborghini (((Ondas en
el ford»), se refiere, al hablar de los 70, a un período de «lacanismo de combate» que, bien mirado,
podría más bien compararse con una concepción a la Deleuze del insconsciente (por ejemplo, la del Anti-
Edipo), en tanto que pensamiento sobre el deseo sin normatividad, como una maquinaria o un mecanismo
capaz de <(jugar», más allá de todo discurso interpretativo. O sea: Lacan es a la vez una novedad radical,
rápidamente asimilada, y es también un pensamiento deformado por el contexto de recepción en la
Argentina (todo esto entre comillas ya que las particularidades en sí del pensamiento y de la expresión
lacanianos hacen que no haya recepción directa, lisa, no conflictiva o no deformante: en un punto, a
Lacan siempre se lo lee «mal»)." (Premat, 2008: 125). Lo que Premat no señala es que en verdad entre las
concepciones del deseo en Lacan y en Deleuze-Guattari no solo hay diferencias, sino una franca
oposición, y que la "deformación" o el misreading de Perlongher no tenía nada de casual. En realidad, el
momento revulsivo del psicoanálisis en la Argentina (el momento durante el cual figuras como
Lamborghini o retroactivamente Perlongher consideraron que el psicoanálisis era un discurso revulsivo
que ponía en crisis los valores sociales, políticos, estéticos establecidos) tuvo la duración de un
relámpago, de un parpadeo. Muy rápidamente ese discurso, que parecía socavar los fundamentos mismos
de nuestra sociedad, se transformó en el prototipo de un discurso institucionalizado e institucionalizante:
por un lado, a nivel biográfico-anecdótico, esto se manifestó en repetidas acusaciones a figuras como
Oscar Masotta, Germán García —y en menor medida Luis Gusman— de haber descubierto en el
psicoanálisis un terreno virgen —y fértil— en el que "hacerse un lugar" y garantizarse la legitimidad y el
267
reconocimiento al que su origen social y cultural marginal y su condición de autodidactas sin una
formación avalada institucionalmente, los habría tomado particulannente sensibles. Por otra parte, esta
tendencia hacia una rápida institucionalización jerárquica y plagada de rencillas internas estaría de alguna
manera inscripta en la propia teoría psicoanalítica, articulada en tomo a la ley del padre como constitutiva
del sujeto, al deseo fundado en una carencia estructural y por ende destinado a encontrar inadecuado
cualquier objeto que se le propusiera como respuesta; una teoría, en fin, para la cual el "malestar en la
cultura" no es algo que pudiera remediarse por vía reformista ni revolucionaria alguna. Una teoría así no
podía dejar de resultar, rápidamente, conservadora o "reactiva" para aquellos que hacía justamente de la
trangresión la categoría clave que articulaba revolución política y revolución literaria. Efectivamente,
parecería existir una oposición irreconciliable entre la teoría lacaniana y concepciones del lenguaje, el
deseo y la sexualidad como las de Osvaldo Lamborghini o Néstor Perlongher (sin dudas con sus
importantísimas diferencias, pero en este punto asimilables) quienes verían en el deseo perverso una línea
de fuga extrema con respecto a los dispositivos de control y normalización social de la sexualidad con
fines reproductivos, una línea de experimentación con el extremo en la cual la muerte sería un límite, pero
no un "límite externo", sino un riesgo inherente a la intensidad de la experiencia buscada (Panesi ha
señalado, con respecto a la poesía —y la prosa— de Néstor Perlongher cómo el nomadismo anónimo del
deseo homosexual es potenciado, invariablemente, por él, como un desafio político o como un desafio
político y poético [2000: 313]). En otros términos: no se trata de que Lacan fuera "poco político" para los
radicalizados años 70, sino que las conclusiones políticas que debían derivarse de su teoría eran
inconciliables con la exaltación del potencial desestabilizador del deseo perverso en las poéticas de
autores como Lamborghini y luego Perlongher. Es importante enfatizar esto: no se trataría entonces de un
"lacanismo de batalla" que luego se habría "adocenado" o institucionalizado, deformándose. Tampoco de
un momento de armónica alianza entre psicoanálisis y literatura (representado anecdóticamente por la
amistad inicial entre Germán García, Luis Gusmán, Osvaldo Lamborghini, hermanados en la común
admiración por Oscar Masotta), que luego se hubiera "roto" por razones "contingentes" —malentendidos
entre Lamborghini y García, paranoia de Lamborghini— sino de lo contrario: el "malentendido" fue
originario y fue lo que posibilitó el instante de la alianza, efimera, imaginada, según la cual el
psicoanálisis lacaniano, las teorías del exceso á la Bataille y los devenires deleuzeanos fueran
susceptibles de una asimilación que viera en ellos un aparato teórico con un blanco común: las estéticas
comprometidas, el realismo ingenuo, las políticas del bienestar. Solo imaginando un adversario tan vasto
y a la vez tan impreciso, la estabilidad de este compositum teórico resultaba posible, lo que no podía sino
precipitar la ruptura de la alianza.
Sobre las diferencias inconciliables entre la teoría lacaniana y aquellas que asimilan transgresión sexual y
revuelta política, Zizek puntualiza: "Una de las conclusiones clave que hay que extraer del tema de «Kant
con Sade» es la de que quienes, como Michel Foucault, afirman que las perversiones tienen un potencial
subversivo, se ven llevados, un poco antes o después, a negar el inconsciente freudiano. Esta negación se
basa teóricamene en el hecho, subrayado por el propio Freud, de que para el psicoanálisis la histeria y la
psicosis (pero no la perversión) son modos de acceso al inconsciente: el inconsciente no es accesible a
través de las perversiones. Siguiendo a Freud, Lacan ha insistido reiteradamente en que la perversión es
siempre una actitud socialmente constructiva, mientras que la histeria es mucho más subversiva y
amenazante para la hegemonía que predomina. Podría parecer que ocurre exactamente lo contrario:
¿acaso los perversos no realizan y practican abiertamente aquello con lo cual la histérica solo sueña en
secreto? O, con respecto al amo: ¿la histérica no se limita a provocar al amo de un modo ambiguo, que en
realidad es un llamado para que el amo afirme su autoridad de nuevo y con más fuerza, mientras que el
perverso socava realmente la posición del amo? (Así es como se entiende habitualmente la tesis freudiana
de que la perversión es el negativo de la neurosis.) Sin embargo, este mismo hecho nos confronta con la
paradoja del inconsciente freudiano: el inconsciente no consiste en los guiones perversos secretos con los
que fantaseamos y que, en la medida en que somos histéricos, evitamos realizar, mientras que los
perversos tienen el heroísmo de «hacerlo». Cuando realizamos (hacemos el «acting out» de) nuestras
fantasías perversas secretas, todo queda al descubierto, pero de algún modo se ha perdido el inconsciente.
¿Por qué? Porque el inconsciente freudiano no es el contenido fantasmático secreto, sino algo intermedio
que interviene en el proceso de traducción/transposición del contenido fantasmático secreto al texto del
sueño (o del síntoma histérico). El inconsciente es precisamente lo que en el acting out perverso queda
oculto por los guiones fantasmáticos: el perverso, con su certidumbre acerca de lo que procura goce,
esconde la brecha, la <(cuestión quemante», la piedra en el camino, que es el núcleo del inconsciente. El
perverso es entonces el «transgresor intrínseco» por excelencia: saca a la luz, escenifica, practica las
fantasías secretas que sostienen el discurso público predominante, mientras que la posición de la histérica
despliega la duda acerca de si esas fantasías perversas secretas son «realmente eso». La histeria no es
sencillamente el campo de batalla entre los deseos secretos y las prohibiciones simbólicas; también, y
268
los textos de Literal, "No matar la palabra, no dejarse matar por ella" (Li, 5). La
condensada del modo en que Literal rompe con ciertos ideales de su época: los de una
(Literal maneja aquí una idea de realismo por cierto bastante simplista) y el testimonio.
El realismo -afirma Literal- reproduce, al interior del texto, la injusticia que pretende
hay que empezar por eliminar la pre-potencia del referente, condición indispensable
el efecto de una desorientación que ya conoce su horizonte; es decir, sus límites y sus
fracasos" (L 2/3, 14). Ahora bien, ¿qué tienen en común el realismo y el populismo, al
menos como los piensa Literal? ¿Por qué Literal los ataca, y lo hace conjuntamente? En
ambos casos, se postula la existencia de un significante amo ("la realidad", "el pueblo")
consigna ha sido menos tenida en cuenta- "no dejarse matar por ella". Esto debe
entenderse al menos en dos sentidos: no dejarse matar por otros para defenderla
(mantener una cierta distancia entre los propios ideales y la necesidad de asumirlos
contraria a la ética del sacrificio heroico hegemónica en aquellos años de militancia (de
sobre todo, articula la duda torturante acerca de si los deseos secretos contienen realmente lo que
prometen: la duda acerca de si nuestra incapacidad para gozar se debe solo a las prohibiciones
simbólicas." (Ziiek 2001: 263-264).
269
En el mismo sentido la broma de Osvaldo Lamborghini:"-4 Quién mató a Rosendo? —Rodolfo Wash"
(187).
269
nuevo Walsh); pero también debe entenderse en el sentido de no dejarse matar por la
el texto de goce, como lo llamó Barthes— es soportado sin distancia irónica por el sujeto
(y Literal, al menos en ciertas zonas de su texto, toma distancia así también del pathos
autor"). Por eso mismo, "una cierta distancia de la letra siempre será recomendable"
para el sujeto, pero también porque "no vale la pena" sacrificar todo a la literatura, ya
que en realidad nadie sabe muy bien qué es la literatura, qué es lo que ella puede, ni
cuándo, ni en qué circunstancias. En este punto preciso Literal se distancia tanto del
No sería casual entonces que algunos de estos autores (García, Masotta) de hecho en
cierto momento hayan abandonado la literatura por otras prácticas (el psicoanálisis). Es
importante tener esto en cuenta para no hacer una letura excesivamente "literaria" de
demasiado en serio nada—, y por eso mismo sacude los ideales románticos de un
absoluto literario. O, como dice Lacan desde la contratapa del último número de la
revista: "La vida va por el río tocando de vez en cuando la costa, parándose un rato aquí
y allí sin comprender nada. El principio del análisis es que nadie comprende nada de lo
que ocurre".
270
Para un paralelo entre Lamborghini y Bataille véase Oubifia: "La literatura de Lamborghini avanza por
el camino del extremo y permanece en esa región cercana a lo absoluto, en el límite donde todo se abisma
y se desintegra. De ese potlach al que Lamborghini somete su obra deriva la luminosa intensidad que
recorre sus textos. [ ... ] Pero también hay un precio alto que paga en ese desprendimiento. Se podría
pensar que Lamborghini sacrifica su obra por la literatura, que entrega su obra a la literatura (como quien
entrega su cuerpo a la ciencia) y allí, en esa ofrenda, cumple su papel heroico de escritor" (2011: 329-
330).
270
CAPÍTULO Y. LOS TAÑIDOS DE LA TEORÍA
1. Introducción
las resonancias o los retornos —inesperados a veces— de las pasiones teóricas que
anteriores. No ha sido nuestro propósito (ni está por cierto a nuestro alcance) ofrecer
una reconstrucción exhaustiva, es por eso que salteamos o mencionamos solo muy
de estos años, como es el caso de las revistas Punto de vista271 y Sitio272. Muchos de los
271
La revista Punto de Vista publicó 90 números entre 1978 y 2008, año en que Beatriz Sarlo, su
directora, anunció su cierre defmitivo (volveremos sobre el cierre de Punto de Vista al final de este
capítulo). Su relevancia en la cultura argentina solo tiene parangón en la de la revista Sur. Con respecto a
la primera etapa de Punto de Vista (1978-1982) resulta fundamental el estudio de José Luis De Diego
(2003: 142-151), quien señala cómo la publicación retorna y reformula el legado de Los Libros: "Punto de
Vista operará una profunda revisión de algunos de los fundamentos que se sustentaban en el proyecto de
Los Libros y protagonizará un segundo momento de la modernización crítica que tendrá una vasta
influencia en los años posteriores; así, puede afirmarse que, aunque su formato inicial parece asociarse a
la segunda etapa de Los Libros, Punto de Vista enlaza sus operaciones críticas con las iniciadas en la
primera etapa de la publicación de los 070" (142; subrayado en el original). Roxana Patiño (1997) ha
dedicado un lugar central a Punto de Vista en su estudio sobre las revistas culturales argentinas en los
años de la "transición democrática" (1981-1987). Punto de Vista, siguiendo a Patino, realiza en esos años
dos operaciones fundamentales: 1) una revisión de los instrumentos teóricos hegemónicos en los setentas
(estructuralismo, psicoanálisis lacaniano, Althusser) y una importación de teorías "no reductivistas"
(Patino), fundamentalmente la sociología de la cultura de Pierre Bourdieu y los estudios culturales de
Raymond Williams; 2) una redefinición de las líneas de la tradición literaria argentina. Miguel Dalmaroni
ha estudiado específicamente la operación de importación de Raymond Williams por Punto de Vista
(Dalmaroni 1998: 35-44). Para un estudio de Punto de Vista pueden consultarse también: King (1989);
Sarlo (1999); Andrea Pagni (1993 y 1996) y Gustavo Vulcano (1999). Para un testimonio de uno de sus
fundadores, véase Carlos Altamirano (1998: 14-15).
272
Si Punto de Vista fue una continuadora de Los Libros, tanto en lo que hace a su programa (si bien con
los ajustes señalados en la nota anterior), como en lo que hace a los nombres propios comprometidos en el
proyecto (Salo, Altamirano, Piglia en un primer momento), como en tratarse en ambos casos de
proyectos de largo aliento; lo mismo puede decirse de la revista Sitio (1981-1987) con respecto a su
antecesora Literal. Aquí también se da una continuidad de programa, una misma existencia efimera e
intensa (en total se publicaron seis números de Sitio en cinco volúmenes, uno de ellos doble). Sitio
continuó el proyecto de un cruce entre literatura, cultura y psicoanálisis, y algunos de sus integrantes más
271
fenómenos que estudiamos en relación a las revistas Los Libros, Literal, y a la crítica de
formaciones que fueron, en más de un sentido, sus herederas, y es por eso que un
estudio atento de las mismas a partir de los lineamientos de este estudio queda como
una tarea pendiente para futuras investigaciones que continúen este trabajo.
continuo los años 70 con la actualidad (ello justifica la ausencia de referencias a los
catacumbas"); nuestra ambición fue mucho más modesta: procuramos oír e interrogar
esos tañidos lejanos, a veces casi imperceptibles, justamente allí donde su presencia
principal de trabajo, acaso cuando esta parecía estancarse. Pero también fue una forma
desaliento) que esta investigación sobre nuestro pasado reciente excede, de maneras no
compromete dilemas y heridas que aún hoy permanecen abiertas. Cuando las pasiones
¿Es el viento huracanado del "progreso" que nos fuerza a apartar nuestra mirada de ese
pasado irredento? ¿O serán, acaso, al decir de Libertella, "los restos de un futuro que
vuelve"?
destacados fueron Jorge Jinkis, Eduardo Grüner y Luis Gusman. Alberto Giordano se ocupó de la revista
en su trabajo "Sitio: ensayo y polémica" (1999b: 89-104). Sobre la revista Sitio pueden consultarse
también Crespi 2010: 176-189 y 2011: 113-135 y Patiño 1997.
272
Este capítulo presenta tres partes relativamente independientes. En la primera
Ludmer en las páginas de la revista Babel a fines de la década del 80, para a partir de
diferencias que incluyen la dispar colocación desde la cual estos libros se enuncian: uno
paradójicamente fuera del territorio nacional: el de los críticos argentinos que trabajan
articula en la lectura crítica y cómo estos críticos reelaboran y resignifican una herencia
teórica (Nicolás Rosa, Josefina Ludmer) de la que ellos mismos se postulan como
"retorno" a los 70 en el debate intelectual argentino; para ello privilegiamos dos textos
clave, de dos autores que participaron de la experiencia de la revista Los Libros: el libro
273
bíblica "No matarás" Del Barco hacía un público mea culpa en relación a su militancia
fines de los 80
Contra esa línea de lectura, nuestra hipótesis es que Babel fue una conflictiva heredera
de una revista fundamental en los años 70: Los Libros. Babel continúa a Los Libros en
Lamborghini (Babel 9, junio 1989), dos autores clave en los 70 (ambos escribieron un
ensayo a cuatro manos sobre Macedonio Fernández que se publicó en el número 2/3 de
la revista Literal) y que integrarían el canon literario y crítico argentino de los 80, puede
número, al salir a la venta en los puestos de revistas del centro de Buenos Aires en abril
274
ellos correspondiente al mes de marzo de 1991273. Durante ese lapso relativamente
breve, pero que marcaría no solo el fmal de la década del 80 sino la clausura definitiva
Babel incluía una serie de secciones estables, entre otras: "La esfinge" —una entrevista
con 69 preguntas fijas a un escritor—, un Dossier sobre los temas más variados (Joyce, la
Revolución Francesa, el tango) y "El libro del mes", sección en la que se ofrecía un
fragmento del libro elegido, acompañado por dos o tres artículos que lo comentaban.
vista, más allá de sus notorias diferencias), ni revista generacional (como Contorno);
la "línea" de la revista. Y aunque es cierto que sus dos directores, Martín Caparrós y
Jorge Dorio, y algunos de sus colaboradores más asiduos (Daniel Guebel, Luis
Chitarroni, Alan Pauls, Sergio Chejfec, Sergio Bizzio, entre otros) formaban parte del
273
Sobre la revista Babel pueden consultarse Delgado 1996 y Patifio 1997.
274
Recuerda Martin Caparrós: "Unos meses antes [de la creación de Babel] había aparecido Shanghai.
Shanghai fue un grupo literario que no existió cuando existía; sí antes, y quizás después. Shanghai se
había formado casi como un acto de defensa, cuando un grupo de escritores entonces jóvenes y
ligeramente éditos, un poco amigos, descubrimos que solíamos ser blanco de ataques sorprendentes. Nos
tildaban de dandies, posmodernos, exquisitos yio trolebuses. En realidad, siempre sospechamos que gente
de la generación anterior, la atacante, estaba mortalmente ofendida porque nunca la atacábamos, no le
rendíamos el homenaje del parricidio. Como nos ofendían en conjunto supusimos que debíamos
defendernos en conjunto, y nos reunimos una noche en la Richmond, una confitería muy tradicional de la
calle Florida. Estábamos Daniel Guebel, Luis Chitarroni, Alan Pauls, Ricardo Ibarlucía, Daniel
Samoilovich, Diego Bigongiari, Sergio Chejfec, Sergio Bizzio, Jorge Dorio y yo. [ ... ] Después nos
275
páginas a figuras por completo alejadas de esa estética, como Horacio González,
Germán García, Nicolás Casullo, Daniel Link, o María Moreno. A pesar de esa aparente
revista, es evidente que Babel alentaba una voluntad, no del todo declarada: generar un
procurará llevar adelante una doble operación 275 . Por un lado, se postulará como un
espacio "autónomo", "independiente", tanto de las presiones del mercado, como de las
por estar "al día" con las novedades en materia de libros. Pero, al mismo tiempo, Babel
es una revista hecha por especialistas, poseedores de un saber específico, para ofrecerle
a ese público lector. Lo cual supone, por cierto, que el lector "común", por alguna
razón, podría —o debería— encontrarse interesado en ese saber. Y ésa será la segunda
operación que Babel procurará llevar adelante: convertir en asuntos de "interés público"
universitarias (como la teoría y la crítica literaria). Así Babel postula para esos
revista Los Libros, aunque sin seguirla en su progresiva radicalización política. Los
Libros, efectivamente, como fue señalado en el capítulo III de este trabajo, surgió como
276
de tensiones internas, a partir del número 22 (septiembre de 1971), cambiará su
consigna inicial por la de "Para una crítica política de la cultura", dejando cada vez más
de lado el objeto libro en beneficio de temas más directamente políticos 276. Pero así
Los Libros desde el vamos, presionando por un abandono de la especificidad del objeto
libro en busca de una mayor "relevancia" e inmediatez social, también puede pensarse
que hasta cierto punto la filiación de Babel como "heredera" de Los Libros incluye,
como parte de esa herencia, un mandato de politización. Y si es cierto que Babel nunca
dejará de hablar de libros, y de sostener una actitud que llegó a ser calificada de
esta operación lo constituye el dossier del número 9 (junio 1989)277, cuyo tema es
"Lecturas del peronismo: la revisión de las masas". El peronismo ya había sido objeto
central de varios números de Los Libros, y Babel vuelve a hacerse cargo del fenómeno,
aunque manteniendo con el mismo una relación mediada, justamente, por "los libros".
En la presentación del dossier se anota brevemente que "[l]a muerte de Perón, la última
mapa del peronismo" para luego agregar: "[s]i la modificación del hecho observado
cineastas dirigen hacia el peronismo". El dossier busca dar una respuesta, hacerse cargo
276
Este proceso ha sido minuciosamente analizado por Panesi 2000a.
277
Como se verá más adelante, se trata del mismo número en el que Novelas y cuentos de Osvaldo
Lamborghini fue elegido como "Libro del mes".
277
través de la mediación del comentario bibliográfico, aunque postulando a la vez el
estatuto político de esas lecturas 278 . Babel pretende tener algo que decir sobre el hecho
absolutamente actual y político del triunfo de Menem, pero siempre y cuando sea
dossier que reflexiona abiertamente sobre esta operación: es el dedicado a las revistas
culturales peronistas del período 1982-1989, escrito por Esteban Vernik. El texto está
dividido en dos partes, de casi igual extensión. La primera es el cuerpo del texto y lleva
por subtítulo "Al lector metodológico". La segunda se denomina "Notas para leer la
interna" y está constituida por extensas notas al texto principal. Con cierta ironía,
Vernik apunta al comienzo del artículo: "Las «notas para leer la interna» pueden ser
desatendidas por el lector interesado sólo en cuestiones del campo cultural y entre cuyas
"externas" del mercado, la política y la universidad. Nadie podría negar, por cierto, que
Babel buscó insertarse en el mercado, y sostener una cierta "política" cultural, ni que
278
Horacio González discutirá el libro Perón o muerte. Los fundamentos discursivos del fenómeno
peronista, de Eliseo Verón y Silvia Sigal; Beatriz Sarlo analizará Recuerdo de la muerte, de Miguel
Bonasso, y Héctor Schmucler hará lo propio con La novela de Perón de Tomás Eloy Martínez, Christian
Ferrer se referirá a la producción de Rodolfo Walsh, mientras Federico Galende y Eduardo Rinesi
comentan Perón: entre la sangre y el tiempo. Lo inconsciente y la política, de León Rozitchner. El
dossier se cierra con un "Ensayo de bibliografia" sobre el peronismo, en el que figura El género
gauchesco. Un tratado sobre la patria,de Josefma Ludmer.
Apabullantes resultan, por cierto, las cifras que, desde el margen superior de la tapa de Babel dejan
leer la inscripción más brutal del "contexto" en el "paratexto" de la revista: A 8 (8 Australes) era el precio
del número 1 (abril 1988). En marzo del 89 la revista cuesta A 45, en junio A 170, en julio A 550, en
septiembre A 1.000. En marzo de 1990 la revista alcanza los A 10.000 y en su último número (marzo
1991) llega a los A 35.000.
280
La revista en sus comienzos es editada por la Cooperativa de Periodistas Independientes, proyecto de
autogestión que por ese entonces tenía a su cargo la revista El Porteño. Luego Babel pasaría a ser editada
por la editorial Puntosur.
278
evidente, pero no menos cierto es que, al mismo tiempo, Babel siempre buscó
presentarse "por fuera" de esos espacios, "no perteneciendo" a ninguno de ellos, para lo
dos notas breves en los números 1 y 16), la sección "El libro del mes", situada en las
primeras páginas de la revista, puede ser leída como uno de los espacios privilegiados
desde los cuales Babel toma una posición de conjunto, emite un juicio. Un repaso de los
solidaridad de grupo. En otros casos el elegido será un libro de origen extranjero, con
edición original (De los espejos y otros ensayos, de Umberto Eco, será el elegido en el
22). No parece casual que se trate de libros de teoría, o de ensayos, ya que en estos
281
El vínculo con la Universidad de Buenos Aires es ejemplar en este sentido. Constituye uno de los
rasgos compartidos por los integrantes de Babel (muchos de ellos tuvieron alguna participación, de
diversa índole, en la UBA durante el período de la llamada "transición democrática"). Sin embargo, lejos
de enfatizar esta pertenencia institucional como un factor de identidad, varios de sus miembros tendieron
más bien a minimizarlo, presentándose como "no perteneciendo", o "por fuera", de una institución a la
que desvalorizaban implícitamente con su gesto. Curiosamente, por la misma época, y en el contexto de
una fuerte devaluación de la política, la sociedad argentina asistiría al vertiginoso ascenso político de una
figura (de cuyo nombre no quiero acordarme) que construiría su imagen presentándose como alguien
situado relativamente "por fuera" de las instituciones y prácticas políticas tradicionales, y vinculado a
otros espacios más dinámicos: el deporte, el jet-set, los famosos y la noche.
279
casos la elección parece operar como una indicación acerca de lo que "hay que leer", las
(Babel 9, junio 1989). Pero no faltan razones para pensar que, más allá de la inclusión
de ambos libros en esta serie, ciertas características particulares permiten (exigen casi)
trazar entre ellos un vínculo especial. Y esto no habrá dejado de anunciarse desde las
mismas páginas de Babel, en el artículo escrito por Alan Pauls con motivo de la
282
Las ediciones reseñadas eran: Josefma Ludmer, El género gauchesco. Un tratado sobre la patria,
Buenos Aires, Sudamericana, 1988; y Osvaldo Lamborghini, Novelas y cuentos, Barcelona, Ediciones del
Serbal, 1988. En el caso de Lamborghini algunos de los relatos de esta compilación ya habían sido
publicados previamente (Elfiord, Bs.As., Chinatowii, 1969; Sebregondi retrocede, Bs. As., Noé, 1973)
aunque se trataba de ediciones semiclandestinas y dificiles de hallar. Después de su muerte, fue César
Afta quien recopiló gran parte de la obra narrativa de Lamborghini en Novelas y cuentos, al que se
agregaría unos años después su novela inconclusa Tadeys (1994), también editada en Barcelona por Del
Serbal.
283
Alan Pauls, "Lengua: sonaste!", Babel, 9 (junio 1989): 5; destacado en el original.
MMII
Pero esta convergencia no es la única que vincula ambos volúmenes, que
argentina de los 80; ya que si en El género gauchesco, como nos recuerda Pauls, El
ford constituye uno de los textos que conforman el corpus sobre el que se ejerce el
trabajo crítico; por otra parte es la excusa para una digresión "personal" en la que
Josefina Ludmer evoca la escritura conjunta (llevada adelante por Lamborghini y ella en
los 70) del ensayo sobre Macedonio Fernández que fuera publicado anónimamente en el
número 2/3 (mayo de 1975) de la revista Literal. Cabe entonces interrogarse por esta
promoción casi simultánea de Ludmer y Lamborghini desde las páginas de Babel a fines
de los 80 y en los momentos álgidos de la crisis económica y política que marcó la caída
del gobierno radical y el triunfo del menemismo; preguntarse por ese gesto que implica
una vuelta a dos autores que habían ocupado una posición clave en los 70 y a quienes
ahora se aconseja "leer juntos". ¿Es posible leer en la elección de El género gauchesco
crítica? ¿Qué relación establecería esta "poética" con "los días de fiesta" —son palabras
de Josefina Ludmer284— de 1973? ¿Y con los menos festivos días de 1989? Quizás el
284
"Quiero contarles una de las cosas que durante un tiempo corto hice con Osvaldo Lamborghini en los
días de fiesta de 1973. Escribimos juntos, jugando a cambiarnos mutuamente las palabras, una nota sobre
Macedonio, sobre «Elena Bellamuerte», sobre el objeto perdido. Como se trataba de una práctica secreta
e inconfesable (que ninguno de los dos, creo, había hecho nunca con otro del otro sexo), fue socializada
de inmediato y apareció en Literal 213 sin nombre de autor. Para escribir ese anónimo trabajamos muchas
noches, con una especie de guión que cada uno hacía de día y que nos tragaba el día, porque nos
preguntábamos qué lenguaje usar para hablar del otro lado del lenguaje. Salió una diatriba antialucinatoria
(quiero decir antirrealista) y antiprogresista: los dos términos van siempre juntos aunque se cambien de
lugar. [ ... ] La novela, género realista decía el anónimo (y el clima de la escritura era de fiestita), ofrece un
paisaje al turismo y pone en ese paisaje un dibujo anatómico del que escribe. Sólo la poesía, cuerpo
extraño en el corpus de la lengua, es un espacio donde no se puede alucinar porque allí no se da cuenta el
cuento y lo único que trata es de hacer un juego sucio con el cuerpo interno (de la lengua). Al defmir la
poesía como el lugar donde no se puede alucinar, Osvaldo definió su propia estética: quería reducir toda
la «literatura» a esa poesía imposible, contraalucinatoria, para que pudiera verse, entonces, el teatro de la
palabra" (Ludmer 1988: 187).
281
2.3. Políticas: de la literatura. El "edicto aristocrático"
Como ya señalamos en el capítulo 1V, este ensayo puede leerse como uno de los
(denuncia realista de la explotación, representación de las luchas sociales), pero que por
eso mismo deviene inmediatamente política, en tanto ejerce una política (transgresora,
• revolucionaria) de la lengua 285 . Se proclama así una absoluta soberanía literaria, que no
reconocería límites en ningún mandato social, en ninguna "causa justa" 286. La literatura
sólo hablaría de (y ante) sí misma, aniquilándose para recrearse una y otra vez. Al negar
ilusión de una correspondencia posible entre las palabras y las cosas. La escritura que
constituye un ideal al que esa escritura estaría sometida? La noción misma de "edicto
"la semejanza". ¿Y si acaso él o ella desea narrar, "contar(se) el cuento"? ¿No debería
ser ése su más supremo ejercicio de soberanía? ¿Una escritura realmente soberana no
sería aquella que no aceptara someterse ni tan siquiera al ideal de la destrucción de todo
285
Citamos nuevamente este párrafo crucial: "hoy se impone un edicto aristocrático: [ ... ] la reducción de
toda «literatura» a la poesía, a sus rasgos pertinentes (que consisten en la anulación interminable de sus
rasgos pertinentes) [ ... ], la negación de toda tentativa de escribir «pensando» en el semejante, en la
semejanza, en la reproducción" (L 2/3: 73).
286
"La causa justa" es el título de un relato escrito por Osvaldo Lamborghini en sus últimos años en
Barcelona. En la edición de Novelas y cuentos II (Buenos Aires, Sudamericana, 2003) César Aira fecha la
escritura de este relato en 1983.
282
parafraseada en diversas oportunidades por Lamborghini: "La destrucción fue mi
Beatrice" 287 . ¿ Puede la destrucción operar como guía, principio rector, Beatrice, sin
someterse ella misma a la destrucción que postula? ¿Una escritura realmente soberana
anarquista Lengua = Ley = Estado = Poder, afirma que transgredir la ley de la lengua es
siempre subvertir la lengua de la ley, y por lo tanto la lengua del poder. "Hace sonar la
lengua", dirá Alan Pauls de Lamborghini; le "saca la lengua" al poder, dirá Josefina
Ludmer con un brillante juego de palabras. Ya en su libro sobre Onetti (1977), Ludmer
afirmaba que "toda lectura fijada [ ... ] es inevitablemente represiva" y por eso, en la
medida en que implica reforzar esa represión u oponerse (dialécticamente) a ella, "la
crítica es inmediatamente política". Y en el Tratado (1988) volverá sobre esta idea: "El
problema lingüístico es político, las políticas de la lengua son políticas, y las lenguas de
toda institución (lingüística, política) "hace máquina" con el sistema de coerción, y así
se homologa autoridad con dominación violenta. Por eso la diferencia entre estatal y
287
En "Niebis (maneras de fumar en el salón literario)", Novelas y cuentos 1 (Buenos Aires,
Sudamericana, 2003: 118-119). Este texto de Osvaldo Lamborghini fue publicado por primera vez en la
revista Crisis, 24 (abril de 1975): 68-70.
288
Policías, médicos, maestras, psiquiatras, psicoanalistas: todos ellos trabajarían al interior de diferentes
Aparatos Ideológicos de Estado. Y la mención a Althusser no es casual aquí. Requeriría un tiempo y un
espacio del que no disponemos en el marco de este trabajo, pero sin dudas podría rastrearse la persistencia
de Althusser, cuyas ideas fueron centrales en la concepción de la crítica como develamiento ideológico en
Los Libros, experiencia de la que tomaron parte Josefina Ludmer y Ricardo Piglia, maestros de varios de
los integrantes de Babel, como recordó recientemente Alan Pauls: "Yo me formé básicamente con los
escritores del setenta. Con la gente de Literal por un lado, y con Ricardo Piglia y Josefina Ludmer por
otro. ( ... ) Había una especie de facción antirrealista de la que yo soy hijo, totalmente. Y por eso mi
enemigo también era el realismo, y el populismo. Mi enemigo era toda aquella poética que enarbolara las
banderas de la representación. No reniego para nada de ello, para mí fue una gran formación, y me
introdujo en el mundo de problematizarlo todo" (entrevista a Alan Pauls por Mauro Libertella,
283
apuesta de Lamborghini —como ha señalado Nicolás Rosa— es "generar una lengua
corrupta por dislocación de las formas y de los paradigmas, una verdadera destrucción
ácrata de los significados y de los significantes" (Rosa 2003: 171-184). Esta concepción
bajo una apariencia "legítima", hace de todo ataque a las leyes del "sistema de la
lengua" que, nos recuerda Saussure, heredamos "como la ley", un ataque al "Sistema".
Así, la escritura adquiriría un matiz inmediatamente político que parece haber resultado
particularmente atractivo para los jóvenes de Babel. "Literatura" habrá sido, en los
estertores de la década del 80, el nombre privilegiado por Babel para designar la
que eleva definitivamente al mítico y marginal escritor a las líneas centrales del sistema
suplemento Radar Libros, 9 de diciembre de 2007. Véase al respecto también el reportaje a Piglia
publicado en la revista Lecturas críticas, 1, 1980). Y Althusser parece retornar en los 80, colándose entre
las grietas de otros vocabularios más acordes con el "aire de los tiempos". En Un tratado sobre la patria,
por ejemplo, donde más allá de la remisiones al Tractatus de Wittgenstein y a la noción de "uso" de los
gauchos y de la voz del gaucho, de lo que se trata, en verdad, no es tanto de la noción de "uso" planteada
por Wittgenstein en sus Investigaciones filosóficas ("El significado es el uso") como de la "interpelación
del gaucho en sujeto" por el Aparato de Estado Argentino. (Y la expresión "aparato de estado" aparece al
menos dos veces en El género gauchesco). Lo mismo podría decirse de las repetidas referencias a
Wittgenstein en Respiración artflcial (1980) de Ricardo Piglia, bajo las cuales insiste una lógica
(paranoica) del sentido que liga Poder, Estado y Dominación (el Poder —con mayúscula— en Piglia está
íntimamente ligado al Estado). En "Lengua ¡sonaste!", de Alan Pauls, nuevamente, una metafórica
maquínica deleu.ziana deja leer entre sus grietas nuevamente la persistencia de Althusser: "Para Puig y
para Lamborghini, el estereotipo [...1 es esa formación donde la lengua hace oír su poder, su formidable
facultad de decir-hacer: un pequeño aparato de estado" (Pauls 1989: 5).
284
literario". Apenas tres semanas después el suplemento Ádn recurre también a un primer
plano de Lamborghini, titula su nota de tapa "La vida de un genio maldito", y ofrece un
escritor "que más influyó sobre las nuevas generaciones de narradores argentinos". 289
Más allá de las imprecisiones y exabruptos que suelen caracterizar este tipo de
suplementos culturales de los dos diarios más importantes del país no dejaba de resultar
literatura, una compilación de doce ensayos sobre Lamborghini editada y prologada por
Juan Pablo Dabove y Natalia Brizuela, y de Osvaldo Lamborghini, una biografla, del
escritor Ricardo Strafacce, parecía menos una azarosa conjunción editorial que una
dos primeros vohimenes consagrados íntegrameite al autor, como porque ambos libros,
aunque por caminos muy diferentes, parecerían aspirar a producir un efecto defmitivo y
monumental.
Lamborghini y de sus contemporáneos que eran inaccesibles hasta la fecha (un hallazgo
entre tantos otros, el de la primera publicación firmada por Lamborghini: una carta
289 Ñ, revista de cultura del diario Clarín, n° 253, sábado 2 de agosto de 2008; Ádn Cultura, de La Nación,
O
54, sábado 23 de agosto de 2008. La biografia de Strafacce consta de 847 páginas de gran formato y
apretada tipografia, pero antes de su publicación múltiples versiones indicaban que habría de tener "más
de mil" o "más de mil doscientas".
290
Dabove, Juan Pablo, y Brizuela, Natalia (comps.), Y todo el resto es literatura: ensayos sobre Osvaldo
Lamborghini, Buenos Aires, Interzona, 2008; Strafacce, Ricardo, Osvaldo Lamborghini, una biografia,
Buenos Aires, Mansalva, 2008.
285
militancia sindical, en la que atacaban con virulencia al "cotizado escritor izquierdista
David Viñas" con motivo de la aparición en ese medio de sus "14 hipótesis de trabajo
anunciada durante años 291 invitó a la circulación de rumores diversos. Lo cierto es que
,
no existía en Argentina una biografia literaria semejante, escrita desde la periferia del
literarios, un consenso que, irónicamente, Lamborghini entre otros, desde las páginas de
la revista Literal, contribuyó a consolidar292 . Pero Strafacce no sólo escribe desde ese
imponerse por aritiana prepotencia de trabajo (y por cierto si algo hay, y se nota, en
Osvaldo Lamborghini, una biografla, eso es trabajo) 293 . Sin embargo, contra lo que
podría esperarse de un narrador que enuncia desde esa posición de outsider, nada más
291
En el 2000 Alejandra Valente y Ricardo Strafacce publican un anticipo del primer capítulo en el
número 8 de Boletín, en marzo de 2007 la revista El niño Stanton publica un anticipo del capítulo 54 en
su segundo número.
292
Julio Premat sefiala críticamente esta paradoja en su colaboración a la compilación de Dabove y
Brizuela: "Las peculiaridades de su vida [la de O.L.] se fueron volviendo un espacio de insistentes
interrogantes, hasta tal punto que el novelista Ricardo Strafacce ha escrito una biografia de mil doscientas
páginas sobre él (lo que es por lo menos paradójico, tratándose [...]
de un escritor de significantes y de
borrado de identidades)." [Y todo el resto, pág. 1461.
293
Nuevamente, la relación entre biógrafo y biografiado es en este punto "por lo menos paradójica", si
tenemos en cuenta que Lamborghini hizo un verdadero culto del rechazo al trabajo (como el propio
Strafacce expone en su artículo "Preferiría no hacerlo (para una épica de la fobia al trabajo)" en revista
virtual El Interpretador (http://elinterpretador.netl34RicardoStrafacce-PreferirialloHaCerlO.html )
286
alejado del estilo fluido y ecuánime de Strafacce que la exasperación reivindicativa de,
contrapuestas que es hoy la vida de su biografiado (con su albacea literario César Aira
amigo íntimo, tampoco se presenta como su discípulo o heredero, y mucho menos como
su juez. Es apenas un lector fervoroso, intentando responder una mítica pregunta inicial,
desencadenante, que Strafacce recuerda haberse formulado la primera vez que leyó,
hace ya más de veinte años, en el número 4/5 de la revista Sitio, el relato "La novia del
gendarme": "cómo sería la persona que escribía así" (Strafacce 2008: 11).
Pero si Strafacce elige para narrar un tono menor, modesto (actitud que desde ya
tiene algo de taimada, pues qué modestia podemos suponerle a quien ha llevado a
contrario con todos los emblemas de la palabra legítima, autorizada, competente. A tal
punto que Fogwill, lector siempre atento a este tipo de operaciones, y afecto a los
294
Fogwill, "Sintaxis mayor", en Adn, op. cit. pp. 8-9.
287
por objeto —la cual por otra parte no necesita, a esta altura, de tales espaldarazos— como
de los críticos que integran el volumen o, para ser más precisos y más justos, de un
Strafacce o Fogwill, y del otro el de una crítica académica e hiperteórica que encontraría
expresión en el libro de Interzona, como Fogwill quiere dar a entender cuando señala la
pertenencia de los autores del volumen al gremio de los "profesores") como una
Interzona no por obvio deja de ser significativo a la hora de caracterizar este libro, lo es
sólo en la medida en que especifiquemos un poco más esa inserción institucional: Juan
(Julio Premat), dos en la sede porteña de New York University (Tamara Kamenszain y
288
escritores Luis Gusman y Luis Chitarroni completan la nómina de colaboradores. Un
libro de estas características vuelve dificil toda generalización, ya que nos enfrenta con
exponente de un modo de practicar la labor crítica que lleva la impronta del ámbito
sino también porque el libro presenta un formato característico del mercado editorial
manos) en el que los editores destacan la "relevancia" del autor o tema estudiado, y
comentan sucintamente los diversos artículos; luego estos, agrupados en torno a algunos
objeto, al que abordan desde ángulos múltiples, por lo general sin superponerse. 296 Y
desde ya no hay razones a priori para cuestionar este abordaje, que incluso podría
generar inesperados efectos a partir del encuentro de un objeto tan "local" como
razón de ese fracaso. Allí donde Strafacce remarcaba, incluso con cierto dramatismo,
295
Con las excepciones y particularidades del caso: en primer lugar la de los escritores Gusman y
Chitarroni, pero también de las poetas y críticas Kamenszain y Muschietti, así como la de los profesores y
críticos ubicados en una posición intersticial entre la universidad argentina y la norteamericana: Fermín
Rodríguez, Susana Rosano, David Oubifia. No son ellos quienes representan el tono dominante en el
libro.
296
Quizás otro libro de ensayos críticos consagrado a un escritor cercano a Lamborghini nos permita
caracterizar más claramente, por medio de una contraposición algo esquemática, al que ahora nos ocupa.
Se trata del ya citado Escrito por los otros. Ensayos sobre los libros de Luis Gusmán (AA.VV. 2004). El
libro recopila quince ensayos críticos que abarcan un lapso de treinta años y están ordenados, salvo
alguna excepción, cronológicamente. El periplo comienza en 1973 con el artículo de Oscar Steimberg
aparecido en Los Libros, pasa entre otros por un ensayo que Masotta publicó en 1977 en Imago, y
culmina con tres ensayos escritos especialmente para este libro. María Moreno, a cargo del prólogo, traza
con su habitual lucidez una crónica de esos años y esos textos. El libro puede ser leído como una
aproximación a la obra de Gusman, pero también como una historia de las lecturas que esa obra despertó,
e incluso como un recorrido sesgado por la crítica argentina de esos treinta años. Y todo el resto es
literatura, por el contrario, nos ofrece un corte sincrónico, como si dijera: "esto es lo que piensa la crítica
hoy sobre Lamborghini". El ordenamiento será entonces temático: Lamborghini y Lacan, Lamborghini y
Sade, Lamborghini y la política, Lamborghini y las masas, etc. Así, mientras los ensayos de Escrito por
los otros dialogan, polemizan, se repiten o se responden anacrónicamente, los textos de Y todo el resto
guardan entre sí una respetuosa distancia: se distribuyen equitativamente las parcelas de un territorio.
289
sus condiciones de producción, Y todo el resto parecería querer borrarlas, atenuarlas, o
mirada crítica frente a la obra de Lamborghini" (Dabove y Brizuela 2008: 10). Sobre
Lamborghini, aunque lo cierto es que este libro bien podría ser, por su disposición y su
fueron ordenados los ensayos. ¿Por qué el de Luis Gusman, al que los compiladores
califican como "el más singular" (20) del volumen, y que, tanto en sus protocolos
gran parte de los otros trabajos, fue elegido para abrir el volumen? ¿Por qué ese lugar de
humanísticos (contacto íntimo con el autor, privilegio de la palabra del escritor por
sobre la del crítico) los que suscribe una crítica como la que practican Dabove, Brizuela,
Giorgi o Laddaga. Sin embargo, esa contradicción interna no parece suscitar ninguna
290
detenerse a discutirla. En este sentido el ensayo de Gusman pertenece y no pertenece a Y
todo el resto, está allí como una reliquia con la que nadie sabe muy bien qué hacer, o
volver a contar una vez más sus recuerdos de juventud. Así se procura incorporar y
relación a la cual los colaboradores más jóvenes no parecen tener mucho interés por
polémicas de larga data en la cultura argentina, que de pronto se les presenta como
agotada. Frente a ella, Y todo el resto procura generar las condiciones de una novedosa
3. 2. Afuera no se consigue
Este "estado de la cuestión" es, cuando menos, sesgado. Por un lado, algunas de
argentina, cuyo canon no parece regirse en este punto por el fetiche del libro. Por otra
291
mucho más minuciosa que Adriana Astutti nos ofrece en Andares clancos.297 Pero si su
condición de "poco leído" es aceptada como un hecho por los autores de Y todo el resto,
también lo son las razones que la explican: la condición "intratable", "revulsiva" de sus
textos es considerada como otra verdad que no requiere mayor elucidación 298 .
297
Cfr Astutti 2001: 86-90, notas al pie n° 1, 2, 3 y 22. Al respecto puntualiza la autora: "Esta
enumeración no tiene como Único fin aburrir. Intenta mostrar que Lamborghini no permaneció tan aislado
ni tan secreto para un lector medianamente enterado de la escritura argentina contemporánea como el
culto al maldito podría desear" (72). Ricardo Strafacce también atenúa esta condición de "poco leído"
r ara Lamborghini, como puede leerse en la entrevista que acompaña el anticipo de su biografia en Ádn.
Ariel Schettini también ha insistido en el supuesto carácter no-leído de Osvaldo Lamborghini: "Ya se
sabe que El Fiord cuenta el momento del año 1969 (3 0/06/69) en el que Perón, cansado de la falta de
indisciplina [sic] partidaria, manda a matar al Secretario General de la Unión Obrera Metalúrgica Augusto
Timoteo Vandor. [ ... ] Otra versión (la opuesta) a El Fiord es, claro, ¿Quién mató a Rosendo? de Rodolfo
Walsh, donde Vandor es el asesino de Rosendo García (y entre paréntesis digo que todavía no se escribió
nada sobre esa oposición, quizás la más importante y productiva de la literatura argentina del siglo XX,
entre Lamborghini y Walsh)" (Schettini 2005: 148). Evidentemente El Fiord hace referencia al
vandorismo y a la figura de Vandor, pero de allí a afirmar que El Fiord "cuenta el momento" en el que
Perón "manda a matar" a Vandor, hay un salto dificil de fundamentar en el texto. Paralelamente, afirmar
que la versión de Walsh es "la opuesta" a la de Lamborghini, o que en el relato de Walsh "Vandor es el
asesino de Rosendo García", supone una simplificación notable del texto de Walsh. Al margen de estas
prevenciones es evidente el acierto de Schettini al señalar que la oposición entre Lamborhini y Walsh es
una de las más importantes y productivas de la literatura argentina del 70, y que El Fiord y ¿Quién mató a
Rosendo? poseen zonas de contacto y oposiciones que los vuelven un productivo par de comparación. No
es del todo exacto, sin embargo, que todavía no se hubiera escrito nada sobre esa oposición. Adriana
Astutti, su trabajo "Mientras yo agoniza: Osvaldo Lamborghini" (jublicado por cierto en el mismo medio
que el artículo de Schettini, siete años antes), afirma en el cuerpo de su texto: "si algo no hace
Lamborghini, [ ... ] es literatura testimonial [ ... ]. Lamborghini no fue Rodolfo Walsh. Mientras uno
publicaba Operación masacre el otro escribía El Fiord" (Astutti 1988: 82) y amplía en nota al pie: "No se
me escapa que la comparación con Walsh aquí no está abordada sino de manera brutal, para instaurar un
paradigma de comparación que no hace sino oponerlos. Un desarrollo menos arbitrario excedería este
trabajo. No quise dejar de mencionarlo sin embargo porque, en la coyuntura del golpe de estado [de 1976]
y de la dictadura militar estos dos escritores, entre la escritura y la revolución, por las respuestas y por los
efectos que esos hechos arrojan sobre sus vidas y sobre su escritura parecen estar actuando, cada uno por
su lado, el tema del traidor (Lamborghini) y del héroe (Walsh). Si aludimos a este cuento de Borges
[Jorge Luis Borges "Tema del traidor y del héroe", en Ficciones] es porque estamos seguros de que, a su
vez, en cada uno, el traidor y el héroe son posiciones que a su vez devienen otra cosa en otro lado" (1998:
83). La lectura de Astutti efectivamente establece una dicotomía en la que la balanza se inclina
claramente a favor de Lamborghini. Desde un paradigma de lectura fundado en el concepto de literatura
menor (Deleuze y Guattari 1978), que desconfia de todo ataque frontal y "racional" a los poderes
establecidos mientras exalta como políticamente revulsivas las estrategias sin centro de aquello que
Foucault llamó "micropolíticas" (Foucault 1990), Astutti valora positivamente a Osvaldo Lamborghini en
tanto su escritura —y su actitud vital— sostienen una poética de lo menor ("lo menor" se enlaza en esta
lógica con una posición marginal, lateral, transgresora, y con las figuras de lo "gay", lo "queer", lo
"femenino", la "subalternidad" y la "minoridad": Osvaldo Lamborghini es entonces el maldito, el
"traidor", el sujeto que se rige por una ética de lo "bajo", de la irresponsabilidad, el que afirma un
posición menor con respecto a su hermano mayor el poeta Leónidas Lamborghini). Opuesta a esta
posición, se perfila la de Rodolfo Walsh, el "mayor", el "adulto", el "héroe", el que ha asumido sus
responsabilidades. Y sin embargo... como Astutti misma no dejaba de señalar, "héroe" y "traidor" serán
en Walsh y Lamborghini "posiciones que a su vez devienen otra cosa en otro lado". En el caso del
"héroe" de Walsh, lo vemos, por ejemplo, "devenir otra cosa" en el cuento "Esa mujer" (Walsh 1965),
donde el personaje del periodista-investigador-narrador (cuyos rasgos lo acercan punto por punto al autor
Rodolfo Walsh) termina, por efecto del exceso de whisky, casi hermanado con el Coronel al que en el
comienzo del relato se oponía tajantemente (para un análisis más detallado de "Esa mujer" véase
Kraniauskas 1998). 0 también cuando confiesa, muy poco heroicamente y en plena euforia setentista,
292
Un tercer axioma termina de poner en funcionamiento la máquina de lectura de
Y todo el resto. Podría enunciárselo así: leer a Lamborghini es ponerlo en relación con
universalizarlo, "leerlo dentro de una perspectiva más amplia, menos argentina" (24),
Laddaga quien lleva más lejos, y de manera más programática, esta operación depuesta
en relación, que adquiere el sentido de una puesta en valor: en su ensayo plantea que el
proyecto literario lamborghiniano puede —y debe— ser vinculado, en principio, con los
de: Deleuze y Guattari, Lacan, Celine, Cortázar, Macedonio Férnandez, Onetti, Michel
Leiris, Pier Paolo Pasolini y Samuel Beckett (Laddaga 183-198). El resto de los ensayos
Gombrowicz, Perlongher, Girondo, Walsh, "Macedonio pasado por Tel Que! y Derrida"
(Oubiña 2008: 86), Adorno, Sade, "Lacan con Macedonio" (Premat 2008: 121), entre
otros.
Curiosamente, hay dos sujetos con los que la puesta en relación resultaría
esperable, casi obvia, pero que, sin embargo, los ensayos de Y todo el resto declinan
Lamborghini, hermano mayor de Osvaldo con el que éste mantuvo una fuerte relación
ante una estudiante que lo interroga (el testimonio se encuentra en Aníbal Ford 1999): "En 1973, lo
llevamos a la Facultad. Ahí una alumna le preguntó: L]Dígame Walsh... ¿qué ideales lo llevaron a escribir
Operación Masacre? —,Ideales? Yo quería ser famoso... ganar el Pulitzer... tener dinero...". La anécdota
excede el mero dato biográfico, ya que al tratarse de un declaración pública, efectuada en un contexto en
el que se lo interpela en tanto escritor, forma parte de la construcción discursiva de su figura de escritor
(independientemente de cuáles hayan sido realmente las razones que llevaron a Walsh a escribir
Operación masacre, lo importante es que ésas hayan sido las que eligió declarar en 1973: se trata de un
gesto voluntario de auto-desmitificación). Pero si Walsh ha sabido mostrarse, por momentos, como una
figura que escapa a la caracterización simplista del "héroe", otro podría decirse, en sentido inverso, del
derrotero de la figura de Osvaldo Lamborghini. El "traidor" a todos los valores serios y respetables
parece, por momentos, perder su carácter "menor" para devenir un verdadero monumento: pocos
escritores de estas últimas décadas se han convertido, por cierto, en objeto de adoración y casi de idolatría
como ha ocurrido con Osvaldo Lamborghini (César Aira, amigo y albacea de Osvaldo Lamborghini, se ha
erigido en el sacerdote principal del culto a este "escritor maldito". Las manifestaciones de esta fe pueden
leerse en los prólogos y epílogos que Aira ha ido adosando a las sucesivas ediciones de la obra de
Lamborghini). (Para una comparación más reciente de la literatura de Walsh y Lamborghini puede
consultarse Rodríguez 2008.)
293
especular a lo largo de toda su vida, y que dejó múltiples marcas en su obra, y el
Lamborghini. ¿Es esa contaminación entre vida y obra la que vuelve incómodos o poco
atractivos estos objetos para una crítica que hace de la consabida "muerte del autor" otro
de sus axiomas? Es posible, y el hecho de que estos dos tópicos recorran de un extremo
al otro el relato que enhebra Strafacce —pero también los agudos análisis textuales de la
obra de Lamborghini con los que va escandiendo ese relato— podría servir como
argumento. Creemos, sin embargo, que no se trata de eso, sino de la inflexión local y
contraria a la perspectiva buscada, "más amplia, menos argentina". Quien formula esa
decisión crítica de la manera más clara es Julio Premat, en su ensayo "Lacan con
Macedonio", cuando aclara las razones de este título: "para ser exhaustivos, habría que
decir «Lacan con Perón y Macedonio»; pero lo político ha sido, creo, más trabajado, por
lo que reduzco la trilogía a una dualidad" (122). Habría que ahondar en esta decisión -
ciertamente muy poco lacaniana— de reducir esta trilogía a una dualidad, con exclusión
tópico que "vuelve", que insiste (justamente como el inconsciente según Lacan) y
reintroduce la cuestión del trabajo, pero también de lo ya demasiado trabajado, del tonto
sonsonete que a fuerza de estancamiento nos enfrenta con un goce insoportable, eso que
Lamborghini en La causa justa llamaba "el chiste largo", es sin dudas el peronismo, al
299
última acotación sobre este punto. Dos de los ensayos más brillantes de Y todo el resto, el de Juan
Pablo Dabove y el de Gabriel Giorgi, se detienen en la cuestión del niño (sodomizado, estrangulado,
transformado en "damita") tal como aparece en la serie atroz de relatos sobre niños de Osvaldo
Lamborghini. Se podría hacer el ejercicio de leer esos textos —teniendo en cuenta la importancia de ciertas
frases-consigna en la poética lamborghiniana— a la luz de aquel lema que afirmaba: "en la Argentina de
Perón y Evita los únicos privilegiados son los niños".
294
Llevada al extremo, esa preocupación por conectar los textos analizados con una
lamborghiniana. Así ocurre cuando, en dos ocasiones, el apellido de Carla Greta Terón,
personaje de Elfiord cuyo nombre, amén de portar las iniciales de la CGT, es una clara
colchón" del mismo relato, cuyo carácter de innovación verbal había llamado muy
que resulta en un colchón apenas "arrugado". 30' Estos deslices pueden ser leídos como
295
Su posición, enunciada con la prístina claridad del lenguaje comercial, abre sin
de la impertenencia, o de una doble pertenencia fallida. Ni del todo "acá", ni del todo
"allá", el sujeto diaspórico sería un sujeto escindido, siempre sospechado -por los
del todo incluido en ningún sistema. ¿Cómo podría entonces un sujeto tal afirmar con
certeza -como dándola por descontada- su "inclusión" en la literatura nacional del país
complejizando aún más esta cuestión: ¿quién podría, de pleno derecho, considerarse por
completo exento de esta deriva? ¿No es posible, por no decir inevitable, experimentar
esa homesicicness (aquello que Lamborghini llamó "nostalgia del significante") aún sin
haber viajado, en sentido literal, nunca? Nadie tendría derecho, nadie debería, hablando
quedar situado por fuera, excluido, de ese afuera imposible que es la diáspora. Nos
diásporas múltiples, más o menos traumáticas, más o menos intensas, más o menos
296
productivas o incomunicables. Parafraseando el célebre eslogan de Deleuze y Guattari,
de diáspora tal como es usado hoy toma su tipo histórico de la diáspora judía, y en
menor medida griega y armenia. En la cultura argentina sin dudas el exilio durante la
última dictadura militar sigue siendo un marco determinante a la hora de pensar y narrar
serio y productivo de una cuestión mucho más precisa: cuál es la relación de los
argentinos que emigraron a los Estados Unidos después de 1983, para cursar estudios de
argentina. 303
3. 3. El resonar de la teoría
302
Deleuze, Gules, y Guattari, Félix, "Rizoma", en Mil mesetas, Valencia, Pretextos, 2000, p. 12. Un
intento por pensar la relación del "escritor diaspórico" con la literatura argentina más atento a estas
complejidades se encuentra en el prólogo y la introducción de Sylvia Molloy al libro colectivo Poéticas
de la distancia: "Esta ansiedad del que habita alguna forma del "estar afuera" tiene como correlato el
desafio crítico del que partimos para la planificación de este encuentro de escritores argentinos:
problematizar la presunta inmediatez entre las peripecias migratorias del escritor (digamos: las
desterritorializaciones de su biografia) y el vínculo estético que sus textos establecen con el corpus de la
literatura argentina. Está claro que ni la distancia fisica asegura la autonomía estética necesaria para
producir una mirada extrañada que subvierta la regularidad de la nación, ni la presencia en el país
garantiza la pertenencia cultural capaz de establecer una relación de contigüidad entre el texto y el
conjunto de la literatura." [Molloy, Sylvia y Siskind, Mariano (eds.), Poéticas de la distancia, Buenos
Aires, Norma, 2006, pág. lo.]
303
Ante esta ampliación del concepto pregunta escépticamente William Safran: ¿Es legítimo por ejemplo
considerar "sujetos de la diáspora" a los gerentes norteamericanos de corporaciones multinacionales que
se instalan cómodamente pertrechados (material y simbólicamente) en diversos países de Europa? Cfr.
William Safran 2004.
297
- Hay una expresión que resuena en Y todo el resto. Así, mientras para Gabriel
Julio Premat presenta una lectura de El ford en clave lacaniana, y aunque señala que
de todos modos, nos dice, hay "ecos" de esas teorías, que formaban parte de una "air du
temps" (124). Se trata, en todos los casos, del resonar de ciertas teorías en ciertos textos,
enigmático título del primer libro de Lamborghini como un anagrama de Freud, o más
bien, aclara ella, de cómo suena Freud (/froidl) en español (182-183). Esta hipótesis de
había leído a Freud ni conocía a Lacan al momento de escribir El ford ni "El niño
proletario", y que el título del primero de estos relatos tiene su origen en el interés que
que Lamborghini entró en contacto en el bar Rex de aquella ciudad balnearia, sino que
298
que contribuyó deliberadamente, desde las páginas de Literal. De modo que
una especie de "inconsciente teórico", una herencia sobre la que Y todo el resto no
reflexiona. El libro cita a Ludmer, invoca a Nicolás Rosa, con lo que parece querer
situarse en una tradición de lectura que hace de la teoría una herramienta crítica. Pero si
esa tradición resuena en Y todo el resto es apenas como un eco apagado, acaso un tañido
fúnebre. En una nueva torsión irónica, Strafacce, desde el margen, y desde un género
tan sospechado como lo es la biografia literaria, sacude esa tradición teórica con la
violencia del extranjero, la conmueve y le exige, si aún está viva, que dé testimonio de
ello.
y nos entrega el fresco de toda una época, en el que vemos circular a Germán García,
Luis Gusmán, un muy joven César Aira, Arturo Carrera, Fogwill, Héctor Libertella y
Tamara Kamenszain entre tantos otros; mientras choca una y otra vez con el carácter
del corte (recuérdese su definición de poesía como "prosa cortada", y el lugar que la
filiaciones, data textos, relata, pero no solamente, pues en su afán de relatar no puede
sino excederse y formular teorías (él las llama "conjeturas") tanto sobre el conjunto de
biógrafo se enfrenta al vacío, a "lo horrible", aquello frente a lo que las palabras
299
muestran su falla. Se trata de un supuesto "secreto familiar", de carácter sexual, que
merodea para finalmente guardar silencio. ¿Existe una figura oculta en el tapiz que
Strafacce decide no revelar? No es posible saberlo, pero algo es seguro: no hay relato
sin esos excesos con respecto al mismo que son la teoría y el secreto. Y a la inversa:
quizás no haya teoría que resuene si no viene acompañada por la voluntad de construir
transformaciones políticas que han tenido lugar en el país desde 2003) hemos podido
y crónicas sobre esa época, pero también de una reflexión crítica (en algunos casos con
intenciones abiertamente polémicas) sobre este mismo fenómeno. Según esas lecturas
críticas, las recientes "vueltas de los 70" se encuadrarían dentro del "giro subjetivo"
las últimas dos décadas. Se han opuesto así los años 60 y 70 como una época "de ideas"
frente a los años 90 y de principios de este nuevo siglo como los de una exhibición
En este marco, ¿se produce un retorno a o de los 70? ¿Son ellos los que retornan,
como un resto no del todo asimilado? Y en ese caso, ¿qué de ellos vuelve, y en qué
forma, a la cultura argentina de los últimos años? Pero hay otro aspecto u otra lectura
posible del problema: ¿Los 70 no habrán sido entonces, desde el vamos, y en sí mismos,
300
los años de la "vuelta del sujeto", del sujeto como aquel que, en un gesto auto-crítico,
vuelve y se vuelve una y otra vez sobre sí? ¿La vuelta a o de los 70 en la cultura
atenernos sólo a los años más recientes, podemos comprobar que, efectivamente, hemos
lista, sino a momentos en los que una intensa red de textos y debates configuró un
núcleo que muchas veces desbordó el ámbito específico en el que se había generado
Walsh, primero en 2006 al cumplirse 50 años de los fusilamientos de José León Suárez
la dictadura. También en 2006, coincidiendo con el 30° aniversario del último golpe
militar, la editorial de bolsillo del Grupo Planeta 305 lanzó la colección "A treinta años.
,
Dos años antes, y no signado en este caso por ninguna efeméride, había tenido
lugar un debate encendido —y viril, si tenemos en cuenta los nombres y los tonos de sus
304Entre ellas se destaca la biografia Rodolfo Wálsh. La palabra y la acción, de Eduardo Jozami (Buenos
Aires: Norma, 2006).
305 BOO1Çt
301
participantes306— motivado por la publicación, primero, en la revista cordobesa La
que el ex integrante del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) relataba la ejecución de
manos de sus propios compañeros; y luego, de la carta enviada por Oscar del Barco a
dicha revista, en la que, bajo la invocación bíblica "No matarás", Del Barco hacía un
302
asesinato [ ... ] Ningún justificativo nos vuelve inocentes. No hay "causas" ni
"ideales" que sirvan para eximirnos de culpa. Se trata, por lo tanto, de
asumir ese acto esencialmente irredimible, la responsabilidad inaudita de
haber causado intencionalmente la muerte de un ser humano. 308
Política y/o violencia. Una aproximación a la guerrilla de los años 70, de Pilar
periplo iniciado por la carta de Del Barco alcanzó su máximo grado de degradación
que, sin entrar en los pormenores ni las discusiones que esta calificación requeriría, y
"setentista". Por otra parte, esa vuelta a o de los setenta, en sus inflexiones testimoniales
308
Carta de Oscar del Barco, La Intemperie, N° 17.
309
Dichas respuesta aparecieron en las revistas La Intemperie, Conjetural, Confines, Lucha Armada,
Acontecimientos y El Ojo Mocho.
'° En su N° 15, de junio de 2005.
311
AA.VV., Sobre la responsabilidad No matar, Córdoba, Editorial de la UNC / El cíclope ediciones,
2007, 463 páginas. El libro fue reseñado en enero de 2008 en los principales diarios del país: Revista Ñ
(04/0 1/2008); Página 12 (12/01/08); Perfil (27/01/08).
312
El número 1 de esta publicación corresponde al primer trimestre de 2005, la nota editorial está fechada
en diciembre de 2004. El número final de la revista es el 11, del año 2009.
313
Alfaguara, Buenos Aires, 2007.
303
314
La enumeración que he hecho es por completo insuficiente ; esta enumeración
requeriría, además, de una atenta diferenciación interna, ya que ni todos los textos y
hacia las décadas anteriores, hasta llegar al libro fundacional de esta operación de
sino, mucho más modestamente, detenernos, dándole otra vuelta u otro pliegue al
reflexión crítica. Es decir, no ya el retorno de los 70, sino el comentario crítico de dicho
retorno. Para ello privilegiaremos dos textos clave, de dos autores que participaron de la
experiencia de la revista Los Libros en los 70: se trata del ensayo de Beatriz Sarlo
carta abierta de Oscar del Barco a la revista cordobesa La intemperie (N° 15 y 16,
octubre y noviembre de 2004) en la que, bajo la invocación bíblica "no matarás", Del
Barco hacía un público mea culpa en relación a su militancia política en los años 60 y
70.
314
Faltan ensayos fundamentales de Hugo Vezzetti, Silvia Sigal, Oscar Terán, Claudia Gilman; películas
documentales y de ficción, novelas tan disímiles como Historia del llanto e Historia del pelo de Alan
Pauls, A quien corresponda de Martín Caparrós, Los topos, de Félix Bruzzone, etc.
315
Véase al respecto Crenzel 2008.
304
presidente que no fue, de Miguel Bonasso, y del primer volumen de La voluntad316 ,
Sano sometía este regreso testimonial y nostálgico a los setenta a una rigurosa
respecto de la visión montonera del proceso que relata", "no se trata de una memoria
escrita con lo que se ha aprendido en los años que nos separan de 1973... aparece casi
momento que sucedieron." 317 Dicho de otra forma: lo que Sarlo le critica a Bonasso es
que vuelva —o pretenda volver- ; a los setenta tal cual, como si nunca hubiera salido de
allí, sin darle una vuelta a esa vuelta, sin aprendizaje, sin distancia y sin autocrítica. Y
valor de la misma. Muy por el contrario, los retornos en clave testimonial a los setenta,
que constituirían para Sano la tendencia hegemónica 318, abogarían por recuperar ese
recuperación de la experiencia subjetiva a través del recuerdo (suponiendo por otra parte
que esto fuera posible) por sobre el análisis. Este argumento es retomado por ella en su
316
Miguel Bonasso, El presidente que no fue. Los archivos secretos del peronismo, Buenos Aires,
Editorial Planeta, 1997; MartÍn Caparrós y Eduardo Anguita, La voluntad Una historia de la militancia
revolucionaria en la Argentina 1966-1978, Buenos Aires, Editorial Nonna, 1997. El ensayo de Beatriz
Sano es "Cuando la política era joven", Punto de vista, 58, 1997, Pp. 15-19, recogido luego en su libro
Tiempo presente (Buenos Aires, Siglo XXI, 2001) donde conserva su título y se indica su fuente original,
pero no se señala que el texto ha sido modificado por completo, eliminando toda referencia a La voluntad.
317
Sano, "Cuando la política era joven", Punto de vista, 58, pp. 15-19.
318
Como señaló —anticipando el posterior derrotero político de Sarlo— lúcidamente John Beverly en su
ensayo "El giro neoconservador en la crítica literaria y cultural latinoamericana": "Aunque en Tiempo
pasado Sarlo no lo dice directamente, la tendencia en el testimonio a imponer una visión del pasado a
través de una lógica de identificación o empatía también la preocupa por su relación con las que siente
que son las políticas semi-autoritarias de la izquierda neopopulista en Latinoamérica [...]. Para Sarlo, el
"giro subjetivo" del testimonio, con su énfasis en el afecto en vez de la teoría crítica, la empatia en vez
del análisis, es en ese sentido el corolario del neopopulismo. Una mala práctica cultural —el <(giro
subjetivo»— conduce a una mala política. Es mejor dejar ambas en manos de los «expertos»." (Beverly
2010: 154-155).
305
libro La pasión y la excepción (2003)319 cuando se analiza el asesinato de Aramburu, y
el de la historia como disciplina académica, con sus protocolos de trabajo a partir de las
que ponen en primer piano la experiencia personal. Si en los años 60 y 70, el triunfo del
"resurrección del sujeto" la que Sano somete a crítica en su libro. Hay una ironía
los sujetos" vuelve a ocupar hoy el lugar que en los sesenta fue de "las estructuras"; sino
personajes [ ... ] sostiene gran parte de la empresa reconstructiva de las décadas del
sesenta y setenta." 321 Dicho de otra manera: se vuelve a las décadas de la muerte del
sujeto y de la "batalla de las ideas" 322, con el marco teórico-narrativo del giro subjetivo,
lo que produce una versión "liviana" e injusta de esos años. Pues si los sesenta y los
setenta deben ser sometidos a crítica —y Sano no duda de que deban serlo— esa crítica
debe jugarse en el plano en el que se jugó lo esencial de aquellos años: el del combate
ideológico, el de la pasión de las ideas. Sano se pregunta: ",Cuánto de las ideas que
319
Sano, Beatriz, La pasión y la excepción, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003.
320
Sano, Beatriz, Tiempo pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión, Buenos Aires,
Siglo XXI, 2005.
321
Idem., pág. 22.
322
batalla de las ideas es el título que Sarlo da a su compilación de fuentes sobre los afios 1943-1973
para el tomo VII de la Biblioteca de Pensamiento Argentino (Buenos Aires, Ariel, 2001).
306
movilizaron los años sesenta y setenta queda en los relatos testimoniales? La pregunta
importa porque aquella fue una época fuertemente ideológica, tanto en la izquierda
como en la derecha [...]. Éste es un rasgo diferencial, una cualidad que hace al tono de
[]323
la época
Los intentos por reconstruir esa época pero poniendo en foco en las dimensiones
desdibujar este rasgo crucial para la comprensión de la época: la prioridad que los
debates y las posiciones ideológicas tenían sobre "lo íntimo" o lo "personal subjetivo".
objeto no son los setenta, sino "la manía preservacionista" volcada hacia ese pasado
reciente.
Me interesa subrayar esa decisión, tal como se la explicita en la nota que figura
proyecto de trabajo, y que aceptó un cambio en el plan original. Cito: ". . . llegué [a
Berlín] para escribir una biografia intelectual de los años sesenta y setenta. Con tiempo
para revisar miles de páginas, abandoné ese proyecto. Leí demasiadas autobiografias y
esta nota: allí un sujeto, tras un arduo trabajo ("leí demasiadas autobiografas y
323
Sano, Tiempo pasado, pág. 84.
324
Idem., pág. 167.
307
años sesenta y setenta" no es simplemente para escribir "otra cosa", sino para "examinar
original hubiera generado. La "crítica teórica" estaría operando allí como un dispositivo
de distanciamiento —crítico— del sujeto con respecto a sí mismo. Y sin embargo, allí, en
la nota, es donde con mayor claridad en todo el libro una primera persona se afirma: yo
soy aquella que pensaba escribir una biogr afta intelectual de los setenta pero he
decidido por el contrario examinar sus condiciones teóricas, dice esta primera persona,
y si en ese giro hay una vuelta, una torsión con respecto a sí misma, no parece que en
esa operación crítica el sujeto se pierda o corra el riesgo de perder nada, parecería por el
contrario que sale de ella seguro de sí, reforzado 325 . Se trataría pues de otro modo de
intimidad que habrían ganado importancia en las últimas décadas, sino como una
operación retórica y gestual por la cual un sujeto gira sobre sí, reconfigurándose y
325
Resulta interesante al respecto el comentario de John Beverly, puntualmente sobre Tiempo pasado, en
"El giro neoconservador en la crítica literaria y cultural latinoamericana" (Beverly 2010: 135-165) y en
términos más generales sobre lo que Beverly denomina "paradigma del desengaño", un modo de narrar la
lucha armada de los años 60 y 70, producido con posterioridad —en las décadas del 90 y comienzos del
nuevo siglo— desde las filas de un sector de la izquierda (sus ejemplos son Beatriz Salo en Argentina,
nuevamente con su libro Tiempo pasado; Jorge Castañeda en México, con La utopía desarmada;
Elizabeth Burgos en Venezuela, quien fue esposa de Regis Debray durante la etapa en la que este
colaboró con el Che Guevara, posteriormente trabajó con Rigoberta Menchú en la creación del célebre
testimonio Me llamo Rigoberta Menchú y posteriormente, acota Beverly, "ha intentado también combinar
una postura de desengaño respecto a la lucha armada con una participación activa en la oposición a
Chávez en Venezuela"). "Este paradigma —continúa Beverly— descansa en la hegemonía que tiene en la
cultura de la clase media latinoamericana una narrativa de maduración correspondiente a la generación de
los sesenta y setenta, a la que pertenecen figuras como Sarlo o Burgos, una generación, o una parte
importante de ella, que se definió a sí misma, tanto en los Estados Unidos como en América Latina, como
comprometida o solidaria con la lucha armada. [ ... ] Esta narrativa supone que el sueño de la
transformación revolucionaria de la sociedad, que era la inspiración de la lucha annada, fue nuestra
adolescencia romántica. Una adolescencia valiente y generosa, pero también propensa a los excesos, a
cometer errores, a la irresponsabilidad y a la anarquía moral. Por contraste, nuestra madurez biológica y
biográfica E...] corresponde a la hegemonía del neoliberalismo de los años ochenta y noventa. [...]
Algunos lectores reconocerán en este esquema narrativo una variante de la novela picaresca barroca,
especialmente del libro más leído en el siglo XVII en España y sus colonias, Guzmán de Alfarache de
Mateo Alemán, publicado en 1599. Al aproximarse a la madurez, el pícaro se arrepiente de su mala vida,
denuncia a sus antiguos camaradas a las autoridades, hace las paces con el Estado y la justicia y se sienta
a escribir su historia, que será "ejemplar" para otros. El guerrillero arrepentido se ha convertido, en
efecto, en la versión del pícaro barroco en la cultura latinoamericana contemporánea." (Beverly
"Repensando la lucha armada": 192-195). Nuevamente, el gesto auto en el relato de maduración es
siempre una operación de auto-afianzamiento, de auto-reforzamiento del sujeto, nunca una operación de
auto-barrado o de auto-borramiento.
308
autoafirmándose en ese repliegue. Así entendido, el "giro subjetivo", la "vuelta", no
parece ser un "tema nuevo" que se le adosara a los setenta como un molde analítico
externo, sino que parecería haber estado allí desde el vamos. Supuestamente se vuelve
ahora, anacrónicamente, a los setenta en clave testimonial e intimista, pero la vuelta del
sujeto, el sujeto como repliegue y vuelta sobre sí no son de ninguna manera temas o
problemáticas ajenas. Casi me atrevo a decir: La vuelta fue "el tema" de los setenta.
Desde la mil veces anunciada vuelta del líder (pienso en ese sujeto viril, seguro de sí,
que una y otra vez está volviendo en Los hUos de Fierro [1975] de Fernando Solanas),
hasta el gesto de torsión y repliegue que se reitera —y del que se hace un valor— en las
década de punta a punta, desde los segmentos más politizados —bajo la forma del
al "Caso Padilla" hasta el "Roberto Arlt, yo mismo" de Oscar Masotta 326, un texto
ese "exceso" autobiografista que lo lleva, con apenas treinta y cinco años, a volverse
sobre sí y hacer públicos sus derroteros íntimos e intelectuales (un "exceso" que
2008, un importante premio literario local fue entregado al género "autobiografia para
326
Masotta, Oscar, "Roberto Ant, yo mismo" (1965), en Sexo y traición en Roberto Ant, Buenos Aires,
CEAL, 1982.
327
Como señaló oportunamente Oscar Terán.
328
Se trata del Premio Literario Indio Rico 2008, entregado por Estación Pringlés. El primer premio
correspondió a Diego Meret por su libro En la pausa. El jurado estuvo integrado por Edgardo Cozarinsky,
María Moreno y Ricardo Piglia.
309
Mencioné los "casos" Padilla y Masotta. Remarco la doble dimensión, policial y
clínica del término "caso", para señalar otro campo clave en los setenta en el que "la
vuelta" fue una figura fundamental: el psicoanálisis, que hizo del "retomo de lo
argentina que aquellas consignas políticas que hacían del "vuelve" uno de sus términos.
No casualmente, desde las páginas del primer número de la revista Literal (noviembre
puede significarlo todo es porque la carencia que su presencia cubre, la diferencia que
imaginar la completud, la unidad, el orden, alguien llenará el hueco para que la ilusión
se cumpla. [ ... ] Soñar con la restitución de un Orden perdido que sigue operando en las
suponer que por años toda pasión se verá obligada a rimar con reconstrucción; y resulta
coherente (la rima) que así sea, en tanto toda reconstrucción implica y compromete al
culturalmente los setenta. Sin embargo, acompañando esos temas resuena una y otra
vez, como en sordina, la cuestión del sujeto como lugar de la "puesta en cuestión", en
primer lugar de sí mismo. Aunque si algo podemos afirmar de esa operación o de ese
gesto autocrítico es que muy pocas veces es realmente radical. En ese punto, me parece,
es posible señalar una diferencia crucial entre la vuelta sobre sí del sujeto en el
329
"Documento Literal. El matrimonio entre la utopía y el poder" (fechado en julio 1973), en Literal, 1,
noviembre de 1973, citado de Libertella, Héctor (comp.), Literal 1973-1977, Buenos Aires, Santiago
Arcos, 2002, pp. 65-73.
310
destitución subjetiva, y un gesto de autocrítica como el de Sano cuando declara
los setenta") para reemplazarlo de inmediato por otro ("me convencí de que quería
proyecto original no sea sustituido por ningún otro; la posibilidad, por ejemplo, de
puede leerse, si no me equivoco, en la carta de Oscar del Barco, quien afirma sentirse
perdón", para muy rápidamente pasar a repensar los setenta desde el nuevo lugar en el
que ese acto de contrición lo sitúa. Si realmente se trata de un sujeto conmovido por la
preguntarse ante quién o ante quiénes pide perdón, por qué no lo hizo antes, o si sirve de
En ambos casos hay autocrítica pero el sujeto de ese "gesto auto" nunca parece
330
Y el gesto retorna en algunas de las más recientes intervenciones públicas de Beatriz Sailo. Pienso,
fl3ndamentahnente, en el anuncio del cierre de la revista Punto de Vista (número 90, 2008) que, según
aclara su directora, en la nota al pie que cierra su editorial, titulado "Final", no se debió a razones
contingentes ("Punto de Vista no atraviesa hoy ninguna dificultad económica y podría seguir apareciendo,
como hasta ahora, sin avisos editoriales, ni institucionales, ni otras ayudas"), sino a una decisión y a una
toma de posición subjetiva: un gesto soberano que vuelve a poner en primer plano a una subjetividad
fuerte que se auto-posiciona. Por otra parte, podría pensarse que el gesto insiste en su reciente
intervención mediática en el programa televisivo 6, 7, 8: "Conmigo no, Barone, conmigo no".
Nuevamente (sin considerar el "contenido político" del enunciado): lo que está colocado en primer plano
es el sujeto de la enunciación y sus formas de auto-posicionamiento.
311
CONCLUSIONES
delimitar el período —con respecto a sus límites externos (anterior y posterior) , pero
sentido más directo, confirmando así la preeminencia de dicha serie -por sobre las
de las esferas culturales (sea que se trate de las instituciones universitarias, del mundo
del arte o del campo literario e intelectual); un fenómeno que ha sido caracterizado con
Estado de 1955 como suceso que marca la inauguración de la década del 60; el golpe de
1976 como el que clausura un período de veinte años en el cual, más allá de las
diferencias internas, prevalecen los rasgos comunes que permitirían hablar de un único
312
e
período, denominado a veces simplemente "años sesenta", en otros casos "años sesenta /
setenta" (Gilman 2003) y definiendo así al período como una "década larga", siguiendo
"ausente" en tanto exiliado y excluidó del juego político pero por eso mismo más
identidad política y cultural) estaría dado por la tensión constitutiva e inestable entre
dos poios, dos sectores, dos "almas" (Terán 2004), dos "afanes" (Panesi 2000a) o dos
la especflcidad con vistas a lograr un mayor alcance político. En cualquier caso, estas
dos fuerzas enfrentadas han servido tanto para dotar de unidad interna a la época y
caracterizarla, como para trazar, dentro de la misma, un relato que permite distinguir
entre dos momentos: un primer momento (década del 60) en el cual predomina la
tensión productiva, y luego (a partir de 1966, 1969 o 1970, según se considere el Golpe
313
entre ambas etapas); un segundo momento (década del 70) en el cual dicha tensión se
trata en definitiva de un periplo, narrado en algunos casos (Terán, Sigal) con un alto
década del sesenta habría conducido trágicamente al callejón sin salida de los setenta.
Rodolfo Walsh (desde los cuentos policiales clásicos de Variaciones en rojo [1953]
Junta Militar" [19771) o Julio Cortázar (desde sus novelas experimentales Rayuela
[1963] y 62. Modelo para armar [1968] hasta su controvertido intento de fusionar
las artes plásticas, resulta elocuente el título del clásico estudio de Ana Longoni y
sido sin dudas la revista Los Libros, en el que sus sucesivos subtítulos-consigna pueden
leerse como los mojones de este periplo de creciente politización: de las ambiciones
julio 1969 - n° 7, enero 1970), pasando por su inflexión latinoamericanista en "Un mes
- de publicaciones en América Latina" (n° 8, mayo 1970 - n° 21, agosto 1971), hasta
desembocar en "Para una crítica política de la cultura" (n° 22, septiembre 1971 - no 40,
314
2. No parece meramente anecdótico que muchos de los autores que han
70 durante las últimas dos décadas (Oscar Terán, Silvia Siga!, Beatriz Sano, entre otros,
con las importantes diferencias entre las perspectivas de cada uno de ellos, como ha sido
expuestas en el punto 1 ofrecería (sin que señalar esto implique desestimar por
permite una doble operación de distinción analítica por un lado, y condena / rescate por
el otro. Así, se condena o se lamenta el, modo en que "terminaron las cosas", pero sin
que ese derrotero final afecte o contamine el programa original, que sigue siendo
sobre las décadas del 60 y 70, llevado adelante por investigadores que no fueron
todo. Esto no supone de ningún modo afirmar la unicidad sin fisuras entre todos los
sectores y prácticas del campo cultural de aquellos años, según una suerte de "espíritu"
315
común que los recorriera a todos, sino por el contrario considerar que las tensiones,
cada una de sus "partes", y no como fenómenos que pudieran asignarse con claridad a
Esta puesta en suspenso permitió advertir que, más allá de las notorias diferencias
discursiva, lo que nos permitió poner en relación (sin que esto implique homologar)
Oscar Masotta y Rodolfo Walsh (en el capítulo II), pero también, dentro de la
Masotta por considerar que "no pertenece" al campo de los estudios literarios. En el
316
11
o una "guerra" estratégica de posiciones entre los distintos sectores. Así,
se constituye por oposición a un "ellos" (en este sentido, como en muchos otros, resultó
sin dudas inaugural el ensayo donde Beatriz Sano caracterizaba a los diferentes "otros"
de Contorno ["Los dos ojos de Contorno", Punto de vista, IV, 13, nov. 1981: 3-8]). Este
actores una racionalidad estratégica (consciente o no, eso no importa) que ocluye
su estudio sobre los "debates y dilemas del escritor revolucionario en América Latina",
que "el sesgo teorizante fue un rasgo general del segundo momento de la época" (2003:
"década larga" formada por los 60/70, unificada por los "ímpetus revolucionarios", y
ideológica (así, "la teoría" habría sido solo otro campo de batalla para los intelectuales
solo sería una variante más de dichas luchas). También Beatriz Sarlo, al caracterizar la
317
5. Al recurrir en repetidas ocasiones en el transcurso de nuestro trabajo a la
distancia de esta lectura de la "batalla de las ideas" que tiende a pensar a las mismas
siempre al servicio del juego de posiciones de unos sujetos que se presentan como
juego de posiciones en el campo de las batallas ideológicas. O en todo caso: que es eso,
pero también algo más. En este sentido, la noción de pasiones teóricas tiene para
las ideas" en la crítica literaria en los que lo teórico deja de ser una mera herramienta al
2
servicio de un programa (modernizador, militante, revolucionario, etc.) y adquiere una
singular intensidad, se absolutiza bajo la forma del goce, el exceso, la pasión, más allá
teórica en los años 70 (Los Libros y Literal), hemos eludido dos de los caminos más
318
Así, en nuestro estudio de Los Libros (capítulo III), una revista considerada
usualmente como ejemplo emblemático dentro del campo literario del ya mencionado
(Panesi 2000a), llevamos adelante una relectura que tuvo como premisa la suspensión
de dicha dicotomía, lo que nos permitió reconocer que tanto los sectores "cientificistas",
en los que en muchos casos, dentro del mismo número de la revista, a veces con la
separación de solo una página, los mismos nombres —Ludmer, Rosa, Jitrik, etc.-
intercambian los lugares de sujeto y objeto de las reseñas publicadas); como los sectores
ponían en escena una misma operación retórica y conceptual: un gesto auto (auto-
Por otra parte, en nuestro estudio de Literal (capítulo IV), si bien hemos
procedido a una enumeración de las diferentes acusaciones que "los otros de Literal"
lanzaron sobre ellos, hemos señalado con no menos atención fracturas, contradicciones
y vaivenes al interior no solo del conjunto que forma el núcleo de la revista (Germán
García, Luis Gusman, Osvaldo Lamborghini) sino incluso al interior de cada uno de
estos sujetos (por ejemplo en el caso de Germán García al mostrar cómo afirma y al
319
su literatura de ficción). Como hemos procurado mostrar, la operación de
contaminación, mezcla o injerto entre teoría y ficción producida por Literal, no solo
textos en los que esa contaminación tenía lugar, según una lógica que ha sido trabajada,
1997b), y con respecto a la teoría literaria, por Paul De Man ("La resistencia a la
análisis" tal como fuera conceptualizado por Sigmund Freud (1917, 1925b).
S. En los dos puntos previos, es posible advertir que el estudio de las revistas Los
juego una concepción más compleja del sujeto que aquellas operantes en
historia de una revista u otra formación a partir de la lucha entre sus diferentes
de las mismas no deja de verse afectado de modos radicales. Entre "la teoría como
como pasión hay una diferencia de intensidad, pero más fundamentalmente hay una
cuestión del sujeto. O también: la pasión de la teoría es siempre una pasión del sujeto.
320
Y del sujeto, justamente, como puesta-en-cuestión. Porque solo hay puesta en cuestión
extrema, incondicional del sujeto, desde la distancia radical de sí a sí, desde la división
interna que instaura una "desconfianza" radical que solo pudo articularse desde los
términos teóricos del psicoanálisis lacaniano, la lingüística estructural, etc. (en este
sentido hay una distancia infinita con las performances críticas de los sujetos
"integridad" —moral, política, pero en primer término subjetiva— del sujeto que denuncia
[ver al respecto el capítulo 1 sobre la figura crítica de David Viñas y sus posteriores
teoría y cuestión del sujeto, nos permite repensar la conceptualización habitual del
pasaje entre la crítica previa (Sur por un lado, y Contorno por el otro) y el momento de
comím que dicho pasaje sea narrado Lien muchos casos nostálgicamente— en los
términos de una "retirada" o un "ocultamiento" del sujeto, que habría estado presente en
la crítica previa, de impronta ensayística, y que se encontraría ausente Elo en todo caso
el fragor del debate, los artículos de los jóvenes denuncialistas reponen a la distancia
una dimensión del discurso crítico durante mucho tiempo olvidada: la de la polémica. O
lo que es lo mismo, el gusto por el drama de las ideas; toda una tradición nacional que
fue reemplazada, con la irrupción en las décadas siguientes de las «teorías científicas»
sobre la literatura, por la práctica académica del «análisis de texto», en la que el crítico
321
ya no es un escritor que piensa y arriesga su pensamiento mientras escribe, sino más
bien un técnico capacitado por un saber preadquirido que, escudado en cierto uso neutro
del lenguaje, logra acceder a la estrecha «verdad objetiva» de las obras" (Avaro y
pasiones teóricas en la crítica argentina no es del todo errada, y sin que esto implique
una encendida defensa de las "teorías científicas", habría que señalar que la crítica
teórica no estuvo del todo exenta de dramatismo, polémicas ni debates, y que los
Masotta [capítulo II]). En todo caso, no parece posible pensar el pasaje entre la crítica
comprometida / neutra, etc. Por el contrario, se trata en ambos casos de modos diversos,
nuestro trabajo argumentamos que, entre la crítica practicada por el David Viñas de la
Cortázar (1971); y aquella otra practicada por Oscar Masotta fundamentalmente.a partir
322
con respecto a Viñas en su "Explicación de Un dios cotidiano" (ensayo recogido en
Conciencia y estructura).
10. El presente trabajo, centrado en la crítica literaria argentina de los años 70, y
cuestión del sujeto (o de la autofiguración del sujeto de la crítica), esboza sin embargo
algunas líneas de indagación con respecto a la crítica posterior (revistas como Punto de
Vista y Babel; itinerarios críticos posteriores como los de Beatriz Sano o Josefma
cruciales para la crítica teórica de los 70 en la crítica argentina de las décadas siguientes.
Es posible leer allí un futuro programa de investigación que, partiendo de los dos ejes
Vista, Babel) y críticos (Sano, Ludmer, Piglia, etc.) fundamentales, que aquí fueron
universidad argentina de los años 80, una historia que sin dudas merece la mayor
atención. Por último, otra línea de trabajo futuro que se esboza en algunos tramos de
solo en la crítica sino también en la literatura (véanse al respecto los análisis de Nanina
(1968), Cancha Rayada (1970) y La vía regia (1975) de Germán García; El ford
323
IV). Sin dudas hay allí una inflexión singularmente intensa de la pasión teórica, que
requeriría un examen más atento y detallado, así como una extensión a otros textos
fundamentales en esa tradición, como ciertas novelas de Manuel Puig (The Buenos
Aires affair [1973], El beso de la mujer araña [19761); Respiración artflcial (1980),de
ensayística de Néstor Perlongher, por mencionar solo algunos de los más destacados.
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1978. [Hay traducción parcial de Emilio Bernini para la cátedra de Literatura del
Siglo XIX de la UBA ("Prefacio: El absoluto literario" mimeo); y de Luis Peschiera
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y Laura Vilarifio, con supervisión técnica de Nicolás Rosa, para la cátedra de Teoría
Literaria III de la misma universidad ("El sistema-sujeto", "La exigencia
fragmentaria" y "El equivoco romántico", mimeo; "La crítica romántica: la
formación del carácter", en revista Pensamiento de los Confines, 5, octubre de
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