Migracion Ecuatoriana
Migracion Ecuatoriana
Migracion Ecuatoriana
Transnacionalismo, redes
e identidades
Gioconda Herrera
Mara Cristina Carrillo
Alicia Torres, editoras
La migracin ecuatoriana
transnacionalismo, redes
e identidades
De la presente edicin:
FLACSO, Sede Ecuador
La Pradera E7-174 y Diego de Almagro
Quito Ecuador
Telf.: (593-2-) 323 8888
Fax: (593-2) 3237960
www.flacso.org.ec
ISBN.9978-67-104-8
Diseo de portada e interiores: Antonio Mena
Imprenta:
Quito, Ecuador, 2005
1. edicin:noviembre, 2005
ndice
Presentacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
MIGRACIN Y DESARROLLO
Las remesas y su aporte para la economa ecuatoriana . . . . . . . . . . . . 227
Alberto Acosta, Susana Lpez O. y David Villamar
GNERO Y MIGRACIN
Mujeres ecuatorianas en las cadenas globales del cuidado . . . . . . . . . . 281
Gioconda Herrera
Ecuatorianas que viajaron.
Las mujeres migrantes en la familia transnacional . . . . . . . . . . . . . . . . 305
Arantza Meaca
Cul es la relacin entre familia y migracin?
El caso de las familias de emigrantes ecuatorianos en Gnova . . . . . . 335
Francesca Lagomarsino
JVENES Y MIGRACIN
El espejo distante. Construcciones de la migracin en los
jvenes hijos e hijas de emigrantes ecuatorianos . . . . . . . . . . . . . . . . . 361
M. Cristina Carrillo E.
Representaciones sociales, imaginarios y prcticas cotidianas
de jvenes ecuatorianos inmigrantes en Espaa y Francia . . . . . . . . . . 371
Marysol Patio S.
Entre ciudadana, discriminacin e integracin subalterna.
Jvenes latinos en Gnova . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 397
Luca Queirolo Palmas
ETNICIDAD
De Punyaro a Sabadell...
la emigracin de los kichwa otavalo a Catalua . . . . . . . . . . . . . . . . . 433
Alicia Torres
Que hacen dos mil saraguros en EE.UU. y Espaa? . . . . . . . . . . . . . . 449
Linda Belote y Jim Belote
PROCESOS CULTURALES
Viajeros y migrantes, cultura y alta cultura: el gremio de albailes
de Quito se rene en Madrid . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 467
Eduardo Kingman Gracs
Transnacionalismo a la ecuatoriana:
migracin, nostalgia y nuevas tecnologas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 481
Silvia Meja Estvez
Brian Gratton*
Grfico 1
Migracin oficial, 1992-1996
Mapa 1 Mapa 2
Ecuatorianos en Nueva York, 1990 Ecuatorianos en Nueva York, 2000
Casi todas las caractersticas que hemos descrito han sufrido un cambio ra-
dical en los ltimos diez aos: los orgenes regionales, los destinos elegidos
y las caractersticas de clase y gnero entre emigrantes. Seis elementos mere-
cen especial atencin en la nueva migracin:
Grfico 2
Falta de cobertura de las necesidades bsicas
Grfico 3
Desempleo en Ecuador, 1990-2003
Grfico 4
Migracin oficial, 1992-2003
Grfico 5
Emigrantes permanentes por ao de salida, 1996-2001
Grfico 6
Poblacin de origen rural entre los trabajadores del servicio domstico en
Espaa y en su sociedad de origen
des ms grandes del pas, frente a la media nacional de menos del 50%. El
impacto en las reas no tradicionales es claro: en 2001, 21,000 emigrantes
abandonaron la ciudad de Guayaquil, frente a los 5,000 de la ciudad de
Cuenca (CIUDAD, 2003). Estos resultados coinciden con varios datos re-
cogidos en Espaa que indican que los emigrantes ecuatorianos provienen
de esas ciudades en un porcentaje mucho ms alto que el del resto del Ecua-
dor (Grfico 6).
La urbanizacin implica una base social ms amplia; el repentino colap-
so econmico en Ecuador afect a un segmento diferente de la poblacin,
un grupo urbano que probablemente tena educacin, experiencia laboral y
un buen conocimiento del mundo. Segn la encuesta del Instituto Nacio-
nal de Estadstica y Censos -INEC- de 2000, el 40% de los emigrantes pro-
viene de hogares donde quienes encabezan las familias tienen educacin se-
cundaria o superior y slo el 9% provienen de aquellos en los que los cabe-
zas de familia no poseen educacin formal. Ecuatorianos entrevistados des-
pus de la regularizacin en Espaa, en el 2000, mostraron niveles de edu-
cacin claramente superiores a los del Censo de 2001 en Ecuador (Grfico
Ecuador en la historia de la migracin internacional Modelo o aberracin? 41
Grfico 7
Nivel educativo de la poblacin ecuatoriana (de 25 aos y ms) en su pas y de
los inmigrantes ecuatorianos presentes en Espaa (porcentajes)
Grfico 8
Ocupacin de la poblacin ecuatoriana y de la poblacin activa inmigrante
ecuatoriana en Espaa (porcentajes)
Actividad Ocupacin de la Ocupacin de los Ocupaciones de los
poblacin emigrantes inmigrantes
ecuatorianaa ecuatorianos en ecuatorianos en
Espaa en su Espaab
pas de origenb
Incluso los emigrantes con mayor determinacin admiten que llegar a Es-
tados Unidos es cada vez ms difcil (El Comercio, 3 de junio, 2002). El
testimonio ms claro de las crecientes dificultades es el precio ms elevado
que los inmigrantes indocumentados deben pagar. En la dcada de 1980, el
costo fluctuaba entre US$ 1,500 y US$ 3,000. En 2002, el costo estimado
estaba entre los US$ 8,500 y los US$ 12,000 (Carpio, 2002), unas tres ve-
ces el PIB per cpita del pas. Aunque no existe una buena estimacin del
flujo ilegal por mar y tierra hacia el Norte, el Censo de 2001 (Grfico 9)
muestra que durante una poca en que la emigracin se dispar, el nmero
de personas que sali hacia Estados Unidos y no regres, creci solamente a
un ritmo moderado. Otros lugares, otra historia.
Ecuador en la historia de la migracin internacional Modelo o aberracin? 43
Grfico 9
Emigrantes permanentes por destino, 1996-2001
Grfico 10
Emigrantes permanentes por pas de destino, 1996-2001
Espaa emergi como alternativa lgica por varias razones. Hasta 2003,
los ecuatorianos no necesitaban visado para entrar en el pas. Ni la poltica
de inmigracin, ni la ruta geogrfica conllevaban un alto riesgo o pre c i o. El
costo de un viaje indocumentado arreglado a Espaa, oscilaba entre los US$
3,500 y los 4,000 (Jos Roln [seudnimo], entrevista, 28 de abril 2004; Jo-
kisch, 2001; El Un i ve r s o, 19 de abril 2002), ligeramente superior al PIB per
cpita en Ecuador y quiz el 20% de los ingresos de los hogares ecuatoria-
nos en Espaa. Una vez que Estados Unidos estuvo fuera de escena, la len-
gua importaba y, aunque no ofreca los mismos beneficios econmicos que
los EE.UU., el salario de un inmigrante medio en Espaa era 2 3 veces el
ecuatoriano, y haba trabajo no calificado disponible. Finalmente, entre las
explicaciones ms vitales para el cambio de destino se encuentra la nueva
tendencia que supone la emigracin independiente por parte de las mujeres.
Grfico 11
Destino por sexo, ciudades grandes, 1996-2001
cia slo el 43%. Como muestran estos mapas de Espaa (Mapas 4 y 5), ba-
sados en el Censo de 2001, Murcia es el nico distrito fuera de Madrid en
el cual se identificaron ms de 10,000 hombres. Muchas ms mujeres que
hombres vivan en Madrid y Barcelona. Finalmente, tal y como describo en
otro estudio (Gratton, prxima aparicin), la abrumadora concentracin de
mujeres ecuatorianas en el servicio domstico, y el muy elevado porcentaje
de las que viven en su lugar de trabajo, implican una emigracin separada e
independiente.
Mapa 4
Ecuatorianos (varones) en Espaa por provincia, 2001
Varn
0-1.000 1.001-10.000 10.001-30.000 30.001-60.332
Fuente: INE 2001b
rdica la emigracin de mujeres que dejan a sus hijos atrs. Podemos encon-
trar ejemplos de este tipo de migracin en la historia (ver conclusin), pero
stos son lo suficientemente aislados como para ser la excepcin que confir-
ma la regla.
Hay evidencia de que este caso excepcional est ocurriendo entre los
ecuatorianos. En el estudio de Quito, Guayaquil y Cuenca en 2003, ms del
50% de todas las mujeres emigrantes tena 30 o ms aos, lo cual implica
que muchas estaban casadas (FLACSO- Banco Central, 2003); el 44% de
las ecuatorianas registradas en consulados estaban casadas, aunque no se
proporciona ningn dato sobre la presencia de sus esposos (Gmez y Emi-
lio, 2001). La pequea muestra facilitada por Tllez (2002) indica que exis-
ta mayor probabilidad, en comparacin con las peruanas o dominicanas, de
48 Brian Gratton
Mapa 5
Ecuatorianas en Espaa por provincia, 2001
Mujer
0-1.000 1.001-10.000 10.001-30.000 30.001-60.332
Fuente: INE 2001b
que las mujeres ecuatorianas estuvieran casadas, pero tambin que era ms
probable que no tuvieran ningn familiar viviendo en Espaa. Las mujeres
ecuatorianas contaban con el nivel ms bajo de redes familiares en el pas.
Quiz an ms impresionante es la evidencia proporcionada por una
encuesta realizada en el ao 2000 por el Colectivo IO (2001). De 1,195
trabajadoras del servicio domstico, un nicho dominado por las mujeres
ecuatorianas, 155 de las encuestadas eran ecuatorianas, podemos asumir
que casi todas mujeres: el 28% manifest que sus esposos permanecan en
Ecuador y otro 17% eran viudas, divorciadas o separadas. La proporcin de
personas que tenan presentes a sus esposos (19%) era ms baja que la de to-
dos los pases examinados. Al encontrar hombres con mayor probabilidad
de contar con la presencia de sus esposas, el IO concluye que casi la mitad
Ecuador en la historia de la migracin internacional Modelo o aberracin? 49
Grfico 12
Hijos en el pas de origen de los trabajadores
con descendencia, segn nacionalidad
de todas las ecuatorianas haba dejado a sus maridos en Ecuador. Con ex-
cepcin de las dominicanas, las ecuatorianas eran quienes con mayor pro-
babilidad manifestaban haber dejado al menos un hijo en Ecuador. Tal y co-
mo muestra el Grfico 12, el 80% de las ecuatorianas encuestadas, con ni-
os, dijo tener al menos un hijo en Ecuador, y el 25% haba dejado a tres o
ms. As, slo una quinta parte de las trabajadoras ecuatorianas del servicio
domstico tenan a todos sus hijos con ellas en Espaa, en contraste con las
cuatro quintas partes de las marroques. Su independencia, y dependencia,
estn demostradas porque un tercio viva con sus empleadores.
Conclusin
mente el de aquellas que viajaron sin papeles (United Nations, 2002). Es-
paa, Italia y otros pases europeos ofrecan oportunidades ms seguras, f-
ciles y mucho ms econmicas, especialmente para aquellas sin papeles. Es-
ta perspectiva ayuda a explicar porqu Espaa se convirti en la alternativa
preferida y puede tambin explicar porqu las mujeres ecuatorianas vieron
en el servicio domstico un entorno seguro y controlado. Uno de los eleva-
dos costos que presenta la inmigracin sin documentos a Estados Unidos es
el riesgo fsico, un precio que es ms alto para las mujeres que para los hom-
bres. La vulnerabilidad de las mujeres en la ruta indocumentada hacia Esta-
dos Unidos, un riesgo que quiz sientan con mayor intensidad las mujeres
de clase media, ayuda a explicar porqu Espaa se convirti en una alterna-
tiva preferida por la mayora.
An as, la vulnerabilidad personal no es el nico determinante en el
comportamiento migratorio femenino. El ensayo de Chant sobre migracin
en Amrica Latina destaca otra explicacin, til y lcida. Como la mayora de
tericos, reconoce la posible influencia de la cultura patriarcal y las reglas es-
pecficas de conducta que impiden la accin de las mujeres (Chant, 1992;
Chant y Radcliffe, 1992). Una explicacin con mayor fundamento apunta al
mayor distanciamiento [de los hombres] de los elementos reproductivos
d e n t rodel ncleo familiar. Desde este punto de vista, la emigracin indepen-
diente por parte de madres con nios es improbable, lo cual se evidencia an-
te la ausencia casi total de este tipo de emigracin. A pesar de la determina-
cin mostrada por explicaciones sobre las motivaciones de las mujeres inmi-
grantes a Eu ropa y Estados Unidos (Kofman, Phizacklea y Raghuram, 2000;
Hondagneu-Sotelo, 2003), hay poca evidencia de que las mujeres emigren in-
dependientemente y la cert eza de que dejen a los nios atrs es prcticamen-
te inexistente, fuera de casos extraordinarios y distintos al de Ecuador.
Pueden citarse ejemplos histricos (Schrover, 2001; Kurien, 2002), pe-
ro stos prueban cun inusual era esta prctica en el pasado, y hasta qu
punto violaba las normas profundas de comportamiento femenino en socie-
dades muy diferentes. En el Caribe vemos madres que emigran dejando a
sus nios atrs. Esta tendencia se ha observado tambin entre las puertorri-
queas que migran a Estados Unidos. Adems, los estudios sobre el servicio
domstico en Espaa muestran que las dominicanas, por ejemplo, tambin
exhiben esta tendencia. La anormalidad de tal migracin, un conocido fe-
nmeno caribeo, ha llamado la atencin de quienes estudian las caracters-
Ecuador en la historia de la migracin internacional Modelo o aberracin? 51
ticas especiales de las personas que migran. Se observa una estructura fami-
liar distinta, en la que las mujeres son las jefas de hogar; aunque madres, la
mayora son solteras, con redes de apoyo formadas por otras mujeres, y con
experiencia laboral dada la falta de ayuda por parte de sus parejas (Safa,
1995). En el Caribe, por ejemplo, dos tercios del total de los nacimientos
tienen lugar fuera del matrimonio oficial (Chant, 1997).
Sri Lanka proporciona el nico caso concreto contemporneo de un
gran volumen de emigracin de mujeres casadas que dejan nios atrs. Los
estudios muestran buena evidencia de esta costumbre (por ejemplo, Eelens
y Schampers, 1992). Sin embargo, al igual que en la emigracin caribea,
las condiciones de Sri Lanka son totalmente distintas de las de Ecuador. Es-
tas mujeres provienen de sectores rurales pobres y presentan poca educacin
o formacin. El gobierno de Sri Lanka, as como gobiernos extranjeros y las
agencias de emigracin, incentivan activamente la migracin de mujeres, in-
cluyen el subsidio del pasaje de avin y el establecimiento de provisiones
contractuales de empleo. Los mismos sistemas oficiales producen ejemplos
de la migracin de madres en otros pases asiticos y generan una cantidad
de emigracin de mujeres casadas.
En Ecuador, las mujeres urbanas con preparacin educativa y ocupacio-
nal escogen emigrar sin programas oficiales. Muchas de ellas estn casadas y
parece ser que un porcentaje sustancial de ellas deja a sus maridos y nios
atrs. No cuentan con una tradicin familiar como la de las caribeas, sino
con una tradicin de matrimonios regulares. Representan a una amplia po-
blacin de mujeres casadas de clase media que, hasta ahora, han emigrado
rara vez de forma independiente. Si ste es un fenmeno meramente ecua-
toriano, entonces se trata de una aberracin en la historia de la emigracin.
En cambio, si es una seal de lo que las mujeres de este tipo, clase, y forma-
cin van a elegir en otros lugares, se trata de un cambio revolucionario en
esa historia.
52 Brian Gratton
Bibliografa
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Wyman, Mark (1996). Round-Trip to America. Ithaca, N.Y, Cornell Univer-
sity Press.
Las transformaciones de la migracin
transnacional del Ecuador, 1993-2003*
Introduccin
Durante los aos noventa, los cientficos sociales investigaron las causas,
consecuencias y dinmicas de la corriente migratoria a Estados Unidos1. La
reciente salida masiva a Europa ha capturado la atencin de numerosos es-
tudios, especialmente desde Quito, habida cuenta que la migracin fue r-
pida, y por tanto dramtica; fue nacional y no regional, y desde su inicio,
involucr particularmente a la gente de la clase media de la sociedad. Esta
segunda ola migratoria, asimismo, ha captado la atencin de los presidentes
ecuatorianos, una vez que ms del 12% de la poblacin del Ecuador vive en
el exterior y envi un estimado de US$ 1.740 millones en 2004 (Inter-ame-
rican Development Bank, 2005).
En Ecuador, los estudios sobre el tema, y de manera ms general la bi-
bliografa al respecto, no toman en cuenta la transformacin a largo plazo de
los patrones de la migracin internacional. Qu ocurre con las comunida-
des, hogares e individuos diez, veinte o incluso treinta aos despus del ini-
cio del proceso de migracin a Estados Unidos? El resto de este artculo ex-
plora los resultados pre l i m i n a res de un estudio de seguimiento que re a l i z a-
mos en Caar y Az u a y. Ambos autores trabajamos independientemente, en
varias comunidades de esas provincias entre 1992 y 1995. Volvimos a tres de
esas comunidades en junio y julio de 2003 para investigar cmo los cambios
en la poltica de migracin estadounidense, el re f o rzamiento de las fro n t e r a s
y las condiciones econmicas y polticas del Ecuador, afectaron las estrate-
gias legales e ilegales y los destinos de los migrantes transnacionales a Esta-
dos Unidos y Espaa. Adicionalmente, nos interesaba ver cmo afectaban
los cambios en la migracin, a las formas de sustento y los paisajes de la zo-
na. El estudio implic la aplicacin de un censo en dos comunidades y la
realizacin de entrevistas y observaciones en otros emplazamientos rurales.
Entre los resultados, demostramos que existe una variacin considera-
ble en la participacin transnacional y que la migracin internacional ha
producido comunidades fantasmas. Estos grupos sociales se han visto dis-
minuidos a causa de una cadena migratoria de documentados o indocu-
mentados que la priva de la mayora de sus antiguos habitantes. Por otra
parte, no esperbamos encontrar que la migracin internacional hubiese
provocado mayor complejidad social en las comunidades de estudio. De he-
1 Ver los trabajos de Borrero (1992, 1995), Kyle (1999, 2000, 2001), Jokisch (1997, 2001, 2002),
Jokisch y Pribilsky (2002).
60 Brad Jokisch y David Kyle
por estos mismos agentes, pese a que se han intensificado los controles en la
frontera estadounidense. A finales del 2003, los coyoteros pedan US$
12.500 por el paso a Estados Unidos, entre tanto, a mediados de los aos
aos noventa, cobraban aproximadamente US$ 5.000. Los coyoteros acos-
tumbran garantizar tres intentos, unos pocos aseguran la llegada sin tomar
en cuenta el nmero de viajes tentativos.
Nuestra investigacin confirma que en los aos noventa, pocos ecuato-
rianos residentes en Espaa provenan de comunidades que tienen una his-
toria de migracin relacionada con Estados Unidos. Menos de 10 personas,
o menos del 2% de la poblacin migrante, haba viajado a Espaa desde las
comunidades investigadas. Al parecer, un nmero mnimo de migrantes de
otros sitios del Caar y Azuay ha salido a Espaa, pero aquellos que se han
tomado este rumbo viven, al parecer, en comunidades en las que existe un
nmero restringido de redes que conducen a Estados Unidos. Como se es-
peraba, las redes que vinculan a Ecuador con Estados Unidos, son distintas
de las que ligan a Ecuador con Espaa. Los impactos de la migracin con
ese pas se sentirn en otras zonas de Ecuador, probablemente, en comuni-
dades sin una larga tradicin de ruta hacia Estados Unidos.
Nuestra investigacin mostr una variacin regional considerable en la
participacin de la poblacin en la migracin transnacional. Las salidas in-
ternacionales a largo plazo de Tomebamba y Biblicay, han dejado tras de s
pueblos fantasmas, llenos de grandes casas poco cuidadas construidas
en los aos ochenta y noventa. Pocas personas mayores que salieron han re-
tornado sin residencia o ciudadana estadounidense. En Biblicay, ms del
85% de los hogares tiene al menos un pariente inmediato radicado en Esta-
dos Unidos y la gran mayora tiene residencia o ciudadana.
Ya que la migracin comenz formalmente en los aos setenta, docenas
de familias tienen parientes en Estados Unidos por 15 aos o ms. Aunque
casi todos los primeros migrantes part i e ron sin documentacin apropiada y
a travs de los servicios de un c oyo t e ro, muchos han podido conseguir la
residencia en Estados Unidos y patrocinan la emigracin legal de miembro s
inmediatos de la familia, entre los que se incluyen nios. En otras palabras,
a la migracin clandestina le segua la legalizacin en Estados Unidos, que
permita una cadena migratoria que lentamente separ de la comunidad a la
m a yora de sus habitantes anteriores. Estas comunidades se caracterizaban,
en los aos ochenta, por ser slo de mujeres y nios, y en los noventa, slo
64 Brad Jokisch y David Kyle
3 Hay excepciones importantes. Algunos ecuatorianos de comunidades con largas historias de emi-
gracin han vivido en Estados Unidos por ms de 10 aos en situacin irregular.
66 Brad Jokisch y David Kyle
Conclusin
Bibliografa
Kyle, David (1999). The Otavalo trade diaspora: social capital and trans-
national entrepreneurship. Ethnic and Racial Studies, 22(2): 422-446.
_______ (2000). Transnational Peasants: Migrations, Networks, and Ethni -
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United States Coast Guard -USCG- (2005). Alien Migrant Interdiction,
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MIO/FlowStats/CY.htm
Redes transnacionales y repertorios
de accin migratoria:
de Quito y Guayaquil para las ciudades del
Primer Mundo*
Franklin Ramrez Gallegos**
Jacques Paul Ramrez***
No hace falta demasiada investigacin para darse cuenta que los desemplea-
dos o los mal remunerados, optan por migrar por su difcil situacin econ-
mica; pero el desempleo, los bajos salarios o la precariedad econmica no
impulsan necesariamente, la decisin migratoria (as como tampoco expli-
can que adhieran o no a una huelga o una toma). Se ha visto que en mlti-
ples cantones del pas con altos ndices de pobreza, los porcentajes de po-
blacin inmigrante son bajos (ver: provincia de Esmeraldas); por el contra-
rio, localidades con mejor situacin concentran altos niveles de poblacin
inmigrante como Girn, Calvas, Azogues, Pangui, entre otros.
Tales cantones, situados en la regin austral del pas, han visto desarro-
llar, desde los tempranos aos sesenta, slidas redes de migrantes hacia ciu-
dades norteamericanas que, en adelante, han estimulado y facilitado el des-
plazamiento ininterrumpido de sus coterrneos, parientes, compadres o
amigos, hacia ese y otros destinos.
El cuestionamiento de los enfoques economicistas en su comprensin
del fenmeno migratorio ha dado lugar, precisamente, al estudio de las ca-
denas y redes transnacionales como activadoras y dinamizadoras de las mi-
graciones. La existencia de redes sociales e intercambios implica la vincula-
* Este texto recoge algunos de los hallazgos de los estudios: La Migracin en el Ecuador: de la cri-
sis a las redes, ALISEI-Centro de Investigaciones CIUDAD y Ntics y redes migratorias translo-
cales: a las puertas de nuevas comunidades virtuales?, FLACSO-International Development Re-
search Center (IRDC).
Doctorando en Ciencias Polticas Universidad Pars VIII CSU; vacan99@hotmail.com
Universidad Iberoamericana de Mxico; papodelalife@yahoo.com
72 Franklin Ramrez Gallegos y Jacques Paul Ramrez
Mapa 1
La migracin por cantones
Baja: 0,1 a 3%
Media: 3.1 a 6%
Alta: 6.1 a 9%
Densa: 9.1 a 14%
les iniciados y mantenidos por los inmigrantes, sus parientes y sus comu-
nidades en el pas natal (Portes, 2002: 139); el elemento esencial es la mul-
tiplicidad de relaciones que los transinmigrantes mantienen entre las socie-
dades de origen y de destino. La nocin, polmica an, de comunidades
transnacionales aparece como el trmino con que se estudian la consecuen-
cia ms visible de este proceso.
Las razones del incremento de los flujos de migracin obedecen, desde
esta perspectiva, a que las redes transnacionales facilitan y estimulan el pro-
ceso migratorio una vez que el grupo de inmigrantes pioneros se ha estable-
cido en el pas de destino. Los procesos de reunificacin familiar, por ejem-
plo, se han convertido en una marca significativa de la funcin y rendimien-
to de las redes para procurar el ingreso legal de extranjeros a diversos pun-
tos en los pases de llegada.
Las redes migratorias constituyen, entonces, microestructuras socioes-
paciales, con una dinmica propia, que sostienen los movimientos de pobla-
cin en el tiempo y en el espacio1. Devienen, de modo ms o menos con-
tingente, de un conjunto descentrado de acciones sociales individuales y co-
lectivas que, en su imbricacin y recurrencia, pautan, a su vez, ciertos re-
pertorios de accin migratoria, y producen un efecto de aprendizaje colec-
tivo, que hace que futuros y potenciales inmigrantes efecten sus desplaza-
mientos de localidad a localidad en modos bastante similares.
La idea de unos repertorios de accin colectiva, adaptada del campo de
estudios de los movimientos sociales (sobre todo con los aportes de Charles
Tilly, 1992; 1986), asume que a pesar de la existencia de una gran variedad
de formas y estrategias migratorias, cambiantes segn los contextos institu-
cionales y los lugares sociales, es posible agrupar un conjunto acotado y bas-
tante definido de momentos y modalidades de accin migratoria que fun-
cionan como mecanismos cuasi estandarizados que, al articularse dentro de
nexos sociales especficos dentro de una red ms amplia, terminan por ser
incorporados, compartidos y reproducidos por el conjunto inmigrante.
Existen seales suficientes para marcar la emergencia de unos modos de
migrar -unos patrones colectivos de emigracin, un conjunto recurrente de
acciones por las que cada migrante debe pasar con miras a culminar su des-
El circuito inmigrante
2 La reconstruccin de las redes migratorias se obtuvo a travs de la realizacin de grupos focales con
familiares de emigrantes y entrevistas a profundidad a informantes clave en la ciudad de Guayaquil
(Barrio El Mercado, Parroquia Febres Cordero, Ciudadela Santa Mnica, Parroquia Ximena,
Guasmo Sur) y Quito (Llano Grande al Norte, y Villaflora al Sur) en los meses de agosto, septiem-
bre y octubre del 2003.
Redes transnacionales y repertorios de accin migratoria 75
3 Algunas investigaciones han sealado que el elemento diferenciador entre las redes migratorias de ha-
ce apenas cincuenta aos y las actuales es, precisamente, la existencia de las nuevas tecnologas infor-
m a t i vas y la facilidad de los viajes internacionales. Ello vuelve ms potentes a las redes sociales y sien-
ta las bases de las nuevas comunidades transnacionales (ver Mike Davis 2000, Urbanismo Mgico:
los latinos re i n ventan la gran ciudad estadounidense, New Left Re v i ew # 3, Espaa, AKAL.
76 Franklin Ramrez Gallegos y Jacques Paul Ramrez
- La provisin de recursos
- El viaje
4 Habra que indagar, a futuro, la relacin efectiva entre la dolarizacin y la posibilidad migratoria.
En qu medida el cambio monetario, el hecho de poseer una moneda-dura, una moneda-global,
posibilit a las familias mejores condiciones de endeudamiento, de cierta nivelacin de las econo-
mas y de adaptacin a sistemas de vida ms costosos. El imparable flujo migratorio de ecuatoria-
nos hacia ciudades del Primer Mundo, habra podido producirse cuando el sucre era an la mone-
da nacional?
5 Cabe recordar que antes de la dolarizacin la estrategia de los migrantes se centraba en el envo de
dlares hacia sus familias en Ecuador. El diferencial cambiario permita, por lo general, una mayor
disponibilidad de circulante adquirido siempre con tazas de cambio favorables. Con la puesta en
juego de la dolarizacin, y una rpida nivelacin de precios hacia los niveles de mercado global, tal
estrategia no es ya tan viable ni tiene los rendimientos anteriores.
80 Franklin Ramrez Gallegos y Jacques Paul Ramrez
[un amigo] Vino y contaba cmo era la vida all. Vino y le dijo a mi hija
vyase noms Estela, se sufre, pero le va ir bien, depende de la suerte, de
los patrones...
Al preguntar a los entrevistados las razones por las cuales algunos de sus pa-
rientes haban decidido salir del pas, su respuesta es inmediata: le calenta-
ron los odos, estaba de moda, los otros le ilusionaron, amigos y veci-
nos le dijeron, etc. Todas estas son respuestas que sorprenden por su sim-
pleza pero que encierran la certeza sociolgica del funcionamiento de las re-
des migratorias y de cmo, a travs de sus nodos constitutivos, se va crean-
do un campo de accin legtimo para quienes estn expuestos a ellas.
La provisin de recursos
Despus se fue mi ta. Ella reuna plata de sus trabajos, y vendi algunas
cosas, y otra familia le ayud. Mi ta le ayud a mi mami para que se va y a .
Despus de 6 meses le llev a mi hermano pequeo, le mand la plata. Mi
mam le mand la plata a la familia de mi hermano y se fue l con mi to.
As, el contexto familiar a la vez que genera estrategias para proveerse de los
recursos necesarios para emprender el viaje, va adquiriendo un carcter
translocal que permite una circulacin de recursos entre las comunidades de
origen y las de destino.
10 El Universo (septiembre, 2003) reseaba que a pie y en bicicleta, y hasta con horario diferente,
empezaron a movilizarse desde la semana pasada los prestamistas de dinero que conceden crditos
86 Franklin Ramrez Gallegos y Jacques Paul Ramrez
bra que decir, por los problemas de intermediacin financiera de una ban-
ca nacional cuyos prstamos son inaccesibles para gran parte de la pobla-
cin a los que se accede, tambin, por la va de conocidos y contactos que
ya han utilizado sus servicios previamente.
Adems de ser una de las fuentes de financiamiento y crdito de los in-
migrantes, esta suerte de red-dentro-de-la-red, asesora y manipula el ingre-
so del inmigrante por medio de un conjunto de estrategias que le permiten
sortear el marco legal para acceder a los pases de destino. As por ejemplo,
para el ingreso a los pases europeos y a Espaa, particularmente, si bien
muchos ingresaron con la invitacin de familiares en el exterior, el mto-
do ms utilizado ha sido el del prstamo de la bolsa de viaje. Este servicio
incluye, adems, el asesoramiento sobre diversas estrategias que los viajantes
deben desplegar a su arribo, actitudes especficas, vestuario, modo de hablar
y declaraciones ante las preguntas de los agentes migratorios, etc.
Hay agencias que no son antiguas, que no son IATA, que prestan
dinero; pero, a cambio, tienes que dejar hipotecada la casa. Hay
gente, no slo agencias, que prestan y han ganado mucho dinero.
Prestan la bolsa, ms o menos 3.000 dlares y al llegar a Italia de-
vuelves el dinero en el mismo aeropuerto, pero antes de eso, dejas
las prendas. La persona cobra 10% de intereses que se descuentan
anticipadamente. Aparte, a los coyoteros les pagan 5.000 6.000
dlares y no miden el peligro.
sin garanta a cambio Con la nueva modalidad, los prestamistas recorren las ciudadelas del Nor-
te y Sur hasta los Guasmos y el suburbio oeste (Guayaquil). Segn la investigacin del Diario, se
ofrece dinero en pequeos locales comerciales, con el 20% de inters y sin necesidad de garantas.
Igual cosa sucedera en ciudades como Babahoyo y Ventanas, en la Costa del pas.
Redes transnacionales y repertorios de accin migratoria 87
El viaje
La insercin social
La instalacin
Tena todo listo revela el grado de insercin y de capital social que los in-
Redes transnacionales y repertorios de accin migratoria 91
Por otro lado, las dificultades presentes en el curso de la llegada a una so-
ciedad extranjera, an incluso en los casos en los que las redes funcionan
de forma ms o menos consolidada, son enfrentados por los recin llega-
dos por la va de ciertas asociaciones de solidaridad o instituciones de
a p oyo al inmigrante. Los testimonios registrados evidenciaron con clari-
dad que, de entre ellas, los grupos cercanos a la Iglesia, aqu y all, han
jugado un rol preponderante para que los inmigrantes re s u e l van la care n-
cia de bienes bsicos (vivienda, alimentacin) e incluso su misma inser-
cin laboral.
Ahora bien, al interior de las redes se producen tambin abusos, situa-
ciones de explotacin y de desconfianza desde el mismo momento en que
un inmigrante recurre a sus nexos para instalarse. El poder que otorga a cier-
tos inmigrantes el acceso a vivienda y al control de informacin clave para
la bsqueda de empleo les permite mantener relaciones de poder y extorsin
con los recin llegados. Precios altos y malas condiciones de vivienda espe-
ran a los inmigrantes cuando llegan donde sus compatriotas.
La integracin social13
13 En lo que sigue, se resalta la actividad que cumplen las redes transnacionales en el doloroso proce-
so de integracin social del inmigrante y no, cabe enfatizar, en la problemtica ms general de su
inclusin en la sociedad de arribo, lo que supondra adentrarse en una discusin sobre la ciudada-
na dentro de estados- nacionales forneos y sobre la misma integracin cultural, racial, poltica,
etc., en ciudades multiculturales en tiempos de globalizacin, asunto que trasciende el alcance de
este estudio.
Redes transnacionales y repertorios de accin migratoria 93
En los jvenes est mal administrado el dinero que ganan, sobre todo los
varones ilegales la pasan terrible, porque trabajan todo el da, todos los
das, y lo que ganan tiene que mantenerse cuando no trabajan. Cuando
yo llegue, para las mujeres es ms fcil, porque podan cuidar nios, o es-
tar en una casa, y a veces son trabajos ms estables.
14 El auge de la migracin ha posibilitado que artistas ecuatorianos de gneros musicales como la ro-
cola y la tecnocumbia viajen a los lugares donde la colonia ecuatoriana es numerosa. Muchas de las
nuevas canciones de estos gneros hablan sobre la migracin. La acogida de esta msica es masiva
(Ramrez y Santilln 2004).
94 Franklin Ramrez Gallegos y Jacques Paul Ramrez
Por otro lado, parte del proceso de integracin social del inmigrante pasa
por el soporte de asociaciones de apoyo. Pueden identificarse ciertas organi-
zaciones destinadas a prestar servicios asistenciales, otras a mejorar las con-
diciones de acogida al inmigrante, las destinadas a realizacin de actividades
sociales, deportivas y culturales y, finalmente, las que enfatizan una accin
poltico-reivindicativa.
Las pistas dejadas por los diversos testimonios dejan ver, por ltimo,
que los vnculos y nexos delineados a travs de las redes, sumergen al inmi-
grante en su circuito. Ello otorga a las redes una enorme capacidad de mo-
nitoreo y control del recin llegado en el marco de relaciones jerrquicas y
verticales, sobre todo, entre ste y los ya instalados y con mayores capitales
sociales y econmicos. La diferencia entre inmigrantes documentados e
indocumentados se hace evidente tambin aqu.
El efecto paradjico, que debe explorarse con ms atencin en el futu-
ro, es su relativo aislamiento con respecto a otros escenarios, actores, insti-
tuciones y circuitos sociales propios de la sociedad de arribo. En ese nivel,
las situaciones sern diversas segn el tiempo de residencia del inmigrante
en el pas receptor, su condicin de legalidad, y, por ende, su insercin en la
economa formal y su plena incorporacin a las diferentes instituciones (la
escuela y la salud pblicas, etc.) del pas que habitan.
15 En este lnea hay que entender a la CMC no slo como una herramienta, sino tambin como una
tecnologa, medio y motor de las relaciones sociales. No slo estructura las relaciones sociales, es el
espacio donde dichas relaciones ocurren y la herramienta que los individuos usan para entrar en ese
espacio (Gmez Cruz, 2003).
16 Se trata de un registro en contruccin preparado en el marco de la investigacin previa a la tesis de
maestra Ntics y redes migratorias translocales: a las puertas de nuevas comunidades virtuales?,
Jacques Ramrez, FLACSO-International Development Research Center (IRDC).
96 Franklin Ramrez Gallegos y Jacques Paul Ramrez
Es importante sealar que, del total de ciber cafs, el 84.57% surge en-
tre el 2000 y el 2004; apenas el 15.43% ya estaba registrado antes de ese
ao. Es evidente que el xodo masivo de ecuatorianos incentiv la multipli-
cacin de tal servicio en Ecuador.
17 Los telecentros son espacios comunitarios que pueden situarse en cualquier lugar y que sirven para
que las TIC, especialmente i n t e rn e t,sean puestas en servicio pblico para incidir estratgicamente en
el mejoramiento de las condiciones de vida de individuos y poblaciones (Delgadillo et. al., 2002).
Redes transnacionales y repertorios de accin migratoria 97
18 Informacin obtenida va correo electrnico con Rosa Mara Falcon, Web Master del diario El Uni-
verso, 09-2004.
19 Las remesas son tambin enviadas a travs de conocidos o contactos que retornan al pas; es decir, cir-
cula al interior de la red migratoria. Algunas veces este traslado tiene tambin un costo en efectivo.
98 Franklin Ramrez Gallegos y Jacques Paul Ramrez
Ahora he visto que Almacenes Japn tiene mviles, o sea, instala maana
en Carapungo, en el parque principal, con su casetita, su televisin y ven-
den aqu, como ahora ya no se necesita garantes ni nada. All pagan.
operan dichas compaas. Son empresas que disean sus estrategias comer-
ciales en funcin de los mercados donde reside un considerable nmero de
ecuatorianos. El inmigrante compra el bien que desea en el lugar donde re-
side y ste es entregado, luego de cinco das, en la casa donde vive su fami-
lia en Ecuador.
Reflexiones finales
Momentos Prcticas
Bibliografa
Coleman, J.S. (1988). Social capital and the creation of human capital.
American Journal of Sociology 94: 95-121.
Davis Mike (2000). Urbanismo Mgico: los latinos reinventan la gran ciu-
dad estadounidense. New Left Review # 3. Espaa, AKAL.
Delgadillo Karin, Ricardo Gmez y Klaus Stoll (2002). Telecentros Pa-
ra qu? Lecciones sobre telecentros comunitarios en Amrica Latina y el
Caribe. Quito: Chasqui Net-IDRC.
Redes transnacionales y repertorios de accin migratoria 103
Claudia Pedone*
pios migrantes varones y mujeres definen para que las redes presenten rela-
ciones de verticalidad y horizontalidad.
Esta configuracin del poder otorga sentido a ciertas trayectorias so-
cioespaciales donde diferentes actores se constituyen en autoridades que
en una primera instancia, facilitan el primer aterrizaje, el acceso a la vivien-
da y al trabajo. Adems, su poder les permite poner en prctica ciertas es-
trategias migratorias que contribuyen a mejorar la situacin econmica ms
rpidamente en la sociedad de llegada. En este artculo, haremos referencia
a las primeras configuraciones y dinmicas de las cadenas y redes migrato-
rias que caracterizaron al flujo migratorio ecuatoriano hacia Espaa entre
1998 y 2001.
cuales aquella circula son las relaciones sociales fuertes que prescinden de la
distancia y, por lo tanto, de la frecuencia de los contactos (Ramella, 1995). Es
en este punto donde toman significado la estructura que adquieren las redes,
en part i c u l a r, y el papel que juegan cada uno de los actores en su dinmica.
Por ejemplo, mientras algunas son articuladas ve rticalmente por diversos ac-
tores que detentan el poder, en cuanto al acceso al trabajo o la vivienda, otras
a d q u i e ren una configuracin horizontal como las fijadas por migrantes ya es-
tablecidos en la comunidad de llegada, formada por amigos y parientes que se
rigen, especficamente, por relaciones de reciprocidad e intercambio.
El estudio de la dinmica que obtienen las redes migratorias tambin
otorga elementos para comprobar cmo los migrantes pueden burlar o
sortear los obstculos que interponen las polticas pblicas que pretenden
moldear y controlar estos procesos sociales (Pedone, 2000).
Una de las principales preocupaciones terico-metodolgicas durante el
proceso de investigacin, era la de trascender el uso metafrico que, en al-
gunas pocas, estigmatiz a la perspectiva de anlisis de las cadenas y redes
migratorias. Para ello, durante todo el proceso de investigacin, se tuvo pre-
sentes las falencias y la falta de respuestas que los micro historiadores plan-
teaban a partir de la escasez y la parquedad de las fuentes con las que deban
trabajar en sus investigaciones. En este sentido, un objetivo metodolgico
primordial era idear herramientas que nos permitieran analizar en profun-
didad la problemtica de la diversificacin de las cadenas, mediante el anli-
sis de las relaciones de poder, y la articulacin y dinmica en los vnculos
que, en ltima instancia, manifestaran la configuracin de las cadenas y redes
migratorias (Sturino, 1988; Ramella, 1995).
Avanzar en el conocimiento del fenmeno migratorio requiere de un
anlisis global y, a su vez, de las interpretaciones subjetivas, por ello la im-
portancia de los relatos biogrficos; a travs de ellos se logran captar la per-
sistencia y el rastro de la historia, los indicios de los hechos, las motivacio-
nes y las representaciones, la huella ideolgica, los elementos cognitivos y
psicoafectivos, el papel y peso de las cadenas y redes migratorias, es decir, se
logra comprender lo material junto a lo social y lo simblico.
La relacin entre el estudio de las redes migratorias y los relatos biogr-
ficos nos demuestra la intervencin de todos estos elementos y permite el
examen de las peculiaridades ms comunes; importa indagar los efectos del
proceso, los cambios que afectan de manera global a la vida de los indivi-
T siempre jalas a los tuyos. Cadenas y redes migratorias 111
duos, tanto en lo que atae a su vida cotidiana como a sus referentes sim-
blicos. As, en las entrevistas surgen las percepciones que el inmigrante tie-
ne de la sociedad de llegada y de otros colectivos de inmigrantes.
La biografa tiene, respecto de otros mtodos, la ventaja de recoger la ex-
periencia de las personas, tal como ellas la procesan e interpretan. Esa reve-
lacin de hechos e interpretaciones est filtrada, explcita e implcitamente,
por las creencias, actitudes y valores del/la protagonista (Golby, 1997).
Adems, en los relatos de vida son tan importantes los hechos que apare-
cen como la forma de narrarlos, de ah que las narrativas sean diferentes se-
gn el gnero y las generaciones. Una mirada atenta a los relatos de vida nos
descubre de qu manera se producen las decisiones individuales, qu elemen-
tos subjetivos intervienen y cmo afectan en su orientacin las condiciones
e s t ructurales en tales decisiones. Si dentro de los relatos de vida ponemos hin-
capi en las diversas trayectorias socioespaciales, es posible re c o n s t ruir paula-
tinamente el complejo entramado de los vnculos horizontales y verticales
d e n t ro de las redes migratorias: ayuda, control, cooperacin, solidaridad,
c o n t rol moral, autoridad moral y econmica, estrategias de dominacin.
Son significativos la forma de estructuracin que adquieren las redes, en
particular, y el papel que juegan cada uno de los actores en su dinmica,
puesto que algunas son articuladas verticalmente por diversos actores que
detentan el poder, en cuanto al acceso al trabajo o la vivienda, por ejemplo;
y otras horizontales, como las establecidas por otros migrantes ya asentados
en la comunidad de llegada, formada por amigos y parientes. Uno de los
principales desafos desde el punto de vista metodolgico, era buscar herra-
mientas analticas que nos condujeran a la identificacin de las relaciones
horizontales y verticales, su entrecruzamiento, y al reconocimiento de qui-
nes eran los principales actores que le otorgaban uno u otro carcter.
Adems, en un territorio determinado, estas cadenas y redes establecen
canales sociales que crean y abren caminos para la entrada y el asentamien-
to de familiares que no participan en el proceso de migracin puramente la-
boral, aunque posteriormente se incorporen al mercado de trabajo; nos re-
ferimos, concretamente, a la reagrupacin familiar que se ha convertido en
una categora significativa para el ingreso legal de inmigrantes extracomuni-
tarios a Europa. Por ello, es necesario utilizar herramientas metodolgicas
adecuadas para lograr una comprensin ms profunda de la articulacin y
dinmica de las redes.
112 Claudia Pedone
Hay mucha gente que tergiversa la informacin, mucha gente que llega
aqu y le ha ido mal y logra reunir en dos o tres meses que le ha ido bien
y se despecha, y se va, y se regresa por no afrontar y decir que le ha ido mal
y va y dice que le ha ido bien, que ha estado en esto y en lo otro. Tengo
un amigo que es profesor, tiene como 20 aos de profesor y l nunca en
su vida ha cogido una pala para trabajar, cuando yo lo encontr aqu le pre-
gunt en qu trabajaba, me dijo que estaba trabajando dando clases en un
instituto y le vi las manos llenas de callos y luego me enter que estaba tra-
bajando en la construccin. Luego fue a Ecuador a buscar sus papeles y ha-
ba dicho que estaba trabajando dando clases y que le va muy bien, tergi-
versan la informacin a su propio beneficio y hace ilusionar a un montn
de gente, esa informacin va pasando de boca a boca y al final todos dicen
all oh!, el dinero est para recogerlo como piedras en las calles, y no es
cierto.(Enrique, provincia de Pichincha, Santo Domingo de los Colora-
dos, Tcnico soldador, reside en Madrid, trabaja en la construccin)
Hay que hacer de todo ac para poder sobrevivir. Nuestros paisanos pien-
san all que ac se vive de otra manera, pero no es as. Nuestros parientes
quieren venir y yo les explicaba como familia que son, que no sufran co-
mo yo he sufrido, piensan que es egosmo de mi parte, creen que yo sola-
mente quiero hacer dinero, que yo quiero surgir y ellos no yo se los he
114 Claudia Pedone
Aunque la informacin que circula dentro de las redes haga referencia a las
difciles condiciones encontradas en los lugares de destino, estos datos que-
dan invalidados ante la competencia que se genera entre parientes y vecinos,
principalmente, cuando aparecen las primeras remesas. La difusin tanto
del xito como del fracaso de algunos emigrantes, acta como un estmulo
a la emigracin en determinadas zonas, esta obsesin migratoria se ve re-
forzada por las agencias de viaje y gestores de la migracin, que en muy po-
co tiempo, han organizado toda una parafernalia publicitaria que impulsa el
viaje con promesas incluso de contratos laborales.
El mito que tiene la gente es que se consigue rpido trabajo, que se gana
mucho dinero, que puedes ahorrar, que ahorran y mandan a su familia; en-
tonces, como todas las cosas que te cuentan -que el fulanito se fue y aho-
ra le manda a su esposa tantos dlares, o la fulanita ahora va a mandar a
buscar a su esposo y sus hijos-, lo que creo que se da es, me parece, se da
a conocer es que el mayor trabajo es el servicio domstico o cuidar ancia-
nos, entonces son las mujeres las que vienen, es mentada tambin esta his-
toria.
Y los hombres... por ejemplo un amigo de una seora amiga que era
camaronero se vena a trabajar a Murcia, entonces, esa historia tambin es
mentada. Es decir, la voz se corre que est segmentado en relacin con el
servicio domstico, cuidar ancianos para las mujeres y esto de la agricultu-
ra hombres; pero si antes eran muchos los hombres que venan, pues aho-
ra la cantidad es igual o incluso es mayor el nmero de mujeres.
El mito es pensar que ac es un lugar...como el mito que tenan y tie-
nen de los EE.UU., que es un lugar para hacer dinero fcilmente, creo que
tienen razn por la diferencia o por la cantidad que te pagan por trabaja-
dora domstica, es posible de ac, no? (Silvia, provincia del Pichincha,
Quito, sociloga, reside en Barcelona, trabaja en una ONG con temas de
migracin).
2 Cabe resaltar que estas preferencias cambian a un ritmo vertiginoso, y en los ltimos veranos, los
empresarios agrcolas han preferido en los huertos a mujeres rumanas, polacas y rusas antes que la
mano de obra masculina subsahariana, debido a la contratacin temporal realizada en la sociedad
de origen y a las pocas posibilidades de organizacin sindical de estas mujeres por falta de conoci-
miento del idioma y por las clusulas firmadas por ambas partes en los contratos (Consultar Pedre-
o Cnovas, 1999; 2002; Pedone, 2000; 2004).
T siempre jalas a los tuyos. Cadenas y redes migratorias 117
Sin embargo, estos recursos sociales que circulan por las cadenas y redes mi-
gratorias, no excluyen las relaciones de ve rticalidad y la aparicin de difere n-
tes actores que detentan el poder, mediante la existencia de las relaciones de
120 Claudia Pedone
3 Para el tema de la inmigracin peruana en Espaa puede consultarse: Tornos, A., R. Aparicio, J. La-
brador, M. Ga rca, H. Muoz (1997). Los peruanos que vienen. Madrid: Un i versidad Pontificia Co-
millas. Escriv, A. (1997). Control, composition and character of new migration to south-west Eu-
rope: the case of Pe ruvian women in Ba rc e l o n a. New Community, 23, 1: 43-57. Escriv, A. (2000).
Empleadas de por vida? Pe ruanas en el servicio domstico de Ba rc e l o n a. Pa p e r s, 60: 327-342.
122 Claudia Pedone
Todos me decan que me fuera a trabajar de fija, hasta con mi amiga que
me recibi no era lo mismo. Cuando yo vine, ella me ofreci su casa, me
daba comida, pero la primera vez que cobr, me cobr todo desde el pri-
mer da que yo vine!yo no me imaginaba eso!, ese fue el primer golpe que
me dio ella. (Ana, provincia del Guayas, Guayaquil, Ingeniera Comercial,
reside en Barcelona, trabaja como secretaria administrativa y como em-
pleada domstica externa).
Por ejemplo, el que tiene plata maneja los viajes cuando son familias gran-
des, pero tambin repercute en las comunidades chiquitas, en las zonas ru-
rales se genera esa competencia de ver quin lleva ms gente al lugar de
destino y ante la vista de sus conciudadanos, este es mejor y este es peor,
se van otorgando ms menos autoridad. Por el prestigio ms que nada, por
ejemplo en lo moral, este seor tiene dinero, porque siempre est ligado,
no?, es bueno, est con los hijos, los hijos estn bien educaditos, est
con la mujer, no se ha separado de la mujer, viven bien, entonces, por
eso hay que respetarlo, es una cuestin automtica, no?, y a la seora tam-
bin, eso en lo moral. Despus este otro no, dicen este otro tiene dinero
pero da, pero cmo, s nos presta, pero escondido de la mujer, o ya no vi-
ve con la mujer, pero tiene cuatro mujeres, tiene esto, tiene lo otro, es to-
do lo negativo pero, sin embargo, es el que afloja dinero con intereses. El
otro tambin con intereses pero de una manera formal, como se suelen ha-
cer los prstamos, entre la esposa y el esposo. El otro si quiere presta, sino
no, pero tiene dinero, por lo tanto, es una autoridad, l escoge a quin
prestar, detrs de l se van los que se creen que todava estn bien buenos,
son los que piensan como l, los que ya no piensan en la familia. (Natalia,
esposa de un inmigrante residente en Totana, provincia del Azuay, Cuen-
ca, actualmente reside en Cuenca con sus hijos).
Yo vine en el 94, vine invitada por una amiga ma que era de Ambato, luego
me relacion con Jimy, al ao de estar aqu me encontr con todos ellos, hi-
cimos contacto con Jimy, entonces, ya empec a salir con ellos, luego a travs
de ellos me encontr con otra amiga de Baos y ya comenc a relacionarme
con ellas, despus lleg Estela y su hija, as nos juntamos todos los vecinos,
mientras tanto, yo anduve un ao sola. (Mara, Baos, provincia del Tungu-
rahua, profesora, reside en Madrid, trabaja en el servicio domstico interno).
4 Ver Figura N 1: Diversificacin de dos cadenas migratorias procedentes de Baos del Tungura-
hua, Ecuador (1993-2001).
128 Claudia Pedone
Yo te digo que toda la vida he estado en contacto con gente de all, o sea
ms que el contacto de aqu es el contacto entre ellos mismos, los familia-
res all se comunican y toda la vida han estado con el telfono mo porque
como he estado comunicado y hay gente que no les conozco y llaman y que
por favor les eche una mano, que los recoja en el aero p u e rto, que les pre s-
te la bolsa de viaje, bueno esto ms que todo en estos dos ltimos aos que
han estado llegando muchos.
Y pienso que la llegada est normal, yo pienso que la gente que
quiere salir tiene que sacrificarse de alguna manera, me entiendes?,
gastar un poco... yo ya te dije, yo tuve que vender mi casa y tal, hoy
quieren en mano todo, o sea confunden a veces un poquito la amis-
T siempre jalas a los tuyos. Cadenas y redes migratorias 129
tad con esto me entiendes?, a veces por eso es que no hay cmo
darles una mano, exclusivamente al ecuatoriano, no todos, pero te
digo, hay un 50% de ecuatorianos que piensa que uno tiene... por
estar aqu tal vez un ao ms que ellos o dos aos, parece que tie-
nes la obligacin de tenerles y de abrirles las puertas, me entien-
des?. Desgraciadamente en el Ecuador todava existe bastante igno-
rancia y eso a veces se paga aqu, porque si la gente fuera bastante
culta y eso, esas cositas no pagaramos nosotros. (Jimy, Baos del
Tungurahua, comerciante, actualmente reside en Nueva York, en el
momento de la entrevista resida en Madrid y trabajaba en una em-
presa de transportes metropolitanos).
Esta relacin de los dos lderes residentes en dos de las principales ciudades
de Espaa ha diversificado los contactos, no slo en los primeros momentos
del arribo sino en el mbito laboral, constituyndose en autoridades dentro
de la red migratoria, quienes vinculan los lugares de destino con el de ori-
gen. Sin embargo, la informacin interpersonal que circula por las redes di-
f e rencia las acciones sobre las cuales se basa el tipo de autoridad y pre s t i g i o
que cada uno ha adquirido, principalmente en el lugar de origen, donde las
relaciones de re c i p rocidad estn ms extendidas. Como se observa en el tes-
timonio anterior, se ostenta de prestigio y de recursos para seleccionar a fu-
t u ros migrantes, mientras que, en el caso de otro lder, las relaciones de re-
c i p rocidad y solidaridad son las que pre valecen, incluso ayudan a que se des-
dibujen las diferencias regionales en el contexto migratorio internacional:
Bueno, yo vivo con mi hermana y una amiga suya, ellas llegaron hace un ao
y medio. Cuando mi hermana lleg sufri muchsimo, no tena trabajo, bus-
caba y no haba por ninguna parte, luego se hizo amiga de unos espaoles
que le dieron trabajo y despus le hicieron los papeles, ahora est en Ec u a-
dor por su visado. Nosotros all vivamos con nuestros padres, ella vino y
despus me ayud a venir a m. (Julio, Santo Domingo de los Colorados,
provincia de Pichincha, tcnico soldador, reside en Madrid, trabaja en una
empresa de electricista).
siglo XIX hasta bien entrado el XX, que estuvo marcado por la existencia de
una prolongada contraposicin entre los sucesivos esfuerzos destinados a
consolidar de forma efectiva el Estado-nacin y las aspiraciones y las reivin-
dicaciones de las regiones (Gonzlez Leal, 2000).
Una caracterstica fundamental hace re f e rencia a que la cuestin regional
no incita, necesariamente, una agudizacin de las contradicciones entre las
clases antagnicas regionales sino, ms bien, da lugar a la articulacin inter-
clasista de un bloque de clases dominantes-subalternas regionales que se en-
f rentan entre s. Esta realidad abre procesos de formacin de partidos y mo-
vimientos polticos que pueden re p resentar simblicamente a vastos sectore s
sociales ubicados en la estructura social regional tpica. An ms, como ex-
p resin de lucha poltica, como respuesta a la ausencia de resolucin de los
puntos nodales en materia de unificacin nacional, la cuestin regional ata-
e bsicamente a las contradicciones entre las clases dominantes, a su pugna
por el poder y a la ausencia o debilidad de una clase capaz de unificar las dis-
tintas tendencias econmicas y polticas de las distintas fracciones de la clase
dominante mediante un proyecto nacional; todas estas particularidades estn
ancladas en la regionalizacin ecuatoriana6 (Qu i n t e ro y Si l va, 1991).
Por ello, asumimos que el carcter poltico y econmico de los conflic-
tos entre las clases dominantes regionales determina la persistencia y la es-
pecificidad de la regionalizacin en Ecuador en los siglos XX y XXI. Este
hecho ha marcado la vida sociopoltica, econmica y cultural del pas andi-
no, constituyendo as un regionalismo plasmado, principalmente, entre Sie-
rra y Costa, discurso que han hecho suyo las clases subalternas y aparece co-
mo una cuestin insalvable en los inicios de las relaciones de los inmigran-
tes ecuatorianos y ecuatorianas en Espaa.
- Quines son, a tu juicio, los que fomentan este discurso para que
haya estas diferencias entre la Sierra y la Costa?
- La poltica, s la poltica, porque hay polticos netamente de la Sie-
rra y otros de la Costa, y cada cual, para ganarse gente, quieren hacer ellos
...hay mucho egosmo entre los ecuatorianos, hay gente que no quiere
compartir con uno, lo miran mal, no hay amistad como debera ser entre
compatriotas, aqu la gente cambia, se aparta de uno...slo con algunos, no
les importa, hay que separarse qu nos queda?... Hay diferencia, hay gen-
te muy egosta de la sierra..., la mayora son del Caar, son los primeros en
llegar... Esteban, Zamora, provincia Zamora-Chinchipe, Amazona. Agri-
cultor).
Reflexiones finales
Bibliografa
Introduccin
4 Sin embargo, existan tambin otras razones no estructurales, presentes en las decisiones de la emi-
gracin. Algunos autores las denominaban el sndrome del dlar, cuando nuestra economa no
era an dolarizada, o el efecto domin, para indicar que cuando salan campesinos de una co-
munidad, tambin salan de la comunidad vecina, sobre la base de la construccin de redes socia-
les (Carpio, 1992).
150 Luciano Martnez Valle
5 Un reciente estudio realizado sobre la migracin en Quito, Guayaquil y Cuenca, las tres principa-
les ciudades del Ecuador, durante los meses de marzo, abril y mayo de 2003, confirma las tenden-
cias sealadas. As por ejemplo, se ha incrementado el porcentaje de mujeres que salieron de estas
3 ciudades, probablemente se trata de una migracin que busca completar los ncleos familiares
en el lugar de destino (Fresneda Sierra, 2001). Los destinos de la migracin citadina eran princi-
palmente Espaa (45.2%), Estados Unidos (32 %) e Italia (8.9 %). La mayora de los emigrantes
(68%) haba salido en los 3 ltimos aos y se trataba igualmente de una poblacin joven com-
prendida entre los 20 y los 39 aos, con un buen nivel de educacin. El 47.3% de los emigrantes
(hijos, en su mayora) enviaron remesas a travs de courier y bancos que alcanzaron, en promedio,
la cifra de US$ 11018.490 mensuales, utilizados en gastos del hogar, de educacin y en el pago
de deudas (FLACSO- Banco Central, 2003).
Migracin internacional y mercado de trabajo rural en Ecuador 151
6 Segn algunas opiniones, las provincias de Azuay y Caar pueden constituir la zona de mayor en-
vo de migrantes de Amrica del Sur (Jokisch, 2001: 61).
7 As por ejemplo, un reciente estudio seala que: a diferencia de la poblacin mestiza, la mayora
de indgenas aun persiguen el bienestar en su propia tierra, por lo que no incluye a la emigracin
dentro de sus estrategias de reproduccin y supervivencia... (ILDIS-FES, 2003).
152 Luciano Martnez Valle
dor (Martnez, 2002)8. Si bien el primer estudio fue realizado en reas tan-
to urbanas como rurales, para efectos de este trabajo se considerarn espe-
cialmente las tendencias de la migracin rural, de tal manera que pueda
compararse con la informacin del segundo estudio focalizado nicamente
en comunidades indgenas.
Cuadro 1
Poblacin emigrante de Caar, Azuay y Loja, por origen, segn sexo
Sexo Urbano Rural Total
Hombre 48.9 51.1 100.0
Mujer 51.7 48.3 100.0
Total (N) 1185 1199 2384
Fuente: FLACSO, 2002
Considerando que estas provincias son las que ms han expulsado mano de
obra antes y despus del boom migratorio, la poblacin rural tena un nivel
importante de diversificacin ocupacional antes de salir del pas. En efecto,
nicamente el 33.8% de los potenciales migrantes trabajaban en actividades
agropecuarias, mientras que el 66.2% trabajaba en actividades no agrope-
cuarias, entre las que destacaban el sector servicios (18.1%), la artesana
(12.6%), el comercio (10.1%) y la construccin con el (7.7%). Estos datos
8 La primera investigacin fue realizada por FLACSO en 2002, a un universo de 990 personas de
las tres provincias mencionadas, la segunda investigacin fue aplicada personalmente a un total de
300 familias indgenas, en 2002.
Migracin internacional y mercado de trabajo rural en Ecuador 153
Grfico 1
Poblacin emigrante rural por pas de destino, segn tiempo de estada
9 La combinacin entre agricultura y artesana es una de las caractersticas de los pueblos de emigran-
tes estudiados por Carpio (1992: 53) a principios de los 90. La crisis de la artesana y las dificulta-
des de la agricultura minifundista eran fcilmente suplantadas por la economa de las remesas.
154 Luciano Martnez Valle
10 La importancia de las redes sociales en la migracin hacia Estados Unidos ya han sido estudiadas
y se establecen en torno a parentelas, grupos tnicos, pero que pertenecen a un mismo estrato so-
cial (Carpio, 1992).
11 El patrn de destino de las remesas no ha cambiado mucho desde los aos 80; en efecto, existan
3 sectores que se beneficiaban de las remesas: la industria de la construccin, el sistema finaciero
y la red de intermediarios (prestamistas, tramitadores, agencias de viaje, coyotes, couriers, etc.)
Migracin internacional y mercado de trabajo rural en Ecuador 155
(Carpio, 1992). No obstante, un estudio reciente, realizado en la provincia del Azuay, muestra que
si bien el 48% de las remesas se destinaba a las necesidades bsicas (comida, educacin, salud, ro-
pa, transporte y comunicacin), un pequeo sector de las familias con ms recursos, tambin in-
verta en actividades productivas relacionadas con la compra de tierra y de insumos y herramien-
tas agrcolas (Pichisaca, 2004).
12 Los invernaderos de tomate no resistieron los fuertes vientos de la zona y el quintal de papa se ven-
da a principios del 2001 a US$ 1.
13 De acuerdo a Walmsley (2001) y Jokisch (2001), un viaje a los Estados Unidos costaba US $9.000
en 1999.
156 Luciano Martnez Valle
Grfico 2
Tucayta, poblacin emigrante por sexo, segn grupos de edad
marginales dentro de las comunidades indgenas: familias sin uno de los pa-
d res, familias sin padres, familias compuestas por abuelos y nietos, etc. De
hecho, estas familias, aunque dispongan de ingresos va remesas, tienen mu-
chas dificultades en la convivencia diaria y en el proceso de educacin de los
nios, dados los choques generacionales y la ausencia del jefe del hogar. Es
p robable que la jefatura femenina del hogar y tambin las tareas asignadas a
las mujeres hubieran crecido en la medida en que migran en menor medida.
La cada de la produccin agrcola afecta mayormente a los hogares de
familias con emigrantes, muchos de los cuales ya no son usuarios del riego,
pues ya no cultivan la parcela o lo hacen muy poco, con el trabajo de la mu-
jer. Muchas mujeres se encuentran al frente de la parcela, pero debido a las
actuales dificultades econmicas tampoco pueden cultivar sus lotes. La ten-
dencia predominante entre las familias es abandonar la agricultura y refu-
giarse en la ganadera (mayor y menor) en pequea escala. Las mujeres asu-
men estas tareas as como otras nuevas (comercio en pequea escala).
Existe el riesgo de prdida de la propiedad de la parcela, debido al alto
nivel de endeudamiento para la migracin con los chulqueros locales.
Otras familias venden sus parcelas, con lo cual se desligan definitivamente
de sus comunidades. Es probable que se est generando un proceso lento de
diferenciacin social entre las familias comuneras, entre los que se quedan y
los que se van.
Uno de los indicadores de que no hay ninguna relacin entre migracin
y actividades agrcolas es el destino de las remesas de los migrantes. As por
ejemplo, en esta rea, las remesas se utilizan para la construccin de casas y
la compra de electrodomsticos14. Lo sorprendente es que se construyen ca-
sas de tipo urbano, ms parecidas a las de un barrio residencial de las ciuda-
des de Caar o de Cuenca que a una casa campesina15. Se trata de un con-
sumo suntuario completamente desligado de la economa campesina que
busca establecer nuevas normas de prestigio entre los comuneros, para indi-
car el xito alcanzado a travs de la migracin. Es interesante comparar es-
ta tendencia con los resultados del estudio realizado en las provincias de Ca-
ar, Azuay y Loja en el sur del Ecuador, donde el destino de las remesas se
14 El efecto construccin tambin es destacado por Walmsley (2001), en su estudio sobre el caso
de Zhigzhiquin en la Provincia de Caar.
15 Para una discusin sobre el mal gusto de las construcciones rurales de los migrantes en el Aus-
tro, ver, Klaufus (2004).
158 Luciano Martnez Valle
20 Desde un punto de vista postmoderno, Kearney (1996) analiza el impacto de la migracin inter-
nacional y la vinculacin con la agricultura transnacional en los pases centrales, como elementos
clave de la necesaria reconceptualizacin del campesinado. Este autor llega a plantear la substitu-
cin de campesino por el concepto polybian, una especie de trabajador camalen en el mercado
nacional y mundial.
21 No obstante, existe inters por parte de la TUCAYTA para orientar las remesas hacia el fortaleci-
miento del pequeo crdito rural.
22 Segn informaciones de prensa: En Miln, los bancos Popolare Emilio Romagna, Cesare Ponti y
Sella han puesto sus ojos en los compatriotas. El primero est entre los 10 italianos, con 1.100 se-
des. Sus socios ecuatorianos son los bancos Bolivariano, Pichincha, Internacional y Pacfico. Co-
bra la comisin ms baja, 12,28 dlares, por el servicio ordinario (cuatro das), y 16,96 por la
transferencia urgente (4,68 ms por Ecuagiros). Trabajamos siete aos con Ecuador. Los ltimos
cinco, nuestra clientela creci por la migracin. El Comercio, 9 de junio del 2003. Por otro lado,
algunas cooperativas locales, por ejemplo Jardn Azuayo, han emprendido contactos con las Ca-
jas Agrarias de Espaa para reducir en un 50% los costos de las transferencias de remesas. El Co-
mercio, 16 de diciembre del 2001.
Migracin internacional y mercado de trabajo rural en Ecuador 161
migracin, como en los efectos que sta tiene en el mercado laboral. El pri-
mer estudio capta principalmente la emigracin rural de pueblos donde la
agricultura ya no es la actividad principal ni la fuente central de ingresos de
la re p roduccin familiar. De hecho, son pueblos de artesanos-campesinos
con actividades diversificadas, lo que facilita el proceso migratorio. En el se-
gundo estudio, en cambio, se trata de comunidades indgenas vinculadas to-
dava a la actividad agrcola que ha entrado en crisis por efecto de las polti-
cas macroeconmicas de los ltimos aos. En efecto, la migracin se ha am-
pliado hacia el espacio comunal y tnico, pero se mueve en la misma dire c-
cin de los procesos ms tempranos ubicados en ciudades y pueblos rurales
de la zona. Sin embargo, como lo analizo a continuacin, el impacto en el
m e rcado de trabajo rural es diferente en la medida en que en el segundo ca-
so se trata efectivamente de migrantes vinculados a actividades agro p e c u a r i a s .
Algunas conclusiones
25 Este es el caso de la Asociacin de Chicanenses, una localidad del cantn Paute en la provincia del
Azuay, que ha formado una organizacin con 74 miembros que se renen cada 15 das en Man-
hattan Alto o Queens (Nueva York) para programar acciones en beneficio de su comunidad. El pa-
pel de la Iglesia Catlica en la formacin de estas asociaciones es importante. El Comercio, 16 de
diciembre del 2001.
26 En el caso ecuatoriano, el gobierno est muy cmodo con la alternativa migratoria, porque de he-
cho ha solucionado coyunturalmente dos problemas: una disminucin de la tasa de desempleo y la
captacin de remesas desde el exterior. De acuerdo a datos del Banco Central del Ecuador, el de-
sempleo ha disminuido del 16.8% en el 2000 a 8.4% en el 2002; las remesas captadas en el 2002,
l l e g a ron a US$ 1.400 millones, convirtindose en el segundo ru b ro de ingreso de divisas al pas.
Migracin internacional y mercado de trabajo rural en Ecuador 167
Bibliografa
27 Se calcula que 8 de cada 10 trabajadores en la agricultura de Estados Unidos son de origen mexi-
cano (Bartra, 2003).
168 Luciano Martnez Valle
Walter Actis*
Introduccin
Tabla 1
Ecuatorianos en Espaa. Evolucin 1998-2004
Ao Residentes Nacionalizados Sin papeles* TOTAL
1998 7.046 1.016 23.832 31.894
1999 12.933 1.392 56.000* 70.325
2000 30.878 1.684 108.144 140.706
2001 84.699 2.194 174.823 261.716
2002 115.301 3.367 274.996 393.664
2003 174.289 3.500 275.000* (452.789)
Jun 2004 191.326 4.000 275.000* (470.326)
(*) Empadronados menos residentes. Al carecer de cifras para 1999 se ha realizado una interpolacin,
en tanto que para 2003 y 2004 se mantienen los datos de 2002.
Fuente: elaboracin propia con base en Ministerio del Interior (residentes), Ministerio de Justicia (na-
cionalizaciones) e I.N.E. (empadronados).
1 Porcentaje de empadronados que carecen de permiso de residencia. Este indicador no tiene preten-
siones de exactitud, debido a los problemas existentes con las dos fuentes utilizadas, pero s de se-
alar las tendencias existentes.
172 Walter Actis
4 Es probable que el incremento de este segmento haya sido mayor, habida cuenta de la importancia
del subempleo y las ocupaciones sumergidas, que quedan subrepresentadas en la Encuesta de Po-
blacin Activa (EPA).
174 Walter Actis
5 Segn datos de la Agencia Tributaria, basados en las declaraciones anuales de renta (es decir, dejan-
do de lado los ingresos ocultos), tanto en 1992 como en 2003 el 1,2% de los asalariados perciba
casi el doble de la masa salarial que el 28% peor retribuido (con ingresos inferiores al Salario M-
nimo Interprofesional). Si, adems, incluimos en el cmputo a los desempleados que perciben se-
guro de desempleo, vemos que el 38% peor retribuido no consigue captar el volumen de rentas del
1% con salarios ms altos. Pero, ms all de los flujos anuales de rentas, la acumulacin de riqueza
(stock) muestra una divergencia mayor: en el 2001, las diferencias entre el 10% de hogares con ma-
yores ingresos y el 50% menos favorecido era de 3 respecto a la renta y ascenda a 16 en cuanto al
patrimonio acumulado. Ver: Banco de Espaa (2004).
6 A partir de este colchn amortiguador bsico en los ltimos aos se registran procesos de duali-
zacin que permiten a los sectores con mayores ingresos optar por prestaciones privadas: en la en-
seanza, la sanidad y las pensiones.
Ecuatorianos y ecuatorianas en Espaa. Insercin(es) en un mercado de trabajo 175
Aunque no sea ste el lugar para analizar en detalle los alcances y limitacio-
nes de las fuentes estadsticas disponibles, resulta obligado efectuar algunas
puntualizaciones. Como se ha sealado, una gran parte de la poblacin in-
migrante en edad laboral se encuentra hoy sin papeles. Esta situacin la
aboca necesariamente al empleo no declarado; por tanto, no queda registra-
da en las estadsticas de altas laborales de la Seguridad Social7. En cambio,
podra estar recogida por la Encuesta de Poblacin Activa (EPA), basada en
un muestreo que no excluye los empleos sumergidos. Sin embargo, hasta la
fecha este instrumento cubre con serios dficit a los trabajadores inmigran-
tes y, adems, no permite desagregar los datos en funcin de la nacionalidad
(slo considera grandes conglomerados regionales).
El contraste de datos de ambas fuentes indica (ver Tabla 2) que el volu-
men de extranjeros ocupados segn la EPA se sita en niveles similares a los
que estn dados de alta en la Seguridad Social, para el caso de latinoameri-
canos y europeos no comunitarios, y muy por debajo para africanos y euro-
peos comunitarios. En otros trminos, la EPA apenas refleja el empleo re-
gular (no sumergido) para los primeros grupos, mientras que lo subestima
ampliamente para los ltimos. Por lo dems, ambas fuentes ignoran la situa-
cin de una parte importantsima de la fuerza de trabajo inmigrante. Aun-
que no podemos precisar exactamente la magnitud de esta infrarepresenta-
cin, podemos obtener un indicador indirecto comparando el empleo de-
tectado con el conjunto de poblacin en edad laboral. Segn esto, alrededor
de dos tercios de los trabajadores escaparan a las fuentes mencionadas (el
80% de los de la Unin Europea, el 70% de los de frica, el 60% de los la-
tinoamericanos y el 50% de los europeos no comunitarios). Obviamente,
estos ndices no reflejan adecuadamente la realidad porque ignoran la pre-
sencia de personas adultas no activas, que permanecen al margen de los
mercados de empleo. Estos segmentos son elevados, precisamente, entre los
europeos comunitarios y entre las mujeres africanas.
Las reflexiones anteriores nos conducen a dos conclusiones: a) Cual-
quiera de las fuentes disponibles actualmente capta slo una parte (proba-
7 Nota de la editora: las altas laborales hacen re f e rencia a la afiliacin al sistema de seguridad
social.
176 Walter Actis
Tabla 2
La mano de obra inmigrante segn distintas fuentes estadsiticas (2003)
Categora A. Latina Unin Europea Resto de Europa Otros
Edad laboral 940.300 555.200 310.000 620.000
Activos EPA 374.800 103.700 146.700 172.500
Ocupados EPA 323.200 94.300 127.300 135.400
Altas Seg. Social 319.800 202.800 108.800 293.400
Fuente: elaboracin propia con base en INE, EPA 4Trim. 2003; MTAS, Altas de extranjeros en S.
Social, dic. 2003 e INE, Padrn Municipal de Habitantes 2003 (para estimacin de la poblacin en
edad laboral).
8 Como referencia podemos considerar las siguientes cifras: estimamos la poblacin ecuatoriana en
edad laboral en ms de 320.000 personas, la gran mayora de ellas en situacin de actividad econ-
mica. En cambio, slo 190.000 figuraban en las estadsticas de seguridad social como ocupadas, en
octubre de 2004.
Ecuatorianos y ecuatorianas en Espaa. Insercin(es) en un mercado de trabajo 177
9 Tener alta en Seguridad Social quiere decir que est asegurado con la entidad.
178 Walter Actis
Tabla 3
Distribucin espacial de los trabajadores extranjeros (2004)
C. Autnoma Autctonos E.E.E. R. Europa frica A. Latina Ecuador Asia
Catalua 18,0 19,0 14,9 27,9 19,1 14,4 36,4
Andaluca 16,4 14,8 12,2 13,7 5,6 5,1 8,4
Madrid 15,3 12,7 25,6 12,8 34,4 37,1 23,7
C. Valenciana 10,3 13,5 17,9 10,2 9,5 10,8 9,9
Canarias 4,2 13,9 2,4 4,0 5,3 1,3 7,4
Murcia 2,9 1,6 3,0 10,9 7,0 14,6 1,4
Resto 32,9 24,5 24,0 20,4 19,2 16,7 12,7
Fuente: extranjeros: MTAS, (Secr. Gral. Seg. Social) Afiliados extranjeros a la Seguridad Social, por co -
munidades autnomas (2003); autctonos: MTAS, Boletn de Estadsticas Laborales.
Niveles de formacin
Uno de los tpicos que pretende justificar la insercin laboral de los inmi-
grantes en estratos inferiores de la estructura ocupacional es su menor for-
macin relativa. Sin embargo, los datos de la EPA (y de una serie importan-
Ecuatorianos y ecuatorianas en Espaa. Insercin(es) en un mercado de trabajo 179
Grfico 1
Nivel educativo de los trabajadores, segn origen
(EPA 4 trimestre 2003)
tre los trabajadores de la Unin Europea, por un lado, los autctonos, por
otro, y los extracomunitarios en un tercer grupo (ver Tabla 4). Los prime-
ros tienen mayor presencia relativa entre los trabajadores por cuenta propia
(autnomos). Los dems comparten una fuerte concentracin en el rgimen
general (en torno a tres cuartas partes de los ocupados), pero difieren en el
reparto del 25% restante: mientras los trabajadores espaoles se dedican
ms a las actividades por cuenta propia, los no comunitarios se concentran
ms que stos en tareas agrcolas y en servicio domstico. Comparados con
los no comunitarios, los ecuatorianos tienen mayor porcentaje de presencia
en el servicio domstico y el rgimen general, un volumen similar en em-
pleos agrcolas y mucha menor presencia en trabajos por cuenta propia.
Tabla 4
Rgimen de afiliacin a la Seguridad Social, segn procedencia
Procedencia General Hogar Agrario Autnomos Otros
Autctonos 75,3 0,7 6,6 16,8 0,6
Extranjeros 71,5 6,8 10,2 11,1 0,3
UE 67,2 1,2 5,2 25,9 0,4
No-UE 72,8 8,6 11,7 6,6 0,3
Ecuador 75,2 12,4 10,9 1,5 0,0
Fuente: extranjeros: MTAS, (Secr. Gral. Seg. Social) Afiliados extranjeros a la Seguridad Social, por
comunidades autnomas (2003); autctonos: MTAS, Boletn de Estadsticas Laborales.
Adems, esta insercin presenta una fuerte diferenciacin en funcin del se-
xo. Los varones se ocupan mayoritariamente en el rgimen general (ms del
80%) y en el agrario (16%); estas proporciones se han mantenido con po-
cas variaciones entre 2002 y comienzos de 2004. Las mujeres tienen menor
presencia en el rgimen general y, adems, sta se encuentra en retroceso (de
65% a 57% en las mismas fechas); destaca su insercin en el servicio do-
mstico (que se increment de 27% a 30%), mientras que su presencia en
trabajos agrcolas, aunque menor que la de los hombres, tambin crece (de
8% a 12%).
Ecuatorianos y ecuatorianas en Espaa. Insercin(es) en un mercado de trabajo 181
En definitiva, tenemos:
Grfico 2
Rgimen de afiliacin de los trabajadores ecuatorianos, segn
comunidad autnoma de residencia (Octubre 2004)
10 El 99% de los hombres y el 94% de las mujeres son asalariados, cifras que superan las medias de
todos los grandes grupos regionales africanos, latinoamericanos, europeos o asiticos. Est por
verse si sta es una situacin provisional, debida a la reciente llegada de la mayora de ecuatorianos,
o una pauta de insercin duradera.
182 Walter Actis
11 En estas cifras no se incluyen los trabajadores agrarios ni los del servicio domstico; de hacerlo, los
ndices de temporalidad se elevaran, puesto que en el campo la norma es el empleo de duracin
restringida, mientras que en el servicio domstico, la facilidad del despido hace que en la prcti-
ca todo vnculo laboral est condicionado a la discrecionalidad de los empleadores.
Ecuatorianos y ecuatorianas en Espaa. Insercin(es) en un mercado de trabajo 183
Grfico 3
Categora ocupacional segn origen de los trabajadores extranjeros
(Afiliados Seguro Social, enero 2004)
Tabla 5
Categora ocupacional de los trabajadores ecuatorianos,
segn sexo (Rgimen General y del Carbn enero 2004)
Grfico 4
Evolucin del empleo en las ramas con mayor presencia de
trabajadores inmigrantes (1994-2004)
Cuadro 1
Caractersticas estructurales del empleo en ramas con alta presencia de
trabajadores inmigrantes
Actividad Caractersticas
Construccin Alta rotacin entre empleo y desempleo. Alto grado
de temporalidad. Retribuciones ms altas que en otros
sectores pero sin incluir cotizaciones y derechos sociales
(no se respetan vacaciones, pagas extra, etc.). Cadena de
subcontratacin empresarial: predominio de relaciones
laborales informales.
Hostelera El empleo se concentra en empresas pequeas.
Sector con alto grado de temporalidad del empleo
(en torno al 45%). Marcado por la estacionalidad
(ms alto en verano y fiestas). Los salarios son los
ms bajos del mercado, despus de la agricultura.
Servicio domstico Carece de derecho al desempleo. Desproteccin
absoluta del trabajador ante posibles abusos de los
empleadores. Si el trabajador se emplea en ms de un
hogar, los empleadores no estn obligados a darlo de
alta en la S. Social. Las pensiones de jubilacin se
establecen en funcin del Salario Mnimo
Interprofesional, independientemente del salario
percibido.
Agricultura Fuerte estacionalidad y temporalidad (rara vez garantiza
empleo estable y duradero). Alto grado de incumpli-
miento de convenios. Creciente importancia de la con-
tratacin indirecta (a travs de intermediarios) y/o
en negro.
Servicios sexuales Actividad ilegal: sin ningn tipo de proteccin social.
Estigmatizacin social. En ocasiones: explotacin y
trfico de personas. Facilidad para obtener ingresos
relativamente elevados.
188 Walter Actis
14 Los datos de este apartado proceden de una explotacin especfica de la informacin de Tesorera
de la Seguridad Social realizada por el Observatorio Permanente de la Inmigracin (OPI).
Ecuatorianos y ecuatorianas en Espaa. Insercin(es) en un mercado de trabajo 189
Tabla 6
Desplazamientos entre rgimen de cotizacin. Trabajadores
ecuatorianos con alta actual diferente al alta inicial (enero 2004)
15 La relativa facilidad con que se ha podido acceder a los papeles a travs del servicio domstico.
No son poco frecuentes los casos de inmigrantes que cotizan a este rgimen mientras trabajan irre-
gularmente en otro sector.
16 De los actuales trabajadores del rgimen agrario en Murcia, Valencia y Alicante, en torno al 5-7%
procede de Madrid. De Murcia proviene el 18% de los afincados en Alicante, el 12% en Almera
y el 7% de los de Valencia. Teniendo en cuenta la magnitud del empleo agrario en Murcia, el cir-
cuito dominante de los que se han desplazado parece ser Madrid ->Murcia y desde all a las otras
tres provincias del sudeste.
Ecuatorianos y ecuatorianas en Espaa. Insercin(es) en un mercado de trabajo 191
Tabla 7
Provincia de alta inicial y actual de los trabajadores ecuatorianos
(% horizontales)
TOTAL 36,0 15,2 13,1 5,9 4,6 3,4 2,5 2,3 2,1
Madrid 87,2 2,2 1,3 1,1 0,9 0,5 0,5 0,4 0,2
Murcia 3,9 81,5 1,3 1,8 4,7 0,6 0,5 0,3 1,6
Barcelona 1,2 0,3 94,3 0,3 0,2 0,1 0,2 0,2 0,1
Valencia 1,3 1,0 0,7 91,6 2,0 0,1 0,3 0,1 0,2
Alicante 2,0 7,0 1,5 4,1 82,0 0,3 0,4 0,2 0,1
Navarra 1,9 1,0 0,8 0,5 0,4 89,6 0,0 1,6 0,1
Baleares 1,9 0,6 3,1 0,5 0,4 0,3 90,4 0,1 0,4
Almera 4,2 8,5 2,5 2,5 2,6 0,8 0,5 0,4 73,2
Zaragoza 3,0 0,7 1,5 0,9 0,6 1,5 0,3 86,5 0,2
Fuente: elaboracin propia con base en datos del OPI
Tabla 8
Tasas de desempleo por sexo y nacionalidad, 2001.
(% de desempleados sobre la poblacin activa en cada nacionalidad y sexo)
****
dencias de segmentacin tnica. Son varios los factores que pueden inclinar
el proceso en una u otra direccin; uno de los ms significativos es el tipo
de regulacin estatal que se desarrolle en Espaa.
18 Segn la Asociacin Pro Derechos Humanos de Andaluca, la Ley de 2003 traslad las fronteras
administrativas de Espaa a sus embajadas y consulados en los pases de origen de los inmigrantes,
haciendo absolutamente imposible el trmite para solicitar permisos de residencia y de trabajo es-
tando aqu; para lo cual se cerr, adems, el Rgimen General, se instaur la no admisin al trmi-
te de las solicitudes y se elimin el poder de representacin ante la Administracin, para lo que se
reform la Ley de Procedimiento Administrativo. Del mismo modo, la reforma de la Ley recort
las posibilidades de reagrupacin familiar (). Mantuvo excluidos de los derechos fundamentales
de asociacin, reunin, manifestacin y huelga a los inmigrantes sin permiso de residencia. Propi-
ci su localizacin permitiendo a la Polica el acceso a los datos del padrn municipal, para lo que
se reform la Ley de Rgimen Local. La situacin de irregularidad administrativa se sancion con
196 Walter Actis
Cuadro 2
Lneas bsicas de la nueva poltica migratoria
la expulsin... En resumen, fue una reforma que afect no slo a la Ley de Extranjera sino a otras
Leyes Orgnicas encaminada a reducir drsticamente las posibilidades de entrada legal y de per-
manencia estable, y a primar la inmigracin temporal condicionada a la demanda del mercado la-
boral.. Ver http://www.apdha.org/
Ecuatorianos y ecuatorianas en Espaa. Insercin(es) en un mercado de trabajo 197
ten con un contrato de trabajo (con duracin mnima de seis meses19) que
debe ser presentado a las autoridades por los empleadores. En caso de obte-
nerse el correspondiente permiso, ste no ser efectivo si en el plazo de un
mes el trabajador no es dado de alta en la seguridad social. Por tanto, esta
va depende enteramente de la parte empresarial (que debe querer y/o po-
der ofrecer un contrato en regla y, adems, estar dispuesta a acudir ante las
autoridades para realizar el trmite y demostrar tener recursos suficientes y
estar al da de sus obligaciones fiscales). En definitiva, no se trata de una re-
gularizacin de inmigrantes indocumentados sino del intento de afloracin
de puestos de trabajo no declarados.
La va del arraigo laboral deja una puerta abierta para la regularizacin
de los trabajadores que puedan demostrar al menos dos aos de permanen-
cia en el pas y uno de relacin laboral. En este caso, parece darse por des-
contada la no colaboracin del empresario, puesto que las pruebas vlidas
han de ser una resolucin judicial o el acta definitiva de una inspeccin de
trabajo. Por tanto, los trabajadores debern denunciar la situacin, expo-
nindose a las represalias del empleador.
La filosofa subyacente a este conjunto de medidas parece ser la siguien-
te: los empleos no declarados son un mal atribuible a prcticas incorrec-
tas (de los empresarios pero tambin de la administracin que ha cerrado
vas de regularizacin). Ahora el gobierno abre cauces y llama a los empre-
sarios a tener una actitud correcta. Pasado el breve periodo de normaliza-
cin se entiende que la persistencia de empleo irregular obedecer al deseo
de fraude o de explotacin de los empresarios. Es decir, el empleo irregular
queda desprovisto de todo carcter estructural en ciertos segmentos de la
economa, y pasa a ser atribuido plenamente a fallos ticos o morales de los
empresarios. Bajo estos supuestos, cabe prever que algunos de los resultados
de esta nueva poltica sern los siguientes:
Bibliografa
El texto que presento aqu responde a una peticin expresa para participar
en una mesa de discusin sobre mercado de trabajo y migracin ecuatoria-
na con re f e rencias especficas a la regin de Mu rcia, en donde se ha desa-
r rollado parte de mi trabajo de campo. Como tal, se haca preciso adve rt i r
que mi aproximacin a los temas a debate haba sido en realidad muy tan-
gencial en el curso de mi investigacin, por lo que opt por escribir un tex-
to3 fundamentalmente etnogrfico con el que buscaba dibujar y contextua-
lizar, a grandes trazos, la realidad diaria de los emigrantes ecuatorianos que
residen en un pueblo de Murcia, La Rambla, para que sirviera de ilustra-
cin concreta para otros aportes ms tericos. La atencin se puso espec-
ficamente sobre aquellos ecuatorianos que residiendo en Mu rcia han traba-
jado en el campo y/o en las plantas de transformacin de los productos
agrcolas.
El resultado final debe mucho a los trabajos previos en La Rambla, de la
delegacin de la organizacin de solidaridad con el inmigrante Murcia Aco-
ge, muy particularmente a los realizados por Ascensin Tudela y Ed u a rdo
Ro m e ro, as como a los del profesor Andrs Pe d reo de la Un i versidad de
Murcia4. A los primeros, tengo que agradecer una amistad que crece con el
tiempo y a Andrs Pe d reo su disponibilidad, generosidad y cercana. Pe ro
se apoya tambin y, fundamentalmente, en la observacin y las entrevistas
realizadas a lo largo de dos aos de relacin continuada y convivencia esta-
cional con varias familias ecuatorianas y con su entorno en La Rambla.
Si quiero dar una respuesta debera comenzar, quiz, por plantear al menos
algunos de los interrogantes que se abren de entrada ante una investigacin
como la que pretendo llevar a cabo: Es apropiada una aproximacin a la
migracin desde la Antropologa?, hasta qu punto es pertinente hoy el tra-
bajo de campo dentro de la disciplina?, qu es el campo? y qu sentido
tiene una mirada hacia Ecuador desde ese lugar remoto que es La Rambla?
seran slo los interrogantes que podran iniciar la discusin. No es mi in-
tencin aqu abordar este debate. Es preciso insistir, sin embargo, que en la
Era de la Globalizacin la distancia no supone la ruptura con los vnculos
de origen, sino que, por el contrario, la migracin, entendida como un fe-
nmeno social que va mucho ms all de los condicionantes econmicos,
implica la interaccin continuada entre origen y destino5 conectados por re-
des transnacionales. La comunidad se extiende ms all de los ocanos.
Durante las ltimas dcadas, nos recuerda Virginia Caputo (2002: 21),
la Antropologa ha respondido a los cambios operados en el mbito mun-
dial alejndose de una nocin de la cultura que la representaba como una
entidad autocontenida y fuertemente localizada para pasar a prestar aten-
cin a las interconexiones mundiales; esto es, a la manera en que fuerzas lo-
cales y transnacionales interactan para definir nuevas identidades, quiz
nuevas culturas. Para Vered Amit-Talai (2002: 13), es este giro en la teora
antropolgica, el que permite aproximarse a los migrantes y viajeros, que no
anclan sus redes sociales y sus marcos de referencia en un lugar nico. Son
aspectos de la migracin abordados desde otras mesas de trabajo y a los que
se alude en otros captulos de este volumen.
4 Y, en particular, a su esclarecedor y hermoso trabajo de 1999, anterior, no obstante, al asentamien-
to de ecuatorianos en la reginsi bien no comparto todos sus posicionamientos posteriores.
5 Entre origen(es) y destinos ser algo sobre lo que incidir a lo largo del captulo.
Aqu no hay familia: estrategias para la insersin laboral desde la Rambla 205
reaccionan ante un imaginario ya creado, apoyado, en su momento, por los medios de comuni-
cacin y extendido en el boca a boca, que dibuja a la Rambla como destino especialmente favo-
rable.
9 Las comparaciones habrn de ser, por tanto, meramente puntos de orientacin.
10 y en consecuencia, tambin la realidad laboral de la construccin de viviendas, la instalacin de
piscinas.y, en menor grado en cuanto a ecuatorianos se refiere, la hostelera.
11 Tambin abordada desde otras mesas de trabajo y en otras contribuciones a este mismo volumen.
12 De momento Aunque todava no llegan a 1.000 empadronados, la afluencia de bolivianos est
siendo intensa, desde finales de 2003.
Aqu no hay familia: estrategias para la insersin laboral desde la Rambla 207
crito en otro lugar (Lpez, 2004: 124), La Rambla servir pues como lente
de aumento. Pero La Rambla no es, para el antroplogo, slo un lugar de
residencia localizada. Un trabajo con migrantes pone de relieve, ms que
ningn otro, que el antroplogo (la antroploga: yo) no es el nico viajero.
La Rambla es, ms bien, un lugar de encuentro donde convergen itinerarios
que son mltiples13.
Interesan las rutas que preceden a la llegada a La Rambla, las rutas al in-
terior del Ecuador, algunas de carcter claramente discrepante respecto a las
habituales; interesan las rutas procedentes de otros lugares (Marruecos, Ar-
gentina, Bolivia, Europa del Este) e interesaran, quiz, las rutas que me
conducen a La Rambla a m, que no soy una figura neutra el antroplogo,
sino Pilar Lpez, yo, con mi subjetividad, mis inclinaciones, mis prcticas
y disposiciones14. Pero no slo me estoy refiriendo aqu a los itinerarios pre -
vios a la llegada a La Rambla: interesan tambin, sin duda, y como ya he he-
cho notar, las rutas que parten de La Rambla, particularmente, en lo que a
este texto concierne, las que obedecen a la lgica del nomadismo laboral
o de la ruralidad itinerante, por utilizar las palabras del profesor Pedreo.
Residir en La Rambla no significa, necesariamente, trabajar en La Rambla,
o al menos no permanentemente15.En cualquier caso, de nuevo: por qu La
Rambla?, por qu Murcia?
Antes de responder y para ayudarme a hacerlo, quiero citar literalmen-
te el texto de un anuncio publicado en la bolsa de empleo de una pgina
web local16 el 15 de agosto de 2002:
19 Y si incluyo la uva de mesa, que no se encuentra entre los cultivos de mayor importancia, es por-
que, por el contrario, mi trato con personas dedicadas a esta actividad ha sido frecuente y estrecho.
20 Fundamentalmente, a travs de la conversin de tierras de secano o monte en regados
210 Pilar Lpez Rodrguez Girons
trabajadores para diferentes puestos, desde los que repiten una misma
tarea en una secuencia iterativa23. Estamos, entonces, ante factoras ve-
getales (Pedreo, 1999 y en adelante), con un elevado y creciente gra-
do de asalarizacin24 y en donde el trabajo jornalero es desvalorizado y
simblicamente descalificado.
23 Ver A. Pedreo (1999: 144-155) para una descripcin detallada de la maquinaria que hace posi-
ble esta integracin, impone el ritmo de trabajo y descalifica, en ltimo trmino, su desempeo (las
plataformas cosechadoras-embolsadoras, la mquina del apio).
24 En oposicin al trabajo familiar.
25 Mediante la programacin predeterminada de ciclos de cultivo monoespecficos, o bien mediante
alternancias y rotaciones.
26 Particularmente en importantes fases de la actividad, como en los periodos de recoleccin, cuando
la posibilidad de mecanizacin es limitada (Romero, 2004), pero tambin en las tareas de transfor-
macin, en aumento.
212 Pilar Lpez Rodrguez Girons
27 La expresin es sugerida por Andrs Pedreo a lo largo de una conversacin coloquial en la que le
comentaba este fenmeno.
28 Para mayor informacin sobre los diferentes ciclos, ver A. Pedreo 1999: 230-238 y 251-258.
29 Conviven tambin, y en consecuencia, dos modelos de gestin de la fuerza de trabajo: el mtodo
organizacional, racionalizado y estructurado de la agricultura industrial y las prcticas laborales
patriarcales, (neo)paternalistas, altamente informales y personales, de la pequea explotacin
agrcola (Pedreo, 1999: 123-126).
Aqu no hay familia: estrategias para la insersin laboral desde la Rambla 213
30 En su preciosa ponencia (en este volumen), el profesor Kingman aluda al desconocimiento que
desde Espaa se tiene del Ecuador y hablaba, tambin, de viajadores comunes y autnticos via-
jeros. Sin duda, ese desconocimiento existe, pero quiz sta, como tantas otras, ser una realidad
convulsionada por la migracin. Las estrechas relaciones personales entre ecuatorianos y espaoles
(que existen, como la de Francisco y la familia de Mara) y la curiosidad despertada ante el nuevo
paisaje urbano dar alas al turismo espaol hacia Ecuador. Si los que lleguen sean viajadores co-
munes o autnticos viajeros es algo que est por verse.
31 Francisco ilustra, en definitiva, el modelo de agricultura de las vegas de huerta del interior de Mur-
cia, tal y como comienza a configurarse en la dcada de los 60, apareciendo un segmento de la ma-
no de obra de carcter hbrido, dado que combina en sus estrategias de vida econmica, la peque-
a propiedad (bien como titular de la explotacin o como ayuda familiar) y el jornalerismo en la
nueva agricultura (y sus almacenes de manipulado del producto) (Pedreo, 1999: 88-89).
214 Pilar Lpez Rodrguez Girons
32 Entre los puestos identificados como medianamente calificados, tambin los de tractorista, rega-
dor, fumigador, listero que raramente son ocupados por trabajadores inmigrantes (Romero,
2004).
33 Ofrezco a continuacin, una caracterizacin muy general de ambos. Es preciso entender, sin em-
bargo, que dependiendo de si desarrollan su trabajo en las empresas cultivadoras-comercializadoras
o en la pequea empresa agrcola, las cuadrillas variarn en su nmero y composicin, en el grado
de control sobre su propio trabajo y los ritmos de ste, en su capacidad de negociacin y resisten-
cia, en los niveles de jerarquizacin al interior de sistemas organizativos ms o menos complejos,
as como en el grado de informalidad en las relaciones laborales. Del mismo modo, las prcticas de-
sempeadas por el encargado, las responsabilidades asumidas y los sistemas de control que ejer-
ce, y a los que se somete, estn, a su vez, definidos por las caractersticas particulares del sistema
productivo en el que participa.
Aqu no hay familia: estrategias para la insersin laboral desde la Rambla 215
34 La lgica de las relaciones de trabajo vara tambin dependiendo del cultivo. Frente a los autobu-
ses fletados por la propia empresa en las zonas de la agricultura intensiva del litoral, las zonas de
frutal se caracterizan por una mayor informalidad en las relaciones de empleo, de tal modo que es
el trabajador el que se hace cargo de sus gastos de transporte. Es aqu donde aparece la figura del
furgonetero que no es necesariamente (aunque s frecuentemente) el encargado de la cuadrilla,
pero existen otras alternativas; otras cuadrillas se autoorganizan para el transporte y pagan una can-
tidad fija al dueo del vehculo o bien alternan diferentes coches, cuando hay ms de un propieta-
rio.
35 Aunque de hecho, al cabo de dos semanas fue capaz de organizar otra cuadrilla con la que se tras-
lad a la provincia andaluza de Jan por un periodo no menor de tres meses.
216 Pilar Lpez Rodrguez Girons
36 En las cuadrillas de trabajadores formadas a partir del arraigo comunitario, donde la circunscrip-
cin de sus componentes en una localidad compartida permite ligazones entre los mismos que for-
talecen la coherencia grupal, las cualificaciones se desarrollan de forma vigorosa, al alcanzar grados
importantes de coordinacin. Muchas de las cuadrillas de destajistas estn fundadas en esos valores
de proximidad que lo comunitario determina. E igualmente, las formas de resistencia a las imposi-
ciones de la direccin empresarial se tejen con gran fluidez a travs de sus vnculos proxmicos (Pe-
dreo, 1999: 132). En otra ocasin (Pedreo, 1999: 242), a propsito de las solidaridades familia-
res en juego en el proyecto de vida nmada recurre de nuevo a la localidad como factor explica-
tivo para la cohesin grupal.
Aqu no hay familia: estrategias para la insersin laboral desde la Rambla 217
res ecuatorianos a los campos murcianos. Seis aos despus, puedo afir-
mar que esos mismos valores de proximidad, que, en este caso, no res-
ponden exactamente al arraigo comunitario, estn presentes en mu-
chas de las cuadrillas autogestionadas por ecuatorianos y que hacen po-
sible, igualmente, un cierto control sobre el propio trabajo, incluso
cuando no hay papeles.
Algunos estudios posteriores (Pedreo, 2001; Castellanos y Pedre-
o, 2001) han identificado la segmentacin tnica del trabajo como
una estrategia para romper reivindicaciones laborales o movimientos
organizativos (Castellanos y Pedreo, 2001: 16) y, efectivamente, de
esta estrategia resultan enfrentamientos ocasionales entre diferentes co-
lectivos; la ltima amenaza: la de los bolivianos, dispuestos a trabajar
por un jornal por debajo del usual. Y sin embargo, lo cierto es que, seg-
mentadas o no, aquellas cuadrillas que derivan sus valores de proximi-
dad a un tiempo del lugar de residencia y las estrechas relaciones crea-
das y del lugar de origen, son perfectamente capaces de articular cier-
tas formas de resistencia. En el caso de la cuadrilla de Gonzalo y Julio
fueron ms all de las prcticas habituales de resistencia (Ver Pedreo,
1999: 130-159): en el verano de 2004 decidieron plantar a su patrn
como medida para forzar la contratacin. El riesgo era alto, pero esta-
ban convencidos de ser necesarios, la reputacin de malencarado de su
patrn y sus bajos jornales (por debajo de 4.5 euros/hora) no haran f-
cil el reemplazo. Efectivamente, despus de una experiencia fracasada
con algunos bolivianos (todos dejaron el trabajo antes de la semana) co-
menzaron las negociaciones37.
- En segundo lugar, pero no menos importante, quiero hacer notar que
la familia no es el nico medio de reclutamiento ni el nico de cohe-
sin, o al menos no la familia original.
37 Es preciso insistir, por otra parte, en la enorme heterogeneidad al interior de cada colectivo. Ha-
blar de ecuatorianos como grupo cohesionado es ignorar mucho de la realidad nacional. As, se pue-
den encontrar cuadrillas exclusivamente de serranos, como existen cuadrillas de costeos (y no por
iniciativa de los empresarios), pero tambin las hay integradas por bolivianos, espaoles o cua-
drillas mixtas, como la de Gonzalo y Julio: Gonzalo y Julio son ambos costeos pero Jazmn es
de origen serrano, pese a haber vivido durante varios aos en Guayaquil. Las diferencias van ms
all de una divisin Sierra/Costa: Julio, el guayaco, haba trabajado durante aos para el Munici-
pio de Guayaquil; Gonzalo, por el contrario, procede del campo, cerca de Milagro, y siempre ha-
ba trabajado en el terreno, pequeo, de su padre
218 Pilar Lpez Rodrguez Girons
38 Son varios los casos con los que me he encontrado en los cuales la motivacin principal, si no pa-
ra llegar a La Rambla s para permanecer en ella, es precisamente la de poner el ocano de por me-
dio respecto a parientes directos y polticos. Carmita es muy enrgica, despus de haber atravesado
una distancia tan larga no est dispuesta a que los problemas (sus cuados) la vengan siguiendo
39 Para otros, como para Paola, sin embargo, el amigo te podr decir ven, ven, pero al rato la fa-
milia es la familia. De su experiencia en Espaa, recuerda un sistema eficaz de apoyo mutuo entre
varios familiares, fuertes lazos y nociones de solidaridad exigentes a lo largo de los procesos migra-
torios. Su familia, al fin y al cabo como otras muchas familias extensas, ha hecho de la migracin
una estrategia compartida, planificada y negociada en comn entre todos los miembros. No obs-
tante, tambin Paola asiente cuando escucha que aqu no hay familia; si no es cierto al menos s
es parte de un imaginario compartido en destino.
Aqu no hay familia: estrategias para la insersin laboral desde la Rambla 219
Lo cierto es que una vez que las nuevas redes estn afianzadas, las nue-
vas amistades, los nuevos compromisos, desaparece la ansiedad por encon-
trar trabajo y slo queda, en el caso del no regularizado, la ansiedad por no
poder retornar a Ecuador (que es enormemente dolorosa): Yo pataleando,
pataleando por ah me arrebujo yo me las hago donde quiera y sin pape-
les, mira que son cuatro aos o ms dice Tristn40. De hecho, poco a po-
co resulta posible seleccionar entre unos trabajos y otros. El gnero y otras
categorizaciones sociales determinan, en gran medida, el trabajo desempe-
ado finalmente, pero tanto el proceso de reclutamiento como la capacidad
final de eleccin estn estrechamente relacionados con los aos de perma-
nencia en el pueblo y los nuevos vnculos formados.
As, existen diferentes puntos de encuentro para aquellos trabajadores
en situacin de mayor vulnerabilidad y los que han conseguido crear unas
relaciones de trabajo ms o menos estables.
Para los primeros, las inmediaciones del bar La ora se convierten en
el lugar de espera de los grandes autobuses, los pequeos propietarios y to-
do aquel que est dispuesto a pagar por alguna faena. Los segundos, slo
ocasionalmente se acercan a La ora, en pocas de menor trabajo o para
redondear los ingresos del mes. Ms frecuentemente acuden a lugares pac-
tados con sus furgonetas, o son recogidos a domicilio. Para stos la inver-
sin fundamental, que no se puede descuidar es el telfono mvil (el celu-
40 Esto era as, al menos hasta el invierno 2004-2005. Desde mayo de 2005 (cuando este texto esta-
ba en revisin para su publicacin), Tristn y yo somos menos optimistas. El periodo de regulari-
zacin especial aprobado por el gobierno del PSOE, en proceso en estas fechas, antes que nada ha
creado en los inmigrantes ilegales una ansiedad nunca antes igualada. Es cierto que para muchos se
ha abierto, por primera vez, la oportunidad de obtener papeles, pero el miedo a la represin pos-
terior para los que queden fuera, ha dado pie a muchos abusos: Tristn, con seis aos de trabajo
ininterrumpido en Murcia, pero todava sin papeles, ha pagado 200 euros a unos empresarios sin
escrpulos (en sus palabrasy las mas) para obtener un contrato cuyos trminos desconoce, pues-
to que ha firmado un papel en blanco. No acaba ah el abuso: la transgresin del contrato por par-
te de Tristn puede suponerle la anulacin del permiso de trabajo en trmite y la expulsin del pas,
pero la realidad es que, debido a las fuertes heladas del invierno, la empresa no le da trabajo. Esto
significa que pese a que slo lo llaman para trabajar una o dos veces a la semana (lo que supone
unos ingresos mensuales por debajo de los 300 euros) puede ser denunciado si busca emplearse en
otro lugar el tiempo que pasa ocioso. Ms an: recientemente ha sido despedido el conductor que
trasladaba a Tristn y al resto de su cuadrilla hasta los campos de Orihuela, lo que supone que tam-
bin el puesto de Tristn pende de un hilo como finalmente Tristn se ha negado a firmar la ba-
ja voluntaria que le exigan (equivalente a la anulacin de sus papeles), han llegado a un acuerdo
amistoso por el que le dan empleo una vez a la semana (30 euros semanales), hasta que expire el
contrato (tres meses? seis?). Slo entonces podr Tristn buscar, sin riesgos, trabajo en otro lugar.
220 Pilar Lpez Rodrguez Girons
lar), a travs del cual reciben los avisos de los amigos. Cuando Tristn per-
di su mvil acuda cada noche a casa del encargado de la cuadrilla con la
que su sobrino trabajaba temporalmente, para saber si sera requerido o no
al siguiente da. Esta es mi vida, me explicaba. La flexibilidad del traba-
jo significa pues que el ritmo de trabajo puede variar a diario, dependiendo
de los encargos en el almacn, de las cosechas, las lluvias y que, del mismo
modo, oscilan los ingresos a fin de mes. Significa que muy difcilmente pue-
den preverse cules sern esos ingresos y que es necesaria una atencin cons-
tante a nuevas oportunidades. En el reverso, implica tambin que el traba-
jador disponga de bastante libertad a la hora de ausentarse de su puesto, en
ocasiones desapareciendo y reapareciendo, sin ms aviso, por largas tempo-
radas. Y significan, por ltimo, las largas estancias fuera de la regin, o in-
cluso en los campos de Francia.
El mvil es pues la primera inversin a la llegada a La Rambla y su va-
lor simblico est por encima de la Play St a t i o n, el DVD o el ordenador por-
ttil. Cuando saco el mvil ltimo modelo que me han prestado para la oca-
sin, Vctor Hugo exclama impresionado Jodeeerrr!. Pe ro lo interesante
aqu es ms la rapidez con la que llega la palabra joder a su boca. Como
l, otros ecuatorianos y ecuatorianas con los que me relaciono se expresan a
menudo con jodere s, hostias y coos, ms cuanto mayor es su nivel de
relacin personal con espaoles, y muy especialmente en el caso de Mi g u e l ,
que ha pasado a formar parte del ejrcito espaol. Evidentemente, el viaje y
la permanencia en un nuevo lugar modifican siempre las formas de expre-
sin de quien viaja, pero en este caso, la adopcin de nuevas formas es, ms
que nunca, una estrategia racional para una insercin en plano de igualdad
con los trabajadores autctonos, con quienes comparten posiciones de su-
balternidad. As, cuando la suegra de Mara le re p rocha su malcriadez, Ma-
ra explica que ha tenido que apre n d e r, que necesita manejar con soltura y
re p e t i t i vamente los nuevos vocablos para poder defenderse.
No voy a negar aqu que existen discursos y comportamientos racistas
en el campo murciano, pero s sostengo que muchos de los maltratos a los
que se ven expuestos los trabajadores ecuatorianos, sin dejar de serlo, son en
realidad reflejo de unas formas, tradicionalmente agresivas, de relacin per-
sonal, en el campo murciano y en alguna otra regin de Espaa. Aquellos
que son capaces de transformar sus propios recursos culturales y defender-
se segn las nuevas pautas, son tambin los que con mayor rapidez irn
Aqu no hay familia: estrategias para la insersin laboral desde la Rambla 221
tre ellos, los discursos del sufrimiento son frecuentes, los relatos sobre fuer-
tes dolores de riones, el agotamiento y la rendicin en la primera semana.
En un mensaje a su familia por vdeo, Tristn les cuenta los das de la se-
mana son muy agitadores para nosotros, salimos a las 5 de la maana a tra-
bajar, volvemos a las 7-8 de la noche, a hacer la comida tambin, todo ha-
ciendo un gran sacrificio que uno se pasa aqu. Pero en ese mismo v-
deo, tambin les explica que ya estn acostumbrados, o sea, enseados,
aqu. Y a Tristn le gusta el limn. Comienza a ser maestro en eso. Su re-
flexin agridulce: Espaa, Espaa quieres Espaa, y aqu ests!.
Para otros ecuatorianos, el campo es, por el contrario, una actividad pa-
ra la que nunca se imaginaron abocados y que consideran degradante, en un
principio. Pero tambin en estos casos las relaciones creadas, las habilidades
aprendidas, el destajo, los nuevos contactos (tambin las nuevas familias), y
cierta libertad, son factores que muy a menudo ayudan a valorar positiva-
mente el trabajo en el campo frente a las expectativas originales.
Entre los que han sido capaces de crearse la red de relaciones necesarias,
y ms an entre los que han regularizado su situacin, muchos deciden in-
vertir en La Rambla y hacer del pueblo su lugar definitivo de residencia. Su
hogar. Otros continan soando: dentro de unos aos, de unos meses, se
trasladarn a Suiza, a Alemania.
Bibliografa
Grfico 1
Ecuador: evolucin anual de las remesas, 1993 - 2004
8 Se utiliza la palabra prcticamente debido a que el Banco Central an posee una cierta influen-
cia marginal sobre la masa monetaria a travs de la emisin de moneda fraccionaria y la deter-
minacin del encaje bancario.
Las remesas y su aporte para la economa ecuatoriana 231
9 Ecuador, justamente en estos aos de emigraciones masivas, registra el ingreso de personas prove-
nientes de los pases vecinos: unos 600 mil provenientes de Colombia y ms de 150 mil del Per.
Este fenmeno inmigratorio merece ser detenidamente analizado, algo que, por falta de espacio, no
se asume en este trabajo. De todas maneras, habra que calcular el monto de las remesas de estas
personas, que fluctuara entre 200 y 250 millones de dlares.
232 Alberto Acosta, Susana Lpez O. y David Villamar
Grfico 2
Ecuador: remesas versus exportaciones en millones de dlares, 1993 2004
Grfico 3
Las remesas y las exportaciones petroleras en millones de dlares,
1993 - 2003
Luego de comparar las remesas con las principales fuentes comerciales de in-
greso de divisas es importante relacionarlas con las importaciones (ver
Grfico 4). Por un lado, puede decirse que las remesas han contribuido a
mitigar la salida de recursos impulsada a travs de las importaciones. En
efecto, las remesas han representado entre un tercio y un cuarto del total im-
portado en los ltimos aos: 28% en 2001; 24% en 2002; 25% en 2003 y
22% en el 2004. Es decir, que por cada 4 dlares que salieron del pas por
concepto de importaciones, en 2003 y 2004, entr aproximadamente un
dlar por concepto de remesas.
Pero por otro lado, no es menos cierto que en gran medida, las re m e-
sas se han destinado al consumo de productos importados, tales como elec-
trodomsticos, equipos de computacin, ropa. As, los ingresos por re m e-
sas explicaran buena parte del acelerado crecimiento de las importaciones
de bienes de consumo durante la dolarizacin. A este respecto, debe decir-
234 Alberto Acosta, Susana Lpez O. y David Villamar
Grfico 4
Ecuador: las remesas y los principales tipos de importaciones
en millones de dlares, 1993 - 2004
Grfico 5
Ecuador: remesas y balanza de servicios en millones de dlares,
1993 - 2004
Ahora bien, si se analiza el flujo neto por servicios, la historia cambia. Si los
servicios prestados se han mantenido estables, los servicios recibidos prcti-
camente han duplicado ao a ao el valor de aquellos. En efecto, durante la
dcada examinada, la salida de divisas por concepto de servicios recibidos ha
promediado cerca de 1.350 millones de dlares por ao. Ms an, la ad-
quisicin de servicios extranjeros se aceler vertiginosamente en dolariza-
cin -por los motivos antes explicados- y la correspondiente salida de dla-
res pas de 1.270 millones en el ao 2000, a 1.809 millones en el 2004.
El resultado neto ha sido, por supuesto, una salida de dlares mayor a
los 500 millones anuales en promedio en la dcada correspondiente a la ba-
lanza de servicios. En el 2004, el saldo negativo de esta balanza lleg a los
-888 millones. Es evidente que el papel de las remesas mitiga nuevamente
la salida de divisas.
El siguiente elemento de la balanza de pagos que debera ser contrasta-
do con el flujo de remesas es la balanza de rentas. Est por dems decir, por
supuesto, que la renta recibida ser poco menos que insignificante, pues por
un lado el pas no tiene grandes capitales invertidos en el exterior, por lo que
236 Alberto Acosta, Susana Lpez O. y David Villamar
la renta recibida del capital ser mnima. Y por otro, el hecho de que las re-
mesas se contabilicen, no como renta del trabajo sino como transferencias,
determina que la renta recibida del trabajo se circunscriba a los sueldos per-
cibidos por unos cuantos profesionales ecuatorianos por su labor en el ex-
tranjero. En efecto, en la ltima dcada, el monto promedio de renta reci-
bida apenas alcanz los 74 millones de dlares anuales.
Por el contrario, la renta pagada ha sido mucho mayor, pues adems del
pago a los profesionales extranjeros, sta comprende tanto las utilidades gene-
radas por la inversin extranjera, como los intereses de la deuda externa. De
este modo, al igual que la balanza comercial y la de servicios, el resultado de
la balanza de rentas ha sido negativo, generando una salida neta de recursos.
El ltimo componente de la cuenta corriente que restara examinarse
sera justamente el de transferencias corrientes. En ste se contabilizan las
remesas de los emigrantes y diferentes tipos de donaciones gubernamenta-
les y no gubernamentales, tales como la asistencia internacional al desarro-
llo, el financiamiento de las ONG, etc. Ya que, durante la ltima dcada,
las remesas de los emigrantes han representado el 93% del valor total de las
transferencias, resulta innecesario realizar un anlisis pormenorizado de es-
ta cuenta.
13 Es importante sealar que un elevado porcentaje de dicha inversin (se habla de un 40%) estuvo
destinado a la importacin de materiales de construccin.
Las remesas y su aporte para la economa ecuatoriana 237
Grfico 6
Ecuador: remesas versus inversin extranjera en millones de dlares,
1993 - 2004
Grfico 7
Ecuador: los desembolsos de deuda externa y las remesas
en millones de dlares, 1993 - 2004
Grfico 8
Ecuador: evolucin de la balanza de pagos en millones de dlares, 1993 - 2004
11 La nueva metodologa de balanza de pagos (versin 5) incluye, adems, la cuenta Moneda y de-
psitos, contabilizada en la cuenta financiera, que incluye por un lado, los billetes y monedas en
circulacin, y por otro, los depsitos transferibles y negociables en el exterior.
240 Alberto Acosta, Susana Lpez O. y David Villamar
Grfico 9
Cul es la primera fuente de recursos externos para la economa?
Grfico 10
Ecuador: distribucin de remesas segn nivel de ingresos en porcentajes
12 El flujo comercial no petrolero ha registrado dficit cuantiosos en estos ltimos aos: 2000, -729
millones de dlares; 2001, - 1.953 millones; 2002, -2.069 millones; 2004, - 3.249 millones (Bole-
tines mensuales Banco Central del Ecuador).
242 Alberto Acosta, Susana Lpez O. y David Villamar
Grfico 11
Ecuador: poblacin nacional y receptores de remesas segn nivel de ingreso
(perodo de recuperacin)
Cuadro 1
Ecuador: remesas, inversiones sociales, servicio de la deuda externa
1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004
Remesas
emigrantes 201 273 382 485 644 794 1.084 1.317 1.415 1.432 1.540 1.604
Inversin
social 551 737 1.038 1.099 1.170 1.040 859 717 926 1.090 1.137 1.234
Servicio de
la deuda 538 769 1.806 1.630 2.392 1.736 1.788 1.680 1.828 2.020 1.951 2.624
Egresos
totales 2.178 2.883 4.308 4.451 5.290 4.385 3.960 4.035 5.489 5.506 6.188 6.835
* Inversin social incluye: educacin, cultura, salud, desarrollo comunal, desarrollo agropecuario.
Fuente: Banco Central del Ecuador
Bibliografa
15 Tambin hay que tener presente que parte significativa de los recursos enviados termina en manos
de los prestamistas ilegales (chulqueros) y coyotes que financiaron la emigracin o tambin en ma-
nos de las empresas que han asumido el negocio de las transferencias. As, en la ciudad de Loja, el
21% de los receptores utilizan las remesas para pagar la deuda que adquirieron para viajar; en la
ciudad de Quito, la situacin es similar, el 20% de los receptores utilizan las remesas para este fin.
16 Las estimaciones de los costos que estas transferencias representan, para el caso de las remesas des-
de Espaa, han fluctuado entre 14,4% y un 3,7%; para el caso de EE.UU se ha estimado que las
comisiones fluctuaran entre el 10% y el 30%.
Las remesas y su aporte para la economa ecuatoriana 251
Introduccin
cada vez con mayor fuerza, como se desprende del hecho de que son cada
vez ms los actores interesados e involucrados en su puesta en marcha. Es
cierto que la implicacin de migrantes en proyectos de desarrollo con sus lu-
gares de origen no es un fenmeno reciente, como tampoco lo es la formu-
lacin de medidas dirigidas al control de las fronteras exteriores de los esta-
dos y la organizacin de los contingentes de trabajadores. Lo que es nuevo
es, precisamente, la formulacin de polticas, programas y proyectos bajo la
denominacin de codesarrollo y el uso que se hace de los mecanismos de la
cooperacin al desarrollo.
Para poder comprender mejor este fenmeno, voy a situar histrica-
mente el surgimiento de este concepto para el caso espaol. La incorpora-
cin del codesarrollo a la poltica migratoria espaola, en particular, y la vin-
culacin de la migracin y el desarrollo, en general, estn relacionadas di-
rectamente con dos cuestiones: la poltica migratoria europea y el modelo
francs de codesarrollo.
En lo que respecta a la primera de estas cuestiones, es preciso puntuali-
zar que la migracin extracomunitaria hacia la Unin Europea (UE) ha re-
cibido un tratamiento distinto en funcin de cada poca. As, antes de los
aos setenta, la entrada de migrantes era vista como algo fundamental para
poder reconstruir y sostener una Europa que sala de la Segunda Guerra
Mundial y que conoca momentos de desarrollo espectaculares. Es a partir
de la crisis del petrleo, a comienzos de los aos 70, cuando se instaura el
paradigma del cierre de fronteras y empiezan a establecerse severos con-
troles de entrada en el territorio europeo. Sin embargo, a partir de los aos
80, se constata la necesidad de introducir algunos cambios en la orientacin
de estas polticas y se establecen tres ejes de actuacin: la limitacin del ac-
ceso de los inmigrantes, las polticas de integracin y la reformulacin de la
cooperacin con los pases de origen (Aubarell et al., 2003: 395).
Es en este contexto de cambio en el que hay que situar la aparicin del
modelo francs de codesarrollo. Fue Sami Nar, encargado de la Misin
Interministerial Migracin/ Codesarro l l o, dependiente del Ministerio de
Asuntos Ex t e r i o res francs, quien en 1997 aplic el trmino codesarrollo
a la vinculacin entre la migracin y la cooperacin al desarro l l o. La idea
central de su planteamiento gira en torno a una propuesta para integrar
inmigracin y desarrollo de forma que ambos pases, el de envo y el de
acogida, puedan beneficiarse de los flujos migratorios. Es decir, es una for-
La experiencia del codesarrollo Ecuador-Espaa 255
2 El Partido Popular es el ala conservadora del arco parlamentario espaol y ha gobernado en Espa-
a a lo largo de dos legislaturas: 1996-2000 y 2000-2004. En materia migratoria, se ha caracteri-
zado por impulsar polticas restrictivas y endurecer el discurso en relacin a la recepcin de nuevos
flujos migratorios.
La experiencia del codesarrollo Ecuador-Espaa 257
3 El trabajo de campo, al que se hace alusin, se refiere al que he realizado desde agosto
hasta enero de 2005 en Quito, Ecuador, y a lo largo de tres semanas en marzo y abril de
2005 en Quito, Azuay y Caar, en Ecuador, gracias a la estancia breve que he podido
disfrutar como investigadora FPU-MEC del Departamento de Antropologa Social y
Pensamiento Filosfico Espaol de la Universidad Autnoma, y como investigadora de
la FLACSO-Sede Ecuador. La recopilacin de informacin se est completando, en el
momento actual, en una zona al norte de Marruecos, el eje Alhoceima-Taounate en el
marco del proyecto de codesarrollo llevado a cabo por la Fundacin CEAR, CEAR,
FONDEP y la Asociacin de hijos de inmigrantes SABABIA, dentro de la primera con-
vocatoria de proyectos de codesarrollo del Ayuntamiento de Madrid.
La experiencia del codesarrollo Ecuador-Espaa 259
apuntado por Blom Hansen y Stepputat (2001) cuando afirman que las
formas modernas de estado se encuentran en continua reconfiguracin y en
un proceso continuo de construccin.
Hasta este punto, hemos visto el codesarrollo desde arriba, es decir, aquel
impulsado por determinadas estructuras de poder, dominacin, desigual-
dad, raza, clase y gnero, tal y como seala la literatura transnacional. De n-
t ro de estas estructuras, el Estado es uno de los actores ms importantes pe-
ro no es el nico. Tambin nos encontramos con instituciones que persiguen
los mismos fines y sobre las que es necesario conocer ms. Debido a que el
Estado nacin sigue siendo el vigilante de las fronteras exteriores y el re s-
ponsable de la asignacin de ciudadana, su papel como impulsor de las po-
lticas de codesarrollo ha sido preponderante pero hay que recordar e insis-
tir en que otros actores pueden sentirse interesados por este nuevo mbito.
As, tanto la sociedad civil ecuatoriana como la espaola se han organi-
zado en torno al fenmeno de la migracin, lo que ha dado lugar a la con-
formacin de una tupida red de actores sociales centrados, bien en la aten-
cin de los migrantes ecuatorianos en el exterior y sus familiares, bien en su
llegada e integracin una vez que han arribado a Espaa. En ambos casos,
las organizaciones que forman parte de esta red pertenecen a la Iglesia Ca-
tlica, ONG de desarrollo, organizaciones de Derechos Humanos y asocia-
ciones de migrantes y familiares. Y el caso ecuato-hispano es una buena
muestra de cmo, desde el ao 2001, estas organizaciones entretejen rela-
ciones en torno a la cooperacin al desarrollo y a la migracin para impul-
sar acciones de codesarrollo.
Sin embargo, identificar este tipo de iniciativas no ha sido fcil por dos
r a zones bsicas: la primera, que son pocas las experiencias que se autodeno-
minan bajo esta etiqueta. Por este motivo, los criterios que he seguido han si-
do, en primer lugar, detectar los proyectos financiados por la cooperacin es-
paola que se autodenominaban de codesarrollo. Y para corregir el posible
dficit ante la novedad de este concepto, decid incorporar aquellos proye c-
tos que trabajaban con los migrantes y sus familias, desde la cooperacin al
desarrollo. El resultado puede comprobarse en el Anexo final de este texto.
La experiencia del codesarrollo Ecuador-Espaa 263
Tal y como puede comprobarse a partir del Anexo, las grandes protagonis-
tas en solitario de los proyectos de codesarrollo son las ONG de desarro-
llo, tanto espaolas como ecuatorianas. En este sentido, los ejemplos ms
consolidados en materia de codesarrollo son dos. La primera experiencia fi-
nanciada por la cooperacin espaola es la del Plan Migracin, Comunica-
cin y Desarrollo, desde el ao 2001. Dicho Plan consiste en un consorcio
de organizaciones variadas en el que abundan aquellas de corte catlico co-
mo Critas Espaola, la Comisin Episcopal de Pastoral Social (CEPAS), el
Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio (FEPP) y el Servicio Jesuita a
Migrantes (SJM), junto a otras como la Asociacin Latinoamericana de
Educacin Radiofnica (ALER) o el Instituto Latinoamericano de Investi-
gaciones Sociales (ILDIS), cuyo trabajo se extiende prcticamente en todo
Ecuador e integra una tupida red capilar de actores. Este Plan comienza a
funcionar desde el ao 2001, a partir de la peticin inicial de apoyo de la
Conferencia Episcopal Ecuatoriana a Critas Espaola, ante el incremento
de la intensidad del hecho migratorio. Es la experiencia ms consolidada,
bsicamente por dos razones: se ha llevado a cabo entre los aos 2001 y
2004 y ha iniciado un profundo proceso de reflexin interna sobre cmo
construir el codesarrollo y qu papel corresponde a las organizaciones inte-
grantes del consorcio en el proceso.
En enero de 2002, arranca el siguiente proyecto, la Casa del Migrante,
a partir del impulso del Municipio de Quito desde la Direccin Metropoli-
tana de Desarrollo Sustentable y junto a la ONG espaola Movimiento por
la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL). Es el nico caso que cuenta, des-
de sus inicios, con una de las asociaciones de migrantes ecuatorianos, la Aso-
ciacin Rumiahui5. En este caso, se puso en marcha toda una labor de tra-
bajo previo centrado en los barrios de Quito con mayor presencia de mi-
La experiencia del codesarrollo Ecuador-Espaa 265
grantes, pero transcurrido un tiempo, dicha asociacin qued fuera del pro-
ceso.
Por tanto, en trminos generales, podra decirse que el conjunto de los
proyectos de codesarrollo llevados a cabo por las ONG espaolas y ecuato-
rianas, se caracteriza por incorporar a los migrantes como beneficiarios de
dichos proyectos ms que como actores que los ejecutan. Esto es as, al me-
nos, en lo que respecta a las asociaciones de migrantes y familiares poltica-
mente activas y centradas en la reivindicacin de los derechos y ciudadana
de sus miembros y de los ecuatorianos en el exterior, como es el caso de las
asociaciones Rumiahui y Llactacaru.
Esta ausencia es evidente en los mbitos de planificacin y coordinacin
de los proyectos, es decir, en cuanto a la toma de decisiones respecto a su ci-
clo. Sin embargo, las evidencias del trabajo de campo indican que en los ni-
veles locales de ejecucin y ms alejados de los centros de decisin de los
proyectos de codesarrollo, emergen otros actores migrantes que s son incor-
porados al organigrama del proyecto, bien como actores protagonistas o
bien como actores que necesitan un acompaamiento tcnico. Se trata de
actores cuya agencia est centrada en los procesos de desarrollo socioecon-
mico y que revisten la forma de cooperativas de ahorro y crdito6, gestiona-
das de forma exclusiva por las familias de los migrantes.
En las redes informales de familiares que surgen en torno a las desapa-
riciones de migrantes se pueden encontrar otros ejemplos de esta misma
problemtica, una vez que emprenden el viaje hacia Estados Unidos o que
se organizan para dar una respuesta colectiva al endeudamiento de los mi-
grantes y sus familias y frenar las ejecuciones patrimoniales por va judicial,
ante la falta de pago de la deuda del viaje al coyote de turno.
5 Segn fuentes tanto del personal de la Casa del Migrante como de la Asociacin Rumi-
ahui en Madrid y en Quito, este proyecto se consolida a partir de una visita del alcal-
de de Quito, Paco Moncayo, a Madrid en el ao 2001, momento a partir del cual le pre-
sentan una propuesta para trabajar con los migrantes en Madrid y con sus familiares, en
Quito, a cargo del MPDL y de la Asociacin Rumiahui.
6 Ejemplos de este tipo de cooperativas se pueden encontrar en la zona de Azuay y de Ca-
ar, en los cantones de Gel o Guachapala, que han diseado todo un esquema finan-
ciero que permite vincular la recepcin de remesas de sus migrantes con el impulso de
proyectos de comercializacin, productivos o tursticos.
266 Almudena Corts Maisonave
Las razones para esta situacin son variadas, pero ahora, slo me referi-
r a una de ellas: el grado de consolidacin de estas asociaciones. As, para
el caso ecuatoriano, resultan muy reveladoras las conclusiones extradas del
Encuentro de Migrantes, Refugiados y Desplazados que tuvo lugar en la
ciudad de Manta, en marzo de 2005, y que trat de reunir a la base social
de las asociaciones de migrantes ecuatorianos con el fin de visibilizar tanto
quines estaban trabajando en este terreno como reflexionar sobre los retos
a los que tenan que dar respuesta de cara a la coyuntura de la situacin mi-
gratoria. Dicho Encuentro sirvi para constatar la falta de espacio propio de
estas asociaciones as como su debilidad frente a la existencia de una fuerte
red institucional integrada por ONG, instancias del Estado e Iglesia Cat-
lica que se encuentran conectados en el mbito nacional7.
Esto hace que se abran ciertos interrogantes respecto a la puesta en mar-
cha de los proyectos de codesarrollo: Qu persiguen las ONG de desarro-
llo, tanto espaolas como ecuatorianas, con la implementacin de este tipo
de proyectos? Son las asociaciones de migrantes las nicas que representan,
de forma legtima, los intereses de los migrantes? Cuando se pregunt a las
ONG implicadas en estos proyectos sobre la ausencia de estas asociaciones,
todas respondieron que los proyectos de codesarrollo no son espacios de
accin poltica y que, por tanto, existen otros foros para ello. Sin embargo,
a la luz del tipo de ONG involucradas y de los intereses que representan, es
lgico preguntarse si el poder poltico se ejerce y se ejecuta tan slo en los
foros polticos o, acaso no se genera poder poltico a partir de las estructu-
ras financieras, religiosas, de conocimiento o de comunicacin?
Junto a esta caracterstica inicial, esto es, la ausencia de los migrantes y
las asociaciones que representan sus intereses, si hay algo que distingue y de-
fine la naturaleza de este tipo de proyectos, es la incorporacin de lo que los
estudios transnacionales denominan conexiones transnacionales. As, por
ejemplo, tal y como puede observarse en el Anexo, podemos encontrar tres
grandes conexiones: las jurdicas (la creacin y mantenimiento de flujos de
informacin sobre la situacin jurdica a efectos de papeles y de trabajo),
7 Esta cuestin me parece de gran relevancia a la hora de analizar la forma cmo se est
c o n s t ru yendo el codesarrollo en Ecuador, pero profundizar mayormente en esta parte so-
brepasara el objeto de esta ponencia, ya que sera preciso atender a las razones histricas,
socioculturales y de poder que influyen en la falta de espacio de estas organizaciones.
La experiencia del codesarrollo Ecuador-Espaa 267
Hasta este punto, hemos visto cmo los proyectos de codesarrollo ms con-
solidados son aquellos que son llevados a cabo por las ONG, tanto espao-
las como ecuatorianas. Quiere esto decir que las asociaciones de migrantes
ecuatorianos y sus familias no estn interesadas en este tipo de acciones? To-
do lo contrario, aunque es cierto que estos proyectos todava se encuentran
en una fase muy inicial.
La accin de los migrantes y sus asociaciones en materia de codesarrollo
surge como una manera de paliar su dficit de participacin en el esquema de
la cooperacin al desarrollo oficial. En dicho esquema, y tal y como comen-
taba uno de los representantes de la Asociacin Rumiahui 9 de enero:
pareciera que a los migrantes habra que decirles por dnde hay que mo-
verse, qu es lo que tienen que hacer (Notas propias, septiembre de 2004,
Quito).
La experiencia del codesarrollo Ecuador-Espaa 269
De esta forma, lo que buscan los migrantes con estos proyectos es ser los ac -
tores y los dueos de dicho proceso. Se trata de una respuesta a los procesos
de exclusin que viven determinados sectores sociales, ya sea en el origen co-
mo en el destino. Tal y como hemos visto con anterioridad, los proyectos de
codesarrollo son, ya en s mismos, vnculos transnacionales entre origen y
destino con base en las acciones de desarrollo que promueven y en las que
participan los migrantes. En este sentido, conviene recordar que, en muchos
casos, las prcticas transnacionales surgen como estrategias de pertenencia
ante las exigencias de integracin y asimilacin por parte de los estados re-
ceptores. Es decir, los requerimientos para asumir los rasgos culturales de la
nacin receptora. Pero ante las dificultades de pertenencia (hay que recor-
dar el dilema de los inmigrantes indocumentados) se ponen en marcha me-
canismos en virtud de los cuales los migrantes mantienen, recrean y repro-
ducen marcos identitarios de referencia que les permiten sentirse incluidos.
As, la participacin en asociaciones y la implicacin en estos proyectos
pueden empoderar a los inmigrantes, otorgarles un sentido de autoestima,
reforzar su autoimagen y los lazos de solidaridad colectiva. De esta manera,
las actividades transnacionales pueden hacer posible una adaptacin exitosa
al proveer de oportunidades de movilidad econmica y neutralizar el efecto
de la discriminacin (Portes, 2003: 390).
La transnacionalidad de estos proyectos tiene una innegable naturaleza
sociopoltica al abrir, generar y promocionar espacios de nuevas formas de
ciudadana y pertenencia. Y la forma es, precisamente, la participacin co-
mo va de inclusin en origen y destino, ya que el proyecto tambin es un
espacio de negociacin poltica y de toma de decisiones sobre aspectos, co-
mo por ejemplo, la forma de invertir las remesas y en qu, qu iniciativas
merecen ser apoyados, cmo conseguir la implicacin de las autoridades lo-
cales en el origen y en el destino, la bsqueda de fondos complementarios,
cules van a ser las funciones de cada actor implicado, quin va a dirigir es-
tos proyectos, etc.
Esto tiene una incidencia directa e indirecta en un cambio en la geogra-
fa de poder de los lugares de procedencia y destino de los migrantes. Cabe
ubicar la importancia de este proceso, en un momento como el actual, en
el que aunque la Ley de Extranjera espaola establece serios lmites a deter-
minados derechos civiles como el de reunin, manifestacin y asociacin
para aquellas personas sin documentacin, la tendencia cada vez mayor, tan-
270 Almudena Corts Maisonave
De esta forma, a travs del ejercicio de dichos deberes, los migrantes estn
dando respuesta a problemas que no han sido resueltos por aquellos que de-
tentan el poder (autoridades locales, regionales y nacionales, instituciones
econmicas, financieras y religiosas, etc.), y la consecuencia inmediata de es-
te proceso es el aumento de la influencia poltica en origen y destino de es-
tos grupos.
El mecanismo para lograrlo consiste en que la persona sea capaz de
plantear una nueva apuesta, un modelo alternativo y la estrategia es sentir-
se parte del cambio, participar en el proceso alternativo de desarrollo con el
La experiencia del codesarrollo Ecuador-Espaa 271
En este sentido, junto a los procesos de codesarrollo desde arriba que he-
mos visto, se constata que los proyectos de esta ndole y la forma cmo se es-
tn constru yendo permiten abrir nuevos espacios para llevar a cabo un code-
s a r rollo desde abajo; es decir, surgen y son promovidas esferas de re s i s t e n-
cia y de creacin de poder alternativo, de espacios de autonoma y de evasin
con el fin de escapar de la dominacin ejercida por el Estado y el capital.
Conclusiones
Bibliografa
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Gioconda Herrera*
4 La migracin interna de mujeres campesinas al trabajo domstico fue analizada, en Amrica Latina,
en la dcada de los aos ochenta. Ver la compilacin de Elsa Chaney y Ma ry Ga rca Castro (1989).
Mujeres ecuatorianas en las cadenas globales del cuidado 283
En el caso del Ecuador, esta migracin femenina contrasta con los pa-
trones ms clsicos, de corte masculino, de los flujos hacia Estados Unidos
y Venezuela de las dcadas anteriores que se caracterizaron por tejer relacio-
nes transnacionales entre esposos e hijos migrantes y esposas, madres, hijas
e hijos en origen (Kyle, 2000; Miles, 2004; Pribilsky, 2001, 2004; Herrera
y Martnez, 2002)5. Por el contrario, la migracin femenina implica din-
micas familiares distintas que necesitan ser exploradas en su especificidad6.
Lo que me interesa sealar en esta ponencia son las implicaciones de esta
forma distinta de insercin de las mujeres en los mercados laborales en des-
tino, con respecto al perfil migratorio anterior y su carcter global. Por un
lado, la emigracin de mujeres ecuatorianas alimenta este paulatino proce-
so de globalizacin del trabajo reproductivo en manos de mujeres inmigran-
tes provenientes de pases pobres y refleja, por tanto, una de las aristas de la
flexibilizacin laboral que caracteriza actualmente a la globalizacin. Por
otro lado, este proceso global encuentra paralelos en las dinmicas naciona-
les y locales de migracin interna de mujeres en nuestros pases.
Las dinmicas del trabajo domstico de los pases pobres, con sus mar-
cas de clase, tnicas y de status social que caracterizan la desigualdad en
nuestros pases, estn siendo trasladadas a una escala global en una especie
de regresin social de la globalizacin neoliberal. En ese sentido, las muje-
res ecuatorianas, con su insercin en estas cadenas globales del cuidado des-
de finales de la dcada de los aos noventa, sellan una de nuestras entradas
a la globalizacin y reflejan la profundizacin de las desigualdades sociales
en el mbito global.
Las caractersticas de la migracin ecuatoriana -heterognea, multicla-
sista, multitnica, de varias generaciones- demandan de una mirada que
pueda articular las diversas dimensiones de desigualdad, que caracterizan es-
tructuralmente a la sociedad ecuatoriana, al anlisis de las trayectorias mi-
gratorias. Esto con el fin de evitar interpretaciones homogeneizantes y la
construccin de estereotipos sobre los migrantes, tanto en las sociedades de
origen como en los distintos destinos. Una de las dimensiones de la desi-
5 El corte masculino de esta migracin tiene similitudes con los flujos de mexicanos a Estados Uni-
dos, los marroques a Espaa, los senegaleses a diversas partes de Europa y Estados Unidos.
6 Esta es una de las temticas analizadas en la investigacin sobre los impactos de la nueva ola migra-
toria en las familias de los migrantes que se encuentra realizando el programa de gnero de FLAC-
SO-Ecuador.
284 Gioconda Herrera
gualdad, que acompaa este proceso migratorio, son las relaciones de gne-
ro, entendidas stas como las relaciones sociales a travs de las cuales las ac-
ciones, posiciones y representaciones de hombres y mujeres son socialmen-
te construidas y estructuran relaciones de poder y desigualdad. De esta ma-
nera, mi punto de partida es que las relaciones de gnero moldean los pro-
cesos migratorios a la hora de mirar la toma de decisin de quin migra y
quin no, por ejemplo, o las formas de insercin y las trayectorias laborales
de los migrantes de ambos sexos. Pero as mismo, la experiencia migratoria
modifica las relaciones de gnero al interior de las familias y, en general, en
la interaccin de hombres y mujeres con distintas instituciones sociales
(Hondagneu, 2003; Levitt, 2001; Pessar, 1995; 2003).
En segundo lugar, una comprensin del proceso migratorio ecuatoria-
no requiere de un anlisis de gnero que vaya ms all del reconocimiento
de la feminizacin de la emigracin, o de la importancia de estudiar la ex-
periencia de las mujeres migrantes. Quiero sostener que se necesita comple-
mentar estas visiones con un argumento estructural que demuestre cmo
encajan estos procesos de feminizacin de la fuerza de trabajo migrante con
otros procesos econmicos y sociales globales y su relacin con el sistema g-
nero. En este punto, las trayectorias migratorias de las mujeres que se inser-
tan en las cadenas globales del cuidado, son un campo de anlisis privilegia-
do para mirar cmo las desigualdades sociales y las relaciones de poder, que
tejen el entramado social en origen, se traducen en el espacio trasnacional,
qu caractersticas asumen y cmo se articulan a los procesos globales de re-
produccin social.
Son estos procesos los que pretendo documentar en este artculo y mos-
trar que las mujeres ecuatorianas migrantes son actoras inadvertidas de ma-
cro procesos de privatizacin de la reproduccin social en la globalizacin.
Pero es en este contexto de vulnerabilidad global que tambin podemos
identificar el despliegue dinmico de procesos de empoderamiento/desem-
poderamiento y actora social de las mujeres migrantes.
Una segunda perspectiva es aquella que enfatiza en cmo las redes mi-
gratorias estn moldeadas por la experiencia particular de las mujeres mi-
grantes. El anlisis pasa del individuo a un nivel meso. El caso ecuatoriano
ha sido analizado como un ejemplo en el cual las mujeres han sido las pro-
tagonistas de los proyectos migratorios (Pedone, 2003). Tambin han sido
analizados los cambios que esto ha trado a sus vidas y las relaciones de g-
nero en su pareja y en sus familias (Wagner, 2004; Lpez, 2004). Impactos
contradictorios de empoderamiento y desempoderamiento, cambios en la
divisin sexual del trabajo, cambios y permanencias respecto al cuidado, la
reproduccin de la identidad cultural o el mantenimiento de los lazos fami-
liares son todos procesos que han sido analizados en otras experiencias de
migracin femenina como la mexicana (Hondagneu-Sotelo, 1994) o la do-
minicana (Pessar, 1995; Levi, 2001). Estos estudios se centran, generalmen-
te, en la familia y las redes sociales ms inmediatas que tejen las mujeres y
muestran cmo el gnero nos informa sobre patrones migratorios distintos,
pero tambin, cmo la experiencia migratoria reconfigura nuevos sistemas
de desigualdad de gnero entre las familias y/o construcciones ms igualita-
rias. Tanto las familias como las redes sociales de los inmigrantes aparecen
fuertemente atravesadas por desigualdades de gnero.
Sin embargo, las relaciones de gnero no estn slo en la familia, tam-
bin estn presentes en otras instituciones como el mercado laboral, las po-
lticas migratorias, los medios de comunicacin, los servicios sociales y una
serie de instituciones ms. Los trabajos de Sassen (1998; 2003; 2004) han
demostrado que la segregacin ocupacional por sexo de la fuerza de traba-
jo, moldea la demanda de trabajo inmigrante en el mbito global y que es-
tamos, cada vez ms, frente a mercados laborales racializados y estructura-
dos por gnero, tanto en el origen como en el destino. El hecho de que la
mano de obra femenina ecuatoriana se inserte mayoritariamente en el tra-
bajo domstico responde a fuerzas estructurales que, como lo he menciona-
do anteriormente, tienen que ver con el mercado, con el Estado y con la re-
produccin social7. En el caso espaol, con un mercado laboral que, desde
mediados de los aos ochenta, demanda trabajadoras del cuidado para la
realizacin de tareas que las mujeres espaolas han dejado de hacer (Mart-
7 Para indicadores de insercin laboral ver las ponencias de Walter Actis y Brian Gratton en esta pu-
blicacin.
Mujeres ecuatorianas en las cadenas globales del cuidado 287
nez Veiga, 2004); con una poltica migratoria que ha favorecido la entrega
de permisos laborales para el trabajo domstico por sobre otras ocupaciones,
y con una dbil estructura estatal que no garantiza servicios pblicos de cui-
dado de menores y de adultos mayores que, por tanto, coloca esta respon-
sabilidad en los hombros de las familias y deriva en la formacin de un ni-
cho laboral para las mujeres inmigrantes.
Esta insercin en mercados laborales segregados es evidente tambin des-
de la perspectiva de las familias de emigrantes en origen. Uno de los motivo s
esgrimidos, al explicar la emigracin de las mujeres, es precisamente la ma-
yor facilidad que tienen de encontrar trabajo y el carcter re l a t i vamente esta-
ble del trabajo en tareas de cuidado. As mismo, esta ventaja, en la primera
etapa de la migracin, no necesariamente se mantiene. En el caso espaol,
por ejemplo, el trabajo en la construccin, nicho predominantemente mas-
culino, en el cual se insertan mayoritariamente los ecuatorianos que migran
a las ciudades, es mucho mejor remunerado que el trabajo domstico. As, las
m u j e res pueden empezar con una ventaja inicial pero la estructura misma del
m e rcado laboral en destino se encarga de situarla por debajo de los salarios
masculinos, inclusive en las escalas ms precarias del mercado laboral.
Este tipo de dinmicas vuelve entonces necesario, que el anlisis de gne-
ro enfoque su mirada en los procesos estructurales que moldean la migracin
femenina en el mbito global, analizando lo que se ha denominado la g l o-
balizacin y privatizacin de la re p roduccin social (Bakker y Gil, 2003).
8 La literatura feminista es amplsima en ese punto, su revisin deber ser motivo de otro documento.
Mujeres ecuatorianas en las cadenas globales del cuidado 289
9 Esta informacin del censo se corrobora con aquella encontrada en la encuesta aplicada por FLAC-
SO en 11 cantones de tres provincias del sur del pas, en donde se encontr que, en el caso de la
emigracin femenina a Estados Unidos, un quinto se insertaba en talleres textiles y slo un quinto
en el trabajo domstico, mientras que el 80% de las mujeres, en Europa, estaban empleadas en el
servicio domstico (Herrera, 2005b).
290 Gioconda Herrera
vidas de las mujeres. He escogido tres casos que representan situaciones di-
versas: el primero es una situacin de mejora en los ingresos acompaada
de procesos agudos de prdida de estatus social. El segundo es un proceso
de ascenso, econmica y socialmente hablando, y el tercero es un proceso
intermedio en donde cierta mejora econmica y empoderamiento personal
derivado de sta, viene acompaado por conflictos sociales y emocionales
relacionados con las dificultades de la maternidad trasnacional.
Azucena10 es una ecuatoriana, mestiza, de origen campesino, que traba-
ja actualmente como interna en un sector residencial a las afueras de Ma-
drid. Lleg a Espaa hace tres aos y, desde entonces, ha estado empleada
en dos casas: en la primera cuidaba a una persona mayor, ahora, desde hace
dos aos, cuida a un menor de cuatro aos. Sus planes iniciales fueron ir a
Espaa por dos aos, pero su estada se ha ido prolongando pues no ha lo-
grado los ahorros suficientes y tampoco tiene sus papeles en regla por lo que
considera que todava no ha cumplido con los objetivos que se haba plan-
teado al venir.
Antes de llegar a Madrid, Azucena era supervisora en una plantacin
florcola cerca de su ciudad natal. Tena bajo su mando a ms de veinte per-
sonas. Azucena obtuvo ese trabajo por una mezcla de meritocracia con re-
des sociales personales. Ella curs hasta el segundo ao de Agronoma en la
Universidad Central, en Quito, y entr a trabajar en la plantacin porque
conoca al dueo, antiguo terrateniente que diversific su produccin hacia
la floricultura de exportacin, sector que recibi muchos incentivos por par-
te del Estado en la dcada de los aos noventa. Sin embargo, con la dolari-
zacin, la plantacin entr en crisis, las exportaciones bajaron y Azucena de-
j su trabajo. Es en ese momento que decide emigrar a Espaa, donde tena
a una prima.
Azucena confiesa que fue una decisin algo apresurada y que no con-
taba con la informacin suficiente sobre cmo era la vida en Espaa. En rea-
lidad, lo que no contaba era con informacin sobre lo que significaba inser-
tarse en el trabajo domstico y su vida como interna. Azucena dice no ha-
ber experimentado ninguna experiencia negativa, de maltrato o de explota-
cin. Ha escuchado s, que eso sucede, pero ese no es su caso. Sin embargo,
ahora, luego de tres aos, lo que ms resiente de su vida actual, en compa-
racin con la anterior, son lo que ella denomina falta de libertad y la des-
valorizacin de su trabajo.
Pensaba que aqu iba a estar igual que all, que una puede hacer, como en
su pas, lo que quiere, pero no es as, all uno es libre, aqu no, una no pue-
de hacer casi nada,por los papeles, y por todo, mismo.
Por otro lado, la descripcin que hace Azucena del trabajo domstico y del
cuidado del nio sita a este trabajo en los lmites de lo pblico. Ella misma
lo procesa como si perteneciera al mundo de lo privado. En otra parte de la
entrevista, cuando describe la relacin que mantiene con el nio, lo compa-
ra con otros nios espaoles y lo diferencia sobre la base de la siguiente afir-
macin: l es educadito porque yo lo cri. As mismo, afirma que ella su-
fri mucho cuando ste fue al cole, pues a m creo que me dio ms pena
294 Gioconda Herrera
Es clara en sealar que, en ese sentido, las condiciones del trabajo domstico
son distintas a las que existen en Ecuador y que el trato que recibe es mucho
ms igualitario. Pero tampoco se cree tanto buen trato y toma distancia
f rente a la familiaridad y horizontalidad con que sus jefes parecen tratarla.
A las espaolas les encanta el cotilleo, lo que le llaman aqu el cotilleo, o
sea, les encanta hablar, entonces, ella me cuenta un montn de cosas de su
vida, de las amigas, del marido pero, en cambio, jams me pregunta cmo
estoy, ni nada de mi familia.entonces no es que verdaderamente se preo-
cupa por mes solo que le encanta hablar
Mujeres ecuatorianas en las cadenas globales del cuidado 295
de ocho y dos aos, se quedan con su hermana cuando ella limpia la escue-
la. Si bien, al principio, Adriana estuvo cuidando un nio, pre f i e re hacer
l i m p i ezas para no tener a las seoras todo el da encima de una.
Una de las cosas que ms le chocaba cuando recin lleg a Madrid era
esa sensacin de sentirse controlada y que no confiaran en ella. Recuerda,
con sonrisas, sus primeras experiencias laborales y los desencuentros cul-
turales con las seoras espaolas. Ahora, se siente mucho ms adaptada y
segura en su oficio. Ha optado por relaciones lo ms annimas posible. Su
experiencia anterior, como empleada domstica, le ha vuelto muy perc e p-
t i va frente a las relaciones interpersonales que mantiene con sus difere n-
tes patronos. As, lo que domina, frialdad y formalidad de las relaciones
interpersonales en el trabajo, es algo a lo que difcilmente ha podido acos-
tumbrarse, por eso ahora pre f i e re evitarlas. Por ejemplo, me relata un
evento que signific, para ella, una demostracin de falta de considera-
cin y sentido de compasin que fue cuando sus empleadores, una pare-
ja joven con un nio, le dijeron que deje de traer a su hija al trabajo, pues
era demasiada responsabilidad para ellos. Adriana, dej ese trabajo y lo ha
registrado como un evento re velador de una forma de ser muy distinta a
la que ella estaba acostumbrada y que rechaza. Su comentario, al re l a t a r-
me este hecho, era que la nia no molestaba se quedaba quietita, senta-
da en una silla.
Se puede intuir que, ms all de la percepcin de Adriana, existi un de-
sencuentro entre las expectativas de Adriana con respecto a la relacin con
sus empleadores y la percepcin de stos frente a esta situacin. Para la pri-
mera, el hecho fue percibido como una falta de consideracin, para los se-
gundos, tener a una nia, menor de edad, sentada todo el da en su casa no
era visto como un hecho normal.
Si bien en este caso, el trabajo y la adquisicin de vivienda propia deno-
tan una mayor formalizacin laboral, una separacin ms ntida entre espa-
cio pblico y privado y un claro procesos de movilidad econmica y social,
las condiciones en las que el cuidado es organizado y las obligaciones fren-
te a la red familiar, son factores que intervienen en la organizacin de la vi-
da cotidiana y recaen sobre las mujeres, extendiendo sus jornadas de traba-
jo. As, Adriana opt por el trabajo por horas debido a la facilidad que tie-
ne de llevar a su hija menor de dos aos a la casa de su empleador que nun-
ca est cuando ella va (a pesar de su experiencia anterior).
Mujeres ecuatorianas en las cadenas globales del cuidado 297
Bibliografa
Desde mediados de los aos setenta, las dinmicas migratorias de las muje-
res han ido abrindose un espacio dentro del campo de los estudios sociales
de las migraciones (Ribas, 2004: 116). Este inters por las mujeres migran-
tes tiene que ver con dos procesos paralelos. Por una parte, es atribuible al
aumento del peso de las mujeres en el conjunto de las migraciones, y en es-
pecial, al incremento de la migracin femenina autnoma. Por otra, se
asocia al desarrollo de los estudios feministas y de gnero, que cuestionaran
la invisibilidad previa de las mujeres en los procesos migratorios2, relacio-
nndola con el androcentrismo de una ciencia hecha, hasta ese momento,
fundamentalmente por hombres3. As, en la actualidad existe un amplio n-
mero de publicaciones que reflexionan sobre los procesos migratorios de las
8 Etnografas como la que est realizando Elvira Villa sobre mujeres inmigrantes -entre ellas ecuato-
rianas-, las trabajadoras sexuales de calle, son fundamentales para llenar el vaco que dejan las au-
sencias de estas mujeres en otros muchos trabajos de campo, como es el caso del mo.
Ecuatorianas que viajaron. Las mujeres migrantes en la familia tradicional 309
9 En la base de nuestras prcticas est una incorporacin productiva que no es rgida, y va siendo rea-
firmada y/o modificada por la experiencia a lo largo de la vida de las personas y la historia en el de-
venir de los grupos sociales. Este proceso est conceptuado por Bourdieu (1991: 91-111).
310 Arantza Meaca
reas reproductivas y las productivas. Ahora bien, existen variaciones que, an-
te estos temas amplan parcialmente las posibilidades de accin negocia-
cin de las mujeres. As, los buenos hombres ayudan a sus parejas en las
cosas de la casa -mejor cuando no les ven otros hombres, no vayan a poner
en duda su masculinidad llamndoles mandarina10-; la educacin de los
hijos debera ser una tarea compartida; y en caso de necesidad, una mujer
puede colaborar en los ingresos de la casa. La posicin de privilegio del
hombre se manifiesta tambin en tanto se le reconoce como autoridad lti-
ma en la familia; as como en que se considere natural y la moral sea ms
permisiva con la infidelidad masculina y el consumo de alcohol y tabaco por
parte de los hombres.
En este contexto, las discusiones y peleas de pareja se producen en tor-
no a la educacin de los hijos por el consentir del marido o bien porque
utiliza su autoridad para cambiar la orden dada por su mujer , los proble-
mas econmicos, los celos y las borracheras y, en algunas ocasiones, respec-
to a la incorporacin de la mujer al trabajo (Larrea, 2002). En estos conflic-
tos se lleva a cabo la renegociacin diaria de los lmites prcticos puestos al
modelo. De igual manera, la violencia de gnero, presente con cierta fre-
cuencia11 -la violencia fsica aparece en los relatos de cuatro de las nueve mu-
jeres de la muestra que tuvieron pareja en Ecuador-, tambin est relaciona-
da, la mayor parte de las veces, con problemas de celos, alcoholismo (Larrea,
2002; Camacho, 2001: 141) y otras situaciones en las que se pone en cues-
tin la virilidad masculina. Este modelo patriarcal de relaciones de gnero
no es exclusivo del Ecuador, y muchos de sus elementos pueden ser recono-
cidos en la sociedad espaola actual y an en mayor medida en la de hace
unos lustros.
En los casos particulares, las experiencias de los grupos familiares con-
cretos adquieren una complejidad que no tiene el modelo general. As, a
preguntas directas sobre la idea de familia, sta se describe como nuclear
(Herrera y Martnez, 2002). Sin embargo, el da a da de muchas familias
contradice esta imagen. En la mitad de los casos que presento, las mujeres
han vivido en un hogar ampliado, generalmente en la casa de sus padres o
de los de su esposo. Otras viven muy cerca de sus padres y hermanos, o bien
de los del marido. Y en todos los casos, la ayuda econmica entre los miem-
bros de esta familia extensa es habitual, as como el hacerse cargo momen-
tnea o temporalmente de los hijos de otra mujer de la familia. Estas redes
son incluso ms importantes en los casos en los que la pareja se rompe, lo
que no es inusual -en la muestra que presento un 25% de las mujeres han
roto con una o ms parejas en su vida en el Ecuador-. Cuando as sucede,
el apoyo de sus padres y hermanos es muy importante para la mujer, no s-
lo en el aspecto emocional, sino tambin de cara a los aspectos prcticos: te-
ner un techo donde dormir, obtener recursos econmicos y / o un trabajo y
cuidar de los hijos a la par que se trabaja. Es ms, algunas veces es la ruptu-
ra de la pareja lo que lleva a la necesidad y /o decisin de migrar y no vice-
versa, como se deducira de la extendida opinin pblica de que la migra-
cin es la causa de muchas rupturas familiares. Como veremos ms adelan-
te, este es el caso de Sonia12.
Por otra parte, muchas mujeres trabajan fuera de casa en Ecuador (Mo-
ser, 2001), tanto si son solteras o separadas como si estn casadas -el 75%
de las mujeres de las que hablo haban trabajado durante largas temporadas
en la industria o en el sector servicios en origen. Estas mujeres mantienen
sus responsabilidades reproductivas de cuidado de la casa y la familia, y si
bien en algunos casos son ayudadas por sus maridos, fundamentalmente
encuentran apoyo en otras mujeres de su red familiar. Una de las principa-
les razones por las que las mujeres buscan trabajo es la necesidad de recur-
sos econmicos para la familia, y esta necesidad ha aumentado de manera
considerable con la crisis, la dolarizacin y el incremento del coste de la ca-
nasta bsica en Ecuador desde 1997. En el caso de las mujeres casadas, aun-
que el dinero que ganan sea necesario para completar el sueldo del marido,
o incluso el principal aporte econmico en la familia bien porque el mari-
do est enfermo, se encuentre desempleado o con trabajos irregulares una
temporada, o sea un flojo o un irresponsable (Larrea, 2002) , es gene-
ralmente considerada una ayuda, un complemento.
No podemos olvidar estos factores cuando hablamos de las experiencias
de las personas que viven en familias trasnacionales. En este contexto, la fe-
minizacin de la migracin econmica y que los abuelos, tos o hermanos
12 Para proteger la intimidad de estas mujeres, todos los nombres son ficticios.
312 Arantza Meaca
(...) por muchas cosas que pasaron en Ecuador, yo me senta muy sobre-
protegida y yo me dej, y quise vivir as esa vida, yo no decida casi nada
sino con mis padres, y si ellos me decan no, no, y esta vez insist tanto
por eso que yo te digo, que senta como un vaci en mi corazn, en mi vi-
da, que por ms que trabajara, que por ms que me fuera de paseo por
ah... Porque no bailaba, all no bailaba ni conoca las discotecas como las
conoc aqu.
A pesar de las dificultades del primer ao, Alicia se siente satisfecha con su
proceso migratorio, con el aprendizaje llevado a cabo y la libertad que ha
experimentado.
El primer ao, por todo lo que me pasaba me senta mal, pero, al mismo
tiempo, senta tambin que yo estaba haciendo todas mis cosas por m
misma, que yo misma decida, que no tena que depender de nadie, y te-
13 Tener un compromiso significa tener una pareja estable y reconocida socialmente sin estar casados.
14 Los casos que traspasan las fronteras de las categoras propuestas por este modelo, permiten tener
clara conciencia de que, como todo modelo explicativo, es una construccin para comprender la
realidad, y no es, por tanto, determinista. Por otra parte, tambin nos permiten tener presente que
categoras como la de maternidad no tienen consecuencias directas, naturales, en la vida de las mu-
jeres, sino que es su creacin y gestin social, la que sita a una gran parte de las madres en unos
espacios de responsabilidad y jerarqua concretos.
Ecuatorianas que viajaron. Las mujeres migrantes en la familia tradicional 315
Sonia y ngela.
Todo por mis hijos
15 Llamo violencia simblica a una violencia amortiguada, insensible, e invisible para sus propias vc-
timas, que se ejerce esencialmente a travs de los caminos puramente simblicos de la comunica-
cin y del conocimiento o, ms exactamente, del desconocimiento, del reconocimiento o, en lti-
mo trmino, del sentimiento (Bourdieu, 2000: 12). Y violencia estructural a aquella ejercida por
las condiciones materiales, polticas y econmicas sin que haya un actor concreto, visible.
Ecuatorianas que viajaron. Las mujeres migrantes en la familia tradicional 317
conseguira para retornar a Espaa para estar con su hija en los ltimos
meses, o con su familia en el funeral. Ah est la violencia estructural.
En Espaa, Sonia ha encontrado una nueva pareja. Es, en sus palabras,
un buen hombre, y la ha apoyado mucho en esta triste etapa de su vida. l
dej a su pareja en Ecuador, la relacin pareca rota con anterioridad. Entre
ellos, es Sonia la que se encarga de la comida y de la casa. Han tenido una hi-
ja. Durante el embarazo y desde el parto, ella no trabaja jornada completa.
ngela, por su parte, tambin tuvo el apoyo de su familia para migrar.
Un apoyo que fue todava ms importante cuando no le dieron la espalda al
quedarse embarazada de un hombre que no quiso hacerse cargo de la situa-
cin. Se vino cuando muri su madre; en los ltimos aos, atenderla y lle-
varla a los distintos mdicos haba sido su mayor preocupacin. Fue el her-
mano mayor, a quien a su vez, los padres haban ayudado a migrar, quien le
prest el dinero y la asisti al principio. Consigui regularizarse muy pron-
to. Trabaja duro, entre semana e incluso los fines de semana. Su hermana y
su padre cuidan de su hijo. ngela duda de trarselo; por una parte, ella
quiere estar con l, por otra, trabaja tanto... y adems, su padre dice que se
pondra muy triste si tambin se lo llevan a l, se ha criado en su casa des-
de que naci. Ella mantiene un contacto telefnico regular, le manda rega-
los, y ha ido dos veces de visita, con tres aos de diferencia. Ha vuelto en
enero, y est muy triste, piensa que no volver a dejar que pase tanto tiem-
po sin ir. Est construyendo una gran casa, labrndose una seguridad para
el futuro, puesto que es ella sola, una seguridad para ella y para su hijo.
En los casos de Sonia, ngela y muchas otras mujeres de clase popular
que pasan por situaciones monoparentales, los factores econmicos clara-
mente entrelazados con su posicin de gnero, intervienen en su decisin de
migrar. Son mujeres como ellas las que sufren los procesos de feminizacin
de la pobreza (Monreal, 1996). Ellas, sin embargo, gracias al apoyo de sus
familias que no estn, ni mucho menos, en condiciones de extrema pobre-
za, y a tener abierta la estrategia de la migracin, han podido sortear, en
cierta medida, la pauperizacin, y entrar a formar parte en su lugar, en otro
proceso de feminizacin. No el de la pobreza, sino el de las migraciones.
Si en los casos de Cristina y Mara, la imagen difundida de la familia
deshecha por la migracin no se cumpla, al no ser ellas madres de familia,
en este caso tampoco se cumple. Pero por una razn muy diferente: la fami -
lia nuclear o estaba rota, o no haba llegado a existir en el momento de la
318 Arantza Meaca
16 A diferencia de lo planteado por otras investigadoras para otros grupos de migrantes femeninas
(Abdulrahim, 1993; Bolsn, 1999; Hitos, 1993; Matsuoka y Sorenson, 1999 y Szczepanikov,
2004) en el caso de las parejas ecuatorianas no considero que la violencia se intensifique debido a
la falta de poder y control de la situacin por parte del hombre y su consiguiente frustracin. Es
una violencia en la misma lgica que la que tena lugar en Ecuador, slo que en un momento en el
que la mujer es ms vulnerable.
Ecuatorianas que viajaron. Las mujeres migrantes en la familia tradicional 323
do, que est muy mal y le pide que los lleve con ella. l, ahora, no trabaja.
Doris piensa que no es posible. Con el coste de la vida en Ecuador puede
mantenerlos, en Espaa sera mucho ms difcil. Por otra parte, l no se
acostumbrara, aqu hay ms control, no se puede dejar a los hijos pequeos
solos para ir a tomar, ni llevarlos por la noche a los bares, y ella, con su ho-
rario de trabajo, no puede hacerse cargo de cuidarlos. La hija mayor, de 16
aos, que se ocupaba de la casa y ayudaba a su papi con los hermanos, se ha
quedado embarazada y se ha ido con el novio. Doris piensa que si ella hu-
biese estado all esto no habra sucedido.
Gloria es una mujer de 45 aos, de una pequea zona urbana de la Sie-
rra, al norte de Quito. Tiene ocho hijos, los dos mayores de una primera
unin y seis ms de su marido actual, la menor tiene 5 aos. Una de las hi-
jas, la de 8 aos, es discapacitada. De los ocho, seis viven con ella y su ma-
rido, el mayor ya se independiz, y la mayor de las hijas de su actual mari-
do vive con los abuelos paternos, que se encargan de su manutencin y sus
gastos. La situacin econmica familiar es precaria. La relacin de pareja
tampoco es muy buena, cuando toma de ms, el marido busca pelea, y es
violento. Gloria estuvo dos aos en Espaa, entre 2000 y 2002, y trabaj
interna en varias casas. Decidi volverse a Ecuador a raz de una fuerte dis-
cusin con su ltima patrona, en dos meses estaba de vuelta. Haba ganado
suficiente dinero como para preparar, siguiendo los planes del marido, la ca-
sa en la que viven ahora. Antes vivan con los padres de Gloria. Mientras ella
estaba en Espaa, el marido se hizo cargo de los hijos. Su hijastra, la hija
mayor de Gloria, se encargaba de las tareas domsticas. Cuando lleg, su hi-
ja menor no la reconoca.
En la actualidad, Gloria trabaja en casa, hacindose cargo de las tareas
domsticas, cocinando y cosiendo cosas para vender, lo que se gana no al-
canza. Gloria quisiera volverse a ir, y est buscando los medios. Dice que ne-
cesitan el dinero. Pero toda su familia: su marido, su hija mayor, los nios
pequeos, su madre y su suegra, opinan que debe quedarse, que su familia
la necesita.
Como podemos ver, Isabel, Doris y Gloria, estn en momentos vitales
y muy diferentes, del proceso migratorio. Isabel lo est comenzando, Doris
lleva ya una temporada y todava no piensa en volver, y Gloria ya regres,
aunque le gustara volver a migrar. En todas las ocasiones el factor econmi-
co es determinante, su trabajo y su dinero eran necesarios en la casa. Con
326 Arantza Meaca
todas y con eso, no siempre es una decisin exenta de razones de gnero. Co-
mo en el caso de Gloria, para muchas mujeres migrar es una manera de po-
ner fin a una situacin de maltrato de gnero sin evidenciar la ruptura fa-
miliar. Sin tener que hacer frente a las presiones sociales que diran que tie-
nen que aguantar. Con una estrategia culturalmente abierta y una justifica-
cin valorada, la econmica. Con las ventajas econmicas del trabajo en el
exterior frente al nacional, y teniendo a un marido que, al menos en un
principio, se responsabilice de la prole.
En la mayora de las ocasiones, la opcin por este patrn migratorio es
una causa de tensiones para todos. Ellas lo pasan mal por la soledad de su
trabajo. Dedican muchas horas a realizar las labores de una casa ajena, con
escaso contacto con gente a la que no tengan que cuidar, y echan de menos
a su familia, a sus vecinas, a sus amigas y compaeras del sector. Por no vol-
ver a hablar de la violencia simblica del sentimiento de culpa. En las oca-
siones que no encuentran trabajo rpidamente, o si no ganan lo suficiente
para pagar las deudas, las cosas pueden ser todava peores.
Ellos tambin entran en crisis. Muchos tienen que aguantar las bromas de
sus compaeros de trabajo y amigos, que si porqu no dejan de trabajar, que
si son unos mantenidos... En algunas ocasiones, s que es cierto que no tie-
nen trabajo y que viven gracias al dinero que manda su mujer, como en el
caso de la familia de Doris. Otras veces, la preocupacin por sus hijos, los
hace cambiar la forma de organizar el tiempo libre para estar con ellos. En
muchos casos, esta situacin crtica llega a su fin con su propia migracin,
sea para ir al lado de su mujer o sea en otra direccin donde tienen redes de
hombres que les ayuden a encontrar un trabajo de hombres. En otras oca-
siones, terminan por buscar un nuevo compromiso, pudiendo llegar a de-
sentenderse de los hijos. Algunos permanecen en esta situacin temporal,
por pocas ms indefinidas. Tener un puesto de trabajo, una relacin slida
y comunicacin frecuente con su mujer, y algunos ratos de buena vida en-
tre trago y alguna aventura18 les ayudan a mantenerse firmes.
Dado lo reciente del proceso migratorio, pocas de las historias que yo
he recogido en mi trabajo de campo comienzan hace ms de cinco aos. En
18 Tanto en Ecuador como en Espaa los hombres y mujeres separados dentro de la familia trasnacio-
nal pueden contraer nuevos compromisos de pareja, relativamente estables, que no implican la rup-
tura con la pareja migrante. Esta situacin la est profundizando Pilar Lpez (2004) en su trabajo
de campo actual.
Ecuatorianas que viajaron. Las mujeres migrantes en la familia tradicional 327
Mucho despus, Eliza me ha contado que el cambio no fue tan fcil ni tan
rpido, que cuando su marido vino quera seguir comportndose como en
Ecuador, y a veces discutan fuerte. Cuando estaban cambindose de casa vi-
no el peor momento, haba mucho trabajo; sin embargo, l no estaba dis-
puesto a perderse su partido de ftbol, ni a esperarlas, ni a llevarse l solo a
la nia. All Eliza salt, l le puso la mano encima, y ella dijo que eso nun-
ca ms, estaba decidida a irse de la casa. Finalmente, l le pidi que no se
fueran, que no le dejaran solo. Y desde entonces, llevan tres aos mucho
mejor. Con todo esto, Eliza ha realizado con su migracin un proceso de
empoderamiento: se ha vuelto ms segura, ha adquirido recursos que su ma-
rido no tena, y esto ha cambiado, en buena medida, las dinmicas de gne-
ro en la familia. En ese sentido, pese a que extraan a sus familias y las mon-
taas de su lindo Quito, ahora son ms felices como familia.
A lo largo de estas pginas he querido constatar lo diferentes que pue-
den ser los modelos que se esconden detrs de la migracin femenina. He
p rocurado resaltar su interaccin con las dinmicas de gnero, concluye n-
do que la migracin de las mujeres, nunca puede separarse de las condicio-
nes propias de sus posiciones dentro de la familia y en una sociedad patriar-
cal. Los factores econmicos y de gnero se entrelazan y condicionan mu-
tuamente en las decisiones migratorias de las mujeres. Hemos visto que la
relacin entre la migracin y la fractura familiar no es unvoca, sino bidi-
reccional, que hay situaciones en las que la migracin en lugar de ruptura
supone re a g rupacin, y que los factores que subyacen a la separacin de
una pareja son mltiples, e irreductibles a la migracin femenina. Y he
querido ilustrar cmo la familia extensa, en Ec u a d o r, sigue teniendo la so-
lidez y vigor necesarios para permitir todo este variado conjunto de migra-
ciones de mujeres.
Sin duda, hay patrones de migracin femenina, como el de las mujeres
solteras sin hijos y el que se da en los procesos de reagrupacin familiar, que
son ms compatibles con el modelo hegemnico de relaciones de gnero
que se esconde en la abierta censura a las mujeres migrantes. stos son los
patrones seguidos ms frecuentemente por las mujeres de clase media que
deciden migrar. Mientras que el ms transgresor del modelo, es el de las es-
posas migrantes. Necesitamos esperar ms para conocer sus repercusiones
histricas, puesto que, por el momento, son muchas las narrativas que nos
hablan de una tensin permanente, de experiencias dolorosas en ambos sen-
330 Arantza Meaca
Bibliografa
2 Hasta el 1 de junio de 2003, los ciudadanos ecuatorianos podan entrar en Italia tan slo con el
pasaporte, sin necesidad de una visa. Por ello era muy fcil entrar como turistas, con un permiso de
90 das, y luego permanecer al concluir el tiempo establecido. Adems de la posesin del pasapor-
te, las autoridades de frontera exigan algunas condiciones: un boleto areo de ida y vuelta, la dis-
ponibilidad de un alojamiento (re s e rvacin hotelera, invitacin por parte de un ciudadano italiano
o un connacional residente legal), la disponibilidad de medios financieros adecuados para mante-
nerse por los 90 das establecidos. En ausencia de estas condiciones, las autoridades de frontera te-
nan la facultad de negar la entrada al pas. Las mismas condiciones se presentaban en Espaa.
Cul es la relacin entre familia y migracin? 337
A veces, la causa del xodo ha sido una ruptura del lazo familiar o de pa-
reja (divorcio, repudio...); otras veces la partida viene a romper definitiva-
mente la no adhesin de la mujer a los valores tradicionales y la voluntad
de escapar a una condicin de vida regulada por normas culturales y socia-
les que ella no estaba dispuesta a seguir aceptando (Favaro y Tognetti Bor-
dogna, 1991:74).
Resulta claro, entonces, que existe una relacin interactiva entre familia y
migracin, en la cual cada uno de los dos elementos ejerce su influencia so-
b re el otro. Por un lado, la estructura y el funcionamiento de los ncleos fa-
m i l i a res influyen en la posibilidad de emigrar, pero, por otro, la migracin
transforma e influye en la familia, sea en el pas de origen o en el de llegada:
La migracin determina, sobre todo, una reduccin numrica del grupo fa-
miliar y, como consecuencia de ello, una redefinicin de los deberes de ca-
da uno, con base en las caractersticas y en los roles desempeados por los
que han partido, as como de quienes se quedaron (hombre o mujer, jefe de
la familia, joven soltero o soltera, primognito).
En el caso de las familias transnacionales, en particular, los efectos de la
migracin actan de manera simultnea tanto sobre los que se quedan en el
pas de origen, as como de los que partieron, determinando cambios im-
portantes a corto y largo plazo. Si tradicionalmente se ha prestado mayor
atencin a los efectos que la migracin provoca en la familia en el pas de
llegada, tambin es importante tener en consideracin los efectos simult-
neos que involucran a los miembros emigrados, as como a los que se han
quedado en el pas de origen:
El contexto de destino
4 En este aspecto, volvemos al concepto de riesgo social y de reflexiones que en los ltimos aos se
han podido desarrollar dentro de la sociologa de la familia, relativas a este tema. Donati, en parti-
cular, utilizando el acercamiento relacional, sugiere leer el riesgo como relacin de adecuado/inade-
cuado entre desafos y recursos, es decir, sugiere utilizarlo como una categora neutra, considern-
dola como el resultado de una especie de suma algebraica entre desafo y recursos... el riesgo pue-
de, entonces, asumir un signo positivo o negativo en base al tipo de equilibrio alcanzado en la com-
binacin de desafo y recurso (Rossi, 2001: 29). En este caso, entonces, estamos justamente ante
una situacin de riesgo en la cual, luego de la migracin de un miembro de la familia y de las pos-
teriores reunificaciones, todo el ncleo est sujeto a una serie de desafos frente a los cuales debe te-
ner la capacidad de activar recursos satisfactorios. Siempre refirindonos a Donati, en este caso, la
situacin de riesgo familiar presente es aquella que viene definida como una situacin de transicin,
es decir, una falta de recursos para adecuarse a hechos normativos o no normativos-desafos que se
verifican en el ciclo de la vida familiar (Carr, 1995: 193-197).
5 La investigacin se realiz a travs de la aplicacin del acercamiento biogrfico, siguiendo la pers-
pectiva etnosociolgica propuesta por Bertaux. En particular, se ha articulado a travs del uso de
relatos de vida de inmigrantes ecuatorianos asentados en Gnova (n.20) y por sus familiares que se
quedaron en Ecuador, adems de relatos de vida (n.23) de familiares de migrantes ecuatorianos in-
sertos en distintos contextos, ya fueran europeos (Espaa, otras ciudades italianas, Pases Bajos) o
norteamericanos (USA y Canad). Adems, se han utilizado entrevistas (17 en Gnova y 16 en
Ecuador) a informantes calificados (trabajadores sociales, religiosos, mediadores culturales, profe-
sores y educadores).
Cul es la relacin entre familia y migracin? 343
no existe una familia inmigrada ya constituida, bien hecha, que integre, sea
integrada o se deba integrar... la integracin social no tiene relacin con
una familia ya constituida, sino con un proceso complejo que produce la
familia de la inmigracin... con su propia identidad social y cultural.
La pareja
los roles recprocos a la luz de los anteriores, pero tambin frente a los cam-
bios que provocan la experiencia migratoria y la influencia cultural del nue-
vo pas. Este aspecto parece ser particularmente evidente cuando la partida
de las mujeres y las reunificaciones alteran la divisin tradicional de roles al
interior de la pareja y obligan al hombre a una posicin subordinada. En es-
te caso, por lo menos temporalmente, el hombre vive en una situacin de
dependencia en la que l deja de ser el proveedor del ncleo y pasa a ser su
mujer quien cumple ese papel, ya que es quien conoce el contexto, sabe el
idioma, tiene relaciones con el exterior y, sobre todo, tiene una independen-
cia econmica que le permite mantener a la familia y al marido. En estas cir-
cunstancias, se comprueba una verdadera inversin de los roles vividos an-
teriormente, inversin agravada an ms por las dificultades de insercin la-
boral y por los perodos de desempleo:
necido por largo tiempo en el pas de origen, sobre todo si las reunificacio-
nes no se producen al interior del cuadro familiar ya conocido por el joven,
sino en un contexto diferente, en el que la recomposicin de la familia im-
plica el conocimiento de nuevos miembros y la construccin de nuevas re-
laciones. La partida de las madres determina6, en efecto, un perodo de se-
paracin forzada, de ms o menos largo tiempo, durante el cual los hijos se
quedan en el pas de origen junto con miembros de la familia ampliada. La
reunificacin se presenta como una fase extremadamente crtica y llena de
expectativas, representa la realizacin de un deseo pospuesto en el tiempo -
la reunificacin con su propia familia- pero tambin la separacin y el ale-
jamiento, a menudo permanente, de afectos y lugares conocidos:
timientos son percibidos con mayor intensidad por los chicos adolescentes
porque la partida y la llegada al nuevo pas se traducen en una prdida de
su autonoma de movimiento y de gestin. La ruptura de los lazos de amis-
tad, la dificultad de relacionarse con los compaeros italianos, la distinta
gestin de espacio y tiempo, que hacen difcil vivir en espacios urbanos co-
mo se lo poda hacer en la casa propia7, dificultan la insercin y crean una
molestia generalizada. El encuentro se presenta, en muchas ocasiones, como
un fracaso respecto a las expectativas iniciales, un desmoronamiento de las
ilusiones construidas en el tiempo. Ilusiones ligadas ya sea a la figura de los
progenitores o a las caractersticas del pas de llegada, imaginado como ms
parecido al modelo norteamericano antes que al europeo. La imagen mtica
del padre, construida durante los aos de ausencia, se encuentra con la rea-
lidad de una condicin de vida precaria, poco prestigiosa, muy lejana a las
expectativas previstas.
Se pueden detectar, de manera esquemtica, algunos factores que jue-
gan un papel decisivo en la agilizacin u obstaculizacin del recorrido de in-
sercin:
7 La gestin de los espacios habitacionales en las zonas urbanas de Ecuador es muy diferente de aque-
lla del contexto italiano. En todas las clases sociales prevalecen las habitaciones unifamiliares en la
que cada familia tiene a disposicin una notable autonoma, ya sea en la gestin de los espacios in-
ternos como en los externos. Adems, sobre todo, en los barrios populares, los espacios externos co-
munes (calles, canchas, plazas...) los viven todos los ciudadanos, adultos y nios, como lugares de
encuentro y de cita. Esta diferencia resulta particularmente difcil de aceptar para los nios/chicos
que se encuentran de improviso en un espacio cerrado y de difcil acceso (adems de peligroso pa-
ra quienes habitan en zonas degradadas de la ciudad), en donde las ocasiones de encuentro y socia-
lizacin no pueden ser espontneas, sino que deben ser proyectadas y organizadas en lugares y mo-
mentos especficos.
Cul es la relacin entre familia y migracin? 351
8 Por ejemplo, muchos padres lamentan que a menudo los hijos amenazan con denunciarlos a la Po-
lica o al telfono Azul, poniendo en discusin no slo su autoridad sino, sobre todo, desprecian-
do sus mtodos educativos y complicando an ms el manejo de los hijos, como se puede ver en
este extracto de una entrevista a una madre ecuatoriana: Por qu no dejan que usemos nuestros
mtodos? As no podemos hacer nada porque si decimos algo, si no deseamos que hagan algo o les
hablamos nos dicen mira, que llamo a la Polica!. A una vecina ma le sucedi, ella haba regaa-
do a su hija porque lleg del trabajo en la noche y ella no haba hecho nada; la hija llam a la po-
lica que vino a preguntar y todo... (Gnova 25, R. empleada domstica).
Cul es la relacin entre familia y migracin? 353
Bibliografa
Introduccin
Los hijos e hijas que se han quedado en la sociedad de origen forman parte
de las que, en la literatura sobre migracin, se denominan comunidades fi-
jas, pero adems, estn en ntima relacin con las comunidades mviles
constituidas por sus propios padres o madres. Como afirma Abdelmalek Sa-
yad (2004) hablar de los hijos de los emigrantes es hablar de un caso muy
particular de sujeto, porque son personas intensamente afectadas dentro del
proceso migratorio sin ser emigrantes ellas mismas.
Appadurai (2001) al hablar de las disporas, subraya que stas no son
relaciones objetivamente dadas que se ven de la misma forma desde cual-
quier ngulo de visin, sino que se trata de constructos marcados por la
p e r s p e c t i va desde la que se los aborda, atravesados por situaciones histri-
cas, polticas y lingsticas de los diferentes tipos de actores. Esta reflexin
s o b re la dispora es til para hablar sobre las diversas re p resentaciones de
la migracin en Ecuador actual, en donde la opinin que tienen las c o m u-
nidades fijas frente a los que se mueve n es muy compleja. En general,
este grupo es objeto de crtica, envidia, admiracin o victimizacin. En
ciertos sectores sociales se ha visto con recelo a la migracin como un fac-
tor de movilidad social, y que existan nuevos flujos de dinero, que han en-
c a recido la vida de esa sociedad; as, la procedencia de ese dinero se obser-
va con cautela. Esta sensacin es traducida, muchas veces, en estigmatiza-
ciones hacia los hombres y mujeres emigrantes. Por otro lado, existe el fer-
viente deseo de migrar.
Autoras como Pellegrino (2001) han definido a este proceso como un
contagio social referido fundamentalmente al deseo de poseer lo que el ve-
cino ha adquirido, lo que provoca una suerte de efecto domin entre quie-
nes quieren migrar y que se sostiene, adems, por la intensificacin de redes
sociales en los pases a donde viajan. Finalmente, en muchos otros casos se
tiende a victimizar a los emigrantes, discurso que es re f o rzado, principalmen-
te, desde los medios de comunicacin. Desde all se levanta una imagen aso-
ciada, en la mayora de los casos, a temas de coyoterismo y trfico ilegal.
En el estudio realizado por FLACSO-Sede Ecuador en las provincias del
sur del Ecuador, se ha visto que los jvenes de ambos sexos, hijos e hijas de
emigrantes, que son parte de las comunidades fijas, muchas veces se han
vuelto receptores de estas representaciones y opiniones que se tienen acerca
de sus padres y madres emigrantes, adems de algunas representaciones que
se formulan sobre la juventud asociadas a las patologas sociales, por lo que
podemos decir que se ha construido la imagen-tipo del hijo de migrante,
como la sumatoria de estas caractersticas diversas, de manera que es una
vctima, y al mismo tiempo, un problema para la sociedad. Por un lado, la
visin que se tiene sobre los hijos de los emigrantes est ligada al concepto
de abandono, desestructuracin familiar y a los profundos impactos emo-
cionales que ello ha trado para sus vidas; y por otro, est muy arraigada la
idea de que al existir falta de control de los padres, los jvenes son ms
proclives a caer en el alcoholismo, la drogadiccin, enfrentar embarazos pre-
coces, e incluso involucrarse en pandillas (Herrera y Carrillo, 2004).
En esta ponencia me interesa explorar cul es en palabras de Appadu-
rai el ngulo de visin de los jvenes hijos e hijas que se han quedado
en Ecuador, en relacin a la migracin de sus padres o madres. La idea que
atraviesa este texto es que la construccin sobre la migracin, sus proyectos
de vida y los aspectos que van delineando las actividades cotidianas, depen-
den fundamentalmente de su espejo distante constituido por sus padres y
madres con quienes se comunican a travs de las fronteras.
En la primera parte de este trabajo, se examina la manera en la que los
jvenes ven a la migracin, y en la segunda, cmo se piensan a s mismos
dentro de este proceso (todo lo cual persigue el objetivo de visibilizar su pre-
sencia dentro de la migracin internacional ecuatoriana). Para ello, tomar
El espejo distante 363
explotados o que sus padres nunca tienen tiempo libre, son lugares comu-
nes en el discurso de los jvenes.
La migracin se asocia tambin a un descenso de estatus de sus padres
en el lugar donde se encuentran. Los hijos estn conscientes del nicho labo-
ral que ahora ocupan sus progenitores en los pases receptores, por lo que
consideran a la migracin como un sacrificio de sus padres en pro de la
mejora econmica de toda la familia.
En los testimonios recogidos tambin se menciona a los otros pases
como espacios en donde los valores morales se pierden y los jvenes se da-
an. Algunas entrevistas dan cuenta del dilema que viven los padres por-
que temen que si sus hijos viajan se vern expuestos a sociedades ms pro-
clives al libertinaje, y en especial, existe una mayor relacin entre migra-
cin y prdida del control sexual de las jvenes hijas mujeres por parte de
los padres. El choque cultural, en cuanto a valores morales y ticos que ex-
perimentan los emigrantes en las sociedades de llegada, se vuelve un factor
importante para entender los continuos mensajes negativos que envan a sus
hijos sobre los pases en los que se encuentran.
los hijos quienes viajan para as poder ser ellos quienes ahora ayuden a su
familia.
Una de las motivaciones ms fuertes para migrar es la posibilidad de
reencontrarse con sus familiares en el exterior. Los hijos que se quedan, co -
nocen los lugares donde se encuentran sus padres y madres a travs de sus
propias descripciones en las conversaciones telefnicas, por medio de las
cartas o a travs de las fotografas y videos que stos les envan, y han elabo-
rado una serie de construcciones acerca de cmo es la vida en estos pases.
El momento del reencuentro en estos nuevos lugares es largamente imagi-
nado y esperado, y, muchas veces, es lo que estructura sus proyectos de vi-
da a futuro.
Varios autores (Alberto Martn Prez, 2004; Cavalcanti y Boggie, 2004;
Sayad, 1998) han reflexionado en torno a la idea del retorno como elemen-
to constitutivo central en la condicin del inmigrante en el pas de destino,
y ello me parece una idea importante en cuanto a la construccin del ima-
ginario de la migracin entre los jvenes hijos de emigrantes. Sayad ilustra
la complejidad de este tema, cuando afirma que el proyecto de retorno mo-
tiva la decisin de partir y, ms tarde en la sociedad de llegada, es lo que va
dando forma a las modalidades de su permanencia. En otras palabras, la
idea de retorno es el ancla con el cual el emigrante se une a su pas de ori-
gen y en el caso de los hijos e hijas que se han quedado, el retorno es, a su
vez, la idea que posibilita pensar la familia a pesar de la distancia y lo que
estructura el proyecto futuro de migrar.
En la gran mayora de los testimonios recogidos en las conversaciones
con jvenes hombres y mujeres, la idea de partir surge paralela a la necesi-
dad de volver, y Ecuador representa, para ellos, el lugar deseado en un futu-
ro a largo plazo al que podrn regresar despus de haber solucionado el fu-
turo inmediato.
Ello contrasta con la idea que, por lo general, se tiene de estos jvenes en re-
lacin a su deseo irreprimible de salir del pas; por el contrario, se ha vis-
366 M. Cristina Carrillo E.
to que las construcciones que han desarrollado estos jvenes sobre la migra-
cin son de carcter ambiguo y pendular, se mueven entre el irse y quedar-
se, porque el deseo de partir es incuestionable a la vez que es fuerte la valo-
racin que tienen sobre sus zonas de origen y su motivacin para estar en
Ecuador3. Los factores que marcan este apego son, fundamentalmente, la
cercana con su espacio geogrfico y entorno social. Ecuador se asocia con
el clima agradable, el paisaje diverso, la comida que deleita, las viviendas es-
paciosas, el ritmo pausado de vida y los valores morales ms slidos. Los
otros pases significan lo contrario: clima extremo en verano e invierno,
paisaje montono, comida que no satisface, espacio muy reducido en la vi-
vienda, ritmo acelerado de vida y valores morales poco consolidados. Esta
construccin negativa de los otros pases se da especialmente por contraste
con las caractersticas de sus propios entornos y sus experiencias particula-
res; as por ejemplo, se evidencia mayor preocupacin por el clima fro en
las entrevistas realizadas con jvenes que viven en la Costa de Ecuador, o
mayor inquietud por los espacios pequeos, cuando los jvenes viven en
zonas rodeadas por espacios abiertos y naturaleza.
3 Estas percepciones han sido recogidas en numerosas entrevistas y grupos focales realizados a jve-
nes y maestros/as de varios colegios.
El espejo distante 367
El cambio de roles al interior del ncleo familiar y los nuevos tutores que se
han quedado a su cuidado han generado un trastrocamiento en la imagen de
referencia para los hijos e hijas de emigrantes, que ahora ya no saben quin
detenta la autoridad. Estos nuevos tutores tienen poder sobre los jvenes, sin
embargo, sus padres siguen teniendo ingerencia sobre ellos a travs de la dis-
tancia, les dicen en qu inve rtir el dinero, negocian con ellos los permisos pa-
ra actividades sociales, y les imponen premios o castigos por las calificaciones
obtenidas en el colegio. Esta confusin en sus referentes sobre la autoridad es
una de las principales fuentes de conflicto con los nuevos tutores.
En otro tema, para estos jvenes, la comunicacin con sus padres y ma-
d res emigrantes es vital para fortalecer la sensacin de cercana a travs de la
distancia. Por ello es tan importante el contacto que han permitido las nue-
vas tecnologas como la In t e rn e t, las conferencias con cmara de fotos y los
videos caseros ya que, gracias a ellos, pueden construir da a da supre s e n c i a .
Mi mami est lejos pero no est lejos... aqu en el velador tengo su foto y
adems tengo el celular, que es el primer regalo que me hizo (R., 18 aos,
Guayaquil).
to, esta calidad se refuerza con los viajes espordicos de los padres hacia
Ecuador o de los hijos hacia el lugar en donde se encuentran sus familiares,
ya que ello permite la afirmacin de la presencia y el re-conocimiento de pa-
dres, madres e hijos. Lastimosamente, ello no siempre resulta factible debi-
do a la condicin de irregularidad en que vive gran parte de los emigrantes
ecuatorianos y tambin al costo monetario que ello implica; sin embargo,
buscar modalidades para una comunicacin sostenida, resulta clave para la
consolidacin de las familias transnacionales.
Aqu retomo lo esbozado en lneas anteriores sobre la idea del retorno,
la cual es fundamental para que los hijos y las hijas puedan sobre l l e var, de
mejor manera, la migracin de sus padres. Cuando esta idea se resquebraja
o se quiebra y pasan los aos y los padres no cumplen la promesa del ansia-
do retorno, ello tiene consecuencias muy negativas en los hijos, quienes se
sienten abandonados y generan un profundo resentimiento hacia sus padres.
En el da de la madre, mis hermanas y yo, toditas nosotras le hacamos
manteles a mi mami, y tenamos que guardar para cuando venga, darle. Y
guardamos, guardamos, guardamos y tenemos un montn de manteles
aqu (B., mujer de 18 aos, Cuenca).
Para estos jvenes, el otro est constituido por sus pares, jvenes, quienes
s tienen aqu a sus padres y madres. La elaboracin de un nosotros/ellos, se
evidencia fundamentalmente en un espacio-tiempo determinado donde se
extreman las diferencias, como por ejemplo en los das de entrega de libre-
tas de calificaciones en los colegios, o en las celebraciones del Da de la Ma-
dre o Da del Padre, que se convierten en verdaderos espacios de violencia
simblica para los hijos de los emigrantes.
Consideraciones finales
5 Evidentemente, los casos de cmo los hijos/as han enfrentado la separacin con respecto de sus pa-
dres difieren de acuerdo a varios factores: a) las personas que han quedado como responsables de
su cuidado, b) el grado de comunicacin que mantienen con sus familiares, c) la frecuencia en el
envo de remesas, d) el respaldo de una red social de su familia ampliada, y e) las perspectivas de
reunificacin familiar (Carrillo, 2004).
372 M. Cristina Carrillo E.
Yo pienso que s se debe hacer algo con nosotros, hablar, escucharnos pe-
ro tampoco tratarnos como diferentes, as tampoco (R., varn de 18
aos, Gu a y a q u i l ) .
Bibliogrfa
Introduccin
lianas presentes en EE.UU. en los aos 30. El investigador Jean Peneff afir-
ma que estos estudios lucharon contra los estereotipos dominantes que con-
sideran a estas bandas como el resultado de una tendencia perversa de los
grupos de italianos o polacos (Peneff, 1990: 54-55).
En conclusin, el mtodo biogrfico permite obtener informacin so-
bre el desarrollo de la vida de una persona y sobre cmo un individuo crea
y refleja su realidad individual y social. En la presente investigacin, ms
que historias de vida, se emplearon relatos de vida y entrevistas a profundi-
dad que sirvieron de mucha utilidad para conocer sobre las trayectorias in-
dividuales, familiares y sociales de los jvenes a partir del hecho migratorio,
uno de los hitos ms importantes en su historia de vida.
A partir de estas reflexiones, se pretende construir categoras conceptua-
les que nos permitan abordar el fenmeno social de la migracin internacio-
nal desde otra perspectiva terica, como se dijo anteriormente, la que con-
sidera la importancia de los contextos micro sociales o como lo llamara
Wolf (1988) a partir de una sociologa de la vida cotidiana, donde los su-
jetos investigados, protagonistas de los procesos migratorios, son quienes
ofrecen tambin significaciones e interpretaciones del mundo que los rodea,
de los contextos familiares y sociales en el pas de destino. En sntesis, per-
mite conocer cules son los rastros que la migracin marca, impone o de-
termina en su vida, en sus relaciones sociales, en su insercin en el mercado
de trabajo y en sus prcticas culturales.
Esta representacin social mtica concibe a los pases del llamado Pri-
mer Mundo como los espacios territoriales donde se concretan las oportu-
nidades de mejorar el nivel de vida. Como lo afirman Franklin Ramrez y
Alba Goicoechea (2002: 37): Se observa la produccin de novedosas mito-
grafas en las que se insertan, como parte del marco de interpretaciones que
sustentan el proceso migratorio, categoras tales como deseo, ilusin para
la reconstruccin de los procesos sociales.
Nos llega la informacin de all y nos dicen que en Europa se ganan me-
jores sueldos que en nuestro pas ( Ivn )2.
2 Este y otros testimonios son parte de un artculo que ser publicado por Transmigra Red ALFA-
Unin Europea, (red conformada por cuatro universidades latinoamericanas y europeas para el es-
tudio de las migraciones internacionales).
3 ste y otros testimonios son tomados del artculo de Patio y Pesntez (2004).
380 Marysol Patio S.
Como buena latina, pensaba que lo de fuera era mejor que lo nuestro, la
tpica idealizacin. Despus, al conocer el pas desde una perspectiva de tu-
rista, era el pas ideal: de gente honesta, de oportunidades, rico, etc. Pero
una vez como residente, el cuadro cambi; al implicarse en la vida laboral,
social y cultural. En lo laboral, en Francia, se tienen muchos derechos ini-
maginables. En Ecuador vendran a ser una utopa, ayuda econmica en
caso de prdida del empleo, la posibilidad de tener hijos y continuar en la
vida laboral activa, servicio mdico ptimo, etc., por ejemplo. Sin embar-
go, como en todas partes el sistema no es infalible ni perfecto, pero clara-
mente muchsimo mas ventajoso que el de nuestro Ecuador (Helena).
Estamos viviendo ac seis hermanos, tres casados y tres solteros, pero uno
de ellos va y viene de Espaa (Octavio).
Hace diez aos vino (a Espaa) mi primo Nicols y despus otros primos,
dos aos antes que yo viniera, despus mi hermano y luego yo que le man-
d llamar a mi esposa (Manuel).
Sucede lo contrario con las imgenes del pas de origen, antes del hecho mi-
gratorio, las imgenes son negativas: hablan de un pas que no ofrece opor-
tunidades de realizacin personal, que no ofrece empleos o salarios dignos,
un lugar donde hay mucha corrupcin.
Representaciones sociales, imaginarios y prcticas cotidianas 383
Ecuador est tan mal, que nos obliga a hacer esto (migrar a Espaa) (Elena).
En Ecuador te pagan una miseria, no valoran tu trabajo, por eso tienes que
salir a buscar mejores das, pero, ac tampoco es fcil y mi pas es mi pas,
extrao mis amigos, la comida, no me pierdo un partido de ftbol cuan-
do juega mi pas (Juan).
En Ecuador se tiene la idea de que los ttulos extranjeros son muy impor-
tantes, tener un ttulo de una universidad francesa es bien visto, te abren
las puertas. Te aprecian o te valoran ms si has estudiado cine o literatura
fuera del pas (Pablo).
Ac les gusta nuestra msica, les gusta vernos con trajes de indios aunque
sea mezclados con los trajes de los indios de EE.UU., hay que vender una
imagen (Jos).
Integrarse o acostumbrarse?
La vida ac es muy agitada, la gente no tiene tiempo para nada, ni para es-
tar en familia, es difcil, despus te acostumbras (Mara).
No me enseo en este pas porque se paga muchos impuestos, por todo de-
bemos pagar impuestos, no me acostumbro, en nuestro pas es diferente
se pagan menos impuestos (Jos).
Casi todas las personas a quienes entrevistamos en Espaa, no slo los jve-
nes, insistieron en llevarnos a sus pisos para compartir un caf o una me-
rienda; sin duda, sta es una de las prcticas culturales que ms extraan de
su pas de origen y una de las razones por las que no se integran o acostum-
bran como dicen ellos a la cultura espaola:
A nosotros los jvenes nos gusta bailar, tener amigos, invitar a los panas
una biela [cerveza en Ecuador] o caa [cerveza en Espaa], pero ac no
se puede, el otro da le hicimos la despedida a un amigo que fue al Ecua-
dor, pero a los 60 das nos lleg una multa, uno de los vecinos se haba
quejado por la bulla que hicimos y nos multaron (Enrique).
Cuando llegu ac, fue tan difcil entender lo del metro, yo que apenas iba
en el bus de Cuenca a Cumbe, imagnate lo difcil que era entender el me-
tro en Barcelona (Norma).
Las personas que han logrado integrarse son, precisamente, quienes han
contrado matrimonio o mantienen una relacin afectiva con franceses o es-
paoles, o han adquirido estatus de residentes.
En el caso de los jvenes entrevistados en Francia, es interesante analizar las
diferencias en las representaciones sociales sobre la integracin entre los hom-
bres y las mujeres. En el caso de los indgenas artesanos varones, que antes de
inmigrar a Francia vivan en Espaa, definen a este pas como un lugar donde
el trabajo es lo importante, pero prefieren la sociedad espaola para vivir, pien-
san que la integracin en Espaa es ms fcil porque hablan el mismo idioma,
existe ms poblacin ecuatoriana y se sienten como en su pas de origen.
Al contrario, las mujeres artesanas, definen a Francia como el pas don-
de han encontraron mayor reconocimiento, aceptacin y adems, el sistema
de control y disciplina francesa ha obligado a sus parejas a disminuir la in-
gesta del alcohol y los problemas que se derivan de esta prctica de consu-
mo ms habitual y aceptada en Espaa.
388 Marysol Patio S.
Sin duda, lo que contribuye a una mejor insercin de las personas inmigran-
tes en la sociedad de destino es su regularizacin y el dominio del idioma.
Llegu con visa como estudiante. Los franceses cumplen la Ley y contro-
lan todo, es bien difcil que vivas ac, si no tienes papeles, sin papeles no
te aceptan, ni para arrendarte un departamento (Luis).
En algunos casos, los jvenes inmigrantes en Espaa, afirmaron que han in-
tegrado a su vida cotidiana ciertas prcticas de la cultura espaola, para lo-
grar la aceptacin de esta sociedad, incluyen entre ellas el acento espaol,
que algunos de ellos lo utilizan como una estrategia para lograr su acepta-
cin. Uno de ellos se refera a este acento diferente como si se tratar de otro
idioma.
Yo creo que si me voy a una tienda y quiero comprar algo, el otro [espa-
o] el que me muestra mala cara le conviene tratarme bien por que sino
no compro nada y tiene que atenderme y entenderme en mi idioma, debe
hablarme en espaol no en catalnYo soy ecuatoriano, no debo hablar
en cataln porque pierdo mis races hay muchos paisanos que han perdido
el acento y hablan como espaoles (Hernn).
Existen causas estructurales que generan la migracin, hay una violencia es-
tructural y cultural a escala mundial que la provoca, pero tambin existen
causas referidas a los aspectos subjetivos o personales de quien se ve obliga-
do o no a tomar la decisin de emigrar.
En las entrevistas, adems de los bajos salarios y la crisis econmico-po-
ltica del pas, las razones que obligaron a los ecuatorianos a emigrar son la
posibilidad de huir de la discriminacin y maltrato/violencia domstica, la
reunificacin o reagrupamiento familiar, entre otras.
En investigaciones anteriores se plante como supuesto que los flujos mi-
gratorios se incrementan por la crisis econmica que enfrenta nuestro pas que
obliga a la poblacin ecuatoriana a buscar nuevas estrategias de supervivencia
en el exterior, pero tambin por el sistema de redes de familiares en el exterior
que posibilitan que los procesos migratorios se produzcan y se reproduzcan
mantenindose como una constante en la evolucin histrica de dichos pro-
cesos, principalmente en la regin del sur del pas (Patio, 2004: 156).
390 Marysol Patio S.
Uno de los objetivos del presente estudio fue conocer cules son las re p re-
sentaciones sociales de los jvenes sobre las redes familiares y sobre cmo
Representaciones sociales, imaginarios y prcticas cotidianas 391
Al principio, como todo era nuevo, era muy complicado, si no fuera porq u e
mi hermano ya viva ac, todo hubiese sido ms difcil, l me ayud a con-
seguir trabajo, a estudiar francs, a entender cmo son los franceses (Pablo).
Adems de las redes de familiares, en las entrevistas se pudo conocer que los
motivos para inmigrar son diversos, principalmente se pueden observar di-
ferencias entre los motivos expresados por los indgenas artesanos y los j-
venes estudiantes o artistas.
Se sale del pas con un proyecto en mente, cada ser humano migrante tie-
ne su propia historia, su propio motor que lo llev a salir, sea por estudios,
trabajo o por otros problemas, incluso afectivos (Paula).
En Espaa hay muchos otavaleos que venden las artesanas como noso-
t ros y haba mucha competencia, por eso vinimos ac, para ganar un po-
quito ms, porque all haba muchos ve n d e d o res y cada vez haba que ba-
jar el precio (Rosa).
Otros motivos para inmigrar son los que se derivan o son consecuencia de
las polticas restrictivas de otros pases europeos, principalmente de Espaa.
As por ejemplo, varios de los indgenas entrevistados afirmaron que antes
de inmigrar a Francia vivan en Espaa. Sealaron que a partir del atentado
terrorista del 11 de marzo el control a la poblacin inmigrante en Espaa,
aument sustancialmente, lo que provoc que muchos optaran por emigrar
a otro pas europeo.
Yo viva con mi esposa en Espaa, all trabajbamos los dos vendiendo, pe-
ro se puso muy difcil all, con lo de la visa y con lo que pas el 11 de mar-
zo, por eso nos vinimos ac (Jos).
Al principio pensaba regresar pero cuando ves las ventajas de vivir ac, por-
que es mejor el nivel de vida, la educacin, el trabajo es mejor pagado que
en Ecuador, ya piensas en quedarte (Juan).
Pensbamos regresar con mi hermano, pero cuando nos cuentan cmo es-
t la situacin en Ecuador, no sabemos qu hacer, si regresar o no defini-
tivamente (Armando).
Para que regresar a Ecuador, ahora menos con tanto problema y tanta cri-
sis, pienso que es mejor quedarse aqu (Pedro).
Las nuevas relaciones sociales establecidas por los jvenes en Francia y Es-
paa y las nuevas prcticas aprendidas cotidianamente (a pesar de las dife-
rencias culturales de estas sociedades de acogida) evidencian el poco inters
por retornar definitivamente a Ecuador, sin embargo, se pudo identificar
que algunas frases revelan un sentir y un actuar que, como dicen los jvenes
investigados, los hacen ni de aqu, ni de all.
Ac en Espaa las mujeres son ms libres, hay menos control social que en
Ecuador, por eso ya no quiero regresar a Ecuador, pero extrao mi gente
de all (Paulina).
Ac nos tratan mejor, valoran nuestras artesanas pero all est mi esposa e
hijo y por eso pienso que debo regresar, los dos somos jvenes y nos extra-
amos (Armando).
Bibliografa
Tab.1
Entrevistas realizadas
Nacionalidad N Nacionalidad N
Ecuador 253 Venezuela 2
Per 32 Cuba 2
Colombia 11 Santo Domingo 1
Chile 2 Bolivia 1
Brasil 2 Argentina 1
Total de entrevistas: 307
Tab.2
Entrevistas a informantes calificados
Educadores 5 Operadores Sanitarios 1
Profesores 5 Mediadores culturales 3
Operadores formacin Operadores de medios
profesional 1 hispanos 2
Asistentes sociales 4 DJ discotecas latinas 2
Asistentes sociales 4 Operadores atencin a los
Psiclogos 3 inmigrantes 1
Total de entrevistas: 27
Entre ciudadana, discriminacin e integracin subalterna 399
Tab.3
Adolescentes y jvenes entrevistados (desde el ltimo ao de secundaria al pri-
mer ao de universidad. Entre los 12 y 20 aos)
M F Total
Colombia 1 1 2
Per 1 4 5
Rep. Dominicana 1 1 2
Ecuador 20 16 36
Total 22 22 45
Entrevistados en las siguientes escuelas: Odero, Gastaldi, Casaregis, Marco Polo, Bergese, Cassini- y lu-
gares: Commenda, Sorriso Francescano, iglesias evanglicas de Sampiardarena y Via Assarotti
Tab. 4 Una resea de los ttulos de los ltimos 16 meses. La construccin so-
cial de la imagen de los latinoamericanos en Gnova
Cazan a una mujer colombiana que acuchilla
a su hijastra. Il Secolo XIX 6/4/2003
Las pandillas de Cornigliano, pelean fuera
de un local. Involucrados sudamericanos
y albaneses. Golpes entre menores de edad. Il Secolo XIX 14/4/2003
Amenazada, se lanza en el vaco. Pelea entre
ecuatorianos en Cornigliano Il Secolo XIX 14/5/2003
Saque a nuestros hijos de las calles.
Baby gang: las madres ecuatorianas piden
ayuda al jefe de Polica. Il Secolo XIX 1/6/2003
Joven acuchillado en via Ceccardi.
La Polica busca a un ecuatoriano. Il Secolo XIX 3/6/2003
Esposados seis jvenes atracadores ecuatorianos. Il Secolo XIX 10/6/2003
Pelea entre pandillas en Sampiardarena. Il Secolo XIX 16/6/2003
Pelea callejera. Pre, Sampiardarena, Marassi
zonas calientes por la presencia de pandillas. Il Secolo XIX 7/7/2003
Bancomat, retiros y riesgos de seguridad.
Despus de las baby gang arrestado un
Entre ciudadana, discriminacin e integracin subalterna 403
Para los adolescentes y los jvenes, 3 Para los adolescentes y los jvenes,
las migraciones son fruto de una las migraciones como necesidad e
eleccin y de un proyecto. imposicin.
Las trayectorias que parecan descender, as, de modo lineal de las condicio-
nes familiares adscritas, de las caractersticas de la insercin laboral de los
padres en el mundo del trabajo, o de la discriminacin meditica, empiezan
a descomponerse a partir de las experiencias de los sujetos en la confronta-
Entre ciudadana, discriminacin e integracin subalterna 407
Muchos jvenes que llegan aqu entran en las pandillas. Ta l vez porque la
m a d re trabaja a tiempo completo y no puede darle educacin a su hijo.
Po rque nosotros, como hijos, necesitamos alguien que se ocupe de noso-
tros, nos brinde amor, afecto. Yo senta esto de mi madre. Por esto quera
irme a otra parte no tena tiempo para hablar con mi madre, de confiar-
le. Si la madre hace que los hijos vengan, me gustara que nos dedicara ms
tiempo... Cuando llegu a Italia, ser sincero, comenc a rebelarme con mi
m a d re, con mi ta... a m me gustan las pandillas, ir en grupos, jugamos,
todo... aquellos que no me gustan van por ah para provocar peleas.
Andrs, 17 aos, Ecuador, estudiante, desde hace 3 aos en Italia.
Los padres hacen lo que pueden porque trabajar es difcil o cuando traba-
jan, trabajan demasiado Una persona de 17 aos, en un pas desconoci-
do, con otro idioma... te encuentras con el problema que no sabes qu ha-
cer. Los jvenes se ven en grupos de la misma nacionalidad.
Estefana, Ecuador 20 aos, estudiante universitaria, hace 4 aos en Italia.
Los problemas nacen porque una persona piensa: en Italia tendr todo,
estar mejor, y viene aqu y la mam le dice: yo te dar esto y aquello de-
pendiendo de cmo te comportes. Y luego pensamos: si yo estoy con ma-
m, mam estar conmigo, pero mam trabaja fija, nos deja en un cole-
gio [podra referirse a un internado], entonces sentimos que las madres nos
han llamado para abandonarnos, que solamente se ocupan del trabajo, de
aqu nace el problema de formar grupos, de ir por la calle ...
Carlos, Ecuador, 17 aos, estudiante, desde hace 3 aos en Italia
410 Luca Queirolo Palmas
No es que aqu todos viven en una casa y slo una, hay chicos... yo conoz-
co una amiga que vive con doce personas en una casa, por ello... no s...
or que te hablan... porque las madres, las tas, los tos ecuatorianos son:
mira que no debes hacer as, mira que... pretenden demasiado de ti y
pienso que tanta presin sobre una persona, tanto exigir de una persona...
porque yo estoy cansada, no deseo hacerlo, basta, quiero ser libre y ellos
(los chicos) piensan que hacindolo, que fumando, con los cuchillos, pien-
san ser ms maduros, piensan en otras cosas y no en los problemas de su
casa... porque todo esto, pienso, es para estar entre ellos porque no nos
comprendemos ms, hablamos el mismo idioma... es ms lindo hablar
nuestro idioma... se siente como en nuestro pas, se divierten... en una for-
ma que ellos lo hacan all, es todo igual a como era all...
Mnica, 17 aos, Ecuador, estudiante, hace un ao y medio en Italia
Lo hacen (los jvenes de las pandillas) porque las madres trabajan todo el
tiempo y se sienten solos. Entonces, hacen lo que quieren. No tienen al-
guien que les controle, se sienten libres ...y hacen de todo
Matilde,16 aos, Ecuador, estudiante, desde hace 1 ao y medio en Italia
En lo econmico, de ganar, hasta podra ser mejor en Italia. Por el resto, no.
Carlos, 16 aos, Ecuador, estudiante, hace un ao y medio en Italia
Si nos trajeron aqu [a Italia] y hemos sufrido... luego por un par de me-
ses he quedado slo y sufra por mi madre, me haca falta mi madre y tam-
bin mi madre lloraba porque se haba encerrado en un trabajo fijo de lu-
nes a sbado. Me vea slo el domingo. A veces, llegaban a casa mis tos
(italianos)... yo cuando llegaban a su casa (de ellos) se ponan a pelear. Lue-
go, mi madre ha encontrado este instituto...al que podan venir chicos cu-
yas madres estn encerradas en el trabajo, trabajos fijos, para que aqu me
hospede a dormir. He encontrado ste vine aqu, he estado bien en re-
sumen Hasta ahora estoy aqu.
Ronald, 18 aos, Ecuador, estudiante de un internado, hace 7 aos en Italia.
Entre ciudadana, discriminacin e integracin subalterna 411
Ahora nos ven mal porque piensan que todos podemos hacerles dao, an-
tes nos vean como trabajadores. La gente que ha llegado hace poco, ha co-
menzado a delinquir, las mujeres han trado hombres e hijos y debido a
que no trabajan, beben y hacen dao... antes los italianos nos vean bien,
ahora cuando subimos en un bus, aprietan los portafolios como si estuvi-
ramos por robarles... los jvenes no se asimilan, no saben el idioma y no
tienen alguien que permanezca con ellos durante el da, cuando los padres
trabajan, entonces, van a la calle y se renen con gente que habla espaol.
Rodrigo, 17 aos, Ecuador, estudiante.
412 Luca Queirolo Palmas
Me han insultado por la calle, especialmente los grandes, son racistas. Aho-
ra, el ecuatoriano es mal visto porque ahora hay jvenes que se meten en
las pandillas y aparecen en los peridicos. He visto personas que se meten
en las pandillas. Me da pena y vergenza...vienen a hacer dao en lugar de
estudiar.
Brenda, 16 aos, Ecuador, estudiante, hace 4 aos en Italia
Las pandillas son una vergenza para nuestro pas. La gente piensa que he-
mos venido para destruir Italia. Creo que los medios tienen razn pero
exageran.
Priscila, 18 aos, Ecuador, estudiante, hace 5 aos en Italia.
Hay gente que te mira como si apestaras, sobre todo los ancianos. No es-
tn acostumbrados a ver tanto extranjero, la gente habla, dice que noso-
tros los latinoamericanos los hemos invadido, en mi criterio, porque exis-
te mucha violencia de los jvenes... y luego siempre en los peridicos sale
que los latinos provocan problemas, no me parece justo. Una de las razo-
nes es la forma de vestirse y comportarse, pero no todos los chicos que se
visten as son malos, algunos son mis amigos. Otros, en cambio, no tienen
trabajo y su actitud hace que los dems no encuentren trabajo despus. Es-
to no es justo.
Gladys, 17 aos, Ecuador, estudiante, hace 4 aos en Italia.
Entre ciudadana, discriminacin e integracin subalterna 413
Los compaeros de escuela son racistas... porque somos latinos, somos ex-
t r a n j e ros. Pe ro aqu somos un grupo de ecuatorianos, ms o menos cincuen-
ta, todos unidos, todos iguales, estamos separados de ellos [los italianos].
Oswaldo, 16 aos, Ecuador, estudiante, hace dos aos y medio en Italia.
Debido a que somos todos del mismo pas nos entendemos mejor, no es
que tenemos peleas entre nosotros, la cosa es que no hacemos nada de ma-
lo, no hacemos dao a nadie y basta... hablamos ms fuerte, cantamos, so-
mos espontneos, vamos por la calle y pensamos en cantar... aqu todos los
italianos son ms tranquilos, son ms fros, si alguien re, te miran... son
ms pasivos, porque nosotros, en Amrica Latina, en mi pas, nosotros chi-
Entre ciudadana, discriminacin e integracin subalterna 415
cos vamos en bus nos sentamos atrs y se dicen frases que causan risa, re-
mos fuerte, no nos importa lo que piensen los dems, somos ms libres.
Nos miran mal, pero all es as, es normal all si tu res fuerte y te pones a
cantar, somos chicos, los chicos son as...en Voltri cuando vamos a jugar
todos juntos en un parque, hay seoras y chicas italianas que estn all y
que piensan que, como estamos en grupo, piensan que deseamos hacer al-
gn dao, como por ejemplo empezar a beber, pero no es que queramos
hacerlo, nosotros queremos ir a jugar... de los italianos no me gusta que
piensen que somos todos iguales, que piensen que somos lo peor, porque
creen que robamos, porque hay un Principe o caricamento...3 yo me aver-
genzo de aquella gente de mi misma raza que hace estas cosas... mis ami-
gas, a veces, se enojan porque los italianos hacen un discurso racista... a ve-
ces yo digo que no es que slo los italianos son racistas, nosotros somos ra-
cistas porque no damos oportunidad a los italianos de hacer amistad.
Mnica, 17 aos, Ecuador, estudiante, hace un ao en Italia
Antes, en la otra escuela, estaba con italianos. Ahora no ms estoy con la-
tinos porque me conocen mejor. Con los italianos no logro hacerme en-
tender
Walter,15 aos, Ecuador, estudiante, hace 4 aos en Italia.
Todos mis amigos son ecuatorianos, me siento ms cmoda, nos compren-
demos, no tenemos el problema de la lengua, no quisiera tener amigos ita-
lianos, son hipcritas, prefiero estar en un grupo normal que no me d la
espalda. Mis amigos no tienen amigos italianos.
Gisela, 15 aos, Ecuador, estudiante, hace 3 aos en Italia.
Cometemos el error de encerrarnos en nuestro crculo de peruanos y no
dejamos entrar ni siquiera a los ecuatorianos y esto no est bien... muchos
piensan que son racistas (los italianos) y no se acercan. Uno debe pensar
que encontrar buena gente. Otro error es que pensamos que Italia es una
mina de oro, slo quieren trabajar y trabajar y no salen nunca, y no cono-
cemos a nadie.
Mara, 20 aos, Per, estudiante universitaria, hace 2 aos en Italia.
S, hablo italiano pero no me interesa. No me encuentro jams con italianos.
Por ello no tengo el acento italiano. En mi clase estoy con mis connacionales.
Yanko, 16 aos, Ecuador, estudiante, hace 6 aos en Italia.
Hay que saber socializar, hacer amistad con los italianos porque a veces
piensan: los ecuatorianos son as... y por uno pagamos todos, por ejem-
plo en la escuela y en todas partes. Yo, desde cuando llegu aqu, he esta-
do siempre en mi pequeo... yo no he sido jams amiga de los italianos,
no me organic jams, no peleaba siempre, pero no me insert desde el co-
mienzo y entonces creo que jams lo har. Yo estoy aqu con mi grupo de
ecuatorianos y all estn los italianos... no es que no me importe... desea-
ra ser amiga pero, lamentablemente, ha comenzado as y nada puedo ha-
cer.
Stefana,12 aos, Ecuador, estudiante escuela media en internado.
siones de los padres que, muy a menudo, discuten, porque los hombres la-
tinos son machistas.
Mnica, 17 aos, Ecuador, estudiante, hace 1 ao en Italia.
Aqu es distinto, si quieres hacer deporte debes pagar o esperar. Todo est
organizado. No es como all que vas a cualquier parque y puedes estar
donde quieras sin problemas. All [en Ecuador] podas escuchar msica,
beber cerveza y esto aqu molesta. Y la gente inmediatamente llama a la
Polica, vienen, te piden los documentos y te deportan.
Natalia, 23 aos, Ecuador, Plaza de la Commenda.
Aqu todo es silencioso... si vas por la calle, parece una misa, no s... en
cambio all, t vas por la calle, hay msica, cada casa tiene su msica...
aqu todo es silencio. Voy en el autobs, all en Ecuador hay msica. T
vas all y, si ests durmiendo, duermes con la msica... es demasiado silen-
cioso aqu. Cuando llegu pensaba que haba horarios y que por eso la gen-
te era as. Y luego es as siempre.
Pedro, 16 aos, Ecuador, estudiante, hace 2 aos en Italia.
Luego [el estudio], depende de cada uno de nosotros... aquellos que tienen
ms suerte son los menores de edad, no?, que tienen padres, que tienen el
permiso de estada y ellos pueden estudiar y poder pueden... no todos pue-
den estudiar y aquellos que pueden estudiar no todos quieren estudiar, va n
a la escuela por los amigos, para... dejar un poco la casa, para jugar... en
cambio, aquellos como nosotros que somos, que deseamos, no podemos...
la escuela es una lucha!... siempre ha sido una lucha para todos porque la
escuela no es la ms fcil, tampoco la ms difcil... es necesario tener vo l u n-
tad... y tener cabeza... y tener ayuda de una persona que sea cercana a ti y
que te pueda ayudar... una lucha. Mis padres trabajaban, yo estudiaba y lle-
420 Luca Queirolo Palmas
Cuestiones de ciudadana
Tab. 7
Dimensiones de la ciudadana
Figura 1
Un recorrido actual de socializacin de jvenes latinos
428 Luca Queirolo Palmas
Bibliografa
Alicia Torres*
Introduccin
I have told the story of the Otavalan export economy largely from the
perspective of the merchant elite, those dedicated, either part-time or full-
time, to the direct marketing of artesana. Yet, when the story is told in
this manner (as is so often the case), we are left with the false perception
of a unitary subject of otavalans whose successful (i.e., Western) qua-
lities are embodied in the merchant elite and who have overcome the agri-
cultural dead-end in which some of their poorer coethnics are still enmes-
hed (Kyle, 2000: 135)3.
Historia que debe ser balanceada, como lo seala Kyle, con un anlisis de la
estratificacin socioeconmica interna de los kichwa otavalo, especialmen-
te en el mbito comunal (Kyle, 2000:135). Si bien, para el autor, el origen
de la diferencia tiene que ver con la orientacin productiva de las comuni-
dades, sta se remonta a la forma en que estas comunidades se relacionaron
con la hacienda y cmo configur esa relacin a las poblaciones de las dos
comunidades, pues mientras la una estaba formada por indios yanaperos, es
decir, inmersos en el mundo social, econmico y poltico de la hacienda, la
otra, desarroll muy tempranamente su actividad artesanal y en esa medida,
se insert de manera diferente en el mercado y en el mundo circundante,
generando un prestigio y una red amplia de relaciones sociales, tanto en el
medio comunal como, y especialmente, con la sociedad mestiza.
Por tanto, en la configuracin de la elite comerciante otavalo que ya no
estaba atada a sus lotes agrcolas o telares familiares jug un rol importan-
te la combinacin de capital cultural y capital financiero y, el capital social
con extranjeros poderosos (Kyle, 2001).
Finalmente, Kyle seala que la emigracin del grupo otavalo podra em-
pezar a desvirtuarse y dejar de ser una emigracin empresarial y comercial
para convertirse en una emigracin laboral.
Lynn A. Meisch analiza cmo los kichwa otavalo han podido enfrentar
el proceso globalizador a travs de negociar y manejar exitosamente el acce-
so a los bienes, la tecnologa, la informacin, la riqueza y, sin perder impor-
tantes rasgos culturales; demostrando, de esta manera, que la globalizacin
no es un proceso infalible de prdida cultural. Meisch afirma que a pesar de
existir problemas y contradicciones, los otavalo han logrado combinar estos
procesos. Para demostrarlo, desarrolla dos aspectos principales: los otavalo
inmersos en la industria textil, tanto tejedores como comerciantes, y los m-
sicos otavalo. Otro aspecto incluido en su anlisis es la emigracin.
Meisch afirma, en varios pasajes de su libro, que el proceso de industria-
lizacin ha cambiado las relaciones sociales al interior de los otavalo y entre
ellos y los mestizos de la regin y del pas. Los cambios en esta ltima rela-
cin estn ampliamente documentados y explicados; sin embargo, el proce-
so de diferenciacin al interior del grupo no tiene el mismo nivel de anli-
sis; ocasionando aquello que Kyle menciona en su libro: tener la versin de
la historia desde una sola perspectiva, a la que le hace falta la historia de las
comunidades del entorno cercano a la ciudad de Otavalo, donde el xito
empresarial est todava muy lejano.
Gina Maldonado analiza la relacin entre la emigracin y la constru c-
cin permanente de una identidad indgena siempre mvil, especialmente
e n t re los jvenes kichwa otavalo, una identidad que se ve abocada a incluir
los elementos culturales de los o t ro s, unos o t ro s bastante ms lejanos
que los mestizos de Ot a valo, unos o t ro s de Holanda, Blgica, Espaa,
etc. Sin embargo, para Maldonado la inclusin de elementos extraos no
ha significado la prdida de la identidad cultural, sino ms bien, su fort a-
lecimiento.
Ms an, Maldonado sostiene que uno de los elementos que construye y de-
fine la identidad de los otavalo es la emigracin como mercaderes de artesa-
nas y de msica, un rasgo que adems les diferencia del resto de emigran-
tes laborales y que supone un desprestigio para los otavalo (Maldonado,
2004: 55). Tambin seala que este proceso exitoso ha generado desigual-
dades al interior de los otavalo (Maldonado, 2004: 42).
Ahora bien, cul es la base productiva de este empresariado? Maldona-
do la describe claramente:
su paso por Ecuador. Este trabajo fue complementado con investigacin et-
nogrfica en Barcelona, Espaa4.
En Otavalo, las comunidades pertenecen administrativamente a los
cantones Otavalo y Cotacachi, en la provincia de Imbabura. Su poblacin
es bsicamente indgena, lo que no excluye la importante presencia de po-
blacin mestiza. En Barcelona, la localizacin del trabajo etnogrfico fue
ms dispersa, pero comprendi, bsicamente, a los kichwa otavalo, asenta-
dos en la ciudad y sus alrededores.
Para ilustrar la construccin del espejismo de la igualacin en ultramar,
quiero utilizar una descripcin casi fotogrfica de tres situaciones, tomando
en cuenta los siguientes elementos: el lugar, el quin y la historia.
Historia 1
Lugar
Quin
La historia
Viaj hace dos aos y medio cuando por insistencia suya, su madre activ
los contactos con una prima (parentesco ficticio), a quien Cayetana no co-
noca, de una comunidad diferente a la suya. El contrato que la madre fir-
m con la prima estableca que a cambio del pago del pasaje, deba trabajar
4 Esta estancia la realiz en el marco del proyecto PCJ-0012-03 entre FLACSO-Sede Ecuador y la
Universidad Rovira y Virgili de Tarragona, financiado por la Agencia Espaola de Cooperacin
Internacional
5 Todos los nombres que utilizo son ficcticios.
6 Para un recuento de la historia del grupo Charijayac, vase Meisch (2002).
De Punyaro a Sabadell... la emigracin de los kichwa otavalo a Catalua 441
para ella sin percibir salario durante seis meses. Los seis restantes, pues el
contrato era por un ao, percibira un salario menor a 100 euros. Durante
el ao del contrato, ella qued embarazada y ahora es madre soltera. Actual-
mente, trabaja para su pariente ficticia, por el mismo salario, es decir, me-
nos de 100 euros, como empleada domstica, a cargo de todas las tareas de
la casa: limpieza, cocina y cuidado de los hijos de su pariente. Adems, de-
be acompaar a las ferias al resto de la familia (esposo, esposa e hijos) y que-
dar como encargada de los puestos de comercio en estos eventos, mientras
los otros miembros se instalan en otros pueblos o ciudades. Las condiciones
en las que sobrevive, mientras atiende en los sitios de venta, son bastante
precarias: la alimentacin depende de cuanto logre vender; su hijo pequeo,
menor de un ao, la acompaa y duerme, durante el da, acomodado entre
la mercadera y, por la noche, en una furgoneta que sirve de transporte, vi-
vienda, etc. con el resto de comerciantes que hubiesen asistido a la feria. Ca-
yetana tiene una hermana que vive hace ocho aos en Blgica, quien tam-
poco tiene una buena situacin, pues es madre sola de dos nios. Cayetana
tiene la esperanza de legalizar su estada para poder regresar a Ecuador.
Historia 2
Lugar
Quin
La historia
Toms, su esposa y cuatro de sus hijos son emigrantes con situacin migra-
toria regular, es decir, con residencia; l dispone de permiso de trabajo co-
mo empresario autnomo. Viaj gracias a la insistencia de su hermano,
quien ya estaba instalado all con anterioridad y tena un taller artesanal.
442 Alicia Torres
Historia 3
Lugar
Quin
La historia
Su padre emigr alrededor de los aos 50 y, segn sus palabras, fue uno de
los pioneros, luego fueron viniendo los dems. Ella y sus hermanos crecie-
ron all. Su hija mayor tiene ya 25 aos y, como ella misma lo afirm, es
ms catalana que kichwa, pues no habla kichwa pero s cataln. El local co-
mercial de venta de artesanas, y el local en donde ste se ubica, son de pro-
piedad de la familia. La familia, adems, arrienda otros locales comerciales
en el centro turstico de Barcelona y en un centro comercial, icono de la re-
generacin urbana del puerto de Barcelona. En estos locales de artesanas se
De Punyaro a Sabadell... la emigracin de los kichwa otavalo a Catalua 443
Lugar
La historia
Conclusin
nal, est teniendo otro tipo de efectos que podran llevar a que la recreacin
transnacional de la comunidad tome otros rumbos pues estos nuevos emi-
grantes ya no venden bienes tnicos, sino simplemente mano de obra y
bien podra estar actuando como una frmula extra que sirva como una vl-
vula de escape a esa tensin al interior del grupo tnico.
Si, como lo afirma G. Maldonado, el ser exitoso y prspero como co-
merciante o msico tiene para el otavalo una imperiosa connotacin simb-
lica de construccin tnica cultural, tendramos que preguntarnos cmo
construyen la identidad los kichwa otavalo que no han logrado acceder al
xito porque las condiciones de acceso a ste estn limitadas por el propio
grupo? o cmo construyen esa identidad quienes estn emigrando como
obreros?
Bibliografa
Van a salir adelante, los saraguro y su cultura seguirn. Como son autores
de sus vidas propias, tambin sern autores de los libros sobre sus vidas.
462 Linda Belote y Jim Belote
Bibliografa
* FLACSO-Ecuador. ekingman@flacso.org.ec
1 Este estudio fue realizado durante mi permanencia en la Universidad de Lleida, Espaa, en calidad
de profesor invitado. Agradezco a los profesores Paco Garca y Vctor Bretn, as como a Graciela
del Olmo, por el apoyo que supieron darme durante esa estancia. Igualmente, doy las gracias a
Blanca Muratorio por las sugerencias que me hizo con el fin de mejorar este texto; lamentablemen-
te, las he podido incorporar slo parcialmente.
2 Ver al respecto el estudio clsico de James Clifford (1999).
3 Rolena Adorno (1988) llama la atencin sobre la necesidad de estudiar los fenmenos migratorios
en una perspectiva histrica.
468 Eduardo Kingman Garcs
Cul era el contenido de los viajes a finales del siglo XIX y las primeras d-
cadas del XX? A diferencia de lo que sucede actualmente no se trataba de
emigraciones laborales (no olvidemos que stas se daban ms bien en senti-
do contrario) sino que estaban relacionados con lo que, en trminos am-
plios, podramos denominar consumos suntuarios, en la medida en que no
descuidemos el contenido simblico, y no meramente econmico, de esos
consumos. Los viajes formaban parte de los procesos reales e imaginados de
adscripcin a un p royecto civilizatorio unificado o conciencia planetaria
c u yo eje era Europa (Pratt, 1992). Si seguimos a Cristina Rojas (2001) po-
dramos decir que formaban parte de l, y a su vez alimentaban el deseo ci-
vilizatorio. Muchos de los viajes se hacan por intereses comerciales o con
el fin de conocer los desarrollos tcnicos e importar tecnologa. En otros ca-
sos, se trataba de viajes de observacin y estudio financiados con rentas
personales o del Estado. Los gobernantes y hombres de ciencia, como los hi-
gienistas, buscaban en Eu ropa nuevos modelos para la administracin de las
poblaciones. Para las capas intelectuales no se trataba tanto de visitar lugare s
exticos como de estar en Pars, Madrid o Londres. Una de las mayo re s
p reocupaciones de esos intelectuales era estar en los lugares precisos, donde
sucedan hechos significativos en el campo de la cultura, aunque, por lo ge-
neral, eso no pasase de ser una mera aspiracin, una forma de nostalgia.
El viaje en el siglo XIX y las primeras dcadas del XX era asumido
como placer mundano a la vez que como rito de institucin: como visita a
ciudades en las que lo antiguo (concebido como monumento) se conjuga-
Viajeros y migrantes, cultura y alta cultura 469
4 Muchas cosas hay que ver en este gran recinto, mucho se piensa, mucho se siente, cuando se va-
ga entre los escombros figurndose lo que habr sido todo aquello. Y yo no s que atractivo, que
influencia tienen esos inanimados troncos, esos pedazos de arco casi suspendidos en el aire, esos
muros negros y desmoronados () Roma est para m en las colinas, en el Foro, en los fragmen-
tos de la Va sacra, Roma est para m en el Panten y los viejos muros () en los bustos solitarios
que se encuentran ah donde ninguno habita (Montalvo, carta del 20 de Febrero de 1868 en Mon-
talvo 1995, pp. 58 y 59).
5 Me remito al interesante estudio de Andre Pagni (2001): Traduccin y transculturacin en el si-
glo XIX: Atala de Chateaubriand por Simn Rodrguez (1801) y el Cancionero de Heine por Jos
A. Prez Bonalde (1885).
6 Ver al respecto Amelia Correa Ramn, Emilia Serrano, una aventurera escritora del siglo XIX
(1833- 1923) en Realidad Literaria, http://www.realidadliteral.net/2paginaIII-33.htm
470 Eduardo Kingman Garcs
nir, salir, sobre todo, de nosotros mismos. Y todos, cual ms y cual menos
se ven posedos por el demonio de la vida errabunda y no caben con su in-
quietud dentro de los lmites conocidos (Zaldumbide, 1960: 28).
No todo es desilusin para el que sabe viajar, arte difcil y casi incompati-
ble con la precipitacin e inconciencia caractersticos del viajador comn
(...) Hay ciudades que entregan a todo paseante su hermosura sin velos,
ciudades cortesanas como Pars o Venecia, pero an estas hetairas tienen el
secreto de su amor sabio y nico reservado tan slo para los amantes que
perseveran llenos de tacto e inteligencia () Hay que naturalizarse floren-
tino o romano, por el amor, la constancia o el estudio, para ser admitidos
a comprender la belleza espiritual que Roma o Florencia reservan a sus pe-
regrinos del arte (Zaldumbide, 1960: 35, 38).
Viajeros y migrantes, cultura y alta cultura 471
7 Cuando visito la zona del Lago en Madrid, en compaa de Segundo Jacho, me llama la atencin
un hombre maduro, de la Costa, que baila rodeado de gente. Es pequeo y moreno, est elegante-
mente vestido de domingo. Baila eufricamente, y mientras lo hace, repite un estribillo: Pregunta
por mi gente del Empalme, mi gente de Pesillo, de la Man, de Malecn 2000, pregunta por
Viajeros y migrantes, cultura y alta cultura 473
cano, la radio, deportes como el box o el ftbol), pero seguan siendo per-
cibidos como no urbanos. Al mismo tiempo, esos sectores continuaban in-
sertos en un conjunto de creencias y prcticas sociales relacionadas con lo
que Thompson llama la costumbre.
Me parece que en el caso de muchas regiones del Ecuador, la per-
cepcin que tiene la sociedad blanco mestiza de la albailera no ha cambia-
do demasiado y est directamente relacionada con la necesidad de estable-
cer diferencias o estratos en el proceso de construccin de ciudadana. No
se trata tanto de un proceso consciente como naturalizado, forma parte de
los tratos cotidianos y concierne a la forma compleja cmo se constituyen
las clases y las relaciones de clase en los Andes. Es por eso que buena parte
de los combates del gremio se han dado en trminos simblicos. Han sido
combates cotidianos, imperceptibles para la mayora ciudadana, por el res-
peto y el reconocimiento. El discrimen como la vergenza forman parte de
un habitus constituido histricamente, es el resultado de una condicin co-
lonial y neocolonial, pero adems, algo que se redefine en la vida cotidiana
y en espacios especficos como los de la actividad constructiva. El reconoci-
miento es por eso tan importante tanto en trminos individuales como so-
ciales. Nicols Pichucho dice que la ciudad debera reconocer el aporte de
los albailes. Su lectura no es ajena a un campo de fuerzas en el cual la ar-
quitectura y los combates por la arquitectura hacen las veces de metfora
social. De acuerdo al gremio, la albailera ha permitido el desarrollo de una
serie de saberes prcticos, transmitidos de generacin en generacin, sin los
cuales no va a ser posible desplegar polticas coherentes de rehabilitacin de
las reas histricas. Se trata de un problema tcnico pero tambin social, re-
lacionado con una forma particular de percibir las polticas culturales (de
acuerdo al gremio, la ciudad no debera estar slo en manos de los expertos
sino de la gente).
Ah donde la cultura ciudadana intenta establecer criterios de distincin
con respecto a los albailes, el gremio se empea en mostrar la existencia de
una cultura del albail con sus propios cdigos y significados (hago caer en
cuenta que, entre los investigadores, se ha hablado de cultura obrera o de
cultura indgena pero no de cultura de los albailes, y esto, aunque apa-
rentemente no sea importante, en realidad lo es, ya que significa que no nos
hemos detenido a pensar en una de las vertientes histricas de constitucin
de las identidades: la de los hijos de los indios venidos a la ciudad). Los
Viajeros y migrantes, cultura y alta cultura 475
Len Mera, escritor ecuatoriano del siglo XIX, llamaba, desde su propia po-
sicin, el mundo ibrico de los dos continentes.
Se trata de una visin corporativa de la cultura y del establecimiento de
un vnculo entre cultura y condicin corporativa. Su relacin con un tipo
de informacin cultural a la que en Ecuador no tena acceso, le ha permiti-
do ampliar sus propias bases interpretativas pero, adems, participar en fo-
ros de discusin, emitir opiniones en nombre del gremio constituido, en es-
te caso, como una comunidad imaginada de la que sigue siendo uno de sus
representantes.
De acuerdo a lo que procesa Segundo Jacho, la cultura de los albailes
viene de los gremios, de la formacin con maestros. Tiziano, Goya, Miguel
ngel formaban parte de gremios. Pero adems, los gremios habran per-
mitido la construccin de las ciudades y de lo que ahora constituye el patri-
monio. En la iglesia de Toledo estn los nombres de los maestros. Las mu-
rallas de vila hubieran sido imposibles sin el trabajo de los maestros. To-
do esto puede encontrarse en los manuales de historia del arte, pero lo que
a m particularmente me interesa entender es cmo un albail ecuatoriano,
emigrante en Madrid, se apropia de textos cultos europeos para construir
su propia narrativa. Se trata, si se quiere, de un uso descontextualizado de
la historia, como recurso narrativo antes que como bsqueda de un origen.
Sabemos que la transformacin de los gremios respondi al largo periodo de
transicin al capitalismo. Constituy tanto un proceso econmico y social
como cultural que se dio en una poca relativamente lejana en la historia eu-
ropea. Lo interesante es cmo ese pasado es convertido en un medio para
discutir el presente.
A partir de lo que escucha, lee y observa, Segundo Jacho defiende la su-
perioridad de un tipo de organizacin artesanal del trabajo en el que la al-
bailera y el aprendizaje tendran, a partir de una tradicin, un peso signi-
ficativo por encima de la arquitectura industrial y semiindustrial que ahora
se ha impuesto en Espaa. De acuerdo a Jacho, la cultura europea ha perdi-
do su riqueza en la medida en que ha perdido el contacto con esas formas
de saber, relacionadas con la prctica y el aprendizaje a partir de los gremios.
La arquitectura actual es una arquitectura rpida basada en estructuras pre-
fabricadas, que no est hecha para durar. Ya no son posibles otras vilas.
Los albailes espaoles ignoran las antiguas tcnicas, estn menos prepara-
dos que los maestros ecuatorianos, aunque no quieran aceptarlo (el propio
Viajeros y migrantes, cultura y alta cultura 477
Final
Bibliografa
Transnacionalismo a la ecuatoriana:
migracin, nostalgia y nuevas tecnologas
Hasta hace slo unas dcadas, migrar fuera del pas implicaba una ruptura
casi definitiva con el hogar y la vida que uno dejaba atrs. Exiliados, migran-
tes y refugiados alimentaban su nostalgia con cartas llenas de noticias viejas,
llamadas telefnicas caras y telegrficas, as como encuentros efmeros con
imgenes de su tierra recogidas por la televisin. Hoy, sin embargo, para un
campesino migrante, desplazado en cualquier gran ciudad del Primer Mun-
do, resulta relativamente econmico hacer una llamada telefnica a su pue-
blo perdido en las montaas de un pas del Tercer Mundo, donde, con se-
guridad, casi no habr lneas telefnicas regulares, pero s muchos telfonos
celulares.
Segn su nivel de manejo de computadoras, un migrante puede mante-
ner una relacin prcticamente en tiempo real con familiares y amigos en
sus pases de origen, a travs del correo electrnico, mensajes instantneos y
video conferencias. Asimismo, quienes han emigrado pueden permanecer
actualizados en las noticias locales gracias a los sitios web que peridicos, ra-
dios y estaciones de televisin de sus pases han establecido en la red.
Cmo se ha transformado la nostalgia en esta era posthumana, en la
que el cuerpo de un individuo se halla desplazado miles de kilmetros lejos
de su hogar, y sin embargo, l o ella pueden estar virtualmente all, orde-
nando pizza para los amigos o comprando un electrodomstico para su ma-
m? Como dicen los anuncios publicitarios de los sitios web dirigidos a mi-
grantes: la madre y los amigos estn apenas a un click de distancia.
da de las dems, sino ms bien por su carcter nico como punto de inter-
seccin en una amplia red de relaciones (Morley, 1999: 157).
La definicin de Morley coincide en gran medida con algunas pginas
web dirigidas a inmigrantes rusos, segn la descripcin de Filipp Sapienza:
1 Durante los aos 80, la guerra civil oblig a cientos de miles de salvadoreos a dejar su pas. La ma-
yor parte de ellos emigraron a los Estados Unidos, donde las dos ms grandes comunidades se en-
cuentran en Los ngeles y el rea metropolitana de Washington D.C. Las remesas enviadas por los
inmigrantes a sus familias en El Salvador constituyen una de las ms importantes fuentes de ingre-
so para el pas.
Transnacionalismo a la ecuatoriana: migracin, nostalgia y nuevas tecnologas 485
Bibliografa
Introduccin
La base de este texto es un trabajo que se encuentra en curso sobre las ligas de
ftbol para inmigrantes que se organizan en la ciudad de Valencia, un primer
avance de cuyos resultados presentamos en el III Congreso sobre la In m i g r a-
cin en Espaa, realizado en Ge rona el pasado mes de noviembre de 2004
(Llopis y Moncus, 2004). Reproducimos aqu buena parte de los argumen-
tos expuestos entonces, a partir de entrevistas abiertas realizadas a organizado-
res de torneos que tienen lugar en el viejo cauce del ro Tria. Hay, sin em-
bargo, alguna novedad. En primer lugar, nuestra atencin se fijar en las ligas
organizadas por la Asociacin de Inmigrantes Ecuatorianos y Latinoamerica-
nos Rumiahui, ya que son las seguidas mayoritariamente por personas origi-
narias de Ecuador. En segundo lugar, en el texto se incorporan algunos ele-
mentos suscitados por el debate que se gener en el congreso de Gerona.
En aquella ocasin, partamos de la hiptesis de que nos encontrbamos
ante un proceso de reetnificacin y bsqueda de refugio psicolgico, por
parte de los participantes, y ponamos en duda que los torneos tuvieran la
cualidad de facilitar la integracin de los inmigrantes. Defendamos, ade-
ms, que los torneos constituan en el espacio pblico, un microclima cul-
tural relativamente cerrado en torno a los propios organizadores y partici-
pantes, en el sentido de que constituan formas de ubicarse en el nuevo en-
torno local, sin romper con las propias experiencias vitales precedentes, pa-
ra el mejor anclaje subjetivo (Llopis y Moncus, 2004).
Algunas de las cuestiones sugeridas por los participantes en el simposio
de Gerona iban en la lnea de dudar de la pertinencia del uso de los concep-
tos de reetnificacin y refugio psicolgico. Vamos a replantear aqu, en
parte, el primero de ellos, aunque sostendremos el segundo. En general, vol-
veremos a un anlisis de la dinmica identitaria con dos polos. Por una par-
te, la seguridad ontolgica individual entre el colectivo, que entonces deno-
minamos, con Del Olmo (2003), refugio psicolgico. Por otra, el recono-
cimiento como agente social con prcticas legitimadas e institucionalizadas,
que puede llevar esa seguridad ontolgica a un plano social ms amplio que
el del grupo nacional concreto.
La organizacin en los estatutos consta que hara esto, lo del ftbol y todo
lo dems. Lo que pasa que nosotros no tuvimos, o al menos yo personal-
mente, no tuve la idea que sera algo tan grande, o sea, que iba a tener tan-
ta trascendencia. Porque una vez que empezamos con ese campeonato, no
haba orden, por ejemplo, porque no sabamos, no tenamos experiencia.
Pero ahora, por ejemplo, todo tiene su orden, tiene su cabeza, tiene todo.
Entonces, tambin es cierto que hay equipos muy fuertes. Hay jugadores
que han sido profesionales en Ecuador o en Colombia o en los pases que
sean [] Entonces, en lo de la Plata se dio el Campeonato de la Plata y
entonces lanzamos otro que pensbamos hacerlo en la Plata. Lo que pasa
que despus eran tantos equipos que no podamos dar abasto slo en la
cancha de la Plata. Entonces decidimos pasarlo al ro. Y en el ro ya fueron
ms equipos (). Ah se realiz el Segundo Campeonato de Ftbol de In-
tegracin Latinoamrica (). Eso era en el 2001, 2002 () Antes, el
campeonato se llamaba Copa Libertadores de Amrica y despus se pas a
Campeonato de Integracin (Dirigente de Rumiahui).
peonato, nos iban alentando, si bien es cierto, lo del ftbol fue una pre-
sin de la gente (Dirigente de Rumiahui).
... la edicin de ftbol 11 de 2002-03 fue la que por primera vez abarc
bastantsima gente y levantaba expectacin: fue increble []. La gente es-
paola que [] pasaba por el puente que hay ah mucha gente era sola al-
rededor de ah y se quedaban horas y esperando que se acabe el partido y
todo lo dems. Recuerdo que iban ah la gente. O sea, el ftbol acarrea bas-
tantsima gente, bastantsima gente [] La final de este campeonato ser
una locura (Dirigente de Rumiahui).
Pese a que durante al menos siete aos se haba podido jugar ftbol en los
campos de la Fundacin Deportiva, en domingo, de manera informal, aquel
organismo municipal y algunas escuelas dificultaron hacerlo cuando se tra-
t de la competicin organizada. Estas dificultades, ligadas al carcter com-
bativo de la asociacin Rumiahui, cuyos dirigentes tienen experiencia en
movilizacin barrial y poltica en Ecuador, han llevado a situaciones tensas.
498 Ramn Llopis Goig y Albert Moncus Ferr
En una ocasin, los organizadores de las ligas tuvieron que construir sus
propias porteras porque las habituales haban sido cercadas con cadenas y
candados, y otras veces se han encontrado con partidos que no se podan
disputar porque las canchas eran usadas imprevistamente por equipos de las
escuelas. Con el pago por subarriendo se ha regularizado relativamente la si-
tuacin, aunque la relacin con la Administracin sigue siendo, cuando no
tensa, de ignorancia mutua. El subarriendo resulta de un acuerdo verbal con
los clubes o escuelas, sin carcter oficial alguno. Esa es una de las razones
por las que quieren construir su polideportivo. Es decir, no estn dispuestos
a regalar dinero a asociaciones que nunca han brindado ningn tipo de
apoyo ni de colaboracin a los deportistas ni a la Asociacin. El proyecto
del polideportivo comparte con las ligas mismas una situacin de aislamien-
to u ocultacin oficial, aunque su existencia en s misma no es la causante
de la situacin, sino la forma en la que se gestiona una situacin de institu-
cionalizacin que podramos calificar de precaria. Es decir, si no tienes apo-
yo de la Fundacin Deportiva Valenciana, si no tienes apoyo de las organi-
zaciones, qu optas por hacer? Tienes que replegarte y organizar tu propia
liga, que es lo que hemos hecho.
A pesar de tratarse de una especie de repliegue, las ligas de Rumia-
hui tienen una vocacin de apertura en el hecho de que se est intentando
que el equipo campen o los dos primeros puedan acceder a ligas de empre-
sas organizadas desde la sociedad autctona. Como se ver enseguida, es
uno de los aspectos con los que se argumenta que se trata de un campeo-
nato de integracin.
Un parque como el del antiguo cauce del Tria entra en la categora espa-
cio pblico, en la medida que a priori se puede mover por l todo ciuda-
dano sin apropirselo. Michel De Certeau (1984: 117) sugiri que el lugar
se caracteriza porque en l hay elementos que se toman en consideracin
por coexistir unos al lado de otros, de modo que un lugar es una configu-
racin instantnea de posiciones. Implica una indicacin de estabilidad.
En cambio, el espacio est compuesto de la interseccin de elementos m-
viles, y toma sentido precisamente por ese movimiento y es, de hecho, co-
El deporte une bastantsimo aqu 499
te legtima, sin que por ello puedan dejar de surgir usos espontneos de esos
mismos espacios. Ese es, precisamente, el origen de nuestro caso.
El uso de los campos, propiedad de la Fundacin De p o rt i va Mu n i c i-
pal (y por tanto, de titularidad pblica), por parte de futuros participan-
tes en las ligas organizadas por Rumiahui fue anterior a la creacin de
stas:
... es muy importante, pienso yo, porque, por un lado, por lo que es el ft-
bol, que a la gente le apasiona mucho, a los que estn all, y por otro lado,
hombre, porque es una actividad deport i va porque yo creo que a nivel de
que ellos se junten, se relacionen y se cuenten sus cosas. Ah van las mujeres
de todos [] T ves que estn jugando ellos, pero alrededor est [...] es co-
mo la playa [...] La familia. Todo alrededor, salen con los nios, los llevan
all a pasar el da, al ro [...] Es esparcimiento, y esparcimiento sano, adems,
o sea que es bueno [] El primer elemento es el hecho de la unidad fami-
liar. Si la gente quiere estar unida [...] Porque de donde venimos nosotros re-
sulta que normalmente se vive en familia (Dirigente de Rumiahui).
Para los propios organizadores, los torneos favorecen el refuerzo de lazos so-
ciales, especialmente de carcter familiar. Francisco Torres (2002) ha desta-
cado la importancia de las redes familiares para los inmigrantes ecuatoria-
nos residentes en Valencia. Algo que ha observado ya, en su estudio trans-
nacional, Claudia Pedone (2004) en otros casos. Los partidos de ftbol con-
tribuyen a generar un punto de encuentro para esas redes, abriendo una va
para su reconstruccin en el contexto de emigracin, y permitiendo a sus
miembros superar el aislamiento y la soledad que conlleva a menudo su si-
tuacin. Alrededor de los encuentros se forman mltiples corros de perso-
nas que aprovechan para charlar, se organizan tambin pequeos negocios
de compra-venta de productos diversos (particularmente alimentos y bebi-
das) y el entorno se presta, por ejemplo, a convocar asambleas de cara a la
fundacin de asociaciones tnicas como ha ocurrido con la asociacin de
bolivianos y con la de uruguayos. Esta generacin de un punto de encuen-
tro constituye uno de los dos grandes objetivos que perseguan los organi-
zadores con la creacin de las ligas:
Conclusiones
Bibliografa