Quinta Serie Sentido
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Quinta Serie Sentido
DEL SENTIDO
Ya que el sentido nunca est solamente en uno de los dos trminos de una dualidad que opone las cosas y
las proposiciones, los sustantivos y los verbos, las designaciones y las expresiones, ya que es tambin la
frontera, el filo o la articulacin de la diferencia entre los dos, ya que dispone de una impenetrabilidad que le
es propia y en la que se refleja, debe desarrollarse en s mismo en una serie de paradojas, esta vez
interiores.
Cuando designo algo, siempre supongo que el sentido est comprendido, que est ya ah. Como dice
Bergson, no se va de los sonidos a las imgenes, y de las imgenes al sentido: uno se instala de golpe
en el sentido. El sentido es como la esfera en la que ya estoy instalado para operar las designaciones
posibles, e incluso para pensar sus condiciones. El sentido est siempre presupuesto desde el momento en
que yo empiezo a hablar; no podra empezar sin este presupuesto. En otras palabras, nunca digo el sentido
de lo que digo. Pero, en cambio, puedo siempre tomar el sentido de lo que digo como el objeto de otra
proposicin de la que, a su vez, no digo el sentido. Entro entonces en la regresin infinita del presupuesto.
Esta regresin atestigua a la vez la mayor impotencia de aquel que habla, y la ms alta potencia del
lenguaje: mi impotencia para decir el sentido de lo que digo, para decir a la vez algo y su sentido, pero
tambin el poder infinito del lenguaje de hablar sobre las palabras.
En resumen: dada una proposicin que designa un estado de cosas, siempre puede tomarse su sentido
como lo designado de otra proposicin. Si convenimos en considerar la proposicin como un nombre,
sucede que todo nombre que designa un objeto puede convertirse a su vez en objeto de un nuevo nombre
que designe su sentido: dado n1 remite a n2 que designa el sentido de n1, n2 a n3, etc. Para cada uno de
estos nombres, el lenguaje debe contener un nombre para el sentido de este nombre. Esta proliferacin
infinita de entidades verbales es conocida como paradoja de Frege.1
Pero tambin es la paradoja de Lewis Carroll. Aparece rigurosamente al otro lado del espejo, en el
encuentro de Alicia con el caballero. El caballero anuncia el ttulo de la cancin que va a cantar: El nombre
que le dan es Ojos de Besugo. - Ah, es se el nombre de la cancin? -dijo Alicia. - No, no lo
entiendes -dijo el caballero-. Ese es el nombre que le dan. Pero su nombre, en realidad, es El hombre viejo
viejo. - Entonces yo debera haber dicho: "As es como se llama la cancin" -se autocorrigi Alicia. -
No; eso ya es otra cosa! La cancin se llama Vas y medios: pero esto es slo cmo se llama, no la
cancin en s misma, lo ves? - Bien, cul es entonces la cancin? - A eso iba -concluy el caballero-
la cancin es propiamente Sentado en una cerca.
Este texto, que hemos traducido torpemente para ser fieles a la terminologa de Carroll, distingue una serie
de entidades nominales. No sigue una regresin infinita sino, precisamente para limitarse, procede segn
una progresin convencionalmente finita. As pues, debemos partir del final, restableciendo su regresin
natural. 1) Carroll dice: la cancin es en realidad Sentado en una cerca. Porque la cancin misma es
una proposicin, un nombre (n1). Sentado en una cerca es este nombre, este nombre que es la cancin,
y que aparece ya en la primera estrofa. 2) Pero no es el nombre de la cancin: puesto que ella misma es
un nombre, la cancin se designa mediante otro nombre. Este segundo nombre (n2), es Vas y medios,
que forma el tema de las 2., 3., 4. y 5. estrofas. Vas y medios es, pues, el nombre que designa a la
cancin o lo que la cancin es llamada. 3) Pero el nombre real, aade Carroll, es El hombre viejo viejo,
que en efecto aparece en el conjunto de la cancin. Porque el nombre designador tiene a su vez un sentido
que forma un nuevo nombre (n3). 4) Pero este tercer nombre debe ser designado a su vez por un cuarto.
Es decir: el sentido de n2, o sea n3, debe ser designado por n4. Este cuarto nombre, es lo que el nombre
de la cancin se llama: Ojos de besugo, que aparece en la 6 estrofa.
Hay pues cuatro nombres en la clasificacin de Carroll: el nombre como realidad de la cancin; el nombre
que designa esta realidad, que designa pues la cancin, o que representa lo que se llama la cancin; el
sentido de este nombre, que forma un nuevo nombre o una nueva realidad; el nombre que designa esta
nueva realidad, que designa pues el sentido del nombre de la cancin, o que representa lo que se llama el
nombre de la cancin.
Hemos de hacer varias observaciones: en primer lugar, Lewis Carroll se ha limitado voluntariamente, dado
que ni siquiera tiene en cuenta cada estrofa en particular, y puesto que su presentacin progresiva de la
serie le permite un punto de partida arbitrario, Ojos de besugo. Pero es obvio que la serie, tomada en su
sentido regresivo, puede prolongar hasta el infinito la alternancia de un nombre real y de un nombre que
designa esta realidad.
Se observar por otra parte que la serie de Carroll es mucho ms compleja que la que indicbamos hace
un momento. Anteriormente, en efecto, slo se trataba de lo siguiente: un nombre que designa algo remite
a otro nombre que designa su sentido, hasta el infinito. En la clasificacin de Carroll, esta situacin precisa
est representada slo por n2 y n4: n4 es el nombre que designa el sentido de n2. Ahora bien, Lewis Carroll
aade otros dos nombres: el primero, porque trata la cosa primitiva designada como siendo ella misma un
nombre (la cancin); el tercero porque trata el sentido del nombre designado como siendo l mismo un
nombre, independientemente del nombre que a su vez va a designarlo. Lewis Carroll forma pues la
regresin con cuatro entidades nominales que se desplazan hasta el infinito. Es decir: descompone cada
pareja, fija cada pareja, para sacar de ella una pareja suplementaria. Ms adelante veremos por qu. Pero
podemos contentarnos con una regresin de dos trminos alternantes: el nombre que designa algo y el
nombre que designa el sentido de este primer nombre. Esta regresin de dos trminos es la condicin
mnima de la proliferacin indefinida.
Esta expresin ms simple aparece en un texto de Alicia, en el que la Duquesa encuentra siempre la moral,
la moraleja que hay que sacar de todas las cosas. Al menos de cualquier cosa que sea una proposicin.
Porque, cuando Alicia no habla, la Duquesa se queda sin recursos: Ests pensando en algo, querida, y
eso hace que te olvides de hablar. Ahora mismo podra decirte cul es la moraleja. Pero, en cuanto Alicia
habla, la Duquesa encuentra las moralejas: El juego marcha mejor ahora, no?, dice Alicia. As es -dijo
la duquesa y la moraleja de eso es: "Ah, el amor, el amor, pone en marcha el mundo!" - Alguien dijo -
susurr Alicia- "que marchara mucho mejor si cada cual se ocupara de sus propios asuntos!" - Ah,
bueno! Viene a ser lo mismo -dijo la Duquesa..., y la moraleja de esto es: "T cuida el sentido, y los sonidos
ya cuidarn de s mismos." No se trata de asociaciones de ideas, de una frase a otra, es todo este pasaje:
a moraleja de cada proposicin consiste en otra proposicin que designa el sentido de la primera.
Hacer del sentido el objeto de una nueva proposicin, esto es, tener cuidado del sentido, en condiciones
tales que las proposiciones proliferan, los sonidos se cuidan de s mismos. Se confirma as la posibilidad
de un vnculo profundo entre la lgica del sentido, la tica y la moral o la moralidad.
Hay sin duda un medio de evitar esta regresin hasta el infinito: se trata de fijar la proposicin, de
inmovilizarla, justo el tiempo para extraer su sentido como esta fina pelcula en el lmite de las cosas y de
las palabras. (De ah el desdoblamiento que acabamos de constatar en Carroll en cada etapa de la
regresin.) Pero acaso es el destino del sentido que no se pueda prescindir de esta dimensin, y que no
se sepa qu hacer con ella en cuanto se la alcanza? Qu se ha hecho sino desprender un doble
neutralizado de la proposicin, seco fantasma, fantasma sin espesor? Por ello, siendo expresado el sentido
por un verbo en la proposicin, se expresa este verbo bajo una forma infinitiva, o participativa, o
interrogativa: Dios-ser, o el siendo-azul del cielo, o es el cielo azul? El sentido opera la suspensin tanto
de la afirmacin como de la negacin. Es ste el sentido de las proposiciones Dios existe, el cielo es
azul? Como atributo de los estados de cosas, el sentido es extra-ser, no es el ser, sino un aliquid que
conviene al no-ser.
Como lo expresado de la proposicin, el sentido no existe, sino que insiste o subsiste en la proposicin. Y
esta esterilidad del sentido-acontecimiento era uno de los puntos ms destacables de la lgica estoica:
nicamente los cuerpos actan y padecen, pero no los incorporales, que son solamente resultado de las
acciones y las pasiones. Esta paradoja podemos llamarla pues paradoja de los estoicos.
Hasta en Husserl resuena la declaracin de una esplndida esterilidad de lo expresado, que viene a
confirmar el estatuto del noema: El nivel de la expresin y ste es su originalidad- si no confiere
precisamente una expresin a todas las otras intencionalidades, no es productivo. O si se prefiere: su
productividad, su accin noemtica, se agotan en el expresar.2
conocerse pueda, ya que asla el sentido de una proposicin en un esto fantasma; o bien,
una proliferacin infinita. De todos modos, la sequedad es lo que ms tarde ser llamado
impenetrabilidad. Y las dos paradojas representan las formas esenciales del tartamudeo,
tnica de una inmovilizacin entrecortada. Como se dice en Poeta fit non nascitur,
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paradoja nos empuja necesariamente a una tercera. Porque si el sentido como doble de la
estrictamente el mismo para proposiciones que se oponen, sea desde el punto de vista de
negacin Dios existe y Dios no existe deben tener el mismo sentido, en virtud de la
autonoma del sentido respecto a la existencia de lo designado. Esta es, en el siglo XIV, la
relacin inversa, ya que la relacin respecto a l se establece siempre en los dos sentidos
a la vez, en tanto que hace aflorar todas las paradojas del devenir loco. El sentido es
siempre doble sentido, y excluye que haya un buen sentido de la relacin. Los
casi-causalidad, causalidad irreal y fantasmal que no deja de volverse en los dos sentidos.
pero me vuelvo tal al mismo tiempo, y por la misma relacin. De ah los ejemplos
innumerables que recorren la obra de Carroll, en los que se muestra que los gatos se
comen a los murcilagos y los murcilagos se comen a los gatos, digo lo que
pienso y pienso lo que digo, me gusta lo que me dan y me dan lo que me gusta,
respiro cuando duermo y duermo cuando respiro tienen un nico y mismo sentido.
Hasta el ejemplo final de Silvia y Bruno, en el que la joya roja que lleva la proposicin
Todo el mundo amar a Silvia y la joya azul que lleva la proposicin Silvia amar a
todo el mundo son los dos lados de una y la misma joya, que no se puede proferir nunca
ms que a s misma, segn la ley del devenir (to chose a thing from itself).
designado podran afectar a su sentido? Porque el acontecimiento por su lado debe tener
una sola y la misma modalidad, en el futuro y en el pasado segn los cuales divide hasta
es preciso que sea los dos a la vez, ya que se divide en ellos al mismo tiempo. Quiere
futuro. Desde esta perspectiva, los estoicos hacen prodigios para escapar a la necesidad,
de designacin, y por otra, al mnimo de una condicin de significacin. Pero tal vez no
3
Vase Hubert Elle op. cit., y Maurice de Gandillac, Le Mouvement doctrinal du IX- au XIVscle, Blod et
Gay,
1951.
Sobre la paradoja de los futuros contingentes y su importancia en el pensamiento estoic, vase el estudio
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superficie, en el exterior del ser: es esto lo fatal, como veremos. Tambin corresponde
al acontecimiento el ser dicho como futuro por la proposicin, pero no corresponde menos
otra en el estado de cosa en cuya superficie sobreviene. Una vez en la estrofa de una
cancin que lo remite a la proposicin, otra vez en el efecto de superficie que lo remite a
los seres, a las cosas, y los estados de cosas (por ejemplo, la batalla de Tweedledum y
Tweedledee, o la del len y el unicornio; y en Silvia y Bruno, donde Carroll pide al lector
que adivine si ha construido las estrofas de la cancin del jardinero segn los
acontecimientos, o los acontecimientos segn las estrofas). Pero es preciso decir dos
veces, ya que es siempre a la vez, ya que son las dos caras simultneas de una misma
sentido inafectado por los modos de la proposicin? El filsofo Avicena distingua tres
respecto a las cosas particulares en las que se encarna. Pero ninguno de estos dos
estados es la esencia en s misma: animal no es otra cosa que animal tan slo, animal
non est nisi animal tantum, indiferente tanto a lo universal como a lo singular, a lo
cosas particulares en las que se encarna. Pero el tercero es la esencia como sentido, la
esencia como expresado: siempre en esta sequedad, animal tantum, esta esterilidad o
En una palabra: indiferente a todos los opuestos. Porque todos estos opuestos son
significacin, y no caracteres del sentido que ella expresa. Es ste acaso el estatuto del
acontecimiento puro, y del fatum que lo acompaa, remontar as todas las oposiciones: ni
otra: las proposiciones que designan objetos contradictorios tienen tambin un sentido.
significacin, es decir, son absurdas. Pero no por ello dejan de tener un sentido, y las dos
imposibles -crculo cuadrado, materia inextensa, perpetuum mobile, montaa sin valle,
etc. son objetos sin patria, en el exterior del ser, pero que tienen una posicin precisa y
un estado de cosas. Debemos llamar a esta paradoja de Meinong, que supo extraer sus
efectos ms bellos y brillantes. Si distinguimos dos clases de seres, el ser de lo real como
debemos aadir todava este extra-ser que define un mnimo comn a lo real y a lo
Vanse los comentarios de Etienne Gilson, L'Etre et l'essence, ed. eran, 1948, pgs. 120-123.
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real, pero no a lo imposible: los imposibles son extraexistentes, reducidos a este mnimo,