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Mammon y El Arquero

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Mammon y el arquero

Autor: O. Henry

Mammon And The Archer

El viejo Anthony Rockwall, fabricante retirado y propietario del Jabn Eureka de Rockwall, mir
por la ventana de la biblioteca de su residencia de la Quinta Avenida y sonri. Su vecino de la
derecha el aristocrtico clubman V. Van Schuylight SuffolkJones sali para subir al automvil
que lo esperaba, frunciendo la nariz como de costumbre con aire insultante ante los bajorrelieves
renacentistas que ostentaba la fachada del palacio de Rockwall.

Vieja y engreda estatuilla de la inutilidad! coment el ex rey del jabn. El Museo del Edn
se quedar con ese viejo Nesselrode petrificado si no se cuida. En el verano prximo har pintar
esta casa de rojo, blanco y azul, y veremos si eso le har mirarla con tanto desdn.

Y Anthony Rockwall, que ignoraba los timbres, fue hacia la puerta de su biblioteca y grit Mike!
con la misma voz que haba retumbado antao en las praderas de Kansas.

Avise a mi hijo que venga antes de marcharse orden al sirviente que acudi.

Cuando el joven Rockwall entr en la biblioteca, el viejo dej el peridico, lo mir con bondadosa
severidad en su semblante liso y rubicundo y revolvi con una mano su mechn de pelo blanco,
mientras haca tintinear con la otra las llaves en el bolsillo.

Richard dijo Anthony Rockwall. Cunto pagas por el jabn que usas?

Estas palabras sobresaltaron un tanto a Richard, quien haba vuelto de la universidad seis meses
antes.

An no conoca lo suficiente al autor de sus das, un hombre tan prdigo en sorpresas como una
muchacha en su primera fiesta.

Seis dlares la docena de pastillas, pap, segn creo.

Y por tu ropa?

Calculo que unos sesenta dlares, generalmente.

Eres un caballero declar Anthony, con aire resuelto. He odo decir que esos jvenes
petimetres pagan veinticuatro dlares por una docena de pastillas de jabn y exceden los cien
tratndose de ropa. Tienes tanto dinero para derrochar como cualquiera de ellos y, con todo, te
limitas a lo que es decente y moderado. Por mi parte, uso el viejo Eureka, no por razones
sentimentales, sino porque es el jabn ms puro que se fabrica. Siempre que se paga ms de diez
centavos la pastilla, se compran malos perfumes y etiquetas. Pero cincuenta centavos est en
consonancia con un joven de tu generacin y posicin. Como dije, eres un caballero. Afirman que
se requieren tres generaciones para formar uno. Se equivocan. El dinero lo forma con la misma
facilidad con que se desliza la grasa del jabn. Te ha convertido en un caballero. Y qu diablos!
por poco ha hecho uno de m. Soy casi tan descorts y desagradable y mal educado como esos dos
viejos linajudos que viven en las casas contiguas a la ma y que no duermen tranquilos desde que
compr la casa que est entre las de ellos.

Hay cosas que no se pueden obtener con dinero observ el joven Rockwall, con aire lgubre.

Vamos, no hables as dijo el viejo Anthony, escandalizado. Apuesto mi dinero en favor del
dinero en cualquier caso. He recorrido el diccionario ntegro, hasta la Y, buscando algo que no se
pueda comprar con dinero; y creo que tendr que apelar al apndice del diccionario en la semana
prxima. Juego al dinero contra el mundo entero. Dime algo que no se pueda comprar con l.

Por lo pronto, no permite ingresar a los crculos selectos de la sociedad respondi Richard, un
poco fastidiado.

Aj! Con que no? grit el paladn de la raz del mal. Dnde estaran tus crculos selectos si
el primero de los Astor no hubiese podido pagarse su pasaje en el entrepuente para venir aqu?

Richard suspir.

Y a eso iba dijo el viejo, ms aplacado ya. Por eso te llam. A ti te pasa algo, muchacho. Lo
he notado en estas dos ltimas semanas. Vamos, habla. Creo que yo podra disponer de once
millones en las veinticuatro horas prximas, sin contar mis inmuebles. Si se trata de tu hgado,
tienes el Rambler fondeado en el puerto, cargado de carbn y listo para viajar a las Bahamas en
dos das.

Tu conjetura es bastante acertada, pap; no la erraste por mucho.

Ah! dijo con vivacidad el viejo Anthony. Cmo se llama la chica?

Richard empez a pasearse por la biblioteca. En su rstico padre haba camaradera y solidaridad
suficientes para suscitar su confianza.

Por qu no le declaras tu amor? pregunt el viejo Anthony. Se te echar al cuello. Tienes


dinero y estampa y eres un muchacho decente. Tus manos estn limpias. No hay jabn Eureka
sobre ellas. Has estado en la universidad, pero la chica har caso omiso de eso.

No he tenido oportunidad de hablarle dijo Richard.

Bscala dijo su progenitor. Llvala de paseo por el parque o a dar una vuelta en coche, o
acompala a su casa cuando vuelva de la iglesia. Una oportunidad! Vamos!
T no conoces el molino social, pap. Ella forma parte del torrente que lo hace girar. Cada da,
cada hora y cada minuto de su tiempo estn ocupados con das de antelacin. Necesito conseguir
a esa muchacha, pap, o esta ciudad ser siempre para m un pantano. Y no puedo escribirle: no
puedo hacerlo.

Hombre! dijo el viejo. Quieres hacerme creer que, con todo mi dinero, no puedes obtener
un par de horas del tiempo de esa muchacha?

He postergado demasiado el asunto. Ella se embarca para Europa pasado maana a medioda,
para quedarse all dos aos. Podr estar a solas con ella maana por la noche durante unos pocos
minutos. Ahora se halla en Larchmont, en casa de su ta. No puedo ir all. Pero no me ha permitido
que vaya a recibirla a la Estacin Central maana por la noche, con un coche, cuando llegue el tren
de las 8.30. Iremos por Broadway a toda velocidad al Wallack, donde su madre y unos amigos nos
esperarn en el vestbulo. Crees que escuchara una declaracin ma durante esos seis u ocho
minutos, en semejantes circunstancias? No. Y qu probabilidades de xito tendra yo en el teatro
o ms tarde? Ninguna. No, pap. Tu dinero no puede desenredar este embrollo. No podemos
comprar un solo minuto de tiempo con dinero; si as fuera, la gente rica vivira mucho ms. No
tengo esperanzas de hablar con la seorita Lantry antes de que se embarque.

Perfectamente, hijo mo dijo con aire risueo el viejo Anthony. Ahora puedes irte a tu club.
Me alegro de que no se trate de tu hgado. Pero no te olvides de quemar unas pajuelas
perfumadas en el templo chino ante el gran dios Mazuma, de vez en cuando. Dices que con el
dinero no se puede comprar tiempo? Bueno, desde luego, uno no puede ordenar que le envuelvan
la eternidad y se la manden a casa por un precio, pero he visto al Padre Tiempo magullarse los
talones con las piedras cuando cruzaba los lavaderos de oro.

Esa noche vino la ta Ellen, afable, sentimental, cubierta de arrugas, suspirante, abrumada por las
riquezas, y al encontrar a su hermano Anthony leyendo el peridico de la noche, empez a perorar
sobre los infortunios de los enamorados.

Richard ya me dijo todo eso declar Anthony, bostezando. Le contest que mi cuenta
bancaria estaba a su disposicin. Entonces empez a vapulear el dinero. Dijo que no podra
ayudarle. Y que las normas sociales no podan ser desviadas ni un metro por un equipo de
multimillonarios.

Oh, Anthony replic, con un suspiro, la ta Ellen. Ojal no le dieras tanta importancia al
dinero. La riqueza nada significa cuando hay un verdadero afecto. El amor es todopoderoso. Si
Richard hubiese hablado antes! Ella no habra podido rechazarlo. Pero temo que ahora sea
demasiado tarde. Ya no tendr oportunidad de hablarle. Todo tu oro no podr darle la felicidad a
tu hijo.

A las ocho de la noche siguiente la ta Ellen sac un antiguo anillo de oro de un estuche apolillado y
se lo dio a Richard.
salo esta noche, sobrino pidi. Me lo regal tu madre. Dijo que daba suerte en el amor.
Me rog que te lo diera cuando encontraras a la mujer amada.

El joven Rockwall tom el anillo con aire de veneracin y se lo prob en el meique. La sortija
resbal hasta el segundo nudillo, y se detuvo. Se la quit y se la guard en el bolsillo de la
chaqueta, de acuerdo con el hbito masculino. Luego pidi por telfono su coche.

En la estacin, captur a la seorita Lantry entre la ruidosa multitud a las 8.32.

No debemos hacer esperar a mam y a los dems manifest la joven.

Al teatro Wallack, con toda la rapidez posible! orden con lealtad Richard.

Enfilaron velozmente por la calle 42 rumbo a Broadway y luego bajaron por el camino de blancas
estrellas que lleva de las suaves praderas del crepsculo a las rocosas colinas de la maana.

En la calle 34 el joven Richard levant con rapidez la escotilla y orden al cochero que parara.

Se me ha cado un anillo se excus, mientras se apeaba. Era de mi madre y me dolera


mucho perderlo. Solo la demorar un minuto. Vi donde cay.

Antes de que hubiera transcurrido el minuto, el joven Rockwall volvi al coche con el anillo.

Pero en ese breve lapso, delante del coche se haba detenido un automvil. El cochero intent
desviar el cabriol hacia la izquierda, pero un pesado camin le cerr el camino. Prob despus
por la derecha y tuvo que apartarse de un furgn de mudanzas que no tena por qu estar all.
Procur retroceder, pero finalmente dej caer las riendas y blasfem a conciencia. Lo bloqueaba
una enredada maraa de vehculos y caballos.

Se haba producido una de esas congestiones de trnsito que suelen paralizar de pronto el
comercio y el movimiento en la gran ciudad.

Por qu no sigue? pregunt con impaciencia la seorita Lantry. Llegaremos tarde.

Richard se par en el cabriol y mir. Vio un mar de carros, camiones, coches, furgones y tranvas
que llenaban el vasto espacio donde se cruzan Broadway, la Sexta Avenida y la calle 34, como llena
una doncella de sesenta y cinco centmetros de talle su cinturn de cincuenta y cinco. Desde todas
las calles adyacentes, otros vehculos avanzaban, traqueteando a toda velocidad hacia aquella
densa y forcejeante masa, trabando las ruedas y aadiendo al fragor las imprecaciones de sus
conductores. Pareca que todo el trnsito de Manhattan se apiaba a su alrededor. Ni los ms
viejos neoyorquinos que haba entre los miles de espectadores parados en las aceras recordaban
una congestin de semejantes proporciones.

Lo siento muchsimo dijo Richard, volviendo a sentarse. Pero parece que nos hemos
atascado. Ni en una hora arreglarn este lo. La culpa fue ma. Si no se me hubiese cado el anillo,
nosotros
Mustremelo dijo la seorita Lantry. Ahora que esto no tiene remedio, tanto me da. De
todos modos, los teatros me parecen algo estpidos.

A las once de la noche, alguien llam suavemente a la puerta de Anthony Rockwall.

Adelante grit Anthony, quien vesta una bata roja y lea un libro de aventuras de piratas.

Ese alguien era la ta Ellen, cuyo aspecto evocaba a un ngel de cabellos canos abandonado en la
tierra por error.

Ya son novios, Anthony dijo, con dulce voz. Ha prometido casarse con Richard. Cuando iban
al teatro, hubo una congestin de trnsito y su cabriol tard dos horas en salir de all. Y, oh,
hermano Anthony! No te vuelvas a jactar del poder del dinero. Lo que permiti a nuestro
Richard encontrar la felicidad fue un pequeo smbolo del verdadero amor, un anillito que
encarnaba un cario infinito y desinteresado. Se le cay en la calle y se ape para recobrarlo. Y
antes de que pudieran proseguir el viaje, se produjo la congestin. Richard le habl a su amada y
la conquist mientras el coche estaba clavado all. El dinero es una basura comparado con el
verdadero amor, Anthony.

Muy bien dijo el viejo Anthony. Me alegro de que el chico haya conseguido lo que quera. Ya
le dije yo que no ahorrara gastos con tal que l

Pero De qu habra podido servirle tu dinero, hermano Anthony?

Hermana dijo Anthony Rockwall. Mi pirata est en un apuro tremendo. Acaban de hundirle
el barco y es un juez demasiado bueno del valor del dinero para permitir que se pierda. Por favor,
djame seguir leyendo este captulo.

Este cuento debera acabar aqu. Yo lo deseara tanto como el lector. Pero debemos llegar al fondo
del pozo para descubrir la verdad.

Al da siguiente, una persona de manos rojas y corbata a lunares, que dijo llamarse Kelly, vino a
casa de Anthony Rockwall y fue recibido sin demora en la biblioteca.

Bueno dijo Anthony, teniendo la mano hacia su talonario de cheques. Fue un buen trabajo.
Veamos Le di 5 000 dlares al contado.

Agregu otros 300 de mi bolsillo repuso Kelly. Tuve que exceder un poco el presupuesto.
Pude conseguir la mayora de los carros y cabriols por 5 dlares; pero los camiones y las yuntas
de caballos me costaron 10. Los conductores de tranvas quisieron 10 dlares y algunos de los
carreros 20. Los ms costosos fueron los policas; a dos de ellos les pagu 50 dlares, y a los
dems, 20 y 25. Pero verdad que sali bien, seor Rockwall? Me alegro de que William A.
Brandy no haya presenciado esa escenita, esa aglomeracin de vehculos al aire libre. Se le habra
encogido el corazn de envidia! Y eso que no hicimos un solo ensayo! Los muchachos llegaron al
sitio fijado con una puntualidad perfecta. Pasaron dos horas antes de que una vbora pudiera
meterse debajo de la estatua de Greeley.
Aqu tiene 1300 dlares, Kelly dijo Anthony, arrancando un cheque del talonario. Sus 1000,
y los 300 que debi agregar de su bolsillo. Usted no desprecia el dinero, verdad, Kelly?

Yo? dijo Kelly. Le dara una buena tunda al que invent la pobreza.

Anthony llam a Kelly cuando este ya haba llegado a la puerta.

No not usted entre la congestin del trnsito a un nio regordete y desnudo que disparaba
flechas con un arco? le pregunt.

No respondi Kelly, intrigado. No lo not. Si estaba desnudo, como usted dice, es probable
que los policas lo hayan detenido antes de llegar all.

Ya me imaginaba yo que ese bribonzuelo no se dejara ver dijo Anthony, riendo entre
dientes. Adis, Kelly.

Acerca del autor.

O. Henrey era el seudnimo del escritor, periodista, farmacutico y cuentista estadounidense


William Sydney Porter (11 de septiembre de 1862 5 de junio de 1910).

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