Cielos e Inframundos - Una Revision - Ana Díaz PDF
Cielos e Inframundos - Una Revision - Ana Díaz PDF
Cielos e Inframundos - Una Revision - Ana Díaz PDF
A n a D az
Cielos e infjramundos
Una revisin de las cosmologas
m escam ericanas
ISBN 978-607-02-7226-A
IN S T IT U T O
DE I N V E S T I G A C I O N E S
H IST RICA S
9 786070 272264
CIELOS E INFRAMUNDOS
U n a revisin de las cosm ologas m eso am erican as
Instituto de Investigaciones Histricas
Serie Antropolgica / 24
CIELOS E INFRAMUNDOS
Una revisin de las cosmologas
mesoamericanas
Coordinacin
Ana Daz
ISBN 9 7 8 -6 0 7 -0 2 -7 2 2 6 -4
ISBN 9 7 8 -6 0 7 -0 2 -7 2 2 6 -4
C ie l o , t ie r r a e i n f r a m u n d o m e s o a m e r i c a n o s :
ESTRUCTURAS FIJAS O ESPACIOS MUTABLES?
4 Archivo Histrico del Museo Nacional de Antropologa (en adelante AHM NA),
Traduccin al espaol de Mythus und Religion der Alter Mexikaner de Eduard
Seler, Fondo Museo Nacional de Mxico (1 8 5 1 -1 9 6 4 ), v. 2 6 2 ,1 9 0 7 , exp. 100800,
fojas 121-180.
10 ANA DIAZ
El p r o b l e m a d e l a s f u e n t e s , el o r i g i n a l p e r d i d o
6 Por objetos etnogrficos entendemos todas las piezas utilizadas por los ha
bitantes de las comunidades, ya sea que formen parte de la vida cotidiana o que
restrinjan su uso a contextos rituales. Esta categora no contempla las figuras
hechas por un informante indgena para explicar su cosmologa a un antroplo
go, a menos que reproduzcan algn repertorio tradicional.
7 No incluye las imgenes del Apndice I, porque se respet el orden que
presentan en la publicacin original (Klein, 1982).
12 ANA DIAZ
La s t r es esfera s d e l c o s m o s : u n a c o n c e p c i n u n iv e r s a l ?
Tanto para los evangelistas del siglo XVI entre los que destaca fray
Pedro de los Ros, el com pilador del Cdice Vaticano A com o para
los intelectuales del XIX entre ellos Seler, el universo real o m
tico constaba de tres espacios claram ente definidos y diferenciados.
El cielo era concebido com o un sitio ilum inado y difano, el
infram undo era una regin oscura y funesta, el espacio de co n
finam iento de los muertos, y la tierra era un espacio neutral inter
medio habitado por los hom bres.8 C onvenientem ente, se han
identificado estas concepciones en todas las denominadas antiguas
civilizaciones la egipcia faranica, la sumeria, la griega y la m e-
La s pro pu esta s
Ana D az
Fuentes
Archivos
Archivo Histrico del Museo Nacional de Antropologa ( a h m n a ), Tra
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22 ANA DIAZ
JESPER NIELSEN
Universidad de Copenhague
Est r a t o s o r e g i o n e s : la t o p o g r a f a d e l m s a ll
Nuestro estudio com ienza con los hroes gemelos del Popol W uj,1
en particular con sus experiencias en las seis casas o cuevas del
X iba lb a, el pavoroso infram undo. En cada casa los gemelos tienen
que enfrentar una prueba o un peligro especficos. La segunda se
denomina La casa de los cuchillos, est repleta de afiladas navajas,
y la cuarta es La casa de los jaguares (Popol Vuh, 2 0 0 3 : 1 6 3 -1 7 4 ).
En la descripcin de las escenas parecera que todas las casas estn
dispuestas en el m ism o nivel, es decir, se sitan al ras del suelo en 1
I n v e s t i g a c i n p r e v ia y c o n s e n s o
SOBRE LA COSMOLOGA MESOAMERICANA
V is io n e s m e s o a m e r ic a n a s d e l u n iv e r s o
Esto es lo que los pensaban los nativos, los ancianos y los gobernan
tes: que todos los que moran iban a [uno de los] tres lugares cuando
fallecan. El primer sitio estaba en el lugar de los muertos [Mictln]
[...]. Y ah al lugar de los muertos se iban todos aquellos que moran
en la tierra, que solo fallecan por enfermedad: los gobernantes, los
plebeyos [...] [y una vez que colocaban al muerto y una serie de ar
tculos en la tumba, decan]: He aqu aquello con lo que habr de
pasar por donde se juntan las montaas. Y he aqu aquello con lo que
habr de pasar por el camino que vigila la serpiente. Y aqu est con
lo que vas a pasar junto a la lagartija azul, la xochitonal. Y aqu est
con lo que vas a viajar por los ocho desiertos. Y aqu est con lo que
vas a atravesar los ocho montes. Y aqu est con lo que vas a pasar
por el lugar de los vientos del cuchillo de obsidiana [...]. Y tambin
hacan que llevara consigo un perrito amarillo [...]. Se deca que ste
llevara [al que haba fallecido] a travs del lugar de los nueve ros en
el lugar de los muertos. Y cuando hubiera llegado con Mictlan tecutli,
l le dio los artculos varios con los que haban adornado al muerto
aqu en la tierra [...]. Y all, en los nueve lugares de los muertos, en
ese lugar haba una desaparicin total.
P IN T A R EL U N IV E R S O . P E R O E L U N IV E R S O D E Q U I N ?
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yJ/tmMij-e/tattpe*n:ertH'tk
T lalticpac
T h e fo u r l o w e r sk ie s
------(On the surface o f the earth)
- C hicnauhmictlan
T h e n in e l e v e l s o f t h e u n d e rw o rl d -
_ (The nine places o fdeath) _
D
C
Figura 3
A. "Cosmologa tzotzil. Reconstruccin de Holland, segn la propuesta de Seler, ca. 1963;
B. Los estratos verticales del universo segn la concepcin mexica. Reconstruccin cosmo
grfica de Eduardo Matos Moctezuma, ca. 1987; C. Los nueve cielos superiores, los cuatro
cielos inferiores y los nueve pisos del inframundo. Reconstruccin cosmogrfica de Alfredo
Lpez Austin, ca. 1994; D. Tierra plana e inframundo enredado de los aztecas. Propuesta
cosmogrfica de Cecelia F. Klein. Reconstruccin de Cecelia F. Klein, ca. 1982
Figura 4. El universo geocntrico poblado por
criaturas mitolgicas romanas. Ejemplo de re
construccin cosmogrfica dirigida por inte
lectuales y religiosos cristianos para explicar la
visin pagana del mundo. Dibujo de Natalis
Comes, en Mythologiae, Padua, 1616, fron
tispicio
A A VWCAD.
Figura 5
A. Cosmograma de El libro del Chilam Balam de Kaua (Bricker & Miram 2002: 92). Se encontr
una figura similar en El Libro del Chilam Balam de Ixil, p. 69; B. Cosmograma medieval
utilizado para ilustrar la culminacin de la creacin en el libro del Gnesis, en Lik
Chronicarum (Crnica de Nuremberg), Nuremberg, 1493, f. 5v
Figura 6
A. Fray Pedro de Gante utilizando imgenes para impartir su doctrina, 1579; B. Imagen del
cielo, la tierra y el infierno, en Rhetorica Christiana, Perugia, 1579
(n te lle tu a lfs
Figura 8
A. El universo pintado como una jerarqua
de elementos que encuentran su lugar
dentro del modelo cosmolgico cristiano,
1499; Konrad von Megenberg, Das Buch
der Natur, Ausburgo, 1499, f. 5v; B. Los
tres niveles de la creacin como un conti-
Q d c ftls
S c n f ib ils m u n d u s *
Figura 11. La gente del cielo distribuida en
cuatro direcciones: amanecer [cielo blanco],
cielo azul, luz amarilla del atardecer y oscu
ridad. Representacin del cielo en el re
pertorio navajo de pinturas de arena, 1937
B
Figura 14. El cielo y la tierra. Representacin del cosmosl
con cajetes zoomorfos separados por rboles. Cdice TudelaA
f. 68r
Figura 17
A. Sochiquetzal, i. [id. Est.] essaltatione
delle rose. Cdice Vaticano A, f. 7r; B. El
personaje 9-Viento, Quetzalcoatl, descien
de del cielo acompaado de dos personajes
armados. Cdice vindobonensis, lmina 48
Figura 18. Piedra prehispnica conocida como Lpida de los cielos andesita con graba
dos en cuatro de sus caras. Posclsico, procedencia desconocida
A. Cara anterior o frontal; B. Cara(s) lateral(es); C. Cara posterior
Figura 19. Cdice borbnico,
lmina 16
Lm. 39
Lm. 44
I
Figura 27. Cielo con nubes como cielo nocturno
A. Cdice Borgia, lmina 27; B. Cdice Borgia, lmina 28; C. Mixtlan, lugar de nubes.
Cdice Mendoza, f. 46r
Figura 31
Grabado del Omichicahuaztli de Colhuacan. Raspador de hueso, instrumento musical
prehispnico
00 00o oo JOO OOOOOOOOOOOOOC->C<
Figura 37
A. Restitucin de la iconografa del interior de la tapa del gran tepetlacalli de Tizapan;
B. Restitucin de la iconografa del interior de la tapa del pequeo tepetlacalli de
Tizapan
Figura 38. El rbol del centro del mundo figurado como planta de maz. Cdice Borgia,
lmina 53
I
Figura 39. Pirmide de made- Figura 40. El Cerro Taimarita
radeTeakata, 14 cm
Ana D az
Universidad Nacional Autnoma de Mxico
Instituto de Investigaciones Estticas
Este trabajo tiene por objetivo hacer una revisin crtica del co
nocido modelo m esoam ericano de 13 estratos verticales o pisos del
cielo. A partir del anlisis historiogrfico y de una relectura de fuen
tes prim arias es posible dem ostrar que este esquem a interpretati
vo es una construccin m oderna necesaria para dar coherencia al
pasado indgena, en tan to ha permitido unificar su discurso cos
molgico com o si fuera equivalente a las cosm ografas producidas
por las grandes civilizaciones del mundo antiguo. Pero el proble
ma es ms com plejo.
En este captulo se presentan ejemplos que am plan el corpus
de fuentes que contienen imgenes y descripciones textuales de los
cielos com o eran concebidos por grupos del centro de Mxico y sus
vecinos. Busco integrar a la discusin sobre cosmologas mesoa-
m ericanas la nocin de la coexistencia de varias concepciones ce
lestes afectadas por la historia, por diferencias regionales y por los
contextos especficos en que se usan y se generan. Me interesa des
tacar la capacidad orgnica, m etam rfica y m ultiform e celeste que
origina tipos de cielos que se activan, se recrean y se actualizan a
lo largo de la historia indgena. Las transform aciones se producen
Un m o d e l o u n iv e r s a l pa ra u n a c u l t u r a g l o b a l
Fuentes etnogrficas
EL CIELO EN IMGENES
los sostenedores del cielo o b acab oob, eran tam bin los portadores
del ao (1 9 6 6 : 6 2 ) y D urn registra el nom bre nahua de estos
personajes como ilhuicatzitzque (1967: 2, 2 2 9 ). Las cuatro regiones
tam bin se proyectan hacia el nivel superior en la cosm ologa n a
hua en los inform es sobre los cuatro rum bos proyectados a los
cielos y portadores de ao recabados por Sahagn (2 0 0 2 : libro 2,
7 0 5 -7 0 6 ). Este arreglo horizontal se ha reconocido en varias fuen
tes histricas y etnogrficas, y corresponde a los cuatro cielos bajos
en el esquema propuesto por Lpez Austin. En la figura 10 los cua
tro glifos punzados por los personajes que cargan los rboles co
rresponden a la primera fam ilia de portadores de ao.
Con esto en m ente, existen elem entos para argumentar que las
dos deidades rectangulares de las lm inas 29 y 30 com parten la
misma m ateria pero aparecen representadas en m om entos distin
tos. Los pintores del Borgia enfatizaron aspectos especficos de su
naturaleza mltiple por medio de las esencias que las com ponen
en cada una de las transform aciones: la prim era deidad, de atribu
tos m asculinos y fem eninos, tiene un rgano de doble banda tor
cida. Segn el anlisis de Lpez Austin (1 9 9 4 : 8 8 -9 3 ), esta form a
remite al m ovim iento de las dos fuerzas dinm icas constitutivas
del cosmos, por lo que es probable que se trate de una criatura
entera, indiferenciada, portadora de la m ateria primigenia. En pa
labras del m ism o autor, los dioses del cielo y el infram undo eran
porciones de cipactli dividida (Lpez Austin, 1997: 9 3 ). En la si
guiente lm ina el mundo ha sido ordenado en cuatro regiones por
la accin de la pareja de serpientes de viento nocturno creadas en
el recipiente ubicado al centro de la lm ina anterior. Ahora la dei
dad aparece rota y separada por el com plejo de portadores de ao
y de plantas. Aqu la doble banda torcida se sustituy por el costi
llar: la materia se dividi. Considero que esta representacin alude
a la transform acin de una deidad com patible con la Tlalteotl n a
hua, divinidad telrica de doble naturaleza, cuyo carcter celeste y
nocturno est enfatizado en las representaciones de las lm inas 29
y 30, donde la oscuridad y los ojos estelares la califican porque son
su piel, el rgano ms externo, el que le da su apariencia antes de que
nazca el sol: un espacio nocturno e indiferenciado que puede ser
equivalente al infram undo, al cielo primordial o a un m bito pri
migenio del que se deriva el cosmos.
LA PIRMIDE, LA FALDA Y UNA JICARITA 83
embargo, tam bin hay variantes de dos, tres, cuatro y siete cielos
que no han sido problematizadas. M ikulska y N ielsen y Sellner
presentan en este volum en un anlisis detallado de fuentes hist
ricas y etnogrficas que discuten la com posicin de los cielos me-
soamericanos. A continuacin presento algunos datos etnogrficos
que pueden enriquecer el anlisis y aportar otra posible solucin
ante la diversidad de versiones.
Fue en esta poca que existi un camino suspendido del cielo, que se
extenda de Tulum a Cob, Chichen Itz y Uxmal. Este camino fue
llamado Kuxan-Sum, o Sache' (camino blanco). Este camino estaba
compuesto de una larga soga (sum) que se supona tener vida (kuxan),
de cuya parte media brotaba sangre. Fue por esta soga que se enviaba
alimento a los antiguos regentes que habitaban en los edificios ahora
en ruinas. Por alguna razn esta soga fue cortada, fluyendo toda la
sangre hasta desaparecer por siempre esta soga. Esta primera poca
estuvo separada de la segunda por un diluvio (Tozzer, 1907: 153-154,
en Villa Rojas, 1992: 438).
Los datos aportados por Johannes Neurath (en este volum en) ayu
dan a interpretar la escena de los templos celestes del Cdice Borgia
en su conjunto (figs. 15 y 1 6 ). El autor m enciona que entre los
huicholes el techo de zacate de algunos templos es equivalente al
cielo y debe renovarse peridicam ente m ediante la accin ritual.
El autor com enta que el meollo del dualismo cosmolgico huichol
radica en el contraste entre dos tipos de ritualidad. El cielo y la luz
del da se crean por los buscadores de visiones, que practican el
sacrificio (N eurath, en este volum en). Las oposiciones presentes
en esta frase recuerdan la escena de los templos celestes del Borgia,
donde se llevan a cabo ofrendas y sacrificios.
En el Cdice V aticano A, donde aparece la imagen de los 1 1 /9
cielos, hay otra figura que integra los elem entos analizados en este
apartado: el cielo del final de una era cosm ognica, del que des
ciende una diosa entre una escena de sacrificios. Considero que
esta imagen y la secuencia de la que form a parte perm iten identi
ficar otras caractersticas del cielo que no estn presentes en la
figura de los dos primeros folios. El Cdice Vaticano A se distingue
por ser el nico docum ento colonial conocido que contiene una
seccin m tica introductoria. El libro inicia con la exposicin del
cielo, el inframundo y el limbo de los nios. Estas imgenes form an
parte de una seccin que sigue un discurso escatolgico m s cer
cano a las categoras cristianas que a las indgenas, pues no m en
ciona el destino de quienes mueren por accin del rayo, el sacrificio
o el parto. Despus aparece el relato ilustrado de los soles cosm o
gnicos m exicas. La ltim a imagen de esta serie presenta el final
del cuarto sol, pero su contenido difcilm ente podra reconstruirse
a partir de otras fuentes, pues ninguna reproduce esta versin. Se
muestra a la diosa Xochiquetzal, que baja del cielo asida por un par
de cuerdas con flores ensartadas. Detrs de ella descienden un
LA PIRMIDE, LA FALDA Y UNA JICARITA 89
15 La cuerda adornada que baja del cielo al final de la era se menciona tam
bin en la Leyenda de los soles, en la que Ihuimecatl mecate de plumas, com
paero de Tezcatlipoca, es uno de los responsables de la cada de Tollan. Ihuime-
catl lleva el pulque a Quetzalcoatl para emborracharlo y canta la cancin que
predice el abandono de Tollan ( Cdice Chimalpopoca, 1992: 10).
16 El trmino no tiene traduccin, es un error del escriba o copista. Anders,
Jansen y Reyes proponen que se trate de Citlalatonale o Citlallatonac (1996: 69).
90 ANA DIAZ
La de la fa ld a de estrellas
C o n c l u s io n e s
Fu e n t e s
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LA PIRAMIDE, LA FALDA Y UNA JICARITA 101
KATARZYNA M ik u lsk a
Universidad de Varsovia
Instituto de Estudios Ibricos e Iberoamericanos
El c i e l o y el in f r a m u n d o
Representaciones grficas3
D escripciones alfabticas
palabra fuera utilizada para nom brar cualquier espacio fuera del
mundo de los hombres (Sahagn, 1 9 5 0 -1 9 8 2 : libro 6, 31).
En algunos casos el M ictlan aparece con el locativo topan, en
cim a o arriba de nosotros (Sahagn, 1 9 5 0 -1 9 8 2 : libro 6, 2, 5,
11, 33, 4 8 ), a pesar de que el supuesto infram undo debera estar
abajo. El problema, creo, es que al utilizar la palabra in/famundo
en espaol proyectamos y sobreentendem os que este lugar se en
cuentra abajo. En un lugar topan esperaramos que se encontrara
ms bien el O m eyocan, lugar de residencia de O m etecuhtli y Ome-
cihuatl. El anlisis filolgico de las plticas del libro 6 del Cdice
florentino demuestra que M ictlan y Omeyocan presentan ms seme
janzas que diferencias. Aqu incluyo slo las conclusiones derivadas
de otros trabajos (M ikulska, 2 0 0 8 b ; 2 0 0 8 a : 2 2 5 -2 3 5 ). Ambos son
lugares de residencia de una deidad creadora, descrita con las pa
labras el que crea a los hom bres, el que [hace vivir] engendra a
los hom bres, el que da com ienzo a los hom bres, progenitor, el
que engendra a la gente, el que fabrica o com pone a la gente
(Sahagn, 1 9 5 0 -1 9 8 2 : libro 6, 4, 141, 1 9 5 ). Otros ttulos comunes
son padre, m adre, un difrasismo que indica la calidad de seres
padres y protectores con el que se nom bra indistintam ente tanto
a M ictlantecuhtli y M ictecacihuatl (Sahagn, 1 9 5 0 -1 9 8 2 : libro 6,
21, 27, 31, 4 8 , 5 9 ), com o a O m etecuhtli y O m ecihuatl (Sahagn,
1 9 5 0 -1 9 8 2 : libro 6, 168, 183, 1 8 7 ). Tanto en M ictlan como en
Om eyocan se determ ina la creacin y el nacim iento de un ser hu
m ano expresado con el verbo decir, itoa y el humano es crea
do o fabricado verbo iocoya all (Sahagn, 1 9 5 0 -1 9 8 2 : libro
6, 2, 31, 4 9 ). Uno de los ejemplos ms claros que muestra la cer
cana, si no es que identidad, de ambos lugares es el fragmento de
la pltica de una m ujer recin embarazada. Al principio se indica
el lugar donde se tom a la decisin sobre la creacin de un nio: en
M ictlan, arriba de nosotros, en el lugar/tiem po de la noche in
topan in m ictlan, in iooaian (Sahagn, 1 9 5 0 -1 9 8 2 : libro 6, 1 4 1 ).
Luego se dice que fueron O m etecuhtli y O m ecihuatl quienes lo
decidieron. En la pltica ritual despus del nacim iento se describe
la llegada del nio desde M ictlan u Om eyocan con los mismos
verbos: ser enviado, venir, descender, etctera. Por eso con
sidero que ambos lugares, tanto M ictlan com o Omeyocan, eran
comprendidos como lugares de creacin y de residencia de deidades
116 KATARZYNA MIKULSKA
Cuix ic itolo in topan in M ictlan in tal vez as fue dicho [ariba de nosotros,
ilhuicatl en M ictlan]
(Sahagn, 1950-1982: libro 6, 141)
In topan in mictlan in ilvicac sobre nosotros, [en Mictlan, en el cielo]
(Sahagn, 1950-1982: libro 6, 5)
in topan in omeiocan arriba de nosotros, en el Omeyocan,
in chicunauhnepaniuhcan en el lugar de las nueve uniones
(Sahagn, 1950-1982: libro 6, 2 0 6 )
ca tichalchiuitl
ca tim aquiztli
ca titeuxiuitl in tipitzaloc
in tim am alioac ca tichalchiuitl
ca titeuxiuitl tixotlac
ticuepon, in tiiol
in titlacat (Sahagn, 1 9 5 0 -1 9 8 2 : libro 6, 31).
T jadeita
t pulsera
t turquesa, t fuiste soplada
t fuiste barrenada, t jadeita
t turquesa, t brotaste
t estallaste, t viviste
t naciste (M ontes de O ca, 2013: 178).
122 KATARZYNA MIKULSKA
Ihuan onca man in coyahuac tezcatl Y all est un gran espejo horadado
in necocxapon por ambos lados;
in mictlan ontlaneci, all aparece la regin de los muertos;
inic oncan tontlachixtica; in con l ests mirando el lugar que es
quenamican, de algn modo,
C o n ju ro para echar su e o
Nomateci nhuatl ninoyoalitoatzin, Yo mismo, soy El que Habla de Noche,
inic nhuatl, porque yo soy
inic chicnauhtopa, porque en 9-arriba de nosotros
iniquac...35 cuando...
tlaxihualhuin in temicxoh, Por favor, ven, flor de sueo
iniquac in nicanato, in nohu dtitih Cuando vine a agarrar a mi hermana
chicnauhtopa. mayor
Nitlamacazqui 9-arriba de nosotros
in nohuetiuh xochiquetzal Soy tlamacazqui,
mi hermana mayor es Xochiquetzal
[] [...]
inic ye nichuicaz in chicnauhmictlan, La llevar a 9-Mictlan
in oncan nic-huicaz tlalli innepantla, All la llevar, en medio de la tierra
[...] [...]
brazo del paciente medido con la m ano del conjurador para conocer
el origen de la enfermedad. Este procedimiento conocido como subir
la escalera preciosa tlatlecahuia in chalchiuhecahuaztli ( V - l ) ,39
pero el mismo Ruiz de Alarcn indica que nuestra escalera preciosa
tochalchiuhecahuaz puede decirse tom ictlan ecahuaz, nuestra es
calera [a] M ictlan (V -l). Es notorio que ecahuaztli significa esca
lera de palo para alcanzar algo, como explica Molina (2005: 2, f. 28r),
no se trata de gradas com o en un edificio, sino de un utensilio.
Otro conocedor de Mictlan, conocedor de arriba, mictlan mati,
topan m ati (II-3 ), es el tabaco, invocado en la mayora de los con
juros com o una sustancia imprescindible en el contacto con la
esfera divina. Obviam ente, se podra recurrir de nuevo a la inter
pretacin de contrarios M ictlan remite al espacio de abajo y
topan al de arriba, que en conjunto, por medio de oposiciones
denom inan todo el espacio ms all. Sin embargo, lo que llama la
atencin es que el tabaco tam bin es denominado en los conjuros
siempre y por doquier con el nm ero nueve. U sualm ente el co n
jurador une dos de tres nom bres que le corresponden: 9-C ru -
jido con Piedra ch iu cn a u h tla teca p a n illi, 9-Aporreado con
Piedra ch iu cn au h tla tetzo tz on alli y 9-D esm enuzado entre las
Manos chiucnauhtlatlam atellolli.40 Quiero subrayar que cada uno
de estos nombres se trata de un nmero cardinal, en ningn caso se
habla de veces nueve veces, com o se traduce con frecuencia,
tam bin Ruiz de Alarcn. El nmero nueve aparece en otras deno
m inaciones: las que rem iten al lugar de origen (Haly, 1992: 2 8 9 ).
Se trata de las expresiones Chiucnauhtilihuican o 9-M onte y Chiuc-
nauhixtlahuatl o 9-Llano (Annals ofC u au h titlan , 1992: 2 3 ),41 que
designan el sitio del que salen los chichim ecas para emprender su
sidero que pluralizar los sustantivos que form an los nombres com
puestos cam bia la idea original de ellos.
Sin seguir con el anlisis de la com binacin de los nmeros
siete y nueve, considero evidente que in atlan in oztoc, en el agua,
en la cueva, otro nom bre del Mundo de los Muertos, dominio de
M ictlantecuh tli y M ictecacihuatl, confirm a que es un sitio ms
all, fuera del mundo de los hum anos, y com o tal puede ser tanto
un lugar de muerte, com o de origen y creacin. Aunque la deno
m inacin dentro del agua, dentro de la cueva podra reubicar al
M undo de los M uertos en un abajo (M ikulska, 200 8 a : 2 3 4 ), al
ser un lugar de antepasados y descarnados, parecera ser el mismo
espacio-tiem po que el interior de la tierra y la noche. Al llamarlo
en el agua, en la cueva, se destacan sus caractersticas principa
les: un lugar de humedad o de agua y de oscuridad, propias de una
cueva. Los mismos inform antes de Sahagn describieron la cueva
de esta m anera: O ztotl: [...] tem auhtica, tem am auhtica, m jctlan: ic
m jtoa mjctlan, ca mjcovaia, tlaioaia, tlaioa, tltlaiovaticac" (Sahagn,
1 9 5 0 -1 9 8 2 : libro 11, 2 7 6 ): La cueva [...] es un lugar espantoso,
lugar tem eroso, lugar de los muertos; as se llam a el Lugar de los
M uertos, porque all hay m uerte; all entr la noche, est de no
ch e. Las cuevas son lugares siempre oscuros y siempre hmedos,
all se encuentran las fuentes de los arroyos y, a nivel conceptual,
de la vida y la fertilidad. Estas aseveraciones coinciden con lo ex
presado por Neurath (en este volum en) acerca de la identidad on
tolgica del cielo nocturno con el lugar de eterna fertilidad o
eterno lugar de la fertilidad, fuente de la vida, que es al mismo
tiem po la oscuridad, la noche y la poca de lluvias.
Para concluir esta parte, considero evidente que el numeral nue
ve rem ite al espacio divino, o bien no hum ano, por lo general in
accesible a los hum anos y al que slo los especialistas, quienes van
all a conocer el destino, pueden acceder de noche y durante los
sueos. Por eso es tam bin un tiem po-espacio. Esta conclusin
recuerda los datos recopilados por Laureano Reyes Gmez acerca
de la visin zoque del infram undo: los tres espacios fuera del
mundo hum ano son tiempos marcados por el recorrido del sol, en
los cuales el tiem po no avanza o lo hace muy lentam ente, y a don
de pueden acceder slo los especialistas rituales durante el sueo
o ciertos individuos capacitados (Reyes, 2 0 0 8 : 1 0 0 -1 0 6 ). Aunque
138 KATARZYNA MIKULSKA
48 the obsidian knives are carried off by the wind / the sand is carried off by
the wind / the trees are carried off by the wind / [there are] Cereus garambullo
cacti / the flintstone knives are carried off by the wind / [there are] mexican agaves
/ [there are] brambles / it is very cold / [there are] ferrocactli... (Sahagn, 1997).
49 the land o f the dead; he made her follow the great plains, houseless
grasslands (Sahagn, 1997).
LOS CIELOS, LOS RUMBOS Y LOS NUMEROS 141
50 The second place whence it came [the north] was called Mictlampa; and
this was named the wind from the land o f the dead. This was much feared
and caused much terror. [...] W hen they saw it was Mictlampa ehecatl which
arose, then they feared evil and were troubled (Sahagn, 1950-1982: libro 7).
51 En este texto no profundizo en los argumentos ni pormenores de la discu
sin al respecto. Remito al lector interesado a los textos de Sisson (1 9 8 3 ) y Boone
(2007: 2 1 1 -2 3 0 ), por elegir dos de varios que tratan el tema. Una reciente apor
tacin importante acerca del tema es de Laurencich-Minelli (2 0 1 1 ), quien re
construye datos de la llegada y del camino de los cdices del Grupo Borgia en
Europa. Agradezco a Michel Oudijk la informacin sobre este artculo.
142 KATARZYNA MIKULSKA
blanquirrojo. Entre tanto, la escena com pleja del Borgia est reple
ta de cuchillos: stos rem arcan el templo, uno est dentro de la
imagen de la luna, que se encuentra en el interior del templo re
marcado con cuchillos, el fuego nuevo es extrado de un cuchillo
de pedernal lo que no se representa as por lo general (M ikulska,
2010: 1 3 3 ) y el rbol de este rumbo csm ico crece encim a de la
figura de la tierra en el disfraz del dios Itztli o D ios-cuchillo. El r
bol m ismo est lleno de espinas y, si bien el del sur tam bin las
tiene, el del norte es evidentemente un cactus de dos colores. En
mi opinin, esta representacin grfica es muy cercana a las des
cripciones nahuas del siglo XVI del M ictlan, en cuanto a la presen
cia de cuchillos y del lugar desrtico, y a la contem pornea nahua
del rumbo norte, que recrea un lugar muy fro y de oscuridad. Q uie
ro subrayar, sin embargo, que a nivel grfico no puede establecerse
una frontera im permeable entre los rumbos norte y sur, ya que
tienen elem entos en com n. Por ejemplo, la m ujer de la pareja co
pulando del rumbo sur en el Cdice Borgia porta el disfraz de cuchi
llo o del dios Itztli, m ientras el acom paante del cargador del cielo
del rumbo norte es M ictlantecuhtli. Por lo tanto, se trata de la
oposicin entre el eje norte-sur, que es fro, oscuro y amenazante,
y el eje oriente-poniente, claro, frtil y favorable (Jansen, 2002: 296;
1998: 142). A diferencia del norte y el sur, los rumbos oriente y po
niente se muestran colmados de joyas y flores en los rboles y en los
templos, en seal de lo precioso y de la riqueza agrcola, lo que re
mite a un augurio favorable para los ciclos temporales adscritos a
estos rumbos csmicos. Las mismas oposiciones se repiten en otras
partes de los cdices, por ejemplo, en la lm ina 27 del Borgia (Der
Codex Borgia, 1976), donde Tlalloc en diferentes m anifestaciones
rige el ciclo de 2 6 0 das dividido en cuatro periodos de 65 das, ads
critos a diferentes espacios (Anders, Jansen y Reyes, 1993: 167-168).
Aqu tam bin el oriente y el poniente son benvolos: el agua es
abundante y las gruesas nubes aseguran el buen crecim iento del
maz; mientras que el norte y el sur son nefastos y presentan perio
dos de sequa y plagas. Podra mencionar otras oposiciones similares,53
El ponien te y el oriente
norte y sur del Cdice Cospi (Codex Cospi, 1968: lms. 1 2 -1 3 ), hecho de partes
del cuerpo humano crneos, huesos, costillas, corazones que parecen podridos,
y un templo de guacamaya hecho de joyas, que representa un augurio positivo,
como los templos de oriente y poniente del Cdice Cospi ( Codex Cospi, 1968: lms.
1 2 -1 3 ). Si los techos de los templos son una imagen del cielo, es notorio que los
techos de los "templos de tecolote parezcan ser del cielo nocturno, con estrellas
como ojos salidos y cuchillos.
54 Sin embargo, podra objetarse que en el mencionado M anuscrito Aubin
nm. 2 0 un lugar marcado con una hilera de cuchillos es el oriente. En mi opi
nin, esto indica el peligro de elaborar un modelo todo abarcador, sin tomar en
cuenta las diferencias regionales. Es decir, si bien en este cdice el sur es repre
sentado igual de esqueltico que en los cdices Borgia y Cospi, tambin hay
notables diferencias entre ste y los otros, puesto que en el Manuscrito Aubin nm.
2 0 los rumbos del universo son identificables como lugares concretos de la Mix-
teca (Jansen, 1998: 12 9 -1 3 9 ).
146 KATARZYNA MIKULSKA
55 The third place whence it came [the west] was known as Cihuatlampa:
it was named Cihuatecayotl and Cihuatlampa ehecatl. [...] It [the wind] made
them shiver; it was deadly (Sahagun, 1950-1982: libro 7).
LOS CIELOS, LOS RUMBOS Y LOS NUMEROS 147
Y luego la llev a Tlalocan. All pasaron por donde haba ranas, como
en primavera. Estaban sentadas sobre una pared, dos ranas haba all.
All se extendan papeles manchados de hule, con los que se termi
naba el camino. Luego entraron en donde vieron, ms adelante, la
niebla que pareca estar rodeando a los que acababan de morir, gol
peados por un rayo durante una tormenta (Sahagn, s. f.: f. 84r; 1997:
181).59
58 farther on, they traversed [where] on both sides there were women who
were weaving (Sahagun, 1997).
59 And then he took her to Tlalocan. Then they traversed where frogs, as in
the springtime. They were seated on a wall, on it were two frogs. From it lay ex
tended rubber-spotted steamers with which the road ended. Then they entered
where they saw that, farther on, a mist seemed to lie surrounding those who,
struck by lighting when it thundered somewhere, had thus died (Sahagun, 1997).
60 from which the sun arose, which they named Tlalocan. This wind came
from there they gave the name of the Tlaloc wind (Sahagun, 1950-1982: libro 7).
LOS CIELOS, LOS RUMBOS Y LOS NUMEROS 149
Desta estancia vinieron a un qerro que est antes de Tula, que se lla
ma Coatebeque, do estuvieron nueve aos. Y como llegaron, los maqe-
guales trayan en mucha veneracin las mantas de las finco mugeres
que hizo Tezcatlipuca y fueron muertas el da que fue hecho el sol, como
est dicho; y de las mantas resucitaron las dichas finco mugeres, y
andavan haziendo penitencia en este cerro, sacndose sangre de las
lenguas y orejas. Y pasados quatro aos de su pen[itenc]ia, la una,
que se deza Quatlique, seyendo virgen tom unas pocas de plumas
blancas e psolas en el pecho, y enmprese sin ayuntami[ent]o de
varn; y nasfio della Uchilobos otra vez, allende de las otras vezes que
ava nacido, porque como era dios haza y poda lo que quera. Y aqu
resucitaron los quatrofientos ombres que Tezcatlipuca hizo y murieron
antes de que el sol se hiziece; y como vieron que estava preada Catli-
que, la quisironla quemar, y Uchilogos nascio della armado, y mat
a todos estos quatrocientos (HMP, 2002: 48, 50, cursivas mas).
Este fragm ento indica que tan to los 4 0 0 , com o las cinco m u
jeres y Huitzilopochtli, m urieron, resucitaron y m urieron otra vez
al ser matados por Huitzilopochtli. Parece entonces que una de las
caractersticas de los 4 0 0 hombres y las cinco mujeres es que m ue
ren y renacen (M ikulska, 2 0 0 8 a : 2 6 7 -2 6 9 ).
En mi opinin, estos 4 0 0 hombres son los mismos 4 0 0 o cinco
que estn en uno de los cielos, segn las descripciones de H istoria
de los mexicanos por sus pinturas e Histoyre du M echique. Recordemos
que aunque en H istoria de los m exicanos p o r sus pinturas se habla
de 4 0 0 hombres, son de cinco colores (HM P, 2 0 0 2 : 8 1 ). Por otra
LOS CIELOS, LOS RUMBOS Y LOS NMEROS 153
64 Hay que subrayar tambin que a los 4 0 0 mimixcoa se les relaciona con el
norte. Hemos visto que el sur y el norte muestran una fuerte cercana conceptual.
Tal vez en el mito sobre los mimixcoa se destaca su carcter de cazadores, de ah
la modificacin del mito bsico. En estas versiones del mito tambin es impor
tante la creacin del fuego nuevo despus de la matanza de los 4 0 0 (Graulich,
1990: 367). Acerca de las variantes mticas que siguen un esquema bsico, vase
Neurath (2 0 0 4 : 4 8 ).
LOS CIELOS, LOS RUMBOS Y LOS NUMEROS 155
66 Por ejemplo, una figura de cermica del sol con una escalera procedente
de Tuxpan de Bolaos, un petrograbado de la Pila de los Monos, la imagen de una
pintura en estambre de Ramn Medina Silva (Juregui y Magri, 2007: 70, 72).
158 KATARZYNA MIKULSKA
C o n c l u s io n e s
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IV. COSM OLOGA Y COLOR EN LAS TRADICIONES
NHUATL Y MAYA DEL POSCLSICO*
3 Esta creencia sigue vigente entre ciertos grupos indgenas actuales, por ejem
plo, los tsotsiles (Gossen, 1980: 4 3 -4 5 ) y los totonacos, quienes piensan que el
astro cre al mundo escribiendo, de pie en el este (Ichon, 1969: 52, 61, 63).
178 ELODIE DUPEY GARCIA
4 El Cdice Borgia (1993: 33, 34) (figs. 15 y 16) cuenta asimismo con dos
imgenes de los pisos celestes representados como un conjunto de niveles verti
cales en el interior de los techos de dos templos que figuran el cielo diurno (An-
ders, Jansen y Reyes, 1993: 207; Mikulska, 2008: 162-163; Daz, 2 0 0 9 : 2 2 -2 5 ).
5 Cabe m encionar que estas descripciones no concuerdan en el nmero de
estratos, en lo que contienen o a quines albergan.
6 En otros aspectos, no obstante, la imagen de los cielos en este manuscrito
se gua por el modelo cosmolgico renacentista, difundido en el Mxico colonial
por los dominicos, como Pedro de los Ros, probable orquestador de la confeccin
del Cdice Vaticano A (Nielsen y Reunert, 2009: 407-411; Daz, 2 009: 35-41, y en
este volumen).
7 El uso de una terminologa cromtica especfica para nombrar estos cielos
es analizado en trabajos que he dedicado a la denominacin del color en nhuatl
clsico (Dupey, 2010a, 2: 2 25-367; Dupey y Olivier, 2014: 191 -1 9 3 ).
COSMOLOGIA Y COLOR EN LAS TRADICIONES NHUATL Y MAYA 179
encuentran en las cuatro esquinas del cielo nocturn o,14 una pro
puesta defendida por Elizabeth Boone (2 0 0 7 : 1 9 0 -1 9 2 ), que los
identifica com o los espritus que simbolizan las direcciones de la
noche. En la lm ina 45 del m ism o m anuscrito, cuatro individuos
con rostros de distintos colores, que presentan el motivo caracters
tico de la pintura facial de Tlahuizcalpantecuhtli la personificacin
de Venus m atutina para los antiguos nahuas, se distribuyen al
rededor de una tela desplegada y adornada con cabezas que lucen
los mismos colores y diseos (fig. 3 6 ). En su anlisis del conjunto
iconogrfico al que pertenece esta com posicin, Seler (1 9 6 3 , 2: 59)
y Boone (2 0 0 7 : 2 0 7 ) han interpretado esta pieza textil com o una
imagen del cielo estrellado, justo antes del am anecer.15 Desde esta
perspectiva, es posible emparentar a los personajes venusinos y m ul
ticolores apostados alrededor del lienzo celeste con las Auroras
m encionadas por D urn o con las estrellas de las direcciones en
las que creen los totonacos.
En resumen, parece que en las culturas nhuatl y maya del Pos
clsico se pensaba que la coloracin del espacio celeste sucedi al
m ism o tiempo que la restauracin del cosm os y se desplegaba en
un eje vertical, pero tam bin horizontal de acuerdo con el trazo de
las cuatro regiones del cielo instaurado por los dioses. Lo m ismo
suceda en la superficie terrestre cuyos colores se distribuan hori
zontalm ente. As, relatos mitolgicos mayas yucatecos cuentan que
el establecim iento de la tierra y del cielo se acom pa de la emer
gencia de rboles de diferentes colores y de doble funcin: deban
consolidar la instalacin de la bveda celeste para evitar que se
desplomara de nuevo y sealaban el ordenam iento de la tierra a
partir del esquema del quincunce. El C hilam Balam de M an ( Codex
Prez, 1979: 119) lo seala con toda claridad:
Despus de este cataclismo [el diluvio], el rbol Imix rojo fue erecto
[en el este], porque era uno de los soportes del cielo y el signo de la
aurora. ste es el bacab que se volte. Kan Xib, el padre, plant el
rbol Imix blanco en el norte, y Zac Xib Chaac dijo que era el smbo
lo de la destruccin. El rbol Imix negro fue plantado en el oeste del
Petn para que el ave pixoy [de garganta negra] se pose. El rbol Imix
amarillo fue plantado en el sur del Petn por el ave pixoy [de gargan
ta amarilla]. El rbol Imix verde fue plantado en el centro de la tierra,
como recuerdo de la destruccin del mundo.16
16 Los aadidos entre corchetes se basan en los datos que brindan algunos
pasajes de los dems libros de C h ila m B a la m , en especial el de C h u m a y el (T h e Book
o f C h i la m B ala m o f C h u m a y e l, 1933: 64, 9 9 -1 0 0 ) y el de T izim n ( T he A n c ie n t Fu-
tu re o f t h e Itza, 1982: 4 7 -4 9 ). La versin en espaol del texto del C h ila m B alam
de M a n que propone la autora se basa en la traduccin del maya al ingls de
Craine y Reindorp ( C o d ex P rez, 1979: 119).
17 Datos parecidos se encuentran tambin en el C h ila m B ala m de C h u m a y el
(T h e Book o f C h i la m B ala m o f C h u m a y el, 1933: 110), en el texto conocido como
R itual o f t h e B acabs (1965: 48, 61-62) y en la obra de Diego Lpez de Cogolludo
(1957: 1, 197). Vale la pena subrayar que la creencia en dioses Xib Chaacoob y
Pauahtunoob de diversos colores segua vigente en la dcada de los treinta del siglo
pasado en el pueblo yucateco deChanKom (Redfieldy Villa Rojas, 193 4 :1 1 5 -1 1 6 ).
COSMOLOGA Y COLOR EN LAS TRADICIONES NHUATL Y MAYA 183
los cuatro cuadrantes del mundo, desde donde rigen el clim a de los
aos catl, tcpatl, calli y tochtli, asociados respectivamente con el
este, el norte, el oeste y el sur. Com o se ver a continuacin, los
Tlaloque aparecen com o cuatro entidades coloreadas en un contex
to relacionado con el sostenimiento ya no del cielo, sino de la tierra.
El infram undo fue otro espacio instaurado en la poca de la
refundacin del cosmos. De una fuente a otra se lee que fue crea
do por los hijos de la pareja primigenia, por M ictlantecuhtli Se
or del Lugar de los M uertos o que se estableci al ser enviado
Tlahuizcalpantecuhtli a las entraas de la tierra cuando sali el sol
( HMP , 1941: 210; Legend o ft h e Suns, 1992: 149; Thvet, 1905: 26;
G raulich, 1987: 122, 1 3 4 -1 3 6 ). Respecto a su dim ensin crom
tica, la docum entacin procedente del M xico central no registra
colores en el sector infraterrestre M ictlan en nhuatl y los m a
teriales iconogrficos y textuales dejan entender que, despus del
ordenam iento csm ico, las tinieblas primitivas se replegaron en
este lugar, concebido com o oscuro y catico.21 La oscuridad que
reina en el infram undo contrasta con las representaciones concep
tuales que los antiguos nahuas y mayas elaboraron acerca del cie
lo y de la superficie terrestre pensados como espacios coloreados,
a la vez que alim enta la idea de que el mundo de los m uertos es
una inversin del mundo de los vivos (Lpez Austin, 1996: 9 7 -9 9 ;
Ragot, 2 0 0 0 : 1 0 4 -1 0 5 ).
Pese al carcter dom inante de esta imagen, otros testim onios
revelan la ambivalencia que caracterizaba al inframundo mesoame-
ricano. M uestran que esta primera form a de concebirlo coexista
con una creencia en la organizacin del espacio inferior en cuatro
sectores, a veces diferenciados por sus colores.22 As, el interior de
la tapa del pequeo tepetlacalli de Tizapan una caja de piedra es
21 En Sahagn (1953-1982: libro 3, 42; libro 6, 21; libro 11, 277) la oscuridad
caracterstica del M ictlan suele evocarse con una metfora que lo describe como
un lugar del que el humo no se escapa porque no cuenta con ninguna abertura.
22 Sin m encionar sistemticamente colores, ciertas fuentes antiguas y varios
estudios etnogrficos se refieren a una organizacin del inframundo mesoameri-
cano que sigue el modelo del quincunce, en particular porque en cada una de sus
esquinas y a veces en su centro hay rboles, pilares o portadores que sostienen ya
no el cielo, sino la superficie terrestre (H M P , 1941: 214; Popol Vuh, 1960: 54, 79-
80; Alvarado Tezozomoc, 1944: 505; Alcorn, 1984: 57; Bierhorst, 1990: 150; Coe,
1975: 89; Furst, 1975: 50-53; Gossen, 1980: 43; Holland, 1963: 27, 92; Inchus-
COSMOLOGIA Y COLOR EN LAS TRADICIONES NAHUATL Y MAYA 185
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Thompson, 1997: 416).
23 La presencia de los Tlaloque en el interior de la tierra como portadores del
mundo no es inusual. El patronmico Tlaloc pudo significar "El que est hecho de
tierra o El que es la personificacin de la tierra (Sullivan, 1974: 217; Klein, 1980;
Broda, 1991). Adems de soportar el plano terrestre bajo la forma de pilares mul
ticolores, Alfredo Lpez Austin y Leonardo Lpez Lujn (2009: 82; Alcina, 1995)
consideran que los Tlaloque se encontraban tambin en el interior de los cuatro
montes de los extremos del mundo, que funcionaban como sostenes del cielo.
24 La ltima parte de la propuesta de Genet encaja a la perfeccin con las
creencias de los mayas yucatecos de Chan Kom, como se ver a continuacin.
25 Roys argumenta que estas deidades son dioses del viento (The Book o f Chi
lam Balam o f Chumayel, 1933: 110; Lpez de Cogolludo, 1 9 5 7 :1 , 197). Conviene
186 ELODIE DUPEY GARCA
El d e s c u b r im ie n t o d e l m a z :
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198 ELODIE DUPEY GARCIA
JOHANNES NEURATH
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1 Acta betreffend die Reise des Dr. Preuss nach Amerika. Vom 17. August 1905
bis 22. August 1913. Pars. I. B .59. E.N 1 4 8 7 /1 9 0 5 .
LA ESCALERA DEL PADRE SOL Y NUESTRA MADRE JOVEN GUILA 203
ideas cosm olgicas, hay que tom arlos literalm ente. Las escaleras
son escaleras.
Al estudiar las cerem onias efectuadas en los centros ceremo
niales esto queda claro. El Padre Sol efectivam ente sube y baja por
estos escalones. Es personificado por el jicarero, que vive en el ado
ratorio del sol (N eurath, 2 0 0 2 ). Cm o debe entenderse eso? Los
jicareros xu ku ri+kate, portadores de jicara son el grupo de
encargados del centro cerem onial tukipa. Ellos personifican a la
fam ilia original de los dioses fundadores de la comunidad. Cada
uno porta la jicara de una deidad ancestral. Podemos decir que su
funcin es n acer de esta jicara y vivir la experiencia inicitica
que les perm ite convertirse efectivam ente en un ancestro.
El nfasis en la accin ritual im plica una negacin de la repre
sentacin. La intencin no es culm inar una escenificacin, sino la
presencia real de los dioses, que slo se consigue con esfuerzo y no
siempre se logra. La presencia de los dioses ancestrales es el resul
tado de un proceso inicitico com plejo. Slo cuando todo se lleva
a cabo correctam ente, el jicarero que personifica, por ejemplo, al
sol se convierte en esta deidad.
Epistemolgicamente, una condicin de posibilidad de esta ex
periencia es el isom orfism o entre m icro y m acrocosm os. Lo que
sucede en el ritual es lo m ism o que pasa en el m undo (Cassirer,
1 9 9 7 ). Entonces podemos decir que la representacin no es total
m ente ajena al ritual, pero la m eta es superarla, convertirla en una
presentacin. Sin embargo, si no tenem os en cuenta este aspec
to y hablam os de los jicareros, de la escalera del Padre Sol y de
otros elem entos en trm inos de representaciones simblicas o me
tafricas, negaramos precisam ente el aspecto ms im portante del
ritual huichol.
C ielos de zacate
El guila q ue n un ca duerm e
Cuando ste [el sol] irradi su luz y calor sobre la tierra, todos los
animales nocturnos los jaguares y leones monteses, los lobos,
los coyotes, las zorras y las serpientes se irritaron muchsimo y dis
pararon flechas contra el astro del da. Su calor era grande y sus des
lumbrantes rayos cegaban a los animales nocturnos, obligndolos a
retirarse con los ojos cerrados a las cavernas, a los charcos y a los
rboles (Lumholtz, 1904: 2, 106-107).
La lgica es: cuando el Padre Sol sale la primera vez por el Cerro
del Amanecer y sube al cielo, los antepasados m asculinos que no
han llegado al destino de la peregrinacin W irikuta quedan con
vertidos en piedras, cerros y peascos. Las diosas devienen ojos de
agua, lagunas y m anantiales. Se entiende que muy pocos ancestros
logran la iniciacin. A la mitad del camino hay ms m ontaas rocas:
la Sierra Madre Occidental. El herm ano m enor mestizo es un caso
especial: s lleg a W irikuta, pero se transform en plata, no en pe
yote o en el sol, como los antepasados huicholes (Liffman, 2011).
Pero nada es definitivo, las piedras nunca son completamente
inertes. Tambin por eso la batalla astral contina. As lo demuestra
la historia que me contaron sobre un grupo de rocas con silueta
210 JOHANNES NEURATH
C o n c lu sio n es
Fuentes
Archivo
B ibliografa
Cdice M adrid. (Cdice tro -co rtesian o). Cdice maya prehispnico
realizado en una tira de papel doblada com o biom bo, pintado
por ambas caras en diferentes m om entos. Museo de Amrica,
Madrid.
Cdice M endoza. ( Cdice m en docin o). Cdice colonial del centro de
Mxico, ca. 1541. Realizado en form ato de libro europeo, por
peticin del virrey Antonio de Mendoza. Biblioteca Bodleiana,
Universidad de Oxford.
Cdice N uttall. (Cdice Z ouche-N uttall). Cdice m ixteco prehisp
nico, relata parte de la historia de la M ixteca Alta. Realizado en
biombo de piel plegado. Pintado por ambas caras (lm inas de
1 9 x 2 5 .5 cm ). Museo Britnico de Londres.
Cdice Tudela. D ocum ento colonial escrito en form ato de libro eu
ropeo. Describe algunos aspectos culturales de los antiguos po
bladores. Museo de Amrica, Madrid.
Cdice Vaticano A. (C dice Ros o Cdice V aticano 3 7 3 8 ) Libro en
form ato europeo escrito en la segunda m itad del siglo xvi. Bi
blioteca Apostlica Vaticana.
Cdice Vaticano B. (C diceV aticano 3 7 7 3 ). Cdice prehispnico. Su
contenido es sim ilar al del Cdice Borgia. Elaborado en tira de
piel plegada a m anera de biom bo y pintada por ambas caras
(lm inas de 1 3 x 1 5 cm ). Biblioteca Apostlica Vaticana.
Cdice vindobonensis. Cdice m ixteco prehispnico, procede posi
blemente de la Mixteca AlLa. Realizado en tira de piel pintada por
ambos lados en diferentes m om entos (lm inas de 22 x 26 cm ).
Biblioteca N acional de Viena.
M anuscrito Aubin 20. (Fons M exicain 2 0 ). Cdice m ixteco posible
m ente prehispnico. C onsta de una sola lm ina elaborada en
piel (51 x 91 cm ). Biblioteca N acional de Francia.
Rollo Selden. Cdice m ixteco, colonial (ca. 1 6 5 9 ), escrito en un
rollo de papel (3 8 x 3 5 0 cm ); sigue un form ato vertical que se
lee de arriba hacia abajo. Biblioteca Bodleiana, Universidad de
Oxford.
LISTA DE FIGURAS
1. Codice V aticano A (1 9 9 6 )
2. The Selden Roll. Ms. Arch. Selden A. 72 ( 3 ). The Bodleian
Libraries, University o f Oxford. Reproducido con permiso de la
Biblioteca Bodleian
3 A. D ibujo de Alberto Carrasco Lara con base en Holland
(1 9 6 3 : 70)
3 B. M atos M octezuma (1 9 8 7 : 187)
3 C. Lpez Austin (1 9 9 4 : 2 0 )
3 D. R econstruccin de Cecilia F. Klein, dibujo de Henry F.
Klein, ca. 1982. Klein (1 9 8 2 : 12)
4. D ibujo de Natalis Comes (1 6 1 6 ), frontispicio. Reproducido
con permiso de la H untington Library
5 A. Bricker y M iram (2 0 0 2 : 92)
5 B. Grabados de M ichael W olgem ut y W ilhelm Pleydenwurff,
en Schedel (1 4 9 3 : f. 5v). Reproducido con permiso de la Hunting
ton Library
6 A. Diego de Valads (1 5 7 9 ). Nettie Lee Benson Latin Ame
rican Collection, University o f Texas Libraries, The University of
Texas at Austin, J7 0 . Reproducido con permiso de la Universidad
de Texas en Austin
6 B. Diego de Valads (1 5 7 9 ). Nettie Lee Benson Latin Ame
rican C ollection, University o f Texas Libraries, The University of
Texas at Austin, ]7 0 . Reproducido con permiso de la Universidad
de Texas en Austin
7. Fresco de D om enico di M ichelino, 1465. Catedral de Santa
M ara de la Flor, Florencia, Italia. Photo SCALA, Florencia
8 A. Von Megenberg (1 4 9 9 : f. c5v). Reproduccin con permiso
de la H untington Library
8 B. Charles de Bouelles (1 5 1 2 , f. 7 3 ), en Heninger (2 0 0 4 : 85)
9 A. Codice Borgia (1 9 9 3 )
9 B. Reconstruccin digitai de Alberto Carrasco Lara; anlisis,
dibujo y edicin de Vctor Medina, con base en Cdice Borgia (19 9 3 )
y Codex Borgia (1 8 3 1 -1 8 4 8 )
10 A. Cdice Borgia (1 9 9 3 )
262 CIELOS E INFRAMUNDOS
Referencias
APNDICES