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Extractos de Argentina Beat - Caja Negra 2016

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Argentina Beat: derivas literarias de los grupos opium y sunda /


Mariani... [et al.]; compilado por Federico Barea; editado por Federico
Barea; prlogo de Rafael Cippolini - 1a ed. - Ciudad Autnoma de
Buenos Aires: Caja Negra, 2016.
304 p.; 20 x 14 cm.

ISBN 978-987-1622-48-1

1. Literatura Argentina. I. Mariani II. Barea, Federico, comp. III. Barea,


Federico, ed. IV. Cippolini, Rafael, prolog.
CDD A860

Autores: Ruy Rodrguez, Mariani, Isidoro Laufer, Sergio Mulet, Diana Machiavello,
Victoria Slavuski, Martn Micharvegas, Daniel Ortiz, Gregorio Kohon, Leandro Katz,
Hugo Tabachnik
Herederos: De Marcelo Fox: Sol Fox, Luz Fox, Uriel Fox y Julia, su mujer; de Nstor
Snchez: Claudio Snchez; de Gianni Siccardi: Eugenio Siccardi; de Jos Peroni: Violeta
Peroni
Federico Barea, de la seleccin
Rafael Cippolini, del prlogo
Caja Negra Editora, 2016

Caja Negra Editora


Buenos Aires / Argentina
info@cajanegraeditora.com.ar
www.cajanegraeditora.com.ar

Direccin editorial: Diego Esteras / Ezequiel A. Fanego

Diseo de tapa: Consuelo Parga

Diseo de coleccin: Juan Marcos Ventura

Produccin: Malena Rey

Maquetacin: Toms Fadel

Correccin: Mara Jos Verna

Impreso en Argentina / Printed in Argentina

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SOBRE LA PRESENTE EDICIN

Los textos que integran este volumen recuperan los inicios de la litera- 19
tura autorreferencial o confesional en Buenos Aires. Al igual que los
poetas beats en los Estados Unidos, se trataba de jvenes disconformes
que empezaron a contar qu les pasaba, en primera persona, en un
lenguaje conversacional e integrando la espontaneidad al acto de escri-
bir. Celebraban una pica de la vida cotidiana y de la escritura misma.
Si bien en la actualidad es moneda corriente, tanto el estilo como la
forma autogestiva de hacer libros fueron algo novedoso en el panorama
de las letras nacionales de la dcada del sesenta. Diagramar, editar,
vender de mano en mano, salir por los bares a canjear ejemplares fueron
prcticas que empezaron en ese momento. Los beats porteos fundaron
la primera editorial autogestiva del pas: sunda b.a. Montaron espec-
tculos en el Instituto Di Tella, aparecieron en televisin. Pero siempre
fueron ante todo un grupo de amigos con cdigos similares.
Ms de cincuenta aos despus, se renen por primera vez los textos
de los grupos opium y sunda. Ambos compartan el desenfado y el
humor, adems del bar, claro. El gobierno de Illia propici el surgimiento
de un oasis creativo que los beats capitalizaron en el bar El Moderno,

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algo parecido a una base de operaciones. All intercambiaban revistas,
textos, conformando una pequea red subterrnea, literaria, pseudo-
clandestina por su marginalidad.
El nico nmero de la revista Sunda (empezaron por el nmero 2,
porque no queran morir en el nmero 1) es casi un fanzine: ocho p-
ginas abrochadas con un epgrafe de Enrique Villegas: Al gran pueblo
argentino: pianos!. El nmero sali de casualidad, ya que Nstor
Snchez se haba peleado con los integrantes de la publicacin y quiso
impedir que apareciera. No muestra ni una imagen. S tiene dos publi-
cidades: una de la galera de arte El Taller y la otra de la revista Opium,
poesa y miau. La revista Opium tambin tuvo un comienzo tormen-
toso, con pelea incluida: Ruy Rodrguez, decepcionado con el resultado
de la edicin, quem la tirada completa, realizada por Juan Carlos
Kreimer. El primer nmero de Opium fue un trptico con ocho poemas,
un manifiesto y una pequea vieta de Daniel Zelaya.
Hacer Opium era una forma de existir. Rescatar este material hoy es
20 un gesto poltico. Es darle lugar a voces que el mercado silenci y neg.
Voces que existieron en un contexto muy restringido. Voces que pre-
tendan que el narrador fuera tan protagonista como el lenguaje. Una
escritura que atentaba contra lo que Nstor Snchez llam la murga
del facilismo, refirindose a la escritura lineal, con una estructura tpi-
ca, donde se narra para ilustrar una tesis que el lector bienpensante in-
tuye y quiere confirmar resguardndose en la sapiencia del narrador
para poder dormir tranquilo. Pero si vas a contramano de la murga, si
hacs textos que sugieran preguntas en vez de respuestas, es muy pro-
bable que te quedes afuera. Que termines haciendo libros de tiradas
cortas que, con el paso de los aos y las dictaduras, se vuelvan inhalla-
bles. Tal es el caso de nuestros autores. Por estas razones, iluminar ese
pasado reciente, acercar la lupa y dar a conocer a escritores excluidos,
provocadores, que no fueron rescatados hasta ahora, es un gesto polti-
co y esttico que nos debamos. Es volver a hacer un tajo en el canon
argentino, esa herida mal cicatrizada, para volver a hacerla chorrear.
El nmero 2 de Opium ya tiene formato de revista, abrochada al
medio y con veintids pginas. En la tapa est la fotografa de los cuatro

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miembros posando desvergonzadamente. La revista contiene una ilus-
tracin de Mario Gmez, traducciones y poemas de amigos, adems de
los textos de los propios integrantes. El nmero 3, con tapa de Roberto
Duarte, y el 4, con tapa de Gustavo Trigo, ya estn ms trabajados. La
revista cuenta con ms del doble de pginas que el nmero 2. Y mucha
ms publicidad. Aunque siguen siendo pocas las ilustraciones, son cada
vez ms las colaboraciones del exterior y las traducciones. Aparecen
tambin textos de Vicky Rabn, Nstor Snchez, Jos Peroni y Poni
Micharvegas, que pertenecan al grupo sunda.
Por su parte, el grupo sunda conforma la editorial sunda b.a., que
incluso public a Enrique Molina, clebre poeta del momento. La edi-
torial produjo en esos aos ocho ttulos: Cuerito viejo verde de Jos
Peroni, Travesa de Gianni Siccardi, Las horas libres de Poni Micharvegas,
Poetas norteamericanos, antologa a cargo de Jos Peroni con traduccio-
nes de Halma Cristina Perry y Leandro Katz, Terrazajaula de Diana
Machiavello, El bho en el vitral de Ruy Rodrguez, Monzon napalm de
Enrique Molina, y Mano de obra, antologa en la que participaron 21
Gregorio Kohon, Jos Peroni, Germn Garca, Daniel Ortiz y Poni
Micharvegas. En la contratapa de la antologa se lee: En Mano de obra
la materia de la escritura es reconocida como sustancia mvil fluyente,
imprevista: naturaleza que la opone por pura presencia contra la pre-
tendida validez y eficacia de la historia lineal. Esta, sin embargo, no
queda excluida sino que, depurada, acechndosela en un proceso de
sedimentacin, es retransmitida como sensacin decantada. Aos ms
tarde, la editorial volvera a funcionar junto al sello Eco Contemporneo
de Miguel Grinberg.
Los integrantes de estos dos grupos son los que componen este libro,
a excepcin de Hugo Tabachnik, quien responde a lo que en 1959
Kerouac sugiri como otro sentido de la palabra beat, indicando sus
relaciones con beatitud (upbeat) y beatfico. Creador de la revista El
ngel del altillo, Tabachnik publicar su admirable primer libro,
Volviendo a casa, a los setenta y siete aos.
Todo el material seleccionado fue rastreado en revistas y libros prc-
ticamente inhallables. Este volumen es el resultado de cuatro aos de

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trabajo, del acceso con pericia a distintas bibliotecas en diferentes pa-
ses, de entrevistar a los protagonistas, familiares y amigos. Y es tambin
un homenaje a estos escritores, gente admirable que pobl la soledad
blanca de Chicago, donde los descubr. Luego Buenos Aires traera la
amistad de Ruy Rodrguez, Hugo Tabachnik, Claudio Snchez y
Alfredo Slavutzky.
Han sido muchos los que aportaron tiempo, ganas y paciencia para
este proyecto adems de los autores y/o sus herederos. Quiero agradecer
a Casey Drosehn, Manuel Martinicorena, Ana Luisa Vivas Zabala,
Diego Arandojo, Hugo Savino, Rene Cuellar, Juliana Orihuela,
Osvaldo Baigorria, Ariel Fleischer, Mariela Palacios y, en especial, a
Maximiliano Storck, cuya amistad no solo me acerc a la literatura beat
y la obra de Nstor Snchez sino que, adems, me permiti apreciar la
belleza de lo roto.

22 Federico Barea

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Isidoro Laufer, Ruy Rodrguez, Sergio Mulet y Mariani en un
afiche que auspicia el nmero 2 de la revista Opium.

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CINCO MANIFIESTOS

Cantemos al amor y al ocio, nada ms merece ser habido.


Ezra Pound

Asomados a la confusin de Baires, nuestro pan cotidiano, sintiendo 25


todo el peso del hemisferio sur del caos, aparecemos nosotros y opium;
nosotros (stiros-cnicos-borrachos-enamorados hijos de la decadencia
de Occidente) gritando y cantando con dedos manchados de nicotina
apuntando; nosotros amigos hasta que dejemos de serlo (entre tanto
nos dedicaremos poemas); nosotros oliendo nuestro propio aliento
alcohlico.
Nosotros: opium.
opium dando a conocer poesa: poesa de nosotros, de ustedes, de
ellos; la de los desarraigados de la realidad armamentista, de los humi-
llados por los Quesos de la Cultura y los Sicarios del Bien; de los que
sentados en los semforos escriben poemas y cartas a los fsicos atmi-
cos. Poesa de los asombrados, de los alucinados que se fueron dejando
un vmito en nuestra puerta.
Estamos unidos porque creemos comprendernos; al menos lo
intentamos.
Nos conocimos en revistas, en bares, en confusas reuniones a las tres
de la maana. Nos conocimos orinando juntos en baos donde lemos

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que Pern o Tarzn nos salvaran; nos miramos a los ojos y sonremos:
ninguno quera ser salvado.
Habr quienes esperen las archiconocidas definiciones, las que sue-
len dar los escribas cuando deciden mostrar sus narices por las calles.
Por nuestra parte no las daremos porque opium es Poesa, no una lata
de sardinas. S estamos con los de abajo porque no tenemos $$.
Si los tuviramos no sabemos, no sabemos. De cualquier forma los
comprendemos. Y los apoyamos. En qu creemos? Unos en nada, otros
en todo; alguno deseara creer en algo En fin, no interesa en realidad:
es cosa nuestra.
Fundamentalmente tenemos un compromiso ineludible con nuestra
vida por haber tenido la discutible fortuna de nacer y queremos vivir y
seguir caminando, bebiendo, odiando, amando o, simplemente, ocu-
pando espacio. En alguna oportunidad, tal vez ataquemos (porque so-
lemos ser valientes cuando no tenemos miedo). Pero siempre nos
defenderemos, nosotros, mudos hasta ahora y gritaremos para intentar
26 romper esquemas y nos negaremos a escuchar a Sputnik y ex asociados,
Coca-Cola, el 150 y los anteriores y/o posteriores, tv, Cleopatra,
LOsservatore, etc., etc. Algunos de los que hayan llegado hasta aqu sin
ponerse histricos opinarn que lo que pensamos lo podemos decir
con la Poesa: es lo que tratamos de hacer (y no solo lo que pensamos,
sino lo que sentimos, intuimos, percibimos apenas y lo que no) a pesar
del trabajo que nos da
En opium la poesa es el hecho fundamental. es.
Nosotros, buscadores, eternos buscadores, decimos como Ren
Char: La Poesa me robar mi muerte.
Quisiramos decir algo ms. Pero tememos, tememos

opium
Octubre 1963

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Porque no somos ngeles, porque no somos santos, porque no somos 27
buenos vecinos; porque somos intiles, porque somos escritores que no
escriben, porque no fuimos a estudiar a academias para que nos dieran
un diploma que nos permitiera escribir gansadas el resto de nuestros
das; porque siempre seremos estafados por otros ms vivos que noso-
tros; porque continuamente decepcionamos a aquellos (y a aquellas)
que creen en nosotros, porque estamos completamente equivocados y
porque no queremos competir ni triunfar en la vida ni ser alguien.
Adems, porque somos testarudos. Entonces, aqu, opium 2 . S,
casi un ao y medio despus. No importa, lo que interesa (a nos) es que
pese a todas las contrariedades, pese al ruido, pese a nosotros mismos
y pese a quien (y a quienes) pese, lo que interesa repetimos es que
estamos otra vez en la calle. Sabemos que editar una publicacin de esta
naturaleza no significa ninguna hazaa. Mejor as, las hazaas nos as-
quean. Inversamente a lo que suele suceder con otras publicaciones
similares, opium no ha desaparecido; no ha sido tragado por el cenago-
so fango de todos los das en todas las calles con todas sus paredes,
entre todas las mentiras. no; y no queremos que opium desaparezca,

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Tapa del nmero 1 de Opium, 1963.

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no por ahora. Quizs porque somos demasiado orgullosos para no in-
tentar un manotazo ms y otro ms y otro

O quizs porque no tenemos vergenza (!).


O porque no, simplemente.
En fin, nada del otro mundo: aqu estamos. Y all vamos. salud!

algo ms

santo domingo: sbado de gloria?


Fue un sbado, en la vieja y aborigen isla de Quisqueya, luego Espaola
y por ltimo, ya eclesistica y democrtica, Repblica Dominicana.
Sucedi all, en una tierra abundante en azcar, caf e intervencio-
nes extranjeras (lase norteamericanas), una tierra habitada por hom-
bres que no tienen nada de aquellos evanglicos Domnicos de manto
blanco y manos sucias, y s mucho de aquellos heroicos lanceros de Juan 29
Snchez Ramrez, que expulsaron a los franceses para no morir en idio-
ma extranjero.
Se explica por eso que los hijos de aquellos bravos hoy se empecinen
tercamente en no querer seguir viviendo en ingls y digan todos los das
junto a su poeta:
Hombre que hablas ingls/ Tu sonrisa/ viene cuando hace rato que han
llegado tus manos y tus pies.
Ahora lo sabemos todos, de nada valen las dudas y las indiferencias.
En todo caso, estas no son sino otra de las variantes que adopta la vio-
lencia; y una de las ms crueles.
No nos quedan sino dos caminos: la resignacin o la lucha.
Elijamos.
Mientras tanto, all, en el decir de Manuel del Cabral, el gran poe-
ta dominicano, bajo el retazo virgen de un cielo para nios, escriben con
ltigo sobre la piel de un negro la palabra democracia.
opium
Junio-julio 1965

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Tapa del nmero 2 de Opium, 1965.

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Tapa del nmero 4 de Opium, 1966. Ilustracin de Gustavo Trigo.

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RUY RODRGUEZ

Buenos Aires, 1940

Public:
El visionario y la ciudad (Edicin de autor, 1963)
El bho en el vitral (Ediciones sunda b.a., 1967)

Tambin escribi Las cloacas de la noche, pero la edicin


entera se perdi en Brasil. Vivi en la Patagonia, donde
adems de participar en una compaa de teatro, fund
un cineclub. En Ro de Janeiro otro de los sitios donde
residi, trabaj para la revista Leitura. 57
Al respecto de sus idas y vueltas, y de su bsqueda de un
lugar, en El visionario y la ciudad, se lee: A veces lo en-
contramos en un caf de Buenos Aires, siempre desapa-
rece al da siguiente. Pasa un tiempo y llega una nota
desde algn extremo del pas. Lecturas de poesa en Ba
riloche, conferencias en Baha Blanca, meditacin en
cierta cabaa de guardabosques, ayuno en alguna estancia
de nombre quechua. Tambin siempre el retorno en la
ciudad. [] Qu har maana, nadie sabe. Actualmente
vive en Buenos Aires.

Se presentan aqu tres de los cinco relatos de El bho en


el vitral.

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INVENTARIO SOBRE LA MARIHUANA Y ELLA

Una mujer con doce pezones


se agranda en los ojos
de ciertos cazadores.
Juan Jos Ceselli, De los mitos celestes y de fuego

se hace el inventario de menudencias diarias, realizadas en este cuarto 59


o camarote-irrazonable, anclado a tu centro moreno, de espaldas al
morro del esqueleto antpoda irremisible de sus carnosas mulatas con
ojos solemnes y respiracin deforme.
se realiza el inventario en aquel otro paisaje, frente a los escollos de
ese mar destituido por ti y para siempre (de su condicin de miel en el
tarro de la baha de guanabara) con su manicomio de islas donde nos
desnudamos y tomamos sol y tuvimos inspiraciones sbitas de lugares
y superficies en desgracia: lugares donde alguna vez iramos, ya lejos de
copacabana y de ipanema y de ese olor a vrtigo en los sentidos, junto
a los hombrecitos que vimos revolcarse en sus cubiles.
se recuerda la droga que es lo que importa en este momento: la
simiente de orgullo que nos mantiene juntos, esta alianza entre el mie-
do de la sangre corriendo, esta risa tatuada en tu cara, en la ma, en la
del contrabajista de bossa nova que se suicid con furia aturdido por
tu gemido en mis brazos, y al que sostuvimos entre los dos mientras la
voz de nara leo invada el beco das garrafas.

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se piensa en la procesin de malformaciones que encontramos en
nuestras largas caminatas, en los catecismos de la mendicidad que
aprendimos de puro inocentes y metidos, en los mendigos arrojados a
la baha donde formaron archipilagos (dulce refugio para los cnyuges
annimos) y volvieron a nosotros en el estmago de los inusitados
peces que comprabas o robabas al viejo pescador vociferante: ese con
su aliento concentrado en la botella de cachaa que asoma de su bolsi-
llo trasero y que desatiende todo por servirte y mostrarte que todava
puede hacer abluciones en el agua que corre entre tus piernas.
el inventario se ocupa de las horas perdidas, los detritus, las ham-
bres, los crujidos de mis ortopedias en los instantes de la ternura. si no
hubiese estado la marihuana y su trfico de espejismos, tal vez dira
instantes de amor, en el cuarto de siempre, en la posicin de siempre,
con la melancola de siempre, que finalmente me obliga al silencio de
la droga. y aspirar con rabia su humo grueso, mirar la brasa que se hace
inalcanzable como las llaves sobre la mesa, ms all del infierno de tu
60 astronoma, donde la sangre se desprende, el sudor centellea, el vio-
loncelo baja del desvn y marca tu lujuria y vecindad; y los dormitorios
son varios y dorados, y me olvido y te olvidas del viejo que te viol una
tarde detrs de la estatua de tiradentes, y remos con un proyecto de
alegra: yo tomo un cuchillo que retumbe para espantar los recuerdos
de aquella ciudad que se escapan de las cartas de mi madre aqu no
hay obeliscos ni subterrneos pero estn nuestros fantasmas en la droga,
en tus caderas, y en tus dientes, en las moscas pesadas por el calor de
esta cueva, en las humedades de tus pechos cubiertos de polvo. y no
cambio el confort del subterrneo por tus muslos destapados, ahora
giras peligrosa y cantas como nara leo, luego desfilas en carnaval, este
lunes de carnaval en que en un hospital muere ary barroso, y t y la
escola do samba sin saberlo prestan un homenaje cantando sus cancio-
nes, tienes puestas plumas sobre la piel oscura, y giras y cantas, giras t
y gira nara que ya canta la marcha del mircoles de ceniza, todo gira
como las letanas de los pescadores en el puerto con susurros de demen-
cia (parapetados en las ardientes muertes de las prostitutas), y vuelve el
deseo explotando antiguo en nuestras pieles distintas para finalmente

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terminar en este insomnio acorralado contra la maleta y su etiqueta que
dice buenos aires, mientras canta nara, ary ha muerto, se termin la
droga y ya no s si me importas.
por eso mismo y para no perder veracidad, termino el inventario.

61

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MARCELO FOX

Buenos Aires, 1942-1972

Public:
Invitacin a la masacre (Falbo librero editor, 1965)
Seal de fuego (Yelpo editor, 1968)

85
Poco se sabe de su vida. Adems de escritor era pintor.
Aunque no perteneca al staff de la revista Opium, fue
uno de los amigos ms destacados del grupo.

Se reproducen aqu poemas aparecidos en la revista Eco


Contemporneo; Sombras, que al igual que Mutilacin
pudo leerse en Opium, y Los estandartes, firmado en
1970, pero publicado recin en 1976, en la revista
Mantrana 7000.

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Mu
Me cort los labios al afeitarme. La sangre sala. Era dulce. Me gus-
taba. Despus trat de que la pequea herida se cerrara. No lo consegu.
Dorm con un esparadrapo sobre la boca. A la madrugada despert. La
almohada estaba manchada de rojo. Las sbanas. El piso. Mir un es-
pejo. Por la mejilla izquierda se extendan grnulos escarlatas.
Un da u otro habra tenido que suceder. Me lo haban avisado. Una
cuestin gentica, hereditaria, dijeron. Fui al mdico.

ti
Por el momento la nica forma de salvacin es que le amputemos
la cabeza.
Pero doctor.
No se preocupe. La ciencia avanza. El cerebro, los ojos y dems
90 centros vitales le sern transplantados a la cavidad abdominal.

la
Ahora salgo aunque nada ms que de noche, cuando las gentes
tienen menos oportunidad de distinguir que sobre mis hombros hay
solamente un masacote de yeso reproduciendo rasgos humanos.
Desprendindome la camisa puedo ver. Me alimento por el ombligo.
Logro articular sonidos mediante un aparato injertado un poco ms
arriba. Con algo tambin por el estilo oigo.
Adaptarse. Resignarse. Una psicloga me ayuda a ello.

cin
La cosa volvi a comenzar por un pie y una mano del mismo lado.
Del mismo lado izquierdo.
Seguir amputando. No veo, no hay otra salida.

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Pero doctor.
Clmese, hombre, clmese. Considere que el problema tcnico de
amputar cuatro extremidades es mucho ms simple que el de separar una
cabeza del tronco y trasladar los rganos de los sentidos a
Comprendo, quiero comprender. Est bien Lo que no entiendo
es por qu las cuatro, mis cuatro extremidades deben ser
Bueno Es que total tarde o temprano En fin Usted sabe
cmo son las cosas Perdneme, pero hay otros pacientes que
Venga, salga por la puerta trasera.

Casi inmvil. En un rincn. La psicloga me habla de los fines de


la humanidad, de las consecuencias siempre funestas del pesimismo.
Me lee tambin a Parmnides. Y me lo interpreta. Si el Ser est inm-
vil y el movimiento es mera apariencia, para qu preocuparse de mi
inmovilidad.
Los haba odo nombrar a Freud, Marx, Hegel, San Lactancio.
Nietzsche, antes de decidirse por Parmnides como ms conveniente 91
para mi caso.
Lo nico que lamento es no poder masturbarme. A veces trato de
refregar el miembro contra las paredes. Solo consigo laceraciones. Les
ped que me castraran. Lo hicieron.

Disculpen que les cause tantas molestias, es que


No. No se preocupe. Nosotros estamos aqu para ayudarlo.

He acabado siendo un cerebro que flota en un lquido de no s qu


color. Solo quedan conectados con el exterior mis centros auditivos.
Oigo una voz que repite los evangelios. Hablan de la fatuidad del mun-
do y la carne y de reinos infinitos.

Trato. Debo estar contento. Se ocupan de m hasta lo ltimo.

En el lbulo occipital ya empiezo a sentir otra vez los sntomas co-


nocidos. Pronto ser el fin. Adis. Gracias por todo.

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NDICE

7 No tengo idea de qu se trata, pero no podra estar ms en


desacuerdo, por Rafael Cippolini

19 Sobre la presente edicin, por Federico Barea

23 GRUPO OPIUM
25 Cinco manifiestos
39 Mariani
57 Ruy Rodrguez
69 Isidoro Laufer
77 Sergio Mulet
85 Marcelo Fox

99 GRUPO SUNDA
101 Cinco declaraciones juradas
111 Nstor Snchez
123 Victoria Slavuski
133 Gianni Siccardi
141 Jos Peroni
155 Poni Micharvegas
175 Diana Machiavello
201 Daniel Ortiz
217 Gregorio Kohon
245 Leandro Katz
259 Hugo Tabachnik

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273 APNDICE
275 Hippies
279 Carta a los integrantes de la revista Opium
281 Jazzpium
282 Simulacro
283 Las nostalgias del gato
289 Mirando llover en el infierno
295 Made in
297 El poeta se muere
299 Carta a alguna parte

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