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Clase Ix La Metafora Paterna

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CLASE IX LA METAFORA PATERNA (Seminario V) 15 de enero de 1958

Lacan plantea en esta clase en un principio que la funcin del padre tiene un lugar bastante amplio en la
historia del anlisis. Se encuentra en el corazn de la cuestin del Edipo y ah es donde la vemos presentificada.
Y adems lo que revela el icc al principio es de entrada y ante todo, el Complejo de Edipo. Debido a esto Lacan
va ordenar ciertas cuestiones que se han planteado en la historia del anlisis a propsito del Edipo,
distinguiendo 3 polo histricos.

En el primer polo sita las cuestiones del supery y de las neurosis sin Edipo.
En el segundo polo las cuestione relativas a las perturbaciones que se producen en el campo de la
realidad.
Y en el tercer polo la relacin del complejo de Edipo con la genitalizacion, Ya que el complejo de Edipo
no solo tiene una funcin normativa en la estructura moral del sujeto o en sus relaciones con la
realidad, sino tambin en la asuncin de su sexo. La cuestin de la genitalizacion es doble, hay por
lado, un crecimiento que acarrea una evolucin, una maduracin. Hay por otro lado, en el Edipo,
asuncin por parte del sujeto de su propio sexo, es decir, lo que hace que el hombre asuma el tipo
viril y la mujer asuma cierto tipo femenino, se reconozca como mujer, se identifique con sus
funciones de mujer. La virilidad y la feminizacin son los dos trminos que traducen lo que es
esencialmente la funcin del Edipo. Y es aqu donde el Edipo est directamente vinculado con la
funcin del Ideal del yo. Porque cuando la genitalizacion se asume, se convierte en el elemento del
ideal del yo

Estos son entonces los tres polos sobre los que se podran clasificar todas las discusiones que se han producido
en torno al Edipo, y en torno a la funcin del padre, porque es una y la misma cosa. Ni hablar de Edipo si no
est el padre, e inversamente, hablar de Edipo es introducir como esencial la funcin del padre.

SUPER YO R.i
REALIDAD S S .r
IDEAL DEL YO I.s

A partir de esto Lacan se dirige a lo que el plantea como el tercer polo, al hecho de que la funcin del Edipo
en tanto que repercute directamente en la asuncin del sexo, concierne a la cuestin del complejo de
castracin. La cuestin de la ausencia o de la presencia del padre, del carcter benfico o malfico del padre,
no se oculta. Tambin hemos visto aparecer recientemente el trmino de carencia paterna, tema que est a
la orden del da en una evolucin del anlisis que se hace cada vez ms ambientalista.

Lacan se pregunta sobre que nos interesamos con respecto al padre cuando buscamos la carencia. All se
amontonan preguntas en relacin al registro biogrfico. Si el padre est o no, si viajaba, si volva, y si se
poda constituir de forma normal un Edipo cuando no haba padre.

En primer lugar, la cuestin de la presencia o de la ausencia del padre, concreta, en cuanto elemento del
entorno y si nos situamos en el nivel de la realidad, puede decirse que es del todo posible, concebible y se
comprueba por experiencia que el padre existe incluso sin estar lo cual debera incitarnos a tener cierta
prudencia en el manejo del punto de vista ambientalista sobre la funcin del padre, incluso en los casos en
que el padre no est presente cuando el nio ha quedado solo con su madre, complejos de Edipo
completamente normales normales en los dos sentidos, normales en cuanto normalizantes, por una parte
y tambin normales porque desnormalizan, por sus efectos neuortiazntes por ejemplo, se establecen de una
forma homognea con respecto a los otros casos.
Y en cuanto a la carencia del padre, nunca se sabe de qu carece el padre, en ciertos casos, nos dicen que es
demasiado amable, lo cual parecera quiere decir que ha de ser desagradable, por otra parte, el hecho de
que, manifiestamente, pueda ser demasiado desagradable, implica que quizs valdra que fuese amable de
vez en cuando.

A lo que Lacan establece que el error de esta orientacin en un principio est en confundir el padre en
cuanto normativo y el padre en cuanto normal por supuesto, el padre puede ser muy desnormativizante, si
el mismo no es normal, pero esto es trasladar la pregunta al nivel de la estructura del padre, as la
normalidad del padre es una cuestin, la de sus posicin normal en la familia es otra. Y por otra parte hablar
de su carencia en la familia no es hablar de su carencia en el complejo. Para hablar de esto es necesario
introducir otra dimensin distinta a la de su presencia en la familia.

Pasemos por ello a introducir ms correctamente el papel del padre para tratar de poner un poco de orden
a las paradojas que se plantean.

El padre interviene en diversos planos, de entrada, prohbe a la madre. Este es el fundamento, el principio
del complejo de Edipo, ah es donde el padre est vinculado con la ley primordial de la interdiccin del
incesto. Es mediante su presencia, por sus efectos en el inconsciente, como lleva a cabo la interdiccin de la
madre, bajo amenaza de castracin. El vnculo de la castracin con la ley es esencial. Clnicamente esto
puede verse, si tomamos al nio primero. La relacin entre el nio y el padre est gobernada por el temor a
la castracin. Este temor debe ser abordado como una represalia dentro de una relacin agresiva. Esta
agresin parte del nio porque su objeto privilegiado, la madre, le esta prohibido, y va dirigida al padre.
Vuelve hacia el en funcin de la relacin dual, en la medida en que proyecta imaginariamente en el padre
intenciones agresivas equivalente o reforzadas con respecto a la suyas, pero que parten de sus propias
tendencias agresivas. En suma, el temor experimentado ante el padre es netamente centrfugo, es decir,
tiene su centro en el sujeto.

Aunque profundamente vinculada con la articulacin simblica de la interdiccin del incesto, la castracin se
manifiesta, por lo tanto, en toda nuestra experiencia, y particularmente en quienes son sus objetos
privilegiados, a saber los neurticos, en el plano imaginario. As la forma en que la neurosis encarna la
amenaza castrativa est vinculada con la agresin imaginaria, es una represalia.

A partir de esto Lacan plantea que, aqu el padre llega en posicin de importuno. No solo porque sea
molesto debido a su volumen sino porque prohbe, lo que prohbe es que el nio haga uso de su pene en el
momento en que este empieza a manifestar sus veleidades. Se trata de la prohibicin del padre con
respecto a la pulsin real. Pero porque el padre? La experiencia demuestra que tambin la madre lo hace.
Por lo tanto es conveniente indicar que el padre, en tanto prohbe en el nivel de la pulsin real no es tan
esencial.

Lacan expone all su tabla de tres pisos

AGENTE ACTO OBJETO


PADRE REAL CASTRACION IMAGINARIO
MADRE SIMBOLICA FRUSTRACION REAL
PADRE IMAGINARIO PRIVACION SIMBOLICO

En el nivel de la amenaza de castracin se trata de la intervencin real del padre con respecto a una
amenaza imaginaria (R.i) puesto que sucede bastante poco a menudo que se lo corten realmente. La
castracin es un acto simblico cuyo agente es alguien, el padre o la madre que l dice te lo vamos a cortar y
cuyo objeto es imaginario. Si el nio se siente cortado es que se lo imagina.

Lo que prohbe entonces el padre es la madre. En cuanto objeto, es suya, no es del nio. En este plano es
donde se establece, al menos en una etapa, tanto en el nio como en la nia, aquella rivalidad con el padre
que por s misma engendra una agresin. El padre frustra claramente al nio de su madre. He aqu el otro
piso, el de la frustracin. El padre interviene como provisto de un derecho, no como un personaje real.
Aunque no est ah, aunque llame a la madre por telfono, por ejemplo, el resultado es el mismo. Aqu es el
padre en cuanto simblico el que interviene en una frustracin, acto imaginario que concierne a un objeto
bien real, la madre, en tanto que el nio tiene necesidad de ella. S.r.

Finalmente el tercer nivel, el de la privacin, que intervine en la articulacin del complejo de Edipo. Se trata,
del padre en tanto que se hace preferir a la madre, dimensin que se ven ustedes obligados a hacer
intervenir en la funcin terminal, la que conduce a la formacin del ideal del yo S S .r. en la medida
en que el padre se convierte, de la forma que sea, por su fuerza o por su debilidad, en un objeto preferible a
la madre, puede establecerse la identificaron terminal. La cuestin del Complejo de Edipo invertido y de su
funcin se establece en este nivel. Yo dira ms aqu es donde se centra la cuestin de la diferencia del
efecto del complejo en el nio y en la nia-

Esto en lo que a la nia se refiere se produce por s solo, y por esta razn se dice que la funcin del complejo
de castracin es disimtrica en el nio y en la nia. Para ella la dificultad se encuentra a la entrada, mientras
que al final, la solucin se ve facilitada porque el padre no tiene dificultad para ser preferido a la madre
como portador del falo. Para el nio, por el contrario, el asunto es distinto, y ah donde permanece abierta
la hiancia.

Lo que ocurre en el nivel de la identificacin ideal, nivel donde el padre es preferido a la madre y punto de
salida del Edipo, debe conducir literalmente a la privacin. Para la nia, este resultado es del todo admisible
y del todo conformizante, aunque nunca se alcance por completo, porque siempre queda un regusto, lo que
se llama Penisneid, como prueba de que en verdad eso no funciona rigurosamente. Pero en caso de que
funcionaria, si no atenemos a este esquema, el nio por su parte, siempre tendra que estar castrado. Hay
pues, algo que cojea, algo que falta en nuestra explicacin.

Ahora tratemos de introducir la solucin.

Qu es el padre? No digo en la familia porque en la familia es todo lo que quiera, es una sombra, es una
banquero, es todo lo que debe ser, lo o es o no lo es. La cuestin es saber lo que es en el complejo de Edipo.

Pues bien, ah el padre no es un objeto real, aunque deba intervenir como objeto real para dar cuerpo a la
castracin. No es tampoco un objeto ideal, porque por este lado solo puede producirse accidentes. El padre
es el padre simblico, es una metfora. Una metfora es un significante que viene en lugar de otro
significante. Digo que esto es el padre en el complejo de Edipo. Aqu est el mecanismo esencial, el nico
que sustituye al primer significante introducido en la simbolizacin, el significante materno. El padre ocupa
el lugar de la madre. S en lugar de S, siendo S la madre en cuanto vinculada ya con algo que era x, es decir
el significado en la relacin la madre.

Padre . Madre

Madre x
Es la madre la que va y viene, si puede decirse que va y viene, es porque es un pequeo ser ya capturado en
lo simblico y ha aprendido a simbolizar.

La cuestin es Cul es el significado? Qu quiere, esa? Me encantara ser yo lo que quiere, pero est claro
que no solo me quiere a m. Le da vueltas a alguna otra cosa. A lo que le da vueltas es a la x, el significado. El
significado de las ideas y venidas de la madre es el falo.

La primera relacin de realidad se perfila entre la madre y el nio, y ah es donde el nio experimenta las
primeras realidades de su contacto con el medio viviente. Si hacemos entrar al padre en el tringulo, es con
el fin de dibujar objetivamente la situacin, mientras que para el nio todava no ha entrado. El padre, es
para nosotros, es real. Pero no olvidemos que solo es real para nosotros en tanto las instituciones le
confieren, yo no dira siquiera su papa y su funcin de padre, -no es una cuestin sociologa- sino su nombre
de padre. Que el padre, por ejemplo, sea el verdadero agente de la procreacin, no es en ningn caso una
verdad de experiencia. Lo importante, en efecto, no es que la gente acepte perfectamente que una mujer no
puede dar a luz salvo cuando ha realizado un coito, es que sancione en un significante que aquel con quien
ha practicado el coito es el padre. Pues de lo contrario, tal como est constituido por su naturaleza el orden
del smbolo, nada absolutamente puede evitar que eso que es responsable de la procreacin siga siendo, en
el sistema simblico, idntico a cualquier cosa, a saber, una piedra, una fuente o el encuentro con un
espritu en un lugar apartado.

La posicin del padre como simblico no depende del hecho de que la gente haya reconocido ms o menos
la necesidad de una determinada secuencia de acontecimientos tan distintos como un coito y un
alumbramiento. La posicin del Nombre del Padre, la calificacin del padre como procreador, es un asunto
que se sita en el nivel simblico. Puede realizarse de acuerdo con las diversas formas culturales pero en si
no depende de la forma cultural, es una necesidad de la cadena significante. He aqu lo podemos llamar el
tringulo simblico, porque se instituye en lo real a partir del momento en que hay cadena significante,
articulacin de una palabra.

CLASE X LOS TRES TIEMPOS DEL EDIPO (22 de enero de 1958)

Llegamos al punto en que afirme que donde resida todas las posibilidades de articular claramente el
complejo de Edipo y su mecanismo, a saber el complejo de castracin, era en la estructura que de la
metfora. La metfora paterna es lo que se ha constituido de una simbolizacin primordial entre el nio y la
madre, poner al padre, en cuanto smbolo o significante, en lugar de la madre.

PRIMER TIEMPO. Lo que el nio busca, en cuanto deseo de deseo, es poder satisfacer el deseo de su madre,
es decir, ser o no ser el objeto del deseo de la madre. Tan pronto empiece a menersele algo en la parte
baja de su vientre, se lo empezar a mostrar a su madre, por aquello de saber si soy capaz de algo, con las
decepciones resultantes. Esto es lo que busca, y lo que se encuentra cuando la madre es interrogada por la
demanda del nio. Ella tambin, por su parte, persigue su propio deseo, y en algn lugar por aqu se sitan
sus constituyentes.

En el primer tiempo y en la primera etapa, se trata pues de que el sujeto se identifica en espejo con lo que
es el objeto del deseo de la madre. Es la etapa flica primitiva, cuando la metfora paterna acta en s, al
estar la primaca del falo ya instaurada en el mundo la existencia del smbolo del discurso y de la ley, pero el
nio, por su parte, solo capta el resultado. Para gustarle a la madre, basta y es suficiente con ser el falo.
el nio depende del deseo de la madre, de la primera simbolizacin, y de ninguna otra cosa. Mediante la
simbolizacin, el nio desprende su dependencia efectiva respecto del deseo de la madre de la pura y
simple vivencia de dicha dependencia, y se instituye algo que se subjetiva en un nivel primordial o primitivo.
Esta subjetivacin consiste simplemente en establecer a la madre como aquel ser primordial que puede
estar o no estar. En el deseo del nio, el de l, este ser es esencial. Qu desea el sujeto? No se trata
simplemente de la apeticion de los cuidados, del contacto, ni siquiera de la presencia de la madre, sino de la
apeticion de su deseo.

Desde esta primera simbolizacin en la que el deseo del nio se afirma, se esbozan todas las complicaciones
ulteriores de la simbolizacin, pues su deseo es deseo del deseo de la madre.

En consecuencia se abre una dimensin por la cual se inscribe virtualmente lo que desea objetivamente la
propia madre en cuanto ser que vive en el mundo del smbolo, en un mundo donde el smbolo est
presente, en un mundo parlante. As es como el deseo de Otra cosa hace su entrada de una forma todava
confusa y completamente virtual. Hay en ella pues el deseo de Otra cosa distinta que satisfacer mi propio
deseo, cuya vida empieza a palpitar.

En esta relacin de espejismo mediante la cual el ser primero lee o anticipa la satisfaccin de sus deseos en
los movimientos esbozados del otro, en esta adaptacin dual de la imagen a la imagen que se produce en
todas las relaciones interanimales Cmo concebir que pueda ser ledo como en un espejo, lo Otro que el
sujeto desea? Sin duda es difcilmente pensable. Ciertamente, no se efecta sin la intervencin de algo ms
que la simbolizacin de aquella madre que va y viene, a la que se llama cuando esta y cuando esta es
rechazada para poder volver a llamarla. Ese algo ms que hace falta es precisamente la existencia detrs de
ella de todo el orden simblico del cual depende, y que, como siempre, est ms o menos ah, permite
cierto acceso al objeto de su deseo, que es ya un objeto tan especializado, tan marcado por la necesidad
instaurada por el sistema simblico, que es absolutamente impensable de otra forma sin su prevalencia.
Este objeto se llama falo.

Por qu es necesario este objeto en ese lugar? Porque es privilegiado en el orden simblico. Hay una
relacin de simetra entre falo, que se encuentra en el vrtice del ternario imaginario y padre, en el vrtice

del ternario simblico. Esta no es una simple simetra, sino un vnculo. Cmo podemos plantear ya que este
vnculo es de orden metafrico? Esto nos lleva a introducirnos en la dialctica del Complejo de Edipo.

Observemos este deseo del Otro, que es el deseo de la madre y que tiene un mas all. Ya solo para alcanzar
este mas all se necesita una mediacin, y esta mediacin la da precisamente la posicin del padre en el
orden simblico. Adems la experiencia analtica nos muestra que el padre, en tanto que priva a la madre
del objeto de su deseo, especialmente del objeto flico, desempaa un papel del todo esencial en toda
neurosis y a lo largo de todo el curso, aunque sea el mas sencillo y normal, del complejo de Edipo. De lo que
aqu se trata es del nivel de la privacin. Ah el padre priva a alguien de lo que fin de cuentas no tiene, es
decir, de algo que solo tiene existencia porque lo haces surgir en la existencia en cuanto smbolo. Est muy
claro que el padre no puede castrar a la madre de algo que ella no tiene. Para que se establezca que no lo
tiene, eso ya ha de estar proyectado en el plano simblico como smbolo. Pero es, de todas maneras una
privacin, porque toda privacin real requiere la simbolizacin. Es pues, en el plano de la privacin de la
madre donde en un momento dado de la evolucin del Edipo se plantea para el sujeto la cuestin de
aceptar, de registrar, de simbolizar el mismo, de convertir en significante, esa privacin de la que la madre
es objeto, como se comprueba. Esta privacin, el sujeto infantil la asume o no la asume, la acepta o la
rechaza. Este punto es esencial. Pero hay un momento anterior, cuando el padre entra en funcin como
privador de la madre, es decir, se perfila detrs de la relacin de la madre con el objeto de su deseo como el
que castra, pero aqu solo pongo entre comillas, porque lo es castrado, en este caso, no es el sujeto, es la
madre.

La experiencia demuestra que si el nio no franquea ese punto nodal, es decir, no acepta la privacin del
falo en la madre operada por el padre, mantiene por regla general una determinada forma de identificacin
con el objeto de la madre, ese objeto que les represento desde el origen como un objeto rival. Cul es la
configuracin especial de la relacin con la madre, con el padre y con el falo, por la que el nio no acepta
que la madre sea privada por el padre del objeto de su deseo? Hasta qu punto se ha de sealar en este
caso que en correlacin con esta relacin el nio mantiene su identificacin con el falo? Hay grados por
supuesto, y esta relacin no es la misma en la neurosis, en la psicosis y en la perversin. Pero esta
configuracin es, en todos los casos, nodal. En este nivel, la cuestin que se plantea es Ser o no ser, el falo.
En el plano imaginario, para el sujeto se trata de ser o no ser el falo. La fase que se ha de atravesar pone al
sujeto en la posicin de elegir. Pongan este elegir entre comillas, pues aqu el sujeto es tanto pasivo como
activo, sencillamente porque no es el quien mueve los hilos de lo simblico. La frase ya ha sido empezada
antes que l, ha sido empezada por sus padres, y adonde quiero llevarlos es precisamente a la relacin de
cada uno de estos padres con dicha frase empezada y a como conviene que la frase se sostenga mediante
cierta posicin reciproca de los padres con respecto a la frase. Pero digamos, que hay ah, en neutro, una
alternativa entre ser o no ser el falo.

Se ha de franquear un paso considerable para comprender la diferencia entre esta alternativa y la que est
en juego en otro momento la de tener o no tener, dicho de otra manera, tener o no tener el pene, no es lo
mismo. En medio esta el complejo de castracin, del que dependen estos dos hechos, por una parte, que el
nio se convierta en un hombre, por otra parte, que la nia se convierta en una mujer. En ambos casos, la
cuestin de tener o no tener se soluciona por medio del complejo de castracin. Lo cual supone que, para
tenerlo, ha de haber habido un momento que no lo tena. No llamaramos a esto complejo de castracin si
no pusiera en primer plano, el hecho de que, para tenerlo, primero se ha de haber establecido que no se
puede tener y en consecuencia la posibilidad de estar castrado es esencial en la asuncin del hecho de tener
el falo. Esto es un paso que se ha de franquear y en el que ha de intervenir en algn momento, eficazmente,
realmente, efectivamente, el padre.

Para el siguiente paso, es esencial hacer intervenir efectivamente al padre, no digo que no interviniera ya
efectivamente antes, pero mi discurso ha podido dejarlo, hasta ahora, en segundo plano, incluso prescindir
de l. A partir de ahora, cuando se trata de tenerlo o no tenerlo, nos vemos obligados a tenerlo en cuenta.
En primer lugar es preciso, insisto en ello, que este, fuera del sujeto, constituido como smbolo. Pues si no lo
est, nadie podr intervenir realmente en cuanto revestido de ese smbolo.

El padre entrara en juego, no hay menor duda, como portador de la ley, como interdictor del objeto que es
la madre. Esto es fundamental. Hace de obstculo entre el nio y la madre, es el portador de la ley, pero de
derecho, mientras que de hecho interviene de otra forma, y es tambin de otra forma como se manifiestan
sus faltas de intervencin. En otras palabras, el padre en tanto que es culturalmente el portador de la ley, el
padre en tanto que esta investido del significante del padre, interviene en el complejo de Edipo de una
forma ms concreta, mas escalonada. En este nivel es donde resulta ms difcil entender algo, cuando sin
embargo nos dicen aqu se encuentra la clave del Edipo, su salida.
No se trata tanto de las relaciones personales entre el padre y la madre, ni de saber si uno y otro dan la talla
o no la dan, como de un momento que ha de ser vivido y que concierne a las relaciones no solo de la
persona de la madre con la persona del padre, sino de la madre con la palabra del padre con el padre en
tanto que lo que dice no es del todo equivalente a nada-

Lo que cuenta es la funcin en la que intervienen, en primer lugar el Nombre del Padre, nico significante
del padre, en segundo lugar la palabra articulada del padre, en tercer lugar la ley en tanto que el padre est
en una relacin ms o menos ntima con ella. Lo esencial es que la madre fundamenta al padre como
mediador de lo que est ms all de su ley, la de ella, y de su capricho, a saber, pura y simplemente, la ley
propiamente dicha. Se trata, pues, del padre en cuanto Nombre del Padre, estrechamente vinculado con la
enunciacin de la ley, como nos lo anuncia y lo promueve todo el desarrollo de la doctrina freudiana. Es a
este respecto como es aceptado o no es aceptado por el nio como aquel que priva o no priva a la madre
del objeto de su deseo.

En otros trminos, para comprender el Edipo hemos de considerar 3 tiempos.

SEGUNDO TIEMPO. En el plano imaginario, el padre interviene realmente como privador de la madre y esto
significa que la demanda dirigida al Otro, si obtiene el relevo conveniente, es remitida a un tribunal superior,
si puedo expresarme as. En efecto, eso con lo que el sujeto interroga al Otro, al recorrerlo todo entero
encuentra siempre en el en algn lado, al Otro del Otro, a saber, su propia ley. En este nivel se produce lo
que hace que al nio le vuelva, pura y simplemente, la ley del padre concebida imaginariamente por el
sujeto como privadora de la madre. El estrecho vnculo de esta remisin de la madre a una ley que no es la
suya sino la de Otro, junto con el hecho de que el objeto de su deseo es soberanamente posedo en la
realidad por aquel mismo Otro a cuya ley ella remite, da la clave de la relacin del Edipo. Aquello que
constituye su carcter decisivo se ha de aislar como relacin no con el padre, sino con la palabra del padre.

La tercera etapa es tan importante como la segunda, pues de ella depende la salida del complejo de Edipo.
El falo, el padre ha demostrado que lo daba solo en la medida en que es portador de la ley. De l depende
de la posesin o no por parte del sujeto materno de dicho falo. Si la etapa del segundo tiempo ha sido
atravesada, ahora es preciso, en el tercer tiempo, que lo que el padre ha prometido lo mantenga. Puede dar
o negar, porque lo tiene, pero del hecho de que l lo tiene, el falo, ha de dar alguna prueba. Interviene en el
tercer tiempo como el que tiene el falo y no como el que lo es, y por eso puede producirse el giro que
reinstaura la instancia del falo como objeto deseado por la madre, y no ya solamente como objeto del que el
padre puede privar. El padre todo poderoso es el que priva. Este es el segundo tiempo.

EL TERCER TIEMPO es esto el padre puede darle a la madre lo que ella desea y puede drselo porque lo
tiene. Aqu intervine, por lo tanto, el hecho de la potencia en el sentido genital de la palabra digamos que
el padre es un padre potente. Por eso la relacin de la madre con el padre vuelve al plano real.

As, la identificacin que puede producirse con la instancia paterna se ha realizado en estos 3 tiempos.

1. En primer lugar, la instancia paterna se introduce bajo una forma velada o todava no se ha
manifestado. Ellos no impide que el padre exista en la materialidad mundana, quiero decir en el
mundo, debido a que en esta reina la ley del smbolo. Por eso la cuestin del falo ya est planteada
en algn lugar en la madre, donde el nio ha de encontrarla.
2. En segundo lugar, el padre se afirma en su presencia privadora, en tanto que es quien soporta la ley
y esto ya no se produce de una forma velada sino de una forma medida por la madre, que es quien
lo establece como quien dicta la ley.
3. En tercer lugar el padre se revela en tanto que l tiene. Es la salida del complejo de Edipo. Dicha
salida es favorable si la identificacin con el padre se produce en este tercer tiempo, en el que
interviene como quien lo tiene. Esta identificacin se llama Ideal del yo. Se inscribe en el tringulo
smbolo en el polo donde est el nio, mientras que en el polo materno empieza a costituirse todo
lo que luego ser la realidad, y del lado del padre es donde empieza a constituirse todo lo que luego
ser el supery.
Si el padre es interiorizado en el sujeto como ideal del yo y entonces el complejo de Edipo declina,
es en la medida en que el padre interviene como quien, el, si lo tiene. No quiere decir que el nio
vaya a tomar posesin de todos sus poderes sexuales y ejercerlos, el nio tiene en reserva todos los
ttulos para usarlos en el futuro. El papel que desempea aqu la metfora paterna es ciertamente
el que podamos esperar de una metfora conduce a la institucin de algo perteneciente a la
categora del significante, est ah en reserva y su significacin se desarrollara ms tarde. El nio
tiene todos los ttulos para ser un hombre.
La salida del complejo de Edipo en como todo el mundo sabe, distinta para la mujer, para ella esta
tercera etapa es mucho ms amplia. Ella no ha de enfrentarse con esa identificacin, ni ha de
conservar ese ttulo de virilidad. Sabe dnde est eso y sabe dnde ha de ir a buscarlo, al padre, y
se dirige hacia quien lo tiene.

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