Maria Maestradelos Apostolesdelosultimostiempos II
Maria Maestradelos Apostolesdelosultimostiempos II
Maria Maestradelos Apostolesdelosultimostiempos II
María Corredentora
Junio 15/09 (3:20 a. m.)
María Santísima dice:
Hijos míos: repetidamente os he hablado del gran dogma de mi Corredención.
Dogma que implícitamente está inmerso en la Iglesia. Dogma que será
rechazado por los soberbios, será rechazado por los arrogantes. Dogma que
producirá ruido estentóreo en las almas que dicen trabajar para Jesús. Muchos
de mis hijos se niegan a creer y rechazan mi Corredención. ¡Qué equivocados
están! Soy Corredentora con el Redentor. Soy María, medianera de todas las
Gracias.
La Predicción
Enero 7/10 (9:28 p. m.) (Louis Marie Grignion de Montfort)
Luis María Griñón de Montfort dice:
Mis pequeños: por inspiración de Dios predije, en mi época, sobre los
apóstoles de los últimos tiempos. Hombres guiados y formados por María.
Hombres que llevarían en una mano el Santo Crucifijo y en la otra mano el
Santo Rosario. Hombres que espiritualmente llevarían alas de paloma,
plateadas. Hombres que volarían a los lugares donde el Espíritu Santo les
envíe. Os animo, hijos espirituales. Os animo para que seáis: en María, con
María, por María, para María. Os animo para que toméis muy en serio la
misión a la cual fuisteis llamados. Sois apóstoles de los últimos tiempos y
como tal tenéis una gran responsabilidad. Una gran tarea se os ha entregado en
vuestras manos.
Alegría hay en mi corazón que el Padre Eterno me haya concedido este
espacio de llegar hacia vosotros y de animaros para que perseveréis como
apóstoles de los últimos tiempos. No desmayéis, sed esclavos de María.
Llevad con orgullo las cadenillas en vuestro cuello.
Hijos míos: os doy mi bendición sacerdotal, hermanos en Cristo Jesús: .
Amén.
Percibid mi presencia
Enero 28/10 (4:39 p. m.)
Jesús dice:
Yo os amo también a vosotros en la Hostia Consagrada. Yo os amo también a
vosotros, por eso decidí quedarme hasta la consumación de los siglos en la
Hostia Consagrada.
Yo os amo también a vosotros, por eso he muerto en una cruz para redimiros
de vuestros pecados.
Yo os amo también a vosotros, por eso os he elegido para este remanente fiel
de mi Iglesia. Por eso os he llamado a cada uno de vosotros por vuestros
nombres, por eso os he atrapado dulcemente en las redes vivas de mi amor. Yo
os amo también a vosotros, percibid mi presencia en el aire, percibid mi
presencia cuando embellezco el cielo y lo tachono de estrellas. Percibid mi
presencia en el sol, en la luz. Yo os amo a vosotros y espero recibir el mismo
amor de parte de cada uno de vosotros, mis siervos inútiles.
Atended a cada una de mis palabras
Febrero 2/10 (2:54 p. m.)
María Santísima dice:
Tengo tanto amor para con cada uno de vosotros. Tengo tantos mimos qué
prodigaros, tantas gracias que entregaros.
Hijos míos: percibid en este desierto de Amor Santo y Divino mi presencia
maternal, mi protección de Madre. Percibid en este desierto de Amor Santo y
Divino las caricias del Cielo. Escuchad, hijos amados, el trinar de los pájaros,
son loas y alabanzas al Padre Creador. Sentid el viento como susurros de brisa
suave que os dan paz, os dan serenidad.
María, Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos, os llama a la
interiorización de los mensajes; mensajes que han de mover vuestro corazón a
un cambio; mensajes que han de mover vuestra conciencia a una conversión
perfecta, transformadora; mensajes que son llamamientos a toda la
humanidad, porque pronto, pronto vendrá Jesús a juzgaros en misericordia y
en justicia.
Hijos carísimos: atended a cada una de mis palabras, no permitáis que sean
llevadas por el viento, no dejéis que caigan al vacío. Guardadlas en vuestro
corazón como perlas finas. Haced uso de ellas para que seáis ricos en el amor,
para que seáis ricos en un crecimiento espiritual, religioso. Esta gran misión
de enseñaros, de adoctrinaros, de mostraros las sendas que os llevan al Cielo
me la ha conferido el Padre eterno en este final de los tiempos.
Por eso llego hacia vosotros para aleccionaros en la virtud, aleccionaros en la
santidad, aleccionaros en la perfección cristiana. No permitáis que todas las
gracias que el Cielo os conceda, sean arrebatadas por el adversario; huidle,
escabullíos de sus garras a través de la oración, a través de la reparación, a
través de la mortificación, del ayuno, de la penitencia. Si os vienen tiempos
difíciles, intensificad aún más la oración. Si se os avecina el gran cataclismo
universal: orad, reparad, convertíos de corazón para que os ganéis una
porcioncita en el Reino de los Cielos. Id y meditad en las Sagradas Escrituras,
manual de vuestras vidas. Id y escudriñad el Santo Evangelio; conoced de la
vida y de la obra de Jesús.
Otro remedio para que enfrentéis el tiempo de la tribulación, es el ayuno, la
mortificación y la penitencia.
Hijos amados: ofreced muchísimos sacrificios a Jesús en reparación por
vuestros pecados y los pecados del mundo entero. Sed austeros en vuestro
vivir: Hay ciertas penitencias silenciosas, ciertas mortificaciones, en lo
secreto, que en el Cielo recibiréis gloria, en el Cielo recibiréis galardón de
triunfadores, de vencedores. La vida laxa, la vida acomodada, la vida relajada
os lleva a sufrimientos, os lleva a una gran purificación, el día que seáis
llamados. Estáis caminando en un mundo hedonista, materialista; debéis ir en
contra de los pensamientos y filosofías del mundo actual; el mundo moderno
os sustrae del Cielo, el mundo moderno os arrebata de las venerables manos
de mi Hijo Jesús, el mundo moderno os hace remedos de satanás, termináis
actuando y obrando según sus perversas intenciones, él sólo os quiere llevar
consigo a las profundidades del infierno.
Hijos míos: no deis rienda suelta a vuestras pasiones; dad rienda suelta a las
mociones santas del Espíritu Divino; dad rienda suelta a la reparación; dad
rienda suelta al camino estrecho, angosto, pedregoso pero camino seguro de
entrada al Cielo.
María, Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos, os llama al ayuno.
Ayunad con vuestra mirada, ayunad con vuestro gusto, ayunad con vuestro
olfato, privaos también de ciertos alimentos. Ayunad a pan y agua.
Hijos míos: el ayuno aliviana vuestras cargas; el ayuno aliviana vuestro
corazón cuando se encuentre turbulento, apesadumbrado; el ayuno os dará luz;
luz para que caminéis fortalecidos hacia un encuentro con el Señor. El ayuno
purificará vuestro corazón de tal modo que vuestra fragancia sea el perfume de
la santidad, el perfume de la aceptación a mi Hijo Jesús.
Los grandes místicos, los grandes ascetas de nuestra Iglesia Católica han sido
almas penitentes, ha sido almas austeras en su estilo de vida. ¿Por qué no
empezáis hoy mismo a renunciar a ciertos placeres, a ciertos gustillos? ¿Por
qué no dais inicio, en este mismo momento, al camino de la ascética?
Hijitos míos: si queréis llegar, si queréis adentraros al Áncora de la Salvación,
que es mi Inmaculado Corazón, debéis ser mortificados, debéis acoplaros a las
Sagradas Escrituras, a las leyes enseñadas por Jesús. Mi Inmaculado Corazón
se encuentra abierto para todos vosotros soldaditos rasos de mi Ejército
Victorioso.
Ayunad, mortificad vuestros sentidos; haced penitencias para que no caigáis
en las falsas seducciones del mal. Manteneos en vela, con suficiente provisión
de aceite, para cuando llegue Jesús, de repente, no os sorprenda dormidos, no
os sorprenda desprevenidos; hay tanto amor en mi Inmaculado Corazón. Os
amo tanto que por ello me entristezco cuando mis llamamientos angustiosos
no son atendidos con prontitud, cuando la mayoría de mis hijos cierran sus
oídos a mis palabras, cuando persiguen a los verdaderos profetas del Señor.
Pobres almas, están atentando directamente contra Jesús. Pobres almas porque
tendrán que rendir grandes cuentas en el día de su juicio.
Hijos amados: entended que el tiempo se acaba, entended que el tiempo ha
sido abreviado porque de lo contrario muchísimas almas perecerían,
muchísimas almas se condenarían.
Preparaos, preparaos para la consagración a mi Inmaculado Corazón. Persistid
en la santidad, persistid en las renuncias cotidianas y constantes, persistid en el
camino de la cruz, no le tengáis miedo al sufrimiento, no le tengáis miedo a la
enfermedad, no le tengáis miedo a la persecución, no le tengáis miedo a ese
encuentro cara a cara con Dios.
Esparcid estos llamamientos del final de los tiempos. Difundid mis palabras.
Los sencillos, los humildes las aceptarán como palabras caídas del Cielo. Los
arrogantes, los soberbios de inmediato la rechazarán porque se zambullen en
el lodo del racionalismo y de la vana gloria, en el lodo de la mediocridad, en el
lodo de la superficialidad.
Aprovechad todas las oportunidades que el Señor os está dando. Aprovechad
la fusión del Espíritu Santo en este final de los tiempos. Aprovechad esa gran
tarea, esa gran misión que el Cielo me ha conferido.
Hijitos míos: que vuestra vida sea en María, con María, por María, para María.
No deis más gusto a vuestro cuerpo, dad gusto a vuestro espíritu. No os
entreguéis a la vida cómoda, al relajo; entregaos más bien a la austeridad, a la
mortificación, a la penitencia. Desechad ya de vuestro pensamiento y de
vuestro corazón las palabras inútiles de algunos de mis hijos que dicen que el
Señor Jesús no pide tanto. Desechadlas en este mismo instante. Jesús sí lo está
pidiendo, porque es un tiempo de confusión, es un tiempo de apostasía, es un
tiempo de incredulidad, es un tiempo muy cercano a la gran purificación, a su
pronta venida, a su próximo regreso. Pero, aún, sois débiles; os cuesta tanto
ofrecer vuestros gustos, os cuesta tanto dejaros moldear por las manos del
Artífice Divino, os cuesta tanto renunciar a vuestros viejos esquemas, a
vuestras apetencias. Si supierais las gracias que se consiguen a través del
ayuno, la mortificación y la penitencia, pediríais al Mártir del Gólgota que
vuestra cruz fuese más pesada, pediríais al Mártir del Gólgota beber del cáliz
de la amargura, pediríais al Mártir del Gólgota pasar muchas horas en el
monte Calvario: adorándole, glorificándole, reparando por los vejámenes de la
humanidad, por la indolencia e ingratitud con que es tratado.
Meditad, hijos amados en, esta, mi lección de Amor Santo y emprended un
nuevo camino, camino de cruz, camino espinoso, camino escarpado, pero
camino recto que os lleva al Cielo. Sed mártires del Amor Divino. Sed
Verónicas que enjugan el Rostro sangriento, sudoroso del Nazareno; sed
cirineos que le ayudan a Jesús a cargar su cruz pero con amor, en entera
libertad.
Os bendigo mis hijos amados; despertad ya de vuestro adormilamiento
espiritual y emprended una nueva vida. Vida moldeada y transformada por el
Arquitecto del Cielo.
Dejaos moldear
Febrero 11/10 (3:40 a. m.)
María Santísima dice:
Hijos míos: María, Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos, os llama a
tomar atenta nota de mi lección de Amor porque quiero hacer de vosotros
pupilos aventajados en Sabiduría Divina y en santidad. Pupilos que aprendan a
comportarse con sutileza. Pupilos que muestren que son obras finamente
talladas por el artesano del Cielo.
Hijos amados: dejad que sea moldeada vuestra persona porque, aún, hay
mucho de terrenal en vosotros; aún, tenéis muchos defectos que opacan
vuestras virtudes; muchas veces no sois ejemplo en vuestro proceder porque
os dejáis llevar de vuestro temperamento indómito; no sois capaces de poner
mordaza en vuestra boca y por eso soltáis la ponzoña que lleváis dentro; no
medís las consecuencias de vuestras palabras y esto os lleva a la indolencia y
dureza de corazón. A vosotros os pido sobriedad en vuestro hablar, delicadeza
para decir las cosas; que se os sienta la presencia de Jesús en vosotros;
presencia que habrá de inundar vuestro corazón de paz; presencia que os hará
comportar con finura, dulzura porque el Señor os comunica sus virtudes, sus
gracias. El Señor os moldea como barro blando entre sus manos. El Señor os
poda, os arranca la maleza de vuestro corazón. “¿No es verdad que el rocío
templa el calor?; pues así también, la buena palabra vale más que la dádiva.
¿No conoces tú que la palabra dulce vale más que el don? Pero el hombre
justo acompañará lo uno con lo otro. El necio prorrumpe ásperamente en
improperios, y la dádiva del hombre malcriado y duro contrista y saca
lágrimas de los ojos”. (Eclesiástico 18,16-18). Abrid vuestros labios y orad
conmigo: “¡Oh Señor, Padre mío y dueño de mi vida!, no me abandones a la
indiscreción de mis labios; ni permitas que yo me deslice por causa de ellos.
¿Quién será el que emplee el azote o castigo sobre mis pensamientos, y la
corrección de la sabiduría sobre mi corazón, de tal modo que no me perdone
sus errores, a fin de que ellos no broten pecados, ni se acrecienten mis
ignorancias, ni se multipliquen mis faltas y aumenten mis pecados, por cuya
causa ande yo por el suelo delante de mis contrarios y se ría de mí el enemigo
mío?
¡Oh Señor, Padre mío y Dios de mi vida!, no me abandones a sus malvados
pensamientos. No permitas en mis ojos la altanería; y aleja de mí todo mal
deseo. Quita de mí la intemperancia de la gula, y no se apoderen de mí los
apetitos de la lujuria; ni quieras entregarme a un ánimo inverecundo y
desenfrenado.” (Eclesiástico 23,1-6).
apóstoles de los últimos tiempos. Medalla que llevarán los soldados del
Ejército Victorioso de los Corazones triunfantes. Medalla que será el
distintivo del Apostolado de reparación:
1ª promesa: os guardaré en uno de los aposentos de mi Inmaculado Corazón.
Os abrasaré con la llama de mi Amor Santo.
2ª promesa: os asociaréis a la Sagrada Pasión de mi Hijo Jesús. Vuestros
sufrimientos serán ofrecidos en reparación por vuestros pecados y los pecados
del mundo entero.
3ª promesa: cargaréis la cruz de cada día con amor. Jamás protestaréis por su
tamaño o su peso.
4ª promesa: os arroparé bajo los pliegues de mi Sagrado Manto como a mis
hijos amados.
5ª promesa: intercederé ante mi Hijo Jesús en vuestras necesidades materiales
y espirituales.
6ª promesa: os mantendréis en estado de gracia, no moriréis sin recibir los
Sacramentos.
7ª promesa: si llegaseis a morir un día sábado, al sábado siguiente descenderé
al purgatorio y os llevaré conmigo a una de las moradas de los Cielos.
8ª promesa: despertaré en vosotros gran devoción por la Eucaristía, Misterio
de Amor, en el que se manifiesta verdaderamente Jesús.
9ª promesa: os mostraré vuestros pecados haciéndoos sentir la necesidad de
acudir al Sacramento, liberador, de la Confesión.
10ª promesa: os haréis almas reparadoras y adoradoras del Augusto
Sacramento del Altar.
Permaneced en vela
Marzo 11/10 (8:45 p. m.)
María Santísima dice:
Hijos amantísimos: preparad, pues, vuestro corazón para mi lección de Amor
Santo. Despertad, abrid vuestros oídos a mi voz. Tomad nota de mis palabras.
Es María, Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos, la que os allana el
camino para la segunda llegada de Jesús.
Es María, Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos, la que convoca a
toda la humanidad a un cambio radical de vida, a regresar a la Casa del Padre,
al reconocimiento del pecado y al firme propósito de cambio. Mirad que muy
pronto veréis la mujer vestida de sol con corona de doce estrellas parada sobre
la luna dispuesta a pisar con su talón la cabeza de la serpiente.
Muy pronto escucharéis el sonar de las trompetas.
Por eso hijos míos: permaneced en vela. Llenad las lámparas de vuestro
corazón con suficiente provisión de aceite, estad atentos para que ante su
segunda llegada no os sorprenda desprevenidos. Sed perseverantes en la
oración, en el ayuno, en la penitencia, en la mortificación. No soltéis de
vuestras manos, no soltéis de vuestros labios, no soltéis de vuestro corazón: el
Santo Rosario. Os lo recuerdo: con él debilitaréis a satanás, os hacéis fuertes
para resistir la prueba y los acontecimientos duros que se le avecinan al
mundo entero.
Vaciad todo vuestro ser de las inmundicias del mundo y llenaos del Amor
Misericordioso del Señor. Él, ya os ha perdonado, ya os ha condonado vuestra
deuda muriendo en una cruz. No os dejéis amilanar. No os dejéis atemorizar.
Hacedle frente al adversario, no podrá haceros daño. Estoy al frente de este
Ejército Victorioso. Sois mis soldaditos amados, no permitiré que perezcáis,
no permitiré que sucumbáis y caigáis en precipicios oscuros. Orad sin nunca
cansaros. Haced muchísimos actos de reparación. El Corazón de mi Hijo Jesús
agoniza por el desamor de los hombres, agoniza porque muy pocos le aman,
muy pocos le reconocen como al Señor de sus vidas, muy pocos viven su
Evangelio, muy pocos encarnan la Palabra de Dios. Son muchos los que se
han dejado seducir por satanás. Son muchas las almas que, en el momento de
su muerte, pasan al suplicio eterno. Vosotros vivid en santidad.
Vosotros permaneced abrazaditos a la cruz.
Vosotros dejaos tomar mis manos que os presentaré ante mi Hijo Jesús, para
que recibáis el premio que se os tiene prometido: salvación y gozo eterno
frente a la presencia Omnipotente del Dios Uno y Trino.
Os amo y os bendigo: . Amén.
Capítulo II
Hijos míos: no tengáis miedo en venir hacia Mí. Pasaréis desapercibidos frente
a los soldados romanos. Escuchad cómo todo un pueblo grita al unísono:
¡Crucifícale, crucifícale! Muy pronto me sentenciarán a morir en la cruz. Muy
pronto Pilatos se lavará las manos y le oiréis decir: “soy inocente de la sangre
de este justo”; muy pronto seré sentenciado por alterar la paz pública, por no
cumplir las leyes, por llamarme Hijo de Dios y Rey de los Judíos. Muy pronto
empezará el camino que me llevará al monte Gólgota. Monte testigo de mi
sufrimiento porque la misma naturaleza quedará estupefacta ante los terribles
padecimientos que me esperan. Vosotros imitad al Mártir del Gólgota
dirigiendo vuestros pasos en mi Divina Voluntad. Sufrid con amor las
calumnias y las persecuciones. Sentíos dichosos si sois condenados por ser
mis discípulos, porque grande será vuestra recompensa en el Reino de los
Cielos.
Alabada sea la Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su Santísima Madre, triste y afligida al pie de la Santa
Cruz.
Me ha llegado la hora de abrazar la cruz. Cruz que beso tres veces dando
acciones de gracias al Padre, por la redención del género humano. Cruz que
será martirio de amor por todos vosotros. Cruz que os dará salvación y vida
eterna. Cruz que me llevará a exhalar mi último suspiro por toda la
humanidad. Cruz que cargaré con mis pies descalzos y ensangrentados por su
tremendo peso. Cruz que sobrellevaré debilitado por la pérdida de Sangre,
consumido por la fiebre, la sed y el dolor. Cruz que me conducirá a pasar por
una calle estrecha y sucia. Cruz que será motivo para que el pueblo me injurie,
los esclavos me lancen lodo y los niños tiren piedras a mi paso.
Hijos míos: aprended a sobrellevar las cruces de cada día. Dais beneplácito a
mi agonizante Corazón cuando me ofrecéis vuestros sufrimientos en
reparación por vuestros pecados y los pecaos del mundo entero.
Mi Divina Voluntad reinará en vuestras vidas el día que aprendáis a llevar
sobre vuestros hombros el peso de la cruz. Cruz que os purificará, os
acrisolará como oro y plata porque al Reino de los Cielos nada manchado
podrá entrar.
Alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su Santísima Madre, triste y afligida al pie de la Santa
Cruz.
Hijos míos: mirad la dificultad que tengo de caminar; me falta aún, mucho
para llegar al monte Gólgota. Mi Cuerpo Santísimo se encuentra lacerado,
fatigado. Los soldados me tiran y empujan sin misericordia, por eso caigo
sobre una piedra grande. Los verdugos me insultan, me golpean y en el
momento en que levanté mi cabeza, me colocaron mi corona de espinas
agudizando, aún más, mi sufrimiento; me levantaron bruscamente y pusieron
la cruz sobre mi hombro porque temían que muriera en manos de mis
enemigos. En este instante recibí una fuerza sobrenatural para proseguir mi
marcha porque, aún, no había cumplido con el mandato de mi Padre; aún, me
faltaba un largo y tortuoso camino que recorrer. Aprended vosotros a
levantaros de vuestras caídas, a moveros de acuerdo con mi Divina Voluntad,
así tengáis que sufrir y padecer. Que no os importe vuestros hombros llagados
por el peso de la cruz, interesaos más bien en actuar según el Santo Querer de
Dios.
Alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su Santísima Madre, triste y afligida al pie de la Santa
Cruz.
Hijos míos: cuando iba camino al calvario salió de su casa una piadosa mujer
llamada Serafia, miembro del consejo del templo. Llevaba sobre sus hombros
un lienzo. Ella abrió paso en medio del tumulto y de los soldados. Llegó hacia
Mí y arrodillándose extendió su lienzo para enjugar mi Rostro. Yo tomé su
lienzo y lo puse sobre mi cara ensangrentada y sudorosa; como pago a su
gesto heroico le estampé en su sudario mi Divino Rostro porque siempre
retribuyo generosamente los actos de amor que las creaturas tengan para
conmigo.
Amados míos: quiero dibujar en el sudario de vuestro corazón mi Divino
Rostro, si os movéis a compasión por el Mártir del Gólgota, así como lo hizo
Serafia que después se llamó Verónica porque imprimí en su lienzo mi
verdadero retrato. Pasad pues entre las multitudes haciendo en todo mi Divina
Voluntad para que gocéis de la dicha que os espera en los Cielos.
Alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su Santísima Madre, triste y afligida al pie de la Santa
Cruz.
Hijos míos: voy camino al Gólgota y a medida que avanzo con muchísima
dificultad, más heridas se abren en mi Cuerpo, heridas que empapan mi túnica
de manchas rojas, heridas que dejan rastro de mis pasos, heridas que dejan
huellas de mis sufrimientos. Es tanto el peso de la cruz que caigo por segunda
vez sobre mis rodillas y mis manos; al compás de los gritos, insultos y burlas
me levantan. Satanás ha poseído estas pobres almas, almas que han entrado en
una histeria diabólica, histeria de quererme dar muerte, histeria de querer
acabar con mi doctrina, histeria de querer consumir su rabia sobre este cordero
indefenso que era llevado al matadero.
Vosotros, hijos amados: ayudadme a levantar entregándoos por completo a
mis santos designios. Os llegó la hora de entender que sólo los que hacen mi
Divina Voluntad entrarán en mi Reino, tomarán posesión de una de sus
moradas.
Alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su Santísima Madre, triste y afligida al pie de la Santa
Cruz.
Hijos míos: contemplad mi Sagrado Cuerpo llagado por sus múltiples heridas.
Meditad en los sufrimientos de mi agonizante Corazón. Mirad la manera tan
despiadada con que los soldados romanos quitan mi capa, la cuerda con la que
me habían arrastrado y el cordón que sostenía la túnica inconsútil, tejida por
mi Madre; pensad: cuál sería mi dolor cuando arrancaron bruscamente mi
corona de espinas y el escapulario que se había adherido a mis llagas.
Carísimos hijos: despojaos de vuestras viejas vestiduras, cubríos con los
ropajes de la pureza, caminad por las sendas de la Divina Voluntad para que
os ganéis una parcela en el Cielo. Cielo abierto para las almas dóciles a mi voz
y a mis mandatos.
Alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su Santísima Madre, triste y afligida al pie de la Santa
Cruz.
Hijos míos: mirad la crueldad con que los soldados me extienden en la cruz.
Mirad los clavos gruesos y largos. Mirad el martillo de hierro que descargaron
sobre mis miembros para crucificarme en el madero glorioso, porque por
medio de este sufrimiento declararé victoria sobre el enemigo, redimiré a la
humanidad del pecado.
Mirad como los soldados clavan primero mi mano derecha y viendo que mi
mano izquierda no llegaba al agujero abierto, atan mi brazo a una cuerda y
tiran de él despiadadamente hasta descoyuntar mis huesos de tal manera que
llegue al orificio de la cruz. Mirad, ahora cómo los soldados amarran de una
cuerda mi pierna derecha y la estiran fuertemente hasta que mi pie toque la
base de madera, ataron después mi pie izquierdo sobre el derecho para
clavarlos juntos con un clavo más grande que el de las manos.
Reparad la ignominia y perversidad de estos pobres hombres; hombres
movidos por la furia de satanás, hombres guiados por el poder de las tinieblas.
Hijos carísimos: crucificad en el madero de la cruz vuestra voluntad humana;
entregadme todo vuestros ser que Yo actuaré en vosotros según sea mis
Designios Divinos. Actuad movidos por el Espíritu Santo para que habitéis en
el quinto Aposento de mi agonizante Corazón.
Alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su Santísima Madre, triste y afligida al pie de la Santa
Cruz.
Hijos míos: después de haber sido descendido de la cruz fui puesto en los
brazos de mi Madre. Ella con su Corazón traspasado de dolor, lavó y limpió
mis heridas; quitó cuidadosamente mi corona de espinas, humedeció mi barba
y mi cabello para quitar los coágulos de sangre seca. Ella estrechó mi Sagrado
Cuerpo en su regazo Maternal en señal de respeto y de adoración porque su
Hijo había consumido su vida en holocausto de amor por toda la humanidad.
Ella en su sufrimiento de Madre se sumergía en un éxtasis de esperanza
porque sabía que mi muerte no había sido en vano; comprendía que el mundo
había sido redimido del pecado.
Hijos carísimos: lavad y limpiad mi heridas con vuestra conversión perfecta,
transformante; aplicad bálsamo sanador a mis llagas viviendo según mi Divina
Voluntad porque este es el camino que os lleva al Cielo, este es el camino que
os lleva a disfrutar de las delicias y gozo eterno.
Alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su Santísima Madre, triste y afligida al pie de la Santa
Cruz.
Hijos míos: mirad el sepulcro que tienen preparado para el Hijo de Dios.
¡Dichoso sepulcro, que dará cobijo al Mártir del Calvario! ¡Dichoso sepulcro
que albergará por tres días a Jesucristo, al Mesías, al Dios esperado!
Mirad cómo mi Madre no se cansa en prodigarme caricias, como si fuese un
recién nacido; besa mis llagas, la adora porque sabe que son fuentes de
misericordia para toda la humanidad. Mirad cómo colocan mi Cuerpo sobre
una sábana, sábana que cubrirá mis heridas, sábana que me arropará sólo por
unos días porque al tercer día resucitaré, subiré glorioso al Trono de mi Padre.
Sabana que será la muestra de mi martirio para todas las generaciones. Sabana
que será la señal de que verdaderamente sí existí, que fui envuelto y dejado en
el sepulcro; sepulcro que después quedó vacío porque resucité y después
ascendí al Cielo para estar sentado a la derecha de mi Padre.
Hijos amados: salid vosotros del sepulcro del pecado, perfumad vuestro
corazón con el aroma de la conversión y elevad vuestro espíritu al Cielo
viviendo según mi Santo Querer, porque muy pronto vendrá el reinado de los
Sagrados Corazones y el triunfo de mi Divina Voluntad.
Alabada sea la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su Santísima Madre, triste y afligida al pie de la Santa
Cruz.
Por las intenciones del Santo Papa, para ganar las indulgencias de este Santo Vía Crucis: Padre Nuestro, Ave María y
Gloria.
Capítulo III
APOSENTO DE INTERCESIÓN
POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO
(Por siete lunes seguidos)
(Por cada día que se haga, usted gana 500 días menos de purgatorio)
Pasos:
1. Ofrecer la Eucaristía del día, por las almas del purgatorio.
2. Santo Rosario meditado, con las letanías Lauretanas
3. Meditación del día.
4. Orar con los siete Salmos penitenciales.
5. Letanías a todos los Santos.
6. Oración final.
4. La Transfiguración de Jesús.
Sacratísimos Corazones Unidos y Traspasados de Jesús y de María: Vos,
dulcísimo Jesús mío, que fuisteis revestido con las luces del Cielo,
transfigurando vuestro rostro en un Dios vivo, transfigurad mi corazón como
el de vuestros discípulos y el de María para que no pueda vivir desatado de
vuestros lazos de amor, ¡oh Sagrados Corazones!
LETANIAS LAURETANAS
Segundo lunes:
Marzo 14/10 (8:30 a. m.)
Hijos amantísimos: orad por las benditas almas del Purgatorio. Ellas se
encuentran abandonadas por la mayoría de las creaturas en la tierra. Ellas no
pueden hacer absolutamente nada por su bienestar. Ellas esperan vuestros
ruegos, vuestros ofrecimientos, vuestras limosnas. Ellas desean recibir de
vuestra parte un baño refrescante, como cuando alguien anhela un vaso de
agua fría en su ardiente sed.
Las almas en el Purgatorio tienen que padecer mucho por su tibieza espiritual,
por la falta de compromiso que tuvieron para promover la gloria de Dios, por
su piedad relajada, por los actos de desamor para con el prójimo.
Ofrecedles descanso en sus penas con la caridad expiatoria, haciendo actos de
virtud que ellas descuidaron en su vida mortal. Ofrecedles buenos
pensamientos, deseos y obras para darles descanso en sus padecimientos.
Pedid la bendición sacerdotal para ellas, porque caerá como susurros de brisa
suave que les dará alivio inmediato en sus sufrimientos.
Hijos míos: orad por aquellas almas que en la tierra eran tenidas por santas y,
aún, se encuentran en el Purgatorio. Ellas necesitan de vuestra intercesión y de
vuestros sufragios para recibir descanso en sus penas.
Salmos y siguientes: pág. 157
Tercer lunes:
Marzo 14/10 (9:53 a. m.)
Hijos míos: en el Purgatorio hay tres niveles. En el nivel más bajo (cámara del
sufrimiento) las penas son similares a las del infierno. Allí imperan las
tinieblas y el fuego aplicado a las almas, es en mayor o menor proporción,
según la gravedad de los pecados. En el nivel intermedio los sufrimientos son
menores, las almas experimentan ausencia del Amor Divino causándoles
angustia y deseo por alcanzar el Amor de Dios. El tercer nivel se encuentra
muy cercano al Cielo. Allí no hay castigos, pero las almas sufren por estar
muy cercanos a Dios y no lo han podido alcanzar en su plenitud.
Después de la Misa, la mejor oración es el Vía Crucis: meditadlo, ofrecedlo
por ellas, descansarán de sus sufrimientos, les aliviaréis sus penas. Todos los
actos de amor que hagáis a favor de las almas del Purgatorio, Dios os
recompensará, os pagará por este gesto de bondad para con ellas. El rezo del
Santo Vía Crucis es muy agradable ante los ojos del Cielo. Sed más
perseverantes en esta oración. Oración que encierra grandes misterios. Oración
que es bálsamo de paz para las almas que están en el Purgatorio. Ofreced
también algunos rosarios: cada Ave María es un vaso de agua refrescante que
les sacia la ardiente sed de Dios.
Salmos y siguientes: pág. 157
Cuarto lunes:
Marzo 16/10 (1:00 a. m.)
Hijos míos: sed sumamente generosos con las benditas almas del Purgatorio.
Haced muchos sacrificios por ellas. Mandadles a celebrar Misas, participando
del Santo Sacrificio Eucarístico. Rezad el Vía Crucis porque esta oración
proporciona alivio a las almas del Purgatorio. Rezad la corona completa del
Santo Rosario. Muchas almas son liberadas por medio de esta cadena de
Amor.
Soy llamada: “Madre de Misericordia” por las almas del Purgatorio, porque
con frecuencia llego hacia ellas para consolarlas, para dar alivio a sus
padecimientos. Suelo llevarme conmigo muchas almas: en Navidad, en el día
de todos los santos, el Viernes Santo, en la fiesta de mi Asunción y Ascensión
de Jesús.
Las almas del Purgatorio están totalmente indefensas, no pueden hacer nada
para remediar su sufrimiento, están supeditadas a vuestra oración. Si no oráis
por ellas, quedan abandonadas. Aliviad sus penas elevando muchas plegarias
al Cielo; todo lo que hagáis pensando en el bienestar de ellas, las favorece
extraordinariamente en su purificación; purificación que aceptan gustosamente
porque las mueve el deseo de unirse a Dios por toda la eternidad.
Salmos y siguientes: pág. 157
Quinto lunes:
Marzo 21/10 (7:30 a. m.)
Hijos carísimos: Honrad a San Miguel Arcángel. Dios le ha confiado la misión
de llevar las almas al estado de expiación y llevarlas a una de las moradas
celestiales, después de su purificación. En el día de la fiesta de San Miguel
Arcángel, él va al Purgatorio llevándose consigo gran número de almas al
Cielo; almas que en vida se encomendaron a su protección, almas que en vida
le fueron devotas solicitando su intercesión.
No os olvidéis de las benditas almas del Purgatorio: ellas allí, sufren, padecen,
según el nivel en que se encuentren; el sufrimiento es proporcional según las
culpas, según sea la magnitud de sus pecados.
Aprovechad este tesoro del Cielo rogando, intercediendo a favor de ellas.
Vosotros no alcanzáis a sopesar lo que las almas experimentan en este estado
de expiación.
Ofreced mortificaciones, ayunos y penitencias; ellas os lo agradecerán
eternamente. Todo lo que hagáis en vida por las almas del Purgatorio, os será
recompensado en la vida eterna. Hoy oráis por los fieles difuntos, mañana
serán otros los que orarán y pedirán por vosotros, cuando os encontréis en el
Purgatorio.
Salmos y siguientes: pág. 157
Sexto lunes:
Marzo 21/10 (12:15 p. m.)
Hijos amados: sed perseverantes en la oración; no escatiméis en tiempo y
sacrificios para con las almas del Purgatorio. Las almas que logréis liberar, os
lo agradecerán, os ayudarán en vuestras necesidades, serán vuestras
intercesoras en el Cielo. Ofreced vuestros sufrimientos, es un medio muy
eficaz para ayudar a las almas benditas; sufrimiento que os hará crecer en el
amor; sufrimiento que os llevará a abrazar la cruz, a pareceros un poco más al
Mártir del Gólgota; sufrimiento que será provechoso para vuestra vida
espiritual.
Hijos queridos: el sufrimiento en el Purgatorio sirve para purificar a las almas
del pecado, almas que requieren ser refinadas en el fuego como oro y plata,
almas que deben estar radiantes, diáfanas y cristalinas para entrar en el Reino
de los Cielos.
Dejad ya vuestros miedos y temores por vuestra muerte; tarde o temprano
vuestra alma volará de esta tierra a la eternidad. Así es, pues, que os llamo
para que aprovechéis todas las oportunidades de salvación que Dios os
concede. Sacad ventaja de las pruebas que Jesús se digne enviaros. No
rechacéis el dolor, porque es un medio para alcanzar vuestra santificación.
Haced obras buenas en la tierra porque una vez hayáis salido de ella, estaréis
imposibilitados para actuar en beneficio vuestro.
Salmos y siguientes: pág. 157
Séptimo lunes:
Marzo 21/10 (1:15 p. m.)
Hijos amantísimos: el fuego en la tierra es muy suave en comparación con el
fuego del Purgatorio; porque el alma sufre como si su cuerpo estuviera
padeciendo; por lo tanto hijos míos: haced penitencia, ayuno y oración
constante, porque todo lo que hagáis por las almas del Purgatorio, alivianan
sus penas; penas que sólo son mitigadas por Dios. Los sacrificios que hagáis
por las almas del Purgatorio, hacedlo a ocultas; que sólo lo conozca Dios,
tiene mayor mérito. Las obras buenas no se cuentan, se guardan en la
profundidad del corazón. Las obras buenas se hacen sólo para la gloria y honra
del Señor. Las obras buenas deben pasar desapercibidas ante los ojos de los
hombres, porque muchos en vida se jactan: de perfectos, de espirituales, de
religiosos y a la hora de su juicio se presentan con sus manos vacías.
Id al Sagrario: Jesús os espera con sus brazos abiertos. Jesús os espera para
que le améis y le adoréis con ímpetu. Allí reside el Rey del más alto linaje, el
Justo Juez que recibirá las oraciones y sufragios por las benditas almas del
purgatorio; almas que esperan de vosotros reparación de sus pecados; almas
que esperan de vosotros ofrendas que les dé descanso; ofrendas que mengüen
su dolor, ofrendas que sirvan como medios de liberación en su estado de
purificación.
Salmo 6
Señor, no me corrijas con ira,
no me castigues con cólera.
Misericordia, Señor que desfallezco;
cura, Señor, mis huesos dislocados.
Tengo el alma en delirio,
y tú, Señor, ¿hasta cuándo?
Vuélvete, Señor, liberta mi alma,
sálvame por tu misericordia.
Porque en el reino de la muerte nadie te invoca,
y en el abismo, ¿quién te alabará?
Estoy agotado de gemir: de noche lloro sobre el lecho,
riego mi cama con lágrimas.
Mis ojos se consumen irritados,
Envejecen por tantas contradicciones.
Apartaos de mí los malvados,
porque el Señor ha escuchado mis sollozos;
el Señor ha escuchado mi súplica,
el Señor ha aceptado mi oración.
Que la vergüenza abrume a mis enemigos,
que avergonzados huyan al momento.
Gloria al Padre…..
Padre Eterno en unión de los méritos de Jesús y de María os ofrezco, a favor de las almas
del Purgatorio, todas mis obras satisfactorias y las que otros me aplicaren durante mi vida,
en la hora de mi muerte y después de ella. Amén.
Salmo 31
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado.
Dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día, porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí; mi savia se me había vuelto
un fruto seco.
Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito;
propuse: “Confesaré al Señor mi culpa”,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzará.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.
Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.
No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.
Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.
Alegraos, ¡oh justos!, y gozad con el Señor,
aclamadlo, los de corazón sincero.
Gloria al Padre....
Padre Eterno en unión de los méritos de Jesús y de María os ofrezco, a favor de las almas
del Purgatorio, todas mis obras satisfactorias y las que otros me aplicaren durante mi vida,
en la hora de mi muerte y después de ella. Amén.
Salmo 37
Señor, no me corrijas con ira,
no me castigues con cólera;
tus flechas se me han clavado, tu mano pesa sobre mí.
No hay parte ilesa en mi carne, a causa de tu furor,
no tienen descanso mis huesos a causa de mis pecados;
mis culpas sobrepasan mi cabeza;
son un peso superior a mis fuerzas.
Mis llagas están podridas y supuran
por causa de mi insensatez;
voy encorvado y encogido,
todo el día camino sombrío;
tengo las espaldas ardiendo,
no hay parte ilesa en mi carne;
estoy agotado, deshecho del todo;
rujo con más fuerza que un león.
Señor mío, todas mis ansias están en tu presencia,
no se te ocultan mis gemidos;
siento palpitar mi corazón,
me abandonan las fuerzas,
y me falta hasta la luz de los ojos.
Mis amigos y compañeros se alejan de mí,
mis parientes se quedan a distancia;
me tienden lazos los que atentan contra mí,
los que desean mi daño me amenazan de muerte,
todo el día murmuran traiciones.
Pero yo, como un sordo, no oigo;
como un mudo, no abro la boca;
soy como uno que no oye y no puede replicar.
En ti, Señor, espero,
y tú me escucharás, Señor, Dios mío;
esto pido: que no se alegren por mi causa,
que, cuando resbale mi pie, no canten triunfo.
Porque yo estoy a punto de caer,
y mi pena no se aparta de mí:
yo confieso mi culpa, me aflige mi pecado.
Mis enemigos mortales son poderosos,
son muchos los que me aborrecen sin razón,
los que me pagan males por bienes,
los que me atacan cuando procuro el bien.
No me abandones, Señor,
Dios mío, no te quedes lejos;
ven a prisa a socorrerme, Señor mío, mi salvación.
Gloria al Padre…
Padre Eterno en unión de los méritos de Jesús y de María os ofrezco, a favor de las almas
del Purgatorio, todas mis obras satisfactorias y las que otros me aplicaren durante mi vida,
en la hora de mi muerte y después de ella. Amén.
Salmo 50
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
Renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios, Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
Si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre…
Padre Eterno en unión de los méritos de Jesús y de María os ofrezco, a favor de las almas
del Purgatorio, todas mis obras satisfactorias y las que otros me aplicaren durante mi vida,
en la hora de mi muerte y después de ella. Amén.
Salmo 101
Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti; no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco, escúchame en seguida.
Que mis días se desvanecen como humo,
mis huesos queman como brasas;
mi corazón está agostado como hierba,
me olvido de comer mi pan;
con la violencia de mis quejidos,
se me pega la piel a los huesos.
Estoy como lechuza en la estepa,
como búho entre ruinas;
estoy desvelado, gimiendo,
como pájaro sin pareja en el tejado.
Mis enemigos me insultan sin descanso;
furiosos contra mí, me maldicen.
En vez de pan, como ceniza,
mezclo mi bebida con llanto,
por tu cólera y tu indignación,
porque me alzaste en vilo y me tiraste;
mis días son una sombra que se alarga,
me voy secando como la hierba.
Tú, en cambio, permaneces para siempre,
y tu nombre de generación en generación.
Levántate y ten misericordia de Sión,
que ya es hora y tiempo de misericordia.
Tus siervos aman sus piedras,
se compadecen de sus ruinas:
los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones,
quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor:
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte,
para anunciar en Sión el nombre del Señor,
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reyes para dar culto al Señor.
Él agotó mis fuerzas en el camino,
acortó mis días;
y yo dije: “Dios mío, no me arrebates
en la mitad de mis días.”
Tus años duran por todas las generaciones:
al principio cimentaste la tierra,
y el cielo es obra de tus manos.
Ellos perecerán, tú permaneces,
se gastarán como la ropa,
serán como un vestido que se muda.
Tú, en cambio, eres siempre el mismo,
tus años no se acabarán.
Los hijos de tus siervos vivirán seguros,
su linaje durará en tu presencia.
Gloria al Padre…
Padre Eterno en unión de los méritos de Jesús y de María os ofrezco, a favor de las almas
del Purgatorio, todas mis obras satisfactorias y las que otros me aplicaren durante mi vida,
en la hora de mi muerte y después de ella. Amén.
Salmo 129
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Salmo 142
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
Mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor, que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tu eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.
Por tu misericordia disiparás a mis enemigos
y aniquilarás a todos los que oprimen mi alma,
puesto que siervo tuyo soy.
Gloria al Padre…
Padre Eterno en unión de los méritos de Jesús y de María os ofrezco, a favor de las almas
del Purgatorio, todas mis obras satisfactorias y las que otros me aplicaren durante mi vida,
en la hora de mi muerte y después de ella. Amén.
Oración Final
Corazón agonizante de Jesús: me uno a vuestro dolor, os ofrezco mi vida
entera, haced conmigo lo que os plazca; mi voluntad os pertenece. Os ofrezco
mis sufrimientos, mis mortificaciones, mis penitencias y mis oraciones a favor
de las almas del Purgatorio. Haced que mis sacrificios sean suave refrigerio
para ellas. Haced que mi oración suba como incienso ante la presencia del
Padre Eterno. Compadeceos, ¡oh Corazón agonizante de Jesús!, por todas las
almas del Purgatorio que se hallan en el nivel más bajo, cámara del
sufrimiento. Remediadles sus padecimientos y llevadlas pronto al disfrute y
gozo del Cielo eterno. Amén.
Los cien Réquiem
La Virgen pide hacer los cien réquiem por las almas del
Purgatorio, con los cuales también se logra mucho descanso para ellas:
“Concédeles, Señor, el descanso eterno. Brille para ellas la luz perpetua”
(cien veces).
Se pueden hacer en un rosario y en cada decena en vez de gloria se dice: las
almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios, descansen en paz.
Amén.
Visite nuestra página Web:
www.ejercitovictorisodeloscorazonestriunfantes.com
EPÍLOGO
Prólogo para vacilantes, epílogo para creyentes.
Cuando hice el prólogo de la Consagración de los treinta y tres días, la intención era persuadir a
escépticos de la veracidad de los escritos y de la coincidencia con cientos de apariciones y
mensajes. Cabría y aun cabe más en las normas de discernimiento del gran maestro Juan Bautista
Scaramelli que trataré de resumir en el libro de “Profecía y Discernimiento”.
Si no había contradicciones en la Biblia, el Magisterio y las Revelaciones Privadas, en alguien que
ignoraba los temas, mucho menos aún en esta última fase definitiva acerca del ritmo y periplo de los
acontecimientos.
La verdad, si uno es honesto consigo mismo y frente a la verdad objetiva y la
concordancia entre profecías y hechos reales, cabe anotar que sorprende y
asombra estos últimos anuncios con las profecías bíblicas, las Marianas y con el
hoy, el aquí y el ahora.
Se anuncian hechos devastadores para la humanidad, crisis económica mundial,
lo cual no sólo es previsible proféticamente, sino deducible por el ritmo de los
acontecimientos y consecuencialmente un acuerdo para un gobierno mundial.
Es previsible que si la economía colapsa, venga un evento de guerra civil en
E.E.U.U. que ya había anunciado la estigmatizada Cristina Gallagher, a quien
Agustín desconoce y quien ha acertado en Tsunamis, Torres Gemelas, etc. y
quien como Agustín tiene el verdadero don del verdadero Dios, quien como dice
Isaías, todo la anuncia antes de que suceda, y ello sólo ocurre en el Cristianismo.
Con el ritmo de acontecimientos recientes de terremotos en Haití, Chile, China y
estadística de por lo menos 20 sismos diarios en el mundo, según los registros
científicos reales, las nubes volcánicas, las inundaciones, huracanes, sequías
atroces, previstos en la Biblia al ritmo de la apostasía general y pérdida de la fe, y
la gran crisis de la Iglesia anunciada en 1.846 por la Virgen y en el Apocalipsis
(20), cuando es cercado el campamento de los santos (Iglesia), todo ello es el
preludio del Gobierno del a-nomos –el hombre sin ley-, el cisma y la tercera
guerra, y al final, el triunfo de Cristo y la Nueva Creación, Cielos Nuevos y Tierra
Nueva.
La Iglesia Católica, la única fundada por Cristo (Mt 16), en esta horrorosa crisis
como la calificara la Santa Madre, irá decayendo cada vez más hasta aparecer
como eclipsada y los pobres sacerdotes en su mayoría debilitados por el pecado
del mundo y motivados por su propia parálisis e inercia de la crisis de los laicos,
también irán decayendo, pero permanecerá un pequeño resto, con el cual Dios
renovará la faz de la tierra y la Iglesia resucitará: santa, pobre, humilde, despojada
e imitadora de las virtudes de Cristo, como la Virgen anunció todo lo del hoy y el
ahora y acertó; así esperamos que este último anuncio se cumpla y veremos el
triunfo de Dios y la desaparición del mal.
En fin, ahora Agustín remata los doce libros que Dios le dictó con muchos
contenidos proféticos, anuncios y oraciones, una bella consagración como refugio
seguro para estos tiempos y un medio para disminuir el impacto espantoso de las
calamidades que irán en ascenso en forma devastadora, millones de almas
perdidas en las últimas victorias y trofeos de satanás, la lluvia que Jesús ya había
anunciado en Lucas (17), la tierra como en días de Lot, el arrebatamiento que
sucede en esos tres días de oscuridad avisado también por Jesús cuando dice
que “uno será tomado y otro dejado”, los días de oscuridad en que se sacudirá el
orbe (Isaías 24).
Todo ello lo trae Agustín sin leer la Biblia y sin el don inmerecido que Dios me
prestó para interpretarla. Tampoco leyó la última aparición reconocida por la
Iglesia, por Ratzinger (hoy Benedicto XVI), la única aceptada por la Iglesia,
después de Fátima y que el mismo Cardenal llamó “Fátima de Oriente”, o sea
Akita (Japón – 1.973) donde la Virgen nos habla del Diluvio de fuego, el último y
final castigo.
Agustín nos narra estas cosas sin haberlas conocido. La verdad de Dios es una y
única. No son mensajes misteriosos, ni undívagos, ni hipotéticos y dudosos como
Nostradamus, los Mayas o la de cientos de instrumentos y videntes de hoy, que lo
único que hacen es desviar y confundir. Agustín coincide, concuerda y empata
los mensajes serios y reconocidos, como el Padre Pío, en el texto de las 72 horas,
o con Akita, como la lluvia de fuego.
Ya no hay remedio ni regreso, sus mensajes son los últimos y ¡vaya!, si la
paciencia de Dios es inagotable (viene de gota a gota), pero la maldad y esa pobre
religiosidad de apariencias colmó la copa que rebosa abundantemente el Cáliz de
la cólera de Dios, como lo llama la Biblia.
Sólo una vida de santidad, sólo la vivencia de los evangelios, la obediencia a la
Palabra, el hacer vida en nosotros las Santas Escrituras, permitirán que mengüen
un poco los acontecimientos. Clamar a Dios Misericordioso pero para recibir el
don, es preciso obedecer a Dios y pedir dirección al Espíritu Santo.
La Virgen Maestra está formando su ejército para la batalla final y reitera su
mensaje permanentemente: Conversión, Oración, Sacrificio, Penitencia y
Almas Reparadoras. Sobre la Iglesia pesa la Historia de la Humanidad.
Unamos nuestras cruces a la pasión de Cristo. No esperemos mover la mano de
Dios con piedades externas o signos vanos, vivamos sinceramente con
coherencia entre el pensar, sentir y actuar las palabras de Jesús. Recordemos
que dijo, “…que si alguno me ama guardará mi palabra” (Juan 14).
Estamos en el tiempo de la purificación y entramos en la hora de la justicia.
Esperemos, como dice San Pablo, contra toda esperanza, pero en alerta viviendo
lo que Pablo nos dice en Efesios (6, 10-20) y así nos encontrará listos y
despiertos.
RAFAEL ARANGO R.
Índice
Introducción
Pronto Jesús instaurará su reino de gloria
en la tierra………………………………………… 2
Capítulo I
Mensajes………………………………………….. 7
Volved vuestro corazón al Señor…………………. 7
¡Reaccionad ante mis palabras!............................... 7
Los coletazos de satanás………………………….. 9
María Corredentora……………………………….. 10
Imágenes del anticristo que simulan a Jesús……… 10
Muy pronto llegará el anticristo…………………... 11
Mi segunda venida está muy cercana…………….. 12
Leed este libro en oración, en meditación………… 14
Soy la Madre de Dios…………………………….. 17
Estáis pasando por una gran crisis……………….. 18
La Predicción…………………………………….. 19
Muy pronto aparecerá la gran señal en el cielo…… 19
Caminad por las sendas de la Divina voluntad…… 22
Os llamo a orar sin cesar…………………………. 23
Aprended a adorarme con vuestro corazón………. 25
Percibid mi presencia…………………………….. 28
Atended a cada una de mis palabras……………… 29
Es vuestra Maestra la que os habla……………….. 33
Aférrate a la cruz del Mártir del Gólgota…………. 37
Os llamo a la fidelidad con el Evangelio…………. 39
Dejaos moldear…………………………………… 42
Pasarás por el fuego de la purificación…………… 43
Promesas que acompañan la Medalla…………….. 44
Caminad en línea recta……………………………. 45
No tengáis miedo a mis palabras…………………. 50
Consagraos a mi Inmaculado Corazón…………… 53
Mis lecciones que avivarán vuestra fe……………. 54
Volved vuestros ojos al Señor……………………. 56
Otro tesoro, caído del Cielo………………………. 57
Os llamo a que os aferréis a la oración…………… 58
Discernid el tiempo que estáis viviendo………….. 61
Llamo a toda la humanidad a un cambio de vida…. 63
Os llamo a reconocer la grandeza de Dios……….. 64
Permaneced en vela………………………………. 67
Jesús obra prodigios de amor en cada alma………. 69
Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis…………….. 70
Sois mis delirios de amor………………………… 75
Abrid vuestros oídos a mi voz……………………. 76
Os llamo con voz angustiosa……………………… 78
Tenéis una gran misión…………………………… 79
El que me sigue no camina en tinieblas…………... 81
Venid hacia Mí…………………………………… 83
Buscadme: habladme, os escucho………………… 85
Entregad vuestra vida al Señor…………………… 88
Aquietad vuestro corazón y escuchadme…………. 91
La santidad está al alcance de todos vosotros…….. 96
Os habéis encontrado con el verdadero amor…….. 98
Orad para que perseveréis en la fe………………... 100
Estoy en medio de vosotros………………………. 102
Escuchad mis Palabras……………………………. 105
Prendo fuego de Amor en vuestros corazones……. 108
Orad y reparad, el tiempo se os termina…………... 110
Orad para que seáis fieles a mis enseñanzas……… 113
Evitad toda mentira, engaño e hipocresía………… 116
Adorad mi Cuerpo y mi Sangre…………………... 120
Sólo os queda orar………………………………… 125
He muerto en una cruz para daros vida…………… 127
He resucitado para que viváis la nueva vida……… 130
Capítulo II
Vía Crucis de la Divina Voluntad………………… 131
Capítulo III
Aposento de intercesión por las
almas del purgatorio………………………………. 141
Meditación de los misterios del Santo Rosario…… 141
Misterios gozosos………………………………… 142
Misterios Luminosos……………………………… 143
Misterios Dolorosos………………………………. 145
Misterios Gloriosos……………………………….. 147
Letanías Lauretanas………………………………. 148
Oración a San José……………………………….. 150
Acordaos oh dulce Madre………………………… 151
Meditaciones……………………………………… 151
Primer lunes………………………………………. 151
Segundo lunes…………………………………….. 152
Tercer lunes………………………………………. 153
Cuarto lunes………………………………………. 154
Quinto lunes………………………………………. 154
Sexto lunes………………………………………... 155
Séptimo lunes…………………………………….. 156
Salmo 6…………………………………………… 157
Salmo 31…………………………………………. 158
Salmo 37…………………………………………. 159
Salmo 50…………………………………………. 161
Salmo 101………………………………………… 162
Salmo 129………………………………………… 165
Salmo 142………………………………………… 165
Letanías a todos los Santos……………………….. 167
Oración final……………………………………….171
Los cien réquiem…………………………………. 171
Epílogo
Prólogo para vacilantes, epílogo para creyentes…………… 173