La Filosofía de La Historia de Hegel Después Del "Final de La Historia"2 PDF
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RESUMEN: Puede hablarse del final de la historia en diversos sentidos. En la primera parte del
trabajo me refiero a la clebre tesis de Alexander Kojve retomada por Francis Fukuyama acerca
del advenimiento de una etapa final definitiva del proceso histrico que tendra su origen en la
concepcin de la historia en Hegel. Se trata a mi juicio de un malentendido que no puede anclarse
en los textos y que contradice las premisas de la construccin hegeliana de la historia mundial
(Weltgeschichte). No hay en Hegel una teora escatolgica de la historia, pero del mismo modo,
tampoco puede sostenerse una interpretacin que asimila su concepcin al historicismo (como
por ej. Frederick C. Beiser), lo que constituye un error simtrico al primero. En la segunda parte me
ocupo del final de la historia no en general sino de un modo de entenderla en cuya tradicin se
inscribe la filosofa hegeliana, en tanto proceso unitario y sustantivo, que de acuerdo al principio de
la conciencia de la libertad regira el destino de la humanidad en su conjunto. Tanto las experiencias
trgicas del siglo XX como las modificaciones de la conciencia histrica contempornea hacen que
sus premisas no puedan hoy ser sostenidas de modo plausible sin una modificacin profunda.
Al reexaminar esos supuestos paso revista a las crticas que realiza Paul Ricouer a la tentacin
hegeliana de pensar la historia desde la perspectiva de una racionalidad que configurara el
devenir humano desde la autotransparencia del espritu. Por ltimo, expongo los aspectos de
2 HEGEL, G.W.F. Hegels Thelogische Jugendschriften. Ed. de H. Nohl, Tubinga: 1907 (versin en espaol: HEGEL, G.W.F.
Escritos de Juventud. Trad. de J.M. Ripalda, Mxico: F.C.E, 1978).
3 KOJVE, A. Hegel, Introduction la lecture de Hegel. Leons sur la Phnomnogie de lEsprit. Paris: Gallimard, 1947
(hay versin espaola en: Ediciones de la Pleyade, 1984). Para la historia de la influencia de esta interpretacin
vase: Jarczyk, G.; Labarrire, P.-J. De Kojve a Hegel. 150 ans de pense hgelienne en France. Paris: Albin Michel,
1996.
4 Lyotard, J-F. La condicin posmoderna: informe sobre el saber. Trad. de M.A. Ratto. Buenos Aires: Ctedra, 1987.
I
La tesis atribuida a Hegel acerca del final de la historia proviene de la clebre interpretacin de
Alexander Kojve de la Fenomenologa del Espritu que luego sera popularizada por el conocido
artculo luego reformulado en libro de Francis Fukuyama.5 En Kojve el final de la historia es hecho
coincidir en forma muy vaga por cierto con la poca pos-napolenica como el advenimiento
definitivo de una sociedad frente a la cual no se presentarn ya proyectos polticos alternativos
y el hombre se dedicar a la realizacin de sus deseos privados en un mundo esencialmente
despolitizado. La forma en que es descripta esta poca final parece abarcar tanto el capitalismo
democrtico estadounidense como el socialismo sovitico y en la etapa final del pensamiento de
Kojve parece identificarse con el dandismo japons. No deja de sorprender la gran repercusin
que ha tenido esta tesis cuyo carcter predictivo es inversamente proporcional a su vaguedad.
Pero lo que en el autor se presentaba an como un diagnstico de la poca en el que no estaba
ausente cierta resignacin es presentado por Fukuyama como el establecimiento definitivo y
triunfal del liberalismo democrtico con base capitalista.
No se trata en este contexto de discutir las tesis de Kojve o de Fukuyama que se haban hecho
plausibles debido tanto a la cada del marxismo sovitico como a la ausencia de un paradigma
alternativo sino simplemente de mostrar que su anclaje en la filosofa de la historia de Hegel es
muy endeble.
Es posible que Kojve se haya inspirado en el captulo final de la Fenomenologa en el que se habla
de una enigmtica eliminacin del tiempo y que ha dado lugar a interpretaciones divergentes.
No es este el lugar para ofrecer una interpretacin de ese pargrafo porque nos desviara del
tema de este trabajo, pero en todo caso puede afirmarse que ese texto no tiene que ver con un
presunto final de la historia sino con un pasaje del orden cronolgico del acontecer al orden lgico
del concepto.6 A esto debe aadirse que Hegel al comienzo de la Fenomenologa caracteriza a su
poca como la del comienzo de un perodo de transformaciones decisivas y no como su final.
Es natural que el orden de la exposicin de las Lecciones de Filosofa de la Historia sea cronolgico
y que en la ltima de ellas est dedicada a la poca contempornea, al estado actual del mundo.
El perodo que Hegel trata en ella tiene por ttulo general La Ilustracin y la revolucin y all se
encuentra la siguiente frase: Con este principio formalmente absoluto arribamos al ltimo estadio
de la historia, a nuestro mundo, a nuestros das7 [subrayado de la edicin citada].
5 El libro de Fukuyama es una reformulacin y ampliacin de las provocativas tesis de su clebre artculo, The End of
History?, publicado originalmente en la revista The National Interest (verano 1988) y reproducido en mltiples medios,
basado a su vez en una conferencia que el autor dictara en el John M. Olin Center for Inquiry into the Theory and Practi-
ce of Democracy de la Universidad de Chicago: Fukuyama, F. El fin de la historia y el ltimo hombre. Trad. de P. Elas.
Barcelona: Planeta, 1992. La postulacin de que la concepcin de la historia en Hegel debera implicar un final definiti-
vo a partir del cual nada nuevo podra surgir en el devenir posterior, puede rastrearse en las crticas de Nietzsche y de
Engels al proyecto hegeliano de una metafsica de la historia que concluira en la monarqua constitucional prusiana.
Esta presunta clausura de la historia que aparece en estos autores como objeto de crtica es considerada por Kojve
como tesis positiva. La bibliografa crtica sobre el artculo y el libro es muy amplia; vase particularmente: ANDERSON,
P. The Ends of History. En A Zone of Engagement. Londres: Verso, 1992, p. 279 y sigs. y FONTANA, J. La historia despus
del fin de la historia. Barcelona: Crtica, 1992. Acerca de la genealoga de las teoras sobre el final de la historia vase
el instructivo libro de NIETHAMMER, L. Posthistoire. Ist die Geschichte zu Ende? Hamburgo: Rowohlts, 1989.
6 Me he ocupado de esta temtica en la segunda parte, secc. IV, cap. 3 del libro: Dialektik der Zeit, Untersuchungen
zu Hegels Metaphysik der Zeit. Stuttgart: Frommann-Holzboog, 1982, p. 171 y sigs.
En una primera aproximacin resulta claro que Hegel est refirindose aqu simplemente a los
acontecimientos significativos recientes y no a una etapa de consumacin final de los tiempos.
Adems, esta oracin se encuentra al principio del captulo y no en su conclusin, es decir cuando
Hegel comienza su exposicin y a la vez evaluacin de la Revolucin Francesa y sus consecuencias.
La cita est tomada de la edicin de las Lecciones de Karl Hegel y es equivalente al de la edicin de
Georg Lasson, pero resulta interesante que en la versin de la primera edicin de las Lecciones el
texto que se public pstumamente y que es el que leyeron sus contemporneos y entre ellos Karl
Marx no dice: el ltimo estadio de la historia sino el ultimo estadio de la historia mundial, pero
Hegel utiliza aqu un trmino que aparece por nica vez en su obra en forma sustantivada, para el
que no hay un equivalente en castellano, que no es Geschichte o Weltgeschichte sino Welthistorie8,
que podra eventualmente traducirse como narracin histrico-mundial, si uno se atiene al uso
que hace Hegel de la palabra alemana Historie para referirse a la historiografa y no tanto al
proceso histrico mismo. Eduard Gans, el conocido discpulo de Hegel, que estuvo a cargo de esa
edicin probablemente se bas en otros apuntes de alumnos de un curso de otro ao o quizs
quiso anticiparse a un malentendido posible. A esto debe agregarse que Hegel caracteriza a este
estadio como formalmente absoluto y en esta expresin puede reconocerse que se trata para l
de algo inconcluso ya que este principio debe adquirir an formas ms plenas. Pero tampoco cabe
inferir de esto que se tratara del principio ltimo y definitivo del que slo faltara su realizacin. La
idea de un final de los tiempos es ajena a la concepcin hegeliana de la historia y si puede hablarse
de una poca en que irrumpe el principio decisivo de su dinmica, esta tiene lugar para Hegel con
el cristianismo en el seno del cual y a travs de una serie de vicisitudes dialcticas habra surgido
la idea de la libertad que caracterizara la historia moderna. Lo que en la versin de Karl Hegel es
caracterizado como un principio formal en la de Gans aparece explcitamente como el principio
de la libertad. Lo que se presenta aqu no es el final sino en todo caso el principio de la historia
contempornea en la medida en que es en la poca de la Ilustracin en que por primera vez aparece
la mundanidad (Weltlichkeit) como el mbito propio en que el hombre entiende el sentido de sus
acciones e instituciones, como reino espiritual en la existencia (das geistige Reich im Dasein), en el
que la historia se presenta definitivamente como resultado de su voluntad (Willen) libre9 y no de la
fuerza del destino o de la intervencin externa de la providencia tal como lo consigna en la oracin
siguiente a la que se supuestamente se anunciara el final de la historia. Es precisamente recin en esta
secularidad mediada por el principio de la libertad que puede establecen las bases para reconstruir
la historia de la especie desde un punto de vista que Kant denomina intencin cosmopolita.
Resulta por lo dems paradjico que en uno de los pargrafos siguientes de la leccin en que se
encuentra la cita de ms arriba, aparezca uno de los pocos textos en los que Hegel se refiere al futuro. En
efecto, Hegel describe all el conflicto que se produce en el seno del parlamento entre la voluntad y los
7 Mit diesem formell absoluten Prinzip kommen wir an das letzte Stadium der Geschichte, an unsere Welt, an unsere
Tage. HEGEL G.W.F. Vorlesungen ber die Philosophie der Geschichte. Werke in zwanzig Bnde, ed. Moldenhauer,
E.; Michel, K.M. Tomo 12, Francfort del Meno: Suhrkamp, 1970, p. 524. La versin de la edicin de Georg Lasson es
idntica, salvo que el texto no contiene un subrayado: Vorlesungen ber die Philosophie der Weltgeschichte, tomo
IV, Meiner, Hamburgo, p. 920.
8 Mit diesem Princip der Freiheit gehen wir zum letzen Stadium der Welthistorie, zur Geschichte unserer Zeit, Georg
Friedrichs Hegels Werke, vol. 9, Berlin 1837, p. 437 y sig.
9 HEGEL. Philosophie der Geschichte, p. 524.
intereses diversos de quienes integran la oposicin y quienes forman parte del gobierno, antagonismo
que vuelve a renovarse cuando los primeros ocupan el lugar de los segundos, un proceso que no
habra logrado institucionalizarse y genera una inestabilidad permanente. Esta colisin, este nudo,
este problema es en el que se encuentra la historia y que tendr que resolver en tiempos futuros.10
Hegel seala con esto una dificultad que, por un lado caracteriza la dinmica misma de la
democracia algo que ya estaba claro para su discpulo Eduard Gans pero que por otro
sigue siendo un problema no resuelto en la medida en que la reconciliacin entre los intereses
particulares y el inters general contina dictando la agenda de la poltica contempornea.
Como quiera que fuese, podrn parecernos algo arbitrarias sus interpretaciones de acontecimientos
histricos particulares, su construccin de las grandes pocas en que divide el continuo
temporal, se nos podrn presentar hoy como poco crticas o poco fundadas. A esto se agregan
sus observaciones acerca de la Alemania de su poca y de su historia que retrospectivamente
pueden resultar tanto interesantes como discutibles, pero no hay en Hegel una visin escatolgica
de la historia en general ni menos an de su poca como consagracin definitiva de los tiempos.11
Hegel concluye sus lecciones afirmando: hasta aqu ha llegado la conciencia y estos son
los principales momentos de la forma en que se ha realizado el principio de la libertad
pues la historia universal no es otra cosa que el desarrollo del concepto de libertad12
Es sabido que Hegel aparta de la misin de la filosofa toda forma de prediccin o profeca acerca de
cmo ser o debera ser el mundo futuro. Lo que describe es el estado de la conciencia de la poca y
el modo en que su historia puede ser reconstruida en la medida en que el concepto de libertad, en la
forma peculiar en que lo concibe, pueda servir de hilo conductor. Pero antes de examinar la vigencia
que un proyecto de este tipo puede tener en el horizonte de la discusin contempornea quisiera
despejar el camino frente a otra interpretacin de la visin de la historia en Hegel que me parece
igualmente errnea, me refiero a la asimilacin del proyecto hegeliano al historicismo. Mientras
que la concepcin escatolgica postula que la historia se hace comprensible retrospectivamente
desde su final para el historicismo por el contrario, es el contexto histrico mismo lo que vuelve
inteligible tanto las instituciones sociales como las ideas de acuerdo a las cuales se edifican.
Segn Frederick C. Beiser el historicismo constituira el principio central de la revolucin copernicana
que Hegel habra iniciado.13 Pero de esta manera la historia pasara a tener una dinmica propia
contingente independiente de una racionalidad inmanente y nada parece sugerir que pueda tener
algo que ver con la idea de una libertad que configura el tiempo. Hegel ha sido un crtico del
historicismo incipiente y ha dedicado una serie de pargrafos significativos de los Fundamentos
de la Filosofa del Derecho a la refutacin de las teoras de Gustav Hugo y de Savigny acerca de la
fundamentacin de las formas polticas. Las condiciones histricas no explican ni legitiman nada,
son ms bien ellas los que deben someterse en trminos de Kant al tribunal de la razn.
10 Diese Kollision, dieser Knoten, dieses Problem ist es, an dem die Geschichte steht und den sie in knftiger Zeiten
zu lsen hat. HEGEL. Philosophie der Geschichte, p. 535.
11 Vase sobre acerca de la crtica de Hegel al historicismo: BRAUER, Dialektik der Zeit, p. 39-101, 173 y sigs.
12 HEGEL. Philosophie der Geschichte, p. 539-540.
13 Vase BEISER, F.C. Hegels Historicism. En: Beiser F.C. (Ed.). The Cambridge Companion to Hegel, Cambridge: Cam-
bridge University Press, 1993, p. 270 y sigs.: With Hegel, historicism becomes the self-conscious and general method
of philosophy, the weapon to be wielded against its own pretenses and illusions. (p. 272). Al menos el autor admite:
However central to his philosophy, Hegels historicism is never fully explained or defended in any single text. (p. 273).
Ahora bien, No sera este un argumento para al menos poner en duda la tesis propuesta?
II
Uno de los captulos finales de la monumental obra de Paul Ricoeur, Tiempo y Narracin,14 que entre
otras cosas contiene un balance y puesta al da de las principales teoras de la historia contemporneas,
tiene por ttulo: Renunciar a Hegel. Nos enfrentamos aqu a una crtica y a la vez a una toma de
distancia de los supuestos de su filosofa de la historia en forma de un comentario a los conceptos
centrales de las Lecciones introductorias. La perspectiva desde donde se lleva a cabo la crtica es
doble. Por un lado, se reexaminan algunas nociones para mostrar su unilateralidad e insuficiencia,
por el otro, el autor seala un cambio de escenario que hace que hoy se produzca una prdida de
credibilidad, de aquellas intuiciones que hacan que la teora resultara plausible. Ricoeur llama a
esta situacin que nos ha alejado del pensamiento de Hegel un acontecimiento del pensamiento.15
La crtica de Ricoeur es ms sutil que la de la mayora de sus detractores. La visin de Hegel
como antecesor del totalitarismo o de una visin escatolgica de la historia es considerada un
monumento de incomprensin y de malevolencia.16 Pero lo que el autor pone en cuestin y
denomina la tentacin hegeliana es el proyecto mismo de una historia que tiene como axioma una
racionalidad que se desarrolla en etapas sucesivas y describe una epopeya de la libertad que tiene
como protagonistas a los espritus de los pueblos particulares que confluyen en un espritu del
mundo nico.17 Ricoeur pasa revista a nociones nucleares del inventario conceptual de la filosofa
de la historia de Hegel como la de la astucia de la razn, la del papel de los individuos histrico-
mundiales y sus pasiones, el modo en que el inters y la conciencia de los sujetos histricos es
conciliado con el del espritu, etc., etc.. Pero lo nuclear de su crtica puede resumirse a mi juicio en
el rechazo de tres ideas bsicas que estn presentes en la construccin de la historia hegeliana. En
primer lugar, la presunta autotransparencia del espritu que al captar el sentido de su despliegue en
el tiempo supera su temporalidad en la medida en que el pasado es conservado y sublimado en la
inteligibilidad de un presente eterno18 de esta manera se producira la ilusin de la eliminacin
de la diferencia entre el pasado y el presente, mientras que para Ricoeur el primero siempre excede
los intentos de su conceptualizacin posible en el horizonte contemporneo. En segundo lugar, el
rechazo de que la idea de libertad pueda servir hoy de hilo conductor para el entramado de los
acontecimientos histricos de modo que permita reconocer en ellos su realizacin progresiva y
unilineal. Por ltimo, el autor cuestiona la idea de una totalizacin,19 a la que contrapone la
finitud de la interpretacin y por la tanto en conformidad con la hermenutica de Gadamer20
la condicionalidad histrica constitutiva de toda comprensin.21
14 RICOEUR, P. Temps et rci. Vol. 3, secc. 2, cap. 6, Paris: Seuil, 1985, p. 349 y sigs.
15 RICOEUR. Temps et rci, p. 365.
16 Un monument de incomprhention et de malveillance, RICOEUR. Temps et rci, p. 365. Vase la importante
nota 1 en esa misma pgina y la siguiente.
17 RICOEUR. Temps et rci, p. 354, ver tambin p. 371.
18 RICOEUR. Temps et rci, p. 364, vase p. 368-369.
19 RICOEUR. Temps et rci, p. 371.
20 Vase la nota 1 a la p. 372 en la que el autor seala su deuda en este punto con el pensamiento de Gadamer.
21 RICOEUR. Temps et rci, p. 371.
Las objeciones de Ricoeur son tanto el producto de sus reflexiones crticas como de un
sntoma de un cambio epocal de perspectiva en general y de la autocomprensin de la
tarea de la filosofa en particular que da cuenta de la distancia que nos separa de Hegel.
Aqu tiene sentido hablar de un final de la historia no como etapa ltima de un proceso sino
como el fin de un gnero y con esto me refiero a la historia filosfica tal como la entiende Hegel,
quin se sita en la tradicin de Kant y de Herder. En efecto, la filosofa de la historia como
disciplina cuyo objetivo es la bsqueda del sentido y meta general de los avatares humanos se
ha disuelto despus de Hegel. Este proceso es el resultado diversos factores. Ya en el positivismo
y en el marxismo posteriores no se trataba del avance de algo as como la conciencia de la
libertad sino de establecer las leyes de la evolucin histrica de acuerdo al modelo de las ciencias
naturales23 aunque en ambos la idea de progreso contina operando. En segundo lugar, como
ha mostrado Reinhard Koselleck el concepto de la Historia (con mayscula), que subyaca a la
concepcin hegeliana, concebido como una sucesin de edades, pocas o estadios que
abarcara a la humanidad en su conjunto es el resultado de una construccin intelectual que surge
recin en la segunda mitad del siglo XVIII en la que las ideas de perfeccionamiento primero y de
progreso despus desempearon un papel central24 y no un objeto de estudio atemporal que
pueda presuponerse sin ms. El proyecto hegeliano no sera concebible si no estuviese inscripto
en esa tradicin. Pero previo a esta deconstruccin de la nocin de historia que Koselleck ha
llevado a cabo desde el punto de vista de la reciente historia conceptual la idea de una historia
mundial ya haba sido depotenciada por el historicismo posterior y, en conformidad con su modelo
terico, por la instauracin de la historia como una disciplina con pretensin de objetividad ajena
a toda instancia normativa.25 En tercer lugar, con la crisis de su objeto la historia filosfica pas a
formar parte definitivamente en el siglo XX de una epistemologa del saber histrico, es decir de
una teora de los modelos de explicacin, comprensin y ltimamente narracin que presiden
el discurso de los historiadores. En Hegel se encuentra por cierto una visin del tiempo unilineal
y comn a la especie en el que diferentes pueblos y civilizaciones se van pasando la antorcha
que ilumina el espritu del mundo. Lejos est esto an de una visin de un tiempo escindido
en diversas duraciones y ritmos diferentes o de la idea de cursos paralelos e independientes.
Pensar la filosofa de la historia de Hegel hoy, significa revisitarla tanto despus del abandono
de la historia sustantiva como del fracaso de una reflexin filosfica acerca de ella en clave
emancipatoria, de la que probablemente las tesis de Walter Benjamin26 haya sido el ltimo ejemplar
via negationis de una especie en extincin. Los intentos posteriores de establecer una historia
ecumnica han renunciado en todo caso a la teodicea que estaba presente en el diseo hegeliano.
Tanto las experiencias trgicas del siglo XX como las modificaciones de la conciencia
histrica contempornea hacen que las premisas de una construccin histrica de este
tipo no puedan hoy ser sostenidas de modo plausible sin una modificacin profunda.
Mientras que para Kant la Revolucin Francesa se presentaba como un signo histrico,
no tanto por el desarrollo de los acontecimientos mismos, sino por el cambio radical en la
conciencia colectiva que ella implicaba, el evento emblemtico que preside hoy la reflexin
histrica es la sombra de Auschwitz. Un hecho que no parece haber estado previsto en el
libreto del secreto plan de la naturaleza de Kant o en la astucia de la razn de Hegel.
Lo que hoy resulta inaceptable es el proyecto de una teodicea de la historia
de acuerdo al cual el mal es considerado como parte de una dialctica en
la que lo negativo es incorporado como parte de un camino de redencin.
Es cierto que Hegel ha querido superar la unilateralidad del intelectualismo de la
Ilustracin al mostrar el papel que las pasiones desempean en la accin de lo que
considera grandes protagonistas histricos pero an as la trama de la presunta implacable
marcha progresiva del Espritu no parece asignar al sufrimiento de las vctimas ms que
el papel de un dao colateral o reservar un lugar para los avatares de la injustica intil.
Podra decirse por otra parte, que esta experiencia del mal absoluto, que ahora sabemos acecha
permanentemente la accin poltica, lo que s ha modificado es la conciencia pblica. El escepticismo
dominante frente a la bsqueda de un sentido global de los acontecimientos, as como la prdida
de confianza en el Estado como garante en ltima instancia de los derechos individuales que nos
aleja del optimismo de la Ilustracin, tiene sus races en la experiencia histrica misma y no es un
acontecimiento de pensamiento que irrumpe al margen de ella. En una poca de pluralismo,
multiculturalismo, emancipacin femenina, conciencia ecolgica y justicia global formamos parte
de una Gestalt de la conciencia diferente.
III
La idea hegeliana de un progreso de la conciencia est muy lejos como ha mostrado Manfred Riedel
en el artculo citado ms arriba de la posterior ideologa del progreso para la cual todo lo posterior
es justificado como superior y el decurso histrico es convertido en la saga del poder triunfante.27
Conviene que nos detengamos ahora para nuestro tema un momento en el curioso conglomerado
conceptual que Hegel llama progreso en la conciencia de la libertad. Esta frmula nos permite sacar
algunas conclusiones. La libertad para el autor no es slo una propiedad de la naturaleza humana sino
que tiene que ver ante todo con la conciencia que el hombre tiene de s mismo y de sus convicciones
ms profundas acerca de las formas legtimas del poder que pueda ver realizadas en el mundo tico-
poltico que le toca vivir. Ahora bien, este paradigma normativo no es el resultado de la reflexin
individual sino de un proceso de socializacin y aprendizaje mediante el cual el sujeto se apropia de
las ideas que considera ms avanzadas de la poca en cuanto al modo de organizar la vida en comn.
Lo que Hegel postula con su nocin de espritu del mundo es la existencia de algo as como una
avant-garde o vanguardia28 de la humanidad, de acuerdo a la cual, en determinados pueblos y
pocas se institucionalizan formas ms avanzadas de organizar la vida social. Es all adnde se
dirige la mirada del mundo, para orientar sus propias acciones y reflexionar sobre las condiciones
efectivas del ejercicio de la libertad mundo significa aqu el estado actual de la conciencia pblica.
Es cierto que como Hegel la entiende la tarea de una historia desde el punto de vista filosfico
es dar cuenta del pasado, pero al tomar como hilo conductor de la misma la idea de libertad
reconoce en lo acontecido las huellas de un zigzagueante proceso que abarca el presente
y se dirige al futuro. En esto sigue la tesis de la Ilustracin acerca de la irreversibilidad
segn la cual, el haber alcanzado un determinado insight acerca del modo en que funciona
el mundo no se puede volver atrs por ms que aparentemente las cosas sigan igual.
A diferencia de la historia que escriben los historiadores o de la de las nvestigaciones puramente
epistemolgicas, la filosofa de la historia de Hegel al igual que la de Kant tiene un claro carcter
normativo. El escenario histrico contemporneo nos enfrenta a una situacin profundamente
modificada en relacin al horizonte histrico de la primera mitad del siglo XIX. Por un lado, el Estado
ha dejado de ser la instancia ltima en la que pueden anclarse los derechos de los individuos, por
el otro el fenmeno de la globalizacin nos ofrece nuevos desafos. En efecto, la mundializacin
o globalizacin no es el resultado de una teora filosfica o poltica sino de la convergencia de
mltiples factores como: el flujo internacional de capitales y la universalizacin de nuevas tcnicas
de produccin y de consumo, el surgimiento de redes de comunicacin e informacin a nivel
planetario, pero tambin el establecimiento de organizaciones para y supra-gubernamentales, etc..
Quedan muy pocos lugar de la tierra en donde no encontremos un cartel de Coca-Cola o un
telfono celular disponible pero tambin pocos en los que la violacin de derechos humanos
fundamentales pueda pasar desapercibida ante la mirada del mundo. El planeta est cada
vez ms interconectado tanto en lo que hace al intercambio de bienes y de informacin como
a las consecuencias ecolgicas que determinados procesos regionales de ndole productiva o
militar producen en el resto de la tierra. Pero esto vale tambin para los paradigmas normativos
mediante los cuales evaluamos estos acontecimientos. La globalizacin parece presentarse as
como una extraa astucia de la razn que establece las condiciones necesarias pero no por
cierto suficientes que hacen plausible y hasta necesario un retorno del espritu del mundo.
Es que no podemos renunciar a la tarea de seguir pensando modelos de sociedad que hagan
posible en un escenario histrico-poltico transformado espacios de accin individual y colectiva
que puedan ser reconocidos como formas de realizacin de la libertad humana.
28 Tomo esta palabra tanto en su original sentido militar como el que ha adquirido en la teora esttica.
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