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Las Mujeres Como Agentes Dobles de La Historia. Francine Masiello

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Las mujeres como agentes dobles

en la historial

Francine Masiello

"Paso, paso, paso, se viene el feminazo"


Cancin de protesta oda en una manifestacin de mujeres
(Buenos Aires, junio de 1966)

o que inspira esta reflexin inaugural sobre la situacin de las

L mujeres en la historia es una curiosa leyenda del periodo co-


lonial que cobr nueva vida en el siglo xIx . Me refiero a la
historia de Catalina de Erauso, una muchacha vasca del siglo XVI
que huy de un convento en Espaa y, vestida de hombre, se uni
al ejrcito de los conquistadores que iba rumbo al sur desde Panam
hacia Chile .' Por su doble identidad, la leyenda popular la conoce
simplemente como "la monja alfrez" . Su disfraz masculino le per-
miti participar en la derrota de los araucanos, y tambin tener va-
rias aventuras amorosas con mujeres de la lite criolla . Es interesan-
te que los historiadores nunca se preguntaron por su pasin lesbia-
na; en vez de ello, lo que atrajo la atencin fue la tolerancia de la
iglesia y la corrupcin de la Corona espaola . En una versin tem-
prana de 1625, una supuesta autobiografa, viaja a Roma para recibir

t Este ensayo fue presentado como conferencia magistral en la Sptima Confe-


rencia Internacional de la Asociacin de Literatura Femenina Hispnica (3-5 de octubre
de 41996) . Agradezco sinceramente a Asuncin Horno Delgado, Luisa Futoransky y
Magdalena Garca-Pinto sus generosos comentarios y su apoyo durante los das de esa
conferencia .
2 Se ha dedicado una atencin considerable a esta historia, incluyendo una pel-
cula con Mara Flix en el papel estelar (1944) . Para estudios recientes, vase Stephanie
Merrim (1994) y Lucas G . Castillo Lara (1992) .

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la autorizacin de usar ropa masculina ; en versiones ms tardas,


del siglo XIX, regresa a Espaa a ser monja o se pierde de vista . En
todos los casos, sin embargo, el espectculo de su hazaa fue un
instrumento narrativo utilizado para establecer una fbula poltica ;
la interioridad femenina simplemente se descart o fue ignorada .
En su calidad de espadachina y asesina perseguida, Catalina de
Erauso es vista sobre todo como una fugitiva de la justicia .
Por el momento me concentrar en esta historia tal como la
cuenta Jos Victoriano Lastarria, uno de los personajes intelectuales
y polticos ms distinguidos de Chile . En el relato de Lastarria, que
data de 1848, la monja provoca una discusin sobre la verdad y el
engao ; el travestismo y el habla bilinge, en particular, son metfo-
ras de la duplicidad y la traicin . No es casualidad, por ejemplo,
que la alfrez, cuando no lleva ropa militar, hable con su hermano
en vascuence ; en cambio, su habla en castellano coincide con inten-
ciones encubiertas . As, la monja entra en la narracin con una ca-
pacidad especial de duplicidad lingstica : es bilige y, por lo tanto,
engaosa ; adems, aunque va vestida de soldado espaol, sus ta-
lentos dobles perturban indefectiblemente los principios del orden
colonial . Ninguna solucin radical puede restaurar el control del
estado respecto de este sujeto desviado, ni por lo visto se quiere
hacerlo dentro del contexto de la forma narrativa . As, al final de la
historia, Lastarria elimina el disfraz de alfrez; la muchacha confiesa
su amor por un militar y despus se precipita al mar . Pero las lti-
mas lneas nos dicen que la historia no ha concluido : cuando el
narrador indica que se ha odo un disparo proveniente de una costa
distante, Lastarria escribe : "Esta seal significa que se ha salvado la
monja alfrez" (140) . No sabemos si la han matado o si ella misma
ha disparado un arma . Con este final abierto, Lastarria mantiene
vivo el relato, recordndonos que la repblica liberal, como el orden
colonial antes de ella, sigue necesitando de estos agentes dobles
para describir la ficcin del estado . Pero en el proceso, la historia
comunica una disyuncin irnica : yuxtapone la necesidad de exceso
imaginativo que tiene el estado con su incapacidad de regular a los
sujetos humanos de los que depende .
Permtaseme aadir otra dimensin a todo esto . Aunque Lasta-
rria no usa este relato para hacer una defensa de las mujeres, trae a
colacin el tema cuando sugiere que el estado ha producido precisa-
mente el dilema de duplicidad femenina que haba esperado supri-
mir; en otras palabras, el estado inventa el dualismo femenino y
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depende de l para su identidad y su forma . Aniquilar a la monja es


matar la posibilidad de la leyenda nacional .
Qu es lo que logra en la historia el concepto de la identidad
dual de la mujer, o su habla bilinge? Cmo interviene en la expe-
riencia de la conceptualizacin de la repblica liberal? Y, por ltimo,
cmo toman las mujeres esta escenificacin teatral del ser y le dan la
vuelta para lograr una expresin menos obvia de la subjetividad fe-
menina, de las necesidades personales y de una alianza potencial?
En el nivel ms trivial, el espectculo del travestismo nos muestra
que la novedad del cambio de ropa no pertenece slo a nuestros
tiempos . Pero tambin nos invita a replantear la relacin de las mu-
jeres con el estado democrtico . La calidad de agente doble recons-
truye una gramtica social de identidades masculinas y femeninas,
nos permite considerar el papel de las mujeres en el proceso de la
representacin . Adems, este papel es antagonstico y til a la vez,
al sostener identidades mltiples que permiten que las mujeres obe-
dezcan a la ley y subviertan al mismo tiempo sus principios y obje-
tivos . De este modo, vemos un estira y afloja alrededor de los dra-
mas de identidad, junto con una expresin de accin que es una
interrupcin tanto poltica como esttica .
Lo que quiero sugerir aqu es que la doble identidad femenina
en la historia siempre indica una negociacin compleja del campo
semitico : en el siglo XIX interviene en los debates conflictivos sobre
los ideales liberales y el pensamiento republicano, y nos permite
reflexionar sobre la insercin de las mujeres en el mundo de la pol-
tica y del trabajo . En el siglo xx (tomo en cuenta nuestro fin de siglo
actual), las dobles identidades salvan las distancias entre los progra-
mas progresistas y conservadores y abren un espacio a partir del
cual se puede reflexionar sobre las conexiones fallidas entre la socie-
dad civil y el estado .
Al mismo tiempo, nos muestran que las mujeres siempre son
extranjeras a los ojos de la ley . Teniendo en mente estas consideracio-

nes, quisiera mostrar de qu manera la calidad de doble agente,


cuando es controlada por las mujeres, podra introducir algunos te-
mas bsicos referentes a la relacin entre las instituciones y los ciu-
dadanos-sujetos . Como afirmar en estas pginas, abre un camino
para conectar la poltica y la esttica, la subjetividad y la alianza
comunitaria .

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desde la crtica

El siglo XIX es una poca en que los intelectuales debatan activa-


mente sobre el significado del republicanismo naciente, ponindolo
a prueba como un asunto de derechos y representacin . As, ofrece
un registro de lenguajes polticos en conflicto y de discordia ince-
sante, de tremendos desacuerdos sobre cmo identificar a los ciuda-
danos y construir una imagen del bien comn . Es obvio que las
discusiones enardecidas reflejan una asincrona entre la sociedad
civil y el estado : expresan la incomodidad de los letrados frente a los
numerosos sujetos desconocidos a quienes no se puede hacer entrar
al orden. A este respecto, se puede pensar en la confusin que rei-
naba en Chile en la dcada de 1840, cuando Bello y Sarmiento deba-
tan sobre el curso futuro de la lengua en Hispanoamrica . Sus fogo-
sos intercambios se centraban en el control institucional del estado
frente a las expresiones que se salan de la norma, y la posibilidad
de un habla normativa que abarcara toda la cordillera . Estos debates
eran, en realidad, acerca de asuntos de expresin individual y con-
formidad, y las formas en que deberamos ejercer el control sobre el
libre flujo de identidades y de voces .
Esta tensin lleva a lo que tal vez sea la cuestin dominante,
abarcadora, de la filosofa del siglo XIX y sigue siendo un tema de
investigacin muy apremiante entre los historiadores actuales : la
formacin de la "repblica liberal" .3 Qu es, en fin de cuentas, la
"repblica liberal"? En cuanto a su lado liberal, sugiere la autono-
ma de la sociedad civil, el flujo de intereses particulares y el ejerci-
cio del libre albedro; en cuanto a su aspecto republicano, sugiere un
proyecto comn y colectivo, la fe en el consenso y la negociacin de
un ideal normalizado, universal . En cuanto tal, la repblica liberal
reorienta el poder de las creencias universales y fija pautas de me-
moria nacional ; paradjicamente, tambin construye un campo
semitico basado en principios de exclusin . Como tal, el proyecto
evoca una multitud de contradicciones, especialmente respecto a
aquellos que caen fuera de la autoridad del estado . Por consiguien-

3 Vanse en particular los trabajos de Luis Castro Leiva, quien estudia las
disyunciones de la repblica liberal (1985, 1992) .

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te, la repblica liberal latinoamericana se encontraba trabada en la


ambigedad . En vez de un lenguaje cohesivo y regulador, Babel
floreca en sus mltiples prcticas y se resista a cualquier lgica
nica de identificacin . Adems, el asunto de la asociacin (como
confederacin o estado federal) nunca se resolvi en trminos que
pudieran llevar a una comprensin general del "nosotros" . Lo colec-
tivo se opona a las subjetividades particulares, trabado en una ten-
sin irresoluble ; los ejercicios normativos del estado se oponan a
cualquier proteccin del libre albedro individual .
La filosofa poltica ha dedicado considerable atencin a estos
temas ; sin embargo, pocas veces se toman en cuenta las contribucio-
nes de cada gnero al proyecto republicano ." Como es obvio, mi
pregunta en este punto se dirige especficamente a las maneras en
que una presencia femenina entra de lleno en este debate . Para las
mujeres, necesariamente, el recorrido republicano no puede ser el
mismo que el camino indicado para los hombres, y las mujeres no
pueden aceptar su lenguaje poltico universalizado . Esto nos obliga
entonces a preguntar cmo captan las teoras sobre la formacin del
estado a los sujetos marginales ; tambin nos invita a preguntar de
qu manera pueden las mujeres imprimir su marca en el proceso
democrtico liberal . He dicho antes que las mujeres, en cuanto suje-
tos no nombrados del debate filosfico o poltico, slo pueden en-
trar en la arena pblica en su capacidad de agentes dobles, hablan-
do siempre en dos lenguas, llevando siempre una mscara, una de-
terminada por las exigencias del estado y otra marcada por una sin-
taxis de deseos privados . La mscara, claro, supone una confianza
en alguna identidad original, un orden fijo y simblico que ms
tarde habr de quedar encubierto o disfrazado . La repblica liberal
insiste repetidas veces en esta paradoja y las mujeres, en particular,
llegan a ejemplificar las tensiones entre la conformidad y el libre
albedro fluido, equilibrando la mscara con alguna forma de expre-
sin privada .

4 Carole Pateman (1989) ofrece una de las pocas visiones feministas del primer
debate sobre el republicanismo . Para estudios sobre el gnero en la forma en que cons-
tituye la prctica democrtica moderna, los trabajos recientes de Seyla Benhabib (1996)
y Zillah Eisenstein (1994) son especialmente estimulantes .

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Las mujeres llevan esta doble sintaxis en el lenguaje y en los
cdigos vestimentarios, y en funciones pblicas escenificadas que a
menudo sirven para cubrir sentimientos conflictivos sobre el propio
ser y la nacin . En el campo literario, varias crticas emplean voca-
bularios diferentes para describir esta experiencia : Elaine Showalter
se refiere a un "discurso de doble voz" [double voiced discourse] ; Josefina
Ludmer habla de "las tretas del dbil" ; Debra Castillo describe a las
mujeres en el proceso de "responder" [talking back] ; Mary Pratt hace
notar las batallas que ocurren en la "zona de contacto" ; Jean Franco
seala la "lucha por el poder interpretativo" [struggle for interpretive
power] de las mujeres . Todas stas son imgenes de accin doble,
intenciones privadas diseadas para superponerse a la ley . Pero quiero
mostrar de qu manera estas estrategias producen contradicciones
fructferas, llegando a orientarnos hacia una discusin sobre los de-
rechos y la prctica comunitaria . Las mujeres latinoamericanas, que
no son simplemente una resistencia, traducen activamente entre di-
ferentes registros de experiencia que construyen, aun hoy, alternati-
vas a la repblica liberal (y neoliberal) .

Desde la poca de la Malinche, traductora y traidora a la vez, la


cuestin del doble agente est ntimamente unida a los asuntos de
conquista y de orden . A este respecto, el estado siempre deja ver
una necesidad de intermediacin de lenguas bilinges, aunque in-
tenta negar las complejidades de los sujetos humanos que organi-
zan este tipo de funcin .' Por consiguiente, el sujeto femenino que
se mueve entre estos dos extremos construye la memoria sobre la
base de sentimientos simultneos de integracin y de traicin del
propio ser. El siglo xlx est lleno de mujeres as, personas que alter-
naban cdigos vestimentarios y de conducta, e insistan en un dis-
curso bilinge por encima del idioma nico del estado . En particu-

Ins Hernndez (1992 : 158) habla de la manera en que todava se celebra a la


Malinche en festivales paganos indgenas, sugiriendo as una contradiccin entre las
lecturas oficiales y locales de este personaje en el pasado histrico . Y lo que es igual-
mente importante, la percepcin dividida de la Malinche nos lleva a reconsiderar asun-
tos de intencionalidad y la poltica de la recepcin .

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lar, sus actividades nos recuerdan las deficiencias de un proyecto


nacional cuando se trata de definir sus poblaciones desde el inte-
rior ; anuncian las fallas de una lengua nica para registrar las cues-
tiones de diferencia . Ms an, cuando las mujeres introducen esas
dudas en el plan republicano, a menudo pagan con el exilio y la
expulsin del hogar . Bastan unos cuantos ejemplos . Juana Manso
de Noronha, que se exili en Brasil, public un peridico feminista
en portugus (Album das Senhoras) y ms tarde escribi una novela,
La familia del comendador, en la que defenda el derecho de los escla-
vos a la alfabetizacin y a los libros . A consecuencia de sus protestas
abolicionistas, se fue de Brasil y regres a Argentina, donde volvi a
dar voz a sus exigencias de derechos feministas, educacin pblica
e inclusin de las minoras . Protest repetidamente en contra del
lenguaje hostil utilizado para definir a un sujeto femenino, como en
el caso siguiente :
La emancipacin moral de la muger es considerada por al vulgaridad [el vulgo?]
como el apocalipsis del siglo ; los primeros corren al diccionario y ciindose al
espritu de la letra exclaman :
Ya no hay autoridad paterna!
Adis al despotismo marital!
Emancipar la muger! Cmo! Pues ese trasto de saln (o de cocina), esa mquina
procreativa, ese cero dorado, ese frvolo juguete, esa mueca de las modas, ser
un ser racional?

(18 de diciembre de 1853) 6

Se centraba sobre todo en las representaciones lingsticas duales


pertenecientes a las mujeres : en primer lugar, los trminos acorda-
dos por la convencin y en segundo lugar, los lenguajes alternos del
deseo reivindicados por las propias mujeres . Por su militancia pbli-
ca sobre este tema, Manso acab por ser calificada de loca, una mujer
sin un centavo y con ideas extravagantes para lograr la expansin de
la gama de las subjetividades y los sentimientos admisibles en el
lenguaje normal de la repblica emergente . Juana Manuela Gorriti,
cuyos aos de exilio en Bolivia y Per la llevaron a aprender aymara

6 Sobre el texto de Juana Manso y, en general, sobre las intervenciones de las


mujeres argentinas en el lenguaje y en la poltica del siglo xix, vase Masiello (1992) .

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y quechua, insista en la necesidad de hacer estudios filolgicos de


las lenguas amerindias como una forma de rechazar los proyectos de
homogeneidad lingstica que presentaban los pensadores como
Andrs Bello; sus esfuerzos condujeron ms tarde a un debate sobre
los derechos de los indgenas en Per . Por su liberalismo francamen-
te expresado en una poca en que el estado no poda permitirse tener
personajes como ella, es relegada a los mrgenes de la sociedad, de
la misma manera que Manso . Una mujer que vesta con ropa de
hombre y que viajaba libremente por toda Hispanoamrica no poda
reivindicar una lealtad racional a un solo pas . De la misma manera,
Clorinda Matto de Turner tradujo textos del espaol al quechua ;
por su intermediacin en asuntos polticos y su defensa de los dere-
chos de los indgenas, fue quemada en efigie, excolmulgada y expul-
sada del Per . Hacia el final de su vida se exili en Argentina, donde
dirigi una revista cultural internacional (El bcaro americano) y critic
la poltica peruana desde el extranjero . Esta historia se repite con
todo un grupo de viajeras -Flora Tristn y la condesa de Merln
entre ellas- todas consideradas raras en su poca por rebasar un
proyecto nacional especfico y por entrometerse, desde posiciones
fuera del centro (ex-cntricas), en los asuntos masculinos del estado .
Pero cul es el delito de esas mujeres, si no es el abrir registros de
ciudadana para admitir otras lenguas y otras expresiones, para mos-
trar que la nacin nunca est constituida por una voz nica, para
mostrar la brecha entre los hbitos de lectura del estado y la ilegibili-
dad de sus sbditos marginales? Defender una visin nacional, pero
exponer sus lmites y sus fallas? Servir, en ltima instancia, como
agentes dobles en la historia?
No es sorprendente que, en el siglo XIX, las mujeres ms activas
en la escena internacional se hayan dedicado a proyectos de traduc-
cin a fin de vincular a Europa con Amrica, de vincular el norte y el
sur y, lo que es ms importante, de restablecer a los sujetos exclui-
dos en los debates sobre la formacin de las naciones . En este con-
texto, introducen las voces reprimidas mediante los recursos del viaje
y de la traduccin . El viaje, como sera de esperarse, mueve al cuer-
po por terrenos nuevos ; no transporta simplemente el ojo y la men-
te, sino tambin el cuerpo fsico . En esta condicin, produce una
respuesta material al paisaje, exagera el contacto entre las mujeres y
la tierra por medio de la sensacin y los sentimientos . Como resulta-

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Francine Masiello

do, se nos orienta hacia la base fsica de la experiencia, la observa-


cin y el habla, hacia el cuerpo que exigir ser admitido en el debate
sobre el cuerpo poltico . El viaje crea as un espacio para poder nom-
brar nuevas subjetividades, mediadas a travs de las variantes del
habla y las prcticas de la traduccin . A este respecto, los cambios
lingsticos del francs, el ingls y el portugus al espaol se con-
vierten en una forma grfica, material, de ampliar los campos posi-
bles del conocimiento femenino . Por medio de los conocimientos
bilinges, las extranjeras amplan el campo de los debates acerca de
la otra nacin nombrada ; por medio del conocimiento bilinge, esos
sujetos viajeros empiezan a dudar de la autoridad de sus lenguas
maternas . Por ltimo, avalan subjetividades alternas tanto para
hablantes como para oyentes .
Este ejercicio crea un gnero menor y tambin una intromisin
en las empresas unvocas que gobiernan la propia nacin . Veamos el
caso de Eduarda Mansilla de Garca, perteneciente a la lite argenti-
na, integrante de una familia rosista vehementemente opuesta a los
principios de la lucha unitaria . Con el seudnimo de Daniel, que ya
en s era un disfraz, emprendi la crtica de los defectos argentinos
por medio de la literatura y el ensayo crtico . Pero su voz ms per-
suasiva no surge en espaol, sino en francs, cuando pone en entre-
dicho las suposiciones del Facundo de Sarmiento y exige que los sub-
alternos estn incluidos en los proyectos imaginativos de la nacin .
Pablo ou la vie dans les pampas (1869), escrito en francs y publicado
en Francia durante la presidencia de Sarmiento, es un esfuerzo por
traducir la nacin, poniendo en duda el paradigma dualista de "ci-
vilizacin y barbarie" para revelar los errores del proyecto de Sar-
miento . Al presentar los modelos de construccin de una nacin en
una forma mucho ms compleja que la imaginada por Sarmiento,
evoca formas genricas impuras, confundiendo ensayo y ficcin, es-
paol y lenguas indgenas, todo ello para poner en tela de juicio la
exclusin de las mujeres y de los grupos indgenas de los proyectos
de estado masculinos . Ms an, asumi una voz en el discurso po-
ltico al usar una lengua diferente de la suya . Aunque disfraza su
nombre y escribe en una segunda lengua, este gesto teatral palidece
en comparacin con lo que percibe como la farsa de la poltica parti-
daria ; tanto unitarios como federalistas son acusados de no ser fieles
a ningn cdigo tico, de no tener virtudes morales, de engaar sin

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escrpulos . Mansilla de Garca aboga en favor de una racionalidad


alternativa que no se encuentra en la filosofa republicana, sino en
las almas de los habitantes que contribuyen a la construccin de una
nacin . De esta manera las razones de estado son contravenidas por
el mundo de los sentimientos : de esta manera, como agente doble,
Eduarda Mansilla traduce ambos extremos .
Pero hablemos de sentimientos : en la obra de Mansilla, la ex-
presin de los sentimientos no indica fracaso, sino que ms bien
anuncia una crisis conceptual de la retrica poltica y seala el nota-
ble desconocimiento del estado en lo que se refiere a lo privado . Al
llamar la atencin hacia ese universo de doble cdigo, Mansilla de
Garca se enfrenta a los lenguajes poltico y moral del estado ; tam-
bin afirma que para existir el estado necesita de la creacin de un
sujeto como doble personalidad, con una marcada separacin de las
voces pblica y privada, los estilos pblico y privado de discurso y
de las formas de tratamiento . Curiosamente, la bsqueda de la feli-
cidad moral, tan importante para la ideologa de la repblica, slo se
logra cuando empezamos a tocar la parte oculta del agente doble,
cuando llegamos a la esfera de los sentimientos pertenecientes a los
subalternos y a las mujeres . En este punto, al empezar con el predi-
camento de las mujeres, puede ofrecer el inicio de una teora sobre
las limitaciones del estado liberal tal y como se form en Amrica
Latina en el siglo XIX .
A este respecto, las traductoras, las intrpretes, las mujeres
que hablan con lengua bfida llaman la atencin hacia el defectuoso
contrato social que ha excluido deliberadamente a ciertos sujetos de
la arena pblica ; abren la puerta a diferentes registros de experien-
cia todava no codificados por el estado . Reconceptualizan lo priva-
do, no en trminos de derechos de propiedad, sino de los senti-
mientos, el habla y la presencia corporal de las mujeres . No quiero
sostener con esto el concepto dicotmico de lo pblico y lo privado
que, despus de todo, ha reforzado la subordinacin de las mujeres,
sino que quiero recuperar el papel de los sentimientos y la corpora-
lidad a fin de complicar el funcionamiento del estado y multiplicar
las contradicciones inherentes en la repblica liberal .
Al centrarse en esos dilemas, al indicar su propia marginali-
dad, mujeres como Eduarda Mansilla -y creo que aqu podemos,
sin arriesgarnos, aadir los nombres de la peruana Mercedes Cabe-

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Francine Masiellu

llo de Carbonera, la colombiana Soledad Acosta de Samper y la puer-


torriquea Ana Roque- sealan los discursos contradictorios de su
poca y muestran las maneras en que la interioridad femenina es
necesaria para la visin liberal . En ese proceso usan los lenguajes
del sentimiento para resistir frente a una expresin nica, para mos-
trar que los conceptos de ciudadana necesariamente deben formu-
larse en otra parte, fuera de las instituciones y en lugares donde los
sujetos hablan con voz discordante o se visten de otra manera .
En realidad, las mujeres latinoamericanas amplan estos regis-
tros de identidad ms all del alcance del estado . Crean condiciones
para la accin que desafan el contrato social comn . Un ejemplo al
que me refiero a menudo, porque vincula la amplitud de un proyecto
feminista con cuestiones de lenguaje, pertenece a las anarquistas de
fines del siglo XIX que publicaron una revista llamada La voz de la
mujer . Esta publicacin peridica bilinge, en espaol e italiano, se
negaba a reconocer una lengua dominante en la nacin ; tambin re-
husaba un discurso nico que legislara los sentimientos y los cuer-
pos . Resulta comprensible, por ende, que estos textos vayan firma-
dos con seudnimos intencionadamente ridculos : por ejemplo, Pe-
pita Gherra o Luisa Violeta son las firmantes principales de la revis-
ta . Por medio de los seudnimos y de la expresin bilinge, en su
negacin a someterse a reglas de limitacin del lenguaje, del vestido
o de los sentimientos, las escritoras de La voz de la mujer asumen
decididamente una identidad como sujetos formados fuera de la ley .
Un texto de 1896 habla de una mujer indgena capturada por
un criollo durante la conquista argentina del desierto . Despus de
diecisis aos de vivir con l, la indgena sigue resitindose a la
imposicin lingstica del espaol . La periodista observa :
Figrense nuestras queridas lectoras que el caballero Fossa est civilizando a una
india, mujer de edad ya, la cual (cosa increble y que hasta parece mentira) a pesar
de los 16 aos que lleva de estudiar en la . . . tina de lavar la mugre del caballero
Fossa, [i] no ha aprendido ni la O por la larga! Verdad que despus de 16 aos de
lavar patios y ropa, de cebar mates y chanchos, de cocinar, de pasar hambre, y de
llevar cachetadas (parece mentira), ni pueda un[a] idiota aprender la O? 7

Las autoras nos dicen que nacin y lenguaje no son lo mismo : ms


bien, la nacin se ve mediada por poblaciones alternas que crean

7 Para el texto completo, vase Masiello (1994 :246-248) .


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desde la crtica

diferentes modos de habla y exponen las fallas de la repblica libe-


ral . As, la resistencia de la mujer frente a la autoridad no se oye en
la lengua normal del estado ; su silencio crea una medida de protes-
ta, una demostracin de accin . No es, como ha afirmado Gayatri
Spivak, que la persona subalterna no pueda hablar ; ms bien, esas
mujeres se niegan a aceptar la dominancia de una sola lengua . Este
rechazo es una especie de accin, un gesto en el mundo del trabajo
que altera las identidades y tambin funciona como una medida de
la rebelin. En otras palabras, la misin civilizadora que se atribuye
al trabajo femenino es derrotada aqu por muchos actos de inconfor-
midad lingstica .

A pesar de esto, a veces las mujeres tambin admitieron la necesidad


de entrar en el mundo masculino como la nica manera de aprove-
char la riqueza proclamada de las naciones . A diferencia de las auto-
ras de La voz de la mujer, otras de tendencia anarquista se sometieron
voluntariamente al disfraz para cosechar las ganancias que se ofre-
can a los hombres en el mundo del trabajo . En este proceso, pasaron
por encima de la exigencia del estado de "un sujeto femenino natu-
ral"
El peridico anarquista La Vanguardia (15 de marzo de 1907)
public un artculo interesante sobre esta empresa . Una chica de
diecisis aos, vestida con ropa de hombre, fue detenida por la po-
lica en una estacin ferroviaria de Buenos Aires . Despus de un
detallado interrogatorio sobre su nombre, su ocupacin y su posi-
cin poltica, contest :
Me llamo Mara Lpez . . . porque Uds . supondrn, yo no soy lo que aparento
ser. . . Llegu de Espaa donde residen mis padres, en busca de trabajo cmodo,
honesto y bien remunerado . Aqu, una mujer, para llenar esos propsitos, tiene
que ser hombre . . . as, hombre . Llegu, no tena qu hacer . Busqu . Despus de
algunos das, transformada, me embarqu hacia Pirn [donde] he trabajado, s,
de pen . He ganado poco . No ganaba casi nada . . .
Si por qu cambi de traje? Qu iba a hacer yo, mujer, de 16 aos, sin
apoyo de ninguna clase en este ambiente desconocido y sospechoso y lleno de
peligros? Al fin, vestida de hombre . . . uno puede salvarse, a lo menos y luego,
vestida as, gano ms para vivir que vestida de la otra manera . Tena necesidad
de vivir, deba buscarme una forma honesta de vivir . . . y ahora qu har? Aho-
ra . . . me voy al Norte, en busca de trabajo remunerado .

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Francine Masiello

El vestido, una forma de operar a la que obliga el estado, nos dice


que la mirada masculina domina los cuerpos trabajadores . De acuer-
do con esto, la muchacha inmigrante entiende que lo femenino debe
ser obstruido; necesita "pasar" por hombre para entrar en el mundo
del trabajo . Sin embargo, cuando la sorprenden con ropa de hom-
bre, se ve sujeta a medidas disciplinarias ; y cuando se viste de mu-
jer, se expone a un futuro incierto . En ambos casos, Mara Lpez
hace ver la irresponsabilidad del estado con respecto a sus sujetos
marginales . Seala cmo el estado se niega a reconocer los senti-
mientos o las necesidades de las mujeres . Desde una perspectiva
diferente de la de Lastarria, llega a la conclusin de que el estado
necesita su ficcin con distinciones de gnero para poder sobrevivir .
En toda la historia de la formacin de los estados se encuentran
estos debates sobre la personificacin y la traduccin o duplicacin
lingstica . Como el estado slo reconoce las voces autorizadas de
los hombres que hablan en una sola lengua, obliga con ello a las
mujeres a asumir identidades alternas cuando entran en el mundo
del trabajo o pasan a la esfera pblica . As pues, haba buenas razo-
nes para que la argentina Juana Manuela Gorriti se vistiera de hom-
bre durante su estada en Lima," para que la anarquista puertorri-
quea Luisa Capetillo se dejara fotografiar con ropa masculina,' para
que la dominicana Hilma Contreras se retratara con traje y corbata,`
y Amalia Robles se uniera a la Revolucin Mexicana disfrazada de
hombre para alcanzar el rango de coronel ." Estas son estrategias
subversivas diseadas para sabotear la limitada visin social del es-
tado a propsito de la accin femenina ; ofrecen a las mujeres otra
manera de entrar en el debate sobre la participacin cvica, obviando
las restricciones impuestas a su movilidad y su deseo . Pero las mu-
jeres tambin insisten en la cualidad duradera de estas autorrepre-

8
Para un examen del caso de Gorriti y cuestiones de indumentaria, vase Thomas
Meehan (1981) .
9
Sobre la ropa masculina de Luisa Capetillo, vase el excelente estudio de Julio
Ramos (1992) .
10
Agradezco esta referencia a Ylonca Nacidit Perdomo . Vase su libro, Hilma
Contreras : una vida en imgenes . 1913-1993 (1993) .
11
El artculo de Damiela Eltit (1991) resulta especialmente interesante para el
tema de la coronela Robles vestida de hombre .

263
desde la crtica

sentaciones, como si quisieran insertarse como imagen y negativo a


la vez en la historia latinoamericana .
La cultura de las mujeres tiene una larga tradicin de estos
mltiples modos de autorrepresentacin, que destacan la defectuo-
sa bsqueda oficial de un sujeto femenino universal . En su versin
moderna, pinsese en el ejemplo de Frida Kahlo con sus modalida-
des duales de autoexpresin ; escribe y pinta a partir del cuerpo da-
ado, a partir del espacio que Juan Felipe Herrera ha descrito como
las capas dobles de sus heridas . Sin embargo, su duplicidad, que se
ve en una Frida hermosa pero daada, adopta una forma de accin
y restaura la posibilidad de la accin mltiple . La herida le permite
a Frida una segunda piel ; documenta versiones refractarias de la
feminidad en la historia mexicana, mostrndonos que ningn sujeto
est constantemente disponible en una forma inmutable y singular .
La obra de Catalina Parra, artista visual chilena contempor-
nea, da un giro distinto a este problema cuando estudia formas de
represin estatal contra los cuerpos y las voces de las mujeres . Su
lienzo est perforado por cordones e hilos de lana, no para referirse
al trabajo de las mujeres como costureras, sino para recordar la le-
yenda indgena del imbunche . En esta historia, un chamn cose to-
dos los orificios corporales de una persona para privarla del uso de
los sentidos y limitar su libertad individual . El hilo es aqu una me-
tfora del estado censor . Sin embargo, tambin sugiere una expan-
sin de lecturas alternas ; en otras palabras, a pesar de su funcin
represora, el hilo tambin conecta imgenes en formas insospecha-
das y propone maneras de escapar de las prohibiciones de la repre-
sin y el silencio .` Bajo el hechizo del imbunche, un persona a la que
se reprime encuentra de todos modos vas alternas para viajar por el
mundo, para decir verdades personales y alcanzar a diferentes co-
munidades . La leyenda del imbunche nos lleva a pensar en las condi-
ciones propicias para la agente doble .
He afirmado que las mujeres a menudo entran en la nacin
como hablantes bilinges o portando la mscara de otra persona ;
hablan desde puntos de enunciacin mltiples a fin de ser odas . En

12 Para una lectura diferente de la evocacin de la leyenda del imbunche que hace
Parra, vase Coco Fusco (1995) .

264
Francine Masiello

este proceso, le dan la vuelta a la autoridad, imponen formas alter-


nas del ser, traducen entre esferas de experiencia para dar voz a
necesidades y deseos no expresados . Estas imgenes dobles propor-
cionan otra lengua y otra sintaxis, pero tambin recuerdan a las
hablantes la extraeza de su lengua materna . No es sorprendente,
entonces, que la poeta argentina Alicia Genovese llame a la mujer
escritora de hoy "una extranjera en su propia lengua" .
La literatura y la cultura poltica siguen presentando la cues-
tin de la autenticidad y la duplicidad como algo que incide en el
papel de las mujeres en la nacin . Considrense tan slo las prime-
ras ficciones de Rosario Ferr, Gloria Pampillo o Carmen Boullosa, o
la poesa de Yolanda Pantin, Carmen Berenguer o Mara Moreno,
quienes se ven a s mismas como sujetos escribientes en el acto de
suplantar a otras, pero quienes tambin toman su poder de la reve-
lacin de las necesidades irnicas de la mscara misma . Una par-
bola de esta irona femenina aparece en un texto de Ana Mara Sha :
En el siglo vi despus de Cristo, un grupo de telogos bvaros discute sobre el
sexo de los ngeles . Obviamente, no se admite que las mujeres (que por enton-
ces ni siquiera era seguro que tuvieran alma) sean capaces de discutir materias
teologales . Sin embargo uno de ellos es una mujer hbilmente disfrazada . Afir-
ma con mucha energa que los ngeles slo pueden pertenecer al sexo masculi-
no . Sabe, pero no lo dice, que entre ellos habr mujeres disfrazadas (190) .

El agudo ingenio de esta escritora desgasta la paradjica doble ata-


dura de las mujeres, quienes entran en la esfera pblica para hablar
a partir de la autoridad del disfraz . Siempre con voz doble, siempre
tramposas, aprovechando siempre la ventaja de la mscara, las mu-
jeres amplan su gama de identidad y conocimiento a fin de superar
las restricciones del estado .
En un tono ms serio, Marta Traba sintetiz el alcance de este
problema en Conversacin al Sur, cuando puso en tela de juicio la
medida de verdad legal garantizada por una foto de pasaporte . Nos
dijo que la identidad femenina estaba en otra parte, y seguramente
no se limitaba a los documentos producidos por una oficina guber-
namental . Como Traba, otras han reflexionado sobre la necesidad de
una mscara o de una voz de ventrlocuo ; sin este recurso, admiten
que generalmente les est vedado el paso por las puertas de la histo-
ria latinoamericana .
Aunque podamos tener en mente el ejemplo de mujeres como
Tania Burke, que tuvo mltiples noms de guerre como parte de su

265
desde la crtica

intervencin en la campaa boliviana del Che Guevara, 13 la realidad


muestra que esta lucha contina an hoy en da, al exigir las muje-
res una representacin y la expresin de intereses particulares . As
anuncian la mscara y el disfraz como parte de una crisis de conoci-
miento, una falta de correspondencia entre la sabidura femenina y
el control totalizador del estado . Quizs la descripcin ms elocuen-
te de esto sea la de Luisa Futoransky en el ttulo de un libro reciente,
La parca, enfrente (1995) . Vista a distancia, la identidad femenina siem-
pre es diferente de lo que imagina el espectador ; parca, parsimoniosa,
moderada en extremo, la mujer observada por otros es una rbrica
metonmica definida por su calidad de incompleta .
Esto da como resultado una sensacin de rareza continua e
irreconciliable dentro de nosotras mismas, en tanto nos debatimos
entre la esencia y el desempeo ; nos vemos constantemente obliga-
das a presentar una versin de nosotras y as esconder con ello la
complejidad de nuestra alianza social, limitndonos a temas indivi-
duales al tiempo que buscamos la fuerza por medio de conexiones
mltiples, participando en un discurso pblico monoltico y defen-
diendo sin embargo las ventajas de la microprctica . As pues, tena
buenas razones Virginia Vargas, una importante sociloga peruana
en el mundo de los organismos no gubernamentales, para dar a uno
de sus libros el ttulo de Cmo cambiar el mundo sin perdernos . No
pretendo negar el aspecto ldico que a menudo tiene el ser agente
doble, pero quisiera tratar las implicaciones, las cargas y los benefi-
cios prcticos que tambin van con esta configuracin del ser.
La reciente conferencia de las Naciones Unidas en Beijing, en
1995, trat muchos de estos temas, especialmente en lo que se refie-
re a la desconstruccin de la mujer como una categora universal y
abstracta . Aqu la cuestin de los derechos revel la ruptura entre la
sociedad civil y el estado, igual que las actividades de las mujeres en
el siglo XIX dejaron ver las fisuras en el discurso de la repblica

13
Sobre las identidades mercuriales de Tania, vase la reciente instalacin del fot-
grafo Leandro Katz, titulada "El proyecto para el da que me quieras" (1996) . El artista
muestra que toda identidad es ficticia, que el rumor siempre es sospechoso, y que las
noticias y los montajes fotogrficos son engaosos en el mejor de los casos . De esta
manera, creamos un punto y contrapunto de emociones en respuesta a las figuras polti-
cas pblicas representadas por los medios de comunicacin masiva y por el estado .

266
Francine Masiello
liberal . Ahora bien, una agenda de derechos humanos, necesaria
para todas las ilusiones democrticas, no puede estar completa, como
afirmaban las mujeres de Beijing, si no se presta tambin atencin a
los problemas de las mujeres . A falta de esto, el estado necesaria-
mente seguira esperando que las mujeres desempearan papeles
dobles, mantenindonos en la ruptura reconocida entre la esfera
pblica y la privada . Al reflexionar sobre este tema, las feministas
latinoamericanas observaron, en la etapa posterior a los debates de
Beijing, que la necesidad de una doble identidad slo desaparecera
cuando todos los derechos civiles, polticos, econmicos, sociales y
culturales lograran el mismo valor en la sociedad y estuvieran inte-
rrelacionados a los ojos de la ley . Adems, el fenmeno de la doble
identidad slo podra desaparecer cuando retrocedieran tambin los
discursos fundamentalistas . 14
As es como las mujeres latinoamericanas siguen recordndo-
nos las razones de los programas de trabajo resueltamente ambi-
guos y de las faltas de alineacin en el tiempo, de la razn que hay
para conservar una "monja alfrez" en nuestro fin de siglo actual .
Pero podemos superar esta duplicidad? Hay alguna manera de
rechazar la pax romana global que nos nombra de esta manera? Las
mujeres de Amrica Latina han encontrado una alternativa viable en
las microprcticas de los movimientos sociales : la asamblea vecinal
local, las brigadas de alfabetizacin, las luchas de las temporeras,
las cocinas de beneficencia, el taller artstico, los talleres de poesa
en las crceles y en las calles . Un ejemplo maravilloso, en este orden
de ideas, es el de la radiodifusora feminista que se fija como meta el
escape de los lmites territoriales fijos, promoviendo una fluidez de
voces femeninas que va ms all del espacio convencional . Radio
Tierra en Chile, dedicada a una programacin de tiempo completo
dirigida a las mujeres, proyecto de una ONG, la Casa de la mujer La
Morada, permite un derrumbamiento del espacio binario que separa
las esferas pblica y privada ; hace posible que la voz llegue al hogar
para entablar un dilogo sobre la sociedad civil . La propuesta de

14 Una estimulante variedad de comentarios sobre la conferencia de Beijing y


sobre la cuestin de la identidad en particular se encuentra en La muralla y el laberinto
(1966), del Comit de Amrica Latina y el Caribe para la Defensa de la Mujer .

267
desde la crtica

Radio Tierra, de unirse a la radiodifusin feminista peruana bajo los


auspicios del Centro Flora Tristn, incluso ofrece un vnculo trasna-
cional que rebasa las fronteras nacionales . La radio se convierte as
en un medio para abrir espacios alternos para el debate pblico .
Traduce entre espacios diferentes a fin de producir nuevas formas
de identificacin y pertenencia . De igual modo, no sorprende que el
museo siga teniendo una respuesta por parte de la cultura popular
femenina formada en los barrios y en las calles, que la poesa de las
mujeres se anuncie a menudo como nuestra forma ms exitosa en
este fin de siglo, precisamente porque elude las limitaciones de una
cultura gobernada por el mercado y crea, para su expresin comuni-
taria casi arcaica, una conciencia sobre la posibilidad de establecer
alianzas por medio de una atencin persistente a la voz . Por medio
de estos esfuerzos, trazamos un rostro diferente para la ciudadana-
sujeto ; lo que es ms importante, sembramos la semilla de una em-
presa que rechaza el comercio o la venta .
Curiosamente, a medida que estas microexperiencias van sien-
do ms populares en Amrica Latina, tambin vemos una regresin
paradjica de la teora intelectual, que nos dice que los movimientos
sociales no pueden tener una influencia de largo alcance, que a los
particularismos les falta la fuerza motivadora necesaria para afectar a
las instituciones sociales y al estado, que el feminismo ha perdido su
motivacin y ha visto mejores tiempos . Lo que omos ah es una
lamentacin por un pasado nostlgico, un lamento por la muerte
del papel tradicional de vanguardia que antao desempeaban los
intelectuales hombres en la nacin ; un duelo por el hroe difunto del
modernismo, quien haba prometido iluminar el camino que lleva
hacia el futuro . Como haciendo eco al programa del estado, con su
voz nica, esos intelectuales nos dicen que el papel de la mujer slo
puede ser marcado como marginal o menor, que las mujeres slo pue-
den ser vistas como actores que se equivocaron y perdieron la opor-
tunidad de sacar un libreto de las grandes narraciones e instalarse
as en la historia .
Lo que he sugerido, en cambio, en estas pginas es que las
microprcticas de las mujeres abren nuevos debates en favor de la
accin, que permiten una teora del agente que nos invita a volver a
pensar en la formacin del estado . Presentan la posibilidad de una
alianza femenina, un lazo de afirmacin entre las mujeres en dife-

268
Francine Masiello

rentes modos de autorrepresentacin . Nos dan la posibilidad de


pensar en lo que la poeta Diana Bellessi llam alguna vez la "cara y
contracara" de la existencia social, un gesto compartido por las mu-
jeres y los pobres de la tierra para formar un puente social y un
proyecto esttico comn, para crear trminos de solidaridad y cam-
bio . Esas microprcticas nos permiten buscar las interconexiones
existentes entre la universidad y la accin vecinal, rechazar la dis-
tancia entre las esferas pblica y privada, superar las divisiones en-
tre cultura elevada y cultura popular, entre expresin de la lite y
expresin popular; nos orientan, en esta poca dominada por el
mercado, hacia nuevas condiciones para la existencia de una rep-
blica liberal . La microexperiencia nos alienta a cultivar un modo de
traduccin, no para hablar en defensa del estado, sino para inaugu-
rar un dilogo entre mujeres . Este puente crea diferentes sitios de
autoridad ; y, despus de tantas voces dobles de mujeres ante el
concepto masculino de nacin, nos permite, en ltimo anlisis, de-
jar caer la mscara que hemos trado puesta .

Traduccin : Flora Botton-Burl

269
desde la crtica

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