Buena Ortografía Sin Esfuerzo
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Buena Ortografía Sin Esfuerzo
Lus Zueco
1. edicin: septiembre, 2015
www.edicionesb.com
DL B 20066-2015
CARLOS GARULO,
VOZ DE PIEDRA
Prefacio
Esta novela narra el sueo de unos hombres que desafiaron su destino hace
mil aos, en un inhspito enclave que ha quedado suspendido en el tiempo.
Me atrevo a decir que no existe en todo el mundo otro castillo que nos
permita transportarnos a la Edad Media de la manera que lo hace Loarre. Olviden
las pelculas, la publicidad y todo lo que les hayan contado; nada de lujosos
palacios, ni ingenuas princesas. Si quieren sumergirse en la verdadera poca
medieval y llegar a sentir lo mismo que aquellos hombres y mujeres del Medievo,
no lo duden, crucen el umbral de este libro y viajen a Loarre.
En una recndita sierra, poco poblada y en plena frontera con sus enemigos,
un aguerrido monarca decidi levantar una fortaleza militar, pero no una
cualquiera. No una ms de esas fortificaciones que encaramadas en las montaas,
dominando lo ms profundo de los valles o enriscadas en autnticos nidos de
guila, poblaban los paisajes de reinos y condados en la Edad Media.
No. Esta es la epopeya del ms grandioso e imponente castillo que han visto
mis ojos, una de las ms impresionantes construcciones de su tiempo, sobre la que
se gest uno de los ms importantes reinos medievales.
Una poca oscura y peligrosa, donde una vida no vala nada, donde las
religiones se enzarzaban en sangrientas guerras en nombre de sus respectivos
dioses. La Edad Media puede ser el ms evocador de los tiempos de la historia del
hombre, pero no fueron unos siglos de prosperidad, ni de avances tecnolgicos ni
culturales. No fue esa poca de caballeros y princesas que han grabado en nuestro
imaginario colectivo las pelculas y la literatura. El Medievo es un tiempo de
desigualdades, lucha y muerte. Donde unos hombres con escasos medios y menos
conocimientos lograron desafiar las limitaciones que les imponan la ignorancia y
el poder.
Y el elemento, el emblema de ese tiempo, son los castillos. Por ello, cuando
los divisamos oteando todava el horizonte, orgullosos de su antao esplendor o
visitamos sus restos, en la mayor parte de ocasiones tan solo unas ruinas, siempre
dejamos volar nuestra imaginacin. Recorremos sus torres y murallas divisando
enemigos en el horizonte, fantaseamos con concurridos torneos y alborotados
banquetes, o caballeros salvando bellas doncellas en apuros.
Si quieren descubrir cmo eran los hombres y mujeres que forjaron aquel
tiempo lejano, de qu manera eran capaces de levantar espectaculares monumentos
como el castillo de Loarre, pasen esta pgina y adntrense camino de los Pirineos,
en plena frontera entre la cruz y la media luna, y vivirn la consecucin de un
sueo. Porque no hay arma ms poderosa en este mundo, tanto hoy como hace mil
aos, que creer en tus sueos.
Juan, carpintero nacido en los Pirineos, su esposa muri a los dos aos de
dar a luz a su nico hijo.
Eneca, hija del seor de Xabier, al quedar hurfana debi valerse por s
misma desde muy joven, renda culto a los viejos dioses y estaba muy unida a las
costumbres paganas.
Ava, hija de un hombre de armas del Sancho, fue una arquera diestra.
El sacerdote, religioso defensor del viejo rito hispano, antiguo monje del
monasterio de San Juan de la Pea.
Isidoro, maestro cantero que trabaj en los diferentes reinos cristianos.
Entonces lo percibi.
Eneca! Despierta!
La nia abri los ojos, mostrando unas pupilas ms oscuras que la propia
noche que envolva a aquellas horas la torre del castillo de Xabier.
Madre! grit, abrazndola con todas sus fuerzas, enrollndose entre los
dorados tirabuzones de una extensa melena.
Est cerca.
No, un monstruo.
Entonces, la joven sufri una punzada en medio del pecho que le hizo
agitarse con tal brusquedad que asust a la anciana, cuyos ojos no podan ocultar el
pnico y la angustia que sentan.
Uno de los pocos que sali armado a enfrentarse a ellos, fue ensogado por el
cuello y arrastrado por un jinete hasta caer en uno de los fuegos que haban
prendido los asaltantes. Sus gritos no se oan desde la torre, pero se vea cmo
gateaba desesperado por la tierra, intentando sofocar las llamas que consuman su
cuerpo. Alguien se apiad de l y le decapit para que no siguiera sufriendo en
vano.
El resto, desesperado, se afanaba por huir. Unos en direccin al bosque y
otros hacia la torre.
Qu sucede, abuela?
El techo sobre sus cabezas retumb con abundantes pisadas. Su abuela alz
la mirada, deban de ser los guardias que corran a defender la fortificacin. Entre
aquellos muros estaban a salvo, pero toda la gente en el exterior, su gente... Para
ellos era tarde, solo Dios poda salvarles.
Os dije que venan, que ya estaban aqu pronunci la nia para asombro
de su madre y de su abuela.
No podemos...
Ella fue la primera en salir de aquella estancia, mientras Eneca iba en brazos
de su madre, hacia la escalera que descenda al nivel inferior de la fortificacin.
Cuando las tres bajaron, la puerta de entrada arda en llamas y cuatro soldados,
armados con espadas y escudos, se disponan a repeler a los asaltantes.
Qu hacis aqu? Volved arriba! grit uno de ellos. Fue lo ltimo que
dijo porque una flecha le arranc uno de los ojos de su cuenca, salpicando el rostro
de Eneca.
Su madre la agarr con fuerza y cogi una de las antorchas que colgaban de
los muros. Continu decidida bajando por la siguiente escalera, que descenda
hasta la bodega de la torre, dejando tras de s a los tres soldados restantes rezando
en voz alta, sabedores de que pronto veran al Seor.
Soy demasiado mayor para arrastrarme por ese tnel y correr a campo
abierto dijo con voz serena, mientras se liberaba de la mano que la retena.
Salva a Eneca y deja a esta vieja ser til por ltima vez. Concdeme ese deseo.
La mir con las lgrimas rebosando hasta sus mejillas. Se abrazaron como
haca tanto tiempo que ninguna lo recordaba, conscientes de que no se volveran a
ver. Dejaron una ltima mirada como adis. La trampilla se cerr tras ellas y
avanzaron por un estrecho tnel, hmedo y fro, con el aire podrido y gusanos e
insectos rastreando por sus ennegrecidas paredes. En alguna zona, su anchura era
tan escasa, que tenan que arrodillarse y gatear. El espacio se asemejaba a las
madrigueras de una de esas alimaas que vivan en el bosque. Era difcil saber
dnde acababa, lo que pareca seguro es que haba cierta pendiente y eso facilitaba
la marcha. El suelo estaba cada vez ms embarrado, sus pies se hundan sin
remedio, haciendo cada paso ms difcil que el anterior. Eneca no pronunciaba
palabra alguna, se limitaba a seguir a su madre, que la guiaba cogida de la mano.
La mujer de melena dorada no quera ni imaginarse qu les sucedera si la antorcha
que portaba se apagaba y, lo que era peor an, qu encontraran a la salida de
aquel tnel.
Para su desgracia, ella s que adivinaba la suerte de los que haban quedado
en la torre, entre ellos su madre y su marido, el tenente de la fortaleza. Intentaba no
pensar en ello: su hija, ella era lo ms importante ahora.
Por fin encontraron aire puro y, poco despus, oculta entre un enjambre de
ramas de arbustos, la salida que llevaba hasta el ro. Eneca no sala de su asombro,
todava no entenda cmo haban logrado llegar hasta all. A ella, que tanto le
gustaba jugar en el agua, no le cost reconocer aquel tramo y se maravill con la
idea de poder entrar y salir directamente de la torre al ro sin ser vista. Sin tener
que pasar por la casa del herrero ni por la de la vieja sin dientes que siempre estaba
hablndole a los cerdos de su corral. Qu lstima no haberlo descubierto antes.
Iguazel avanz unos pasos y se asom buscando la torre, que para aquel
entonces ya era pasto de las llamas. Pens en su marido, que estara defendiendo
las almenas. En su madre, que habra escondido de nuevo la trampilla y despus se
habra ocultado entre los vveres. Tambin record a los soldados, que habran
hecho lo posible por repeler el ataque. Igual suerte habran corrido los aldeanos,
solo unos cuantos habran logrado huir hacia las montaas, donde seran presa
fcil si les perseguan.
Regres con Eneca y la cogi del brazo. Volvi a orlo, estaba ms prximo.
Mir a su hija como solo una madre puede hacerlo. Su pequea no se pareca en
nada a ella, ni en su fsico ni en su forma de ser. Pero era su hija, sangre de su
sangre. Se quit la cruz que colgaba de su cuello y la pas por la cabeza de la nia.
Madre...
S, madre.
Muy bien, mi nia. Te acuerdas de cuando vamos a despedir a tu padre
hasta el puente del ro?
S, claro.
Pues ahora quiero que vayas t sola hasta all, lo hars? Eneca asinti
con la cabeza. Eso es, ya eres mayor, s que puedes hacerlo. No te fes jams de
nadie.
Pero...
Volvi a orse un relincho de caballo y unos gritos. La mir con una infinita
tristeza, cmo iba a ser capaz de separarse de ella. Era tan pequea, tan frgil... y a
la vez, saba de la enorme fuerza que rebosaban sus jvenes ojos. Tena que hacerlo,
estaban cerca y ya saba qu ocurrira si cogan a su hija.
Ella mir al lugar donde haba visto a Eneca y sonri con alivio al comprobar
que su hija ya no estaba all.
Aquella desgraciada muerte hizo olvidar a su padre sus planes para hacerle
religioso y tan pronto como pudo le puso una espada entre las manos. Cul fue su
sorpresa, al comprobar que l ya saba blandirla como un caballero.
En el saln real, engalanado con todo lujo, busc dnde sentarse entre aquel
enjambre de conspiraciones veladas y tediosas conversaciones. No todos los
presentes eran tan poco interesantes, pues tambin haba damas de la ms alta
alcurnia. Lope de Ferrech puso atencin en una joven que vesta con un brial
entallado, con bordados florales y aberturas laterales encordadas. Ella le mir con
disimulo y le regal una discreta sonrisa. Por desgracia, se acerc un caballero
envuelto en una larga capa azulada y la cogi por el brazo. As que dirigi su
mirada hacia otra mujer. Esta portaba un brial de anchas mangas, con bordados
geomtricos en las bocamangas y un collarn con cenefas cerrando el cuello. A
pesar de sus intentos por llamar su atencin, ella no daba la impresin de mostrar
el ms mnimo inters.
Mi seor, soy...
Me conocis?
Soy hijo del rey Sancho, conozco a todos los nobles del reino. Aquella
respuesta sorprendi a Lope. Una vez habl con vuestro padre, el da en que el
rey le concedi las tierras que poseis en Leyre. Un hombre valiente y leal, fue una
lstima su muerte.
Gracias, mi seor.
Qu suerte tenis! Y el hijo del rey sonri. Sabis por qu las fiestas
son importantes?
Por la compaa?
Yo... creo que no. Lope se qued dudando. As que hoy suceder
algo...
Antes de que terminara la frase unos tambores anunciaron la llegada del rey.
Los presentes se cuadraron: castellanos, leoneses, pamploneses y tambin los
ribagorzanos, aragoneses y sobrarbenses. Todos buscaron mostrar su cabeza lo ms
alto posible, cual gallo en un gallinero. No era para menos, el rey Sancho era el
monarca ms poderoso que haban conocido los reinos cristianos del sur de los
Pirineos.
Viva el rey! Ramiro dio un paso al frente con la copa en alto. Larga
vida al rey!
S, mi seor.
Garca ser rey de Pamplona, sin duda. Pero qu pasar con el condado
de Castilla? Con los seoros de lava o Cea? Con Aragn o la Ribagorza?
Por supuesto, eso nadie lo duda dijo Ramiro, mirando de nuevo a Lope
. Quiz s podis servirme. No aqu, sino fuera de estos muros.
Como bien habis dicho antes, vos sois el ltimo de los hijos del rey en la
sucesin, sera ms prctico para m servir a vuestros hermanos.
Artal era tan listo como muchos hombres, de pelaje espeso y completamente
blanco, como un copo de nieve recin cado. No conoca el fro, aunque en los
veranos calurosos sufra con el viento clido de poniente. Le gustaba la lluvia y
correr entre los charcos que se formaban alrededor de la torre. Eneca haba perdido
la nocin del tiempo desde que se separ de su madre y lleg al puente sobre el ro.
Desde entonces, haba caminado siempre hacia la salida del sol. No recordaba
cundo haba desfallecido, pero al menos ya no estaba sola.
Frente a ellos la lechuza gir sus ojos rasgados. Eneca dio un par de pasos
hacia ella, extendi su brazo derecho y lo coloc a escasos palmos del ave, que
pestae antes de agitar sus enormes alas. Eneca no se movi y la lechuza se pos
sobre su mueca.
La nia se volvi y hall frente a ella el rostro de una mujer con la piel ms
oscura que nunca haban visto sus ojos. Su mirada y su cabello tambin vestan de
penumbra, e incluso sus ropas tenan el color de la noche.
Me llamo Eneca.
Eneca obedeci y la mujer le sirvi una sopa con tropezones de una carne
cuya procedencia animal era difcil de adivinar, y tambin aliment al perro.
Una nia como t no debe deambular sola, los hombres son unos animales
y se dejan llevar por sus peores instintos. Es mejor que permanezcas conmigo.
Bien asinti, al tiempo que se llevaba una hierba a la boca que comenz
a masticar. Yo necesito ayuda, qudate aqu, al menos un tiempo. Hay cosas que
debes aprender antes de seguir tu camino. Todo sucede por alguna razn,
absolutamente todo. El destino nos gua a travs de la vida, de esta y de las otras.
Qu otras?
Vaya, vaya. Veo que tienes mucho que aprender, voy a salir al bosque.
Acompame, por favor.
Hoy te voy a ensear a recoger setas, as que presta atencin, ya que son
tan ricas y tiles como peligrosas. La mayora de ellas tienen veneno. Toda seta
buena tiene su gemela nociva. A veces la diferencia entre las dos variedades es tan
sutil que muchos hombres las confunden y mueren.
Y nada ms?
Eneca fue hasta ella con cautela y se coloc a su izquierda. Nunila llevaba un
cuchillo en la mano. Lo acerc al rostro de Eneca, que vio reflejado su propio
miedo en el filo. No se movi, aguantando la respiracin mientras el arma recorra,
a muy poca distancia, su cuello. Nunila se detuvo, mir de nuevo a la pequea y
alz el cuchillo hasta cortar un mechn de su pelo negro. Dio un par de pasos y lo
dej en el suelo, dentro de un crculo de piedras, al lado de una vela que se
consuma.
Nunila tena razn. Despus del solsticio nada fue lo mismo. Empez a
acompaar a la mujer al bosque, a recolectar plantas y races. Accedan a
recnditos lugares, en lo ms profundo del valle, entre frondosos robledales o a la
sombra de cauces violentos de agua. As Eneca comenz a identificar a los
habitantes de la montaa: osos, lobos, nutrias, gamos; tambin a los rboles,
matorrales, plantas y hierbas. Con todo ello, como si fuera un curioso juego, cada
da aprenda algo nuevo. Hasta que una noche se desat una terrible tormenta y
comenz a llover sin fin, durante tres jornadas no salieron de la cueva. Lejos de
aminorar, la tempestad creci y una tormenta de rayos cay sobre el bosque,
desatando el pnico entre todas las criaturas. La nia jams haba visto algo as. Era
como si desde arriba, Dios les castigara por sus pecados. El cielo amenazaba con
abrirse y caer sobre sus cabezas.
Nia, debes tener muy claro una cosa. Muchos hombres atacan a la diosa
por ser una mujer. Nos ven como seres malignos, afirman que somos ms proclives
a caer en las garras de la lujuria y el pecado. Que algunas de nosotras, mediante
pactos con el demonio, nos convertimos en sus siervas y a cambio de ello
obtenemos diversos poderes, desde provocar tormentas, hasta la muerte de
nuestros enemigos.
Hablas de brujas?
La nia asinti.
S respondi temerosa.
4
Haba conocido alguno que se haca llamar noble, valiente analfabeto! Tena
ms aspecto de bandido que de seor. Al sur de los Pirineos ya se saba que todo
era distinto. Los musulmanes haban conquistado todas estas tierras haca varios
siglos y ahora era cuando una serie de pequeos reinos y condados empezaban a
ganarles terreno, de forma lenta y discontinua. Hasta que un rey haba unido a
todos ellos bajo su corona, Sancho el Mayor le llamaban. Rey de Pamplona, conde
de Castilla, Ribagorza, Sobrarbe y Cea, conquistador de Astorga y Len. Y a pesar
de todos esos ttulos, su corte nada tena que ver con Aquisgrn, Amiens y, mucho
menos, con Roma.
Se cruz con una docena de hombres de armas, con sus yelmos de cervellera
en forma de media esfera, reforzados por un aro del que penda un protector para
la nariz. Cogidos por el tiracol llevaban sus escudos hechos de madera ligera,
entelada y encolada con engrudo de yeso. Eran de casi tres pies de alto, con forma
de lgrima y la mayora decorados con cruces metlicas. A l no le apasionaba la
guerra cuerpo a cuerpo, la vea demasiado vulgar, como todo en esta tierra a la que
haba llegado.
Explic a los guardias quin era y fue escoltado hasta una segunda puerta,
que no estaba vigilada. Uno de los hombres que le acompaaba golpe la madera
dos veces y la hoja se abri. Tras ella apareci un hombre de escaso pelo, piel
arrugada por los aos y un vestuario ms propio de un infiel, con ropas anchas y
coloridas.
Le invit a que le siguiera por una alargada y fra sala. No haba nadie ms
en ella. De los muros colgaban sobrias telas, tan escasas en detalles como el palacio
en grandeza. Supuso que su nica funcin sera resguardar aquellas estancias del
fro. Le result inusual aquella soledad, ms acostumbrado a las multitudes de las
cortes de otros reinos cristianos.
Estas gentes no han podido hacer tales obras de arte, es del todo
imposible, pens. l conoca esa forma de trabajar, era antigua, de la poca en que
Roma dominaba el mundo. Por lo tanto, deban de haber sido compradas o ser
parte de un botn. Esto ltimo fue lo que ms le convenci.
Desde luego.
Estaban bajo este mismo suelo continu quien presida la sala desde el
otro extremo.
El hombre que hablaba con un fuerte acento no era otro sino el rey, la corona
sobre su cabeza no dejaba lugar a la duda. Desde lo alto de su trono, acompaado
de solo dos hombres dispuestos a ambos lados, el monarca hablaba recostado sobre
el respaldo real.
Eso es lo que me quita el sueo. Supongo que les pasa a todos los padres,
pero yo soy rey. Tengo cuatro hijos varones y una hija, y miles de sbditos y
vasallos. Cmo voy a dormir bien?
Eres extranjero, pero ests en el invierno de la vida, como yo. Por eso s
que me entenders. La carne se pudre, las historias de los reyes pueden
desaparecer, como las de aquellos que construyeron estas hermosas esculturas.
Solo la piedra permanece e hizo una pausa, la piedra y la fe. Lombardo, quiero
que construyas una poderosa fortaleza en el lmite ms al medioda de mis
territorios, frente a los musulmanes.
Alteza, yo...
Escucha, deseo que esos infieles vean cmo se levanta, que la teman.
Quiero que sea una punta de lanza, que obligue a mis hijos a continuar la lucha y
expandir el reino hacia el medioda, hacia Saraqusta.
Lamento tener que ser yo quien os haga ver la realidad, pero por lo que he
visto de vuestro reino, no estis preparados para una obra de tal magnitud. Apenas
disponis de edificios relevantes.
No ser yo quien responda algo que vos sabis mejor que yo. Lo que s
dir es que me llamasteis y aqu estoy.
Eso es cierto, por qu aceptaste venir? Todos los dems como t se han
marchado.
Por qu yo?
Porque no hay nadie ms que pueda hacerlo.
A pesar de ello, l soaba con coronar alguno de esos picos que se erigan
majestuosos sobre valles, ros y bosques.
Estar a tamaa altura deba de ser lo ms parecido a volar que puede sentir
un hombre. Quizs ese fuera el motivo por el que Dios haba levantado las
montaas, para que podamos sentirnos como pjaros.
No es buena idea.
No vas a responderme?
Juan suspir, uno de tantos suspiros desde que naci Fortn, haca ya
catorce largos aos.
Por todo ello, el suspiro de alivio que lanz Juan al verse al otro lado de la
garganta fue tan profundo, como breve. Pues la alegra por escapar de aquella
prisin de piedra se torn temor cuando, a la salida, dos hombres surgieron entre
la maleza armados con un hacha de cortar madera y un cuchillo de filo largo.
Y tu bolsa?
Soy carpintero, esas son mis herramientas para trabajar. Sin ellas nos
moriremos de hambre.
Mranos bien, de verdad piensas que nos importa algo lo que os ocurra?
El ms robusto, que llevaba el hacha en las manos, se acerc y le quit la bolsa
sin que Juan opusiera resistencia alguna.
Cllate! Pues en ese caso... si no tienes nada ms con lo que pagar, nos
llevaremos al muchacho. Algo sacaremos por l vendindolo de esclavo.
Juan apret fuerte el puo, pero saba que no era buena idea. Mir a su hijo,
y al hacerlo no pudo evitar ver los ojos de su difunta esposa.
El grito de dolor fue aterrador. El otro ladrn avanz para acabar con l, pero
una nueva flecha encontr blanco en su hombro derecho. Aquello no le detuvo y
sigui avanzando. Fue entonces cuando una figura sali de la nada, embutida en
una larga garnacha negra con una capucha que le cubra la cabeza. Pareca un
espectro de los que guardan la noche, corriendo hacia ellos a la vez que tensaba su
arco y lanzaba otra flecha que se incrust en el brazo del corpulento asaltante. El
bandido, a pesar de perder el cuchillo, sigui hacia Juan dispuesto a arrancarle la
vida de cualquier forma. El arquero se ancl a veinte pies de ellos, tens la cuerda y
su siguiente lanzamiento fue directo a clavarse entre los ojos de su enemigo.
Juan tena la boca tan abierta que no poda articular palabra, su desconcierto
era tal que dio un paso hacia atrs y a punto estuvo de tropezarse y caer. La
arquera sonri ante el efecto causado al delatar su condicin, como si disfrutara
con ello, para despus dirigir su mirada hacia Fortn. El muchacho no mostraba la
misma cara de asombro. La escrut sin temor y, si bien pareca endeble e inseguro,
solo un cro vestido con harapos, su mirada era desafiante y su interior pareca
contener un inusual brillo.
Es tu hijo?
Y su madre?
Eso espero.
Pues os deseo suerte. Salt por encima del primer cadver. A partir de
ahora elige mejor tu camino, a veces la lnea recta no es la mejor opcin.
Cuidado con lo que dices, todava me quedan flechas. No creo que sea
algo de tu incumbencia mostr un tono que evidenciaba que no haca falta decir
ms para advertirles de que guardaran silencio. Cuida de tu hijo.
A grosso modo, calcul cunto poda medir: ochenta... no! Al menos seran
cien pies, y no se caa. Permaneca recta como el mejor de los rboles.
l haba odo hablar de esos castillos que se estaban levantando para jalonar
la frontera, autnticos guardianes del reino de Pamplona. Vigilaban caminos,
pueblos, valles y montaas. Protegan a los hombres que intentaban repoblar las
tierras arrebatadas de manera reciente a los infieles y, por tanto, peligrosas y poco
habitadas. Por todos eran conocidas las razias que antao llevaban a cabo los
sarracenos, cuando Crdoba mandaba inmensos ejrcitos con sus mejores
generales, para castigar a los cristianos, tomar prisioneros y hacer botn. Sin
embargo, desde que se desmembr el Califato y se formaron los nuevos reinos de
infieles, las razias haban disminuido, pero la amenaza estaba latente. De las
cenizas del Califato haban surgido dos poderosas taifas que dominaban el valle
del Ebro, la de Saraqusta y la de Larida. Y frente a ellas, el rey Sancho el Mayor solo
poda crear un ejrcito de piedra. Unos castillos que detuvieran sus ataques y que
demostraran que el tiempo de la media luna al norte del Ebro se haba terminado y
que la Tierra Llana, algn da no lejano, vera un amanecer cristiano.
Pero lo que tenan ante sus ojos no era comparable. Ver la piedra erguirse
sobre el suelo, sin miedo, en busca del cielo, era un espectculo ms all de su
imaginacin. Por fin poda comprobar con sus propios ojos lo que contaban en las
aldeas. All delante tena un verdadero castillo, aquellos que eran edificados por
reyes y seores y que solo los hombres de armas podan custodiar. Las gentes
hablaban maravillas sobre ellos. Mil historias se narraban sobre aquellas
construcciones y lo que se encerraba entre sus muros de piedra.
Fortn asista ensimismado al espectculo que era para sus ojos tal multitud
y variedad de gentes. Observaba con sumo inters cmo un muchacho pula con
un puntero las esquinas de un robusto bloque de piedra. Empuaba la herramienta
con la mano izquierda que se cerraba sobre su cuerpo, con el dorso hacia arriba y
apoyando la mueca para frenar y controlar el duro golpe del martillo, que
manejaba con la otra mano.
Juan le hizo una seal para que no se despistara y le siguiera entre la maraa
de trabajadores. El carpintero buscaba entre aquellos rostros annimos y sudorosos
alguno al que dirigirse. Identific a uno mal encarado, de buenas carnes, escaso
pelo y menos dientes, que se percat de su llegada como si tuviera ojos detrs de
su peluda espalda.
Buenos das, buen hombre dijo Juan, sin que le devolviera el saludo.
Sois vos el responsable de algn aspecto de esta construccin?
S, soy el capataz.
Cmo?
El capataz resopl, les escrut de arriba abajo, como si fueran ganado que se
fuera a comprar. Se rasc la entrepierna y despus se pas la mano por la calva.
Maldito miserable!
Un fuerte golpe por la espalda tumb a Juan e hizo que la nariz le explotara
en una fuerte hemorragia al chocar con unas piedras del suelo. Sin embargo, lo
peor estaba por llegar. El desdentado lo encontr tirado, sangrando, y lejos de
mostrar clemencia, le lanz un puntapi contra el costado que bien podra haberle
roto un par de costillas. No contento con ello, le pis el estmago. Juan se removi
de dolor antes de recibir una nueva patada, esta vez en el rostro, que le rompi la
ceja. As qued, aturdido sobre el barro a merced de seguir recibiendo golpes sin
oposicin.
Los curiosos que haban formado un corro alrededor del tumulto bajaron la
cabeza y murmuraron mientras abandonaban el lugar sin ms dilacin.
Quin era?
Fortn ayud a su padre a llegar hasta uno de los pajares que serva de
alojamiento a los recin llegados. All se apilaban hombres de todas las edades y
procedencias, que murmuraron al verles llegar. No haba duda de que haban
tenido una llegada sonada en Abizanda.
Pero Fortn cay pronto rendido, fue Juan quien estuvo ojo avizor toda la
noche. Con una cua agarrada al puo para utilizarla como arma si la situacin se
torca.
6
Los tablones haba que ensamblarlos con clavos y bridas de hierro forjado.
As que Fortn se encargaba de traer las bridas y su padre haca el resto. Los
andamios no solo se levantaban en la cara exterior del muro, sino tambin en el
interior, por lo que haba que ser cuidadoso al moverse por ellos.
A los dos das, les cambiaron el tajo y tuvo que trabajar en la cimbra de
madera que se haba levantado en el interior del ltimo piso de la torre, para
construir los arcos de medio punto que sustentaban la terraza. Fortn le acompa
en todo momento, ayudndole con las herramientas y otros menesteres de menor
ndole.
En sus escasos momentos de reposo, el muchacho observaba maravillado la
monumentalidad de aquella construccin, fascinado por la disposicin de los
sillarejos, de los considerables bloques de piedra blanquecina de la base; bien
escuadrados y con algo de desgaste, como si fueran ms antiguos. En la tercera
planta, le llamaba la atencin de forma poderosa una ventana geminada. Le
pareca magnfica y la admiraba pensativo, intentando entender cmo haba sido
construida. l no estaba acostumbrado a ver obras tan majestuosas, tan alejadas de
las casas de madera de su tierra o de los templos que haban visitado en su viaje.
Qu demonios te ocurre?
Los dos hombres que trabajan codo con codo con su padre explotaron en un
mar de carcajadas, mientras Juan no saba qu decir.
Para cagar sin salir de la torre, y deja de hacer estpidas preguntas, que
estamos haciendo el ridculo de nuevo.
Fortn qued impactado por aquella revelacin, los seores del castillo no
cagaban en el campo, sino que lo hacan desde lo alto, por aquel extrao lugar.
Reprodujo con asombro la escena en su mente.
No quiero molestaros.
Las obras avanzaban a buen ritmo hacia la fase final, pero era tal la
necesidad de terminar que, finalizado el verano, se dio orden de trabajar con el mal
tiempo, algo poco usual y arriesgado.
Juan estuvo toda la jornada lijando y cortando los maderos del entablamento
superior y preparando alcamas para la parte interior del tejado. Todava no se
haba acostumbrado a trabajar a tanta altura, necesitaba vigilar donde pisaba y
agarrarse al clavar. En cambio, Fortn era todo lo contrario. Se manejaba con
soltura y sin vrtigo, saltaba de viga a viga y se balanceaba sin temor alguno, ante
la desesperacin de Juan y las miradas de los otros carpinteros, que le advertan de
que terminara cayendo.
Fortn asom la cabeza por encima del muro y vio cmo el lquido caa
mojando a los trabajadores del otro lado, entre risas y blasfemias de sus
compaeros.
Pero si son tan bajas que casi es imposible que los arqueros puedan
disparar sus arcos por ellas apuntill otro de ellos.
Tienen demasiado derrame para que las flechas salgan admiti uno de
sus ayudantes ms cercanos.
Ni padre ni nada! En todo este tiempo no has aprendido nada del oficio,
cmo es posible?
Vlgame Dios! Lo que hay que or! Tendrs que ganarte la vida algn da,
cmo piensas hacerlo? Dime!
Se encogi de hombros.
No es eso.
Justo? Qu tiene que ver la justicia con todo esto? Qu tiene que ver la
justicia con gente como nosotros?
S que empezamos con mal pie, pero tan solo fue un malentendido. Os
aseguro que yo puedo trabajar ms y cobrar lo mismo dijo Juan desesperado,
agarrando al corpulento capataz por el brazo.
Vaya, si es el mocoso.
A Juan empezaron a temblarle las manos, tuvo que apretar fuerte los puos
para controlar sus impulsos. Morderse la lengua, para no pronunciar las palabras
equivocadas. Solo mirar a su hijo le hizo pensar antes de actuar y abrir la boca.
Juan empuj a Fortn, que miraba los dos cuerpos, atenazado por la
impresin. Corrieron a recoger sus escasas pertenencias. Intentaron no despertar
sospechas y abandonaron Abizanda por el camino de Wasqa, antes de que alguien
tuviera tiempo de encontrar a los dos fallecidos y dar la alarma. No tardaran. En
breve correra la voz y el carpintero no dudaba en que varias partidas saldran en
su bsqueda. Por eso aceleraron el paso todo lo que fueron capaces. La noche era
su aliada, nadie frecuentaba los caminos. Sin embargo, antes de salir el sol,
tuvieron la mala fortuna de cruzarse con una cuadrilla de picapedreros que iba en
direccin opuesta.
Con Dios.
Y con la Virgen saludaron ellos, se ven pocos viajeros por este camino,
y menos hacia occidente.
Dicen que en Abizanda todava hay trabajo, por eso nos dirigimos all. No
como en el resto de aldeas.
Por eso que van contando por ah. Son solo rumores, pero... Por el rostro
de Juan, el desconocido se percat de su ignorancia. Es qu acaso no lo has
odo?
Or? El qu?
Por qu se van?
Nadie lo sabe con certeza dijo, torciendo el gesto, dicen que tienen
muchas iglesias iniciadas, algunas a las que solo les falta cubrir la nave central, y
aun as... Las abandonan, ni siquiera han concluido las obras ms urgentes.
No tiene sentido.
A qu te refieres?
Ser libre no es fcil, hijo. Todo en esta vida tiene un precio. Si la libertad
fuera tan bonita, no tendramos que trabajar tanto para mantenerla.
No.
Qu ests diciendo?
Yo no volver atrs.
Hasta ahora no haba dicho nada, pero una vez te escuch mientras bebas
vino con otros. O lo que dijiste, todo.
Basta ya! Hars lo que yo te diga, le promet a tu madre que cuidara de ti.
Y ya lo creo que lo har, entendido? No estamos en condiciones de perder el
tiempo, hemos salido vivos de Abizanda porque Dios ha querido. La prxima vez
no tendremos tanta suerte. Ahora buscaremos a quien servir y nos olvidaremos de
sueos intiles. Es ms importante tener la tripa llena, que la cabeza.
Con Dios.
Yo soy Mateo y trabajo la tierra. Estos aos hemos tenido malas cosechas y
hemos decidido probar suerte en la frontera, vamos al valle del Gallicius.
Al medioda?
Tenemos que hacerlo. Dicen que a tres jornadas de all, frente a la Tierra
Llana, el rey Sancho ha mandado edificar un nuevo castillo.
Yo he odo que ya no se construyen.
Eso pensbamos todos. Pero el rey ha prometido las futuras tierras que se
conquisten desde l a aquellos que ayuden a levantarlo.
Es eso verdad?
Juan los observ con detenimiento, para despus lanzar una mirada al lugar
donde se oculta el sol. Se mordi el labio inferior y suspir.
S, seguro Mateo hizo una mueca, quizs haya cambiado ya, y debas
seguirme. Venid con nosotros, siempre es mejor ir acompaado por estas tierras,
los enemigos abundan.
Nuestras?
Qu blasfemia es esa?
Deberas cuidar tus palabras. Sabe Dios que prefiero que nos acompaes!
En esta tierra los bandidos son tanto o ms peligrosos que los propios sarracenos, y
es mejor ir cuatro que dos, pero seguiremos solos si hace falta.
Mejor as refunfu.
Padre.
He estado pensando...
Hijo, debes fiarte del destino. l juega con nosotros, a menudo se burla, en
ocasiones se divierte hacindonos sufrir, pero... Aquel que no confa en la buena
fortuna de su destino, est perdido. Y yo, yo estoy convencido de que nos dar una
oportunidad, siempre lo hace. La clave est en aguantar los malos momentos, estar
listos para sufrir cuando hay que sufrir. Porque llegar el da en que se presentar
esa ocasin y estar en nuestra mano aprovecharla.
Bordearla ms lejos.
No conoces estas tierras. Si digo que debemos rodear Wasqa por las
montaas, es que tenemos que hacerlo.
Algn da, yo tambin crear una mquina tan magnfica como esa, lo
har. Mir a su hijo. Y t? Qu sueas hacer cuando crezcas?
No s. Se encogi de hombros.
Dios santo! Yo a tu edad quera hacer tantas cosas que no hubiera parado
de hablar.
S.
No, hijo, no vuelvas a hacer eso nunca. Los hombres somos tan buenos
como las promesas que mantenemos le advirti, jams prometas algo que no
puedas cumplir. Al menos, hazme caso en este consejo que te doy, entendido?
S, padre.
Continuaron por el bosque hasta llegar frente a una zona de altas encinas,
con robustos troncos imposibles de rodear por un solo hombre. Juan crea en Dios,
claro que s. Pero como todas las gentes de la montaa, tambin reverenciaba la
naturaleza que les rodeaba, entre otras cosas, los rboles. As que coloc la palma
de su mano sobre la rugosa corteza del tronco y pronunci unas palabras en la
lengua de sus ancestros.
Fortn no estaba seguro de que aquello que estaba haciendo su padre fuera
correcto, pero aun as le imit. Llevaban das sin discutir, ni siquiera haban
hablado de lo ocurrido en Abizanda. Fortn no tena ninguna intencin de sacar el
tema a relucir. Como si dejar que pasara el tiempo fuera la mejor forma de
afrontarlo, u olvidarlo, como si nunca hubiera sucedido. En cierto modo, a l le
alegraba haber dejado Abizanda. No le gustaba la gente, prefera los bosques y las
montaas, aunque hiciera ms fro y fuera ms difcil sobrevivir. La libertad, eso s
era impagable. Y los hombres le daban miedo, estaba ms seguro entre bestias.
Se detuvo y desmont.
Juan saba que era mejor no mirarle, que podra sentir sus ojos sobre l si lo
haca. Pero no poda evitarlo, jams haba estado tan cerca de un infiel. Haba
imaginado cmo eran, cmo vestan, hasta de qu manera hablaban o cul era su
olor. Escuchaba siempre las historias que sobre ellos relataban los viajeros y
cuentistas que recorran las aldeas. La realidad era que nada tenan que ver
aquellas leyendas con el hombre que se aproximaba a ellos. Su profunda mirada
era noble, sus ropas lujosas, incluso la manera en que se mova haca que pareciese
ms distinguido que cualquiera de los nobles o caballeros cristianos que l haba
visto a lo largo de su vida.
Ven, me ayudars.
Debes recordar lo que has visto hoy aqu. Es importante que memorices
toda la ceremonia, sers capaz? pregunt a la joven cuando finaliz.
S, no la olvidar.
La columna, qu era?
Eso que has visto era un betilo, una piedra sagrada, que representa a la
diosa.
Cuando aquel da lleg una pareja de pastores con problemas con sus ovejas,
Eneca se acerc a la orilla, se descalz y meti los pies en el agua. Bajaba fra, pero
a ella no le import. Estuvo distrada hasta que cogi una piedra plana y la lanz
contra el cauce.
Esta es una planta difcil de encontrar. La ruda tiene unos tallos fuertes y
flores de color amarillo. Son flores pequeas, ves?, con cuatro ptalos ondulados y
racimos en los extremos.
Es bonita.
Debe ser una dosis baja, porque... la mir con temor, tambin se usa
para provocar abortos, pero con precaucin, ya que tomada en exceso puede llegar
a causar la muerte.
No! grit Eneca, y se separ de ella.
Qu es eso?
La mujer solt una carcajada que recorri todas las entraas del frondoso
bosque, una risa burlona que ms que alegra, inculcaba miedo.
Qu sucede, Nunila?
Vamos a morir?
No seas tonta, esto no es nada comparado con... Debes saber que hay seres
horribles en las montaas, ocultos tras la apariencia de indefensas criaturas. Debes
alejarte de ellos, pero tambin los hay que protegen nuestras vidas, como el
Basajarau. Un gigante, de largo cabello y una poderosa fuerza fsica. Es un
protector de los bosques y tambin de los rebaos y las buenas gentes. Si algn da
te encuentras sola en la montaa, l puede ayudarte. No le confundas nunca con
los omes granizos.
Con quines?
Otros gigantes que viven en los picos de las altas cimas. Todos los picos
poseen en s un gigante. Unos les llaman Genios de las Nieves y otros Espritus
de las montaas. Muchos de ellos son seres transformados en montes; ya que hay
montaas que tienen un espritu en su interior; el cual, a veces, toma forma
humana y aparece como un ome granizo.
Cmo?
No.
S que lo haces, no te culpo. Debes saber que el mundo no est hecho para
nosotras, las mujeres, y menos para las jvenes como t. Debes aprender rpido y
recordar todo lo que te enseo, aunque no lo creas, yo soy tu protectora.
De qu me proteges?
De los hombres, de todos ellos, incluso del que llaman Dios, que cmo no,
representan con la imagen de un varn. Escucha bien, no confes jams en uno de
ellos, entendido?
Nunca?
No, Eneca, es ella quien va a conocerte hoy. Es importante que sepa quin
eres. De esta manera, cuando en el futuro la convoques, sabr reconocerte le
ofreci su mano. Acrcate a la piedra.
La muchacha obedeci. Camin hasta la roca y pos sus dos manos sobre su
fra superficie.
Y entonces lo sinti.
Nunila se detuvo, se volvi hacia Eneca que iba a su espalda, y la mir con
miedo en los ojos. Alz la vista y una flecha se clav en su pecho, haciendo que se
tambaleara y retrocediera unos pasos. Otra ms la alcanz a escasa distancia de la
primera, y una mancha de sangre cubri sus ropas.
Noooooo!
Eres una mentirosa! Y a las nias malas como t hay que castigarlas...
Ven, te voy a dar lo que es bueno!
No haris eso. Su voz son serena y a la vez amenazante. Les mir con
firmeza, mantenindoles el gesto. Hijos, tened cuidado, pues vuestros pecados
pesan ya demasiado y el fuego del infierno es eterno.
Hazle caso, este cura no me gusta, parece un enviado del diablo dijo uno
de ellos.
S.
Est bien. Ya me contars luego dnde has estado todo este tiempo. Ahora
vamos a darte ropa nueva, no s de dnde vienes, pero tienes un aspecto horrible.
Un hada me salv.
Las estrellas son obra suya, como todo lo que nos rodea.
Todo?
S, pero Dios tambin cre a los hombres que mataron a mis padres, no es
as?
Eneca.
Me descubrirn.
Los pies le dolan a cada paso, sobre todo el dedo gordo de la extremidad
derecha. Tambin el dorso del pie, las rodillas y los tobillos. Sola tener ataques de
dolor cada cierto tiempo, esta vez era especialmente desgarrador. El pie le arda y
tena la piel enrojecida como si la hubieran acercado al fuego. El simple tacto de las
botas le produca un intenso malestar que tena que disimular hasta que pudiera
volver a Pamplona y conseguir el ungento que preparaba una bruja de la judera y
que l se aplicaba con frecuencia para aliviar el mal.
Necesito que lleguen pronto los materiales y los hombres que demand.
Y as ser, pero decidme, cmo s yo que cumpliris vuestra palabra?
Lope de Ferrech segua con la mirada perdida en la rica tierra que se dibujaba
frente a sus ojos. Vuestra reputacin... creo que no hace falta que os la recuerde.
Necesito algo ms que eso para confiar en vos afirm Lope de Ferrech
sin dejar de revisar el terreno. Yo soy un hombre pragmtico, no creo ni en
supersticiones, ni en presentimientos, ni mucho menos en la suerte.
Ya veo. Es por eso que dicen que la suerte solo sonre a los audaces, no?
Lope de Ferrech permaneci en silencio, sintiendo que deba decir algo ms,
aunque sin encontrar las palabras adecuadas.
En todo eso que decs no os falta razn, pero ahora vosotros, los maestros
lombardos, os estis marchando de nuestras tierras le record Lope de Ferrech,
abandonis las iglesias a medio construir, los castillos sin terminar, por qu huis?
Decidme!
No solo vuestros labios son capaces de hablar. Los ojos son a veces ms
sinceros que el sonido de una garganta. Y ahora, hablemos de cosas realmente
importantes para nuestro fin comn: me podis asegurar que me proporcionaris
la piedra?
Y eso es bueno?
Acaso nosotros somos mejores? Es que vos no necesitis que esto se
realice tanto como yo? O como los que acudirn a la llamada? No os engais, mi
seor, podemos ser de clases diferentes, de reinos distintos, pero tenemos las
mismas pretensiones.
Eso es otro cantar, aunque recordad que si no fuera por ellos, nada de esto
tendra sentido. Dio un pequeo golpe con su pie a una piedra suelta del suelo
. As que debemos darles las gracias ms que otra cosa.
No, aunque siempre llevan algo de cierto. Pero no, lo que me preocupa es
que atemoricen a los aldeanos y al resto de los hombres que precisamos que
vengan a trabajar. De todas maneras, este castillo es deseo del rey Sancho y por
tanto debe hacerse, aunque... pens lo que iba a decir, para que al salir de su
boca fueran palabras sencillas de digerir. S que en Pamplona los hijos del rey
piensan que es un desvaro de su padre en el invierno de su reinado.
Cierto. Hay algo que no llego a entender. Si los hijos del rey no estn de
acuerdo con construir este castillo, cmo es que vos estis aqu? Es extrao que
pretendis ganaros de ese modo la enemistad de aquellos que pronto reinarn en
estas tierras. El lombardo solt un breve gruido que pareca una risa contenida
. Hay algo que me ocultis, no hubierais venido aqu si todos los hijos del rey
pensaran igual.
Hay quienes dicen que todos somos iguales, valiente mentira! Algunos
tenemos honor y se puede contar con nuestra palabra, otros...
Tan seguro estis? Mejor as, aunque en mi humilde parecer, creo que la
nica manera de que alguien no te traicione, de que no te clave un pual por la
espalda es... Bueno, lo cierto es que cualquiera puede jugrtela. La vida es as de
cruel, no tiene sentido.
Qu estis diciendo?
Recordad que soy un Magistri Comacini, el sptimo de mi familia,
provengo de la tierra de los mejores constructores, de la orilla del lago de Como.
Nunca bromeo cuando se trata de mi trabajo. Seal un risco de piedra caliza
prximo a ellos. All en lo alto edificaremos la torre ms alta de todos los
Pirineos y a sus pies estar la entrada al recinto.
Para protegerla.
No. El lombardo movi la mano hacia otro punto del risco. Para
defender el acceso levantaremos otra torre junto a la puerta, y en el lado opuesto,
construiremos una segunda torre, gemela de la anterior. Y en el otro flanco, una
tercera de menor envergadura. Todas ellas configurarn el recinto principal.
Y la noble?
Bien, habr un segundo recinto menos fortificado. Con una torre que
defender el acceso.
Lope de Ferrech dio varios pasos con la cabeza baja, observ sus botas que
pisaban un suelo rocoso y hmedo. Levant la vista hacia las altas nubes que
viajaban rpido a poniente. Inspir aquel aire de las montaas, fro, puro y
cortante. Despus mir al medioda, a los cultivos que se adivinaban en la Tierra
Llana, a las plazas musulmanas que las protegan a lo lejos y perdi su vista en los
valles que se precipitaban ms all, donde saba que estaba la antigua capital de la
Marca Superior, ahora convertida en un reino independiente. l estaba convencido
de que no viviran siempre entre estas montaas, que algn da... Era pronto para
pensar en eso.
Y qu ms?
El Ebro.
Cmo decs?
Jams penetran en ella; si se lleva all una serpiente, esta muere enseguida
afirm con voz firme Lope de Ferrech. Dicen que en el interior de la Ciudad
Blanca existe un talismn contra esos animales demonacos. Aunque otros
aseguran que la razn a tal hecho es que para la mayor parte de las construcciones
de la ciudad se utiliz un mrmol que tiene la propiedad de alejar a las serpientes.
Y vosotros qu creis?
Quiero verlo con mis propios ojos, llevar hasta su muralla una serpiente y
observar qu hace.
Juan afilaba sus herramientas con una piedra de enorme dureza, que cierto
da haba adquirido en Pamplona a un comerciante de pescado, que le cont que l,
a su vez, la haba adquirido en la judera de Narbona. Le asegur que su superficie
no se desgastaba y que no haba forma de romperla. Que durara tanto, que podra
dejrsela a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Por esa razn, Juan la guardaba como
un autntico tesoro, y en el fondo lo era, puesto que con ella haba afilado las
cuas, los cinceles y el martillo con los que esperaba ganarse el alimento en aquella
perdida aldea. El panorama no era halageo, un asentamiento rudimentario en
una escarpada sierra en la extremadura del reino. A simple vista, carente de
recursos de los que abastecerse y en plena frontera con los musulmanes.
Haban llegado all haca varias semanas, despus de sortear las patrullas
que vigilaban las inmediaciones de Wasqa, la capital de la antigua Marca Extrema,
ahora la ciudad ms importante al norte de la taifa de Saraqusta, creada tras el
derrumbamiento del Califato Omeya, y donde ahora gobernaba Yahya al-Muzaffar.
Lo que era un hecho es que no haba venido solo y que cuando se march,
porque un personaje as no puede ni debe estar demasiado tiempo con una chusma
como aquella, dej en la aldea a un viejo al mando de cuatro peones armados con
lorigas y espadas. No era un ejrcito, pero bastaba de sobra para mantener el orden
frente a unos muertos de hambre, lo suficientemente desesperados para acudir a la
llamada de la construccin de un supuesto castillo en tan apartado lugar.
En este mundo solo se distinguan tres clases de hombres: los caballeros, los
que oraban y los que laboraban. Tanto se trabajaba llevando una espada como
golpeando una piedra.
Los restos de aquella iglesia desmochada eran los nicos con algn atisbo de
importancia, por lejana que esta quedase en el tiempo. El viejo se aup a uno de los
muros laterales del templo. Se encontraba en el invierno de su vida, pero mostraba
buena presencia. Un rostro marcado por los surcos del tiempo, una espalda recta y,
sobre todo, unos brazos fuertes. Se mova con seguridad, aunque era otro aspecto
el que llamaba la atencin: sus ojos. Desmedidos, brillantes, parecan los de un
nio la primera vez que montaba a caballo. A Juan le sorprenda que alguien de
semejante edad tuviera tanta vida en la mirada. Fortn era solo un nio y en el
fondo de sus ojos no lucan tantos sueos como en los de aquel viejo.
A Juan no le faltaban ninguna de esas tres premisas, quiz no haba sido tan
mala idea viajar hasta all.
Los presentes vitorearon al maestro de obras, que sin duda les haba
levantado el nimo. Haba logrado inculcar su optimismo entre ellos. All se
congregaban campesinos con azadas, pastores, al menos tres carpinteros como
Juan, un herrero, una docena de canteros, varios tejedores, un alfarero, un curtidor,
y una buena cuadrilla de robustos hombres dispuestos a cargar con cualquier peso
por aquella tierra montaosa.
Cuando volva a la aldea, alz la vista sobre los riscos donde empezaran las
obras al da siguiente y ah estaba. La silueta del muchacho recortaba el horizonte.
De pie, en vez de contemplar la ansiada Tierra Llana, miraba los pliegues rocosos
del lugar.
Qu? No quiero orte ms, vamos! Baja que maana nos espera una larga
jornada. Todo el mundo escuchando al maestro de obras y t aqu, como siempre,
pensando en tonteras!
Juan estaba convencido de que haran fortuna all. l conoca todos los
secretos de la madera y su mayor ilusin era que Fortn los aprendiera. Le haba
enseado cmo convena que se talaran los rboles, haciendo un corte en el tronco
del rbol por la mitad hasta la mdula y dejarla as, con el fin de que se fuera
secando y cayendo gota a gota su jugo. De esta manera, el lquido nocivo, ms
prximo al tutano, no se corrompa dentro ni estropeaba tampoco la calidad de la
madera. Le haba repetido mil veces que cuando el rbol estaba seco y sin gota de
humedad, era el momento preciso para derribarlo, pues entonces era magnfico
para ser utilizado en la construccin.
Fortn segua mudo, mientras su padre estaba atenazado por los nervios.
Yo lo har.
Yo dibujar vuestro castillo sobre este suelo afirm Juan para sorpresa
de todos.
Cundo?
Ahora mismo.
11
Fortn no poda doblar los brazos, no poda mover ni un solo msculo. Tena
la garganta tan seca, que no se atreva ni siquiera a intentar pronunciar una frase.
Las miradas de aquellos hombres le intimidaban, rudos y sucios, con sus pupilas
rebosantes de malicia, con sus dentaduras incompletas, con cicatrices recorriendo
sus rostros, vestidos con harapos, con las uas ennegrecidas de tanto trabajar.
Gente que pareca poco ms que animales, ms peligrosa que cualquier alimaa
del bosque, y seguro que ms cruel. Asediado por sus miradas, no lograba hallar el
valor y mir al cielo en busca de su ayuda. De todas maneras, si nunca la haba
encontrado, por qu iba a hacerlo ahora.
Tambin haba mujeres que le observaban todava con mayor desprecio que
sus maridos. Murmuraban y rean, rean sin parar, una risa burlona, una carcajada
sonora y chirriante, llena de rencor apestoso. Un sentimiento acumulado durante
aos de sumisin y que descargaban contra el primer infeliz que podan, aunque el
pobre no tuviera ninguna culpa de sus males.
Pero no todas.
Para sorpresa de Fortn, haba una que permaneca callada. Tuvo que fijarse
de nuevo en aquella figura para asegurarse de que era ella y de que aquel azul tan
intenso proceda en efecto de sus ojos. Tena el cabello largo y salvaje, cogido como
una cola de caballo, y la piel tan blanca como la nieve. La joven no le miraba como
las dems, ella no murmuraba como las viejas y no se rea como las mujeres de los
campesinos.
Era la arquera que les haba salvado la vida camino de Abizanda. Se trataba
de la mujer ms hermosa que haban visto sus ojos. Tanto, que l no hubiera sido
capaz de imaginar alguien de tal belleza y, en cambio, ahora ya no podra olvidarla
nunca.
Por fin reaccion y pregunt a los que le rodeaban. Los unos miraron a los
otros, pero nadie pareca comprenderle, como si hablara en otra lengua, un idioma
extranjero.
Juan cogi su creacin y la llev hasta lo alto del risco donde deban
empezar los trabajos. Pidi que tres hombres, entre ellos el joven pastor, tomaran
unas banderas que formaron con unas sayas viejas y que se situaran a
determinadas distancias de l, mientras demand a Fortn que vigilara las
plomadas. Busc una zona de tierra, ms o menos plana, entre las rocas. Tom un
cuchillo y esboz unas lneas con la punta. De esta manera, Juan fue dibujando
ngulos que alineaba de manera perpendicular a partir de una lnea base.
Juan no la haba utilizado nunca, pero saba de lo que aquel aparato era
capaz por lo que pudo ver en Abizanda. Aunque lo usara de forma inexperta y
torpe, crey encontrar una manera de cuadrar los ngulos. Si la vista no le jugaba
una mala pasada, de forma algo tosca, estaba logrando dibujar la planta que le
haba demandado.
Midi los pasos l mismo, para asegurarse de que los lados eran idnticos.
Cuando estuvo seguro, asi un carrete de hilo y uni todos los puntos. Sobre el
terreno montaoso, qued dibujada la planta del castillo.
Satisfecho, fue hacia donde el lombardo aguardaba con una jarra de vino
entre sus manos. Ambos se quedaron en silencio, observndose. El lombardo dio
un largo trago, se relami los labios con el alcohol y extendi su brazo para
ofrecerle el vino al carpintero, que gustoso bebi de la jarra.
Y cmo se soluciona?
Tringulos?
Juan intent imaginarse todos los tringulos que fue capaz, aun as no logr
imaginar qu hacer con ellos.
Hasta que distingui unos ojos azulados, tan intensos que intentaban
ocultarse en el anonimato.
Entonces lo entendi.
Era fcil pensar que all haba gente de toda condicin y pasado, quin si no
acudira a un lugar tan peligroso. El lombardo se abri camino hasta que lleg a los
ltimos hombres que all haba presentes.
Un suspiro de sorpresa recorri los rostros de todos los presentes, menos del
lombardo que sonri con orgullo.
Soy Ava dijo, mostrando una larga melena y unos ojos tan azules que
daban miedo.
Mujer y arquera, vaya sorpresa! Me temo que ese puesto es solo para
varones.
Por qu? Habis dicho que en Loarre todos empezamos una nueva vida.
Pues bien, dejadme que os demuestre de lo que soy capaz y luego vos mismo
podris decidir en consecuencia.
Claro que s, vos mismo habis dicho que en Loarre somos todos iguales.
Pues bien, ahora os toca sacar vuestra palabra del empeo en que la pusisteis.
Quiero una de tus flechas all: si queda a ms de dos pies de distancia del
muchacho, trabajars haciendo la comida, y si lo matas... la horca ser tu destino.
Ests segura de que quieres continuar?
La joven alcanz una de las flechas que llevaba colgando de la cintura. Pas
el arco por su cabeza, tens la cuerda y coloc el culatn sobre ella, dejando que la
cuerda entrara en la muesca. Estir su brazo hasta que la mueca sobrepas su
hombro. En un alarde de pericia, la mantuvo tensa unos instantes y la solt. No
hubo persona en aquel lugar que no contuviera la respiracin y que no siguiera con
la vista el trayecto del proyectil, hasta que cay entre los dos pies de Fortn. Con el
culatn zarandendose contra su rodilla derecha.
Dispar.
Los canteros eran una docena. Al parecer venan del Languedoc, al otro lado
de los Pirineos, y su trabajo era el ms importante. Formaban un grupo aparte del
resto, al que miraban con cierto aire de superioridad. Trabajaban sin descanso, pero
no dejaban de generar problemas y discutir con el lombardo.
El lombardo dio orden de horadar la roca madre del risco donde se iba a
asentar el castillo. Aplanando as la superficie y obteniendo piedra como materia
prima para fabricar sillares.
Me pagis por cada sillar que fabrico, pero esta piedra es caliza, sois
consciente del tiempo que se requiere para tallarla?
S, padre.
Eso dicen, pero tendr algn ayudante, alguien que le asista a coordinarlo
todo.
No lo vern tus ojos, esos recelan de todo el mundo. El lombardo no tiene
aprendiz, absolutamente a nadie.
Zagal!
Menudo trajn llevis en el castillo. Cuando esto est caliente ven, que te
dar un cuenco.
Gracias, seora.
A ti. T eres el hijo del carpintero? Al que dispar aquella zagala tantas
flechas. Mira que lo pas mal cuando te vi ah, tan solico, y venga a caerte flechas
alrededor. Se llev la mano al pecho. Menos mal que no te pas nada!
Yo creo que s.
He dicho que no! Y no hay ms que hablar apret los dientes y el rostro
se le llen de rabia. Odio cuando te comportas as, por qu? Por qu tienes que
hacerlo?
En mi hijo.
Los hijos tienen eso, dan muchos dolores de cabeza. Es como este castillo,
al fin y al cabo, ahora es solo un beb, ni siquiera eso. No tiene forma, ni cimientos,
es solo una idea en mi cabeza. De hecho, si yo muriera ahora, nunca llegara a
construirse, y sin embargo...
Semanas despus del inicio de las obras, se colocaron los primeros bloques
de piedra. Fue todo un acontecimiento ver erigirse aquellas colosales rocas que
deban soportar el mayor esfuerzo y, a su vez, eran las ms pesadas. Para
levantarlas del suelo hizo falta una enorme cantidad de hombres. Eran piedras de
color gris oscuro, como la propia montaa con la que se mimetizaban.
Para tallarlas, los canteros las golpeaban con esmero y la roca se resista
orgullosa y firme. Las primeras lascas no saltaban hasta despus de varios golpes
por lo que el ritmo era lento, el esfuerzo tremendo y los resultados escasos.
Se deshizo de sus ropajes hasta que qued con una saya ceida a la cintura
con una correa de cuero. El lombardo no encenda nunca fuego en ella, por miedo
a que una brasa o un chispazo provocara un incendio y afectara a sus pergaminos y
dibujos. Estos estaban repartidos por todos los rincones del espacio, colgando de
las paredes, en la mesa, la cama, hasta en el suelo. Sin embargo, no eran ellos lo
que ms llamaban la atencin all dentro, sino un libro encuadernado en piel que
descansaba sobre un atril en la zona ms luminosa.
Si aquel lugar fuera una iglesia, no habra duda de que se tratara de una
Biblia, pero all, entre aquel desorden, no haba manera de saber qu poda ser.
Aunque sus lomos estaban desgastados, la encuadernacin era de tan buena
calidad que resista con orgullo los araazos del uso.
Para llevar las penas y los aos, no haba nada mejor que el vino. Solo por
despreciarlo, los infieles merecan ser castigados.
Con las obras paralizadas, lleg el invierno por lo que tampoco se trabajara
en los siguientes meses. Al igual que los animales del bosque, las gentes de Loarre
invernaron en sus casas, desanimados y frustrados por la lentitud de la
construccin del castillo y temerosos de que el lombardo les abandonara, tal y
como se comentaba que haban hecho sus compaeros en otros rincones del reino.
Su rostro cambi.
Poco despus retorn a su cabaa contento y con una jarra de vino que
obtuvo de uno de los pastores que encontr en el camino de regreso.
Con el final del invierno, el maestro de obras reuni a los canteros y les
proporcion nuevas directrices de trabajo. No tallaran ms caliza, ni haran ms
sillares.
Juan segua con sus problemas de vrtigo, y haca todo lo que estaba en su
mano para acostumbrarse a la altura, pero no le resultaba nada sencillo. Aun as,
sac la piedra de afilar y prepar sus herramientas. Busc a Fortn, al que imagin
de nuevo despistado.
As era.
Juan no haba visto a Fortn prestar tanta atencin en nada, nunca. Fortn
pareca tener inters real en aquello. Desde luego, haba algo de especial en
estigmar la piedra. Al fin y al cabo, todos sabemos que la madera se pudre, se
quema o se va deshaciendo con el paso del tiempo. Pero la piedra... Ella es
imperecedera, estaba all antes que ellos nacieran y seguira cuando murieran. Eso
lo entenda bien Juan, un edificio hecho en piedra puede durar hasta el fin de los
das, y esa idea le gustaba.
Acompame.
A qu os refers?
Qu hacis?
Eneca call y mir sus manos, que empezaron a temblarle. La una busc
refugio en la otra y las apret. Qued pensativa, con el rostro sereno y su mirada
todava ms oscura de lo habitual. El sacerdote se percat de ello y la observ con
inters. Despus, fue hacia la zona donde preparaban fuego y atiz las ascuas que
todava estaban calientes, aadiendo un manojo de hierba seca que pronto prendi
llama. A continuacin, ech lea seca y alcanz una vasija de barro. Busc en sus
alforjas una bolsa, de la que extrajo algo de su interior que aadi al agua. Esper a
que se calentara y volvi con la pequea.
Bebe.
Qu es?
Para qu se utiliza?
Cuntos das?
La tormenta dur todo un da, y el sol tard en volver a verse otro ms.
Durante ese tiempo, el sacerdote y la muchacha permanecieron resguardados en
una oquedad de escasa profundidad.
Y no me mires as!
Cmo?
Lo que no me agrada son sus bajezas. Los hombres han olvidado que Jess
dio la vida por ellos, por su salvacin. Estn ms ocupados en sus guerras, sus
botines, sus mujeres y sus vicios. Se dejan llevar por sus instintos, igual que hizo
Adn, estn condenndose.
Quizs es su destino.
Yo no entiendo de eso, miro lo que me rodea: las montaas, los rboles, los
animales, y luego recuerdo a los que arrasaron mi hogar, a los que me queran
coger cuando vos aparecisteis y no soy capaz de ver bondad en los hombres. En sus
ojos solo he observado maldad, crueldad y muerte.
Escndete, rpido!
Quin era?
Adnde iremos?
Y despus?
Lo siento, yo no saba.
Javierre.
No hay suficiente.
Todo lo que vemos, incluso las piedras, estn compuestas por los cuatro
elementos dijo el lombardo al tiempo que coga el sillarejo que Juan sostena.
Luego, lo dej de nuevo en su sitio de almacenaje. Las que poseen ms aire, son
blandas; las que poseen mayor cantidad de agua, resultan ms dctiles por su
humedad; las que tienen ms tierra son ms duras y las que tienen mayor
proporcin de fuego son quebradizas.
Como la madera.
S, maestro.
Juan aprovech para echar un ojo a los dibujos, el lombardo tambin tena
abierto un voluminoso libro con abundantes grabados y anotaciones.
Nada.
A m?
Ser cantero?
Entonces, no os entiendo.
Un castillo?
Yo...
Qu es la ciencia?
S, maestro.
No tanto como eso, pero puedes ayudarme y, si eres listo, aprenders. Pero
eso depende de ti. As que a partir de ahora te quiero siempre cerca de m.
Fortn apareci con unos tablones entre los brazos, que traa para terminar
la mesa de trabajo.
Fortn andaba despistado por una de las zonas donde los dos muros de
sillarejos ya alcanzaban varios pies de altura y se estaba realizando la trabazn de
ambos parapetos con el ncleo del muro. El muchacho observaba su composicin,
cmo la adherencia de las tres capas se fundamentaba en la argamasa en que tanto
nfasis pona el lombardo y en las protuberancias dejadas en la cara interna de los
sillarejos.
Nada? Y ya est?
S.
A la gente como nosotros se nos dice que debemos trabajar sin descanso,
acudir a la iglesia y obedecer al Seor. Nada ms, no sueos, ni ambiciones cogi
una de las piedras sueltas del relleno de la muralla y se levant para lanzarla bien
lejos, sobrevivir, como animales.
Y qu es lo que piensas t?
Que podemos aspirar a ms respondi, estirando los brazos, y empez a
andar sobre el borde de la muralla haciendo equilibrio, qu te gustara hacer a
ti?, quieres ser carpintero?
No.
Eso est bien se detuvo, baj los brazos y se sent de nuevo, dime, en
qu estabas pensando cuando he llegado?
Los musulmanes.
Sus ojos eran como los tuyos o los mos. A veces pienso en l, me pregunto
por qu nos atacan, qu les hemos hecho?
No, yo no.
Cierto da apareci por el pueblo un gato blanco, nadie saba con seguridad
quin lo haba trado. El animal era joven y pronto aprendi a valerse por s mismo.
Cazaba los ratones y topillos que merodeaban los campos de cultivo cerca de
Loarre, impidiendo de esa manera que se comieran las cosechas, por eso los
campesinos le cogieron aprecio. Se guardaban de no darle comida para que
siguiera buscndola entre los pequeos roedores. Era un felino que llamaba la
atencin de todos, pues le gustaba dormirse siempre al sol, mirando a la Tierra
Llana, de ah que le pusieran por nombre Poniente.
El gato tambin se colaba en las obras del castillo. Le gustaba trepar por los
andamios y, cuando caa la noche, era fcil verle encaramado a lo ms alto de los
muros, como si vigilara desde all todo lo que suceda en Loarre.
Si haba alguien que de verdad apreciara a Poniente, ese era Javierre. Quiz
fuera porque compartan ese afn de escalar todo lo que se elevaba del suelo. De
cualquier modo, estaba claro que Javierre era el nico que lograba acercarse al
felino sin que este saliera huyendo.
Lstima se atraganten!
Una tarde en la que el sol estaba cercano a ponerse, en lo alto de uno de los
andamios del castillo, Fortn miraba aburrido cmo su padre y el lombardo
estaban colocando los sillarejos de una galera en la torre principal. Constaba de
tres ventanas con parteluz, formado por columnas sin basa, de fustes lisos y
zapatas sencillas. A l le recordaba la que haba visto cuando estuvieron trabajando
en Abizanda. Aunque en esta ocasin haba sido acompaada por otras dos.
Quizs algn da veamos a una asomarse por esta galera, no estara mal
que la reina Munia nos visitara.
Observ de nuevo cmo su padre se afanaba en encajar las dovelas del arco,
a la vez que el lombardo le hablaba en latn. El maestro de obras llevaba tiempo
decidido a ensear la lengua de sus ancestros a Juan. Por desgracia, el carpintero
tena serios problemas de aprendizaje, tal es as, que en ocasiones Fortn aprenda
ms que su propio padre, tan solo escuchndoles.
Alcanz el lugar donde haba visto a Ava, buscando las huellas de sus
pisadas en la tierra, sin xito. Hasta que dio con unas ramas partidas, y sigui su
rastro entre matorrales y encinas. El sol se esconda y la noche empezaba a cubrirlo
todo, deba tener cuidado o poda perderse entre la oscuridad.
Un crujido.
Mientes.
No, de verdad.
Qu ests mirando?
Tus flechas.
Ah, s? Pues t no eres muy buen ejemplo. A excepcin de ese que est
siempre subido por todos lados, no te he visto con nadie ms.
Cuidado con lo que dices! exclam, cogi la flecha que llevaba en las
manos y la acerc al rostro de Fortn.
Bjala, lo he entendido.
Ava...
Ava lo mir enojada y se dio media vuelta para desaparecer sin decir nada
ms. Fortn qued sorprendido, mirando cmo sus botas altas se alejaban. No
reaccion hasta que alguien toc su espalda.
Eso te ha dicho?
Llegaron a los andamios y se unieron a los trabajos sin decir nada, pero la
treta no funcion.
Nada, yo...
Pero, Javierre...
Su amigo dio una fuerte patada a una piedra que rod hasta chocar contra la
base de un andamio y se alej.
16
El bastardo.
No, ojal fuera un bastardo de verdad. Ese malnacido fue concebido antes
del matrimonio con nuestra seora, la reina Munia.
Por supuesto, Garca ser rey y sus hermanos... Bueno, habr que ver qu
hereda cada uno. Ramiro solo es un estorbo, aun as...
No, no. Cuidado con ese hombre, sabes cmo firma? Como Ramiro,
Sancionis regis filim.
Adems, est esa historia con la reina. Maldita la gracia que me hace! Yo
no estuve all, pero dicen que Garca, el hijo mayor del rey Sancho, convenci a sus
hermanos Fernando y Gonzalo para que acusaran a su propia madre, la reina
Munia, de adulterio ante el rey y toda la corte.
No tanto. Es astuto ese Ramiro. Ten bien presente que cuando llegue el
momento, no habr noble ni caballero en todo el reino que quede complacido con
el reparto que prepara el rey Sancho. Los seores tendrn que alinearse con un hijo
u otro, sin vacilar.
No vayas tan rpido, para ser precisos tiene nombre del linaje condal, pues
Fernn Gonzlez fue el primer conde de Castilla.
As que es fcil creer que ser ese condado lo que herede al morir su
padre.
Llvame hasta l.
Antes de llegar a las buitreras sobre el ro, se encaminaron hacia una cima
aplanada en lo ms alto, en cuyo extremo se elevaba una zona rocosa. Subieron a
ella y frente a ellos apareci un amplio panorama de dilatados horizontes. A lo
lejos, difuminadas entre la neblina de algn ro varias ciudades se columbraban
sobre una extensa llanura de tonos dorados de cereales y pardos barbechos. Una
planicie que se perda en la interminable lejana de la Tierra Llana, que mostraba en
toda su magnitud la riqueza y grandeza que atesoraba.
Sonri.
Como ordenis.
Es posible.
No me parece coherente.
Desde que se haban sustituido los sillares irregulares por sillarejos la obra
marchaba ms rpida. El nuevo aparejo eran piedras ms manejables que los
sillares. Planas en muchos casos, cortadas a martillo, sin traza igual y sin desbastar,
o solo devastados a maza, sin pulir. Se trataba de un aparejo que no requera de
canteras lejanas y costosas. Era tan vernculo como los hombres de aquel territorio,
y rpido, algo esencial en una zona de frontera.
De qu?
Yo creo en l.
Pero y si yo no dudo?
Claro que dudars, en esta vida tan cruel, cuando ests solo, dudars hasta
de tu propio nombre. El lombardo suspir.
Juan, que tan orgulloso estaba de su habilidad con la madera, que tan seguro
se crea de que con esfuerzo y trabajo poda alcanzar cualquier meta, que vea
cmo por vez primera en mucho tiempo la suerte empezaba a sonrerle, y haba
sido acogido por un hombre tan respetable como el lombardo, dud un instante. Y
le empezaron a temblar las piernas, y su respiracin dej de ser pausada, y el
corazn retumb en su pecho. Pero apret fuerte los puos, trag saliva y mordi
sus dudas.
l no dudara, jams.
Es la hora de comer.
17
Con sillarejo, la obra fue a buen ritmo hasta que lleg el invierno y hubo que
detener los trabajos. Las huestes de reyes y nobles solan guerrear entre las fechas
de San Martn y San Miguel, y con las construcciones suceda algo similar. Se
alargaba el periodo de labor hasta que llegaba el hielo. Ese era el verdadero
enemigo de los constructores, no la nieve ni el viento, sino el hielo que haca que la
argamasa no cuajara, que helaba el agua, cubra la madera y haca imposible
trabajar. As, que aquel ao las obras estuvieron detenidas desde San Saturnino.
Pasaron los tres primeros meses del nuevo ao y por fin se reanudaron los trabajos.
S, maestro.
La altura.
No! Deja la altura en paz. No hay nada que hacer contigo, piensas como
un brbaro.
Yo no entiendo de eso.
Difcilmente.
Un nico seor, una sola corona. Quizs algn da vuelva ese tiempo y
salgamos de la barbarie y la oscuridad que nos rodea. Habr que esperar otros mil
aos? Quin sabe...
Cmo en Abizanda?
Los ltimos coletazos del invierno fueron suaves, como los de un animal
herido que sabe que va a morir. Y, aunque la temperatura subi, hubo varias
heladas que retrasaron la floracin de los rboles de temporada, como los
almendros, y que hicieron que fuera duro estar a la intemperie.
Al caer la noche, Juan siempre volva con Fortn para cenar algo caliente
junto al establo, una sopa de nabos y calabaza. Fortn volva a estar tan callado
como acostumbraba antao y eso enervaba a Juan, que a veces no poda
disimularlo. Despus de las largas jornadas de trabajo, le habra gustado bromear
con l, hablar de mujeres, caza o cualquier otro tema, como hacan el resto de
padres e hijos. Con Fortn era imposible, siempre pareca con la cabeza en otro
lugar, lejos de all.
Quieres decir algo! Por Dios santo! Maldito silencio! Cmo me gustara
que hablaras aunque fuera para decir estupideces.
Juan no volvi a decir nada ms. Los pies le dolan de estar tantas horas
levantado, sus esfuerzos no eran tan fsicos como en su poca de simple carpintero,
pero deba estar todo el tiempo atento a lo que el lombardo le explicaba. Cualquier
comentario, murmullo o incluso gesto, poda contener alguna enseanza. Adems,
cada vez hablaba ms en latn, obligndole a memorizar muchas palabras. Tantas,
que no caban en su cabeza.
Cerr los ojos y busc con entusiasmo el sueo, entrar en su mundo y
perderse en l unas horas.
Soando? Dios, vaya suerte la ma. Anda, vamos, sal fuera, rpido! No te
voy a esperar toda la noche.
Fortn tard en darse cuenta de que estaba despierto, fueron los ronquidos
de su padre los que le convencieron. Ni en la peor de sus pesadillas poda
reproducir aquel rumiante sonido. Se at la saya con un cinturn de lana y se visti
con el pellizn de su padre.
La noche mostraba que el invierno todava tena fuerza y que quizs haba
sido temerario reemprender los trabajos tan temprano. Haba nevado, y sus huellas
se marcaban en el suelo. La muchacha le esperaba a unos pasos de distancia, le
hizo una seal para que la acompaara y l la sigui sin preguntar. Agachados
para no ser vistos por algn noctmbulo como ellos, llegaron a las ruinas de la
iglesia. Tras sus muros desmochados parecan ms resguardados de miradas y
odos curiosos.
No, pero...
No.
O qu? Todos saben que le gusta demasiado el vino y que por eso nunca
ha logrado construir un edificio importante. A saber cmo enga al rey para
levantar este castillo, o quiz fue al revs, qu ms da! Y luego est tu padre...
La arquera asinti con tanta firmeza que Fortn qued confundido. Peor an
fue el silencio que sigui. Ava le miraba fijamente, sin decir nada, y el muchacho
sinti un temblor en las piernas. Supo que no era el momento de palabras, tena
que hacer algo, sin embargo, no saba qu. Estaba aterrorizado, y eso que frente a l
solo estaba el rostro de Ava, a un suspiro de distancia. Ese era precisamente su
temor, no se hubiera amedrentado tanto ante el filo de una espada como a...
Fortn fue consciente de ello en cuanto sabore a Ava, era un gusto tan
placentero, como una deliciosa fruta. Los labios de la arquera se separaron un
poco, pero l ya estaba enganchado a su nctar y se lanz de nuevo a comer de
ellos. Sin ni siquiera pensarlo, sus manos recorrieron su espalda, hasta abarcar la
marcada cintura de Ava, ah se detuvo.
Ava no.
Sonri.
Ven, acrcate. Esta vez, los dedos de Ava se movan al unsono que sus
palabras.
Fortn casi tropez con una de las losas movidas de la vieja iglesia, logr
mantener el equilibrio sin levantar la vista de la completa desnudez de la arquera.
Al llegar hasta ella, Ava encorv las cejas y l entendi enseguida, se desnud todo
lo rpido, y torpe, que pudo.
La arquera pos ambas manos sobre sus hombros y alz la mirada hacia la
luna, testigo de excepcin de la pareja. Fortn no saba cmo contener la desatada
pasin de la arquera, hasta que sinti como creca una incontrolable fuerza dentro
de l. Se agarr a las caderas de Ava y jade hasta derrumbarse, juntos llegaron a
un clmax que Fortn no haba sido capaz de siquiera esbozar en sus sueos.
Si los cimientos son de roca, no podrn minar los muros coment Juan,
cada vez ms afianzado como ayudante del lombardo.
Por muy gruesa y alta que sea una muralla, siempre hay una forma de
hacerla caer explic el lombardo, tambin sorprendido por el inesperado inters
del muchacho. En mi tierra he odo historias del pasado, de cmo los antiguos
asediaban las poderosas ciudades fortificadas de sus enemigos y hacan que las
murallas se desplomasen como si hubieran sido atacados por sus dioses.
S, aunque es una tcnica compleja. Una vez hecho el tnel bajo tierra, lo
apuntalaban bien con maderas.
Fortn observ cmo le daban una cuerda que en un extremo llevaba atada
una pesada pieza de metal con una hebilla. Escal la estructura de madera de
sesenta pies y se coloc a la altura del lienzo exterior. La manera de construir aquel
muro era a base de levantar dos muros paralelos de sillarejo y rellenar el interior
con piedras de la montaa y tierra. De esta manera, lograban consistencia y el
grosor necesario.
Vamos mal neg tres veces con la cabeza, muy mal. En la parte baja de
la torre, el cordel se despega un palmo del lienzo. Fortn era la primera vez que
lo llamaba por su nombre, ya puedes bajar. Y t, Juan, qudate ah, a partir de
ahora supervisars la colocacin de los sillarejos. Debemos meternos hacia el
interior, el grosor de un dedo de la mano en cada hilada que echemos a partir de
ahora y hasta dentro de ocho.
Pues obedece.
Cmo puedes trepar siempre tan rpido? pregunt Fortn cuando baj.
Para ver las cosas desde otra perspectiva. Siempre hay que mirar las cosas
desde varios puntos de vista. Uno no puede fiarse de nadie, Fortn. Quin no
miente en estos das tan oscuros que nos ha tocado vivir?
Seguro?
No, pero siempre hay que conocer las debilidades de los amigos, incluso
mejor que la de los enemigos.
Aquella misma tarde, un viga dio la alarma desde lo alto del puesto de
vigilancia que se haba establecido en el pico ms prximo a Loarre. La media
docena de peones dejados por Lope de Ferrech corrieron a recibir a los visitantes
que se acercaban no por el medioda ni oriente, sino por occidente. Desde los
andamios, Juan observ por sus ropas que se trataba de cristianos. Una reducida
compaa de cinco jinetes, un caballero y cuatro escuderos. Entraron en la aldea sin
mediar palabra y remontaron el camino al castillo. Quien los encabezaba era
distinguido, una capa azulada cubra una cota de malla con la sobrevesta de una
doble aspa blanca. Tambin la llevaba su hueste, bien armada y dispuesta para
defenderse. Las monturas eran bravas, en especial el caballo del noble, de
musculosas patas y tremenda envergadura. Costaba ver un animal as por esas
tierras, pero lo que ms llamaba la atencin es que era una yegua.
No s a qu os refers.
Supongo que cuando las ratas huyen, las que quedan atrs son las peores.
Qu mentiras decs!
Debis saber que este lo seal con el dedo es el ltimo lombardo que
permanece en el reino. Todos los dems nos han abandonado. Han dejado iglesias
a medio construir, castillos sin levantar... Son unos traidores!
La idea era aprovechar el mal tiempo para llegar sin levantar sospechas y
averiguar los progresos, materiales y mano de obra con que contaban sus rivales en
Marcuello. El lugar elegido para levantar otro castillo en la misma frontera.
S, pero en este lugar suceden cosas extraas. Javierre volvi a tirar otra
piedra. En la cantina he odo a los hombres decir que est maldito.
De qu?
Traidores?
Eso no es posible.
Qu?
A Judas?
Qu le pasa a tu amigo?
Nada, l es as.
Fortn dio vueltas a lo que iba a decir despus, mientras un largo silencio
caa entre ellos.
Fortn, no puedes.
Pero...
El camino hasta Marcuello no fue sencillo, la orografa era una mala enemiga
en aquellas sierras anteriores a los Pirineos. Juan segua a los dos peones que
mostraban mejores cualidades y mayor experiencia en avanzar por aquel territorio.
A pesar de los problemas, coronaron la ltima subida antes de la planicie donde se
ubicaba Marcuello.
No, estn preparando la base para construir una torre, como en Abizanda.
Pero...
No fue fcil.
De Jaca.
Soy carpintero.
Bueno, eso est mucho mejor. Hasta que venga la gente de Loarre
necesitamos toda la ayuda posible.
De Loarre?
Muy fcil, ves a aquel hombre encorvado con la saya oscura? El que
dirige toda la obra es el pequeajo que est a su lado.
No parece lombardo.
No, pero creo que en el futuro las cosas se harn de otra manera. Esto solo
es un adelanto.
No encontr a nadie.
Lope de Ferrech se march aquella misma noche. Loarre no era una plaza
segura, l lo saba mejor que nadie. Por esa razn nunca estaba ms tiempo del
necesario en ella.
Resistir. Por lo que contaste, me huelo que el maestro de obras que tienen
no ha construido nunca nada que se levante seis pies del suelo. Empez a
recoger la plomada. Lo habr visto hacer y se creer capaz, pronto se dar cuenta
de que en la arquitectura todo son problemas y las nicas soluciones las da la
experiencia. A los lombardos no nos gusta probar cosas nuevas, preferimos que
sean otros y, si funciona, quiz lo usemos.
Umm, a veces, siglos dijo el lombardo entre risas. Ya vers como todo
sale bien.
Maestro, no podemos.
Una mano se apoy en su hombro, era Javierre, quien se sent a su lado con
una rebosante jarra de vino.
El qu?
Has hablado con ella? pregunt Javierre que bebi de la misma jarra y
busc comida en la mesa.
No minti.
Seguro?
No es mi mujer.
Desde ahora, para m como si lo fuera afirm con toda la nobleza de que
era capaz el hijo del pastor. Pero la prxima que aparezca por Loarre es para m,
no lo olvides dijo, guindole un ojo.
Para Fortn se trataba de la primera vez que alguien le hablaba con tanta
lealtad. Quiz debera haberle contado su encuentro aquella noche en que fue a
buscarle. Pero despus de ocultrselo durante todo este tiempo, no le vio sentido a
revelrselo.
Dicen que dispara mejor que un hombre, como pudiste ver cuando lleg.
Tambin he odo que su padre era el mejor arquero de los Pirineos y que le ense
antes de morir luchando contra una razia enviada por el Califato. Javierre
disfrutaba revelando su informacin a su amigo. Te aviso que tambin comentan
que es medio salvaje, se revuelve como un gato cuando alguien osa hablar con ella.
Como Poniente.
Pues que es tan azul como el mismo mar. El lombardo volvi a beber.
Decidme, habis visto alguna vez el mar?
Fortn haba odo tantas historias sobre el mar que verlo era uno de sus
mayores deseos. Alcanzar algn da una playa y zambullirse en sus aguas. El mar
estaba lejos, demasiado. Era un viaje largo y peligroso, aunque quizs l haba
encontrado otra forma de penetrar en el azul de sus olas, sin salir de las montaas.
Bueno, lombardo, ya est bien por hoy. Uno de los peones lo intent
coger por las axilas.
Solo cuando se construye; el resto del tiempo nosotros somos los que os
protegemos a vos y al resto.
Dudo que puedas hacer algo frente a una horda de sarracenos. Seguro que
huiras hacia la montaa con el rabo entre las piernas, como llevis haciendo desde
hace siglos dijo, volviendo a beber.
Condenado lombardo!
De eso nada.
Nunca terminar este castillo, ese borracho nos abandonar como hicieron
sus amigos, si no se mata antes en alguna borrachera.
Qu dices?
La muerte que viene a por nosotros susurr moviendo los dedos, para
dotar de mayor dramatismo sus palabras.
Un grupo de mujeres tuvo que ir a echar una mano, se las vea temerosas y
sumisas ante el recin llegado. Fortn mir a su padre, que desde el otro lado de la
fiesta pareca tan preocupado como el resto. Entonces sinti una mirada clavada en
l. S, estaba seguro de que alguien le observaba. Busc aquellos ojos espas entre
los que le rodeaban. Con entusiasmo crey que seran los de Ava, pronto se percat
de que no era la mirada azulada la que le escrutaba. Pero quin si no?
Dud.
Mir a su alrededor, estaba solo, los excesos de la fiesta se oan desde all,
pero no haba nadie ms que l en aquella zona de Loarre.
Se acerc a las ruinas de forma sigilosa, con precaucin. Borde los muros
ms altos y entr por el mismo lugar que la otra vez. No pareca haber nada
extrao.
Pensaba que no ibas a venir nunca. Los ojos de Ava inundaron la noche.
Nos hemos ocultado mucho tiempo, ahora no podr protegerte tanto. Ten
cuidado, nadie debe descubrirte, debes aprender a moverte entre la gente.
S, lo era.
Con una enorme sonrisa de oreja a oreja, dando gritos a diestro y siniestro
como cada maana, o incluso con ms efusividad que en das anteriores. All de
pie se encontraba el maestro de obras.
Cmo es posible? Javierre tena la boca tan abierta que Fortn perciba
su aliento con recuerdos del vino de la noche anterior. Si ayer estaba del revs... y
su rostro, dnde est la herida? Yo vi la sangre, t tambin, verdad?
Fortn no respondi, una risilla se le col entre las comisuras de los labios y
tuvo que mordrselos para que no fuera a mayores. No pudo evitar que se le
hincharan las mejillas y que sus ojos se empaaran. Dio una palmada en la espalda
del pastor y se encamin hacia el andamio con una sonrisa mezcla de resignacin e
incredulidad.
Al inicio del otoo, los trabajos se haban retrasado, tal y como advirti el
lombardo. Juan colaboraba por entonces en la coronacin de la torre. Hasta all
haban transportado abundante madera y junto a ellos, media docena de
carpinteros esperaban las rdenes del lombardo.
Yo?
No solo haba que mover piedra, la tierra para el relleno de los muros era
tambin fundamental.
Pero si se deslizan las correas, una parte del yugo quedara ms larga con
el fin de ayudar al buey ms dbil termin Fortn.
Exacto, hijo, todo tiene su lgica, pero a la vez, es tan complicado... Juan
se esforzaba de verdad en seguir los razonamientos. Es difcil entender el
funcionamiento de cada elemento que nos rodea.
Por el lugar.
No, pero...
Arte?
De cunto?
Las obras de los muros marchan bien, as que debemos empezar a pensar
en las otras estructuras. El lombardo hizo una incisin en aquel extrao elemento
que apenas opuso resistencia a ser araado por la herramienta. Con ayuda de una
regla y un cartabn de menor tamao de los que sola usar en la obra, fue
dibujando sobre la superficie blanda de la tablilla trazados precisos y constantes.
Sin embargo, no creo que el aljibe sea prioritario. Seamos realistas, estos
muros todava no resistirn un asedio.
Por supuesto.
Era el sacerdote, que acto seguido sac de su hbito un alargado cuchillo que
clav a la altura de los pulmones del sarraceno. El otro infiel se revolvi furioso
contra el religioso. Este lo esperaba, detuvo el ataque con su cuchillo y, esta vez fue
con el garrote con el que le golpe en la rodilla. Su oponente cay y l gir su
mueca para desgarrarle las tripas, que al verse libres, salieron ansiosas de su
cuerpo.
Dios santo! exclam Fortn, de verdad sois sacerdote?
He sido muchas cosas antes en mi vida, los caminos del Seor son
inescrutables. Venga! Sigamos al bosque, todava corremos peligro.
Fue decir esas palabras y una docena de jinetes salieron de entre los rboles,
se detuvieron y formaron una lnea recta. De detrs de ellos, asom una montura
de mayor calaje. Fortn lo reconoci, era el mismo que atac a la familia cerca de
Wasqa. Estaba seguro de ello.
Tenis alguna idea mejor? El lombardo segua rezando con las palmas
de las manos juntas a la altura del pecho.
La carga enfil la distancia final con las espadas en ristre. Diez hombres a
caballo contra uno a pie. No haba nada que hacer. El sacerdote no baj la guardia,
pareca convencido de sus posibilidades y cuando el enfrentamiento era ya
inevitable... Una flecha derrib al primero de los jinetes. A los pocos instantes, otra
al segundo. Y cuando se percataron del peligro, otra ms haba alcanzado a un
tercero en el hombro obligndole a detenerse. Aun as, uno de ellos lleg a la altura
del sacerdote, que se agach esquivando su espada y, a continuacin, coloc la
suya a la altura suficiente para rasgarle en la pierna y hacer que perdiera el
equilibrio y cayera de forma violenta.
Para entonces, una nueva flecha haba derribado al siguiente jinete. Mientras
que el sacerdote haba bloqueado otro ataque, aunque a costa de perder la espada.
El sarraceno volvi a la carga contra l, levantando el filo sobre su cabeza. No tuvo
opcin de bajarla, una espada se clav en su espalda. Era Fortn, que la haba
lanzado con pericia despus de recogerla de uno de los cados en el campo de
batalla. El resto de jinetes musulmanes huyeron hacia la aldea y una nueva flecha
les persigui, aunque esta vez no encontr carne.
Frente a ellos, cerca del bosque, solo qued su jefe. Que no se haba movido
ni un solo paso de su posicin. Mir fijamente a los cuatro supervivientes y busc
en lo alto de uno de los lienzos inacabados del recinto del castillo al arquero que
haba castigado de forma tan brutal a sus hombres.
All estaba ella, desafiando al viento, envuelta en una garnacha oscura y con
la melena ondeando.
Ava sonri.
22
No fue as.
All estaban todos los rboles recopilados, a salvo. No se haba perdido nada
y los carpinteros se felicitaban por la heroica defensa del lugar. En primera fila,
hall a su padre, con un martillo todava entre sus manos.
Me alegro de verte.
La torre.
Fortn.
S?
No digas tonteras.
Qu quieres decir?
Ya te dije una vez que en Loarre las mujeres trabajan haciendo la comida y
lavando.
Yo no.
No, soy tan mujer como ellas. Pero no pienso limpiar lo que ensuciis, ni
recolectar frutos en el bosque, mientras los hombres estis todos en la obra. Por lo
visto, las mujeres no somos bien vistas aqu arriba. Eso s, recordad que muchos de
vosotros yacerais muertos si no fuera por m, una mujer.
Por algo nac all, he bebido el agua que baja veloz de las cumbres heladas
y he comido animales que han matado a guerreros, peregrinos y extranjeros como
t.
Dios santo! Eres temible hasta sin arco, no me extraa que los
musulmanes huyeran con el rabo entre las piernas. El lombardo solt una
carcajada que fue acompaada por la mayora de los varones que les rodeaban.
Estaran aterrorizados de que se lo cortaras.
Cuidado con esa lengua, tambin puedo cortarla con una flecha.
Por qu?
Pues porque te lo ordenamos y creo yo que ser mejor que limpiar ropas
malolientes, no?
Y la iglesia?
Sois...
Javierre sola ponerle cebos para que se acercara y sorprenderle por detrs.
Sin embargo, el gato los vea venir y los esquivaba con facilidad. Los dos jvenes lo
perseguan, pero el gato pareca burlarse de ambos. Era imposible darle caza y
cuando menos lo esperaban, apareca por cualquier lugar de Loarre. ltimamente,
lo vean mucho haciendo rabiar al perro del novicio, un gran mastn blanco.
Fortn quiso contemplar la vista del castillo desde la lejana. Busc a Javierre
para convencerle de que lo acompaara, pero no dio con l. Pregunt varias veces
por la aldea, pero nadie lo haba visto. Lo esper junto a las ruinas de la antigua
iglesia y, finalmente, se ech al monte l solo. Haca tiempo que no caminaba entre
los rboles y aquello le record sus marchas junto a su padre, siempre en pro de un
lugar donde establecerse y prosperar. La sierra de Loarre era pedregosa, nada fcil
de recorrer. Camin lo suficiente para tomar altura y divisar las murallas y torres
de la fortaleza, que se erguan como gigantes de piedra dominando la entrada a la
Tierra Llana. Todava quera observarlo desde ms distancia. Sin embargo, el sol
estaba ponindose y deba regresar a Loarre. Deshizo el camino andado, pero se
haca tarde, as que tuvo que aumentar el ritmo de sus pasos. Hubiera llegado
antes del anochecer, si no le hubiera detenido una sombra que vio moverse entre
unas rocas de poniente.
Forz la vista para identificar la silueta, y eso provoc que descuidara donde
daba el siguiente paso, su pie resbal y cay ladera abajo, rodando entre rocas y
arbustos, hasta golpearse la cabeza contra un tronco de encina.
Fortn vio unos ojos de una profunda oscuridad, de los que era difcil salir.
No, solo son unas plantas que alivian golpes y despejan la mente, se
encuentran en el monte. Te encontr porque precisamente haba salido a buscarlas.
Fortn volvi a mirar la negrura de sus ojos y sinti algo que solo le
produca otra persona, pero... No, no era posible, el golpe le haba afectado a la
cabeza, tena que ser eso. Pero el novicio tena unos rasgos muy distintos a los de
los otros muchachos, no era el flequillo, sino sus pmulos, su nariz... Eran
delicados, nada que ver con los abruptos rostros de los jvenes de Loarre.
Lo embre y orden a unos hombres que pisaran encima de las tablas, de tal
manera que el invento empez a girar con ellos dentro. El agua entr por los
orificios abiertos en el frente, yendo a parar a las aberturas del eje y vertindose
sobre un barreo de madera, colocado debajo, mediante un canal que lo conectaba.
Ava era muy consciente de su nueva designacin y Fortn solo la vea desde
las murallas, cuando practicaban fuera de la aldea y partan hacia la montaa.
Lo primero que vio fue al sacerdote con una herramienta de las que se
usaban para cavar los cimientos de la muralla. Estaba sudando y resoplaba, por lo
que intuy que llevaba un tiempo importante golpeando la tierra. Cuando volvi a
hacerlo, escuch mejor el ruido al impactar el metal. Chocaba su punta metlica
contra el suelo de roca.
El joven sali corriendo de all sin mirar atrs, pronto oy los ladridos del
animal a su espalda. Se escurri entre los tendederos donde se secaba la ropa y dio
un gran salto para salvar una de las vallas del ganado. Su cabaa estaba al otro
lado, demasiado lejos. Por suerte, tena otra alternativa.
Gir hacia la derecha y golpe con saa una puerta con sus puos. Esta se
abri y detrs apareci el rostro de Javierre, que llevaba una manzana en la boca, y
estaba a punto de darle un buen mordisco.
Qu va a ser? El novicio.
Qu sucede con l?
S, quiz no es habitual.
Y qu sugieres?
Nada, solo digo que ocultan algo. Por qu si no estn picando el suelo de
la vieja iglesia en medio de la noche cuando nadie les ve? Javierre dibuj una
amplia interrogacin en su rostro.
23
El lombardo haba pasado una mala noche, no evacuaba desde haca das, y
eso a su edad no era nada bueno. Estaba plido y sudoroso, tena arcadas y un
punzante dolor en el estmago. Todos los males no le impedan trabajar aquella
maana. Lleg al castillo llevando un manojo de pergaminos entre los brazos,
tantos que no vea el suelo que pisaba. Por ello caminaba de lado, intentando ser
consciente de donde pona el pie. Entonces algo se cruz en su camino y todos los
rollos que portaba saltaron por los aires, y l termin chocando de bruces contra la
tierra.
Dejadme que os ayude, maestro. Javierre apareci para echar una mano.
No, bueno... En cierta medida puede decirse que s. Al fin y al cabo todos
los maestros de obras le debemos algo, es como el padre de la arquitectura.
El forastero tom la punta de una de las mantas y tir de ella para dejar al
descubierto una escultura. Se trataba de la talla de Santa Mara Virgen y Madre de
Dios sobre un trono. Al verla, todos se inclinaron ante ella. El sacerdote se
santigu, se arrodill en el suelo y rez una plegaria mirando al cielo con las
manos extendidas y las palmas abiertas.
La he hecho yo.
Eso no importa, siempre debe pintarse, aunque sea piedra. Sucede igual
que con las tallas de madera. Al pintarla, se le da ms vida, tanta como pueden
llegar a tener las pinturas al fresco o las miniaturas de los cdices que seguro
conoceris.
Yo pensaba que era para ocultar los fallos del que las hace.
Cmo os atrevis a insinuar que...? El artesano se mordi los dientes al
verse reflejado en los terrorficos ojos del religioso. Yo no hago esos trucos, os lo
aseguro. Mi trabajo es de primera calidad.
Vaya cara tienes, muchacho. Negar que sea una forma fcil de ocultar la
carencia de recursos o habilidad le recrimin sin obtener rplica en esta ocasin
. Veo que usas piedra normal, nada de lujos sonri, ni hablar de mrmol, ni
nada parecido.
Mi arte no tiene que ver con el material que uso. La piedra es humilde,
pero tambin lo es Nuestro Seor.
Es cierto que en los altares solo debe estar el crucifijo, pero al lado de l,
por qu no situar a Santa Mara? Bien es sabido que el rey y su familia recurren a
ella con frecuencia para que interceda por ellos ante Nuestro Seor. Y seal al
cielo.
Creo que has venido al lugar menos indicado del reino. Seal el castillo
que ya se vislumbraba en lo alto de las enriscadas rocas. Ves aquello? Toda la
piedra de aqu y los alrededores solo tiene un fin en Loarre: servir para levantar los
muros de esa fortaleza. Y por lo que puedo ver, t tienes buena piedra ah detrs.
Pero quieres dejarme hablar? Mira, te sientas ah y cae por ese agujero
fuera de la torre.
La pareja descendi a toda prisa hasta las rocas sobre las que se asentaba la
torre albarrana. All, varios pies bajo el camino de acceso, un par de hombres
rodeaban un hoyo en el suelo. A su lado, el sacerdote permaneca de pie con una
mirada todava ms siniestra de lo habitual.
En efecto, fue un muerto lo que all encontr, pero bien muerto. Tanto que
por el estado de sus huesos llevaba all enterrado un buen puado de aos.
Es antigua confirm el sacerdote, puede que sea lo ms viejo de este
lugar.
Creo que s.
Bromeis?
No, solo hemos hallado este. Es de buena factura, tuvo que pertenecer a
alguien importante en vida.
Es el Comes Iulianus.
Eso es, el conde don Julin. Y hay ms, aqu est escrito que fue el mayor
traidor de la historia de Hispania.
Quiz tenga algo que ver con eso coment Juan, que se haba acercado a
ellos.
Pues que si es tan antigua y habla de que era un traidor, es factible que
fuera ese que ayud a los sarracenos, no?
Tiene razn afirm el lombardo. Es posible que este lugar fuera usado
en la antigedad, quizs este castillo no sea el primer edificio que se levanta en este
paraje.
Ahora, pero hace siglos... quin sabe. Os recuerdo que llega un momento
en la vida en que conoces ms gente que est muerta, que viva. Y si es un traidor,
eso explicara que nadie haya profanado la tumba.
Entraron dos de los vigas que controlaban los pasos desde lo alto del pico
junto a Loarre. Se les recrimin de inmediato su presencia all y que no estuvieran
realizando sus labores, ya que a pesar del terrible temporal, tenan la obligacin de
permanecer en sus puestos. Venan con el rostro desencajado, la mirada asustada y
tiritando de miedo. Uno de ellos no poda hablar, el otro se acerc al sacerdote y le
susurr algo al odo.
Todos queran saber qu haba ocurrido, pero el religioso no dijo nada. Fue
el propio centinela el que rompi el silencio.
Lo he visto.
24
Tras la misa, todos salieron a la explanada del patio de armas del castillo. La
nieve daba un aspecto diferente a las defensas de aquella construccin. Hasta el
lombardo pareca distinto con la llegada del fro. Haba abandonado sus
pergaminos y la tabla de cera, y pasaba demasiado tiempo junto a los hombres
bebiendo vino para calentar las tripas.
La realidad era que poco tenan que hacer en esa poca del ao, ni siquiera
podan hacer acopio de madera. A Fortn, su padre le haba enseado todo lo
necesario sobre ella y gracias a l saba que deba cortarse entre el otoo y la
vspera del invierno. No era tampoco conveniente cortarla en primavera, pues
todos los rboles estn entonces a punto de brotar y concentran su energa para
hacer florecer su follaje y sus frutos de cada ao.
El invierno era necesario, la fuerza del fro les daba consistencia y los
mantena comprimidos.
Durante la misa del siguiente domingo, Fortn escuch con atencin los
versos en latn, cada vez ms fciles de seguir por Javierre y l, pero que, en
cambio, eran incomprensibles para el resto de asistentes. La liturgia era as, llevaba
inamovible desde haca siglos, desde antes de que llegaran los infieles, cuando en
todo el territorio desde los Pirineos hasta las columnas de Hrcules reinaba un
mismo rey cristiano. Haca demasiado de aquello y pareca que el nico vestigio de
aquella poca era la fe y, sobre todo, su liturgia.
Entonces una rfaga de viento entr sin llamar por uno de los huecos
inacabados de la iglesia y golpe la Biblia que, entreabierta en el altar, lea el
sacerdote.
Todos enmudecieron.
El viento recorri la nica nave como si fuera el eco de un gigante.
Silencio! orden el sacerdote con una autoridad que hizo claudicar a los
ms nerviosos. Estis en Santa Misa.
Las misas eran largas y la gente terminaba agotada. Cuando sali al exterior,
todos murmuraban y se dispersaban con diferentes destinos.
Pero aquel da hubo una mujer en particular que se alej ms del resto. Era
Ava.
Ella se col entre el andamiaje del castillo y subi a la muralla. Ech una
ojeada a los trabajos de construccin de la base y despus alcanz la parte ms alta
de la torre. Era la primera vez que estaba all. Observ todo el espacio que se
dominaba, respir profundamente y expuls el aire en un aliento en forma de
nube.
Saba lo que deca, nadie mejor que l conoca los distintos tipos del viento,
su fuerza, su constancia y lo ms importante: sus consecuencias.
Ese era en efecto el problema. Tres das para ser ms exactos haca que aquel
viento les azotaba sin descanso. Aquel no era un viento propio de aquellas fechas
del ao. En pleno invierno nunca soplaban aires desde esa direccin durante tanto
tiempo.
Que te quede una cosa clara, no es por ti por quien pierdo mi valioso y
cada vez ms escaso tiempo, as que no me digas qu debo hacer. Si he accedido a
que ests presente en mis enseanzas es por respeto a Juan y su hijo, nada ms. Si
por m fuera, te dedicaras solo a limpiar establos.
Claro, est aqu mismo respondi Javierre, aunque te aviso que est
de mal humor, no le gusta nada el viento.
De qu ests hablando?
EL CONDE RAMIRO
25
Uno de los vigas dio la voz de alerta en Loarre al divisar una columna de
diez hombres a caballo que llegaba por el camino del norte. Se trataba de Lope de
Ferrech, seor de aquellas tierras. El noble cruz el poblado precedido de dos
fabulosos mastines justo en el momento en que un grupo de varios habitantes
estaba preparando varias fogatas para calentar calderetas, mientras en el centro del
pueblo unos cazadores descuartizaban abundante caza: venados, jabales y un par
de corzos.
Lope vesta tan diferente a la gente de Loarre que atrajo las miradas de todos
los presentes. Llevaba algo parecido a una saya con galones de oro en las
bocamangas y bordes inferiores, abierta por delante y detrs, justo por encima de
las rodillas. Sobre ella, un arns de guerra y, cubrindolo todo, lo que pareca una
aljuba azul de anchas mangas.
El rey ha muerto...
Dos?
Ese condado era la dote que recibi la reina en su matrimonio con el rey.
Por qu ha permitido ella que pase a alguien que no es hijo suyo?
Y ser as?
Y Marcuello?
Nada?
Maldita sea, espero que pronto llegue el da en que los reyes y seores
piensen menos en ellos y ms en las gentes que gobiernan.
Ojal eso fuera tiempo suficiente, aunque lo dudo. Sern otros los seores,
pero siempre habr vasallos de los que abusar.
26
Pas la poca de lluvias y lleg la hora de fecundar la tierra para que diera
buenos frutos con los que alimentar a los trabajadores el resto del ao. Para ello, lo
principal era cumplir con las tradiciones de los viejos dioses y unir el sentir de las
generaciones ya desaparecidas y de las que aqu estaban, venteadas por mil
vicisitudes. Aquel da se colocara el mayo en la plaza del mercado de Loarre.
Eneca saba que no solo era eso. Se trataba de un acto de fecundacin, una
ceremonia de religin animista, el falo que entraba en la madre Gea, abierta y
hmeda por las lluvias de abril. Ella, que segua aprendiendo la religin del nuevo
Dios junto al sacerdote, vea cada vez ms similitudes entre l y divinidades de sus
ancestros.
Quiz sean los hombres los que confunden a los dioses, quiz nos pongan a
prueba, pensaba ella. La muchacha estaba segura de que, como la tierra tras el
invierno, pronto ella tambin saldra de su letargo. Deba estar preparada, pues
haba visto en sus sueos que la edad de la oscuridad en las montaas llegaba a su
fin. Que una nueva era estaba a punto de empezar y que aquel castillo era la punta
de lanza que se clavara en la Tierra Llana.
Aqu sois muchos hombres, por suerte no a todos les gusta la carne, si no
me arruinara. Mi pescado es el mejor, viene de muy lejos.
Eso decs todos replic Juan, al tiempo que el pescadero coga una
estupenda trucha, pero nunca contis de dnde.
En la corte de Pamplona se han despertado las disputas entre los hijos del
difunto rey, ninguno est contento con su herencia. Ni siquiera el pequeo
Gonzalo, que parece poco dispuesto a abandonar la corte para reinar en los
condados ms orientales. Adems, el monarca de Len ha muerto de forma
inesperada sin sucesor.
No solo eso, ese Ramiro tiene las ideas muy claras. Es consciente de que
debe debilitar a los musulmanes y dotar a su condado de una infraestructura
militar adecuada, y en ella el castillo que se construya en esta zona es la clave de
bveda, bien sea Loarre... o Marcuello.
Ya sabes que no ser solo un castillo militar, sino que tambin servir para
atraer poblacin a esta zona de extremadura. Permitir formar una frontera y dejar
claro dnde est Dios y dnde los infieles.
Ests en lo cierto. En una zona como esta, los hombres somos libres.
Tenemos acceso a tierras y privilegios que en el norte solo estn reservados a los
seores.
Crees bien. Aunque ya se sabe, los seores nunca viven en los castillos,
como habrs podido comprobar. Ellos estn concentrndose en Jaca, dicen que
pronto se construir una ciudad all.
Y hace poco Loarre solo era un risco rocoso. Rio. Para Ramiro, Loarre
es imprescindible. El reino de Len o el de Pamplona, el condado de Castilla o el de
Barcelona, todos ellos tienen un pasado legendario. Provienen de grandes reyes y
condes que se enfrentaron a los invasores o son descendientes de esplendorosas
dinastas francas. El condado de Aragn carece de esa identidad, no tiene pilares
sobre los que asentarse, solo la figura de Ramiro, un hijo fuera del matrimonio del
rey de Pamplona. Aragn no sobrevivir a su figura.
Pero por qu no nos atacan los infieles? El tenente del castillo solo ha
dejado aqu a unos pocos castellanos y algunos caballeros que los deben defender.
Fortn llevaba das buscando a Ava por cada rincn de Loarre, soaba con
ella, con sus besos, sus caricias, con el roce de su cuerpo, con el sabor de su piel.
Era casi enfermizo, haba descuidado sus labores en las obras y haba vuelto a su
comportamiento errtico y despistado de antao.
Una presin le oprima el pecho, necesitaba verla, pero saba que eso no
bastara, que cuando entrara de nuevo en sus ojos querra poseerla.
Hasta que no pudo ms y una tarde subi a lo alto del castillo, desde all
estuvo vigilando hasta que la identific a las afueras de Loarre y corri a su
encuentro. No le fue fcil seguirla, Ava camin rpida hacia el bosque. Fortn tuvo
mucho cuidado de que nadie le viera seguirla. Cuando se alej de la aldea,
aument el paso para no perderla entre los rboles. La arquera se adentr en la
montaa y l empez a tener dificultades para lograr seguirla, hasta que Ava
desapareci.
Dio varias vueltas, busc sus huellas, pero Ava era muy cuidadosa y su
rastro haba desaparecido.
La haba perdido.
No te muevas.
Soy Fortn...
Quera verte.
Pero nosotros...
Yo no soy una mujer de la aldea a la que encerrar en casa para que te lave
y te cocine, y con la que aliviarte cuando te plazca. Yo estoy aqu porque as lo
quiero, para proteger estas gentes y el castillo, no tengo seor y menos dueo.
Yo entiendo que...
No, espera. Fortn la cogi del brazo y ella le lanz una mirada que le
oblig a liberarla de inmediato. Qu es aquello que no entiendo? Aydame, por
favor, dime qu es lo que ocurre.
No poda ver quin le acompaaba y esper hasta que se alejaron sin decir
nada.
Tampoco le apeteca explicarle que haba estado con Ava. No saba el porqu
de ello pero lo prefera as, por lo que agradeci que pasara de largo.
Fortn pas varios das dndole vueltas a lo ocurrido con Ava, de hecho, no
pensaba en otra cosa. Tena una amarga sensacin, como un dolor que se extenda
por sus huesos, no poda explicarlo bien, pero era una desazn que le robaba las
fuerzas y las ganas de vivir.
Nada.
Maldita sea!
Confa en m, Javierre.
En Loarre se trabaj sin descanso durante todo el resto del ao. Las cinco
torres estaban avanzadas y el castillo comenzaba a tomar forma. Era hora de
levantar a mayor altura los andamios, labor que coordin Juan con habilidad y
destreza. Incluso adelantaron los plazos y pensaron que sera posible concluir al
ao siguiente. Por desgracia, unas tormentas inesperadas debilitaron la obra, y
gran parte de los avances de los ltimos meses corran peligro. Era necesario actuar
y reparar todos los daos si no queran ver cmo se venan abajo los lienzos
superiores.
El lombardo paraliz otros tajos y destin todos los hombres a consolidar las
zonas ms afectadas. Era trascendental no perder tanto trabajo y esfuerzo. Fortn y
otros voluntarios se encargaron de uno de los lienzos ms afectados de la torre
principal. Numerosos sillarejos se hallaban sueltos por la accin de las lluvias y
haba peligro de que cayeran desde lo alto. As que haba que unirlos con argamasa
de cal de inmediato.
Va a ocurrir.
Una de las vigas maestras del esbelto andamio que suba hasta la cima de la
torre se desprendi de su posicin y toda la estructura tembl, como un rbol justo
antes de recibir el ltimo golpe de hacha cuando est siendo talado. Los que
estaban en la base huyeron en todas las direcciones, mientras quienes se hallaban
en lo alto bajaron saltando de nivel en nivel. Juan fue ms hbil y abandon la
estructura de madera para refugiarse en uno de los vanos de la torre, el andamio
caera con seguridad hacia el vaco y no afectara al edificio de piedra. Sin embargo,
no todos tuvieron suerte. Fortn se encontraba atrapado en uno de los extremos,
demasiado alto para saltar y sin tiempo ni opcin de descender por las escaleras
que unan los distintos pisos del andamio.
Juan no lo dud.
Agarr una soga y volvi al andamio, baj dos niveles hasta una zona
todava estable y lanz un cabo a Fortn.
Hijo! Agrrate!
No puedo, padre!
No fue as.
Cuando Juan fue a coger carrerilla, las tablas de madera bajo sus pies se
desprendieron de los apoyos. Su pie derecho se hundi no encontrando fondo, y
por mucho que intent apoyarse en el otro, no vali para nada.
Sus ojos se humedecieron y el color ocre de sus ojos se volvi oscuro como la
penumbra de la montaa. Fortn enmudeci, sus msculos se tensaron y sinti
como si alguien, dentro de l, recorriera su cuerpo. Y el brillo de sus pupilas se
apag.
El accidente del andamio caus otras siete muertes ms, adems de decenas
de heridos, algunos de ellos de gravedad. La indignacin corri por la aldea como
una plaga, hombres y mujeres buscaban, necesitaban, alguien a quien echar la
culpa. Sin saber con exactitud de dnde brot la idea, empez a propagarse una
descabellada historia que afirmaba que el culpable de la catstrofe haba sido el
maestro de obras.
En el establo tenan claro que l haba construido mal los andamios, entre las
mujeres lo que se deca era que despreciaba tanto a los trabajadores que no le
haban importado las muertes. Otras lo acusaban de borracho y de haber
planificado aquel andamio bajo los efectos del vino. Se lleg a or que hasta le
interesaba aquella demora para poder sacar ms monedas al rey.
Por si fuera poco, corra un fuerte viento que golpeaba con fuerza y que
cercenaba todava ms el criterio de los hombres.
Saba que te esconderas aqu pronunci una voz oculta en algn rincn
de la torre.
Qu quieres de m?
Qu? Qu soy para ti, viejo? Dilo! Siempre mirndome por encima del
hombro, con esos aires de grandeza, y resulta que no eres mejor que yo.
No tienes ningn derecho a...
Lo cogi del cuello y sac la mitad del cuerpo fuera de los ventanales.
Te lo dir, te lo dir...
El sol era tan solo un recuerdo lejano en Loarre. El cielo llevaba varias
jornadas llorando. Los caminos estaban embarrados, la aldea embadurnada de
lodo y fango, los tejados de las cabaas no soportaban tanta lluvia, y sus
pobladores a duras penas podan tapar las goteras. Los animales no podan salir a
pastar y los hombres llevaban das sin cazar. Aquella semana aciaga tena que
terminar con la sepultura del lombardo. Todos coincidieron en que se haba
quitado la vida asediado por la culpa. Con su fallecimiento, los rumores no dejaron
de crecer, pocos dudaban de que l haba sido el responsable del derrumbamiento
y que, incapaz de asumirlo, se haba arrojado al vaco.
Lo que no compartan todos era la alegra por una muerte as. Era una forma
de justicia, pero de una justicia sin sentido, pues el lombardo estaba arrepentido y
ahora, sin l, no saban qu sera de las obras del castillo y, por ende, del futuro de
la aldea y del suyo propio.
Oy un crujido a su espalda.
Supo al instante que no era casual, que algo o alguien merodeaba tras l.
Estaba demasiado cerca del pueblo, no poda ser un lobo, as que...
Cogi una piedra de buen tamao que haba a sus pies, busc el momento
adecuado.
Un nuevo crujido.
Ahora.
Quin anda ah?! grit con el brazo que sostena la piedra extendido.
Sal quienquiera que seas!
Entre las sombras del bosque surgi un individuo vestido con hbito y
capucha. Dio varios pasos con las manos abiertas y se las llev despacio a la
cabeza, liberando su rostro.
T? Qu haces aqu?
Fortn record la ltima vez que haban estado a solas y se alegr de tenerlo
de nuevo a su lado en esos momentos. Esta vez no llevaba la capucha puesta y
pudo ver con claridad su mirada oscura y sincera.
De qu ests hablando?
Cmo! Ests loco, quin iba a hacer una cosa as? Por qu?
No, eso no puede ser. Quin va a ser capaz de tal cosa en Loarre?
Todos vivan del castillo. Sin l, la aldea desaparecera, los sueos de tierras
se esfumaran. La incertidumbre le estaba torturando, necesitaba dormir, evadirse
del mundo real por unas horas. Pero las pesadillas y el desvelo le rodeaban.
Poco a poco el dolor desapareci, se sent sobre el jergn con el rostro entre
las manos. Quizs ahora podra dormir, quiz la tristeza le diera un respiro aquella
noche. Pero entonces oy dos golpes secos, alguien llamaba a la puerta de su casa
en medio de la noche.
Quin eres?
Salvarlo.
Proteger, de quin?
Es normal, para qu estn los amigos sino para pasar una noche en vela?
Qu sucede?
Por el castillo?
Claro que por el castillo carraspe, vers, hay muchos que hablan de
irse.
Malditos cobardes!
Fortn, es normal, qu vamos a hacer ahora? No tenemos maestro de
obras, y el nico que podra haber continuado de algn modo era tu padre y
adems... Luego est lo del libro.
Libro? Fortn tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para contener sus
emociones.
No! Por qu dices eso? A saber qu hizo ese viejo con l, puede que se
lanzara con l al vaco y se haya perdido, o que lo hubiera escondido. La verdad, no
lo sabemos. Fortn se eriz cuando se percat de que su amigo hablaba en plural
. De todos modos, lo que quera decirte es que yo tambin me voy y me gustara
que vinieras conmigo. Ya nada te ata aqu, es ms, lo mejor que podras hacer es
abandonar este maldito lugar.
No s, Javierre, no esperaba...
Javierre, yo...
S que la muerte de tu padre tiene que ser un dolor terrible, del que te
costar recuperarte. Tambin para m, Juan era un gran hombre. Pero debes
continuar, amigo mo. l lo hubiera hecho, verdad?
S, desde luego.
Fortn contuvo un suspiro, que se le meti tan adentro que todava se hizo
ms ingente y difcil de ocultar. Mir de reojo a su jergn, se mordi el labio
inferior y las piernas empezaron a temblarle.
Seguro que el lombardo se tir con l desde lo alto del castillo, t viste el
cadver, no tena alguna hoja o algo?
Eso parece.
Creo que voy a intentar echarme a dormir, con tus buenas noticias seguro
que logro conciliar el sueo. Y Fortn le dej libre el paso hacia la puerta,
invitndole a marcharse.
Muy bien, maana pasar a buscarte. Ten todo preparado, cuanto antes
lleguemos a Marcuello ms fcil ser encontrar trabajo.
El novicio se alz tras el jergn con el libro entre los brazos. Se qued de pie
frente a l, ni afloj aquellas pginas, ni dijo nada ms.
De ninguna manera.
Tu amigo fue quien afloj las bridas del andamio y serr los tablones.
Lo dijo tan rpido y directo que Fortn tard en reaccionar. Solo cuando el
eco de esas palabras retumb en su mente y las entendi una a una, se percat de
la gravedad de la acusacin.
Se detuvo.
O unos gritos al poco de irme, pens que estaras en problemas. Veo que
no me equivocaba.
No dejes que coja el libro! grit ella desafiante, casi escupiendo las
palabras.
No.
Javierre abri su manto y mostr, para sorpresa de todos, que colgada del
cinturn llevaba una vaina de madera, recubierta de cuero bien labrado.
Desenvain una espada de arriaz recto y pomo en forma de nuez. El sacerdote se
puso en guardia y levant el garrote que siempre le acompaaba.
El religioso lanz dos golpes contra l, que fueron detenidos con la espada.
Para despus contraatacar con dos movimientos, anulados de igual manera por el
cura. Este volvi a lanzar un feroz golpe que solo encontr el aire por encima de la
cabeza de Javierre. El hijo del pastor prob de nuevo suerte con su filo y esta vez
encontr el muslo del sacerdote, al que propin un tremendo tajo por el que pronto
rebos sangre.
Javierre la lanz contra el muro con toda su fuerza. Dolorido por la piel
desgarrada an tuvo tiempo de atacar al cura antes de que pudiera hacer nada.
Pero esta vez fue Fortn quien lo detuvo, cogindole por la espalda y poniendo la
punta de un cuchillo en su cuello.
Qu?
Vete de aqu.
Sali corriendo, tan atolondrado que casi se tropez con Poniente, que
deambulaba por all.
No har falta, Javierre tena razn. Soy libre, debo buscar mi destino y s
que gran parte de l est en ese libro. Lo cogi entre sus manos. Debo
aprender a leerlo para as poder terminar algn da el castillo que empezaron el
lombardo y mi padre.
Entonces marcha al otro lado de los Pirineos. Busca a los lombardos, si vas
con el libro te aceptarn le dijo el sacerdote.
Es posible eso?
S, explcales lo sucedido.
Vamos, Fortn, mrchate antes de que sea demasiado tarde. Dudo de que
Javierre fuera el nico esbirro de Marcuello infiltrado en Loarre.
Entr de nuevo en su casa y envolvi el libro con las mismas telas que lo
haban trado, cogi una bolsa con algn enser, la poca comida que tena all y la
espada. Camin hasta el umbral de la puerta y lanz una ltima mirada al
sacerdote y a la muchacha.
Cmo no me he dado cuenta antes?, se dijo a s mismo antes de perderse
camino al norte.
Fortn abandon Loarre por el camino que cruzaba la sierra hacia el valle
del ro Garona. La decisin estaba tomada, tal y como sola decir su padre: haba
que mantenerla. Necesitaba marcharse de aquel lugar. Antes de que se alejara
demasiado, alguien sali a su encuentro.
No lo sabes todo, Ava. Por ahora creo que la mejor manera de cumplir esa
promesa es alejndome de Loarre.
Y yo? Y nosotros?
Hombre?
T lo has dicho.
La arquera sonri.
Lo siguiente que sinti fue las ganas de Fortn por poseerla. La arquera
separ sus labios y dio un paso hacia atrs, dejando al joven con una evidente
excitacin.
No es el momento, ni el lugar.
Pero t...
Por qu? La voz de Ava son rota, como si le costara pronunciar las
palabras. Qu es tan importante?
Es cierto, yo lo concluir.
Claro que s, mi padre muri en una de ellas afirm con una inusual
firmeza, para despus levantar bien la cabeza, con la espalda bien recta. Hasta
pronto, Ava.
Se ha ido.
Pero pens que se iba por temor al seor de Marcuello afirm Eneca.
Se va solo.
No, estaba muy sola, la soledad es siempre igual. Y no hace falta estar sola
para conocerla advirti con fuerza en sus palabras. Aqu, rodeada de gente,
una tambin puede sentirla.
Eneca abandon el templo, por fin se haba deshecho de sus ropas de novicio
y vesta como lo que era, una mujer joven. Incluso en la confusin que se viva en
Loarre aquellos das, con la mayora de trabajadores marchndose, la gente se fij
en ella. La miraban como si fuese un ser extrao, una criatura de las montaas. No
encontr un pice de compasin en los rostros de los que partan. Eneca saba que
la llamaban todo tipo de cosas a sus espaldas, pero ella poda resistirlo, porque en
el fondo estaba feliz, por fin haba abandonado su disfraz.
Si te quedas, te matarn.
Djame.
No me toques!
Pasaron dos das. Cuando se sinti con fuerzas Eneca se incorpor del
jergn. El sacerdote la haba cuidado, creyendo que sufra nuseas y fiebre por
culpa de algn alimento en mal estado que haba tomado en el bosque. Ella no le
cont la verdad, esper a estar sola y sali de Loarre sin avisar de su escapada.
Avanz por un sendero que rodeaba la sierra hacia el valle a espaldas de Loarre.
Una ruta que comunicaba Pamplona con el resto de territorios cristianos. Artal la
segua muy de cerca, como si se alegrara de ver que su ama hubiera abandonado el
hbito de novicio. La capa oscura que llevaba sobre la saya no le diferenciaba tanto
de su anterior aspecto, era su rostro el que haba cambiado, ya no lo mantena
oculto bajo una capucha; tambin la forma de moverse, con la espalda bien recta; el
flequillo despejado, y sus ojos, eran ellos los que hacan que todo fuera distinto.
Aquella mirada que llevaba tanto tiempo oculta se haba revelado por fin. Su
profundidad dotaba de una singular armona al resto de su cuerpo. Pareca ms
alta, ms lista, ms mujer. Y lo era, nadie que se cruzara con ella podra negar que
tena una belleza atemporal, pausada, tranquila, pero no por ello menos atractiva.
Hizo noche en un abrigo en la antesala del valle. All, sentada alrededor del
fuego, con Artal tumbado a su lado reclamando alguna caricia, no pudo evitar
recordar a Nunila. La hechicera, la bruja, el hada, aunque para ella era la mujer que
la salv cuando se encontraba sola. La persona que le comenz a ensear las
propiedades de las plantas, aunque el sacerdote tambin haba colaborado despus
en ese aspecto.
Nunila era la amiga que muri a sus pies, que solo pens en salvarla cuando
ella se desangraba en las aguas de aquel ro, el mismo al que se diriga ahora.
Porque se lo haba pedido al sacerdote y este haba accedido a regaadientes. Eneca
necesitaba hacer esa visita antes de volver a Loarre.
Durmi bajo las estrellas, como haca antao, sobre todo en los solsticios, en
el da del sol quieto, aquel en el que durante varios das, la altura mxima del astro
no vara al medioda. La jornada con menos horas de luz del ao. En los inviernos,
Venus y Marte son fcilmente visibles mirando hacia occidente, tras la puesta de
sol, y Saturno se observa entre oriente y el medioda, antes del amanecer. Jpiter se
contempla entrada la noche. Pero quedaba mucho para el invierno, aunque ella
estaba convencida de que esta vez sera largo, no durara unos pocos meses, no. El
invierno que se aproximaba se alargara hasta una fecha indeterminada, pues la luz
haba abandonado aquellas tierras montaosas. Por esa razn, necesitaba hacer
aquella visita.
La joven se arrodill, cerr los ojos y sac unas hierbas de su alforja. Tenan
unos tallos fuertes y rectos, con flores de color amarillo, de tamao pequeo, con
cuatro ptalos ondulados y racimos en los extremos.
Las verti en un pequeo cntaro que tambin portaba y bebi con tristeza.
Eneca esperaba estar haciendo lo correcto.
Aquella noche, el abrigo donde durmi tambin se ti de sangre.
29
Fortn haba recorrido un largo viaje para llegar al valle de Arn, siguiendo
el curso del ro hasta confluir con otro cauce mayor, el del ro Cinca, justo bajo una
plaza amurallada: LAnsa. La poblacin ms importante del condado de Sobrarbe.
En lo ms alto se divisaba la esbelta torre de un castillo que le son familiar, como
un eco del pasado.
Junto al ro, los campesinos sembraban los ajos, con una luna menguante,
para recogerlos despus en San Juan. Tambin se cortaba la madera en menguante,
casi todo se plantaba y sembraba en aquella fase de la luna.
l haba estado por aquellos lares de nio, cuando buscaba fortuna junto a
su difunto padre, camino de Abizanda. Esta vez no volvera a descender hacia el
medioda. Segn averigu en Boltaa, haba todava una cuadrilla de lombardos
trabajando en la catedral de Roda, en el valle del ro Isbena. Hacia all se diriga,
quiz pudiera trabajar con ellos, esa era su intencin en aquellos momentos.
Haba odo a veces historias antiguas sobre hombres que adoraban a las
piedras y pens que quizs aquella fuera una de esas divinidades ancestrales. Se
sent frente a ella y busc recogimiento. Abri sus alforjas y sac un objeto
envuelto con una recia tela de camo: era el tratado de arquitectura del lombardo.
Comenz a hojear las primeras pginas, intentando leer las anotaciones. Tuvo que
rendirse a la evidencia, su conocimiento del latn no daba para mucho ms que
para comprender pocas palabras. As que diseccion los grabados, absorto en cada
uno de ellos, y con ayuda de los dibujos, su paciencia, su determinacin y su
escaso latn, fue descifrando los secretos del libro.
Camin hasta el templo, donde encontr unos andamios cerca del bside.
Sobre ellos, media docena de peones trabajando y en la base, el maestro de obras
diriga las labores grito en boca.
Cmo dices? dijo sin acento extranjero. Lombardo! Es que ests mal
de la cabeza?
Se puede saber de dnde sales t, te parecer poco que nos hayan dejado
aqu con la catedral sin terminar? Tuvimos que venir desde Pamplona por orden
del rey Sancho, que en paz est, y ahora que se ha muerto todava seguimos
intentando enmendar lo que esos miserables dejaron a medio hacer.
Yo soy Fortn.
Maldita mi suerte, cmo hemos permitido tal burla? En Loarre nos han
dejado sin nada, lo perderemos todo... Fortn forz sus ojos y torci el gesto, en
una sublime interpretacin.
Pedro solt todo tipo de pestes contra los trabajadores, les recrimin su
torpeza y a punto estuvo de coger a alguno por el cuello. Fortn pronto entendi
que aquellos hombres distaban mucho de ser hbiles constructores. Pero teniendo
en cuenta que aquel templo haba sido obra de los lombardos, no dud en husmear
en su interior. Estaba estructurado a base de tres naves de cuatro tramos,
articuladas por medio de dos pares de recias pilastras exentas sobre las que
volteaban amplios arcos.
Esos lombardos queran construir una cripta, por eso hay vanos en el
bside, y yo no comprenda la razn. En Pamplona siempre hemos hecho las
iglesias con amplios espacios interiores, sin divisiones en altura. Eso es una
completa prdida de tiempo y esfuerzo.
Fortn salud a dos religiosos que oraban cerca del presbiterio y avanz por
el templo hasta detenerse en un acceso subterrneo.
San Valero. Sus restos todava no descansan aqu, pero aseguran que se
encuentran cerca de Roda. No paran de buscarlos, digo yo que darn con ellos ms
pronto que tarde. Por si acaso est todo preparado, ya sabrs que san Valero y san
Vicente van siempre unidos. San Valero fue obispo de Saraqusta cuando era
cristiana.
De la Ciudad Blanca?
Es que me has visto cara de cura? Para qu voy a saber yo esa lengua?
La capital del condado era una ciudad prspera, la mayor que haban visto
sus ojos. Protegida por una cerca de sillarejo, tena casas de piedra, varias iglesias y
un concurrido mercado. Pero, sobre todo, aquella ciudad tena una catedral que
estaba, a tenor del estado de las obras, terminando de edificarse. Fortn se
encamin hacia la base de los andamios y qued pensativo observando los
trabajos. Cmo le recordaba aquella situacin a la vivida con su padre a la llegada
a Abizanda. El bullicio de los oficios, el martilleo de los carpinteros, el golpear del
herrero en la fragua, los maderos y sillares transportndose de un lado a otro.
Fortn se volvi con cautela y encontr un rostro arado por el tiempo, con
esquirlas de fortaleza en l, pero agarrotado y baldado por los aos.
Es una amenaza?
No quiero los.
A m?
Y qu gano a cambio?
Sabr ser generoso, confa en m. Tenerme como amigo puede serte muy
til. Yo conozco todos los caminos de aqu a Barcelona o, si lo prefieres, hacia Len
o Astorga. Hice el Camino de Santiago hace aos y tambin viaj al otro lado de los
Pirineos, he estado en Toulouse, Lyon y Pars.
Fcil! El qu?
Maldito bastardo!
Ese es mi problema.
Os juro que...
Eso es.
Pensaba que ya haban abandonado estas tierras, que todos las haban
abandonado.
Por eso has venido. Liber la presin del cuchillo en su cuello. Dices
la verdad, aunque no entiendo un detalle, por qu piensas que te van a permitir a
ti, precisamente a ti, concluir el castillo? Sobre todo, si es tan importante como
aseguras.
No, asesinados.
Un malnacido.
Alguien prximo, verdad? Uno debe tener cerca a sus amigos, pero
todava ms a sus enemigos. Eso s, hay que ser precavido, la espalda siempre bien
cubierta y los ojos bien abiertos. Y de manera sorprendente, recogi su arma.
Si te ayudo, qu gano yo a cambio?
Si creis que voy a pediros ayuda estis loco.
Quines son?
Fortn dio un trago, era vino, pero del bueno. No esa porquera de brebaje
aguado que beban en Loarre.
No, debera?
Y Saraqusta?
Deteneos! Qu hacis?
Eres un joven peculiar, de verdad crees que los lombardos van a acceder a
ensearte? Permteme que lo ponga en duda le increp, cogindole el vino.
S que lo harn.
Peculiar, muy peculiar. Solt una risa burlona. Anda! Bebe y sonre
un poco. O vas a hacer que me arrepienta de no haberte rebanado el cuello. Le
dio una palmada en el hombro. No me tomes en serio, bebe y psame la jarra
que estoy seco.
Toma, bebe, bebe! Que parece que tienes miedo al vino. Esto es la sangre
de Cristo, una bendicin!
Vaya, vaya coment otra voz, parece que nos vamos a divertir.
Yo...
Quin?
Por qu me segus?
De qu ests hablando? Dnde est ese amigo tuyo franco?
Con qu motivo iba a querer ese rufin verse con los lombardos? A la
vez que lanzaba la pregunta, aquel hombre solt a Fortn y avanz hacia el centro.
Vallferosa.
Tenis agua?
Bueno, la venganza es una razn tan buena como cualquier otra para vivir
coment, pero como no espabiles...
Yo ya no s qu hacer...
S, claro. En la frontera con los moros, por qu preguntas por ese lugar?
El viejo sonri.
Estaba tiritando, con el fro calado hasta su alma, cuando abri los ojos y
deslumbr un disco dorado entre el mar de niebla. Se incorpor y camin hacia l,
sin saber durante cunto tiempo lo hizo, pues lo siguiente de lo que fue consciente
era de que haba alcanzado un camino. Cogi entre sus manos la tierra machacada
por el paso de la gente y quiso rer, pero apenas tena fuerzas para ello.
El cielo termin de abrirse a media tarde, con las esperanzas recuperadas vio
que se acercaba, avanzando con dificultades, una carreta con piedra de cantera,
tirada por dos caballerizas extenuadas. No haba nadie quien le acompaara, solo
el hombre que las guiaba con ayuda de una vara. Esper el momento adecuado, y
salt a la parte trasera con cuidado de no ser descubierto. Preparado por si tena
que huir, viaj en ella hasta ascender un pronunciado sendero y alcanzar una
explanada. En cuanto oy voces, se arri del carro y se ocult en unos matorrales.
Desde all, descubri algo que le dej sin habla.
Jams pens que fuera posible lo que estaban viendo sus ojos, una torre de
mayor altura que la de Abizanda, y lo todava ms sorprendente: de base circular.
No tuvo dudas, aquello tena que ser Vallferosa, pues tal maravilla solo
poda ser obra de los lombardos.
Dnde est?
Lo han robado.
Y su dueo?
Muchos son los que pretenden robar nuestro saber y t... t solo eres un
estpido muchacho advirti el maestro de obras ms joven.
Entonces me ir, seguro que hay quien quiere tener ese libro en su poder.
Nunca puedes saber quin te traicionar, eso lo tengo muy claro. Pero de
igual manera, soy consciente del enorme valor del libro y a todos nos conviene
encontrarlo. Aqu me tendris vigilado, podris comprobar mi vala.
Creo que la respuesta a esa pregunta est aqu mismo. Los lombardos se
miraron contrariados. Convocad a todos los trabajadores y habitantes de
Vallferosa.
Al atardecer, los hombres de armas haban reclutado a todas las gentes del
emplazamiento, que formaban en filas alrededor de la poderosa torre de piedra.
Los lombardos acompaaron a Fortn hasta el centro de la explanada donde se
hallaban. El muchacho escrut uno a uno a los presentes, hasta que se detuvo
frente a una pareja peculiar: un hombre esbelto y fortachn; y otro escueto y de
aspecto peligroso.
Dicen que llegaron aqu pensando que ese Carlos vendra para vender el
libro a los maestros de obras.
Y por qu no ha aparecido?
31
Quiz los lombardos pensaron que al ignorarle menguaran sus deseos; sin
embargo, Fortn no vio aquello como un castigo, sino como una oportunidad. Con
lo que entenda del latn poda seguir una parte importante de las conversaciones
de los lombardos. Adems, tena acceso a los dibujos de sus pergaminos y, sobre
todo, tena la opcin de observar la manera en que los llevaban a cabo. Mirndoles
dibujar, aprenda en silencio.
En pleno verano se trabaj sin descanso. Haba que aprovechar todas las
horas de sol. Sin embargo, cuando mejor parecan ir las cosas, fue llamado a
presencia de los lombardos.
Es cuestin de tiempo.
No, te aseguro que no. Aunque no lo confiesen, todos los hombres quieren
ser reyes. El poder les corroe, lleva hacindolo desde que Dios nos cre. Por ese
motivo es tan escasa e importante la confianza, pero... en quin puedes confiar
hoy en da? Cmo sabes que alguien no te traicionar? La palabra de un hombre
debe ser sagrada y en cambio...
No creo que eso sea posible afirm Fortn con pesadez en sus palabras
. Los hombres carecen de honor en estos tiempos.
Vi en la visin los caballos y los que cabalgaban sobre ellos, que tenan
corazas color de fuego, y de jacinto y de azufre; y las cabezas de los caballos eran
como cabezas de leones y de su boca sala fuego, y humo, y azufre intervino de
nuevo Mario. Dentro de muy poco, caballeros cristianos de reinos enfrentados
lucharn codo con codo frente al infiel y acabaremos con el mal que asola nuestro
tiempo.
Hay cosas peores que la muerte. De todos modos, dentro de dos das
partiremos lejos de aqu, una nueva fuerza se est expandiendo al otro lado de los
Pirineos.
Fuerza?
En gran parte ayudada por el hasto y rechazo del pueblo hacia todo lo
que ha tenido que soportar tras el gran Carlomagno aadi el lombardo ms
joven. Ha sido un largo y oscuro tnel, del que Cluny nos est sacando. Se ha
hecho cargo del movimiento peregrino hacia Santiago de Compostela, pretende
jalonar su recorrido de monasterios y albergues, en los cuales la iconografa de
capiteles y tmpanos sirvan para instruir al peregrino en el conocimiento de la
Historia Sagrada, en sus formas de comportamiento y en los premios y castigos
que recibiran segn su forma de vivir.
Cluny est preparando los mejores maestros de obras, por esa razn nos
movemos al Condado de Tolosa y t nos acompaars.
Y el libro?
Yo reunirme con el conde, para qu? Nunca me recibir, solo soy el hijo
de un carpintero.
Y el tenente?
Lo har.
Ira con ellos, cmo no hacerlo? Pero estara alerta. Los tiempos del imberbe
Fortn eran tema del pasado, las cosas haban cambiado.
Una vez en el otro lado de las montaas, continuaron a travs del valle de
Arn, entre los picos ms altos de aquellas montaas, siguiendo el cauce del ro
Garona.
Viajaron durante varias semanas ms, hasta llegar a una abada rodeada por
un extenso burgo. Era ya verano y all se estaba construyendo la nave central de un
moderno templo. La pareja de lombardos se dirigi hacia las obras, donde fueron
recibidos con efusividad por uno de los constructores que diriga las labores.
El arco.
Por qu motivo?
Muchacho, vas por buen camino. Sin embargo, ten en cuenta que siempre
ser mejor un arco completo, hazme caso.
Exacto, cuando se entra en una iglesia o una catedral, todos los elementos
del edificio tienen una funcin, todos estn ideados para soportar que los altos
muros y que los techos sean slidos. Tenlo siempre en cuenta, si algn da
construyes un templo, piensa primero en cmo vas a cerrarlo, ese ser a menudo tu
principal problema. La pregunta a la que debers dar respuesta, y la contestacin
ser o una bveda de can o una de arista. No hay ms opciones, a no ser que...
Precisamente por eso, quiz no debemos ser tan osados y querer llegar tan
alto, no crees?
Entre todas aquellas alegres mujeres, hubo una que se qued mirndole
unos instantes, lo suficiente, y luego desapareci con el resto.
Perdonad.
Ya veo, por ahora cntrate en dibujar bien este alero dijo, sealando el
pergamino, si no, jams podrs cumplir tus deseos, te lo aseguro.
Con la llegada del buen tiempo, Fortn hablaba con soltura la lengua de los
lombardos y era un dibujante aplicado. Se manejaba con todas las herramientas
constructivas y, por tanto, contaba con ms tiempo para indagar sobre cuestiones
ms tangenciales. Acostumbraba a hablar con los peregrinos que pasaban por
aquella poblacin direccin a Toulouse, por el Camino de Santiago. Le
entusiasmaba conocer a gentes de lugares de los que ni siquiera haba odo hablar.
Ellos agradecan algo de compaa y conversacin, puesto que el trayecto era duro
y Santiago quedaba an muy lejos de all. Los acompaaba hasta la fuente cerca del
mercado y despus volva por el camino de las lavanderas hasta la ermita, para
luego ir directo hacia la iglesia.
S susurr.
No me pegues.
Envidia?
Al demonio.
A esos los temo yo, te lo aseguro. No, la gente teme lo que no entiende. Y
me temo, que no pueden comprender cmo un cro como t puede ser tan bueno
tallando, por eso te han atacado. Cuando sentimos temor, los hombres
respondemos con violencia, de todo tipo.
No se haba marchado, pero con el paso del tiempo sus ojos haban perdido
parte de su azul y su melena era menos rojiza, hasta las facciones de su rostro se
haban difuminado.
A los cuatro das, no pudo evitar ir a buscar a la nueva mujer que le robaba
el sueo. Para su desdicha, la encontr.
Fortn tuvo que marcharse, hubiera sido incapaz de decir nada cuerdo, nada
de lo que no arrepentirse luego.
Aquella noche fue larga y hmeda, apenas durmi por mucho que lo
intent. Arda por dentro, estaba enfermo, posedo por la peor de las lujurias. Se
desahog l mismo y encontr una calma tenue en la que conciliar el suelo unas
horas. Al da siguiente, volvi a verla y regresaron el calor y las palpitaciones. Lo
peor es que esta vez no pudo disimularlo.
Fortn, deja de mirarla que se te van a salir los ojos le recrimin uno de
los trabajadores.
l asinti.
Fortn se atragant con sus deseos, pero consigui tragrselos. No estaba all
para amoros, sino para aprender y a eso deba dedicar todo su tiempo. Solo para
eso. Se convenci a s mismo de ello, volvi a dormir con soltura y disfrutar del
trabajo, aunque siempre tema encontrarse con ella en el pueblo, o verla desde lo
alto de los andamios que cubran por entonces el bside de la iglesia. Por fortuna,
aquello no sucedi en los das siguientes. Tanto es as, que hasta pens en que ella
podra haber abandonado aquel lugar, se habra marchado a la judera de alguna
ciudad importante, a Toulouse o Narbona.
Qu sucede?
Fortn dibujaba a la luz de una solitaria vela, que apenas poda oponer
resistencia a la oscuridad de la noche. Trazaba los planos de la nueva Loarre. Si, tal
y como Octavio le haba avisado, a su vuelta encontraba la fortaleza en ruinas,
tendra que rehacer gran parte del proyecto original del lombardo. Aquello no le
asustaba, ya no. Solo necesitaba plasmar sus ideas en el pergamino. Tena que
seguir los consejos de su maestro: no imaginar las cosas, sino hacer que sucedan.
Llamaron a la puerta.
Fortn no la detuvo y ella cerr la puerta. Iba oculta bajo una capa oscura,
atada al cuello por una tira de cuero. Dio varios pasos, dndole en todo momento
la espalda. Lleg hasta el final de la estancia y solt la capa, la prenda resbal por
su piel hasta dejar al descubierto su turbadora desnudez.
Pero lo era.
Lo que ella no saba era que Fortn estaba paralizado y mudo al mismo
tiempo. Que no senta su cuerpo y que mucho menos era consciente de lo que
estaba a punto de descubrir.
Casi no lo crey.
Deambul por la austera estancia, repas con la vista los escasos enseres y se
detuvo frente a la minscula mesa donde Fortn dibujaba.
No, en absoluto. Puede cerrar contra esta pea rocosa sobre la que se
asienta la fortaleza. La altura de la muralla sera solo la suficiente para detener un
avance desde campo abierto, puedes jalonarla de torreones. Eso s, de base circular,
sin esquinas, de esa manera podrn resistir mejor los impactos.
Pasaron un par de das ms sin noticias de ella. Hasta que a la semana, uno
de los hombres de armas le cont que la juda se haba marchado en direccin a la
costa.
Fortn no logr entender qu haba sucedido. Por qu se haba marchado?
Por qu se haba metido aquella noche en su cama para luego irse? No tena
sentido y, sin embargo, eso era lo que haba sucedido.
Lo s.
Los equinoccios.
En los equinoccios es en los nicos das en los que el sol sale exactamente
por oriente y se pone por occidente. Y en los solsticios, el lugar por donde emerge
se aleja del punto cardinal. Hacia el norte, en el vernal, y hacia el medioda, en el
otoal.
De qu estis hablando?
No, no solo entre nosotros. Eso no tendra sentido, pero para aceptar a un
extranjero, debemos someterle a todo tipo de pruebas y cuando digo eso, me
refiero a modos de certificar su vala que en ocasiones son muy duros. Mario
sonri. Fortn, si te he provocado de manera tan desagradable, si he sido cruel,
hasta despiadado, ha sido para endurecer tu carcter. Octavio y yo llegamos a la
conclusin de que tena que ser as. T tenas cualidades, pero te faltaba carcter,
confianza, haba que reforzar tu seguridad en ti mismo.
S, como parte de tu formacin. Hace tiempo que ese libro nos da igual. El
viejo lombardo lo utilizaba porque empezaba a fallarle la memoria, a lo largo de su
vida se excedi con la bebida y otros malos hbitos, y eso se paga, siempre se paga.
Mir al cielo y observ las mismas estrellas que iluminaran ahora las
murallas del castillo de Loarre.
No estabas preparado.
Por supuesto que no bamos a permitir que el tratado ms antiguo del arte
de construir estuviera en unas manos cualquiera. Quien te lo rob era astuto, pero
tambin codicioso y los lombardos no llevamos siglos protegiendo nuestros
secretos sin tener que tratar con gente de su calaa, sabemos cmo atraerles y
tambin la manera de engaarles.
No solo fue Mario duro contigo, yo tambin. Con ese motivo fui
ponindote otras pruebas, que t ignorabas, como aquella mujer que fue de noche
a tu casa.
La juda!
No, yo no puedo...
Una vez al otro lado de los Pirineos, sinti cierta nostalgia, estaba de vuelta.
An quedaba mucho camino por recorrer, pero la suerte ya estaba echada.
Cansado del viaje, decidi permanecer all. Los monjes que lo regentaban
precisaban de trabajadores para reparar la nica zona del edificio que utilizaban.
As que ocult su nombre y conocimientos, y decidi ganarse la vida como un
simple trabajador. No tena sentido seguir caminando, era mejor aguardar e
informarse de la situacin.
Los das se hicieron eternos, el trabajo era repetitivo y poco agradable, los
religiosos hablaban poco, siempre orando. Las gentes que trabajaban las tierras y
ayudaban en las obras eran oscuras y poco amigables, incluso haba un pobre
desgraciado que padeca algn tipo de locura, andaba siempre saltando y riendo.
Sola acercarse a Fortn y permaneca en silencio, mirndole hasta que Fortn lo
echaba; en otras ocasiones, estallaba en risas, de forma estridente.
Quin eres?
El cantero mir los muros del monasterio y se march con la mirada fija en
ellos. Fortn qued intrigado y pens en la ltima vez que haba redo, ya no lo
recordaba. Isidoro se march sin decir nada ms, mientras el loco corra a su lado.
Quiz le estaba dando las gracias a su manera.
Al salir del templo, vio al escultor dirigirse hacia el ro. Lo sigui por
curiosidad y se extra al verle adentrarse en el bosque y volver hacia atrs, hasta
una zona cercana al complejo monstico, pero en cierto modo, oculta.
All destap una gran piedra escondida por la maleza y dispuso las
herramientas que llevaba en sus alforjas. Comenz a golpearla con el puntero de
forma oblicua, a la vez que vaciaba algunos huecos a base de trabajo de cincel.
No aguant ms.
Claro que no, puesto que t no eres un pen de obra: he visto tus dibujos.
Me has seguido!
Y t a m! Qu ests haciendo aqu? Isidoro le haba descubierto.
T? A qu?
Y cmo se supone que vas a hacer eso? Te has visto? Seal sus ropas
con la mirada. Eres un muerto de hambre.
Puede que tenga los bolsillos vacos, no lo negar, pero t mismo has visto
lo que puedo dibujar y esto y se seal la cabeza se encuentra rebosante de
ideas. Y estas levant las manos pueden levantar castillos.
Otra cosa es que no lo hubiera intentado, pero por muchos esfuerzos que
haba empleado, le era imposible. As que la nica solucin que haba encontrado
era ignorar su recuerdo, huir de esos ojos cuando se aparecan, de esas manos, de
ese pelo rojizo, de ese cuerpo de pecado.
No.
Por qu? Dime, porque algo querr decir esta obra tuya.
Es una ofrenda.
Por eso te necesito, chame una mano con esto, y yo ir contigo a ese
castillo.
Por eso te necesito: diremos que vas a arreglar las goteras del tejado,
construirs una de esas gras de las que me has hablado, de las que utilizaban en
Loarre, y la ltima noche de obras, la subiremos sin que nadie nos vea. Al da
siguiente quitaremos tu mquina y nadie sabr que est ah.
Es una promesa que hice hace tiempo, mis padres estn enterrados bajo el
suelo de la nave central del templo. Murieron de una terrible enfermedad que les
devor desde dentro, sangraban por la boca, los odos, la nariz, como si un animal
les estuviera comiendo las entraas.
Los monjes me dijeron que era una enfermedad del demonio, que no se
poda hacer nada, que lo mejor era que murieran lo antes posible, pues as dejaran
de sufrir.
Tal y como haba planeado Isidoro, l mismo intercedi ante los religiosos
para permitir la construccin de la gra con la excusa de arreglar las goteras del
templo. Por fin Fortn iba a poner en prctica sus conocimientos. Dibuj los planos
sobre unos pergaminos desgastados por el uso, y con ellos, organiz los trabajos,
para los cuales contaba con un par de mozos que Isidoro haba logrado reunir.
Entre los cuatro comenzaron a levantar el artilugio, no sin las dudas y el
escepticismo de las gentes del lugar. La gra ideada por Fortn planteaba
numerosas dificultades constructivas, y ello provoc que su desarrollo se demorara
varias semanas. Cuando estuvo terminada, ms de uno no se atreva a acercarse a
ella, puesto que su altura y contrapesos la hacan peligrosa.
A la vez que comenzaron los trabajos para desmontar la gra, lleg la noticia
de la llegada a Siresa de un noble. Cuando escuch su nombre, Fortn entendi
que haba llegado su momento.
Antes de que pudiera decir una palabra ms, un hombre se abalanz sobre l
y coloc el filo de un cuchillo en su pescuezo.
Quin eres t? pregunt el noble.
He estado largo tiempo al otro lado de los Pirineos, pero trabaj de joven
en Loarre.
Santo Dios! Pareces cuerdo, pero veo que ests enfermo. No haba nadie
que pudiera hacer tal cosa hace diez aos, cmo para hacerlo ahora que solo es
una ruina!
Por supuesto.
Por decirlo de algn modo, incluso las veneradas piedras de San Juan de la
Pea son unas jovencitas, comparadas con estas advirti Lope de Ferrech,
sealando los muros y la bveda. Este es el vestigio de una poca pasada, hace
casi doscientos aos, estas tierras las gobernaba un conde carolingio que logr
establecerse cuando los infieles estaban en su mximo esplendor.
Y Marcuello?
Fue atacado, otro desastre. Eso sucede por no unir fuerzas, si hubiramos
construido uno solo, quiz lo hubiramos terminado a tiempo. Ahora estn
reconstruyendo Marcuello, pero van lentos, les falta...
Tenis miedo.
No, lo que deseo es construir un castillo para vos y Ramiro, hijo del rey
Sancho.
Fortn has dicho que te llamas, muy bien, escchame: Dios no nos hizo a
los hombres iguales. l supo darnos a cada uno una funcin, para que unos
trabajaran la tierra, otros oraran en su honor y los ltimos defendieran al resto de
sus enemigos. Y en la cspide solo puede haber uno, el rey.
Lo s, mi seor.
S controlarla.
No, no puedes, lo acabo de ver antes. Por mucho menos he quitado vidas.
He conocido a otros como t, con tu determinacin, tu pasin y tu arrogancia. Y
todos ellos terminaron bajo el filo de una espada.
Os aseguro, que ninguno era como yo. Las facciones de su rostro poco
tenan que ver con el imberbe nio de su juventud, ahora era un hombre de aspecto
duro, forjado por los lombardos durante su aprendizaje, haba ganado peso y
fuerza, y eso daba ms poder de conviccin a sus palabras.
No, no lo s.
Muy sencillo, porque creen que es intil, que cualquier castillo que se
inicia al otro lado de los Pirineos es tomado por los sarracenos, o nuestros reinos lo
abandonan antes de terminarlo o mil razones ms. Para los francos, construir un
castillo en nuestras tierras es intil. Fortn mir fijamente al tenente. Mi seor,
dadme la oportunidad de sacarles de su error. Finalicemos la construccin de
Loarre, y desde all, conquistaremos la Tierra Llana.
Ms despacio, todo eso que dices est muy bien. Ni te imaginas las noches
que he perdido pensando en ello.
Me parece adecuado.
S, pero abrazar nuevas ideas, sobre todo si las enva Roma, no est exento
de peligros. El Santo Padre, por mediacin de Cluny, quiere expandir su control
por todos los reinos cristianos. As que debemos tener mucho cuidado, las cosas no
son tan sencillas. T solo eres un constructor, no entiendes de los peligros de las
palabras. Lope de Ferrech suspir y mir al cielo, que se dejaba entrever por los
fallos de la bveda de la nave central. Ve a Loarre y construye un castillo digno
de un rey, ahora debo irme. He venido aqu a poner mi alma en paz con Dios.
A veces tenemos que realizar actos que nos repugnan, pero que no por
ello son inevitables. Fortn, solo somos hombres, vivimos y morimos.
S, pero hasta entonces yo no soy cura ni fraile. Mis votos no son con ellos
sino por mi rey.
Rey?
Mejor que os enteris por m que por cualquier otro: Gonzalo, el hijo
menor de Sancho el Mayor, ha muerto.
A manos de quin?
Eso da lo mismo.
Cmo podis decir tal cosa? Era un infante cristiano!
Siguieron subiendo hasta coronar una nueva cima, y fue entonces cuando el
horizonte cambi. Las montaas quedaron ya solo a sus espaldas. Frente a ellos, un
paisaje hermoso, frtil, rico y llano. Sin embargo, era otro su destino. El primero de
ellos alz su brazo sealando hacia oriente. A lo lejos, alzndose sobre unos riscos
se divisaban las ruinas de una fortaleza de aspecto decadente y tenebroso.
Los reinos se forjan sobre sangre, siempre ha sido as, y siempre lo ser.
No olvides a Ramiro...
Cmo iba a hacerlo! El mayor de los hijos del difunto rey, y nico hijo
fuera del matrimonio. He odo que Ramiro ha logrado asentar su poder en el
condado de Aragn, gobernndolo con total independencia, a pesar de que le debe
vasallaje a su hermano, el rey de Pamplona. Y ha sorprendido a propios y a
extraos proclamndose rey de un nuevo reino: Aragn. Ramiro incluso contaba
con el favor de la reina.
All se dirigieron Fortn e Isidoro. A sus pies haba una ermita hundida y
media docena de casuchas, solo de una de ellas sala un hilo blanquecino. En lo
alto, una estructura defensiva de enorme envergadura, aunque abandonada a su
suerte y a los buitres que la habitaban. Se apreciaba que sus cimientos eran slidos
y sus muros consistentes. Una poderosa torre sobresala del conjunto y al menos
otras tres se vean, algunas de ellas derruidas o desmochadas.
Tan terrible fue vuestro pecado? pregunt Isidoro, que tena el rostro
descubierto.
Ests loco! dijo indignado y levantando la voz, para despus dar varios
pasos hacia el altar. Qu fortaleza? Aqu solo hay un montn de piedras. La
fortificacin se ha perdido, no tiene sentido lo que dices, por mucho que te mande
Ramiro, hijo del rey Sancho.
O no las tengo?
Bien, el antiguo rey, de acuerdo con sus barones y nobles, instaur que los
castillos siempre seran propiedad real y que otorgara tenencias nunca vitalicias de
los mismos explic con detalle. Que poda cambiar a su gusto, o incluso dar el
honor a un gran seor de ms de un castillo.
Ramiro necesita que este castillo se concluya, es vital para el nuevo reino.
Y Marcuello? Por que imagino que recuerdas que est aqu al lado.
Ya no soy ningn nio aclar Fortn con una voz fuerte, que dejaba
claro que los aos haban transformado su cuerpo, y claro que lo haremos. Es
ms, la aprovecharemos para ampliarla y mejorarla.
Por alguna extraa razn, a los hombres les resulta poco gratificante morir.
As que s, huyeron como ratas.
Una tregua.
Entre nosotros.
Y con qu objetivo?
Quin te ense?
Lo s.
Y qu ocurri?
Solo eso? Creo que no eres consciente del peligro que supone poseer unas
reliquias tan poderosas como las de un santo mrtir en un lugar como Loarre.
Hasta ahora, los sarracenos no nos atacaban apenas porque nos consideraban
insignificantes. Si conocen que poseemos las reliquias, no dudes de que arrasarn
Loarre.
Que vengan, los estaremos esperando tras los muros del castillo. Y por
cierto, por qu no habis trasladado los restos a un lugar ms seguro?
Llegado a este punto, supongo que es mejor contarlo todo. Sin duda has
cambiado, quiz sea Dios quien te enva, no lo s, pero te dir lo que s s. Lo que el
Papa desea con la instauracin del rito romano es aumentar su autoridad en
nuestros reinos. Muchos de mis compaeros ya han cado en la trampa del Papa. Si
traslado las reliquias a otra iglesia, pueden caer en manos de los traidores de
Roma.
El sacerdote se volvi y observ una sencilla cruz que colgaba del muro del
bside. Cerr los ojos y junt las manos a la altura del pecho, se arrodill y or en
silencio frente al altar donde descansaba la Biblia.
Est en Loarre?
Con el fin del invierno, llegaron a Loarre gentes de estos lugares y muchos
otros. Todos en peregrinacin a la iglesia del interior del recinto fortificado, donde
el sacerdote les reciba, mostrando las reliquias del santo mrtir, y de la que salan
dispuestos a trabajar en la reconstruccin y ampliacin del castillo.
Debes tener cuidado con esas ideas tuyas, Isidoro admiti Fortn.
Pueden traerte problemas.
Lo ves, es el miedo el que controla todo, el que hace que t me digas eso
ahora. El cantero se levant.
Tranquilo. Yo tambin s utilizar el miedo, llevo toda la vida sufrindolo y
he aprendido a sacarle partido.
No tienen nada mejor en que creer, cada uno cree lo que quiere o puede, es
as de sencillo. De todos modos, t ests aqu, no?
Fortn sonri.
No puede ser!
Qu sucede, Fortn?
Ese gato, cuando era joven haba uno igual merodeando siempre por el
castillo.
Ser el mismo.
Es posible.
Y, sin embargo, nada les has dicho a esos infelices sobre quin defender
Loarre. No veo que hayas trado contigo a ningn hombre de armas. Quin nos
defender?
De eso quera hablaros, sacerdote, debo encontrar a Ava, tenis que saber
adnde march.
Ava... el sacerdote carraspe, ella no es la solucin.
Mucho hay que trabajar para ello, adems existen ascuas que no vuelven a
arder, y que se apagaron para siempre.
Luego no imposible.
El tiempo pasa para todos, hasta para las piedras. O no ves cmo se
encuentra el castillo?
Fe.
El nuevo maestro de obras sali al recinto y mir otra vez los muros
inacabados de la inmensa fortaleza. Haba abundante trabajo por hacer y estaba
deseando empezar.
36
Eneca se resguardaba del fro enfoscada con una garnacha sin mangas, que
le quedaba demasiado holgada, pues era una prenda de abrigo ms propia de
hombres. Abri todo lo que pudo sus pulmones al aire fresco de aquellos primeros
das de primavera, cuando la tierra, todava hmeda del deshielo, est rebosante de
vida. A ella le gustaba adentrarse en el bosque si bien no lo haca sola. Tras la
muerte de su fiel Artal, Eneca estuvo muy apenada, pero como si una seal del
destino fuera, aquel invierno pareci por Loarre un comerciante con una camada
de mastines. No lo dud y adquiri el ms pequeo de ellos, que era tan joven que
apenas se mantena en pie por s solo. Pens mucho en qu nombre ponerle, y,
finalmente, opt por el de Tasio.
En las dos ocasiones en que los infieles haban hecho incursiones cercanas,
en lugar de refugiarse en las ruinas del castillo, los cristianos corran al bosque,
ms seguro que la mole de piedra derruida.
Cuando subi el ltimo repecho, crey estar viviendo un sueo, mejor dicho,
una visin del pasado. Loarre bulla de gente, haba carromatos, ganados, nios
correteando, carpinteros, picapedreros, hasta se vea un incipiente mercado
extramuros.
S, s, yo estoy bien.
Un milagro.
Contadme.
Dnde est?
Tambin rez sobre la tumba del lombardo. Por extrao que parezca, estuvo
ms tiempo en la del viejo. Su sepultura estaba cubierta de rocas menudas, cogi
una de ellas y prob su peso con su mano. La dej de pie sobre el resto y la observ
con paciencia.
Es solo una piedra murmur para s. Pero las rocas tambin quieren ser
algo, todos queremos ser algo mejor en nuestra vida. Mejor de lo que somos, mejor
de lo que fueron los que nos precedieron, mejor de lo que hemos sido.
Mir a lo lejos los riscos que rodeaban aquella sierra, tan cerca de los
Pirineos y a la vez tan oculta de ellos por las sierras y valles que la precedan.
Juan... y el lombardo han estado mucho tiempo solos en este lugar dijo
la mujer, te echaban de menos.
No puedes pretender que una mujer te diga cmo es, tienes que
descubrirlo por ti mismo, ya lo aprenders.
Sigues siendo muy callado. Eneca baj la mirada. Dicen que has
regresado para reconstruir el castillo.
A qu te refieres?
Qu?
Que no sea el rey el mayor interesado, que no sea Ramiro el que te apoye,
sino alguien que compite con el seor de Marcuello, como por ejemplo Lope de
Ferrech, l sigue siendo tenente de Loarre, verdad? Es curioso como los seores
cambian, compran y venden nuestra tierra sin preguntarnos a los que vivimos en
ella.
Tambin la ma?
De qu ests hablando?
El maestro de obras diriga todos los trabajos con esmero y mano dura, su
forma de imponer su criterio era respetada. Poco a poco fue logrando ganarse la
confianza de los ms reticentes. Rehzo la misma casa en la que vivi con su padre,
al que no poda evitar echar de menos en aquellos momentos.
Pero para ser honestos, era hacia otra persona hacia la que se dirigan sus
pensamientos con ms frecuencia. Haba maanas en que se imaginaba a Ava
bajando por la montaa, con el arco a su espalda y su melena al viento.
A quien s que vea con frecuencia era a Eneca. La mujer de mirada oscura
era conocida y respetada por todos los habitantes de Loarre y los otros valles.
Curaba, aliviaba y sanaba todo tipo de males, caminando sola a travs de montaas
y bosques. Fortn no saba si era una temeraria o una valiente, o ambas cosas.
El invierno fue corto pero fro. Las obras se reanudaron con el buen tiempo.
En una de las caballerizas de la aldea, unos mulos piafaban exhaustos por el
esfuerzo de tirar de un carro lleno de bloques ptreos. La rueda se haba trabado en
un hoyo del camino y fueron necesarios media docena de hombres para sacarla de
all.
La madera fue ms difcil de conseguir, no por falta de materia prima, sino
por la escasez de mano de obra en las otras aldeas. Las gentes se haban
concentrado en Loarre, pero a su alrededor escaseaban los hombres. La sierra haba
quedado despoblada en los ltimos aos. Sin la proteccin del castillo, estas tierras
se haban hallado demasiado expuestas a razias sarracenas desde los castillos de
Bolea y Ayerbe, y de la propia ciudad de Wasqa. Adems, las promesas de la Tierra
Llana no parecan convincentes despus del anterior fracaso y la competencia de
Marcuello. El rey Ramiro tampoco tena la influencia y el poder de convocatoria de
su padre.
Eneca camin hacia l cargada con una cesta de mimbre llena de frutos rojos
del bosque. Agach la mirada al pasar frente al monje y con el rabillo del ojo
observ su mirada. Acto seguido, remont el empinado camino al castillo, para
entrar en el recinto e ir a la iglesia. Dio dos golpes a la puerta y entr sin ms
demora.
Jean detestaba el aire fro de aquel lugar, el olor a roco, la visin de las
montaas, de los valles y la vista del horizonte sobre la Tierra Llana. Le repugnaba
el polvo del camino y las hormigas e insectos que encontraba a su paso. Le parecan
seres despreciables, abominaciones creadas por el mismo demonio.
Para qu? Qu sentido tiene un ser as?, se dijo mientras esquivaba pisar
una. El mero hecho de imaginarse el crujido de su caparazn le produca una
terrible desazn.
Y los pjaros? Por qu tienen que volar? Qu les permite elevarse sobre
los hombres? Ningn ser debera poder subir tan alto, pens en silencio.
Tasio, ven aqu Eneca apareci corriendo desde el interior del castillo,
no salgas por ah.
Es solo un cachorro.
Jean escrut a la mujer. Su pelo largo y suelto cayendo sobre los hombros le
produjo un profundo desprecio. Sus ropas se cean en exceso, marcando el
contorno de su cadera. Semejante depravacin le dio nuseas.
T quin eres?
No, no lo estoy.
Eso lo has dicho t. Para que haya un pecado, primero tiene que haber
tentacin. Y dime, Eneca, quin es aqu la tentacin?
Una devota cristiana, eso est muy bien. Nos veremos a menudo entonces,
pues he venido para ayudar a vuestro cura con el nuevo rito.
El rito romano?
Por ahora no, pero volveremos a vernos. Ve con Dios, hija ma. Y le hizo
la seal de la cruz, moviendo la mano sobre su cabeza.
La joven march con Tasio hacia la aldea, mientras el sacerdote gozaba al ver
cmo mova su trasero.
En el centro del patio de armas, Fortn diriga los trabajos, dando rdenes a
las distintas cuadrillas. El monje de Cluny se le acerc con parsimonia,
revoloteando en torno a l como un ave carroera.
Yo no lo veo tan claro, pero son los aspectos espirituales los que a m ms
me interesan. Cluny me enva con una misin concreta que es la de supervisar
todos los temas religiosos de Loarre. Es esencial. Este castillo puede ser el lugar
desde donde se recupere la sede episcopal de Wasqa.
Hacis bien en tenerlo claro, voy ahora a ver a ese viejo sacerdote. Luego
quiero hablar con vos sobre otro asunto de suma trascendencia.
Como gustis.
Que el Seor sea con vosotros, hermano! S, soy fray Jean, monje de la
abada de Cluny.
Nos?
Dominios decs?
Solo puede ser rey aquel que es hijo de rey o que es coronado por Roma.
A Loarre?
Lo dudis?
Hay algunos aspectos a tratar, no solo aqu, sino en todos los dominios de
la antigua Hispania. Este reino es un buen lugar donde empezar musit,
amargando el gesto de su rostro.
Qu aspectos?
Lamento or eso.
Mal, muy mal. Habis elegido el camino de la negacin, aquel que solo
conduce al dolor y el sufrimiento recrimin el fraile con parsimonia.
Os equivocis contest el sacerdote dando un paso al frente, mi
camino no es otro que el de servirle a l.
El sacerdote dio la vuelta al altar y apareci por el otro lado con un garrote
en la mano.
Eso ya lo veremos.
38
Sin embargo, no haba ido all para buscar calma, sino consejo, como si Juan
todava pudiera drselo.
Regres a Loarre.
Isidoro diriga las labores de tallado con una disciplina que ya quisieran para
sus ejrcitos muchos reyes. Desde su llegada, no paraba de recibir elogios por sus
habilidades, incluso el cluniacense supo ver ese detalle al poco de llegar.
Hacis mucho ms que eso, vos, Isidoro de Ans, sois el corazn de estas
obras, sin vuestro proceder, estos muros seguiran siendo una ruina. El
cluniacense dio un par de pasos a su alrededor. Creo sinceramente que Dios os
tiene reservado un importante papel en sus fines.
Esa misma noche, Isidoro acudi a una hoguera preparada por los
habitantes de Loarre para celebrar la llegada del buen tiempo. De entre todos los
all presentes, busc a su amigo, sentado en una de las zonas ms alejadas del
fuego.
S, demasiado.
Eso es bueno, no? Porque por el tono en que lo dices, parece que no lo
fuera.
S, claro que lo es. Todos ren y, sin embargo, aqu estamos los dos solos.
Mientras la mayora de los hombres se acostarn luego con sus esposas.
Al menos estamos vivos.
Ves como no sabes nada? Todos queremos a una mujer, otra cosa bien
distinta es que tengamos la suerte de poder estar con ella. Hazte el mayor favor de
tu vida y vete a hablar con ella, no malgastes ms el tiempo.
No es tan fcil.
Maldito seas! Fortn pos sus manos en los hombros del cantero,
sonri y le dej all solo.
Busco a Eneca.
S afirm.
Dnde est?
Por qu ha vuelto?
Le brillaban los ojos. Era un destello inusual, como si una estrella estuviera
dentro de ellos. Fortn supo que era el momento de armarse de valor y jugarse su
suerte en un movimiento.
Y el segundo.
Cuidar de ti.
Tengo tantas para querer hacerlo, como profundos son tus ojos negros.
Porque quiero cuidarte, para no verlos nunca llorar.
Supongo.
Al terminar la tarde, fue al ro, donde saba que Eneca le esperaba. Fue el
primero de sus encuentros furtivos, que se prolongaron durante varias semanas. A
Eneca le brillaban los ojos al verlo emerger del bosque y aquellos apasionados ratos
se convirtieron en lo mejor del da, casi en lo nico que pensaban y poco a poco,
fueron cayendo uno en el otro, y ya no solo se vean de tarde, sino que dorman
juntos, todava en secreto.
Fortn, creo que ya ha llegado la hora de que todos sepan lo que estamos
haciendo.
S contest Eneca.
Despus mir a lo lejos la plaza de Bolea y pens que aquel da era tan
bueno como cualquier otro para que los sarracenos atacasen Loarre. Quiz si lo
hicieran una flecha atravesara su pecho y nunca llegara a casarse con Eneca. Una
flecha.
Volvi la mirada abajo, atrado por el ajetreo que haba cerca de la ermita.
Estir la cabeza para ver de qu se trataba, pero el tumulto era bastante bullicioso.
Hasta que de repente, se abri un claro.
Ava.
Ahora haba reaparecido con toda una franja oscura pintada a la altura de
los ojos, lo que resaltaba todava ms su color. Sobre su hombro derecho, un
enorme arco, y agarrada a su cintura, una aljaba con flechas.
As ser.
Me temo que no, pero eso no es ninguna buena noticia. Tan desesperado
est nuestro nuevo rey? Porque he escuchado que ahora somos un reino.
Has odo bien. Fortn pens lo que iba a decir. Ava, necesito tu
ayuda.
T siempre confiaste en m.
Vaya, s que lo parece por tu tono de voz. Y bien? Qu es eso que tienes
que decirme?
Esta vez el silencio de Ava fue diferente, no meda los tiempos, no controlaba
la pausa, buscaba qu decir, pero no lo encontraba. Fortn supo al instante que
haba desatado una avalancha.
Valiente bufn, me cuentas semejante tontera, como si a m me importara
algo afirm entre signos de desprecio.
Fortn asinti y se march, saba que era lo mejor, saba que no poda hacer
nada. En el fondo, a eso haba ido, a alejarse definitivamente de Ava.
Adnde me llevas?
Avanzaron y la noche les cay encima como una losa de penumbra, pero
aquello no iba a detener a Eneca. Es ms, era en la oscuridad donde se senta ms
libre, y continu guiando a su esposo por la montaa, hasta que este perdi toda
nocin de dnde estaba y con ella la esperanza de adivinar adnde iban.
Sonri.
Juntos entraron, cogidos de la mano, pero una vez dentro, ella se solt y fue
a un extremo, tom un par de piedras y se agach. Comenz a chocarlas sobre algo
que pareca preparado anteriormente, y al poco prendi una llama, que fue
creciendo y con ella, Eneca fue encendiendo diferentes antorchas y velas. La cueva
se ilumin como un cielo estrellado.
Ven.
Con el paso de las semanas todo escaseaba en Loarre, hasta la risa de la que
hablaba Isidoro pareci quedarse congelada en la aldea. Y sin vveres, los que ms
sufrieron la escasez fueron los nios. Los padres les daban las mayores raciones,
pero aun as eran insuficientes para ellos, muchos enfermaban, otros estaban tan
dbiles que no podan ni levantarse. Todo empeor, hasta el propio tiempo, pues el
fro lejos de remitir, aument.
Una noche de enero Loarre fue asolado por una nevada como nadie
recordaba. Del cielo caan copos tan espesos que no dejaban ver a escasos pasos, en
pocos instantes, la nieve lo cubri todo.
Qu va a ocurrir?
Lo he visto, lo he visto!
Va a ser hoy.
Fortn enmudeci.
Cuando se sinti con fuerzas, Eneca sali muy de maana sola al bosque y
camin por el abrupto terreno y varias veces tuvo que descansar para tomar
fuerzas. Tras un duro viaje, lleg al betilo, subi a la roca y observ la columna
sagrada.
En aquella soledad, record aos atrs cuando fue all para no tener el hijo
que llevaba en su interior. Haba pasado mucho tiempo, ahora tambin haba
perdido la semilla que creca dentro de ella, pero nada tena que ver con aquel
oscuro recuerdo, o quiz s, pens ella. Quizs uno era consecuencia del otro, le
temblaron las manos al pensar que era posible que aquel aborto hubiera dejado
secuelas en su interior. Y entonces el rostro de Javierre vino a su mente y sinti un
odio grotesco, animal. Se arrodill con las palmas de las manos sobre la fra roca y
le maldijo.
40
Te equivocas.
De verdad? Arque las cejas y sonri. Ests seguro, amigo?
Bromeas.
Mira al cielo.
Para qu?
Las estrellas dijo Fortn, que ese da llevaba la saya ms ajustada que
tena, con los puos plisados y cerrada bajo el pellizn
Sabes que la esfera donde se encuentran fijas est dividida en doce partes
iguales? Junto con los astros y constelaciones, giran en torno a la Tierra y al mar y
completan su periplo segn la figura esfrica del cielo. A veces visibles y a veces
invisibles, segn cada estacin explic con entusiasmo. Seis giran en el cielo
por encima de la Tierra y los otros seis recorren su camino bajo la Tierra, cuya
sombra los oculta.
As es, cuando una parte del ltimo signo se oculta bajo la Tierra, desde
las sombras de la parte contraria emerge hacia regiones visibles. Es una misma
fuerza impulsiva la que determina, desde los dos lados a la vez, que una parte se
eleve y la otra se oculte.
Debes conocer los signos para determinar cundo hacer unos trabajos u
otros cavil.
Eso es paganismo.
No, eso es sabidura. Igual que el campesino debe conocer las estaciones.
No siempre.
S.
Cuidado?
Galindo contaba con una fuerza descomunal. No tena que envidiarle nada a
un mulo tirando del carro. Tena los pies ms grandes que se haban visto por
aquellas tierras, y meda tanto, que asustaba pensar cunto podra digerir ese
enorme estmago. Sin embargo, nada de eso era lo que ms sobresala en l.
Porque por fuerte que fuera, lo que ms sorprenda era su habilidad lanzando
cuchillos. Era capaz de acertar a un blanco a ms de cincuenta pies de distancia, y
no solo eso. Las gentes le colocaban objetos diminutos para que fallara, pero l no
erraba. Tal era su precisin, que en una ocasin fue capaz de lanzar uno de ellos a
treinta pies y que diera con exactitud en la manzana que estaba mordiendo un
viejo con sus cuatro dientes.
Gigantn, dicen por ah que eres un cobarde y que por eso lanzas los
cuchillos desde tan lejos. Que no te atreves a luchar mano a mano con un hombre.
Por supuesto solo haba una persona en todo Loarre que se atreviera a hablarle
as: Ava.
Y t no lo eres, mandril. As que no tengo nada que hablar contigo.
Que seguro puede vencerte sin problemas, qu tal si dejamos claro quin
tiene la mejor puntera de Loarre? insinu Ava.
Yo misma. Se alej contando los pasos hasta pararse frente a una de las
cabaas. Veamos hasta dnde eres capaz de disparar tus cuchillos. El primero
que haga sangre, ese vencer.
Ests loca!
Esta guard su arco y camin con la espalda recta hasta el hombretn, que la
miraba con una mezcla de pavor e incredulidad.
Bueno, ahora que ya hemos dejado las cosas claras alarg su mano,
podemos entendernos. Esper a que se la estrechara. Vamos, no tenemos todo
el da. Hay un castillo que defender.
Acaso el vino?
No son los que laboran o luchan quienes mancillan el nombre del Seor en
esta impa tierra, sino los que oran.
Cmo decs?
Discusiones! dijo, alzando tanto la voz que los presentes cesaron en sus
conversaciones y volvieron sus rostros hacia ellos. No hay discusin alguna,
creedme. Se levant y abandon la celebracin ante la atenta mirada de todos.
Hubo un silencio tenso, hasta que el nuevo Poniente tambin apareci por
sorpresa, se refrot por los pies de varios de los comensales y al llegar a Fortn
solt un bufido. l intent atraparle, pero aquel gato era un martirio y le solt un
araazo del que se libr por poco. La aparicin de Poniente sirvi para que todos
volvieran a la fiesta y olvidaran el incidente con el fraile.
Fortn no perdi el tiempo con el gato, era una persona la que ocupaba sus
pensamientos. Ava tena que estar all. Rastre de nuevo el lugar en busca de la
arquera, del azul de sus ojos de mar, de su cola de caballo rojiza. Pero lo que
encontr fue la oscuridad de la mirada de Eneca. Disimul y volvi la vista de
nuevo hacia la cantante, a la que todos acompaaban con palmas. Uno de los
canteros que trabajaba con Isidoro se levant junto a otra mujer y comenzaron a
bailar al comps de la cancin. Le siguieron otras dos parejas muy animadas, tras
ellos algunos ms acudieron al fervor del vino y los cnticos.
El maestro de obras regres su mirada hacia Eneca, esta vez era ella quien
prestaba su atencin a los danzantes. Solo el paso de una pareja de hombres con
jarras de vino trunc su visin. Cuando se alejaron, Eneca se levant con una
fuente de comida en las manos, les dijo algo a las mujeres que la acompaaban en
la mesa y se encamin hacia Fortn.
Nunca le haban mirado de esa manera, en toda su vida. Aun as, entendi lo
que significaba.
Fue tras ella en silencio, por un momento crey haberla perdido. Escuch el
chasquido de una rama y se volvi a poner en camino. Hasta que vio su figura
recortada por la luz de la luna.
Qu sucede?
El rey Ramiro.
Fortn los observ contento. Eran fuertes y si los haba entrenado Ava,
seran duchos en el combate. La arquera haba cumplido: ahora tenan quin
defendiera el castillo en caso de ataque. El grupo se asent en un extremo de la
villa. Ava envi vigilantes a todas las atalayas naturales que rodeaban Loarre y el
resto qued en la aldea, practicando con las armas.
Todas iguales.
No, llevo algunas de puntas largas, especiales para caballera, el resto con
puntas de doble filo para infantes. Debemos estar preparados. Hasta hemos
adiestrado a los cros, que tendrn que reponer las flechas que vayamos
disparando.
Cmo es eso?
Cuenta, de qu?
Ten cuidado, anda, vamos a ver cmo va el tajo del muro este.
La realidad era que el maestro de obras no poda evitar arder por dentro
cada vez que vea a la arquera. Era como un instinto animal el que le posea.
Mientras que con Eneca era todo ms pausado, ms humano. Anhelaba sentir su
respiracin, sentir los pausados latidos de su corazn. En cambio, eran los de su
propio pecho los que oa cuando contemplaba a la arquera.
Isidoro tena razn, Eneca se dara cuenta si no tena mucho cuidado. Ava
era hermosa, fuerte y decidida, impona sus rdenes frente a las de cualquier
hombre. Eneca no era as, ella era ms delicada, ms dbil, s; pero tambin ms
misteriosa, ms sutil.
El viento solo dio tregua ese da porque al siguiente se desat todava con
mayor virulencia. En das como aquel, Fortn recordaba siempre el mal genio del
lombardo y su alergia a ese tipo de tiempo. No le faltaba razn al viejo constructor
porque con los aos, Fortn fue descubriendo lo nefasto que era el viento para las
edificaciones.
Las obras tuvieron que detenerse por cuatro jornadas, el maldito aire no
cesaba. Haba arrancado varios rboles y volado un par de tejados de las casas ms
endebles. Por suerte, los andamios resistan al estar bien amarrados. Tambin para
Ava el viento era algo muy molesto. En aquellas circunstancias, si Ava disparaba a
favor del viento, sus flechas podan alcanzar distancias inimaginables, pero sin
ninguna precisin. Eso la enfureca, no haba nada que soportara peor que no
poder controlar sus flechas, todas ellas.
Desde la atalaya natural donde ella estaba, divis a lo lejos a Fortn que
discuta acerca de la torre albarrana con Isidoro, quien llevaba un pellote de cuello
circular, atado a la cintura con una correa de cuero con una hebilla de cobre,
adornada con apliques de bronce. El pelo rapado a navaja hasta la nuca. El cantero
era un personaje de buena figura, con ms elegancia que Fortn. Se notaba mayor
cultura en sus movimientos y en su forma de expresarse, estaba mejor instruido.
En realidad eran muy distintos, pero a la vez complementarios.
Ella supo siempre que Fortn no era como los otros hombres, estuvo
convencida de ello desde que lo vio cuando solo era un muchacho. Por eso lo
esper. Pero no, nunca se lo confesara, su orgullo poda ms que su corazn.
Despierta!
Ava!
Fortn abri los ojos todo lo que pudo y la silueta de la arquera se dibuj
ante l, como si de un sueo se tratara. Pareca envuelta en una dulce bruma, como
si l siguiera durmiendo y ella fuera una aparicin. Pero era real, lo supo en cuanto
sinti el miedo propio del que se encuentra frente a una lnea fronteriza y debe
decidir si da el paso decisivo, si cruza el ro o permanece en la orilla.
Fortn, yo nunca he sido una nia, eras t el que deba crecer, no yo. Le
acarici la mejilla con sus dedos. Tu mujer te ha hechizado. Ten cuidado, Fortn,
ella querr cambiarte, yo no. Ava dio media vuelta y desapareci entre la misma
bruma.
Escuch un silbido sobre el cielo y tens el arco, la flecha vol hasta que un
dbil silbido fue llevado por el viento y un vencejo cay a varios pies de ella.
En la vida no solo hay que tener la astucia para vencer, sino tambin la
audacia de realizarlo con orgullo, de no tomar atajos. Ahora lo que deba hacer era
ayudar a defender Loarre. Los musulmanes de Bolea estaran nerviosos viendo las
nuevas obras desde su castillo. No siempre iban a permanecer a la defensiva, en
cualquier momento el gobernador de la antigua Marca Extrema y el rey de la taifa
de Saraqusta podan enviar tropas para una razia de castigo.
Fortn haba trazado los dibujos de una extraa mquina sobre uno de los
nuevos pergaminos que haban preparado los curtidores. A su lado estaba el
sacerdote, con el libro del lombardo entre sus manos.
Yo creo ms en las palabras que estn aqu dibujadas, que las que brotan
de la mayora de los labios de los hombres.
Las palabras pueden ser tan poderosas como los ejrcitos volvi a
sealar el religioso.
Por todo ello, haba sido trascendental recuperar las de san Demetrio y
protegerlas en el templo. San Demetrio no era un santo cualquiera, haba sido
soldado y, por tanto, era un mrtir guerrero. Y no solo eso. En su tierra, Grecia,
haba salvado una iglesia de los asaltos armados de infieles eslavos y por ello se
encomendaban a l cuando eran asediados. Qu mejor santo para un castillo que
san Demetrio.
Maldito gato! intent atraparlo, pero Poniente era tan escurridizo como
su antecesor y sali corriendo hacia la puerta, donde apareci Eneca.
Padre.
Ava?
Confesndose?
La mujer comprendi que era mejor irse y dejar a los hombres solos. Fortn
le gui un ojo para saludarla y que se marchara tranquila. Los cinco varones se
quedaron solos en la torre.
Dos pastores afirman que ayer por la noche, en el bosque junto al ro,
oyeron relinchos de caballos explic Galindo.
Dicen que eran muchos intervino Fortn. Afirman que tendran que
ser decenas a tenor del ruido que procesaron.
Nos habramos dado cuenta, los vigas les habran visto. Ahora tenemos
muy vigilados los accesos desde Ayerbe y Bolea explic Fortn que era el ms
intranquilo de los all presentes.
Eso es porque los que se acercan tanto como para verlo, son reclutados y
pasan a formar parte de sus huestes.
Por Dios, Galindo! De verdad crees en esos cuentos para asustar nios?
Fortn estall. Hay muchas otras explicaciones ms coherentes que un ejrcito
fantasma.
Busc algo ms, y casi a flor de suelo, top con abundantes restos seos
humanos y algunos elementos de ajuar. Haba restos de varios crneos y
mandbulas de hombres de diversas edades. Algunos crneos tenan sus suturas ya
cerradas, por lo que se haban curado sus heridas en vida. Haba trado una
pequea criba consigo, con ayuda de esa herramientas hall muchos dientes
humanos. Pero lo que ms llam su atencin fueron unas cuentas de collar. Las
recogi y las coloc en un hilo de cuerda. Eran pequeas piedras talladas, el
material le era desconocido y pareca emitir algn tipo de energa. Se quit la cruz
que colgaba de su cuello, la misma que le entreg su madre cuando era nia y la
enterr en aquel lugar. A cambio, colg de su cuello el collar recin confeccionado.
Una luz dorada inund el amanecer a la vez que el viento azotaba Loarre
como un enfurecido enjambre de abejas. Amenazaba con derribar las puertas y
ventanas para entrar en las cabaas. Aquel da se haban tenido que detener las
obras y la mayora de trabajadores esperaban sobre sus jergones a que el vendaval
amainara. Solo Isidoro pareca contento con aquel nefasto tiempo y, refugiado entre
la muralla sur del castillo, contemplaba el batir de las copas de las encinas y cmo
el viento impulsaba las nubes hacia oriente a enorme velocidad.
Cmo sopla! Parece capaz de llevarse todos los problemas lejos de aqu,
verdad? pronunci una inesperada voz a su espalda.
Al final, la realeza la componen los hombres y por eso tambin ellos sern
juzgados por Dios. Un buen rey debe ayudar a la Iglesia en su difcil tarea. Ramiro
lo hace, por ello le apoyamos en su complejo camino para edificar un nuevo reino.
Ramiro es ambicioso.
Ahora qu?
Eso ya lo s, pero entre nobles y reyes las cosas son siempre difciles, si no,
cualquiera podra serlo.
Ayudaros.
Trabajar la piedra es una forma de comunicarme con Dios, son ellas las
que formarn las iglesias y perdurarn para siempre.
Paganos?
Yo no puedo...
Eso es imposible.
Tened fe, l nos gua. El monje puso su fra mano sobre el rostro del
cantero. Un grupo de fieles nos encargaremos de los vigas. Isidoro, vos deberis
mantener ocupado a Fortn y llegado el momento, matar a la bruja. No debe ver la
luz del nuevo da. El monje vio el temor en los ojos del cantero. Escuchadme
bien, cuando los falsos cristianos sean eliminados, seris recompensado.
Obtendris el puesto de maestro de cantera de la catedral de Jaca, esculpiris los
capiteles de su claustro.
Yo en una catedral?
S, podris dar vida a la piedra y grabar vuestro nombre en ella para que
Dios os reconozca cuando llegue la hora.
En qu piensas?
En nada.
En cosas mas.
Eso es diferente.
Tienes razn, sabes? No quiero que nadie sepa que vamos a ampliar el
aljibe.
Por qu motivo?
T eres algo mucho peor y la agarr fuerte por las muecas, t eres
mi debilidad.
Eneca se revolvi y empuj a Fortn hasta lograr que rodara y ser ella quien
estuviera sobre l.
No soy la debilidad de nadie, yo.. y acerc sus labios a la oreja del
constructor, yo soy tu inspiracin, la que habita en tus sueos, el agua que se
cuela entre tus manos.
No, no lo har.
Fortn prob las palabras en los labios de la mujer, sabore cada una de las
letras y busc ms con su lengua dentro de su boca. Lo hizo con deseo, con ansias
de hallar algo ms que escuchar. No hall ms frases all, prosigui por su cuello y
solo encontr el aroma a lavanda. Abri su saya y continu su bsqueda por unos
pechos que saban frescos, y a la vez, dulces. Y fisg en ellos, como si fueran a
decirle lo que quera or. Se hubiera quedado en ellos para siempre, pero saba que
deba continuar. Encontr una sima de sueos que pareca llevar muy dentro de
ella, aunque por mucho que lo intent, no fue capaz de dar con la entrada.
Empez a nevar antes de lo esperado, el viento del norte haba trado nubes
negras que no tardaron en descargar. El invierno haba llegado con la decidida
intencin de quedarse durante varios meses, en los que los habitantes de aquel
agreste terreno se refugiaran al calor de sus hogueras mientras vean cmo
pisoteaban la nieve los jabales, osos, lobos y otros animales salvajes salidos de los
bosques. Las gentes de Loarre estaban acostumbradas a aquellas penalidades, as
que para dar la bienvenida al cambio de estacin, prepararon una cena en la sala de
reuniones de la aldea. Las obras se paralizaran con el mal tiempo, como los
posibles ataques musulmanes. Hasta la primavera no volvera a haber peligro de
una incursin, podan estar tranquilos alrededor de sus fuegos.
La mayora del clero sigue siendo fiel al rito, el problema es que llegan
cada vez ms enviados de Roma. El legado papal no hace ms que ganar
simpatizantes a su causa, debemos resistir, todava hay esperanza.
Del nuestro.
Tembl de pensarlo.
No poda seguir pensando en eso, porque en tal caso, quin era l sino Judas.
Dio otro copioso trago al vino, que quiz no estaba tan aguado como en un
principio haba podido pensar. Tena que ser eso, la bebida le estaba jugando una
mala pasada. l tambin quera rer, pero todava deba esperar para ello. Su
alegra sera distinta, ms duradera, ms trabajada. Alejada del vino, las mujeres u
otras cuestiones terrenales. Era Dios quien le recompensara por su oscuro trabajo,
por traer el verdadero rito a esta tierra de falsos cristianos, de paganos ocultos, de
brujas e infieles.
Hace miles de aos, los valles de estas montaas estaban bajo el dominio
de Tubal. Eran oscuros tiempos en los que los viejos dioses reinaban sobre la faz de
la tierra y los hombres no eran ms que simples juguetes con los que las deidades
se divertan. Tubal tena una bella hija llamada Pyrene.
Pyrene era hermosa sin mesura, de largos cabellos dorados y ojos verdes,
como el fondo de los pozos de aguas de los ms altos valles. Dicen que cualquiera
que los miraba demasiado tiempo, terminaba perdido en ellos, como si de verdad
hubiera cado a una profunda sima. Fueron numerosos los que enfermaron de
amor al encontrarla paseando por los bosques. Sin embargo, por muchos hombres
que fueran detrs de ella, el corazn de Pyrene estaba reservado solo para uno:
Hrcules, el famoso hroe venido de Oriente, con quien la joven princesa se vea a
escondidas.
Se queran? pregunt una de las nias ms pequeas.
Entonces, un guila que haba sido testigo de todo, vol hasta donde
Hrcules haba sido desterrado y le inform de las fatales noticias. l no lo dud y
a pesar de la prohibicin de retornar a las montaas, acudi todo lo veloz que fue
capaz para rescatar a su amada.
Pyrene se encontraba rodeada por el fuego, iba a ser pasto de las llamas.
Hrcules intent salvarla, pero cuando lleg hasta ella era tarde. El humo haba
envenenado los pulmones de Pyrene. Tom a su bella amada entre sus brazos
cuando ella estaba a punto de exhalar su ltimo suspiro y Hrcules le declar su
amor eterno, momentos antes de que Pyrene muriera.
As, segn cuentan los antiguos, naci el Pirineo. Del amor de Hrcules y
de la bella Pyrene. Unas montaas creadas a imagen de la hermosura de la joven
princesa. Y en el fondo de ellas, sigue ocultndose el cuerpo de Pyrene, donde
ningn hombre podr encontrarlo jams.
El monje se frotaba las manos, pero cuando los hombres entraron, no haba
nadie all.
Entonces lo entendi todo, pero ya era tarde. Cerr los ojos y rez una breve
plegaria.
Varios de sus hombres cayeron abatidos por las flechas, entre ellos el
escudero de la loriga de anillas.
Ava se mova con agilidad. No llevaba cota de malla, sino que iba protegida
directamente por un perpunte. Un tejido que sola colocarse sobre la loriga, pero
que ella usaba solo, debido a que era fuerte, acolchado, pespunteado y encordado,
ligero para la batalla y maniobrable. Orden a sus arqueros que formaran una lnea
delante de la edificacin y dos jvenes aparecieron con antorchas que encendieron
las flechas. Ava tens el arco y el resto la imit, los proyectiles iluminaron el cielo,
que segua rociando una nieve blanca que se empaaba de rojo al caer sobre
Loarre.
El tejado empez a arder y los all encerrados gritaban como cerdos antes de
ser degollados. En aquel ambiente fantasmal, el guerrero de Baztn apareci
arrastrando al monje de Cluny por su hbito y lo lanz a los pies de Fortn.
Yo s puedo mataros.
45
A qu te refieres?
Tumbado sobre el fro suelo de la iglesia castrense, con los brazos extendidos
imitando la forma de la cruz, el sacerdote expiaba sus pecados. Dios no haba visto
con buenos ojos el que derramara tanta sangre cristiana, pero l, que todo lo sabe,
comprendera que no haba otra opcin. Dios es justo y misericordioso.
Es probable que s.
No lo dudes.
Aquel invierno fue difcil, nev en abundancia y hel con una intensidad
inusitada. Muchos rboles quedaron petrificados para siempre. Nadie recordaba
noches ms fras, adems la primavera pareca adormecida y apareci con retardo.
No contenta con eso, dur apenas unas semanas y se junt con el verano. El tiempo
pareca un caballo desbocado, y el verano no hizo sino confirmarlo, pues fue suave
y dur solo hasta primeros de septiembre. Todo ello afect de una u otra manera al
castillo, pero el resultado fue casi siempre el mismo, avances muy lentos, ya que no
era posible planificar de manera adecuada los trabajos, y las gentes se centraron
ms en sus quehaceres, tanto que incluso dejaron de guerrear y buscarse ms
complicaciones. El tiempo estaba loco, no haba otra explicacin.
Ser mejor que as sea, nos est costando ms de lo que tena previsto
recuperar la obra del lombardo. Llevamos demasiados meses de mal tiempo, y
tambin las cosechas y la caza han sido malas. Es posible que no podamos trabajar
una larga temporada, as que creo que ya es la hora de que os explique cul ser el
siguiente paso en el castillo.
Fortn tena que aprender a levantar los arcos, porque eran uno de los
mejores descubrimientos de la arquitectura. Su solidez no solo dependa de su
construccin, sino de los mismos pesos y fuerzas que soportaban, por eso eran tan
maravillosos.
Lo primero que hara con la llegada del buen tiempo sera construir una
cimbra de madera. Como buen hijo de carpintero, saba cmo hacerlo y l mismo
supervis el trabajo. Los pasos para la construccin de todo arco necesitaban
hacerse con precisin. A la hora de colocar las dovelas se utilizaba siempre una
cimbra con sus correspondientes apoyos, hasta que finalmente se colocaba la clave
del arco. Entonces aquella se retiraba y las dovelas trabajaban solidarias unas con
otras, haciendo estable el elemento constructivo.
Estuvo en disposicin de hacer ese trabajo en junio. Cost una semana por
cada arco dejar preparada la cimbra. Despus, tres ms para, en los tres siguientes,
ir colocando las dovelas que Isidoro y su cuadrilla tallaban con esmero y esfuerzo.
Fortn confiaba de manera plena en l, saba de sus dotes y habilidades para dar
forma a la piedra. A veces, le haba descubierto hablando con ellas. S, puede que
sea algo extrao, pero y quin no lo es? Todos tenemos nuestros defectos y
peculiaridades, pens. Adems, en el fondo a Fortn le gustaba verle hablar con
los sillares que tallaba. Quin sabe, quiz si le escuchan, quiz sea esa la clave
para construir el castillo.
No tuvimos eleccin.
Est bien. Lope ha obtenido otro honor del reino. Para Loarre quiero un
tenente ms enrgico y firme. Con ese motivo he nombrado a Aznrez, caballero de
mi total confianza.
Como ordenis.
Llegar maana, poneos bajo su proteccin. Ahora quiero descansar, el
viaje ha sido largo. Creo que hay una chimenea en mi torre.
Esto es la casa de Dios, los temas terrenales quedan fuera de estos muros
intervino presto el sacerdote.
Portaba ropa de guerra, gambesn sin divisa, cota de malla, yelmo bajo el
brazo y espada colgando del cinturn de cuero. Tena el rostro redondeado, ojos
profundos y grises, frente abombada y huidiza, mentn saliente y un cuello
musculado. Una poblada barba decoraba el conjunto de su rostro, que se mostraba
sereno y firme.
Quin sois? inquiri Isidoro.
No es eso lo que dicen sus hijos. Guard silencio unos instantes, que se
hicieron eternos. Tranquilos. No hay nada que me complazca ms que saber de
su muerte. Como sabis las tenencias de los castillos no son vitalicias, por el
momento. Pero algn da...
Perdn.
No es asunto vuestro.
Por supuesto que no, por esa misma razn, por qu no compartirlo aqu,
qu mal podemos hacer?
As es, la antesala.
Djame tranquila.
Vete a la mierda!
Fue como la primera vez que la vio, pocas mujeres eran capaces de causar
esa impresin. Era su mujer, la que deba ser la madre de sus hijos. Pero no lo era,
no an. Y no porque no lo intentara cada noche, porque no probara las pcimas
que Eneca preparaba, no. La razn se escapaba a su entendimiento, pero no por eso
perda la esperanza.
Maestro de obras, no olvides por qu ests aqu. Era la voz del sacerdote
que se acercaba por su espalda.
Es eso cierto?
Dios no quiera que le pase nada malo, a saber qu sera de la corona en tal
caso... El reino es demasiado nuevo, creedme cuando os digo que a su muerte
tendremos problemas.
Los demonios caen sobre Loarre. El religioso se llev las manos al pecho
. Hay que dar la alarma. La campana!
Fortn vol hasta la cuesta de entrada al castillo, se detuvo justo bajo la torre
albarrana. Desde all observ cmo todos los habitantes del pueblo ascendan hacia
el castillo. l deba encargarse de la defensa y para ello deba recordar las
directrices del viejo lombardo. l fue quien dise aquel complejo sistema
defensivo. Era hora de comprobar si las torres de Loarre podran repeler un ataque.
Tu nombre?
Qu! Cmo nuestro santo? Fortn lo mir con los ojos desencajados.
Eso es fantstico afirm, cogindole por los hombros, qu opciones tenemos?
Como ordenis.
Son demasiados.
l nos ayudar, ten fe. Creo que hoy eso es lo nico que puede salvarnos.
Isidoro mir a lo alto de la torre albarrana. Quin la va a defender?
pregunt, sealndola. No puede caer...
No lo s.
Un murmullo surgi como una serpiente reptando entre las rocas de Loarre.
Creciendo en intensidad, palabras en rabe que cubrieron el castillo de miedo, un
temor pegajoso y sofocante, que oprima a los hombres ms que sus lorigas y
gambesones.
Defenderemos la albarrana.
Los jinetes sarracenos que encabezaban el ataque bajaron por la colina; tras
ellos surgi una lnea de hombres a caballo que cubra toda la extensin del monte.
Estos siguieron a sus lderes a cierta distancia. Durante un tiempo, no apareci
nadie ms tras ellos. Los defensores se miraban unos a otros, quiz no hubiera ms,
quizs eso fuera todo.
Necias palabras.
Un pendn con letras negras en lengua rabe sobre fondo blanco se asom
por el horizonte, y tras l, como esas bandadas de pjaros que cruzan en otoo
hacia el medioda guiadas por uno solo de ellos. Surgieron hombres y ms
hombres, todos siguiendo el paso que marcaba el latir de los tambores. Ataviados
con ropas, lanzas y ms lanzas cortando el cielo de Loarre hasta que toda la loma
qued cubierta de musulmanes guarnecidos con enormes escudos alargados, con
el borde superior curvado. Unos escudos fabricados con varias capas prensadas de
cuero y que en la parte delantera llevaba varios colgantes como adorno. Iban
armados con lanzas con aspecto de dagas fuertes, con nervio en el centro.
Lo ignoro, mi seor, pero astuto y bravo debe ser para haber logrado que
esos salvajes le sigan al campo de batalla.
Empezaba la batalla.
Para entonces, los defensores haban tomado posiciones. Las cinco torres
estaban encomendadas y la defensa del acceso tambin. Fortn e Isidoro salieron
de la galera al adarve que una la torre principal con la muralla, desde all
controlaban todos los puntos. Junto a ellos, todo hombre, mujer, nio y anciano
capaz de empuar un arma estaba dispuesto a defender con su vida aquella
fortaleza.
As que dio un par de pasos ms, tens el arco justo cuando una flecha
lanzada por Ava le atraves la garganta y cay escupiendo borbotones de sangre.
No fue la nica que sali de la fortificacin, una oleada de disparos hizo que las
dos primeras lneas de arqueros tuvieran cuantiosas bajas y retrocedieran hasta
una posicin segura. Un grito ensordecedor sali de la torre y penetr por todos los
recovecos de la fortaleza, en el tmpano de defensores y sitiadores. Quien tuviera
que enfrentarse con Ava y los suyos lo iba a pasar bastante mal. Aquello era solo
una advertencia.
La primera oleada de atacantes que lleg a la puerta del castillo fue repelida
sin dificultad desde la torre y la muralla. Pareca que solo estaban midiendo las
defensas, porque la segunda fue ms numerosa, y las escalas lograron tocar la
muralla, con el riesgo que ello implicaba.
Fortn no era un soldado, nunca haba pretendido serlo. Saba coger una
espada, pero no saba luchar y aquel da no pareca el mejor para aprender. Aun
as, al ver la vorgine de sangre y violencia que haba a su alrededor, un instinto
primitivo, una fuerza que manaba de su interior le incitaba a coger el arma y
lanzarse a la orga de muerte en la que l era un espectador privilegiado.
Haba muchas formas de ser valiente en esta vida, pero pocas de serlo con
inteligencia.
S, a mi seal, soltadlas.
Sobre ellos cay una lluvia de piedras, que despej de manera momentnea
el acceso, porque pronto llegaron nuevos asaltantes. Mientras, en la albarrana, Ava
a duras penas poda resistir el asedio, atacada por todos los flancos. Tens su arco y
derrib a uno de los que portaba una enorme escala. Tom rpido otra flecha e hizo
lo propio con otro, la escala se tambale y cay contra un numeroso grupo de
infieles, dejando a varios malheridos.
Como si fuera una granizada de verano, las puntas de las flechas golpearon
los tablones de madera del cadalso y el tejado. Muchos defensores se tiraron al
suelo asustados, pero apenas hubo heridos. El cadalso estaba bien construido,
reforzado en el interior con buena madera, no podran traspasarlo.
Ava lo saba, y no le preocupaba eso, pero s lo que empez a oler.
An haba ms sorpresas.
El ltimo cogi tal velocidad que salt por encima de los asaltantes y cay
por el sendero que iba al pueblo, sin que los del castillo pudieran observar los
destrozos que cometa, pero s escuchar los gritos y lamentos de sus enemigos.
Cuando quiso reaccionar, los musulmanes estaban escalando por las rocas,
as que cogi un hacha de mano que haba en el suelo y espet a sus hombres a
morir defendindolo, cual oso encolerizado. El primer hachazo fue el regalo de
bienvenida de un sarraceno rubio, el segundo impact en la frente de otro ms
moreno. Bloque una espada que buscaba con ahnco su cuello, pero no pudo
hacer mucho ms, porque una lanza pas rozndole la oreja derecha. Antes de que
fuera tarde, sorte de nuevo la espada y solt un golpe que rasg el rostro de su
enemigo. Se dio la vuelta para evitar una punta de lanza, que luego cogi con la
mano, empujndola hasta que su portador cay desde lo alto de la torre.
Ava, protegida bajo un yelmo cnico y cerrado, con una placa cruciforme
remachada, que protega su nariz, contena la respiracin para no inhalar el humo
que provena de la base de la torre. Haban quedado indefensos sin cadalsos desde
donde defender la vertical de la fortificacin. As que tocaba luchar mano a mano,
pertrechados para ello, dividi a la veintena de defensores que restaban. La
mayora deba proteger la puerta en el segundo piso y un par de ellos se
concentraran en impedir que algn enemigo lograra penetrar por los vanos de los
cadalsos.
Los golpes contra la puerta eran cada vez ms fuertes. La tranca que la
cerraba resista los impactos, al igual que el gozne. No era nada fcil asaltar un
acceso en alto como aquel.
La arquera temi lo peor, en efecto, los sarracenos haban logrado subir hasta
arriba con alguna escala enorme o escalando con cuerdas, as que tom la espada,
decidida a dar la vida por impedirlo.
Isidoro, debemos movernos, hay que tomarles por sorpresa. Coge una
docena de hombres y seguidme.
Seor, adnde?
Bajaron a la segunda planta y all estaba Ava con un buen puado de sus
fuerzas. No necesitaron hablarse, con la mirada se dijeron todo y supieron que
estaban de acuerdo. La arquera hizo una seal y volvieron a liberar la tranca.
Apret los dientes y fue directa hacia l, que le esperaba ansioso de cortar su
cuerpo en dos con una descomunal espada de hoja curva. La cual hizo caer sobre la
mujer con una violencia inusitada. Ava apenas pudo verla venir, pero el instinto de
felina que posea le hizo intuir la direccin justo antes de que fuera demasiado
tarde. Se agach sin la seguridad de que aquello sirviera para salvar la vida. Pero
aunque no lo fuera, se cobrara una muerte ms antes de irse de este mundo y se
lanz por el suelo con el filo de su espada abierto, y le dio un buen tajo en la parte
trasera de la rodilla, para despus dar una vuelta por el firme y levantarse con la
duda de si habra sido herida o no.
No tena sangre.
Esta vez Ava lo esperaba, se ech hacia atrs para evitarlo. Y a ambos lados
para hacer lo propio con los siguientes. Se movi a su alrededor, obligndole a
desplazarse y a que sangrara ms.
Ya nunca volvera a ser el mismo, y estaba contento por ello. Hasta que el
infiel alz su brazo pidiendo ayuda y, dibujada desde su codo, observ una extraa
mancha de nacimiento, que se extenda hasta su mueca.
No era posible.
Yo voy contigo afirm Ava con una mirada que no daba opcin a una
negativa.
Hicieron una seal a los defensores del puente que separaba la albarrana del
castillo y estos lo bajaron para que pudieran cruzar. Varios arqueros sarracenos
dispararon contra ellos, no hicieron blanco. Al llegar a la fortaleza volvieron a
subirlo y corrieron hasta el patio de armas.
Pronto caera.
Yo puedo ayudar dijo una voz femenina a su espalda, era Eneca. Vestida
con una garnacha negra, que al quitrsela dej ver una saya blanca. Abrid la
puerta.
Ests loca? Es lo nico que impide que esos infieles acaben con nosotros,
cuando...
Eneca sonri.
Los defensores quitaron los carros, los barriles y las vigas, hasta que solo
qued la tranca. Faltos de convencimiento, miraron por ltima vez a Fortn para
asegurarse de que aquella era la orden y el constructor asinti con la cabeza.
Resignados, dos de ellos desplazaron el cierre y empujaron las hojas de las puertas
del castillo.
Volvern. Ahora saben que tienen que impedir que terminemos este
castillo, ms que nunca sentenci Fortn.
47
En Saraqusta eran tan importantes los hechos como las formas, as que
evitaron a toda costa que la derrota se conociera en el resto de taifas. Hubiera sido
extremadamente peligroso mostrar debilidad frente a los otros reinos sarracenos.
Los mayores enemigos de las taifas seguan siendo ellas mismas, y si se corra la
voz que la ms rica de ellas estaba en dificultades, las dems acudiran como
moscas para aprovecharse.
Los cristianos eran, en la mayora de los casos, ms unos aliados que una
amenaza material. La taifa de Saraqusta haba llegado a un acuerdo con Fernando,
rey de Len y de Castilla, al que haba aceptado pagar parias a cambio de su
proteccin. Lo mismo haba ocurrido con la taifa de Larida, que todava se
mantena independiente de la de Saraqusta y que tributaba al conde de Barcelona
para contar con su alianza en caso de que Al-Muqtadir decidiera volverla a integrar
a todos los dominios de su padre por las armas.
De esa manera, solo el condado de Urgell y el nuevo reino aragons eran una
amenaza en la antigua Marca Superior del al-ndalus, puesto que Pamplona
andaba envuelta en disputas por su trono. Los tiempos del rey Sancho III quedaban
lejanos en el tiempo y, sin embargo, en la memoria colectiva, su sobrenombre de el
Mayor cobraba cada vez ms sentido.
Eneca se hizo tan popular como Ava, y tan inesperado hecho pareci
disgustar a la arquera. Eneca no era amante de elogios y multitudes, as que, en
cuanto poda dejaba el castillo y marchaba a los bosques, donde se encontraba ms
tranquila y a gusto.
Y, sin embargo, hay momentos en la vida que cuando das un paso al frente,
ya no puedes retroceder.
Aquella poca del ao era ptima para recoger laurel, la planta preferida de
Eneca, que no era difcil de encontrar, aunque en ocasiones escaseaba porque
gustaba a ciertos animales que mordisqueaban todas las hojas. Tal y como estaba el
ambiente en Loarre, ella prefera no volver pronto, as que cualquier excusa era
buena para entretenerse, de modo que, no contenta con el laurel, busc ms
especies que recolectar. El bosque no se haba inmutado con el ataque de los
infieles, todo all adentro segua su curso como si nada hubiera sucedido. Los
hombres dan demasiada importancia a hechos que pasan inadvertidos para la
madre tierra, pensaba
Aquel sonido no era propio del bosque, alguien ajeno a l merodeaba cerca.
Poda ser un animal extraviado, pero tambin algo peor. Cul fue su sorpresa al ver
cmo Ava surga de la nada.
Lo tengo, creme, llevo hacindolo desde que era una nia. Eneca
observ sin pudor a la arquera.
Qu miras?
Esa manera de hablar que tienes... S, ese tono que das a las frases como si
todo tuviera un doble sentido, por qu lo haces?
Lo ves, lo has vuelto a hacer resopl Ava. Las dos llevamos muchos
aos aqu. S de dnde saliste, as que no adoptes esa actitud conmigo.
Yo formo parte de este lugar, mis races, aunque invisibles, han crecido en
esta tierra. No podra irme aunque quisiera.
Ya veo que no hay manera, muy bien. Y por qu viniste? O eso tampoco
vas a decrmelo?
Y?
Por qu razn?
No, claro que no. Pero no evito sus rayos, a pesar de que puedan
quemarme. S por qu ests de verdad aqu, s por qu nunca te fuiste advirti
. S que eres capaz de engatusar a cualquiera con tus ojos.
Hola, Fortn.
Eneca.
Se besaron.
Casarme contigo es lo mejor que he hecho en mi vida, Eneca.
Disculpadme si os he interrumpido.
Y supongo que eso es asunto del maestro de obras? Sobre todo cuando su
cantero le busca de manera compulsiva porque hay falta de piedra para los sillares,
cuando los carpinteros necesitan ms bridas de hierro o cuando una humilde
arquera como yo debe saber qu haremos si vuelven a atacarnos.
Ahora mismo voy Fortn fue hacia la salida, antes se detuvo un instante
, hasta pronto, Eneca, que se mejore el potro.
El maestro de obras desapareci por el umbral del portn y Ava regal una
mirada desafiante a Eneca.
48
Dentro de tres das sera el aequi noctium de otoo en que la noche tendra
una duracin semejante a la del da. Noche igual, era su traduccin del latn. En ese
da el sol naca en el punto exacto por oriente y se pona justo por occidente. El
astro rey se vea durante doce horas como medio disco rasante sobre el horizonte,
no volvera a ser contemplado de esa manera hasta el equinoccio de primavera.
Form un crculo con granos de trigo, en el centro coloc una manzana roja
con cuatro pequeas ramas untadas en aceite, por las cuatro direcciones, y al lado
de un veln muy claro. Sobre cuatro cantos rodados dibuj unos smbolos y los
introdujo dentro del crculo. Ellos simbolizaban las peticiones de aquella estacin:
Termin el ritual, dej que la vela se quemara por completo, cogi las rocas y
las guard en una bolsita que llevara consigo hasta el siguiente aequi noctium.
Hubo tres lecturas de la Biblia, que concluyeron con el canto de laudes, una
de las principales diferencias con respecto al rito romano que les queran imponer
desde Roma y al que todo el clero al medioda de los Pirineos se opona. Las misas
por el rito de Toledo se diferenciaban en mucho de la eucarista romana, tenan una
duracin superior, principalmente por los numerosos cantos en latn que se
sucedan en su transcurso.
Dio su bendicin a los fieles y los clrigos depositaron parte de las reliquias,
una vez dentro de las lipsanotecas, en el interior del altar de piedra.
Solemnia completa sunt in nomine nostri Jesu Cristi votum nostrum sit acceptum
cum pace. De esa manera despeda la Iglesia a sus hijos encargndoles que fueran
a su casa a cumplir los deberes aprendidos en la Casa del Seor, no estaba
permitido salir del templo sin despedirse, advirtindoles de cumplir sus deberes
ordinarios con la fe.
Cuando solo quedaron los eclesisticos en el interior del templo, uno de los
monjes llegados de San Juan de la Pea, Matas, tom la palabra.
La Iglesia de Roma solo usa una frmula para el Pater Noster, mientras que
la nuestra es distinta en cada misa. Y la Sagrada Hostia? dijo alterado Matas,
la dividen en dos porciones, una grande y otra ms pequea, en vez de en las
nueve que debe ser, en recuerdo de los misterios de la vida de Cristo.
Ahora sabemos que el rey planea construir una catedral en Jaca record
Ramn, el que daba la impresin de estar ms tranquilo de todos los presentes.
Ha sido en la sede del obispado actual, el monasterio de Santa Mara de Ssabe,
donde ha entregado al obispo, don Garca, los fondos y posesiones para su
edificacin. Nuestro abad estuvo presente y Aznrez, tenente del castillo de Loarre,
tambin.
Han ido ms lejos, y han fijado la ciudad de Wasqa como sede episcopal el
da que sea reconquistada recalc de nuevo Matas.
Falta para ello. Primero debe terminarse Loarre. Hasta ese da pisar la
Tierra Llana es una quimera. El sacerdote de Loarre era escuchado con atencin
por el resto.
Por ello se ha elegido Jaca como cabeza de la dicesis, es el lugar ms
seguro en territorio libre de infieles continu su compaero, adems quiere
potenciar el acceso de peregrinos a travs del reino.
Sois el tenente!
Y t, persuasivo. Esta fortaleza nos har grandes a los dos, coincido en que
debemos guarnecerla bien. Por eso solo hay una condicin advirti, levantando
la mano. Mis hombres no pueden abandonarla jams, entendido? Defendern
Loarre, en exclusiva.
Solo podrn alejarse mientras tengan contacto visual con l. Son los
guardianes de la fortaleza y como tales, se deben a ella.
Para qu?
Para dotarla de cierta elegancia, que ese espacio sirviera para cuando vos o
el rey nos visitis.
Y si vuelven a atacar?
No os quedis?
Tengo a mi cargo tres castillos, constructor. Las fortalezas son para los
soldados, no para los nobles. Seguid como hasta ahora. Y le dio un golpe en la
espalda. Volvern a atacar, lo sabes, verdad?
S, siempre lo he sabido.
Adems, haban trado grano, a lo que se aadi que los ajos, las zanahorias
y las cebollas asomaban ya la nariz en el huerto. Los almacenes del castillo estaran
bien provistos de vveres.
No, todo lo contrario. Y esta vez fue ella quien le bes, de forma ms
pasional. Fortn, debemos hablar.
Eneca, te quiero.
Fortn volvi a besarla, y devor su cuello, su dulce cuello que saba salado.
Sus hombros, que no terminaban nunca. Eneca se deshizo de su saya y l descubri
la belleza que puede haber en los pechos de una mujer.
Ella tuvo que atraerle de nuevo hacia sus labios para que reaccionara y
ambos se desnudaron bajo la luz de las estrellas de Pegaso.
La luz del amanecer les despert horas despus, tras una noche de fuego que
se prolong tanto, que las hogueras no se haban apagado an dentro de ellos.
El ruido de las obras detuvo sus ltimos besos y ambos se echaron a rer.
El resto del da fue como flotar en el aire para ella, se mostr despistada y
torpe. Las cosas se complicaron por la tarde, pues dos de los hombres que an
permanecan heridos por el ataque musulmn tenan fiebre muy alta. No tena ya
prcticamente material para preparar ms remedios, puesto que los estragos del
ataque haban agotado sus reservas.
Despus del asedio, los ms leves se recuperaron con prontitud, pero hubo
otros que no mejoraban con el paso de los das y las semanas. Necesitaba ayuda, y
por ello eligi a varias mujeres de la aldea como ayudantes y les ense los
principios bsicos de las plantas y otros remedios.
Decidi que deba usar todo su saber para asegurar el embarazo, as que
prepar un potente ungento que decan que haca maravillas en las mujeres que
esperaban un hijo. Sin embargo, le faltaban un par de ingredientes. Aunque poda
pedirle a una de sus ayudantes que fuera a buscarlo, prefiri salir al bosque y
hacerlo ella misma, al fin y al cabo era algo muy personal. Adems, las otras
mujeres no saban tanto como ella. Las plantas no crecan siempre en los mismos
parajes y era necesario adentrarse mucho en el bosque. Necesitaba aquella pcima
ese mismo da. Precisaba recolectar una extraa hierba, que haba odo que poda
hacer cicatrizar mejor las heridas, y que era sobre todo visible al alba. Por ello sali
de Loarre de noche, acompaada de su Tasio, que todava estaba malherido. Las
estrellas brillaban en la cpula celeste y al mirarlas, record a Fortn. Quizs haba
cometido un error o, por el contrario, el mayor de los aciertos de su vida. Quin no
se arriesga, nunca conocer la felicidad. Y ahora de lo que se encontraba
convencida era de que ella era feliz y de que estaba deseando volver a verle.
Las capas de las esferas eran transparentes, gracias a este hecho podan verse
las estrellas. Cada una de las siete representaba una nota musical y al girar creaban
una bonita meloda que se conoca como la msica de las esferas.
Sin embargo, aquella maana en un claro del bosque, ella tambin dej de
orla, como si las esferas se hubieran detenido. Era la primera vez que se haca el
silencio absoluto. Aquello no poda ser nada bueno, Eneca supo enseguida que no
lo era. Su perro empez a ladrar, ella mir a su alrededor en busca de algn animal
salvaje que les estuviera acosando. No, no era eso lo que perturbaba la msica de
las esferas.
Sinti una mirada, no era ningn animal. Eso fue lo que de verdad le aterr
en ese instante.
Busc una va para huir, pero aquel claro la dejaba en mala situacin. Deba
pensar rpido, se arrodill como si fuera a coger alguna hierba, y lo que hizo en
realidad fue tomar una piedra y, por si deba utilizarla, prepar la pequea hoz que
llevaba para cortar los tallos de las plantas.
Eneca era as, eso no podra cambiarlo nunca. A pesar de ser su esposa, iba y
vena como un hombre libre. Podra prohibrselo, podra obligarla a no salir en su
ausencia. Sin embargo, no iba a hacer tal cosa, la quera demasiado. Soport la
soledad, pero al da siguiente volvi a suceder lo mismo. Eneca era libre como un
pjaro, se ausentaba de Loarre a su voluntad, viajaba a otros valles, haca viajes a
lugares que nadie conoca y frecuentaba grutas, refugios y senderos que solo ella
visitaba. No era extrao que se ausentara de repente, pero al tercer da, Fortn ya
no aguant ms y fue hacia una de las atalayas naturales donde estaban los vigas.
Nadie saba dnde estaba, nadie la haba visto desde haca varios das.
Algunas mujeres recordaban que Eneca haba ido al bosque a por ms hierbas
medicinales, pero desde entonces no saban de ella. As que un grupo de bsqueda
sali hacia la espesura de la montaa, temeroso de que la tormenta la hubiera
cogido por sorpresa.
El bosque era inmenso y Eneca poda haber ido a cualquier parte, puesto que
segn deca la gente, ella pareca ser la que mejor lo conoca. El sacerdote asumi el
mando para sorpresa de todos y organiz cuatro grupos de bsqueda. Los tres
primeros tomaron las tres direcciones principales y el cuarto se dispuso de forma
ms dispersa detrs de ellos, para asegurar que no dejaban nada sin rastrear. El
segundo grupo estaba mandado por Fortn, y en l estaban Isidoro, Galindo y los
canteros. Aunque eran los pastores de las montaas, ms conocedores del terreno,
los que en verdad llevaban la bsqueda.
A la hora de tercia, los dos primeros grupos haban llegado al ro sin
encontrar rastro de la mujer. El desnimo cundi con premura, ya que continuar
por la otra orilla, adems de peligroso era poco prctico, pues el terreno se
empinaba ms y no tena sentido que Eneca hubiera seguido por all. Fortn y los
pastores permanecieron discutiendo los pasos a seguir. Durante la pausa, lleg el
enviado del tercer grupo, con las mismas improductivas noticias.
De verdad crees que Eneca hace eso? El sacerdote elev el tono de voz
. T, Ava, t s que eres una salvaje, t s que adoras a falsos dioses.
Ava avanz hasta un extremo del espacio, se agach y cogi algo del suelo.
Al incidir la luz sobre el objeto, este brill.
Puede ser una de las herramientas de Eneca dijo una de las mujeres que
les acompaaban.
Ser Tasio, ira con ella. Podras seguir el rastro? Fortn intentaba
guardar la calma.
Es posible, y qu sugieres t?
Galindo, ve solo con dos hombres ms, no corras ningn riesgo, vuelve a
informarnos en cuanto encuentres algo.
Pasaron varios das sin noticias del pamplons, aquella incertidumbre era un
mal veneno. Despus de tanto dolor y muerte provocados por el asedio, ahora
desapareca Eneca. Pero las gentes de Loarre no podan detenerse a lamentar la
ausencia de nadie, ni de Eneca ni de ningn otro. Todos haban perdido a alguien y
no haban abandonado por ello sus obligaciones. En aquel difcil momento, lo
necesario era reparar los daos sufridos en las defensas, todo lo dems era
secundario.
El que ms afectado estaba por ello era Fortn, que se haba encerrado en la
torre principal y apenas sala de all. Desde la galera de arcos, pasaba las horas con
la mirada perdida en el oriente.
Fortn, soy yo. Ava subi las escaleras hasta aquel piso.
Qu quieres?
Hablar contigo.
Me temo que no, aun as, debemos hablar. Se coloc a su lado. Fortn,
debes reaccionar.
Ava.
Sin darle tiempo a decir nada ms, Ava se dio media vuelta y desapareci
por la escalera de la torre.
Fortn qued all confuso y con una duda en el corazn, una espina clavada
que no saba si algn da se la podra quitar.
Entiendo.
Habra que buscar la manera, no s cmo, de poder atacar mejor a los que
intenten asaltarla.
Demetrio tena razn. Fortn alz la vista y observ los cadalsos de la torre,
desde ellos podan lanzarse piedras, flechas y cualquier otro objeto que tuvieran
all. As que orden subir ms objetos arrojadizos, si no iban a tener que arrancarlas
de la propia torre para poder lanzarlos. Tambin podan usar las voluminosas
tinajas que tenan arriba para recoger las aguas de lluvia del tejado, aunque
perderan tiempo vacindolas.
Eso es! pens en voz alta agarrando a Demetrio por los hombros, las
tinajas!
S.
Hablis en serio?
Por supuesto, podemos disponer de unos soportes para que sea fcil
trasladarlas hasta el cadalso y desde all lanzar el agua a los atacantes.
El agua?
No, me temo que eso no va a ser tan fcil. Galindo se mordi todo el
labio inferior antes de abrir la boca. Est prisionera de los infieles en la fortaleza
de Bolea.
El silencio se clav como una flecha, una que entra muy dentro de la piel y
que sabes que va a doler ms si intentas sacarla que si la dejas ah. Pero tienes que
liberar la herida y dejar que brote la sangre, aun a riesgo de desangrarte.
Asaltando el castillo.
Podemos demostrar a esos infieles de lo que somos capaces. Que igual que
les derrotamos dentro de estos muros de piedra, podemos hacerlo en su propia
casa. Y quiero que eso lo hagis por vosotros mismos, y si eso no os basta, que lo
hagis por m. Os lo suplico, ayudadme a rescatar a Eneca!
Solo quedaba esperar, saber si con sus palabras haba logrado conmover a los
que le rodeaban y mirar ms all de sus intereses.
Fracas.
Vais a abandonarla? Es una de los nuestros! Sabis lo que harn con ella
esos infieles? Fortn se esforzaba intentado reblandecer su corazn.
Estis seguros de lo que vais a hacer? Una voz se desliz entre las
disculpas. Creo que no os dais cuenta de la situacin.
La que hablaba no era otra que Ava, que sola, firme y decidida se abri
camino entre los que huan cabizbajos. Se coloc junto a Galindo, que la recibi con
una sonrisa y dio dos pasos ms.
Escuchadme, porque solo lo voy a decir una vez levant la voz. Yo voy
a ir a rescatar a Eneca.
En qu se distingue tanto?
S, pero los cristianos suelen construir castillos de una sola torre, y este
tiene cinco. Adems...
Luchan bien.
Claro que pelean con fiereza, con bravura como un oso, como un lobo.
Pero acaso no somos capaces de matar a esos animales, de capturarlos, hasta de
domesticarlos en algunas ocasiones?
No es eso, con placer la hara ma. Sin embargo, no me gustan sus ojos.
Una esclava con una mirada tan oscura no puede traer nada bueno. Una vez o un
cuento sobre una mujer as. Era en otras tierras, muy lejanas, cerca del mar Rojo.
Cuentan que all habitaba una hembra en cuyos ojos podas perderte. Y creme,
cuando te hayas perdido, un hombre es capaz de cualquier cosa.
S, sera como un reto. Eso me agrada. Hizo un gesto para que los
guardias la soltaran. Mujer, cmo te llamas?
Eneca.
El harn del seor de Wasqa era un espacio voluptuoso, decorado con finas
telas tradas de los pases ms lejanos, de colores clidos, que se mezclaban con el
olor a especias y dulces perfumes de jazmn y vainilla. De las lmparas de pie,
surgan hilos blancos de incienso quemado y, en el centro de todo, como principio
y fin del harn, un estanque al que iba a parar el agua que brotaba de dos fuentes
dispuestas en sus extremos menores. Dentro de ella, dos jvenes jugaban
mojndose, mientras otra las observaba, a la vez que mova con delicadeza sus
piernas, sin apenas salpicarlas. Posea el cabello largo y del color del trigo antes de
ser recolectado, brillante y ondulado. Al fondo del harn, sobre unos extraos
jergones, se hallaba recostada otra pareja de hermosas mujeres, una de ellas con la
piel tan oscura como la noche y la otra con un pelo rizado y rojo como la sangre.
Por fin has llegado dijo una voz femenina a su espalda, te estbamos
esperando, hemos odo hablar de ti.
Eneca se volvi y descubri los gruesos labios que la hablaban. Era una
mujer de pelo moreno, tan liso que pareca lquido. Muy delgada, su cintura solo se
intua bajo el vestido de seda azul y sus senos eran ligeros, como si no existieran, y
eso no haca sino despertar todava mayor inters. Su cuello era interminable, como
la ascensin a una montaa y su cima, unas mejillas coloreadas que precedan a
unos ojos de gata.
Soy Eneca.
No eres el tipo de mujer que le gusta, tienes demasiado pecho, tus caderas
son anchas y tus ojos..., ningn hombre va a querer entrar en ellos, dan miedo!
La concubina se ech a rer y llam la atencin del resto, que se acerc con
prontitud para conocer a la recin llegada.
Tenemos mucho que hacer con ella, vamos! otra mujer dio una palmada
. Primero habr que quemar sus ropas, luego baarla, cortarle el pelo, darle
lociones y preparar perfume.
Era poco ms que una nia, tena un rostro redondeado, unas caderas
amplias y unos pechos en proporcin. Posea un aire de dulzura, casi virginal. Muy
al contrario del resto de fminas, ella pareca conservar cierta bondad en la mirada.
De hecho, eran sus ojos los que ms resaltaban, verdes como la hierba en
primavera. Eneca nunca haba visto unas pupilas de ese color tan intenso, invitaban
a quedarse mirndolas, como si de un bello paisaje se tratara.
Debes quitrtelo.
La baera a sus pies era mucho mayor y ola igual que el bosque, como
algunas de esas plantas que nacen en la parte ms frondosa. Aunque all el aroma
era ms dulce, nunca haba olido una fragancia tan deliciosa, casi daban ganas de
probarla.
No hay nada que desee menos que... Eneca amenaz con echarse a
llorar, pero se contuvo.
Y t? A ti no te importa?
Por qu?
Soy una esclava, no una estpida. Aqu hay que aprender muchas cosas si
quieres sobrevivir, el gobernador se cansa con facilidad de nosotras. Yo s escuchar
bien, a l le gusta contarme cosas, y una vez me explic la importancia de tener
moneda propia, no solo por la riqueza, sino sobre todo por el poder que confiere a
la ciudad que las acua.
T no eres cristiana?
Claro que lo soy, pero no soy solo cristiana si es eso lo que me preguntas.
No tengo ni la menor idea de qu me ests hablando.
Hace tanto?
Amable con sus sbditos respondi sin dejar de frotar su piel, yo dira
que hasta es un buen gobernarte. Aunque est enfrentado a su hermano Al-
Muqtadir, rey de Saraqusta, llamado el que todo lo puede, el poderoso por Al-
lah.
Y con vosotras?
Las primeras mujeres del gobernador de Wasqa estn al final del pasillo,
en una sala anexa a la que se accede por una puerta vigilada. Ellas tienen libertad
para moverse por todo el edificio, nosotras no podemos salir de aqu.
Quiero verla.
Una vez depilada, Constanza le aplic una locin realizada con plantas
maceradas en vino y en un perfume a base de almizcle para aliviar el picor tras
haber rasurado cada palmo de su piel. El resultado era tan sorprendente que Eneca
tard en reaccionar. La esclava estuvo una hora con ella, un tiempo tan largo que
Eneca temi que aquello echara por tierra todo el plan de escapar de all.
Termin, su piel estaba tan suave como la de un nio. Al pasar la mano por
sus muslos, sinti una agradable sensacin de placer.
Constanza le trajo un vestido largo, de seda azul con ribetes dorados, abierto
en la espalda y los antebrazos. La joven de las montaas tard en recuperarse de la
impresin. Nunca haba visto nada parecido, ni siquiera era consciente de que
pudiera haber ropas de ese lujo y belleza. Toc el suave tejido entre sus dedos y
admir la decoracin. Era difcil imaginarse llevndolo, ella, que durante largo
tiempo haba vestido como un humilde novicio, ocultando su naturaleza, ahora no
solo la mostraba sino que la iba a exhibir. Le agradaba, pero por otro lado, le haca
sentir algo que ella no era. Las sandalias doradas y decoradas con piedras
brillantes an le sorprendieron ms.
Me gustara saberlo.
Veinte aos, creo... dud como si all dentro el tiempo fuera distinto,
puede que ms, hace mucho que dej de contarlos. Adems, antes fui esclava en
otro lugar que prefiero no recordar.
Y no has pensado nunca en escapar?
Por su parte, Eneca apret los dientes y los puos, lo hizo con fuerza, tanta
que empezaron a temblarle los brazos de la tensin. Mantuvo la mirada de Iguazel,
como si fuera un reto, una manera de saber quin era la ms fuerte.
Con una luna decreciente oculta entre nubes bajas, un grupo de cincuenta
hombres esperaba oculto entre la vegetacin el cambio de guardia de las murallas
que rodeaban la ciudad de Bolea. Las torres de su imponente castillo pespunteaban
en lo alto de uno de los extremos del recinto, en una plataforma sobre un escarpe
rocoso. La puerta de acceso a la poblacin estaba flanqueada por dos torres
rectangulares, y en cada una de ellas haba un viga. Sobre el adarve de la muralla,
cada cuarenta pasos, otro soldado haca guardia.
La arquera repiti otras dos veces el mismo sonido, y esta vez fueron dos
encapuchados los que salieron hasta situarse a unos cincuenta pies de la muralla.
Despus, mir al resto de hombres que tena a la espalda, entre ellos Fortn,
Demetrio y Galindo; Isidoro y el sacerdote permanecan en la retaguardia con las
monturas. Aquel da, el sacerdote le haba dado a Galindo una maza con cabeza de
bronce terminada con pas de metal. El religioso estaba demasiado anciano para
combatir, pero nadie pudo impedir que fuera hasta Bolea.
No contaba con el ruido que hizo al golpear el suelo y que alert a los
guardias del camino de ronda. Antes de que dieran la alarma, empuj las hojas
hacia fuera y la puerta de la ciudad de Bolea se abrieron a sus asaltantes.
Ya haca tiempo que Ava haba bajado su brazo, y como llevados por los
demonios de la noche, ms de cuarenta cristianos entraban por las puertas de la
ciudad de los infieles. Aunque el factor sorpresa se haba perdido, la arquera lo
tena claro y se encamin por la calle principal hacia el castillo, seguida del resto de
cristianos.
Tras Ava apareci una de las escalas que los propios sarracenos haban
utilizado en su intento de asalto de Loarre. La clavaron en el suelo y la empujaron
hasta que cay a una altura incluso superior a la de los merlones. La arquera fue la
primera en trepar por ella hasta lo alto de la muralla para saltar despus al patio de
armas, donde un infiel qued paralizado al verla. All, en la oscuridad de la noche,
ante su esbelta figura, su oscura presencia y los enormes ojos azulados, el
sarraceno crey estar viendo un ser de otro mundo. Se arrodill y extendi los
brazos por el suelo, orando en su inteligible lengua.
Levanta, infiel.
l entendi su lengua, alz el tronco superior y Ava gir sobre s misma para
rebanarle el cuello con el filo de su espada y seguir corriendo hacia el pabelln
residencial del castillo. Galindo abri la puerta de un puntapi. No encontraron
resistencia. Ava volvi a tomar la iniciativa para subir al siguiente piso, all
encontraron despertndose al cuerpo de guardia principal.
Ava aprovech para continuar y subir al siguiente nivel. All encontr por fin
a media docena de sus hombres bien armados.
Acabad con l! grit a quien iba detrs de ella, que no era otro que
Demetrio.
El soldado dio un buen tajo en la mano del sarraceno que la sujetaba, Ava le
empuj y ambos entraron en la sala, donde tres hombres les esperaban. Dos de
ellos todava tenan el torso desnudo, pues no les haba dado tiempo ni a vestirse,
pero portaban espadas y saban utilizarlas.
Soy el gobernador de Bolea, y por Al-lah, que pagaris con vuestra vida
semejante ofensa.
Y yo juro por Dios, Nuestro Seor, que unos cobardes como vosotros que
raptis mujeres indefensas, arderis en el infierno eterno.
De qu ests hablando?
El gobernador de Wasqa?
Y por qu iba a hacerlo? Mis hombres van a mataros igual, pero eso no
quita para aclarar la verdad y demostraros que vais a morir por nada. Pues nada
tenemos que ver con esa sucia cristiana que buscas.
Salgamos de aqu. Ava cogi a Fortn del brazo y tir de l hacia las
escaleras, dos hombres ms les cubrieron.
Bajaron dos pisos ms, hasta donde Galindo y cinco hombres aguantaban a
duras penas los empentones del otro lado de la puerta.
Ava tom una antorcha y la coloc a los pies del pamplons, despus se
deshizo de su capucha y aviv el fuego. Cuando las llamas alcanzaron el dintel de
la puerta, descendieron a la planta baja, antes de que los musulmanes lograran
apagar el conato de incendio. Abajo les esperaban el resto de hombres, que
contenan al grueso de los sarracenos, mientras que por la puerta de entrada se
aproximaba una muchedumbre armada con azadas, hoces, palos y cuchillos. La
arquera sac una de sus flechas, la acerc a uno de los fuegos que iluminaban la
torre y cuando prendi, tens el arco y la dispar contra el cielo nublado.
Para entonces todos los asaltantes haban salido de la torre y Galindo y los
ms fuertes se esforzaban en atrancar la ltima puerta. No tuvieron que hacerlo
por demasiado tiempo, un estruendo retumb al otro lado de las murallas y al
patio de armas entraron varios jinetes portando fuego, prendieron los pesebres, los
tejados de paja y del castillo y los establos.
Todas las mujeres del harn estaban preciosas aquella noche, algunas
vestan capiellos sobre sus cabezas, una especie de tocados cnicos de pergamino,
forrados de lino o recubiertos por una larga banda de almaizar, con telas
adornadas con un orillo de color. Otras llevaban sensuales velos, mayores que una
toca, que les cubran tanto su cabeza como los hombros. Los insinuantes vestidos
estaban confeccionados con ricos tejidos. Las joyas brillaban en sus muecas, sus
cuellos y sus tobillos. Miradas de todos los colores, pieles de variadas tonalidades;
esbeltas, carnosas, giles, distinguidas. Haba tantas mujeres, y tan diferentes, que
Eneca no poda dejar de mirarlas.
A m?
S. Eneca fingi una mueca que recordaba a una sonrisa, pero que no lo
era.
T qu crees?
Constanza fue la nica que reaccion al verla y fue hacia ella. La cogi de la
mueca y la llev hasta una de las pequeas salas contiguas.
Qu tal ests?
Y qu pas luego?
Sin embargo, haba permitido que Eneca fuera llevada cautiva a Wasqa. A
pesar de que haban logrado infiltrarse en Bolea, a costa de perder buenos
cristianos como Demetrio, no haba servido de nada. Eneca estaba presa en la
capital de la antigua Marca Extrema. Una ciudad inexpugnable, conocida como la
de las noventa y nueve torres. Jams un ejrcito cristiano haba logrado acercarse a
ella.
No lo s.
Claro que no, eres un hombre le recrimin. Por qu crees que fui a
por ella y movilic a todos?
Por qu?
Ava, yo...
La arquera dio media vuelta y se march de all sin que Fortn pudiera
impedrselo, l saba que nada la hubiera detenido.
La misa del domingo fue la ms triste desde el da del asedio. Se guard luto
por los cados, cuyos cuerpos haban quedado en Bolea, y tambin por Eneca, ya
que para la mayora era mejor darla por fallecida. Mejor morir que convertirse en la
esclava de un infiel. El sacerdote era uno de los ms afectados, compungido y con
un halo de tristeza en la mirada. Eligi tres lecturas del Antiguo Testamento.
No tendrs compasin: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente.
Pagars vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie
por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe
pronunci, extenuado por el esfuerzo.
Juntos caminaron hasta el centro del patio de armas, mientras las dems
gentes abandonaban el recinto, custodiadas por la guardia del caballero, que
presida la entrada con sus lanzas en alto y portando ropas de guerra.
Nadie duda de tu vala como constructor. En eso nada tengo que objetar,
pero ha llegado a mis odos algo difcil de creer.
A qu os refers?
Veris, tras nuestra victoria frente a los sarracenos, ellos hicieron una
incursin y capturaron a uno de los nuestros.
Terrible noticia.
Rescatarla?
Eso es.
Un grupo de canteros.
Quin los dirige?
Doble? No os entiendo.
Su hija Sancha se desposar con el conde de Urgell, e Isabel, hija del conde
urgelino, con el primognito del rey, el infante Sancho Ramrez, el heredero al
trono de Aragn.
Una alianza.
No es eso.
Es por Loarre?
Tampoco.
Eneca, qu ocurre?
Estoy embarazada.
Iguazel sostena un cntaro de agua en sus manos, con l regaba una de las
plantas de la estancia. Nadie ms haba en aquel lugar, ni se escuchaban ruidos ni
conversaciones, solo el aleteo de algn vencejo cerca del ventanal desde el que se
vean las montaas. Llevaba una banda de tela coloreada, que rodeaba toda su
cabeza sujetando un velo blanco, vesta una prenda sin mangas sobre el brial, con
aberturas en los dos costados, encordados con aberturas estrechas, mucho vuelo y
ajustada a la cadera mediante un cinturn de cuero.
Tendris que saltar al tejado de los pabellones del medioda, desde all
continuar hasta los establos. Por ah es fcil que podis bajar, yo os esperar en
ellos.
Por favor, no quiero que nos volvamos a separar. Eneca cogi el colgante
que adornaba su cuello y lo sac por encima de su cabeza antes de entregrselo a
su madre. Recuerdas la cruz que me diste?
Claro, hija.
No dijo Iguazel entre lgrimas. Creo que esas muescas solo tienen
efecto en ti, es mejor que las conserves t, creme.
Aquel da pas despacio y pesado en Wasqa, las horas se hacan eternas y las
llamadas al rezo solo servan para certificar la lentitud del tiempo. El invierno
llegaba a su fin y el corazn de la montaa volva a sonar. Eneca poda or sus
latidos bajo la nieve, sus criaturas despertaban de un largo y duro invierno. A ella
le gustaba ver cmo reviva la tierra, los rboles recobraban su follaje y los
animales salan de sus madrigueras. Pronto podra verlos, ella tambin iba a
revivir.
Eneca no poda descansar, intent distraerse en aquel lugar, pero las miradas
de las otras mujeres se clavaban en su espalda como cuchillos. Aunque saba que
pronto dejara aquella crcel ornamentada de lujo y belleza. Una prisin de carne,
vestidos, baos, perfumes y joyas. Pronto volvera a las montaas, a Loarre.
Cuando todas marcharon a cenar, Constanza y Eneca sacaron las ropas que
ocultaban bajo los jergones. Constanza la envolvi en una prenda llamada misha y
que a Eneca le pareci un pellizn forrado de piel. Despus, se coloc una toca
ceida al rostro, que dejaba descubierta su frente y parte del cabello que le cubra
las orejas, y se la ajust mediante una guirnalda oscura. Se abrigaron con unos
abrigos negros forrados de piel hasta los pies. Eran holgados, con largas mangas y
la bocamanga amplia.
Yo no puedo... Pero era evidente que s que quera, a tenor del temblor
de sus manos.
Por aqu no hay nadie, tiene que ser duro estar ah de pie tanto tiempo...
cuando podras estar debajo de... Y se ech a rer.
En el interior, una escalera de caracol suba hasta el ltimo piso, tal y como
les haba explicado Iguazel. Desde lo alto pudieron acceder al tejado del palacio y,
tras caminar con sumo cuidado por l, llegar al establo. Una vez all, Eneca busc a
su madre de forma afanosa, sin obtener resultados. Pero Iguazel no apareci.
No vendr.
Cmo! Qu ests diciendo? Eneca se encoleriz.
No puedo.
Claro que s! Tu madre sabe muy bien lo que es vivir aqu, por eso se ha
sacrificado por ti, as que ahora no te vengas abajo, hazlo por ella!
No fue difcil encontrar un mercader al que comprar, al fin y al cabo son las
monedas lo que mueven a esos hombres, aqu y en cualquier parte. Les
introdujeron en un destartalado carro de lana, donde haca un intenso calor y
dentro del cual les costaba encontrar aire que respirar. All permanecieron un largo
tiempo, salieron de la ciudad y prosiguieron un largo trecho sin noticias del
exterior. Hasta que el mismo mercader las sac de all en un paraje cercano a Bolea.
Wasqa se intua a lo lejos, ya demasiado lejana.
Una de las mujeres del harn delat vuestra ausencia a la guardia y ella
intervino. El resto ya podis imaginroslo.
Me pidi que si tal cosa suceda, os entregara esto. Ahora debo irme, que
Al-lah cuide de vosotras.
Fortn enrollaba los pergaminos y los ataba con cuerdas, mientras Isidoro
recoga las tablillas de cera, las escuadras, el cartabn y las otras herramientas de
medicin. En el interior de la casa haba un silencio incmodo, roto por el trasiego
que ambos producan. Un ruido excesivo, falso, como queriendo rellenar con l la
falta de palabras.
Lo estoy haciendo.
Fortn tampoco le dijo nada, sigui ordenando sus cosas como si no hubiera
sucedido nada. En el fondo, no quera tener ms conversaciones sobre su marcha,
no tenan sentido. Sali al pueblo, la mayora de hombres estaban trabajando en la
fortaleza, envueltos en un ambiente enrarecido. El propio tenente Aznrez diriga
los trabajos desde la rampa de acceso, gritando y haciendo aspavientos con los
brazos.
Lo que no era sencillo era dejar Loarre. Por mucho que hubiera intentado
disimularlo delante de Isidoro, le parta el alma marcharse. Abandonar la fortaleza,
a sus compaeros, al sacerdote, a Ava y, sobre todo, a Eneca... S, ella no estaba all,
pero s su recuerdo y en aquellas circunstancias, era lo ms prximo que poda
sentirse de Eneca.
Igual que haca veinte aos, todo se volva a repetir. El pasado haba
regresado.
Todo no.
Qu dice?
Pero eres cristiano y sigues siendo el mejor constructor que conozco, quin
mejor para echarle un ojo respondi entre risas.
A estas horas?
No sinti el golpe.
Por qu estoy atado? Fortn intent zafarse de las cuerdas sin xito y
sin mencin de recibir ayuda de sus amigos.
Le molestar?
Algo debemos dejar en esta vida cuando nos marchamos pens Fortn.
Si ponemos pasin y toda nuestra alma en una construccin, por qu no pensar
que una parte de nosotros est en ella?
Escucha, quiz no sea la mejor, pero hay pocas opciones y menos tiempo.
Debemos actuar ya. El cantero le habl con franqueza.
Fortn prosigui el sacerdote muy dubitativo, s que te irs de Loarre,
pero para unirte al ejrcito real.
A m? Por qu?
Y eras el nico que poda reconstruir Loarre, yo creo que es eso lo que te
ha mantenido a salvo hasta ahora advirti Galindo con preocupacin, esa es la
verdadera razn, si no, nos castigaran a todos los de Loarre, no solo a ti.
No puedo irme sin saber de ella mir al sacerdote. Tengo que liberar a
Eneca.
Vuelves a irte dijo Ava, cerca del mismo lugar donde se haban
despedido veinte aos antes. Parece que la historia se repite, otra vez t y yo,
aqu.
Y tambin alguna flecha. Esta vez fue Ava la que sonri. Ya no era la
joven de antao, su expresin era ms pesada, sus prpados estaban surcados por
el pasado del tiempo, que se evidenciaba en cada pliegue de su rostro, y su cuerpo
se haba ensanchado. Aun as, su belleza se sobrepona a los aos.
Estabas asustado.
Claro que s.
Fue sencillo.
A m no me lo pareci.
Fortn, cudate mucho, esta vez ya no podrs contar conmigo para que te
proteja.
Tan seguro ests de que lo hars? pregunt Ava, arqueando las cejas.
De verdad volvers a Loarre?
No lo dudes.
Hace tiempo que no hago otra cosa en mi vida que dudar.
No eres tan vieja para eso espet Fortn, dedicndole una cariosa
sonrisa.
No te entiendo.
Por supuesto que no, Fortn dijo cabizbaja, como si en ese preciso
momento hubiera un ocano entre ellos dos. Ten cuidado, tu sitio est entre esos
muros, no atacando los de otro castillo.
Lo tendr en cuenta.
Un ltimo esfuerzo, al llegar te aplicar ajo a las heridas que te has hecho
en los pies y podrs descansar afirm con una sonrisa, confa en m, no queda
nada.
Por qu tanta prisa? No creo que nos persigan por estas montaas, Eneca,
descansemos, ests embarazada!
Exacto, por esa razn debemos llegar a Loarre, para que Fortn vea nacer
a su hijo.
Qu ests diciendo?
Eso es Loarre?
El camino es mejor ahora, solo debemos tener cuidado con los vigas de
Bolea Seal la plaza musulmana.
Por como hablas, en ocasiones parece que ambos llegan a ser lo mismo
contest ms animada.
Qu te sucede?
Una segunda arcada le hizo vomitar una mezcla de bilis amarilla y pastosa.
Luego empez a toser, por mucho que intent liberarse, la antigua esclava la
mantuvo bien cogida para que no terminara en el suelo y le retir el pelo del rostro
hasta que termin de vomitar.
Seguro?
Eneca asinti con la cabeza y estuvieron all hasta que se sinti mejor y
pudieron continuar. Hicieron noche a una jornada de Loarre, en un refugio
profundo, donde prendieron fuego y pudieron comer unos frutos del bosque que
Eneca encontr. A la maana siguiente, volvi a tener mareos, aunque esta vez
apenas vomit. Logr sacar fuerzas para caminar toda la maana y buena parte de
la tarde. Casi al anochecer, enfilaron la parte final de la subida al castillo, donde
fueron interceptadas por varios arqueros que vigilaban los pasos. Reconocieron
enseguida a Eneca y la ayudaron a llegar a Loarre.
S, claro que lo es. El hijo de Fortn crece dentro de m, en tres meses dar
a luz.
Todos enmudecieron.
Eneca se enter de la intervencin del tenente por boca del sacerdote. Fue
entonces cuando comprendi las palabras de la arquera, y por increble que
parezca, no solo las entendi, sino que las comparti. Ava tena razn, Fortn se
haba tenido que ir por su culpa, solo por ella. Por intentar rescatarla, por poner en
peligro a todos, por dejar a un lado el castillo.
No poda.
Constanza durmi con ella para cuidarla, pero Eneca no peg ojo aquella
triste noche. Su embarazo era comentado por todo Loarre, haba que contactar con
Fortn, pero cmo hacerlo. Se envi un correo a la frontera oriental, pero en poca
de guerra era difcil recibir noticias. Eneca no llevaba bien su embarazo, su barriga
no estaba lo gorda que debera para el mes de gestacin en el que estaba. Varias
mujeres se lo dijeron, no era normal, la atosigaron a preguntas y ella las dej de
hablar, solo lo haca con Constanza, que con rapidez se gan el afecto de todos en
Loarre, mientras que Eneca se volvi irascible y temerosa de todo. De lo visible y,
en especial, de lo que no lo era.
61
Por las fechas, Eneca estaba en avanzado estado de gestacin, pero la tripa
segua sin hincharse como debiera. Cada vez quedaba menos para el noveno mes,
el embarazo estaba siendo de lo ms agitado, pues no haba noche que no se
levantara sudando y con pesadillas. Nadie a su alrededor entenda qu le suceda y
teman que el beb o la madre, incluso que ambos, no sobrevivieran al llegar el
momento del parto.
Claro.
Muy bien, ese nio que llevas dentro, es demasiado pequeo para tener
los meses que dices, as que o...
Mi madre me tuvo tambin con problemas, cuando me dio a luz fue un
milagro que sobreviviera. S que el feto es pequeo, pero sobrevivir, como yo lo
hice.
Espera, necesito que hagas algo por m Eneca la mir con determinacin
, provcame el parto.
Qu ests diciendo?
Ya me has odo.
Pero t misma has dicho que el nio es pequeo, no podemos hacer tal
cosa.
Ests loca! No har tal barbaridad, por qu? Espera al noveno mes y si se
retrasa tanto mejor, dale tiempo a crecer.
Se uni al ejrcito del rey para luchar contra el infiel contest Isidoro.
Va a venir?
Quin sabe, la madre tiene mala pinta. Es un milagro que haya llegado
hasta el ltimo mes as.
Es una inconsciente, solo una necia se atrevera a... Entonces algo llam
su atencin, era el colgante de muescas que Eneca llevaba en su cuello. Lo cogi en
su mano y lo observ ms de cerca.
Esto lo cambia todo, es muy antiguo. Invoca a dioses que existan en estas
montaas antes de la llegada del fuego y el metal, cuando la piedra reinaba sobre
nosotros.
An podemos...
En efecto, la puerta del castillo segua abierta, solo haca falta un poco ms
de esfuerzo. Entonces vinieron los gritos, miraron atrs, la horda de sarracenos
suba a caballo sesgando la vida de los que alcanzaban.
El sacerdote, con el gesto cansado y los ojos entre los pliegues de su piel,
empuaba su garrote, dio un paso al frente. Saba que haba que esperar, lo haba
hecho otras veces, poda hacerlo una ltima ms. Aguant, ya estaba casi, ahora
deba agacharse y lleg el musulmn y...
Ninguno lo vio morir, entraron dentro del castillo y la puerta se cerr tras
ellos. Dos hombres corrieron la tranca, que bloque de manera concienzuda el
acceso.
Estaban a salvo.
Rpido! Galindo corri hacia el acceso pero ya era tarde, la puerta cedi
. Estn entrando! Venid! grit desesperado.
Revent la cabeza de uno que pretenda recargar el arco y sigui con otro
que le esperaba con la espada pero de nada le sirvi. Galindo le estamp la maza
en medio del pecho, lanzndolo contra los dos que tena detrs, que cayeron. Antes
de que se alzaran, fueron molidos a golpes por el Cuchillos.
Isidoro tuvo ms problemas con el primer infiel con el que se cruz, hasta
media docena de golpes de espada intercambiaron antes de lograr rasgarle el
cuello con el filo. Para entonces, Galindo ya haba aplastado tres crneos ms y
tena una cuenta pendiente con el jinete blanco. Corri a por l y cuando lo tuvo a
buena distancia, solt la maza y le regal dos cuchillos que se sac de su cinturn.
El primero se clav en la nasal de su casco, el segundo justo le entr por la boca,
derribndolo del caballo y hacindolo caer entre espasmos de dolor.
Qu pretendes?
Lnzalo, Galindo!
Espero que tengas ms ideas como esta Galindo respiraba exhausto por
el esfuerzo, o cuando eso se apague moriremos todos.
Galindo calibr los hombres con los que contaba, poco podan hacer con tan
exiguas fuerzas, la mayora de ellos heridos y exhaustos. A su derecha, Isidoro
temblaba de miedo.
No pienso irme de este mundo sin acabar con todos los infieles que pueda,
no les dar el gusto de cogerme fcilmente.
El fuego se haba extinguido casi por completo cuando varias flechas fueron
disparadas a travs de la puerta y cayeron cerca de los cristianos.
Rez y una flecha silb hasta derribar al sarraceno: no fue el nico, varios de
sus hombres le siguieron en su fatal suerte.
Ava solt el broche que sujetaba su capa y la dej caer. Su rostro estaba
manchado de sangre y ceniza, tena el pelo enmaraado y la mirada cansada. Aun
as, desenfund su espada, la alz, y tras ella le siguieron el resto de los arqueros.
Ech a correr hacia el acceso, se agach ante el primer rival y raj de lado a
lado su estmago. Sigui con el siguiente, al que clav la punta de la espada en
medio del cuello, la sac y cort el rostro del de detrs. Intercambi dos golpes con
el de su derecha y termin derribndole de un puntapi, para rematarlo en el
suelo. Tuvo que esquivar una lanza, que agarr con su mano derecha, mientras
propin un sonoro golpe con la empuadura en la barbilla del moreno sarraceno
que la manejaba. No quiso perder ms tiempo, e hizo sangre en su axila, bajo la
cota de malla.
Ava segua luchando con todas sus fuerzas, hasta que un grupo de
sarracenos subi al adarve y desde all le tiraron una red.
Tambin enmudeci.
En la ladera del pico que dominaba Loarre haba un mar de luces, antorchas
relucientes como lucirnagas. Era difcil saber cuntas podan haber, eran cientos,
acompaadas por el sonido de los cuernos y un rugido de tambores que haca
parecer como si su golpeteo fuera el latir de la montaa. Los musulmanes haban
dejado un retn frente al castillo y corran a formar frente al ejrcito de luces.
Tardaron en reaccionar.
Debes hacerlo, por tu hijo! l debe vivir, vamos, Eneca! Puedes hacerlo!
Cmo...? logr mover los labios para sorpresa de las dos mujeres a su
lado, cmo est ella?
Laura.
Laura? Eneca, no es muy comn, por qu quieres que se llame as, por la
planta del laurel?
No.
Eneca observaba desde la orilla del ro cmo su hija intentaba gatear, era
una nia sana y jovial, tena un rostro gracioso que desprenda una alegra natural.
Ella haba sido su sustento tras el ataque, la muerte y la desolacin que haban
cubierto el castillo durante meses. Poco a poco las gentes haban recobrado la
ilusin y perdido parte del miedo. Haban llegado nuevos pobladores y estaba tan
ocupada en cuidar de su hija que todo lo dems haba pasado a un segundo plano
para ella.
Laura creci rpido durante aquellos meses. Coma bien y era despierta y
vivaz, nada haca presagiar que no fuera a ser una nia feliz. Hasta que una noche,
Eneca se despert entre sudores, no poda respirar, el pecho le oprima, no senta
su cuerpo. Por mucho que lo intentaba no poda mover ni un solo msculo, ni pies,
ni brazos. Intent hablar pero sus palabras sonaron mudas. Solo poda mover los
ojos, entonces sinti cmo haba alguien ms con ella. En la inmensa penumbra,
crey ver dos ojos frente a ella, una especie de criatura estaba sentada sobre su
pecho. La observaba en silencio y le impeda respirar.
Cerr los ojos y cuando los volvi a abrir ya no estaba. Intent mover los
dedos de sus pies y estos fueron respondiendo poco a poco, tambin los de las
manos y as con el resto de su cuerpo. Por fin logr respirar con normalidad. Lo
primero que hizo al levantarse fue comprobar que Laura estaba bien y lo que
encontr la aterr.
El vino que calentaba la garganta de Isidoro era spero y denso, de los que
rascan. A Galindo le gustaba que fuera as, pues no soportaba los brebajes aguados,
sin sabor, prefera uno fuerte y que picara, a uno que no dejara ningn sabor en la
garganta, que pasase sin pena ni gloria.
No resistiremos otro ataque coment el pamplons.
Lo s.
Fortn no lo hara.
l no est aqu.
Fortn no dud en salir a buscar a Eneca cuando fue raptada, ahora es Ava
quien ha desaparecido...
Quieres ir a buscarla?
Sorprndeme, cantero.
En ese ejrcito fantasma que dicen que deambula por las montaas, crees
en l?, t piensas que existe?
Como qu?
Por ejemplo, esas. Galindo seal a Constanza que caminaba con la
espalda muy recta camino de casa de Eneca.
Ella? Era una esclava, formaba parte del harn del seor de Wasqa.
Barbatur. Ao 1064
Fortn se encamin hacia uno de los onagros y ajust las reglas segn sus
clculos. Observ de nuevo dnde haban impactado los ltimos proyectiles y
llam a su ayudante, un urgelino fortachn y con buena cabeza, con el que se
entenda bien.
No es demasiado?
Hazme caso, conozco cmo se las gasta el viento. Un viejo me ense todo
lo que hay que saber sobre l.
El urgelino obedeci poco convencido. Se ajustaron todos los onagros con los
nuevos parmetros, se recargaron las cucharas y se apretaron sus refuerzos de
hierro. Cada mquina era manejada por ocho hombres. Estaban situadas sobre una
base de tierra aplastada y ladrillos que disminuan la vibracin al disparar.
Constaban de un armazn de madera colocado en el suelo, sobre el que se alzaba
un marco del mismo material, reforzado con pieles y que serva de tope al brazo
cuando sala disparado, evitando as su rotura. El brazo era bajado por un
mecanismo de torsin que tiraba de su parte superior por medio de un cilindro
giratorio, en el que se ataban las cuerdas unidas al brazo. Este sala disparado al
liberar todo el conjunto por medio de una palanca situada en el lateral opuesto a la
rueda giratoria que bajaba el brazo.
Los ejrcitos del Papa entraron a sangre y fuego. Los jinetes superaron a los
peones y alcanzaron las calles estrechas que llevaban a la medina. No haba
defensores en ellas, pero no hubo piedad, no deba haberla con el infiel. El primer
caballero normando que alcanz la mezquita entr a lomos de su poderoso corcel y
decapit a dos mujeres, tiendo de rojo la fuente de las abluciones que haba a la
entrada. Sigui hacia el harn soltando la espada a un lado y a otro, sin importarle
la edad, condicin y menos el gnero de sus vctimas. Una pareja de nios
sucumbi bajo las fornidas patas de su caballo. Divis en el mihrab que una docena
de infieles intentaba protegerse y silb llamando la atencin de dos normandos
ms, que le seguan. Uno de ellos tena un yelmo cilndrico decorado con una cruz
roja pintada y con un nasal protector exagerado y terminado en una afilada punta;
el otro vesta un casco ms discreto, pero por otro lado, sujetaba una imponente
maza de pas, completamente ensangrentada y con restos de cabello y piel
colgando de ella. l fue el primero en arrancar contra los sarracenos, aplastando el
crneo de uno de ellos y, acto seguido, machacando con su maza el rostro del
siguiente, hasta hundirlo en un espectculo grotesco.
Se alejaba, pero saba que poda alcanzarle, as que fue hacia l y, cuando casi
lo tena a su alcance, una azcona hiri al musulmn, quien de forma sorprendente
se mantuvo en pie hasta que una segunda se clav en su mentn y lo derrib de
manera definitiva.
Fortn tuvo una corta estancia en Barbatur, que fue puesta bajo el gobierno
de Ermengol III, conde de Urgell y cuado del rey Sancho Ramrez. El conde
intent detener los atropellos contra la poblacin civil musulmana, a la que se le
permiti permanecer en la ciudad, pero a costa de pagar tremendos impuestos, por
los que muchos optaron por abandonar y exiliarse. Adems, las matanzas
realizadas por los cristianos del norte, en su mayora francos llegados para la
cruzada ordenada por el Papa, estaban frescos en sus memorias. Era difcil convivir
con los mismos que haban pasado a cuchillo a tantos amigos y conocidos. De
hecho, los gritos de la matanza de Barbatur fueron llevados por el viento hasta
todos los rincones de Hispania, entre ellos la Ciudad Blanca.
Tuvo tiempo para ello, pas dos aos en los que hubo mucho trabajo en
Boltaa. Conservarla era esencial para el reino, pero la inestabilidad del nuevo rey
y la amenaza de una ofensiva musulmana hacan de ella un lugar peligroso y en
continuo estado de alerta.
Haca falta gente para reparar la muralla de sillera que protega la ciudad, l
intent obtener un puesto en la direccin, pero se vio relevado a labores de
intendencia. Por mucho que explic que haba sido maestro de obras en un castillo,
pocos le creyeron.
Quin lo pregunta?
Un amigo respondi.
Blasfemis!
Despus de cmo hemos regado con sangre estas calles, de verdad crees
que a Dios le van a importar mis palabras?
No, crees que fue por tu mujer dijo mientras observaba orgulloso la cara
de asombro de Fortn, pero fue por tu amigo el sacerdote.
Qu estis diciendo?
En la fecha indicada, Fortn acudi oculto bajo una tnica oscura a la cita
programada con el hermano del rey. Era una noche nublada, donde la luz de la
luna menguante apenas era un tenue resplandor en la sptima de las esferas
celestes. Al acceder al adarve de la muralla, el viga tan solo le escrut, no dijo nada
y le dio a entender que era mejor que se diera prisa en cruzar. As lo hizo, y sigui
por el camino de ronda hasta la escalera que daba acceso a la terraza que coronaba
la torre, rodeada de un parapeto de madera. All le esperaban dos figuras, el
esbelto caballero urgelino Arnau Mir de Tost y, a su lado, un hombre de ms edad,
robusto y bien plantado. Enfundado en un sencillo hbito que no pareca albergar
nobleza alguna, pero saba que tena que ser l, el mismsimo hermano del rey.
Bienvenido sea, ya era hora de que los cristianos nos uniramos afirm
Fortn con desconfianza.
Todo estratega debe saber aprovecharse tanto de las victorias como de las
derrotas aadi Arnau Mir de Tost, y l lo ha hecho. Ha propagado la noticia
de nuestra matanza al entrar en una ciudad ya rendida y eso ha encolerizado a los
musulmanes de todos los rincones de al-ndalus. Aftases, Banus Dil-Nun,
Abades, Banu Razin, Zires y Banu Amir; todas las dinastas han aportado
hombres, en un hecho sin parangn. Un ejrcito como nunca se haba visto al norte
del Ebro parti hace una semana hacia Wasqa.
Huir?
Los tenentes de los castillos cambian muy a menudo, son nombrados por
el rey y, por si lo has olvidado, yo soy su hermano.
No es tan sencillo, fui castigado por intentar salvar a una mujer que se
hallaba cautiva del gobernador de Wasqa, y no descansar hasta lograrlo.
Todo se har a su debido tiempo. El infante puso sus manos sobre los
hombros del maestro de obras. Ahora te necesitamos.
65
Eneca disfrutaba viendo cmo su hija creca fuerte y vivaz. Haba nacido
con escasa talla y carne y sus primeras semanas de vida fueron angustiosas.
Pasados un par de meses, todo cambi, comenz a coger peso y a mejorar su salud.
Cumpli su primer ao con poca talla, pero en los siguientes recuper con creces la
que deba ser su altura y peso normales. Hasta tal punto que ahora era una nia
sana que apenas haba enfermado en media docena de ocasiones desde su
alumbramiento, y todas ellas fueron por temas menores que su madre supo atajar
de inmediato.
La nia tena su propia personalidad. Sobre todo unos gestos de rabia, como
si fuera un volcn a punto de estallar, aunque sin llegar a hacerlo.
Las obras del castillo estaban detenidas, el tenente haba trado a varios
constructores, pero ninguno supo o quiso reparar los daos causados por el ltimo
ataque. Encontrar en el reino a un maestro de obras que supiera cmo construir
castillos de las dimensiones del de Loarre, era imposible. Ni siquiera en Pamplona
o Castilla, quizs al otro lado de los Pirineos, pero traerlos hasta aqu era
demasiado costoso. Por ello el castillo qued desmochado, y en estado ruinoso,
pues los daos que haba sufrido eran muy cuantiosos y sensibles. El tenente,
despus de varios meses en Loarre, se march a otro de sus dominios y dej a un
hombre de confianza para que administrara la fortaleza. Se llamaba Hugo de
Anis, y era un viejo tartamudo, con pocas luces y mala cabeza para las cifras. Su
nefasta organizacin provoc una desbandada de numerosos habitantes.
Hasta el punto de que Loarre qued aislado del resto del reino y se cortaron
todos los accesos desde Jaca. Por suerte no dur mucho, Hugo de Anis dej
Loarre requerido por su seor y la fortaleza qued custodiada por una reducida
guarnicin mandada por Galindo. Por su parte, Isidoro continu trabajando en la
cantera, pero ante la imposibilidad de tallar sillares, se dedic a trabajos ms
refinados. Comenz a tallar esculturas aunque le faltaba prctica, as que los
primeros intentos no fueron buenos. l no era hombre que se dejase amedrentar
por el fracaso, y armado de paciencia, fue mejorando con la prctica.
Hay quien dice que, de noche, se pueden ver las luces de Saraqusta en la
lejana.
Bernardo.
Eres campesino?
Respetaban nuestra fe, no haba motivos para dejar las tierras de nuestros
padres y abuelos. Las cosas han cambiado, ya no somos bien recibidos. Al-
Muqtadir ha jurado venganza sobre los cristianos, todos nosotros.
Unos traidores.
No soy quien para juzgar eso, yo solo puedo hablar por m y mi familia,
nosotros siempre hemos sido cristianos, aunque no fuera lo ms sencillo.
Su riqueza no tiene parangn entre todas las dems taifas surgidas de las
cenizas del Califato. La confluencia de los ros Huerva, Gllego y Ebro la convierte
en zona de ricas huertas y cultivos. El clebre Musa ibn Nusayr, conquistador de
Hispania...
Los muros que protegen Saraqusta son de una piedra blanca como la nieve
y que brilla como ella cuando sale el sol. Estn formados con bloques escuadrados
y en el interior se halla al mismo nivel de las calles y vas, sobresaliendo con mucho
cinco codos, y as todas sus casas destacan por encima de sus murallas. El
mozrabe observ cmo se haban unido ms habitantes de Loarre en torno a la
conversacin, y decidi seguir con su descripcin. Aprovechando las corrientes
del Ebro tienen instalados numerosos molinos, situados sobre barcazas. Yo no s la
manera en que lo logran, pero parece que pueden cambiar de situacin para
aprovechar al mximo la corriente. Las norias son tan altas como la mayor de las
casas de la medina, a travs de las cuales fluye el agua hacia las huertas y los
campos de las orillas.
Eneca...
El legado papal celebraba la primera misa con la nueva liturgia del reino.
Sancho Ramrez haba llegado a un acuerdo secreto con el Papa despus de su viaje
a Roma, donde haba sido coronado rey por el Santo Padre. Aragn pasaba a estar
protegido por Roma, su rey era bendecido por Dios. A partir de ahora, nadie
pondra en duda su legitimidad como monarca. Su padre haba proclamado un
nuevo reino y l haba logrado consolidarlo a los ojos de Dios, y, por ende, del
mundo. No solo eso, el Papa le haba prometido su apoyo en la expansin del
mismo.
Todo tiene un precio en esta vida, incluso para la Iglesia, o en especial para
ella. As que Aragn deba pagar una fuerte cantidad de oro anual y, lo ms
importante, introducir reformas en su clero. Ahora los monasterios e iglesias en
territorio aragons seguiran la regla de Cluny y toda la liturgia cambiara. Se haba
prohibido el rito tradicional y haba que adaptarse al que impona Roma.
Cmo ha podido el rey claudicar de tal manera? Cmo deja que esos
extranjeros dicten cmo ha de ser la liturgia en Aragn?, se preguntaba el infante
Garca a la vez que clavaba su mirada en el legado papal, al que tanto odiaba.
La primera misa por el nuevo rito al medioda de los Pirineos finaliz entre
miradas de incredulidad y amplios rostros de complacencia. La divisin en el clero
y la corte era evidente. Como un barranco, que lejos de reducirse, no paraba de
crecer. Si segua as, pronto las dos orillas estaran tan alejadas que no podran
entenderse entre ellas, por mucho que lo intentaran entonces.
No existe paz para los hijos de un rey, existe tanto por hacer... Por suerte,
ahora andamos por el buen camino.
Por supuesto, es qu acaso hay otro camino distinto al que marca Roma?
pregunt de forma precipitada.
Al menos ahora nos pagan parias, con las que financiamos nuestras
construcciones y ejrcitos.
Nada de eso, todo lo contrario. Dios nos ha sonredo, ha elegido este reino
para iluminar todas las tierras de Hispania.
Roma nos ha elegido, de eso no hay duda. Ha intentado entrar antes en los
reinos de Portugal, Len y Pamplona, en los condados de Castilla y Barcelona. Y no
ha recibido ms que negativas explic con la mirada perdida en el paisaje. Si
Aragn le da Hispania, solo espero que no nos arrepintamos de ello, que el precio
no sea demasiado alto.
Vamos a llevar los colores del Papa en nuestro peirn. Jaca ser una gran
capital y su catedral la ms moderna, la envidia de Occidente. Este monasterio ser
la cuna de nuestra dinasta, aqu construiremos un panten real, donde honrar a
reyes y reinas se emocion con sus propias palabras. Solo falta el que debe ser
nuestro tercer pilar, adems de Jaca y San Juan de la Pea.
En los valles, eran presa fcil para los sarracenos, as que buscaron
autnticos nidos de guilas donde refugiarse. Fortn lleg de esta manera a
Troncedo, una pequea aldea que dominaba todo su entorno, aunque sin defensas,
salvo su estratgica posicin. En Troncedo, logr convencer a sus habitantes de la
necesidad de levantar una torre de destacada altura, desde la que otear a los
musulmanes.
Con los caminos cortados y con el destierro todava sobre su cabeza, decidi
esperar en aquellas tierras del condado de Sobrarbe. Le surgieron algunos trabajos
de reparacin en iglesias y castillos cercanos, que haban sido desmochados por los
infieles. A la espera de poder buscar la manera de levantar el veto impuesto por el
tenente de Loarre, Fortn intent acercarse a los crculos de poder del nuevo reino,
as logr una audiencia en Jaca con el ms alto personaje de la corte del rey Sancho
Ramrez.
Le escoltaron hasta un pasillo donde el fro pareca colarse por entre los
escasos huecos de piedra que no tapaban la multitud de telas y alfombras que
ocultaban los muros. En ella aguard de pie, hasta que fue reclamado por un
clrigo que le condujo hasta otra sala contigua, de menor tamao y ms decorada
con tapices y esbeltos antorcheros. En el centro, sobre un silln en alto con un
prominente respaldo, estaba el rey Sancho Ramrez. A su lado y a un par de pasos
de distancia, su hermano, el infante Garca, ambos hijos de Ramiro I.
El monarca mostraba un gesto serio, su pelo oscuro estaba cortado con
esmero y vesta un brial de rica tela, de mangas anchas, bordado en las
bocamangas y los bordes inferiores, con galones de oro, y con una cenefa formada
por rombos que cerraba su cuello. No era la ropa lo que ms destacaba de su
atuendo, sino la espada. No era comn sentarse con ella atada al cinturn, pero el
monarca as la llevaba y su mano derecha descansaba en la empuadura. El rey le
miraba en silencio, sin mover los labios, con unos ojos brillantes, como si algunas
de las estrellas del firmamento se refugiaran en ellos. Prosigui en un silencio
embarazoso y con la mano impasible sobre su arma. Pasaba el tiempo y no
hablaba; y Fortn se pona ms nervioso y no se atreva a mover un solo msculo.
La garganta se le sec tanto que trag saliva de una forma torpe y hasta ruidosa, lo
que le incomod todava ms. Aquella tensa situacin estaba poniendo a prueba la
paciencia que haba adquirido con los aos. Incluso al ms seguro de los hombres
le temblaran las piernas ante todo un rey.
No lo s, alteza. Intent rescatarla, y por eso fui apartado de las obras por
el tenente de Loarre.
Gracias, alteza.
Antes, para lograr tal meta, necesito tu ayuda. Fortn, eres un hombre de
experiencia, con tu edad seguro que has trabajado en numerosas obras. Cul
diras que es tu mejor cualidad como maestro de obras?
Ampliar?
S, es que acaso crees que iba a levantar la prohibicin que hay sobre tu
cabeza por nada?
No, alteza.
Soy un rey, nada de lo que hago o digo es casual dijo con complacencia
, vers, este reino, cmo lo dira... Este reino ha sido designado por Nuestro
Seor para un objetivo inmenso, una misin titnica. Si l nos ha elegido, no somos
quines para ponerlo en duda. Lo que debemos hacer es acatar su divina voluntad,
verdad?
Defender la frontera.
No, defenderla no. Se ha terminado esa poca. Es tiempo de amenazarla,
desafiarla se inclin hacia delante, Loarre ser un smbolo del nuevo tiempo de
Aragn. Levant el puo cerrado. Fortn, Loarre va a ser el mayor castillo que
ha visto el hombre. Por ello te rehago la pregunta, por qu debo confiarte la labor
de ampliarlo, de hacerlo eterno?
Eso es lo que quera or sonri, pero necesito algo ms: una iglesia.
Podrais construir una?
No, Fortn, cerca no, dentro de l. Quiero una iglesia protegida por el
recinto amurallado.
Sin sutilezas, dices? Muy bien, como sabrs, he puesto al reino bajo la
proteccin de Roma. Somos vasallos de la Iglesia y yo soy rey por la gracia de Dios.
Los infieles estn amenazando el reino que edific mi padre, no pudimos mantener
la conquista de Barbatur y no somos capaces de asediar Wasqa. Hizo una leve
pausa. Quiero desafiarles, que sepan quin es el rey, que conozcan su futuro, que
entiendan que tarde o temprano dominar la Tierra Llana.
Recuerda que Dios gua nuestros pasos. No vas a construir un castillo para
el rey, sino para l, Nuestro Seor.
Entonces, dime, Fortn, aceptas lo que te pide ahora este humilde rey?
Construirs el smbolo de nuestro reino? Un castillo para la eternidad.
S, alteza, lo har.
El rey se dio la vuelta y subi los tres escalones hasta acomodarse de nuevo
en su trono. Dos guardias se adelantaron hasta la altura de Fortn, seal de que el
maestro de obras deba retirarse. Realiz una reverencia antes de volverse hacia la
salida, escoltado por los hombres de armas, y cruzar el umbral de la puerta.
Cuidado, hermano, el ro que crece rpido lleva siempre sus aguas turbias
advirti el infante Garca.
Querido hermano, debis entender que hay ros que bajan con tanta fuerza
que no se pueden detener, arrastran todo a su paso.
Yo?
Queris ese silln, pues empezad a ganarlo. A veces pienso que nuestra
hermana Sancha sera mejor obispo de Aragn que vos.
No, quiero decir por Su Santidad, tenis algo que objetar a una eleccin
del Papa?
No creo que sea para tanto, hermano. Es ms, pienso que el pueblo lo
entender y lo asumir con rapidez, que ser el clero del reino el que no est
dispuesto a cambiar sus costumbres y privilegios.
Fortn camin desde el palacio real hasta el centro de Jaca, las calles estaban
alborotadas y repletas de gentes. Las haba de todo tipo, comerciantes,
trabajadores, mendigos, mujeres, peregrinos, monjes, hombres de armas.
Yo viva en Loarre.
Acaso lo dudas?
Vlgame Dios que no, lo que no s es de dnde saca recursos para tanta
obra.
Dicen que de los peregrinos que cruzan los Pirineos, pero no s... mucho
me parece.
No.
Pensaba que...
Quin?
Disculpad, qu tallis?
Cabalg por la orilla del Gallicius, hasta abandonar sus tumultuosas aguas
para proseguir por el valle del Garona. Lo ascendi raudo y veloz por su orilla
derecha. Durmi en Rasal, una pequea aldea construida en torno a una iglesia
dedicada a san Juan Bautista, con una cabecera decorada con cinco arquillos ciegos
apeados a travs de anchas lesenas y con una nica ventada en el centro.
Galindo.
Lo s, ya ests aqu.
Fortn, creo que hay algo que no sabes. Los ojos de Isidoro brillaron.
Estoy aqu.
Entonces, tras ella surgi una mirada que no conoca y, al mismo tiempo, le
era familiar. Era una muchacha de una fuerza en la mirada inusual y
sobrecogedora. La joven acerc sus labios al odo de Eneca y le susurr algo. Su
mujer la cogi de la mano y camin hasta l.
Has vuelto.
Hola, padre.
Mi hija? Pero... cmo es posible? Hace aos que no... Y la abraz con
una mezcla de torpeza y de dulzura.
Ya estoy aqu.
Claro que s, fortificar de nuevo este castillo. Eneca ley en sus ojos la
sorpresa.
Y qu vas a hacer?
Construirlo.
Casi todo.
Sufri?
Fortn, creemos que Ava fue hecha prisionera en ese mismo ataque. No
sabemos si sigue con vida o la ejecutaron en su huida. Aquel da todo fue un caos,
enviamos mensajeros para negociar por los prisioneros e incluso algn infiltrado,
pagamos a gentes de Bolea para obtener informacin suspir. Nadie sabe nada
de ella, es como si se la hubiera tragado la tierra.
Ya lo s, qu ms podemos hacer...
Bueno, tambin las hay buenas, Fortn: tengo una mujer, Constanza. Vino
con Eneca de Wasqa, ella es... maravillosa!
Y dnde?En el aire?
No hay espacio fsico, Fortn. Como no quieras que se eleve sobre la nada,
no entiendo cmo podremos construirla...
Exacto.
No, debe formar parte del castillo, del sistema defensivo. No podemos
edificarla extramuros.
No, haremos lo que has dicho antes, la levantaremos aqu. Fortn seal
un espacio en el aire cerca del sendero de acceso.
Ests loco! Ah no existe nada, no... Fortn, solo aire, no hay suelo ni roca.
No, no lo veo. Isidoro neg con la cabeza y se pas ambas manos por su
rasurada cabeza. Y el acceso? Debers crear uno nuevo.
Tengo que calcularlo, desde los cimientos... quiz doscientos pies Fortn
solt una carcajada, es perfecto! Una iglesia as impresionar a cualquiera, el
bside ser una torre ms del castillo, la cripta ser funcional y el acceso se podr
defender con facilidad, Loarre ser una fortaleza todava mejor pertrechada.
Es una locura.
Tranquila.
Ms te vale.
68
Todo estaba enlucido con mortero hidrulico, para que el lquido acumulado
no escapase del aljibe. Lo ms brillante de toda la construccin haba sido la
entrada del agua: haba ideado un canaln que desde la terraza que haba
construido sobre los aljibes, llevaba el agua de lluvia a su interior.
Con ellos en Loarre, las obras avanzaron a una velocidad inconcebible hasta
entonces. Sin saberlo, al provocar su exilio, los musulmanes haban dado la mano
de obra especializada que necesitaba Fortn para reedificar Loarre en un espacio
de tiempo inimaginable.
Eneca lleg aquella noche tarde. Haba estado bastante tiempo con una oveja
a la que le haba costado dar a luz, pero finalmente todo haba ido bien. El fuerte
viento pareca querer traspasar los muros de la casa, y a ciencia cierta que lo
intentaba con ahnco. No le sorprendi encontrar a Fortn despierto, apurando una
nica vela, rodeado de pergaminos, agotado, con los ojos hundidos en pozos de
dudas y la piel tan plida que pareca enfermo. Ella saba mejor que nadie cmo la
incertidumbre ahuyenta el sueo y engaa el hambre.
Eneca se puso una camisa sin hendir, holgada, con las mangas abullonadas y
ajustadas con puos que le cubran la mueca y parte del antebrazo. Le caa hasta
los tobillos, de donde colgaba una cadena a modo de pulsera.
Maana, por favor lo dijo con una dulzura que atraves la intransigencia
de Fortn.
Hemos estado aos sin vernos, Fortn, todava tenemos mucho que
recuperar.
Cogi las manos de Fortn y las introdujo dentro, para que llegaran hasta
sus pechos. Sinti cmo aquello le volva loco y le atrajo ms hacia ella. Fortn era
un volcn a punto de estallar. Intent controlarlo, busc sus labios y la bes
despacio, tratando en vano de calmar el latir de su pecho. Funcion, aunque solo
unos instantes. Al momento, se abalanz sobre ella y volvi a besarla, mirndola
fijamente a los ojos y entr dentro de ella, por fin. Se amaron como lo hacan antes,
como no deban de haber dejado de hacerlo nunca. Y Eneca mir donde dorma
Laura y sinti un halo de tristeza, ojal ella fuera fruto de su amor.
Qu es?
El nuevo Loarre.
Dios est en el cielo, padre dijo Laura, mirando las nubes, no puede
ser esa su casa.
Fortn observ a su hija y entendi que tena razn. Dios est en el cielo, si
la iglesia era su casa, Dios deba seguir estando en lo ms alto. Y entonces se
percat de lo que estaba haciendo su hija. Con el dedo manchado del carboncillo
con el que l trabajaba, dibuj un crculo sobre la iglesia.
Ese es Dios.
En Loarre se oan muchas historias sobre ella, tantas que era difcil saber
cules eran ciertas y cules ensoaciones calumniosas. El pueblo tiende a exagerar,
aunque tambin era verdad que en numerosas ocasiones, eran los propios nobles y
seores los que filtraban de manera interesada rumores sobre sus rivales, para que
los chismosos, juglares y charlatanes se encargaran de amplificarlos a todo el reino.
Hay quienes iban de pueblo en pueblo contando las supuestas noticias de la corte.
Se instalaban en los mercados y alrededor de ellos crecan corros de curiosos y
alparceros. Todos queran or las historias sobre las victorias del rey, la construccin
de la catedral de Jaca, los prodigios de las reliquias de san Demetrio y acerca de los
viajeros que llegaban por el Camino de Santiago, desde lejanos reinos cristianos.
Eneca ya no era una jovenzuela, cada vez le costaba ms salir al bosque a por
sus plantas, y Laura no le ayudaba lo suficiente, pues por mucho que ella lo haba
intentado, la muchacha no mostraba la misma predisposicin que su madre para
estas habilidades. As que a pesar de sus aos, todava sala a recolectar sus
materias primas. Eso a ella le gustaba, as que a pesar del esfuerzo que le supona,
lo haca de buena gana. Cuando ya tena la cesta llena, sola recostarse apoyada en
el tronco de alguna carrasca y echaba una cabezada antes de regresar a Loarre.
Aquel da haba encontrado todo lo que necesitaba con inusual prontitud, as que
se acomod y disfrut del bosque, de sus sonidos, sus olores, su color. Pens en
Fortn, su marido, su amor. Tanto tiempo esperndole haba valido la pena, ahora
ya nunca se separaran, antes la muerte. Y Laura, la luz de su vida, su...
Eneca sinti el terror como nunca antes, abri los ojos y mir a su alrededor.
No haba nadie, pero sinti una presencia, era familiar, como un recuerdo del
pasado.
Pero qu?
El sol pic con fuerza pasado San Juan. Desde el despuntar de la maana,
empez a orse el martilleo de los canteros. Los pesados bloques de arenisca
llegaban de las canteras cercanas tirados por mulas con los hatos sobre sus lomos.
Descargaban en el pueblo y all empezaba el concierto. El ruido, que al principio
pareca molesto, fue adoptado como normal por los abundantes pobladores de
Loarre. Como una cancioncilla cuyo ritmo asumes y tarareas sin quererlo.
Por suerte, el abundante trabajo haca que todos estuviesen contentos. Toda
mano de obra era bienvenida. Muchos comerciantes del otro lado de los Pirineos
haban llegado con sus productos.
Para vigilar a tanta gente y tambin para evitar ataques, el rey envi a parte
de la mesnada real. La presencia de aquellos imponentes hombres armados
calmaba cualquier conato de violencia y aumentaba el nimo. Tomaron posiciones
en torres y atalayas exteriores. Comenzaron a realizar guardias continuas y talaron
todo el entorno de Loarre para que, en caso de ataque, los sitiadores no pudieran
ocultarse entre los rboles cercanos a las murallas. De esta manera, el castillo
qued rodeado de una extensa zona de tierra desnuda y yerma.
El joven religioso, que en nada se pareca al viejo cura de Loarre, posea unas
facciones agradables, y un cierto aire infantil en la mirada dejaba claro que tena
pocas intenciones de coger un arma.
No, envi varios correos a Jaca, pero no obtuve respuesta a esa duda.
Nadie sabe nada, ni el mismo obispo Garca saba nada sobre l. Demasiado
secretismo, Fortn, eso no puede ser bueno.
La sonrisa del abad fue lo nico capaz de cortar la espesura amarga del
ambiente, que se haba vuelto pesado, como si el aire se hubiera solidificado y
fuera una barrera que impidiera moverse, respirar e incluso hablar. Y el abad lo
saba, en sus ojos luca el brillo de los que se saben convencidos de la victoria.
Cuando los monjes comenzaron a instalarse, Fortn relat al resto quin era
en verdad el abad y todos enmudecieron ante la revelacin.
S, ya lo s, pero...
A media tarde, una vez finalizada su labor, retornaron hacia Loarre por el
mismo camino por el que haban llegado hasta all.
Por los rboles, por su variedad, su tamao, el espesor de sus troncos, por
la vegetacin que crece bajo ellos. Son pistas que hay que leer con paciencia.
Dnde aprendiste?
Perdona, es fantstico!
S, soy la mujer ms feliz del mundo. Siempre he querido tener una familia
con muchos nios y que luego ellos me den nietos. Todava no se lo he dicho a
Isidoro.
Y a qu esperas?
Constanza, tranquila. Por favor, vete, salgo todos los das al bosque y no
me sucede nada, y aunque me pasara, seguira hacindolo.
Hola, Eneca.
T... intent contener toda su ira, acumulada durante tantos aos que
pesaba como nadie poda imaginarse. Javierre, o debera decir Simen?, qu
haces aqu? inquiri disgustada, a quin vienes a matar o humillar?
Cmo dices?
l me entendi, sabe... podemos decir, que hace la vista gorda con algunas
de mis debilidades.
Eneca...
Eneca.
Javierre recordaba cuntas veces haba asistido a misa all mismo, situado en
los ltimos lugares, apretado por los cuerpos de las otras gentes, su olor vomitivo,
sus estornudos, sus flemas, sus groseros comentarios, sus miradas, su indiferencia.
Hermanos, recordad que en primer trmino, ya que con este fin os habis
congregado en comunidad, deberis vivir en la casa unnimes. Tened una sola
alma y un solo corazn, orientados siempre hacia Dios. Todos asintieron. No
poseeris nada propio, sino que todo lo tendris en comn, y el Superior
distribuir a cada uno de vosotros alimento y vestido, no igualmente, porque no
todos sois de la misma complexin, sino a cada uno segn lo necesitare; conforme
a lo que leis en los Hechos de los Apstoles: Tenan todas las cosas en comn y se
reparta a cada uno segn lo que necesitaba.
Desde su establecimiento en Loarre, cada maana, el abad aleccionaba a sus
monjes sobre sus obligaciones. No quera permitir que estuvieran en presencia de
gentes no religiosas, en especial de mujeres, que pudieran alterar sus votos. Por ello
orden enclaustrarlos de algn modo en el recinto militar, aunque all tuvieran que
verse con los hombres de armas, poco sutiles y de moral demasiado opuesta a la de
los clrigos.
Los monjes tenan una dura rutina, sometan sus carnes con ayunos y
abstinencias en el comer y en el beber, segn la medida en que se lo permita la
salud.
El abad era el nico de ellos que sala a la aldea, era respetado y temido por
todos, pocos osaban mirarle a la cara, ms bien ninguno. Cualquier cosa que
demandaba le era proporcionada sin rechistar, desde fruta, vino, pan o telas. A l le
complaca su poder, le haba costado tanto ganrselo, que se acordaba de todo lo
que haba sufrido en su largo peregrinar por la vida. De cmo logr ser admitido
en un monasterio cerca de Lyon, logrando cada vez ms responsabilidades y no
dudando en usar cualquier posibilidad para ganarse el favor del abad. Luego
llegaron los trabajos ms oscuros, aquellos en los que los seores religiosos no
deberan verse afectados, pero s, claro que lo estaban, no en vano eran hombres,
con sus vicios y pecados. Ah haba encontrado l su camino, que le haba llevado
finalmente de vuelta a Loarre, qu contradiccin.
Dio la vuelta a la esquina de una casa y se tropez con una joven. Era
distinta al resto de gentes de Loarre, tena un halo de indiferencia impropio de su
edad. Ella no dud en aguantarle la mirada cuando se cruzaron, ni inmut
ninguno de sus msculos, no tembl, ni palpit con ms fuerza su corazn,
simplemente le ignor, como si l fuera un vulgar pastor, como si no fuera abad.
Aquello le gust.
Se qued parado, admirando cmo se alejaba la joven. Distrado con su
figura, quiz por eso no lleg a ver la manera en que Eneca le vigilaba desde la
lejana.
No lo s. Fortn enmudeci.
Y te parece bien?
Y qu me pides entonces?
Sin ms, dices? Sin ms! Te recuerdo todo lo que nos hizo, a tu padre, al
viejo lombardo, al sacerdote, a m!
Ahora es abad, no es tan sencillo.
Para Fortn, la monumental iglesia que le haba solicitado el rey solo poda
construirse en una ubicacin: el acceso del castillo. Eso implicaba hacer uno nuevo,
pero tambin, cambiar todo el sistema defensivo o, al menos, variarlo de forma
sustancial.
Bajo la misma iglesia, por ello ser en pendiente, adaptado al desnivel del
terreno, pero tambin simbolizando que ascendemos hacia la palabra de Dios.
Tal y como haba diseado Fortn, el paso cruzando por debajo de la nave
de la iglesia fue tomando forma. Fue una dura empresa horadar la montaa para
tal fin, pero era esencial ese acceso en rampa, y no solo por razones simblicas o
constructivas, sino tambin militares. Aquella entrada daba muchas opciones de
ser defendida desde el interior, con esa tremenda pendiente que permitira lanzar
objetos rodando y dificultara el acceso a los enemigos.
Otro tema complejo fue crear el espacio horizontal suficiente para la nave del
templo. Fortn tuvo que construir una docena de gras con tambores de madera
para elevar todo el material necesario y poder crear una terraza donde antes solo
haba aire, ganando espacio al escarpado terreno. De esa manera, cripta, escalera y
cuerpo de guardia formaban una triple terraza que se sustentaban de manera
consecutiva el plano horizontal de la iglesia superior.
Fortn estaba obsesionado con el acceso que iba a crear, as que decidi
seguir con su audacia y dividi la segunda parte en dos trayectos divergentes, al
oriente y al occidente.
As que opt por unir la cripta con la gran iglesia mediante dos escaleras
intramuros. Cuando se lo explic a Isidoro, el cantero no sali de su asombro.
Qu listo que eres y ambos se rieron sin parar, he pensado que esas
escaleras estarn semiocultas para los que entran, ms si no conocen el castillo y no
hay mucha luz.
El maestro de obras fue hacia su mesa de trabajo, se sent sobre una silla de
tijera, tom el carboncillo y traz las lneas maestras sobre el pergamino. Tena
claro cul deba ser el proceso. Primero, edificar el templo, y despus, disear
nuevas defensas. Loarre no deba perder su razn de ser, deba seguir siendo
inexpugnable, una mquina de guerra como le haba enseado el lombardo.
Claro que s. Porque, dime, dnde vas a situar la planta de una iglesia de
tres naves? No tienes espacio fsico. Yo s y no he venido para causar problemas,
sino para solucionarlos. Soy abad, Dios me ha perdonado, es que acaso t te crees
tan prepotente como para estar por encima de l? No nos merecemos todos una
segunda oportunidad? Perdnanos nuestras deudas, como tambin nosotros
perdonamos a nuestros deudores. Mirad por vosotros mismos: Si tu hermano peca,
reprndele; y si se arrepiente, perdnale. Si siete veces al da peca contra ti, y siete
veces al da vuelve a ti diciendo: Me arrepiento, perdnale.
No puedo...
Me congratulo, he estado rezando por vos y creo que podis tener una
importante labor aqu.
Yo me intereso por todos los habitantes de Loarre, ahora sois todos hijos
mos, por algo soy el abad del monasterio.
Qu queris, abad?
Mucho habis tenido que cambiar para que eso sea verdad.
En efecto, por eso os solicito, os imploro, vuestra ayuda para finalizar las
obras de la iglesia.
Hablad con Fortn, hacedle ver esto que os he contado. Si deja que yo le
ayude podramos lograrlo. He estado en Toulouse y en Moissac, he visto cmo se
levantan las nuevas catedrales.
El obispo de Jaca.
Ya veo, el infante Garca. No creo que el hermano del rey sea un aliado
fiable. Pensadlo bien, Ramn. Sois muy joven, podis llegar lejos sirviendo al Seor,
sera una lstima que se truncara un futuro tan prometedor. Con los convenientes
contactos, podrais llegar lejos, obispo, quizs? Yo os aseguro que s recompensar
a mis aliados. No arruinis vuestra vida, ni vuestra alma.
Laura era un misterio para Fortn, haberse perdido su ms tierna infancia
influa en ello. Seguro, aun as haba algo ms. As que su relacin no era todo lo
estrecha que le gustara. Y eso que Laura haba sido la mejor noticia que hubiera
podido imaginar.
En el fondo, Fortn le esperaba. Saba que aquel momento tena que llegar
tarde o temprano. Ms an cuando el joven sacerdote habl con l pidindole una
oportunidad para su antiguo amigo, para el asesino de su padre.
Javierre avanz y puso sus manos sobre los planos y los escrut con inters,
con una mueca en los labios.
Podrs levantar muros tan altos como los que tienes dibujados? No es
que dude de ti, solo soy precavido. No olvides que necesitamos luz dentro de la
iglesia.
Con arcos!
Desde luego.
No s cmo.
Cmo?
Es que acaso me permitirs construir una sola nave como has dicho
antes?
Nada de eso, eres precavido, y eso est bien. Pero igual que reconstru este
castillo sin que nadie creyera que era posible, puedo levantar una cpula como
nadie ha visto antes.
Al verle irse con su hbito de abad, Fortn se sinti aliviado, como si pudiera
respirar de forma ms holgada.
El permetro del primitivo castillo iba a tener que ser ampliado tambin
hacia el norte y hacia poniente para erigir otra terraza y el palacio real. Este edificio
era vital para el nuevo rey, por lo que sus dimensiones deban ser considerables y
dignas de la grandeza del monarca. Fortn decidi que sera la ltima construccin
a realizar.
Sorprndeme.
El tambor absidal se empez a erigir sobre la roca madre. Sus tres quintas
partes estaban totalmente exentas y contaba con muros de un grosor de siete pies.
El resto fue ocultado al elevar la zona del castillo que contendra el nuevo acceso y
que se comenzara en breve.
Los lombardos nunca edificaron una construccin como esta. Sus templos
son pequeos y con bvedas de arista. Si pretendes levantar una iglesia de
semejante tamao y con una cpula, olvdate de lo que decan esos antiguos.
Fortn se contuvo ante Sergio, le daban igual sus palabras. l lo tena claro,
la solidez era la clave de la bveda, Loarre no dejaba de ser una fortaleza, con una
inmensa iglesia, s, pero una fortaleza, y nadie poda construirla mejor que l. As
que para dotar al tambor de mayor solidez, ide unas innovadoras columnas-
contrafuerte sobre pilastras a distintas alturas, que adems acentuaban la
verticalidad de la edificacin.
Era digno de ver cmo los escultores francos trabajaban en ellos con esmero
y sin descanso. La manera en que perfilaban las figuras a golpe de cincel. Algunos
ya estaban terminados y no caba duda de que tenan una bella hechura. Cada uno
era diferente, complejo, enigmtico, pero a Fortn le robaba la atencin uno de
ellos en el cual dos personajes togados sujetaban una figura que representaba un
mono en cuclillas. Deba de simbolizar la dominacin de los vicios y pasiones
humanas. Ese capitel estaba destinado a las ventanas superiores, por lo que apenas
sera visible a nivel del suelo.
Tanto tiempo y esfuerzo para que solo los pjaros admiraran sus detalles. No
llegaba a comprenderlo y, sin embargo, no poda dejar de mirarlo.
En otro capitel, se poda ver una preciosa guila en posicin frontal, nada
usual, y con sus alas desplegadas al modo de las existentes en los lbaros romanos,
a las que bien seguro intentaba imitar. Ese s sera visible, puesto que ocupara las
ventanas inferiores cegadas por la roca.
Tendr que ser curioso tener uno vivo delante. Ser cierta su maldad?,
pens.
Aunque, sin duda, el capitel que ms le impact fue uno de los que
enmarcaran las ventanas superiores. En l se observaba a una mujer en cuclillas a
la que mordan los pechos sendas serpientes enroscadas entre sus piernas. Ella las
agarraba como si se estirara el cabello, era una escena desgarradora e impactante.
T lo permites.
T crees que yo soy as? Que tiento a los hombres para que pequen? No
ser ms bien que buscis una excusa en nosotras para vuestros pecaminosos
comportamientos.
Los trabajos para la cripta, al ser suelo sagrado, eran supervisados por el
abad. l mismo pidi a los francos que labraran sobre su arco de medio punto un
crismn, indicando la entrada a un lugar de culto. Sin embargo, hubo un problema
con ese acceso y Fortn tuvo que rehacer el arco, aunque el crismn ya estaba
tallado, por lo que qued la curva descentrada. El abad entr en clera y durante
varios das las obras de la cripta se paralizaron.
Y lo complejo...
Nadie dijo que fuera a ser fcil. El abad realiz una pausa. Fortn, s
que no confas en m, y lo entiendo. Al menos, djame que te diga que ests
haciendo un esplndido trabajo, pero no vuelvas a cometer errores. El crismn de
la cripta es importante.
Y qu significa?
S, claro que Javierre habra podido hacerlo. Fortn mismo poco tena que
ver con el chiquillo que lleg a Loarre de la mano de su padre. Era evidente que el
abad se mereca al menos una oportunidad, pero haba alguien en Loarre que
jams se la dara, por mucho que hubiera cambiado: Eneca.
Fortn saba que haba hecho un enorme trabajo, en especial con la bveda.
Gracias, abad.
Sergio es uno de los mejores canteros que han llegado para la ampliacin
coment Fortn, l es el encargado de tallar la mayor parte de las dovelas de
los arcos de las puertas.
Al da siguiente, Fortn tena que comprobar cmo incida el sol sobre los
ventanales del medioda. Antes de salir al exterior, fue a la entrada de la cripta y se
col en el centro. Al entrar por la escalera, se detuvo frente a una de las jambas.
All, cincelado con maestra, haba un gracioso perro con collar y la pata derecha
delantera levantada. Sera el perro guardin del castillo y tambin un regalo para
Eneca, dado que, por supuesto, era un mastn.
Despus de cenar sopa de pan de ajo y las mollejas de cordero con cebolla,
Fortn sali fuera de su casa a tomar el aire dando un paseo y subi hasta la cripta.
Sola hacerlo a menudo, necesitaba estar a solas y aquel lugar era el idneo para
ello. Arrodillado frente al altar, la reverberacin del sonido era tal, que gracias a la
estructura de la estancia que l mismo haba diseado, cuando los religiosos decan
misa en el altar de la iglesia, resonaba abajo en la cripta.
Era un ruido que acongojaba. Situado a los pies de la estancia, perciba el eco
de sus rezos ampliado. El sonido le llegaba rebotando por ambos lados, pareca
que aquellas palabras sagradas se las deca el mismsimo Dios, Nuestro Seor.
De los diez capiteles que haba, uno le persegua ahora hasta en sus sueos.
Representaba a dos serpientes con alas, enfrentadas y que peleaban por una esfera.
Eran basiliscos, los reyes de las serpientes, capaces de matar con la mirada y con un
aliento venenoso. Unos seres temibles, que eran nombrados en el Antiguo
Testamento. Si algn da se encontraba con uno y lo miraba, morira de inmediato.
Aun as, le gustaba observar sus ojos de piedra. A veces imaginaba que tomaban
vida, y que al mirarlos, l mismo se converta en roca y pasaba a ser un elemento
ms de la fortaleza.
All, en soledad, era donde poda pensar con mayor claridad. Donde lograba
resolver sus dudas constructivas, donde encontraba la inspiracin para sus
soluciones ms complejas. Pero tambin es donde vea ms reales sus miedos, el
principal de ellos: el transcurrir del tiempo. Ya no era un muchacho, los aos
haban pasado y haba llegado a una edad mayor de la que tena su padre cuando
encontr la muerte. Le resultaba extrao pensar en que haba superado los aos
que vivi l y aquello le aterraba.
Justo al salir del castillo, la observ asomada a la galera de arcos que con
tanta delicadeza construy el lombardo. Decidi darle una sorpresa y subi de
manera disimulada hasta aquel lugar de la torre.
Hola, Fortn.
Te he asustado?
No es mo.
Ests preciosa.
Es magia?
Cmo se llama?
Lo sabe el abad?
No, por qu me preguntas eso? Laura, este debe ser nuestro secreto,
nadie ms puede saber de ello, promtemelo.
S, padre.
Volvi al interior y subi hasta la iglesia de San Pedro por una de las
escaleras que la comunicaba con la cripta. En su interior, con las primeras luces, se
desataba una feroz lucha entre la penumbra y la claridad. La tenue luz que caa
desde los alargados ventanales iluminaba de forma sutil los grifos y santos de los
capiteles, y esa dbil penumbra en la que permanecan les haca cobrar vida. El
viento que se colaba por los pasadizos del castillo produca un dbil silbido, como
una msica hipntica.
Desde all mir a su casa, por la chimenea sala un hilo blanco. Se imagin a
Eneca avivando las ascuas del fuego, preparando la comida y sus ungentos. Con
su cabello suelto, sus ojos negros como la noche, su clida piel y el olor a romero
de su cuello. Sus labios hmedos y sabrosos, y... Entr de nuevo en el templo y
busc el capitel de las sirenas. All estaba, el rostro de Eneca hecho piedra, tal y
como le haba pedido que lo tallara a Sergio. El cantero haba hecho un trabajo
excepcional, los ojos de aquella figura, su pelo... Nadie saba su secreto, solo ellos
dos. Por eso se lo pidi a l y no a Isidoro.
Fue hacia ella, trastabill sin llegar a caer. Cuando lleg a su altura, Fortn
tom lo que portaba y lo dej en el suelo. La cogi por la cintura y al palpar sus
caderas fue como si algo azotara su corazn. Solo las haba rozado, pero haba
sentido todo su menudo cuerpo. Aquello le perturb de tal modo que tuvo que
contenerse para no perder el juicio.
Eneca caminaba junto a Constanza y su hija por el bosque. Era una tarde
soleada, que invitaba a disfrutar de la luz del sol. Laura se haba adelantado en
busca de hinojo, una planta difcil de encontrar en aquella poca del ao.
S, pero todava es una nia record Eneca sin quitarle ojo a su hija.
Est bien, de todos modos, que Laura sea una muchacha hermosa no tiene
nada de malo. Adems, en Loarre est segura, qu podra pasarle? No hace ms
que subir al castillo a ver a Fortn y estar contigo.
El qu?
Las tres retornaron por el camino ms corto. Antes de enfilar la parte final,
las campanas de la iglesia empezaron a tocar.
Ests bien?
S contest Eneca, preocupada.
La muerte del sacerdote conmocion Loarre los das siguientes. Pero haba
que continuar el trabajo, las obras estaban llegando a su parte final, la colosal
iglesia estaba prcticamente concluida, as como las nuevas defensas.
Fortn andaba aquellos das comprobando las salidas de las aguas, labor
importante ya que su evacuacin era esencial para que no debilitaran las
estructuras interiores. Y a la vez, deba canalizarlas hacia el aljibe, para estar bien
aprovisionados en caso de asedio.
No era solo l quien insuflaba fuerzas a aquellos hombres, el abad con las
reliquias bajo su cargo, se encargaba de arengar el alma de los fieles, de convencer
de la grandeza de su trabajo, de la necesidad de terminar la fortaleza de Cristo, de
proteger las reliquias de san Demetrio y tambin la frontera de su monarca, Sancho
Ramrez, rey por la gracia de Dios.
Hablemos pues.
En cierto modo.
No, de todos los modos posibles. Por esa razn, la entrada debe estar
enmarcada por arcos concntricos, arquivoltas las llamis. Y decoradas con
columnillas ms delgadas y alargadas, debemos seguir el modelo de la seo de Jaca.
Injrtala.
Cmo dices? Fortn qued abrumado, como si las palabras del abad
fueran golpes contra su rostro.
Ms monos?
Esos animales son el vivo ejemplo del vicio y el pecado, por qu ser?
dijo el abad con aire misterioso. Quiz deberas pensar en ello, viejo amigo.
En efecto.
Pero s que se utiliza para un objetivo claro, sostener una bveda de arista.
Las he visto en decenas de iglesias en este y del otro lado de los Pirineos. As que
no intentes engaarme.
A veces no, a veces somos nosotros los que cambiamos y, entonces, nos
damos cuenta de cmo son de verdad los dems. No hay nada mejor para
conocerse a uno mismo y a los que te rodean que alejarte un tiempo de tu hogar.
Me gusta verte hablar solo del templo, y no del abad. Isidoro dio dos
pasos al frente. La cpula apoya en cuatro arcos. Pero por lo que tengo
entendido, tienen que ser arcos torales, vamos, los que forman un crucero, t no
tienes esos arcos.
Fortn, los tall yo. Claro que los distingo, en los del lado norte se ha
tallado la escena de un personaje abriendo la boca de un len. El ms prximo al
bside representa el pecado original: Eva comiendo la manzana del rbol en el que
est la serpiente y Adn, que con una mano se tapa el sexo del que acaba de tomar
conciencia y con la otra se atenaza la garganta, como arrepintindose de lo hecho.
Quiero pedirte que talles t las imgenes de las mnsulas de las trompas.
Y le mir con un brillo en los ojos.
Sugireme t uno.
La luz?
Fortn se levant con los maitines, los monjes haban monopolizado hasta
los horarios de los habitantes y trabajadores de Loarre. Ascendi por uno de los
lados de la escalinata de acceso a la fortaleza. Antes de entrar en el templo, se
detuvo en un nivel intermedio, entre el final de la escalera principal y la terraza de
acceso al primitivo castillo, que haba quedado enmascarado. No pudo evitar
recordar el da en que fueron atacados de forma brutal por los sarracenos
comandos por el caudillo Yusuf, y la manera heroica en que lograron repeler el
ataque. Entonces la imagen de Ava azot su memoria con fuerza. La impulsiva
Ava, cmo olvidar una criatura as. Nunca lo confesara delante de Eneca, pero
echaba de menos los ojos azules de la arquera. Era demasiado tarde para pensar en
ella, pero no somos dueos de nuestros recuerdos y la realidad era que Ava se
apareca con demasiada frecuencia en sus noches.
Mucho haban cambiado las cosas en Loarre desde que ella haba
desaparecido.
En aquel espacio haba un rellano que, mediante una escalinata sobre la roca,
daba acceso al interior de la iglesia, a travs de una puerta en arco de medio punto
y una moldura con el ajedrezado jaqus, que estaba decorada con dos preciosos
capiteles de similar factura.
La parte exterior del esbelto cilindro absidal posea una de sus ltimas ideas.
Se trataba de una estrecha terraza perimetral sobre el tejado absidal, a modo de
camino de ronda, que poda permitir a los arqueros situarse sobre ella y tener un
enorme campo visual desde donde defender la fortaleza.
Gracias, alteza.
No, gracias a ti. Esta fortaleza, con esta colosal iglesia... No es para m, ni
siquiera para el reino, es para Dios.
Son para que podis enterrar las reliquias en los altares consagrados de la
cripta y san Pedro. El rey se dirigi por fin al abad.
Dos de los infantes echaron a correr castillo abajo, mientras el tercero qued
al lado de su padre.
Grande.
Es nuestra?
Todava no.
Yo la conquistar, padre.
No nos conocemos, aunque me han contado muchas historias sobre ti. Soy
doa Sancha, hermana del rey.
Es un honor, mi seora.
Est bien: la clave del tambor, la pieza que articula el cilindro absidial con
la nave del templo, es esa austera pilastra a modo de contrafuerte explic,
sealndola en la vertical del muro.
Y ya est?
Veo que eres tan bueno como aseguran. Sabrs que en Jaca se acaba de
terminar el permetro de la catedral. As como la mayor parte de los bsides; pero
hemos paralizado el resto de las obras por culpa del obispo.
No os entiendo.
El rito romano. Hay una insignificante parte de nuestro clero que todava
lo profesa y se niega a sustituirlo. Pronto lo solucionaremos, no te preocupes dijo
ella confiada. Quera asegurarme de que en Loarre no habr ningn problema de
esa ndole. Sera una lstima que tuvieran que detenerse tambin aqu las obras.
Veo que compartes mi punto de vista, cuanto antes est el rito implantado
en todo el reino, mejor para todos, lo entiendes?
Alto y claro.
No, bien por el reino. Doa Sancha se acerc ms. Fortn, esto es solo
el principio. El tiempo del infiel se agota, pronto pisaremos la Tierra Llana.
73
La ampliacin hacia oriente del recinto del castillo haba supuesto casi
duplicar su superficie alrededor de la torre del homenaje. Esta ltima intervencin,
sumada a las otras numerosas que se haban producido desde que el lombardo
comenz la obra, provocaban que el acabado de las diferentes pocas constructivas
fuera muy evidente. En la iglesia los sillares eran ms cuidados, trabajados a
tallante y trinchante por lo que requeran menor cantidad de argamasa para su
asiento, mientras que en los edificios de las dependencias, el trabajo de los sillares
se haba hecho de manera ms tosca, a pico. En ambos casos, presentaban marcas
de cantera.
Por todo ello, el abad repasaba una y otra vez las obras. Se paseaba por la
zona de los pabellones, por el recinto superior donde haban empezado las obras
de un palacio para cuando la familia real visitara Loarre. Tanto Fortn como l
coincidan en que era el edificio menos importante y al que destinaban pocos
efectivos, los suficientes para que se viera algn avance si el rey vena a revisar los
progresos. Era la iglesia la que le robaba todos sus pensamientos, en donde
buscaba que todo estuviera perfecto y donde le gustaba estar en silencio,
contemplando los...
Por una de las dos trampillas que comunicaban la iglesia con la cripta
apareci una muchacha. Al principio, el abad no pudo distinguirla por el
contraluz. Fue al acercarse a ella cuando descubri quin era.
Adis.
Espera, por qu te vas? El abad fue hacia ella. Has visto ya la nueva
iglesia?
Monjes que han infringido alguna de sus reglas. Observa sus pies
descalzos, con las uas de sus dedos talladas; y mira en los ngulos adosados a la
pared los otros dos verdugos, con capa y calzados, que sujetaban a los monstruos.
Qu horror!
Las cras del len nacen muertas y al tercer da su padre exhala sobre ellas
su aliento, resucitndolas afirm la joven.
S.
Os lo juro.
Bien, esas figuras talladas son Moiss y Aarn, pero... el abad mir a su
espalda para asegurarse de que estaban solos, en realidad representan al rey
Sancho Ramrez provisto de la vara milagrosa de Moiss. Que conduce a su pueblo
hacia la tierra prometida, hacia una nueva era. Por esa razn se encuentran
flanqueados por sendos ngeles.
Qu es exactamente la tentacin?
El abad trag saliva, le sorprendi tanto la pregunta que tard en reaccionar
mucho ms de lo usual en alguien como l. Mir a la hija de Eneca y Fortn, y se
percat de algo que haba pasado por alto hasta ese preciso momento.
Est aqu fuera, me han dicho que vos la conocis bien y algo sobre un
traidor...
Lo haba olvidado, la tumba del conde don Julin coment en voz baja.
No la sigui.
74
Cuando miraba aquella sirena vea a Eneca, tena sus ojos y su pelo. Saba
que Fortn haba pedido a ese cantero llamado Sergio que representara en aquel
capitel a su mujer, el pecado en el que l mismo cay haca tiempo.
Eneca tena agarrada una cabra, el animal se quejaba sin cesar. Por dos veces
intent zafarse de las dos mujeres que la sujetaban, ayudadas por su hija Laura,
que haba asistido a numerosos alumbramientos pero nunca haba intervenido
como ayudante. La nia estaba nerviosa y se esforzaba en cumplir lo mejor posible
su cometido, a pesar de que la cabra no paraba de moverse y solt varias coces que
no encontraron anfitrin que las recibiese.
Qu te parece?
Cmo lo sabes?
No lo recuerdo, creo que se lo o a alguien. Madre, cmo fue mi parto?
Sufriste?
Una madre no siente mal cuando da a luz, no hay nada que desee ms. Es
cuando nacis cuando empezamos a sufrir.
Por qu?
Ha ido bien?
He sacado un oso.
Ya ser menos le dijo con guasa. Lo que est claro es que vali la pena
trabajar en la muralla para conseguir a cambio una letrina.
Cagamos como los nobles! Menos mal que Galindo nos convenci, ya
saba l que era un buen trato ayudar a Fortn.
Bueno, el fro tiene sus ventajas. Nadie ataca pasado San Miguel, a m me
gusta el invierno.
De todos modos, mejor estar aqu que en el castillo. Los que hacen las
guardias all arriba s que se hielan de fro.
Aquel chillido alert a uno de los otros vigas que estaba apostado sobre el
techo de madera de la torre puerta que daba acceso al recinto amurallado. l tena
ms espectro de visin, ya que el entorno de la puerta estaba iluminado con dos
hogueras exteriores que evitaba que nadie pudiera acercarse demasiado sin ser
visto.
Dio un par de golpes con las botas en el suelo de madera. En el piso inferior
haba otros dos hombres de armas que velaban por el cierre del acceso. Para una
mejor defensa, la entrada no era directa, sino que giraba hacia la izquierda justo
debajo de ellos.
Fue lo ltimo que dijo, al levantar los ojos una afilada hoja de metal le sesg
el cuello de punta a punta, una lnea roja se dibuj a su paso y de ella brotaron
gotas de vida que intent taponar, mientras unos brazos lo cogan para dejarle
reposar sobre el firme de la torre.
Los dos intrusos, que haban llegado all por el camino de ronda que lo una
con la otra torre, volvieron a golpear el suelo. Al poco tiempo, la trampilla se abri
y un fornido soldado asom la cabeza.
Vio el filo buscar su pecho y entonces otra espada apareci desde lo alto y se
clav entre el hombro y el pecho del defensor, que cay de rodillas.
El abad no poda dejar de mirar los capiteles que decoraban la iglesia, los
mismos que l haba mandado tallar por orden de Cluny. All, rodeado por las
figuras fantasmagricas, serpientes, grifos, leones...
En uno de ellos, el rbol de la ciencia, del bien y del mal, con cuatro frutos,
uno de ellos estaba siendo tomado por Eva. Mientras una serpiente, enroscada en
el tronco, pareca aconsejarla. Adn y Eva se hallaban desnudos, ya haban pecado,
ya no haba tiempo para arrepentimientos, eso l lo saba bien. Tapaban su sexo con
hojas del rbol que sujetaban con la mano izquierda, demasiado tarde. Ya estamos
condenados.
Uno de los dos musulmanes infiltrados baj hasta la puerta y liber la tranca
con sumo cuidado, mientras el otro tom el arco que portaba a su espalda,
encendi la punta impregnada en aceite con una de las antorchas y dispar a la
inmensidad del firmamento nocturno. Por un momento, la flecha pareci una
estrella fugaz, una lgrima que caa del cielo a la tierra. Una de tantas que se
derramaran aquella noche, pues como una jaura de lobos, surgieron sarracenos
armados de los bosques y riscos que rodeaban Loarre en un nmero imposible de
calcular.
Poda haber elegido otro momento del da, es tarde dijo al verlas.
Vamos, Laura, es hora de ir a dormir.
Fortn mir entonces a Eneca, estaba callada, como ausente. Con la mirada
perdida y ms oscura de lo habitual. El rostro plido, casi amarillo y un sudor fro
en la frente.
Eneca le mir, no hablaba. Era evidente que algo estaba pasando por su
cabeza.
Quin viene?
Ellos, ya han entrado. Eneca respondi con la voz muy dbil. Corre!
Vienen a por todos nosotros.
Galindo fue de los primeros en salir armado con varias azconas. Dio varias
zancadas hasta uno de los promontorios que dominaban la muralla. A sus pies vio
una masa de sombras, como alimaas, correr hacia el acceso al recinto exterior. En
el interior, varias figuras con antorchas, y en los caminos de ronda, ni rastro de los
guardias.
La azcona surc la noche y derrib con tal virulencia al primer enemigo que
llegaba, que este sali despedido varios pasos hacia atrs, muriendo al instante.
Cogi la ltima azcona, detuvo un golpe de espada bien tirado de otro infiel
que combata con el rostro resguardado por un aparatoso yelmo. Aquello desquici
al pamplons, un hombre que se precie no debe tener la desfachatez de combatir
con el rostro cubierto. Si alguien te quita la vida, lo menos que debe hacer es
mostrarse para que le recuerdes en el ms all.
Por eso supo que no llegaba su momento, recul unos pasos y dej que su
rival ganara espacio. Vio en sus ojos el brillo de quien subestima a su oponente y
cuando dio un nuevo paso hacia atrs, estaba preparado para echarse a un lado y
dejar que el empuje del infiel le hiciera trastabillar lo justo, para encontrar un flanco
descubierto, y por ese costado clavarle la punta de la azcona. Sinti cmo rompa
varias costillas y empuj con toda su fuerza para hundirla en el pulmn.
A la fortaleza! Retirada!
Los valientes que quedaban con vida intentaron seguirle, aunque dos de
ellos estaban tan rodeados de enemigos que solo podan seguir combatiendo.
Moriran.
En el templo los monjes corran para poner a salvo las arquetas con las
reliquias de san Demetrio, los libros, la orfebrera, todo con algo de valor deba ser
llevado al recinto superior del primitivo castillo.
Con los primeros rayos de sol, Fortn y Galindo miraban, desde el cadalso
superior de la torre principal, la estrategia de los sarracenos.
Fortn, son muchos. Aqu estamos a salvo. T sabes mejor que nadie lo
que resisti el viejo castillo, este que has construido ahora es mil veces ms fuerte,
mejor preparado. No podrn entrar... verdad?
Una enorme sacudida retumb desde el interior del pueblo y los cimientos
de la fortaleza temblaron. En la zona ms baja de Loarre una nube de polvo
ascenda en busca del viento.
Eso no puede ser nada bueno. Me preocupa, por qu han hecho tal cosa?
A no ser que...
Torres de asedio.
Y no solo eso.
Una extraa mquina apareci tirada por una docena de mulos, con un largo
brazo que contaba con un contrapeso en un extremo.
Galindo, hay que actuar. Coged todos los sillares que podis del palacio
real, un par de hombres pueden cargar uno. Subidlos a las murallas, los dejaremos
caer desde lo alto contra los musulmanes.
Podemos morir, sufrir y llorar, pero jams permitir que la santa cruz
abandone esta fortaleza, odme bien! Dios nos est observando, hoy defendemos
su casa: si le fallamos, no habr misericordia para nuestras almas.
Fue como si el castillo se deshiciera frente a ellos y todo su peso cayera sobre
sus posiciones. La empalizada termin por deshacerse y con ello el muro de humo
y fuego. Las torres de asedio estaban tan prximas que comenzaron a ser
golpeadas, hasta que una de ellas sufri un tremendo impacto en una de sus
ruedas y fue derribada. Su propio peso cay contra otra de las torres que, de igual
manera, se precipit contra el suelo aplastando a los sarracenos que las
custodiaban. Los mulos que tiraban de ellos entraron en pnico y se
desengancharon para intentar huir del caos.
El que pareca el lder se situ sobre el bside de la iglesia del pueblo y les
areng a seguir combatiendo. Lanz una proclama en rabe que les insufl
renovadas esperanzas y cuando alz su espada curva al cielo para relanzar el
asedio, una flecha se clav a un par de dedos de su cuello. El sarraceno mir al
lugar de donde provena, era una de las torres del recinto exterior. Toda la muralla
y los cubos haban sido retomados por los aragoneses, que haban aprovechado la
confusin para salir por algn portn del castillo, acabar con los retenes y
reconquistar la muralla exterior.
No Eneca.
Ella saba lo que haba costado aquel triunfo, saba que solo alguien como
Fortn haba podido trazar una defensa de tal calibre. A pesar de estar en la peor
de las situaciones, ella haba aprendido a esperar lo inimaginable de l. Era lo que
ms le gustaba de Fortn, su capacidad de sorpresa, para lo bueno y para lo malo,
ambas facetas no podan disociarse en l. Despus de tantos aos juntos, segua
siendo un enigma que ella se afanaba en resolver. Quiz no lo lograra nunca y
quizs esa era precisamente la clave de que su amor continuara tan vivo. Y esa
tambin poda haber sido una explicacin perfecta para la forma de ser de Laura,
tan difcil, tan enigmtica, tan... como Fortn, como si l fuera verdaderamente su
padre. Sin embargo, ella saba que aquello no era as, que poda intentar engaar a
todos, pero no a s misma. Laura era imprevisible, de eso no haba duda. De hecho,
se volvi y no la encontr a su lado.
No estaba.
Intent abrir la puerta con todas sus fuerzas pero no cedi. Examin las
posibilidades y decidi abandonar el templo. Sali hasta la rampa de acceso a la
zona del castillo lombardo, y aprovechando que todos estaban distrados con las
celebraciones, tom una escalera de mano de una de las estructuras de madera de
la muralla y la llev hasta el pasillo abierto que llevaba a la iglesia. Tambin busc
alguna herramienta y hall un martillo de los que haban usado para desprender
los sillares del palacio antes de lanzarlos contra los musulmanes.
Dud.
Su hija, Laura, estaba rodeada por unos brazos. Sus labios eran devorados
con avaricia, como si fueran una fruta carnosa.
Sultala, por favor. La joven se acerc a Javierre y lo cogi del brazo, este
se revolvi y la abofete en el rostro.
En serio pensabas que la iba a dejar ir? Tengo una reputacin. Solo quera
una forma de llegar a ti, o creas de verdad que haba dejado la puerta abierta por
error?
Cmo?
Ests enfermo.
Te voy a matar.
Creo que ambos sabemos que eso no va a ser as. Y Javierre la mir con
una sonrisa. Pinsalo bien, t no vas a salir de esta habitacin si yo no quiero.
Fortn te matar.
T eres la serpiente.
Le solt otra bofetada que le parti el labio e hizo que la boca se le llenara de
sangre. Despus la cogi de ambas muecas y la lanz contra el jergn que haba
en una esquina del dormitorio. Puso sus manos en su cuello, asfixindola. Eneca
intent zafarse, pero era incapaz.
El abad liber su cuello un instante para quitarle la saya que llevaba, la cual
arranc a jirones. No contento con aquello, termin por desnudarla de forma
brusca, ansioso por descubrir su piel.
Acarici con el cordel del ltigo los muslos de Eneca y continu recorriendo
sus piernas hasta la punta de sus dedos. Dej caer de nuevo el cuero sobre el suelo
y alz su brazo en alto. Ella apret los dientes para resistir el tormento.
Los ojos de Javierre rebosaban el peor de los sentimientos, ese odio visceral
que jams atender a razones. Quizs fue eso lo que le ceg, lo que permiti que
Laura llegara por detrs y con toda la fuerza que le quedaba hundiera el martillo
en el hombro del abad, que lanz un gruido de dolor.
No pudo.
Eneca cogi el martillo que haba dejado caer su hija y, sin miramientos,
golpe a Javierre en el rostro. No una vez, ni dos, ni tres. Sino todas las que fue
capaz, en un frenes de violencia que aterroriz a su propia hija.
Era el aequi noctium de aquel otoo, el sol se haba visto durante doce horas
como medio disco rasante sobre el horizonte. Adems, aquella noche haba luna
llena, y Eneca, Constanza y Laura estaban alrededor de la hoguera, relatando
leyendas e historias sobre las montaas, a un grupo de nios que les escuchaba con
atencin.
Al otro lado del fuego, Galindo, Isidoro y Fortn beban buen vino, no ese
mejunje aguado que sola haber en Loarre, sino vino trado de la vega del Cinca. Se
encontraban acompaados por Sergio y algunos de los canteros francos. El nuevo
sacerdote que sustituy a Ramn, se uni tambin a ellos. Era de mediana edad,
muy animado y hablador, y en poco o nada recordaba a sus predecesores.
Eso solo puede significar una cosa, las obras estarn terminadas para
entonces, no es as? pregunt Galindo mientras morda un muslo de pollo.
Ya sabes que s.
No me has respondido.
He odo que el rey tiene pensado construir una fortaleza frente a Wasqa
coment Sergio, sin darse cuenta de la importancia de sus palabras.
Eneca, nadie duda de tu buen juicio y tus... tus dotes. Sin embargo, Sancho
Ramrez sabe bien lo que hace, no te preocupes afirm Galindo con templanza.
Podra decirse que un espectro del pasado, uno ms del ejrcito fantasma.
Galindo dej el muslo en la mesa e Isidoro casi se ahoga con el vino. Todos
alzaron la vista y buscaron con que defenderse.
Ava?
Dios santo! Galindo se levant y fue a cogerla por las axilas para
levantarla en el aire, pero ella le par con un gesto. Ava! Es Ava!
El obispo Garca.
Vuelves de entre los muertos, para decirnos que nos arrodillemos ante
Roma! recrimin Eneca, apretando los puos.
No, regreso para pediros que obedezcis a vuestro rey. Wasqa est a punto
de caer y despus le seguir Saraqusta y creedme si os digo, que los hijos de
Sancho Ramrez llegarn al mar y no habr enemigo capaz de derrotarles. Este
reino se levantar sobre los muros de Loarre, pero debemos aceptar los deseos del
rey. No os dais cuenta? Aquel que no acepte el nuevo rito, lo pagar caro. Por eso
estoy aqu, s de la tozudez de los que viven en estas montaas, y en especial de la
vuestra, debis aceptar la voluntad del rey. Yo soy la primera que defiendo nuestras
tradiciones, pero los tiempos cambian, los hombres cambian, y la fe tambin.
Son tiempos de cambio, una nueva era se acerca, una era en la cual este
pequeo y joven reino bajar de las montaas, cruzar ros y valles, llanuras y
grandes ciudades, hasta alcanzar el mar.
De veras lo crees?
Estoy aqu, he vuelto de entre los muertos, he estado con el ejrcito
fantasma, he visto cosas terribles y maravillosas.
Te creo, pero...
Ahora es pronto para juzgarlo sonri una Ava que aunque anciana,
conservaba un haz de belleza en su rostro, como un recuerdo difuminado. Quin
sabe, quiz dentro de mil aos hablen de ti, de nosotros, de este castillo.
Y qu dirn?
S.
Nota del autor
Otro aspecto que quiero aclarar en estas notas, es la influencia del segundo
de los reyes aragoneses, Sancho Ramrez. Monarca que viaj a Roma en 1068 para
infeudar su reino y hacerse vasallo del Papa. Logrando de esta manera proteccin
ante sus enemigos y legitimar su reino. Todo ello a cambio de instaurar la liturgia
oficial romana en detrimento de la hispanovisigoda, como se hace efectivo en el
monasterio de San Juan de la Pea el 22 de marzo de 1071. Uno de los aspectos
clave de la novela es la lucha enraizada por esta liturgia. Roma llevaba demasiado
tiempo intentando cambiar la liturgia en la Pennsula, por lo que podemos
subrayar la inmensa importancia de este hecho.
WEBS
www.romanicoaragones.com/
DEL ARCO Y GARAY, Ricardo, Joyas del Arte Patrio. El castillo real de Loarre,
Madrid, 1917.
GARCA LLORET, Jos Luis, San Juan de la Pea, monasterio rupestre, panten
real. Una singular conjuncin de arte romnico y naturaleza, Siete maravillas del
Romnico Espaol, Fundacin Santa Mara la Real, pp. 9-49, 2009.
A todo el personal del castillo de Loarre, que tan enorme trabajo realizan
para que Loarre sea cada vez ms conocido y que siempre han estado dispuestos a
colaborar en esta novela.