Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Carta Encíclica - Musicae Sacrae

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 11

CARTA ENCCLICA

MUSI CAE SACRAE


DE NUESTRO SANTSIMO SEOR
PO
POR LA DIVINA PROVIDENCIA
PAPA XII
A LOS VENERABLES HERMANOS
PATRIARCAS, PRIMADOS, ARZOBISPOS, OBISPOS
Y DEMS ORDINARIOS LOCALES
EN PAZ Y COMUNIN CON LA SEDE APOSTLICA
SOBRE LA MSICA SAGRADA


VENERABLES HERMANOS
SALUD Y BENDICIN APOSTLICA
Siempre hemos tenido en gran estima la disciplina de la msica sagrada y por eso Nos ha parecido oportuno,
por medio de esta Carta encclica, tratar ordenadamente esta materia, exponiendo al mismo tiempo con
mayor amplitud algunas cuestiones suscitadas y discutidas en los ltimos decenios, para que este tan noble y
tan hermoso arte ayude continuamente al mayor esplendor del culto divino y fomente ms eficazmente la
vida espiritual de los fieles.
Al mismo tiempo hemos querido responder a los deseos que no pocos de vosotros, Venerables Hermanos,
con prudencia Nos habais expuesto y que hasta insignes maestros de esta disciplina liberal y preclaros
cultivadores de la msica sagrada tambin han formulado en Congresos celebrados sobre tal materia, y,
finalmente, atender a lo que sugieren las experiencias de la vida pastoral y los progresos de la ciencia y de
los estudios sobre dicho arte. Esperamos as que las normas sabiamente promulgadas por San Po X en aquel
documento que l mismo llam con razn cdigo jurdico de la msica sagrada [1] queden de nuevo
confirmadas e inculcadas, reciban nueva luz y se corroboren con nuevos razonamientos; y as, al adaptarse el
arte ilustre de la msica sagrada a la circunstancias actuales, y aun en cierto modo enriquecerse, se hallar en
condiciones de responder cada vez mejor a su fin tan elevado.
I. MSICA, DON DE DIOS
2. Entre los muchos y grandes dones naturales con que Dios, en quien se halla la armona de la perfecta
concordia y la suma coherencia, ha enriquecido al hombre creado a su imagen y semejanza [2], se debe
contar la msica, la cual, como las dems artes liberales, se refiere al gozo espiritual y al descanso del alma.
De ella dijo con razn San Agustn: La msica, es decir, la ciencia y el arte de modular rectamente, para
recuerdo de cosas grandes, ha sido concedida tambin por la liberalidad de Dios a los mortales dotados de
alma racional [3].
Nada extrao, pues, que el canto sagrado y el arte musical segn consta por muchos documentos antiguos
y modernos hayan sido empleados para dar brillo y esplendor a las ceremonias religiosas siempre y en
todas partes, aun entre los pueblos gentiles; y que de este arte se haya servido principalmente el culto del
sumo y verdadero Dios, ya desde los tiempos primitivos. El pueblo de Dios, librado milagrosamente del Mar
Rojo por el poder divino, cant al Seor un himno de victoria; y Mara, hermana del caudillo Moiss, en
arranque proftico, cant al son de los tmpanos, acompaada por el canto del pueblo [4]. Ms tarde, cuando
el Arca de Dios fue conducida desde la casa de Obededn a la ciudad de David, el rey mismo y todo Israel
danzaban delante del Seor con instrumentos hechos de madera, ctaras, liras, tambores, sistros y cmbalos
[5]. El mismo rey David fij las reglas de la msica y canto para el culto sagrado [6]: reglas que, al volver el
pueblo del destierro, se restablecieron de nuevo, guardndose luego fielmente hasta la venida del Divino
Redentor. Y en la Iglesia fundada por el divino Salvador, ya desde el principio se usaba y tena en honor el
canto sagrado, como claramente lo indica el apstol San Pablo, cuando escribe a los de Efeso: Llenaos del
Espritu Santo, recitando entre vosotros salmos e himnos y cantos espirituales [7]; y que este uso de cantar
salmos estuviese en vigor tambin en las reuniones de los cristianos lo indica l mismo con estas palabras:
Cuando os reuns, algunos de vosotros cantan el Salmo... [8]. Que suceda lo mismo despus de la edad
apostlica lo atestigua Plinio, cuando escribe cmo los que haban renegado de la fe afirmaban que sta era
la sustancia de la culpa de que les acusaban: que solan reunirse en das determinados antes de la aurora para
cantar un himno a Cristo como a Dios [9]. Palabras del procnsul romano de Bitinia, que muestran
claramente cmo ni siquiera en tiempo de persecucin cesaba del todo la voz del canto de la Iglesia y lo
confirma Tertuliano, cuando narra que en la reunin de los cristianos se leen las Escrituras, se cantan
salmos, se tiene la catequesis [10].
3. Restituida a la Iglesia la libertad y la paz, abundan los testimonios de los Padres y Escritores eclesisticos,
que confirman cmo los salmos e himnos del culto litrgico eran casi de uso cotidiano. Ms an: poco a
poco se crearon nuevas formas de canto sagrado, se excogitaron nuevas clases de cantos, cada vez ms
perfeccionados por las Escuelas de canto, especialmente en Roma.
Segn la tradicin, Nuestro Predecesor, de f. m., San Gregorio Magno, recogi cuidadosamente todo lo
transmitido por los mayores, y le dio una ordenacin sabia, velando con leyes y normas oportunas por la
pureza e integridad del canto sagrado. Poco a poco la modulacin romana del canto, partiendo de la Ciudad
Eterna, se introdujo en las dems regiones de Occidente, y no slo se enriqueci con nuevas formas y
melodas, sino que comenz a usarse una nueva especie de canto sagrado: el himno religioso, a veces en
lengua vulgar. El mismo canto coral, que desde su restaurador, San Gregorio, comenz a llamarse
Gregoriano, adquiri ya desde los siglos VIII y IX nuevo esplendor en casi todas las regiones de la Europa
cristiana, siendo acompaado por el instrumento musical llamado "rgano".
A partir del siglo IX se aadi paulatinamente a este canto coral el canto polifnico, cuya teora y prctica
perfilada ms y ms en los siglos sucesivos adquiri, sobre todo en los siglos XV y XVI, admirable
perfeccin gracias a consumados artistas. La Iglesia tuvo tambin siempre en gran honor este canto
polifnico, y de buen grado lo admiti para mayor realce de los ritos sagrados en las mismas Baslicas
romanas y en las ceremonias pontificias. Crecieron su eficacia y esplendor, cuando a las voces de los
cantores y al rgano se uni el sonido de otros instrumentos musicales.
De esta manera, por impulso y bajo los auspicios de la Iglesia, la ordenacin de la msica sagrada ha
recorrido en el decurso de los siglos un largo camino, en el cual, aunque no sin lentitud y dificultad en
muchos casos, ha realizado paulatinamente progresos continuos: desde las sencillas e ingenuas melodas
gregorianas hasta las grandiosas y magnficas obras de arte, en las que no slo la voz humana, sino tambin
el rgano y los dems instrumentos aaden dignidad, ornato y prodigiosa riqueza. El progreso de este arte
musical, a la par que demuestra claramente cunto se ha preocupado la Iglesia de hacer cada vez ms
esplndido y grato al pueblo cristiano el culto divino, explica tambin, por otra parte, cmo en ms de una
ocasin la Iglesia misma ha tenido que impedir se pasaran los justos lmites y que, al comps del verdadero
progreso, se infiltrase en la msica sagrada, depravndola, lo que era profano y ajeno al culto divino.
4. Fieles fueron siempre los Sumos Pontfices al deber de tan solcita vigilancia; ya el Concilio de Trento
proscribi sabiamente aquellas msicas en las que, o en el rgano o en el canto, se mezcla algo de sensual o
impuro [11]. Y, por no citar a otros muchos Papas, Nuestro Predecesor, de f. m., Benedicto XIV, con su
Encclica del 19 de febrero de 1749, en vsperas del ao jubilar, con abundante doctrina y riqueza de
argumentos, exhortaba de modo particular a los Obispos para que por todos medios prohibiesen los
reprobables abusos indebidamente introducidos en la msica sagrada [12]. Siguieron el mismo camino
Nuestros Predecesores Len XII, Po VIII [13], Gregorio XVI, Po IX y Len XIII [14]. Mas, con razn se
puede afirmar que fue Nuestro Predecesor, de i. m., San Po X, quien llev a cabo la orgnica restauracin y
la reforma de la msica sagrada, volviendo a inculcar los principios y normas transmitidos por la antigedad
y reordenndolos oportunamente conforme a las exigencias de los tiempos modernos [15]. Finalmente,
como Nuestro inmediato Predecesor, Po XI, de f. m., con la Constitucin apostlica Divini cultus
sanctitatem, del 20 de diciembre de 1929 [16], as tambin Nos mismo con la encclica Mediator Dei, del 20
de noviembre de 1947, hemos ampliado y corroborado las prescripciones de los anteriores Pontfices [17].
II. MSICA - IGLESIA
5. A nadie sorprender que la Iglesia se interese tanto por la msica sagrada. No se trata, es verdad, de dictar
leyes de carcter esttico o tcnico respecto a la noble disciplina de la msica; en cambio, es intencin de la
Iglesia defenderla de cuanto pudiese rebajar su dignidad, llamada como est a prestar servicio en campo de
tan gran importancia como es el del culto divino.
En esto, la msica sacra no obedece a leyes y normas distintas de las que rigen en toda forma de arte
religioso. No ignoramos que en estos ltimos aos, algunos artistas, con grave ofensa de la piedad cristiana,
han osado introducir en las iglesias obras faltas de toda inspiracin religiosa y en abierta oposicin aun con
las justas reglas del arte. Quieren justificar su deplorable conducta con argumentos especiosos que dicen
deducirse de la naturaleza e ndole misma del arte. Porque van diciendo que la inspiracin artstica es libre,
sin que sea lcito someterla a leyes y normas morales o religiosas, ajenas al arte, porque as se lesionara
gravemente la dignidad del arte y se dificultara con limitaciones y obstculos el libre curso de la accin del
artista bajo el sacro impulso del estro.
6. Argumentos que suscitan una cuestin, grave y difcil sin duda, que se refiere por igual a toda
manifestacin artstica y a todo artista; cuestin, que no se puede solucionar con argumentos tomados del
arte y la esttica, antes se debe examinar a la luz del supremo principio del fin ltimo, norma sagrada e
inviolable para todo hombre y para toda accin humana. Porque el hombre se ordena a su fin ltimo que
es Dios segn una ley absoluta y necesaria fundada en la infinita perfeccin de la naturaleza divina; y ello
de una manera tan plena y tan perfecta, que ni Dios mismo podra eximir a nadie de observarla. Esta ley
eterna e inmutable manda que el hombre y todas sus acciones manifiesten, en alabanza y gloria del Creador,
la infinita perfeccin de Dios y la imiten cuanto posible sea. Por eso, el hombre, destinado por su naturaleza
a alcanzar este fin supremo, debe en sus obras conformarse al divino arquetipo y orientar en tal direccin
todas sus facultades de alma y cuerpo, ordenndolas rectamente entre s y sujetndolas debidamente a la
consecucin del fin. Por lo tanto, tambin el arte y las obras artsticas deben juzgarse por su conformidad al
ltimo fin del hombre; y el arte ciertamente debe contarse entre las manifestaciones ms nobles del ingenio
humano, pues tiende a expresar con obras humanas la infinita belleza de Dios, de la que es como un reflejo.
En consecuencia, el conocido criterio de "el arte por el arte" con el cual, al prescindir de aquel fin que se
halla impreso en toda criatura, se afirma errneamente que el arte no tiene ms leyes que las derivadas de su
propia naturaleza o no tiene valor alguno o infiere grave ofensa al mismo Dios, Creador y fin ltimo. Mas
la libertad del artista que no significa un mpetu ciego para obrar, llevado exclusivamente por el propio
arbitrio o guiado por el deseo de novedades no se encuentra, cuando se la sujeta a la ley divina, coartada o
suprimida, antes bien se ennoblece y perfecciona.
7. Estos principios, que se deben aplicar a las creaciones de cualquier arte, es claro que tambin valen para el
arte religioso y sagrado. Ms an: el arte religioso dice todava mayor relacin a Dios y al aumento de su
alabanza y de su gloria, porque con sus obras no se propone sino llegar hasta las almas de los fieles para
llevarlas a Dios por medio del odo y de la vista. Por todo lo cual, el artista, que no profesa las verdades de la
fe o se halla lejos de Dios en su modo de pensar y de obrar, de ninguna manera debe ejercer el arte sagrado,
pues no tiene, por as decirlo, ese ojo interior que le permita ver todo cuanto la majestad y el culto de Dios
exigen. Ni se ha de esperar que sus creaciones, ajenas a la religin aunque revelen competencia y cierta
habilidad en el artista puedan inspirar esa piedad que conviene a la majestad del templo de Dios; por lo
tanto, jams sern dignas de ser admitidas en el templo por la Iglesia, juez y guardiana de la vida religiosa.
Pero el artista, de fe firme y que lleva vida digna de un cristiano, impelido por el amor de Dios y poniendo al
servicio de la religin la dotes que el Creador le ha concedido, debe empearse muy de veras en expresar y
proponer de manera hbil, agradable y graciosa, por medio del color, del sonido o de la lnea, las verdades
que cree y la piedad que cultiva, de tal suerte que la expresin artstica sea para l como un acto del culto y
de la religin, apto para estimular al pueblo en la profesin de la fe y en la prctica de la piedad. La Iglesia
ha tenido y tendr siempre en gran honor a estos artistas, y les abrir ampliamente las puertas de los templos,
pues para ella es muy grata y no pequea ayuda la que le ofrecen con su arte y su trabajo, para cumplir ella
con ms eficacia su ministerio apostlico.
8. La msica sagrada, en verdad, est ms obligada y santamente unida a estas normas y leyes del arte,
porque est ms cerca del culto divino que las dems bellas artes, como la arquitectura, la pintura y la
escultura: stas se cuidan de preparar una mansin digna a los ritos divinos, pero aqulla ocupa lugar
principal en las mismas ceremonias sagradas y oficios divinos. Por esta razn, la Iglesia debe tener sumo
cuidado en alejar de la msica, precisamente porque es sierva de la liturgia, todo lo que desdice del culto
divino o impide a los fieles el alzar sus mentes a Dios.
Porque la dignidad de la msica sagrada y su altsima finalidad estn en que con sus hermosas modulaciones
y con su magnificencia embellece y adorna las voces del sacerdote que ofrece, o del pueblo cristiano que
alaba al Altsimo; y eleva a Dios los espritus de los asistentes como por una fuerza y virtud innata y hace
ms vivas y fervorosas las preces litrgicas de la comunidad cristiana, para que pueda con ms intensidad y
eficacia alzar sus splicas y alabanzas a Dios trino y uno. Gracias a la msica sagrada se acrece el honor que
la Iglesia, unida con Cristo, su Cabeza, tributa a Dios; se aumenta tambin el fruto que los fieles sacan de la
sagrada liturgia movidos por la msica religiosa, fruto que se manifiesta en su vida y costumbres dignas de
un cristiano, como lo ensea la experiencia de todos los das y se halla confirmado por el frecuente
testimonio de escritores, tanto antiguos como modernos, de la literatura. San Agustn, hablando de los cantos
ejecutados con voz clara y modulada, dice: Juzgo que aun las palabras de la Sagrada Escritura ms
religiosa y frecuentemente excitan nuestras mentes a piedad y devocin, cuando se cantan con aquella
destreza y suavidad, que si no se cantaran, cuando todos y cada uno de los afectos de nuestra alma tienen
respectivamente su correspondencia en los tonos y en el canto que los suscitan y despiertan por una relacin
tan oculta como ntima [18].
9. De donde se puede fcilmente entender que la dignidad y valor de la msica sagrada sern tanto mayores
cuanto ms se acerquen al acto supremo del culto cristiano, el sacrificio eucarstico del altar. Pues ninguna
accin ms excelsa, ninguna ms sublime puede ejercer la msica que la de acompaar con la suavidad de
los sonidos al sacerdote que ofrece la divina vctima, asociarse con alegra al dilogo que el sacerdote
entabla con el pueblo, y ennoblecer con su arte la accin sagrada que en el altar se realiza. Junto a tan
excelso ministerio, ejercita la msica el de realzar y acompaar otras ceremonias litrgicas, como el rezo del
oficio divino en el coro. Sumo honor y suma alabanza se deben, por lo tanto, a esa msica litrgica.
10. Y, sin embargo, tambin es muy de estimar aquel gnero de msica que, aun no sirviendo
principalmente para la liturgia sagrada, es, por su contenido y finalidad, de grande ayuda para la religin, y
con toda razn lleva el nombre de "msica religiosa". Esta clase de msica sagrada que naci en la Iglesia
misma y prosper felizmente bajo sus auspicios puede ejercer, como ensea la experiencia, un grande y
saludable influjo, usada ya en los templos para actos y ceremonias no litrgicas, ya fuera del recinto sagrado
para mayor esplendor de solemnidades y fiestas. Porque las melodas de dichos cantos, escritos con
frecuencia en lengua vulgar, se graban en la memoria casi sin ningn esfuerzo y trabajo, y a una con la
meloda se imprimen en la mente la letra y las ideas que, repetidas, llegan a ser mejor comprendidas. De
donde los nios y nias, que aprenden los cantos sagrados en temprana edad, logran ayuda extraordinaria
para conocer, gustar y recordar las verdades religiosas; y gran provecho deriva de ello el apostolado
catequstico. A adolescentes y adultos ofrecen esos cantos religiosos un deleite puro y casto, mientras les
recrean el nimo y dan a las asambleas y reuniones ms solemnes cierta majestad religiosa; ms an: llevan
a las mismas familias cristianas alegra sana, suave consuelo y provecho espiritual. Luego si la msica
religiosa popular ayuda grandemente al apostolado catequstico, debe cultivarse y fomentarse con todo
cuidado.
11. Al poner de relieve el valor mltiple de la msica y su eficacia en el aspecto del apostolado, hemos
querido expresar algo que ser, sin duda, de mucho gozo y consuelo para todos cuantos en una o en otra
forma se consagran a cultivarla y promoverla. Porque todos los que, segn su talento artstico, componen, o
dirigen, o ejecutan oralmente o con instrumentos msicos, realizan, sin duda alguna, un verdadero y genuino
apostolado, de muy diversas formas, y son acreedores a los premios y honores de apstoles, que
abundantemente dar a cada uno Cristo nuestro Seor por el fiel cumplimiento de su oficio. Tengan, pues,
en gran estima esta su profesin, por la que no solamente son artistas y maestros de arte, sino servidores de
Cristo nuestro Seor y colaboradores suyos en el apostolado; y acurdense de manifestar tambin en su vida
y en sus costumbres la alta dignidad de este su oficio.
III. MSICA SAGRADA
12. Siendo tan grande, como dicho queda, la dignidad y la eficacia del canto religioso, sumamente necesario
es cuidar con solcito empeo su estructura en todos los aspectos, para lograr de ella saludables frutos.
Es necesario, ante todo, que el canto y la msica sagrados, vinculados ms de cerca al culto litrgico de la
Iglesia, consigan el fin excelso que se proponen. Porque esta msica como ya lo adverta sabiamente
Nuestro Predecesor San Po X debe poseer las cualidades propias de la liturgia y, ante todo, la santidad y
la bondad de la forma; de donde se logra necesariamente otra caracterstica suya, la universalidad [19].
13. La msica debe ser santa. Que nada admita ni permita ni insine en las melodas con que es
presentada que sepa a profano. Santidad, a la que se ajusta, sobre todo, el canto gregoriano que, a lo largo
de tantos siglos, se usa en la Iglesia, que con razn lo considera como patrimonio suyo. En efecto, por la
ntima conexin entre las palabras del texto sagrado y sus correspondientes melodas, este canto sagrado no
tan slo se ajusta perfectsimamente a aquellas, sino que interpreta tambin su fuerza y eficacia a la par que
destila dulce suavidad en el espritu de los oyentes, logrndolo por "medios musicales" ciertamente llanos y
sencillos, mas de inspiracin artstica tan santa y tan sublime que en todos excita sincera admiracin; y
constituye, adems, una fuente inagotable de donde artistas y compositores de msica sagrada sacan luego
nuevas armonas. Conservar cuidadosamente este precioso tesoro del sagrado canto gregoriano y lograr que
el pueblo cristiano lo viva intensamente es deber de aquellos en cuyas manos puso Cristo nuestro Seor las
riquezas de su Iglesia, para su custodia y distribucin. Por eso, todo cuanto Nuestros Predecesores San Po X
con razn llamado "el restaurador del canto gregoriano" [20] y Po XI [21] sabiamente ordenaron e
inculcaron, tambin Nos, por reconocer las excelentes cualidades que adornan al genuino canto gregoriano,
lo deseamos y mandamos se lleve a efecto; a saber: que en la celebracin de los ritos litrgicos se haga
amplio uso de este canto sagrado; y que con suma diligencia se cuide de ejecutarlo exacta, digna y
piadosamente. Y si, para las fiestas recientemente introducidas se hubieren de componer nuevos cantos, se
encarguen de ello compositores bien acreditados que con fidelidad observen las leyes propias del verdadero
canto gregoriano, de modo que las nuevas composiciones, por su fuerza y su pureza, sean dignas de juntarse
con las antiguas.
14. Al cumplir estas prescripciones en toda su plenitud, se habr logrado debidamente la segunda condicin
de la msica sagrada, la de ser obra verdaderamente artstica; porque, si en todos los templos catlicos el
canto gregoriano resonare puro e incorrupto, al igual que la sagrada Liturgia Romana, ofrecer la nota de
universalidad, de suerte que los fieles, doquier se hallaren, escucharn cantos que les son conocidos y como
propios, y con gran alegra de su alma experimentarn la admirable unidad de la Iglesia. Esta es una de las
razones principales de que la Iglesia desee tanto que el canto gregoriano se adapte todo lo ms posible a las
palabras latinas de la sagrada Liturgia.
Bien sabedores, por lo dems, de cmo la misma Sede Apostlica, por graves razones, ha concedido en este
punto algunas excepciones netamente delimitadas, queremos que no se amplen o propaguen y extiendan a
otras regiones sin el debido permiso de la Santa Sede. Ms an, el Ordinario del lugar y dems sagrados
pastores procuren con diligencia que, aun donde se permita usar tales concesiones, aprendan los fieles desde
su niez las melodas Gregorianas ms fciles y ms usadas, y sepan usarlas tambin en los sagrados ritos
litrgicos, de modo que aun en esto resplandezcan cada vez ms la unidad y universalidad de la Iglesia.
15. Sin embargo, all donde una costumbre secular o inmemorial exige que en la misa solemne, luego de
cantadas en latn las sagradas palabras litrgicas, se inserten algunos cnticos populares en lengua vulgar,
los Ordinarios de los lugares podrn permitirlo si, atendidas las circunstancias de personas y lugares,
estiman que es imprudente suprimir esta costumbre [22], mas observada por completo la ley que prescribe
que los textos litrgicos no sean cantados en lengua vulgar, segn ya antes se ha dicho.
Para que cantores y fieles entiendan bien el significado de las palabras litrgicas sobre las que se apoya la
meloda musical, Nos place repetir la exhortacin de los Padres del Concilio Tridentino, hecha sobre todo a
los pastores y a cuantos ejercen cura de almas, para que frecuentemente durante la celebracin de las misas
expongan por s o por otros algo de lo que en la misa se lee y declaren alguno de los misterios que en este
sacrificio se encierran, y ello de modo especial en los domingos y das de fiesta [23], y para que lo hagan
principalmente cuando se da la catequesis al pueblo cristiano. Con mayor facilidad que en los tiempos
pasados podr esto hacerse en nuestros das, porque las palabras de la Liturgia se hallan traducidas al
lenguaje vulgar y su explicacin se encuentra en libros y folletos manuales que, compuestos en casi todas las
naciones por escritores competentes, pueden ayudar e iluminar con eficacia a los fieles para que tambin
ellos entiendan, y en cierto modo participen, en lo que los sagrados ministros expresan en lengua latina.
16. Claro es que todo lo que brevemente se ha expuesto sobre el canto gregoriano se refiere principalmente
al rito romano latino de la Iglesia; mas en lo que procediere se puede acomodar tambin a los cantos
litrgicos de otros ritos, tanto de los pueblos del Occidente Ambrosiano, Galicano, Mozrabe como de
los Orientales. En efecto, todos ellos demuestran la admirable riqueza de la Iglesia en la accin litrgica y en
las frmulas de orar; pero cada uno conserva tambin en su propio canto litrgico preciosos tesoros, que
conviene guardar y liberar no slo de la ruina, sino aun de cualquier deterioro o deformacin. Entre los ms
antiguos y valiosos monumentos de msica sagrada ocupan, sin duda, lugar preeminente los cantos
litrgicos de los varios Ritos Orientales, cuyas melodas tanto influyeron en los de la Iglesia occidental, con
las adaptaciones requeridas por la ndole propia de la Liturgia latina. Es deseo Nuestro que la seleccin de
cantos de los sagrados Ritos Orientales en la que con tan gran entusiasmo trabaja el Pontificio Instituto de
Ritos Orientales, con la cooperacin del Pontificio Instituto de Msica Sagrada se lleve a feliz trmino as
en lo doctrinal como en lo prctico, de tal suerte que tambin los alumnos pertenecientes al Rito Oriental,
educados perfectamente en el canto sagrado, puedan, cuando ya fueren sacerdotes, contribuir tambin con
ello eficazmente a aumentar la hermosura de la casa de Dios.
17. Ni se crea que, al exponer estas ideas en alabanza y recomendacin del canto gregoriano, sea intencin
Nuestra el desterrar de los ritos de la Iglesia la polifona sagrada, que, si est hermoseada con las debidas
propiedades, puede ayudar mucho a la magnificencia del culto divino, excitando piadosos afectos en las
almas de los fieles. Nadie, ciertamente, ignora que muchos de los cantos polifnicos, compuestos
principalmente en el siglo XVI, se distinguen por tal pureza de arte y tal riqueza de meloda, que son
plenamente dignos de acompaar los sagrados ritos de la Iglesia, y darles realce. Si en el correr de los siglos
ha decado poco a poco el genuino arte polifnico, y no pocas veces se le han mezclado elementos profanos,
en estos ltimos decenios gracias al incansable empeo de competentes maestros puede decirse que se
ha logrado una feliz restauracin, al haber sido estudiadas e investigadas con ardor las obras de los antiguos
maestros, quedando luego propuestas a la imitacin y emulacin de los compositores modernos.
Y as sucede que tanto en las baslicas y catedrales como en las iglesias de religiosos se interpretan, con
sumo honor para la sacra liturgia, magnficas obras de los antiguos autores junto a las composiciones
polifnicas de los modernos; ms an, sabemos que hasta en iglesias ms pequeas se ejecutan, y no raras
veces, cantos polifnicos ms sencillos, pero dignos y verdaderamente artsticos. La Iglesia ampara con su
favor todos estos intentos, pues, como deca Nuestro Predecesor, de i. m., San Po X, ella cultiv sin cesar
el progreso de las artes y lo favoreci, admitiendo para la vida prctica religiosa cuanto de bueno y hermoso
invent el ingenio humano a lo largo de los siglos, sin ms restriccin que las leyes litrgicas [24]. Estas
leyes advierten que tan grave asunto se vigile con toda prudencia y cuidado, para que no se lleven al templo
cantos polifnicos tales que, por cierta especie de modulacin exuberante e hinchada, se oscurezcan con su
exceso las palabras sagradas de la liturgia, o interrumpan la accin del rito divino, o sobrepasen, en fin, no
sin desdoro del culto sagrado, la pericia y prctica de los cantores.
18. Estas normas se han de aplicar tambin al uso del rgano y de los dems instrumentos de msica. Entre
los instrumentos a los que se les da entrada en las iglesias ocupa con razn el primer puesto el rgano, que
tan particularmente se acomoda a los cnticos y ritos sagrados, comunica un notable esplendor y una
particular magnificencia a las ceremonias de la Iglesia, conmueve las almas de los fieles con la grandiosidad
y dulzura de sus sonidos, llena las almas de una alegra casi celestial y las eleva con vehemencia hacia Dios
y los bienes sobrenaturales.
Pero, adems del rgano, hay otros instrumentos que pueden ayudar eficazmente a conseguir el elevado fin
de la msica sagrada, con tal que nada tengan de profano, estridente o estrepitoso que desdiga de la funcin
sagrada o de la seriedad del lugar. Sobresalen el violn y dems instrumentos de arco, que, tanto solos como
acompaados por otros instrumentos de cuerda o por el rgano, tienen singular eficacia para expresar los
sentimientos, ya tristes, ya alegres. Por lo dems, sobre las melodas musicales, que puedan admitirse en el
culto catlico, ya hablamos Nos mismo clara y terminantemente en la encclica Mediator Dei:
Ms an, si no tienen ningn sabor profano, ni desdicen de la santidad del sitio o de la accin sagrada, ni
nacen de un prurito vaco de buscar algo raro o maravilloso, se les deben incluso abrir las puertas de
nuestros templos, ya que pueden contribuir no poco a la esplendidez de los actos litrgicos, a llevar ms en
alto los corazones y a nutrir una sincera devocin [25]. Sin embargo, casi no es necesario advertir que,
donde falten los medios o la habilidad competente, es preferible abstenerse de tales intentos, antes que
producir una obra indigna del culto divino y de las reuniones sagradas.
19. Adems de esta msica, la ms ntimamente relacionada con la sagrada Liturgia de la Iglesia, existen
como decamos antes los cnticos religiosos populares, escritos de ordinario en lengua vulgar. Aunque
nacidos del mismo canto litrgico, al adaptarse ms a la mentalidad y a los sentimientos de cada pueblo, se
diferencian no poco unos de otros, segn la ndole diversa de los pueblos y las regiones. Para que estos
cnticos produzcan fruto y provecho espiritual en el pueblo cristiano es necesario que se ajusten plenamente
a la doctrina de la fe cristiana, que la presenten y expliquen en forma precisa, que utilicen una lengua fcil y
una msica sencilla, que eviten la ampulosa y vana prolijidad en las palabras y, por ltimo, aun siendo
cortos y fciles, presenten una cierta dignidad y una cierta gravedad religiosa. Cnticos sagrados de este
tipo, nacidos de lo ms ntimo del alma popular, mueven intensamente los sentimientos del alma y excitan
los efectos piadosos, y, al ser cantados en los actos religiosos por todo el pueblo como con una sola voz,
levantan con grande eficacia las almas de los fieles a las cosas del cielo.
Por eso, aunque hemos escrito antes que no se deben emplear durante las misas cantadas solemnes sin
permiso especial de la Santa Sede, con todo en las misas rezadas pueden ayudar mucho a que los fieles no
asistan al santo sacrificio como espectadores mudos e inactivos, sino que acompaen la sagrada accin con
su espritu y con su voz y unan su piedad a las oraciones del sacerdote, con tal que esos cnticos se adapten
bien a las diversas partes de la misa, como con grande gozo sabemos que se hace ya en muchas regiones del
orbe catlico.
En las funciones no estrictamente litrgicas pueden tales cnticos religiosos, si reunieren las debidas
cualidades, contribuir maravillosamente para atraer con provecho al pueblo cristiano, instruirlo, e infundirle
una piedad sincera y hasta llenarlo de santa alegra; y eso, tanto dentro como fuera del recinto sagrado, sobre
todo en procesiones y peregrinaciones a santuarios tradicionales, as como en los congresos nacionales e
internacionales. Tambin pueden ser singularmente tiles para educar los nios en las verdades catlicas, as
como para las agrupaciones de los jvenes y para las reuniones de las asociaciones piadosas, segn bien y
ms de una vez lo ha demostrado la experiencia.
20. Por ello no podemos menos de exhortaros ahincadamente, Venerables Hermanos, a que con el mayor
cuidado y diligencia promovis este canto religioso popular. Ni os faltarn peritos que, si antes no se hubiere
ya hecho, cuiden oportunamente de recoger tales cnticos, sistematizndolos a fin de que los fieles puedan
aprenderlos ms fcilmente, cantarlos con ms familiaridad y retenerlos ms fijos en la memoria. Los que se
consagran a la educacin de los nios no dejen de usar debidamente estos medios tan eficaces; los
Consiliarios de la juventud catlica emplenlos asimismo con discrecin en el desempeo de su
importantsimo oficio. As pueden esperarse que afortunadamente se obtenga tambin otro bien que todos
desean, a saber, que se destierren aquellas otras canciones profanas que, o por lo enervante de la modulacin
o por la letra voluptuosa y lasciva que muchas veces las acompaa, suelen constituir un peligro para los
cristianos, especialmente para los jvenes; y cedan el puesto a estos cnticos, que proporcionan un goce
casto y puro, a la par que aumentan la fe y la piedad. El pueblo cristiano comenzar a entonar ya aqu en la
tierra aquel himno de alabanza, que cantar eternamente en el cielo: Al que est sentado en el trono, y al
Cordero, bendicin, honra, gloria y potestad por los siglos de los siglos [26].
21. Lo escrito hasta aqu se aplica principalmente a aquellos pueblos de la Iglesia en los que la religin
catlica ya se halla establecida firmemente. En los pases de Misiones no es posible llevar a la prctica
exactamente cada una de estas normas, mientras no crezca suficientemente el nmero de los cristianos, se
construyan templos ms capaces, los hijos de los cristianos acudan regularmente a las escuelas fundadas por
la Iglesia y el nmero de sacerdotes corresponda a las necesidades. Sin embargo, exhortamos instantemente
a los obreros apostlicos que trabajan con celo en aquellas vastas porciones de la via del Seor a que, entre
las graves preocupaciones de su cargo, presten tambin atencin a este punto. Muchos de los pueblos
confiados a la labor de los misioneros tienen una aficin maravillosa a la msica; y realzan con el canto
sagrado las ceremonias del culto idoltrico. No es prudente, por lo tanto, que los heraldos de Cristo
verdadero Dios menosprecien y descuiden en ninguna manera este medio tan eficaz de apostolado.
Promuevan, pues, de buena gana en su ministerio apostlico, los mensajeros del Evangelio en las naciones
paganas, este amor al canto religioso, que goza de tal honor entre los que les estn confiados, de suerte que
dichos pueblos puedan oponer a sus cnticos religiosos, no raras veces admirados aun por las naciones
civilizadas, otros semejantes himnos sagrados cristianos, con los cuales, en la lengua y con las melodas a
ellos familiares, canten las verdades de la fe, la vida de Jesucristo y las alabanzas de la Santsima Virgen y
de los Santos.
Recuerden tambin los mismos misioneros que desde antiguo la Iglesia catlica, cuando enviaba los
heraldos del Evangelio a las regiones no iluminadas an por la fe, junto con los ritos sagrados procuraba se
les mandasen tambin los cnticos litrgicos entre otros, las melodas gregorianas a fin de que los
pueblos nuevos en el llamamiento a la fe, cautivados por la suavidad de la msica, se resolviesen, ms
fcilmente atrados, a abrazar las verdades de la religin cristiana.
IV. MEDIOS PRCTICOS
22. Para que se logre, Venerables Hermanos, el efecto deseado de todo lo que, siguiendo las huellas de
Nuestros Predecesores, hemos recomendado y ordenado en esta Carta encclica, usad eficazmente todos los
medios que os ofrece la excelsa dignidad que Cristo Seor y la Iglesia os han confiado, los cuales, como la
experiencia ensea, se emplean con gran fruto en muchos templos del orbe cristiano.
23. Y en primer lugar, que en la iglesia catedral y en los mayores templos de vuestra jurisdiccin,
permitindolo las circunstancias, haya una escogida Schola cantorum que a los dems sirva de modelo y
acicate para cultivar y perfeccionar con celo el canto sagrado. Donde no se pudiera tener una Schola
cantorum o no se hallare competente nmero de Pueri cantores, se permite que tanto los hombres como las
mujeres y las jvenes en lugar exclusivamente dedicado a esto, fuera del presbiterio, puedan cantar los
textos litrgicos, con tal que los hombres estn separados absolutamente de las mujeres y jvenes, evitando
todo inconveniente y gravando la conciencia de los Ordinarios en esta materia [27].
Dbese proveer con gran solicitud a que todos los que aspiran a las sagradas rdenes en vuestros Seminarios
y en los Institutos misioneros y religiosos se formen diligentemente en la msica sagrada y en el
conocimiento terico y prctico del canto gregoriano, mediante profesores excelentes en el arte, los cuales
sean respetuosos con la tradicin y fieles en todo a los preceptos y normas de la Santa Sede.
24. Si se descubriere entre los alumnos del Seminario o Colegio religioso alguno que se distinguiese
especialmente por su aptitud y amor al arte musical, no descuiden de advertirlo al Prelado los Rectores del
Seminario y directores del Colegio, para darle ocasin de perfeccionar sus cualidades, envindolo al
Instituto Pontificio de Msica Sagrada de Roma o a otra Escuela de dicha disciplina, con tal que el sujeto se
halle dotado de virtud y buenas costumbres que induzcan a esperar que ha de ser excelente sacerdote.
Deben tambin procurar los Ordinarios y Superiores religiosos tener a alguien de quien se puedan valer en
materia tan importante, a la cual no pueden, en medio del cmulo de sus deberes, dedicar por s mismos su
atencin. Gran cosa sera si en la Comisin diocesana de Arte Cristiano se hallare algn perito en msica y
canto sagrado, que pueda vigilar sobre lo que se hace en la dicesis y comunicar al Ordinario lo hecho y lo
que se debe an hacer y de l reciba la direccin y la autoridad y la ponga en ejecucin. Si por fortuna en
alguna dicesis se encuentra ya Asociacin establecida para el fomento de la msica sagrada, que ya hubiese
sido elogiada y recomendada por los Sumos Pontfices, el Ordinario podr, segn su prudencia, servirse de
ella en el cumplimiento de su cargo.
Promoved y ayudad, Venerables Hermanos, con vuestra proteccin los institutos pamente fundados para
educar al pueblo en la msica sagrada o para perfeccionar ms particularmente dicho arte, y que mucho
pueden contribuir con sus palabras y ejemplos al adelantamiento del canto religioso, pues as, gozando de
vitalidad y poseyendo excelentes y aptos profesores, podrn promover en toda la dicesis el conocimiento,
amor y uso de audiciones de msica sagrada y conciertos religiosos, en armona con las leyes eclesisticas y
obediencia completa a la Santa Sede.
25. Despus de haber tratado largamente de esta materia movido de paternal solicitud, Nos confiamos
seguramente que vosotros, Venerables Hermanos, dedicaris todo vuestro celo pastoral a este arte sagrado,
que tanto sirve para celebrar con dignidad y magnificencia el culto divino.
Esperamos que todos los que en la Iglesia, siguiendo vuestra inspiracin, fomentan y dirigen el arte musical,
recibirn un nuevo impulso para promover con nuevo ardor e intensidad este excelente gnero de
apostolado. As suceder lo deseamos que este arte nobilsimo, tenido en tanta estima por la Iglesia en
todos los tiempos, tambin en los nuestros se cultivar y perfeccionar hasta los esplendores genuinos de
santidad y de belleza; y de parte suya felizmente suceder que los hijos de la Iglesia, con robusta fe,
esperanza firme y ardiente caridad, rendirn a Dios Uno y Trino, en los sagrados templos, el debido tributo
de alabanza, traducido de una manera digna y en una suave armona; ms an, que, hasta fuera de los
templos sagrados, en las familias y sociedades cristianas se realice lo que deca San Cipriano a Donato:
Resuenen los salmos durante la sobria refeccin; con tu memoria tenaz y agradable voz acomete esta
empresa; mejor educars a tus carsimos con audiciones espirituales y con armona religiosa dulce a los
odos [28].
Confiando que estas Nuestras exhortaciones han de producir abundantes y alegres frutos, a vosotros,
Venerables Hermanos, y a todos y a cada uno de los confiados a vuestro celo, en particular a aquellos que,
secundando Nuestros deseos, promueven la msica sagrada, impartimos con efusiva caridad la Bendicin
Apostlica, testimonio de Nuestra voluntad y augurio de celestes dones.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 25 de diciembre, en la fiesta de la Natividad de Nuestro Seor
Jesucristo, el ao 1955, decimosptimo de Nuestro Pontificado.

PO PP. XII


Notas
[1] Motu pr. Fra le sollecitudini dell'ufficio pastorale: Acta Pii X, 1, 77.
[2] Cf. Gen. 1, 26.
[3] Ep. 161, De origine animae hominis, 1, 2; PL 33, 725.
[4] Cf. Ex. 15, 1-20.
[5] 2 Sam. 6, 5.
[6] Cf. 1 Par. 23, 5; 25, 2-31.
[7] Eph. 5, 18 s.; cf. Col. 3, 16.
[8] 1 Cor. 14, 26.
[9] Plin. Ep. 10, 96, 7.
[10] Cf. Tertull. De anima, c.9 PL 2, 701; Apol. 39 PL 1, 540.
[11] Conc. Trid. sess 22 Decretum de observandis et evitandis in celebratione Missae.
[12] Cf. Benedicti XIV Litt. enc. Annus qui: Opera omnia (ed. Prati, 17, 1, 16).
[13] Cf. Litt. apost. Bonum est confiteri Domino, d. d. 2 aug. 1828. Cf. Bullarium Romanum (ed. Prati, ex Typ. Aldina) 9, 139 ss.
[14] Cf. Acta Leonis XIII, vol. 14 (1895) 237-247; cf. A.S.S. 27 (1894) 42-49.
[15] Cf. Acta Pii X, vol. I, p.75-87; A.S.S. 36 (1903-4) 329-339; 387-395.
[16] Cf. A.A.S. 21 (1929) 33 ss.
[17] Cf. A.A.S. 39 (1947) 521-595.
[18] Aug. Confess., 10, 33; PL 32, 799 s.
[19] Acta Pii X, l. c., 78.
[20] Lettera al Card. Respighi, Acta Pii X, l. c., 68-74; v. p. 73 ss.; A.S.S. 36 (1903-4) 325-329; 395-398; v. 398.
[21] Pius XI Const. apost. Divini cultus: A.A.S. 21 (1929) 33 ss.
[22] C.I.C. can. 5.
[23] Conc. Trid. sess. 22 De sacrificio Missae, 8.
[24] Acta Pii X, l. c. 80.
[25] A.A.S. 39 (1947) 590.
[26] Apoc. 5, 13.
[27] Decr. S. Rit. Congr. n. 3964, 4201, 4231.
28. Cypriani Ep. ad Donatum (Ep. 1, 16) PL 4, 227.

También podría gustarte