Michel Onfray - Cinismos, Retrato de Los Filosofos Llamados Perros (Espanhol)
Michel Onfray - Cinismos, Retrato de Los Filosofos Llamados Perros (Espanhol)
Michel Onfray - Cinismos, Retrato de Los Filosofos Llamados Perros (Espanhol)
Michel Onfray
Cinismos
Retrato de los filósofos
llamados perros
Cinismos
Cinismos
Espacios del
Espacios delSaber
Saber
Cinismos
Cinismos
Retrato de los filósofos
llamados perros
perros
el marco del
Esta obra, publicada en e! de] Programa de Ayuda a la Publicación
Victoria Ocampo, cuenta con el apoyo del Ministerio de Asuntos Extran-
jeros y de!
del Servicio Cultural de la Embajada de Francia en la Argentina.
190 Onfrav,
Onfray, Michel
Ol"F
ONK C¡'nismos,
Cinismos, retrato de los filósofos llamados perros.-
1-
r ed. - Buenos Aires:
Aires : Paidós, 2002
240 p.:
p.; 21
21 xX 1313cm.-
cm.-(Espacios
(Espaciosdel
delsaber)
saber)
¡SBr-;
ISBN 950-IZ-65Z7-i
950-12-6527-7
1.
I. Título - 1. Filosofía Contemporánea
Contemporánea
1 °edición,
1" edición,2002
2002
ISBN 950-12-6527-7
'"
Indice
índice
VrehciQ. La filosofía,
Prefacio. maestroJ'ylalavida
filoJofia, el 71laestro vida 11
11
Introducción. 171cipit
Incipit comedia
comedia 31
31
7
Índice
btdice
Conclusión 195
Apéndice. Fragmentos
Fragmentosdedecinismo
cmisijtovulgm'
vulgar 199
199
Bibliografía
Bibliografía comentada 221
221
Bibliografía
Bibliografía general 227
8
A Marie-Claude Ruel
El cinismo es "lo más elevado que puede alcanzafse
alcanzarse en la
para conquistarlo hacen falta los puños más audaces y
tierra; pafa
los dedos más delicados".
METZSCHE, Ecce
J\lETZSCHE, EcceH071l0
Homo
Prefacio
Prefacio
La filosofía, maestroyylalavida
filosofía, el maestro vida
11
//
Michel OllfraJ
Micbel Onfray
12
Prefacio
13
Ollfray
Micbel Onfray
Michel
Con Lucrecio yo descubría el cuadro lúcido, y por lo
tanto cruel, de la realidad: una sumisión humillante a la
ilusión, al artificio y a las creencias inútiles, un sacrificio
sacrificio
y avasallamien-
constante a los mecanismos de alienación yavasallamien-
to de las singularidades, a las mitologías gregarias y a to-
do lo que sitúa a los hombres en un teatro donde la tra-
gedia y la comedia se reparten el dominio. Todo se
parcelaba, se despedazaba y quedaba al desnudo a la luz
fi-íayyblanca
fría blancadedesusuironía.
ironía.
Los análisis domesticaban, circunscribían y aglutina-
ban la muerte; el amor perdía sus encantos y era situado
en la perspectiva del instinto y las pulsiones; a los dioses
se los mandaba a paseo, se los destruía, se los mataba; se
disecaban las pasiones. Schopenhauer, Freud y Nietzsche
conquista de los galos... Con los versos
en la época de la conqui.sta
del poema de Lucrecio ante mis ojos, yo aprendía cómo
el hombre, solo, podía dar sentido a su existencia: no de-
pender más que de sí mismo, ejercer el dominio sobre sí,
trabajar la voluntad y hacer de sí un objeto que habrá de
trabajar
transformarse en sujeto, domesticar lo peor y practicar la
transformarse
ironía. La temática en que se encontraba inmerso Fou-
cault cuando lo alcanzó la muerte.
En la universidad, en cambio, ningún profesor
profesor tenía
esa preocupación pagana por la construcción de uno
mismo: se trataba de analizar la evolución de una noción
trabajar la memoria, pero so-
entre dos fechas, de hacer trabajar
bre todo de no apelar a la inteligencia. A veces eran ejer-
cicios de iniciación: había que relacionar una idea con el
pasado para determinar fuentes y encontrar raíces, o con
el futuro, para extrapolar influencias o hacer pronósticos.
Pronto advertí que con el fin de la filosofi'a
filosofía antigua
desaparecía una manera característica de practicar la dis-
ciplina, y que con la llegada de los Padres de la Iglesia,
hasta nuestros escolásticos contemporáneos, lo que se nos
14
H
Prefacio
ofrecía
ofrecía era mera palabrería, discursos técnicos, a veces
brillantes, más a menudo nebulosos, siempre inútiles. La
clase de ejercicios y es adicta a
universidad venera esta cIase
ellos, y desde entonces se ha especializado en la enseñan-
za del tedio. Dominio en el cual, por 10lo demás, descuella.
La filosofía antigua se distingue de todas las que la si-
guieron en que propone ejercicios espirituales con el ob-
jeto de producir una transformación
transformación en la naturaleza del
respecto. Pierre
sujeto que los practica. Al respecto, Fierre Hadot escribió
acertadamente: "El fin que procuran todas las escuelas fi-
losóficas con estos ejercicios es el mejoramiento, la rea-
lización de uno mismo. Todas las escuelas coinciden en
admitir que el hombre, antes de la conversión filosófica,
se encuentra en un estado de desdichada inquietud, es
víctima de la preocupación, está desgarrado por las pa-
siones, no vive auténticamente y no es él mismo. Todas
también en creer que el hombre
las escuelas coinciden t,llnbién
puede librarse de ese estado, y puede tener acceso a la vi-
da verdadera, mejorarse, transformarse, y así alcanzar un
estado de perfección".l
perfección".' No revelaremos el nombre de los
contemporáneos para quienes la sabiduría es una preocu-
pación anacrónica y que han hecho de la filosofía un me-
ro juego que permite a los que se regocijan en ella prac-
autosatisfacción en su coto privado.
ticar la autosatisfacción
Yo habría de descubrir, juntamente con los laberintos
del pensamiento antiguo, esa extraña paradoja que con-
siste en que un maestro pueda enseñar a su discípulo a
desprenderse de él, a liberarse de él lo más pronto posi-
ble. Maestro de libertad al mismo tiempo que maestro de
sabiduría. La relación entre maestro y discípulo, también
intempestiva, ha pasado de moda. Ahora bien, se trata de
1. Pierre
l. Fierre Hadat,
Hadot, Erercices
Rxercicesspi1-ituels
spirituclsetetpbilosopbie
philosophie antique,
nntir¡ue, Etudes
Études
augustiniennes,
augustíniennes, págs. 47-48.
15
15
Michel Onfray
Onfi'ay
16
Prefacio
En el inicio del curso sobre Lucrecio mi viejo maes-
tro tomó sabiamente la decisión de agradecer a los que
vendrían a verlo, y de agradecer más vivamente aún a
aquellos que harían economía de visitas y de relaciones.
solidificar
Esta "puesta a distancia" tenía la intención de solidificar
las veleidades, endurecer las tentaciones. Su antiguo vo-
lumen bilingüe tenía una constelación de marcas de to-
dos los colores: negro, rojo, violeta o azul. La intimidad
profesor revelaba las
que había entre las páginas y el viejo profesor
horas de meditación, de traducción. Al mismo tiempo,
yo descubría hasta qué punto podía ser preciosa la rela-
ción de una persona con un libro, de un hombre y un
pensamiento con un texto que no fuera la Biblia o cual-
quier breviario. La tapa de su libro se había despegado y
muchas páginas de aquel papel amarillento y suave al tac-
encuademación se
to se esparcían bajo los dedos pues la encuadernación
había aflojado
aflojado mucho tiempo antes. Junto al volumen, el
profesor colocaba un gran reloj de bolsillo, probable-
profesor
mente con su cadena, y la madera del escritorio, que hacía
las veces de caja de resonancia de un instrumento musi-
amplificaba el tic taco
cal, amplificaba tac. La pipa y el tabaco completa-
ban el sistema de objetos, y como la habitación era de di-
perfume azucarado,
mensiones pequeñas, podía olerse el perfume
de miel y frutos exóticos, dejado por sus bocanadas. Las
profesor iban del reloj al libro, de la pipa a las
manos del profesor
hojas dactilografiadas
dactilografiadas de su curso, con frecuencia inúti-
les puesto que se trataba de mostrar la elaboración de un
pensamiento, ejercicio que no suele prestarse a la codifi-
transformaba entonces en un
cación previa. Lucrecio se transformaba
contemporáneo, y sus palabras parecían salir como un
eco y encontrar su actualidad en un lenguaje completa-
mente moderno y cotidiano.
En invierno, desde la ventana, yo veía pasar los auto-
móviles y sus estelas de luz amarilla en el frío de la no-
17
77
Michel Onfray
che. La marea avanzaba silenciosa al ritmo de los semá-
foros tricolores que proyectaban su luz sobre el asfalto. Y
en el quinto piso de la universidad, al final de la jornada,
esfumaba hasta desaparecer mientras la voz de
Caen se esfumaba
mi maestro evocaba el foro romano, las calles de Juvenal
y los monumentos del imperio.
profesor reunía apresu-
Una vez terminada la clase, el profesor
radamente sus papeles, abandonaba el aula a grandes pa-
sos y dejaba a su auditorio -cuatro o cinco alumnos, rara
vez más- envuelto en el encanto. Quedaban, tras el cur-
so, los ecos: las ideas del poema epicúreo seguían su ca-
mino, producían sus efectos y hacían que en mi dormito-
rio de la ciudad universitaria yo consultara los pesados
volúmenes indicados en la bibliografía. Por supuesto,
trataban de Lucrecio y su libro, pero les faltaba la sustan-
modificación de uno
cia: la preocupación pagana por la modificación
mismo. Largos tratados sobre el clinamen, el atomismo
o la teoría de los colores. Nada muy apasionante: el en-
canto desaparecía, las sumas universitarias adormecían
los fulgores y anestesiaban los rasgos del filósofo. YaYa no
me hablaban del mismo pensador ni de la misma obra.
Por más que volviera al texto de Lucrecio o a los apun-
tes tomados durante la clase e intentara una posible res-
titución, todo era inútil. Para captar las vetas o percibir
la naturaleza engalanada de las páginas hacían falta el ojo
del maestro, su voz y su comentario. Era como un hilo de
Ariadna en un laberinto que, en su desenvolvimiento, es-
fundamental y hasta indispensable.
conde una función fundamental
profesor me invitaba a
A veces, después de la clase, el profesor
charlar en su escritorio, a comentarle mis lecturas o mis
investigaciones. Lleno de emoción, yo lo seguía por los
pasillos que conducían a una habitación muy pequeña,
situada en el último piso del edificio de Humanidades. Él El
avanzaba rápidamente, dando zancadas y haciendo mu-
18
P¡-efacio
Prefacio
19
19
Micbel Onfray
Michel Ollfra)'
blanc y las travesuras de su perro, Kador. Por mi parte,
le hablaba de mi padre, de los libros que leía, de mi in-
fancia, de la pobreza, de Schubert (que era para mí una
revelación), de la amistad entre los romanos. Él me pre-
guntaba por mis lecturas recientes y disfrutaba
disfrutaba al verme
descubriin-iento de Luciano de Samosara
emprender el descubrimiento Samosata
o de los Epigramas de Marcial. Entre Petronio y Ovi-
dio, me sugería leer las Memorias de de Adria120
Adriano oo aa Frédé-
Frédé-
ric Dard, por quien sentía verdadera pasión.
A veces me comentaba sus trabajos e investigaciones.
Para los Estudios
Estudios filosóficos
filosóficosestaba
estabapreparando
preparandoaquel
aquelse-se-
mestre un artículo sobre el suicidio por temor a la muer-
te practicado por los antiguos. Cuando recordé que yo
mismo había redactado una ficha sobre los numerosos
casos de muerte voluntaria encontrados durante mis lec-
mras de textos antiguos, me animé a manifestárselo
turas manifestárselo y él,
con toda naturalidad, me pidió que se la facilitara para
confirmar y hasta completar sus propios datos.
comparar, confirmar
Luego, durante nuestro intercambio epistolar, me pidió
autorización para utilizar dos referencias de mi ficha que
se le habían escapado, cosa que acepté con gran placer y
también con gran orgullo. Cuando su artículo apareció
Grihonille et la mort, recibí un
publicado con el título Gribouille
ejemplar dedicado y en una nota descubrí mi nombre y
ejemplar
el agradecimiento por "dos referencias tan generosa-
mente comunicadas". ¿Hay manera más pedagógica de
enseñar a practicar el reconocimiento? Otros fueron me-
refinados...
nos refinados...
En esa misma pequeña oficina, que me cuesta imagi-
nar cumpliendo hoy alguna otra función, mi profesor profesor me
reveló un día un proyecto que tenía la intención de lle-
var a cabo con algunos
algtmos de sus colegas y que consistía en
producir una serie de libros sobre las relaciones entre vi-
da y filosofía, y saber y poder, desde la Antigüedad hasta
20
Prefacio
nuestros días. Entonces yo tenía poco más de veinte años
y él me propuso escribir el volumen dedicado al período
medieval. Como ignoraba todo del latín, del período y de
ofrecimiento,
sus filósofos, me vi obligado a declinar el ofrecimiento,
aunque me sentí orgulloso de que se me considerara dig-
no de tal empresa. La infancia y la adolescencia de la que
acababa de salir habían estado colmadas de malos augu-
rios abocados a persuadirme del carácter gratuito de mi
existencia.
Había sido formado por curas deshonestos, degrada-
dos por los vicios y fanáticos de un sadismo avaro. Uno
arrastraba
arrastra ba siempre consigo olores repugnantes de su-
ciedad, otro nunca perdía la ocasión de prodigar cari-
cias untuosas o gestos de pederasta, un tercero sólo se
vociferaciones y aullidos
expresaba mediante eructos, vociferaciones
que solía amenizar con golpes propinados según la gra-
vedad de sus crisis. Todos compartían la devoción por
el ideal ascético y no se abstenían de ningún recurso pa-
ra destilar mala conciencia y culpabilidad. La pensión
invitaba a las prácticas solitarias de la sexualidad, y las
confesionario -durante las cuales yo tenía
sesiones del confesionario
la costumbre de leer la lista casi completa de mis peca-
dos para evitar la desdicha de olvidar alguno- prome-
tían a los pequeños onanistas que éramos entonces un
caos genético, una mutación de nuestra especie. Por lo
demás, su labor trataba de inspirar el temor y el terror
del más allá, la sumisión a las autoridades y el sacrificio
sacrificio
tiempos.
a los lugares comunes de todos los tiempos.
El único libro que habían conocido aquellos curas y
que habían tiznado de grasa y suciedad era el breviario.
Regularmente teníamos derecho a alguna decocción de
este brebaje, primero indigerible y muy pronto diurético
ofrecía semejante pedago-
y carminativo. La ventaja que ofrecía
gía consistía en formar inadvertidamente a los anticleri-
21
21
1I1icbel
Michel OllfraJ
Onfi-ay
2. GilIes PériclesaáVcrdi,
Gilíes Deleuze, De PéI-icles Vcrdi,pág.
pág.7.7.
22
22
Prefacio
Encadas,J,I,6.9.7.
3. Plotino, Elléadas, 6.9.7.
4. Platón, Apología
Apología dedeSócrates, 36C.
Sóavtes, 36 C.
23
Micbel Onfray
Michel Onfi-ay
amigos y maestros, a quienes dice deberles la calma y la
fuerza, la liberalidad o la grandeza, la independencia o el
dominio. El ejercicio es delicado y al mismo tiempo es-
tético: reconocer y revelar a sus maestros, sus ejemplos o
sus modelos permite advertir que el autor asigna a la me-
moria una virtud arquetípica.
Mi profesor
profesor había hecho suyo el pensamiento de Plo-
tino mientras simultáneamente enseüaba enseñaba la distancia.
Nada le habría parecido más descabellado que intentar
convertirnos a la filosofía neoplatónica. Aunque era la
suya, él se limitaba sencillamente a colaborar para que
cada uno encontrara su propio camino. La mía no estaba
de ese lado: el método me convenía, pero el contenido
me irritaba. Emprendí entonces otras incursiones en la
historia de las ideas antiguas. Los volúmenes de Vidas, Vidas,
opiniones ysentencias
opiniones)' sentenciasdede loslos filósofos
filósofos más7nás ilnstres
ilustres son,son, en este
en este
sentido, fuentes inagotables. Allí uno descubre a los sie-
te sabios, a Sócrates y sus discípulos, a Platón y los
miembros de la Academia, a Aristóteles y la cohorte pe-
ripatética, a los estoicos y los pitagóricos, a los escépticos
ripatética,
y-la palabra es bella- a los aislados, a Epicuro, pero tam-
y-la
bién a aquellos que pronto habrían de seducirme: los ci-
renaicos, discípulos de Aristipo, y los cínicos, de quienes
Diógenes de Sínope es la figura emblemática. La doxogra-
fi'a propone
fia propone unun viaje
viaje sin
sinigual
igual por
porvarios
varios siglos
siglos de
de pensa-
pensa-
miento griego recorriendo las vidas, las obras y los comen-
tarios que suscitaron más de ochenta filósofos. También
fue mi maestro quien me recomendó esta lectura, suerte
de Biblia pagana colmada de detalles tan sabrosos como
dignos de ser tomados con la mayor seriedad.
Al mismo tiempo que en mi imaginación caminaba
junto a Aristipo y Diógenes, descubría el vacío y el silen-
bibliográfico sobre estas cuestiones: en las fichas y los
cio bibliográfico
anaqueles encontraba nada o muy poco sobre el tema.
24
P¡-efacio
Prefacio
25
Micbel 01lfray
Michel Onfray
26
Pl'efacío
Prefacio
27
Micbel Onfray
Michel 01lfray
descalificaba al
confianza. Más tarde comprobé que se descalificaba
hombre de Sínope a favor de Antístenes, más presenta-
ble, menos excesivo y, por lo tanto, más apto para ser es-
clasificatoria
tudiado en un curso académico. La manía clasificatoria
convertía al cinismo en un precursor del estoicismo. La
constelación de los jóvenes socráticos habría dado origen
a un linaje que, a través de Zenón de Citio, habría de-
sembocado en el primer estoicismo. Diógenes se conver-
epifenómeno molesto que había que reducir
tía así en un epifenómeno
y eso fue lo que se hizo en principio en
y hasta destruir: yeso
nombre de la moral y las buenas costumbres, y luego de
la ciencia y de la seriedad filosófica. Por un lado, los
émulos de \lictor
Víctor Cousin; por el otro, los de Hegel. Aho-Alio-
Emile Bréhier ha desarrollado una idea extrema-
ra bien, Émile
damente interesante sobre el tema. Lejos de las preocu-
paciones relativas a las escuelas y las filiaciones y de los
debates estériles sobre los precursores y la fuentes, Bré-
filosofía, siempre con-
hier afirma: "En la historia de la filosofía,
esfuerzos intelectuales de los indivi-
viene remitirse a los esfuerzos
duos; sería vano buscar en ella tipos de sistemas, clases de
conceptos fijos y rígidos que habría que tomar o dejar de
lado y que deberían sucederse según seg^ún un ritmo definido;
definido;
influen-
sólo existe el pensamiento individual, que recibe influen-
cias de otros pensamientos individuales y obra a su vez
sobre otros".7
otros".' Tal es el caso del cinismo, que opera me-
nos como una escuela que como una constelación de fi-
gTjras singulares. En mi opinión, Diógenes lleva a la in-
guras
candescencia la subversión característica de ese estilo. Ni
siquiera me parece importante verificar
verificar la autenticidad
aptimd ni el placer de
de ciertos fragmentos: no tengo la aptitud
juzgarla.
juzgarla. MeMe importan
importan elel tono,
tono, el
el espíritu.
espíritu.
28
28
Prefacío
Prefacio
De mi viejo profesor
profesor aprendí entonces la libertad de
espíritu y la independencia, el gusto por una filosofi'a
filosofía
práctica y concreta, la provocación en relación con los
desconfianza hacia las instituciones que se
poderes, la desconfianza
apoderan del pensamiento a fin de volverlo lo más asép-
tico posible y avasallarlo. Finalmente, le debo además
irrefi-enable aversión por todos los escolásticos con-
una irrefrenable
temporáneos. Me abstendré de hacer la lista. Desde ha-
ce aproximadamente diez aii.os,años, mi profesor
profesor y yo mante-
correspondencia en la que intercambiamos
nemos una correspondencia
opiniones que rara vez coinciden en los detalles pero que
siempre convergen en las cuestiones de fondo. A veces
me animo a hablarle de amistad, pero sé cuánto hay que
desconfiar de las palabras. Un último pormenor: su
nombre es Lucien JJerphagnon.
erphagnon. Ya no dicta clases, pero
leérselo.**8 Por supuesto, estas páginas le están
aún puede leérse10.
dedicadas...
8. LucienJerphagllOn
8. Lucien Jerphagnon ha publicado más m~ís de cincuenta artículos en
diversas revistas, y más de quince libros. Entre ellos, algunos tratan
sobre la cuestión del mal, sobre Pascal, sobre la banalidad (tema de su
tesis) y sobre Jankélévitch. Se le debe asimismo la dirección de una
Histoire des
Histoire desgralldes
grandespbilosopbies
philosophies
y uny un Dictionnaire
Di,tioll1lflil'e des grands
des grfl1lds philosnphes,
pbilosopbes,
editado por Privat. En cuanto a su obra sobre la Antigüedad, además
Histoire de
de una monumental Histoire delalaRome
RoineAntique
Antique(TalJandier,
(Tallandier,1989),
1989),pu-
pu-
Vivre et
blicó también ViVl"e et pbilosopber
philosophcrSOl/S
sous rEmpirecbrétien.
l'Empire chrétien.
EnEn 1988
1988 escri-
escri-
bió Caiits.
Caiiis. Le
Ledemir
dernirvel'dút,
verdict,ununensayo
ensayocon conforma
formanovelada
noveladaalalquequeha-
ha-
7«^'í'«, dit l'Apostat (Seuil, 1986). Su último libro es
bía antecedido Juliell,
Histoirede
Histoire delalapensée. Antiquite'etetMo)'en
pensée. Antiquité MoymAge Age(TalJandier,
(Tallandier,1989).
1989).Mélan-
Mélan-
ges acaba de dedicarle un volumen titulado titulado DuDa banal au merveilleux
ballalou mei-veilleiix
(Cahiers de l'1' E.N.S. de Fontenay, 2 vols.,vals., 1990).
29
29
Incipit comedia
comedia
l.
1. Teofrasto, Camete"es,
Caracteres,VI.
VI.
31
Michel 01ljray
Onfi-ay
32
Incipit Comedia
Incipít Comedia
33
Michel Onfray
Onfi-ay
6. Antología
6. Palatina, VII,
Antología Palatilla, VII, 63.
63.
34
34
1. Emblemas
del perro
1. Jean
Jean de
de la
la Fontaine,
Fontaine, "El viejo yy el
"El viejo el asno", Fábulas,VI.
asno", Fábulas, VT.9.9.
2. Nietzsche, Así hablabaZamtustm,
Así bab/aba Zaratustra,passim.
passi7>t.
35
01lfray
Micbel Onfray
Michel
36
Emblemas
Emblemas del
delpe1'7'O
perro
57
37
Michel Onfray
Onfi-ay
5. Plinio, Hist01-ia
5. Historia nattwal,
natural, II y VIII.
ProUemcs,XA'VI,
6. Aristóteles, Proble11lcs, XXVT,12.12.
7. D. L., VI. 55.
38
38
Emblemas
Emblemas del
delpen'o
perro
8. D. L.,
8. L, VI.
VI. 58.
9. D. L., VI.
9. VI. 69.
69.
10. D. L.,
10. L.,VI.
VI. 61.
39
Micbel Onfray
Michel
40
40
Emblemas
Emblemas del
delpen"o
perro
41
Micbel Onfray
Michel
42
Emblemas
Emblemas del
delpe17'o
peiro
43
2. Retratos con
con barba
barba
y otras pilosidades
pilosidades
1. Hegel, Estética
1. Estética Cedo
(ed. francesa,
francesa, pág.
pág. 155).
155).
45
Michel Onfray
2. lbíd,
2. Ibíd, pág.
pág. 158.
158.
46
46
Retratos con
con barba y otras pilosidades
Ibíd., pág.
3. Ibíd., pág. 155.
155.
47
47
MiclJel Qnfray
Michel 071fray
4. D. L. VI.
Yl. 8.
5. Elién, Histoire
Histoire v(friée,
vnriée,IX.
IX.35.
35.Je:.Il1-Paul
Jean-PaulDumont
Dumonthace
haceun
unanáli-
análi-
sis magistral del valor que tiene el término "philodoxa" en la anécdo-
ta y llega a la conclusión de que el episodio tiene no sólo una carga
humorística sino también filosófica: lo que puede verse a través de los
de! palio no es tanto el orgullo (uno de los sentidos del tér-
agujeros del
mino) como la creencia en las opiniones (el segundo sentido posible
de la palabra). Por ello la historia se presta a que se la coloque en una
perspectiva nominalista antiplatónica. Véase: "Des paradoxes a á la phi-
lodoxie", L'Ane",
L'A/ie", n° 37, enero-marzo de 1989, pág. 45.
48
48
Retratos
Retratoscon
conbm-ba
barbay yotras pilosidades
otras pilosidades
Para-ga etetparalipomena,
6. Schopenhauer, Parerga en Insultes,
paralipomena, en Insultes,Éditions
Éditionsdudu
Rocher, págs. 27-30.
49
49
Michel Onfray
7. Ateneo, Deipllosofistas,
Dcipnosofistas,XIII. 565.C.C.
XIII.565.
8. D. L., L.,VI.VI. 102.
9. D. L., ·VI. \ T 31.
Epicteto, lvIml1trt!
10. Epieteto, Manual de de Epicteto
Epicteto(máximas),
(máximas),II.
II.XXII.
XXII. 10.
10.
11.
l l . DD.. LL.,
. , VI. 66.
12. Hegel, op. op. cit.,
cit.,pág.
pág. 147.
147.
50
Retratos con barba y otras pilosidades
Retratos con
Ide7n.
13. Ídem.
ídmi.
14. Ídem.
15. 'Phxtirco, Apotegmas de
Plutarco, Apotegmas delos
loslacedemonios
Incedemonios
Cedo{e.á. francesa,
francesa, pág.pág. 533).
533).
16. D.
D.LL.. VI. 31
31 Y
y 34.
51
Micbel Onfroy
Michel Onfi-ay
L'AsccseC)'llir¡ue,
17. M.-O. Goulet-Cazé, L'AscCse cynique,Vrin,
Vrin,pág.
pág.60.
60.
52
Retratos con barba y otras pilosidades
Retratos con
L.,VI.
18. D. L., VI. 66.
D.L.,VI.42.
19. D. L., VI. 42.
L.,VI.
20. D. L., VI. 21.
21.
53
53
OnfroJ
Michel Onfray
Chivos,1.I.
21. Hecatón, Cbiros,
22. D. L., VI.
\ ^ . 41. Véase la lectura nominalista de la anécdota que
Duniont en el artículo citado. Diógenes busca al hombre (la
haceJ.-P. Dumont
idea platónica del Hombre), no lo encuentra, y se contenta con decir
que sólo ve hombres (las realidades sensibles).
54
5. La virtud
3. virtud del
del
pez masturbador
masturbador
Historia de
1. Aristóteles, Historia de los animales,V.V2.2.540.
losanimales, 540.A.A.
Idevii.
2. Ídem.
V. 5.
l.Ibtd.,Y.S.
3.1bíd.,
55
))
Onfray
Michel Oiifray
láem.
4. Ídem.
lbíd, I. 13.
5.1bid,l.
5.
56
La virtud
virtud del pez mastll1'bado1'
masturbador
sin que le importaran un bledo la oscuridad y el futuro,
fiíturo,
absorto en un puro presente sin ramificaciones
ramificaciones nostálgi-
cas ni imaginarias. Algunos hermanos del anterior, salvo
hieran ratitas que se hubieran hecho adultas en el in-
que fueran
tervalo, reiniciaron su danza ante la nariz y las barbas de
Diógenes, quien intentaba conciliar el sueño en un rin-
cón de la ciudad, arropado en su manto, mientras a algu-
nos centenares de metros del lugar, las familias atenien-
ses acomodadas daban una suntuosa fiesta. Si bien allí se
prodigaban las vituallas sin control alguno, Diógenes se
había conformado
conformado con pellizcar una galleta marinera de
la que dejaba caer de vez en cuando algunas migajas. Se
preguntaba el cínico si no le convendría tomar algunas de
las sobras del ágape ateniense, cuando vio aparecer, como
de la nada, a un ratón que se dio un festín con los restos
que él dejaba. La situación impresionó de tal manera al
sabio que lo hizo meditar sobre la lección recibida:
"¿Qué me dices, Diógenes? He ahí un ratón que se rego-
cija y se alimenta con tus sobras mientras tú, en cambio,
de alma bien nacida, te compadeces y te lamentas por por no
poder embriagarte allá, tendido sobre la mórbida alfom-
bordada".'^ Y el hombre se hizo filósofo.
bra bordada".6
En otra ocasión, cuando la práctica cínica le había
conferido ya importantes aptitudes para la ironía, se
encontró con varios roedores que trepaban a la mesa
donde comía: "He aquí que Diógenes también mantie-
parásitos...",'
ne parásitos... ",7 dijo entonces. De cada encuentro
encuentro con
el perro y los ratones la sabiduría obtiene algún bene-
ficio...
ficio ...
pequeño mamífero
Si bien se le debe al pequeíio mamífero la conversión
de Diógenes, hay que atribuirle al arenque las virtudes de
Mordm, 77.
6. Plutarco, Momlia, 77. E. 78.
7. D. L., VI. 22 Y
7. V 40.
40.
57
Micbel Onfray
Michel
8. D.L.,
8. D. \ T 557.
L., \'1. 7.
58
La virtud del
del pez 1llasturbadol'
inasturbador
9, D.
9,. D. L., VI.
\^. 40.
40. Y
y Dumol1t,
Dumont, J.-R, art. cit.
j.-P., arto cit. págs.
págs. 44-45.
44-45.
59
Michel Onfray
Mkhel
10. D.
10. D. L.,
L.,VI.
VI. 53.
In cato
11. Simplicio, 171 cat.8.8.B.B.25.
25.
60
La virtud
viitud del
del pez 1l1asturbado1'
mastiirhador
61
61
Michel Onfray
Disairsos,VI,
14. Dión Crisóstomo, Discursos, W, 18-20.
18-20.
62
La virtud del pez lIlastlt1'bador
mastiirbador
15./¿¡y, 31-33.
15.1bíd.,
63
Michel Onfray
Onfi-ay
Ibíd., 27.
16. Ibíd., 27.
17. D. L., VI. 23.
L.,VI.
op. cit.
18. M.-O. Goulet-Cazé, op. cit.pnssim.
passi?n.
64
La virtud
vhtiid del
del pez 1llasturbador
iiiastíirbador
19. D.
19. D. L.,
L.,VI.
VI. 71.
71.
20. D.
20. D. L., VI.
VI. 70.
65
65
Michel Onfray
66
La vi1'tud
virttid del pez mosturbodor
masturhador
23. Ibíd.,
Ibíd., X.
X. 16.
16.
24. Estobeo, Florilegio,
Florilegio,M.
M.29.
29.69.
69.
67
4, El voluntarismo
4. voluntarismo
. /
estetzco
estético
l. SavaCer, Ensayo
1. Fernando Sa\'ater, sobreCi07mz,
Ensayo sobre Ciovíin, carta-prefaciode de
carta-prefacio Cio-
Cio-
ran. Ed. Tauros.
rano Taurus.
69
Michel OnfroJ
Onfi-ay
2.
2. Ídem.
ídem.
70
voluntarisinoestético
El volunta1"Íslllo estético
B.Juliano
3. Disairsos,IX.
Juliano el Apóstata, DisC1lrsoS, IX. 13.
13.
Vida de
4. Luciano de Samosata, Vida Danonax, 13.
deDe11l011aX, 13.
71
11
OlIfray
Micbel Onfray
Michel
FlorcUgio,n.II.31.31.22.
5. J. Damasceno, Florcligio, 22.
6. Chappuis, Ch., Alltistbellc, AUf,'llste
C\\., Antisthhic, Auguste Durand Librairie, pág. 11.
72
72
El voluntaris71lo
voluntarismoestético
estético
73
73
Onfra)'
Michel Onfray
Disairsos,VI.
7. Dión Crisóstomo, Dúcu1"Sos, VI.31.
31.
74
El volzmtarislllo
voluntarismo estético
estético
Disei-tación,XLVI.
8. Máximo de Tiro, Dúenacióll, XLVI.5.5.
7S
75
Micbel Onfray
Michel
9. D.
9. D.L.,VI.
L., VI. 55.
16
76
El voluutaris'lJlo
voluntarismo estético
estético
77
Micbel Onfroy
Michel Onfi-ay
exterminadas y algún
nar los toros domesticados, las aves extenninadas
viaje al infierno. Pero lo que más aprecian los cínicos en
este personaje mítico no es tanto la figura del héroe co-
mo el símbolo de la energía, la valentía y la fuerza
fijerza ante
las adversidades titánicas: el personaje expresa, en sínte-
sis, "las pruebas que encuentra el alma en el camino de la
virtud".'' Hércules es también la antítesis de Prometeo,
virtud".12
concebido como emblema de la civilización, ladrón del
fijego y condición de posibilidad de lo social a través de
fuego
la fragua y el dominio de las llamas. El semidiós de los
doce trabajos es el emblema de la autonomía y de la vo-
luntad eficaz. El hombre del hígado desgarrado puede
metáfora de las trabas sociales. Laercio
considerarse una metáfora
llega a decir del hombre de Sínope: "Llevaba el tipo de
vida que había caracterizado a Hércules, quien elevaba la
hbertad por encima de cualquier otra cosa".Ll
libertad cosa"."
Los trabajos del cínico implican el repudio de los ca-
minos que no conducen a ninguna parte -las sendas del
ideal ascético y del renunciamiento- y la preferencia
preferencia por
los senderos que guían a la autonomía y a la independen-
cia: se trata de construir la propia singularidad como una
obra de arte que no tiene copia. El modelo hercúleo sim-
boliza la potencia en acción que necesita el esfuerzo
esfuerzo cí-
nico. Nietzsche escribirá que, al igual que los seductores
y los conquistadores, los cínicos hacen realidad "la unión
de la superioridad espiritual con el bienestar y el exceso
de fuerzas".14
fuerzas"." Por su parte, Luciano de Samosata hizo un
retrato de este Hércules voluntarista que no habría de-
sentonado en la galería de las figuras positivas nietzs-
78
18
El voluntaris1Jlo
voluntarismoestético
estético
79
19
Onfroy
Michel Onfray
80
s.5. Principios
Principios para
para
una ética
ética lúdica
lúdica
81
81
Micbel Onfray
Michel Onfi-ay
82
82
Pl·incipios
Principiospara
parauna
unaética
éticalzídica
Indica
83
Michel
Micbel Onfray
84
Principios para
para una
tina ética lúdica
2.
2. ¡bíd,
Ihíd, 7.7. 8.8. 9.9.
3. Nietzsche, El libro libro del
delfilrísofo
filósofo(ed.
(ed.francesa,
francesa,pág.
pág.16).
16).
85
S5
Micbel Onfray
Michel Onfi-ay
86
Principios
Prmcipiospara
parauna
unaética
éticalúdica
liídica
87
Micbel Onfray
Michel
6. Ibíd., 18.
6.1btd.,
88
6. Losjuegos
6. Los juegos
del filósofo-artista
filósofo-artista
filósofo-
Tal como la definió Nietzsche, la figura del filósofo-
artista encuentra varios ejemplos en el panteón cínico. A
mitad de camino entre la tensión y la sensibilidad, entre
el concepto y la intuición, este tipo particular de sabio se
caracteriza por una aptitud singular para inventar nuevas
ofi-ecen
posibilidades de vida que contrastan con las que ofrecen
y la convención: un nuevo estilo de existencia,
el hábito Y
un nuevo tipo de expresión. Nietzsche hablaba del su-
perhombre, Diógenes de "almas fuertes"!
ñiertes'" yyAntístenes
Antístenes de
"seres excepcionales que son en sí mismos una ley viva". viva".'2
El cínico se esfuerza
esftierza por construir una manera diferente
diferente
de ser en el mundo y subvierte la retórica clásica que in-
vita a someter la singularidad a la ley y a los principios de
lo universal. Con él, la antinomia entre el individuo y la
sociedad se resuelve en beneficio del primero y, y, sistemá-
ticamente, en detrimento de la instancia normativa so-
cial. Rebelde y solitario, el cínico hace una única contri-
bución social: la pura soledad.
1. Aristóteles, La Polítim,
1. Polítkn, III. 1284. A. 15.
Idmi.
2. Ídem.
89
Mie!Jel Onfray
Michel 011frOY
filósofo-artista experimenta y
Así como inventa, el filósofo-artista
descubre en el gesto de atreverse. La inspiración, que de-
sempeña una parte eminente en la creación estética, es
sempeí1a
un componente primordial de la ética cínica. Fiel a algu-
nas intuiciones arquetípicas que se estructuran en torno
de un tema -lo que constituye un obstáculo para la liber-
tad debe suprimirse, reducirse-, el cínico efectúa varia-
confianza absoluta en las virtudes de su
ciones con una confianza
diferencia de una ética preventiva que
improvisación. A diferencia
subordinaría la acción a una teoría pura y la haría proce-
der de ésta, la ética cínica confunde
confunde la voluntad y el ins-
tante, confiando plenamente en la inventiva y contando
con el entusiasmo, término cuya etimología expresa la
di\ino. Diógenes y sus com-
proximidad con el transporte divino.
padres (o comadres: no olvidemos a Hiparquia) dan nue-
va dirección a sus creaciones, sin preocuparse por seguir
un programa, lo que estorbaría la espontaneidad: la ética
de los cínicos es poética, por cuanto expresa la carga crea-
tiva que la invade.
La moral de Diógenes supone aliento e inspiración,
juego y disponibilidad. A fin de indicar las líneas de fuer-
fuer-
za de una ética, Nietzsche propuso un tamiz eficaz que se
explica en pocas palabras: "Un sí, un no, una línea recta
objetivo".' Así resume la fórmula de su felicidad. A
y un objetivo".!
estas cuestiones seguramente los cínicos habrían respon-
dido sin dificultad: el sí está destinado al reino de la sin-
gularidad y la unicidad, a su entusiasmo y a su grandeza
florecieron
rebelde, a su demonio. Sobre las tumbas que florecieron
tras la muerte del sabio de Sínope, los escultores graba-
ban aforismos contundentes en los que se concentraba
toda la enseílanza
enseñanza del difunto. Uno de los cenotafios lu-
cía, en la cima de una columna funeraria, un perro de
3. I\'ietzsche,
Nietzsche, El crcpúsClllo
a-cpúsadodedelos
losídolos (ed.(ed.
ídolos francesa,
francesa, 44).
pág.
pág. 44).
90
90
Losjuegos
Los juegos del filósofo-artista
ftlósofo-ai-tista
91
j\!fichel Onfrrt)'
Michel Onfi-ny
7. D. L., VI. 8.
8. Jankélévitch, La ¡¡'o71ía
ironía (ed. francesa, pág. 108).
9. Nietzsche, Asíhablnhíi ZnraUístra (ed.
Así habfaba Zamtllstm (ed. francesa,
francesa, pág.
pág. 118).
118).
92
Losjuegos
Los juegos del
delfilósofo-artista
filósofo-mtista
FragmentospóStUlllOS
10. Nietzsche, Fragmentos postumos(ed.
(ed.francesa,
francesa,p;ig.
pág.353).
353).
93
Michel Onfray
Onfi-ay
l l . DD.. L.,
11. VI. 36.
L.,VI.
12. D. L.,
12. VI. 29.
L.,VI.
94
Losjuegos
Los juegos del
delfilósofo-artista
ftlósofo-mtista
Ídem.
13. Ídem.
M.-O. Goulet-Cazé, op.
14. M.-O. op. cit.,
cit.,pág.
pág. 144.
144.
95
95
7.
7. Metodología
Metodología
del flatómano
flatómano
97
Michel OlIfra)'
J1r1icbel Onfi-ay
98
Metodología del
Metodología jlatómano
delflatómano
R, Diálogo
1. Feyerabend, P, DiálogocOlltra
contraelelmétodo.
método.
2. Vernant, J.-P.,
J.-R, Mito
Alito y pensamiento enlalaGrecia
pensamiento en Greciaantigua
antiffiaCedo
(ed.fran-
fran-
cesa, tomo II, pág. 96).
99
99
Onfroy
Micbel Onfray
Michel
inmedia-
a lo abstruso y termina por olvidar lo real más inmedia-
real. l
to. Diógenes cree en la idiotez de lo real.^
De ahí surge el nominalismo de los cínicos: negarse
a honrar a los nuevos ídolos que son la Razón y la Retó-
Antis-
rica, las Esencias y la Dialéctica. Las agudezas de Antís-
tenes y de Diógenes apuntan a ser algo más que un mé-
todo. Se oponen a toda una concepción del mundo,
proponiendo al mismo tiempo una nueva poética: "La
dificultad planteada por los discípulos de Antístenes
dificultad Axitístenes y
otros ignorantes de la misma especie no carece de cier-
ta oportunidad -escribe Aristóteles-. Según ellos, no es
definir la esencia de una cosa, pues la definición
posible definir definición
no es más que palabrería: lo más que se puede hacer es
decir qué clase de cosa es. La plata, por ejemplo, no po-
drá decirse qué es en sí misma, pero sí que es como el
estaño. En consecuencia, no hay más que una sola espe-
estaí'lo.
cie de sustancia que admite ser enunciada en una defini-
ción: la sustancia compuesta, ya sea inteligible, ya sea
sensible. Pero los elementos primarios de los que está
formada esta sustancia no pueden definirse, porque una
definición implica relacionar dos elementos y en esa re-
definición
lación uno debe comportarse como la materia y el otro
como la forma de la definición".'¡
definición".'' Dios, ¡cómo se com-
plica Aristóteles al comprobar que no se puede nombrar
más que lo impuro, lo complejo y lo compuesto! Mien-
tras que para los cínicos no podría haber otra cosa que
no fueran modificaciones
modificaciones múltiples de una única sustan-
cia, a saber, la materia. El nominalismo cínico también
es materialismo...
100
100
Metodología del
Metodología deljlató1llano
flatórnano
101
Míchel Onfray
Michel
102
Metodología del
Metodología jlotómo1lo
delflatómano
103
103
Michel Onfray
104
Metodología del
Metodología deljlatómano
flatóviano
Solrrelalamedicina
12. Hipócrates, Sobl'e medicina antigua
antigua (ed.(ed. francesa,
francesa, págs.
págs. 28-29).
28-29).
13. Suetonio, Los
Los doce
doceCés01'es,
Césares, XXXII.
XXA'1I.
14. Erasmo, De civilitnte,
civilitate, citado en Norbert Elias, La Civilisation
Civilisation
desmoeiirs,
des págs. 216-127.
11loeurs, págs. 1\6-Yll.
lOS
105
Michel Onfray
parappappax,
parappappax^lolomismomismoque
quelas
lasnubes".15
nubes"."Otros
Otroshabrían
habrían
invocado al Gitón del Satiricón:
Satiricán: "Levantaba
"Levantaba a cada ins-
tante la pierna y llenaba el camino de ruidos inconve-
nientes y al mismo tiempo de hediondez"."*
hediondez".16 Y por último
está Crepitus, a quien Flaubert quiso elevar solemne-
mente al rango de dios del pedo'^
pedal?, y muchos otros...
Mientras tanto, Metrocles continuaba sin convencerse:
no 10lo persuadían ni la impotencia manifiesta
manifiesta y caracterís-
tica de los discursos y las palabras, ni las demostraciones.
Seguía sintiéndose culpable, y ser un "baritronador
"baritronador del
culo"," como decía Rabelais, le parecía la peor de las in-
culo",18
conveniencias. La letanía de los filósofos de la ventosidad
no había logrado arrancarle una sola sonrisa al desdicha-
do... Fiel al método cínico que prefiere
prefiere el gesto a la pa-
dichos. Grates
labra, el acto y el hecho a los dichos, Crates abandonó los
libros y aprovechó la ingestión de habas: "Al fin de cuen-
tas. Crates
tas, Grates se puso a su vez a ventosear y así reconfortó
reconfortó a
Metrocles dándole consuelo con la imitación de su acto.
Metroc1es
A partir de aquel día, Metrocles se convirtió a la escuela
Grates y llegó a ser un hombre de valor en filosofía"
de Crates filosofía"."
.19
Las nubes,
15. Aristófanes, Los mees, pág. 253.
Satiricán, 118.
16. Petronio, Sati1'icólI,
tentación de
17. Flaubert, G., La te1ltaciólI deSan
San Amonio
Antonio Cedo
(ed. francesa,
francesa, pág.
pág.
187).
Gargantiia, VII.
18. Rabelais, E, Gargantúa,
19. D. L., VI. 94.
106
106
8. Estrategias
8. Estrategias
subversivas
subversivas
107
707
Micbel Onfra)'
Onfi-ay
108
Estrategias
Estrategiassubve1-sivas
subversivas
6. D. L., VI.
6. VI. 51.
51.
109
Michel
Micbel Onfray
7. D. L., VI.
7. \^. 24.
110
Estrategias
Estrategiassubve1"Sivlls
subversivas
111
Michel Onfro)'
Onfi-ay
8. Hegel, blt1'oducción
8. Introducciónaalalabistoria
histm-iade de la filosofía
la filosofú (ed.(ed. francesa,
francesa, págs.
págs.
376-378).
112
112
Estrategias
Estrategiassubve1'sivas
subvasivas
9. D. L.,
9. L.,VI.
VI. 83.
113
Michel 01lfray
Onfi-ay
114
Estrategias
Estrategiassubversivas
subvasivas
115
115
Micbel 01lfray
Michel Onfi-ay
doxógrafo informa
informa que hasta parecía sufrir
sufrir una enferme-
enferme-
dad femenina!), Diógenes se acerca al desdichado y le di-
ce: "Cómprame: en efecto me parece que tienes necesi-
hombre".'-'
dad de un hombre".11
En el transcurso de otras peregrinaciones, Diógenes se
encontraba sobre el pontón de un barco pirata. Los buca-
neros lo estaban dejando morir de hambre, cosa que no le
hacía ninguna gracia al filósofo, quien se puso a increpar
a sus guardias. "Es sumamente curioso -decía- que se ce-
be con alimentos cuidadosamente preparados a cerdos y
corderos destinados a la venta a fin de realzar sus carnes,
y que al animal más hermoso, el hombre, se lo entregue a
precio vil después de haberlo extenuado a fuerza de ha-
ayunar."" Habiendo obtenido satisfacción
cerlo ayunar."I) satisfacción a sus re-
clamos, completamente despreocupado por el hecho de
que sería vendido poco más tarde, Diógenes se dedicó a
distribuir sus alimentos y a divertir a los comensales.
Forma voluptuosa y estética por excelencia, el humo-
rismo es alegría y búsqueda de los momentos propicios
que permiten atrapar el tiempo: supone la creación fu-
sendcio de la pertinencia
gaz, la espontaneidad puesta al senTicio
y el eterno gusto por el juego, la pasión por una ética lú-
dica. Con él se ponen de relieve la tensión y la atención,
el ardor por captar las formas de lo real, por apoderarse
de ellas para hacer surgir lo insólito, lo inesperado, la im-
provisación. El humorismo es estética y ética a la vez;
Kierkegaard muestra lúcidamente su parentesco con la
infancia y el gusto por el juego que la caracteriza. Su des-
borde intima simbólicamente al mundo a rendirse a los
asaltos de lo singular.
116
Estrategias
Estrategias subvenivas
subversivas
14. Idem.
14. ídem.
117
111
01lfray
Michel Onfray
L.,VI.
15. D. L., VI. 25.
16. D. L., VI.
16. VI. 4.
118
Estrategias
Esti'ategiassubve7"sivas
subversivas
17. D. L.,
17. L.,VI.
VI. 7.
L.,VI.
18. D. L., VI. 37.
De vituperatione,
19. Antonio y Máximo, De vitupcratione, 260.
260.
119
Micbel Onfray
Michel
La dosificación
dosificación de las indirectas, los anatemas, las
burlas y los sarcasmos es delicada. El cínico deambula
por este arsenal con la implacable voluntad de lucidez
que lo caracteriza. Ninguno de sus gestos puede diso-
ciarse de una preocupación pedagógica: el filósofo quie-
re enseñar, mostrar, desconcertar y despertar la concien-
cia. El sarcasmo y las bromas, la causticidad y la sátira
suponen la psicogogía, desnudar lo que se presenta como
manifestada a través del
evidente. La subversión cínica, manifestada
juego de palabras, el humorismo y la ironía, apunta con-
fundador del concepto -Ju-
tra el bovarismo, cosa que el fundador -Ju-
les De Gaultier- había visto muy bien. El cínico, escribe
de Gaultier, tiene "la visión clara y se niega a dejarse do-
minar por la sugestión colectiva que los demás indivi-
fervor".-" Y agrega: "Hacer acto de
duos mantienen con fervor".!O
cinismo respecto de muchas de las presunciones del bo-
varismo es sencillamente hacer acto de análisis, es des-
montar y mostrar así los artificios que, como un motor,
funcio-
establecen las condiciones que habilitan y hacen funcio-
nar aquellas presunciones; esto basta para dejarlas fuera
fuera
servicio".-" El desmontaje
de servicio".!1 desmontaje se efectúa pues mediante
estos nuevos conceptos operativos, como la risa, la iro-
nía, el humorismo, el juego de palabras: burla antes que
dialéctica, tomadura de pelo antes que retórica, bufone-
rías en lugar de disertaciones, y caricaturas en vez de de-
mostraciones. Pagando ese precio, Diógenes desnuda,
muestra los nervios, los músculos y los huesos que están
debajo de la piel. Expone directamente los mecanismos y
el mundo en toda su ingenuidad, la existencia en su as-
pecto grotesco, lo real en su acepción más cruel. Disi-
120
120
Estrategias
Esti-ategiassubversivas
subversivas
panda
pando así el velo de la ilusión, los cínicos pueden excavar
más hondo: mientras se manifiestan
manifiestan a través de la ironía,
hurgan profundamente
profundamente en el sustrato de nuestra civiliza-
ción para atacar sus cimientos y sus tabúes.
121
121
9. Breve teoría
teoría
del escándalo
escándalo
123
123
Michel Onfray
Onfi-ay
124
Breve
Bi-eve te01'ía
teoría del escándalo
escándalo
Ad Ililld. XXIII.
5. Anónimo, Adlliad. XXin. 65.
Samosata, Vida
6. Luciano de Samosara, Vida de
deDe71lollllx,
Daiioitax, 25
25 (32).
(32).
7. Chappuis, Ch., Airtisthéne, pág. 121.
Antistbelle, pág. 121.
125
125
Michel Onfray
Onfi'ay
126
126
Breve te01'ía
teoría del escándalo
escándalo
cIuso,
cluso, también en este caso, espiritual- después de la
muerte. Más allá de la anécdota,en
anécdota, en su invitación a comer
carne humana Diógenes concentra 10 lo esencial del pensa-
miento cínico.
No hay práctica más natural-habría
natural -habría dicho Diógenes-
que la del canibalismo. Y el doxógrafo precisa que el fi-
lósofo sabía que esta práctica era corriente también en
otras culturas. En este aspecto era más sabio y estaba me-
jor informado que Lévi-Strauss, quien proclama la pro-
hibición universal del incesto. Fiel a sus métodos, que
consistían en relativizar, en practicar un escepticismo ra-
dical, Diógenes muestra que una interdicción sólo es vá-
lida para la civilización que la proclama y que no se apli-
ca del mismo modo en otras tradiciones. Hay huellas que
prueban que en los albores mismos de la humanidad las
sociedades primitivas y prehistóricas practicaban el cani-
balismo.'"
balismo. \0 Huesos quebrados a los que se les ha sacado la
la. religionesdedeInlaprebistoria
10. Leroi-Gourhan, A., Las l'eligiones prehistoria(ed.(ed. francesa,
francesa,
pág. 49).
11. Tucídides, Histo1"ia
Historia de
de la
la gl/m'a
giieira del
delPelopolleso,
Peloponeso, III,III, XCIV.
XCIV.
127
m
Micbel 01lfray
Michel Onfi-ay
Historias, Iv.
12. Heródoto, Historias, IV.106.
106.
13. Aristóteles, Ética
Ética a Nicá71laco,
Nicómaco, VII. Yll. 1148. 19-25 Yy Política,
1148. B.B. 19-25 Política,
VIII. 1338. B.19-22.
B. 19-22.
14. Heródoto, Histol'ias,
Historias, lII.
III. 25.
25.
15. Détienne, M., DiollÍJo
Dionisoaacielo
cicloabie170
abieito(ed.
(ed.francesa, pág.139).
francesa,pág. 139).
128
128
Breve te01'ía
teoría del escándalo
escándalo
129
129
Michel
Mi cheI Onfray
Onfray
A1omlia, 33.
18. Plutarco, Monlia, 33. c.
130
130
B7'eve
B7-evete01'ía
teoríadel
delescándalo
escándalo
Crisóscomo, DisclInos,
19. Dión Crisóstot110, Disaitsos, X, 29.
hombreyy lolosagrado
20. Caillois, Roger, El hombre sagrado(ed. (ed.francesa,
francesa,pág.
pág.150).
150).
gucira de
21. Julio César, La guel'TfI de las Galias, V.
las Galias, V.
Geografías,libros
22. Estrabón, Geografías, libros14-16.
14-16.
Moche Le Vayer, Dialogues
23. La Mothe Dialoguesfnits
faits iJa l'imitatioll
l'iviitation des
desal/ciens,
ancicns,
págs. 102-103.
ídem.
24. Ídem.
131
Onfroj'
Michel Onfray
Contr.l\latb.
25. Sexto Empírico, C07It1: Alath.
26. Lévi-Strauss, C.,
C , Las
Las e.11I'l1ctll1·as elemciitnlesdeldel
estnictiiríis elemelltales parentesco
pm'entesco (ed.(ed.
págs. 59-60 y 555
francesa, p,ígs. 555-556).
- 556).
Tótem y tabú
27. Freud, S., Tótem), tabú (ed.
(ed. francesa,
francesa, págs. 123 yy 165).
págs. 123 165).
132
132
Breve
Birve te01'ía
teoría del escándalo
escándalo
133
133
Micbel Onfray
Michel Onfi-ay
134
134
Breve teoría del escándalo
escándalo
31. Fuste!
Fustel de Coulanges, N. D., Ú1
La ciUMd
ciiukdantigua
íintigiMCedo francesa,
(ed. francesa,pág.
pág.13).
13).
32. D. L., VI. 79.
32.D.L.,VI.79.
135
135
Micbel Onfray
Michel Onfi-ay
Florilegio,'\'1.
33. Estobeo, Florilegio, iM.123.
123.11.
11.
34. Cicerón, TllSC/llfllleS,
Tiisculíiues,1, I,43.
43.104.
104.
136
136
Breve teoría del escándalo
escándalo
m
137
Micbel Onfray
Mkhel
138
B7'eve
Breve te01'ía
teoría del escándalo
escándalo
139
10. Las fiestas
del monede1;-o
monederofalso
falso
141
141
Michel Onfray
l.D
1. D.. L., \1.
\ ^ . 20, 21.
2.D
2. D.. L.,
L . , \1.
\ T 56.
3. Goulet-Cazé, M. O., op. op. cit.,
cit.,pág.
pág.207.
207.
142
142
Lasfiestas del monederofalso
fiestas dellllonedel'O falso
Les cynir¡ltes
4. Paquet, L., Les cyiriquesgrm,gi-ecs,
pág.pág.
59, 59,
notanota
1. 1.
S.Juliano,
5. Discursos,IX.
Juliano, DisClmos, IX.12.12.
143
143
Michel Onfray
Michel Onfi-ay
te, le corresponde".6
corresponde"/' Cambiar la ética, y no someterla ya
a imperativos utilitarios sino a la exigencia lúdica. De ahí
el alineamiento de la moral con una regla del juego que
legisla la fiesta.
fiesta.
La Antigüedad está colmada de fiestas que podríamos
llamar dionisíacas, durante las cuales las personas expresan
el desorden, la energía y la potencia en estado puro. Dió-
genes no las ignora y las ha vivido. Tal el caso de las satur-
nales que se desarrollaban durante el solsticio de invierno,
cuando la noche está en su paroxismo y pronto se desva-
luz. Macrobio especifica las sub-
nece con el retorno de la luz..Macrobio
versiones autorizadas: los esclavos quedaban liberados y
gozaban de su independencia durante las festividades. Me-
jor aún, los sinientes
sirvientes se transformaban
transformaban en amos y se ha-
servir por sus patrones. ¿Qué manera mejor de ex-pre-
cían senir expre-
sar la subversión de todo valor?
valor?" De Diógenes se podría
decir, retomando las palabras de Séneca, que procuraba
saturnales".~
"celebrar todo el año el mes de las saturnales"."*
Media, se festejaba
Siglos después, en la Edad 1\'ledia, festejaba la últi-
ma semana del año -que también corresponde al solsti-
cio de invierno- haciendo estallar en mil pedazos las in-
terdicciones habituales. Durante la fiesta del Asno, "uno
asiste a la inversión de todos los valores; todo se pone de
exceptuadas".'
cabeza. Ni las cosas más sagradas quedan exceptuadas".9
Durante este período casi consagrado a Dionisos, se
nombraba a un obispo bufón que bendecía a cualquiera.
Nietzsche, F.,
6. J'\ictzsche, E, LtI
Lfí vollimad
voluntad dc dedomillio
dominio(ed.
(ed.francesa tomon,II,l.1.IU
francesatomo III
§ 407).
407).
7. ,V1Jcrobio, Saummlcs, 1.
Macrobio, Satll171alcj', I. 7. 37. Véanse asimismo: de Horacio,
Síitiras, U.
SiÍtims, II. 3.
3. 5;
5; de
Je LuciJno
Luciano de SJmosata,
Samosata, Sflt1l17lalcs,
Saturnales, 2. 4; Yy de Epic-
Diíenacioneí 1.I. 25.
teto, Disertaciolles 25. 8.
Apo/.:olo/.:1'lltose, 8.8.
Séneca, Apnkohkyntose,
8. Séneca.
Clémencic, R., La
9. CJémencic, fa ¡ete
fcte dede tAllc. (Presentación de la
l'Aiie. (PresentJci6n la obra musi-
musi-
cal, disco Harmonia Mundi.) Mimdi.)
144
144
fiestas delnwnede7'o
Lasfiestas del monederofalso
falso
10. Ídem,
1O. ídem, textos y canciones.
P. JJanz
11. C. P. anz lo
lo confinna en Nietzsche,
confimia en tomoTI,
Nietzsche,tomo págs.64-65,
ü , págs. 64-65,Yyto-
to-
mo III, pág. 215.
12. Nietzsche, E, R, C01nspondencia,
Coirespondencia,carta
cartaa G.
a G.Brandes,
Brandes,2323dedemayo
mayo
de 1888.
145
145
Micbel Onfray
Michel 011froy
Zoratllstra:
Zaratustra: "Me parece que hacen falta fiestas nuevas,
una valiente y discreta insania, alguna liturgia y fiesta del
Asno, algún viejo bufón regocijado como Zaratustra, una
borrasca que, para aclararlas, sople sobre nuestras al-
mas".lJ
mas".'^
¿De qué naturaleza son las fiestas del acuñador de
moneda falsa? Ante todo, debe renunciar a su carácter
gregario. El cínico es un solitario sin ataduras que elige
el destino del vagabundeo y la singularidad, cueste lo que
cueste. Su camino es único y no conduce a los claros
donde se forman los grupos. Diógenes no se parece en
nada al revolucionario que querría la fiesta para todos,
como una obligación colectiva. Carece de moral colecti-
va. El cínico dice que cada uno es el director de las festi-
vidades en las que se compromete: es en sí mismo su pro-
pio fin. Nada le es más ajeno que el proyecto colectivo:
su revolución es individual, no le concierne más que a sí
mismo. Su deseo no es la agregación de semejantes. Odia
la comunidad y sabe que todo pensamiento gregario es co-
mún. La transmutación de los valores es una empresa de
mónada, de lo único, del átomo: su campo de batalla es la
conciencia individual, sus barricadas son invisibles, y sus
furores solitarios, sin testigos y sin ostentación.
Toda la locura cínica apunta a la sabiduría, pero des-
de la estricta perspectiva del caso particular. La ética cí-
nica supone que, solitariamente, cada uno vaya por la vi-
da "reconociéndose como un ser divino";I+divino";" Nietzsche
dirá que cada uno vaya haciendo "de sí mismo una obra
de arte"
arte"."
.15 En este sentido, Antístenes indicó, como el
146
146
fiestas del
Lasfiestas del monedero
monederofalso
falso
sherpa
sherpa tibetano
tibetano que
quenono deja
deja de
deser,
ser,elelcamino
camino que
quehabrían
habrían
de continuar los cínicos que lo siguieron durante más de
definición de un
diez siglos: un camino que pasaba por la definición
hedonismo cierto, de una dietética sabia de los placeres.
Para referirse a este uso de uno mismo, Michel Foucault
habló de una "estética de la existencia", de las "prácticas
del sí mismo", y después de recurrir a una fórmula de
Plutarco, "de una función etopoética".16
etopoética".'^' Según"
Según Foucault,
se trataba de ir constituyendo las etapas de un adiestra-
miento de la libertad. Los cínicos pueden presentar bue-
nos proyectos y mejores argumentos para tal empresa.
Ciertamente, el placer resulta sospechoso cuando so-
juzga, cuando transforma
transforma a un ser en un objeto pura-
mente pasivo, animado por deseos que lo alienan. La te-
mática no es nueva: todo lo que tenga la apariencia de
una pérdida del control de uno mismo espanta, y por lo
tanto es objeto de marginación, es atacado con furor. Se
nos invita a dominarnos, cueste lo que cueste, en el plano
de los deseos. En El molesta¡'
malestar en en la
la cultura,
cultura, Freud
Freud expone
expone
que ese renunciamiento, si bien permite alcanzar una re-
intersubjetividad pacífica en materia social, es la
lativa intersubjetividad
causa de una melancolía incurable que corre pareja con
la mala conciencia, la culpabilidad y la agresividad. Has-
ta el primero de los cínicos llega a admitir que el placer
es sospechoso cuando aparece acompañado de esos sín-
tomas, lo cual le hace preferir, para mayor tranquilidad,
sensualidad."l7 De ahí la sutileza de lo que no
la locura a la sensualidad.
deja de ser el hedonismo de los cínicos.
Nada hay más precioso que la autonomía y la inde-
pendencia. Todo lo que las perturbe debe destruirse sin
piedad. Así es como los cínicos no condenan a priori la
uso de/os
16. Foucault, M., El liSO de losplaceres
placeres(ed. francesa,págs.
(ed.francesa, págs.18-19).
18-19).
17. D. L.,
L , VVI.
I . 3.
147
141
Michel 011fray
Oiifi-ay
148
148
Las fiestas de/monedero
del monedero falso
20. Op.
Op. cit., pág. 107.
cit., pág. 107.
149
149
Micbel Onfra)'
Michel Onfi-ay
"Antisthéne", en Étlldes
21. Rodier, G., "Antisthene", Etudes de
depbilosopbie
philosophiegrecqlle, pág.
gircijue, pág.
28.
150
150
fiestas del
Lasfiestas del monedero
inonederofalso
falso
ISI
151
Míchel Onfra)'
Michel Onfi-ay
Moralin, 477 C.
24. Plutarco, JI,[omlífl,
25.//;/^;.,
25. Ibíd., 466. E.
152
152
11. Gemonías
Gemoníaspara
para
diosesyyamos
dioses amos
153
15i
Michel Onfray
Mkhel
1S4
1)4
Ge1Jlo71ías
Gemontaspam paradioses
diosesy yamos
amos
3. Ídem,
3. ídem, págs.
págs.121-122.
121-122.
155
755
Micbel 071fray
Michel Onfi-ay
Protrcptka, VII.
4. Clemente de Alejandría, Protrepti,-a, Yll. 75.75. 3.
natiiralezn de
5. Cicerón, De la llatllraleza de los
losdioses,
dioses,IIl.III.34.34.83.83.
6. lbíd.,
6. Ibtd., III.
III. 36.
36. 88.
88.
7. Luciano de Samosata, Vida Vidíi de
deDelllOllaX,
Demonax,4.4.11. 11.
156
156
Gemonías
Gañanías para diosesyyamos
para dioses amos
1S7
1)7
Micbel Onfray
Michel
Juliano, Disctwsos,
12. Juliano, Discursos,VTl.
VII.!.1.Lucien
LudenJJerphagnon,_7«//'en dit/'Apos-
erphagnon, Julien dit l'Apos-
tat, Seuil, 1986.
13.D.
13. L.,VI.
D. L., VI. 54.
158
158
Gemonías
Ge7i!oníaspara diosesyyamos
píiTadioses avíos
159
Míchel Onfray
Michel
do
160
Ge11lo1Zías
Ganontas para dioses
diosesyyamos
amos
161
Michel Onfray
Onfi-ay
18. D. L.,
L . , VI.
\ ^ . 69.
19. D. L.,
L.,VI.VI. 71.
20. Chappuis, C. op. op. cit.,
cit.,pág.
pág. 46.
46.
21./¿/^.,
21. 1bíd., pág. 109.
22. Estobeo, Floloilegio,
Florilegio,XLVXLV.28.28.
162
162
Gemonías
Gemoníaspara diosesy yamos
paradioses amos
sura, preferían
preferían la falta de proximidad antes que el exceso.
El cínico nunca se quemará las alas en el fuego de la po-
lítica. En diez siglos de existencia, la escuela puede enor-
gullecerse de una lista bien provista de insolentes: no se
les conoce componenda alguna con poderes de ninguna
índole.
La relación de Diógenes y Alejandro ilustra a la per-
manifiesta el estilo cínico ante los sobe-
fección cómo se manifiesta
ranos infatuados. Alejandro es un conquistador
conquistador con todo
lo que esto supone de crímenes, sangre, saqueos, rapiñas
y masacres. Para ser más claros, se impone un rápido re-
trato que vale para casi todos los fanáticos del imperio.
Los adoradores de un Alejandro llamado Magno enume-
rarán en su defensa el proyecto grandioso de imperio, la
civilización exportada, el designio de una monarquía
monarquía uni-
versal, la fundación de Alejandría, el mecenazgo en mate-
ria de urbanismo, el comercio inventivo, la imagen de un
militar lector de Homero anotado por Aristóteles. A lo
que bastará responder oponiendo el megalómano persua-
dido de ser descendiente de Heracles y él mismo un se-
midiós, el sanguinario que eliminó a todos los preten-
dientes al trono desde el momento en que se instaló en él,
el soldadote que hizo arrasar Tebas -aunque haya respe-
tado la casa de Píndaro- y causó seis mil muertes en esa
ocasión, el alcahuete que presidió la unión de diez mil de
sus soldados con nativas de las tierras conquistadas en ce-
remonias grandiosas que es fácil imaginar, el pedagogo
autoritario que hizo educar a treinta mil niños persas a la
manera griega: el ex alumno de Aristóteles era todo eso.
Una anécdota define bastante bien en qué estima te-
nía Alejandro a los intelectuales: había invitado a Calis-
Calís-
tenes, el sobrino de Aristóteles, a seguirlo en sus campa-
ñas para consignar sus acciones y sus gestos en una
hagiografía monumental. El escritor se negó, como tam-
hagiografía
163
Michel
Micbel Onfray
bién
bien se negó a rendirse al hábito instaurado por Alejan-
dro de que se lo saludara prosternándose a sus pies, des-
pués de lo cual la persona recibía un beso del general.
Una conjura contra Alejandro le dio a éste el pretexto
para vengarse: algunos jóvenes que vigilaban la tienda
del rey fueron hostigados y eliminados, y a Calístenes se
lo acusó de ser el instigador de la rebelión. Fue encade-
nado, encerrado en una jaula de hierro y arrastrado du-
rante siete meses siguiendo al ejército, hasta que murió.
rpnte
Ese era el gran hombre.
¿Cómo comprender entonces que el emperador haya
podido decir: "Si no hubiera sido Alejandro, habría que-
Diógenes"?"' ¿O que haya podido sentir placer
rido ser Diógenes"?'J
en sus varios encuentros con el hombre de la lámpara?
La anécdota es célebre y se cuenta entre las dos o tres
forjaron la reputación de Diógenes: se encontraba
que forjaron
éste echado gozando del sol de Corinto, junto al Cra-
neion, cuando Alejandro se le acercó y le dijo, con aire
desees...".
de gran señor: "Pídeme lo que desees... ". A lo que el cí-
nico respondió: "Que te apartes un poco, porque me ta-
pas el sol".,4
sol".'"* Y
Y continuó
continuó reposando.
reposando.
Los allí presentes se asombraron de semejante inso-
lencia y sus colaboradores en ciernes le alabaron el privi-
legio de compartir lo cotidiano con un hombre como
Alejandro, de un pasado tan glorioso y un aura tan mag-
nífica. Entonces Diógenes replicó: "En realidad me pa-
rece desdichado quien tenga que almorzar o cenar a la
Alejandro".-'' Como sea, siempre habrá
hora que quiera Alejandro","
preferirán la pitanza que se
intelectuales cortesanos que preferirán
D. L.,
23.D.
23. L . ,VI.
\ ^ - 332.
2.
24. D. L., VI.
VI. 38.
38. Véase también: de Cicerón, TlIsCllfmzes,
T/iscidnncs,VV.32.
32.
V de Plutarco,
92, Yde Plutarco, Vida
VidiidedeAfejmzdro,
Alejandro,14.14.
25. D. L., VI. 45.
D.L.,VI.
164
164
Ganonías para
GelllonÍas para dioses)'
dioses yalllOS
amos
Discursosobre
26. La Boétie, E. de, Dúm1"So snbrc1fT la sei'üidiimhre
ser1.'idlllllbre voliinUiría,
voI1l71tari{/, op. cit.
op. cit.
pág. 131).
(ed. francesa, p;Íg.
V'éanse Teón el Sofista, ProgYlllnaSilllll,
27. Véanse Pngymnasiiim, yv Epicteto, Rclilcio7les,
Rclíicioncs,
III. 22. 92.
IIL
165
165
Micbel Onfray
Michel Onfi'ay
166
166
Gemonías
Ganonías para diosesyyamos
para dioses amos
32. Op.
32. Op. cit.,
af., pág. 139.
3 3 . D.
33. D . LL.,
.,V I . 79.
VI.
34. Dión CrisóstoIl10,
Crisóstomo, Dismrsos,
Discursos,IV
YV.15.15.
lS.Ibíd.,W.
35. Ibíd., IV 16.
161
167
Micbel Onfray
Míchel Onfi-ay
168
168
Ge1llonías
Gemoníaspara diosesy yamos
paradioses amos
fran-
mas de los príncipes por haber preferido hablar con fran-
queza y conservar su libertad de espíritu.
Como se habrá comprendido, el cínico es la encarna-
ción del contrapoder que los filósofos nunca deberían
dejar de ejercer. Para convencerse de la nobleza de la mi-
sión, ante todo hay que hacer el duelo de un viejo mito
inoportuno que surgió con Platón en La República:
República:eleldel
del
filósofo rey. Hay quienes creen que basta acercase al rey
para convertirlo en un filósofo, como si por ósmosis
osmosis la
inteligencia circulara de uno al otro en un misterioso
proceso de vasos comunicantes. Colocad a un filósofo
junto a un monarca y éste se volverá sabio: primer error,
primer lugar común. Un rey no podría llegar a ser autén-
ticamente un filósofo sin desear al instante deshacerse de
la carga de soberano para ocuparse de la única realeza
que vale: la que hace de uno su propio amo. Otros pien-
san que habría que persuadir al filósofo de convertirse en
rey: segundo error, segundo lugar común. Marco Aure-
lio muestra, si hiciera falta, que se puede ser filósofo y
conducir los asuntos del imperio sin luces particulares, e
incluso equivocándose, en su caso, en cuanto a los cris-
tianos. Además, cualquier sabio que llegara al trono per-
dería su humanidad y sus principios en el momento mis-
mo de sentarse en él.
Alejandro había conocido bien a Homero, había pre-
servado la casa de Píndaro durante sus expediciones pu-
nitivas, había recibido lecciones de Aristóteles y no por
ello dejaba de ser el guerrero que era. Durante sus cam-
pañas militares, Juliano el Apóstata había transportado
consigo numerosos arcones
arcenes de libros, pero no por ello
ejerció su magisterio político con menos soberbia que
cualquier otro soberano que se respete.
La única elección para un filósofo consiste en ser la
mala conciencia de su tiempo, de su época y, por consi-
169
Michel Onfi-ay
Micbel 01lfray
Florilegio,M.
38. Estobeo, Flori!l'gio, M.49.
49.47.
47.
39. D. L., VI. 50.
D.L.,VI.
Movnlia, 783.
40. Plutarco, Momlia, 783. D.
170
no
Gemonías diosesyy amos
Gemont'as para dioses amos
171
111
12. Exégesis
Exégesis de
de tres
tres
lugares
lugares comunes
comunes
niños y defender
Trabajar, casarse, criar nií'ios defender la patria: he
ahí el programa virtuoso que las iglesias, los Estados y
los moralistas nos presentan como ideal. No todos
osan promover el trabajo, la familia y la patria presen-
tándolos como divisas nacionales, pero muchos consi-
deran esas instancias como valores a los cuales hay que
sacrificarse con la seriedad que se impone. Producir ri-
sacrificarse
niños, nacionalismo y orden: éstas son las cues-
quezas, niüos,
tiones de que debe ocuparse el ciudadano modelo, el
mismo al que se adorna y recompensa con medallas por
los buenos y leales servicios prestados a la empresa, la
demografía o sencilla-
fábrica, el Estado, la nación, la demografía
mente a lo que se presenta como el puro y simple sen-
tido común.
niño dócil y envarado, a la madre
Así se reconoce al niüo
prolífica con el vientre distendido por la pro-
de familia prolífica
creación, al soldado valiente al que le falta un brazo o
una pierna; auténticos hipócritas les agradecen con com-
ridiculas me-
punción los servicios prestados adhiriendo ridículas
dallas conmemorativas en sus solapas. Esos personajes,
ceñidos con sus fajas de tres colores, tienen los pulmones
ceí'iidos
173
Michel Onfray
Onfi-ay
Disairsos, IX.
1. Dión Crisóstomo, DisL1Irsos, IX. 13.
13.
174
174
Exégesis
Exégesisdedetres
treslugares
higaresCOlllunes
comunes
metamoifosisdel
2. Gorz, A., La 1Ileta1ll01fosis deltrabajo
trabajo(ed.
(ed.francesa,
francesa,pág.
pág.26).
26).
Schol.ud
3. Porfirio, Seho/. adOdys.
Odys.IX. IX.106.
106.
175
ns
Michel Onfra)'
Onfi-ay
j.-P., Mito
4. Vernant, J.-P., AJito y pensamiento
pensamiento mlaen laGrecia
Greciaantigua
antigua(ed.
(ed.fran-
fran-
cesa, pág. 38).
5. Conche, M., Le fondement de lamO/"ale,
fimde7lleTlt de la morale, pág. 98.
R, El derecbo
6. Lafargue, P., derechoaalalapereza
pereza(ed.
(ed.francesa,
francesa,pág.
pág.121).
121),
176
116
Exégesis
Exégesisde
detres
treslugares
lugarescomunes
comunes
7. Nietzsche, E,
R, Al/rom,
Aurora, § 173.
m
177
Micbel Onfra)'
Michel Onfi-ay
H/mimio, dClJIflsifldo
8. Nietzsche, E, HII111flIlO, hiintano,§§283.
dcniasiadoIJIllJlflIlO, 283.
9. Lafargue, op.
op. cit.,
cit., pág. 133.
10. Ídcm,
Idcm, pág. 93.
178
118
Exégesis
Exégesisdedetres
treslugares
lugarescomunes
comunes
vhtute, 27.
11. Temistos, De virtllte,
12. Elien, Hist. Vfn:
var. IV
IV. 11.
13. D. L., VI. 50.
Yl. 56.
14. D. L., VI. 56.
179
179
Micbel Onfroy
Michel Onfi-ay
Florilegio,i\'I.
15. Estobeo, Flurilegio, M.93.
93.35.
35.
Gmmolog. f-'1it.
16. Gnomolog. Vut. 180.
17. D. L., VI. 50.
L.,VI.
18. Estobeo, op.
op. cit.,
cit.,M.
M. 9+.94. 29.
29.
Ad;..'. Juvill. n.
19. San Jerónimo, rí^z^^.yoz-m 11. 14. 3++.
344.
20. D. L., \;1.
W. 87.
180
IHO
Exégesis
Exégesisdedetres
treslugares
lugarescomunes
conmnes
21. Chaviré, e,
C , Lud,;}ig
Lud-^ngWittgew"teill,
IVittgenstcin,Seuil,
Seuü,págs.
págs.2323Yy75.
75.
22. Máximo, De divitiis et Pnupel"trltC,
Píiiipenate, 758.
758.
23. Estobeo, op.
op. cit., M. 115.22-24.
cit.,1\I. 115. 22-24.
181
Micbel Onfray
Michel Onfi-ay
182
182
Exégesis
Exégesísdedetres
treslugares
lugarescomunes
comunes
183
183
Michel Onfray
19
tros'"
tros fueron escritos por hombres para desacreditar a las
mujeres. Todas ellas escriben cartas sobre la discreción
que conviene a la mujer, sobre la educación de los hijos,
el arte de vencer los celos, de gobernar la propia domes-
ticidad, de elegir una nodriza o del maquillaje... Deten-
gámonos aquí.
Las mujeres cínicas -o,
- o , más exactamente, la mujer
mujer cí-
nica, pues sólo nos han quedado huellas de ésta- son de
otro estilo. Podemos juzgarlas por Hiparquia, cuyas gra-
cias son célebres. El lector recordará sus devaneos eróti-
Grates, pero antes de llegar a ese pun-
cos en público con Crates,
to, Hiparquia ya había dado pruebas de una voluntad y
una tenacidad que la honran. Les había comunicado a sus
padres que quería compartir su vida con el filósofo cíni-
co. Obviamente, la familia se opuso al aventurado hime-
neo. E Hiparquia les hizo saber que recurriría sin te-
mor al suicidio si se le impedía llevar la vida que
deseaba. Crates
Grates no ahorró esfuerzos
esfuerzos para disuadirla y
apeló a más de un recurso. Si el último tampoco surtía
efecto, se vería obligado a abandonar su propósito: se
irguió completamente desnudo ante ella y le dijo: "He "He
aquí a tu futuro esposo y todo su haber, así que decide
compañera,
en consecuencia, pues no podrás ser mi compañera,
vida".'" En ese mismo
salvo que adoptes mis hábitos de vida".lo
momento se consumó la unión y los dos sabios nunca
se separaron.
La pareja infernal hasta se permitió un día exhibir el
silogismo irónico en casa de Teodoro el Ateo. Pues Hi-
parquia no era solamente la histérica y ninfómana
ninfómana que las
dos anécdotas anteriores podrían hacer creer; también
era filósofa. Teodoro tuvo que rendirse a la retórica de
p . L., VI.
29. D. VI. 96.
96.
Idcm.
30. Ídem.
184
Et'égesis
Kvégesisdedetres
treslugm'es comunes
lugares comunes
185
185
Micbel Onfray
Michel
D. L., V1.
35. D. VL. 88.
88.
36. D.
36. D. L., VI.
Yl. 89.
37.D.
37. L.,VI.
D. L., VI. 93.
D. L., VI.
38. D. m. 54.
186
Exégesis
Exégesisdedetres
treslugm-es
lugarescomunes
coviimes
187
181
Michel Onfi-ay
Micbel Ollfrfl)'
188
188
Exégesis
Exégesisdedetres
treslugares
lugaresC07llunes
comunes
189
1S9
Michel OnfraJ
Onfi-ay
190
190
Exégesis
Exégesisdedetres
treslugares
lugaresC01lllmes
comunes
L, VI.
50. D. L., VI. 1.
51.D.
51. L.,VI.
D. L., VI. 4.
191
191
Micbel Onfray
Michel
192
192
Exégesis
Exégesisdedetres
treslugm-es
lugarescomunes
comunes
sa de ellas".54
ellas".''' El positivismo jurídico, como puede conje-
turarse, no satisface al cínico, quien conoce la carga de
engaño contenida en el derecho positivo. El contrato, la
norma social o la legislación no impiden que las natura-
lezas peligrosas se expresen y causen perjuicios. Más
conveniente sería en cambio invitar a una mayor prácti-
ca filosófica, a un mejor conocimiento de las leyes natu-
rales, a fin de regular los instintos destructores. Pero so-
bre este tema los cínicos no son proselitistas: saben que
nada puede esperarse de lo colectivo. Sólo unos pocos
serán captados; los demás continuarán su vida desorde-
nada y mezquina. El proyecto cínico no es colectivo; por
el contrario, propone una revolución singular como con-
secuencia de la cual el derecho positivo pierde su razón
de ser en favor de una ley superior -la ley de la naturale-
filósofo.
za-, que es la única que le concierne al filósofo.
Por último, los cínicos anuncian que reconocen prio-
ritariamente a sus pares en sabiduría antes que a cual-
quiera que, aunque sea de su misma ciudad o su mismo
país, se mantiene ajeno a la prudencia. Cuando otros je-
rarquizan la sociedad en función de los diversos grados
de parentesco, entendidos como grados necesarios de se-
mejanza, Antístenes propone la idea -de una cruel actua-
lidad- de que "hay que prestarle más atención a un hom-
pariente"." Más vale un bárbaro
bre virtuoso que a un pariente".55
sabio que un griego tonto. La fórmula es legítima en
cualquier época. Algo que daría que pensar a los patrio-
tas y nacionalistas de siempre, en caso de que fueran ca-
paces de tal ejercicio intelectual. Redimido de los prejui-
cios comunes, Antístenes menosprecia los lazos de
sangre y los lazos civiles y no reconoce ningún obstácu-
Vida de
54. Luciano de Samosata, Vida deDemonax,
Demonax, 52.
52. 59.
59.
L.,VI.
55. D. L., VI. 12.
193
193
Michel Onfray
56. D.
56. D.L.,
L.,VI.
VI.49,
49,YPlutarco,
y Plutarco,Maralia,
Mm-alia, 147.
147. C. C. y 69.
y 69. C. C.
D. D.
57. D.
57. D. L.,
L.,\T 63y\^.
VI. 63 YVI. 72.
D.L.,VI.
58. D. L., VI. 93.
194-
194
Conclusión
Conclusión
195
Micbel Onfray
Michel
1. Nietzsche, Consideraciones
Consideraciones intempestivils (ed.
intaiipestivas francesa,
{ed. pág.pág.
francesa, 169).
169).
referencia y
Agradezco a Patrick Hurel por haberme recordado esta referencia
por aportarme regulannente su punto de vista.
196
196
Conclusión
Conclusión
2.1bíd.,pág.
2. 151.
Ibíd., pág. 15I.
3. Ibíd.,
3. Ibíd.,pág.
pág.153.
153.
197
Micbel Onfray
Michel
que fue
file llamado el misántropo".4
misántropo"/ Ni grosero, ni inclina-
do a las lamentaciones, ni plañidero ni presagiador del
retorno de la barbarie o la decadencia, el cínico es un in-
solente para quien la filosoñ'a
filosofía es un antídoto contra la
perpetua arrogancia de los mediocres.
Ensayos.1.I.50.
4. Montaigne, Ensayos. 50.
198
198
Apéndice
Apéndice
Fragmentos de
Fragmentos decinismo
cinismovulgar
vulgar
1
I
199
199
Michel Onfray
200
Apéndice
Apéndice
201
Michel Onfroy
Onfi'ay
Feí/ow, 114. D.
1. Platón, Fedón,
Ídem.
2. Ídem.
Ibíd., 108. C.
3. lbíd.,
202
202
Apéndice
Apéndice
immortalité", en La Religion,
4. Feuerbach, L., "Mort et irnrnortalité", pág.292.
Religión, pág. 292.
203
203
Micbel Onfray
Michel Onfi-ay
duplicidad en su Tratado
Tratado de
delalanaturaleza
naturalezabulltana: "En elel
humana:"En
mundo hay una máxima que ya se ha hecho totalmente
corriente y que pocos políticos confiesan de buena gana,
pero que la práctica de todas las épocas ha autorizado: hay
un sistema de moral particular para los príncipes, mucho
más libre que el sistema que debe gobernar a las personas
privadas".'
privadas".5
La acción política es, por definición, cínica: justifica
mediante el derecho, la ley o la necesidad histórica lo que
fundamentalmente a pulsiones neuróticas.
corresponde fundamentalmente
Estar en posesión del poder corrompe a cualquiera. La
tentación de usarlo primero y de abusar de él después es
enseña qué cosas es ca-
demasiado grande. Suetonio nos ensefía
paz de hacer un hombre que dispone de poder. El político
quiere imprimir su marca en lo real de su tiempo: decide,
quiere, legisla, exige e impone. Sus discursos anunciarán
qu^ obra para los demás, para el futuro, para un mafíana
qU(f mañana
venturoso. En nombre de una finalidad mítica, justifica
exacciones y componendas.
Una vez más, es Platón quien mejor ilustra cómo ope-
ra el mecanismo cínico en la política: su República
Repúblicapropo-
propo-
ne una ciudad justa, equilibrada, en la que cada momen-
to estará determinado para producir un conjunto conjunto
armonioso. El objetivo platónico es la realización de una
política virtuosa y sabia. El discurso es religioso a más no
poder: la Ley y el orden estarán allí para contener las ve-
leidades agónicas, las pulsiones animales y las pasiones
justifica el uso de la
peligrosas. Y sin escrúpulos, Platón justifica
mentira, de la falsedad y de la hipocresía para lograr el
Estado perfecto. Según él, la falsedad "puede ser emplea-
da por los hombres como si fuera un remedio; por lo tan-
5. Hume, Trotado
Tratadodedelolanaturaleza himiana,L.L.IU.
naturalezahumano, III.2"2'parte,
parte,sección
sección
XI (ed. francesa, pág. 691).
204
204
Apéndice
Apé7tdice
6. Platón, La República,
República,III.
III.389.
389.B.B.
7. Maquiavelo, "Discurso sobre la primera década de Tito Livio",
I. IX.
20S
205
011fray
Michel Onfray
8. Maquiavelo, El Príncipe
Príncipe(ed.
(ed. francesa,
francesa, pág.
pág. 312).
312).
Ibid., pág.
9. Ibíd., pág-. 342.
342.
10. Suetonio, Vidas
Vidasde
delos
losdoce
doceCésares (ed. (ed.
Ce'sares francesa, pág.pág.
francesa, 119).119).
206
Apéndice
Apéndice
207
207
Michel Onfray
Justificar
justificar esta contradicción? Primero, Santo Tomás reci-
frag-
ta a sus clásicos: los Padres de la Iglesia, tal o cual frag-
mento de los Evangelios. Muestra que conoce bien los
textos. Cita la Epístola a Timoteo o a San Jerónimo pa-
ra indicar la indispensable impermeabilidad entre los dos
registros: el temporal y el espiritual. Luego, en una bella
fórmula silogística heredada de Aristóteles, Santo Tomás
agrega que, sin embargo, el interés del prójimo puede
exigir que uno se ocupe de los asuntos terrenales, senci-
referencia
llamente por caridad. Y hasta menciona una referencia
de los Evangelios. De modo que, basta agregar, un sacer-
dote puede ocuparse de las cosas terrenales cuando una
virtud altruista lo invita a hacerlo. El teólogo concluye
frecuentar el pa-
diciendo: "No conviene a los religiosos frecuentar
lacio de los reyes por placer ni para obtener gloria o pro-
vecho. Pero presentarse en él por motivos de misericor-
dia está dentro de sus funciones".'J
funciones"." Así se justifica
justifica la
presencia de los sacerdotes y el clero en las fortalezas de
los señores y, en consecuencia, la ausencia de los religio-
sos junto a los pobres, los desposeídos y los que carecen
de títulos.
Jesús puede perder su latín o sus fieles:
fieles: en nombre de
un principio ético, se justifica
justifica una conducta sospechosa.
Todas las iglesias se constituyen así sobre la base de de-
formaciones silogísticas, metodológicas o dialécticas con
las cuales se invierte el mensaje original. Para volver
aceptable este abuso de autoridad, los retóricos sosten-
drán que hay un espíritu y una letra, y se designan los de-
positarios de la exégesis correcta, los escribas y lectores
de los textos fundadores. Interpretarán e intentarán pro-
ducir una ortodoxia, y por consiguiente una heterodoxia
y las exclusiones correspondientes. Ellos serán los únicos
teológica,m,
13. Santo Tomás de Aquino, Suma teológica, III,Q,Q,187.
187.A.A.
208
20S
Apéndice
Apéndice
11
II
República,JI,II,375.
14. Platón, La República, 375.A.A.
209
209
Micbel Onfray
Michel
Lasleyes,
15. Platón, Las leyes,XII.
XII.942.
942.
B.B.
C.C.
210
Apéndice
Apéndice
la dominación, de justificarla,
justificarla, de hacerla entrar en la
realidad. Disciplinar es combatir, instalar el caos, ade-
lantarse al desorden con el pretexto de instaurar un
nuevo orden.
Maquiavelo desarrolló sobradamente la vulgaridad de
las lógicas marciales en El arte
aite de
de la
la gue77"a.
gueira. Sabe que el
oficio de las armas "obliga a la violencia, a la rapiña, a la
perfidia y a una multiplicidad de otros vicios que necesa-
honesto]"." Pero el flo-
riamente hacen malo [al hombre honesto]".16
rentino advierte que se trata de un mal necesario y se im-
pone la tarea de enseñar la aptitud guerrera: elogio de la
disciplina, de la obediencia a cualquier orden recibida. El
militar debe "habituarse hasta tal punto a estos combates
verdaderos"." Ma-
simulados que termina por desear los verdaderos".17
quiavelo entra en el juego y describe un combate ideal
para ilustrar sus principios de estrategia: gritar, caer con
furia sobre el enemigo, matar. "Ved -prosigue- con qué
virtud, con qué facilidad, con qué tranquilidad masacran
adversarios".'*
a sus adversarios".ls
El autor de El príncipe
p7"íncipe también teoriza sobre cierto
número de prácticas militares. Hasta puede leerse de su
pluma el elogio de una técnica lacedemonia cuyos recur-
sos explotaron a fondo los nazis: mostrad, dice Maquia-
velo, a los enemigos despojados de sus vestidos, desnu-
dos ante los soldados, "para que el espectáculo de sus
delicados miembros les haga comprender que tales hom-
bres no estaban hechos para atemorizar a los esparta-
nos"." Pensemos en las largas hileras de esos pobres
nos".19
cuerpos desnudos bajo el cielo invernal de Alemania y
llegaremos a la conclusión de que las técnicas guerreras,
16. Maquiavelo, El arte
aite de
de la glle17-a,
guara, I.I. III.
III.
n.Ibíd.,\l.l.
17. Ibíd., II. 7.
18./foy.,
18. Ibíd., III. 6.
Ibíd., Iv.
19. lbíd., TV.10.10.
211
Micbel Onfray
Michel
Hider, A., Mi
20. Hitler, Mi lucba
lucha Cedo
(ed. francesa,
francesa, pág.
pág. 379).
379).
21. Trotski, L., Su moral y la nuestra
nuestra Cedo
(ed. francesa, pág. 95).
Oeuvres Completes,
22. Lenin, Oeuvl'es Cmnplétes,tomotomoXLII,
XLII,pág.
pág.31.
31.
212
212
Apéndice
Apéndice
Ibíd., tomo
23. lbíd., tomo XAVIII,
XXVIII, pág.
pág. 173.
173.
24. Trotski, op.
op. cit.,
cit.,págs.
págs.68-69.
68-69.
Ibíd., pág.
25. lbíd., pág. 99.
99.
213
213
Michel Onfray
Mkhel
III
Ihid., pág.
26. lbíd., pág. 95.
95.
27. Morin, E., De la nature de U.R.S.S., Fayard.
de la U.R.S.S.,
214
214
Apéndice
Apéndice
2n
215
Michel 01lfray
Onfi-ay
29. Íde7ti.
Ídem.
216
Apéndice
Apéndice
217
217
Michel Onfray
Onfi-ay
31.
31./¿/í/.,
lbíd., pág. 260.
32.7¿/y.,
32. lbíd., pág. 287.
33.
33./¿;y.,
lbíd., pág. 282.
34./¿/y.,
34. lbíd., pág. 283.
35.
35./¿;'í/.,
lbíd., pág. 280.
218
218
Apéndice
Apéndice
219
Bibliografía
comentada
comentada
221
221
Michel Onfray
222
222
Bibliografía
Bibliogi-afía comentada
comentada
223
Michel Onfray
224
Bibliografía
Bibliogi-afi'acomentada
comentada
lüInismo
kunismo sería una manera de constituir la racionalidad
Allfklá'rung (Ilustra-
moderna en el sentido de una nueva Aufklarung
ción). Fulgores y extensiones terminan por establecer
establecer la
semejanza entre Kant y Sloterdijk. En este sentido, obje-
tivo logrado.
225
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