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Otelo o de Los Celos de Estanislao Zuleta
Otelo o de Los Celos de Estanislao Zuleta
Otelo o de Los Celos de Estanislao Zuleta
Zuleta
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Estanislao Zuleta
revista UNIVERSIDAD
DE ANTIOQUIA
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luego, va a quedar en peligro su amor. No olvidemos que todo est en peligro, y que el enemigo,
el resentido Yago, es el que nos lo presenta as en
esta primera escena.
Yago. Adis, pues debo dejaros. No me parece conveniente, ni conforme con el puesto
que ocupo, ser llamado en justicia (como
suceder si me quedo) a deponer contra el
moro. Porque, a la verdad, aunque esta aventura le cree algunos obstculos, s que el
Estado no puede, sin riesgos, privarse de sus
servicios. Son tan grandes las razones que han
movido a la Repblica a confiarle las guerras
de Chipre (en curso a la hora presente), que
no hallaran, ni aun al precio de sus almas,
otro de su talla para dirigir sus asuntos. Por
consiguiente aunque le odio como a las penas
del infierno, las necesidades de mi vida actual
me obligan, no obstante, a izar el pabelln y
la insignia del afecto, simple insignia, verdaderamente. Si queris halarle con seguridad,
conducid hacia el Sagitario a los que se levanten para ir en su busca, que all estar con l.
Y con esto, adis. (p. 1468)
Estanislao Zuleta
Porque mi dolor particular es de una naturaleza tan desbordante, tan impetuosa y parecida a las aguas de una esclusa, que engulle y
sumerge las dems penas, y l queda siempre
igual. (p. 1471)
Dice Brabancio que por eso no puede preocuparse, en esos momentos, de los asuntos del Estado.
Dux. Pues qu os ocurre?
Brabancio. Mi hija! Oh mi hija!
Dux y Senadores. Muerta?
Brabancio. S, para m! Ha sido seducida,
me la han robado y pervertido con sortilegios
y medicinas compradas a charlatanes, pues
la Naturaleza, no siendo ella imbcil, ciega y
coja de sentido, no podra haberse engaado
tan descabelladamente sin el auxilio de la
brujera.
Dux. Sea quien fuere el que por este odioso
procedimiento ha privado as a vuestra hija de
s propia y a vos de ella, sufrir la aplicacin
del sangriento libro de la ley interpretado por
vos mismo, como os convenga en su texto ms
implacable; s, lo ser, aunque vuestra acusacin recayera en nuestro propio hijo. (p. 1471)
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Por los mismos fenmenos por los que lo acusan sus enemigos extranjero, aventurero, hasta
esclavo, dice l, son los mritos por los cuales
lo ama Desdmona. l no ha hecho ms brujera
que contar su vida, y su vida forma un contraste
enorme con la de todos los patricios que pretenden a Desdmona. Ese contraste es subrayado
por dos campos: por el de los opositores y el de
los partidarios. Nadie est interesado en negarlo,
y ellos, los opositores, lo toman por un ladrn que
ha cedido algo para lo cual carece de ttulos, de
derechos, de relaciones, lo toman por un recin
llegado. Es precisamente por esas cualidades o
defectos, como se mire, que ha conquistado a
Desdmona; y si el padre se siente celoso, debe
serlo tambin porque Desdmona no ha elegido
ningn sustituto de l: l es un patricio, un senador, l s es un hombre inscrito. Lo dems, la
oposicin entre el padre de Desdmona y Otelo,
como dos fuentes de autoridad, es subrayado por
la misma Desdmona, quien le responde al padre
cuando este le exige obediencia:
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No hay que preocuparse por cmo se llamaba, ni qu biografa le podemos
adjudicar, sino quin es, en el sentido de a qu personaje de sus obras
corresponde. [] si nos preguntamos por Shakespeare no tenemos nada
que decir, todos sus personajes estn presentados desde adentro y desde
afuera, todos hablan un lenguaje segn su problemtica.
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