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Ecologia La Hora de La Verdad

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Ecologa:

Introduccin

John Bellamy Foster,


Brett Clark y Richard York

Fuente:
Monthly Review. n. 11
Selecciones en castellano

____________________________
Biblioteca Virtual Omegalfa,
febrero 2014

Artculo publicado en MR, vol. 60, n 3, julio-agosto de 2008, pp. 1-11.


Traduccin de Joan Quesada.
John Bellamy Foster es editor de Monthly Review y profesor de sociologa de la Universidad de Oregn (EE.UU.).
Brett Clark es profesor ayudante de sociologa de la Universidad Estatal de Carolina del Norte.
Richard York es coeditor de Organization & Environment [Organizacin y medioambiente], y profesor asociado de sociologa de la Universidad de Oregn.
Los tres son autores de la obra conjunta Critique of Intelligent Design:
Materialism versus Creationism from Antiquity to the Present [Crtica
del diseo inteligente: Materialismo y creacionismo desde la Antigedad hasta el presente], Monthly Review Press, 2008.

Maquetacin actual: Demfilo.

<2>

S imposible exagerar el problema medioambiental al que


se enfrenta la humanidad en el siglo XXI. Hace casi quince aos, uno de los autores de este artculo observaba:
Solo nos quedan cuatro dcadas para poder controlar los principales problemas medioambientales si queremos evitar un deterioro ecolgico irreversible.1 Hoy que, segn el desarrollo temporal que se prevea en aquel momento, an nos queda un cuarto de siglo, parece que ramos demasiado optimistas entonces.
Las pruebas de que ahora disponemos sugieren enrgicamente
que, de mantenerse el rgimen habitual de prcticas comerciales,
dentro de una dcada tan solo podramos hallarnos ante un
punto crtico [tipping point] irrevocable en relacin con el cambio climtico.2 Otras crisis, como la extincin de las especies (el
porcentaje de especies de aves, mamferos y peces vulnerables
o en peligro de inmediata extincin);3 el rpido agotamiento de
1

John Bellamy Foster, The Vulnerable Planet, Monthly Review Press, Nueva
York, 1994, p. 12. Esa previsin de cuatro dcadas estaba basada en los escritos del Worldwatch Institute: Lester R. Brown et al., World Without End,
Natural History, mayo de 1990, p. 89, y State of the World 1992, Earthscan,
Londres, 1992, pp. 3-8.
. James Hansen, Tipping Point, en E. Fern y K. H. Redford (eds.), The State
of the Wild 2008, Island Press, Washington D.C., 2008,
http://pubs.giss.nasa.gov/docs/2008/2008_ Hansen_1-pdf, pp. 7-15. Vase
tambin James Hansen, The Threat to the Planet, New York Times Review
of Books, 13 de julio de 2006. El argumento relativo a los puntos crticos de
cambio climtico se entiende mejor en el contexto de una serie de fracturas
biosfricas provocadas por el sistema de acumulacin econmica. Vase al respecto Brett Clark y Richard York, Carbon Metabolism and Global Capitalism: Climate Change and the Biospheric Rift, Theory and Society 34, n 4,
2005, pp. 391-428.
Lester B. Brown, Plan B 3.0, W.W. Norton, Nueva York, 2008, p. 102. La
proporcin de especies amenazadas era en 2007 del 12% de las especies de
aves del mundo; el 20% de las especies de mamferos del mundo, y el 39% de
las especies de peces del mundo evaluadas. Vase Asociacin Internacional para la Conservacin de la Naturaleza (International Union for the Conservation
of Nature, IUCN), IUCN Red List of Threatened Species, tabla 1, Numbers of
Threatened Species by Major Groups of Organisms,
http://www. iucnredlist.org/info/stats. Adems, el cambio climtico est teniendo una inci-

<3>

la riqueza marina; la desertizacin; la desforestacin; la contaminacin del aire; la contaminacin/escasez del agua; la inminente
llegada del pico de produccin mundial de petrleo (generadora
de nuevas tensiones geopolticas), y una crisis alimentaria mundial de carcter crnico, apuntan todas ellas a que el planeta tal
y como hoy lo conocemos y sus ecosistemas estn tensndose
hasta el punto de rotura. A la Tierra y a la civilizacin humana
les ha llegado la hora de la verdad.
Ciertamente, es poco probable que los efectos de la degradacin
ecolgica, por enormes que sean en nuestra poca, resulten ser
apocalpticos para la civilizacin humana en tan solo una generacin, aun mantenindose las prcticas comerciales habituales
del capitalismo. Si se la mide de acuerdo con la duracin normal
de la vida humana, no hay duda de que falta an un tiempo
considerable antes de que se hagan sentir complemente los efectos de la degradacin actual del planeta causada por los humanos. No obstante, mucho ms corto es el periodo que nos queda
para poder impedir la futura catstrofe medioambiental antes de
que esta se nos escape de las manos. De hecho, la creciente
sensacin de urgencia que invade a los ecologistas tiene que ver
con la perspectiva de que se produzcan diversos puntos crticos
al sobrepasar distintos umbrales ecolgicos esenciales que inauguran la posibilidad de una drstica reduccin de la vida sobre la
Tierra.
Uno de esos puntos crticos sera, por ejemplo, el deshielo total
del rtico, que podra producirse dentro de dos dcadas, o menos an (algunos cientficos creen que puede tener lugar tan
pronto como en 2013). Ya en el verano de 2007 el rtico perdi
en una sola semana una superficie de hielo equivalente a casi el
doble de la extensin de Gran Bretaa. La desaparicin del casquete de hielo del rtico supone una enorme reduccin de la
reflectividad (albedo) de la Tierra, con el consiguiente incremento brusco del calentamiento global (una retroalimentacin positiva conocida como el vuelco del albedo [albedo flip]). Al mismo
dencia significativa sobre la diversidad vegetal. Estudios recientes predicen
que el cambio climtico podra provocar la extincin de hasta la mitad de las
especies vegetales del mundo para fines de siglo. Vase Belinda Hawkins,
Suzanne Sharrock y Kay Havens, Plants and Climate Change, Botanic Gardens
Conservation International, Richmond (R.U.), 2008, p. 9.

<4>

tiempo, la rpida desintegracin de las capas de hielo en puntos


de la Antrtida Oeste y de Groenlandia apunta hacia una elevacin de los niveles marinos que amenaza las regiones costeras e
insulares.4

Fuente: http://climate.nasa.gov/keyIndicators

________________________________________________________
La situacin existente de emergencia planetaria con respecto al
cambio climtico la perciba bien James Hansen, director del
Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA y destacado
climatlogo estadounidense, en 2008:
El planeta, nuestro hogar, est peligrosamente prximo a
un punto crtico en el que los gases de efecto invernadero
generados por los seres humanos alcancen tal nivel que
los grandes cambios climticos pasen a desarrollarse por
4

David Spratt y Philip Sutton, Climate Code Red, Friends of the Earth, Fitzroy
(Australia), 2008, http://www.climatecodered.net, p. 4; Brown, Plan B 3.0, p.
3; James Hansen et al. Climate Change and Trace Gases, Philosophical
Transactions of the Royal Society 365, 2007, pp. 1.925-1.954; James Lovelock,
The Revenge of Gaia, Basic Books, Nueva York, 2006, p. 34; Minqi Li, Climate Change, Limits to Growth, and the Imperative for Socialism, en esta entrega; Arctic Summers Ice-Free by 2013, BBC News, 12 de diciembre de
2007.

<5>

su propio impulso. El calentamiento alterar las zonas


climticas debido a la intensificacin del ciclo hidrolgico, lo que afectar a la disponibilidad de agua dulce y a
la salud humana.
Asistiremos a tragedias reiteradas en las costas, vinculadas a tormentas y a la elevacin continua del nivel del
mar. Las implicaciones son profundas, y la nica solucin es que los humanos adopten una va energtica
esencialmente distinta en el plazo de una dcada. Si no,
ser ya demasiado tarde para un tercio de las especies
animales y vegetales del planeta y para millones de los
miembros ms vulnerables de nuestra propia especie.5
Segn el ecologista Lester Brown en su obra Plan B 3.0, estamos
cruzando umbrales naturales que no percibimos y estamos violando plazos temporales que no apreciamos. La naturaleza es la
guardiana del tiempo, aunque nosotros no veamos el reloj []
Estamos inmersos en una carrera entre los puntos crticos de los
sistemas naturales de la Tierra y los de los sistemas polticos
mundiales. Cules de ellos alcanzaremos primero?.6
Dado que el reloj contina avanzando y que son pocos los logros alcanzados, es evidente que los cambios que es necesario
hacer son cada vez ms inmediatos y de mayor magnitud si queremos evitar el desastre final. Se nos plantea aqu la cuestin del
cambio social revolucionario como una necesidad ecolgica,
adems de social.
Y no obstante, si bien cada vez las soluciones requeridas para
enfrentarnos al problema ecolgico han de ser ms revolucionarias, justamente eso es lo que podemos estar seguros de que el
sistema social existente no nos va a proporcionar. Lo que el ecologismo actual pretende bsicamente es tomar las medidas necesarias para reducir el impacto de la economa sobre la ecologa
5
6

Hansen, Tipping Point, pp. 7-8.


Brown, Plan B 3.0, pp. 4-5. Aunque Brown describe correctamente la gravedad
del problema ecolgico, como estudioso convencional del medioambiente insiste en que todo se puede llevar fcilmente a buen puerto sin alterar materialmente la sociedad gracias a una combinacin inteligente de soluciones tecnolgicas con la magia del mercado. Vase ms adelante el artculo de Minqi Li.

<6>

planetaria sin desafiar el propio sistema econmico que, con su


funcionamiento, genera los inmensos problemas medioambientales a los que hoy en da nos enfrentamos. Fundamentalmente, lo
que denominamos el problema ecolgico es en definitiva un
problema de economa poltica. Incluso los intentos econmicos
ms audaces del establishment para hacer frente al cambio climtico estn muy lejos de lo que es preciso hacer en realidad para
proteger la Tierra, ya que la lnea de fondo que impone sus
limitaciones a todo plan concebible dentro del capitalismo no es
otra que la necesidad de un crecimiento rpido y sostenido de la
produccin y de las ganancias.
La economa dominante del cambio climtico
La limitaciones que impone la economa a las acciones medioambientales son fciles de apreciar si atendemos a lo que por
lo general se considera el intento de mayor alcance del establishment de ocuparse de la Economa del cambio climtico [Economics of Climate Change], en forma de un monumental estudio
publicado en 2007 con ese mismo ttulo, encargado por el Oficina del Tesoro britnica.7 Con el subttulo de El informe Stern en
referencia a su autor principal, Nicholas Stern, ex economista jefe
del Banco Mundial, el estudio es reconocido por muchos como
el tratamiento ms progresista de la cuestin de la economa del
calentamiento global realizado por economistas convencionales.8
7

Nicholas Stern, The Economics of Climate Change: The Stern Review, Cambridge University Press, Cambridge, 2007. (Traduccin espaola: El informe
Stern: La verdad del cambio climatico, Paids, Barcelona, 2007.)
El Informe Stern ha sido objeto de las crticas de muchos economistas convencionales conservadores, entre ellos William Nordhaus, por sus opciones ticas
que, segn sostienen, ponen demasiado nfasis en el futuro en oposicin a los
valores actuales, al adoptar una tasa de actualizacin de costes y beneficios futuros mucho menor que la de otros estudios econmicos ms estndares como
el del propio Nordhaus. As, otorga mayor urgencia al actual problema medioambiental. Nordhaus actualiza el futuro a una tasa del 6% anual; Stern, a
menos de una cuarta parte de esta: el 1,4%. eso significa que, para Stern, un billn de dlares dentro de un siglo vale 247.000 millones de hoy en da, mientras que, para Nordhaus, son solo 2.500 millones de dlares. Nordhaus ha dicho
que el Informe Stern es una revisin radical de la economa del cambio climtico y lo critica por imponer unas reducciones excesivamente cuantiosas a

<7>

El Informe Stern se centra en el objetivo de concentracin de


equivalentes de dixido de carbono (CO2e) en la atmsfera que
es preciso perseguir para estabilizar la temperatura media global
en no ms de 3C por encima de los niveles preindustriales. (El
CO2e hace referencia a los seis gases de efecto invernadero de
Kioto dixido de carbono [CO2], metano, xido de nitroso,
hidrofluorocarbonos, perfluorocarbonos y hexafluorido sulfuro
expresados todos ellos en su cantidad equivalente de CO2. Mientras que la concentracin de CO2 en la atmsfera es actualmente
de 387 partes por milln [ppm], la de CO2e es de aproximadamente 430 ppm.)
El objetivo que han propuesto la mayora de los climatlogos ha
sido el de procurar evitar aumentos de la temperatura superiores
a 2 C por encima de los niveles preindustriales, lo que requiere
estabilizar el CO2e atmosfrico en 450 ppm. La razn es que, por
encima de ese punto, lo probable es que entren en juego toda
clase de retroalimentaciones positivas y puntos crticos que conduzcan a una aceleracin incontrolable del cambio climtico. De
hecho, James Hansen y otros climatlogos del Instituto Goddard
de Estudios Espaciales de la NASA han afirmado recientemente
lo siguiente:
Si la humanidad desea preservar un planeta similar a
aquel en que se desarroll la civilizacin y al que est
adaptada la vida sobre la Tierra, las pruebas paleoclimticas y los cambios que se estn produciendo en la actualidad sugieren que habra que reducir el CO2 de las 385
ppm actuales a un mximo de 350 ppm.9
corto plazo. John Browse, The Ethics of Climate Change, Scientific American 298, n 6, junio de 2008, pp. 97-100; William Nordhaus, A Question of
Balance, Yale University Press, New Haven, 2008, pp. 18, 190.
9

James Hansen et al., Target Atmospheric CO2: Where Should Humanity


Aim?, resumen del artculo enviado a Science, http://pubs.giss.nasa.gov
/abstracts/submitted/Hansen _etal.html (consultado en mayo de 2008). Antes
an de eso, Hansen y sus colegas del Instituto Goddard de la NASA sostenan
que, debido a las retroalimentaciones positivas y a la existencia de unos puntos
crticos, era preciso mantener el aumento de la temperatura media global en
menos de 1 C por debajo de los niveles del ao 2000. Eso significaba que haba que mantener los niveles de CO2 en 450 ppm o menos. Vase Pushker A.
Kharecha y James E. Hansen, Implications of Peak Oil for Atmospheric

<8>

El Informe Stern, empero, se decide por un aumento medio de la


temperatura de no ms de 3 C (umbral ms all del cual los
efectos medioambientales seran indiscutiblemente desastrosos),
lo que estima que sera probable conseguir si el CO2e en la atmsfera se estabilizara en 550 ppm, aproximadamente el doble
de los niveles preindustriales.
No obstante, el Informe Stern reconoce que la actual sensibilidad
medioambiental conlleva que exista una probabilidad de hasta
uno a cinco de que el mundo experimente un calentamiento
superior a los 3 C por encima de los [niveles] preindustriales si
las concentraciones de gases de efecto invernadero se estabilizaran en el nivel actual de 430 ppm de CO2e. Adems, admite a
continuacin que, en el caso de que se estabilizaran en 550
ppm, la probabilidad de superar un aumento de 3 C se eleva
hasta entre un 30% y un 70%. O, como afirma ms adelante, un
CO2e de 550 ppm sugiere que existe una probabilidad de 50:50
de que el aumento de las temperaturas se site por encima o por
debajo de los 3 C, y el modelo del Centro Hardley predice un
10% de probabilidad de que exceda los 5 C, aun si nos mantenemos dentro de ese nivel. Un aumento de 3 C elevara la temperatura media de la Tierra a una cota conocida por ltima vez
en el Plioceno Medio, hace unos 3 millones de aos. Adems,
un aumento as podra bastar, segn explica el Informe Stern,
para desencadenar la paralizacin de la corriente termohalina
que calienta la Europa occidental, lo que provocara un abrupto
cambio climtico y, por lo tanto, sumira a Europa occidental en
unas condiciones similares a las de Siberia. Otras investigaciones
sugieren que el caudal del ro Indo podra disminuir un 90%
para el 2100 si la temperatura media global se eleva 3 C, lo que
afectara potencialmente a centenares de millones de personas.
Existen estudios de climatlogos que indican que con 550 ppm
de CO2e hay ms de un 5% de probabilidad de que la temperatura media global se eleve en ms de 8 C. Todo ello sugiere que
el objetivo de estabilizacin de CO2e en 550 ppm podra resultar
desastroso para la Tierra tal y como ahora la conocemos, as
como para sus pueblos.

CO2 and Climate, Global Biogeochemistry, 2008,


gov/abstracts/inpress/Kharecha_Hansen. html.

<9>

http://pubs.giss.nasa.

Por qu, entonces, si los riesgos para el planeta y la civilizacin


son tan formidables, el Informe Stern insiste en el objetivo de
mantener el calentamiento global en 3 C mediante la estabilizacin de CO2e en 550 ppm (lo que en cierto momento se describe como el lmite superior de la franja de estabilizacin)? Para
responder a esta pregunta ser necesario atender a algunos hechos adicionales de naturaleza ms econmica.
Resultar til sealar aqu que un nivel de concentracin atmosfrica de 550 ppm de CO2e se alcanzara para el ao 2050 si las
emisiones de gases de efecto invernadero se mantuvieran simplemente en los niveles actuales, sin experimentar ningn aumento en los aos intermedios. Sin embargo, como apunta el
propio Informe Stern, eso es poco realista si se mantienen las
prcticas comerciales actuales, ya que es de esperar que las emisiones de gases de efecto invernadero continen creciendo y
describiendo una rpida trayectoria ascendente. De ah que,
partiendo de supuestos ms realistas, es plausible pensar que ese
nivel de CO2e atmosfrico de 550 ppm se alcanzara para 2035.
Eso incrementara la amenaza de llegar a las 750 ppm de CO2e
(o ms) y tener una elevacin de la temperatura media global
que supere los 4,3 C en escasas dcadas tras ese momento. (De
hecho, entre los escenarios previstos por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climtico [IPCC] se cuenta la posibilidad de que el carbono atmosfrico alcance las 1.200
ppm y la temperatura media global ascienda tanto como 6,3 C
para el ao 2100.)
Para contrarrestar ese escenario de mantenimiento de la actividad comercial como hasta ahora, el Informe Stern propone un
rgimen de estabilizacin climtica en el que las emisiones de
gases de efecto invernadero alcanzaran su nivel mximo para el
ao 2015 y, posteriormente, disminuiran un 1% anual para estabilizarse en 550 ppm de CO2e (con una notable probabilidad de
que el aumento de la temperatura media global se mantuviera
as en 3 C).
Sin embargo, dados los ingentes peligros, por qu no pretender
mayores recortes de las emisiones de gases de efecto invernadero, un nivel menor de CO2e atmosfrico y un menor aumento de
la temperatura media global? Despus de todo, la mayora de los
climatlogos ha reclamado la estabilizacin del CO2e atmosfri-

< 10 >

co en 450 ppm o menos, para mantener el aumento de la temperatura global en 2C por encima de los niveles preindustriales.
Por su parte, Hansen y sus colegas del Instituto Goddard de la
NASA han ido an ms lejos recientemente y sostienen que el
objetivo debera ser las 350 ppm de CO2.
El Informe Stern es muy explcito, no obstante, en que no debera intentarse mitigar el problema de una forma tan radical. Los
costes para la economa mundial de asegurarse de que el CO2e
atmosfrico se mantuviera en los niveles actuales o por debajo
de estos seran prohibitivos y desestabilizaran el propio capitalismo. Las vas que exigen recortes muy rpidos de las emisiones, se nos dice, es poco probable que sean econmicamente
viables. Si las emisiones de gases de efecto invernadero alcanzaran su cota ms alta en 2010, la tasa anual de reduccin de emisiones necesaria para estabilizar el carbono atmosfrico en 450
ppm sera del 7%, segn el Informe Stern, y las emisiones caeran por debajo de los niveles de 2005 para el ao 2050. Eso se
considera econmicamente insoportable.
Por eso, el escenario que favorece el propio Informe Stern es, tal
y como indicbamos, el de un objetivo de 550 ppm que contemplara que el techo de emisiones se alcanzara en 2015, con
subsiguientes reducciones de emisiones a una tasa del 1% anual.
Segn ese escenario, para el ao 2050 la reduccin del nivel
total de emisiones (con respecto a los niveles de 2005) sera tan
solo del 25%. (El informe contempla tambin, aunque con menor
entusiasmo, un objetivo intermedio de 500 ppm, con techo en el
2010 y que exigira un recorte del 3% anual de las emisiones
globales.) Solo un objetivo de 550 ppm es verdaderamente viable, sugiere el Informe Stern, porque es difcil asegurar recortes
de emisiones de ms de un 1% anual, excepto en casos de recesin o como consecuencia de un gran convulsin social, como
fue el colapso de la Unin Sovitica.
En realidad, el nico ejemplo real que pudo encontrar el Informe
Stern entre los pases capitalistas avanzados de recorte sostenido
anual de un 1% o ms de las emisiones de gases de efecto invernadero en un contexto de crecimiento econmico fue el del
Reino Unido en la dcada de 1990-2000. Gracias al descubrimiento de petrleo y gas natural en el mar del Norte, el Reino
Unido pudo pasar de forma masiva del carbn al petrleo como

< 11 >

fuente de generacin de energa, lo que produjo una cada media del 1% anual en sus emisiones de gases de efecto invernadero durante esa dcada. Francia estuvo prxima a ese descenso
del 1% anual entre 1977 y 2003, y redujo sus emisiones de gases
de efecto invernadero en un 0,6% anual debido a la adopcin
masiva de la energa nuclear. A mucha distancia, la mayor reduccin en un gran Estado fue el 5,2% de descenso anual de las
emisiones de gases de efecto invernadero en la antigua Unin
Sovitica en el periodo 1989-1998. Sin embargo, tal reduccin
fue acompaada del desmoronamiento de un sistema social y de
una drstica contraccin de la economa. Todo eso apunta a que
una reduccin de las emisiones de CO2e superior al 1% aproximadamente hara casi imposible mantener un fuerte crecimiento
econmico, la base de la economa capitalista. En consecuencia,
para mantener en marcha la rueda de molino de las ganancias y
la produccin, el mundo debe arriesgarse a sufrir un Apocalipsis
medioambiental.10
La acumulacin y el planeta
Nada de eso debera sorprendernos. Desde su nacimiento, el
capitalismo, tal y como escribi Paul Sweezy en Capitalism and
the Environment [El capitalismo y el medioambiente], ha sido
un gigante movido por la energa concentrada de individuos y
pequeos grupos que perseguan resueltamente sus propios intereses, detenidos tan solo por la competencia mutua y controlados a corto plazo por las fuerzas impersonales del mercado y, a
10

Stern, The Economics of Climate Change, pp. 4-5, 11-16, 95, 193, 220-234,
637, 649-651; Evidence of Human-Caused Global Warming is Now Unequivocal, Science Daily, http://www.sciencedaily.com; Browne, The Ethics
of Climate Change, p. 100; Spratt y Sutton, Climate Code Red, p. 30; editores,
Climate Fatigue, Scientific American 298, n6, junio de 2008, p. 39; Ted
Trainer, A Short Critique of the Stern Review, Real-World Economics Review, p. 45, 2008,
http://www.paecon.net/PAEReview/issue45/Trainer45.pdf, pp. 54-58. A pesar
de que el Informe Stern presenta el cambio de Francia a la energa nuclear como un caso de xito para los gases de efecto invernadero, existen poderosas razones medioambientales para no seguir por ese camino. Vase Robert Furber,
James C. Warf y Sheldon C. Plotkin, The Future of Nuclear Power, Monthly
Review 59, n 9, febrero de 2008, pp. 38-48.

< 12 >

largo plazo, cuando el mercado falla, por devastadoras crisis. La


lgica interna de un sistema as se manifiesta en forma de un
incesante impulso hacia la expansin econmica en nombre de
las ganancias de clase y la acumulacin. La naturaleza y el trabajo humano se explotan en grado mximo para alimentar a ese
gigante, mientras que la destruccin que se inflige a ambos se
externaliza para que no recaiga sobre el propio sistema.
Implcitos en la nocin misma del sistema, prosegua Sweezy,
se encuentran unos impulsos entrelazados y enormemente poderosos de creacin y destruccin. Por el lado positivo, el impulso creador guarda relacin con lo que la humanidad puede obtener de la naturaleza para uso propio; por el lado negativo, el
impulso destructor incide con gran dureza sobre la capacidad de
la naturaleza para responder a las demandas que se le hacen.
Antes o despus, claro est, ambos impulsos se mostrarn contradictorios e incompatibles. La sobreexplotacin por parte del
capitalismo del grifo de recursos y el sumidero de residuos de la
naturaleza acaba produciendo el resultado negativo de socavar
ambos, primero en una escala meramente regional pero, ms
adelante, en la escala mundial e incluso planetaria (hasta afectar
al propio clima). Para hacer frente de verdad a las crisis medioambientales hace falta revertir, y no meramente ralentizar, las
tendencias subyacentes de los ltimos siglos. Sin embargo, eso
no se puede hacer sin un cambio del rgimen econmico.11
Ahora que el cambio climtico ha pasado a ser cada vez ms una
preocupacin del establishment y que los intentos para combatirlo estn cada vez ms institucionalizados en el orden del establishment, hay quien ha sealado la muerte del ecologismo
como movimiento de oposicin de la sociedad.12 Sin embargo,
aunque algunos ecologistas han evolucionado hacia estrategias
basadas en el capitalismo con la vana esperanza de salvar el
planeta con tales medios, otros lo han hecho en la direccin
contraria: hacia una crtica del capitalismo como sistema inheren11

12

Paul Sweezy, Capitalism and the Environment, Monthly Review 41, n 2,


junio de 1989, pp. 1-10.
Michael Shellenberger y Ted Nordhaus, The Death of Environmentalism,
Environmental Grantmakers Association, octubre de 2004,
http://www.thebreakthrough.org/PDF/ Death_of_Environmentalism.pdf.

< 13 >

temente destructivo desde el punto de vista ecolgico. Un caso


de este tipo es el de James Gustave Speth. De Speth se ha dicho
que era el gran representante del sistema dentro del movimiento ecologista. Fue presidente del Consejo de Calidad Medioambiental con el presidente Jimmy Carter; fund el Instituto de Recursos Mundiales; cofund el Consejo para la Defensa de los
Recursos Naturales; fue asesor de primer rango del equipo de
transicin de Bill Clinton, y administr el Programa de Desarrollo
de las Naciones Unidas de 1993 a 1999. En la actualidad, es decano de la prestigiosa Escuela de Estudios Medioambientales y
Forestales de Yale. Speth ha obtenido el Premio Planeta Azul
japons.
Sin embargo, recientemente, en su obra Bridge at the Edge of the
World: Capitalism, the Environment, and Crossing from Crisis to
Sustainability [Un puente en el borde del mundo: capitalismo,
medioambiente y el paso de la crisis a la sostenibilidad] (2008),
Speth se ha revelado como un crtico feroz de la destruccin
capitalista del medioambiente. Con este radical replanteamiento,
ha escogido enfrentarse a todos los peligros que ocasiona el
sistema econmico actual con su bsqueda de crecimiento y
acumulacin a cualquier precio. El capitalismo, tal y como lo
conocemos hoy, escribe, es incapaz de preservar el medioambiente. El problema clave desde la perspectiva ecolgica es, en
su opinin, el crecimiento econmico exponencial, que es el
elemento impulsor del capitalismo. Es poca la esperanza a este
respecto que puede proporcionarnos la llamada desmaterializacin (la idea de que el crecimiento puede conllevar un impacto
cada vez menor sobre el medio), ya que es posible mostrar que
la expansin de la produccin desborda todo aumento de la
eficiencia en el procesamiento de materias y energa. Por eso, la
nica conclusin posible es que
ahora mismo [], el crecimiento es enemigo del medioambiente. La economa y el medio siguen en colisin.
En este punto, el tema del capitalismo resulta inevitable.
El crecimiento econmico es el principal y ms preciado
producto del capitalismo moderno. Speth cita positivamente la obra de Samuel Bowles y Richard Edwards Understanding Capitalism [Entender el capitalismo], que sostena rotundamente: El capitalismo se diferencia de otros
sistemas econmicos por su impulso hacia la acumula< 14 >

cin, su predisposicin al cambio y la tendencia inherente


hacia la expansin.
As pues, para Speth, el principal problema medioambiental es el
capitalismo como sistema operativo de la economa moderna.
A las empresas actuales se las ha llamado mquinas de externalizacin. De hecho,
existen dentro del capitalismo diversos sesgos que favorecen el presente por encima del futuro y lo privado por encima de lo pblico. Al citar a los propios defensores del
sistema Robert Samuelson y William Nordhaus, en la dcimo-sptima edicin (2001) de su manual Macroeconomics [Macroeconoma], Speth seala que el capitalismo es
la economa despiadada por antonomasia, dedicada a
la bsqueda sin tregua de ganancias.
A partir de esa crtica, Speth concluye a continuacin en su obra
que: (1) el sistema de economa poltica actual, al que aqu nos
referimos como capitalismo moderno, es destructivo para el medioambiente, y no de un modo poco significativo, sino de forma
que amenaza profundamente el planeta; (2) las sociedades ricas
han alcanzado, o pronto alcanzarn, el punto en el que, en palabras de Keynes, el problema econmico ha quedado resuelto
[], ya tenemos suficiente para todos; (3) en las sociedades
ms ricas, el capitalismo moderno ya no mejora el bienestar humano; (4) el movimiento social internacional de cambio (autodenominado como el irresistible ascenso del anticapitalismo
global) es ms fuerte de lo que muchos imaginan, y se volver
an ms fuerte; existe una coalicin de fuerzas: paz, justicia social, comunidades, ecologa, feminismo; es un movimiento de
movimientos; (5) personas y grupos estn sembrando afanosamente las semillas del cambio mediante toda una diversidad de
disposiciones alternativas y, adems, se han identificado tambin
otras vas atractivas para pasar a un nuevo sistema operativo
mejorado; (6) el fin de la Guerra Fra [] abre la puerta [] al
cuestionamiento del capitalismo actual.
Speth no abraza de hecho el socialismo, que l asocia, al estilo
de la Guerra Fra, con las sociedades de tipo sovitico en su
forma ms regresiva. Por lo tanto, lo que defiende explcitamente

< 15 >

es una alternativa no socialista al capitalismo. Dicho sistema


utilizara los mercados (pero no la sociedad de mercados autorregulados del capitalismo tradicional) y fomentara un nuevo
mundo de sostenibilidad o un mundo verde social (tambin
llamado ecocomunalismo) tal y como lo describe el Grupo sobre Escenarios Globales (Global Scenario Group). Es este un
escenario que se ha identificado con pensadores radicales como
William Morris (quien se inspir tanto en Marx como en Ruskin).
En este sentido, los argumentos de Speth no estn muy lejos de
los del movimiento socialista del siglo XXI, que persigue como
valores centrales la justicia social y la sostenibilidad ecolgica. El
objetivo es crear un futuro en el que las generaciones venideras
puedan utilizar sus capacidades creativas en toda su potencia y,
a la vez, tengan las necesidades bsicas cubiertas: un resultado
que solo es posible mediante una reorganizacin racional del
metabolismo humano con la naturaleza efectuada por productores asociados.13
Dicha reorganizacin racional del metabolismo entre la naturaleza y la sociedad no slo debe tener como objetivo el cambio
climtico, sino tambin toda una diversidad de otros problemas
medioambientales. De algunos de ellos se ocupa la presente
entrega: la geopoltica del pico de produccin de petrleo (John
Bellamy Foster), la produccin de biocombustibles como combustibles lquidos alternativos y sus consecuencias (Fred Magdoff), la economa del cambio climtico (Minqi Li), la ciencia del
cambio climtico (John W. Farley), la crisis ocenica (Brett Clark
y Rebecca Clausen), el problema de las grandes presas (Rohan
DSouza) y la gran crisis mundial del agua (Maude Barlow). Sin
embargo, hay otras crisis ecolgicas de gran calado de las que
13

James Gustave Speth, The Bridge at the End of the World: Capitalism, the
Environment, and Crossing from Crisis to Sustainability, Yale University
Press, New Haven, 2008, pp. xi, 48-63, 107, 194-198; Samuel Bowles y Richard Edwards, Understanding Capitalism, Oxford University Press, Nueva York,
1985, pp. 119, 148-152. Sobre el Grupo sobre Escenarios Globales (Global
Scenario Group), vase John Bellamy Foster, Organizing Ecological Revolution, Monthly Review 57, n 5, octubre de 2005, pp. 1-10. Sobre la sostenibilidad ecolgica, el socialismo clsico y la crtica de Marx a la fractura metablica con respecto a la naturaleza, vase Marxs Ecology, Monthly Review
Press, Nueva York, 2000 (trad. espaola La ecologa de Marx: materialismo y
naturaleza, El Viejo Topo, Matar, 2004).

< 16 >

no nos ocupamos en este volumen: la extincin de especies (y la


prdida de biodiversidad en general), la desforestacin, la desertificacin, la degradacin de los suelos, la lluvia cida, la proliferacin de residuos txicos (tambin en tejidos vivos), la biotecnologa regulada por el mercado, la congestin urbana, el crecimiento de la poblacin y los derechos de los animales. Por s
sola, ninguna de esas cuestiones transmite la profundidad y la
amplitud de lo que denominamos el problema medioambiental,
que comprende todas esas contradicciones ecolgicas de nuestra
sociedad y ms. Si hoy nos enfrentamos a la hora de la verdad
en materia de ecologa, esta guarda relacin con toda la gama de
efectos del capitalismo sobre la reproduccin natural (y humana). Todo intento de resolver uno de esos problemas (como, por
ejemplo, el cambio climtico) sin ocuparse de los dems es probable que fracase, ya que todas esas crisis ecolgicas, aunque
sean distintas en diversos aspectos, normalmente comparten
unas causas comunes.
En nuestra opinin, solo una visin unificada, que contemple la
produccin humana como un fenmeno no solo social, sino
enraizado en la relacin metablica con la naturaleza, aportar la
base necesaria para hacer frente a la fractura metablica que,
ahora mismo, es tan amplia como el planeta. Esa visin unificada
est implcita en los artculos que se incluyen en esta entrega. En
una segunda entrega especial de Monthly Review dedicada a la
ecologa (concebida como complemento de este volumen), nos
ocuparemos ms explcitamente de los aspectos polticos de esta
lucha.
Por qu no?
En 1884, William Morris, uno de los grandes artistas creativos,
intelectual socialista revolucionario y pensador ecologista de
finales del siglo XIX, escribi un artculo titulado Por qu no?
para la publicacin socialista Commonweal. Le preocupaba especialmente el hecho de que la mayora de las personas, incluidos muchos socialistas de su poca, al rebelarse contra los males
del capitalismo, tendan a imaginarse el futuro en unos trminos
no muy distintos de los peores aspectos, los ms destructivos

< 17 >

para el medio ambiente y los seres humanos, del propio capitalismo.


Morris observaba:
Ahora, con el actual sistema capitalista, es difcil ver nada que pueda detener el crecimiento de esos horribles
campamentos de ladrillo; la tendencia es, sin duda, a
despoblar el campo y las pequeas poblaciones en beneficio de los grandes centros comerciales y de manufactura.
Pero ese mal, y se trata de un mal monstruoso, ya no ser
un mal necesario cuando hayamos acabado con el monopolio de la tierra, con la fabricacin para beneficio de
algunos individuos y con el estpido derroche de la distribucin competitiva.
Morris sostena que, si mirbamos ms all del terror y los agotadores trabajos que opriman a la mayora de las personas, exista la necesidad de reconocer otros fines de la existencia social,
sobre todo, el placer de la vida que deben esperar los socialistas. Morris se preguntaba:
Por qu un tercio de Inglaterra tiene que estar tan asfixiado y envenenado por el humo que en la mayor parte
de Yorkshire (por ejemplo) la idea generalizada debe
de ser que las ovejas son negras por naturaleza? Y por
qu los ros Yorkshire y Lancashire tiene que arrastrar mera inmundicia y tintes?
La ganancia hace que as sean las cosas: nadie finge ya
que no resultara fcil evitar tales delitos contra la vida
decente. Pero los organizadores del trabajo, a quienes
sera mejor llamar organizadores de la inmundicia, saben que no les compensara. Y como estos pasan la mayor
parte del ao a salvo en sus residencias de campo, o cazando (contra la vida de los campesinos) en las Highlands, o navegando en yate por el Mediterrneo, ms bien
les agrada el aspecto del pas del humo para variar, como
algo que, se supone, les estimula la imaginacin con respecto a Bueno, mejor ser que no nos pongamos teolgicos.

< 18 >

Al rechazar todo eso, Morris preguntaba si no era posible crear


una forma de vida ms decente, ms bella, ms satisfactoria, ms
sana, menos infernal, en la que todos participaran al compartir
la tierra de nuestra Madre Comn y se pusiera punto y final a
ese srdido mundo de ganancias mediante la explotacin. Por
qu no? 14

Biblioteca Virtual Omegalfa

14

William Morris, Why not?, en Morris, Political Writings, Thoemmes Press,


Bristol, 1994, pp. 24-27

< 19 >

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