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~ESEA
DE A
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DISGUSION
DE IMIlJ1ES
EN/IlI~E
VENEZUEA
y A GUAYANA
B~lj1AN ;GA
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RESE:8t A.HISTORIOA.
DE LA
DISCUSION
DE LIMITES
ENTRE
VENEZUELA
Y LA GUAYANA
BlUTANICA
virtud .:le una convencin firmada en L?ndres el L) de agoKto de 1814, entre Su MaJestad Britnica y el Soberano de los Pases R~~os, quedaron sometidos al dominio y soberana brit:.nica los
antiguo~ establecimientos holandeses de Demerara, Esequibo y Berbice.
En 1840 el vizconde Palmerston, insinuacin
de :MI'. Light, Gobernador de la, Guayana Britnica,
sobre la con veniencia de un arreglo con los Gobiernos
del Brasil, Venezuela y Holanda (lue definiera exactamente los lmites de la Guayana Inglesa, dictaba al
Gobierno Colonial las instrucciones siguientes:
(*) Que se levante un mapa de la Guayana
Britnica, conforme los lmites descritos por R.
Shomburgk, acompafiando dicho mapa una memoria
descriptiva minuciosa. de los rasgos naturales que de~~N
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fInanciero, no tuvo oportunidad favorable de discutir
misin
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la cuestin de lmites durante sn honrosa
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Inglaterra.
Fiel las instrucciones recibidas, el Gobernador
de Demerara comision sir R. Shomburgk para deslindar y sealar lo.~lmites entre Veru:zuela y /,a G1lavana Britnica. Misin cumplida con exceso de celo,
extralimitan do sus funciones, por aquel comisionado;
como se ver por el extracto de su informe presentado
las autoridades coloniales.
(*) ((Tan pronto como la salud general (le los
expedicionarios lo permiti, part con rumbo hacia la
boca del ro Barima, con el prop(sito de examinar esta
parte del ro y erigir dos postes: uno en la punta de
Barima y otro en la margen derecha del ro Amacuro,
como testimonios de los derechos de Su :MajeRtad
. estos lmite15 Occidentales de :-;u Colonia de la Guayana Britnica.
( El. poste marca que erig en la Roca del
ro Barima, como prueba quejllstifica lo:.; derechos de
Su Majestad hasta ei5epunto, es, militarmente considerado, de un gran valor para las posesione:,; de la Gran
Bretaa.
La peculiar configuracin de la Boea de
Navos, la nica entre las del Orinoeo que puede dal'
paso embarcaciones de mayor tonelaje, da la ('itada
punta de Barima, el dominio y vigilancia de esta gran
entrada al ro Orinoco.
5-'~ Los derechos aducidos por Shomlmrgk en su jnforme al Gobernador de Demcrara, para esta extrema
pretensin britnica, fueron: la ocupaein por los
('" 1 Britah
Shomburgk.
blue booka,
vol. VI.
Report
and Lettera
of Sir Robert
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VII., plig.17.
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facer los deseos del Gobierno de Venezuela, el Gobierno de su Majestad Britnica enviar al Gobernador
del la Guayana inglesa instrucciones con la orden de
quitar los postes que han sido colocados por Shomburgk
I cerca del Orinoco.))
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Pero el infrascrito juzga de su deber declarar terminantemente al seor Fortique que, aunque con el fin
de poner trmino la inquietud que parece reinar en
V cnezuela en cuanto al objeto del deslinde del seor
Shomburgk, el infrascrito ha consentido en acceder
las repetidas representaciones del seor Fortique en este
a.sunto, no ha de entenderse que el Gobierno de Su Majestad abal!done ninguna porcin de los derechos de la
Gran Bretaa sobre el territorio que fu anteriormente
posedo por los holandeses en Guayana.))
.
En 9 de marzo de 1842 MI'. Light, Gobernador de
la Guayana BritCmica, escrilJa )1r. O' Leary, Cnsul
Britnico en Caracas, informndole, para satisfaccin
del Gobierno de Venezuela, que habla recibido instrucciones del Secretario de Estado Colonial, para remover
las marcas colocadas por Shomburgk en Barima y
otros puntos, no dudando que cste paso sera recibido
por Venezuela como demostracin de cordial amistad
por parte del Gobierno de Su Majestad.
Despu6s de este incidente, en que claramente demostraba. el Gobierno Brit:inico no tener tales indiscutibles derechos sobre los ros Barima y Amacuro,
insisti el seor Fortiquc, con nuevo vigor, sobre la
negociacin de un tratado de lmites~ ardientemente deseado por Venezuela, por ser 68te el mqjor procedimiento para evitar complicaciones en lo sucesivo.
En tal virtud inici formalmente la negociacin en
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ODAYANA
su extensa nota de 31 de enero de 1844,en la cual expona los derechos todos de la Repblica.
Son tan importantes las notas cruzadas entre
ambos Ministros, como los primeros documentos oficiales vertidos en este largo proceso y encaminados al
arreglo diplomtico de la cuestin en sus orp;enes, que
haremos una breve insercin de los puntos culminantes
tocados por nuestro MiniRtro y la refutacin ellos del
Secretario de Estado Ingls.
(')
ee Nadie ha negado Espaa, (leca el seor
Fortique, el derecho de primera ocupante y descubridora del :Kuevo Jlundo.
Todas las nacione:-, ya tcita,
ya expresamente, 10 han reconocido, y sera larga
innecesaria la enumeracin de los actos que lo comprueban. Sentado esto, conviene recordar que flI precisamente en las costas sobre que versa la cuestin donde
Coln por primercl vez divis el Continente A..mcricano: que fu en ellas dOJl(le Alonso de Ojeda principi el descubrimient.o y conquista de Venezuela: que
fu ste el terreno cuya gobernacin cedi el Emperador
Carlos Y Diego de Ordaz (2) y el (Iue muy prin(1, Ofllcial history of the boundary between Venezuela and Britsh
Guiana. Vol. VII. pa~. 19. (Traduccin l.
(2)
En efecto, el afio de 1530,cuando ya haba comenzado el Gobernador Cedefio SllS conquistas de la isla de Trinidad, regresaba Castilla
don Diego de Ordaz, Caballero dE' la Orden de Santiago, despu, de la conquista y pacificacin de Mxico, servicios que le merecieron del Rey el hbito
de Santiago y la conquista. y gobernacin de las tierras comprendidas entre
la desembocadura del Orinoco y el cabo de La Vela. Despachado
as el
Comendador Ordaz, con el titulo de Adelantado y Capitn General de los
territorios que fuera conquistando;
con autorizacin de erigir cuatro fortalezas en los sitios de la costa que juzga.re ms conveniente,
y ccn las
libertades yexenc;ones
que la sazn se daba los conquistadores, bien
equipado y municionado, con tres grandes naves, se di la vela del puerto
do Sanlucar li principios del dio 1531.
Despus de una navegacin feliz arrih la Boca de J>ragos en el Golfo
Triste, entrAndose luego por el Orinoco, cuyos raudales remont hasta Cabruta.-Nota
del Autor.
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Da fiRlAYIdIJtr.
Si todava se qUi8Iera otro testimonio ms intachable para prueba de la posesin exclusiva de los
espafoles en estas tierras, antes del tratado de Miinster,
podra afadirse el de Juan de Laet, holands y miembro de la universidad de Leyden, quien por este mismo
tiempo se propuso escribir las proezas de sus compatriotas en la Amrica del Sur. Escribi tambin las de
108ingleses y los espafoles; y si atribuye los holandeses la ocupacin de algunos puntos sobre el Amazonas, est de acuerdo con Sir \Valter Raleigh, en
cuanto al Orinoco, Moroco y Pomarn, que los espafoles ocupaban.
Se ha hecho mencin del tratado de .Miinster,
porque todo el mundo sabe que en l se estipul (*)
expresamente que lo que hasta all posean las partes
contratantes fuese retenido, sin que pudiera ninguna de
ellas aspirar (t territorios ocupados por la otra, y as es
que, no poseyendo los holandeses en Guayana punto
alguno, por lo menos del otro lado del Ei"e<luibo, no han
podido traspasar esta lnea, :--inviolar un pacto expreso;
adems del derecho, por :,; slo suficiente, que ya
corresponda Espafa, en su calidad de descubridora
y primera ocupante. Mas hay autnticos documentos
posteriores tirmados por los reyes de Espaa, que extienden el territorio de la Provincia de Guayana hasta
el Amazonas; de donde se eoligc que en la creencia de
dichos Soberanos, fuera de lo que los holandeses haban
quitado los portugueses en el Brasil, ninguna otra cosa
les perteneca ..
Por virtud de un tratado pblico se garantizan
Espaa y Portugal, recprocamente, sus posesiones en
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POR
LAR
SKLVA.
capital
'en la cuestin.
Pero debe observarse que este hecho est muy
lejos de ser cierto. Segn lo ex puesto por el mismo
J. de Laet, los holandeses navegaban desde 1580 el ro
Orinoco, con el objeto de establecerse en los puntos que
no estuviesen ocupados por los espaoles; y en 1581
los Estados Generales concedieron ciertos indivi,duos el privilegio exclusivo de comerciar con aquellos
establecimientos.
Dcese tambin que al fin del mismo siglo exista
en l\li(ldelburg una compaf.a de comerciantes que
traficaban en el ro Barima. De todos modos es cierto
que en 1621, un cuerpo de comerciantes, bajo el ttulo
de Compafia de la lndia Occidental, obtuvo de los
Estados Genera les el pri vilegio de hacer excl nsivamen te
el comerc-io con la Amrica. y de gobernar nuevas
colonias que pudiesen adquirir, reservndose dichos
Estados el nombramlentD de los Gobernadores; y
Hartsink, el historiador nus verdico de la Guayana,
asienta ms de una vez que el lmite de las posesiones de est.a Compaa Occidental era el ro Orinoco.
Por el Tratado de Miinster se convino en lG48 en
que la Corona de Espaa y los Estados Generales continuaran en posesin de todos los puntos en Asia, Af'rica
y Amrica que en aquella fecha estuviesen ocupando
cualesquiera de las dos partes, incluyndose con especialidad los establecimientos de la Compaa de la India
Occidental. En comprobaein del hecho de que aquellos
establecimientos se extendan hasta el Orinoco, puede
verse un documento en que la Compaiia ue la India
Occidental donaba al Conde Fernando Casimiro de
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Da &UAy . a.
ingleses, y obligados refugiarse en sus botes con prdida de muchas vidas. (').
En 1674 la Compaa
de la India Occidental,
creada en 1621, (3) qued di~uelta; pero se form y
autoriz una nueva Compaa, 1imitmloselc el derecho
de hacer comercio exclusivo una parte del Africa,
la isla de Cllrazao y las colonias del Esequibu y
Pomarn, extendindose
la ltima, corno ya se ha dicho,
hasta el Orinoco.
(1) En el volumen Conftdential Subjects, pg. 121, bajo el ttulo
Claims by the Dutch-to all the coa8t, encontramos que, en efecto, en
1669 -the Dntch West India Company conceded to the German Connt of
Hanan a pice of land sltuated on the wild coast of Amrica, between tb",
river Oronoque and the river of the Amazons; lo cual en nuestro sentir
nada prueba en favor de los derechos de Inglaterra,
pues en este mismo
documento, que se hace referencia, algunas lneas ms abajo, encontramosla siguiente salvedad: Bllt it does not a.~.~ert
an exelusive Dutch right to
__J--.::~
p. 80.-N.
del A.
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Lnea Aberdeen.
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1836.
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POR
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RKl.VA8
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-1-------------------- ------vant indignado el espritu pblico, formndose meetings y sociedades patriticas, para rechazar la usurpacin. Y el Gobierno su vez comunic las autoridades de Guayana, rdenes de ponerla en estado de
defensa.
Advertida Inglaterra de la excitacin que reinaba
en Venezuela y temiendo la posibilidad de actos hostiles por parte de las autoridades de Guayana; comunic
instrucciones especiales al Vicealmirante de las fuerzas
navales en las Indias Occidentales, para el caso en que
Venezuela intentase fortificar el territorio en discusin; mientras que por rgano de s. Encargado de
N egocios en Caracas contradeca el rumor popular,
declarando que Inglaterra no tena nimo ni propsito de ocupar ni usurpar porcin alguna del territorio
disputado; pero que tampoco vera con indiferencia
ninguna agresin por parte de Venezuela.
Como desde 1848 abra Venezuela el largo perodo
de sus revoluciones armadas, data de este ao de 1850 el
statu qua de la cuestin.
Fu 26 aos despus, en 1876, que volvi Venezue1a dar notaciones de querer renovar la discusin, nombrando al Doctor J. M. de Rojas, Ministro
Residcnte en Londres.
Con toda actividad inters procedi el seor de
Rojas promover el trmino de la negociacin iniciada
por el seor Fortique, insinuando qne Venezuela estaba
dispuesta iiaceptar la lnea de Aberdeen, ofrecida espontneamente treinta y seis aos antes.
Lord Granville, :Ministro de Estado, la sazn,
rehus aceptar, sin exponer razones, y propuso otra
lnea que se alejaba considerablemente de toda p~sib ilidad de aceptacin por parte de Venezuela.
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POR.
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8ItLVA~
Aquel Gobierno consider atentamente la comunicacin aludida y autoriz MI'. White para conferenciar con Lord Salisbury sobre la reanudacin de las
relaciones diplomticas entre la Gran Bretafa y Vezuela, siempre sobre la base de retornar al statu quo
de 1850 ..
Lord Salisbury contest comunicando que, se hallaba en ese momento en relaciones con el :Ministro de
Venezuela en Pars, autorizado por su Gobierno para
renovar las relaciones diplomticas.
Dicho Ministro nuestro era el Doctor Modesto
Urban~ja, quien, antes de recibir la respuesta de
Venezncla ( las proposiciones de Lord Salisbury, fu
l'lustituido por el Doctor Lucio Pulido, que lleg
Londres con credenciales de Plenipotenciario
ad hoe
y Enviado Extraordinario de la Repblica, con el encargo principal de anudar las relaciones con el Gobierno
ingls, favor de la interposicin oficiosa de los Estados Unidos, poniendo como condicin sine qua non,
para el restablecimiento de aqullas, el arbitramento para
decidir la litis.
Esto no fu lceptado; y el Doctor Pulido regres
Caracas, d~jando la cuestin en el mismo estado y suspendidas las relaciones.
Siempre fiel su deseo, Venezuela, de reanudar
sus relaciones con Inglaterra,
para llegar por este
medio, algn avenimiento, nombr por ltimo al
seBor Toms :Michelena, Agente Confidencial de la
Repblica, para tratar con el Gobierno de Su :Majestad
Britnica.
H aqu las bases presentadas por el seor ~Echelena Lord Rosehey en su Pro mdmoria:
((Primera:-H..establecidas
que sean las relaciones
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I.AS BICI.VAS
limina"r, que tanto el Gobierno de"Su Majestad Britnica como el de Venezuela reconocen y declaran como
statu quo, de la cuestin de lmites el que exista en
el ao 1850, cuando el Hont>rable Sir B. 'Vilson,
Encargado de Negocios de Inglaterra en Caracas, hizo
la declaracin formal, en nombre y de orden expresa
del Gobierno de Su :l\fajestad Britnica, de que no se
ocupara ninguna parte del territorio en disputa, exigiendo la misma declaratoria de parte del Gobierno de
Venezuela, como fu obtenida.
Este statu quo se mantendr hasta la celebracin del tratado de lmites que
se menciona en la base primera.
((Quinta :-El convenio que se formula sobre las
bases aqu propuestas, y que ser firmado por el Agente
Confidencial de Venezuela, en uso de los Poderes de
que est investido, y por la persona debidamcnte autorizada por el Gobierno de Su Majestad Brit~nica,
ser tambin inmediatamente sometido la ratificacin directa de ambos Gobiernos y, efectuado el canje,
quedarn ipso facto restablecidas las relaciones diplomticas entre ambos pascs.
La contestacin del "Ministro ingls slo se refiri
la primera y cuarta proposicin del sefior Michelena,
abstenindose de contestar las otras tres. Deca en
sntesis que, pesar .de que el deseo reiterado de
Venezuela admita la posibilidad de reanudar las relaciones diplomticas con la Gran Bretaa, la circunstancia de hacerse referencia al arhitraje entre los dos Gobiernos en caso de diferencia, reduca el tratado la forma en
que repetidas veces haba sido negado por el Gobierno
de Su .Majestad.
Que respecto la base 4~ del sefior .Michelena,
proponiendo los dos Gobiernos que reconociesen y
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El Tribunal de Arhitramento, despus de considerar plenamente el Tratado de .ArbitnUe y los procedimientos preliminareH, dicta su Sentencia, determinando
la lnea limtrofe entre el territorio de Su _Majestad
Britnica y el de los Estados Unidos de Venezuela,
como SIgue:
Partiendo de Punta Plava la lnea de lmites
correr- en recta direecill, hasta el ro Barima, en su
unin con el ro l\fururuma; por el medio de la corriente
de este ltimo hasta sus fuentes y de este punto hasta
la desembocadura del ro Haiwa en el Amaeuro;
siguiendo el medio de la C'orriente de ste, hasta su
fuente en la sierra de Imataea y correr en direccin
Sudoeste por el espoln mayor de la sierra, hasta su :
punto ms alto frente ti las cabeceras del Barima ; de aqu I
seguir hacia el Sureste por la fila de Imataca, ha.<;tala I
fuente del Acarabisi, y por el medio de la corriente de
este ro ha~ta el Cuyun; seguir por la orilla septen- I
trional de este ro hasta la eonfiuencia del Venamo, y \
,;
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Jt GUAVANA
en 3 de octubre
Firmados :
F. de Jfartens.
Russell of Killowen.
R. He'Un Collins.
.JIelvill
llTe8ton Fuller.
David J. Brewer.
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PRIMER
VIAJE
PRDIERO
CAPITCLO
SUMARIO
Salida de laComi8i6n.-De Trinidad tl.Georgetown.-Punta
Playa.-Primer
campamento.-El
ro Barima. -Condiciones
agrcolaa.-Fauna
ornitol6gica.-El Amaouro.-8egundocampamento.-Mr.
Mc. Turck.- Indios
gnaraull08.-SU etnologa y lingiiistica.-Htl.bitos, fisIOloga, medio 80cial,
defo\-maoiones y caracteres de esto8 indgenas.-Remontada
del Amacuro.-Tercer
csmpamento.-Csscada
Cuyurara.-Un
boa constrictor.-Disputa
de Umites.-Gudil'o al agua.-Insubordinaci6n
ti. bordo.
"'1
I
~
J. da cinco de noviembre del ao 1900, las
s
~
5 p. m. zarpo de La bumra con rumbo al rInidad, la pequefia caonera General Crespo, de nuestra
Armada Nacional, llevando su bordo la Comisin
tcnica venezolana, nombrada por el Gobierno de la
Repblica para fijar, de concierto con la Britnica, la
lnea divisoria de Venezuela con la Guayana inglesa, en
ejecucin del Laudo dictado por el Tribunal Arbitral
reunido en Pars el a de Octubre de 18H8.
Cinco ingcnieros, bajo la direccin t6cnica del
seor Doctor Felipe Aguerreverc, Ingeniero en Jefe,
un Abogado, un }ldico y un 1lltrpretc-Sccretario
componan dicha agrupacin eicntfica.
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Ole 9UAY.ANA
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Pobre Espafla!
Si ya el sol que no se pona en
tus dominios, te alumbra apena..'lencerrada en tus murallas, y llevando en tu propio seno la simiente de tus
negros infortunios, quedar siempre, como monumento
imperecedero de tu antiguo esplendor y podero, el vasto
Continente Americano.
Y si vapores de sangre y llamaradas de lejanos incendios enrojecen los crepsculos 't"
radiantes de nuestra zona, digamos como el poeta: Crimen
fueron del tiempo y no de Espai'ia.
La Comisin venezolana de lmites con Colombia,
encargada de fijar los linderos meridionales entre ambas
Repblicas, y que iba rendir la segunda jornada de
sus trabajos, hizo itinerario comn con nosotros hasta
la isla de Trinidad, donde se separ para remontar el
Orinoco hasta el Arauca, mientras nosotros seguamos
rumbo hacia Georgetown, sitio elegido para la reunin
de ambas comisiones.
N uestra instalacin bordo del trasporte que nos
conduca no fu en manera algnna confortable.
Eran adems muy poco tranquilizadoras
para
nuestros nimos las deplorables condicione;.; de S\I maquinaria, que la vez que impulsaba los mholoH, hada
funcionar la..'lbombas, para achicar la bodega, inundada
por una va de agua en la popa.
La marcha del buque, no muy vertiginosa, aun en
sus buenos tiempos, resenta.."lc naturalmente de aquel
estado, hasta el punto de no a vanzar ms de seis I ocho
nudos.
Veinticuatro horas despufs de nuestra salida de La
Guaira, arribamos Margarita, dando fondo, por breves
horas, en la ensenada de Porlamar, situada en la extremidad ms oriental de aquella isla. Entramos sus
aguas por el canal martimo formado al ~ orte por la
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J)It gUATANA
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yores alturas hacia el litoral y suS lneas de mayor pendiente hacia el centro, inducen aceptar como cierta la
teora de Codazzi, que habla de una cuarta cordillera,
submarina y paralela la costa, cuyas cumbres seran
108 citados islotes de Coche y Cubagua y las serranas
ms altas de Margarita.
Siguiendo siempre rumbo franco al Este nos acercamos un tanto la costa, paralelamente las pennsulas de Araya y Paria, costa alta y de bastante fondo;
y el da siete en la tarde nos encontrbamos frente al
promontorio de Paria, extremidad terminal de la Pennsula del mismo nombre, casi la altura de las
llamadas bocas de Trinidad.
Estas son una serie de
canales 6 brazos de mar, en nmero de cuatro, dispuestas de occidente . oriente y que ponen en comunicacin las aguas del Golfo Triste con las dpl Ocano
Atlntico.
Trabajos pluwnicos de d.isgregacin geolgiea,
por la accin combinada d.el desgaste de las aguas,
en su batir constante, han debid.o presidir la formacin de esta costa irregular, sembrada de islotes y
arrecifes.
Nuestra navegaclOn, hasta entonces bonancible,
turbse en extremo al nivel de la boca de Dragos,
la mayor y ms occidental de las cuatro citad.as,
limitada al oriente por el islote de Chacachacare y al
occidente por el pico del )Iorro, que forma el lmite
oriental de la Pennsula de Paria.
La proximidad del enorme caudal de aguas, que por
sus ocho hocas arroja el Orinoeo al Ocano; la accin
de corrientes marinas contrapuestas y la misma constitucin fsica de aquel litoral, mantienen en perpetua
agitacin aquellas agua,S, hasta el extremo de que. el
--------------------~1----------------1BANCO DE LA REPUBLlCA
JlBLIOTEcA
LUIS-ANC:l ARANGO
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CAPITULO SEGUNDO
~U
rumbo Punta Playa, punto inicial de nuestra lnea fronteriza, en las riberas del Atlntico, y
donde deban comenzar los trabajos de ambas Comisiones.
En este trayecto corrimos de nuevo el riesgo de
encallar.
Calaba nuestro buque once pies sean cinco
brazas, en lenguaje marino, y la altura de la boca del
I
I ro Guaima, punto de referencia importante para
orientarse Punta Playa, existe un banco que demora
1j
al N. E. de dicha boca y de slo dos brazas de fondo.
I
Descuido impericia del prctico que tomamos
en Georgetown, quien no queriendo alejarse de la costa
I
por no perder de vista sus referencias, entr el buque
I en pleno banco, con slo tres brazas de fondo, afor1 tunadamente de lama.
Advirti al Capit(m el grave
; riesgo que corramos, la circunstancia de que la hlice,
I
revolviendo el fondo cenagoso, d~jaba tras de s una
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Hay terreno ms civilizador que el terren.o .carbonfe:r:o ? Puede decirse, con toda verdad, que la riqueza
de un pas se mide por el nm,ero de toneladas de carbn
que explota.
Fu en los terrenos calcreos de la poca miocena
que vivi el hombre terciario, nodiferen.ciado an de
los animales por el leng~aje articulado.
La m.ayo:r
parte de las pi~dras de n,uestros mOn1,lOlentosson extradas de los terren~s cretceo y jursico, cuyos yacimentos superficiales dieron al hombre losprimerDs
utensilios y armas talladas en slice.
El cultivo actual es, pues, rudimentario~ no slo por
las circunstancias enumeradas, cuanto por la genial indolencia del indio para las labores agrcolas.
El ro Barima, pesar de extender su curso por
regiones completamente planas es muy profundo. Su
mayor curso es de Occidente , Oriente; pero desde su
nacimientD en la sierra de Imataca, hasta la gran inflexin que lo desva en la direccin indicada, es de
Oriente , Occidente.
Su hoya hidrogrfica circunscribe la del Amacuro, que le es paralelo; y en sus riberas toman nacimiento cada paso, callOS derivaciones del mismo
ro, que formando riachuelos secundarios de aguas
negras y estancadas, slo movidas por el fl~jo y reflujo
de las mareas, terminan poco trecho de su nacimiento,
formando pantanos cinegas, se internan ms y
ms, segn el declive del terreno, comunicando con
otros ros las aguas del Barima, ya directamente ya
por intermedio de otro cao, como pasa con el l\iora.Juana.
Algunas chozas de indg'enas se levantan derecha
jzquierda de este ro, dando acceso dichas habitacio-
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Los notables estudios sobre craneologa americana
hechos pOI' el citado profes'or Wircho-w, demueltran
evidentemente que la raza roja americana no' es autctona del continente;
que la poblacin. primitiva de
Amrica perteneci razas de los otros continentes; que
las poblaciones de la costa occidental de Amrica
revelan la existencia de remotas inmigracione.s asiti. cas, y que el crneo de 10$ peruanos induce creer
que estas tribus indgenas procedan de las Islas Filipinas
de la Indo-China.
Los ms hermosos tipos de crneos americanos son
braquiceflicos, en tanto que los europeos del mismo
~ipo son dolicoceflicos.
_
La precoz existencia de esta aldehuela; los medios
de vida con. que ya cuenta, su aspecto topogl;fico, con
sus callejuelas angostas, pero rectas y limpias; sus habitaciones confortables y en todo adecuadas las condiciones fsicas de su s~elo y de su atmsfera, rodeadas
de palmeras de numerosas variedades, ponen de relieve
esa concepcin particularista que tiene de la vida el
anglo-s~~jn, de su modo de instalarse que, aunque
sea por breves horas, domina por completo el terreno
que cubre su tienda y se haee su dueo y seor.
Facultad predominante de esta ra.za que le confiere
su gran cualidad de adaptacin todos los medios,
constituyndola en la raza mejor colonizadora y absorbente del planeta.
Rica por su abundancia y variedad es la fauna
ornitolgica de estas regiones. N ubes de guacamayas
en perpetuo bullicio pueblan estas riberas, multicolores
las unas, amarillas y de manto azul las otras, como
t ~ristocrtica8 damas de una corte selvtica; - jnfinit
I ~ variedad de pericos y loros se aba~n en handadas sobre
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CAPITULO TERCERO
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LA.S
SELVA.
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D_"'_Q_U"_Y_"_HA
Ir
las pasamos en abierta lucha con la nube de impla,, cables zancudos que nos rodeaba.
En las primeras horas de la maana reanudamos la marcha, franqueando parte de la hoca de
Navos, en solicitud de la del Amacuro, cuyas
aguas llegamos { las 10 a. m., desembarcando por
breves horas en la Comisara Venezolana de San
Jos de Amaeuro, pueblecillo situado en la margen
izquierda de dicho ro.
Copiosas libaciones de cristalina caa hicieron
all nuestros peones, ltimo adi~ Baco, pues de
all en adelante, el agua, no siempre muy pura, de
los ros y de los caos, sustituira (t aqulla; y aun
algunoR, temeroso:o; de la internacin y no muy bien
avenidos con esta futura abstinencia, pidieron el
arreglo de sus cucntns y regresaron il sus respectivas morudaH.
Algunas hora!-; despup:-; lllleHtro convoy se pona
de nuevo en movimiento, para remuntar el Amacu1'0 por espacio de 4;, millas.
La constitucin fsica del litoral comprendido
entre las puntas de Barima y "Yese (la misma
quien en sus irrupeiones haba hautizado Shomburgk
((Victoria pointll) es toda de acarreo. Greda y limo
que la corriente de al} lIello~ ros deposita y arrastra
sucesivamente, haciendo
cambiar con frecuencia el
aspecto fsico de aquellos eontornos.
El exuberante y raigo;.:o mangle, deteniendo en
sus intrincadaH races el limo de las aguas, y contribuyendo as (l las formaciones costaneras, no ha
logrado consolidar estos terrenos, de fisonoma mudable
y transitoria.
La lcngiieta de tierra que separa las bocas de
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Sanuca es un diminutivo.
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UN.CAMPAMENTO
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DIt CHU,YAIU,
aquella laguna de fango, al cabo de veinte y tantos das, favor de un cafto, al ro Barima; reunindose de nuevo nosotros, en el campamento general,
una semana despus.
Mientras esto se haca, acompafiamos al segundo
Ingeniero venezolano, doctor S. Aguer]'en~re, explorar aguas arriba det. Haiwa, una pe(luea colina, que
por all demoraba, y en cuya cima deba establecerse
un observador que anotase ciertas seales nocturnas
hechas con cohetes gran distancia, travs del
vasto horizonte de bosque, para orientarse en la direccin de las fuentes del Mururuma.
En una curiara con dos indios, provISIOnes para
un da y medio y nuestra arma de cacera, empezamos i. remontar el Ha.iwa, cuyo curso se vea
cada instante interrumpido por rboles cados transversalmente, que obstruan el paso y que hendamos
golpes de hacha para poder pasar; y sin mayores
tropiezos llegamos al pie de aquella colina, que fcilmellte ascendimos.
N uestro regreso fu mucho ms penoso, pues nos
sorprendi la baja marea, secndose easi por completo
el cafto y quedando barada nuestra curiara, la cual
abandonamos para h:JCer el trayecto pie, saltando de
rama en rama, por encima de las races adventicias
de los manglares, para no hundimos has<'1las rodillas
en la espesa capa de fango que forma estos terrenos ...
Reducidas sensiblemente nuestras provisiones y
prximos ya abandonar aquel campamento para internarn08 ms, uno de nosotros fu comi:,;ionado para traer
un gran lote de ellas, suficientes para cuatro cinco
meses ms, que durara la primera etapa de los trabajos.
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POR
LAS
SRi~vAS
Para el criterio cientfico actual la Amrica prehistrica es idntica la Europa prehistrica, si bien
no tard mucho en que una diferencia se estableciera,
y las primeras civilizaciones america~as difirieran
notablemente de las primeras civilizaciones arias.
Los recientes progresos de la paleontologa y arqueloga americanas han venido demostrar que el
. Brasil, por E;jemplo, e8 una de las regiones ms antiguas de nue:,;tro planeta, demostrando su vez la
geologa que la Amrica del Sur es el continente ms
viE;jode la tierra.
Los ndices ceflicos de 72, 62 Y 69 de crneos
fsiles encontrados en California, Patagonia y Brasil,
prueban claramente que en Amrica existi una raza
autctona dilicoceflica.
Pero como al mismo tiempo se han encontrado en
las montaas Allegani crneos fsiles braquiceflicos,
es lgico el aceptar que en Amrica existi u~a raza
autctona dolicoceflica y u.na inmigrada braquiceflica.
En nuestras rudimentarias poblaciones indgenas
contemporneas lo mismo existen dolicocefalicos, que
braquiceflicos y mesaticefalicos, lo cual demuestra
evidentemente el cruzamiento que huLo entre ambas
razas.
Para. el ramo tnico inmigrado braquiceflico, es
muy aceptable la hiptesis de que el estrecho de
Behring sirviera de pasaje aquellas inmigraciones
asiticas, mils an entre Kamtchtka y Alaska. por la
cadena de las islas Aleucianas.
Y la prueba de que
este pasaje se realiz alguna vez, es la existencia de
tribus 'del mismo origen, lenguas y costumbres en
ambas riberas americana y asitica, como son las po80
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blaciones Tchouktehes.
Adems la corriente marina llamada Kouro-Siva,
que, del sur del estrecho citado se
dir~ge directamente
las costa}; del Japn, ha podido
tamhin Her vectora de aquellas inmigraciones.
Probablemente
esa mi.'ima corriente
Kouro--Siva
fll la <]lIe arroj desde Filipinas
hasta California,
aquellos negros de ('ab('llo,~ liso.~, que dei;erihe el explorador Cook; y no hay raz(m para (pie esa misma
corriente
que csparei{ los ~Ialayos en toda la Polinesia., no los huhiera trado d('l mismo l1Iodo { ~\llIriea.
Entre los numeroso/'! dato~ arquel{gicos, qne confirman esta aserei{n, slo citarel1lo" el de nuestro eminente eompatriota
Vicente )[arcallo,
rllien encontrl
en SlIS excursiones
por Guayalla,
UlI<l hacha de dos
cabezas, arma esclwialmente eHllaria.
De todas las inmigl'Hl..'iollcs que havall podido
efectuarse la mil" importallte "ill dudn, t'1\(. la asitica,
dirigida de norrste i;udoe8t'; ('(JlTiente ('ivil izadora
cuya8 primera:;; etapa~ la repre,.;cntull lo,.; flllllld,(.~
del
.Missisip; luego lo,.; P/l;hl().~, (ltlC f\t!rieHban ,.;obrc rocas, y finalmente las ei\'ilizaei()J)(':-' Toltct'a,.; (Id siglo
VII, Chi('himeea,.: del siglo XII ~' .\.zk('a.'-' del .;i-
glo XIII.
Est:l onda (~i\'iliza(lo)'u eontillll( de ~\[(ji('o haeia
el SlIr, atl':l\'l:'sl> el it:';llIo de Panalllil ." sigtli('ndo la
('ordillera de Los Ande,.;, verdadcra (Iodo pf/lo!fJ!Ji('a,
como dief' un antor, trajo ha;,;ta Y ('lwzlH,la :ljl(,IWS los
rudimento:,; lIlL:-;elelllentale:-; d(' tllla ('i\'ilizlwi{n que
lleg :-inapogelJ ('11 1f(ji('o y ('1 Perl.
ella tendencia
general la hl'a([lli('d\llia y tlWI
gran sCllll:janza con los (')'J.IWOS lIlollgnlp:-, y tJ.l'taro:-:,
se observan en todo,.; los puntos l'c(nl'ridn,.; por aqlwlla~ illllligra('iolles.
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VOR
LAS
FiIo:LV AR
Tres grupos perfectamente definidos por su situacin geogrfica; la comunidad de sus caracteres tnicos
y la analoga de sus civilizaciones, formaron las razas
indgenas, pobladoras de la Amrica del Sur.
La familia Ando-peruana,
la Caribe y la de las
Pam paso
'
La primera, como su nombre 10 indica, poblaba
toda la zona de la cordillera de los Andes y contaba
los l\Iuiscas, Quechllas, Aymaras, Araucanos ete.
La Caribe habitaba ese gran tringulo, que tiene
por vt>l'tices, el cabo Gallinas, el de San Hoque y la
desembocadura del Plata, entre los cuales se cuenta
los Caribes propiamente dicho, los Guaranes de Paraguay y otros ..
El tercer grupo lo formaban los Fueguinos y Tehuelches, hahitadol'cs de la Tierra del Fuego. De
los Caribes primitivos, cuyo asiento principal era la
cuenca del Orilloco, desciende, pues, el derivado tnico
que estudiamos, agrupado bajo el nombre de ramal
1ncrliterrl:nco .
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atvica de canibalismo, sabido como es que en el sisteroa dentario de los carnvoros predominan exclui:'iivamente 1m; caninos, y dados tambin, los hbitos antropofgicoB de los Caribes, remotos ascendientes de esta
degenerada tribu, que, extendida hoy hasta el cao
Macareo, presenta ese carcter comln al elemento indgena de Amrica, su tendencia la desaparicin;
no tanto por enfermedades, ni mayores estigmas fsicos de degeneracin, sino simplemente porque d~ja de
reproducirse.
El dialecto de esta tribu es el Guarauno.
Las
lenguas americanas, desprendidas de la~ dos grandes
familias Dravidiana y Ugro-trtaru, tienen profundamente acentuado el carcter de agllltinacin; es decir,
que por simple yuxtaposicin de b, element.os que
entran en la formacin de las voces, se modifiea su
valor gramatical, ( toman nn sentido ms mellos
diferente, para expresar los matice:,; de la idea.
Casi ninguno de estORdialectos lleg al perodo
de transicin, de aglutinado~ ii Her dI' flcxin.
De las seis }ll'incipale:,; familias <pIe componan
las lenguas americana", el Caribe y BU:' dialectos derinulos, era el hablado por los illdp;enas d(' Venezuela.
Este carlcter de aglutinacin era, () e~, tan act'Ttuado, que llega veces ha..~ta el polisentetisl1Io, llamado tambin h{)lr~fl'{l:Jli('(), como antittieo (le lo analtico.
So es (l vecef' una simple snte:'>islo qhe (,Il I'stal-;
lenguas confhnde en nn 8010 yoeablo los elementos dI'
nna idea, quizas muy compl~ja; sino \In verdadero
congloI11erado de palabras, colocadas unas cI\('irna (le
las otras.
Ejemplo, el pequeo vocabulario que tomamos
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los casos de
Dios,
Acarinato
}fi Dios,
Macarina.to (*)
Hijo,
Mauca.
.Mi hijo,
.Mamauca. (*)
:l\Iujer hembra,
Tida
Hija hembra,
Maucatida (*)
Hom bre
Nibora
Hombre malo,
Niborasida (*)
Uno (1),
Shaea
Domingo,
Misa
Dos (2),
Manamo
Lunes,
Yaishaca (*)
:Martes,
Yaimunamo (*)
Cuatro (4),
Aravayaca
.Mircoles,
Yaidijanan
Cinco (5),
Mojoba
Jueves,
Yaioravacaya (*)
Seis (6).
l\fontanshaca (*)
Viernes,
Yaimojoba
Siete (7),
Montamanan
Sbado,
Nausanuca
Ho,
Jana
Cao,
J anasanuca (*)
Yo tengo,
Ma cuar~ja
El tiene,
Ti cuareja
Usted tiene,
Y ea
N osotros tenemos~
Oeo cacatucaja
Ustedes tienen,
Ato abitoja.
Estas lenguas presentaban algunas diferencias de
desarrollo y de riqueza, segn fueron ms menos
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-concretan
sus balsmicas resinas, que dan al indio
cura para SllS heridas y lumbre y mirra para sus chozas.
El Cacarali-Rhinocarpus
exelsa-de madera superior para construcciones navales, empina su talla
corpulenta, coronando las selvas.
- El Sassafi's-Actiea
7Javicens1:s-cUYo tronco adquiere veces la circunferencia de seis varas, crece
soberbio.
El Aragllaney-Hignonea
pentophyla-y
las diversas variedades de roble, ofrecen su madera al ebanista. para las construcciones artsticas.
La Sarrapia-D'iphterix
odorata-cuaja sus perfumadas drupas, que verdean sobre el folh~e sombro.
Concreta el Purgo su jugo lechosQ, y la Vainilla
adhiere sus sarmientos los vecinos troncos, yperfuma como el sndalo la mano que la hiere.
La riqueza fluvial de la zona que atravesbamos era
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J)Jt GUAYANA
incomparable.
Ros caudalosos y de fondo capaz para
I buques de mayor tonelaje, surcan y fertilizan esta reI gin fecunda; y unidos y anastomosados entre s por
caftos <> riachuelos secundarios de aguaR dormidas y
profundas, forman una red intrincada y tan extensa
que, en una simple curiara pueden recorrerse trayectos de dos y tref5cientas leguas.
Por ejemplo: puede irse del E~e<1uibohasta algunas leguas al interior del Orinoco con cierta relati va
facilidad y sin mayores peligros, partiendo de aquel
ro, entrando al Pomarn, de ste Hguas abajo del
Guaini hasta el cafto .:\fon~juana, por cuyo euri;O se
llega al Barima; entrar por pste al cao Yariquita,
que IlOS conduce al Amacuro; b:~jar la corriente de
ste hasta el CIlYllbini; :,mbir ;te hasta su bifurcacin,
entrando por el ramal derecho que lo une con el A.rature, el cual de:,:;embocaen el Orinoco la altura de
la isla Y mataca.
Diez minutos despus de nuestra salida llegbamos t la altura del eafio Carosaima situado en la Tilargen derecha inglesa; cao de regulares dimensiones,
que rodea por el noreste el cerrillo de :5\1nombre, eslabn desprendido de lu prxima cadena de lmataca.
Al~unoR minutos (}p-;pu{>spasbamos frente ulla
antigua sub-cornisara venezolana, situada en la fa.lda
de la pequea colina Gllase. Al cabo de una hora
llegbamos la confluencia, en la margen izquierda
venezolana, de un segnndo cao que all desemboca
hajo un ngulo tan marr'adamente oblicuo que primera vista aparece como paralelo al principal.
1nmediatamente despus llegbamos la altura de otro
en la margen inglesa, llamado Uuabanu('o; luego otro
en la izquierda, el Diana; en re~'lWlcn, diez y siete ('aos
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distribuidos as: en la orilla derecha, Carosaima, Secumaca, Tocomamo, Muricamo, Yaguasicoro, Jana sanuca, Yabajobaca y Yariquita; y en la venezolana, el
Diana, Guase janasanuca, Guase janaida, Aguara, Simocomoquina, Biroto y Jalapaentro.
De estos cafios
el ms importante por su caudal importancia es el
Yariquita, que pone en comunicacin el Barima con
el macuro; y el error que sus dimensiones, en
todo iguales las de aquel cao, pudieran dar lugar,
se evita sabiendo que el brazo derecho es la continuacin del Amacuro.
A mitad de camino di visamos en la margen ve,nezolana, un pequeo paraje, sembrado de cocoteros;
era la est~cin de Guauno, situada en la margen derecha del cao de su nombre, antigua subcomisara
venezolana, incendiada por los indios.
Las rpidas inflexiones del Amacuro, despus de
la confluencia dl Yariquita, dificultan un tanto la
nayegaen; y nuestra marcha se haca cada vez ms
embarazosa por la larga cola de curiaras que traamos
remolque, hasta el extremo de que, en una de
aquellas rpidas vueltas del ro, la velocidad de la
marcha. y la fuerza centrfuga desarrollada al vencer
una curva de muy pequeo radio, rompi las amarras
que ataban la ltima de las curiaras, lanzndola por
la tangente, internndola entre el tupido bosque de
las orillas. Afortunadamente
estaba vaca y no hubo
que lamentar accidente personal ninguno.
Despus de cuatro horas de marcha, en que el
incenti V9 poderoso de lo desconocido, la atraccin que
en nosotros ejerca los nuevos panoramas que contemplaramos, de belleza montona pero extrafia y sugestiva; la sola circunstancia de que cambibamos la zona
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so dueo,
Ninguna
consideracin
haba bl1~tado para
despojarlo de Sil no muy apreciado ejemplar simio; y
al tratar de vencer un rpido randal,
tropcz la embarcacin con un pca~co del fondo, perdi() la veloeidad
adquirida,
se de~i\'i() de su direcci(JIl, y arrastrada
al
fin por la corriente se volc, eayendo al agua todo ('llanto contena y dando 1m intempesti\'o
hao ; SIlS ineipientcs tripulantl'~'
Pasado el primer
Il\omento de
general confusin, se busc ('U vano el mono, ~ quien
todos consideramos
ahogado, \"ctilllH l/li(~a de aquel
naufragio j pero cul /la sera nuestra sOI"]Jl'esa ('uando
eierta distancia
aleanzamo;-: ver, lIavegando
tranquilamente, sobre un barril vado, uucstro I\lOUO,enjuto y s('eo, hacicndo 1I111cca,..:
y \'isaje:-5 ('())I Sil varilla
inquieta y picarezea.
i Sahado ellllono ~ fl\{-:la exclamaci(n de O
y corri en su :-5oli('itlld, (~hol'J'eando
agua de sus vestidos empapados,
y reiustalndolo
en
su emharcacin, ya de llll<:'VOnparE:jada para pl'o:-5egllir
la marcha.
Intil es deeir (!ue todo~ quisilllo,", atribuir
l!(!'wl
accidente { la presencia del mOI\O, COIll pakro
illseparabIe de nuestra expedicin ha:4a Cllyurara.
:Xo era l';lo 101'5 J'pido:< cllni('o ob"teulo lJue se
nos presentaba;
{ eada paso troncos eado~ tran~Yersalmente de las frondo~as ribera:,;, oh4ruall
el paso,
ora disminuyendo
en ese puuto la profuudidad
del ro,
hasta BO haber t1mdo :-5ufeiente para el flote de la Cllriara, ora tendidos de orilla orilla, fiJl')uando verdaderos puentes naturales,
,\ nltul'as din>r~as de la :-iUperfieie del agua, algunos no mils de ;~() ecntrnetros
de {>sta.
En el prime' caso, al divisar ('icrta dii:itallcia
la sombra del trollCO cado ; tnn"p" del agua alll a J'l99
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llenta, si creamos que la ligera curiara poda pasar
por encima con agua suficiente, redoblbamos nuestros
esfuerzos, remando con mayor energa, hasta darle
la curiara la velocidad suficiente para vencer el rozamiento y vadear el obstilculo.
Operacin que ofreca algunos peligros de impensados chapuzones, pues ms de una vez sucedi que no
pudiendo apreciar bien la profundidad que se hallaba el obstculo nos vimos sbitamente detenidos por el
choque de la embarcacin con el tronco, encima del
cual quedbamos, en equilibrio instable, sin poder
avanzar ni retroceder ..
. Otras veces, cuaudo no era ya en el fondo del
ro donde estaba el obst1culo, sino encima, veces
flor de agua que se tenda el rbol derribado, procedamos de la misma manera: impulsbamos vel~zmente nuestra curiara, para pasar por debajo, arrojndonos
violentamente al fondo de la embarcacin en el instante de pasar, pues la distnneia entre el obstculo y la
superficie del agua era (t veces tan pequea, que apenas daba paso la lnea de ftotaci6n de la curiara.
Cuando no eran inconvenientes de esta ndole
los que dificultaban nuestra marcha, era entonces la
falta de fondo suficiente que nos obligaba arrojarnos
al agua y arrastrar por tierra nuestra embarcacin, hasta encontrar agua suficiente que le permitiera flotar.
Eran las seis de la tarde y no habamos llegado,
ni indicios tenamos de cu:'ndo pudiramos llegar. En
estos ros, sumergidos, por decirlo as, entre muros
de espessimo bosque, el fenmeno de los crepsculos
no se observa; muy temprano y casi sbitamente caen,
las sombras de la. noche, y tuvimos que detener la
marcha pm'a pernoctar en la orilla .
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DIr. OUA'I"AN'A
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--I--~---------------------- ------------1-Nuestra curiara, ms ligera, y que :M. y yo impulsbamos con rapidez, se haba adelantado conRiderablemente las dems, sin detenernos pensar qne
dejbamos tambin atrs la embarcacin donde venan
las provisiones, de lag cuales no tenamos en la nnestra.
Resignados, pues, ( no comer, atracamos la orilla,
donde divisamos un rancho de indgenas . ..:\tamos
bien nuestra curiara 108 rboles de la ribera, sacamos
nuestros chinchorros, completamente mojados por las
lluvias que habamos tenido en el trayecto, r intemndonos en la selva llegamos al rancho de indiof.\, donde
pedimos hospitalidad.
Esta nos fuC>cOJ\eedidn usanza de sus dueos: ofreciC>ndonos sendos pe(lazos de cazabe recin preparado.
Cer('a de la hoguera. que dentro del rancho tenan, asando ulla caheza de vqllira,
guindamos nuestros chinchorros. que al calor de aquel
fuego se secaron un tanto.
Sin duda que nuestra inesperada presencia tnrb
la tranquilidad de aquella fiuuilia indgena, (pIe permaneca, unos arrebujados en SUR ehinchorros, otros
acurrucados' al calor de la hoguera, en abst)futo silencio. Para corresponder de algn modo : aquella franca hospitalidad, distribuimos algunos cigarrillo", que
habamos logrado conservar secos, y que fueron aceptados por estos indios con muestra:.; de verdadero regocijo, pues todos inmediatamente 'empezaron ( fumar
con avidez, hasta el extremo de que el humo de.;prendido
de la hoguera y el de los numerosos cigarrillos (lue
ardan, hacan irrespirable casi, el limitado ambiente
de la chza. No obstante esto, y un tantillo de hambre, que el pe~azo (le eazahe, ObS~qlli()de los indios,
no haba logrado satisfacer, nos quedamol" dormidos
profundamente.
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BANCO DE LA REPUBLlCA
IIBLIOTECA LUIS-ANGEL ARANGO
CATALOGACION
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diente en su preparacin?
Los indios lo estiman mucho
y
son
muy
avaros,
hasta
de los escasos sitios donde
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se encuentra.
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Una de las raras industrias peculiares la raza ihI dgena de Venezuela, y que con ms ahinco ejercan,
pues su producto les sumini;,iraba element de subsis. tencia y de defensa la vez, era el curare.
Este veneno, originario de la cuenca del Orinoco,
. era preparado por los indios con varios jugos animales
y vegetales.
Tiene el aspecto de una resina dura, color gris
oscuro, de superficie brillante; su olor es ligeramente
empireumtico y su sabor es amargo.
Generalmente se admite .que est formado por la
mezcla de una sustancia activa del gnero de los alcaloides, con sustancias gomo-resinosas y diversas materias figuradas.
Se crea que el curare era una sustancia relativamente fija en sus efectos fisiolgicos y tambin en su
composicin qumica, asimilndolo un alcaloide aislable; pero las corte.zas de los diversos stricnos que forman la base principal de la preparacin (Stricnos triplinervia, Stricnos Gardneri, S. Castelna), contienen
un veneno relativamente variable y ms menos estable y activo segn sea la liana empleada en su preparacin.
Tanto es esto as que el solo jugo del Cocculus toxicoferus suministra, sin ninguna otra adicin, un curare
activo.
Entre la accin del curare verdadero y la de este
jugo slo hay un punto comn, el de que ambos hacen
perder los nervios motores su excitabilidad.
Pero en
tanto que con el curare esta prdida de exitabilidad so-
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l\IESETA
ROHAIMA
CASCADA DE ARABAPO
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CAPITULO SEXTO
~~E8AX"'DO
y triste amaneci Buestro eampamento el 14 de enero de 1noo. Las provisiones duraran apenas breves das; el horno de )Ianuel se
haba apagado, por falta de harina; la caza no nos proporcionaba sus recursos, y los ingle,;es haban abandonado aquel campamento, y haban ,fijado HUS tiendas,
aguas arriba del Amacuro, cu el sitio que denominamos
La Horqueta,)) donde el A macllro se hifurca, mejor
dicho recibe un importante afluente, la quebrada de (Polvo de oro,)) origen de la di:,;puta, que por primera vez
iba turbar la huena harmona entre ambas CoJlllSlOnes.
:Nuestro ingeniero en jefe, desesperaba ya por el
comienzo de los trabajos que deban practiearse all;
pero la falta de provisiones para distrilmirlas entre los
diversos grupos tcnico:,;, lo impeda por el momento.
Nuestros ojos, un tanto fam(>licos ya, no abandonaban la salida del remanso inferior, continuacin del
ro, por donde de un momento otro deba aparecer
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-l~~--i:~ispensables
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tien:lpo esperadas.
Sbitamente, turbando la quietud y el silencio de
nuestro campamento, se oyeron dos disparos en direccin del 'ro abajo, que repercutieron largo tiempo en
la selva. Era una sefial de C
; quien dando pOI'
sentada la inquietud que su larga demora deba habernos producido, se adelantaba su llegada, dndonos
aquel aviso.
Todos corrimos hacia l playa y no tardamos en
divisar una curiara que remontaba el ro, donde con
dos peones, vena C
, pero sin una lata de provisiones. Nuestro desencanto no tuvo lmites; que haramos sin provisiones?
El centro ms cercano de
abastecimiento distaba de nosotros alrededor de 12
das. Durante estas reflexiones, que in pectore nos
hacamos lleg C
.
Las provisiones estaban all; la escasez de agua
en el ro, le haba impedido trasportarlas consigo, y
las haba desembarcado en el sitio de La lancha, donde haban quedado bajo la vigilancia de dos peones.
Inmediatamente se estableci un tren de curiar!ls,
que en dos das las movilizaron hasta nuestro campamento.
Los trabajos comenzaron inmediatamente.
En la dista.ncia comprendida entre nuestro actual
cmnpamento y las fuentes del Amacuro, se establecieron tres vivacs intermedios.
La Juanita, La Horqueta y Morrocoy.) Este ltimo' escogido por el
doctor Tirado, quien toc el descubrimiento de las
citadas fuentes, y ia apertura de una pica que nos
condujera desde el ltimo de los citados campamentos
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nosotros el secreto de sus fuentes, volva desarrollar el Amacuro su caudal sereno y silencioso, hasta
volcar el nfora de sus aguas turbias en el seno paternal del Orinoco.
A las doce de la noche ganamos la boca, haciendo
alto en el pueblecillo de San Jos.
Este dorma profundamente; pero los repetidos
silbatos de nuestra lancha, hecho inslito en la vida
apacible y montona de aquella aldea, no tardaron en
producir el efecto deseado, y algunas luces que, por
entre las rendijas de las cerradas habitaciones se colaban, nos pusieron de manifiesto la alal'ma y consiguiente vigilia de algunos de sus habitantes,
Poco tiempo despus todo el pueblo estuvo en pie,
y con el mismo denuedo y valenta con que se ataca
una trinchera se toma una posicin enemiga, acome_
tieron nuestros peones con la nica pulpera all existente, no de agua sitibundos, sino de ms preciado lquido, que rompiera al fin el prolongado ayuno alcohlico. Locuaces y trasnochadores los sorprendi la
aurora, en sus matutinas libaciones, mientras nosotros,
recogiendo los chinchorros dbamos rdenes de marcha y nos reembarcbamos, para seguir viaje en las
primeras horas de la maana.
N uestro convoy se puso de nuevo en mOVImIento.
Los comisionados venamos en la lancha, los peones en
las curiaras que traamos remolque, atadas diversas distancias de aqulla, y en la que ms prxima
nosotros estaba, vena solo Antonio Govaia.
As se llamaba un chico, como de 12 aos, hijo
de indio y portugus que figuraba en el nmero de
nuestros mejores peones. Chico lo llamamos por su
edad y tamao, porque si seguirnos furanlOs por la
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no, y deseoso de t.rocar, siquiera fuese por un momento, el mandil de cocinero por alguna de las ms varoniles insignias de marino, comunic al timonel su deseo de que le concediese la direccin de la laucha.
Este, cumpliendo con su deber se neg ello; lo que
amostaz el nimo de nuestro Hrcules, quien montndose en clera, enarbol el poderoso brazo y dej(mdolo
caer, l. puo cerrado, sobre las mandbulas del negro,
lo tendi medio muerto y se apoder del timn.
Al motn formado acudimos todos; una segunda
pescozada de Juan derrib otro; en vano tratamos de
convencerlo racionalmente; se haba convertido en una
furia. Hubo entonces que recurrir la fuerza, y ::\1. ..
armado de uno de los atizadores de la horna11a, grueso
lingote (le hierro, (li con l tan fuerte golpe en la cabeza del improvisado marino, que lo bafi en sangre
y lo tendi largo largo en el fondo de la embarcacin. Esta, abandonada por un momento iba ya embicar sobre la orilla, cuando el negro, vuelto ya del
tremendo golpe, a:3icon presteza el timn, restablecindola en la direccin con venientc.
El certero golpe que derrib .Juan no calm
sus mpetus, sino que recuperado del desmayo que
aqul le haba producido, :3eirgui de nuevo amenazante, sobre el amedrent.ado timonel; fu necesario entonces atado fuertemente de pies y manos, y entregarlo
la polica de l\Iorajuana al llegar all.
Este fu el eplogo de nuestro primer viaje .
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SEGUNDO
V:I:.A.JE
SUMARIO
Segunda internacI6n.-Aguas
arriba del Barima.-La
sierra lmataca.Vestigios de antiguas poblaciones indfgenas.-Arte
americano precolomblano.-John
Davis, nuestro indio cazador.-Cascadas
del Barima.
-Un tigre en el campamento.-La
Inundaci6n.-Diftcultades
de la slerra.-Fauna,
Flora y Gologfu.-Un Indio caribe.
CAPITULO PRIMERO
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-t~_Dice el Laudo que de las fuentes del Amacuro hacia el interior de Guayana, la. lnea fronteriza corre por
el espoln mayor de la ~ierra de Imataca., hasta su punto ms alto, frente las cabeceras del Barima.
X uestra entrada, pues, era forzoso que fuera agnas
arriba del Barima, hasta encontrar sus fuentes en dicha
sierra; las que det.erminadas convenientemente deban
conectarse, por las cumbres de la sierra, con las ya conocidas del Amacuro, para seguir luego, en direccin
sudeste y siguiendo aquellas cumbres, hast.a las fuentes
del Acal'abisi y por sus aguas bajar al Cuyuni.
La Comisin britnica sufri una modificacin en
su personal; l\fr. Mc. Turck no formab? ya parte de
ella; en cambio su dotacin cientfica fu mejorada con
la adicin de dos ingenieros y un explorador.
No se nos escapaba lo arduo y penoso que sera
nuestra expedicin, por lo muy poco cono(;ido, al menos hasta cierto lmite, de las regiones que bamos :t
transitar.
La sierra Imataca nadie la conoca. Los exploradores ingleses, Shombnrgk entre ellos, no haban pasado
de Rockey-River, afluente del Barima, muy distante
todava- de las fuentes de ste; y las referencias que
habamos obt.enido no nos merecan gran c~dito.
Decan unos, que desde el top~ de un rbol elevado columbraba hacia occidente una cordillera elevada,
cuyo perfil se vea correr en direccin sudeste.
N egaban otros la existencia de dicha sierra, y slo
hablaban de ligeras ondulaciones del terreno, aisladas,
sin eslabones que las unieran entre s, y no obedeciendo
por tanto sistema alguno definido.
A ser cierto esto ltimo los trabajos de esta etapa seran muy arduos; pues, cmo fijar con exac-'--.--
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NUESTRO
INDIO
COCINERO
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"La Astrologa y la manera complicada de designar grficamente las divisiones del tiempo eran la causa principal de estos extravos artsticos.
Cada suceso pareca recibir influencia de los geroglficos que
presidan el da, el afto la dcada. De donde se origin la idea de juntar signos y de crear seres puramente fantsticos. Tambin el espritu de las lenguas americanas, que permita recordar gran nmero de ideas
con una sola voz, facilit6 y contribuy esas creaciones extravagantes del arte simblico."
Como manifestacin de arte, Vellezuela slo tuvo
la alfarera, para la cual empleaban la arcilla, mezclada
con ciertas cenizas, y barnices preparados con gomas y
resinas naturales.
Fabricaban vasos guisa de botella", para conservar bebidas; otros destinados la coccin de lOFl alimentos; lmpara.s en forma de pjaros; urnas funerarias, y pipas cachimbos, algunos con figuras humanas
.
Aunque desebamos vivamente reanudar nuestro
viaje con las primera~ luces de la maiana, nuestro embarazoso tren de peones y provisiones, nos hicieron demorar ms de lo que descitbamos, no .;aliendo hasta las
9 y media a. m.
Minutos despus llegamos i la bifurcacin del Barima, mejor dicho, la confluencia del cao KOllriabo, que da su nombre aquel sitio.
La rapidez de la corriente en este punto 110Squit6
algn tiempo, pues nuestra la11('ha, cuyo motor era de
petrleo, apena:,; poda dominar aquC>lla, rceargada :-;u
tracci6n con el peso de los boteH (IUO traamo:-; :. remolque. Veneida por fin la corricnte, cntramOH de
nuevo en aguas tranquilas.
Al da siguiente, la.::;H
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CAPITULO
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SEGUXDO
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pesar de las medidas higinicas condl1centes
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mejorar las condiciones de nuestro infecto
campamento, la humedad natural de aquel suelo fangoso
no lo permita. Estbamos situados al comienzo de la
pica abierta all para evadir el salto; piea que tena dos
puentes de madera bastante s,liJos y resolvimos entonces variar de sitio, cstableeiendo nuestras tiendas
al trmino de aqulla, embarcadero natural despus de
vadeado el salto.
Las previas exploraciones que hicimos nos garantizaron suficientemente de la superioridad
de aquel
paraje para acampar.
Adems, como nuestras provisiones y botes ya haban sido trasportados aquel sitio, era lgico que all tambin estuviramos nosotros.
La sola perspectiva del paraje, de horizonte ms amplio y despejado, habra justificado plenamente el
cambio.
La cascada comenzaba all; el cauce del ro, en
una longitud como de una milla, estaba totalmente
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erizado de peones, unos flor de agua, otros sobresaliendo varios metros por sobre la superficie;
aislados unos, unidos entre s otros, como diminutas
cordilleras, dividiendo y subdividiendo el ro en un
laberinto de caos, raudales secundarios, de rompi~ntes y escollos, que imposibilitan de manera absoluta
la navegacin.
Pero antes de entrar en aquel cauce
irregular y peligroso, manso y sereno se expasiaba el
ro, frente nuestro nuevo campamento, como un pequefo lago de dormidas y profundas aguas; tal era la
lentitud de la corriente en aquel punto.
All, detrs de un gran pefin, escogimos sitio
para nuestro bao, en la orilla opuesta, que favor de
nuestras curiaras, ganbamos fcilmente, y all tambin la selva,' menos avara de sus dones, nos regalaba
diario con buenas presas, gracias la habilidad y
tino de nuestro indio caz~dor.
Llambase ste, John Davis, nombre ingls que
adopt de uno cuyo servicio haba estado. De estatura regular, color acanelado, bien constituido y muy
joven. Lo habamos enganchado nicamente para la
caza, y era tal su destreza, que el animal que le exigamos era siempre trado nuestro campamento. Andaba desnudo; un guayuco de tela carmes, y una
ancha faja la cintura, en la cual ocultaba un pequefio cuchillo de monte, componan su indumentaria.
Silencioso, indolente y contemplativo, como todos los
de su raza, cumplida su misin, terminado su diario
cometido de procurarnos alimento, se meta en su
chinchorro, horas enteras, inm6vil, mudo, como aquella naturaleza enigmtica y virgen.
Con su escopeta al hombl'O y s610 tres 6 cuatro
cpsulas cargadas, se internaba aquel indio, leguas de
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leguas en el bosque secular indmito, ocano de verdura, donde no haba referencias posibles par.a la orientacin; donde nno cualquiera de nosotros, civilizados
como ramos (al menos tenamos tal pretensin), se
habra extraviado irrerniRiblemente, con slo intrnarse un centenar de metros.
y sin embargo, aquel semi-salvaje dominaba por
completo la selva; la recorra en todas direcciones;
andaba y desandaba los ::;enderos que slo su planta
haba formado; la selva era su medio, su propio y natural ambiente.
El senti.do de la orientacin parece
estar en razn inversa de la ('ultura individual; las
aves lo poseen en uu alto grado de desarrollo.
en da le dijimos:
((.John Davis, la carne de vquira nos fatiga ya; traiga hoy otra cosa, que no sea
vquira, acure ni pauj.)
El indio no contest nada; y ::;e alej silbando
algunas notas del rna1'emal'C, canto indgena, lleno de
salvaje melancola, monltol1o y cxtrafio, cuyos acentos
traeran quizs, al alma primitiva de aqnelloH moradores, quin sabe (lU~ reminiscencias y vagos recuerdos de remotas tradiciones!
Con su escopeta al
hombro, y su paso firme y derecho dcsapareei cntre
108 rboles del bOHque.
-l. Cmo explicarse esta rara cualidad, deea C ... ,
en quien no posee los ms elementale:,; rudimentos de
instruccin; cmo no titubea siquiera en aquella in,,
i variable uniformid~d de la masa vegetal, al elegir una
I direccin, en ese ddalo i.nextricable de rboles y plantas si n absolutamente iguales al menos en todo se1
mejantes ?
-((Esa es una mosca verde que ellos llevan, y que
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-Hasta
el infinito, replic T
; hasta la l1'ans .
formacin d", los individ1W8.
-Ya s que vas hablarme de las metamorfosis
del gusano en crislida y mariposa; hechos aislados.
-~6;
esa transformacin no slo se verifica en
el reino animal, sino tambin en el vegetal, que tiene
una gran tendencia (l la yariabilidad; y por lo que
hace al animal, no es un hecho aislado la metamorfosis que tan oportunamente citaste.
Esas metamorfosis de un mismo individuo, correspondientes cada uno un medio diferente, son frecuentes en la naturaleza; hasta el punto de <ue si el medio se inmoviliza, la forma perodo correspondiente
se inmoviliza tamhin.
Ejemplo de ello la;;metamorfosis de 1m; prot('o.~,' primero son renacuajos, iespiran
en el agua por medio de branquias y est<n provistos
de cola; adultos, pierden (-sta y respiran en el aire con
pulmones; mes bien, en ciertas grutas oscuras, donde
no puede Ralir del agua, el renacuajo no se transforma y, si no me equivoco, h~o el nombre de pl'oteo
angu~lorme fl1P descrito durante largo tiempo como
una especie IIuento
-Pero
qu(. tiene que hacer .John Dayis, nuestro cazador, con ese renacuajo de <tle hablan ustedes,
interrum pi O
Permtanllw <ueles refresque la
frase aqu(.]]a de fiancho: (dilo~{ficosest(is, luego hambre ten61s.
-El carnero, prosigui T ... , habitador de las regiones templadas y fi'as, pierde bajo los tl'pieoK la
lana; en ciertol'i peces, moradores de las profundidades
del mar, lo~ ojos !lO existen, adquiriendo el tacto por
eompensaei(lIl, 1lIl gran desarrollo,
-X o son s(,lo ctel dorninio (k la historia las ideas
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Dos detonaciones, que por largo tiempo repiti el
! eco, pusieron trmino aquel dilogo ..
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. Qu nueva presa nos traer .John Davis'! excla',
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GUAY~NA
del cuerpo. Este prolongamiento ceflieo es horizontal, vesieuloso; las llntenas cortas, con un filamento
terminal, tienen dos articulaciones globulos3s; los clitros, de un amarillo verdoso, presentan en su extremidad una gran mancha eircular, radiada y con matices,
. manera de un sol; su longitud es de 1() eent metros
y su color general amarillento, maculado de negro.
Este curioso spcimen; que slo se encuentra en
Guayana, lo trajimos hasta Caracas, y figura hoy en
la coleccin entomolgica del seor Vicente Arvalo,
. quien hicimos donacin de l.
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CAPITULO TERCERO
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UJl: OUAYAN'A
chinehorros,
enervados por aquella villa ." aquella hora pesada y bochornosa.
JI. C. y O. dorman profundamente,
y otro de
nuestros compaeros,
distraa aquellas
perdidas horas,
tocando en una primitiva
flauta algunos airps conocidos.
Atrado quizs por aquellas notas, tan extraas
las condiciones del medio, un indio caribe, morador de
las riberas del .Aearabisi y ahuyentado
tal vez por
la proximidad
de nuestros compaeros
hacia a<luel lado, se fu acercando lentamente y sin ser visto, al campamento, hasta acurrucarse,
cauteloso y tmido, bajo el
chinchoro del t:jeeutantc;
un grito de sorpresa dado
por ste, al apercibir
la presencia
de a(luel extrao
huel'3ped, despert : los compaeros
y todos tratamos
de atraer de lluevo al indio, <\Iien espantado
con la
alarma que su presencia haba
producido, haba ido
retirndose de espaldas lweia <,1 bosque.
()freci{.ndole
tabaeo y dindole muestras de eonfiunza y Himpata, lo
redl\jimoF:, y ,"ino de nue'"o haeia nosotro;.;. Era alto,
delgado, pero lleno de ("ame" y bien propot'cionado;
color muy daro, fisonoma herrno,.:a, (h, ra:-;go,.:,.:eY<'l'OH,
llenos de vigor (. inteligcneia;
pdo lJ('gt'o y muy largo,
hasta caerlc sobre los hom bro:-;, nariz bicn t l'azada,
con alas ligeranwnte levantadas.
~\l dialecto era \In
canto cadeneioso, llCllO de melancola
y abandono;
dirase que no articulaba
::-:ino <pie ~t~ prO(lllea en sonidos llenos de inflexioTlei3 de~c()noeida~ para nosotrol'.
Aquel indio perteneca ( la raza iJl(lp;cna rn(:~ hernLOsa (. intelip;ente <{ue haba el! \~enez\lela;
cuyos \"aros ejernplare::-:, ya muy e::-:ea~o:-:,
habitan las Clleneas del
Cuyuni y Acarabisi (Carabi,.:i, en Caribe), adonde no
muy tarde llegaramos tambin.
~ati:-;feeho y eOlltento
sali nuestro interesante huespcJ del campamento, pues
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Uyiema
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Papai
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Hijo
Utim(
Hija
Hermana
Nan:ja
Uyench
Baruch
.Manahuit
Som brero
Ar
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Acune
Camisa
Pon
Pnntaln
Purcu
Aguardiente, ron, Sob
Escopeta fusil
Aracabusa
Checua
Cabestro
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Gallineta
Hamaca
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Calabaza
Caa dulce
Cazahe
Yuea
Peizar
Chicarl
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Equimnn
Tuna
Agua
Fuego
Uno (1)
Dos (2)
Tres (3)
Cuatro (4)
Cinco (5) varios
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Apoe
Tiquin
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Sagran
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las
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por donde parti6 una manada de v(quiraR, huyende nuestra aproximacin y de la del jaguar, que
persigue con ahinco; manifestacione~
palpahlel" de
\'ida zoolgica de aquellos bosque:,;,
Pero la denRidad misma (le la vegetacin, donde
slo Re alcanza un re(lucidsimo
horizollt(l, permite f,eilmente < los numero.;os hahitantes
que la pueblan
ocultar~e i nuestra vi~ta, por el natural instinto de
consernlCin,
solicitado por los "recursos (Ille aquella
exuberante
naturaleza
les brin(la, entre los ('uales es el
minwti8J1l0 \1ll0 de los m<s notables,
El anillwl lmsca siempn> para estar, a(luellos medios fsicos, \'egetales, terre,-,;treH acuticos,
cuyo color est ms de acuer(lo con el ~uyo, hasta confundirsp
con dicho~ medios y no haeer pereeptible. Sil presencia.
Este euriu~o f(~llllleno (pie, en la tl\l na cntomolgica ad(Juicn un alto (lc:-;arrollo, hasta el ex tremo
de que la misma tcn'lIla anatmica
es en todo i'5cmejante al medio donde yiY(~ pl animal, ('fimo sucede
con el Bu('ilo de R(,~,(lue pare('e fOl"lll:ldo (le talloR
.;\ccosde plantas. se hace tamhi(.n extensivo i toda la
fauna guayunesa,
Hay entre el color de los f~tng();; (!l. los ro,.:, sitIO
donde preferentemente>
Plleontralllos
la danta, y el
color de la pipl d(> e~tc clladnpcdo,
,.:em(:jallzn ('Olllpleta;
el aCllre, de pelo berll\(~jo" tienc ])t"(~di]e(('i(1I1
por los terrellos gredosos, ('OlJ CIIYO ('olor tJ('illllPnte
Re confullde;
y cosa natural! este fen("llcno (',.:t.siempre en raz(m dil'l'eta de la e~ca,.:ez de Il1cdio~ de d(fensa en la especie,
La caracterstica
de la fauna de Clllayawl y (le
toda la .Am(.rica, es el contrastc que exist' cnu'(' Sil
gran val'edad y la especializaci6n
de SIIS t()l'llla~, (~um167
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POB
LAS
IikLVAS
En el orden de los Lepidpteros abunda notablemente las Falenas, gusanos gemetras; de los cuales
tuvimos una verdadera invasin, en nuestro campamen to de la boca del Acarabisi.
La cada de millares
de estos gusanos, desde las copas de los rboles, ha.sta
el suelo, donde realizan sus ulteriores mutaciones, produca en el bosque que nos rodeaba la misma impresin que una lluvia menuda y constante, por el ruido
que hacan al caer. Xuestras ropas, nuestros chinchorros, nuestros enseres todos, estaban invadidos por
aquel gusa.no, que caa constantemente de 108 rboles;
y ha..<;tapara comer tuvimos que valemos de ciertos
arbitrios, para impedir que tambin cayeran en nuestro plato, cubriendo stos con un papel, por debajo
del cual deslizbamoR la mano.
Durante ocho das Y ocho noches consecutivas cay
sobre nosotros aquella verdadera lluvia de gusanos;
y un mes despus, abandonado ya el campamento
instalados en otro, al remover nuestras ropas de cama,
salan de entre ellas mariposas, encontrbamos crislidas, de los gusanos que haban quedado rezagados.
Entre los Dpte1'08 vimos aterrorizados varios
~jemplares de la Lucilia lwrninvora.
Este insecto, de bellos colores amarillos, como oros
de matices distintos, tiene el trax y el abdomen de
un color azul subido, con reflejos purpreos; alas trasparentes, ligeramente lechosas y patas negras aterci\lpeladas.
Escoge para poner sus huevos las carnes en d~scomposicin las fosas nasales y la boca del hombre.
La larva depositada en las narices, es arrastrada
por los movimientos de inspiracin ,veces hasta los
_s~n08frontales,-:o~d~_co:pl~"-,,n
desarroll",-y f~III_
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---1
cilmente se comprendern
los dolores atroee~ v graYsimos desrdenes que este t.emihle hn(.:-;ped determina
en el organismo hurrulllo.
Por fi"lrtulla, (.stt' !lO es uu parsito
propio
d('1 homhre, pues no lo ataca :-;ino aeeidcntaln)(>Il(.
Entrl' los iU!-'t'dus (le este o)'(h'n d(' los (lptero:-;,
ninguno, ell la adualidad
m(s important(, que los zancudo:,:, enemigos enearnizados tlel homhre.
A deeiJ' n~rdad no eran {.:-;tos lIluy ahundantes ell
la,.:divcrsa:-: zOlla:" (JlH' lltran'samos;
no sabemos hm;ta d(ndp se le 1)(I(>d( (lar latitud al pJ'(~jlli('io, de (UC
las aguas negras d\' los ros, no dan llIucha ho:"pitalidad ( la:-; lanas (le ('sto,.: in:"edo":.
~ o oh.;tan te, los hay a lHlIHlalltemcllte, no t(ntos
como pn la Xllc\'a Zelandia, donde se hall \'sto mangas d(~ 1I11('\'(' ll)(>trol' de an('hllra, dos de (':"pesor y t;')()
de largo.
{';[nto, alarmant('
('OIllO un grito dt gllt'rra y
:-,lUS desespeJ'Hllte:-; picadura,.:, UI)'" los hall
hecho odio80:-\ siclIlpn;
p('l'() llIW\'OS .'" reab, ppligro8 para el homhre se ha.1I (le,wnhierto eu (.4e (Iiminuto illsecto, 11\' los
euales se {'uentan hoy l-t g(.nc)'o;,; y :!;')H eClpc(ie:::.
Bs en el ClWl'jlOde 11):-' zaIH~\l(los donde se d(~:.;arrollan lo.; l'>poJ'ozoaria.; l l\(('tIlamihas,
trasmisores
(le la
malaria, la fiehre amarilla,
la fil:\rio:-:i:-:,la elefillltiasis
y hasta la lepra, para algulIos.
ColoeJndonos
uajo el
punto de yista de la parasitolop;a solamente, !lOS limitamos ( verificar l'n GuayanH la existencia
df' la llUmerosa familia CIf/ir'ida, en sUs g(.neros, An{)felf'.~ que
propaga el paludismo,
,...
'{c.'-/o'Jlyia, la fiebJ'(, amarilla
y
Cula, propiamente didlO, propagador
dI' la Filaria;
todos Hemagogos.
Es en las aguas estancauas v en descomposicin
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vitalidad,
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Oramilwas.
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La nunH'l'Of.:a t;lIl1ilia
de la:-: P,dlll!(,~, a(lcms de
las ya enumeradas nos (la: el ~(~je :\Llljuidina,
."('/u1nt
,{'yia, cuyos frutos son (~omidos por lus indio:-: pn lIaturaleza, pl'eparalHlo
('011 ellos
un lqllido (':-:l)(':-:O ii
manera de chocolate.
Los que hacen liSO de esta planta ('11 su alilll(JlItacin son los .f/ftllralllllM, (}uiell(,"; presPlItan
los lahio,.;
y toda la mll('OSa hlleal tpiiida de n~jo, pOI' 11/1 lall'x
purpreo
(tUl'
Entre las
tiene
didlO fruto,
Est('J'(,(t1i!!'(,(I~,
tribu de la,.;
Hitl/('J'('II.~,
ohservamos
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Ole Gl'AYAS.4-
Barima y-generalmente
en toda la sierra 1mataca, donde puede decirse que hay bosques de l. Su producto, como es sabido, c; arteulo de gran comercio.
pe()ll
pntregar
ex plo-
del
('U/'(1I'(,.
(*)
Las JfirII,n'r(.'1
ofre('{'1I
un
g{.H'to J('
Barbasco-
.I aquina arstata.
PapillOlM('ea,~: tribu dI' las Ual bcrgieas:
Hoble
blanco ameriea I\o-Plalym i,~('lfJll pol,'/str(f'! ullI-Y la
Sarrapill-Dipta.1'
(/f{o)'a/a-que Ilr'g() ser producto
de gran consumo, aunlllll' :-;n ilr(~l'i() ha dl's(~pndido
mucho.
Stricnm; triplinervia
y Stricnos
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Para estudiar
,.;istcmtiea nen te las l~ondicioIles
agrcolas
dc la vasta regin recorrida
por nosotroH,
y sn adaptacin
i los <liYl'rsos culti vos <1Ile determinan la I'i<lucza nacional, npclNlrio ";l' hace dividir
en zonas diversas csr exten::;o tcrritorio
comprendido
entre el Oc(.ano .Atlintieo al X orte y la Sierra de Parima al Sur, lmit(, ('lJll el Brasil.
La primera zona, que !lOS permitimos llamar ZotU del Litoral, se extiende
de>ide las riberas del oeano hasta la altura de I'ien metrO5 sohre el ni\'el del mar,
La segunda,
eha, extendida
mero~ eslabones
ZOlla
de la.~Sdva.~, propiamente
llamar
dilos pri-
Regin alpina
-:.---
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la medida de aqul, desvindolo de su natural direccin, atrofindolo y empobrecindolo, hasta secarlo al fin, si la vitalidad de la especie no logra sobreponerse al sofocante abrazo de la liana.
Sus formas varan hasta el infinito; ora son tenueR
cintas florecidas, como silvestres guirnaldas, que fe.'3tonean los troncos y sonren en el ramaje de las copas;
ora gigantescos brazos verdi-negros, como bronceadas
sierpes, que abaten hasta el suelo los follajes; ya
una red inextricable de hejucos, de todos los tamaos,
como la complicada cordelera de un gigantesco velero, que hubief3e naufragado en aquel inmenso ocano de
verdura.
Algunos, uniendo entre s las copas de los
vecinos .rboles, forman arcos, en series regulares, que
la l~juriosa vegetacin epifital convierte
al fin en
arcadas y bvedas, de una magnificencia natural que
sorprende.
Otros i-3etienden horizontalmente de una orilla
otra de los caos angostos, como cimbra dores puentes
colgantes, por donde pasa veloz y sereno el indio, sin
perder el equilibrio
.
Estos bosques estn envueltos en algo as como
un ambiente de solemnidad.
Como la luz del sol no
penetra sino muy difusamente, reina siempre en ellos
una mistrio8H penumbra, que envuelve el [mimo en
secreto recogimiento; y, como entre las naves de un
inmenso templo, se pierde la vista entre la t'lerie numerosa de columnas y pilares, as en estas selvas la
interminable sucesin de rboles y troncos, limita el
radio visual y nhruma. el espritu con su pensatez y
monotona
.
Dos fenmenos de ndole anloga se verifican en
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El litoral de UUHvana
sobJ'(' el Atlinti~() est
,constituido por una inmensa zona de limo arcilloso y
blando, mezclado il grande:", cantidades de snsbmclas
vegetaleH en JCl-icomposiein. Despu?s dr esta f~lja fi)I'mada de alnvin y productos d(> acarreo~, hay una
segunda zona, que en ?pocas muy remotas constitua
la ribera del mar, formada de capas de arena sobre
lecho de arcillas, <{uese C'lenl hasta ciell pic~ sobre el
ni\"el de aquel y que cOllser\"a todava el rizado de la."
ondas. Estas are1lal-i8011tamhi{>n detritus de rocas primitivas y de transici{n, granito, gneiss, "ienitas, cuarzo, prfidos, eX<luistos, productos de erupciones volcllicas, que extendindose hasta las zona,; y {'HUCeS de los
grandes ros de esta regin, forman las molcs que
obstruyen y hacen innavegable" sus corriente~.
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TERCER
VIAJE
CAPITULO PRDIERO
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onz. harina.
id. arroz.
id. puerco.
id. carne salada.
id. pescado salado.
i) id. azcar y
2 id. galletas gJ.andes.
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En estas provlslOne8
80 libras sal.
160 id. papas .
10 jamone.;.
:)() ths. lltleso.
04 lts. mantequilla.
H() potes leche cond.
200 lts. manteca.
-10 id. frijoles.
1O id. arroz.
no ths. cebollas.
10 ill. fljO:';.
40 id. lentt'jw;;.
12 latas salmn.
12 id. sardinas.
60 lata<; carne del X arte.
:-3Gid. chocolate.
24 htlla.s. aceite.
() salchichones.
24 cajas macarrones.
12 btllm;. vinagre.
200 lus. nzlcar.
12 cajas galletas l'3oda.
2(x)
Ths. harina.
25 id. garbanzos.
() latas oat-meal.
1 caja bacalao fino.
60 potes cxto. carne Liebig.
12 lbs. t.
2!) id. caf molido.
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LAS COMISIONES
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DX QUAl"ASA
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Ii tarro:-; para
sartencs.
agua.
ealdero gralllle.
2 perole:-; para achiear.
1 pala ..
1 sopera.
6 rollos cabuya.
2 (nchilloR.
1 martillo.
1
";('1'1'11<'110.
197
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POR
LAS 8!U.V.AS
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minando algunas observaciones necesarias para las ratas cronomtricas, y los dos restantes de nosotros,
con MI'. Perkins y todos nuestros respectivos trenes, salimos de Demerara.
Bartika es una pequea aldea inglesa, de apenas .500 habitantes, situada en la confluencia de los
ro" Eseq\libo, )fazzaruni y Cuyuni. Sirve de centro de organizacin las expediciones mineras aurferas sobre el alto Esequibo y Potaro y lab diamantferas sobre el :Mazzaruni. Varios sindicatos americanos ingleses explotan estos ltimos yacimientos
de diamantes, cuya produccin ascendi en ese ao
dos mil y tantos, no de gran tamao pero s de
una blancura irreprochable.
Esta aldea dista de Georgeto,vn setenta y dos
millas y la navegacin se hace en 10 horas, las cuatro quintas partes de ella, remontando el ro Esequibo, llamado por los indgenas hermano del Orinoco, tal es su magnitud.
En efecto, tiene este ro en su desembocadura
treinta millas de ancho y su curso es de 600, si
bien su navegacin es en extremo difcil por la numerosa sucesin de sus saltos.
Dos grandes islas tiene cerca de su desembocadura: la Iguana y ((Guocanamo, nombres indgenas que los ingleses se han apropiado, convirtindolos en stos: d~eguan para la primera y 'V akename para la segunda.
Pero casi en el lmite donde termina el ro y
comienza el mar existe hoy otra isla, mucho ms
pequea que las anteriores, que hace cincuenta afios
no exista. El origen de su formacin es curioso,
pues es debido al naufragio en ese punto de un
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DJe ULAYA~.
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bote que sirvi de ncleo, alrededor del cual comenzaron las aguas depositar limus y detritus de acarreos, hasta su completa formacin; hoy est poblada de tupidos manglares.
De todas las citada.o; isla...,la ms importante es
la Iguana. Su direcci{n p~ paralela al ~je del ro;
tiene 10 millas de longitud y H.OOO almas de poblacin. Hace 25 ao:-3existan en ella muy ricas factoras de azlcar; pero la depreciacin en que ha cado
el productD l~ ha reducido do:,;.
La segunda isla en dimensi6n es ((Guocanamo)
del mismo tamao que la antilla inglesa de Barbadas; dato que da una idea aproximada y grfica de
la magnitud del Esequibo.
Despus de nueve horas de navegacin, atracaba nuestro trasporte al muelle del (Penal Settlement,))
penitenciara modelo de la Colonia, situada en una
colina, la margen izquierda del ro l\Iazzaruni.
La perspectiva que se ofreec al viajero al acercarse ese pintoresco sitio, es una de la", ms hermosas que se puede ver .. .:\. la izquiel'<la el majestuoso Esequibo se pierde en el horizonte, abriendo
una inmensa brecha en el vasto OCl>anode verdura
que forman las selvas; al frente el ~razzaruni, con
sus aguas negras, se expande en el sello (le! anterior, trazando en sus aguas una aueha filja o;,;cura,
que va insensiblemente pCl'<lindose, y sobre su ribera
mu
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BIBLIOTECA
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J)K GUAY"S"
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hemos comido nada durante el da, pues la inmovilidad absoluta que hay que conservar en los hotes para
evitar un volcamiento, nos impide movemos.
X uestros botes ntn dando saltos y tum hos por
encima de los peones () insinuindose con grave riesgo, por los pequeiios eanalcs que se forman.
lG setiembre.-Estamoi'l
ya en los saltos A.racabusa (*). Aqu el ro bifnrcado en dos grandes canales, de ms de una milla de extensin cada uno, encajonados entre inmensas masas de rocas volcnicas,
se precipita vertiginoso, por aquellas pendientes. Xnestros botel:;necesitan atravesar trani'lversalmente a(luella
peligrosa zona, para ampararnos detris de un gran
pen aislado en el centro. Un minuto (le desfallecimiento en los remero,.;y todo eRt( pentida, inclusive
nuestras vidas.
Hemos pasado sin mayorcs p{.rdidas,-apenas
un
saco de frijoles cado al agna-los saltos de Araca busa
y estamos prximos llegar Arawak-matope, ltitima estacin de poliea inglesa, i'lituada al pie del salto
de Big-matope.
A(lU permaneecremos dos da,.;, ei'lperando los
dos compaeros que dehen reunrsenos, y (lue para
evitar los cronmetros la:-; constante;,;' :-;acudida8 de
aquella snce8in de rpido:,,;y cataratas, haMan venido
por t.ierra l favor de una larga pica.
lB setiemhre.-Salimos
de Arawak-matope las R
a. m. y hemos parado para almorzar en la isla :Maritonto El ro, despu{.s del anterior "alto, Re presenta,
, grandes trechos, ms accesible la navegacin.
20 setiembre.-Hencs
al pie del gran 8aIto de Ti-
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AT,DEA
NUES'1'HO
DE
CAl\lAIGUA"AN
r,.AMr.Ai\1.~:'iTO
DE
ARA.WAY.
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I .K OUAYANA
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brantamos y dispersamos aquella inmigracin de pcari8 y despuR de media hora de combatc tenamos embarcadas en nuestros botes 25 vquiras muertas y dos
vivas, cogidas con gran dcstreza por 1\11'. Perkins.
Buena racin de carI.1e! suficiente para un e,j0rcito. El
resto de aquel salvaje rebaio se dispers en diversas
direcciones.
ToJos pen,,,<ulloscon razn que algn tigre la~ persegua, supo;;icin que despus comprobamos ser cierta.
Resultara montona la enumeracin.de los incontables saltos, rpidos, cataratas y caseadas (lUC durante
los dos mescs de nucstra remontada del Cuyuni, tuvimos que pasar, c\'adir y remontar.
)IaH es im pOHible pasar Cll ,;ilencio la mayor y
ms difcil dc esas ('atarata;;, llamada por los ingleses
Devil Halb
_Maravillado queda el nimo en la t'olltemplacin
de esto que podramos llama!' locura de los elementos;
la nocin del humano esfuerzo queda reducida i una
miserable fl'lH'ein y es ,"ano intento huscar cn el mezquino lenguaje h IllllanO, forma adecuada, ex presin
elocuentc, que eOllsagrc (1(luella palpitu('i(Jll soberbia
de la vasta naturaleza.
Dira8e que el genio poderoso
que presidi en las poeas prehistrica:-; la,: con vulsiones del planeta habit.a all y ha querido perpetuar
en los siglos la grandeza de su poder.
Aqu el ro d~ja de ser ro para convertirse en
una inmensa olla hirviente, <le ins d(' dos leguas
en contorno, semura<la de gigantescas rocas negras,
bituminosas y lucientes, como inmensm; ('atedrales (le
bruiido bano. Laberinto ineXplicable de corriente;.;
y contra corricntes, de ent.radas y salidas, de ('analcs
y tneles, en ineOl}('chiblcs movimientos de anlll('('S y
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retrocesos, en que parece que las agti"asse han sustrado las leyes de la gravitacin universal.
Bstenos
decir, que en la ascensin de este rpido, de esta
serie de cadas de agua inconc~bible, tardamos una sernana y en nuestro viaje de regreso lo pasamos en una ho'l'a.
Por largas picas abiertas unas veces en las islas,
otras en las riberas mismas del ro, algunas de una
milla de extensin, arrastramos los botes sobre rodillos
de troncos cortados ad hoc.
El salto' de Amamuri se nos present luego, donde nos detuvimos en una pequea labranza indgena
comprar gallinas, ocumos y cazabe. Los indios que
encontramos en estas chozas, estaban todos pintados
con onoto y adornados con pluma..'5, pues celebraban
no sabemos qu extraa fiesta.
Al fin, despus de 18 das de penos~imo \-iaje;
expuesta la vida t cada instante, entumecidas por
completo las piernas, por la prolongada posicin en los
botes, que slo 1I0S permitan estar sentados, llegamos
. la boca del Acarabisi.
Este ro junto con el Botanamo, el Ekereku, el 'Venamo y el Yuruan, son los
ms notables afluentes del Cuyuni.
Sobre la ribera derecha, en la boca del primero
de los citado~ ros, establecimos nuestro campamento.
Durante los breves das que all permanecimos, y en
los cuales los ingenieros se ocuparon de la fijacin astron6mica de aquel punto, slo la lluvia de
Falenas, de que ya hemos hecho mencin, nos ocuni
de interesante.
Algunos indgenas, sabedores de nuestra presencia a.ll solan venir en SIlS curiaras ofrecer nos ocu-
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cazabe,que~:c::':::~~:~comprbam~__
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CAPITCI-,O SEGlT~l)O
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POR
LAJoi. 8ELVAS
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leza britnica.
All, sobre una pequea playa de
arena nos detuvimos para almorzar, no sin antes darnos
un agradable bao en las oscuras aguas del Ekereku.
A la 1 p. m. proseguimos nuestra marcha. Dos
de nuestros botes se haban avanzado algunos centenares de metros del Leprahawafi) en que venamos,
cuando los vimos detenerse con cierto inters, la
orilla de un gran banco de muy menuda arena, que
una altura de dos tres varas se elevaba sobre la
superficie del ro, resaltando i lo l~jos por su blancura
sohre las turbias aguas y el inmenso fondo de verdura.
N uestros peones saltaron all con impaciencia y
corrieron en varias direcciones, inclinindose luego
para remover y escarbar eon los dedos la arena, como
en busca de algo interesante.
Nuestro bote al llega.r se detuvo y tambin saltamos i tierra sobre el banco, que tendra un centenar de metros de extensin ..
Observamos que su superficie estaba toda cubierta de pequeos surco:,; trazos, en todas direcciones,
como si infinito nmero de culebras hubieran arrastrado sus viscosos vientres por aquella superficie, dejando aquellas huellas.
Eran rastros de iguanas, que haban escogido aquel
sitio para poner sus huevos, dada la facilidad de profundizar en aquel medio arenoso y la gran suma de
calor, que durante las horas de sol recibira, necesaria para la incubacin de aqullos.
Buen acopio de huevos hicieron nuestros remeros,
y aun algunos ejemplares vivos sorprendieron en las
cuevas.
La tarde de ese da llegamos la desembocadura
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sali primero adelante el comisionado ingls Mr. Perkins con dos botes de provisiones, para establecer un
campamento general lo m~ distante que la navegacin del ro permitiera.
Al cuarto la primera catarata de Araway le detuvo el paso y al pie de ella, en
la ribera izquierda se detuvo, envindonos aviso de
movilizamos tambin.
As lo hicim{k;. A medida
que se ascienue el curso de este ro, el terreno se eleva
progresivamente.
El viajero v surgir, distancias
cada vez m{lSprximas, coronando el inmenso horizonte de los ho:;;ques, estas tpicas formas de los montes
de Guayana, peculiares s(lo esta regin uel planeta.
Son gigantescas moles aisladas de arenisca, sandstone,
cuyos flancos, de una verticalidad casi matemtica, estn cubiertos de una vegetacin arborescente abajo y de
musgos y lquenes en la parte superior.
Sus formas son tan regulares y simtricas que
cuesta trabajo discernir primera vista si son producto de las fuerzas ciegas de la naturalqza ruinas vetustas de ciclpcos castillos prehistricos, que ni la injuria del tiempo, ni la dura mano del conquistador han
logrado abatir .
En medio la augusta soledad de aquellas lejanas regiones y la abrumadora pesantez de esos bosques, en cuya hojarasca, despojo de siglos de renovacin vegetal, nos hundimos hasta la rodilla; que pinta
en nuestros semblantes palideces de prisin, porque
los rayos del sol no pueden penetrar, se expande el
nimo al ver surgir de improviso, en una vuelta del
ro, rompiendo con SllS macizos flancos la bveda de
verdura, aquellas soberbias moles. Y como ii un conjuro mgico evoca el pensamiento los manes de la cuasi
extinta raza, quc al pic de esas mismas moles la vera
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DE
QUA Y ANA
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Al pie de este salto edificamos llllcstro campamento, compuesto de dos tiendas de lOlla y un randlO techado eon papel d(' asbestos, para guardar las provisiones.
De este ,;itioen adelante las dificulbHlci; acreceran
nota blemente; el lnico camino abierto por la naturaleza misma en esos impenetrables bosques son los ros y
los caos, y pstmo;se nos cerraban; !lO pudiendo seguir la navegacin del \Venamo, Jlor los innumerahles
saltos, abandonamos las ernbarcacionei', al menos temporalmente, y empezamos movilizar todo nuestro tren
y provisiones pie, en hombro de los l)('()nes, por el
ignoto seno de la sel '"a.
Cada pen ex iga, por cada 1ibra transportada l'n
hombros una milla de distancia, nn l'entavo; de modo que ulla lata d(' harina, por ~jelllplo. dl?l peso de
50 libras, costibanos, fuera de su primitivo costo y flete
hasta el\Yenamo, siete bolvares nus por cada legua
recorrida; jy a!l tenamos que recorrer alrededor (le ;jO!
Se hizo pues necesario modificar el contrato de en-
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NUESTRO
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AL PIE
AL~IACEN.EN
ARAWAl
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D:F.J. RORAIMA
-- Aldea de C1Lmalguagun
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9UATA.N.&.
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'guiados
por aqul y con provisiones suficientes,
fueran en exploracin, para escoger el sitio del prximo campamento.
Listo ya para la marcha el ten-boat Leprahwan
y acompafiado por el Mdico de la Comisin, sali
nuestro compaero el doctor Armando Blanco del salto
de Araway, aguas abajo del Cuyuni, hasta Georgetown,
quedando nicamente al frente de los trab~\jos el doctor
Abraham Tirado, en compai'ia de los inglese::;.
Corran los ltimos das del mes de noviembre y
pensbamos que para el de enero prximo estaramos
de regreso al campamento, ya gozando de completa normalidad el doctor Armando Blanco.
El viaje de regreso, que dur 14 das, lo realizamos sin otros obstculos que los inherentes aquella
navegacin indescriptiblemente peligrosa y dificil. El
descenso de los numerosos rpidos, operacin mucho
ms ocasionada siniestros que la ascensin misma de
ellos, lo hicimos bajo las mejores condiciones, pues el
ro, todava lleno por recientes y copiosas lluvias, favoreca la navegacin con la impetuosidad misma de sus
cadas.
Averas de poca monta sufri nuestra embarcacin, y el 3 de diciembre las 4 p. m. llegbamo~ <
Bartika, y abandonando el Leprawhan) tomamos pasajes para Georgetown en el vapor de ro Essequibo.)
Llegados esta ciudad llamamos en consulta
nuestro comn amigo el doctor Ponsomby 'Viddup,
pues aunque el estado de Blanco no ofreca ab::;olutamente nada de alarmante, era de tanto inters para
nosotros su salud, que solicitamos en el acto este COIlj tingente, ms amistoso <Ine cientfico.
Su estado se modific tan favor<lblemcnte que uiiis-
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.:\Iientras los ingenieros 'l'irado y Anderson, tomaban en dicho punto las observaciones astronmic3s
necesarias, emprendi .MI'. PeI'kins la exploracin del
ro \V cnamo, hasta determinar su fuente ms occidental, punto del Laudo; tarea mproba realizada eficaz':
mente por el Ingeniero britnico.
Para eontinuar la expedicin, agua:,; arriba del
\V cnamo, fU0 necesario eonHtruir en Tzh lIan tres curiaraH, con las herramientas ({ue al efecto se haban comprado, previendo aquella necesidad.
A tres das de navegacin, remontando el \Venamo, se estableci el campamento de Kura-Fall donde
igualmente fueron tomadas las posiciones astronmicas
del caso, en tanto que los peones trasportaban desde
Tunapung este campamento, las provisiones necesarias para emprender la aseensin la fuente ?nx occidental del Wenamo, sobre cuya direccin, distancia y
dems particulares, haba informado ya :MI'. Perkins.
TerminadoB los trabajos de l{ura-Fall, fu levantado este campamento con rumbo las cabeceras del
citado ro; y despups de un da de marcha, .por bosques seculares y favor de una pica abierta por MI'.
Perkins, se gan el campamento de_EI Muerto, sitio
escogido de antemano por aquel ingeniero, para <lcterminar la posicin de dichas fueltes occidentales.
Este campamento, debi su lgubre nombte la
circunstancia de haber muerto all un pobre indio famlico, que nuestros compaeros tuvieron que enterrar
su llegada all, porque los dems indios medrosos,
lo haban dejado insepulto.
Uno de los ms graves inconvenientes que haba
que superar para estas dos arduas expediciones: las
fhentes del \Venamo y al monte Roraima, m el tr3s-
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Acampados orillas del Caiguar, pudimos contemplar las formas sorprendentes, por su regularidad
del Eliutipu, primera avanzada de aquella sierra de
montafias. N uestro viaje dur marchas 5 das. Durante el tercero fuimos muy molestados por la continua
lluvia, y el cuarto acampados en las mrgenes del Y uruani, nos alcanz el seor Anderson, en tiempo oportuno para hacer all observaciones astronmicas, sufiC'entes para fijar aquel punto con alguna aproximacin.
Tambin desde aquel da comenzamos ver distancia el deseado Monte Roraima.
El siguiente, casi
las seis de la tarde, y sumamente extenuados por la
larga caminata, en que bamos tan mal alimentados,
llegamos al casero que tienen los indios en la sabana que rodea por su base el elevado monte.
((En la aldea de Camaiguagan,
nombre que
dan los indios aquel lugar, tuvimos que permanecer
por 15 das, interrumpidos por los que invertimos en
la ascensin al majestuoso monte. Anderson fu el
primero en llevar cabo aquel viaje, gastando 4 das,
por tener que completar en su tope operaciones ge<r
dsicas esmeradas.
,
((Todo dispuesto con anticipacin; hecho mitad
de camino un campamento de paja para pernoctar en
l, caso de no poder en un, solo da alcanzar la gran
altura; y acompafiados no solamente por nuestra propia gente, negros indios, sino tambin por 6 8
indios ms de aquella regin, salimos temprano, en la
mafiana del da 11 de abril, y despus de 8 horas de
la ms penosa marcha, interrumpida por cortosmomentos de reposo, alcanzamos al fin el tope del interesante monte Roraima; aquella tarde Hame por vez
primera el pabelln venezolano; yo, el nico de mi
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DlC QU"VAl'U
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pas que ha visitado aquel gigante colocado por la naturaleza para dividir el territorio de tre.."inaciones y
para alimentar con el agua que brotan sus entrafias
granticas los tres grandes ros de la Amrica del
Sur: Amazonas, Orinoco y Esequibo, elev mi espritu hasta Dios, para pedirl" bieu para la Patria que
di al mundo el Genio de la libertad americana. (*)
Enrgicamente vencida.':l por nuestro ingeniero las
dificultades sumas de esta ltima porcin del deslinde,
de comn acuerdo ambas Comisiones convinimos en
sURpender all los trabajos. Y aunque la lnea marcada por el Laudo contina por la:-:;fuentes del Cotinga, Tacul, ro Branco, Montes Acaray, ete., internndose as, en territorio brasilero, la protesta que, { raz
del Laudo, present el Brasil i Venezuela, y la contestacin de sta, atenindose lo estipulado en 185g,
detena en el monte Roraima los trabajos, al menos
mientras no se proveyera.
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(") Informe presentado.-Memoria
18 y 8Iguientes.-A. Tirado.
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CAPITULO TERCEHO
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LL,\, en el corazn <lela Sierra de Parima
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,est situada la aldehuela indgena de Camaiguagan, poblada hasta por 400 indios, en cuyas habitaciones circulares, de techos cnico::;, (ue bajan casi
hasta el suelo, obscuras y hmedas, viven en detestable
promiscuidad, hasta 50 personas.
En los contornos y ('~rcanas estn las sementeras y labranzas de su incipiente agricultura: caa,
maz, algodn y yuca principalmente, que es su base
alimenticia, pues les sumini:-;tra el ('azabe, el maoco y
el cas-ire, bebida alcohlica de que hacen IlSO en sus
festividades.
La fermentacin alcohlica la obtienen
favor de la diastasa salival, mascando yuca recin
rayada, previamente extrado el yaJ'c, eazabe mismo,
y escupiendo el bolo, bien impregnado de saliva, en
el envase de la preparacin; la fcula se transforma
en glucosa, dando ms tarde alcohol y cido carbnico. Este mismo procedimiento era empleado por los
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GUAYANA.
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un patronmico
tomado. de un ro, de nn monte,
da un aocidente natural, que tuviera
relacin,
ms
menos inmediata, con el tipo que queramos nombrar.
En estos indgenas
tnvimoB ocasin de observar
el fenmeno del desgaste p(deontol6,rI~()o de los dientes.
El borde libre de todos los incisivos y caninos,
superiores inferiores, han ~ufrido un verdadero desgaste tan igua.l y uniforme
que parece hecho artificialmente
por accin de lima . .Atribuimos
( d013
factores principales este fenmeno;
la pobreza de sales
calcreas en la alimentacin
y lo grosero y prim iti vo
de ella.
Puede decirse que el indio vive comiendo '
mejor dicho rumean(lo.
Lleva siempre consigo cHzabe
en mayor menor cantidad
en todas sus excursiones
y vi~jes, y corno el g5nero de su vida, esencialmente
nmade, no le permite siempre regularizar
sus hbitos,
trata de suplir con la frecuencia, la abundancia
de la."
comidas regularmente
orden:l<la.;.
Esta influencia qne qjercc en el hombre Sll medio
alimenticio es de tal naturaleza que ella determina, 11ll('de decirse, el porvenir de ('ada raza y <le cada pueblo.
El hombre pue(le ser herb,'ol'O, carnvoro
omnvoro.
Si es herbvoro unas "eces cneontra.r; gran
cantidad de alimento, otras muy poco (, ninguno;
si
es carnvoro cst m(ls expuesto (l encontrar poco y l'OIl
trabajo, aunque en igualdad ,de volumen lo nutre ms;
pero si es omnvoro tiene mayor facilidad (le adaptacin las circunstancias.
Si el apotegma qne dil'c:
Dime lo qne C()llleH y
te dir lo que eres, es cierto, no lo e'5 menos el (IUO
diga: (mustrame tus dientes y te dir lo que ('OIll(,S ;
tal es el hombre, desde el plln to de vista alinum ticio.
El hombre posee los mismos diente8 que lo,; mOllOS
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y cosa curiosa! practicando ciegamente estos procedimientos de culturas intensivas, algu!los de estos
indios capturan un perico de color verde y logran matizarlos de distintos colores nutri6ndolo solamente de
peces.
Los hijos de estos indios desde la edad de cuatro
aftos empiezan t trabajar; generalmente los ocupan en
rayar yuca.
Las mujeres usan brazaletes, en las piernas tambin, hechos de cuentas de distintos colores.
Las faltas contra el pudor las castiga el indio
atravesando todo el espesor del labio inferior de la mujer de la hija con una espina alfiler, lo cual les
impide hablar y aun comer. l\'Hs de una vez tuvimos oca.sin de quitar aquellas infelices tal suplicio,
aunque despus comprobamos que al dar la espalda
vol van hacerlo.
Celebran ciertas festividades cuyo origen y naturaleza no pudimos deseu brir; para lo cual, :-;e pintan
con onoto, se adornan con plumas, que generalmente
se adhieren ( la frente, en el nacimiento del pelo ii
favor de una goma-resina, y terminan siempre embriagados con casire.
El azcar es para ellos de un valor inapreciable;
lo solicitan con gran ahinco, y son capaces. de trabajar
das enteros para obtener alguna cantidad de l.
Cremos al principio que guardaran el azlcar parH
mejor y ms facilmente preparar sus fermentos alcohlicos, pero luego pudimos observar <Iue no era as.
Lo reservaban siempre, para consumirlo cuando
tenan que hacer largos viajes y remar das entero~
en los ros; para recuperar las fuerzas perdidas por
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Reliquias tambin de las infortunadas razas ndgenas son las terrarnal'((S s!ell-ulound8, de los Illgleses.
Son pequeas emitlencias de!;") 20 metros, generalmente situadas cerca de las orillas del mar en
la proximidad de los grandes ros navegables, que
para el caso podramos considerar como brazos de mar
interiore'3. F:stn formadas de acumulaciones depsitos de huesos, utensilios diversos de obsidiana slice, detritus de vasos y urnas funerarias, y eS<lueletos
humanos ms mellOs completos.
La (>poca de estas terramaras no debe ser muy
remota, pues la edad de la piedra en el Continente
Americano se prolong, en alguna::; I'(lzas indgenm:,
hasta la introduccin de los utensilios europeo::;, por
razn de l con<luista; y no es muy aventurado suponer que a.n se prolongue aquella (.ra en las trihus del
Alto Amazo11as muy al interior del Brasil.
Algunol-i consideran esto:,; depsitos como cementerios antiguos; otros como reliquias <1(' primitivos banquetes euniblicm,; pero esta 1ltima ~upol-iiciu 110es
tal vez aceptable, :'5i :;;e eonsi<1era, <ue la 1l1ica raza
indgena donde l-iepudo aCUl-ilU<:,1alltl'Opofagismo fu
la Caribe, habitadora d(' la cucuca del Ol'illOCO,y ~llpleHas terramaras se encuelltran di~elllnadas f'1l toda la
extensin de la Am{>ri('(l. (*)
j Cun l~jos estamos ya del hOJllbl'e de la.s cavernas, contemporneo del IllHllllllouth y de los gralldes
osos. Las grandes lueha:-; eontra la Ilaturaleza se han
realiz~do, asegurando el imperio del hombre: Hte ha
sometido su voluntad los animales; ha extrado del seno
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CAPITULO
Poligenismo
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POR
L.40S SI(LV A8
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Pero si las castas establecan realmente diferencias radicales en las agrupaciones humanas antiguas,
nunca sospech el hombre su inmediato parentesco con
los seres inferiores.
y nada ms natural. El dogma de la perfectibilidad y progreso humanos ha desarrollado en el
hombre moderno poderosas facultades de inquisicin y
de anlisis, cuando en los orgenes de la civilizacin las ciencias naturales no existan y dominaban el espritu los ms crasos e1'1'roresy preocnpa-'
Clones.
Privando todava en muy respetables agrupaciones humanas la idea de considerar al hombre, en lo
que , su origen se refiere, bajo un aspecto exclusivamente espiritual, haciendo completa abstraccin de su
naturaleza fsica, combaten an sobre la arena numerosos adversarios de la antropologa.
y no se crea que son slo los exjetas los adversarios nicos de la t.eora de la descendencia; lo son
tambin el Protestantismo y numerosas escuclas metafsicas.
Pero place ud vertir que en el seno de la Ortodoxia catlica, una sabia y discreta tolerancia franquea
el paso' ciertas adquisiciones incontrovertibles de
ht ciencia, y que telogos como Fabre d'Envieu, en
lo que al hombre' se refiere diga: ((La humanidad
actual comienza por una sola pareja, y no se pneden
admitir los preadamitos anglo-sajones; pero como
por otra parte las Mptesis de los mundos antegensico.~
es admisible, no podramos,
desde el punlo de vista
bblico, sostener qU(~ no han existido otras razas humanas antes de la creacin de Adn.
_----E-s-te--Il-ota
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en realidad distintas.
El pr~juicio largo tiempo perpetuado de considerar l. todo el elemento indgena de
Amrica como un mongoloide, ha desaparecido ya en
el moderno criterio y hay un hecho general que, parcialmente repetido en diversos puntos geogrficos de
Amrica, como en el Brasil, pone de relieve una
radical diferencia tnica; fu la lucha entre el elemento
autctono y el inmigmdo, quedando como vencedor
el ltimo.
Si es cierto que la comunidad de caracteres anatmicos y psico-fisiolgicos, la analoga de sus civilizaciones y la sem~janza de sus medios fsicos de
existencia, (altiplanicies de Anahuac y de Titicaca)
permiten agrupar en un mismo ramo tnico los Imperios Azteca Tnca; no podramos hallar tal simili
tud entre los Caribes y los Botocudos, los GoagiJ'o8
y los Araw:anos, los 'l'upis y los Chiquitos, por
~jemplo.
En el Brasil los rasgos diferenciales de los dos
elementos indgenas en lucha, raz del descubrimiento, los Tapuyas y los Tupis, nos llevan como
de la mano : ver en los primeros un derivado rnonglico anatmicarnente definido y en los segundos caracteres arios bien determinados.
Pero toda clasificacin antl'opolgica encuentra hoy
entre nosotros vallas casi insuperables.
Adems de
que el estado primitivo de esas naturalezas no se ha
perpetuado hasta nosotros bajo un aspecto inmutable.
sino con profundas modificaciones; de que por otra
parte la misma Antropologa nos dice, que en ningn
punto del planeta existen hoy ra.zas fijas, sino mezI eladas, confundidas, alteradas, ya pOI' influjo de
, medios diferentes, ya por ulteriores adaptaciones, ya
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GllAYANA
la. falta material de elementos y datos arqueolgicos, de muse08 de prehistoria americana, nOi5 yedan por el momento toda
palabra concienzuda y seria, en lo que Yenezuela se
refiere. Pero s podrn al menos los escpticoH de
uu ponenir risueio para la Patria, 110 aferrarse tanto
(l ese prejuicio gClIeral y aceptado .;illaniliHis, de (lHe
Venezuela no puede progrcsa \' por falta <.le raza propia;
pues esa pl'stina pureza tniea tan deseada, no existe
en ningn punto <.lelplanetH.
de
Sin embargo son tan grandes' los progresos alcanzados por la antropologa, tan vario y numeroso
el programa de sus medios de investigacin, que poniendo de lado los caracteres fsicos y anatmicos de
los pueblos americanos, podramos llegar inductivamente poner en evidencia la diferencia tnica de
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en Suiza.
'
Adoptando los procedimientos de que dispone el
psiclogo, en el sentido de poner en e,-idencia la diversidad de razas pobladoras del ~uevo Mundo, estudiemos primero por su orden cronolgico .Y filosfico i
la vez, los testimonios que ell el orden de las idea8 religiosas nos ofrecen los indgenas amerieanos.
Partiendo de un orden inferior otro superior,
podremos clasificar as las tendencias religiosas en el
nuevo mundo:
Fetiquismo.
Culto de Genios () entes sobrenaturales.
Politesmo.
Menotesmo.
Panteslllll.
Slo en los imperios Azteca (> 1!lea, que la crtica
antropolgica permite englobar en \Ill mismo ramo
tnico, encontramos el 7\Ionoteslllo, como la mas elevada concepci(m 'eligio..,;a(](' la" civilizacionc" americanas.
Ado'aba n al:-01. La pOlll}ln .,. magnificencia d(~
su fiesta religio:,a que llamaban Citllll RrU'li/i, y qne
se veriticaba cn el e1luinoccio (le setiembre, llen de
mara villa. el 11imo di' 1o.~ mi:-illlOS conq ti i"tadon.-;.
((El Rey, los Tncas ~. el pneblo,
llllith., en d
((prtico del templo, donde Sil im:lg(~lle,; adorada, l'l" peran la salida del sol, C{)II un :-:ilencio religioso.
:\[as
cuando la e..;;trella Venu:" <\le los indio..; llaman p]
( a8tro de la brillante crdu,/tan, y l}11(, dIo,; r(>vel'('n((cian como la H1V()rita del ;':01, da In "ei1al <l(~ alcrta,
((y anuncia la lIlaana; apcua..; Stl~ pbtca(lo.,; rayos
( centellean I';obr('el 11i)l'iZiJntc,un~l H:!;it:willl 1all dul((ee como e"}lont~nea se h~w(~percihir j>Dr tI)ll:)::; los
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americanos, o.bservamo.s inmediatamente una diferencia notable en su co.nstitucin fo.ntica, que podremos
reducir esta sntesis: predo.minio. de las co.nsonantes
entre lo.s aztecas y las incas y de las vo.cales entre las
dems tribus.
En las lenguas Tupis del Brasil faltaban las valo.res fo.nticos de la F, L, R, S Y V. lI aqu pues,
que lo.s do.s criterio.s religioso. y lingustico diferencian
por. s solo.s lo.s mismas ti Po.spo.bladores de la Amrica.
Atenindo.no.s o.tro.de lo.s numero.so.s datos que
la psico.lo.ga co.mparada, creada po.r Spencer, y expuesta en su no.table Memo.ria de 22 de junio. de 1877,
puede suministramo.s para' fIjar las caracteres diferenciales, en lo. que pensamiento., juicio. y vo.luntad se
refiere, po.dremo.s tambin llegar establecer distincio.nes tnicas en las pueblas americanas preco.lombiano.s.
Estudiando. las discrepancias que presentan entre s lo.s sexo.s, o.bservamo.s que aqullas no. so.n muy
acentuadas, bajo. el aspecto. anatmico. general, en
varias de las tribus americanas.
Estas eran san casi
to.das lampias, y sabido. es que las barbudas acusan
ms no.tables diferencias.
Aunque en anterio.res captulo.s hemo.s apuntado.
ya la gran semejanza de las sexo.s en las tribus Macusi y Aruaco.s, no.s permitiremo.s reco.rdarlas aqu,
para dar o.rdenada can cierta este breve esbo.zo..
La Vo.zen lo.s do.s sexo.s no. tiene diferencia; el
sistema muscular no. presenta en el ho.mbre esos relieves tan diferentes de la gracilidad de la hembra;
tienen lo.s ho.mbres cierta mo.rbidez de las extremidadades, y pelviana y glutea, verdaderamente femenina;
el espesar del cuello es el mismo. en ambos, y co.mo. la
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BIBliOTECA
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POR
r~AS 8l1:LVAS
-1---------------impreso caracteres y desarrollado tendencias, desvindolas radicalmente del tipo primitivo, por modificaciones de medio sico, por cruzamientos, fusiones y alianzas interlopas; decir que en el fondo moral de los nietos de tan remotos abuelos existen tendencias atvicas
vengado1'as de una raza extinguida, como ha llegado
decirse, eso es dar al trmino atavismo, una amplitud falsa y peligrosa.
Que vibre la cuerda lrica en quien 8enta esas
nostalgias; pero sin dar los severos juicios de la ciencia ese conceptismo literario superficial!
Si al ramo tnico ando-peruano,
aplicamos los
mismos procedimientos de estudios psquicos, veremos
cun notable es la diferencia que se acusa, suficiente
para formar un criterio aparte de raza para este 'elemento poblador dc Amrica.
En lo que los sexos se refiere, bstenos consignar que la institucin de las vestales exista en la teogona monotesta de los Jncas; y que su constitucin
poltica lleg ser tan perfec.ta, que casi formaba una
ideal monarqua democrtica.
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El. GI."ACIIAMA.C:
PLANTA.
"ENENOSA.
DE LOIll INDIOIll
r
I~ regi6n de Gnayana eompremlida entre
el Onnoco al ~orte y el Amazonas al Bur,
fu siempre cOIl8iderada como muy rica en oro; all situaron 10R conqllistadore.; el mtico lago de Parima, tan
grande como el mar Caspio y de Hllrferw.;orilla8.
y si la realidad no correspondi t ]08 codiciosos
espejismos de la fantasa, no por ello (leja de ser Yerdaderamente rica en el precioso metal esta regin.
Bastara recordar que las minas del Callao prodl~jeron
en el trascurso de 10 aos 104.074.101 bolvares, de
los cuales toda \lna mitad eorri() i los bolsillos de
los accionistas.
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POR
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Die QUAYANA
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Las posteriores exploraciones que all se practiquen comprobarn tal vez nnestra conjetura, de que
las minas de Arakaka, el oro de los aluyiones del
Barima, el filn de la sierra de Imataca y los yacimientos del Callao, tienen cntrc s relucir)]} de continuidad.
Siguiendu hacia el Sur llegamos la cuenca del
Cuyuni, cuyas supuestas l'iquezas en 01'0 se han desvanecido; apenas algunos cao:-3, y la esta(in Q,uartzStone dan aluviones, pero ya IllUY exiguos.
Remontando el Cuyuni llegamos ( la desembocadura del V cnamo, ro, cuya orilla iZ'luicrda venezolana, tiene todas las _aparicncias de las gredas aurferas, principalmente en 811 terC'io inferior.
En un
campamento sobre este ro, donde pcrnoetamos, nuestros peones encontraron pepit(t,~, layando arenas en los
mismos platos de peltre donde coman.
Pero la gran llistancia ( qne se eneuentra este
ro y la dificultad suma de trasportar hasta all provisiones y gente, eneareec en grado SUIIlO toda exploracin seria. X osotros, para ganar este ro, tu \-imos que
remontar por espacio de dos meses el Cuyuui, consumiendo en este viaje m8 de tres toneladas de proVisiones, fuera de los jornales pagados al peonaje.
La va ms corta y accesible sera siempre entrando por Upata, Guacipati y bajar el Yuruari hasta
el Y uruan; seguir aguas abajo de e8te ltimo, hasta
el Cuyuni, y bajar la corriente de ste, hasta la confluencia del Venamo.
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En el alto Massanmi, ro que habra sido venezolano, ca.si en su totalidad, si la lnea de Shomburgk
se hubiera tomado como lindero, existen ricos yacimientos diamantferos, actualmente en explotacin.
Las minas son superficiales, algunas flor de
tierra, lo cual simplifica mucho el laboreo de ellas.
Los yacimientos que contienen el diamante son
una especie de cascajo menudo, amarillento rojizo,
formado por detritus de cuarzos hialinos, de olignita,
de turmalina v mica talco. Tambin se le encuel1"
tra en el fango barro, producto de la descomposicin
de los esquistos frricos.
Suele encontrarse
platino.
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DE
(JCAVA.NA
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es penoso, pero IllUY sencillo; se reduce dos operaciones: la acumulacin del ca.'3cajoy el lavado de l.
i
Cuando no se puede trabajar en los ros, se busca
I
I el diamante en las barrancas guipara.s, como llaman
los indios las laderaR de los ros.
La operacin del la\"ado se hace de dos maneras:
. cielo descuhierto, ('wtlldo 110 es de mucha duracin,
6 bajo cancyes, pal'l1 resguardar i los negros mineros
de la acei611 prolongada del sol.
Por uno de lo;,;lados del calley corre una acequia,
y el resto del pi:-;oest formado de planos inclinados,
en cuya;,;extrelll i(!alIc!':hay cavidades ( depsitos, donde se aCHmula el cascajo que se debe de lavar.
A todo
lo largo de estas oficinas de explotacin, hay varios
a,ento~, lllUY elevados, dc:.:;de doude los oficiales
jacfort'l5, vigilan la operacin.
Esta consiste en lavar
el casc(~o hasta despojado por completo dt' la tierra
(}ue contiene, ei'('ogicl\(]o despu{>sel diamante entre la..,
menudas piedras, de tOllo g{>nero, q\le forman aqu(.l.
El diamante a~ en hruto, tiene el mismo asppdo
del cristal de roca, J <1('1 cuarzo hialino, y ~()lllla pr\.:tea (~onstante pucde cn;,:eiar ii (1ift>nm('ar us.
Esto;.: diamantes del .:\lasi'3awni no ;;;on rk grall
tamao, ])t>I'O s de aguas lllUY lHlra;.:y "U pr('('ill el! bruto
no hl~a de 40 bolvares el ('arat\'.
111
Entre los innumerables saltos y cas('ada:,: (l\1C lo;.:
caudalosos ro;.;; de c;-uayulla que lJeIll();':n:lv\'gado, fi)],Ina-n en HUS irregulare~ elll'SO~, nllgullo
lll{i~ Ilotahle
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.Mdico criollo .
(2)
(3)
(Genera plantarum.)
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,.] Hasta estas tribus, que son venezolanas, se ha propagado un generalsentimiento de anglofllia; de modo que algunas de ellas menos salvajes,
empiezan ya hablar ingls, antes que nuestro idioma.
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29 Que los dos mapas mencionados en este convenio, firmados por ambas Comisiones, son exactamente iguales, uno para el Gobierno de Su Majestad
Britnica, y el otro para el de Venezuela, y que contienen todos los detalles enumerados con. relacin la
antedicha demarcacin con una especificacin clara de
la Lnea Limtrofe de acuerdo con el Laudo Arbitral
de Pars.
39 Que firman de Sll puo y letra cuatro ejemplares de este Convenio, dos en ingls y dos en espaol, para que se entregue una copia en cada idioma
sus respectivos Gobiernos.
(F) H. l.
PERKINS.
Primer Comisionado
(F)
(F) C.
ABRAHAM TIRADO.
WILGRE88 ANDERSON.
Segundo Comisionado.
(F)
Caracas:
EdAS
TORO.
2 de agosto de 1905.
cPlias !foro.
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DK
(lCI
GU.\YAN'A
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te caRO.
La Comisin Venezolana ha credo que satisface las necesidades del trab~o dc demarcacin de la
lnea limtrfe, la fijacin a.qtronmica de sus pnntos
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POR
J.AS RF.I.VAS
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principales ligados entre s por un levantamiento topogrfico, tan esmerado como lo permitan las circunstancias locales. Este mtodo empleado ahora por nosotros, convino bien pronto la Comisin Britnica en
adoptarlo, con vista del resultado que se obtena con
el taquemetro, instrumento admirable para obtener
acopio de datos topogrficos en corto tiempo. Slo
dejamos de tomar detalles en la reeta de Punta
Playa la. hoca del ro Mururuma, por tratarse de
un terreno fangoso, inhabitado, inculto y de ninguna
importancia, y en donde las picas que hubiramos de
abrir quedaran bien pronto tupidas. Esto nos hizo
limitar este trabajo de detalles (t slo dos kilmetros
de esa lnea en su extremo de la boca del :\Iururuma
. '1
donde hay algunos conucos.)
La posicin geogr.fica de todos los lugares de
gran importancia, como lo son los principales puntos
de inflexin de la lnea, y aun algunos otros intermedios cuando es mucha la distancia entre aqullos, se
tom con toda la correccin que permiten los instrumentos porttiles que usamos, suficientemente exactos.
Al mismo tiempo que unos inp;enieros trabajan 8n la parte astronmica ya dicha, sea la averiguacin en el globo de los puntos en cuestin para
observacin de astros, otros enlazan esos mismos
puntos por una lnea quebrada, levantada con taquemetro {t lo largo de la frontera, de manera de obtener todos sus detalles. Am bas operaciones, astronmica y geogrfica, se comprueban.
La pequea difeI
rencia que siempre existe en el resultado, es objeto de
! cuidadosa discusin para disponer de ella y da la medi-
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_J:'.::
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operacion~I
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Observaciones 8stronmic8s
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POR
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Postes de linderos
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Resultados
84.400 metros.
12.HOO
12.200
0.[)!)0
16.000
(
(
4.8fJ4
8.2:.30
17.400
((
(
U.762
2iU);J0
l:UmU
188.a22 metros.
(Se firmaron cuatro al'tas por la Comisin Venezolana y la. Britnica, donde aparccen fijadas las
coordinadas geogrficas, los azimudes y distancias, as
como tambien se mencionan en ellas los postes levantados.
Los originales de estas actas, que se hicieron
por duplicado en ingls y castellano, reposan en el
Ministerio.
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Otros trab~08
Planos
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DM
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GI1AYA.NA
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Otros datos
( El terreno (lne tiene la Replblica en lo que podemos llamar Isla Barima y en la parte inferior del
Amacuro, es sumamente bajo lo (le exige que cualquier trabajo agrcola industrial que se emprenda,
comience por el e."tablecimiento de drenajes apropiados que disminuyan la humedad del suelo.
Estas tierras bajas, cuya vegetacin natural se compone casi exclusivamente de manglares y varias especies
de palmas, son propias para el cultivo del arroz y de la
cafia de azcar. Los canales indispensables para desagiies podran aprovecharse para acarreo de frutos.})
Del monte Guausa hacia arriba, sea donde el
terreno queda libre de la casi constante inmersin bajo el agua, comienza ganar la vegetacin en variedad y riqueza, presentndose los Purgos Balats, que
son la base de una industria de cierta importancia,
aunque bastante rudimentaria;
el cacao silvestre, cedros, robles, araguaneyes, copaiba, tacamahaca, vainilla, cacaral, zazafrs, y mnchas otras maderas para
construccin, ebanistera y medicinales.})
Todo este terreno, que bien puede llamarse vega
del Amacuro, termina al pie de la Sierra Imataca,
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POR
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LAS
SELVAS
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F.
AGCEHREVERE.
n (')
Terminado como ha sido el trazo de la frontera
en su segunda seccin, sea la parte comprendida entre las cabeceras del ro Amacuro y la de un punto
cercano la del Acarabisi, tcame informar acerca de
lo actuado por esta Comisin compendiando lo que
[1] Segundo Informe del doctor F. Aguerrevere.
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Da QU.4YAN4
en varias notas he dicho en el curso del trabajo, y explicando mayormente algunos asuntos dignos de m:1::;
atencin,
Organizacin
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I
I
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I
I
del trabajo
De acuerdo la Comisin Britnica con la V enezolana en que debamos principiar por descubrir la
fuente del ro Barima, para determinar en seguida la
posicin geogrfica del punto m:~ elevado de la cordillera Imataca, cn frente de la fuente del Barima,
punto importantsimo mencionado en el Laudo de Pars, procedimos en con~ecuencia con todo nuestro equipo de instrumentos, provisiones, etc., la dificultosa
remontada de dicho ro, sucesivamcnte en buque de vupor, lancha de petrleo, botes, curiaras, y por lt'imo
marchando pie por picas que practicamos, porque
el territorio del Alto Barima estaba todava por explorar, pues slo nos haba precedido el viajero ingl~
1\'[1', Dixon, en un rapidsimo viaje por el ro en 1894.
Como en ste que tiene por todo 400 kilmetros
de curso, se encuentran muchos rpidos desde la catarata de Mekokerusa hasta las cabeceras, la na vegacin por botes y curiaras se dificulta cOllsiderablemente por la frecuente necesidad de arrastrar las embarcaciones y pasar las mercancas por la orilla, acarreadas por hombres.
Una vez en las cabeceras del Barima el 31 de
.
\
_ +_0_c_tu_b_r(~._d_e_l_90_1_,_a_m_b_ru_s
_C_O_:_iS._i_o_ne_s_r_ec_o_ll_o_c_im_o_s
_e_l_p_ic
_o~.!
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O" GU"" .N
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tanto el espoln por el Norte como la cordillera principal por el Sur, era posible que se interrumpieran y
que sus muchos ramales secundarios dieran origen
disputas inacabables.
En el curso de los trabajos tuvimos ocasin de congratularnos por este convenio,
sin el cual, por lo menos, habra sido ms difcil el
trazo de la lnea.
((El avance del trabajo -en toda esta seccin, fu
necesariamente lento, debido varias circunstancias:
toda esta frontera est en un bosque tupidsim'o, en el
que haba que abrir picas de exploracin para averiguar cul era la fila que debamos seguir. De la lnea
al ro Barima, por donde llegaban los recursos necesarios, tambin es todo bosque de la misma naturaleza, por lo cual tuvimos que hacer picas para la conduccin de vyeres (. instrumentos.
Estos tra..<;;portes
tenan que hacerse al hombro por peones, del campamento central orillas del Barima, hasta los de las dos
divisiones que practicaban el reconocimiento y nensura de la frontera."
Mtodo
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Resulta.dos
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el territorio ingls corren el Kuliaku que ya al Bariroa y el Barama que cae al Guain.
El punto donde se termin, por ahora, el trazo
de la frontera, se halla 300 metros al Suroeste de
una de las fuentes del Acarabisi con latitud7
10', lO"
.Korte y longitud O. de G. GO, 20', :39", pero no habindose acordado ambas Comisiones en cul es la fuente principal que debe adoptarse, se pact que este punto se fijara en la prxima ocasin, cuando se contine
la determinaciil de la frontera, entrando por la boca
del Acarabisi, aguas arriba.)
El largo total de esta Srccin, siguiendo todas las
sinuosidades de la lnea, es de 21~.830 metros que,
junto con lo demarcado anteriormente, forman un total de iH 1.1 )() metros de frontera ya recorridos desde
."
Punta Playa.))
Hitos.-No
ha sido posible en esta ocasin el establecimiento de postes de lill<lero como anteriormente
en Punta Playa, )rururuma y Jayoba.
El trasporte
de los materiales necesarios habra elcyado el costo hasta cantidades exorbitantes, y adems tengo la conviccin de que el acta suscrita y el plano leyantado
arrojan suficiente luz, para que en cualquier tiempo
se vuelva abrir la pica del lindero si se necesita, que
aunque qued descuajada ahora, bien pronto se cubrir[t de malezas y se perder.))
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POR
LAS 8BlLVA8
Actas y plo.no8 .
Otros trabajos
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D&OUAYANA
trabajos en beneficio de la geografa de nuestra importantsima Guayana, pues en la vez pasada no fu posible, ya que la base de operaciones tena por fuerza
que ser el ro Barima, en la parte que fu adjudicada
por el Laudo la Guayana Britnica.
(Firmado)
F.
AGL'"ERREVERE.
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INDICE
PG.
Introduccin
Resefia histrica de la discusin de L rnites en tre Venezue~a y IR. Guayana Britnica
Primer viaje
.
Capitulo primero
.
Sumario: Salida de la Comisin.-De Trinidad Gorgetown. -Punta-Playa. -Prirnercampamento.-EI
rio Barima.-Condicioncs agrcolas. -Fauna ornitolgiea.-El
Amacuro.-Segundo campamento.-Mr.
Me. Turck.Indi08 guaraunos. -Etnologia
y linguistica. -Hbitos,
fisiologa, medios sociales, deformaciones y caracteres
de 68t08indigenas.-Remontada
del AlIlacnro.-Tercer
campamento.- Cascada Cuyurara. -Un
boa constrictor.-Disputa
de Iimites.-Gudifio
al IIgua.-Insubordinacin abordo
Captulo segundo
Captulo tercero
;
--1---------------
-..
------------
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3
11
47
57
69
..
BANCO DE LA REPUBlICA
I1BUOTECA
LUIS-ANGEL
ARANOO
CAT ALOGACION
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PG.
Captulo cuarto
Captulo quinto .....................................................
Captulo sexto
Segundo viaje ......................................................
Captulo primero ..............................................
Sumario:
Segunda internaei6n.-Aguas
arriba del Barimil..-La sierra Imataea. - Vestigios de antiguas poblaciones indgenas.-Arte
americano precolombiano.John Davis, nuestro indio eazador.-'-Casco.das del Barima.-Un
tigre en el campamento.-La
inundacin.Dificultades de la Sierra.-Fauna,
Flora y Geologa.Un indio caribe ..............................................
Capitulo segundo
Captulo tercero
Captulo cuarto ..................................................
Captulo quinto : Sobre fauna, flora y geologa
Tercer vill:ie: Captulo primero ..................................
Captulo segundo
Captulo tercero
Captulo cuarto: Poligenismo tnico americano
Minas de oro y de diamantes .................................
SaltQs de Kayet y de Tumatumari
.
El Guachamac, planta venenosa de los indios
Hidro-climatologa
y Constitucin mdica ...................
Apudice
Acta final de los trabajos realizados por la segunda y lti
mil. Comisin ..............................................
;
Informes y Actas
79
~1
115
125
189
149
158
165
193
207
223
241
255
26
269
271
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