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Bajo Qué: Bajo Qué Lente Se Juzga La Cultura

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Bajo qu lente se juzga la cultura?

Desde que el pionero E.B.Tylor acu su definicin de cultura en 1871, el trmino no ha


dejado de redefinirse. Pero quizs, sostiene esta nota, resulta ms crucial interrogarse por
los propios puntos de vista, que establecen qu estamos dispuestos a negociar con otra
cultura.
POR MARCELO PISARROr

Imgenes

Reflexiones para eludir el etnocentrismo.

Etiquetado como:
Migraciones e Interculturidad
MS INFORMACIN

Glosario

El nio tiene tres aos y una grave afeccin cardaca. Necesita una intervencin quirrgica en un
centro asistencial de alta complejidad de la ciudad capital. Sin esa intervencin, el chico morir;
con la operacin, acaso tenga alguna chance. Este nio pertenece a una comunidad indgena de
una zona fronteriza del estado-nacin. Los padres en la ciudad capital, por su edad, seran apenas
unos adolescentes consultan al cacique sobre la conveniencia de la ciruga. El cacique la
desaconseja y decide que los rezadores de la comunidad se encarguen de la sanacin del nio.
Aunque el menor es trasladado al hospital por la fuerza pblica, los padres se niegan a firmar el
consentimiento para la operacin. El Estado interviene. Decide priorizar el derecho que asiste a
todo nio en relacin al cuidado de su salud por sobre otros derechos referidos al respeto de su
identidad cultural. Una ONG apela la decisin judicial y la ciruga se pospone. El chico empeora.
Finalmente trabajadores sociales, sacerdotes y cuerpo mdico persuaden a los padres de la
urgencia de la prctica quirrgica. La intervencin se realiza, pero ya ha pasado demasiado tiempo.
El nio muere das despus. El cacique responsabiliza a la medicina occidental. La ONG habla de
colonialismo e imperialismo cultural, de atropello a las costumbres nativas. La comunidad
indgena lamenta que uno de los suyos falleciera lejos de casa y que no se hayan podido consumar
los ritos de pasaje entre esta vida y la otra vida. Para ellos, no hay muerte, pero el nio ha quedado
varado entre dos mundos.
Casos con este argumento esquematizado se han vuelto moneda corriente en las discusiones
pblicas del continente americano. Sus participantes son personas que efectivamente estn

atrapadas entre dos o ms mundos, o mejor an, que estn atrapadas entre distintas culturas. Slo
que ahora casi cualquiera que haya ledo las noticias del da sabe que tambin uno, en menor o
mayor grado, es un sujeto atrapado entre culturas. Que se encontrar ms implicado en unas que
en otras, pero que aquellas culturas que puedan parecerle extraas o ajenas tienen tambin su
mrito y resultan naturalsimas para las personas que se identifican con ellas.
A esta posicin se la suele llamar relativismo cultural y con diferentes nombres (inclusin,
tolerancia, dilogo cultural) se la impulsa en las escuelas, en los programas televisivos de
variedades, en los conciertos de rock y en las iniciativas de Estado. Su emergencia moderna suele
localizarse en la antropologa estadounidense de las primeras dcadas del siglo XX, concretamente
en los trabajos de Franz Boas y de sus discpulos. Por entonces era una respuesta ante el
etnocentrismo occidental que, cuando Boas enviaba a sus alumnos a parajes remotos, adoptaba
la forma de un racismo rampante, pero tambin una herramienta metodolgica y heurstica para
la investigacin etnogrfica. Luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando los hornos de los
campos de concentracin nazis todava estaban humeantes y se insinuaban las primeras luchas por
la descolonizacin, el relativismo cultural dej de ser una herramienta acadmica para convertirse
en una doctrina filosfica, en el programa poltico de la Unesco: todas las culturas son iguales a
pesar de sus diferencias, todos los sistemas de valores, aunque sean distintos, son igualmente
legtimos. Es decir que lo que se ensea como relativismo cultural es un relativismo moral, y en
ltima instancia, no se trata ms que de acomodar etiquetas bienintencionadas que pugnan por
convertirse en buenas categoras para pensar. No siempre lo logran.

Juzgar las culturas?


En general hay tres elementos que se prestan a confusin. El primero es la identificacin de uno
con su propia cultura; el segundo es la comprensin de aqul que tiene otra cultura; el tercero, los
parmetros a travs de los cuales juzgamos todas estas culturas. Poco importa ahora cmo se
defina cultura. Hace cuarenta aos, cuando public su libro La interpretacin de las culturas , el
antroplogo Clifford Geertz dijo que ese todo sumamente complejo del que se haba servido el
pionero E. B. Tylor en 1871 para definir cultura oscureca ms de lo que aclaraba. Que haba
tantas definiciones de la cultura como personas que se dedicaban a estudiarla; que el eclecticismo
es contraproducente no porque haya nicamente una direccin en la que resulta til moverse, sino
porque justamente hay muchas y es necesario elegir entre ellas.
En la vida cotidiana no suele ser necesaria la eleccin. Todos parecemos entender qu es una
cultura y la idea que nos hacemos de ella no difiere mucho del todo sumamente complejo del
evolucionista Tylor. Esas culturas pueden ser descriptas de manera aceptablemente objetiva, por
ms paladas de tierra epistemolgica que se hayan arrojado sobre la objetividad. Esas gentes creen
en esto, comen aquello otro, bailan estos bailes, cantan estas canciones, se aparean segn estas
reglas, se identifican con tal derrotero histrico y se autorretratan de tal manera. Sin embargo,
alert el semilogo Umberto Eco, una cosa es decir que algo es una cultura y otra distinta decir
sobre la base de qu parmetros la juzgamos. Cuando se establecen parmetros, entonces se est
en posicin de afirmar que, para alguien, una cultura es superior a otra, que no todas son iguales,
ni tampoco deseables; y adems, tambin es posible sostener que algunos sistemas de valores son
para alguien mejores o peores que otros. Si se considera que la posibilidad de curar a un nio
con una afeccin cardaca severa es un valor, si se toma ese parmetro, entonces una cultura de

operaciones quirrgicas es superior a una cultura de rezadores. Consideramos que la vida de un


nio es ms importante que los usos y las creencias de su comunidad? O pensamos que es ms
importante que la comunidad mantenga esos usos y esas creencias aunque cuesten la vida de un
nio? Son preguntas que nos obligan a reflexionar no tanto sobre los parmetros de otras culturas
sino sobre los propios. Todas las culturas y todos los sistemas de valor son legtimos, ahora,
tambin las culturas que ponen a las mujeres adlteras en un pozo y las matan a piedrazos?
Reflexionar acerca de nuestros parmetros insista Eco tambin significa decidir que estamos
dispuestos a tolerar todo, pero que para nosotros algunas cosas son intolerables.
Hay una tensin entre lo aceptado y lo inaceptable. Entre lo tolerable y lo intolerable. Por eso
predominan en nuestra habla cotidiana trminos como multiculturalismo, interculturalidad,
hibridacin cultural, pluriculturalismo o asimilacin cultural, nociones que expresan alguna
clase de negociacin. Las culturas no son cosas fijas e inmutables. No se ajustan con precisin a los
estados-nacin, ni a las arbitrariedades geopolticas de los mapas, ni a los condicionamientos de
clase, etnia o casta. Que haya sujetos atrapados entre culturas quiere decir que hay sujetos en
movimiento, en trnsito, que intercambian sus ropas y a veces sus disfraces. La migracin, el
turismo, los viajes forzados (por guerras, persecuciones religiosas o tnicas, por hambrunas y crisis
econmicas), la circulacin en el espacio y el desplazamiento entre los smbolos, los lenguajes
cambiantes, los devaneos entre los centros y las periferias, todo esto debe recordarnos que las
culturas cualquier cosa que sean las culturas no son entes estancos, inequvocos y bien
delimitados. No se adecuan con exactitud a la frmula: un territorio (igual) un espacio social
(igual) una cultura.
No obstante, todava se mantiene una perspectiva fuertemente cartogrfica de la cultura. Cada una
se presenta como un ente segmentado, circunscripto y orientado hacia su propio eje, estructurado
por historias nacionales, sentidos regionales y arraigos locales. Las culturas se colorean con
precisin en los mapas; son bolas de billar que se chocan entre s y generan friccin y desgaste.
Pero tambin al mismo tiempo, en simultneo son actores trgicos de un destino signado por la
homogenizacin y la prdida, por la desaparicin, pues esas culturas ceidas se asumen como
autenticidades en peligro, siempre amenazadas, siempre imposibilitadas de inventar sus propios
futuros. Hay que elegir entre totalidades, y luego, vincularlas entre s; por fin, evitar que se licuen
en un magma uniforme.
Y de nuevo la importancia de interrogarse sobre los parmetros. Juzgar una cultura como todo
sumamente complejo a travs de unos pocos parmetros es un camino directo hacia el
etnocentrismo o hacia algo peor. La idea de cultura como totalidad esencial, antes que un
dispositivo relacional y circunstancial, es incorrecta en el mejor de los casos y peligrosa en el peor
de ellos. La comprensin de la diferencia comienza con la aceptacin de que nuestros parmetros
pueden estar equivocados; que, aunque sean legtimos, no alcanzan para juzgar una cultura como
totalidad pues una cultura como totalidad es apenas una ficcin metodolgica. Y por ltimo, que
una intervencin quirrgica puede convivir perfectamente con los rezadores que mantienen las
cuentas claras con los dioses y con la tradicin. Tal como convive con sacerdotes catlicos y
amuletos para la buena suerte.

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