Tortura Guerra Sucia
Tortura Guerra Sucia
Tortura Guerra Sucia
En los aos sesenta y setenta del siglo xx en Mxico actuaron diversos grupos guerrilleros que surgieron en distintos puntos del pas. Lo
mismo en las zonas rurales, como Guerrero, que en las grandes ciudades, como Monterrey, Guadalajara y la ciudad de Mxico. El Estado
mexicano, ante esta ola de grupos armados, decidi enfrentarlos, no
con la ley, sino con violencia, que rebasaba incluso los marcos legales
instituidos en nuestro pas. A esta manera terrorfica de enfrentar a
los guerrilleros se le conoce como guerra sucia. En esta guerra sucia
que implement el gobierno, despleg mltiples prcticas, como el
encarcelamiento ilegal, la desaparicin forzada, la detencin de familiares de guerrilleros y la tortura. Esta ltima se les infligi lo mismo
a hombres que a mujeres acusados de ser guerrilleros o de brindar
apoyo a estos grupos. Desde marcas, golpes y mutilaciones, hasta la
introduccin de objetos en el cuerpo, fueron algunas formas que la
tortura cobr en esta guerra sucia. A partir de diversos testimonios,
este texto reconstruye desde la perspectiva de la memoria colectiva
algunas experiencias de esas dcadas, al mismo tiempo que va esclareciendo el ejercicio de la violencia que descargan sobre el cuerpo los
que ejercen el terror a travs del poder.
Palabras clave: guerra sucia, violencia, tortura, cuerpo, memoria colectiva.
139
140
a visin de la memoria que insiste en que es menos una facultad individual y ms un proceso de edificacin cultural, colectiva, se expuso
a principios del siglo xx. En esta accin se puede citar al menos a cuatro
estudiosos: Charles Blondel (1928), Frederic Bartlett (1932), Lev Vygotsky (1930) y Maurice Halbwachs (1925). Este ltimo desarroll la idea y
el concepto de memoria colectiva (1925, 1950), el cual aqu se suscribe.
Bien. La memoria es colectiva, siquiera por los marcos en que se
contiene, como el espacio, el tiempo, la afectividad y el lenguaje, sobre
la base de los cuales se construye, porque son eso, marcos en los que
se contienen, en los que cobran sentido los acontecimientos que han
de ser dignos de mantenerse para despus comunicarse. Los marcos
sociales posibilitan estabilidad, porque son puntos fijos, coordenadas
que permiten contener, y por ello el contenido se puede modificar, pero
los marcos, fijos como son, se mantienen: Son aquello fijo donde puede apoyarse lo que se mueve (Fernndez Christlieb, 1994: 95). Los
marcos son significativos en la medida en que se acuerdan de forma
colectiva y se estipulan para las colectividades: una fecha y un lugar
resultan de inters para las personas en la medida que les dicen algo,
los interpelan, les comunican algo significativo; de lo contrario seran
fechas y lugares distantes, sin inters, ajenos e incomunicables.
Desde esta postura, el espacio es el significado que adquieren un
conjunto de dimensiones en las que se vive, y a la inversa: Dimensiones que condicionan en funcin de sus caractersticas, la forma de vivir
que se produce en su interior (Torrijos, 1988: 19-20). Se puede aseverar que al espacio como territorio y orientacin le corresponde una
expresin simblica, donde entra el lenguaje y las relaciones que en l
se establecen (Fernndez Christlieb, 1994); por eso, los grupos sienten
suyos ciertos emplazamientos, porque los habitan y usan: los significan.
En consecuencia, las colectividades que poseen una memoria cultural,
transforman el espacio de un modo profundo y duradero, pues cuando
un grupo se inserta en una parte del espacio, la transforma a su imagen,
y el grupo se encierra dentro del marco que ha construido (Halbwachs,
1950). Los lugares, entonces, cobran sentido en funcin de lo que ah se
ha experimentado y guardado, como si fuera un recipiente, receptculo,
que permite que se alberguen sucesos con sentido; ah han de quedarse
para su posterior recuperacin. Ello acontece porque es en los lugares
141
142
titud. Hay una actitud que impresiona y que dota de significado a lo que
ha de recordarse, y la actitud es una cuestin de sentimiento, de afecto:
Cuando se pide a un sujeto que recuerde, muy a menudo lo primero que
surge es algo de la ndole de una actitud; el recuerdo es, por tanto, una
construccin en gran parte basada en esta actitud y su efecto general es
una justificacin de la misma (Bartlett, 1932: 275). Siempre en un marco mayor, en una corriente de pensamiento ms amplia: la colectividad.
Los sucesos que ha experimentado una colectividad o sociedad, acontecimientos sentidos y significados, estos deben recordarse y por tanto se
convierte en un deber su recuerdo. Quiz a eso se refera Todorov (1995:
26) cuando adverta que la memoria no es slo responsable de nuestras
convicciones sino tambin de nuestros sentimientos.
As como la memoria se contiene en marcos, recurre tambin a instrumentos para edificarse, y el ms acabado y a la vez marco central
de la memoria colectiva, es el lenguaje, y con este, sea oral, pictogrfico o escrito, se construyen, se mantienen y transmiten los contenidos
y significados de la memoria (Blondel, 1928; Halbwachs, 1950). Ello
porque el lenguaje es el marco ms estable de la memoria, dada su
posibilidad de anclaje: El lenguaje representa uno de los poderes conservadores ms firmes de la cultura. Sin este conservatismo no llegara
a cumplir su misin principal, la comunicacin (Cassirer, 1944: 330).
De ah que Blondel (1928) afirmara que el lenguaje es el espacio social
de las ideas, que es una cosa social, que es un asunto de la colectividad. En todos los estudiosos originarios de la memoria (Halbwachs,
1925, 1950; Blondel, 1928; Vygotsky, 1930; Bartlett, 1932) existe una
relacin entre lenguaje y memoria. No poda ser de otro modo, toda
vez que para comunicar los significados hay que recurrir al lenguaje, esa
creacin cultural que permite acordarnos de algo: Los hombres que viven en sociedad usan palabras de las cuales comprenden el sentido: esta
es la condicin del pensamiento colectivo, y es que cada palabra que se
comprende se ve acompaada de recuerdos, y no hay recuerdos a los
que no podamos hacerles corresponder palabras. Hablamos de nuestros
recuerdos antes de evocarlos; as es el lenguaje, y as es todo el sistema
de convenciones que le son solidarias, las cuales nos permiten a cada
instante reconstruir nuestro pasado (Halbwachs, 1950: 279).
Como se ha mencionado, para comunicar los significados hay que
recurrir al lenguaje, toda vez que la memoria se abre paso a travs de
la verbalizacin, solo como uno de sus numerosos caminos (Calvei-
143
Algo de contexto
144
Mxico vivi en las dcadas de los sesenta y setenta del pasado siglo xx
una explosin de grupos guerrilleros. Estos surgieron en el marco de movilizaciones de diversos sectores: magisteriales, ferrocarrileros, mdicos,
145
146
147
148
149
Idea de la tortura
150
La tortura es un ejercicio de violencia. Violencia y castigos han habido, y durante siglos, incluso milenios; estos eran abiertos, pblicos,
para el escarmiento de ciertos grupos, lo mismo disidentes que mujeres, esclavos que herejes, pobres que hurtadores, la tortura buscaba ser
ejemplar. Los romanos, por caso, crucificaban para el escarmiento.
Lo mismo existi la lapidacin y el circo, formas ellas tambin del sufrimiento. Siglos despus, el suplicio implementado desde las filas del
cristianismo, con fines de control, cobr arraigo: evitar la hereja y la disidencia constitua parte de sus finalidades. Surgen instituciones alrededor de la tortura, La Inquisicin supo bien de eso, pues durante varios
siglos impuso el tormento pblico en nombre de su poder y dogma. No
obstante, a fines del siglo xvi, en tanto que los suplicios abiertos estaban
ya resultando intolerables, era necesario practicar otras formas de castigo, menos abiertas, ms cerradas, algo que no fuera visto por la gente.
Castigar menos, para castigar mejor, fue una de las respuestas, y la
dio Beccaria, el padre de la entonces nueva penalidad (Perrot, 1998).
Lo aberrante a los ojos humanos, comenz a ocultarse. De hecho, en
151
152
2
La dfs se crea entre fines de 1946 e inicios de 1947. En ese momento depende de la Presidencia de la Repblica. Despus estar bajo las rdenes de la Secretara de Gobernacin. No
participan militares en su fundacin, pero tiempo despus se incorporarn. Desde un inicio sus
integrantes se dedican a espiar opositores y a integrantes del propio rgimen. Con el paso del tiempo su fama de crueles, por los mtodos que usan, se volver un lugar comn (Aguayo, 2001).
3
El mar surge en los pasillos de la Universidad de Mosc, en la entonces URSS. Sus
integrantes se fueron becados a estudiar a la Universidad Patricio Lumumba. Varios de ellos
provenan del estado de Michoacn. Se entrenaron militarmente en Corea del Norte. Eso fue a
fines de los aos sesenta (Pineda, 2003).
153
154
155
detuvieron en Atoyac a varias personas, entre ellos a Evaristo Castan Flores, quien recuerda:
No s cuntos das estuvimos all. Nos presentaron ante el juez. Estbamos
confesos de haber ido a poner la emboscada all en la sierra a los soldados,
cosa que nunca aceptamos, antes preferamos morirnos. Sin embargo, yo
pienso que varios compaeros no aguantaron la tortura. Unos se murieron, otros desaparecieron, porque ya cuando nos trajeron a la crcel ya no
regresamos todos los que fuimos [] No recuerdo si salimos o llegamos a
la crcel el 15 de septiembre, pero recuerdo que oa el grito en el radio y
escuchaba que decan: Viva Mxico, viva la libertad. Y yo me deca cul
libertad? Entonces yo sent que antes, cuando conmemorbamos el 15 de
septiembre era muy bonito, porque yo crea en mi gobierno, pero despus
de lo que nos hicieron todo se me volte (en Scherer, 2004: 97).
156
4
La Brigada Blanca la cre la dfs en respuesta a la Brigada Roja con que operaba la Liga
Comunista 23 de Septiembre. La Brigada Blanca se caracteriz por ser especialmente cruel. Se
le asign la eliminacin de la Liga, aunque particip en operativos contra otros grupos guerrilleros. Tena a su disposicin una gran cantidad de recursos e infraestructura, y sus instalaciones
se encontraban en el cmn1.
se en silencio durante tres das, para que sus contactos y los domicilios
conocidos pudieran ser evacuados, y esconderse los militantes. Por tanto,
la informacin deba obtenerse lo ms rpido posible, no importaban
los medios. Resulta peculiar, y entendible, que en algunos documentos
de la dfs solo se mencione que se les ejerci presin e interrogatorios
preliminares y no tortura a los detenidos (Aguayo, 2001). Se seala que
es entendible que los policas signen sus informes con el anuncio de interrogatorio porque, como se ha dicho, la tortura pertenece a la esfera
del secreto, secretad que alimenta el olvido, olvido que estaba facturando
la polica poltica pues saba que sus mtodos de interrogacin eran
inhumanos, crapulosos, ilegales, pertenecientes a la guerra sucia. Guerra
sucia que fue negada por la parte oficial. Contrapuesta a la versin oficial de negacin de tal guerra, exguerrilleros sobrevivientes de esos tratos
crueles o familiares de los que murieron en el transcurso de la tortura
hablan, dicen, narran, brindan esa versin que durante aos fue acallada
o que no encontraba odos receptivos: hablan de espacios y tiempos, de
esos marcos de la memoria colectiva; reconstruyen desde el presente, dan
cuenta de lo que signific su paso por los tratos crueles. Narran, tienen
mucho que decir. A muchos se les aplicaba el clsico rol del polica bueno
y el malo, como dicta la preparacin de los agentes. Con los acusados de
ser guerrilleros se pona en juego una y otra vez. Un grupo de policas se
presenta como los buenos y empiezan: Est usted en manos del Poder
Ejecutivo Federal. Para usted ya se termin el anonimato, la clandestinidad, y continuaban: Recuerde que, segn sus propias reglas, usted tena
la obligacin de guardar silencio durante las primeras setenta y dos horas
a partir de su detencin y ya pasaron. Debe entender que entre usted y
nosotros hay un abismo infranqueable, que solo podr usted superar si
coopera con el gobierno. Soy todo odos, dganos su historia (en Ulloa,
2004: 35-36).
Salvador Castaeda (1980: 50), integrante del mar, recuerda lo ocurrido: a uno lo agarran, lo tienen en instalaciones militares, por el ruido
de las botas ubica el sitio. Quien lo interroga, das atrs haba aparecido en fotografas, de esos que golpeaban estudiantes el 10 de junio de
1971. Lo reconoce, es un halcn. Este paramilitar le espeta: Ya pasaron
setenta y dos horas desde que los agarramos y de seguro sus camaradas
tomaron las medidas necesarias para la seguridad del grupo, as que comience a hablar. Ellos estn libres y usted est aqu, no se le olvide. Y
empieza la tortura: introducirlo en una pila de agua, asfixia
157
158
159
mojaron y empezaron a darme toques elctricos con una picana (chicharra-barra elctrica) en el pene, los testculos, el ano, en una cicatriz que
tengo, en las orejas, dentro de las fosas nasales, en los labios, en las encas y
en la lengua, despus de esto me hicieron comer dos tazas de excremento,
luego me tendieron en el suelo y Miguel Nazar Haro me pona una pistola
en la sien jalando el gatillo (simulacro de fusilamiento) [] Tambin me
amenazaban con que iban a llevar a mi familia para torturarla en mi presencia (Cassian, en Poniatowska, 1980: 109).
160
161
162
Como consecuencia de esa tortura, Moreno perdi la mano izquierda. En esos interrogatorios, Nazar representaba el papel de polica bueno. Por su parte, los militares lo torturaban, ensandose con l por la
El hecho de que se le indique, se le imponga, que no hable al respecto de lo que mir en el cmn1 es parte del entramado del silencio que
rodea a la guerra sucia; de ese silencio que va configurando el olvido:
el silencio material del olvido, el lenguaje material de la memoria. El
poder, Ejrcito y dfs apostndole al olvido; los torturados apostndole
a la memoria: La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la
memoria contra el olvido (Kundera, 1978: 10). De ah la necesidad del
silencio por parte de unos, y de narrar por parte de otros. Por lo dems,
163
164
165
166
167
168
La siguieron torturando, con la amenaza de quitarle al beb. Finalmente, la dejaron libre el 7 de octubre de 1977.
Ms casos, igual de indignantes y humillantes, ocurrieron a mujeres
cuyas parejas se encontraban detenidos en campos militares. Al menos
un militar, que particip como testigo ante un tribunal castrense que
investigaba los excesos de varios militares cometidos en esos tiempos en el
estado de Guerrero, lo declar. Margarito Monroy Candia, piloto, expres que en la base algunos militares obligaban a las mujeres a tener relaciones sexuales con ellos, con la promesa de dejar libres a sus parejas (Daz,
2002a, 2002b). Lo ltimo, liberarlos, evidentemente no ocurri.
Degradacin del otro, sometimiento del torturado y de sus allegados; el poder del torturador se manifiesta, y hay un contexto posiblitador: la guerra sucia, la lucha contra los terroristas, contra los comunistas, contra los que quieren introducir ideas extranjeras en Mxico. Esa
es su justificacin. Todo esto constituye piezas de los excesos, muchos
excesos que se produjeron. Y en el presente se reconstruyen.
El relato es una prctica milenaria, las culturas mesoamericanas lo
obraban, as se comunicaban los descubrimientos, las invenciones, los
conocimientos, lo vivido, por excelencia de esta manera cobraba forma.
Eso permita entender y comprender el mundo. En la reconstruccin de
la memoria colectiva, lo que importa es que lo que se pone en el relato resulte significativo para quien narra y para quien escucha. En esa narracin
se van reconstruyendo los pasajes de un pasado antes ocultado, negado,
silenciado. La palabra se asoma al pasado: la palabra es contrabandista de
ideas, en este caso, de eventos que se crean no estaban ya. Lo sucedido se
va dibujando, el recuerdo lo va haciendo. Por memoria colectiva se puede
entender la reconstruccin de un pasado vivido y/o experimentado por
un grupo o colectividad. En este caso, el grupo es el de los guerrilleros sobrevivientes de las torturas, torturas que realiz un aparato represivo que,
con una justificacin ideolgica, pretenda aniquilarlos. Para ello, pusieron en prctica la denominada guerra sucia, guerra injusta y cruel contra
aquellos que pensaban distinto a lo que las instituciones decretaban. Pusieron en marcha una serie de prcticas sucias que dejaron su marca en
los cuerpos de aquellos a quien iba dirigida (y tambin en muchos cuerpos ajenos a esta lucha). La picana elctrica, las tablas para atar cuerpos,
los hilos en las partes nobles, los tubos introducidos; los tehuacanazos,
las vendas en los ojos, todo mediado por un discurso del torturador: yo
tengo el poder de decidir cundo y cmo sales de aqu o cmo y cundo
mueres. La retrica del torturador. La amenaza de traer a la familia y torturarla frente al detenido; la humillacin y denigracin permanente hacia
las mujeres. Todo esto tambin se neg. Oficialmente, nunca existi. En
la historia no se registr. Se le apost al olvido.
Contra todo eso, la reconstruccin que realizan los que sufrieron la
embestida de la violencia, han estado enfrentndose: contra lo negado.
La memoria de los torturados emerge, se va delineando, va iluminando
zonas oscuras del pasado mexicano, y cobra significado lo que dicen. Ante
esto hay que abrir los ojos, los odos, escuchar, pues no basta narrar para
que haya comunicacin: se debe escuchar y comprender lo narrado. El
acto de comunicar implica, a su vez, un acto de recibir; recibir refiere
a hacer volver y reconquistar, volver a tomar que no es otra cosa
que actualizar, actualizar eso que ha estado flotando en el ambiente, eso
obligado al silencio, pero murmurado durante aos. Las doas gritando
en el Zcalo de la ciudad de Mxico que les entreguen a sus hijos, aunque
sea trozados de tanta tortura, repitindolo una y otra vez, ao tras ao:
repetir para conjurar el riesgo del olvido, acusa la memoria.
169
Por otra documentacin, se sabe que la dfs acusaba a Rafael de haber planeado el secuestro del industrial cervecero Antonio Fernndez,
razn por la cual decidieron mantenerlo en prisin clandestina. El 29
de marzo de 1977, la Liga haba secuestrado al presidente del Consejo
de Administracin de la Cervecera Modelo, Antonio Fernndez, con la
demanda, a cambio de su liberacin, de una suma de dinero, la reinstalacin de 130 obreros despedidos, el pago de jubilacin a 92 extrabajadores y que se publicara un comunicado. Parte de las demandas se
lograron, pero la feroz cacera contra los integrantes de la Liga continu
su marcha. Vctima de esa batida fue Rafael Ramrez. Contina con su
relato Tania:
170
personas que salieron dieron testimonio de que estaba ah, es decir que
estuvo meses ah, con vida.
En muchos casos la tortura llev a la muerte y desaparicin de personas; ms de 500 a decir de registros de algunas organizaciones que demandan su presentacin con vida. Rodrguez Mungua (2004: 9) seala
que entre 1972 y 1982 a los aparatos de seguridad del Estado mexicano
se les atribuyen al menos 532 desapariciones. Muchos de los actuales
desaparecidos fueron arrojados al mar. Otros, incinerados, como narra
un exagente de la dfs.
En un documento de la dipd y de la Direccin General de Polica
y Trnsito del Distrito Federal se muestran las fichas de 27 guerrilleros,
25 con fotografas, detenidos entre mayo y agosto de 1975. Estn en el
cuartel del Batalln de Granaderos de Tlatelolco. Diez de los que ah se
171
172
173
174
parte de la sociedad que recuerda, en consecuencia no hay opinin sobre la guerra sucia. Apenas se encuentra en formacin, toda vez que el
intento de exterminio de la guerrilla en nuestro pas fue algo que en el
discurso pblico no ocurri: olvido en construccin. Negacin y omisin: procesos con los que se edifica el olvido social.
La disputa sigue siendo la de siglos atrs: memoria versus olvido impuesto. Olvido de una parte de la vida social y poltica de nuestro pas.
Olvido de acontecimientos que en alguna medida contribuyeron al cambio de rgimen en el ao 2000. Olvido de hechos que, aunque dolorosos
y mortferos, contribuyeron a una reforma poltica en los aos setenta
del pasado siglo. Sucesos sin los cuales no puede entenderse la presencia
actual de la guerrilla, que en buena medida proviene de esos tiempos,
porque la guerrilla simple y sencillamente no fue aniquilada. Muchos de
sus integrantes se replegaron y ahora resurgen. Pues bien, seguir ocultando ese periodo de la denominada guerra sucia en Mxico no lleva sino a
un desconocimiento de la actuacin de algunos grupos en el presente.
Desconocer el pasado es incmodo, porque no saber de dnde se viene,
no saber los principios, lleva a no saber cul es el rumbo, a dnde se va.
Por fortuna ha habido grupos que han insistido en que este episodio
de la vida mexicana no quede enterrado en el olvido. Han insistido en
su discusin, en su esclarecimiento. Algunos eventos, desde la academia
hasta foros donde se brindan testimonios acerca de lo ocurrido en esos
aos, estn contribuyendo al rescate de esa memoria. El presente trabajo pretende asistir a este intento.
Bibliografa
Aguayo, Sergio
2001 La charola. Una historia de los servicios de inteligencia en Mxico, Mxico, Grijalbo.
Bachelard, Gaston
1932 La intuicin del instante, Mxico, fce, 2002.
Bartlett, Frederic
1932 Recordar. Estudio de psicologa experimental y social, Madrid,
Alianza.
Bartra, Armando
1996 Guerrero bronco, Mxico, Sinfiltro.
175
176
Blondel, Charles
1928 [1966] Introduccin a la psicologa colectiva, Buenos Aires, Troquel.
Bodei, Remo
1998 Libro de la memoria y de la esperanza, Buenos Aires, Losada.
Bruner, Jerome
2002 [2003] La fbrica de historias. Derecho, literatura, vida, Buenos
Aires, fce.
Calveiro, Pilar
2001 [2002] Desapariciones. Memoria y desmemoria de los campos de
concentracin argentinos, Mxico, Taurus.
Candau, Jol
1998 [2001] Memoria e identidad, Buenos Aires, Ediciones Sol.
Cassirer, Ernst
1944 [1992] Antropologa filosfica. Introduccin a una filosofa de la
cultura, Buenos Aires, fce.
Castaeda, Salvador
1980 Por qu no dijiste todo?, Mxico, Grijalbo.
Castellanos, Laura
2007 Mxico armado. 1943-1981, Mxico, Era.
Castillo, Gustavo
2003a Los guerrilleros, aventureros que queran el poder. Entrevista
con Miguel Nazar Haro, en La Jornada, 5 de febrero.
2003b Que se muera el engendro, porque tambin va a ser guerrillero. Entrevista con Martha Alicia Loaiza, viuda y torturada
en la guerra sucia, La Jornada, 20 de marzo.
cndh
2001 Informe de la cndh sobre desapariciones forzadas, en El
Perfil de la Jornada, 28 de noviembre.
Daz, Gloria
2002a, La foto del recuerdo y al mar, en Proceso, nm. 1356,
26 de octubre, pp. 12-17.
2002b, Pie de la Cuesta, trampoln al ocano, en Proceso, nm. 1357,
3 de noviembre, pp. 16-17.
Dobles, Ignacio
1990 Apuntes sobre psicologa de la tortura, en Ignacio MartnBar, ed., Psicologa social de la guerra. San Salvador, uca,
pp. 197-209.
Eco, Umberto
1999 [2002] Prembulo. Solo puede construirse el futuro sobre la
memoria del pasado?, en Franoise Barret-Ducrocq, dir., Por
qu recordar?, pp. 183-186. Barcelona, Granica.
El Universal
1994 Los movimientos armados en Mxico, t. II, Mxico, Ediciones
El Universal.
Esteve Daz, Hugo
1995 Las armas de la utopa. La tercera ola de los movimientos guerrilleros en Mxico, Mxico, Instituto de Proposiciones Estratgicas.
Fernndez Christlieb, Pablo
1994 La psicologa colectiva un fin de siglo ms tarde, Barcelona, Anthropos-Colegio de Michoacn.
Garca Hernndez, Arturo
2004 La amnesia es sinnimo de impunidad. Entrevista con Carlos
Monsivis, en La Jornada, 14 de junio.
Glockner, Fritz
2007 Memoria roja. Historia de la guerrilla en Mxico (1943-1968),
Mxico, Ediciones B.
Gmez de Silva, Guido
1985 [1999] Breve diccionario etimolgico de la lengua espaola,
Mxico, fce-El Colegio de Mxico.
Grijelmo, lex
2000 [2002] La seduccin de las palabras, Mxico, Taurus.
Halbwachs, Maurice
1925 [1954] Les cadres sociaux de la mmoire, Pars, puf.
1950 [1968] La mmoire collective, Pars, puf.
Jelin, Elizabeth, comp.
2002 Las conmemoraciones: las disputas en las fechas in-felices, Madrid, Siglo XXI Editores.
Kundera, Milan
1978 [1987] El libro de la risa y el olvido, Mxico, Seix Barral,
1987.
Martn-Bar, Ignacio
1983 Accin e ideologa: psicologa social desde Centroamrica, San
Salvador, uca.
Montemayor, Carlos
1991 Guerra en el paraso, Mxico, Diana.
177
178
1998 Prlogo, en Maribel Gutirrez, Violencia en Guerrero, Mxico, La Jornada Ediciones, pp.7-11.
1999 La guerrilla recurrente, Mxico, Universidad Autnoma de
Ciudad Jurez.
Olivares, Enrique
2007 Ah estn; lo prometido es deuda!, dice la pgr al entregar
osamentas de la guerra sucia, en La Jornada, 11 de febrero.
Palou, Pedro A.
2009 Charlas de caf con Jos Mara Morelos, Mxico, Grijalbo.
Perrot, Michelle
1998 Lo intolerable, en Franoise Barret-Ducrocq, dir., La intolerancia, Barcelona, Granica, pp. 89-92.
Petrich, Blanche
2003 Nazar enloqueca cuando torturaba, narra un ex integrante
del mar, en La Jornada, 9 de febrero.
Pineda, Fernando
2003 En las profundidades del mar (el oro no lleg de Mosc), Mxico,
Plaza y Valds.
Poniatowska, Elena
1980 Fuerte es el silencio, Mxico, Era.
Radley, Alan
1990 [1992] Artefactos, memoria y sentido del pasado, en David
Middleton y Derek Edwards, comps., Memoria compartida.
La naturaleza social del recuerdo y del olvido, Barcelona, Paids,
pp. 63-76.
Ramrez, Jess
2005a Partes policiacos prueban la participacin oficial en la desaparicin de guerrilleros, en La Jornada, 30 de junio.
2005b Revive un ex guerrillero su detencin y tortura durante la
guerra sucia, en La Jornada, 1 de julio.
Ricoeur, Paul
1999 [2002] Definicin de la memoria desde un punto de vista
filosfico, en Franoise Barret-Ducrocq, dir., Por qu recordar?, Barcelona, Granica, pp. 24-28.
Rodrguez Mungua, Jacinto
2003 El incinerador de la federal de seguridad, en El Universal, 5
de febrero.
2004 Las nminas secretas de Gobernacin, Mxico, limac
Scherer, Julio
2004 Los patriotas. De Tlatelolco a la guerra sucia, en Julio Scherer y Carlos Monsivis, Los patriotas. De Tlatelolco a la guerra
sucia. Mxico, Aguilar, pp. 5-139.
Shotter, John
1993 [2001] Realidades conversacionales. La construccin de la vida a
travs del lenguaje, Buenos Aires, Amorrortu, 2001.
Surez, Luis
1985 Lucio Cabaas. El guerrillero sin esperanza, Mxico, Grijalbo.
Todorov, Tzvetan
1995 [2000] Los abusos de la memoria, Barcelona, Paids.
Torres, Jorge
2008 Nazar, la historia secreta. El hombre detrs de la guerra sucia,
Mxico, Debate.
Torrijos, Fernando
1988 Sobre el uso esttico del espacio, en Jos Fernndez Arenas,
coord., Arte efmero y espacio esttico. Barcelona, Anthropos,
pp. 17-78.
Ulloa, Alberto
2004 Sendero en tinieblas, Mxico, Cal y Arena.
Vzquez, Flix
2001 La memoria como accin social. Relaciones, significados e imaginario, Barcelona, Paids.
Vincent, Grard
1987 [2001] Una historia del secreto?, en Philippe Aris y Georges Duby, dirs., Historia de la vida privada, Madrid, Taurus,
vol. 5, pp. 135-353.
Vygotsky, Lev
1930 [1979] El desarrollo de los procesos psicolgicos superiores, Mxico,
Grijalbo.
Artculo recibido el 14 de octubre de 2010
y aceptado el 25 de marzo de 2011
179