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Zaruma Historia Minera
Zaruma Historia Minera
Zaruma Historia Minera
Identidad en PORTOVELO
AGRADECIMIENTO
I am gold
I. Municipio de Zaruma
Dr. Edmundo Peaherrera
ALCALDE
Pinturas Cndor
Lic. Geovanny Espinosa
Centro de Distribucin Machala
PALMAR
AGROCOMERCIO
EL AUTOR
Ediciones Abya-Yala
2000
Ediciones ABYA-YALA
12 de Octubre 14-30 y Wilson
Casilla: 17-12-719
Telfono: 562-633 / 506-247
Fax: (593-2) 506-255
Correo electrnico: admin-info@abyayala.org
editorial@abyayala.org
Quito-Ecuador
Impresin
Docutech
Quito - Ecuador
ISBN:
9978-04-620-8
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Docutech
Quito - Ecuador
Contenido
INTRODUCCIN.................................................................................
Captulo I
LA COLONIA: UNA POCA DE TRANSICIN ..................................
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Captulo II
PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX.....................................................
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Captulo III
CARACTERSTICAS DE LA CULTURA ................................................
129
BIBLIOGRAFA....................................................................................
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Introduccin
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Captulo I
La colonia:
una poca de transicin
POR MUCHO TIEMPO hemos asistido a una discusin terica centrada en definir el tipo de formacin social y modo de produccin dominantes en la Amrica Colonial, sin resultados definitivos. En Amrica
Colonial, encontramos sin duda la produccin mercantil simple; pero
se trata de un modo de produccin secundario. Feudalismo y Capitalismo, entendidos como modos de produccin, no existieron en Amrica colonial.(Santana, 1975: 148). Ha sido necesario considerar las
singularidades de los dos continentes, Europa y Amrica, para arribar a
una comprensin de la formacin americana, como parte de un orden
global internacional:
Mientras en el espacio dominante el rgimen capitalista de produccin
se gesta y adviene sobre las ruinas del feudalismo europeo, las mismas
fuerzas que lo desnivelan all implantan formas feudales de explotacin
en Amrica. Entonces, ms que extrapolar, el problema real consiste en
pensar e investigar acerca de las condiciones histricas concretas de cada formacin. (Assadurian, 1975: 76)
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El presupuesto de la Corona era insuficiente para liquidar las deudas, y se debieron multiplicar las cargas fiscales al pueblo espaol. Un
auge inicial en el siglo XVI de las exportaciones de tejidos, aceite y vino desestimul la agricultura, llegndose a depender del mercado europeo para la provisin de suministros bsicos, que alcanzaron los precios ms altos, antes de concluir la primera mitad del siglo. La incorporacin de las colonias americanas incrementaron las demandas de
esos productos, desencadenando la inflacin y con ello el descontento
general.
Los metales que empezaron a llegar en grandes cantidades desde
Amrica, a partir de 1550 se transfirieron al resto de Europa en pago de
las deudas y por las importaciones ocasionadas. Se agudiza el estanca-
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No obstante, los fenmenos econmicos y polticos surgidos entre el Estado y la metrpoli ejercieron amplia influencia, concretamente en la estratificacin social. En los primeros tiempos se conservaron
estratgicamente las jerarquas aborgenes, dando inicio al mestizaje.
No demor la configuracin rgida del bloque colonial, integrado
por: las clases propietarias en posicin dominante y ejerciendo la mediacin entre el poder metropolitano y la masa explotada; incluye encomenderos, grandes comerciantes y alta burocracia. Complementariamente adheridos estn los sectores auxiliares: pequeos comerciantes,
artesanos y ministros inferiores. En la base social se ubica la gran masa
de indgenas, mestizos y negros. (Quintero, 1989: 31).
Segundo Moreno estudia la estratificacin al interior de las sociedades indgenas, cuyo conocimiento es necesario para entender los diversos fenmenos suscitados en la explotacin minera de Zaruma. Ubica en la cspide de la pirmide a los descendientes de la realeza inca; en
segundo lugar, a los caciques mayores (seores tnicos); tercero, los caciques principales o baja nobleza indgena; el siguiente estrato, constituido por el comn de los indios, contaba a su vez con un sector privilegiado de vasallos libres o indios tributarios, adems de mitayos, artesanos y asistentes de iglesias; el rango ms bajo lo ocupaban los trabajadores de haciendas y obrajes quienes por deudas contradas haban perdido su libertad los conciertos y huasipungueros.
La encomienda y la mita
Las dos principales formas de exaccin del sobretrabajo colonial
fueron la encomienda y la mita. La primera consisti en la asignacin
de un repartimiento de indios no de tierras(Moreno, 1989: 100) a
los conquistadores, con el beneficio de recibir tributacin, sea en productos y especies o en servicios (para todo tipo de actividades: domsticas, mineras, agrcolas y textiles). El deterioro demogrfico de la po-
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De otro lado, el omnipotente poder eclesistico devino en corrupcin, desatando la Reforma, devenido en conflictos al interior de las naciones primero, y luego en un cruento conflicto internacional, la Guerra de los Treinta Aos. No obstante su masiva participacin con
300.000 soldados espaoles, fueron derrotados los Habsburgos, casa
real dominante de Alemania y Espaa, dando lugar a la firma del Tratado de Westfalia (1648). Las guerras cambiaron sustancialmente la faz
poltica y social de Europa, (Plit, 1989: 25), al desmembrar importantes regiones del imperio espaol. El enorme gasto en esta participacin
blica produjo desgarradoras crisis, mientras internamente el reino sigui fragmentndose con escisiones de sus territorios. Espaa pas, de
ser la potencia mundial, a dependencia de los restantes pases europeos,
particularmente de Francia. En el ltimo cuarto del siglo XVI, bajo el
reinado de Carlos II, lleg al nivel catastrfico, depresin, cierre de industrias, colapso de la moneda, estancamiento comercial, escasez de
alimentos, regresiones demogrficas.(Ibid: 45). En 1700 muri este rey
sin dejar sucesor, propicindose la ocasin para que la realeza europea
dispute la herencia del trono vacante: la Guerra de Sucesin Espaola,
cuyo desenlace dio advenimiento a la casa de los Borbones.
La Real Audiencia de Quito
Como reflejo de la crisis econmica metropolitana, Amrica padeci durante el siglo XVII similares condiciones:
Particularmente despus de 1630 el mundo andino y el mesoamericano parecen atravesar por un largo perodo de crisis...desde la dcada de
1630 la economa de la Real Audiencia de Quito presenta un continuo
deterioro, que culminar a finales del siglo con la subordinacin total del
obraje a la hacienda y la cada de la poblacin indgena. (Mio,
1984: 15).
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implementaba un sistemtico proceso de expropiacin de tierras comunales. La mayora de obrajes estaban insertos dentro del sistema de
hacienda, dando lugar a una singular sntesis: la hacienda de obraje
(Moreno, 1980: 151).
Durante el siglo XVI la Corona no ejerci dominio sobre los obrajes ubicados al interior de las comunidades, mientras en el XVII asume
su propiedad jurdica y econmica, potestad que en la prctica se tradujo en la costumbre de arrendar a particulares, con garanta de mano
de obra. De esa manera se tornaron ms rentables, por tanto, su nmero se multiplic; mientras tanto, se restringa la creacin de obrajes particulares, que hubiesen implicado competencia en el mercado. De todas
maneras, despus de un descenso de los obrajes de comunidad entre
1630 y 1680, emergieron con mayor nfasis los particulares.
A medida que las haciendas iban conformndose, en su interior se
desarrollaban los obrajes, contando con la fuente necesaria de materia
prima. Los obrajes suministraron el sustento a la economa a lo largo
del siglo XVII. El principal contingente de mano de obra se obtena por
medio de la mita, que funcion hasta comienzos del siglo XVII.
Pero la hegemona alcanzada por Inglaterra, y su podero naval,
permitieron la introduccin de sus prestigiosos tejidos en Amrica, a
travs del contrabando, ocasionando una desigual competencia, con
evidente perjuicio para la industria textil nacional. A ello se sum la
poltica de libre comercio reglamentada por los Borbones, ya en el
trono de consecuencias fatales. Pero el golpe mortal asestado a los
obrajes quiteos fue el colapso minero de Potos, de fines del siglo
XVII, (Marchn: 47), principal mercado de sus tejidos.
Consolidacin de la hacienda y clase terrateniente
Mientras tanto, bajo diversas medios, principalmente expropiacin y endeudamiento indgena, fueron constituyndose los grandes latifundios o haciendas, as como la clase social propietaria. Esta clase,
con elementos criollos, ira consolidando su poder econmico, pues en
gran medida, era tambin propietaria de los obrajes. Capacidad traducida luego en la bsqueda del poder poltico.
En forma simultnea el Estado Colonial se consolidaba: las instituciones precolombinas perdieron su vigencia. Aunque fragmentos de
modos de produccin diferentes se integraron orgnicamente, sin adquirir rangos dominantes. (Quintero: 34). En esta coyuntura la buro-
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cracia estatal espaola cumple el papel de intermediaria entre los intereses reales y de las clases dominantes locales, puesto que los primeros
haban cedido la preferencia de sus intereses en favor de los segundos.
Las transformaciones al interior de la sociedad indgena fueron
terminantes: liquidaron la posesin de sus tierras; las castas que algn
momento mantuvieron cierto poder poltico, pasaron a formar parte
de una totalidad explotada, arraigada a la hacienda. El proceso de mestizaje, en cambio, continuaba y configuraba un sector social importante bajo nuevas concepciones culturales. Las sublevaciones indgenas
contra esta dominacin se manifestaron en zonas selvticas, en el litoral y en el altiplano. La masa indgena, sin embargo, continu subordinada, pero esta vez no al Estado directamente, sino a la emergente clase social terrateniente. Esta, organizada alrededor del Cabildo Civil, en
la prctica se constituy en el autntico poder, al punto de llegar a ejercer dominio sobre las clases auxiliares, sus antiguas aliadas. La creciente acumulacin de tierras, convertida en factor de prestigio, forj en sus
poseedores una ideologa racista (antimestiza), e identific la arrogancia aristocrtica.
Las clases auxiliares estaban constituidas por artesanos urbanos y
rurales, la clereca media, pequeos comerciantes, oficiales medios y
blancos ordinarios; denominados la plebe, cuando fueron requeridos como sustento poltico de la clase dominante.
En la costa, el comercio, particularmente de cacao, permita el surgimiento de una lite econmicamente poderosa y con proyecciones
polticas. En Zaruma, la minera se mantuvo activa durante las primeras dcadas del siglo XVII, para decaer a mediados del mismo, sin llegar a extinguirse. A fines del siglo XVII se agudiz la lucha poltica de
la clase terrateniente criolla contra el poder metropolitano; el descontento creca ante la aplicacin de duras medidas econmicas, en medio
de la pobreza general.
Tercera etapa colonial
Con el siglo XVIII una nueva era comenzaba. Cambios sustanciales se produjeron en Europa. En Espaa los Borbones ensayaron reformas, encaminadas a recuperar el disminuido poder de la Corona. Todo
ello repercutira en las colonias americanas. La guerra de Sucesin por
el trono espaol culmin en 1713 al firmarse el Tratado de Utrecht, que
asegur a los Borbones el trono, a cambio de concesiones en favor de
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las agropecuarias. Hacia finales de la Colonia, la Audiencia, acaso movida por la poltica metropolitana de mejorar sus finanzas para restaurar el poder, puso sus ojos en las otrora prometedoras minas.
Hemos tratado de hacer una sntesis de la evolucin poltica, social y econmica de la Audiencia durante la Colonia, a fin de interpretar el desarrollo de la minera zarumea y de encontrar elementos para analizar los conflictos y necesidades que agobiaron permanentemente esas actividades. Muchos otros problemas surgieron inherentes al
aislamiento econmico y fsico.
Descubrimiento y auge minero
Segn la tradicin recogida por Manuel de Jess Andrade a comienzos del siglo XX, los espaoles asentados en el puerto de Tmbez,
catearon las aguas del ro, encontrndolas ricas en oro, y decidieron remontarlo hasta ubicar la fuente que las nutra; en su recorrido llegaron
hasta una playa recostada entre cerros, que fue bautizada con el nombre de Portovelo, por alguna semejanza topogrfica con el puerto panameo; sin embargo, el clima malsano no les permiti levantar un
campamento, y optaron por ascender el cerro, en donde hallaron una
riqusima veta, que llamaron Vizcaya, en homenaje a la tierra de origen
de algunos expedicionarios. Un clima benigno permiti el establecimiento definitivo, a una altura de 1.200 m., el ao de 1539. (Andrade,
1923: 16 ss.). El ro fue denominado Amarillo, en homenaje a su abundancia de arenas aurferas; este mismo valle Gonzlez Surez lo describe malsano y de clima bastante clido y lluvioso.
Las fuentes documentales sealan que en 1550 Alonso de Mercadillo fund el Asiento de Minas de Zaruma, un rango de poca importancia que impeda la eleccin de Cabildo (otras establecen el ao
1549). Perteneci a la Gobernacin de Quito y al Corregimiento de Loja, su Corregidor ejerca el cargo de Alcalde Mayor de Minas, cumpliendo adems, las funciones de administrador de justicia. El cargo le correspondi por primera vez a Don Lorenzo de Figueroa y Estupin,
quien realiz la inicial distribucin de las tierras y llev adelante proyectos para construir poblados indgenas.
Durante nuestros recorridos por la Hoya de Zaruma, hemos podido constatar la existencia de tres asentamientos prehispnicos de
importancia, emplazados sobre extensas reas de terrazas agrcolas:
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Gizhagia, Guayquichuma y Yacubia. Pertenecen al Perodo de Integracin, probablemente fueron extensiones Caaris. En el litoral
orense, frecuentemente se descubren depsitos culturales del mismo
Perodo correspondientes a la Cultura Milagro-Quevedo. Pero al parecer todos estos pueblos desaparecieron al momento del impacto europeo, dejando desolado un medio ambiente propicio para su florecimiento.
Es fertilsima la tierra para sembrar en ella todos los mantenimientos de
indios y espaoles (excepto trigo), por ser siempre el temple de ella como el verano de Espaa. Hay ros caudalosos a la redonda... y grandes
quebradas donde hay abundancia de oro; y las aguas son delgadas y muy
sanas, mejores que las de Espaa. Tienen estos ros mucha abundancia
de pescado y muy regalado...
En el dicho cerro de Zaruma hay grandes llanadas y muchas sabanas ...
Hay a la redonda destas minas montaosas y cerros montaosos de mucha lea y madera en grandsima abundancia. (Ortegn, 1967: 307-308)
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1970: 427). Ciertamente estas minas nunca llegaron a igualar la abundantsima produccin de las peruanas, y la ley de su oro era tambin
baja; sin embargo, fueron las ms importantes y explotadas durante la
mayor parte del perodo sealado.
En 1579 el Virrey Toledo inform al Rey la existencia de 22 ingenios, y acusando siempre escasez de trabajadores, solicit su dotacin:
Si la Audiencia lo favoreciese y el Rey mandase dar indios, aumentaran los quintos. (Silvio Zavala). El mismo documento acusa al mal
trato dado a los indgenas proveedores de mano de obra como causa
para que el Virrey no haya autorizado el trmite.
Esa irracional explotacin de los indgenas denunciada por Fray
Bartolom de Las Casas, tuvo eco en Zaruma con otro dominico, Fray
Pedro de la Pea. Este, en 1581 inform al Rey Felipe II de la calamitosa situacin, e intent personalmente remediar esos males, sin xito.
Encontr la oposicin de los espaoles, cuya desmedida ambicin les
impeda advertir que ese trato miserable exterminara poco a poco la
fuerza de trabajo nativa.
La anarqua e ilegalidad intentan convertirse en falsas directrices
de la explotacin minera. Los objetivos y estrategias de los espaoles
persiguen la mayor riqueza en el menor tiempo. Probablemente no haba la intencin de desarrollar un trabajo sistemtico, ni de fundar un
pueblo de manera permanente.
De cualquier manera, la nica fuente que garantizaba la fuerza de
trabajo eran las comunidades indgenas, principalmente de las etnias
Paltas y Caaris. Ya en 1585 el Rey autoriz a la Real Audiencia de Quito que se provea de indios para el trabajo de las minas de Zaruma:
Juan Ramos de la Canga, tesorero de Loja me ha hecho relacin que en
los trminos de dicha ciudad hay un cerro que llaman Zaruma en el cual
residen muchos espaoles mineros y tienen muchos ingenios para sacar
oro de esas minas. De ellas se ha sacado y se saca mucha cantidad y mis
quintos son muy acrecentados y cada da lo sern mucho ms si se ordena que para el trabajo de las minas haya el nmero de indios que fueren
necesarios. Por falta de ellos se dejan de sacar mucha cantidad de oro...
Mando se ponga en ello la orden que se vea ms conveniente de manera
que las minas estn siempre bien provedas de gente y de todo lo necesario. (Archivo Vacas Galindo)
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aribamba, trmino de Cuenca, y otros pueblos circunvecinos que distan destas ciudades y de las minas a diez doce y catorce leguas. (Ortegn, 1967: 309). Estas ordenanzas, introducidas en un contexto anrquico, no dejaron de provocar conflictos, pues los encomenderos de
Cuenca y Loja, argan que el envo de indgenas a las minas significaba su sentencia de muerte y la consecuente prdida de tributos, e impedan a toda costa la enajenacin de sus indios contribuyentes. La mita
fue recuperada por el Virrey Toledo con el fin de proveer mano de obra
para las minas, pero su funcionamiento alteraba el de las encomiendas.
Pronto aparecieron los conflictos entre las dos instancias productivas,
ambas dependientes de la Corona. Sin embargo, el prestigio de las vetas y su riqueza sigui incrementndose, dando lugar a expectativas esperanzadoras, como las del Oidor Francisco de Auncibay, que lleg a
considerarlas solucin a la pobreza reinante en la Audiencia:
La Gobernacin de Quito... Esta tierra est pobrsima y sin oro ni plata
tiene un solo remedio porque otros que haba de minas en los Quijos y
en Santa Brbara, se han intentado y salido del todo vanos, resta pues el
cerro de Zaruma el cual es el remedio total desta tierra por ser tierra sana y frtil y abundante de metales. Solo hay falta de naturales. (Carta del
Oidor Auncibay a S.M.).
Un ao antes, en 1586, compareci el capitn Rodrigo Darcos, ante el Corregidor y Justicia Mayor de Loja; en su calidad de Alcalde Ordinario de Zaruma y Teniente de Minas, Rodrigo Darcos reclam la calidad de ms poderoso empresario minero; dueo de inversiones en la
explotacin del Ro Santa Brbara y de plata en el valle de Malar, entre
otras. Ante el corregidor de Loja declar lo siguiente:
En el asiento y minas de Zaruma tengo muy buenas minas de oro y dos
ingenios con que muelo los metales e cada da descubro minas y saco
muy buen oro dellas, y sacara mucho ms, si tuviese indios mitayos
abundantemente... porque ha acaecido en una semana sacar ms de quinientos pesos de oro, y teniendo mitayos, podra sacar ms...como porque siempre acomodo y favorezco a personas virtuosas, pobres y caminantes e monasterios y religiosos, meresco que Su Magestad me haga
merced de lo que se me ofreciere y que me mande dar indios para beneficiar las dichas minas.(Morales, 1967: 82)
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En 1592 haban unos 30 ingenios para moler los materiales, siendo los ms importantes pertenecientes a Rodrigo Darcos. Su sistema de
trabajo era a base de 8 pisones de hierro movidos por energa hidrulica, proporcionada por una noria grande; un mortero en el que se recoge el material molido y del que se esparce hacia unos paos o frazadas
exteriores que capturan por gravedad el oro. Al finalizar la jornada los
paos eran recogidos y colocados en grandes bateas para su lavado, dejando finalmente el oro libre en el fondo de estas, donde era amalgamado con azogue. Un sistema similar al utilizado en la actualidad, luego
de 400 aos. El oro se hallaba unido a la plata, pero sta no se benefici. Luego era llevado a fundir en las Cajas Reales de Loja y Cuenca
principalmente, de all se transportaba a Guayaquil, para su destino a
Espaa, va Panam.(Ibid: 308).
Haba mineros ricos y pobres, stos, sin capitales ni trabajadores
apenas podan desarrollar su actividad. Las arenas del Ro Amarillo su-
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ministraron parte del oro. Los mineros en su mayora eran de procedencia navarra y vizcana.
Al restablecerse la mita, comenzaron a afluir indios de las etnias
Palta y Caari, particularmente de los pueblos Garruchamba, Molleturo, Pacaybamba, Amboca y Malacatos. (Ibid: 315 ss.) El nmero de mitayos de acuerdo a las fuentes, no puede ser precisado con exactitud; al
parecer fluctuaba entre los 700, 300 y 200 por cada turno.(Ibid: 309)
La mita era cumplida en dos turnos anuales de un mes, a cuyo trmino eran reemplazados por otros contingentes. Los alcaldes residentes entre Paltas y Caaris reclutaban la mano de obra, recibiendo por
ello un salario de 400 pesos, pagado por los mineros (Ibid: 309). Estos
funcionarios eran seleccionados entre los caciques indgenas. En 1593
fueron designados Diego de Figueroa y Cajamarca y Pedro de Zmbiza, a quienes se confi juntar y recoger a los mitayos y jornaleros que
deban trabajar en las minas de oro de Zaruma.(Espinoza Soriano,
1988: 37). Incrustados estratgicamente en la administracin poltica
del nuevo Estado Colonial, estos caciques conservaron parcialmente su
poder sobre el pueblo y lo hicieron eficazmente; llevaron a cabo satisfactoriamente y ampliamente los deseos de los conquistadores, convirtindose as en los verdugos de su propio pueblo y nacin, ya que con
el fin de ganar el peso diario y recabar otros privilegios seoriales, no
tuvieron escrpulos en apelar e injuriar a los que resistan a sus mandatos.(Ibid: 38). Otros funcionarios similares, igualmente exageraron
el cumplimiento de sus roles:
Pero tales personas y caciques han sido tan malos, que por reservar a
muchos de ir a las minas, han consentido que se corrompiese este orden
y enviasen muchas veces a los que haban ya cumplido y hecho su mita
de dos meses y los del cerro los detuviesen hasta que viniesen otros en su
lugar, de que han resultado muertes con el excesivo trabajo y otros inconvenientes.(Ortegn, 1967: 309).
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La aparente contradiccin de este dato en relacin con las denuncias de constantes atrocidades, deja una serie de incgnitas acerca de la
realidad en que se desarrollaron las actividades mineras. Nos atrevemos
a considerarlos casos aislados, en los que se introdujo con ms rapidez
y facilidad una racionalidad econmica europea. La coexistencia de
dos sistemas de valores crea una situacin de conflicto que muchas ve-
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ces obliga al grupo dominado a adoptar rasgos de la cultura dominante. (Lanternari, en Wachtel, 1976: 213).
En cuanto a la produccin local de alimentos, era insuficiente para cubrir las demandas; entonces Cuenca y Loja fueron las proveedoras
de harina, pan, vino, conservas, jamones y mercaderas de Castilla; aunque a precios excesivamente altos, por el penoso transporte a travs de
caminos psimos. (Ortegn, 1967: 322).
Por frecuentes omisiones de rdenes gubernamentales, el Oidor
Ortegn solucion algunas cosas en favor de los indios, y el Oidor Mesa, hizo las siguientes sugerencias para una ptima explotacin de las
minas: Suspender temporalmente el traslado de indios y prohibir los
trabajos nocturnos en los ingenios. Estas medidas procuraban preservar la integridad de la fuerza laboral nativa, y ocasionaron la inmediata protesta de los mineros, quienes finalmente lograron conservar la codiciada mano de obra. Mesa volvi a plantear la necesidad de levantar
el pueblo, esta vez con indios vagabundos, llamados Peinadillos, en respuesta al fracasado proyecto planteado en 1559.
Debemos volver ocasionalmente a este asunto, pues pese a que jams se concret; sin embargo, moviliz recursos y gestiones, alentando
intilmente las esperanzas de los mineros. Los Oidores Auncibay y Pedro Gonzlez de Mendoza reforzaron el pedido ante el consejo de Indias, proponiendo los mecanismos pertinentes.
Ortegn y Mesa plantearon hacer esta poblacin y buscar el sitio
ms cmodo de aquellos valles y riberas de Zaruma, se han de sealar
dos personas del Cerro de las ms antiguas que son Antonio Fernndez
y Alexo Martnez de Olozaga, y otras dos, la una de Cuenca y la otra de
Loxa; las cuales juntasen... dos mil indios, los podran dividir en dos
pueblos. (Ibid:311). El mencionado Fernndez era uno de los pobladores ms antiguos y de los ms ricos ganaderos, con mritos suficientes para obtener aquella distincin. Los cargos ms representativos y las
misiones ms relievantes se asignaban segn el poder econmico de los
aspirantes. El proyecto del poblado inclua hospital, dos iglesias; los indios recibiran tierras de cultivo, pues han de ser preferidos en todo
(Ibid: 312); De forma paralela se disminuira el porcentaje de mitayos,
para preservarlos mejor; se evitara su contacto con negros o mestizos,
considerados sus enemigos naturales:
Que si hubiere negros en las minas, no anden entre los indios, sino
aparte; ni ningn mestizo mandn para ningn efecto; porque los unos
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y los otros, con muy poquita ocasin, los matan a palos y les hacen otros
malos tratamientos: son sus enemigos y no hay cosa que ms tema el indio que a uno destos. (Ibid: 312).
Se dispuso un control de seguridad en los socavones; de igual manera, en caminos y puentes por donde llegaran los trabajadores. Se intent a toda costa preservar la vida de los indgenas, nico recurso laboral. Se prohibi todo el rgimen de abusos. hay algunos espaoles
malos cristianos que abusan en esto y cargan con ellos a los indios, que
es de mucho trabajo. (Ibid: 312).
A ms de esas medidas, surgieron instrucciones para regular la
provisin de mitayos, en vista de los continuos engaos suscitados.
Que no se repartan indios sino solamente a los seores de ingenios
que los tuvieren bien aviados y para moler; ni a persona que no tuviere mina... porque de no ser as, hay mil fraudes en el servicio de los indios. (Ibid: 312).
Por ltimo esta Relacin, trasladaba al Rey el pedido de unos 500
600 esclavos negros fiados para el servicio de las minas, ya que las dificultades evidentes impedan la creacin de los nuevos poblados:
Habindose de hacer o no esta poblazn, importa al servicio del Rey...
se les haga merced de enviarles quinientos o seiscientos esclavos fiados a
un tiempo moderado, con gravamen de que slo se han de ocupar en la
labor y beneficio destas minas,; los cuales esclavos pueden muy bien pagar los seores de ingenios, porque tienen de hacienda a treinta y cuarenta mil pesos, y a ms y menos. (Ibid: 313).
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Auncibay pide a la Corona no explotar minas, para evitar el monopolio, que desestimula la inversin particular. La aplicacin de estrategias secretas, hasta cierto punto dudosas, surge como alternativa para conseguir ciertos objetivos:
Baste por ahora que se multipliquen los asientos y ingenios y se pueble
Zaruma y se labre el oro, y paguen por dos aos el diezmo y luego el
quinto, y aun esto secreto, que antes entiendan que ha de ser diezmo perpetuo, que esto abrir ocasin de grandes provechos. (Ibid: 326).
A finalizar las Relaciones de 1592, el Lic. Auncibay no olvida pronunciar votos en favor de las minas zarumeas: Dios todo poderoso
enderece este negocio para el bien de la Repblica cristiana. (Ibid:
329). La reglamentacin sugerida por los Oidores debi ser acogida por
el Presidente de la Audiencia, Dr. Barros de San Milln, quien concentr todo su celo en la defensa de los indios (Landzuri, 1988: 203);
aunque perjudicara los intereses de la oligarqua criolla, sustentados en
la explotacin de la fuerza aborigen. La historia es por dems conocida, esa oposicin se cristalizara en la Rebelin de las Alcabalas, de
1593.
Ese 1593 el Rey instruy a la Audiencia para hacer la poblacin de
indios, sujetndose al criterio del Virrey. El 17 de octubre Felipe II legisl en relacin a estas minas y erigi la Villa de Zaruma, atendiendo
todas las informaciones recibidas previamente. Esas leyes procuraban a
toda costa preservar la vida y la integridad de los indios. Ordenaban
que se repartieran indios solamente a dueos de minas o ingenios; que
estos trabajen algo ms de siete horas en dos guardias de trabajo; que
se les pague un jornal diario de tomn y medio de oro, ante la justicia
para evitar estafas; que se pongan todas las seguridades en las minas y
puentes de los caminos por donde haban de llegar; que se les proteja
contra abusos y ataques de mulatos, mestizos y negros; que se libere la
carga de metales u otros enseres. El incumplimiento de estas disposiciones significara la aplicacin de drsticas sanciones. (Vargas, 1987:
228).
En lo referente a la fundacin de la villa, la cdula dice, entre otras
cosas: ... y mi voluntad es que el sitio y parte donde se hiciese dicha poblacin y reduccin de espaoles sea y se llame e intitule la villa de San
Antonio del Zerro de Oro de Zaruma, de la provincia de Quito. Y asimismo quiero que sus vecinos gocen de todos los privilegios, franque-
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zas y gracias de que gozan y deben gozar todos los otros vecinos de semejantes villas y que sta pueda tener el dicho ttulo y se ponga en todas las escrituras, autos y lugares pblicos y as se lo llamen los reyes
que despus de mi vinieren, a los cuales encargo se amparen y hagan
guardar las dichas gracias y privilegios... (En Vargas, 1987: 230).
La fundacin de Zaruma con ttulo de villa se hizo (recin) el 8 de diciembre de 1595, por el capitn Damin Meneses, corregidor y justicia
mayor de Loja, a quien dio esa comisin el Virrey del Per, para cumplir
con lo dispuesto en la cdula expedida por Felipe II. (Gonzlez Surez:
430). Es decir, sta se hizo efectiva luego de dos aos, y despus de haber
recibido la tenaz oposicin de las ciudades de Loja y Cuenca, que no permitan la ereccin de la ciudad. (Andrade, 1923: 19).
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Por eso en 1605, al comenzar el reinado de Felipe IV, se comprob un fraude en la tesorera real: el oro recibido por concepto de quintos no era del quilataje anunciado, debido a omisiones premeditadas de
los ensayadores que haban fundido el metal (Vargas: 225226).
A partir de 1606, llegan informaciones de Blas de Aguirre Ugarte
un importante personaje, valiosas para el conocimiento de la historia zarumea. El 9 de abril de este ao en carta a S.M., el susodicho inform que las minas, a pesar de ser tan grandes, se estaban acabando,
por cuanto los indios que deban acudir segn las ordenanzas, no lo hacan; acus a los Virreyes de no poner empeo en la dotacin del azogue; solicitaba por tanto, en funcin de los intereses reales, el envo de
unos 300 esclavos negros por cuenta del Rey, e insisti en el poblamiento de indios, tantas veces solicitado y otras tantas aceptado por el propio Monarca, con los resultados ya conocidos de sobra. Esta vez sugiri
el envo de mil indios casados, con sus respectivas familias. (En INEMIN: 138).
A partir de este mismo 1606 se tienen noticias de la instauracin
del culto a la Virgen de la Consolacin, patrona de los mineros. Una actividad tan riesgosa requera la proteccin divina, asignada a la imagen
de la Virgen, y comenz la veneracin mantenida hasta la actualidad.
Segn Jos Lpez de Herrera, citado por Andrade, las rdenes religiosas establecidas en Zaruma tuvieron ese encargo:
En la Villa de Zaruma, distrito de Quito, tiene nuestra Serfica Orden
un Convento de Religiosos, con el ttulo de Nuestra Seora de los Andes,
que se fund a instancia de la villa, por el mes de enero de mil seiscientos seis, con toda la solemnidad y regocijo de los vecinos de ella. En este
convento est colocada sobre el sagrario con grande veneracin y por reliquia inestimable, una imagen de bulto de la Madre de Dios de la Consolacin. Tiene fundada cofrada y es de los mineros, y de los dems vecinos de la villa que la tienen por patrona. (Lpez de Herrera, en Andrade, 1923: 20).
Su devocin parte de un milagro atribuido al haber salvado la vida a un grupo de mineros indgenas que permanecieron atrapados por
espacio de varios das, en una mina cuya entrada se haba derrumbado.
La mina al parecer perteneci al Alfrez Real Juan Ruiz de Aranda y a
su mujer Magdalena Guilln, quienes en signo de agradecimiento obsequiaron la imagen de la Virgen. Al efecto se fijaron los das de cele-
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bracin religiosa, que siglos ms tarde (en el XX) la empresa norteamericana SADCO trasladara al mes de julio, en que celebra la independencia de su pas.
Para 1607 nuevamente volvemos a tener testimonios recopilados
por Marcos Jimnez de la Espada en sus Relaciones Geogrficas de Indias. Encontramos noticias de una nueva tcnica para beneficiar el oro,
llamada FREZADILLAS, capaz de permitir ndices de rendimiento mucho ms altos que los conocidos. Esta informacin fue comunicada al
Rey por el Presidente de la Audiencia Lic. Miguel de Ibarra. Su fin era
persuadirlo a conceder mano de obra indgena, o esclavos fiados, porque el nuevo sistema garantizaba un incremento de los ingresos por
concepto de impuestos. Pedro de Veraza, un minero que aprendi la
tcnica en las minas de Potos, la introdujo en Zaruma y se basaba en
frezadillas para detener y entrampar las arenas y pepitas de oro arrastradas por las aguas natural o artificialmente. El procedimiento era el
mismo empleado en el beneficio de las platas por amalgamacin. (Morales, 1967: 83). La tcnica utilizaba azogue para amalgamar el oro que
rodaba sobre las frezadillas depositadas en canales lavados con agua.
Las peticiones del Presidente Ibarra hechas en 1607, son contestadas por el Rey un ao despus, en sentido negativo, acusando la incapacidad material en que se debata la economa estatal. El 2 de marzo
de 1608 el Rey suscribe la siguiente comunicacin:
Lic. Miguel de Ibarra, mi presidente de mi Audiencia Real de la ciudad
de San Francisco de Quito. En mi Consejo de Indias se ha visto una carta de nueve de mayo del ao pasado y se ha entendido lo que me avisis
acerca de que el beneficio de que fue a hacer experiencia a las minas de
Zaruma Pedro Beraza (sic), ha salido cierto, que de lo que antes sacaban
cuatro pesos de oro, salen agora treinta... Y en cuanto al repartimiento de
los indios para las dichas minas, por ningn caso conviene que se haga
ni que se d lugar a ello; mas podase permitir que los que de su voluntad quisieren ir a aquellas labores de minas, vayan, ayudndoles a que lo
apetezcan con la buena paga. Y en cuanto a los negros que decs se podran proveer para trabajar en la labor de las dichas minas, supuesto que
ni por mi cuenta ni la de particulares se pueden enviar hasta all para
darlos al fiado, y que lo que se puede hacer ..., es que el asentista enve
negros a Portovelo, donde los vecinos y mineros de Zaruma o otros mercaderes y particulares se provean dellos all pagndoselos de contado...
Yo el Rey. (Ibid: 83).
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Alonso Snchez Muoz, en 1607 tambin, eleva otro informe respaldando idnticos argumentos. En su favor destaca que la ms baja
produccin en un ao ha sido de 100.000 pesos, nicamente con el
concurso de 140 indios Paltas, debido a la renuencia del Corregidor de
Cuenca a enviar indios Caaris. Acusa la existencia de un monopolio
de ingenios ejercido por nueve personas. Elogia la benfica implementacin de la tcnica de frezadillas. Sin embargo, lamenta la falta de exploraciones por escasez de capitales y personal; el endeudamiento de
los empresarios por los elevados costos del azogue, hierro, de los caminos, canales y puentes que deben construir. Solicitan finalmente, ampliar a 20 aos el tiempo para seguir pagando el diezmo. Todos estos
prolegmenos hbilmente conducen a plantear medidas proteccionistas y de subvencin estatal a la industria minera.
Las informaciones por primera vez hacen referencia a la presencia
de esclavos negros en las minas, que solo se trabajan y benefician con
los indios Paltas y con los negros, que apenas entre unos y otros sern
200 personas (Ibid: 142). El dato merecera comprobacin; sin embargo, el reducido contingente esclavo no influy en el volumen de la pro-
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gicas difciles: el peligroso exterminio de los rboles, utilizados para diferentes labores:
La ciudad est edificada en una ladera alta sobre una colina que toda
ella se halla sustentada en oro; la mayor parte de ella est horadada por
tneles que siguen las vetas. Hacia el sur corre un pequeo ro que arrastra mucho oro corriente, de uno o dos quilates ms alto que el de las minas. Muchos indios van all a lavar arena de oro y lavndola en sus bateas sacan por trmino medio el valor de 40 50 pesos o ms a la semana. La ciudad tiene 200 vecinos espaoles, 50 de los cuales son mineros,
atrae muchos negociantes con mercaderas y vino, ansiosos del provecho
que logran comprando oro y llevndolo afuera. Los pulperos, o sea los
que manejan las tabernas cohechan a los indios y hacen que defrauden
para conseguir bolsas de oro en polvo; hay una parte de engao en esto,
y Su Majestad es defraudado en real veinte por ciento, por ello nadie deja de practicar esta forma de fraude. (Ibid; 577).
Aqu se demuestra el aprovechamiento de las arenas del Ro Amarillo por los indgenas, quienes segn las fuentes documentales (cfr. Jimnez de la Espada 1967 b: 83) lo hacan desde pocas prehispnicas.
Siguiendo la costumbre y tradicin, en 1614, continuaban hacindolo
con gran beneficio. Pero ms destaca la degradacin moral de la poblacin, sin distincin cultural ni tnica; ella siempre acompaa la presencia del oro, como lo comprobaremos ms adelante con abundantes
ejemplos. En las informaciones de Vsquez de Espinoza notamos las
suspicacias de los compradores de oro, esquilmando a indios, mineros
y perjudicando a las Cajas Reales. Por otro lado, el consumo de aguardiente introducido por los espaoles, empieza a corroer las cimientes
sociales de la poblacin nativa.
La ciudad y toda la regin tiene clima clido y no hay rboles; todo el
pas es desapacible, lleno de camellones y hondonadas. Se halla bien
abastecido con provisiones y mercaderas, porque con el ansia del oro
llegan de Cuenca y otros lugares harina, jamn, queso, etc., conducidos
por todos aquellos a quienes seduce el metal, tan tratado de obtener y
perseguido por la raza humana.
El Corregidor de Loja nombra un Alcalde Mayor para este campo minero, tanto para la administracin de justicia como para el repartimiento de los Indios, que viene para su mita en las minas, desde la Provincia
de los Caares y de otros puntos... El equipo de los molinos es parecido
al de las minas de plata de los que difieren slo en la pulverizacin; tie-
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ne una caja con una corriente de agua que pasa a travs de ella, en la cual
se vaca el mineral, de suerte que ste se halla en el agua; all se le macera con martillos de acero, tienen un tamiz menudo y grueso a travs del
cual la greda y lodo salen afuera; el mineral corre a travs de un canal detenido, de ladrillo, hacia un tanque en donde el oro por ser ms pesado
se sumerge al fondo y el agua fangosa sale afuera.
Entonces cuando han molido la cuota o quintales sealados para cada
molino, vacan el agua del tanque y unen o amalgaman el metal con
mercurio y despus de la unin y amalgama comprimen aquello bajo
fuerte presin, sacan afuera el mercurio y benefician el residuo. Este es el
procedimiento con que manipulan el metal precioso en estas minas. En
las vecindades hay unas pocas haciendas y fincas con ganado y cerdos.
(Ibid: 577578).
Consideramos la descripcin del proceso metalrgico tan acertada y clara, que la hemos transcrito literalmente para no perder su valor
literario.
Finalizan los informes de Vsquez relativos a Zaruma sealando,
entre otros, el salario del Corregidor de Loja y Zaruma, correspondiente a 1.500 ducados. Este funcionario era nombrado por el Rey tras consulta al Supremo Consejo de Indias. Por ltimo, informa la designacin
por parte del Virrey del Per, de un Protector y Abogado de Indios de
Loja. (Ibid: 582583).
Los aos inmediatos a la visita del fraile, son tratados por Alfonso Anda Aguirre. Por l sabemos que en 1616 el Monarca recomienda a
su Virrey y ms funcionarios tomar providencias para ejecutar las ordenanzas encargadas de preservar la vida de los indios destinados a Zaruma. Ordenanzas que fueron oportunamente dictadas, urgidas por los
alarmantes informes del Oidor Moreno de Mera: el envo de indios mitayos a las minas significaba prcticamente su sentencia de muerte; sea
por el rigor del trabajo, por los abusos patronales o por enfermedades.
La Corona se vea obligada a proteger esa vital fuerza productiva, principal sustento de la economa en la Audiencia:
... los dichos indios a que fuesen a la labor y beneficio de las minas de
oro del dicho viaje, muchos indios se haban acabado y consumido de
cincuenta aos a esta parte: de cuatro partes, ms de tres de ellos... haba
mandado ... hiciesen puentes y por allos diesen paso siguro a los dichos
indios ..., y no habindolos no fuesen obligados a ir los indios a las dichas minas por tiempo de cuatro meses del rigor del invierno ni fuesen
compelidos a ello. (en Anda Aguirre, 1960: 60).
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Al efecto el Corregidor de Cuenca nombra a partir de 1617 un Revisor de puentes y un Escribano, con salario de 2 pesos y medio diarios.
Su misin: certificar el cumplimiento de la orden y la seguridad de
puentes sobre ros caudalosos (Ibid: 64). En todo caso, dichos puentes,
ni en esta apremiante ocasin, fueron construidos; slo uno en el Jubones, pero de tan mala calidad, que a la primera creciente las aguas lo
arrastraron. La odisea indgena para llegar a Zaruma permita evitar el
riguroso camino del Jubones. Exista la alternativa de una ruta por Saraguro, pero tena sus propios inconvenientes; era demasiado largo, fro
el clima, pantanoso el terreno, y al final resultaba igualmente peligroso.
Una vez ms las disposiciones estatales fueron burladas. Cierto es que
cumplirlas resultaba oneroso, pero garantizaban la fuerza de trabajo.
En todo caso, la codicia venca toda norma tica y moral. Los espaoles cometieron toda clase de abusos y crueldades contra la poblacin
nativa. Anda Aguirre recoge denuncias abundantes entre los aos 1621
a 1623. La brutal explotacin de los pueblos indgenas nunca termin,
no obstante los cuidados del Estado. Los mineros espaoles orientados
por su desmedida ambicin y sin enmendar reiterados errores, conducan su actividad al fracaso. Solamente en las minas de Zaruma, segn
un testimonio de 1591, se haban consumido ms de 20.000 indgenas.
(Mio Grijalva, 1989: 57).
En el intento de continuar su contradictoria y dislocada explotacin, los mineros acuden con permanentes reclamos y demandas, tanto al Rey como al Virrey. Esgrimen argumentos falsos y acusan pobreza ocasionada por costosas inversiones. Es preciso sealar que muchos
de estos reclamos, recogidos en diferentes archivos, pueden conducirnos a deformar la realidad si no son tomados con cautela. Por ejemplo,
el tantas veces proclamado, ordenado y reclamado pueblo de indios en
Zaruma nunca se pudo hacer, no existen evidencias arqueolgicas de su
existencia; por tanto, asistiremos durante muchos aos ms al tratamiento del mismo tema.
En todo caso, segn Anda Aguirre, las demandas mineras consiguieron del Rey, el 23 de marzo de 1622, la provisin de indios de Caaribamba y Pacaibamba (Anda, 1960: 145). En 1624, previo informe,
el Rey encarg al Presidente favorecer el proyecto del poblado (Ibid:
143). No obstante, la oposicin de encomenderos y obrajeros no tard,
de manera que transcurri la dcada enmaraada por continuas e irre-
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Los dueos de las minas e ingenios por las necesidades que tienen venden casi siempre el oro por adelantado, a menos precio del valor que tiene y sin quintar ni marcar. Y los que lo compran lo llevan a diferentes
partes sin pagar los derechos a S. M. La Caja Real de Loja queda a 5 jornadas de aquella villa que es la causa de todo los fraudes a los mineros y
a la Caja Real. (en INEMIN: 167).
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Uno de los hechos trascendentes constituy la llegada, a comienzos del siglo (1737), de los navegantes Jorge Juan y Antonio de Ulloa.
Acompaando a la Misin Geodsica Francesa recogieron noticias de
Zaruma, en su periplo dispuesto por el Rey Felipe V. Ellos dan cuenta
del abandono en que hallaron las minas, desperdiciando la prometedora riqueza an conservada en sus entraas.
Los siglos anteriores dejaron el recuerdo del colapso demogrfico
de la poblacin indgena, por enfermedades, abusos y otras contingencias, que aniquilaron la mano de obra. Por su parte los cientficos espaoles verificaron el efecto de fallas tcnicas: hundimiento de vetas, obsolescencia de las herramientas, derrumbes, escasez de capitales; y de la
crisis econmica que hizo insoportable la vida. El siglo XVIII ser considerado ms bien como siglo negro (Deler, 1987: 137). En estas circunstancias se produce el xodo de las familias ms influyentes de Zaruma:
La Villa de Zaruma, en cuya jurisdiccin se hallan las Minas de Oro...
fue las primeras villas que se fundaron en aquella provincia y de las ms
ricas y opulentas; pero ya al presente est reducida a cortedad, porque la
mayor parte de las familias espaolas que formaban antes su vecindario,
se han retirado, unas a Cuenca y otras a Loja; a lo cual ha contribuido
mucho la decadencia de las minas y as se regula que no exceder el numero de sus habitadores de 6 mil almas. Del atraso que estas minas experimentan, no tanto por la escasez de los metales, cuanto por el descuido que ha habido en el fomento de sus tareas, nace tambin el de todo el
Partido de Loja. (Juan y Ulloa, 1748: 450).
La Condamine tambin conoci la situacin de Zaruma y corrobor el abandono de sus minas: La Villa de Zaruma debi alguna celebridad, en algn tiempo, a sus minas de oro con mezcla de plomo y
plata, pero muy dcil al martillo, y al presente casi del todo abandonadas. (La Condamine, en Andrade, 1923: 12). El oro zarumeo era de
baja ley, pero la calidad se compensaba por su abundancia; las vetas
siempre ofrecan generosas riquezas. El metal que se saca de stas es de
ley muy baja, tanto que no excede de 16 a 18 quilates, pero la abundancia recompensa la poca ley, pues despus de acrisolado y puesto al oro
en la de 24 quilates, an sale por menor costo del que tiene el que con
esta misma se saca regularmente de otras minas. (Juan y Ulloa, 1960:
139). Mucho se ha cuestionado la real trascendencia de estas minas, en
un primer momento comparadas con las de Potos; sin embargo, la ri-
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queza aportada en los ltimos siglos, nos habla claramente de su verdadera importancia; en todo caso, fueron por varios siglos las ms importantes del territorio nacional y, al mismo tiempo, las que se trabajaron
con mayor continuidad, de forma que Juan y Ulloa atribuyen a su falta
de explotacin, parte de la pobreza sufrida en la Audiencia de Quito:
De tantas minas, as de plata como de oro, que hay en la provincia de
Quito, solo hay labores corrientes en las de Barbacoas, y algunas cortas,
en las de Zaruma, estando todas las dems abandonadas. Esto ha procedido de que parte de aquellas gentes se han dedicado exclusivamente al
cultivo de las haciendas, y porque las otras no han tenido fondos suficientes para emprender su trabajo, por lo que poco a poco se ha ido perdiendo el uso de trabajarlas y, de este modo, han llegado a olvidarlas enteramente. La consecuencia ha sido que esta provincia, una de las ms
pingues que hay en el Per, se halla tan atrasada a todas que, no obstante los gneros, frutos y minas de que abunda, se halla reducida a no correr moneda en ella, ni que la haya... (Juan y Ulloa, 1960: 144).
Ellos tambin consideran a la escasez de materiales, especialmente azogue destinado con preferencia a las minas de Guancavelica un
impedimento para la eficaz explotacin en Zaruma; evidentemente el
inters de la Corona espaola se concentr en las ciertas posibilidades
peruanas y mexicanas en terreno minero. La Audiencia de Quito haba
quedado relegada al papel de productor de tejidos primero y, en este siglo, al de proveedor de alimentos.
Ms adelante, los clebres navegantes, al diagnosticar la pobreza
de los mineros, sugieren la creacin de un Banco de Avos, con capacidad crediticia para promover el rgimen de exploraciones y explotaciones:
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... sera tambin preciso facilitar medios de que tuviesen fondos para
emprender tales labores, siendo cosa sentada que todas las minas necesitan aviadores... En la provincia de Quito se hace mucho ms precisa esta circunstancia, por cuanto no hay nimo en aquellos habitadores para
arriesgar sus caudales en minas por el poco concepto que tienen de ellas,
y de la desconfianza con que las miran; agregndose a esto el no haber
muchos caudales crecidos en dinero fsico, que son los que se necesitan
para emprender la obra de las minas. Estas dificultades pudieran destruirse fcilmente, dando fomento a la Compaa Real de Minero, propuesta por el Dr. Pedro Garca de Vera, y aprobada por su Majestad.
(Juan y Ulloa, 1960: 145146).
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El despoblamiento era creciente, sin embargo el nmero de habitantes alcanza a mediados del siglo XVIII la cantidad de 6.000, de los
26.000 que segn el mismo Navarro constituyen la totalidad del Corregimiento de Loja (Ibid: 150).
La necesidad de lograr objetividad, nos remite a las informaciones
de Joaqun de Merisalde y Santisteban, espaol de familia muy acaudalada, que se arruin en 1753, gastando su fortuna en la bsqueda infructuosa de minas de plata. Gracias a sus vnculos polticos fue nombrado Corregidor y Justicia Mayor de Cuenca, y public en 1765 su Relacin Histrica, en la que hace una descripcin de las irregularidades
constatadas en la explotacin minera y refuta algunas significativas
afirmaciones de los navegantes espaoles antes mencionados. Seala:
todava no he visto en toda la provincia, que la he caminado con curiosa investigacin, algn rastro que disculpe la mentira ... hubieron estos doctos caballeros (Juan y Ulloa) ... haber averiguado con los propios
ojos fcilmente la verdad. (Merisalde, 1960:65).
La suerte sufrida por Merisalde pudo haber generado su escepticismo y fuertes crticas contra Juan y Ulloa. En tiempos tan remotos,
individuos astutos establecieron un nuevo modus vivendi: se trataba de
convencer a empresarios a invertir capitales en promisorias, pero inexistentes vetas: muchos conozco en Quito y la provincia que han gastado caudal y vida en solicitud de minas y no hallaron otros que los que
frecuentemente se ocultan en las entraas de pcaros embusteros... Una
de las miserables vctimas fue mi casa (Ibid: 65). Sin embargo, admite
ms adelante nuevos descubrimientos, de oro, plata, azogue y hierro, en
Tigsn, Azogues, Caar, Sayaus, el cerro de Malal y otras, agregando:
No niego, ni jams negar, que haya en la provincia algunos minerales; pero minerales que con sus frutos no satisfacen las cantidades que
en su beneficio se expanden. Minerales que a primera vista prometen
abundancia; pero al examen quedaron desvanecidas las promesas y la
esperanza (Ibid: 70). Lo trascendental de Merisalde es su descripcin
de las formas inhumanas y extremas adoptadas por la mita, particularmente minera:
Ella mata cuanto mira, desola cuanto encuentra, cautiva cuanto puede.
La mita es un azote con que la ira divina castiga estos pueblos. Una peste... En fin, un enemigo de todos los indios quintos, pues a todos quita la
libertad y... a muchos quita la hacienda y la vida..., porque ambiciosos
los hacendados de su servicio, aumentan sobre ellos tantos injustos car-
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La mita as desarrollada, logr que la mano de obra, si no exterminada totalmente, disminuyera; que pueblos o etnias enteras desaparecieran: los que ayer tenan mitayos, ya no los tienen hoy, porque a toda prisa se van acabando y es constante que de varias parcialidades de
estos indios, apenas ha quedado su memoria. (Ibid: 75). Al poseer Zaruma las minas ms importantes de la Audiencia, tericos derechos le
asistan para receptar mayor cantidad de mitayos y constituirse en smbolo de opresin y esclavitud. La creciente escasez de trabajadores perjudicaba los intereses reales, por lo que se recomiendan algunas medidas protectoras, esencialmente la supresin de la mita: Reparado pues,
ntegramente el Inters Real con destierro perpetuo de la mita ordinaria, har ver los aumentos que palmariamente se le previenen. (Merisalde, 1960: 76). Sin omitir un espritu humanista, el inters principal
de las regulaciones era proteger la fuerza de trabajo y los intereses espaoles:
Dispensados con resolucin todos estos hechos gravsimos a los miserables indios, abrazaran gustosos la restitucin del tributo, y de esta
suerte tributaran ms, tributando menos. Convendra para ellos publica y restablecer en los pueblos:
Que no hagan mita los indios, y los que estuviesen en ella se restituyan a
sus casas sin estorbo de los hacendados, declarando nulos y de ningn
valor sus ttulos y derechos. (Ibid: 84).
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El Padre Juan de Velasco tambin da su apreciacin, y posiblemente parte de un dato errneo, cuando afirma la existencia de azogue,
que aos ms tarde T. Wolf desmentir:
La villa de Zaruma, en la provincia de Loja, se halla fundada sobre el
mineral de azogue, el cual se encuentra donde quiera que se cave un poco, motivo porque sus habitadores son plidos, flacos y mal sanos. Les es
prohibido el sacarlo; y para el trabajo de sus minas de oro lo compran en
las cajas reales. (Velasco, 1977: 97).
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y no hay persona, por pocas conveniencias que disfrute, que no las tenga. (Alcedo 1967 a: 329).
La falta de recursos tcnicos y de intensidad en el ritmo de explotacin, hicieron bajar el quilataje del metal a esos dramticos niveles.
Nuevas adversidades afectaron la supervivencia: la destruccin del ecosistema empez a cobrar tributo, provocando el hundimiento de casas,
calles y a minar la salud de la gente:
Son de las pocas minas que se han trabajado en la Amrica sin intermisin desde su descubrimiento hasta hoy (1780), pero ya estn en decadencia y la villa muy deteriorada, porque estando fundada sobre minerales, por cavar stos se han arruinado muchas casas y calles; hay all muchas fundiciones y plateras en que hacen alhajas, porque fuera no quieren este oro en pasta; sus naturales estn descoloridos por los malignos
vapores de los metales, particularmente el azogue. (Alcedo, 1967 b: 246).
Las eternas medidas tomadas para asegurar el abastecimiento regular de mano de obra nunca fueron suficientes. Un nuevo intento por
restablecer la actividad corri exclusivamente a manos de la poblacin
mestiza y blanca venida a menos, tocndole esta vez sufrir en carne
propia las inclemencias y el rigor de las minas. El siglo XVIII tuvo su
fiel expresin en la crisis zarumea.
Solamente a comienzos del siglo XIX se intentar por ltima vez
obtener recursos de estas minas. Tardamente un proyecto oficial procura una efectiva recuperacin de los trabajos, pero la agona y muerte
del poder estatal le quit tiempo.
Independencia y vida republicana
Los conflictos entre la burocracia metropolitana, la iglesia y la
coalicin de clases sociales locales se profundizaron en el siglo XVIII.
Pero mientras los sectores privados consolidaron sus economas, la Corona desplegaba esfuerzos por conseguirlo. Los Borbones iniciaron un
proceso encaminado a restaurar la estructura imperial venida a menos.
Para el efecto dictaron la ley de libre comercio; ejercieron un control directo sobre sus colonias, centralizando el gobierno, lo cual condujo a
recuperar el control de la fuerza laboral indgena, en manifiesta interdiccin a las clases dominantes criollas.
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Sin embargo, la debilidad de la Corona era evidente y no se propuso transformar la sociedad americana, su papel se limitara al de rbitro entre intereses contrapuestos y a evitar excesos del sector hegemnico de la economa americana, salvaguardando la estabilidad del
sistema.
La tensin entre Corona y sbditos americanos creca. La invasin
napolenica a Espaa ratific la debilidad imperial. La monarqua se
hundi, y las oligarquas criollas encontraron el campo ideal para alcanzar la autonoma y liberarse de la hegemona metropolitana, asumiendo el control poltico y econmico de la sociedad.
El pueblo, sumido en general pobreza, fue conducido a apoyar al
movimiento de independencia, en el que cifraba esperanzas de un gobierno mejor, capaz de aliviar sus condiciones de vida. En esta coyuntura el indio no jug ningn papel, pues estaba totalmente convencido
de que su situacin no mejorara, y ms bien continuara siendo eternamente el sector explotado. Diferente fue el caso de negros y mulatos
liberados, que se incorporaron al ejrcito de Bolvar, asumiendo un rol
poltico y constituyendo despus un grave problema social. En el contexto nuevo prosigue la minera zarumea, a la que vuelven esperanzadoras miradas los primeros gobiernos republicanos, con el fin de encontrar all los recursos financieros necesarios al nuevo Estado.
En las ltimas dcadas del siglo XVIII unos pocos troncos familiares aparecen ocupando los principales cargos pblicos y concentrando
progresivamente la propiedad de la tierra, ganado y minas; al mismo
tiempo que monopolizan los comercios ms importantes. Las adquisiciones se fueron realizando de varias formas: a base de crditos; comprando a los emigrantes; como forma de pago por deudas, y aprovechando la posicin poltica. Para demostrar nuestras afirmaciones verificamos y cotejamos la documentacin transcrita por Manuel de
Jess Andrade, un colombiano que vivi en el lugar a finales del siglo XIX.
Desafortunadamente en los viajes que realiz Humboldt al sur de
nuestro pas, no lleg a visitar Zaruma, limitndose a recibir referencias. Humboldt lleg a Loja de donde parti al Per por la va del
Oriente, como lo expresa en sus cartas (cfr. Humboldt, l980: 90).
Poco tiempo despus, en 1804, el granadino Francisco Jos de Caldas lleg a Loja; pero tampoco ste visit Zaruma, y lo nico que hizo
fue rectificar el curso del ro Saraguro, que en sus cartas geogrficas La
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ra no perder la continuidad del proceso de acumulacin descrito, lo expusimos cronolgicamente. Nos toca ahora retroceder temporalmente
hasta 1811, cuando el Bachiller Martnez Loyayza y Don Jos Vlez fueron delegados a indagar la situacin minera en Zaruma:
Autos obrados por el cura interino de la doctrina de Cuenca, bachiller
Don Jos Muoz de Loaysa, a consecuencia de la comisin conferida por
el Exmo. Presidente Don Joaqun Molina, para que asociado de Don Jos Baltazar Vlez Ramrez, descubridor, Minero, Azoguero de S. M. y Perito Prctico visite e investigue los motivos de la decadencia de las minas
de Oro de la Villa Real de Zaruma; solicite y proponga los medios de su
restauracin. (Archivo Nal. de Historia, Tomo 466: 155).
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Independencia de Zaruma
El Cabildo de Cuenca haba invitado en noviembre de 1820 al de
Zaruma para adherirse al movimiento emancipador. Este consult a
Loja sobre la decisin correcta que deba tomarse. La respuesta lojana,
argumentada bajo presiones y amenazas recibidas desde esferas superiores, recomendaba desistir de aquella adhesin, a la que tambin haba sido invitada; por el contrario ratific su apoyo al gobierno espaol,
como lo sostiene Po Jaramillo Alvarado: En caso de quedar libres insistiremos en el sistema de nuestro gobierno. (Jaramillo A., 1955: 283).
Sin embargo, las fuerzas de la rebelin estaban conscientes de la
debilidad del rgimen colonial, de su incapacidad para oponer resistencia, al carecer de un ejrcito destacado en Zaruma; de manera que los
acontecimientos podran desarrollarse sin el riesgo inminente de un
derramamiento de sangre. Por ello el 26 de noviembre de 1820, el Cabildo zarumeo proclam la emancipacin poltica, en oficio dirigido
a su similar de Loja en los siguientes trminos:
Por el honor de los enlaces patriotas conque estamos unidos los de esta provincia con los de aquella, impartimos a V. E. la noticia de que, el 26
del que rige tuvo la gloria este generoso pueblo de sacudir el yugo opresor de la Nacin espaola, jurando la Independencia y proclamando a las
autoridades que les adapt nombrar para la seguridad y consolidacin
del Buen Gobierno. Firman: Ambrosio Maldonado, Gobernador Poltico; Bonifacio Reyes y Glvez, Comandante General; Antonio Barzallo,
Alcalde Primero Patritico; Jos Mara Glvez, Alcalde Patriota; Jos
Guzmn y Romn, Sndico Compatriota.(Ibid: 284; Andrade, 1923: 26).
De manera inmediata el Cabildo lojano contest el 1 de diciembre del mismo ao, exhortando a los rebeldes al renunciamiento de su
empeo, porque sus escasos recursos materiales y econmicos eran insuficientes para iniciar una vida independiente:
... sentimos no haber estado acorde en nuestras opiniones, porque esta
provincia que es una con aquella sigue al Gobierno Constitucional en el
que desea permanecer, como el ms sabio y anlogo a nuestros pases sin
comercio, sin rentas, sin gentes ni armas para sostenerse en el Gobierno
que la acalorada voluntad de un pueblo ha pretendido. Luego se empezar a tocar las dificultades que no hay como superar, y si las armas de la
nacin castigan esta imprudencia sern mayor los trabajos. Parece a este
Cuerpo que V. S. I. deben desistir de un empeo tan arduo a que los in-
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Los peligros anunciados en esa comunicacin surtieron efecto inmediato, al punto que a los seis das, se redact otra comunicacin
aceptando el restablecimiento de la antigua autoridad, y condenando
las acciones realizadas; mientras se inculpaba a los intelectuales individuos de raigambre popular y del clero motivadores de la sedicin:
... se trat sobre lo acaecido el da 26 de noviembre, en que seducidos
por un religioso, dos forasteros de psimas costumbres y Francisco Barnuevo, formaron una conmocin popular con el objeto de jurar la independencia, sin saber lo esto significaba, ni lo que obraban... Ellos quitaron la autoridad de los Funcionarios Constitucionales, pervirtieron el
orden y destrozaron la seguridad pblica, eligiendo a su antojo de Gobernador Poltico a Don Ambrosio Maldonado, de Alcaldes a Don Antonio Barzallo y a Don Jos Mara Glvez, de Procurador a Don Jos Guzmn y Romn, y de Comandante de Armas a Don Bonifacio Reyes, que
aceptaron obligados del mpetu popular, para evitar graves daos de
anarqua, esperar el sosiego de los motores y solicitar su prisin... ltimamente hemos podido sacar sagazmente al religioso de esta Villa y asegurar con prisiones a dos cabecillas, menos a Barnuevo... ha llegado el
momento de restablecer el Ayuntamiento Constitucional de que gozbamos con quietud y justicia antes de esta revolucin, y desde luego con la
mayor alegra y satisfaccin les volvemos las insignias de Jurisdiccin y
atribuciones que les concede la sabia constitucin espaola, bajo cuyo
gobierno quedamos. (Andrade, 1923: 2627; Jaramillo, 1955: 284).
Se restableci el orden anterior, encargndose la autoridad y orden de la Villa a las mismas personas que suscribieron las comunicaciones citadas. El arrepentimiento exoner de castigos y permiti la continuacin en el mando poltico; pero a los oscuros instigadores intelectuales les signific la prisin o el exilio. De todas maneras, el movimiento de independencia se haba desatado incontenible en todo el
Continente, mientras Sucre se desplazaba por el territorio quiteo liberando a su paso a los pueblos sometidos. El prcer lleg a Yulug, lugar
donde concentr sus tropas e intimid a las escasas fuerzas realistas, alcanzando la definitiva independencia poltica de la Villa de Zaruma. De
esta manera los dubitativos prceres locales continuaron ejerciendo sus
cargos, sin la dependencia real, e iniciaron pequeas acciones, confor-
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me a las posibilidades materiales y econmicas. As se organiz una escuela con el financiamiento de los contribuyentes.
Al fin haban sacudido el dominio de los odiosos chapetones, mas
la lealtad al Rey segua firme, cuando se hizo un juramento el ao de
1822 (Jaramillo, 1955: 291). Sin embargo el 21 de junio del mismo ao
se preparaban festejos para celebrar en Zaruma el triunfo de la batalla
de Pichincha (Ibid: 293).
El 21 de abril de 1829, con la presencia de Ambrosio Maldonado,
Loja recibi un inventario de las erogaciones zarumeas realizadas en
beneficio y apoyo de la campaa libertadora. Los bienes consistan en
mulas, caballos, reses, arroz, sal, moneda en efectivo y otros utensilios.
(Ibid: 295). Zaruma sirvi adems como lugar de concentracin de reclutas locales que formaron un pelotn de retaguardia, destinado a desplazarse por el territorio nacional (Ibid: 302).
Zaruma, erigida en cantn, integr la Gran Colombia, como parte del Departamento de Azuay. Sus mximas autoridades poltica y militar fueron Ambrosio Maldonado y Bonifacio Reyes, respectivamente.
Respaldaron a Bolvar en sus momentos crticos, especialmente en 1826
cuando fue declarado Jefe Supremo: Zaruma en fe y testimonio de su
deliberada voluntad conviene con el nombramiento acatado de Supremo Dictador al seor Simn Bolvar Libertador... otorg juramento de
obedecerle y reconocerle y resolvi que se circule a las parroquias copias de la presente Acta para iguales fines (Andrade, 1923: 40). El 24
de octubre de 1829, el Libertador Simn Bolvar expidi el reglamento
sobre minas que deba regir, en Colombia, la actividad minera (Chacn, 1986: 81). Este reglamento no distaba mucho del aplicado por el
gobierno colonial. Fenecida la Gran Colombia, el nuevo Estado del
Ecuador emiti la Ley de Fomento de la Minera, el 25 de septiembre
de 1830, autorizando al Ejecutivo la formacin de una Ordenanza de
Minera, inspirada en la de Nueva Espaa (Ibid: 86).
En 1837 an era Corregidor Ambrosio Maldonado, que se haba
constituido en el empresario ms poderoso de Zaruma. El principal
aviador y comprador fue el magnate Ambrosio Maldonado, quien dej
a su muerte una inmensa fortuna en oro y en hacienda (Andrade,
1923; 123); Entre sus bienes se incluy la clebre mina del Sexmo, cuya
posesin disfrut hasta 1840. En 1851 Hermegildo Zambrano registra
bajo su propiedad las vetas Soroche y Molino.
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La produccin minera no haba cesado; en todo caso, la agropecuaria haba pasado a convertirse en la ms significativa. Para 1840 la
poblacin llegaba a 10.000 almas, en una rea bastante amplia. En 1854
pagaban los molinos 4 reales de impuesto, a poco disminuidos por las
bajas ganancias logradas. El ao 1858 Manuel Villavicencio edit su
Geografa de la Repblica del Ecuador, e identific a Zaruma como una
de las tres provincias del Corregimiento de Loja, poco poblado y sus
calles y casas no tienen buen orden. Dentro de la mina hay minas de
mercurio, pues escavando su suelo una dos varas se encuentra este
metal en estado de pureza. Sus alrededores tienen minas de oro ligado
con plata, lo que le da una baja ley (Villavicencio, 1984: 449). Contina describiendo la composicin del cantn en cinco pueblos: Zaruma,
Paccha, Chaguarpamba, Guanasn y Man, en donde se siembra gran
cantidad de caa de azcar, para la produccin de sus derivados, importante rengln econmico:
...en Zaruma se elabora gran cantidad de azcar para la exportacin a
Guayaquil. Esto forma su principal ramo de industria pues se extrae muy
poco oro por la falta de brazos para el laboreo de las minas. Varios ros
que forman las cabeceras del Tumbez y algunos que engrosan el Jubones
son los que riegan este cantn de terreno frtil. Sus colinas tienen alguna quinua. (Ibid: 450).
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En 1866 otro visitante extranjero edit una descripcin del Ecuador: Enrique Onfroy de Thorn. Comienza mencionando las minas de
Macuche, explotadas por los espaoles hasta cuando un derrumbe sepult la veta y a los mineros que all laboraban. Con el paso de los aos
estas minas recuperaron su importancia. Respecto a Zaruma seala:
El segundo cantn de Loja es Zaruma, muy conocido por la abundancia de sus lavaderos; pero su oro es de bajos quilates. Se los trabaja desde los tiempos ms antiguos. Los habitantes son plidos y su estado fsico se atribuye a los efluvios metlicos particularmente a la presencia de
mercurio lquido o natural que se encuentra a uno o dos metros bajo la
superficie (Onfroy de Thoron, 1983: 109).
Est dicho, no exista mercurio en el subsuelo de Zaruma. De haberlo, los mineros espaoles no hubiesen padecido tantas necesidades
por la escasez del indispensable elemento. Ms adelante define as a la
economa del cantn:
El cantn de Zaruma produca ndigo, rboles de quinua, nopales de
cochinilla y se fabrica buena cantidad de azcar. Independientemente de
los lavaderos, las minas de oro de ese cantn son de caja, es decir, de las
que se trabajan con mercurio; y aunque en general la ley de este mineral
no vara entre 16 y 19 quilates, refinndolo a 20 quilates da, gracias a su
abundancia, ms ganancia a los propietarios de las minas. Se encuentra
tambin paja toquilla que sirve para la fabricacin de sombreros. Entre
los rboles muy buenos para la construccin, la ebanistera o por sus frutos... Se encuentran adems varias especies que producen resinas; hay
mucha cera virgen producida por abejas salvajes que inundan los rboles; as como alrededor de las ramas de los rboles, crece el liquen llamada barba con el que se fabrican tinturas. (Ibid: 109)
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ploracin. Su gestin fracas, obstaculizada por vecinos del lugar, autoridades y ediles, dueos de las concesiones mineras.
Deseoso el Gobierno de explotar las minas del cantn de Zaruma ha tenido a bien reservarse la propiedad de dichas minas, y con tal propsito
ha mandado contratar en el extranjero inteligentes que se dediquen al
dicho trabajo. (Andrade, 1923: 124)
Sin embargo, en 1875 se expidi decreto sancionando la expropiacin de terrenos, sin derecho a indemnizacin, arguyendo que la falta
de recursos financieros, de tcnica y conocimientos, haban dejado morir la industria. Se verificaron entonces las primeras concesiones, en beneficio de unos hermanos de apellido Muoz, procedentes de Cuenca,
que al parecer no eran sino intermediarios, carentes de capital, asociados a inversionistas de otras nacionalidades. Formaron la Compaa
Nacional, condenada desde un comienzo al fracaso. Paralelamente, una
compaa chilena, consocia de la anterior, tambin fracas. La escasez
de capitales, el rigor de la naturaleza que cada vez endureca los minerales y los profundizaba en sus entraas, son factores contra los que
tendran que luchar futuras empresas.
En 1876 fue contratado por el Gobierno de Ignacio de Veintimilla
el gelogo alemn Teodoro Wolf, quien nos dej un invalorable informe del potencial cierto de estas minas. Parti de Santa Rosa atravesando el camino real a Ayapamba, desde donde continu rumbo a Zaruma por un camino hostil, en donde muchos hombres y bestias dejaron
sus vidas, segn sus propias confesiones, que reflejaron adems su impresin de la realidad zarumea:
El 15 de enero me traslad de Ayabamba a Zaruma, cabecera del cantn. Esta villa de antigua fama no responde en nada a las expectaciones
del viajero. Aunque situada en un clima delicioso y bastante sano a la altura de 1.200 metros y con la temperatura media de 21 grados centgrados, y rodeada de terrenos frtiles y capaces de toda clase de cultivo, se
halla, sin embargo, en un estado de completo abandono y tan falto de recursos como pocos otros pueblos de la Repblica. Al fin del siglo pasado
y a principio del que rige comenz la decadencia de la minera, floreciente en otros tiempos en este cantn, sea que el mtodo imperfecto de la
explotacin ya no costeaba los gastos crecidos, sea que las turbulencias
polticas de aquella poca contribuan al abandono casi general de las
minas. Es de desear y probable es, que el espritu emprendedor de nues-
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tros tiempos, que se vale de recursos y mtodos antiguamente desconocidos, dar nuevo impulso a esta industria tan importante, pues... las minas de Zaruma, lejos de estar agotadas, contienen todava considerables
riquezas de oro. (Wolf, 1879: 5)
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El vulgo tiene una confianza en otras seales de las minas, que tiene algo de misterioso, y cuanto ms absurdas, con tanta mayor pertinancia las
cree. Entre estas seales las ardiciones ocupan el primer lugar... es una
cosa inexplicable para la gente, incomprensible, medio espiritual para
esa gente. (Ibid: 43).
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de igual construccin mala... no estn explotadas sino en la corta altura de 2 a 3 metros y en el largo de 10 a 30 metros. (Ibid: 46).
Una inslita interpretacin contribuy a esa decadencia: considerar que a mayor profundidad aumentaba la riqueza. Lo nico cierto fue
el ahogamiento de las minas. Sin embargo, hasta los das actuales transita la esperanza de que en algn sitio profundo de las entraas de la
tierra yace la veta madre, esperando entregar su incalculable riqueza
a quien la encuentre. Por eso a Wolf no le asombr constatar: Cuntas minas ahogadas esperan hasta hoy da su desage! (Ibid: 46).
La fuente utilizada en esta parte de la relacin abunda en datos
tcnicos y estadsticos del real potencial minero, y concluye con una
descripcin de las principales minas: las que desde tiempos remotos
tenan la mayor fama son las del Sexmo... Por desgracia la ms afamada de cuyas riquezas se cuentan cosas hasta increbles, se halla aguada
(Ibid: 47). Fue conocida como veta real. Desde el Sexmo sigue una
larga serie de minas en direccin sur, por el Castillo (sitio entre Portovelo y Zaruma) hasta el ro Amarillo; de estas La Bomba, Tostada, Bichilienga y Aguada, pertenecen al sistema del Sexmo. Las minas Jorupe,
Soroche, Mina Grande y Portovelo, pertenecen a un sistema separado.
Muy interesante es la mina de Jorupe, que queda todava intacta, pues
los antiguos no hicieron ms que desnudar la veta y excavarla de pocos
metros, despus la abandonaron sin que se sepan las razones. (Ibid:
50); es abundante en zinc, plata y cobre, minerales suficientes para costear su explotacin; La mina grande se distingue de todas por la hermosura y regular disposicin de sus metales en zonas verticales pero est aguada. (Ibid: 51). En sentido contrario se hallan las bocas de minas de Biscaya, abandonadas... los minerales de esta mina son los ms
hermosos que he visto en aquella regin. No dudo que con el tiempo se
volver a explotar la mina de la Bomba de Biscaya... hay todava muchsimas minas antiguas y nuevas en las inmediaciones de Zaruma, que
todas son aurferas... es casi siempre invisible a la vista libre (pero)...
una muestra que algn tiempo despus de mi viaje, me fue trada de
Zaruma por el seor Carlos Muoz, para analizarla en Guayaquil... era
oro para cortarlo a cincel (Ibid: 53).
Creemos no equivocarnos al afirmar que las expectativas creadas
por el Dr. Wolf despertaron el inters de empresarios dispuestos a iniciar una explotacin sistemtica, asistidos de capitales extranjeros; ms
todava cuando afirm que Zaruma desempear un da una gran pa-
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pel en la industria minera (Ibid: 53). Deba pues iniciarse la postergada tarea de recuperar las minas tanto tiempo abandonadas. La Compaa Chilena y la Nacional organizadas por los hermanos Muoz, sujetas an al Reglamento expedido en tiempos del Libertador Bolvar, luchaban contra adversidades y limitaciones; pero carentes de recursos financieros y tcnicos, desembocaban irreversiblemente a la bancarrota.
Sin embargo, su principal capital era la vehemencia, entonces prestos
encaminaron gestiones para conseguir financiamiento en Inglaterra,
pas considerado primera potencia mundial.
Con la participacin de intermediarios ingleses, residentes en
Ecuador, consiguieron en 1880 formar la Great Zaruma Gold Mining
Co. Limited, con un capital de L. 250.000, para explotacin de las minas Sexmo, Portovelo, Mina Grande, Jorupe, Bomba de Vizcaya, Bomba de Pachabamba, Toscn Blanco y Curipamba; justamente las que
haba estudiado Wolf, con resultados excelentes. Sin embargo, tampoco esta compaa pudo desarrollar una exitosa gestin. Mala direccin
tcnica y administrativa la quebraron. Una monografa editada por el
Municipio de Zaruma en 1952 acota: Para remate, sobreviene la revolucin contra la dictadura de Veintimilla y el Gerente de la compaa,
el hngaro Raymundo Peiger, se adhiere a las fuerzas de la Restauracin
y encuentra la muerte en un combate por la expugnacin de Quito.
(1883) (Municipio de Zaruma, 1952: 27). Jaramillo Alvarado lo confirma, ofrecindonos una prueba para identificar, desde sus orgenes, la
afiliacin de los capitales extranjeros con el poder poltico.
Del asiento minero de Zaruma se incorpor al movimiento de la Restauracin un grupo de ciudadanos capitaneados por Peiger, el Gerente
de la mina de Portovelo. Todo este grupo de Jefes y Oficiales actu valientemente en la batalla de la toma de Guayaquil. (Jaramillo Alvarado,
1955: 413).
No es momento para dilucidar si el combate del ejecutivo hngaro se libr en Guayaquil o Quito; tampoco para negar el valor de su gesto. Pero la empresa persisti en sus empeos, con renovados capitales y
tcnicos, por primera vez en la historia de la explotacin minera en
Zaruma, instala un molino hidrulico con 20 pisones, en cuatro bateras, para moler de 20 a 30 toneladas diarias, molino que posteriormente fue aumentado con 20 pisones ms; coloca bombas para extraer el
agua de las galeras y los aparatos indispensables para el laboreo y la ex-
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nos de dos compaas inglesas y terminaron por ser cedidas a una empresa norteamericano... Los gobiernos liberales intentaron favorecer por
todos los medios la inversin de capitales extranjeros. (Ayala, 1982: 113)
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grupo de Malvas, que comprenda las minas Primavera, Porvenir, Exploradora y Clemencia; todas ellas con labores extensas y muy antiguas.
(Wolf, 1975: 661 ss.)
La conocida Mina la Quebrada fue adquirida por un minero chileno llamado Joaqun Gonzlez, en sociedad con el ingeniero E. C.
Dougherty en 1883; la desaguaron y limpiaron, enviando luego al Dr.
Wolf muestras de sus materiales para anlisis, que arrojaron alto valor
en oro; pero al carecer de recursos financieros abandonaron su labor.
En un segundo viaje a Zaruma, Wolf destac su importancia en carta
dirigida al Sr. Toms Carlos Wrigth el ao de 1886, diciendo: la mina
de La Quebrada es all en la zona central del distrito minero de Zaruma, que se extiende del Sexmo al lado de la Villa de Zaruma hacia
Portovelo, en la ladera del distrito de la cordillera que llaman El Castillo y que aloja tantas minas antiguas de gran fama. Es muy probable
que est en alguna relacin con la veta Portovelo o con la del Sexmo,
pues se halla casi en el mismo meridiano, y sigue poco ms o menos el
mismo rumbo de estas... Si alguna mina de Zaruma merece su trabajo,
es la de La Quebrada. El riesgo que corre el capital en las minas de cualquier clase, se reduce aqu al mnimo.
Ante tan halagadoras perspectivas, en noviembre de 1886 se form la compaa Mina de Oro de la Quebrada, con la activa participacin del Sr. Wrigth y un capital de US $ 40.000, totalmente insuficiente. El Gerente Dougherty viaj a Nueva York para traer maquinaria,
que lleg a su destino final transportada en mulas, y estuvo lista al servicio en enero de 1888. De todas formas, limitaciones financieras y tcnicas obligaron su paralizacin en noviembre del mismo ao, no sin
antes haber contrado considerables deudas. Agotado el capital la Compaa no arbitr recursos para seguir laborando; la mina se llen de
agua y la maquinaria conseguida con tanto esfuerzo qued abandonada, hacindose posteriormente cargo de ella la Compaa Exploradora.
La mina Favorita, situada en el Tabln, de reconocida tradicin,
fue redescubierta en 1886, con altsima ley y guardando el oro en estado nativo y libre, sin ser beneficiada por falta de capital. La veta Cantabria, localizada en el Castillo, ya trabajada por los espaoles hasta una
profundidad de 30 m., arrojaba ley de 18 a 19 quilates; pero tampoco
se aprovech. En 1890, la mina Inmaculada, de Vizcaya, mostraba vestigios de molinos antiguos, y mereci igual indiferencia. Las del grupo
Trinidad: Salvadora, Leonor y Amoquilladas, localizadas a continua-
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Captulo II
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Despus de esa primera y fugaz administracin, los militares retomaron el control con Federico Pez, poltico inconsecuente que termin inclinndose a favor de los intereses liberales y conservadores. Hombre impopular no dur en el poder, asumido inmediatamente por el
Gral. Alberto Enrquez Gallo, para iniciar una etapa de dignidad nacional y recuperacin econmica. Revis contratos con las compaas extranjeras... fren los abusos mas visibles de estos monopolios (Cueva,
1981: 48).
Despus de Enrquez el gobierno volvi a la burguesa liberal,
muy ligada entonces a monopolios extranjeros. Contaba entre sus destacados valores la figura de Arroyo del Ro, abogado de SADCo y Presidente del pas tras la muerte de Mosquera Narvez en 1940. Su ascenso fue producto de un escandaloso fraude en perjuicio de Velasco Ibarra. El descontento popular desencaden incontenible resistencia, reprimida por el gobierno, mientras descuidaba la frontera, que finalmente fue invadida por las tropas peruanas. Arroyo, forzado a renunciar, dio paso a Velasco, proclamado Presidente, ante una inmensa y
heterognea muchedumbre (Cueva, 1990: 108). Pero el hambre popular se manifestaba como sntoma de la estructura capitalista dependiente, la inflacin lleg al 219% en 1944 (Moreano, 1976: 210); el
pueblo desilusionado se lanz a protestar en las calles. Velasco inclinado a la derecha se proclam dictador apoyado por su ministro Guevara Moreno.
Un vertiginoso ascenso de la economa se produjo despus de la
Segunda Guerra Mundial, con el aumento de los precios del cacao y caf, dando lugar a una era de estabilidad poltica. Galo Plaza trat de implementar una poltica desarrollista atrayendo capitales extranjeros, a
los que defendi contra toda eventualidad, y permiti la salida franca y
honrosa de la empresa SADCo de las minas de Portovelo. Pueblo establecido como parte del proyecto minero, despus de una fundacin
que debi vencer condiciones naturales del trpico inhspito, plagado
de enfermedades gastrointestinales y paludismo.
Antes de proseguir esta descripcin, precisamos indicar que en junio de 1991, entre los escombros de la iglesia construida en 1924, apareci una urna de concreto, conteniendo una cpsula de plomo, en cuyo interior se encontraron 16 hojas escritas con los nombres de empleados, alumnos y obreros de la poca, ms una resea histrica de la
minera hasta aquel ao. Su texto, en ingls, nos ha permitido confir-
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mar y descifrar instancias fundamentales de los primeros aos de presencia americana en Portovelo, descrita a continuacin.
Segn el documento, en 1896 el Sr. H. MCK. Twombly, de Nueva
York, se interes en el distrito a travs de William Von Slooten, un ingeniero y promotor que haba tenido noticias de las minas en un viaje
de Nueva York al Per. El Sr. W. E. Newberry, ingeniero de minas del estado de Colorado, fue encargado de realizar un examen, y sobre su informe favorable se organiz la South American Development Company, SADCO, que adquiri las concesiones a la fenecida empresa inglesa y a la Quebrada Mining Company, ambas propietarias de vetas
muy ricas. Gradualmente fue adquiriendo otras vetas denunciadas en
el distrito, hasta cuando en 1924 alcanzara a disponer de 40 km2 de tierras para explotacin, comprendidas desde Palestina, al norte, hasta el
ro Luis, al sur, con un ancho de 4 km. Las dificultades iniciales de la
empresa son registradas textualmente del mencionado documento:
Es imposible describir en pocas palabras los desalientos y dificultades
que la South American Development Company encontr durante sus
tempranos aos de operacin, minera, labor metalrgica, transportes y
problemas financieros que de todas clases se presentaron, y no poco corazn, coraje y perseverancia tuvieron que ponerse para finalmente salvarlas... De los pocos cientos de metros de excavacin de minas, con una
superficie de planta que difcilmente amerite el nombre, todo en un distrito tropical notoriamente insalubre algo as como a 45 millas de la
costa sobre un, a menudo impasable, camino de herradura, la South
American Development Company ha desarrollado una mina que ha
producido unos 10 millones de dlares. La compaa construy una
planta que se compara favorablemente en vista y eficiencia con cualesquiera de su tamao en el mundo.
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Al terminar la Primera Guerra Mundial, los Estados Unidos salieron fortalecidos de ella y comenzaron a desempear un papel protagnico, en tanto Gran Bretaa era desplazada paulatinamente de algunas regiones del mundo, como Amrica Latina. En este contexto, el capital norteamericano, presente en la regin desde aos antes, empez a
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En 1918 se construy la planta de cianuracin, con capacidad diaria para procesar 300 Ton. de mineral. Segn el documento de la iglesia, en este ao la extraccin combinaba amalgamacin y cianuracin,
permitiendo recuperar el 75,6% de oro y plata. Los residuos metlicos
que las plantas no beneficiaban se acumularon en las orillas del ro, a
los pies del campamento, sedimentando espesas capas, que con el paso
de los aos se constituiran en reservas, para las futuras crisis de Portovelo. En 1919 se concluy la planta de cianuracin.
Pero si bien mejoraron las condiciones de trabajo, no alcanzaban
un nivel ptimo. Los mineros denunciaban principalmente falta de higiene en el interior de las minas y en la superficie. Los servicios sanitarios resultaban insuficientes para mil trabajadores permanentes. Bajo la
superficie los minerales eran acarreados en vagones tirados por mulas,
que tenan adaptados sus establos en pequeas galeras adyacentes, en
donde se alimentaban y realizaban su ciclo biolgico, y de las que nicamente salan a recibir la luz del sol, para morir. A los peligros propios
de una mina, se agregaba la contaminacin causada por esos animales.
Haban transcurrido ms de 20 aos desde el advenimiento de SADCo,
y los miles de trabajadores, de diferentes rincones del pas, realmente
no encontraban an oportunidades paralelas a sus expectativas; al contrario, vean como decenas de compaeros encontraban la muerte en
catastrficos derrumbes.
Aquellos obreros llegaron solos y vivan en departamentos para
solteros. No haba posibilidades materiales ni logsticas para trasladarse al campamento con sus familiares. Mucho menos existan condiciones sociales y morales para ello; por el contrario, una fugaz permanencia o visita de una mujer significaba su inmediato y brutal violentamiento, de manera que los hombres preferan mantener alejadas a sus
parejas. La soledad de los obreros los convirti en individuos violentos
y vidos de satisfacciones sexuales. La anarqua y lujuria campeaban.
Es que, adems, el campamento no contaba con resguardo policial
que garantizara el orden. Exista polica privada, encargada de custodiar intereses, propiedades y ms bienes de la empresa. Lo hacan aplicando estrategias de terror, que sirvieran de advertencia a los infractores. De todas maneras, los empresarios consideraban dbil al mtodo,
segn el documento citado: la polica de la compaa ha sido inusualmente liberal, en comparacin con los de otras compaas mineras.
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Aquellos requerimientos eran de lo ms elementales para un trabajador, y los empresarios supuestamente debieron ponerlos en vigencia, pues quedaron comprometidos a ello; pero la impotencia de autoridades nacionales, de los propios gobernantes, los volva respetuosos
del capital extranjero; porque adems deban atraerlo para fomentar el
desarrollo del pas. De esa manera, no se hacan cumplir los compromisos laborales, y tuvieron que ser los propios mineros, motivados por
su necesidades y angustias, quienes exigieron su cumplimiento, en los
siguientes trminos:
Cumplimiento de la jornada de 8 horas diarias, pago de indemnizaciones por accidentes de trabajo, mejoramiento del trato, asistencia mdica
eficaz; puesto que las enfermedades profesionales les diezmaban al punto que podan ser considerados sobrevivientes segn constatara Ricardo Paredes aquellos obreros que haban trabajado un tiempo mayor de
10 aos. (Ycaza, 1984: 124).
El funcionario norteamericano que hizo frente a la huelga fue Andrs M. Tweedy, encargado de la gerencia desde 1914, cuando sucedi
a Jerome B. Higgins. En sus largos aos de residencia Mr. Tweedy tuvo
hijos nacidos en el campamento y siempre busc presentar una imagen
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Por este como otros atropellos contra la dignidad nacional, Tamayo fue destituido en la Revolucin Juliana de 1925. El nuevo Gobierno
intent canalizar el poder de la burguesa y de su Banco Comercial y
Agrcola; cre en 1927 el Banco Central e instaur por segunda ocasin
el patrn oro. Sin embargo, Persistieron los desequilibrios y los intereses estaban demasiado arraigados en la estructura misma del Estado.
Pero s se gan en profesionalismo en la concepcin de dicha poltica
(econmica) que, con todas sus limitaciones, ha trado ms lgica y orden a la explicacin de las mismas. (Salgado, 1981: 42). La Revolucin
Juliana cre expectativas de paz y recuperacin econmica en el pueblo, que no pudieron concretarse; tal fracaso debi ceder el paso a un
nuevo Gobierno. A pesar de todo, el movimiento juliano enfrent a
SADCo en el Congreso de 1928-29:
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El Presidente Ayora emiti el reglamento respectivo. Pero la Compaa, empeada en no pagar los impuestos, contrat los servicios de
los abogados Clemente Ponce, Vctor Manuel Peaherrera y Luis Felipe Borja (hijo), quienes gracias a su prestigio profesional lograron
mantener por algunos aos un statu quo, perjudicial a los intereses nacionales. El conflicto legal continuara hasta la siguiente dcada.
Trasladar mquinas gigantes sin facilidades de transporte. Dominar la naturaleza hostil. Una autntica epopeya protagonizaron obreros
y empresarios para levantar la primera gran industria nacional. El colosal esfuerzo generador de un pueblo nunca poda ser suficiente para
satisfacer a plenitud las necesidades bsicas de sus habitantes. Restaban
por resolver problemas de salud ambiental y siempre aspiraciones salariales. En esas circunstancias visita Portovelo el Presidente Velasco
Ibarra.
Ese ao 1935 fue inolvidable para la gente. La elocuencia del caudillo consigui de la Empresa una mejora sustancial en las condiciones
de vida generales: alza de sueldos, mejoramiento de condiciones de vivienda y sanitarias. Tras su salida comenzaron a cavarse los cimientos
de bateras sanitarias y casas; las calles fueron cruzadas por tuberas. Se
mejor el aspecto del pueblo: una renovada imagen, clida y humana
fue posible gracias a Velasco Ibarra. De all devino una verdadera idolatra para el poltico, cultivada fielmente por trabajadores agradecidos.
De todas maneras, la orientacin socialista del movimiento obrero, insatisfecha apuntaba a exigencias mayores, en un intrincado marco de
contradicciones internas.
El movimiento obrero era incontenible y se preparaba para una
huelga general. La Asociacin Sindical elabor su plataforma, hecha
pblica en un pliego de peticiones. Velasco encontraba dificultades pa-
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te, realiz un masivo desfile, portando antorchas, banderas rojas, y llegando a aglutinar en el acto a unas 800 personas.
El cartel directivo del movimiento obrero recibi adoctrinamiento e influencia del Partido Comunista, habiendo recibido la visita del
Dr. Ricardo Paredes, autor de un conocido libro, utilizado en este trabajo para confrontar datos. Paredes lleg a ser candidato a la Presidencia de la Repblica. Esta identificacin fue aprovechada por el cura del
lugar para desplegar una campaa de desprestigio, acusando a la ASO
de comunista y antireligiosa, en un contexto conservador y profundamente creyente como el de Portovelo.
Pero, la agitacin creci impetuosa durante el mes de septiembre
de 1935. Los administradores se vieron forzados a pedir proteccin militar, mientras amenazaban con suspender los trabajos, si no tenan garantas suficientes. Un piquete del escuadrn de caballera Febres Cordero fue destacado para mantener el orden.
Por otro lado, el movimiento obrero se dividi en dos facciones,
desconfiadas una de otra y dudando de su autntica participacin en la
lucha. Cada una hizo planteamientos dismiles: radicales de una parte,
restringidos y contemplativos de la otra. Pese a ello, el 22 de octubre
la ASO design una comisin para que presente a SADCo un amplio
pliego de peticiones, amenazando ya con la huelga en caso de no ser
atendida. Inmediatamente respondi el Superintendente General R. P.
Luke, en representacin de la empresa:
La Compaa que represento... no puede reconocer a la ASO como rgano propio, de los trabajadores de Portovelo, porque la ASO se halla
impulsada por desocupados, por personas extraas que no tienen por
mvil el bien del obrero, sino su explotacin y no se proponen ms que
satisfacer pasiones de lucro, odio y venganza. ... pero reconocer a la ASO
y entrar en relaciones con ella, es tan absurdo como lo son sus pretensiones, que trata de imponer con la amenaza de la huelga. (Ibid: 124).
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Las aspiraciones obreras fueron atendidas parcialmente; no obstante se suspendi definitivamente la huelga. Slo en un mnimo porcentaje son concedidos (los pedidos) mediante una transaccin a que
se llega, razn por la que se suspende la huelga. (Albornoz, 1983: 51).
Pero, la SADCo no poda tolerar que los obreros hubiesen triunfado
siquiera en parte, de sus reclamos, y que la autoridad de la ASO creciese. Para aplastar el movimiento obrero tena meditado un plan que deba ponerlo en ejecucin a poco de la huelga. (Paredes, s/f: 133).
Las represalias cayeron sobre los lderes; el Secretario General y el
Sndico de ASO fueron expulsados del lugar; otros reducidos a prisin
u obligados a huir. El plan de los patronos continu. La venganza no
se hizo esperar: el 18 de enero de 1936, la poblacin del barrio Machala... es masacrada por las fuerzas estatales. Tres muertos y seis heridos
lo atestiguan (Ycaza, 1984: 234). Segn relatos de varios testigos sobrevivientes, el saldo de vctimas fue relativamente bajo, considerndose el
pertinaz ataque y la lluvia de balas que desplegaron las fuerzas represivas del dictador Federico Pez. Y esa unidad de las clases dominantes
estaba garantizada por su devocin casi filial al imperialismo: La South
American Development Company recibi el apoyo total del gobierno
para aplastar a los huelguistas. (Moreano, 1976: 198). El propio comisario de Zaruma fue destituido del cargo por atreverse a protestar. La
complicidad del gobierno de Pez queda en evidencia.
Se discute an la trascendencia de este movimiento en el contexto de la lucha de clases. Oswaldo Hurtado la niega: es forzado concluir
que estos conflictos entre explotados y explotadores hayan constituido
el motor de la historia del Ecuador (Hurtado, 1977: 166). Los lderes
proletarios alentaron una definicin clasista y antiimperialista de la Organizacin, influidos por el Partido Comunista. En todo caso, el espontneo apoyo del pueblo a la huelga fue ms bien coyuntural, atizado
por el curso caluroso que tomaron los acontecimientos, y la presencia
del ejrcito enerv sus nimos. La experiencia sirvi, sin embargo, para expresar el descontento, tanto tiempo reprimido, de una situacin
aceptada, mas no aprobada; en todo caso, fue la ocasin para canalizar
reivindicaciones laborales y salariales.
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Despus de la tormenta
En 1937 SADCo puso en circulacin una especie de moneda domstica, no sabemos si con respaldo orgnico, para cancelar sueldos de
los trabajadores: el Paterson. Consista en una cartulina impresa con el
valor respectivo, en sucres. Los beneficiarios podan canjearla en los negocios de la empresa; esto es, comisariato, tienda (de artculos miscelneos) y servicios complementarios. El poder de la empresa y su influencia era tal que esta moneda circul fuera de los linderos del campamento, inclusive en Loja. Evidentemente esta forzosa relacin salarial impeda el ahorro. En nuestra investigacin pudimos encontrar una moneda paralela, con el aval de la firma del funcionario Dee Prentice.
En julio de 1937, el Instituto Nacional de Previsin, creado por
Pez, public el Boletn Condiciones biolgicas, econmicas y sociales
del Campamento Minero de Portovelo. Contiene estudios realizados
por una comisin que designara el Dr. Pablo Arturo Surez. Esa comisin fue recibida, segn la diplomacia empresarial, con todas las atenciones y halagos que sola ofrecer; as lo atestigua el Dr. Lpez Sa:
Mi labor mereci, desde los comienzos, la entusiasta acogida de los dirigentes de la Compaa Minera... A todos ellos y en especial al Gerente
Residente Mr. Luke, al Superintendente General Mr. J. A. Mc. Gonigle, al
Dr. Luis Alcvar, al Dr. Carlos Reyes, al Jefe de Superficie Mr. Lundy y al
Inspector de Minas de la Zona, Ing. Sr. Julio Dueas, mis agradecimientos. (Boletn del Departamento MdicoSocial, 1937: 5).
Segn el mismo informe las instalaciones constaban de 16 dependencias: Minera, con 950 hombres; Mecnica, con 75 obreros; Herrera, 30; Planta Elctrica, 28; Planta Metalrgica, 100 hombres; Aserra-
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dora, 175; Ingeniera, 22; Almacn, 10 empleados; Oficina, 10 dependientes; Tienda, 5; Qumica, 6; Hospital, 20; Sanidad, 140 obreros; Mulera, 25; Mantenimiento de la Hacienda El Tabln, 75 hombres, y Guardiana o Seguridad, 20 empleados. En esta lista se incluyen trabajadores, que hacan labores fsicas, y empleados, con funciones administrativas. El 80% de los habitantes son dependientes de la Compaa que
explota las minas. Los empleados pblicos se reducen al Inspector de
Minas y a los individuos que forman el Destacamento de Carabineros.
Dueos de taller y sus obreros, son tambin, algunos, trabajadores de la
Compaa. (Ibid: 25). Siguen otras caractersticas de los pobladores:
La mayor frecuencia con que lavan los vestidos determina un desgaste
ms rpido. Sin embargo, estos obreros no pueden comprar sino dos vestidos al ao. El uso de los zapatos es obligatorio para los individuos que
trabajan en las minas... a mayor necesidad de consumo suben los valores
de adquisicin. En Zaruma y Portovelo el precio del calzado es, sin lugar
a dudas, el ms alto de la Repblica en igualdad de calidad. Es por este
elevado costo que los nios, en un casi 90%, no usan calzado...500 nios
de la escuela. (Ibid: 26).
Las caractersticas del trabajo en las minas son descritas as: tienen
una ventilacin desigual, con un juego de temperatura y aire que produce frecuentes gripes o resfriados, se anota un porcentaje de 62% que
acusan tener resfriado cada mes y hasta cada quince das (Ibid: 12); los
sbitos cambios de ambientes producen dolores musculares del dorso
y la regin lumbar. Existe luz elctrica slo para muy pocos e importante lugares. La presencia de agua de infiltraciones y la temperatura
ambiente humedecen el aire y contribuyen a la produccin de pequeas alteraciones respiratorias... la frecuencia de estas pequeas alteraciones se vuelve peligrosa.(Ibid: 12). Los accidentes de trabajo son
muy frecuentes... Un minero debe tener un constante control para no
sufrir un accidente; cualquier descuido puede perjudicarlo y hasta serle fatal. Este control personal es muy descuidado entre estos obreros
que, por el hecho de vivir en un ambiente como el de la mina, endurecen su carcter y se vuelven indiferentes al peligro (Ibid: 13).
Despus de tantas precisiones; de recorridos por lugares escogidos, y de exmenes a decenas de obreros, practicados entre los que ofrecan mejor estado de salud, la Comisin lleg a esta conclusin: De lo
cual se deduce que los mineros no han sufrido de silicosis. (Ibid: 34).
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buena presencia Enrquez fue el primer presidente verdaderamente nacionalista del Ecuador (Franklin, 1984: 331), y con capacidad de imponer a los empresarios norteamericanos nuevas obligaciones:
Su carta del 5 de enero de 1938, a la South American ..., en la que reclamaba en carcter de impuestos, el 50% de las entradas liquidas de esta
empresa, le negaba la excepcin adicional de derechos para los artculos
utilizados en la mina, y la acusaba de incumplimiento al contrato de
1934, en opinin de algunas personas; esa carta era dura, hasta ridcula,
a causa de la falta de ecuanimidad que demostraba. (Ibid: 332)
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A esas gestiones y comunicaciones se pretendi sumar cierta cantidad de dlares, en calidad de contribucin al pueblo ecuatoriano. Enrquez contest:
Hagan el bien de comprender que no queremos que la South American Development Company contribuya como ayuda de favor a la vida
econmica de Ecuador, pues el gobierno slo exige derechos y nunca ha
tenido que pedir favores de nadie para restaurar la situacin econmica.
(Ibid: 335).
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Comienza la ltima dcada de presencia norteamericana enmaraada en un conjunto de controversias econmico-polticas, internas y
externas. El largo perodo de 1925 a 1948 se caracteriz, a nivel nacional, por la inestabilidad poltica, que involucraba a clases dominantes
emergentes, con afanes de consolidarse a travs del usufructo del poder
poltico. Un perodo de inestabilidad poltica en el que se suceden 27
gobiernos en el lapso de 23 aos (Hurtado: 127). El aparato productivo, tradicionalmente ligado a la agricultura impide el desarrollo del
pas, porque depende de los vaivenes del mercado internacional.
Un hecho internacional influye decisivamente en la consolidacin
econmica de las clases dominantes: la Segunda Guerra Mundial, porque gener una coyuntura favorable para la reanimacin de las estructuras capitalistas dependientes. Los precios de los productos agrcolas y
materias primas exportadas ... subieron (Moreano: 206). En el Ecuador, el volumen de las exportaciones se cuadruplic entre 1939 y 1944.
En cambio, ahondaron las diferencias entre las clases sociales, sometidas al extremado proceso inflacionario. Tomando como base el ao
1939 el promedio de precios de los productos internos alcanz el porcentaje del 219% para 1944 (Ibid: 210). La crisis sentida profundamente en Portovelo, oblig a sus obreros a repetir demandas y reivindicaciones econmicas.
Durante la invasin de 1941, la llamada Parte Alta de la provincia de El Oro fue el refugio de miles de costeos, que huan de las atrocidades cometidas por el ejrcito peruano. Para garantizar la inviolabilidad del campamento, se pintaron en los techos de las mayores construcciones (Newberry Club, mercado y aserradero) gigantescas banderas de Estados Unidos, y se izaron las mismas en diferentes lugares. La
advertencia supuestamente impedira el ataque de los aviones peruanos. Y as sucedi, el campamento respetado por los invasores, se vio libre de las bombas, que fueron lanzadas en la localidad vecina de San
Roque, cantn Pias.
Fue ao del oprobioso gobierno de Arroyo del Ro, exabogado de
SADCo, que al siguiente, 1942, revisa los contratos firmados entre su
antiguo empresario y el gobierno de Enrquez Gallo, modificndolos a
favor del primero, sin alterar el monto de los impuestos (12%). (Franklin, 1984: 335). En 1944 Velasco consigue incrementar los salarios. Al
ao siguiente, por Decreto Legislativo, el Municipio de Zaruma empieza a recibir una participacin del 30% de los impuestos pagados por la
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del balde y de otras dependencias trabajan durante los das sbados por
la tarde y domingo ntegramente. Que solo en casos extraordinarios se
ha auxiliado pecuniariamente a los trabajadores que regresan a sus domicilios de origen. Gran cantidad de trabajadores casados carecen de
vivienda en el campamento. Trabajadores solteros, con familiares a cargo suyo, no gozan de tarjetas de racionamiento para proveerse de vveres en los almacenes de la empresa. Que el precio de los vveres y la indumentaria ha subido en el trecientos por ciento, sin haber recibido un
alza de sueldos.
La Federacin de Trabajadores canaliza las quejas a los empresarios, sin obtener conformidad de los resultados obtenidos. Por esa razn, en su informe de actividades presentado en enero de 1947, proclama:
Nuestros triunfos han sido minsculos... Otra de nuestras principales
preocupaciones ha sido mantener a toda costa la estabilidad de los trabajadores de la Empresa, con esta finalidad se han interpuesto nuestros
buenos oficios ante las Autoridades de la Empresa Patronal y de las Autoridades del Trabajo, siendo visitados ms de una vez por las Autoridades ltimamente nombradas, sin conseguir absolutamente nada que satisfaga nuestras aspiraciones, antes todo lo contrario, han servido de
obstculo, convirtindose en incondicionales servidores de la SADCo,
olvidando todo principio humano y sin sentido de verdadera ecuatorianidad, y como en todo el territorio, no han faltado amonestaciones de las
mismas, quienes dicen desconocemos las magnficas condiciones que
nos rodean, tildndonos de pretensiosos en nuestros requerimientos.
(Informe de FTP, 19461947).
La FTP entrega a la empresa un pliego de peticiones con 13 propuestas, sobresaliendo entre ellas la suscripcin de un contrato colectivo de trabajo; luego hace un llamado pblico a sus afiliados para defender posiciones: Hacemos un fervoroso llamamiento a la firmeza, disciplina, unin y tranquilidad de los afiliados a la F.T.P., para buscar el
triunfo de sus justas demandas, sin violencias innecesarias. (subrayado
nuestro) (Trabajadores de Portovelo, 1947).
El 29 de marzo celebran una Audiencia de Conciliacin los representantes de SADCo y FTP ante un Tribunal del Ministerio de Previsin Social. El patrono acepta la parte fundamental del pliego, esto es,
el contrato colectivo. Un memorndum suscrito testimonia el compromiso, bajo una serie de objeciones:
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A todo ello de manera progresiva se han ido gravando nuevas imposiciones a la Compaa, que se constituyen en argumentos acusatorios de prdidas en sus operaciones. Esto ampara una solicitud al Congreso Nacional pidiendo sustanciales rebajas de los impuestos. Apela,
por otra parte, a la FTP reclamando solidaridad con su peticin; de
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Un poder casi omnmodo declinaba. Pero, aunque se haban alcanzado objetivos financieros y estratgicos, no se poda presentar el
colapso total de una imagen poderosa, bondadosa y honesta. SADCo
resuelve abandonar sus operaciones. Tampoco fue una decisin inesperada, tal vez apresurada; el cientfico Reinaldo Espinoza previno ello y
sus funestas consecuencias para la poblacin:
Hay circunstancias que obligan a tener una previsin a largo alcance,
para anticiparse a una decadencia o quiz a una catstrofe repentina...
Ha dicho que la Compaa de Portovelo ha tenido una influencia beneficiosa para el cantn; no obstante, a los trabajos de la misma Compaa
debe atribuirse el abandono relativamente considerable de la agricultura, antes muy prspera, y la extincin casi total de las maderas de valor...
La Empresa ha hecho sus clculos de modo que en cualquier momento,
pueda abandonar el campo sin afectar mayormente sus intereses. El hecho mismo de que la Compaa, a pesar de que consume maderas en
enormes cantidades, no haya pensado en la repoblacin forestal, por lo
menos de las tierras que son de su propiedad, demuestra que nunca ha
trabajado a largo plazo...
Si la actual Compaa de Portovelo abandona los trabajos, difcilmente
podemos imaginarnos que otra empresa semejante, nacional o extranjera, piense en reiniciar los trabajos sobre los despojos que queden. (Espinoza, en Municipio de Zaruma, 1952: 5-6).
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mediante un ajuste en el cambio de dlares por sucres y se le concediera un subsidio directo (Municipio, 1952: 29). Ofreca como alternativa la posibilidad de que el Gobierno le compre sus propiedades, que
las estimaba en la cantidad de 600.000 dlares, para que administre las
operaciones directamente o por medio de una Compaa Administrativa de los EE.UU. (Ibid: 29). Una de las medidas emergentes fue
suspender en ese ao los trabajos en Minas Nuevas, de la subsidiaria
Calera.
En diciembre, el Ejecutivo nombr una Comisin para estudiar el
caso y proponer soluciones. En julio de 1950 el presidente de la CTE
(Confederacin de Trabajadores del Ecuador) comunic a la FTP el
avance de la gestin:
El Sr. Presidente de la Repblica me a (sic) manifestado que en lo que
se refiere al duro problema de Portovelo l se est ciendo a las recomendaciones de la Comisin. Que la Cia. no a(sic) presentado ninguna otra
propuesta y que hoy una comisin de abogados esta (sic) estudiando si
la Cia. debe dejar sus pertenencias sin costo alguno o si se le debe pagar.
(CTE, Of. 291, 1950).
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no de Galo Plaza, ha negociado la compra de la empresa ms un prstamo de 60.000 dlares, esencialmente en base a los gravmenes no
cancelados en seis meses (de 1950) y al impuesto a la renta del mismo
ao. Eso fue suficiente. SADCo se despide en medio de las lgrimas, el
desconcierto y la angustia del pueblo que form, a ste le tocar desarrollar estrategias de supervivencia, pero para ello cuenta con la nica
y legtima herencia que legaran los norteamericanos: una identidad
cultural sustentada en la frrea disciplina para el trabajo.
Las reglas del juego
Al haberse mantenido idnticas formas de trabajo durante ms de
cincuenta aos de gestin norteamericana, hemos credo conveniente
tratarlas separadas de la relacin histrica, a fin de entender la evolucin y configuracin de la identidad cultural. Deponiendo calificaciones maniquestas, tratamos de interpretar con objetividad una gestin
empresarial, ciertamente saturada de elementos controversiales.
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Como se ve, los obreros asumieron un rol proteccionista y solidario; una responsabilidad reclamada por los trabajadores, que se sentan
con derecho a recibir el apoyo de sus compaeros. En cambio, los intereses de la Empresa se protegan con celo extremo: impedan que los
trabajadores, a quienes haba capacitado tcnicamente, pudieran desempear ocupaciones complementarias fuera de los horarios de labores; ello impedira un ptimo descanso y un eficaz rendimiento. Claro
que el trabajo extra era aceptado, pero slo en beneficio de la empresa.
As lo registra un reclamo de los trabajadores del Departamento de Mecnica al Gerente:
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Que el artculo 48 del Reglamento Interno de la Compaa, cuya Gerencia ha sido merecida y acertadamente, encomendada a Ud., nos priva del
humano y justo derecho de hacer uso de nuestros conocimientos tcnicos, para beneficiar a otro compatriota de quien no esperamos mayores
retribuciones.
Que, al realizar, trabajos particulares, fuera de las horas destinadas a
nuestro compromiso, no estamos perjudicando, en ninguna forma a la
economa de la Empresa...
Que, si el Reglamento Interno prohibe destinar herramientas, materiales y actividades, no es consulto en el triple aspecto ya que las actividades personales no deben ni pueden estar controladas, dentro de dicho aspecto.
Que, esto, en las circunstancias actuales no es posible tolerar porque
significa una verdadera esclavitud.
Que nuestros conocimientos, en el arte mecnico, podran ser mejor remunerados, en cualesquier otro lugar de la Repblica en el cual se lo
atienda mejor...
Que quitarnos el derecho de usar nuestros conocimientos tcnicos en
horas no perjudicables a los Patronos, es un acto que lo juzgamos inhumano, por una parte, e injusto, bajo todos sus aspectos.
En vista de todo lo expuesto, esperamos que para continuar en la tan
hermosa armona que ha venido realizndose entre la SADCo y la FTP,
se solucione favorablemente este problema; sobreentendindose que de
otra manera, se va a suscitar un conflicto entre los trabajadores de la Mecnica y la Empresa que Ud. tan tinosamente regenta.
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Por otra parte, como siempre se nos ordena cesar el trabajo despus de
las tres de la tarde, ocurre que en los ltimos momentos de la guardia
nos vemos obligados a trabajar rodeados de una atmsfera de gases en
movimiento; pues, los compaeros de la Mina que abandonan a tiempo
sus tareas diarias, antes de salir hacen los disparos de dinamita, circunstancia que determina el desarrollo de gases tan nocivos a nuestra salud.
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trabajo, transferir los descansos semanales o de das festivos a das ordinarios, y alterar los turnos de trabajo...
CUARTA.- Todo trabajo extraordinario o suplementario seguir siendo
pagado por la Compaa...
SPTIMA.- Antes de que los trabajadores de Portovelo presenten un pliego de peticiones a la Autoridad de Trabajo respectiva, la Compaa y los
trabajadores se obligan por todos los medios razonables y a su alcance,
evitar el conflicto, para lo cual los trabajadores puntualizarn por escrito sus peticiones.
DCIMA.- La Compaa tratar siempre a los trabajadores con las consideraciones que se merecen, y acudir a las sanciones legales, cuando, a
su juicio, sea indispensable tal medida, para conservar la disciplina y la
eficiencia en el trabajo.
DCIMA PRIMERA.- Los efectos de este contrato quedarn suspensos
temporalmente, conforme a lo prescrito por el Art. 156 del Cdigo del
Trabajo, cuando por causas no previstas ni imputables a la Compaa, se
suspendieran las actividades de los trabajadores, y en este caso regir lo
prescrito por el Art. 78 del Cdigo del Trabajo; pero la mera permanencia de los trabajadores en el campamento de la Compaa no supondr
que sta los retiene en sus establecimientos, talleres o fbricas, si no exige de los trabajadores el desarrollo de alguna actividad de trabajo. Mas,
si las causas que determinaran la suspensin total o parcial de los trabajos obedecieren a culpa de los trabajadores, la Compaa no estar obligada al pago de los sueldos o salarios durante el tiempo de la suspensin.
Si la suspensin del trabajo de que trata esta clusula, fuere mayor de un
mes, la Compaa no tendr la obligacin de pagar los sueldos y salarios
en el tiempo de exceso.
DCIMA SEGUNDA.- ... se declara que el nmero de trabajadores afiliados
a la Federacin no excede de 1.040..., se deja constancia de que actualmente el nmero de trabajadores de la Compaa, no afiliados a la Federacin, es de 510; pero esta fijacin del nmero actual de afiliados a la
Federacin que prestan sus servicios a la Compaa, no supone obligacin alguna para sta, de mantener a todos aquellos en sus respectivos
servicios o cargos, ya que el nmero de trabajadores afiliados o no afiliados, puede ser modificado en cualquier tiempo segn las necesidades de
la Compaa...
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miento de escuela nocturna. Desde nios se iban preparando los futuros trabajadores y acondicionados a las pautas de comportamiento exigidas por la Empresa; esto es, disciplina, buenas costumbres (respeto
a los mayores, obediencia), moral cristiana y aversin a las actitudes delictivas (robo).
Un aspecto manejado meticulosamente fueron los medios de comunicacin: prensa y literatura. Un contingente de intelectuales contribuy a construir una imagen bondadosa de la Empresa; a difundir
los beneficios que representaban para el pas sus invalorables servicios,
su necesidad y la suerte de tener esa presencia, ingratamente desconocida. Los escritores Manuel de Jess Andrade, Mauro Madero, el poeta
Guillermo Maldonado, en varios pasajes de sus obras asumen un papel
defensor de la Empresa y elogian su gestin. Madero escribe:
La South American Development Co., poderosa compaa americana,
a la que, haciendo un acta de justicia, dedicamos estas pginas para poner de relieve, sucintamente, la forma como su capital invertido en la explotacin de las minas aurferas de Zaruma, la hacen estar ntimamente
ligada a la vida y progreso de los pueblos que integran esta Provincia.
(Madero, 1934: 87).
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esta se realiz con el trabajo y muchas veces la sangre del pueblo ecuatoriano.
En el plano poltico la Empresa mantuvo una influencia determinante, como se ha podido advertir a lo largo de estas pginas. Vamos a
mencionar slo unos pocos nombres para confirmarlo. Entre 1916 y
1919, durante el perodo de la primera huelga, el abogado de SADCo,
Dr. David Guzmn, fue Senador del Congreso. En los aos 30, el Sr. Romeo Murillo, desempe en Puerto Bolvar la representacin de la Empresa. El caso ms destacado lo constituye el Dr. Arroyo del Ro, que fue
abogado de la Compaa antes de ser Presidente de la Repblica.
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milar, un obrero de apellido Placencia, enfermo de tuberculosis pulmonar; obligado por las necesidades, debi seguir trabajando, hasta que su
estado se agrav; debiendo entonces retirarse y apelar ms tarde a las
autoridades del trabajo para solicitar indemnizacin patronal. Un informe sobre el incidente, emitido por la propia Empresa dice:
Placencia ha venido padeciendo de tuberculosis pulmonar... Sin embargo, por su propia voluntad l ha continuado laborando, no en la mina...
sin en trabajos de superficie, por un perodo de ms de diez aos, hasta el momento que por la insistencia de nuestros propios facultativos
diagnosticando el avanzado estado de tuberculosis pulmonar del tantas
veces citado obrero convino voluntariamente en retirarse (Subrayado
nuestro) del servicio de esta Compaa, habindole ayudado como a usted le consta (Inspector de Trabajo), con el pago de una suma de dinero,
sin ninguna obligacin de carcter legal...
Este no era un caso de accidente, sino de enfermedad. Sin embargo, es importante advertir que todas las reclamaciones dirigidas a los
funcionarios empresariales, se hacan siempre en los trminos ms corteses. Por ltimo, los controles mdicos no siempre eran confiables.
Mas tarde, en 1950, los trabajadores cuestionaron un informe presentado por la Liga Ecuatoriana Antituberculosa, L.E.A., presidida por el
Dr. Juan Tanca Marengo, porque arrojaba un porcentaje demasiado bajo de enfermedad:
...examinados unos pocos trabajadores que a la fecha del primer informe no estaban en el campamento, se han encontrado, en un total de siete radiografas, otros dos casos de silicosis. Dr. Juan Tanca M.
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presa. En base a los Decretos antes enunciados, nace la Compaa Industrial Minera Asociada S.A. CIMA.
Una Comisin Organizadora, integrada por representantes de las
tres partes accionistas, bajo la direccin tcnica del ex-gerente americano Geo A. Davison, comenz a realizar trabajos de salvamento, mantenimiento y acumulacin de materiales, hasta que entr en funcionamiento el Molino, el 16 de abril de 1951, y en junio envi la primera
remesa de concentrado mineral a los Estados Unidos. El 17 de julio se
public en el Registro Oficial el Decreto Ejecutivo No. 1380, que contena la nmina de 705 trabajadores con derecho a recibir el 30% de las
acciones donadas por el Gobierno. Los beneficiarios, ex empleados y
obreros con un mnimo de 5 aos de servicios, constituyeron la Corporacin de Accionistas de Portovelo.
La Junta de Promotores, una vez integrada jurdicamente, adopt
el nombre de Compaa Annima Minera Industrial Nacional Ecuatoriana CAMINE. Estas dos partes, ms el Municipio de Zaruma, organizaron la Compaa CIMA, mediante escritura pblica celebrada el 29
de noviembre de 1951. Reiniciaron operaciones superando serias dificultades, debidas a la inundacin que haban sufrido 5 niveles del Pique Americano. La nueva empresa abri tambin nuevos rumbos de
exploracin: en el sitio Miranda, al norte de Zaruma; en la parroquia
Malvas y en Zamora, todas sin xito. Una esperanza animaba el nuevo
espritu minero: los tcnicos americanos haban confesado al despedirse, que su empresa nicamente explot los ramales de una veta fabulosa, an no encontrada, y que quienes lo hicieran dispondran de una
fuente increble de riqueza.
En 1952 CIMA daba ocupacin a 503 personas, casi la tercera parte de las que emple SADCo. Migraciones masivas se produjeron, inclusive de algunos que recibieron acciones; reeditando la aventura un
da realizada por sus padres, de sobrevivir en lugares nuevos y desconocidos. Quienes se quedaron haban formado sus familias, adoptando al
campamento como terruo. Cientos de ellos nacieron aqu, y se afirmaban en su propia fuerza y capacidad para sobrevivir.
CIMA debi continuar prestando servicios bsicos que antes procuraba SADCo: agua potable, educacin, saneamiento ambiental, arreglo de calles, luz elctrica y hospital (aunque por Decreto de Emergencia la planta elctrica Amarillo y el hospital pasaron a pertenecer al
Municipio de Zaruma). No obstante, una deficiencia fundamental
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afectaba la prestacin de estos servicios; ahora se trataba de una empresa dbil, sin capitales y sin posibilidades de obtener altas ganancias.
CIMA asumi una actitud paternalista, cuando crecieron las exigencias
de la poblacin entera, no slo de los obreros: provisin de materiales
y mano de obra para construccin y reparacin de infraestructura pblica e inclusive particular.
La nueva Compaa traz alternativas inteligentes tratando de
aprovechar la maquinaria disponible: montar fbricas de vidrio y tejidos. El ambicioso proyecto result frustrado por limitaciones financieras y crediticias. De otro lado, funestas perspectivas estimaban plazos
cortos de explotacin rentable, fijados hasta 1953; en virtud del desgaste y capacidad real de los equipos de perforacin, extraccin y de la
planta procesadora (Molino). Despus de ese ao se prevea una disminucin del porcentaje de oro y plata, porque la maquinaria se habra
vuelto obsoleta para su beneficio. El futuro era incierto.
En estas circunstancias y con semejantes augurios, CAMINE vende parte de sus acciones al Municipio, que llega a sumar el 52% del total, y a la Corporacin de Accionistas, el resto, con lo que completa el
48%, En esta oportunidad, otros trabajadores, no beneficiados con el
Decreto de Donacin, pueden acceder a la Corporacin.
Esta parte de la historia concluye a mediados de los aos 70, y es
la crnica de una continua lucha por la supervivencia y de otra muerte anunciada (con el permiso de Garca Mrquez). CIMA no tuvo capitales para mejorar la tecnologa que exigan la profundizacin de las vetas y la disminucin del porcentaje de metales. Hubo gran desperdicio
de minerales. La maquinaria disponible se deterioraba sin poder de reposicin. Las utilidades bajaron y despus deban ser repartidas entre
los dos socios; correspondindoles a los accionistas obreros cantidades apenas perceptibles. Solamente el Municipio de Zaruma obtena
utilidades significativas para financiar pequeas obras, pero jams para beneficiar a la Compaa, o al campamento y sus moradores. Este reparto impeda el robustecimiento del capital para operaciones. En definitiva, la produccin lleg a un nivel de autosubsistencia. Las amenazas de liquidacin definitiva fueron constantes y la gente vivi siempre
intranquila ante la eventualidad de perder por segunda ocasin su
fuente de trabajo y acaso su propio pueblo. En 1965 se contrataron los
servicios del Ing. Guillermo Sotomayor, con resultados alentadores. Pero segn el Boletn Informativo No. 1 del Directorio de la Corporacin
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Conoced una vez ms quienes son los sepultureros de la Compaa CIMA y del pueblo de Portovelo, quienes son los entreguistas acomodaticios... Quienes los que ordenan destruir maquinarias e instalaciones, con
el avieso fin de que los trabajos no prosperen; quien o quienes son los
que esconden con cien llaves los planos-copias que dej la fenecida compaa americana, en donde se sealan con meridiana claridad las minas
ricas selladas y custodiadas muy celosamente por estos saboteadores que
han succionado y aun continan succionando la sangre del minero de
Portovelo.
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La quiebra de CIMA es irreversible: una deuda con el IESS, originada en el incumplimiento de aportes correspondientes a varios aos,
implic el embargo de las haciendas de la Empresa y el perjuicio consiguiente para centenares de obreros que perdieron sus beneficios. PREDESUR elabora en 1978 un informe de la situacin tcnica-financiera,
y predice el final. Las causas: la compaa CIMA se ha descuidado mucho, a lo largo de su administracin, en lo relacionado con la exploracin. Se ha limitado exclusivamente a continuar los trabajos preparados y/o abandonados por la SADCo, adems de explotar aquellas reas
que en ese entonces ya se consideraban de poco rendimiento econmico. El casi total abandono de la exploracin se debe a la falta de planificacin, a la falta de una visin de futuro, a la carencia de una acertada direccin y al afn de lucrar al mximo sin reinversin. Este incalificable descuido acortar ms rpidamente la vida de la Compaa CIMA (PREDESUR, 1978: 28).
A ello se sum el desgaste de las instalaciones y maquinarias, e
inexistencia de repuestos en el mercado. CIMA liquid, sometiendo a
la poblacin por segunda vez, a la bsqueda de nuevas estrategias para
sobrevivir.
Captulo III
Caractersticas de la cultura
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lndolos en el comportamiento normado. No obstante, la perdurabilidad de la integracin no est garantizada; pues los cambios operados
en la base material o procedentes de otros frentes externos, repercuten
y alteran su vigencia. Por otro lado, al coexistir una cultura dominante
y otras subordinadas, sus fuerzas constitutivas pugnan entre la estabilidad y el cambio. (Debido a) La tendencia en una cultura a ser dominada por una ideologa o por un sistema de valores particulares... ninguna cultura adquiere una integracin completa. (Nanda: 45). Podramos hablar de un sector conservador al interior de la cultura, y all mismo, otro innovador: En el seno de cada cultura hay fuerzas estticas y
dinmicas, las unas que abogan por la estabilidad del sistema cultural,
las otras que preconizan el cambio. En este contexto, el cambio cultural es manejado desde adentro, aun si las influencias provienen del exterior. (Salazar, 1988: 118). Sin embargo, en un momento dado histricamente, la integracin es lograda, para luego someterse a presiones
por el cambio.
Toda la conducta diversa en la obtencin de los medios de subsistencia,
en el matrimonio como en la guerra y en el culto a los dioses, es definida en patrones coherentes de acuerdo con las reglas inconscientes de seleccin que se desenvuelven dentro de la cultura... Las culturas, cualesquiera que sea su nivel de complejidad, aun el ms simple, la han logrado (la integracin). Tales culturas son adquisiciones ms o menos exitosas de conducta integrada, y la maravilla es que haya tantas de esas posibles configuraciones. (Benedict, 1967: 68).
Con esa condicin relativa de la integracin son posibles las adopciones y las adaptaciones, que no siempre resultan funcionales. Ahora,
cada una de esas diversas culturas, suministra a sus miembros, los valores o normas de comportamiento, generales y especficas, segn sea el
rol o especialidad de cada uno: ningn individuo llega nunca a conocer el contenido total de la cultura de la sociedad a que pertenece (Linton, 1976: 286); Nanda concuerda en ello: Algunos patrones culturales
son compartidos slo por personas que pertenecen a cierta posicin o
status social (Nanda, 1982: 40).
Se define con el nombre de valores, las ideas y creencias de los individuos adquiridos en la vida social y que caracterizan los modos, medios y
fines de accin deseables e indeseables. Estas ideas y creencias pueden ser
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Los smbolos configuran la visin del mundo, procuran las definiciones singulares del mundo que rodea a los individuos, de su vida,
los elementos del entorno natural, de su origen y fin. Los smbolos son
sistematizados conjuntamente en la estructura de las ideologas dinmicas o las visiones del mundo, en los smbolos del orden poltico se
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El poder se ejerci en forma coercitiva. A toda costa y bajo cualquier circunstancia pugnaba por imponerse el dominio de los empresarios norteamericanos. Por dominacin debe entenderse la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato. Determinado contenido
entre personas dadas... El concepto de dominacin... slo puede significar la probabilidad de que un mandato sea obedecido (Weber, 1977:
43). Pero, la afirmacin del poder supone la generacin de conflictos
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entre la parte que lo ejerce y la que recibe. Est sujeto a actitudes contradictorias:
... la ambigedad es un atributo fundamental del poder. En la medida
que se asienta sobre una desigualdad social... en la medida en que garantiza unos privilegios a sus ostentadores, est siempre en grado variable,
sometido a la impugnacin. Al mismo tiempo es aceptado (como garanta del orden y la seguridad), venerado (debido a sus implicaciones
sagradas) e impugnado (porque justifica y mantiene la desigualdad)
(Balandier, 1969: 50).
Cmo lograr, en lo posible, anular los efectos de aquella contradiccin? Cmo establecer eficazmente el dominio y la obediencia?. El
procedimiento seguido fue sustentando la autoridad a travs del rgimen de disciplina. Esta es, la probabilidad de encontrar obediencia para un mandamiento por parte de un conjunto de personas que, en virtud de actitudes arraigadas, sea pronta, simple y automtica... El concepto de disciplina encierra el de una obediencia habitual por parte
de las masas sin resistencia ni crtica (Weber, 1977: 43). Los reglamentos y contratos colectivos de trabajo constituyeron el sistema normativo de la disciplina, institucionalizado en todos los niveles laborales (jefes o subalternos), y estrictamente respetado. De esta manera, prcticamente el poder ha sido legitimado, en lo que Cohen llama derecho reconocido... una conducta asociada con un rol o grupo a la cual ningn
individuo se opone con xito (Cohen, 1979: 37). Recordemos que la
inconformidad obrera demandas, reclamos y quejas se canalizaba
siempre en trminos corteses, pese a las respuestas evasivas.
Aparte, el poder deba robustecerse mediante el reconocimiento
del honor y prestigio. Con frecuencia la bsqueda de poder tambin
est condicionada por el honor social que ste representa (Weber:
221). Adems, la autoridad fue refrendada al implementarse un riguroso sistema selectivo de directivos, cuyo prototipo deba servir como
pauta referencial de comportamiento y reunir facultades carismticas,
de manera que su mandato resulte incuestionable, o al menos inexcusable. La disciplina se convirti en la relacin social predominante:
El contenido de la disciplina no es ms que la ejecucin consistente, en
la cual se suprime incondicionalmente toda crtica personal y el actor se
dispone a poner en prctica la orden, de modo exclusivo y sin vacilaciones. Adems, esta conducta bajo rdenes es uniforme... Lo decisivo para
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Un modelo militar inspira la disciplina. Esta al internalizarse mecaniz el aparato psicobiolgico de los obreros, transformndolos
en receptores y cumplidores de rdenes y normas. Es el caso de un
obrero jubilado, que mecnicamente madrugaba todas las maanas para asistir a su trabajo puntualmente, y a medio camino deba regresar a
su casa.
...la disciplina militar constituye el modelo ideal de la fbrica capitalista moderna (en nuestro caso la industria minera)... en la fbrica la disciplina organizativa se fundamenta en una base completamente racional.
Con ayuda de mtodos de medicin apropiados se calcula la utilidad ptima del obrero individual como si se tratase de otro medio material de
produccin. Gracias a este clculo, el sistema norteamericano de administracin cientfica consigue los mayores xitos en el campo del condicionamiento e inculcacin racional de determinado rendimiento en el
trabajo. (Ibid: 320).
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tructura al servicio de la clase que representan y con la cual mantienen una vinculacin social y econmica muy estrecha (Portelli, 1973:
49-50).
En la base de la pirmide, sometidos al inobjetable rgimen disciplinario, a severo controles y austeridad: los obreros.
Smbolos y mensajes
La clase dirigente necesita asegurar y justificar la estructura socioeconmica en que se sustenta y las relaciones sociales que la dinamizan:
su poder y dominio; concederles legitimidad y permitir su reproduccin. El aparato ideolgico se crea con este fin. la superestructura... es
el reflejo del conjunto de las relaciones de produccin, el anlisis de su
evolucin permitir el estudio indirecto de la estructura misma (Portelli, 1973: 47). Es producto y reflejo de la vida misma.
La ideologa necesaria para mantener la estructura se extiende por
un campo extremadamente amplio y complejo, abarca la moral, religin, educacin y recreacin. Ocupa por ello, un espacio importante en
el espectro total de la cultura, configurando el sistema simblico. En
nuestro estudio es elemento destacado y caracterstico de la identidad
Gramsci define a la ideologa como una concepcin del mundo que se
manifiesta implcitamente en el arte, en el derecho, en la actividad econmica, en todas las manifestaciones de la vida intelectual colectiva.
Slo las ideologas orgnicas, vale decir ligadas a una clase fundamental, son esenciales. Limitadas en una primera instancia al nivel econmico de esa clase,... En apariencia independiente, las distintas ramas de la
ideologa no son ms que los diferentes aspectos de un mismo todo: la
concepcin del mundo de la clase fundamental (Ibid: 18).
La ideologa dominante debe difundirse a toda la sociedad. Ha sido creada y desarrollada bajo diversas, pero coherentes formas y manifestaciones. Para esto deber apropiarse en parte, de las manifestaciones ideolgicas de los sectores dependientes y reinterpretarlos en consonancia con sus propias definiciones si no debe hablarse directamente de un conglomerado indigesto de fragmentos de todas las concepciones del mundo (Ibid: 23). Pero si bien las ideologas nacen de una necesidad material, adquieren autonoma relativa y se convierten en elementos conservadores de la sociedad y la cultura (moral y religin).
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Las formas ideolgicas, una vez que han surgido, adquieren cierta sustantividad relativa en su desarrollo... relativa independencia... el desarrollo de las ideas, se desglosa hasta cierto punto de la vida material de
la sociedad. (Konstantinov, 1963: 303).
Los instrumentos de difusin de la ideologa son: la iglesia, la educacin; prensa (libros, revistas y peridicos); los medios de comunicacin (teatro, cine y radio), son un medio de difusin ideolgico que
tienen una rapidez, un campo de accin y un impacto emocional mucho ms vasto que la comunicacin escrita, pero superficialmente y no
en profundidad (Portelli, 1973: 25). Para complementar la gama instrumental Gramsci agrega todo aquello que influye o puede influir directa o indirectamente sobre la opinin pblica (Gramsci en Portelli,
1973: 24-25); esto es, bibliotecas, crculos sociales, culturales, clubes deportivos, etc.
El vnculo que relaciona todos los estamentos sociales es asumido
por una capa intelectual. En Portovelo, una lite de escritores, periodistas, poetas y tcnicos interpretaron el pensamiento empresarial, elogiando su obra benefactora y progresista; los polticos influyeron en la
creacin de leyes y contratos beneficiosos a la empresa, y los empleados
nacionales, reflejaron y transmitieron su pensamiento. En ltima instancia, este sector intelectual es un agente dinmico en la reproduccin
de la cultura y en el control social; transforma las ideas dominantes y
sus pautas conductuales, en producto de uso general:
...la cultura se identifica prcticamente con la conciencia de la parte
ideolgicamente dominante de la sociedad. Esto se comprende si se tiene en cuenta que la produccin de la conciencia se realiza no por toda
la sociedad en su conjunto, sino por su parte especial pensante, la intelectualidad. La ltima o forma directamente parte de la clase dominante
o est ligada con ello por lazos de dependencia econmica y poltica.
(Mezhiev, 1980: 92).
Hegemona y subculturas
Es pertinente recalcar el carcter de la cultura como resultado de
cierta hegemona impuesta por un sector social. En primer trmino, tenemos al frente una concepcin capitalista, que aplic todos los medios
posibles para imponer su filosofa del trabajo y su cultura. Las potencias que dominan econmica y polticamente a los pases dbiles inten-
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tan consolidar tal dominio mediante la aplicacin de un proceso de colonizacin cultural.(Arguedas, 1977: 186). El mismo autor nos ilustra
el criterio de un antroplogo norteamericano expresado en el XXXVII
Congreso de Americanistas: la enrgica seguridad con que este profesor expres su conviccin de cmo la cultura occidental se impondra
con todos sus caracteres feos y crueles. Nuestra cultura es fea dijo nuestra cultura es cruel, pero ella avanza sin que nadie pueda contenerla. (Ibid: 185). Este pensamiento se ha transmitido desde tiempo
atrs, subordinando la vigencia y el valor de las culturas de los pueblos
colonizados, impregnndoles nuevos valores; enajenndolas eventualmente. Sin embargo, como veremos, no siempre los resultados deben
ser condenados como deformaciones absolutas.
En segundo lugar, tenemos un contexto social de clases, dispuestas verticalmente, y portadoras de su propia identidad. En algunos casos pueden existir subculturas caractersticas de clases sociales determinadas y que se transmiten dentro de ellas (Linton, 1976: 271). Pero
una de ellas es determinante sobre las dems, a que subordina. Ciertos
rasgos pueden sobrevivir, o por sincretismo crear otros nuevos, permitiendo la continuidad de la identidad:
Una clase social tambin es una subcultura. Sus miembros comparten
experiencias vitales similares, y valores, antecedentes educativos, afiliacin por asociacin, actividades recreativas, hbitos de compra y puntos
de vista polticos similares... el estilo de vida y las dimensiones interactivas de la clase social se refuerzan entre s. Mediante la interaccin basada en la residencia comn y en la escolaridad, por ejemplo, los individuos aprenden el estilo de vida de su clase social. (Nanda, 1987: 185).
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cohesin, soslayando conflictos internos y todo tipo de diferencias personales. El ltimo acto donde se expres esta caracterstica fue el masivo y compacto movimiento para lograr la cantonizacin del pueblo.
1.4. ESCOLARIDAD.- Era indispensable formar desde nios a los
futuros trabajadores, en los parmetros del trabajo disciplinado, con
los perfiles conductuales prescritos. Para ello se implementaron escuelas con todos los recursos tcnicos, didcticos y maestros entrenados
(pagados por la empresa). Las escuelas adoptaron un estricto rgimen
disciplinario y de eficiencia; estimularon el xito y sancionaron el incumplimiento y el fracaso, que inclua castigos corporales:
La teora norteamericana de la disciplina ya sea impuesta desde afuera o inyectada desde dentro por una conciencia censora es que desde la
niez los hombres y las mujeres tienen que convertirse en seres sociales
mediante la disciplina, aceptada libremente o impuesta por una autoridad, pero supone una frustracin. El individuo se resiente de esa represin de sus deseos. (Benedict, 1974: 207).
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Las variables utilizadas en este diagnstico se entrelazan; unas dependen mutuamente de otras. As la moral, constituida en uno de los
rasgos distintivos de nuestra identidad, se origina parcialmente en la
escuela. Los conceptos del bien y el mal, a travs del juego y del relato
se inculcan diariamente a los nios, para sustentarlos como ejes de la
moral.
1.5. SOMETIMIENTO.- Damos esta denominacin a un comportamiento no muy claro, que probablemente no tuvo tiempo de definirse; esto es, la coexistencia de sumisin ante el poder respeto temeroso
al jefe o funcionario extranjero y rebelda reprimida, canalizada por
medios pacficos (dilogo y correspondencia), en pro de reivindicaciones econmicas. Las huelgas y movimientos obreros se produjeron bajo circunstancias coyunturales especiales, como se describieron antes:
Consecuencia de las demandas de subordinacin del sistema poltico de
la estructura de clases y de la organizacin familiar... Consiste esta actitud en la dificultad y muchas veces imposibilidad de actuar en los individuos por temor, obediencia o respeto a algn patrn de conducta socialmente aprobado. (Escobar, 1967: 130).
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Como queda dicho, la asimilacin de los valores morales es consecuencia de un proceso de internalizacin iniciado en la escuela. De
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esta manera la moral queda localizada al nivel de la conciencia, guiando el comportamiento individual y colectivo. Uno de los efectos sicolgicos que sufre el infractor de la norma es el juzgamiento de los dems:
La conducta de un individuo tiende a ser guiada por los juicios concretos de los dems, por sus expectativas de seguir mereciendo opiniones similares, pero tambin por sus propias valoraciones y por el reconocimiento de la validez que tendra el parecer de sus congneres, de hallarse estos en posicin de juzgarlos. Esto ltimo, en una versin altamente
formalizadora, ocupa un gran lugar dentro de lo que denominamos la
conciencia. En este sentido podra decirse que el sistema moral de la sociedad es uno de los elementos ms vitales para mantener la continuidad
de la accin social. (Ibid: 204).
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En nuestro caso la moral adquiere su forma singular al consignar licencia de ingreso a los crculos sociales, cuya membreca constitua un honor. Finalmente la moral tiene una fuente esencial en la religin: todo principio moral proviene de Dios... Como la naturaleza de
Dios es buena por definicin... Para unos la moralidad es sierva de la
religin (Ibid: 205). Los parmetros considerados para entender la
prctica moral en Portovelo son:
2.1. LA HONRADEZ.- Se ejercieron todos los mecanismos posibles para impedir que los trabajadores hurten materiales, acepten o
compren cosas robadas. Un cuerpo de vigilancia contribuy a forjar este valor. Y una vez institucionalizado adquiri tal dimensin que en el
pueblo era posible dejar las casas solas, sin necesidad de seguridades.
Durante muchos aos no se registr ningn tipo de violacin a la propiedad salvo excepcionales delitos cometidos por forasteros. El propio pueblo se convirti en principal ejecutor de castigos y represiones.
Un delincuente advenedizo asesin a una mujer y la muchedumbre intent quemarlo vivo. Cuando fueron recapturados ciertos reos huidos
de la crcel de Zaruma, confesaron temor de sufrir similar castigo. En
tiempos de la empresa CIMA, el cuerpo de vigilancia caus la muerte
de un famoso petrolero por haber intentado sustraer materiales de la
mina.
La honradez fundamenta el honor, concede recompensas y autoriza el ingreso a instituciones culturales y sociales. El sistema se inspira
en modelos practicados por las sectas protestantes norteamericanas.
Ser admitido equivala a obtener un billete de promocin, dotado sobre todo de un certificado ante el foro de la propia estima; ser admitido significaba haberse probado a s mismo. (Weber, 1972: 379).
2.2. EL HONOR.- El ceimiento a los valores morales y la prctica de la honradez forman el honor de un individuo, principal vehculo
de ascenso social. Sus rasgos esenciales son:
El principio de dignidad. Representa la autovaloracin del individuo y el reconocimiento social de sus valores personales, sustentados
sobre la capacidad tcnica e individual para el trabajo, la honradez y
tica profesional. La integridad de la persona se concentr en ellos; en
tal virtud era inaceptable cualquier tipo de afrenta, como ridiculizar la
capacidad de trabajo o negar los dems valores. En consecuencia, se
volva indispensable cuidar la dignidad mediante la prctica cotidiana.
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sideracin mutua. Un sistema recproco de etiqueta elemental se ejerci en su interior, sin manifestaciones sutiles ni sofisticadas.
3.- RELIGIOSIDAD. Varias son las funciones de la religin, una
de las fundamentales es explicar aquello que no puede ser entendido a
travs del pensamiento y la experiencia, y por tanto, interpreta y justifica el orden social, sin dar lugar a objeciones:
La religin cumple muchas funciones. Algunas de las ms significativas
son explicar aspectos del ambiente fsico y social, reducir la ansiedad en
situaciones riesgosas, incrementar la solidaridad, la educacin, asegurar
la conformidad, mantener las desigualdades sociales y regular las relaciones de un grupo de gente con su ambiente natural. (Nanda, 1982: 296).
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La iglesia depositaria del dogma religioso, abarca el contenido total de sus creencias, smbolos y rituales, que proveen, a su vez, gran parte de la cosmogona o visin del mundo. Los funcionarios de la religin
representan la rectitud moral; liberando propios errores humanos
transmiten la verdad y tica absolutas. Revestidos de autoridad imponen el cumplimiento de las pautas de fe.
Con estos requisitos, no habr lugar a la duda; la fe vulnerada deber retornar siempre a su curso habitual. La religin, como fuerza
conservadora, garantizar el mantenimiento del orden social.
3.1. UNIDAD DE CREDO.- Una sola religin se institucionaliz,
la catlica, con su iconografa tradicional y el culto a la virgen de la
Consolacin. Los diferentes segmentos migratorios de origen fueron
catlicos esencialmente, de manera que en su adaptacin al ambiente
nuevo y desconocido, sus creencias religiosas fluyeron libres y fueron
eficientes para reinterpretar los contenidos vitales. Fue un nexo comn
nico, capaz de aportar el primer indicio de identidad a la amorfa poblacin, y de favorecer las condiciones para el desarrollo integral de la
cultura. Cuando los individuos han perdido su identidad positiva o el
significado de la vida en razn de la desintegracin de su cultura tradicional, la religin puede ofrecer una nueva y ms positiva identidad y
llegar a ser la base para una nueva y mejor cultura. (Nanda: 275).
El dogma religioso recibi la plena asimilacin de un pueblo creyente y necesitado de fe. La prctica ritual y la conviccin espiritual encontraron un espacio ideal para su ms profunda aceptacin. Un rgido modelo puritano deline el perfil de cada ciudadano:
El puritanismo fue el maestro... Exalt sus virtudes, santific sin extirparlos, sus vicios convenientes y les dio una inexpugnable seguridad en
que, detrs de las virtudes y los vicios, por igual, se alzaban las leyes majestuosas e inexorables de una Providencia omnipotente, sin cuya preor-
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Los americanos refuncionalizaron el culto a la Virgen de la Consolacin, practicado en la Colonia por su vnculo con los mineros. La
idea de Dios, en cambio, fue interpretada en forma de un Ser Temerario, Castigador; por tanto, inculc sentimientos de resignacin, configurando una visin conformista del mundo.
quizs el rasgo ms tpico del Dios de los pobres entendiendo aqu pobre en su sentido sociolgico es su carcter justiciero, hasta vengador y
ante el cual el hombre impotente slo puede refugiarse en una especie de
fatalismo. (Marzal, 1969: 100).
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La recompensa del otro mundo para los depositarios de la tragedia y de los reveses de la vida, es el corolario de esta cosmologa. Estoicismo, renuncia, austeridad son atributos indispensables al proceso de
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La ideologa capitalista es enemiga de tcticas y conceptos solidarios, detesta cualquier indicio de equilibrio social; por el contrario, sus
metas persiguen un individualismo como estrategia nica para el progreso y bienestar de los hombres: el camino lo hacen individuos solos,
capaces. Pero la hasta ahora frustrada va capitalista de crecimiento en
nuestro Pas se ha visto incapaz de desterrar esas relaciones sociales y
de trabajo, que tan bien funcionaron desde tiempos precolombinos.
Los primeros mineros de Portovelo planificaron una estancia
temporal en las minas, ahorrar y retornar a sus pueblos para invertir;
pero las posibilidades ciertas fueron otras, y muy pocos cristalizaron
sus aspiraciones. Ms bien, se vieron inmersos en un agitado mar de limitaciones materiales, en que debieron sobrevivir por largos aos. Al
final echaron races. La coexistencia en este ambiente precario requiri
el urgente reciclaje de la reciprocidad para toda actividad; se volvi imperiosa la asistencia mutua en casos de necesidad material y espiritual.
Entonces, los valores contradictorios aparecen. Las nociones de
solidaridad y antagonismo, componentes esenciales de la cultura obrera, emergen en directa interaccin con los ms cercanos (Assaduran:
69). El nivel de ingresos fue relativamente igual entre la mayora de la
poblacin (los jornales eran en 1947: para un sobrestante de la mina, S/
14,75 diarios, y un oficinista de primera S/ 16,75). Se acusaban parecidas limitaciones materiales (segn el nmero de miembros de la familia), sin aportes de la madre. En esas condiciones se dio un forzado
equilibrio econmico, que dio lugar a otro de tipo social, el cual interpretamos en base a dos parmetros: reciprocidadcohesin y autoridad
de la comunidad.
5.1. RECIPROCIDAD Y COHESIN.- Como est indicado, las limitaciones materiales exigieron la asistencia mutua. Esta tuvo manifestaciones folclricas en la cotidianidad domstica: desde el prstamo de
una taza de azcar, al obsequio de productos de elaboracin casera, en
una especie de compromiso u obligacin, pero siempre simtrico y sobre todo recproco. Las enfermedades y partos, se enriquecan de una
prolfica asistencia moral, logstica (comida, servicios, remedios, sangre) y hasta profesional (brevajes, recetas, etc.). Un accidente de trnsito, de trabajo (muy frecuentes) o una defuncin, se asuman como
desgracias comunes, y se volvan manifestaciones caudalosas de solidaridad; el apoyo material era automtico para solucionar los problemas
implcitos. Acontecimientos trgicos (un incendio por ejemplo); prdi-
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Por otro lado, el papel de la familia en los procesos de socializacin y endoculturacin, ya ha sido tratado en partes anteriores. Ahora
vamos a referir exclusivamente los aspectos que adquieren singularidad
en nuestro estudio, siguiendo las recomendaciones de Nanda:
Los antroplogos han llegado a la conclusin de que la manera ms til
de enfocar el estudio del matrimonio y la familia no es estableciendo
definiciones que se aplicarn a cada grupo conocido, sino ms bien mirando las diferentes formas en que las necesidades bsicas de regulacin,
cuidado infantil, divisin del trabajo y el establecimiento de derechos y
obligaciones son legitimados en diferentes sociedades. (Nanda, 1982:
199).
6.1. ENDOGAMIA.- El matrimonio es importante vehculo de cohesin, porque une las fuerzas de cada pareja, que liga a diferentes familias y grupos de parentesco. De esta manera conduce a la cooperacin entre grupos de gente (Ibid.: 198). Ms cuando las limitaciones
materiales han impuesto la necesidad de fortalecer la cooperacin interna, ahora consagrada mediante el matrimonio.
La endogamia se refiere al matrimonio dentro del propio grupo,
con objeto de conservar los privilegios. Es el vehculo para asegurar la
cooperacin; establece los lmites donde se puede elegir pareja, e impide la prdida de elementos calificados para el matrimonio y con afinidad en la prctica y conceptualizacin cultural; el amor surge en la
complementacin e identidad de esos valores. Hubiese constituido una
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aventura el matrimonio con elementos de tradiciones y conductas distintas. Causa y efecto es la residencia local, o sea, fijar vivienda en el
pueblo, cerca a familiares y amigos, con quienes mantener estrechos
vnculos espirituales y materiales: la comunidad garantiza la supervivencia de la nueva pareja. Una salvedad era posible: traer a la esposa de
otro lugar, pero con la obligacin de residir en casa del esposo.
La crtica domstica adverta el peligro de un matrimonio exgamo, y la prdida de la residencia lo sancionaba. La continuidad del matrimonio y la estabilidad de la familia, gratificaban el cumplimiento de
las reglas matrimoniales (endogamia, fidelidad y abnegacin). Al ser
bendecido por la iglesia, el matrimonio resista toda alteracin o ruptura. Y aunque desavenencias existen en todas partes, jams se registr
un divorcio.
6.2. FAMILIA AMPLIADA, COMPADRES Y PARIENTES POLTICOS.- Especial atencin mereci la extensin de las relaciones familiares al mbito ms amplio posible, en donde poder asegurar una fuente
de eventuales servicios y la reserva de recursos estratgicos. Diversificando y multiplicando compromisos, un autntico caudal social acudira en beneficio de quien los fomentaba. Era necesario, entonces, dar vigor a las relaciones de parentesco consanguneo, ficticio (compadrazgo) y por afinidad (poltico).
En la familia ampliada funcion el cnclave familiar para la toma
de las decisiones trascendentales. La autoridad moral de los mayores
presida los clanes y su presencia no era nicamente figura decorativa:
al ejercer funcionalmente su rol poltico integrador, dejaba de ser una
carga para sus parientes, convirtindose en sujeto de respeto irrestricto
e incuestionable:
Tambin existen los valores del compaerismo en la familia extensa como actividades diarias realizadas juntamente por una cantidad de parientes trabajando juntos. Una ventaja ms es que la familia extensa proporciona no slo apoyo econmico sino tambin un sentido de participacin y dignidad para las personas ancianas quienes viven sus ltimos
aos rodeados de parientes respetuosos y afectuosos. (Nanda, 1982:
218).
La eleccin de compadres era difcil y delicada, por cuanto requera el mayor cuidado y permita el riesgo de provocar resentimientos, al
momento de omitir forzosamente algunos candidatos. De igual mane-
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Las condiciones a partir de las cuales nacen los poblados marcarn su configuracin urbana y aportarn las pautas de su desarrollo
material y social. Las condiciones iniciales de cualquier realizacin
permiten explicar muchos aspectos de su desarrollo, dificultades, xitos
y fracasos estn contenidos como un germen, en las circunstancias, limitaciones y promesas de origen (Ibid: 133).
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El mosaico urbano bien pudo haber expresado desarticulacin social; pero la necesidad de cohesin manifestada, exigi a cada sector el
aporte estratgico de sus respectivos contingentes humanos, cada vez
que era necesario: en las obras y gestiones de inters colectivo, en la defensa de su patrimonio, traducido en defensa del territorio. De otra
parte, las limitaciones materiales requeran del aporte colectivo para
solucionar necesidades bsicas y dems. Esa fue la licencia que legaliz
moral y socialmente la nocin de pertenencia y propiedad del poblado.
Nace el llamado amor al terruo, es evidente que un pueblo no es el
producto necesario de condiciones fsicas: es ms bien la realizacin del
proyecto de pobladores, el fruto de la voluntad de sujetos activos (Ibid:
133134). El factor de la territorialidad ha contribuido siempre a mejorar el espacio fsico de los moradores. Organiza a una poblacin en
un bien espaciado ordenamiento que permite adecuadas condiciones
de vida para todos los individuos afortunados (Bartholomew, en
Aguirre Beltrn: 271).
Al ser la expresin de un mecanismo de supervivencia, para la
salvaguarda del territorio y de sus gentes (Aguirre Beltrn, 1973: 35),
requiere la manifestacin de agresividad ante los enemigos de la seguridad colectiva.
La esencia de la territorialidad entraa el hecho de que, quienes la proclaman, estn siempre prestos a defenderla en contra de los intrusos,
particularmente..., y que un individuo, cuando est en territorio propio,
muestra una conducta agresiva y exenta de temor muy distinta a la que
observa cuando se encuentra fuera de l. (Ibid: 30).
Aunque Portovelo fue un pueblo de tradicional hospitalidad, tambin fue capaz de contrarrestar a los enemigos de sus intereses, a travs
de la resistencia y la ejecucin de proyectos autonomistas. El orden
constituido no poda ser vulnerado por agentes externos y la pasividad
se alteraba; la agresividad apareca entonces para mantener ese ordenamiento interno propio. La agresin no es un instinto humano, sino
una posibilidad que se conforma de manera diferente en las distintas
culturas (Nanda, 1982: 75).
La territorialidad reafirm la corporatividad del grupo; encerrndolo en su espacio le dio un nivel de hermetismo, capaz de negar el acceso al flujo de innovaciones culturales. Se torna as en elemento conservador de la cultura, cuando la subsistencia estaba asegurada y las mi-
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El colapso se anuncia
Cuando CIMA liquid sus operaciones, se detuvo el eje en torno
al cual giraba la economa del pueblo, liberndolo-condenndolo a la
bsqueda de nuevas soluciones de supervivencia. Pero esta vez, la cohesin social ha sido afectada por la salida de importantes componentes
demogrficos. Quienes se quedaron, basaron esperanzas en sus conocimientos de metalurgia y ramas afines, propuestos a emprender (hacia
comienzos de los 80s), en pequeas empresas de exploracin y explotacin de abundantes sitios que todava ofrecan generosos minerales.
Sin embargo, la gestin minera requiere cuantiosos capitales, que
no siempre se disponen. Entonces se recurre a la formacin de sociedades corporativas con el concurso de pequeos inversionistas, incrementadas con nuevos socios llegados de otras regiones del pas. Los incipientes capitales reunidos alcanzaron para adquirir herramientas y
materiales, e iniciar trabajos superficiales.
Crece rpida la cantidad de sociedades, y con ello la demanda de
trabajadores. El requerimiento es satisfecho atrayendo al campesinado
de las comunidades agrcolas vecinas. Pero el fenmeno se vuelve incontrolable y desata una vorgine migratoria que inunda el mercado
laboral. Estos campesinos inician su vinculacin a la minera como
peones al comienzo, y luego como empresarios, dada la liberalidad del
nuevo sistema, siempre que hubiesen reunido los requisitos mnimos
de inversin. Ciertamente, gran parte de esta poblacin auxiliar, pudo
en corto tiempo capitalizar sus ingresos, gracias al ahorro y a la multiplicacin de su capacidad de trabajo, realizando hasta dos jornadas de
trabajo diarias (16 horas). El espejismo de una riqueza rpida (nunca
fcil), vuelve a deslumbrar a miles de buscadores de oro, en gran parte
de origen campesino, que han abandonado sus pequeas y empobrecidas parcelas por ver en la bsqueda del oro quizs su ltima alternativa a la poco rentable economa del minifundio (Einzmann, 1991: 10).
El vaco demogrfico es llenado por esta nueva masa humana, totalmente heterognea. Su ingreso arbitrario llega a sobrepoblar el espacio, generando problemas de vivienda. Circunstancia utilizada para
justificar la invasin de estratgicos terrenos junto al poblado, en donde se empezaron a levantar ciudadelas de caa y cartn. Es obvio suponer que no siempre los adjudicatarios fueron exclusivamente mineros. Para adquirirlos era indispensable negociar con los cabecillas, que
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ejercieron su poder utilizando mtodos inmorales con grave perjuicio de numerosas familias. Se focaliza un conglomerado advenedizo,
depositario de costumbres y prcticas dismiles, totalmente ajeno a la
tradicin del pueblo, indiferente al valor del patrimonio; su nico destino es la bsqueda insaciable de oro. Este foco empezar a irradiar su
nefasta influencia a esferas ms amplias dentro y fuera de Portovelo.
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veta muy rica, al parecer conocida muchos aos atrs, La Quebrada del
Banco, fue redescubierta con beneficios incalculables para sus usufructuarios. Despert la codicia que sin escrpulos orient barrenos para
mellar el cerro y cortarla, pues estaba localizada en sentido vertical,
a pique. Esa aventurada accin pona en peligro la vida de los trabajadores.
La fuerza tambin impone su ley. Turbas numerosas se han apoderado de sitios descubiertos por pequeos grupos. Graves conflictos
han tenido lugar el momento de negociar posiciones los dueos de terrenos y descubridores de vetas, ocasionalmente dilucidados con armas
de fuego o en los tribunales de justicia. A final de cuentas, se han asociado individuos que haban mantenido discrepancias como las sealadas, favoreciendo un ambiente de mutua desconfianza y competencia:
tericamente quien denuncia una mina y obtiene la concesin no est
obligado con el dueo del terreno a ninguna otra cosa que a indemnizarlo por daos y perjuicios ocasionados. La realidad, empero, es otra
cosa: el dueo entra como asociado o simplemente cobra un arriendo
por la explotacin de la mina... en absoluta violacin de la Constitucin... (Revista Punto de Vista, S/F)
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nicamente como estrategia productiva, indiscriminada, sin que medien factores sociales o afinidades culturales. De esa manera no es fcil
evitar conflictos y contravenciones en una asociacin. Ejemplos: un socio vende acciones a particulares sin el consentimiento de sus compaeros; otro se apropia arbitrariamente del mineral extrado. Individuos
antes considerados indeseables socialmente, hoy gozan de preferencia, por su experiencia en metalurgia. En la folclrica dimensin de la
minera surge la concepcin de que a determinadas personas las sigue
el oro, mientras se aleja cuando aparecen mujeres. Aparecen los nuevos (casi siempre transitorios) ricos, autosuficientes, independientes,
ostentosos, generalmente sin prestigio social.
Pero hay un factor de incertidumbre en los pequeos mineros,
que inquieta sus actividades y los vuelve temerosos. Es el peligro de verse obligados a ceder sus trabajos al Estado, pagar impuestos, o ser absorbidos por grandes empresas. La deficiencia de la institucin contribuye adems a suscitar una creciente desconfianza, particularmente
por parte de los mineros informales que anhelan salir de la ilegalidad y
que sospechan que las leyes y su aplicacin favorecen solamente a las
empresas poderosas (Ibid: 56).
Los molinos o chancadoras instalados en los cauces del ro y de los
canales artificiales, sumados a la falta de autoridad, han provocado primero, la contaminacin de las aguas, luego el usufructo arbitrario del
lquido, y finalmente la destruccin de una infraestructura hidrulica
magnfica por su forma y diseo estructural. Los canales, diques y muros, antiguos sitios de recreacin, han sufrido el ms alevoso y despiadado ataque, porque cada cual quiere literalmente hablando solamente llevar agua a su molino, sin importarle el perjuicio ajeno.
Un adicional elemento se suma y califica la falacia de la normatividad vigente. Las asociaciones o cooperativas, generalmente ilegales,
no son capaces de afrontar los compromisos devenidos por accidente o
muerte de un trabajador.
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La asistencia y reciprocidad, tpicas tablas de salvacin en los momentos crticos, no se dejan observar; por el contrario, me toc asistir
al rescate de una mujer que se haba arrojado al ro, ante la impasible
mirada de muchos observadores y la indiferencia al desenlace. En un
medio que privilegia el esfuerzo personal y se premian los triunfos individuales, es difcil que la cohesin social pueda mantenerse. Por ms
problemas y necesidades comunes llamados a soluciones conjuntas:
control de la delincuencia, destruccin del ecosistema y muchos otros,
la gente permanece impotente, y no pocos intentos y proyectos de rescate han fallado.
Junto a la dcada de los 90 comenz la destruccin de las instalaciones de la empresa. Cumplieron cien aos, dieron origen al pueblo y
constituyeron el legtimo patrimonio histrico. Hoy forman parte de
los recuerdos y las lamentaciones no son capaces de levantarlas otra
vez. Se denunciaron anomalas cometidas por funcionarios estatales de
INEMIN: enriquecimiento ilcito; desmantelamiento de equipos y mquinas autnticas piezas de museos; destruccin de archivos, planos,
mapas e inventarios, conservados con mucho celo durante dcadas
importantsimas fuentes documentales. Sin embargo, todo ello no
pas de una queja sorda de trabajadores antiguos, que las generaciones
jvenes ni siquiera atendieron, porque tampoco les preocupaban.
Las obras comunitarias ya no reciben participacin popular, pues
se supone que para eso estn los trabajadores del Municipio. No se
construye, pero tampoco se obstruye el curso galopante de la contaminacin ambiental y de la destruccin material. Apremiantes llamados
de ciudadanos comprometidos apuntaron a este problema, sin hallar
respuesta. Una aislada y aventurada convocatoria recibe criticas antes
que apoyo, en medio de dudas y conjeturas.
La disciplina y el rendimiento escolar han desmejorado notablemente, ante la desidia de los propios padres de familia. La desercin escolar se ha producido por efecto del trabajo infantil en las minas. En
tanto, la disciplina laboral puede interpretarse en funcin de ciertos
trabajadores municipales: continuas ausencias y atrasos; falta de laboriosidad notoria; desidia y cierta dosis de irresponsabilidad.
El culto religioso ha perdido trascendencia, no se realiza con la
misma reverencia masiva anterior. El aparecimiento de sectas protestantes ha captado la participacin de activos y antiguos feligreses catlicos. Contradicciones entre los sectores catlico y protestante se dejan
entrever, si bien disputan el liderazgo del servicio humanitario.
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La proliferacin de partidos polticos tiene un agudo y trgico reflejo. Cada partido tiene su directiva y forma cuadros, ms parecidos a
una comparsa tragicmica. El peso de la poblacin migrante domina y
es capaz de elegir representantes sin la menor capacidad poltica y menos dotados de cualidades morales. Su fuerza electoral no permitir el
paso a candidatos idneos, a menos que stos se aglutinen en torno a
propuestas nicas y alternativas legitimas, desinteresadas y sinceras,
marginando ambiciones personales y partidistas.
La ambicin de oro no mide los peligros. Las explosiones en el interior de minas sin ventilacin, contamina progresivamente la salud de
los nuevos mineros. Las minas no tienen seguridades y han provocado
algunas muertes. Cianuro, azufre y otros qumicos contaminan sistemticamente agua, aire y tierra. Con odos incrdulos escuchamos relatos de muerte por envenenamiento y otros casos de contaminacin.
Merece una investigacin seria la alta frecuencia de cncer en los ltimos tiempos. Los ros han sido drenados y convertidos en peligrosos
crteres fros. En fin, los cerros totalmente perforados, parecen cedazos
arrugados por inaccesibles carreteras y caminos. La codicia no previene, y apresurada arriesga vidas y bienes: se puede encontrar una mina
abierta en las bases de una casa, patios convertidos en depsitos de tierras minerales, jardines que alimentan sus mangos con cianuro y ros
estriles pintados de muerte.
Crnica de la muerte anunciada
Una sola preocupacin alarm a la gente: el agotamiento de las
vetas y la difcil localizacin de otras. Los filones explotados (estribos,
rebajes) progresivamente han reducido sus valores o se han acabado. Y
nuevamente la ancestral dificultad del hundimiento de las vetas hace
insostenible una actividad sumamente exigente. Esos temores no fueron infundados. Si 10 aos atrs hablamos de bonanza, al finalizar el siglo la miseria cubre la faz del pueblo, la pobreza es el nuevo reto cotidiano. La naturaleza cobr un alto precio por el irrespeto, la vanidad
gratuita y la inconsistencia de procedimientos. Slo la obsesin de encontrar con un golpe de suerte algn filn rico, anima la perseverancia.
No ha muerto la creencia en el fabuloso tronco principal anunciado
por los gelogos americanos; pero su hallazgo costara millones de dlares. Las experiencias registradas a lo largo de los siglos estudiados nos
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demuestra que la minera no es un sector productivo autrquico, domstico, como la agricultura; debe estar centralizada y administrada
por empresas slidas.
La decadencia de los recursos superficiales hace incierta la supervivencia no slo para las pequeas sociedades, sino para el pueblo entero, dependiente de la minera. Portovelo no puede estar condenado a
desaparecer, pero su lenta agona liquida el espritu y las energas de su
gente. Las millonarias plantas metalrgicas instaladas deben alentar la
produccin y el trabajo, sin omitir las preocupaciones ambientalistas.
Se vuelve urgente el ingreso de capitales nacionales y/o extranjeros, con
el respectivo beneficio para el Estado. Habr que comprobar an si la
explotacin del oro va a contribuir realmente al desarrollo y al mejoramiento de la situacin econmica del pas proporcionando trabajo y
estabilidad en l a la poblacin. (Einzmann, 1991: 11).
Sin embargo la tragedia tuvo su desenlace fatal. Los edificios, villas, instalaciones, caminos, talleres, maquinaria, todo, fueron saqueados, desmantelados, destruidos y hasta incendiados. Lo que pudo ser el
testimonio de una tradicin y una identidad loables, fue barrido sin
piedad por manos inescrupulosas. Una fuente de atraccin turstica e
histrica ha quedado en las fotografas, en la memoria colectiva de impotentes sobrevivientes de la catstrofe. Sin ser agoreros ni sabelotodos,
el final funesto estaba anunciado.
Nos permitimos alentar un ltimo esfuerzo para rescatar los valores espirituales latentes en cada portovelense que se considera legitimo,
que cree todava en la fuerza de una identidad. El orden social debe restituirse para que riquezas posibles permitan un real y legtimo usufructo, sin temores a un futuro contaminado social y ecolgicamente. Si el
pueblo fue capaz de generar valores, puede reinterpretarlos y reorientarlos con destino al bienestar integral que se espera del codiciado metal, y por el momento, para soportar la miseria y salir a flote de la crisis. Ojal la lectura de estas pginas pueda contribuir a ello.
Estrategias
El deterioro social es evidente, igual la prdida de identidad, pero
no es el nico caso, la crisis de identidad es el mal del siglo (Neira,
1979: 501). Sin embargo, no vamos a cruzarnos de brazos a contemplar
la imposicin universal de homogenizacin y standarizacin que una
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