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Malévolo
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Libro electrónico121 páginas1 hora

Malévolo

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Información de este libro electrónico

Esta novela revela las complejidades de la moralidad al cuestionar los límites entre el héroe y el villano, explorando la condición humana a través de la delgada línea que separa el bien del mal, siempre acompañada por la ambición.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 ago 2024
ISBN9786280124360
Malévolo

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    Malévolo - John de J. Rendón

    Título:

    MALÉVOLO

    Autor:

    JOHN DE J. RENDÓN

    Edición:

    Édver Augusto Delgado Verano

    Apoyo editorial:

    Adriana Toro

    Alina María Angel Torres

    Jorge Eliécer Martínez Miranda

    Diagramación:

    © John de J. Rendón

    © Editorial Libros para Pensar s.a.s — Medellín, Antioquia – Colombia 2024

    Cel: +57 315 837 05 84

    liderlibros@gmail.com – www.librosparapensar.com

    Primera edición

    ISBN: 978-628-01-2436-0

    No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia u otro método, sin el permiso previo y por escrito del autor.

    Hecho en Colombia

    Printed in Colombia

    Queda hecho el Depósito Legal

    Envigado – Colombia

    PRÓLOGO

    "El más atravesado de todos ha sido Toño,

    desde pequeño se le conoció la maldad.

    El repitió la misma historia mía en la escuela,

    aunque nunca les conté lo que me había pasado.

    Cuando estaba en tercero de primaria

    había un profesor que les ponía castigos muy horribles

    y un día lo esperó con otro compañero

    a la salida de la escuela y le pegó un navajazo.

    Desde ahí se dedicó a caminar las calles".

    —Alonso Salazar J. No nacimos pa´ semilla.

    John de Jesús Rendón, agudo observador de la realidad urbana, nos presenta su obra Malévolo, la cual se desenvuelve en el convulsionado escenario social de Medellín durante las décadas de los 70 y 80, que estuvieron fuertemente marcadas por el narcotráfico, la delincuencia y el sicariato.

    En medio de los retazos de esa época, el autor relata la efímera existencia de un individuo corriente, afectado por el acoso escolar, la violencia, la desigualdad y las grietas sociales que erosionan valores, siembran desesperanza y niegan la oportunidad de un futuro prometedor.

    Malévolo sumerge al lector en un viaje desgarrador, donde las sombras de la marginación y el abandono se ciernen sobre el protagonista, envolviéndolo en compañías perjudiciales que lo arrastran al mundo del pillaje, el robo y el vicio.

    En un contexto social asfixiante, el personaje central es atrapado por falta de perspectivas. El maltrato familiar y el rechazo social lo empujan hacia los rincones más oscuros de la existencia, desde dormir en la calle hasta sucumbir a los excesos propiciados por la delincuencia.

    Esta novela revela las complejidades de la moralidad al cuestionar los límites entre el héroe y el villano, explorando la condición humana a través de la delgada línea que separa el bien del mal, siempre acompañada por la ambición.

    A medida que el protagonista se sumerge en el abismo del pillaje, el lector es testigo de la metamorfosis de un hombre que lucha por encontrar su lugar en un mundo hostil.

    Cada página de esta obra es un intrépido paseo por los laberintos oscuros de la psique humana. La novela se erige como una exploración de los demonios que acechan en las sombras, listos para reclamar a aquellos cuyas vidas han sido marcadas por el abandono.

    El autor presenta elementos aún latentes como la búsqueda desesperada de dinero sin importar los medios; el abandono estatal reflejado en la desigualdad social y la complicidad de las entidades del Estado con los deshonestos; y el machismo que se refleja en el papel de la madre de Cacique. Situaciones que empobrecen y avivan la violencia.

    Malévolo trasciende la narración de crimen y depravación; actúa como un espejo que refleja las grietas de una sociedad fracturada, casi enferma, en donde las decisiones desesperadas se convierten en el único salvavidas para subsistir en ese océano de adversidad y sinsentido.

    La obra Malévolo cautiva al igual que el revelador libro del maestro Alonso Salazar, No nacimos pa´semilla, pues nos sumerge en las diversas situaciones que aún hoy, enfrentan miles de personas que deciden involucrarse en el mundo de las drogas.

    Ojalá que al leer esta novela evitemos caer en un mundo carente de presente, futuro y esperanza.

    —Édver Augusto Delgado Verano

    NOTA DEL AUTOR

    Malévolo es una obra de ficción que toma inspiración de eventos reales ocurridos durante las décadas de los sesenta, setenta y ochenta, protagonizados por individuos involucrados en actividades ilícitas. Muchos de estos personajes se vieron inmersos en el mundo del crimen, posiblemente influenciados por su entorno social, la falta de oportunidades educativas o simplemente la falta de interés en buscar una superación personal. Este fenómeno también puede atribuirse al ambiente creado por aquellos que, en calidad de líderes familiares, no ejercieron una orientación apropiada para guiar a sus hijos hacia un camino de conducta virtuosa.

    El entorno en el que vivían algunos de los personajes mencionados en esta obra se caracterizaba por la pobreza y la marginalidad, y muchos de ellos eligieron un estilo de vida que les brindara la oportunidad de obtener recursos de manera ilícita para satisfacer de manera descontrolada sus deseos. Esta conducta se traducía en la perpetración de actos indebidos.

    Es el caso del protagonista principal de esta novela, su padre, un buen hombre, honesto, trabajador y sociable, que quiso hacer de su hijo un respetable ser humano, quizá de buena fe, su ignorancia no le dio capacidad para impedir que él se convirtiera en un engendro para la sociedad, fue así como el personaje llego a ser un temido delincuente apodado Cacique.

    Cacique se involucró en actividades al margen de la legalidad y la rectitud de las normas sociales, pero a pesar de ello, como se revela en uno de los capítulos, demostró tener su lado sensible y humano.

    Los maleantes de aquellas épocas inmersos en el inframundo del vicio y la maldad, solían interactuar bajo sus propios códigos. El tono de sus voces, su forma de expresarse, su particular modalidad para vestir los identificaba de manera que era fácil distinguirlos a primera vista.

    Se les reconocía más por sus alias que por sus nombres reales. En muchos casos respondían a dos o tres apodos; quizá pensaban que mientras más azaroso fuera su remoquete, más temor o respeto infundían.

    Siempre andaban armados, lo que en aquellos tiempos significaba llevar oculto el cuchillo o el puñal (a veces el machete), suficiente pertrecho para sembrar el miedo y garantizar su autoprotección. Menos mal, estas eran el tipo de armas, porque de lo contrario como ocurre hoy, habrían sido innumerables las víctimas de su sevicia.

    En el país, únicamente las entidades al servicio del Estado tenían permitido poseer armas de fuego, junto con algunas personas a quienes se les concedía un salvoconducto, siempre y cuando no contaran con antecedentes penales en su historial.

    Los personajes, como Cacique, cuyas historias de maldad se relatan en esta novela, acumulan un prontuario de delitos que incluyen hurtos, agresiones, lesiones, homicidios y violaciones, entre otros. En esos años, numerosas personas en las barriadas experimentaron la crudeza que los malhechores generaban. En el oscuro entorno nocturno de las calles, apenas iluminado por tenues destellos de luz provenientes de un alumbrado público escaso, las condiciones para evitarlos y desplazarse eran considerablemente complicadas. La precariedad del entorno se convertía en cómplice para perpetrar acciones deshonestas.

    En esos años, a los carros de policía los llamaban la bola, otros la chota. Al momento de hacer presencia en los barrios, los malevos exclamaban: ¡Ahí viene la chota!, y salían a correr.

    Como autor, estoy convencido de que esta novela a muchos les hará volver al pasado; es una forma de revivir ciertos acontecimientos con los cuales coexistimos, quizá porque fuimos víctimas o simplemente testigos.

    EL NIÑO MALHECHOR

    Jesús Emilio, apodado Chumilo, y conocido como Ojoevidrio por algunos que lo provocaban, compartía su vida con su esposa María Paula y sus hijos: Gabriel, de trece años; Eugenia, de once; Omar, de ocho años; y su hijo mayor, Martín Emilio, de catorce años, cariñosamente llamado Tintín.

    Como familia, habitaban una antigua residencia en construcción, con suelos de cemento y paredes sin pañetar. La estructura se componía de una sala, comedor y cocina, con un patio central; las cinco habitaciones carecían de puertas adecuadas, siendo la entrada a la alcoba principal cubierta sólo por un deslucido telón. En esa casa no faltaba el patio trasero.

    Un lunes de abril de 1960 a las once de la mañana, Jesús Emilio tuvo que suspender las tareas que tenía como albañil debido a un fuerte malestar

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