Alicia en el país de las maravillas.
Por Lewis Carrol
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Información de este libro electrónico
Lewis Carrol
Lewis Carroll (Daresbury, 1832 - Guildford, 1898). Charles Lutwidge Dodgson era su verdadero nombre. A los 18 años ingresó en la Universidad de Oxford, en la que permaneció durante cerca de 50 años, y en la que obtuvo el grado de bachiller. Fue ordenado diácono de la Iglesia Anglicana y enseñó Matemáticas a tres generaciones de jóvenes estudiantes de Oxford y, lo que es más importante, escribió dos de las más deliciosas narraciones de la literatura universal: Alicia en el país de las maravillas y A través del espejo.Las Matemáticas fueron su pasión. También fue un notable fotógrafo, intentando recuperar, a través de este arte, la inocencia perdida (fotografió sobre todo a niñas, como Alice Liddell).
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Comentarios para Alicia en el país de las maravillas.
1 clasificación1 comentario
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Estuvo muy bien,me recordó a mí niñez cuando veía por la tele Alicia en el país de las maravillas por primera vez,me dio nostalgia y felicidad.Una de las cosas que no me gusto esque aveces era tan confuso que me molestaba un poco pero no llego a arruinarme el libro.
Vista previa del libro
Alicia en el país de las maravillas. - Lewis Carrol
Colección Travesías Asombrosas
Título original: Alice’s Adventures in Wonderland
Autor: Lewis Carroll
Adaptación: María Fernanda Medrano
©Calixta Editores S.A.S, 2019
Para la presente edición.
Bogotá, Colombia
Editado por: ©Calixta Editores S.A.S
E-mail: miau@calixtaeditores.com
Teléfono: (571) 3476648
Web: www.calixtaeditores.com
ISBN: 978-958-5107-52-6
Editor en jefe: María Fernanda Medrano Prado
Coordinador de colección: Natalia Garzón Camacho
Adaptación: María Fernanda Medrano
Traducción: María Fernanda Medrano
Corrección de planchas: Juliana Méndez Aristizábal y Alvaro Vanegas
Maqueta e ilustración de cubierta: Juan Daniel Ramírez @rice_thief_
Ilustraciones internas: Julián Tusso @tuxonimo_art
Diseño, diagramación e ilustración de mapa:
David Andrés Avendaño @davidrolea
Primera edición: Colombia 2019
Impreso en Colombia – Printed in Colombia
Todos los derechos reservados:
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño e ilustración de la cubierta ni las ilustraciones internas, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin previo aviso del editor.
Contenido
POR LA MADRIGUERA DEL CONEJO
LA PISCINA DE LÁGRIMAS
UNA CARRERA LOCA Y UNA LARGA HISTORIA
EL CONEJO ENVÍA AL PEQUEÑO BILL
CONSEJOS DE UNA ORUGA
CERDO Y PIMIENTA
UNA LOCA FIESTA DE TÉ
EL CROQUET DE LA REINA
LA HISTORIA DE LA FALSA TORTUGA
LA CONTRADANZA DE LA LANGOSTA
¿QUIÉN SE ROBO LAS TARTAS?
LA DECLARACIÓN DE ALICIA
FIN
Surcando la tarde dorada,
nos lleva, ociosos, el agua,
pues son bracitos menudos
los que empuñan los remos
pretendiendo en vano con sus manecitas
guiar nuestro curso errante.
¡Ah! ¡Qué crueles las tres!
Sin reparar en el bálsamo de aquel día,
ni en el ensueño de aquella hora,
¡exigen un cuento de una voz sin aliento
que ni una pluma puede soplar!
Pero ¿qué podría una pobre voz
contra la perfidia de esas tres lenguas?
Prima, imperiosa, fulmina su edicto:
«¡que empiece el cuento!»
Secunda, con tono más amable, espera
«que no sean tonterías».
Mientras que Tertia interrumpe el cuento
no más de una vez por minuto.
Fue así, que entonces el silencio ganó,
Pero, en fantasía persiguen
a esa niña soñada
por un nuevo mundo de raras maravillas
en el que los pájaros y las bestias recobran el habla
¡y casi creen estar allí de veras!
Y cada vez que ese desgraciado intentaba,
agotada ya la fuente de su invención,
aplazar la narración hasta el siguiente día:
«El resto será para la próxima vez...»
«¡Ya es la próxima vez!», a coro las tres.
Así fue surgiendo el País de las Maravillas
poco a poco; y una a una
el cincelado de sus extrañas peripecias...
Y ahora que el relato toca a su fin,
también el timón nos guía de vuelta al hogar;
alegre tripulación, bajo el sol que se pone.
¡Alicia! Recibe este cuento infantil
y con mano amable déjalo descansar,
allí donde los sueños de la niñez se entrelazan
en la mística guirnalda de la Memoria
como la guirnalda de flores ya marchitas de un peregrino,
recolectadas en una tierra lejana.
La travesía a la locura
Alicia está loca. Esa es mi conclusión ahora que he terminado de traducir el libro, y es la misma idea que tenía una y otra vez cuando era pequeña. Pero es que la locura de Alicia es una cosa maravillosa, es una locura honesta, llena de curiosidad, salpicada con terquedad y mucha imaginación.
Podemos discutir si el libro hace parte del género de la literatura del sinsentido o de la literatura fantástica feérica (hadas), incluso ha sido considerado literatura surrealista, y quizá de alguna forma encaja en cada uno de estos. Alicia suele ser una chica que no le da mucha importancia a la locura que ocurre en este mundo de las maravillas, nada de lo que sucede dentro tiene mucha lógica, es totalmente fantástico y épico. Y para mí, esa es, precisamente, la magia que tiene este libro, y es que cada cual siente cosas diferentes con Alicia, con sus personajes y con la historia. Para algunos, Alicia es totalmente imprudente, una niñita molesta, pero que se divierte con todas las cosas que le pasan, justo por esas cualidades tan especiales; hay quienes creen que es una muchachita curiosa y fascinante y ríen a su lado en cada página, y otros que piensan que todo es solo el sueño de una pequeña.
Lo cierto es que Alicia se enfrenta a multitud de emociones durante su viaje, emociones que, por lo menos para mí, se asemejan mucho a las que uno puede sentir cuando es niño y empieza el viaje a la adultez. El desconcierto ante los cambios físicos –Alicia los vive una y otra vez en la primera mitad del libro, sin lograr regresar a su altura correcta–; la torpeza al hablar y comunicarte con otros –para Alicia se representa en las innumerables veces que ofende sin intención a los habitantes del País de las Maravillas–; o el desprecio que uno puede enfrentar al sentir que ‘no pertenece’ –Alicia se enfrenta furiosa al Sombrerero Loco y a la Liebre de Marzo con quienes es incapaz de comunicarse–. Pero la joven va evolucionando, poco a poco va entendiendo su entorno y se va dando su lugar.
Alicia en el País de las Maravillas es un viaje que todos hemos vivido y leerlo nos permite entenderlo mejor, nos da la posibilidad de encontrar caminos para que el viaje sea menos pesado y para que nunca olvidemos el camino de regreso a casa.
La traductora
POR LA MADRIGUERA DEL CONEJO
Alicia empezaba ya a sentirse bastante cansada de estar con su hermana a la ribera y sin tener nada que hacer: había echado un par de ojeadas al libro que su hermana estaba leyendo, pero no tenía dibujos ni diálogos. ¿Y de qué sirve un libro sin dibujos ni diálogos?, se preguntaba Alicia.
Así pues, reflexionaba, en su cabeza –tanto como podía, porque el calor del día la hacía sentir soñolienta y atontada– si el placer de tejer una guirnalda de margaritas la compensaría del trabajo de levantarse y recoger las margaritas, cuando de repente un Conejo Blanco con ojos rosados corrió muy cerca de ella.
No había nada muy extraordinario en esto, ni tampoco le pareció a Alicia muy extraño oír que el Conejo se decía a sí mismo, «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Voy a llegar tarde!» –cuando pensó en eso más tarde, se le ocurrió que esto ha debido causarle duda, pero en ese momento le pareció totalmente natural–; pero cuando el conejo en realidad sacó un reloj del bolsillo de su chaleco, y lo miró y empezó a correr, Alicia se puso de pie, porque cruzó por su mente que ella nunca había visto un conejo ni con un bolsillo en un chaleco, ni con un reloj y, ardiendo en curiosidad, corrió a través del campo y fue justo a tiempo para verlo saltar dentro de una gran madriguera en la base del seto.
Un momento después, Alicia se metió también en la madriguera, sin detenerse a considerar cómo iba a hacer para salir de allí.
La madriguera se extendía en línea recta, como una especie de túnel, y luego de repente se torció bruscamente hacia abajo, tan bruscamente que Alicia no tuvo siquiera un momento para pensar en detenerse y se encontró cayendo por lo que parecía un pozo muy profundo.
O el pozo era en realidad muy profundo, o ella caía muy despacio, porque tuvo tiempo sobrado, mientras descendía, para mirar a su alrededor y para preguntarse qué iba a suceder después. Primero, intentó mirar hacia abajo y ver a dónde iría a parar, pero estaba todo demasiado oscuro para percibir algo. Después miró hacia las paredes del pozo y observó que estaban cubiertas de armarios y estantes para libros: aquí y allá vio mapas y cuadros, colgados de clavos. Cogió, a su paso, un jarro de los estantes. Llevaba una etiqueta que decía «MERMELADA DE NARANJA», pero vio, con desencanto, que estaba vacío. No le pareció bien tirarlo al fondo, por