Destrezas legales en el litigio arbitral
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ALFREDO BULLARD GONZÁLEZ es abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú y magíster por la Universidad de Yale. Becario de la Comisión Fullbright. Cursó Estudios Introductorios de Economía, en el Economic Institute (Boulder, Colorado, EE. UU.)
Se desempeña como catedrático, entre otros cursos, de Análisis Económico del Derecho y Derecho de la Competencia en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. Es además profesor visitante en la Universidad Torcuato Di Tella, de Buenos Aires y de la Escuela Superior de Economía y Negocios de El Salvador.
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Destrezas legales en el litigio arbitral - Alfredo Bullard González
Publicación
editada
en el Perú
por Palestra Editores
Cultura Paracas (entre los años 700 a.C. y 200 d.C.)
DESTREZAS LEGALES EN EL LITIGIO ARBITRAL
Destrezas legales en el ligio arbitral
Alfredo Bullard González (Editor)
Palestra Editores: Primera edición, julio 2018
Palestra Editores: Primera edición Digital, julio 2020
©
Alfredo Bullard González
© 2020
: Palestra Editores S.A.C.
Plaza de la Bandera 125 - Pueblo Libre
Telf. (511) 6378902 | 6378903
palestra@palestraeditores.com | www.palestraeditores.com
Diagramación y Digitalización:
Gabriela Zabarburú Gamarra
ISBN: 9786123250416
ISBN Digital: 9786123251284
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CONTENIDO
PRÓLOGO
1. QUE GANE EL MEJOR: ¿CÓMO GANAR UN LITIGIO ARBITRAL?
Alfredo Bullard
Huáscar Ezcurra
I. ¿Y para quién estamos cocinando?
II. Primer ingrediente: honestidad
III. Segundo ingrediente: conoce a tu audiencia
IV. Tercer ingrediente: prepárate a profundidad
V. Cuarto ingrediente: define tu meta y asume el control para tu cliente
VI. Quinto ingrediente: concéntrate en los hechos
VII. Sexto ingrediente: escribe como un publicista
VIII. Séptimo ingrediente: pinta un cuadro con tu presentación oral
IX. Recomendaciones finales
2. EL ARTE
DE ENTREVISTAR Y DE ACONSEJAR
Shoschana Zusman T.
I. El valor de adelantar la experiencia
II. La importancia de la primera entrevista
III. Objetivo de la primera entrevista
IV. Preparación de la entrevista
V. El desarrollo de la entrevista
3. MEDIATION ADVOCACY: DESTREZAS (¿LEGALES?) EN UN CONTEXTO NO ADVERSARIAL
Sebastian Soltau Salazar
I. Introducción
II. ¿Es necesaria la presencia de abogados en una mediación?
III. Del abogado gladiador
al abogado solucionador de problemas
IV. Estructura típica de una mediación
V. Retos de persuasión y destrezas en la mediación
VI. Reflexión final
4. REVISITANDO EL MÉTODO TRADICIONAL DE DESIGNACIÓN DE ÁRBITROS
Pablo Mori Bregante
I. Introducción: ¿Realmente estamos descontentos con el panorama actual?
II. Buscando otras alternativas
III. Conclusión
5. DIFERENCIAS CULTURALES EN TRIBUNALES ARBITRALES
Ricardo Ampuero Llerena
I. Selección de los árbitros
II. Comunicación con el tribunal
6. ¿CÓMO ELEGIR AL MEJOR ÁRBITRO?
Alejandra Flecha Corvetto
I. Introducción
II. ¿Qué características debe tener nuestro candidato?
III. Árbitros extranjeros en arbitrajes locales
IV. Conclusiones
7. EL MÉTODO IRAC PARA LA CONSTRUCCIÓN DE LA TEORÍA DEL CASO
Andrés Talavera Cano
I. El I.R.A.C. como herramienta del litigante arbitral
II. Reflexión final
8. TÉCNICAS DE TEATRO APLICADAS AL DISCURSO
Rómulo Assereto
I. Como hablamos, somos
II. Con la palabra no se dice, se hace
9. DECISIONES VISCERALES: PERSUASIÓN ENCUBIERTA Y EMOCIONES
José María de la Jara
I. Decisiones bajo la lluvia
II. Decisiones sin (tanto) azúcar
III. Decisiones sangrientas
IV. Persuasión encubierta y emociones
10. EXPECTATIVAS IRRACIONALES EN EL ESPECTRO NEGOCIACIÓN-ARBITRAJE
José María de la Jara
Lucía Varillas
I. Turbulencia cognitiva en el espectro negociación-arbitraje
II. Técnicas contra sesgos para conducir el espectro negociación-arbitraje
11. EL ARTE DEL INTERROGATORIO
Francisco González de Cossío
I. Objetivos
II. Métodos
III. Comentario final
12. PERSUASIÓN Y LITIGIO ARBITRAL: ¿CÓMO APROVECHAR LA PRUEBA TESTIMONIAL PARA PERSUADIR A LA AUTORIDAD ARBITRAL DE NUESTRA VERDAD?
Huáscar Ezcurra Rivero
I. Dos verdades en competencia
II. ¿Cuáles son las ventajas de la prueba testimonial? ¿Por qué es importante para probar una historia?
III. El valor de la palabra y el uso de la prueba testimonial en el arbitraje
IV. El Direct examination de nuestro testigo
V. El Cross examination al testigo presentado por su contraparte
VI. Regla de oro: honestidad
13. EL INTERROGATORIO DIRECTO DE TESTIGOS: UNA OPORTUNIDAD PARA QUE EL ABOGADO PASE DESAPERCIBIDO
Nicolás de la Flor
I. El interrogatorio como medio de prueba
II. ¿Por qué es importante incorporar testigos en tu caso?
III. ¿Cuántos testigos interrogo y a quién escojo?
IV. ¿Cómo preparar y cómo interrogar al testigo?
V. Conclusiones
14. VALORACIÓN DE LA PRUEBA EN EL ARBITRAJE INTERNACIONAL
Elina Mereminskaya
I. Introducción
II. Fondo o forma
III. La carga de la prueba
IV. Facultades inquisitivas de los Tribunales Arbitrales
V. En qué consiste la valoración de la prueba
VI. Regulación específica de la valoración de la prueba
VII. Limitaciones a la discreción
VIII. Relación con la obligación de emitir un laudo razonado
IX. Conclusiones
15. LA ELABORACIÓN DE UN LAUDO ARBITRAL
Roque J. Caivano
I. La deliberación del tribunal
II. La redacción del laudo y la motivación
III. Conclusión
16. LITIGIO DE ALTO IMPACTO: LA LUCHA POR EL ACCESO IGUALITARIO DE LA INSTITUCIÓN CIVIL DEL MATRIMONIO Y SU INCIDENCIA POLÍTICO, LEGAL, SOCIAL Y EMOCIONAL
Herman M. Duarte
I. Contextualizando a la bestia
II. ¿Por qué tiene sentido litigar a favor de minorías en un Estado como el salvador?
III. Consejos para defensores de Derechos Humanos
17. ¡CORTEN! EMPECEMOS DESDE UN NUEVO ÁNGULO: ¿CÓMO APORTA EL CINE A LA ENSEÑANZA DEL DERECHO?
Fernando Sam Chec
I. Planificando el encuadre: un riguroso conocimiento jurídico es base indispensable
II. Adaptando el guion: el cine en las aulas de Derecho no es solo cine sobre Derecho
III. Editando nuestro aprendizaje: la articulación de herramientas aportadas por el cine
IV. La postproducción: conclusiones respecto de la enseñanza del cine y Derecho
SOBRE LOS AUTORES
Prólogo
La globalización y la apertura económica han generado un desarrollo sin precedentes del litigio arbitral. Desde una perspectiva internacional, el litigio arbitral se ha convertido, sin lugar a dudas, en la forma preferida de resolver disputas transfronterizas entre particulares. Por otro lado, a nivel local, existe una creciente tendencia de los particulares a migrar sus controversias de las cortes locales a la justicia arbitral. Además, aunque en los últimos años diversos doctrinantes han considerado que el alto índice de demandas y decisiones en contra de los Estados está conllevando a una crisis de legitimidad del sistema de solución de controversias entre inversionistas y Estados, el arbitraje de inversión sigue siendo un foro importante para la resolución de controversias relacionadas con la inversión extranjera.
El término diversidad
no tiene una sola definición uniforme, sino que está sujeta a diversas interpretaciones según el contexto en el que se emplea. En el presente contexto, debe ser entendido en el sentido más amplio, lo cual abarca (inter alia) cuestiones de raza, etnia, género, país de origen, edad, así como temas culturales como lo son el idioma, la formación académica y profesional, y otros antecedentes.
Para muchos, la diversidad debe ser un fin en sí mismo. No obstante su valor intrínseco, la diversidad también cumple una función utilitaria. Los usuarios del arbitraje hoy en día provienen de orígenes y culturas variadas, y tienen expectativas igualmente diversas para el litigio arbitral. Para poder satisfacer los diferentes intereses de la amplia gama de usuarios del arbitraje, se necesita una gama igualmente amplia de practicantes y árbitros. La diversidad también fomenta la competencia, lo cual puede elevar la calidad de servicio para los usuarios del arbitraje, así como reducir el costo del litigio arbitral. Además, la diversidad posibilita la exploración de novedosos acercamientos a las controversias arbitrales, que pueden dar lugar a resoluciones innovadoras y exitosas.
Por todo ello, resulta fundamental que más personas se capaciten y aprendan las destrezas necesarias para llevar litigios arbitrales. Esto, sin embargo, puede ser un desafío. Paradójicamente, una de las principales barreras de entrada a la que se enfrentan los nuevos interesados en incursionar en la práctica del litigio arbitral, es justamente uno de sus beneficios: la confidencialidad.
La confidencialidad, por su parte, obstruye el flujo de información sobre la práctica del litigio arbitral, dificultando el estudio de los procedimientos arbitrales y el aprendizaje de las mejores técnicas para su desarrollo. La ausencia de la libre circulación de información es particularmente discapacitante, ya que los precedentes juegan un papel importante en el arbitraje. De hecho, si bien el litigio arbitral no se rige por un sistema de precedente, la práctica arbitral ha demostrado que su desarrollo se da mayoritariamente por el análisis casuístico, aplicando así a nuevos casos decisiones tomadas en diferentes oportunidades. No en vano es común observar en decisiones arbitrales referencia a posturas de diferentes tribunales arbitrales. Esto es claro en el arbitraje de inversión, en donde existe un mayor número de jurisprudencia disponible al ser la mayoría de los laudos finales públicos. Por su parte, en los laudos de arbitrajes comerciales que no son sujetos a la confidencialidad o que han sido anonimizados, también se observa esta tendencia.
El comienzo del fin de los problemas que puede suponer la falta de diversidad en el arbitraje consiste en facilitar el acceso a información relativa a la práctica del litigio arbitral. De allí se deriva la importancia del presente libro, en el cual se desarrollan las tecnicidades propias del litigio arbitral necesarias para su consecuente desarrollo y una práctica exitosa del mismo.
Los autores de este libro tienen amplia experiencia en el litigio arbitral, incluyendo en Perú —país que cuenta con una sólida práctica arbitral gracias a una postura estatal amigable al arbitraje— regulaciones acopladas a los más altos estándares internacionales y garantías de efectividad a las partes que recurren a la justicia arbitral. Como ejemplo de esto, el Estado peruano ha incluido en un sinnúmero de ocasiones cláusulas arbitrales dentro de los contratos públicos.
Gracias a su amplia trayectoria en la justicia arbitral, los autores del presente libro cuentan con destrezas muy valiosas que le permitirán al lector aprender importantes habilidades a la hora de practicar el litigio arbitral. En efecto, en la presente obra los autores avanzan reflexiones y enseñanzas sobre litigio arbitral desde un enfoque teórico-práctico. En una industria en donde el flujo de información no es siempre la regla general, este libro se convierte en una herramienta indispensable de todo abogado interesado en practicar el litigio arbitral y en un must para el desarrollo de la práctica arbitral latinoamericana.
En el primer artículo, Alfredo Bullard y Huáscar Ezcurra, reconocidos practicantes y árbitros, establecen el marco teórico-práctico del libro, recordando a todos los practicantes del litigio arbitral que los clientes siempre tienen un interés principal: ganar. Teniendo en cuenta este objetivo final, en este primer artículo los autores ofrecen una valiosa receta compuesta por siete ingredientes
claves que se deben seguir para ganar un arbitraje.
Los artículos que siguen profundizan esta receta del éxito, dotando al lector con las destrezas específicas que son imprescindibles para una práctica exitosa. Así, en el artículo 7, Andrés Talavera, profesor y practicante, enseña el método IRAC (por sus siglas en inglés: issue, rule, application, conclusion), esencial para la construcción de una teoría del caso efectiva.
El libro también presenta reflexiones perspicaces sobre la cuestión de testigos. En el artículo 2, Shoschana Zusman, profesora, árbitro y practicante, trata un tema frecuentemente saltado en los tratados de arbitraje, presentando los aspectos esenciales para entrevistar
a posibles testigos con el fin de recopilar información potencialmente relevante. Siguiendo con el tema de testigos, el árbitro mexicano, Francisco Gonzalez de Cossío, analiza las mejores técnicas para el interrogatorio en el artículo 11; el profesor y practicante, Huáscar Ezcurra, en el artículo 12, hace una sinopsis para explicar cómo se debe emplear el interrogatorio de testigos efectivamente para persuadir a los árbitros y lograr las metas del caso; y finalmente en el artículo 13, Nicolás de la Flor interviene para analizar el interrogatorio directo, una técnica quizás poco utilizada y subestimada en el arbitraje.
Los autores también tratan con profundidad el tema de la selección de árbitros, un tema de obvia transcendencia para el éxito del proceso y que se identifica como un beneficio diferencial sobre la justicia local. En el artículo 6, Alejandra Flecha, analiza las características ideales que debería tener el candidato a ser nominado árbitro. En el artículo 5, Ricardo Ampuero, Presidente de la Comisión Especial que representa a la República del Perú en Controversias Internacionales de Inversión, recuerda que uno de los factores más importantes a tener en cuenta al momento de seleccionar a un árbitro son sus antecedentes y origen, es decir, la formación académica y profesional del posible árbitro; por ejemplo, si su formación y práctica son propias del common law o del Derecho Civil, y la posición que tenga respecto de los temas que se van a discutir en el arbitraje, entre otros. Además de analizar las mejores prácticas en la designación de árbitros, en el artículo 4, el profesor y practicante, Pablo Mori, reta al lector a cuestionar si el método tradicional de selección de árbitros entre las partes —comúnmente siendo un árbitro nominado por cada parte y el tercero nominado por los dos árbitros elegidos—, es idóneo, o si por el contrario, se debería aplicar otro mecanismo de selección de árbitros que evite generar tensiones en los procesos al considerar que cada árbitro tendrá una tendencia a aceptar los argumentos de la parte que lo designó.
En el artículo 9, el profesor y practicante José María de la Jara, aplica las últimas novedades en la doctrina de economía conductual al proceso arbitral, ilustrando cómo los seres humanos tienden a tomar decisiones viscerales, incluso de forma inconsciente. Estas enseñanzas son muy relevantes para el artículo 14, en el que la profesora y practicante Elina Mereminskaya, observa cómo los árbitros sopesan las pruebas presentadas por las partes. En el artículo 15, el renombrado árbitro y doctrinante, Roque Caivano, explica, basado en su vasta experiencia, cómo se redacta el laudo arbitral.
Este libro también llevará al lector muy lejos de lo común y corriente, y lo retará a analizar la práctica del litigio arbitral desde distintas perspectivas. El actor y director de teatro peruano Rómulo Assereto, ha contribuido, en el artículo 8, a enseñar cómo las técnicas de teatro pueden ser de gran relevancia en la práctica del litigio arbitral. De modo similar, en el artículo 17, el practicante Fernando Sam invita a considerar cómo aporta el cine a la enseñanza del Derecho.
Igualmente, en el artículo 4, el profesor y practicante Sebastian Soltau, trata el tema del éxito en la mediación, una cuestión muy importante para la práctica del litigio arbitral, dado que en muchas oportunidades resulta más beneficiosa la obtención de un buen acuerdo y una salida negociada. De modo similar, en el artículo 10, José María de la Jara y Lucía Varillas aprovechan herramientas de la psicología para evaluar la conveniencia entre un acuerdo negociado o un laudo.
Finalmente, en el artículo 16, el practicante Herman Duarte recuerda la importancia de la dimensión socio-cultural del ejercicio de la abogacía, tratando el tema de litigio de alto impacto en el contexto del acceso igualitario de la institución civil del matrimonio.
En resumen, este libro arroja luz sobre las cuestiones más relevantes para el desarrollo de una práctica arbitral exitosa, equipando al lector con las destrezas que son menesteres para hacer el arbitraje.
Sin más, estimado lector, espero disfrute y aprenda de este libro tanto como yo.
Ari D. MacKinnon
Socio, Cleary Gottlieb Steen & Hamilton, Nueva York
1. Que gane el mejor:
¿cómo ganar un
litigio arbitral?¹
Alfredo Bullard y
Huáscar Ezcurra
¹ Varias de las ideas de este artículo son en realidad resultado de nuestro permanente aprendizaje de nuestra amiga la Doctora Susy Zusman. Las buenas ideas que puedan encontrar en este trabajo son en realidad sus ideas. Nos hemos autoconcedido la licencia de tomarlas prestadas. Asimismo, uno de los autores de este artículo tiene la suerte de dictar al lado de la Doctora Zusman y Roberto Ángeles el curso de Destreza Legal en la PUCP. Lo que hemos aprendido del tema en su mayor parte lo hemos aprendido de ellos. A ellos, entonces, nuestro agradecimiento y admiración.
Finalmente, otro insumo para definir los ingredientes de nuestra receta son nuestras reflexiones sobre las experiencias vividas como abogados litigantes que intentaron persuadir a la autoridad arbitral una y otra vez, así como nuestras experiencias como árbitros que trataron de ser persuadidos o fueron persuadidos por abogados litigantes. Haber estado del lado de quienes prepararon e implementaron la defensa que se presentará ante un Tribunal Arbitral, y haber estado, asimismo, del otro lado, como árbitros que escucharon la defensa preparada por el abogado patrocinante, constituyen la base empírica del presente artículo. El agradecimiento entonces es también para nuestros clientes, quienes nos dieron y nos siguen dando la oportunidad de seguir aprendiendo, reflexionando sobre lo aprendido y mejorando, y nuestros oponentes y en general a quienes hemos tenido como litigantes en Tribunales Arbitrales que hemos integrado, que nos han enseñado en la cancha
muchas cosas valiosas.
¿Por qué se contrata a un abogado para encargarse de la defensa en un arbitraje? Tu cliente no tiene interés en una pieza impecable de doctrina. No quiere que escribas un artículo para Themis , Ius Et Veritas u otra revista jurídica. No te contrata para que hables o escribas bonito. No quiere ni siquiera que trabajes mucho o que no duermas. Tampoco quiere que le digan que eres un abogado famoso o efectivo.
Los abogados litigantes somos contratados para una sola cosa: para ganar. Sea cual fuere la materia, la sede (arbitral, administrativa, judicial) o las partes involucradas, el objetivo de nuestro cliente siempre será el mismo: ganar su caso. Y ganar puede significar varias cosas. Puede significar generar un ingreso para nuestro cliente si, por ejemplo, demandamos una indemnización, una penalidad o cobramos una deuda; o puede significar evitarle una pérdida o reducir al mínimo la misma si, por ejemplo, lo defendemos de una demanda en que se pretende cobrarle una suma, atribuirle alguna responsabilidad, o generarle ciertas obligaciones. Ganar tiene que ver también con saber perder, saber informar a nuestro cliente, antes de embarcarlo en la aventura del proceso, de que su caso es un caso perdedor, y que su mayor aspiración debería ser reducir la magnitud de los daños. Ganar no es, por tanto, sacarle todo lo posible a la otra parte. Ganar es que lo que tu cliente espera que se logre, y ganar mejor es que logres más de lo que esperan.
El presente artículo es un intento de sistematizar el trabajo que los abogados litigantes hacemos, y convertirlo en una receta para ganar casos. ¿Cuál es la fórmula para ganar? ¿Cuál es la receta? Esta receta no se encuentra en los libros y revistas de Derecho, ni en las aulas de la universidad. Conocer la ley, la doctrina y la jurisprudencia, a profundidad, es fundamental. Dicho conocimiento, sin embargo, no asegura que estemos listos para ganar un caso. Ni siquiera es lo más importante para lograrlo. Se trata, en realidad, de una mínima parte de lo que se requiere para ganar. Nuestra receta, entonces, no será una sustentada en teorías complejas sobre qué es el proceso o cuál es su naturaleza jurídica. Por ello mismo, no citaremos a los grandes tratadistas de derecho procesal. Lamentamos decepcionarlo. Pretendemos algo más modesto, pero más importante.
En simple: una receta es un listado de qué ingredientes son claves para obtener siempre el mismo resultado. Así, la receta de cocina podrá ser aplicada por distintas amas de casa, algunas mejores cocineras que otras, pero siempre deberíamos obtener el mismo resultado si la hemos aplicado rigurosamente (y esta, por supuesto, es una buena receta). Obviamente, esta receta no significa que el resultado será siempre ganar. Ganar depende de varios factores que están fuera del control de los abogados, y que van desde la mala suerte, las pruebas existentes o la idiosincrasia de los árbitros. Sin embargo, lo que la receta sí asegura tener es un buen plato
para la competencia.
De eso trata este trabajo. De listar aquellos ingredientes que consideramos fundamentales para obtener siempre el mismo resultado: el mejor plato para ganar. Nos focalizaremos en los ingredientes claves para ganar casos ante una autoridad arbitral. Muchos de sus ingredientes sirven para otro tipo de litigios. Sin embargo, nos concentraremos en aplicaciones para el litigio arbitral, donde la audiencia de los litigantes es un árbitro o un tribunal arbitral. A ellos es a quienes debemos convencer de que nuestro cliente tiene la razón. De lo que se trata, entonces, es de listar aquellos ingredientes claves para lograr persuadir de nuestra historia a la autoridad arbitral.
I. ¿Y PARA QUIÉN ESTAMOS COCINANDO?
Si uno va a cocinar un plato, uno debe tener en cuenta quién se lo va a comer. Uno cocina distinto según quién sea su comensal. Los buenos cocineros dicen que lo mejor es imaginarse a quien va a comer el plato para predecir sus reacciones y así ajustar los ingredientes. Conocerlo bien es clave para cocinar bien. Si le gusta salado o no, cuánto dulce le agrada, si quiere la carne bien cocida o término medio, etc. Las recetas no se aplican en el aire.
En este caso, tu comensal
es un árbitro. Y es un comensal particular. Un árbitro suele tener más tiempo que un juez para entender el caso y analizarlo. Por ello, no le puedes preparar fast food. Se va a sentar con calma a saborear lo que le sirves.
No es extraño que además sea un gourmet que conoce muy bien el tipo de comida que le vas a servir. Tiene conocimientos y experiencia en el tema. Es común tener en un Tribunal a los mejores abogados en los asuntos materia de arbitraje. Por ello, no es fácil complacerlos. Van a ser exigentes.
Tiempo y capacidad les dan además una ventaja: pueden entrar en detalles. Y eso quiere decir que pueden descubrir que les has dado gato por liebre
. Un árbitro es más difícil de engañar que un juez. Por ello, la estrategia de ocultar las cosas suele no dar resultados.
Pero los árbitros son seres humanos. Como tales, tienen sentimientos y emociones. Se alegran y se molestan. Sienten fastidio si les complicas la vida y agradecimiento si se las facilitas. Los estudios psicológicos demuestran que los jueces y árbitros deciden primero guiados por emociones. Primero simpatizan con tu posición, luego la sustentan. Es falsa la creencia que los árbitros resuelven el caso como un matemático resuelve un problema. Inicialmente, no usan la lógica. Primero tratan de entender qué paso, y después le dan forma a su decisión. La lógica viene en segundo lugar. Por ello, un litigio es, antes que una batalla racional (que también lo es), una batalla emocional dirigida a conseguir simpatía con tu posición.
Claro que un buen árbitro no se dejará llevar al final solo por sus emociones. Si tiene simpatía por tu posición, pero la misma es insostenible, entonces no te dará la razón, simplemente porque no encontrará el argumento. No obstante, si ganas su simpatía, buscará con más énfasis los argumentos que puedan favorecerte. La mayoría de abogados desconocen esto y se concentran en las armas lógicas.
Cuidado: si bien son seres humanos, suelen ser profesionales con experiencia. No se dejan impresionar fácilmente. Y hay que ser consciente de eso. Son menos impresionables que un juez. Que usen emociones no quiere decir que tu caso pueda basarse en puro impacto emotivo.
Los árbitros sí se fastidian, y mucho, cuando sienten que no se va al punto y que les están haciendo perder tiempo. Quieren que los ayudes a resolver, no que los estorbes. No les gusta que las partes se insulten o armen juegos de palabras para ganar combate de esgrima lingüística. Quieren cosas concretas. Quieren claridad. Quieren que les simplifiques las cosas.
Y los árbitros prefieren ir a los hechos. Quieren ver qué pasó. Las teorías jurídicas vienen después, para aplicarlas a los hechos.
Todos estos elementos son claves para que la receta salga bien. Finalmente, quien se va a comer el plato es el árbitro, no el abogado. Por ello, hay que pensar en él antes que en la otra parte.
II. PRIMER INGREDIENTE: HONESTIDAD
Debes ser honesto. ¿Qué significa eso? No es posible ser honesto a medias. O eres o no eres. Nuestra opinión es que debes ser honesto contigo mismo, con tu cliente y debes ser honesto asimismo con el Tribunal arbitral y, además, serlo todo el tiempo. Y ¿Qué tiene que ver la honestidad con ganar el caso? Tiene mucho que ver. En realidad, es la pieza clave sobre la que se construye todo lo demás. Veamos.
2.1. Honestidad contigo mismo
Los abogados tenemos la mala fama de engañar, de no ser transparentes. Pero muchas veces esa fama nos la ganamos porque no somos capaces de ser honestos con nosotros mismos. A veces, nosotros mismos nos engañamos y nos convencemos de algo que no es. De hecho, la honestidad con el cliente y con tribunal requiere primero honestidad con nosotros.
La convicción en tu caso es clave, pero la mejor convicción es la que se basa en los hechos de tu caso. Creer en tu caso no es engañarte con que tienes la razón. Creer en tu caso es analizar cuáles son tus verdaderas posibilidades.
El éxito de tu caso no comienza con el diseño de la estrategia. El éxito comienza en el momento y en la forma como defines tus posibilidades. Si te engañas, engañarás al cliente y al Tribunal. Por eso, sé objetivo. Pon énfasis en identificar las debilidades del caso, porque es sobre la conciencia de las debilidades que puedes encontrar las fortalezas, y no al revés. Nunca te creas lo que dices hasta que le hayas dado suficientes vueltas como para llegar a una convicción.
Puede ser que concluyas que tus posibilidades en el caso son bajas o modestas. Entonces, tu éxito debe definirse en ese marco. Si de los 1000 en disputa te convences de que 10 son posibles, entonces llegar a 10 es tu éxito. Sin perjuicio de orientarte a ir más allá, sé consciente de tus posibilidades. Nunca pierdas esa perspectiva.
Si no eres lo suficientemente objetivo para definir tus verdaderas posibilidades, perderás siempre, porque tus metas no se cumplirán nunca. Ser conservador no es ser pesimista. Por el contrario, debes ser optimista, debes creer en tu caso, pero dentro de sus verdaderas posibilidades. Si haces bien ese ejercicio, ganarás la mayoría de las veces.
2.2. Honestidad con tu cliente
En segundo lugar, una vez que eres realmente honesto contigo, debes ser honesto con tu cliente al evaluar su caso y explicarle sus probabilidades de obtener tal o cual resultado luego del litigio arbitral. La primera definición que debemos hacer es si tenemos o no un caso que valga la pena llevar a un arbitraje. Ello depende de tener claro qué busca nuestro cliente (cuál es su interés) y depende asimismo del pronóstico que hagamos nosotros respecto de qué beneficio podrá obtener del proceso y a qué costo. El abogado que aconsejó a su cliente no ir a un proceso arbitral, pues su análisis determinó que las probabilidades de que su cliente obtenga lo que busca son bajas y los costos son altos, es del tipo de abogados que siempre tendrá casos. Perderá pocos casos porque no emprenderá aventuras irreales. Y su cliente se lo agradecerá. Aunque en ese caso puntual no litigó, ese abogado ganó. Ganó simplemente porque generó confianza.
Igualmente, si luego de nuestros pronósticos de beneficios y costos esperables, el cliente decidió ir a litigio arbitral, la clave es que no tenga expectativas irreales sobre aquello que es razonable esperar. Si la expectativa fue realista (asumiendo que el abogado hizo bien su pronóstico), lo más probable es que nuestro cliente siempre gane, pues el resultado que se obtuvo fue el que habíamos pronosticado. Ganar no es que obtengas lo máximo posible. Ganar es que ocurra lo que habíamos pronosticado que iba a ocurrir.
Por eso, no transmitas expectativas irreales. Ellas solo te harán perder conciencia de sus posibilidades, te llevarán a distraer recursos en lograr lo imposible y, sobre todo, incrementarás las posibilidades de tener un cliente descontento al final. Es cierto que a los clientes no les gusta escuchar malas noticias, pero, con seguridad, preferirá la mala noticia (que sus posibilidades son pocas) antes del arbitraje que la mala noticia en un laudo que le dice que perdió y que no recibió ni remotamente lo que esperaba.
2.3. Honestidad con el Tribunal arbitral
Para persuadir a la autoridad (que es el objetivo) debes ser creíble. Y para ser creíble, debes decir la verdad. Es muy simple. El abogado que miente sobre lo que realmente pasó, que omite una prueba clave pues no le conviene, o que oculta un hecho que lo perjudica; cuando sea descubierto, perdió su caso. La credibilidad además es algo que no se recupera. Una vez que la perdiste, la perdiste para siempre. Ya no será solo que no se te creerá sobre lo que mentiste, sino que sembrarás la duda de que mentiste incluso en aquello en que dijiste la verdad.
Y mentirle a un árbitro no es fácil. La mentira tiene piernas cortas, y los árbitros tienen tiempo y experiencia para descubrirlas. Recuerda que los árbitros son buscadores de la verdad más intensos y efectivos que los jueces. Mentirles es mucho más riesgoso.
Así, para persuadir de nuestra historia a la autoridad, primero debemos persuadirla de nuestra credibilidad. Y dicha credibilidad se construye solamente si somos consistentemente honestos, caso a caso. Basta con que en un caso no hayamos sido honestos para que ello afecte no solamente dicho caso puntual, sino los siguientes, pues, como dijimos arriba, o eres honesto o no lo eres. No puedes ser honesto en algunos casos y no serlo en otros. Si tal es el caso, simplemente no eres honesto y, como resultado, no eres creíble.
En ese sentido, si existe una prueba que no conviene a tu caso, no dejes de mencionarla y dar la explicación respectiva. Piensa que de una u otra forma el abogado de la otra parte lo hará, y se encargará de mostrar no solo la prueba que tú ocultaste, sino destacará el hecho que mentiste y lo repetirá una y otra vez. Es más, es probable que tu mentira se convierta en parte central de su historia. Ello manchará todo tu caso y perjudicará tus posibilidades.
Por ello, antes de que tu contraparte lo haga, es preferible que tú tomes la iniciativa, reconozcas aquellos hechos y evidencia que no convienen a tu cliente, y les des una explicación ante el Tribunal. Con seguridad, tu explicación (si no es forzada ni exagerada —esto es, es honesta—) será más conveniente que aquella que dé el abogado de tu contraparte². Como ha explicado a este respecto Steven D. Stark, (…) Confesamos pequeñas faltas con la finalidad de sugerir que no tenemos grandes faltas
³.
III. SEGUNDO INGREDIENTE: CONOCE A TU AUDIENCIA
La gran ventaja que tienes en un litigio arbitral (en comparación con el litigio judicial) es que tú puedes influir en la decisión acerca de quién será la autoridad que resuelva tu caso; por lo menos, en la decisión del árbitro que le toca elegir a tu cliente (cuando se trata de un Tribunal arbitral). Como es evidente, las mayores o menores opciones de un caso dependen del criterio de quien tenga a su caso decidirlo. Esta es una ventaja que el abogado litigante debe saber aprovechar. Si se elige bien a quien resolverá el caso o formará parte del Tribunal que lo hará, se tiene una buena parte a favor. Si, en cambio se eligió mal, es difícil que incluso la mejor estrategia de defensa pueda revertir la situación. En ese sentido, la semilla del éxito o fracaso se siembra desde el primer momento, incluso antes de haber presentado la demanda arbitral.
Entonces, el abogado litigante debe trazar una estrategia para influir de una determinada manera en la elección del árbitro único o del tribunal que decidirá el caso. ¿Cuál es el árbitro adecuado para mi caso? Eso depende.
3.1. Se busca un árbitro
No escojas a tu árbitro solo porque es conocido o porque es un profesor o académico famoso. Por ejemplo, si se trata de un caso en el que el texto del contrato no es claro, y para la defensa de la posición de mi cliente requiero recurrir a técnicas de interpretación contractual basadas en la buena fe de las partes como principio de interpretación, o la interpretación histórica y funcional como métodos para indagar cuál fue la real voluntad de los contratantes, es claro que árbitros pegados a la letra del contrato no son convenientes para tu caso. Lo conveniente es recurrir a árbitros que manejen técnicas de interpretación contractual y tengan criterios muy claros en el sentido de que el análisis de la literalidad del contrato es solamente el punto de partida del trabajo del intérprete.
De otro lado, hay, por ejemplo, árbitros que piensan como empresarios, entienden su perspectiva, comprenden cómo funcionan los mercados y hasta conocen la problemática de ciertas industrias. Eventualmente, para ciertos casos en los que dichos elementos son la clave para la comprensión de la estrategia de defensa trazada, será imprescindible recurrir a un árbitro de estas características. En estos casos, en cambio, un árbitro que ha sido docente toda su vida probablemente no sea el más idóneo. Esto no niega, sin embargo, que un docente a tiempo completo pueda ser una muy buena alternativa de árbitro para aquellos otros casos en los que el conocimiento de ciertos conceptos y doctrinas civilistas, por ejemplo, resulte fundamental.
Si tu defensa es muy formal (por ejemplo, que se venció un plazo de prescripción), un árbitro formalista (por ejemplo, un procesalista muy pegado a la letra) puede ser una buena opción. Por eso, estudia a tu árbitro. Averigua cómo piensa y cómo ha actuado en casos anteriores o qué cosas ha escrito. Este es un primer nivel de análisis para la decisión de qué árbitro designar: qué quiero probar determinará qué árbitro debo elegir.
Hay, sin embargo, otros aspectos o características del árbitro a elegir que no dependen del caso, y que son igualmente claves para tomar una decisión adecuada. El árbitro que elijan debe ser muy trabajador y riguroso. Los árbitros que más influyen en el resultado final no son necesariamente los que más saben. Son los que más trabajan. Es aquel que, cuando en un Tribunal se preguntan quién va a redactar el laudo, es el primero que levanta la mano. La inercia y el ocio son elementos que convierten en irrelevante a un árbitro. Y tú quieres que tu árbitro sea relevante.
Elijan a los árbitros que realmente se zambullen en el caso, entran a los detalles, revisan todas las pruebas, hacen su propia investigación, preguntan en las audiencias de pruebas y en las audiencias de informe oral. Mejor todavía si se trata