El despojo paramilitar y su variación: quiénes, cómo, por qué
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El despojo paramilitar y su variación - Editorial Universidad del Rosario
El despojo paramilitar y su variación: quiénes, cómo, por qué
Resumen
El despojo paramilitar y su variación: quiénes, cómo, por qué recoge los resultados de investigación del programa Observatorio de restitución y regulación de derechos de propiedad agraria
financiado por Colciencias. Esta investigación analiza la variación regional del despojo de tierras activo paramilitar en Colombia, los mecanismos a través de los cuales tuvo lugar y las alianzas con elites agrarias que posibilitaron esta masiva transferencia de tierras de campesinos y de grupos étnicos hacia las arcas de los paramilitares, de actores poderosos en el mundo rural y de sus testaferros. Esta obra analiza las condiciones organizacionales e institucionales que lo posibilitaron, los mecanismos de legalización y sus beneficiarios y está dirigida a personas de diversos sectores académicos, estatales y sociales interesados en comprender más y mejor este repertorio de violencia que sin duda tiene implicaciones de política pública, no solo en los temas de restitución de tierras sino en la regulación de los derechos de propiedad rural en Colombia.
Palabras clave: Tenencia de la tierra, desplazamiento forzado, víctimas de la violencia, conflicto armado, paramilitarismo, Colombia.
The Paramilitary Dispossession and its Variation:
Who, How, Why
Abstract
Dispossession and its Perpetrators: Who, How, Why presents results from the research program Observatory on restitution and regulation of rights to agricultural property
, financed by Colciencias. This research analyzed regional practices and mechanisms of land dispossession by Colombian paramilitaries, and their alliances with agricultural elites that made it possible to transfer vast areas of land from campesinos and ethnic minorities to groups made up of powerful actors in the rural economy and their armed representatives. This work analyzes the organizational and institutional conditions that made this possible, the mechanisms by which transferred property was legalized, and the identities of the process’s beneficiaries. It is directed to people in various academic, State, and social sectors interested in more and better information about this repertory of violence with undeniable policy implications, not only for land restitution but for the regulation of rural property rights in Colombia.
Keywords: Land tenure, forced displacement, victims of violence, armed conflict, paramilitary groups, Colombia.
Para citar este libro
Gutiérrez Sanín, Francisco & Vargas Reina, Jenniffer (eds.). (2016). El despojo paramilitar y su variación: quiénes, cómo, por qué. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario.
DOI: dx.doi.org/10.12804/tj9789587387704
El despojo paramilitar y su variación:
quiénes, cómo, por qué
Francisco Gutiérrez Sanín
Jenniffer Vargas Reina
—Editores académicos—
El despojo paramilitar y su variación: quiénes, cómo, por qué / Francisco Gutiérrez Sanín, Jenniffer Vargas Reina, editores académicos. - Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2016.
xii, 258 páginas. — (Colección Textos de Jurisprudencia)
Incluye referencias bibliográficas.
ISBN: 978-958-738-769-8 (impreso)
ISBN: 978-958-738-770-4 (digital)
DOI: dx.doi.org/10.12804/tj9789587387704
Tenencia de la tierra - Colombia / Desplazamiento forzado - Colombia / Víctimas de la violencia - Colombia / Conflicto armado - Colombia / Paramilitarismo - Colombia / I. Gutiérrez Sanín, Francisco / II. Vargas Reina, Jenniffer / III. Universidad del Rosario. Facultad de Jurisprudencia.
303.6 SCDD 20
Catalogación en la fuente — Universidad del Rosario. Biblioteca
jda Septiembre 5 de 2016
Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995
Colección Textos de Jurisprudencia
© Editorial Universidad del Rosario
© Universidad del Rosario, Facultad de Jurisprudencia
© Varios autores
Editorial Universidad del Rosario
Carrera 7 Nº 12B-41, oficina 501 • Teléfono 297 02 00
editorial.urosario.edu.co
Primera edición: Bogotá D.C., octubre de 2016
ISBN: 978-958-738-769-8 (rústica)
ISBN: 978-958-738-770-4 (digital)
DOI: dx.doi.org/10.12804/tj9789587387704
Coordinación editorial: Editorial Universidad del Rosario
Corrección de estilo: Carolina Méndez
Diseño de cubierta: Miguel Ramírez, Kilka DG.
Diagramación: Martha Echeverry
Desarrollo ePub: Lápiz Blanco S.A.S.
Hecho en Colombia
Made in Colombia
La investigación que derivó la presente obra contó con el apoyo de Colciencias, convocatoria 343 de 2011, código del programa: 550054332240, financiada con recursos del patrimonio autónomo del Fondo Nacional de Financiamiento para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, Francisco José de Caldas.
Los conceptos y opiniones de esta obra son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no comprometen a la universidad ni sus políticas institucionales.
Fecha de evaluación: 01 de junio de 2016
Fecha de aceptación: 22 de julio de 2016
Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo por escrito de la Editorial Universidad del Rosario.
Siglas y acrónimos
ACC Autodefensas Campesinas del Casanare
ACDEGAM Asociación Campesina de Ganaderos y Agricultores del Magdalena Medio
ACORE Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro de las Fuerzas Armadas
ACMM Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio
ACCU Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá
ACPB Autodefensas Campesinas de Puerto Boyacá
ANUC Asociación Nacional de Usuarios Campesinos
AUC Autodefensas Unidas de Colombia
BACRIM Bandas Criminales
BEC Bloque Elmer Cárdenas
BN Bloque Norte
BT Bloque Tolima
CORANTIOQUIA Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia
CORPAMAG Corporación Autónoma Regional del Magdalena
CTI Cuerpo Técnico de Investigación
DAS Departamento Administrativo de Seguridad
DIAN Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales de Colombia
DNP Departamento Nacional de Planeación
ECOPETROL Empresa Colombiana de Petróleo
ELN Ejército de Liberación Nacional
EOT Esquema de Ordenamiento Territorial
EPL Ejército Popular de Liberación
DIAN Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales
EOT Esquema de Ordenamiento Territorial
FARC Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
FEDEGAN Federación Colombiana de Ganaderos
FFAA Fuerzas Armadas
FUNPAZCOR Fundación para la Paz de Córdoba
GMH Grupo de Memoria Histórica
ha Hectárea(s)
ICA Instituto Colombiano de Agricultura
IGAC Instituto Geográfico Agustín Codazzi
INCODER Instituto Colombiano de Desarrollo Rural
INCORA Instituto Colombiano de Reforma Agraria
INDERENA Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Ambiente
M19 Movimiento 19 de Abril
MAS Muerte a Secuestradores
MINERCOL Empresa Nacional Minera Limitada
MORENA Movimiento de Restauración Nacional
MOVICE Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado
MRL Movimiento Revolucionario Liberal
ORRDPA Observatorio de Restitución y Regulación de Derechos de Propiedad Agraria
PASO Programa de Alternatividad Social
PC Partido Comunista
PC-ML Partido Comunista-Marxista Leninista
POT Plan de Ordenamiento Territorial
RUPTA Registro Único de Predios y Territorios Abandonados
RUV Registro Único de Víctimas
SAT Sistema de Alerta Temprana
UAEGRTD Unidad Administrativa Especial de Gestión de Restitución de Tierras Despojadas (en el documento se simplificó como Unidad de Restitución de Tierras)
UAF Unidad Agrícola Familiar
UARIV Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas
UNYJP Unidad Nacional para la Justicia y la Paz
UP Unión Patriótica
ZRC Zonas de Reserva Campesina
ZRFA Zona de Reserva Forestal de la Amazonía
Introducción*
Francisco Gutiérrez Sanín**
Jenniffer Vargas Reina***
*Este texto presenta resultados de investigación del Observatorio de Restitución y Regulación de Derechos de Propiedad Agraria financiado por Colciencias. Este libro se ha beneficiado de los cuidadosos y certeros comentarios críticos de Ana María Arjona, de valiosas evaluaciones de pares anónimos y de insumos de todo el equipo de investigación del Observatorio.
**Docente e investigador del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia y del Observatorio de Restitución y Regulación de Derechos de Propiedad Agraria (http://www.observatoriodetierras.org/?doing_wp_cron=1458945548.2336521148681640625000).
***Docente de cátedra de la Universidad Nacional de Colombia y de la Pontificia Universidad Javeriana. Investigadora de la Universidad del Rosario y miembro del Observatorio de Restitución y Regulación de Derechos de Propiedad Agraria (http://www.observatoriodetierras.org/?doing_wp_cron=1458945548.2336521148681640625000).
1. La pregunta
Este libro trata sobre el despojo paramilitar, es decir, sobre el robo de tierras a través del uso de diferentes grados de coerción por parte de un importante actor del conflicto armado colombiano. Vale la pena recordar la importancia y la enorme magnitud de este fenómeno durante nuestra guerra. De acuerdo con la principal base de datos de daños a la población civil, el Registro Único de Víctimas —RUV—, a primero de mayo de 2016 había en Colombia más de 7 millones 200 mil desplazados. De manera sintomática, el estado colombiano jamás ha hecho un conteo de los despojados. Pero las evidencias que tenemos a mano, tanto cualitativas (Grupo de Memoria Histórica, 2010) como las cuantitativas (Garay, 2011) sugieren que el número podría ser muy grande. Por ejemplo, según los cálculos de Garay y su equipo más del 40% de los desplazados fueron despojados (es decir, tuvieron que huir de su lugar de origen y perdieron sus tierras). Esto significaría que el número de los despojados en Colombia se debe contar por los millones o, al menos, por los cientos de miles. Este es un número enorme, como lo es también su impacto sobre la sociedad colombiana, no sólo por sus efectos, sino por los síntomas que podría revelar.
En particular, intentamos contestar a una pregunta de investigación que surgió mientras estudiábamos los patrones de despojo paramilitar: ¿a qué se debe la gran variedad en punto a frecuencias y técnicas del despojo que se observa tanto longitudinalmente (por periodo de tiempo) como territorialmente (por región y por unidad paramilitar)? En principio, la pregunta podría tener respuestas relativamente simples y/o cubiertas por teorías existentes. Por ejemplo, se podría pensar que entre más destructiva fuera la unidad paramilitar, más despojadora sería. Esta intuición corresponde a lo que nos sugiere buena parte de las teorías acerca de la violencia contra los civiles en el curso de las guerras, en las que se plantea que determinados factores militares o estratégicos generan niveles de violencia más o menos altos. Por ejemplo, la del control territorial de Kalyvas (2006) o la del acceso diferencial a los recursos de Weinstein (2006) establecen que todas las cosas malas vienen juntas
: una vez se ha fijado una situación estratégica, la frecuencia y gravedad de los ataques de los actores serán las mismas.¹ Pero la cantidad de contra-ejemplos es lo suficientemente grande como para desvirtuar esta línea de exploración. Por ejemplo, algunas de las unidades paramilitares más altamente homicidas y masacradoras estuvieron profundamente involucradas en el despojo de tierras, mientras que otras no (Frente Fronteras, ver por ejemplo Uribe, 2014; Autodefensas Campesinas de Puerto Boyacá, Bloque Metro). Con el tiempo, algunas desarrollaron formas de gobernanza relativamente estables, y de éstas hubo quienes robaran tierras de manera persistente como el Bloque Bananero y el Bloque Elmer Cárdenas, y otras que no lo hicieron como las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio bajo el mando de alias Botalón.
Otra conjetura posible es que la variación en punto al despojo sea simplemente probabilística. Todos los grupos armados ilegales atacan a la población civil, algunos lo harán con más encono, por características como la personalidad de los comandantes o la situación de coyuntura, u otra semejante, que caen por debajo del radar del analista. No se debe descartar de plano esta intuición porque parte de la variación podría tener este origen. Eso significaría que un estudio cuantitativo no encontraría ninguna variación sistemática entre las unidades paramilitares, dependiente de sus características observables. En el análisis que hacemos en este libro encontramos, por el contrario, claras líneas divisorias que sugieren que sí hay una variación sistemática, que separa las unidades despojadoras de aquellas que no lo fueron.
En tercer lugar, el despojo podría estar mostrando que nuestra guerra ha sido producto de la voluntad de acumulación. Son ya célebres las teorías acerca de las insurgencias que plantean que las guerras se hacen para capturar rentas y tener acceso a recursos; en la formulación de Collier y Hoeffler (2004), las guerras son producto de la codicia y no de conflictos sociales. La versión colombiana aplicada al paramilitarismo sería afirmar que éste no se armó para combatir a la subversión sino para enriquecer a sus comandantes. En varias de las explicaciones oficiosas acerca de la existencia del paramilitarismo, escuchamos que su actividad criminal se asocia al narcotráfico. Parte del sentido común colombiano sobre el conflicto se apoya en que la coca constituye el combustible de la guerra
(Pizarro, 2004). Sería plausible entonces pensar que los máximos agentes depredadores serían los narcotraficantes. Una vez más, el planteamiento contiene más de un grano de verdad. Pero aparte de los numerosos problemas que tiene la explicación codiciosa de la guerra (para críticas ver Cramer y Richards, 2011; Ross, 2004; Gutiérrez, 2004), nos encontramos con que algunos narcos se involucraron en prácticas despojadoras sólo en condiciones muy especiales; muchos de ellos no lo hicieron. Y, como se verá más adelante, podemos explicar con alguna precisión porque nos encontramos con ese desenlace.
En cuarto lugar, se podría asociar el despojo a las políticas neoliberales y al desarrollo de macro-proyectos en diferentes territorios (Ballvé, 2011; Lombana, 2012). En efecto, dichas políticas y tales proyectos generan transformaciones en gran escala que involucran, entre otras cosas, grandes transferencias de activos de unas manos a otras. Pero no todas esas transferencias pueden ser calificadas de despojo, por lo que se necesita una definición clara de este concepto para hacer el análisis. En los casos que consideramos aquí, vemos que el despojo puede asociarse a macro-proyectos y a dinámicas de economías de exportación, pero también a otras muy atrasadas, que poco o nada tienen que ver con la expansión global de las políticas neoliberales, como la ganadería extensiva.
Por último, la variación podría ser endógena a la guerra misma, es decir, podría estar dictada por consideraciones de carácter estratégico-militar. Este es el supuesto estrella de la teoría de control territorial de Kalyvas (2006). Como veremos en los casos tratados aquí, hay instancias en las cuales el control sobre las tierras —y sobre algunas fincas específicas— aumentó la probabilidad de establecer el control sobre el territorio. Dos ejemplos canónicos son la hacienda Las Tangas por parte de Fidel Castaño para apoyar la expansión paramilitar en el Urabá, y el caso de las tierras de la vereda La Pola, apropiadas por Jorge 40 en el Magdalena, pero esta no fue la regla general. Adicionalmente, entre los problemas que tiene la teoría de Kalyvas está el de no tener criterios claros para codificar si un territorio es seguro
o no, y por tanto para decidir si el actor armado ilegal tiene incentivos para atacar a la población civil (lo cual es clave en las predicciones básicas de Kalyvas, 2006, p. 204). Por la manera en que los paramilitares distribuyeron su presencia en el territorio, estuvieron permanentemente expuestos a conflictos internos (Gutiérrez, 2014a). No es fácil dirimir cuáles dominios paramilitares eran competidos y cuáles no lo eran, en vista de la frecuencia de los brutales enfrentamientos intra-fuerza.
La literatura sobre los recursos y el control territorial que explica la variación de los repertorios de violencia de un grupo armado no ha tenido en cuenta las estructuras organizativas del despojador que deberían tener un papel central en la explicación de los patrones de violencia contra los civiles. Por ejemplo, los grupos con bajos niveles de disciplina y organizados como redes deberían ser más proclives a permitir, o incluso a estimular, diferentes modalidades de violencia oportunista, esto es, violencia contra los civiles ejercida por parte de un miembro de un grupo armado ilegal para satisfacer sus propios objetivos y no los objetivos estratégicos del grupo (Wood, 2009). Como veremos a lo largo de los casos considerados aquí, esta violencia oportunista fue central en el despojo de tierras en Colombia. La conclusión es que no se puede tratar al perpetrador como un actor unitario: las motivaciones para el ejercicio de la violencia pueden provenir de la cúpula remota de la fuerza, o de la cúpula inmediata (la de la unidad asentada directamente en el territorio), o de miembros de esa unidad, o incluso de personal externo altamente influyente.
Aún hay otra diferenciación que establecemos aquí, más radical, con respecto de muchas de las teorías establecidas: la guerra no tiene lugar en un vacío institucional (Gutiérrez, 2014a) ni social (Staniland, 2012; Thomson, 2011). Delitos como el del despojo se cometen a través de redes de poder ya establecidas (Salinas y Zarama, 2012), y tienen que ver con actores, reglas de juego, rutinas y formas de proceder, que estuvieron en acción antes, durante y después de la guerra (ORRDPA, 2014; Arjona, 2014). Por lo tanto, nuestro análisis del despojo tiene en cuenta las siguientes dimensiones:
a. Trata a las unidades paramilitares no como actores unitarios sino como a unidades que hacen parte de una compleja red que evoluciona.
b. Incluye en el análisis a las estructuras organizacionales del paramilitarismo.
c. Incluye en el análisis a los grupos sociales asociados a los diversos paramilitarismos que observamos, esto es, las coaliciones que se articularon alrededor de él y que a veces jugaron un papel directivo.
d. Incluye el papel de las agencias del estado.
e. Incluye en el análisis los diseños institucionales que permitieron que el despojo tuviera lugar.
El tener en cuenta tales dimensiones nos permitió llegar a una conclusión simple pero importante: allí donde las élites rurales legales estuvieron articuladas orgánicamente a la unidad paramilitar —a través de la participación en el personal directivo de ella y/o de pactos explícitos entre el grupo armado y líderes de los gremios productivos— aumentó sustancialmente la probabilidad de que se presentara despojo significativo. La presencia de narcos también parece haber incrementado la probabilidad de que se produjera despojo, siempre y cuando se dieran condiciones organizativas e institucionales favorables. Más aún, mostramos cómo estas variables sociales interactúan con dinámicas endógenas a la guerra, como el control territorial por parte de diversos grupos armados. Pero antes de entrar a discutir nuestra proposición central tenemos que hacer una breve revisión de algunas de las principales características del proyecto paramilitar en Colombia.
2. El contexto
En efecto, si como lo reconoce la literatura internacional, las organizaciones cuentan
(Wood, 2009, 2012; Blattman y Miguel, 2010), es importante entender algunos rasgos relevantes del paramilitarismo colombiano. Lo primero que debería llamar la atención es su carácter proteico y gran diversidad. En la categoría entran desde escuadrones de la muerte livianos en personal y totalmente carentes tanto de poder de fuego para enfrentar a la guerrilla como de intelectuales para construir una justificación pública, hasta aparatos relativamente sofisticados, con publicaciones, políticos y cuadros universitarios, y una profunda capacidad de penetrar la sociedad civil. Es decir, las unidades paramilitares se diferenciaron por la existencia de una estructura organizacional, la forma de insertarse en la sociedad regional en la que actuaron y la articulación con el estado.
Pero no todo es variación. Los distintos paramilitarismos también compartieron algunos rasgos y formas de proceder. Primero, su orientación anti-guerrillera. Esto es básico para entender al paramilitarismo de las últimas décadas, y diferenciarlo de otros fenómenos (anteriores, como los pájaros, y posteriores). Los distintos paramilitarismos se crearon y financiaron para aplastar a la guerrilla en territorios específicos. Segundo, su interacción permanente con actores intra-sistémicos, lo que les garantizó altísimos grados de impunidad. La composición de actores intra-sistémicos que se vincularon al proyecto paramilitar cambió de región a región y de periodo a periodo, pero la protección invisible
de la que gozaron los paramilitares se mantuvo relativamente estable (Gutiérrez, 2014b). Tercero, su carácter punitivo: todas las unidades incorporaron a su discurso, así como a su accionar, el principio de que se le debería quitar el agua al pez, y que por tanto era necesario castigar a aquellas personas o sectores sociales que apoyaran a la guerrilla. Este castigo podía involucrar formas extremas de violencia, como grandes masacres, homicidios, descuartizamientos, etc. Cuarto, su estructura organizativa de red: el paramilitarismo nunca fue un proyecto contra-insurgente unificado. Después de muchos esfuerzos los hermanos Castaño lograron conformar una laxa federación nacional, las Autodefensas Unidas de Colombia —AUC—, dentro de la cual cada unidad tenía un grado de autonomía muy grande. Hubo unidades que nunca ingresaron a la federación, como las Autodefensas Campesinas del Casanare, y en algunos casos las AUC invadieron
territorios de jefes locales (como en el caso de los enfrentamientos entre Hernán Giraldo y Jorge 40, o entre Arroyave y Martín Llanos), lo que fue motivo de enfrentamientos entre paramilitares. Incluso dentro de cada grupo local la unidad de mando podía estar en duda.²
De lo anterior se colige que en cierta forma las características comunes y la variación son dos caras de una misma moneda. El paramilitarismo ha sido localista/regionalista por diseño (el nombre de sus grandes proyectos políticos lo sugiere de manera transparente: Por una Urabá grande, unida y en paz, Provincia Unida, Clamor Campesino Caribe, Poder Popular Campesino, entre otros), lo que a la vez se convierte en una fuente fundamental de variación. Estas fuerzas autónomas, que repartían el territorio de manera semi-feudal
al decir de Doble Cero,³ se insertaron en cada uno de sus territorios de manera altamente idiosincrática. Es por ello que nuestras dimensiones explicativas de carácter organizacional sí varían. Y no lo hacen de manera fortuita, sino de acuerdo con estructuras de poder regionales ya establecidas en el momento en que entra el paramilitarismo a la región dada; ciertamente, en muchas ocasiones los paramilitares arribaron por demanda, debido a las peticiones, financiación y apoyo brindados explícitamente por dichas estructuras de poder.⁴,⁵ Dentro de ese marco general de operación hubo distintas clases de esquema organizacional del paramilitarismo (Gutiérrez, 2014a), que implicaban diferentes niveles de interacción con las élites rurales, con las agencias del estado, diferentes complejidades organizacionales y distintas maneras de controlar el territorio. Las Tablas 1 y 2 (ver final del capítulo) muestran las variables relevantes de esa inserción diferencial para capturar las disimilitudes organizativas y sociales de los paramilitarismos, y nos permite examinar si en efecto la variación por tipo de unidad permite diferenciar entre los niveles de despojo observados en nuestros estudios de caso.
3. La explicación
3.1. Definiciones y proposición básica
Por unidad paramilitar entendemos una estructura formalmente reconocida por otros actores dentro de la red. Para efectos prácticos, lidiamos con dos tipos de unidad: grandes, como los bloques que tenían amplio rango territorial y alguna semblanza de unidad de mando (piénsese en el Bloque Norte que actuaba en la Costa Atlántica)⁶ y las pequeñas, más cohesionadas, que operaban de manera estable sobre un conjunto mucho más pequeño de municipios bajo las órdenes de un comandante o líder claramente identificable.
Por despojo activo paramilitar entendemos el acto planeado y consciente de quitar la tierra a alguien, con el fin de redistribuir los derechos de propiedad entre otros agentes. El agente despojador, o alguno de sus representantes, intenta explícitamente apropiarse del predio y la víctima lo abandona porque alguien le exige entregarlo, y/o los papeles que le daban derechos como posesión, usufructo y transferencia
(Gutiérrez, 2014b, p. 45).⁷ No consideramos aquí otros fenómenos, como transferencias masivas de activos de unas manos a otras, si no ha existido un componente claramente coercitivo y un daño legalmente reconocible (p. ej., a través de la fijación de precios ostensiblemente por debajo del valor de mercado). Naturalmente, eso no significa que no haya transferencias de activos, por ejemplo vía mercado, que no puedan tener efectos sociales profundamente indeseables (gran concentración de la tierra, etc.). Pero nuestro foco de atención aquí es el despojo.
Identificamos cuatro niveles al que éste se puede producir, que van desde el cercano a cero cuando prácticamente no se ha podido identificar un solo caso realizado por una unidad paramilitar dada en el municipio específico, hasta el más alto, 1, cuando hallamos que los casos identificados de despojo sobrepasan las 500 hectáreas.⁸ Por último, tomamos dos posibles unidades de observación: el municipio y la unidad paramilitar. Escogimos aleatoriamente los municipios en la variable dependiente,⁹ garantizando que capturáramos al menos tres clases de casos con presencia paramilitar que tuvieran alto desplazamiento con alto despojo; alto desplazamiento con bajo despojo; y bajo despojo con bajo desplazamiento.¹⁰ Se seleccionaron municipios en los que no hubo despojo para poder identificar las condiciones que explican por qué ciertas unidades paramilitares sí despojaron tierras y contrastarlas con aquellas en las que este repertorio no se dio.
Sin embargo, durante los estudios de caso nos dimos cuenta de que en algunas ocasiones la unidad paramilitar no despojaba en el municipio que estábamos estudiando, pero sí en otros. En cuanto nos pusimos a la tarea de estudiar por qué sucedía esto, vimos que algunas unidades despojadoras no pudieron desarrollar su actividad allí donde el territorio era disputado por la guerrilla. Esto en particular se aplica al Frente Héroes del Guaviare. Dicho de otra manera, si nos circunscribimos a la unidad de análisis municipal, que parece ser la más nítida, la principal regla de todo nuestro análisis (la articulación de élites legales al proyecto paramilitar en el territorio dado dispara el despojo) se sostiene, pero en cambio las otras dos se caen. Esto es natural, pues los casos de despojo protagonizados por las élites ilegales tuvieron lugar en territorios en donde el estado tenía una presencia más precaria y en donde las unidades despojadoras desarrollaban sus actividades de desposesión coercitiva solamente a parches (ahí donde las condiciones de la competencia bélica las dejaran).
Tomando la unidad de análisis organizacional tenemos tres reglas básicas que parecen gobernar la variación con respecto del despojo activo paramilitar:
a. Articulación orgánica de las élites rurales a la unidad paramilitar. Comprende la participación de dichas élites en el liderazgo de la unidad paramilitar y de pactos entre ésta y gremios de la producción o reconocidos líderes del sector productivo. Se da a través de, por ejemplo, acuerdos explícitos, procesos de acción colectiva conjuntos, presencia en gran escala de miembros de las élites en el personal dirigente, participación de los líderes gremiales en la toma de decisiones dentro del emprendimiento paramilitar y creación de mecanismos explícitos que articulan el negocio con la actividad paramilitar. Allí donde encontramos una participación orgánica de las élites rurales legales en el proyecto paramilitar nos encontramos con niveles altos de despojo.¹¹
b. Participación orgánica de las élites rurales ilegales (particularmente narcotraficantes) en la unidad paramilitar sumada a condiciones organizacionales adecuadas. Como se ve en la Tabla 1, algunas unidades de narco-paramilitares fueron despojadoras. Las que se involucraron en esta actividad eran grandes y actuaron sobre todo en el sur del país.
c. Endogeneidad. Las reglas a. y b. operan con sujeción a limitaciones de carácter militar; la actividad despojadora es menor, o desaparece, en territorios disputados con las guerrillas (no necesariamente con otros paramilitares, ver sección sobre Mecanismos).
Como se aprecia en la Tabla 1, estas reglas separan linealmente a las unidades altamente despojadoras de las demás. No hay una sola unidad paramilitar entre las que estudiamos que sea altamente despojadora y que no tenga estas características. No hay una sola unidad paramilitar que tenga estas características y no despoje. Los valores de la Tabla 1 corresponden a los criterios y a las calibraciones propuestas de la Tabla 2, variables seleccionadas para caracterizar las unidades paramilitares y calibración de cada variable (ver Anexo 1: Documentación de la codificación de las variables y Anexo 2: Revisión de fuentes).
En efecto, de las unidades que estudiamos, hay seis que incurrieron en altos niveles de despojo (aquellas que están marcadas con un 1 blanco en la última columna. Estas seis unidades pueden ser separadas de las demás sin una sola excepción por nuestras dos reglas:
1. Las unidades con un 1 en casilla gris en las columnas F y G