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Electra

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Orestes, Electra y Hermes junto a la tumba de Agamenón. Pélice de figuras rojas de Lucania, c. 380–370 a. C., Museo del Louvre.
Electra en la tumba de Agamenón (c. 1869), óleo de Frederic Leighton.

En la mitología griega, Electra (en griego antiguo: Ἠλέκτρα, Ēléktra, «ámbar») era una de las hijas de Agamenón, rey de Micenas, y de su esposa Clitemnestra. Era, por tanto, una Atrida —descendiente del rey Atreo, padre de Agamenón y de Menelao—. En la tradición que conoce Homero su nombre es Laódice (en griego antiguo: Λαοδίκη, Laodíkē, «la justicia del común»).

Su mito gira en torno al plan que urdió junto a su hermano Orestes para vengar el asesinato de su padre dando muerte a quienes lo habían perpetrado: su propia madre Clitemnestra y el amante de ésta, Egisto.

El conflicto con su madre da nombre al «complejo de Electra», término propuesto por el psicoanalista Carl Gustav Jung.

Importancia literaria

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El personaje de Electra tiene una gran importancia en la literatura y el teatro clásico. Electra es un personaje de las tragedias de Esquilo Las coéforas, Sófocles Electra, Eurípides Electra y Orestes, así como del Agamenón de Séneca. Según los eruditos literarios modernos, la canción de la obra de Eurípides, que es la respuesta de Electra a la invitación de un coro de niñas a ir de vacaciones, es una de las más tristes de la tragedia griega antigua. Según Plutarco, después de la guerra del Peloponeso, cuando los vencedores estaban decidiendo el destino de la derrotada Atenas, algunos de los líderes militares espartanos propusieron destruir la ciudad y vender a sus habitantes como esclavos. El destino de Atenas no se decidió mediante argumentos racionales sino emocionales. Uno de los guerreros cantó una parodia de la Electra de Eurípides, y los miembros del consejo se conmovieron y consideraron imposible destruir la ciudad que había dado a Grecia tantas personas importantes.

El mito de Electra y Orestes es uno de los que recibió especial atención en la cultura de Europa occidental. A partir del Renacimiento, es la protagonista o toma parte en el mito principal de varias tragedias, novelas y óperas. Sobre su base se han creado muchos dramas, óperas y películas. Así, por ejemplo, la pieza musical Elegía, de Jules Massenet, interpretada tantas veces por Fiódor Chaliapin, Enrico Caruso, Montserrat Caballé y otros cantantes de fama mundial, representa la triste canción de Electra del drama de 1873 Erynnies, de Leconte de Lisle.

Mito

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El asesinato de Agamenón y Casandra

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Antes de partir hacia Troya, Agamenón había sacrificado a su hija menor Ifigenia a la diosa Artemisa, para impetrar la protección de los dioses en la guerra. Tras diez años de guerra, Agamenón regresó a Micenas trayendo a su concubina Casandra, una pricesa troyana, como botín de guerra cuando Electra se hallaba ausente del reino. Agamenón y Casandra fueron asesinados por Egisto, el amante de Clitemnestra, esposa de Agamenón, según unas versiones, o por la misma Clitemnestra, según otras. Algunas fuentes añaden que también fueron asesinados Telédamo y Pélope, los dos hijos gemelos que Casandra le había dado a Agamenón. El hermano menor de Electra, Orestes, que entonces era un niño, fue salvado por su nodriza Arsínoe[1]​ o la propia Electra. Orestes fue llevado a la ciudad de Panopeo, en el monte Parnaso, donde lo confiaron al rey Estrofio.[2][3]​ Cuando Orestes cumplió veinte años, el oráculo de Delfos le ordenó regresar a su patria y vengar la muerte de su padre.[4]

El asesinato de Clitemnestra

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Según la dramatización de Esquilo, los hermanos Orestes y Electra se encontraron ante la tumba de Agamenón, a donde ambos habían ido para rendir honras fúnebres; se reconocieron y se pusieron de acuerdo para que Orestes vengara a su padre.[5]​ Con la ayuda de Pílades, hijo del rey Estrofio, Orestes mata a su madre, que lo maldice, y al amante de aquella, en algunas versiones con ayuda de Electra. Tras el crimen es perseguido por las Erinias o Furias —divinidades cuya misión es castigar las trasgresiones de los lazos de piedad familiar—, que lo hacen enloquecer. Sin embargo, esas deidades no acosan a Electra.

Orestes, a quien las Erinias empujan hacia el suicidio, se refugia en el templo de Apolo en Delfos. Aunque Apolo le hubiera ordenado vengarse, el dios es incapaz de protegerlo de las consecuencias de sus órdenes. Al fin, Atenea lo acoge en la acrópolis de Atenas y arregla un juicio ante doce jueces áticos. Las Erinias reclamaron su víctima; él presentó como atenuante las órdenes de Apolo; los votos de los jueces estaban divididos por igual, pero Atenea dio su voto de calidad a favor de la absolución.

En Ifigenia en Táuride, de Eurípides, Orestes es conducido por las Furias hasta la región de Táuride, en el Mar Negro, donde su hermana Ifigenia (que no ha muerto realmente en el sacrificio mandado por su padre) se halla recogida por los semisalvajes habitantes de esa tierra. Ifigenia, Pílades y Orestes escapan juntos de Táuride, y las Furias cesan en su persecución tras la reunión de la familia. Electra, en esta versión, se casa con Pílades.

Linaje

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Electra era hija de Agamenón, rey de Micenas y de la reina Clitemnestra. Sus hermanas eran Ifigenia y Crisótemis, y su hermano Orestes. En la Ilíada, Homero llama a Electra Laódice y la reconoce como hija de Agamenón.[6]


Significado

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Friedrich Engels se refiere a este mito en su obra El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, afirmando que en él quedó fosilizado el paso de una sociedad matriarcal (común a todos los pueblos preestatales) a una sociedad patriarcal. Así, las Erinias, defensoras del derecho matrilineal, que persiguen a Orestes por matricida, no persiguen a Clitemnestra por haber matado a su esposo Agamenón, porque Agamenón no era pariente de ella. El tribunal de dioses, en cambio, decide perdonarlos. De esta manera, de ser la madre el único pariente cierto, es decir, de encontrarnos ante una sociedad que traza su linaje a través de la mujer, pasamos a una en la que se imponen los derechos del padre (patriarcales).

Análisis

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La historia de Electra es una de las más populares y repetidas del mito griego. Los tres grandes trágicos griegos antiguos, Esquilo ( 'Las coéforas' , segunda parte de su Orestíada), Sófocles y Eurípides escribieron obras basadas en la historia de Electra, que vengaba el asesinato de su padre.[7]

Un detalle interesante sobre Electra y Orestes es que, a pesar de toda su lealtad y devoción filial hacia su padre, parecen tener poca o ninguna consideración por lo que le hizo a su hermana Ifigenia. Lo único que les importa es que Clitemnestra tenga un amante y mate a su padre. Así pues, ella es «la mala madre» y él «el buen padre», sin pararse a pensar en que ella podría tener algo de bueno y él algo de malo.

El matrimonio de Clitemnestra con Agamenón fue forzado, como señaló Robert Graves en su obra Mitos griegos. Un matrimonio tan infeliz puede motivar fácilmente la búsqueda de otro amante, especialmente con Agamenón ausente en Troya durante diez años. Trajo a casa una concubina, Casandra, lo que no le hacía menos adúltero que Clitemnestra.[7]​ Si Ifigenia fue llevada a la Táuride y, por tanto, no murió en un sacrificio, nadie en Micenas parece haberlo sabido. El asesinato de Agamenón por Clitemnestra no fue menos venganza por Ifigenia que el asesinato de Clitemnestra por Orestes para vengar a Agamenón. Entonces, ¿cuál es el problema de Orestes y Electra?

Orestes y Electra, en los dramas clásicos y en la ópera de Strauss, se obstinan en ver solo lo bueno en su padre, y solo lo malo en su madre, hasta el punto de llegar a matarla; y esta hostilidad es especialmente evidente en Electra, ya que Orestes en la obra de Eurípides duda sobre matar a Clitemnestra hasta que Electra le empuja a mantener su determinación. En Las coéforas, Orestes vacila brevemente, pero su primo y amigo, Pílades, no tarda en devolverle la determinación.[7]

Por otra parte, la hostilidad de Orestes hacia la mala madre, y hacia el «malpecho» parte-objeto (como lo llamó la psicoanalista Melanie Klein), está simbolizada en el sueño de Clitemnestra de dar de mamar a un dragón (o serpiente, según la traducción), el animal representante del matricida Orestes, que muerde su pecho y bebe su leche mezclada con su sangre (Esquilo).[7]​ El bebé serpiente/dragón muerde el pezón como lo haría un bebé hostil, en su reacción oral-sádica/caníbal al «pecho malo» de su madre. Como una serpiente o dragón fálico que sale de su vientre, el recién nacido Orestes, todavía conectado a ella con el cordón umbilical sin cortar, la convierte así en la madre fálica, la aterradora figura parental combinada sobre la que Klein escribió.

Adaptaciones

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En tiempos modernos, Hugo von Hofmannsthal escribió una nueva versión del material con el mismo nombre, que más tarde convirtió en libreto para la ópera de Richard Strauss Elektra. Gerhart Hauptmann también escribió una Elektra. Más tarde, Jean-Paul Sartre (en el drama Las moscas) y Jean Giraudoux (Électre) también utilizaron el mito.

En 1931, el dramaturgo estadounidense y más tarde Premio Nobel de Literatura Eugene O'Neill publicó A Electra le sienta bien el luto (título original Mourning becomes Electra), en la que la antigua saga de los Atridas se traslada a Nueva Inglaterra. Utilizó el psicoanálisis de Freud para explicar los crueles conflictos familiares.

La filósofa francesa Simone Weil opina que en Sófocles, los personajes Antígona y Electra simbolizan al ser perfectamente puro e inocente que, por su deseo de justicia, está a merced de la desgracia y «se siente abandonado por los hombres y por Dios»; pero «ni por un momento [Antígona o Electra] piensan en pactar».[8]​ Su amor por el bien permanece inmutable, incondicional y sin esperanza de consuelo, a pesar de la desgracia.

Obras inspiradas en el mito de Electra

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Véase también

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Referencias

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  1. Píndaro: Píticas, XI, 16.
  2. Higino: Fábulas, 117.
  3. Pseudo-Apolodoro: Biblioteca mitológica, Epítome, 6, 24.
  4. Pseudo-Apolodoro: Biblioteca mitológica, Epítome, 6, 24-25.
  5. Esquilo: Las coéforas, 235.
  6. «Agamemnon», en Oxford Companion to Classical Civilization.
  7. a b c d William M. Force, Orestes and Electra: Myth and Dramatic Form, Boston, Houghton and Mifflin, 1968, 329 pages, ISBN-10: 1199912980, ISBN-13: 978-1199912985.
  8. Simone Weil (1953). La Source grecque. París: Gallimard. p. 55. «mais pas un instant [Antigone ni Électre] ne songent à pactiser». 
  9. Szerelem, Elektra (en húngaro): Electra, mi amor.

Enlaces externos

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