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Tentativas

Summary:

Jayce es un fastidio, Viktor es peor.

O donde Jayce no puede dejar de tocar a Viktor, lo invita a una de las fiestas del consulado y luego se comen la boca. Fin.

Notes:

(See the end of the work for notes.)

Chapter Text

Desde que se conocen, Jayce siempre ha mantenido contacto físico con Viktor, algo con lo que él no estaba familiarizado hasta que su compañero llegó a su vida, pero no incómodo. Poco a poco cedió, acostumbrando a las palmaditas amigables en la espalda o el apretón en el hombro que lo reconforta cuando está frustrado. Viktor pensó que quizá era malo brindando las mismas muestras de cariño a Jayce cuando notaba nerviosismo en cuanto devolvía los gestos con timidez. Él sabía que no era necesario, sin embargo constantemente copiaba comportamientos de Jayce para parecer más carismático.

Estuvo por rendirse de no ser por un cambio en el tacto ajeno, emprendiendo con roces sutiles, Viktor pensaría que se trataba de un fantasma si aquella sutileza no se hubiese tornado en brusquedad, obviedad.

"Está tocando demasiado, pero no quiero levantarle falsos", pensaba cuando la mano de Jayce jugueteaba con la parte trasera del chaleco de Viktor, pasando sus dedos por debajo del uniforme. La única separación entre el dedo anular recorriendo su espalda y la piel de Viktor era solo su camisa, era muy poco, prácticamente nada, si lo pensaba demasiado. Si no fuera por la tela de su camisa, su compañero se daría cuenta del enrojecimiento y calentura, contrastando con el tono pálido de su piel. Claro que no quieres levantarle falsos, Viktor, porque deseas que tus ideas sean una realidad. Viktor lo consciente y deja que haga lo que le plazca, mostrando pequeños signos de placer al contacto, solo momentáneamente, lo suficiente para hacerle creer a su compañero que tal vez los químicos del laboratorio le estaban afectando, causando alucinaciones. Y cuando se sentía con ganas de ser un poco cruel, se apartaba de su lado, se alejaba. Luego se acomodaba para disfrutar de la vista; Jayce mirándolo de vuelta como si fuera un perrito herido, como si Viktor lo hubiese pateado y pegado con su bastón por haberlo tocado. Entre más desesperado parecía Jayce, Viktor se encariñaba aún más con jugar a hacerse tonto cuando las manos enormes de Jayce sobre sus hombros pasan a su pecho y pronto se adhieren a la curvatura de su cintura, con insistencia de aproximarse a él de todas las formas posibles, menos la de pedirle permiso verbalmente. Disfruta aún más la idea de tenerlo de rodillas pidiéndo. Implorando. Rogando. Suplicando que le deje probar un poco. Deducir que Jayce es ese tipo de hombre es fácil cuando no puede evitar mostrar la decepción en su rostro a la par de Viktor alejándose de él.

A Viktor no le molesta el contacto físico aunque nunca es la clase de persona que lo inicia, el enfado viene de la poca comunicación, aunque podría llamarse de otra manera. Más que enfado, Viktor está jugando el mismo juego que Jayce al dejarlo tocar, pero no tanto, al tomar sus manos para que suelten su cintura pero no sin antes rozar sus dígitos en la piel ajena, dejando siempre una marca invisible antes de marcharse. Lo deja mirar, aunque solo por unos momentos, cuando nota como las órbitas de Jayce se pierden en los sus propios labios al hablar de algo importante y en algún punto, puede sentir una mirada ajena sobre los lunares en su cuello. Jayce traga saliva ante la vista, él no sabe que Viktor ha estado dejando desabotonada su camisa a propósito para dejarle un poco a la imaginación, de todos modos él podría excusarse con que "no tiene tiempo para ponerse bien el uniforme de la academia", o algo así. Sin embargo Jayce desea y le implora a Dios que así sea, que Viktor esté portándose mal por él. El pensamiento de sus colmillos marcando el cuello de Viktor justo donde se encuentran sus marcas de belleza se esfuma cuando Viktor lo reprende. Hablando del Rey de Roma.

— Talis, ¿me estás escuchando? — Le escucha decir, casi gruñir. No era necesario llamar su apellido. — Estás en la luna hoy, Jay. — Y pronuncia ese tonto apodo tan dulcemente, tan pulcro, como lo es él. Y ahí va de nuevo, distrayendo a Jayce con total determinación al acercarse más de lo necesario. Explicando la ecuación casi con susurros dulces en su oído, dejando que los cálculos que han preparado para el proyecto remolonean sin sentido en su mente.

Se atreve a clavar aún más profundo cuando lo elogia, tan placentero y a la vez tan simple; "Buen chico.", "qué chico tan inteligente.", "eres tan astuto y bueno para mi." Viktor nota el enrojecimiento en la punta de los oídos de Jayce y sonríe, luchando contra la urgencia de burlarse de él por exaltarse tanto ante sus palabras. Está tratando de acercarse, no de alejarlo. Simultáneamente, Jayce arrastra su propia silla para quedar más cerca a Viktor, quien está murmurando aún más ahora, parte de su plan perfecto. Y tan solo así, Jayce posa su mano sobre la pierna de Viktor, la diferencia de tamaños entre las extremidades le parece tentadora. Viktor lo deja ser, sin mostrar reacción alguna, para la molestia de Jayce, que en ese caso, decide tomarlo como un "ve por ello" de todos modos. Opta por entretenerse con los detalles de La Casa Talis en el aparato ortopédico de Viktor y su pulgar, furtivo, logra escabullirse en el muslo interior de Viktor. "Demasiado cerca." piensan al unísono, sin embargo ninguno de los dos se detiene, tampoco aprovechan. Un ataque de adrenalina hace a ambos temblar. Con la sensación del pulgar ajeno frotando tan cerca, Viktor comenzó a tartamudear, tropezarse con sus cálculos, sabiendo muy bien que Jayce está tratando de sacarlo de quicio.

Actuaba como un mocoso. Mimado hasta la médula. "No hay manera de que yo me esté inventando esto." maldice a sí mismo en el dialecto de Zaun, imposibilitando a Jayce de que pueda comprender alguna palabra, al levantarse y alejarse del escritorio. Y podría jurar que pudo sentir como Jayce apretó su muslo antes de irse, como si le dijese "por favor, no me dejes", "te lo pido, déjame tocarte", "no puedo tener suficiente de ti", "porfavor, ¡te lo suplico!". Carraspea y emprende su camino para preparar más café, una vez más, es la quinta taza de la mañana. ¿Su corazón se aceleró por la cafeína o por culpa de Jayce? Quién sabe, quizás un poco de ambos. Mas él nunca pierde, se rehúsa a perder contra un perrito.

— Me estoy frustrado de nuevo, quiero aclarar mi mente un poco. — Viktor le anuncia al mirarlo de vuelta. Jayce se ve miserable, devastado, como si él fuese un niño al que le acaba de robar su golosina. Viktor siente un poco de culpa en su pecho, pero no lo suficiente para darle lo que quiere. — ¿Quieres? — Le pregunta, refiriéndose a una taza de café y le sonríe a un Jayce descorazonado, con ojitos de perrito regañado. La decepción está clara y escrita en su rostro. Sin importar qué, Viktor quiere ganar. Jayce es más débil, terriblemente enamorado, mimado hasta la médula por su Vik. De reojo voltea a ver a Jayce y le hace un gesto, pidiéndole que se aproxime. No hay razón específica, más ahí va Jayce, siguiendo sus órdenes al pie de la letra, esperando ser recompensado. Se queda detrás de Viktor, actuando como su sombra mientras observa cómo su compañero prepara el café de ambos meticulosamente. Es sorprendentemente bueno en ello, pues siempre se ha encargado de las bebidas en el laboratorio. No es que Jayce sea malo o incapaz, es simplemente como ellos funcionan. Traga saliva, como siempre. Esta vez ante la visión que le brinda Viktor de su espalda, y él logra sentir la mirada de Jayce bien puesta en él, en su trasero, en su cintura, sus hombros y cada acción que logra. Aquí vamos de nuevo. Él se acababa de safar de las garras de Jayce solo para caer de nuevo en ellas. Jayce estaba casi babeando sobre él y luchando contra la urgencia de tomarlo de la cintura, se pregunta si es posible rodearla con ambas manos, atraerlo hacia él para no dejar espacio y frotarse contra él, como un perro. Desea presionar sus pulgares en aquella zona sensible en su cadera, robarle un lloriqueo y un beso en el lunar de su nuca. "¿Cuántos lunares tendrá?", se pregunta.Imagina una escena sugestiva donde se despoja del uniforme de su compañero y empieza a contar cada uno de ellos, seguido de un beso, especialmente los que están cerca de sus labios. Lo marcaría, lo mordería, le haría saber a todos que él es suyo y-

— Talis. — Esa manera de llamarlo de nuevo le hace sentir el cosquilleo en su espalda baja. Qué carajo. — Aquí tienes. — Viktor procede a girar sobre su propio eje, pues no hay mucho espacio entre Jayce, él y la mesa. La pirueta es adorable y el moreno no se ha dado cuenta de que lo está prácticamente acorralando. Le da su taza de café y esquivando a Jayce, regresa a su trabajo. Esta vez, no lo voltea a ver, pero él sabe perfectamente qué tipo de expresión está dibujaba en el rostro de Jayce.

"¿Por qué me pedirías que vaya hacia ti, si no vas a inmovilizarme sobre la mesa?" Jayce desea poder reclamar en voz alta, Viktor lo está enloqueciendo.

 

 

Más tarde, mucho más tarde, cuando no ya no había luz del día y ambos adquirieron un terrible dolor de cabeza, decidieron rendirse en resolver la ecuación para terminar con su día. Quizás mañana será, o el día después de mañana. Algún día, cuando la tensión entre ellos no destroce los nervios a todos y sea tan evidente que ni siquiera Heimerdinger se atreve a poner un pie dentro del laboratorio. No le toma mucho a Jayce colapsar sobre sus notas, su cuerpo desparramado por todo el escritorio. Que vista tan bella, Viktor le tira miraditas hasta que se asegura de que Jayce esté dormido, o al menos eso es lo que pensaba. Es así como decide mantener su mirada sobre él. Tal vez sea extraño, pero no le daba la suficiente importancia, él no se podría dar cuenta. No puede negar la buena apariencia de su compañero, y la manera en la que se veía adorable mientras dormía, con su cachete presionado contra la madera. Con sus labios entreabiertos, soltando un leve ronquido, podía apreciar también sus dos dientes de enfrente, aunque sus favoritos eran sus colmillos. Al soltar suave 'mmh' en su sueño después de que Viktor acariciara su cabello, llegó a la conclusión de que estar con Jayce es como convivir con un labrador color chocolate que lo sigue por toda la habitación. Con sus ojos iluminando cada vez que Viktor se le acerca, él jura que si Jayce tuviera una cola como aquellos Vastaya, la estaría moviendo sin parar. Siguió con la muestra de afecto, acariciándolo y fantaseando sobre marcarlo con un collar de perro, controlándolo con una correa. Jayce, quién a este punto es evidente que está fingiendo dormir, se estremece ante el tacto; Viktor pasó de jugar con su cabello a trazar su nuca con sus dedos, y está muy perdido en el pensamiento de jalarlo del cuello con una cadena cada que considera que su labrador está siendo desobediente como para darse cuenta que Jayce no está dormido, y está mirándolo de vuelta.

— Vi. — Ese sobrenombre, dulce en los labios de Jayce, logra que Viktor sienta pánico. Salta al ver a Jayce levantarse y no sabe qué hacer, no puede mantener sus manos quieras, para sí mismo, dígitos juguetean con el aire.

— Deberíamos ir a dormir ahora, mañana es la fiesta. — Ah, si, la fiesta. La fiesta a la que Viktor se siente obligado a ir, sin embargo Jayce le molestó hasta el cansancio para que aceptara ir, con la excusa de que esta vez, Ximena les habría preparado un conjunto para ambos. La fiesta a la que cree que irá a hacer el ridículo entre un montón de Pilties con dinero, donde todos van con las mismas intenciones falsas de generar conexiones benéficas. Reuniones sociales usadas como una excusa para derrochar más dineri y recursos que podrían invertir en proyectos relacionados con el progreso de verdad, a Viktor no le podría importar menos aparentar, sin embargo, a Jayce, quien parece que se le ha entrenado desde niño como se debe comportar frente a la gente de alto rango, si que le es importante. Esta vez, quiere demostrar que sus esfuerzos no son sólo producto de él, si no de Viktor. Y lo único que le genera calidez y le toca el corazón son los esfuerzos de Jayce por querer darle más crédito a su compañero. — Tienes razón. — Viktor respondió, rara vez se la daba, y trató de no sonidar jodidamente histérico. Siente el rotundo fracaso cuando escuchó la risita de Jayce.

— Gracias por lo de hoy y buenas noches, Vi. — Se le acerca demasiado, sintiendo el aliento de Jayce cerca de su oreja, juró que estuvo a punto de plantarle un beso de buenas noches. Excepto que no lo hizo, limitándose a murmurar en su oído "Que sueñes conmigo.", apretando su hombro antes de salir de la habitación. Viktor quedó estático. Hay estática en su cerebro, también. ¿Acaba de delirar?

 

 

Se rehúsa a perder, pero repite la voz ronca de Jayce una y otra vez. Aterciopelada a su vez, tan afable. Dulce como miel, está justo en el punto. El tono que usó para despedirse fue el ganador del premio mayor y persiguió a Viktor hasta su habitación. Después a su cama. Y ese gemido, lo soltó a propósito. Y si tan solo pudiera escuchar más ese sonido tan agradable, tal vez finalmente perdería el control. Aún así, Viktor se siente lejos de ganar cuando se ocupa de quitarse su aparato ortopédico, desabrocha su cinturón, sigue con su pantalón. Al no poder sostenerse colapsa sobre su cama y le gruñe a la almohada, sin preocuparse sobre taparse las sábanas. Está exhausto, harto. Y sin embargo, apenas logra descansar durante la noche. Viktor comienza a recitar la voz de Jayce en sus sueños. No solo su voz, Jayce como tal, está apretando sus caderas ahora, haciendo que la cara de Viktor se tiña de rojo. Logra que se retuersa y gime patéticamente, no puede evitar perderse a sí mismo bajo el tacto de Jayce. Para ser preciso, Viktor deseaba poder soñar con él de esta manera. ¿Cómo no podría? Si cada parpadeo sobre Jayce es nuevo material para Viktor que le permite soñar sobre él de maneras tan sucias que ni siquiera él es capaz de explicar. El tono llorón de su voz ahora no es una fantasía, es una realidad para él, le toma menos a Viktor poder fantasear sobre él implorando.

Es lúcido, él está justo ahí, trazando las curvas en el cuerpo de Viktor con sus dedos antes de tomar su entrepierna por completo, dirigiéndose a su ropa interior. Jayce no necesita pedir permiso. En sus sueños, él es magnífico, sabe perfectamente que botones oprimir, como si hubiera nacido sabiendo donde tocar, donde apretarlo, cuándo probar. Incluso si Viktor no lo sabe él mismo. El sueño, aún cuando es lúcido, no tiene sentido, la fantasía donde Jayce está con sus dedos dentro de él se termina y de un momento a otro, él se encuentra de rodillas frente a Viktor, comportándose de forma traviesa, con las manos quietas y tacto tan suave como seda. Su rostro posicionado perfectamente entre su entrepierna y estómago, gruñendo sobre la erección de Viktor, aún atrapada debajo de sus pantalones. Con sus brazos rodeando las piernas delgadas de su compañero en un abrazo, toma, casi clavando sus uñas, sus dedos en los muslos interiores de Viktor, aleatoriamente apretando su trasero cuando alguna de sus manos se encontraban cerca. La manera en la que Jayce lo agarra le da el soporte a Viktor suficiente para que él pueda levantar alguno de sus pies sin caerse, pisando la entrepierna de Jayce. Él llora ante la fricción, dándose cuenta de sus ojos llorosos, su visión comienza a ser borrosa. Mientras le acariciaba el cabello a Jayce como lo había hecho con anterioridad en el laboratorio, el hombre frente a él está mendigando de nuevo, viéndolo directamente. Los ojos color miel fijados en cada movimiento logrado por Viktor, llenos de expectativa, justo como le gusta a Viktor. Tropezó con sus propias palabras en un intento de hacerle cambiar de parecer a Viktor, diciéndole lo mucho que lo necesita a él, a su tacto, a su aprobación, a su semilla y a su elogio. De estar dentro de él, hacerlo sentir bien, follarlo como se lo merece. Ir profundo, tanto como Viktor se lo permita, satisfacerlo hasta que su mente quede en blanco y el éxtasis caduque, hacer que se derrita en sus brazos.

La falsa sensación de los labios del hombre besando su pene sobre la tela es suficiente para lograr que se corra, el nombre de Jayce escapando de su boca dulcemente, acompañado de pequeños suspiros que buscan oxígeno. La lengua de Jayce recorre el contorno de su miembro sobre la tela que ahora está húmeda cuando Viktor opta por jalar el cabello de su compañero y-

Y logra despertar. Jadeante, sudando frío, tan húmedo que las sábanas debajo de él se pegaron a su piel. Tiembla ante un golpe gélido y se da cuenta del desastre en el que se ha despertado, el desastre que hizo cuando estaba ocupado fantaseando sobre su compañero. Su ropa interior está sucia, sin embargo, él sigue tan duro como en su sueño. La cama está deshecha, indicando lo mucho que se retorcía mientras dormía. Viktor se maldice a sí mismo, determinado a tratar el problema, incluso si muy dentro de él, tiene las intenciones de tirar un maleficio sobre Jayce. Es su culpa. Viktor no está familiarizado con tocarse a sí mismo, lo ve como una molestia, un acto que hace de vez en cuando cuando el cuerpo lo demanda. Nunca va muy lejos, sin embargo, esta vez es diferente. Aún siendo testarudo, experimenta. Se encuentra a él mismo acariciando su cuerpo, justo como Jayce lo hacía en sus fantasías. Se retuerce en agonía y excitación mezclados. Le duele, lo consciente que está de saber que las manos de Jayce se sentirían mejor que las suyas. Imita lo que Jayce hizo en su sueño, logrando una moción circular con su dedo pulgar sobre su glande. Está confundido, al ser la primera vez que juega con su cuerpo y se da placer de esa forma, dejándose llevar, al disfrutar de las sensaciones pequeños lloriqueos se escapan de su garganta y sus caderas suben y bajan erráticamente. Se pierde a él mismo cuando comienza a llamar a Jayce, desprevenido, sin consciencia de lo ruidoso que estaba siendo. Las paredes son gruesas, por suerte. Se iría de regreso a Zaun si alguien se enterara de que llama el nombre de su compañero tan patéticamente mientras se masturba.

Desesperado, toma una almohada, la posiciona cerca de su entrepierna, dándose la vuelta para embestirla; la fricción lo llena de culpa y la vislumbra del clímax aproximándose. Lloró y gimió en otra almohada cercana a él, esperando que eso acallara el escándalo. Incluso los sonidos húmedos lo estimulaban, viendo estrellas mientras se corría en su propia mano, sobre la almohada también. Gruñendo y jalando la tela con sus dientes, él desea que Jayce estuviera con él. Sus caderas colapsan sobre el cojín debajo de él, su pecho en fluctuación al estar sin oxígeno, aún cubierto de sudor. Su cabello pegado a su frente por la humedad de esta, su cutis tintado de un tono rosáceo. Jayce amaría verlo de esta manera. Le toma unos minutos tranquilizarse a Viktor para levantarse. E incluso en la ducha fantasea sobre Jayce, pegándose contra las baldosas frías y follándoselo hasta que las piernas de ambos estén temblando, sin poder quedarse en pie. Se arrastra fuera de la ducha cuando termina, con la culpa comiendo su cerebro y los pensamientos sucios pudriéndose. Se encuentra fuera de sí mientras se viste, no se da cuenta cuando Jayce abre la puerta de su habitación, asustando a Viktor cuando lo escucha llamarlo por su nombre.

— ¡Vi! ¿estás listo para el evento de hoy? — Jayce se aproxima a él, deja la bolsa que estaba sosteniendo en su escritorio para abrazarlo, y Viktor, reacio, da media vuelta, su camisa sigue abierta y no le gusta que vean el corset ortopédico. Jayce frunce el ceño, siempre ha tenido curiosidad por ver cómo es su cuerpo debajo del uniforme de la academia.

— ¿Por qué no tocaste la puerta? — Viktor le pregunta, casi gruñendo, aún rehusandose a voltearlo a ver mientras abotona su camisa. Parece que alguien está de mal humor. — Si lo hice, pensé que lo habías escuchado. — Jayce le tira un puchero a Viktor, él lo sigue evitando, no busca su mirada incluso si ya terminó con su camisa.

— Cierto. Lo siento. — Se disculpa. — He estado distraído, creo que estoy nervioso por la fiesta. — Admite al sostenerse sobre el escritorio, aún no se ha puesto el aparato para su pierna.

— Hay que vestirte antes de instalar el aparato. — Jayce aprieta el hombro de Viktor, llevándo con él todas sus preocupaciones. Le da los pantalones primero, los que confeccionó Ximena especialmente para él y mira de reojo otra bolsa blanca dentro, similar a una funda para zapatos. El moreno aca aquella bolsa blanca, dejándola sobre el escritorio, al lado de Viktor. Y la primera distracción de Jayce son las piernas de Viktor. Sus muslos. Dios mío. Esos pantalones son apretados y a Jayce le parece imposible poder apartar la mirada del culo de Viktor mientras se sienta. Están hechos de cuero, sin embargo, no brillan. De color café oscuro, se ajusta perfectamente alrededor de sus piernas y cintura como una segunda piel. Trata de seguir. Esto va a ser difícil.

— Sé que no te gusta que la gente vea tu aparato ortopédico, así que pensé que hacer te ayudaría. —Jayce le enseñó a lo que se refería. Desenfundó el artefacto que conserva bajo una funda de satín. Se veía como un corset, excepto, que no lo era. Por los detalles dorados que poseía, combinados con los colores de la Casa de Talis, parecía ser de un material pesado. Sin embargo, era tan liviano como una pluma. Jayce, de forma embarazosa, le pidió permiso para quitarle su camisa. Viktor, tan impredecible como es siempre, soltó una risita, aceptando. Suspiró ante las manos de su compañero apareciendo por detrás, deshaciendo los botones de su camisa, lentamente. Tan malditamente lento. La escena se resumía en una intimidad difícil de creer. La sensación lo invadió, aquella corazonada de que hay una mirada furtiva sobre sus marcas de nacimiento, causándole escalofríos. Y Jayce está tomándose su tiempo, disfrutando y contemplando la espalda de Viktor, trazando sus dígitos sobre su columna. Es la primera vez que puede ver más que un parpadeo del cuerpo de Viktor, admira su nuca desnuda, los huesos de su espalda y todos sus lunares. Tiene más lunares de lo que pensaba. Los tornillos en su columna se ven preciosos, también. Pelea con la urgencia de tocar cada arista, y Viktor pelea contra la urgencia de pedir que lo toque.

Jay. — Lo llama, solemnemente, casi susurrando, ronroneando su apodo. — ¿Pasa algo? — Le pregunta.

— N-no. — El moreno tartamudea. Le toma unos segundos saber qué responder, no sabe qué excusa inventar. Está hipnotizado, distraído con la belleza de Viktor. — Estaba viendo el aparato, me interesó. Lo siento. — Y Viktor no responde. Sabe que desde que se conocieron, una fascinación por los aparatos ortopédicos creció en Jayce, construyendo prototipos en su tiempo libre para poder probarlos en Viktor. Él no podría estar tentado, ¿cierto? A veces, él se queda callado, Jayce conoce que no pasa nada malo, que Viktor no está enojado con él. Sin embargo, ¿eso le da permiso de seguir con su sesión de observación? Jayce decide apostar por que sí, continuando de todos modos, mientras instala el corset dorado, cubriendo el aparato de Viktor. Roza su piel pálida, mucho más de lo necesario, y Viktor da saltitos pequeños ante la sensación. Sigue sensible por lo que había hecho antes de que Jayce llegara, aprieta sus puños con fuerza y el hombre detrás de él siente que se va a derretir, su boca haciéndose agua ante las reacciones que su compañero le regala. Jayce creó toda la pieza con materiales ligeros para prevenir un dolor de espalda, meticulosamente. La pieza brilla preciosamente en su cuerpo, empezando y agarrando su soporte desde la gargantilla, hasta su cintura, bajando a su espalda baja. El corset imitaba la forma de la columna vertebral humana, con toques de Art Nouveau en ella. Las dos piezas que e daban soporte en los omoplatos simulaban alas de color dorado, revistiendo perfectamente en su cuerpo. Jayce sintió como si marcara a su compañero, con los colores de la Casa de Talis, una vez más.

— Primera etapa, lista. — Jayce anuncia como si de la construcción de un cyborg se tratara y Viktor ante el comentario de su compañero. Después, hay silencio de nuevo, la lujuria del moreno llena la habitación mientras tiene cuidado de no babear sobre la cintura diminuta de Viktor.

Siente una especie de iluminación por esa silueta suya, descansando de manera hermosa en el taburete. La luz que entra a la habitación hace que la piel sedosa de Viktor brille, sus cabellos se vuelven dorados con los rayos de luz, combinando perfectamente con la pieza del corsé. Él se arrepiente lentamente, Jayce quiere quedarse con toda esa belleza para él solo. Una vez que se asegura de que Viktor no esté incómodo, saca la blusa que Ximena hizo. Es simple, fluida, de un blanco puro y ajustada de la cintura. Viktor no se da cuenta de la gran abertura en la espalda hasta que siente el aire en su piel, aún con la blusa puesta. Era obvio, su Jayce hizo un corsé, tenía que revelarse de alguna manera. Las orillas de dicha abertura están ornamentadas con un patrón de nudo frivolité, un solo hilo cuelga en medio de esta, decorado con cuentas azules parecidas a una gema Hextech. Jayce está listo para darle el toque final mientras le coloca una cinturilla a Viktor. Es de color rojo, también hecha de cuero. Jayce posiciona sus manos en la cintura de Viktor al hacer los nudos de la parte de atrás de la cinturilla, y lo jala cerca de él, lo suficientemente cercano a Viktor para que sea capaz de escuchar su respiración agitada. Jayce batallaba con el listón. Viktor batallaba con conservar la calma.

Viktor se sentó en su cama, nervioso. No ha podido verse en el espejo aún y teme que el resultado sea mucho brillo y lujo para él. Jayce insiste en instalar de vuelta el aparato ortopédico de su pierna y Viktor entra en pánico por un momento. Suspira ante su perspectiva; Jayce está de rodillas frente a él. Justo como en sus sueños. Está tomando su pierna, dándole un masaje con sus pulgares antes de ponerle el aparato. Pequeños canturreos salen de su garganta. La acción no toma mucho, pues claro, Jayce lo construyó. Sabe cómo funciona y conoce cada parte del dispositivo incluso con sus ojos cerrados. Viktor, quién está listo para levantarse ahora, se mira en el espejo nerviosamente. Estaba estupefacto por el resultado, pero intimidado. Nunca se imaginó vistiendo de esa forma, tan reveladora. Y de alguna manera, se siente como si se vistiera para el disfrute de Jayce solamente.

— ¿Te gusta? A mí sí. — Su compañero le pregunta, mientras recoge las cosas que quedaron fuera. — Te ves... — Hermoso, espléndido, tan lindo, sólo para mi. — Bien. — Viktor no puede evitar sonrojarse, nada de esto era necesario, y aún así Jayce estaba justo ahí, tratándolo como un príncipe. — Voy a alistarme y cuando termine vengo por ti, ¿está bien? — Jayce le dice, con la tentación de hacer un movimiento, así que lo hace, dándole un beso de despedida en su frente. Viktor se limita a asentir con la cabeza, con un puchero en sus labios, pensando que quizás está soñando de nuevo.

Notes:

Holaaaa:) espero les guste. Al principio era un one shot simple pero a la larga se me fueron ocurriendo más ideas y decidí dividirlo, aún estoy editando la segunda parte, les prometo que habrá sexo desenfrenado, se los juro. La tags son un spoiler.

Me inspiré en el outfit de esta persona https://x.com/XVL999/status/1869121514202919025 y en muchísimos fanarts donde Jayce está metiendo las manos donde no debe, porque ya todos sabemos que le encanta estar encima de Viktor.

Si hay algún error, hagánmelo saber, no hay beta, nos morimos como Viktor.