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Strange picnic.

Summary:

“¿Scylla, mi amor?” la voz de Remus despertó al vishap de su ensoñación antes de atraerlo firmemente del cuello de su túnica.

“Tengo una orden para ti, amado” su voz proyectaba la lujuria en su ser, sus colmillos asomaron por encima de sus labios y él gruñó escasamente “Tienes que ayudarme ahora mismo. Mi cuerpo comienza a sentirse... ”

"Estás bastante..." tragó saliva, Scylla lo empuja hacia su cuerpo en un beso abrasador y ambos se recostaron en la manta extendida por el suelo logrando que el vishap hiciera estremecer a su esposo con un gruñido animal.

...

Donde Scylla y Remus van de picnic porque su esposo embarazado tenía ganas de salir pero una flor extraña despierta necesidades en el vishap.

Notes:

Kintober Dia 23

Prompts:

Lactacion
Sex pollen

(See the end of the work for more notes.)

Work Text:

El sonido de otro jarrón rompiéndose fue algo ya usual para las damas de compañía que Scylla tenía bajo su ala, ellas intentaban hacerle entender que no podía abandonar el palacio en su estado por seguridad pero el vishap solamente debatía la situación hasta que el nombre de su esposo era dicho y la rabia se acumulaba.

—¡Soy el regente, esposo del Dios rey!—bramó molesto, llevándose las manos a su vientre abultado como señalamiento— Estoy embarazado, ¡no inválido!

—Mi señor, por favor—pidió Anne con tranquilidad— no puede alterarse tanto en su estado. Podría dañar a nuestro futuro príncipe o princesa.

Los rinóforos del vishap titilaron y se contrajeron, sus dedos temblaron con molestia e hizo silencio. Anne, más aliviada, dio un paso hacia él y extendió las manos.

—Anne, llama a Remus—pidió, tomándola de ambas manos con suavidad y ella lo observó con duda—. Debo hablar con mi esposo, solo dile que es una emergencia.

La mujer asintió, dejando una pequeña caricia en los dedos enguantados de su señor como muestra de afecto y cuando lo notó más compuesto, volvió a asentir antes de separarse.

—Muchachas, limpien esto y cuando llegue el Dios Rey se deben retirar—instruyó a las dos acompañantes más jóvenes que estaban aun nerviosas, no estaban acostumbradas aún a los arrebatos del regente y era comprensible. Ella misma tardó en hacerlo.

Cuando abandonó la habitación, Scylla tomó asiento mientras que Ariu y Ammet limpiaban los destrozos que el vishap había hecho en en su arranque. Él desvió la mirada con cierta vergüenza pero intentó parecer desinteresado, observó en dirección al balcón y no pudo evitar dirigirse a abrir las puertas para salir un momento.

La brisa era fresca a pesar de que el sol estuviera en su punto más alto, él cerró los ojos y posó una mano en su vientre como un recordatorio así mismo de cuál era la situación ahora. Estaba esperando un hijo, ya estaba en el tercer trimestre y al parecer no sería un embarazo como los de su gente.

Iba a tener que maldecir a su padre un poco más por sellar su poder y obligarlo a experimentar un embarazo más humano. Todas sus plegarias serían para que sufra un poco más ese traidor.

Acarició un poco la curvatura de su vientre, las telas más modestas que usaba le permitió apreciar cómo estaba desarrollándose su futura cría. Su mal humor desapareció, el calor del Sol y la tranquilidad del balcón le habían permitido serenar su mente.

Estaba siendo caprichoso pero no le gustaba ser subestimado por simplemente llevar vida. Menos por su propio esposo que sabía cómo podía defenderse por sí mismo.

De pronto su tranquilidad se vio interrumpida por un Dios Rey agitado, la máscara dorada que usualmente usaba para las reuniones del consejo estaba cubriendo aún su rostro. Scylla siseo ligeramente pero Remus se deshizo de ella, dejando ver esos ojos helados inundados de preocupación.

—¿Ha pasado algo con nuestro hijo, Scylla? ¿Cómo estás tú? Anne me dijo…—tomó aire, el ex príncipe se acercó y sostuvo a su esposo por la mano con suavidad.

—Todo está bien con nuestro hijo—aclaró y Remus suspiro un poco más aliviado.

—¿Entonces qué ha pasado?—acunó la mejilla suavemente, acariciando las escamas suaves que la adornan y Scylla se acercó a esa calidez de forma inconsciente.

No respondió de inmediato, solamente suspiró y alzó la mirada hacia los ojos angustiados de su esposo. Remus se veía guapo y hermoso inclusive de esa forma, maldito humano afortunado.

—Quiero salir del castillo—dictó con seriedad, la mirada de su esposo se suavizó pero luego se llenó de inseguridad—, dar un paseo y no sentirme un prisionero en nuestro supuesto hogar. Remus, no me importa si tienes miedo de que algo nos pase. Te estoy avisando y no pidiendo permiso.

Fue el turno de Remus para suspirar, atrayendo el rostro de su esposo para así besar su frente con suavidad. Scylla cerró los ojos y se abrazaron por unos largos minutos, el vishap acurrucado contra el pecho fuerte de su compañero.

—Mañana podemos salir a un picnic, ¿qué opinas?—acarició la piel desnuda de su espalda gracias al escote de sus túnicas y el suspiro ahogado de su esposo le hizo sonreír ladino.

—Eso sería acertado—carraspeo un poco y cuando quiso separarse Remus no lo permitió, besando sus mejillas y acercándose a sus labios pero el ex príncipe giró el rostro como castigo—, primero tu deber es organizar nuestra salida.

Remus abrió los labios en una queja pero los vuelve a cerrar cuando las manos de Scylla lo tomando de las mejillas, su pulgar perfiló su labio inferior. Hipnotizado, el vishap mantiene contacto visual logrando apreciar esa adoración en los ojos celestes.

—Luego si todo sale como deseo, serás recompensado—murmuró con suavidad antes de separarse—. Así que ve, te esperaré en nuestros aposentos mientras tanto.

El Dios Rey sintió la presión de esa mirada colmada de expectativas, exacerbando la ansiedad del gobernante. Clamaba a los dioses un poco de amparo.

— 🍂 —

El día acompañó tanto como lo hizo su pequeño cachorro, Scylla lo agradeció profundamente ya que las náuseas eran algo que su especie no estaba acostumbrada. Ya se vengaría de Remus más adelante.

Con el carruaje en movimiento Remus tomó la mano de su esposo viendo la luz en sus ojos. Se veía complacido al sentir el sol y la brisa de forma efectiva, ¿esto se había perdido? Quería seguir viendo a un Scylla relajado, disfrutando el momento.

La canasta para el picnic estaba hecha, descansando a un lado suyo, el silencio los envolvía cómodamente y Remus perdía el sentido cuando un atisbo de sonrisa se le dibujó a su esposo.

“Hermoso“ pensó con una sonrisa escasa, el cantar de los pájaros y el bosque naciente que comenzaba a pintar el paisaje hizo a Scylla despertar de su ensoñación dirigiendo finalmente la vista a Remus. Scylla se cruzó de brazos y alzó el mentón de esa forma tan elegante, muchos pensaban que era una forma de rebajar pero el azabache solo podía pensar en la divinidad que lo rodeaba.

—¿Qué planes tienes para hoy?—disimuló su interés, su esposo sonrió— Espero sea algo digno de mi presencia, o habría elegido salir solo con Anne.

Orgulloso como siempre, podía notar el recelo en sus palabras. “Sigue enojado” llega a la mente de Remus y carraspea, llevándose la mano al mentón en un gesto pensativo mientras sus ojos se cerraban.

—¿Qué podría gustarle a mi amada sinfonía?—tarareó burlón, abriendo un ojo para verlo burlonamente y negó— Iremos a nuestro lugar favorito, ya veras mi amor.

Y como si fuera obra del destino, el carruaje se detuvo. Scylla ladeó su cabeza, sus rinoforos llegaron a contraerse ligeramente cuando la puerta se abrió y el chofer anunció que habían llegado. Remus le extendió la mano suavemente, el vishap la aceptó bajando con cuidado mientras la brisa y el indistinguible aroma a frescura lo llenó haciéndole suspirar gustosamente.

La visión del lugar donde Remus pidió su mano luego de tanto, fue gratificante y encendió algo cálido en su pecho. Avanzó, soltando el agarre de su esposo y acarició su vientre por inercia.

—Pronto podremos venir juntos—murmuró bajando su mirada, justo cuando los fuertes brazos de Remus lo rodearon para acariciar gentilmente las manos de Scylla. El mentón de Remus se posó en su hombro, el hombre escondió el rostro contra el cuello de su esposo y Scylla se estremeció.

Dioses, había pasado un tiempo desde…

—¿Vamos, tesoro mío?—un beso ligero fue dejado sobre las escamas de su cuello— Vendrán a buscarnos al atardecer, tenemos todo el día para compartir.

Scylla se apartó con cierta indiferencia, la calidez de su esposo era anhelada pero al mismo tiempo… giró el rostro, extendiendo ahora él la mano hacia el contrario con una escasa sonrisa en sus labios.

—Entonces vamos, no hay tiempo que perder—Remus aceptó el contacto, la sensación suave de esas escamas le hicieron estremecer.

— 🍂 —

Caminando por la orilla del lago con sus manos entrelazadas, la brisa refrescaba a la pareja mientras el sol se encontraba dando el clima perfecto para el vishap pero no para su marido.

—Un día excepcional—Scylla meditó en voz alta, viendo de soslayo a su esposo que ya pedía en silencio algo de clemencia—, ¿tomamos asiento?

Remus asintió, escaneando el mejor lugar para que su dulce príncipe pudiera sentarse cómodamente sin problemas y claro que lo encontró. Un árbol caído cerca de un banco de flores rojas sería perfecto para su picnic, Scylla se dejó llevar y tarareó sin distraerse de la calma del lago. Cisnes paseaban en pareja y sus pequeños pichones hacían de las suyas cantando de vez en cuando cuando se perseguían como un juego.

¿Su hijo tendría afinidad por el agua como él? ¿Sería igual de guapo y amable que Remus? Divagar sobre esas posibilidades eran su bálsamo para los días encerrado en el castillo.

—Listo, ven cariño—orgulloso de sí mismo, Remus colocó un puñado de flores rojas como decoración sobre la manta de picnic. Scylla parpadeó acercándose y, con ayuda, logró tomar asiento en el suelo junto a su esposo mientras el aroma de los refrigerios le hacía agua a la boca.

—Veo que te has esforzado—tomó entre sus dedos los peculiares pétalos, rojos intensos con los bordes de un negro críptico—, y es sin dudas algo de admirar mi rey.

Lo dejó caer, su diestra acunó dulcemente las mejillas de Remus para dejar un suave beso en sus labios y las mejillas calientes del azabache le hicieron saber que estaba feliz. Quizá podría perdonar esa sobreprotección…

—Todo por ti, lamento no poder—fue silenciado, una lánguida lamida en sus labios encendió algo dentro de él y Scylla llegó a ronronear.

—No lo arruinemos, ¿sí, mi amor?—rozó sus labios contra las mejillas enrojecidas del hombre, Remus asintió y volvió a brindar un suave beso en los labios de su amado.

—Luego me disculpare correctamente—susurró, acomodando un mechón detrás de su oreja puntiaguda—, ¿quieres probar el postre que traje?

Las pupilas de Scylla se dilataron, separándose un poco del fornido cuerpo ajeno para así asentir vivazmente. Remus soltó una risa escasa antes de alcanzar la cesta y retirar todo lo que había traído; el jugo de uva, agua, un trozo generoso de pastel con crema, un poco de té dulce (un antojo de su marido desde hace unas lunas) y más importante, los chocolates que tanto disfrutaba Scylla devorar sin fin.

La paz que respiraban ambos lejos del ajetreo de la Corte era envidiable, ambos en su interior anhelaban mantener este ambiente para ellos y más aún luego de los preparativos de la llegada de su hijo. Faltaban meses pero estaban allí, cada día más cerca del día previsto por la partera y el médico.

Scylla apoyó la cabeza en el hombro de su esposo, tomando un pequeño chocolate con trozos de avellana en él y lo llevó a los labios de su esposo con una sonrisa escasa en los labios. Remus lo aceptó, aceptando pero no se esperó que Scylla, usualmente tímido, tomara entre sus labios el otro extremo del pequeño chocolate.

La cercanía del regente siempre atontaba los sentidos del Dios Rey, ¿cómo podía mantener la compostura cuando lo veía de esa forma tan hipnotizante?

Remus dejó una mordida al chocolate, sintiendo la lengua traviesa de Scylla tomar posesión de su boca antes de poder siquiera tomar un respiro. Sus manos viajaron hasta la cintura de Scylla, los brazos del vishap rodearon su cuello mientras que el beso se intensificó dejando sin aliento al azabache.

La pareja se recostó en la sábana, Remus posicionándose a horcajas de su esposo mientras sus labios se separaron brevemente para tomar aire, ambos gimieron de forma agitada a la vez que las garras de Scylla recorrían sus hombros anchos y buscó abrir las túnicas del Dios Rey pero este lo detuvo un momento.

Las mejillas enrojecidas de Scylla resaltan por las lágrimas de gusto del regente, Remus besó suavemente sus comisuras y recibió un ronroneó.

—Amado—gimió, sus piernas buscaron cerrarse pero Remus lo detuvo—, por favor. Yo…

—¿Qué necesitas?—un camino de besos fue dejado desde su mandíbula hasta su sedoso cuello, aprovechándose de la sensibilidad de la zona—Habla cariño.

—Debes ayudarme—ordenó con los ojos cerrados por el placer, sus garras fluctuando para dejar el pecho fuerte de su esposo expuesto y siseó antes de recibir una mordida brusca en su clavícula—, mi cuerpo comienza a sentirse extraño.

Un deje de preocupación llegó a los ojos de Remus, posando la mano de forma suave en su vientre pero Scylla acunó su mejilla dulcemente para atraerlo hacia él y gruñó escasamente. Sus colmillos se asomaron por encima de sus labios y se relamió, gimiendo de forma escasa.

—El bebé está bien, es… diferente—ladeó su cabeza y arrugó la nariz, sintiendo sus propias funciones primarias alterarse gracias al idílico aroma de Remus—, mi cuerpo.

Una mezcla almibarada y picante molestaba sus sentidos, su piel se sentía más caliente y su centro estaba empapado. El sudor perló su frente y sus ojos estaban llenos de ese deseo embriagador.

Las manos de Remus se abren paso por sus túnicas y desnudan las piernas dulces de su esposo, la humedad entre sus muslos le secó la boca. Alzó la vista y guió dos de sus dedos hasta sus pliegues comenzando a frotar en círculos, sintiendo la suavidad de sus escamas y Scylla gimió, su espalda se arqueó mientras que era devorado por la intensidad de esa mirada helada.

—Estás completamente excitado, ¿es posible que tengas un calor estando embarazado?—Scylla dio una bocanada de aire cuando los dedos se detuvieron, se estremeció cuando Remus con toda su suavidad se deshizo prolijamente de la ropa.

—N-No es un calor—sus mejillas estaban encendidas—, huelo algo extraño—admitió, Remus tomó entre sus dedos pétalos que se habían entrelazado con el cabello largo de su amado y Scylla parpadeó.

Las flores. Sin dudas eran las culpables.

Inclinó el rostro hacia la mano tosca del azabache, el aroma de la flor y el de Remus unificados de forma superficial era completamente embriagador. La mejor esencia.

Ambos lo entendieron sin decirlo, mirándose con intensidad y decidieron simplemente dejarlo pasar por el momento. Remus únicamente alejó los pétalos y el estambre de las flores lo más posible para no seguir sobreestimulando los sentidos de su vishap. En un pequeño agradecimiento, Scylla dejó un casto beso en sus labios antes de morder ligeramente, rozando sus colmillos.

—Continúa—pidió en un susurro, separó las piernas y Remus sin más preámbulos recorrió sus caderas, ascendiendo por su pecho hasta los hinchados pectorales del vishap.

—Cielos benditos—los pezones de Scylla se endurecieron al tacto de Remus, con dedos comenzó a frotar suavemente viendo cómo se contorsionaba debajo suyo—, eres divino Scylla. Hermoso, precioso.

Los besos comenzaron a plantarse por el pecho del vishap seguido de mordidas en sus laterales, Scylla siseó y su cola finalmente apareció enrollándose en la cintura de Remus mientras que gemía nuevamente.

Una sonrisa presumida resaltó los labios del azabache, acercándose para tomar en su boca uno de los sensibles pezones de su esposo. Lo atrapó, su lengua lo rozó y un grito ahogado escapó del regente mientras que un líquido dulce y adictivo llenaba la boca de Remus.

Sus ojos se abrieron sorprendidos y al alzar la mirada sin abandonar el sabor a ambrosía, notó la vergüenza colmando al orgulloso príncipe haciendo que se cubriera el rostro.

—Esto es…—Scylla gruñó y su cola se apretó aún más como una amenaza muda, las garras cerúleas se clavaron ligeramente en el antebrazo de Remus.

—N-Ni una palabra—reclamó en un susurro cohibido justo cuando la lengua traviesa de Remus trazó círculos suaves y la leche volvía a brotar en gotas.

Ahora que lo había probado iba a ser difícil detenerse.

— 🍂 —

El sonido de sus pieles chocando endulzaba el lascivo sonido de los gemidos de ambos mientras que el sol comenzaba a ponerse en el horizonte. Remus dio una última embestida antes de derramar copiosamente semen en el interior de su pareja, Scylla tembló debajo del fuerte cuerpo de su esposo sin poder evitar evitar derramar lágrimas.

La boca de Remus regresó a molestar sus hinchados pezones, las marcas de mordidas que pintaban la piel llenaban de orgullo al Rey y comenzó a succionar hambriento, ya casi no salía gota y eso lo llegó a frustrar.

Scylla se estremeció, un nuevo vaivén dio inicio cuando Remus notó el desastre que estaba hecho su esposo mientras el semen desbordaba de su centro. Cada estocada lograba arrebatar un suspiro cansado pero no menos ansioso.

—¿Una vez más, amor?—sonrió desvergonzado y acarició su vientre abultado, Scylla siseó complacido y asintió mientras su cola da pequeños golpes contra la desastrosa manta de picnic antes de corresponder la sonrisa.

Tenían un poco más de tiempo, pronto vendrían a por ellos.

Notes:

Tardé demasiado pero no puedo abandonar este reto ☝

No tiene taaaanto contenido explícito pero sí el de los prompts, jeje
Espero les haya gustado.

(¿Ya vieron el Omega December? Me llama la atención pero primero debo acabar el kinktober jeje)

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