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Chapter 25: Heridas

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AyPierre POV.

 

Yo nunca podía decirle que no a Maximus, ver su sonrisa me derretía por completo, y su entusiasmo casi infantil me volvía una persona estúpida y vulnerable a sus encantos... Yo no podía negarme a este hombre y quizás por eso estaba aquí, en nuestro último día juntos antes del receso de invierno...

Yo había sido arrastrado a una fiesta repentina, dónde él era dj.

"Hace tanto tiempo no estoy frente a una bandeja de dj. Estoy algo nervioso" Dijo él días antes... Antes que yo lo besara tan lento y dulce que hasta él día de hoy yo conservaba el sabor de su boca en mis labios... Él me provocaba ser totalmente cursi y muy protector, virtudes que hasta el momento yo desconocía que podían habitar en mí. Pero allí estaba una vez más, siendo gobernado por los vuelcos de mi corazón que él provocaba en mí.

— Eres el mejor. Estoy seguro que todos te adoraran — Le dije rozando su mejilla con el revés de mi mano, aprovechando la oscuridad y la breve intimidad que nos brindaba el telón que nos separaba de un escenario improvisado.

¿Y quién no podría adorarlo?  El chico era muy bueno en todo lo que hacía... Él era un excelente amigo, un buen estudiante, una buena persona... El hombre no tenía defectos. Él era tan bondadoso, creativo y talentoso, los halagos para Maximus nunca serían suficientes... Realmente era maravilloso estar a su lado y admirarlo. 

 

La gente se amontonó a escuchar su set de música y a dejarse llevar por los sonidos que él mezclaba... Pasos de bailes descoordinados, vasos de plástico con alcohol, humo y risas por doquier, casi me hacían olvidar que yo aborrecía las fiestas, casi me hacían olvidar mi malhumor...

Salí de la fiesta después de un rato, caminé hasta la esquina y encendí el porro que celosamente había escondido en el bolsillo de mi abrigo. Suspiré mientras veía los autos estacionados sobre la acera en esa fría noche.

La nevada que nos había azotado por días, hoy se había disipado, incluso habíamos tenido un día de un sol invernal bastante agradable por la mañana.

 

Suspiré y cerré los ojos, imaginando mi día ideal... Lo que mi mente había planeado para este día; Max y yo olvidándonos del resto del mundo, los dos solos en mi habitación, en mi cama envueltos por mis sábanas, rodeando sus piernas, lamiendo su cara, su cuello... Tomando cada milímetro de su piel. Haciéndolo mío de una manera que él no pudiese pensar en nada más que yo follándolo...

Solté una sonrisa mientras lentamente abrí los ojos.

— Las próximas dos semanas serán fatales —  Dije en voz alta mientras fumaba...
Maximus a la mañana siguiente viajaría a su pueblo... Como el resto de los estudiantes él aprovecharía el receso invernal para estar con su familia. Yo al enterarme de sus planes, realmente sentí el impulso de comprar unos boletos de avión y viajar a Francia, pero desistí al pensar en una cena con mi madre y su nuevo novio, o soportar la insistencia de mi padre en que yo tomase parte del negocio familiar y dejara la universidad... Agh, mierda.

Mientras yo divagaba, el porro se había consumido rápidamente en mi boca y , provocando una leve quemadura en mis labios... Arrojé lo que quedaba del cigarro al suelo mientras acariciaba mis labios con la mirada perdida.

— ¿Qué haces aquí tan solo?

— Oh...

Slimecicle se acercó lentamente a mí, con las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón y una sonrisa entre dientes.

— Necesitaba un poco de aire fresco...

— Oh, ya veo — Dijo él a mi lado, mirando al suelo donde estaba el porro pisoteado, y volvió a mirarme soltando una risita — Ya veo... ¿Tienes más de ese aire fresco?

Mordí mi labios y me acerqué más a su lado. Él olía fuertemente a alcohol y yo comenzaba a marearme producto de la hierba... Aún así eso no me servía para justificar mis acciones. Realmente no sé porqué yo hacía las cosas que hacía, porqué yo dejaba que mis pensamientos intrusivos ganaran, pero allí estaba yo una vez más siendo estúpido e impulsivo.

Al fin y al cabo con Slimecicle las cosas siempre eran así... Ambos podíamos coquetear, incluso invadir nuestro espacio personal propasando los límites y aún así los dos sabríamos perfectamente que solo estábamos bromeando. Éramos dos idiotas, sin más...

— ¿Cuánto tienes? — Dije pasando mi pulgar por su pómulo derecho, soltando mi mejor sonrisa.

Él se acercó más a mi con su aliento a cerveza, haciendo puchero y soltó en voz baja:
— No tengo dinero... ¿Te puedo pagar después?

Reí y me aparté de él para sacar otro porro de mi bolsillo interior. Él me observó confundido y yo solo lo encendí mirándolo a los ojos.

— No hay trato.

Los ojos de él se iluminaron y una vez más él se acercó para hablar a centímetros de mí.

— ¿Y si te pago con otra cosa?

Sonreí malicioso, contemplé sus ojos verdes sin dejar de fumar y antes de hablar exhalé el humo en su cara, y dije:
— No creo que tengas algo que yo quiera...

El resopló y rió entre dientes.

 

 

Lo siguiente que recuerdo es yo cayendo al suelo y recibiendo un puñetazo en mi nariz.

— ¿¡Qué carajos haces Mariana!? — Slimecicle gritaba.

— ¿¡Qué estaban haciendo ustedes dos!? — El Mariana gritaba mientras golpeaba mi estómago — ¿¡No sabes que él está conmigo, Pierre!? Él es mío, mío! MÍO.

Yo estaba aturdido. La situación era extraña y yo estaba muy colocado para comprender lo que estaba sucediendo.

Mi instinto de supervivencia fue más fuerte, y solo me defendí con una patada certera en sus rodillas, él se alejó quejándose y yo me levanté rápidamente, frotando mi estómago.

Él se aleja un poco más pero esta vez con la guardia en alto, alentándome a pelear.

— ¡Vamos! Pégame, hijo de puta! — Gritó rasgando su garganta y posicionandose para pelear a puños — Eres muy valiente para follarte a mi novio pero no lo suficiente para enfrentarme, ¿No?

— ¿¡Qué dices!? Nosotros no... — Dije tratando de buscar apoyo en la mirada de  Slimecicle.

— Por favor ¡Basta Mariana! Nosotros no... — Dijo Slimecicle abrazándolo por detrás.

— ¡No mientan! — Dijo él antes de abalanzarse hacía mí y golpearme más fuerte en el mentón. Sus golpes eran fuertes y muy precisos, yo claramente estaba en desventaja con mis respuestas ofensivas.

Mis golpes no pretendían lastimarlo solo apartarlo de mí y evitar que él siga magullando mi cuerpo.

 

Maximus y Badboy llegaron gritando, tratando de separarnos.

— ¿¡Qué sucede aquí!? ¿¡Mariana!? — Preguntó Badboy alarmado.

El Mariana se separó de mí nuevamente escupiendo al suelo.

— Nada Badboyhalo... Solo dándole una lección a esta puta.

Y él volvió a acercarse para golpearme en la boca.

Yo nunca he sido alguien conflictivo, ni siquiera sabía como defenderme, pero allí estaba tratando de parar su golpiza con mis manos temblorosas. Todo era inútil, él realmente sabía donde golpear y esquivar...

— ¡Ya basta! — Dijo Maximus metiendose en el medio — Ya es suficiente.

— ¡No te metas Maximus! ¡Se lo merece por meter a su cama a Slime!

— ¿¡Qué!? — Gritó él, mirándome. La confusión en los ojos de Maxo provocaron un instantáneo nudo en mi garganta y un nuevo golpe de realidad.

— ¿¡Pero qué dices!? — Gritó aún más alto Slimecicle.

— ¡Oh, por favor no mientan! ¡Los vi! — Dijo El Mariana apuntando con el dedo mientras Badboy sostenía sus hombros — Cuando llegué estaban muy juntos, demasiado juntos...

— Solo estábamos hablando... — Respondí antes de llevarme la mano a mi labio inferior que ahora sangraba a borbotones.

— ¿¡Y cuando le envías mensajes a las tres de mañana también solo quieres hablar con él!?

— ¿Eso es verdad? — Preguntó Maximus alejándose unos pasos de nosotros.

— No, no, Maximus... Yo, solo... — Respondí confundido.

— Tu y yo sabemos muy bien que significan esos mensajes a esas horas ¿No? — El Mariana se acercó con una sonrisa furiosa a mi cara.

— ¿Eso es verdad Pierre? — Volvió a preguntar Maximus con los ojos a punto de soltar unas lágrimas y la voz quebrada.

Él se volteo a verlo y rió negando con la cabeza:
— Oh, Maximus no me digas que tú y él... — El suspiró — No nos conocemos lo suficiente, pero sé que tú mereces algo mejor que esto... ¡Estos dos pedazos de mierda nos están engañando!

— ¡No! ¡Eso no es verdad! — Contestó Slimecicle metiendose en el medio.

— Agh, ¿¡Por qué mierda mientes ahora!? — Gritó El Mariana — ¡He visto los mensajes en tu móvil!

— ¿¡Por qué revisas mi móvil!? ¿Estás loco? ¡Eso no está bien!

— ¿Sabes lo que no está bien? ¡Engañarme con este pendejo!

Tragué saliva tratando de recuperarme y respondí suavemente:
— Él solo quería comprarme hierba... Nosotros ya no... Nosotros no hemos estado juntos...

El Mariana conmocionado, me observó y se agachó para sentarse en cuclillas. Finalmente después de unos segundos en silencio él me dijo y apretando los dientes:
— Pero estuvieron juntos en el pasado, varias veces...

Yo lo miré mordiendo el interior de mi boca y rápidamente observé a Maximus, él solo miraba el suelo con la manos en sus bolsillos.

— Si, eso es verdad pero hace tiempo que nosotros no... Solo hablamos por marihuana, nada más. Lo juro.

— Si, es verdad Mariana — Dijo Slimecicle en voz baja.

— Entonces... — Él suspiró buscando las palabras en su cabeza — ¿Por eso hablaban en código por mensajes?

— Si — Respondió Slimecicle — ¿Recuerdas  la otra noche? Tú querías algo de fumar...

— ¿Por qué no me dijiste que Pierre vendía esa hierba?

— Yo... No lo sé — Respondió Slimecicle encogiéndose de hombros — Tú querías que me alejara de la gente de mi pasado... Y yo sé que Pierre no te cae bien. Yo, yo solo no quería complicar nuestra relación, Mariana. Yo solo estaba intentando hacer lo correcto...

El Mariana rió amargamente y se levantó del suelo.
Extendió su mano para estrecharla con la mía y dijo:
— Lo siento hombre — Él se acercó y me habló al oído — No quiero repetir esto ¿Entiendes? Él está conmigo ahora, él es mío.

Solo asentí con la cabeza. Realmente quería olvidar todo este conflicto absurdo...

La pareja se fue rápidamente dejándome en la acera solo con Badboy y Maximus... Bad hablaba por teléfono a solo unos pasos de mí, por el contrario Maxo estaba a mi lado aún con la mano en sus bolsillos y cabizbajo.

Me acerqué para acariciar su rostro pero este se apartó bruscamente de mí.

— ¿Estás bien? — Pregunté preocupado.

Él no respondió, él ni siquiera era capaz de mirarme.

— Llamé a un taxi, llegará en unos minutos — Interrumpió Badboy.

— Gracias Bebou — Dije sonriendo, provocando que el corte de mis labios vuelva a abrirse. La sangre volvía a brotar y la manga de mi abrigo se manchaba más y más al tratar de obstruir la herida.

— Oh, hombre...

— Yo iré con él en el taxi... — Dijo Maximus a Badboy. Él aún seguía sin mirarme a los ojos.

Esto dolía.

El viaje a casa fue lento, silencioso, tortuoso...
Maximus estaba sentado a mi lado tan distante, tan indiferente mirando por la ventana, exhalando profundamente mientras se abrazaba a sí mismo.

A su móvil no dejaban de llegar notificaciones de mensajes que él solo deslizaba con el dedo...

 

Llegamos a mi piso y fue imposible no chocar con el bolso de él detrás de mi puerta principal.

— Se suponía que yo debía llevarte a la terminal de trenes... — Solté intentando crear una conversación entre nosotros dos.

— Siéntate en el sofa — Me ordenó él, mientras se dirigía al baño.

Unos minutos más tarde él salió con el pequeño botiquín que yo guardaba en una de las gavetas de mi baño.

— Dios, tu abrigo es un desastre — Chistó con desagrado, antes de sentarse en el suelo frente a mí.

— Si... — Dije quitándome mi abrigo gris y observando la gran mancha de sangre en la manga.

Él tomó unas compresas y las roció con antiséptico, se acercó a mí para mirar mis heridas. Su cara era severa, seria... Yo nunca lo había visto así. Realmente yo me sentía como un niño que estaba a punto de ser castigado.

Me quejé por el dolor punzante provocado por el antiséptico en mis heridas y él al fin, volvió a mirarme a los ojos.

— No te muevas... — Me dijo seriamente.

 

Al cabo de unos minutos él terminó con sus curaciones en mi rostro y se apartó para caer sobre su trasero en el piso, sus rodillas flexionadas y su mirada sin rastros de emociones sobre mis heridas.

Él exhaló muy fuerte, abatido, decepcionado, y palmeó en los bolsillos de su chaqueta, buscando su cajetilla de cigarros. Me miró a los ojos antes de encender el mechero y finalmente extendió sus piernas en el piso.

Quise detenerlo, incluso regañarlo por fumar adentro, pero me contuve... No era justo para él. Él me había cuidado, curado... Era ridículo echarlo al balcón solo porque yo odiaba el olor a tabaco en interiores.

Examiné su rostro, sus gestos, sus silencios. Jesús, desearía no estar tan drogado... A pesar de los golpes, el mal momento y la notable distancia que Maximus había interpuesto entre nosotros, yo seguía muy colocado y desconcentrado. Mierda, mierda.

Mi mente vagaba por pensamientos estúpidos, y escenarios patéticos... Joder.

— No te entiendo, Pierre — Él me dijo mientras soltaba las cenizas de su cigarrillo dentro de una taza — No te entiendo...

Lo miré, su voz era seria, punzante, fría...

— Yo... — Quise hablar pero él me Interrumpió, elevando la voz.

— Yo no te entiendo... — Fumó con fuerza y exhaló irritado el humo de su boca — ¿Sabes algo? Desde que te conozco no he escuchado nada bueno sobre ti, la gente no es muy amable con tu reputación, incluso yo sabía historias sobre ti sin siquiera saber como era tu rostro... Y aún así yo quise arriesgarme — Él estiro ambas manos hacía atrás, elevando su mentón para hablarme a los ojos — Eres dulce conmigo y respetas mis límites, supongo que me gustabas mucho para ignorar todas banderas rojas a tu alrededor

— Maximus, yo lo siento...

— Y me gustas. Me gustas tanto, pero a veces me pregunto a mismo, qué carajos estoy haciendo contigo... Han sido meses tratando de no pensar demasiado, en acostumbrarme que tú estés con otras personas, en asimilar en tu coqueteo incesante para con todo el mundo. Realmente fue muy difícil adecuarme a ti y a esta relación sin sentimientos, pero hoy, hoy he llegado al límite que puedo soportar... No quiero volver a defenderte del novio de alguien, no quiero ver como eres el tercero en discordia de una relación. Yo no puedo.

— Maximus, perdón. Te prometo que no volverá a suceder.

— ¿Esto te sucede con frecuencia? — Él preguntó y sus ojos me miraban horrorizados. Yo exhalé, buscando una manera amable de responder, él sabía que yo no podía mentirle y yo sabía que él podía leerme como un libro. Él ya sabía la respuesta a esa pregunta. Él parece disgustarse conmigo y con él mismo y se levanta del piso, llevando sus manos a su cadera para elevar su voz — Mierda, Pierre, puta mierda ¿No te cansas de ser así?

Miré hacía abajo, a mis manos magulladas y lastimadas. Un nudo en mi garganta y el agujero en mi pecho que seguía devorando todo a su paso.

— Yo... Quiero cambiar, Maximus — Él me miró cruzado de brazos, apretando sus dientes y dispuesto a escuchar lo que yo tenía para decir — Nunca creí que yo mereciera algo más hasta que te conocí... Yo si, estoy cansado.

— ¿Necesitas que alguien te golpeé para cambiar!?

— ¡No! Yo... Yo llevaba un tiempo pensándolo...

— ¿Y cuándo pensabas decírmelo?

— Yo... No lo sé. Supongo que esperaba que todo siga fluyendo entre nosotros.

Él resopló y miró hacía el exterior, caminó unos pasos hacia el ventanal y volvió sobre sus pasos para hablar frente a mí.

— No puedes vivir en la incertidumbre Pierre. No puedes arrastrarme contigo a tu impulsividad... ¿Por qué le temes tanto a las promesas, al futuro, al compromiso?

— Yo no lo sé, Maximus. Yo soy así...

— ¿Ves un futuro a mi lado Pierre?

Me levanté del sofá para verlo a los ojos, mis manos intentaron abrazarlo pero solo se limitaron a tomar sus antebrazos. Él estaba tenso, mordiendo sus labios mientras un seño fruncido abrigaban sus ojos decepcionados.

— ¿Estoy en tu futuro, Pierre? — Volvió a preguntar él.

Dolía. Esto dolía más que la golpiza.

— No sé... Yo no sé, Maximus.

Él se apartó de mí, ocultando sus ojos rojos y la angustia en su cara.
— Creo que debemos parar aquí...

Duele.

Y sí, yo podría mentirle y prometer un futuro a su lado, soltar frases hechas o decir exactamente lo que él quería escuchar, pero yo no era así. Yo jamás podría pretender algo que no soy... Quizas él tenía razón, quizás yo nunca cambiaría si no me arriesgaba a comprometerme...

Puto cobarde.

 

Él desconsolado me miró a los ojos por última vez en silencio. Se dirigió al vestíbulo, tomó su bolso, y desde la puerta principal volvió a mirarme.

Él se estaba yendo...

— ¡Espera, Maximus! — Esto dolía, helaba y quemaba mi alma. Verlo irse así... Yo no estaba preparado, yo no podía permitir que él se fuese de mi lado — Todavía es muy temprano... Tu tren saldrá en dos horas.

Me acerqué a él pero no lo suficiente para no invadirlo.

— Supongo que esperaré en la terminal — Dijo fríamente sin siquiera mirarme.

Tragué saliva, apreté mis puños antes de acercarme unos paso más.

— ¿Podemos seguir siendo amigos?

Los ojos de él ya no ocultaban las lágrimas, tampoco la creciente rabia.

— ¡No, no! Estoy cansado de esto, Pierre. ¡De tus arreglos y enredos! ¿A caso no lo entiendes? — Él gritó y luego cerró la boca, mordiendo sus labios, tratando de regular su respiración, y continuó en voz suave — Lo mejor será que mantengamos distancia entre nosotros...

El nudo en mi garganta se sintió demasiado apretado para finalmente cortarme la respiración... Esto era el fin.

 

— Ok, te dejaré en paz Maximus... — Le dije después de un breve silencio.

Volví sobre mis pasos y él finalmente abrió la puerta principal para salir hacia el corredor.

Inmóvil, observé su silueta y como la puerta detrás de él se cerraba haciéndolo desaparecer... Él se fue.

Se ha ido...

Segundos, minutos, quizás horas esperé que él volviese tocando la puerta, pero no lo hizo.

Maximus...

 

Y así fue como me desmoroné sobre la alfombra y las lágrimas comenzaron a salar mis heridas...

Dolía, dolía mucho.