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El repentino sonido de la llamada de su celular lo asustó, lo sacó de su bolsillo y, al ver el nombre de Parrish, supo que este ya había llegado.
—¿Está todo bien? —ninguna respuesta, solo el silencio—. ¿Parrish?
—Señor.
Un silencio aturdidor en medio de ambas líneas, un preocupado hombre por saber si su hijo se encontraba bien y del otro lado una persona que no sabía cómo darle la noticia a su jefe.
—¡Parrish, habla de una vez! —el grito de Noah se escuchó por toda la comisaría, alertando a todos los presentes.
El suspiro de Parrish fue lo que escuchó primero, antes de que las palabras salieran de la boca de éste de una vez por todas.
—Yo, tiene que calmarse —lo peor que le puedes decir a alguien que no se encuentra calmado.
—¡Parrish!
—Stiles...—silencio—. Stiles se tomó los frascos de sus medicamentos —otro silencio—. Él intentó suicidarse.
Noah al terminar de escuchar esas palabras se quedó hecho piedra, su teléfono celular se resbaló de sus manos y llegó a parar en el suelo para luego perder el conocimiento. Si no es porque estaba rodeado por algunos de los agentes que lograron sostenerlo antes de caer, el golpe hubiera sido fuerte.
Mientras tanto, Parrish que aún seguía en la llamada, gritaba el nombre de su jefe después de haberle dado la noticia que ningún padre quería escuchar.
Pasaron alrededor de unos cinco minutos en que Noah se encontraba desmayado, que apenas despertó lo primero que hizo fue tomar las llaves de su auto e ir directo a donde se encontraba Stiles. Tara, una de las oficiales con antigüedad de la estación no dudo ni un segundo en seguirlo y quitarle las llaves.
—Dame las llaves, Tara —exigió—. Tengo que ir por mi hijo.
—No puedes conducir de esa forma luego de haber despertado de un desmayo —se acomodo su chaqueta—. Yo lo llevaré, vamos.
En otra situación estaría negándose a que alguien más tocará su auto, pero no era cualquier situación, se trataba de su hijo por lo que no debía de perder el tiempo. Los dos se subieron al vehículo, no sin antes dejarles indicaciones a su segundo al mando. Noah notó que no estaban conduciendo hasta su casa.
—Cuando caíste en la inconsciencia, tomé tu teléfono y Parrish me dijo que estaban llevando a Stiles al hospital.
Al llegar al hospital divisó la patrulla de Parrish al lado de una de las ambulancias. No esperó a que su compañera saliera con él, enseguida se dirigió al interior del lugar y fue directo a la recepción.
—¿Dónde está mi hijo? —le gritó al recepcionista frente suyo—. Responde la pregunta, por el amor de Dios.
Todos en el pueblo se conocían entre todos, y cuando vieron entrar al único hijo del actual sheriff no pudieron evitar preocuparse por él, primero su esposa y años más tarde el niño en una situación parecida.
—Señor, no podré darle la información.
—No me voy a calmar, dime dónde carajos está mi hijo.
Una mujer se acercó al mostrador y tocó el brazo de Noah con delicadeza para no alterarlo más de lo que ya estaba.
—Noah, mírame —trató de hacerlo entrar en razón—. Escúchame, en este momento le están haciendo un lavado a Stiles.
—¿Dónde está mi hijo, Melissa? —grandes lágrimas bañaban el rostro de Noah—. ¿Dónde está mi bebé?
Al ver que su amigo no lograría calmarse y bajo la atenta mirada de lástima y preocupación de todos los que estaban allí, terminaron de rodillas en el frío piso con ella rodeándolo en un abrazo.
—Es que no tienen otra cosa que hacer —Parrish grito a los presentes—. Vuelvan a lo que estaban haciendo.
Para Parrish era una completa invasión a la privacidad de su jefe. No importaba que estuvieran en medio del pasillo, no tenían ninguna razón de estar prestando atención al momento de dolor de un hombre preocupado por su ser querido.
—Necesito que respires lentamente, Noah —los dos seguían en el suelo—. Eso es, lento.
La respiración de Noah se volvió normal, y con ayuda de Parrish y Tara, lo sentaron en la silla que se encontraba justo detrás suyo. Melissa, que se retiró un momento regresó con un vaso de agua, se lo dio y Noah tomó de este despacio para evitar ahogarse.
—Noah —le miró—, a Stiles lo tienen un lavado de estómago.
—No lo entiendo, no lo entiendo —se llevó las manos a la cabeza—. Cuando me fuí, él estaba bien, le prometí que volvería a la mañana siguiente y luego haríamos lo que quisiera.
Melissa trataba de mantener su profesionalismo y que su cariño a la familia Stilinski no interfiriera con su trabajo como enfermera.
—Tratar de encontrar una razón lógica en este momento es imposible. Cualquier cosa que pasara por la mente de Stiles en ese momento pudo darse aún estando contigo en el mismo lugar.
—Pero.
—Lo único que podemos hacer ahora es esperar a que todo salga bien —le agarró de la mano—. Aquí estaremos pase lo que pase.
Aunque esas palabras fueran de ayuda, solo la noticia de que Stiles estaría bien y que por haber tomado una gran cantidad de pastillas no trajera consigo alguna secuela de gravedad para él, ya era mucho dolor para un chico que le faltaba mucho por vivir.
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Por las grandes puertas del hospital un chico entraba de forma apresurada, seguido de varias personas que trataban de alcanzarlo, pero que era prácticamente imposible llegar a hacerlo.
—Stiles Stilinski —grito al chico recepcionista—. ¿Dónde se encuentra Stiles Stilinski?
Era la primera noche en que ese chico trabajaba en ese lugar y sin duda pensaba que ese sería su pan diario, el que le llegaran personas alteradas a preguntarle sobre el estado de los pacientes, donde se encontraban y demás cosas.
—Que me respondas —Derek golpeó con gran fuerza el mostrador, asustando al de recepción.
—De no calmarse, me veré obligado a llamar a los guardias para que lo saquen y le prohíban la entrada.
Derek estaba por tomar al idiota frente suyo de la camisa y darle un puño en su cara. Ni siquiera pudo abalanzarse, porque sintió a dos personas tomarlo de los lados y alejarlo de allí. Eran su padre y su tío Peter.
—Tienes que bajarle a tu enojo, Derek —Desmond lo regaño—. No puedes dejar que tus emociones ganen y te hagan hacer cosas que no debes.
Muy tarde para dar ese mensaje, luego de que él fuera la razón principal por la que su novio se encontraba tan mal.
—Como no te calmes yo mismo te sacaré a patadas de aquí —Peter siguió.
Talia que veía como su esposo y su hermano trataban de hacer entrar en si a Derek, se acercó al mostrador.
—Disculpa —llamó al chico—. Perdona a mi hijo, estamos buscando a Stiles Stilinski.
—¿Son familiares?
—Se puede decir que sí —vio la duda en la mirada de la persona frente suyo—. Mi hijo es su novio, casi familia y por cierto, la familia Hale.
Al escuchar ese apellido, sintió cierto temor. Los Hale eran conocidos por ser una de las familias fundadoras del pueblo y grandes benefactores de la comunidad, apoyando numerosas instituciones locales.
—El paciente se encuentra —pero no pudo terminar de dar la información.
—¿Qué diablos haces aquí?
Toda la familia Hale llevó la vista hasta donde se escuchó el grito, era Noah, quien había escuchado todo el escándalo en la sala de espera y que al ver la presencia de Derek el enojo le invadió.
A Derek se le bajó el enojo únicamente escuchando al padre de Stiles, Y es que después de los sucedido con ellos dos, Noah adquirió cierto rencor contra él. No podía reprocharle nada, era un padre preocupado por la salud de su hijo.
—Noah, nosotros —Talia intento hablar.
—Tu no tienes nada que hacer aquí, Hale —dijo con asco el apellido—. De todos, el único que no merece estar en este lugar eres tú.
Con aquellas palabras, Derek podía comprender de mejor forma que los golpes no eran absolutamente nada, en cambio una sola cosa dicha por alguien podía ser el arma más letal. Todo quedó en completo silencio entre ambas familias, un silencio incómodo y repleto de tristeza por lo sucedido con Stiles.
Unos minutos pasaron, cuando de una de las puertas que conducían a la recepción llegó un doctor viendo los informes que una de las enfermeras le entregó con anterioridad. Melissa se encontraba a su lado.
—Familiares del paciente —hizo una mueca al leer el nombre—, Stilinski.
Al escuchar el apellido salir de los labios del doctor, todos voltearon a verle, y el primero que se acercó hasta casi lanzarse encima de este fue Noah.
—¿Cómo se encuentra mi hijo, doctor? —estaba ansioso por saber cómo había resultado todo.
—Logramos hacer la limpieza a tiempo —soltó aire—. Unos minutos más sin llegar al hospital, y las cosas no habrían salido bien.
Crudo, así es como los médicos debían dar la información a los familiares de sus pacientes, tenían que mantener su profesionalismo por lo que si eso indicaba ser un maldito, tenían que serlo.
Noah, los Hale, Parrish y Tara pudieron estar un poco más calmados por la información. Aunque eso no quitaba las posibles consecuencias que el haber ingerido una gran cantidad de pastillas y el tiempo de inconsciencia podían afectar a Stiles.
—¿Puedo pasar a ver a mi hijo?
—Por el momento se encuentra sedado, despertara en unas horas —vió el rostro de preocupación en aquel hombre—. Tenemos que esperar a que despierte para ver su evolución, así que teniendo en cuenta la situación, solo puede entrar una persona. Se encuentra en la habitación ciento dos.
—Muchas gracias.
El doctor asintió y se fue de allí, dejando todo nuevamente en un profundo silencio. Parrish y Tara se acercaron a su jefe para despedirse, ya que tenían que seguir cubriendo sus turnos, pero que apenas tuvieran tiempo volverían a acompañarle. Noah ni siquiera retomó el reclamo que estaba teniendo con Derek, sus piernas fueron más rápidas y se acercó a la habitación donde le dijeron que estaría Stiles.
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Las horas pasaron y Noah estaba al pendiente de Stiles. Tal como le había dicho el Doctor, el que Stiles despierte le tomaría unas cuantas horas, pero él no se alejaría en ningún momento. Dio un aviso en la estación sobre su ausencia de la noche anterior y que más adelante las repondría.
Ya eran las diez de la mañana y él aún no comía nada, en eso entra Melissa para analizar el estado de Stiles y ver si hay mejoría o algo peor y así avisar al doctor. Ya que todo se encontraba relativamente bien, se acercó a Noah.
—Noah, ve y tomate un descanso —le pidió.
—No puedo, Melissa —tenía su vista fija en Stiles—. No pienso perderlo de vista otra vez.
Ella entendía la actitud del hombre frente suyo. Perdió su vista en Claudia un solo día y nada resultó bien, años después lo hizo con Stiles por unas cuantas horas y la historia casi vuelve a repetirse.
—Ve y come algo —le ayudo a levantarse de la silla—. Yo me quedaré con Stiles en lo que tu regresas y si pasa algo te aviso de inmediato.
Asintió aun no muy convencido, pero en verdad que le hacía falta comer algo. Salió de la habitación y fue hasta la cafetería del hospital. Se pide lo que menos se demorarían en darle para volver con su hijo. En eso le llega un mensaje de Parrish, donde él, Tara y los demás agentes se preguntan por el estado de Stiles. Les agradece por la preocupación y les da detalles mínimos.
Ya habiendo terminado de desayunar, paga lo que pidió y busca el camino a la habitación donde estaba Stiles. No pasa por los lados de espera y recepción, pero tiene una corta vista de lo que pasa por allí, es cuando ve a Derek junto con Cora sentados. No le presta más importancia y entra. Apenas Melissa lo ve ingresar se levanta del único mueble, además de la camilla y se retira a seguir con sus labores. Noah se sienta donde antes de encontraba Melissa y el sueño le gana.
Unos ruidos interrumpen su sueño, mira el reloj en su muñeca y se da cuenta que ya son las doce del medio día, lo que quiere decir que durmió dos horas seguidas. Vuelve a escuchar el ruido y fija su vista en la camilla, es Stiles quien ya estaba despierto y lo estaba llamando.
Igual que una bala se levanta de su asiento y va directo a su hijo, de forma cariñosa y no tan brusca, abraza a su hijo derramando unas cuantas lágrimas en el hombro de este. Stiles se encuentra desorientado, no tiene recuerdos de las cosas que hizo luego de que Noah se fuera a la comisaría, todo está borroso en su memoria.
—Papá ¿Qué ocurre? —se siente débil—. ¿Qué hacemos en el hospital?
Cuando escucha las preguntas de Stiles se puede dar cuenta que no recuerda absolutamente nada de lo que hizo lo que lo trajo al hospital.
—¿No recuerdas nada? —Stiles asiente a la pregunta dudosamente—. ¿Qué es lo último que te viene a la mente?
Stiles mira a un lado. —Recuerdo que me dijiste que te tocaba ir a trabajar, cuando te fuiste baje a la cocina, primero iba a tomar mis pastillas para comer, luego de eso todo es borroso.
El que no recordara lo sucedido podría deberse a algún efecto que produjeron las pastillas o la otra fuera debido a que su mente y cuerpo actuaron solas y él no era consciente de nada.
—Cuando llegue a la comisaría no podía concentrarme, algo me decía que nada estaba bien —contaba sin apartar la vista—. Le dije a Parrish si podía ir a la casa a ver como estabas —su voz se entrecortaba y no pudo resistir más, comenzó a llorar—. Él te encontró en el suelo de la cocina junto a medio frasco de pastillas vacío.
Pequeños flashback comenzaron a aparecer, no llegaron bien, pero con lo que dijo su padre tomaban forma. Mirando a Noah, leyéndolo, podía notar cuan preocupado estaba, pero más allá de eso, también se veía el miedo y el temor de perderlo.
—Papá —levantó sus brazos.
Entendió perfectamente lo que Stiles quería y se acercó nuevamente a él para darle un abrazo. Un abrazo que demostraba el amor de un padre a su hijo y la angustia de perderlo.
—Tengo, tengo que llamar al doctor —siguen abrazandose—, para que te vea, ya regreso.
Ya estando al frente de la puerta Stiles dijo algo más.
—¿Derek se encuentra aquí?
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Mientras Derek se quedaba en la sala de esperas junto a Cora, que fue la única que pudo quedarse a esperar con él, no tenían respuesta a cómo se encontraba Stiles.
Ellos supieron de lo sucedido por Scott. Luego de que Stiles fuera ingresado, Melissa llamó a su hijo para decirle lo que ocurrió, mejor dicho, este le exigió saber lo que pasaba al notar la preocupación en el tono de voz de su madre. Ya sabiendo lo que pasaba intentó llamar a Derek, pero como no contestó ninguna de sus llamadas decidió entonces llamó a Cora para que le dijera apenas lo tuviera frente suyo.
—Cálmate, Derek —le pidió—. Estando así no vas a hacer nada, solo tienes que esperar a que el Sr. Stilinski salga de la habitación.
—No puedo Cora, no puedo simplemente hacerlo —respondió viendo un punto fijo en la pared—. Fui yo quien horrillo a Stiles a llegar a esto, fui yo quien lo lastimo cuando juré nunca hacer tal cosa, fui yo quien no le tomó importancia a mis palabras y creyó que lo que pasaba era por otra cosa. Todo es mi culpa.
—Te equivocaste, sí —su voz se entrecorta—. Fuiste un mal novio, también, pero quien decidió hacer eso fue él, nadie lo obligo y tienes que entender que no puedes hacerte responsable de las acciones de los demás, es imposible.
Derek nada más escuchaba hablar a su hermana menor, en cierta parte tenía razón. No podía darse el mérito de todo, pero si el hecho de que llevó con sus palabras a Stiles a la depresión y que está lo orilló a tratar de quitarse la vida, era con algo que no podría perdonarse por el resto de su vida.
—No puedo creer que una mocosa tenga más sabiduría que yo, su hermano mayor —le revolvió el cabello con cariño.
Cora sonrió y se quitó la mano de Derek de su cabello para luego acomodarlo. En ese momento la figura de Noah se asomó por el lugar y fijó su vista en ambos hermanos, que tragaron duro al notar que este se acercaba donde ellos.
—Stiles quiere verte —tenía las manos en sus bolsillos.
Derek asintió y se levantó de inmediato de la silla, pero al pasar junto a Noah, sintió la fuerte mano de él sobre su hombro derecho.
—Me disculpo por mi reacción de hace poco —Derek nada más lo escuchaba.
—No se preocupe, yo hubiera hecho lo mismo que usted.
Con eso fue camino a la habitación donde colocaron a Stiles. Estando frente a la puerta y soltando todo el aire que sus pulmones tenían, giró la manija y entró.
Al final pudo ver a Stiles acostado en la única cama que había. Sus pasos eran lentos, y todo bajo la atenta mirada de Stiles, quien podía ver lo tenso que Derek se encontraba. Quedó justo en la parte final de la cama, quería estar a su lado, pero la culpa no lo dejaba.
Los dos estaban callados, esperando a que el otro hablara para no decir algo que empeorara las cosas, para ese punto más problemas no era lo que ninguno de los dos querían.
—Lo siento —Derek fue el primero en hablar—. En verdad lo siento.
Stiles nada más lo veía con lágrimas en sus ojos.
—Mi intención nunca fue lastimarte —su voz era acompañada de su llanto—. Sé, sé que debimos hablar, yo debí de hablar y nunca quedarme callado, ahora me doy cuenta de todos los errores que cometí.
Para ese punto, Derek estaba arrodillado, llorando, sacando toda la culpa que guardo desde la última vez que los dos hablaron en el bosque y que no había liberado del todo la noche anterior en su conversación con Paige.
—Acércate.
Escuchó la voz de Stiles, que se notaba cansada y ronca. Haciendo caso se levantó del piso y lentamente se colocó al lado de Stiles. Aún estando a su lado no podía verle a la cara, no tenía el derecho de hacerlo.
—Lavanda la cabeza, Derek —no lo hizo—. Derek.
Al segundo llamado fue que lo hizo y su expresión era la misma de un niño que regañaron luego de que le dijeran que no siguiera haciendo lo que sea que estuviera haciendo, porque terminaría mal.
—En tu mirada puedo ver todo lo que sufres, Derek —le acaricio la mejilla—. Los dos estamos mal, no sabemos con exactitud lo que queremos del otro.
—¿Qué estás queriendo decir, Stiles?
—No podemos seguir así —quitó su mano del rostro de Derek—. Si lo seguimos haciendo vamos a lastimarnos toda la vida o el tiempo que estemos juntos.
—Stiles, por favor dime que no es lo que estoy pensando.
—Me duele hacer esto, Derek —más lágrimas salían—. Tenemos que terminar... Es lo mejor para ambos.
Y a Derek se le fue el aliento, perdió la fuerza en las piernas y quedó de rodillas otra vez.
—No, no, no —rogaba—. Por favor, no quiero estar lejos de tí, eres mi mundo entero.
—Derek —este levantó la cabeza—. Entiende que nos estamos haciendo daño.
—Podemos arreglar las cosas, podemos superar esto y muchas otras cosas más.
Los dos se miraron a los ojos, uno suplicando por una oportunidad de arreglar las cosas y el otro queriendo lo mejor para los dos. Los minutos pasaron y el silencio estaba presente, hasta que Stiles volvió a hablar.
—Si nuestro destino es permanecer juntos —se mordió los labios—. El destino nos volverá a unir, de lo contrario no éramos la mitad faltante en la vida del otro.
—¿Por cuánto tiempo?
—Todo el que sea necesario para curar nuestras heridas sin lastimar al otro —juntaron sus manos.
—¿Puedo darte un último beso?
Ni bien recibió respuesta cuando ya tenía los labios de Stiles pegados a los suyos. Dándose un beso, que no significaba una despedida, ni un adiós, ni nada de eso. Era un hasta pronto, ese sentimiento de no querer perder a alguien, pero que es mejor soltarlo y dejarlo libre en lugar de retenerlo. Los dos debían estar bien consigo mismos y estando juntos sería difícil.
No era un final, no del todo. Era un tal vez, que dejaba la puerta entreabierta a nuevas posibilidades.