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Ok, el lunes comenzó completamente con el pie izquierdo para Peter ¿entienden? Llegó tarde a la escuela, se tropezó y cayó en un charco de agua en medio de la estúpida calle, (sí, mucha gente lo vio y no le quedó de otra que sonreir y dar su caminata de la verguenza muy lejos e incómodamente mojado) se le olvidó traer su delantal de química así que estuvo toda una bendita clase fuera del aula como perrito abandonado. En su hora de colación tropezó otra vez, su comida le cayó a Flash, Flash se enojó, le tiró comida a él como venganza, pero gracias a sus poderes (que en ese momento sí funcionaron y no en los anteriores) esquivo todo a lo matrix, y entonces le cayó a otro, y ese otro también se ofendio y le tiro su pan al que se rio de él, y luego a esa alma desvergonzada le devolvió el tiro, y se pelearon, y se metieron más, y se pelearon todos contra todos. En resúmen, todo ese día fue la definición de efecto mariposa.
Luego, el martes se le restregó en la mera cara el desastres del lunes, después de todo creo una guerra de comida en pleno comienzo de semana.
El miércoles tampoco estuvo a salvó ya que no solo sufría las consecuencias del lunes, ¡Sino que las del martes también! La tensión que quedó entre los alumnos fue tan densa que ahora hay personas cuidando los baños para que no comenzarán otra guerra espontanea.
En el estúpido jueves consiguió más problemas, puesto que estaba arto de las bromas y las represalias de lo ocurrió en el Lunes, Martes y miércoles, (más el mal ambiente que ya había) entonces se peleó con quién se le dió la regalada gana y quedó perdiendo porque ante todo tiene valores de superhéroe.
Y sin todavía terminar su sufrimiento, el mal-nacido viernes le trajo un rojo de una prueba de lenguaje y su mejor amigo Ned había faltado a la escuela porqué ¿¡Por qué demonios había faltado jodido Ned?!
Así que estuvo deambulando como fantasma errante por toda la estancia escolar en busca de algo que le calmara la irritación que había agarrado en el Lunes, Martes, Miércoles y Jueves.
Y bueno, ahí estaba, dentro del auto con una horrorosa nube oscura arriba de la cabeza que gritaba ¡No me hablen!
Afín de que, como había dicho en su relato anterior, hoy era viernes, lo que significaba que tenía pasantía con el Señor Stark, o como ellos le decían, ¡Día de lab! Podía estar feliz porque pasaría una vez más tiempo con Tony pero, con la semana del demonio que tuv, ser feliz no era una opción. No para Peter B. Parker.
Un suspiro largo y cansado salió de los labios de Peter. Éste apoyó su cabeza en la ventanilla del caro vehículo viendo de reojo los autos pasar, letreros con el nombre de Stan Lee y su postulación a quién sabe qué, personas quedándose atrás gracias al contraste movimiento de la velocidad de las ruedas y demás cosas que puedes visualizar en un auto andando en medio de las calles de New York, ya que, hermosamente te olvidaste de los santos audífonos en tu asquerosa cama y ahora solo te toca distraer tu maraña de cabeza lista para explotar con lo primero que tienes.
Happy también estaba ahí, no por nada era su chófer natural. Éste daba severas y a la vez cortas miradas hacía el espejo de pasajeros, confundido, por el extraño silencio en el vehículo.
Peter las había notado hace un rato, pero guardaba silencio, si hablaba sentía que iba a estallar en un dos por tres.
Aunque no negaba que su sentido arácnido ya le estaba irritado por esas miradas que recibía.
—¿Qué pasó niño, las abuelitas en apuros se les olvidaron darte churros?— Preguntó Tony burlonamente luego de ver cómo su estudiante se dejó caer bruscamente en el único sillón de la habitación.
Peter soltó un ligero gruñido que fue amordazado por los cojines blancos del sofá, dándole a entender a su tutor que no estaba de buenas, ni un poco.
—Pues parase que sí.— Se respondió a sí mismo Anthony, apagando el holograma que estaba ocupando en su nuevo proyecto e iluminaba la habitacion de azul. Luego agarró su tasa de café, se giró desde sus talones y se apoyó en la mesa para quedar viendo la silueta desparramada en el sillón. Peter sintió todo eso sin nisiquiera mirar.
—Que raro, recuerdo haber aceptado a un pupilo, no a una funda para el sillón.—Bromeó Stark, dándole un sorbo a su humeante café cargado.
Sin embargo, lo único que recibió fue un desentendido silencio que lo hizo suspirar.
Dejó su tasa en el mesón de su taller y se sentó en el poco hueco que había del sillón.
—¿Mal día?— Preguntó. La pregunta era estúpida pero no sabía qué más decir en todo caso.
Con naturalidad ordeno los revoltosos mechones castaños.
Peter levanto un poco su cabeza, apoyando su mejilla izquierda en el cómodo cojín, relajándose un poco por los mimos que recibía.
Un poco del peso que llevaba en la espalda desapareció felizmente.
—Semana.— Corrigió sin mucha emoción.— Mala semana...horrible semana, que asco.— Soltó otro gruñido, dejando una mueca de desagrado en su aniñado rostro.
—Si, algunas veces dan ganas de matar a todos.— Añadió Tony desinteresado.
—¡Señor Stark!— Chilló el pequeño sin ánimos.
—Oh, lo siento. Pensé que estábamos en el mismo bote.—Sonrío divertido el mayor, tratando de darle un sorbo a su café, recordando que lo había dejado en el mesón de trabajo.
—Aún así, no niegues que alguna vez llegaste a pensar en eso.— Miró su mano vacía y luego la mesa que estaba a unos metros lejos de él. Decidía si ir en busca de su café o esperar a que algo mágico pasase.
Peter hizo un leve puchero. ¿Hay alguien que no haya pensado así alguna vez? Se cuestionó.
—No, no lo niego.— Susurró desanimado.— Pero igual está mal.
—Lo que tú digas, niño.—— Bajo la mirada el magnate decepcionado. Aparentemente aún no desbloqueaba la telequinesis.
—Supongó que no me dirás sobre tu horrible semana.— El niño nego silenciosamente.
— Y tampoco tienes ganas de seguir con nuestro proyecto.— El chico no dijo nada, aunque no era necesario. Tony lo conocía lo suficiente como para saber sus reacciones ante sus emociones y situaciones.
— Así que nos queda una cosa ¿Quieres helado?— Peter se fijó de reojo al magnate. Pensando y a la vez no sobre su propuesta.
—¿Con una película?— Preguntó.
—Sí, ¿por qué no?—Sonrío, Tony.
—Sí, sí quiero.— Aceptó el pequeño, levantándose primero con ayuda de sus brazos y luego con sus piernas vaga y lastimosamente.
——Puede, ¿Puede ser una serie, mejor? —Tony observó con un ceja levantada al joven quien se encogio en su lugar.
— Es, es una serie nueva del mundo de Star Wars.—Sonrío levemente, suplicando con la mirada.
— Se llama The Mandalorian, es muy buena.
—¿Star Wars?— Fue lo poco que se le quedó en la cabeza el adulto, caminando al comedor.
—Es nueva.— Hizo un gesto suplicante, Peter.
Stark simplemente optó por suspirar. Había visto tantas veces las películas de Star Wars que si quisiera agarraría un papel y escribiría un guión entero desde cada palabra que decían los personajes (contando los extraterrestres) hasta cuántas piedras habían en cada escena sin problemas.
En total, ya estaba un poco aburrido de toda esa franquicia, pero mírenlo ahí, cayendo ante los vidriosos ojos de una arañita. ¿Desde cuándo se volvió tan blando? Lo peor es que el niño no estaba en su mejor estado, así que consentirlo un poco no estaría tan mal.
—Esta bien.— Murmuró, resignado.
— Pero para la siguiente me toca a mí elegir, ¿entendiste mocoso?— Se hizo el duro por algunos segundos, antes de que el niño lo abrazara.
—Yeii.— Soltó suavemente Peter, con una voz muy tierna ante los ojos de Stark, que se quedó frío en medio del pasillo.
Para estar desánimo ese niño no perdía su encanto. En el fondo, suponía que el joven sabía lo que provocaba en él, pero su lado hipócrita se negaba aceptarlo, porque eso sería reconocer todos los cambios que habían en su nuevo yo. Era vergonzoso.
Pasaron todo el día rodeados de almohadas, sábanas, comida chatarra y una maratón de capitulos de la serie The Mandalorian.
No estaba mal.
Esa cosa verde le recordaba a alguien, y más con lo de meterse en situaciones raras.
El día fue muy tranquilo y relajante.
Tony se encargó de animar y mimar a la arañita tanto como pudo y sin duda lo logró.
Peter se acomodó entre tantas mantas, quedando apoyado en el pecho del mayor quien ya hace un largo tiempo se había ido al mundo de los sueños.
El pequeño lo quedo observando relajadamente.
Ya no estaba tan enojado con el mundo y todo lo que tuviera que ver con la escuela. Eso era algo bueno supongo, no creía haber soportado otro día de estrés, habría sido su tumba con todas las letras.
Su vista se movió por ahí y por allá, la habitación estaba completamente oscura así que lo poco que visualizaba eran distintas formas grises, negras o cosas moviéndose alocadamente.
No fue hasta notar el extraño color de polera que ocupaba el futurista.
Rojo.
Era extraño si conocías el estilo casual del mayor, ya que este tenía la manía de siempre llevar poleras de color negro, blanco, gris o diferentes tonos de azul (ese si que era más natural), nada muy chillón ni llamativo.
Contradictorio porque eso literalmente era su traje de Iron-Man.
Pero ahora traía una polera roja.
Todo lo contrario a la habitual.
Peter la observó con curiosidad.
Podía simplemente ser una prenda que nunca vio y ya, o algo nuevo, se veía nuevo sin duda.
Entrecerró sus ojos para ver más notando la existencia de un logo o algo por el estilo.
—¿Patas?— Ladeó su cabecita confundido. Con mucho cuidado de no despertar a Tony se enderezo gracias a sus brazos y miró muy fijamente el diseño de la polera.
Una araña negra opacaba y tomaba más personalidad en la tela rojisa.
El niño se quedó de piedra en su lugar con los ojos grandes de la impresión.
¿El Señor Stark estaba usando una polera de Spider-Man?
¿De él?
Podría estar confundiendo y malinterpretandó la situación, pero nada detuvo el calor intenso que quemó su abdomen y después su cara que contenía con todo el esfuerzo del mundo el no sonreír de oreja a oreja.
El Señor Stark traía una polera de él. ¡De él! Estaba feliz ¡No! Estaba eufórico, sí, eso lo definía más en esta situación.
Peter se movió un poco inquieto en el sillón sin saber que hacer.
¿El Señor Stark se enojaría si le sacaba una foto para el recuerdo? Estaba dormido, si no fuera que había una inteligencia artificial que avisaba de todo y guarda todo no tendría ningún problema de sacar una foto y guardarla como un tesoro personal sin que nadie se entere...excepto Ned, él claramente se enteraría.
O simplemente podía meterse a la memoria de la IA y hacer una copia de un vídeo o foto de la polera...no, eso sí que era demasiado imposible y tedioso.
El pequeño se mordió el labio inferior.
Literalmente estaba perdiendo una oportunidad única, o eso creía ¿Era posible que el Señor Stark se pusiera está polera más seguido? Era nueva, no estaba muy seguro ¿Qué pasaba si la tenía hace ya un tiempo pero nunca la utizaba porqué no le gustaba?
¿Él se pondría más amenudo una polera de Spider-Man si fuera de un color más apropiado a su criterio? Se hizo una pregunta random el menor, tratando de hacer que está situación subiera a un porcentaje más allá del 1%
Sin embargo, luego de un rato solo se quedó observando la prenda sin ideas.
La persona que más admiraba en el mundo estaba ocupando una polera de su alter-ego, y él, no podía hacer nada para tener un recuerdo más claro.
Suspiró.
¿Y si le pedía que ocupará más esa polera? Hmmm, no, que vergonzoso.
Suspiró por segunda vez acostándose encima de algunas almohadas sin parar de ver la dichosa polera.
Ante todo estaba feliz. Esta sorpresa le había quitado cada pisca de enojo o irritación.
——No está mal.— Susurró con una sonrisa satisfecha.
Por lo bueno se llevaría el recuerdo.