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Entre la niebla

Summary:

Yukio es criado por Shiro, siendo un total ignorante de su linaje. Se convirtió en exorcista a temprana edad. Decidido a enorgullecer a su padre, toma un nuevo meister, el de tamer, a pesar de no querer a los demonios. Uno muy particular acepta su llamado, el príncipe de Gehenna. Sin proponérselo, Yukio comienza a ver que su vida es una mentira.
.
Satán en esta oportunidad no es un mal padre, bueno, sí, pero no, tiene sus motivos... yo quería que sea bueno (?)
Nota: este fue el primer fanfic que escribí para este fandom en 2021 a pesar de estar hace muchos años merodeando por estos lares...

Notes:

Este fanfic esta terminado, lo comencé en junio del 2020 y lo finalice en mayo/junio de 2021 aprox (pero la compu me tira mal las fechas xD)
Tiene 13 capítulos, pero este ultimo esta dividido en 3 partes.

Chapter 1: Capítulo 1

Chapter Text

                Shiro Fujimoto caminaba un el pasillo hacía el despacho de Mephisto, su paso era lento, atado a su cuello una manta en donde cargaba a unos gemelos recién nacidos que dormían ignorando por todo lo que habían pasado en pocas horas de estar en el mundo. En cambio, el exorcista a pesar de notarse altivo, por dentro se encontraba devastado ¿Qué haría con esos niños? Le había prometido a Yuri que los cuidaría y que él sería el padre de ellos, serían una familia, pero y ¿ahora? Ella ya no estaba, la vio morir en sus brazos, él la amaba, pero todo era demasiado tarde. Entró a la habitación para encontrarse al demonio sentado detrás de su escritorio.

—¿Dónde está Yuri Egin? —preguntó mientras juntaba ambas manos en las cuales apoyó su mentón, dejó escapar una sonrisa.

—Muerta —respondió al mismo tiempo que desataba la manta de su cuello—. Incineré su cuerpo y esparcí las cenizas.

—Creí que lograría sobrevivir. Es una lástima.

—Ni siquiera te da lástima, deja de ser así —abandonó el bulto con los bebés frente al demonio y de su cintura sacó la espada envainada en donde habían sido sellados los poderes del gemelo mayor—. Esto es tuyo, yo me voy.

—¡No! Espera —lo detuvo—. Sabes que soy una persona ocupada ¿Qué quieres que haga con ellos? —su rostro mostraba sorpresa.

—No lo sé, fíjate —le dio la espalda dispuesto a irse—. Ya cumplí con mi parte, Yuri ya no está, así que ellos ya no son mi responsabilidad.

—¿Por qué los dejaste vivir?

            El hombre se detuvo nuevamente ante la pregunta ¿Por qué los había dejado vivir? No tenía idea de porqué lo había hecho, solo los vio llorar sobre la nieve como si pidieran ayuda y los rescató, fue por instinto de ¿padre?

—Por Yuri, ella los protegió, eso es todo —volvió a caminar hasta abrir la puerta—. Buena suerte con esos llorones.

—Si te haces cargo de uno, no le diré al vaticano que tu ayudaste a Yuri Egin a escapar. Si no, que te deshiciste de toda conexión con Satán en Assiah.

—¿Qué es lo que te propones? —era raro que le propusiera algo de esa escala como hacerse cargo de uno de los niños a cambio de dejarlo “libre”.

—Nada, solo pensé en que te gustaría quedarte con un recuerdo de tu amada —dejó a la vista a los gemelos—. ¿Cuál quieres?

—Ambos son demonios así que me da igual ­—volvió hasta el escritorio y observó a los pequeños dormidos. Yukio era el más parecido a Yuri físicamente, Rin le generaba algo dentro que no sabía explicar que era, los poderes estaban sellados en la kurikara así que no veía problema en ese aspecto.

—Ambos son humanos también —levantó al de pelo oscuro—. Este tiene cara de ser el menos problemático, así que podrás pasar desapercibido del vaticano por mucho tiempo, ya que él no heredo los poderes de su padre. Podrás criarlo como un humano normal.

—Acepto —lo cargó en brazos dispuesto de una vez por todas marcharse de ese lugar.

—¿Quieres saber que haré con este? —señaló a Rin.

—No —no quería saber porque si no se lo llevaría también y no quería tener más apegos, mucho menos problemas futuros como una nueva posesión de Satán porque no lo soportaría—. Nos vemos. Ah, por cierto, ese niño se llama Rin, si quieres dejarlo con vida que conserve el nombre.

            Ya no volteó, solo abandonó la habitación y cerró la puerta a su espalda. ¿Qué haría con ese niño? ¿Cómo lo criaría? En el caso de no presentar poderes ¿sería necesario contarle su procedencia? Por el momento era muy pronto para pensar en eso, esperaría hasta que la situación se presente y buscaría una respuesta. Con todo el caos que se había desatado horas antes, nadie le prestó atención, así que en la primera puerta metió la llave que sacó de su bolsillo —una de las que le había dado Mephisto—, al abrir se encontró en una pequeña iglesia, su casa.


 

            Pasaron los días, los meses y con ellos los años. Shiro se sentía orgulloso de haber criado a ese niño, ahora era profesor en la academia de la Cruz Verdadera, Yukio se había convertido en exorcista con tan solo doce años de edad. Lo instruyó en el oficio porque desde pequeño pudo ver demonios y de esta forma dejó de tener miedo. Tal y como se lo había planteado el padre, el joven era un total ignorante de su pasado, cuando llegó el momento de contarle la verdad, decidió no hacerlo. Él era un humano normal como todo el resto. Le dijo que un día por la mañana lo encontró abandonado en la puerta de la iglesia, lo vio tan pequeño que lo adoptó. Cuando él quiso saber quiénes eran sus padres —y lo investigó—, solo supo que a su madre la había asesinado un demonio.

            Criar a Yukio había sido totalmente agotador, al menos los primeros años. El padre Fujimoto recordaba todos esos días en los que no pegaba un ojo porque el niño de la nada comenzaba a llorar y cuando lograba hacerlo dormir, él caía rendido a su lado. En más de una ocasión tuvo en mente devolvérselo a Mephisto y que hiciera con él lo mismo que había hecho con el otro niño, del cual —hasta el día de hoy— no sabía absolutamente nada. Luego, cuando lo observaba y veía a Yuri en él, olvidaba todo el mal rato que pasaba.


 

            El adolescente entró a la iglesia en silencio, siempre pasaba por allí antes de entrar a la casa, era una costumbre porque ambas estaban conectadas por una puerta. Encontró a su padre cocinando, acto seguido saludó mientras dejaba en una silla su maletín con las cosas de la academia de exorcistas. Estaba cansado y solo quería dormir al menos por media hora. Su día había comenzado bien, sus alumnos eran pocos y muy aplicados, algo que lo llenaba de orgullo ya que todos presentaban la tarea a tiempo. Mas tarde, se encontró con Shura, una mujer que durante su infancia la había pasado mal y cuando fue rescatada de ese maldito lugar Shiro la crío y educó. Lo molestaba, sí, pero la quería casi como si fuera su hermana, aunque constantemente lo llamaba por ese tonto apodo de “gato asustado”, se burlaba de él solo por lo mal que se sintió en las primeras misiones. Para finalizar su día laboral, un demonio se metió en la academia, tenía el aspecto de un humano normal, solo que su cabello era blanco azulado, orejas puntiagudas y unos colmillos largos. En ningún momento atacó, solo se dio cuenta cuando lo encontró sentado en una de las bancas del patio, el demonio lo observó pasar sin quitarle la vista de encima y se puso nervioso. Debería de hablar con Mephisto para que hiciera algo con él, no podía dejarlo suelto o pondría en peligro a cualquier estudiante en cuanto se dieran cuenta de qué era. Finalizada la clase se dirigió al despacho del director para hablar sobre ese joven y de cómo lo había dejado ingresar al establecimiento.

—Señor Pheles —llamó a la puerta y del otro lado se escuchó la invitación para que ingresará—. Disculpe la hora, pero me gustaría hablar algo con usted.

—Hola Okumura-kun, toma asiento así conversamos mejor.

            El joven caminó por la habitación que era muy espaciosa hasta llegar a la silla indicada por el director. Antes de llegar a su lugar sintió que alguien lo miraba, dirigió su mirada hacía esa presencia y como si fuera arte de magia, el motivo de estar allí se encontraba sentado mirando por la ventana, su cola se movía lento de un lado hacía otro. Lo ignoró y tomó asiento 

—¿Qué te trae por aquí? —preguntó el hombre sonriendo.

—Ahora sé que usted es el responsable de dejar pasar demonios a la academia —miró rápidamente al chico—. No creo que sea correcto que lo deje merodear con libertad por estos lados, pone en peligro la vida de los estudiantes.

—Rin está totalmente domesticado —ahora Yukio sabía el nombre de ese chico—, no es malo y tampoco creo que ataque a alguien.

—Un demonio jamás será domesticado del todo —lo miró con recelo—, además, no se puede confiar en ustedes —haciendo referencia a que ambos eran demonios.

—Okumura-kun le prometo que mi hermano pequeño se portará bien durante su estadía en Assiah ¿verdad? —preguntó para que el joven respondiera.

—Verdad —habló desde su lugar—, solo quería conocer Assiah, me quedaré hasta que padre se dé cuenta que no estoy en Gehenna.

—Te estaré vigilando demonio —le dijo a Rin mientras se ponía de pie— a la primera falta te exorcizaré.

            Observó al chico para ver si había tomado de en serio su amenaza y lo hizo, a diferencia de hacía cinco minutos atrás, ahora el demonio no tenía a la vista su cola, lo que significaba que no estaba en confianza. Se despidió del director y abandonó el lugar. Solo quería llegar a casa.

 

—¿Qué tal te ha ido hijo? —el sacerdote sacó de sus pensamientos al joven.

—Agotador como de costumbre, solo que ahora anda un demonio suelto en la academia y resulta ser que Mephisto lo ha dejado pasar.

—¿Amaimon? —indagó mientras preparaba la mesa.

—Ya quisiera —había tratado con ese demonio y no era de andar libremente por la institución, sino que le gustaba recorrer el mundo—. Este es otro de sus tantos hermanos —¿Cómo se llamaba? — si no me equivoco se llama Rin.

            Shiro dejó caer el vaso que llevaba en su mano y el mismo se hizo añicos contra el suelo. Estaba sumamente creído que ese chico ya no aparecería, las pocas veces en que le había preguntado a Mephisto por él, le respondió que ya no era un problema. Ahora se convertiría en uno si se le daba por contarle la verdad a Yukio, aunque dudaba de sobremanera que este fuera a creerle algo, tenía un especial rencor hacía los demonios.

—Papá ¿estás bien? —se levantó de golpe para ayudarlo— ¿qué te duele?

—Lo siento, estoy bien —se disculpó—. Ten cuidado con ese tal Rin, los demonios suelen ser traicioneros.

—Lo sé, me has enseñado bien y le dije que al primer problema lo exorcizaré —fue por la escoba y la pala para recoger el vidrio del suelo—. Igual en unos días se irá porque seguro que su padre se lo llevará nuevamente.

—Es lo mejor, no quiero que te metas en problemas por cosas que no valen la pena —volvió a agarrar otro vaso para ponerlo en la mesa—. La cena esta lista.

            Cenaron en compañía de todos los integrantes del monasterio, podía decirse que era una gran familia.


 

            Vivir en Gehena para el heredero del trono era en pocas palabras totalmente aburrido. No podía abandonar el palacio para nada, según su padre alguien de su estatus no debía mezclarse con demonios comunes. Tenía clases personales y entrenamiento estricto, aunque siempre andaba escabulléndose para no estudiar. Ese día despertó con la firme idea de conocer Assiah, jamás había estado en ese lado y por lo que sus hermanos decían era un lugar divertido para explorar, más que nada por la buena comida. Miró la llave que Samael le entregó hace muchos años atrás, que supuestamente lo llevaría a donde él quisiera, en el tiempo que deseara. Esa llave lo llevó a conocer el pasado —su origen—, desde el momento en que su madre —una humana exorcista— conoció a Satán, hasta que él fue entregado a su padre. Su mayor sorpresa fue saber que tenía otro hermano y que era su gemelo. Cuando le preguntó a su padre por él, le dijo que al igual que Yuri, no había logrado sobrevivir, Rin en Assiah corría peligro porque en cuanto lo encontraran lo matarían y por eso tenía prohibido ir al otro mundo.

            El joven demonio abrió la puerta con su llave y al atravesar el umbral se encontró con una habitación enorme. Su hermano, Samael, no estaba por ninguna parte y sospechó que había pensado en otra cosa al abrir la puerta. Observó el lugar mientras caminaba, se detuvo frente a una ventana que daba a un patio con una fuente, por el aspecto de todo, estaba en donde quería. A los pocos minutos la puerta se abrió dejando ver a quien él quería.

—Hola —saludó entusiasmado, su cola se movió con alegría.

—¿Qué haces aquí? Rin —el susto que se llevó el director al verlo lo hizo dar varios pasos hacia atrás.

—Quería conocer el lugar en donde vives, además, Amaimon me ha dicho que la comida de aquí es deliciosa —justificó.

—¿Padre sabe que has venido? —ese niño se metería en problemas.

—Si lo supiera yo no estaría aquí —dio varias vueltas por la sala, pensando en que diría a continuación—. Quiero conocer a mi gemelo.

—Ya te hemos dicho que tu hermano está muerto al menos unas diez mil veces —aseguró un tanto frustrado.

—He usado la llave que me has dado y hasta donde vi, él fue entregado al hombre que nos salvó junto con nuestra madre —le mostró la llave en cuestión.

—Si prometes no decirle nada a padre —suspiró, ahora se arrepentía de haberle obsequiado esa llave— te diré que paso con tu gemelo.

—Lo prometo —puso su cara mas inocente, si no fuera un demonio cualquiera que lo viera diría que era un angelito.  

—Yukio es profesor de la academia, es un exorcista, fue criado por Shiro Fujimoto y vive con él en una iglesia.

—¿Puedo hablar con él? —preguntó más exaltado.

—No lo creo, no se lleva bien con los demonios y desconoce de su pasado, no sabe que tiene un hermano y mucho menos que es mitad demonio.

—Pero ¿puedo conocerlo?

—Si te digo que no, lo harás igual así que haz lo que quieras siempre y cuando no hables con él —arrastró a su hermano menor hasta la ventana, esperaron unos minutos hasta que lo vio pasar—. Ese chico de ahí es Yukio.

—Gracias, esperaré a fuera hasta que pase otra vez —se dirigió a la puerta apresurado.

—Rin —lo llamó por última vez— esconde la cola porque esta escuela está llena de exorcistas, si te reconocen estarás en riesgo.

            El chico solo asintió, enroscó su cola en su cintura y salió del lugar. El rey del tiempo sonrió, sabía que algo interesante se estaba avecinando y complicaría todo. Por el momento dejaría que las cosas siguieran su curso y recién intervendría cuando la vida de alguien esté en peligro y solo de ser necesario.

            Rin fiel a su promesa salió al patio y se sentó a esperar a que su hermano pasara nuevamente por ahí, estuvo más de una hora mirando a la nada cuando lo vio pasar, su paso era firme como todo profesor. Cruzaron miradas por pocos segundos y el desprecio que notó en ellos en cuanto lo vio le generó un escalofrío, sería muy complicado hablar con él. Tiempo después —cuando él ya estaba en el despacho del director—, tuvo la suerte de volverlo a cruzar, habló por unos momentos con Samael, el desagrado nuevamente estaba presente y la amenaza latente de que lo mataría lo llevo a verlo con un poco de recelo, si tan solo lo dejaran le quemaría la ropa por diversión. Al fin pudo respirar cuando se marchó, sin lugar a dudas su gemelo era un chico muy particular.

Chapter 2: Capitulo 2

Notes:

Wenas! He aquí el capítulo siguiente, si no me olvido publicaré en la semana el que sigue, igual es una porquería este fic, no esperen mucho 😅😅
PD: perdón por las faltas de ortografía s veces se me pasa alguna

Chapter Text

        Los siguientes días para Yukio fueron de los más normales, seguramente ese demonio había tomado en serio su amenaza porque no lo volvió a ver, el que haya regresado a Gehenna era una posibilidad de las que más pensaba.

El joven caminaba perdido en sus pensamientos, era un día lindo así que en vez de utilizar la llave para aparecer en su casa decidió caminar. Mala idea, no faltaba mucho para llegar cuando lo vio, Rin se encontraba sentado en los columpios de la plaza mientras tomaba un refresco, con la otra mano arrojaba pan a las palomas que se amontonaban todas cerca de él para poder comer. Lo ignoró, era lo único que podía hacer en ese momento, además, ni siquiera se percató de que él estaba ahí. Siguió caminando. Tres cuadras antes de llegar a las inmediaciones de la iglesia, notó que lo seguían, se volteó levemente y quien antes estaba alimentando a las aves ahora caminaba a una distancia prudencial, el exorcista aceleró el paso, ya que una vez que cruzara las rejas de su casa él no podría ingresar porque había una protección anti demonios. 

—Deja de seguirme —Yukio habló sin voltear ni detenerse.

—No te estoy siguiendo —respondió el chico—, solo estamos haciendo el mismo recorrido.

—¿Un demonio va a la iglesia? 

—¿Quién me lo impide? —contratacó con otra pregunta.

—La protección que puso mi padre para que los de tu tipo no ingresaran —continúo caminando.

—Entonces ¿Por qué puedes pasar? —lo miró serio esperando una reacción.

—Soy un humano —se detuvo en la puerta— eso explica mucho. 

—Si tú pasas yo también puedo —lo desafío.

—Eres un demonio y no puedes pasar.

    Se miraron fijamente, detestó esa sonrisa de superioridad y de “yo tengo la razón” de Rin y quiso golpearlo. Sabía que estaba jugando con él para que lo atacara, pero no lo haría, conocía muy bien a los demonios y sabía cómo tratarlos, pero por algún extraño motivo con él no podía. Rin lo miró nuevamente y sin prestarle atención entró al patio de la iglesia, no sintió nada, así que tenía razón con lo de la protección. El joven frente a él se sorprendió, seguro que su padre la había quitado por algún motivo.

—Indaga sobre tu pasado hermano, alguien ha estado engañándote toda tu vida —fueron las últimas palabras de Rin y se marchó por el mismo lugar en el que había llegado.

    El exorcista suspiró cansado, ahora no lo solo tenía un demonio molesto sino que también con algún problema psicológico. Él ¿vivir engañado? Ese joven quería molestarlo y era todo. La respuesta a que ambos ingresaron al patio de la iglesia era que su padre quito la protección y punto. No sospecharía de esas cosas insignificantes, además, ahora que prestaba atención al ambiente vio algunos pequeños demonios pululando por el lugar —Coal Tar— y al ser débiles, deberían de estar muertos. En fin, para Yukio, Rin era un idiota. 


    El demonio caminaba nuevamente hacia la academia de la Cruz Verdadera, sabía cómo esquivar las barreras o sino utilizaba la llave y llegaba más rápido hacía donde quería. Constantemente se decía que era un idiota, había hablado de más, pero solo lo hizo porque le molestaba que su hermano lo odiara tanto, él no era malo, tenía su carácter, pero era incapaz de lastimar a alguien por diversión. Le dijo “hermano”, aunque esa palabra también era usada como modismo ¿no? Si Samael se enteraba lo mandaría a Gehenna sin objeciones o le diría a padre y lo tendría castigado una larga temporada. 

—¿En qué lio te has metido hoy? Hermanito —preguntó Mephisto al verlo entrar a la sala— no sueles pensar tanto. 

—En ninguno —mintió—. Estaba pensando en que algunos humanos son peores que nosotros —se sentó cerca de la ventana—, hoy unos niños estaban matando palomas en un parque solo porque les parecía divertido verlas sufrir. 

—Algunos humanos son así, ven diversión en el sufrimiento ajeno —lo miró esperando una respuesta más certera de los que había hecho. 

—Solo los amenace con que si no los dejaban le haría lo mismo que ellos les hicieron a las palomas y huyeron —suspiró—. Alimente a las aves, son lindas.  

—¿Demostrando sentimientos humanos? —había días en los que esos sentimientos eran más notorios que otros. 

—Que va, sabes que me educaron para no tener sentimientos humanos, soy un demonio —habló con orgullo—. Los animales de este mundo me gustan.

    Mephisto se recostó sobre el enorme sofá, al mismo tiempo que encendía el televisor. Tomó un joystick y se lo lanzó a su hermano de esta forma lo invitaba a jugar con él. Rin caminó hasta sentarse en el suelo frente la pantalla, no tenía mucha idea de cómo usar esa cosa, pero entendía el concepto de que debía presionar lo botones si quería ganar.  

—No es que te esté echando, pero ¿Cuándo volverás a Gehenna? —preguntó luego de un largo periodo en el que el único sonido era el del juego.

—Cuando logre que Yukio descubra toda la verdad sobre su pasado —continuó presionando los botones con mayor insistencia—. No sé porque me odia tanto.

—Él odia a todos los demonios por igual, hasta donde sabe, su madre fue asesinada por uno y por eso él puede ver demonios.

—Si tuviera la oportunidad de pasar más tiempo con él cambiara de opinión con respecto a nosotros —agitó su cola con la misma fuerza que tocaba los botones.

—No te quiere cerca, además, padre no va a dejarte por más tiempo en Assiah, él ya sabe que estas aquí y te está vigilando. Sabes lo terco que es y no queremos problemas graves solo porque tu estas aquí jugando y no allá con él.

—Él fue el que me dio la libertad de hacer lo que deseara —justificó y era verdad.

—La libertad de andar en Gehenna en donde tenga el control sobre ti. Hasta ahora no te ha mandado a buscar porque sabe que estás conmigo y no estás en peligro.

    El joven se mantuvo los siguientes minutos en silencio, buscando una forma de permanecer más tiempo en ese lugar sin que lo mandaran a buscar en cualquier momento. Había estudiado en una de sus clases que los demonios podían permanecer en Assiah si se convertían en familiar de un exorcista. Su trabajo era proteger al exorcista de otros demonios, algo bastante contradictorio si lo pensaba. 

—Conviérteme en familiar de Yukio —dejó el mando sobre la mesa y miró a su hermano—. Si me convierto en familiar podre quedarme en este mundo y pasaré más tiempo con él. 

—No creo que Okumura tenga demasiada fuerza para poder domarte, no es algo que puedan hacer todos los exorcistas —Mephisto se sorprendió de las ocurrencias de su hermanito.

—No necesita domarme, haré todo lo que él me pida y lo protegeré —se puso firme—, él es mi gemelo y por más que me odie quiero cuidar de él como el hermano mayor que soy. 

    El demonio iba a decirle que todo lo que planteaba era una locura, pondría en riesgo la paz, sin contar en que Yukio se negaría a aceptarlo como compañero. Por otro lado, lo encontró interesante, llevaba muchos años en tranquilidad y ya estaba llegando el momento de divertirse a lo grande. Abandonó el joystick en el sofá y se puso de pie, sin mediar palabra Rin se levantó y lo siguió.

—Hablaremos con padre y él te pondrá los límites si es que te da el permiso —chasqueo los dedos y ambos desaparecieron.


    Horas después la pareja de hermanos regresó a Assiah, el más joven cargaba en su espalda la Kurikara. No había sido muy difícil de convencer a Satán de que dejara a Rin convertirse en un familiar por un tiempo, según él, le serviría como entrenamiento en el manejo de la katana sin utilizar las llamas, además, que alguien lograra domarlo iba a ser difícil, pero aprendería a dejar de ser tan rebelde como solía serlo. Una de las condiciones principales fue no utilizar las llamas bajo ninguna circunstancia, en cuanto las utilizara mandaría a alguien a buscarlo y regresaría a Gehenna sin oponer resistencia. El resto de las condiciones eran más básicas como ocultar su corazón, la cola y no actuar como un demonio salvaje sino como un príncipe. 

    El peliblanco dejó su arma en un costado y se desplomó en el sofá, aunque se mostrará tranquilo su cola delataba su felicidad por la forma en que se balanceaba. No le importaban las reglas, las seguiría y aseguraba en que se iba a divertir al estar en contacto con humanos si es que gemelo lo dejaba.


    Yukio Okumura se levantó muy temprano por la mañana, la noche anterior había recibido un mensaje del director del instituto informándole que necesitaba una reunión con él antes de la primera clase que daba. Luego de ducharse y vestirse con el uniforme, preparó sus cosas para la clase y se dispuso a tomar un desayuno rápido, en cuanto entró a la cocina se encontró con su padre preparándose un café.

—Buenos días —tomó una taza para servirse lo mismo— ¿trabajo? —estaba de más la pregunta, pero quizás era otra cosa.

—Buenos días Yukio —saludó el hombre bostezando—. Una pequeña misión, hay una niña que dice que un monstruo en el armario no la deja dormir por las noches, ya he intentado con protecciones como tréboles, pero no está funcionando. 

—Un demonio rebelde.

—Nada que un exorcismo no pueda arreglar y lo haremos cuando la niña está en la escuela para que no vea —miró su reloj— ¿Qué haces listo tan temprano? —el joven solía levantarse una hora más tarde. 

—Mephisto quiere una reunión conmigo antes de que comiencen las clases.

—Ten cuidado, a veces sale con cosas extrañas. Si es por misiones, ten en cuenta que la semana que viene comienzan los exámenes en la escuela regular y no quiero que te vaya mal. 

—Lo sé papá nada de misiones a menos que sea de extremo requerimiento —afirmó, su padre solía preocuparse mucho en cuanto al estudio se tratara. 

    Continuaron conversando hasta que la hora de marcharse para ambos llegó. Salieron del monasterio y recorrieron juntos varias cuadras hasta el camino se abría a diferentes direcciones, se despidieron deseándose éxito en su trabajo.

    El joven exorcista golpeó la puerta de la dirección esperando a ser atendido, algo no terminaba de convencerlo por completo como si un mal presentimiento lo molestara y al mismo tiempo ese instinto de supervivencia le decía que se marchara y luego se excuse por no asistir a la reunión. Nunca había faltado a una, pero siempre había una primera vez para todo. Estaba a punto de marcharse cuando la puerta se abrió de golpe.

—Muy buenos días Okumura-kun, lo he estado esperando —se corrió a un lado dejándolo pasar al lugar. 

    Yukio no respondió, algo no iba nada bien, sin embargo, ingresó al salón prestando atención a todo el terreno demoniaco. Solo Mephisto se encontraba presente y se relajó un poco. 

—Si buscas a mi hermano, ayer por la noche regresó a Gehenna —sabía que su inspección era para buscar a Rin.

—Ya estaba pensando en que no se iría más y comenzaba a molestarme su presencia más de lo normal —admitió.

—Lo extrañaban en la casa así que tuvo que marcharse —sonrió macabramente al tiempo que se sentaba frente a la mesa—. Toma asiento por favor. 

—¿Cuál es el motivo de la reunión a estas horas de la mañana? —cuanto más antes se sacará el asunto de encima, más rápido se marcharía así que no se molestaría en sentarse. 

—He oído rumores de que quieres obtener otro meister —junto sus manos en su mentón— ¿Cuál tienes pensado tomar?

—En cuanto termine con los exámenes de la escuela normal, comenzare con el de Aria —ya tenía el de Doctor y Dragoon—. Quizá en unos años opte por el de Tamer —el de caballero lo descartaba porque ya tenía sus armas. 

—Interesante —ese niño sí que le gustaba estudiar, Shiro lo había educado muy bien—. Sin la necesidad de mucho papeleo te propongo que hagas el de Domador ahora, o sea, comenzar ahora y si logras pasarlo ya tendrás tu meister sin la necesidad de pasar todos los exámenes.

—¿Cuál es la trampa? —sabía que algo raro ocultaba, además él no les tenía mucha simpatía y paciencia a los demonios y tener uno bajo su poder lo consumiría demasiado— No me siento calificado para poder domar a un demonio en este momento. Además, cabe la posibilidad de que no pueda hacerlo, muy pocos exorcistas tienen la fuerza para hacerlo. 

—No hay trampas, solo quiero ayudarte en que subas más rápido de rango de exorcista. Quien no dice que llegues a ser el paladín más joven de todos ¿Cómo se sentirá tu padre?

    Se mantuvo unos segundos en silencio, su padre se sentiría más orgulloso de lo que ya estaba y eso le generaba satisfacción. Quería demostrarle a Shiro que valió la pena adoptarlo y criarlo. 

—Qué dices ¿aceptas? —preguntó Mephisto, vio la duda en los ojos del chico y sabía que con tan solo una mínima insistencia aceptaría sin pensar en los pros y contras de ser un domador—. Tu espíritu es joven y por lo tanto es fuerte, siempre y cuando no dudes de que eres superior a tu familiar, él o ella no te atacará y obedecerá tus ordenes, sabes que al mismo tiempo tendrás menos chances de estar en peligro cuando utilizas a un demonio como un arma.

—Acepto.

—Ya sabes lo que debes hacer. —Le tendió una hoja pequeña con un círculo mágico— Piensa en lo que puedes decir para invocar un demonio.

    Yukio sujetó la hoja con su mano algo temblorosa, buscó en su maleta una aguja o algo para cortarse un poco. Sacó un bisturí y realizó un pequeño corte en su dedo, la sangre salió rápidamente manchando bastante el circulo mágico. Pensó rápidamente en una frase por la cual un demonio podría acudir a su llamado. 

—Espiritu de carne y hueso, escudo y arma acude a mi llamado para protegerme —dijo lo primero que vino a su mente sintiendo que había sonado muy estúpido.

    Esperó un momento y al ver que nada sucedía estaba por hablarle a Mephisto para decirle que no tenía el talento de ser un Tamer cuando un calor abrumador se apodero del lugar, de golpe llamas azules se hicieron presentes frente a él, al principio fueron fuertes y poco a poco el calor y las llamas fueron disminuyendo a medida que se formaba el contorno del demonio. El joven exorcista sintió que su mano ardía y al percatarse de que el círculo mágico se estaba quemando lo soltó, el mismo se convirtió en cenizas al tocar el suelo. Miró al frente para encontrarse a Rin, solo que ahora presentaba unos cuernos formados por las llamas azules, en el final de su cola las llamas eran más grandes y en sus manos cargaba una espada. El demonio suspiró, abrió los ojos y sus llamas desaparecieron por completo, ahora era el chico que conoció días atrás.  

 —Felicidades Okumura-kun, ha conseguido un familiar bastante fuerte —rio Mephisto —su sangre fue la que lo atrajo. Espero que aprenda a ser un buen domador y jamás dudes de tu fuerza porque este demonio puede llegar a matarte.

—Maldición —fue la única palabra que salió de los labios del exorcista.

 

 

Chapter 3: Capitulo 3

Notes:

Buenas!! Me había olvidado de que tenía que actualizar y cuando lo estaba haciendo me quedé dormida 😂
Nos leemos en la semana o el lunes de nuevo, quien sabe... Ya saben, si hay algo que no cuadra me lo dicen así lo arreglo, escribí esto hace tanto que pueden que algo haya quedado mal 😅

Chapter Text

          Yukio no encontraba palabras para describir lo que sentía en ese momento. Ni siquiera pensaba que el llamado funcionaría o si lo hacía esperaba a un demonio pequeño tal vez un gato, un zorro o un green man como el de Shiemi y no algo tan grande como Rin, con pensamiento propio y la capacidad de entenderlo y responder como quisiera. Ahora ¿Qué haría? Si tan solo pudiera romper el papel que ya no existía, en ese momento se percató de que el llamado no funcionó porque ya no tenía el símbolo para que él esté ahí. 

—Sir Pheles no quiero que él sea mi familiar —señaló con desprecio.

—Fue quien recurrió a tu llamado —sonrió divertido—. Sabes que puedes romper el sello y el desaparecerá. 

—El papel con el símbolo se quemó, no puedo deshacer el llamado. ¿Por qué sigue estando aquí?

—Él sigue estando porque no estaba materializado del todo cuando el sello de invocación se quemó —declaró.

    Shiro iba a matarlo, no sabía si temía más a su padre o al demonio frente a él. Todo había sido una trampa y por pensar en hacer sentir orgulloso a su tutor no se detuvo a pensarlo, lo peor de todo es que le había dicho que se alejará de Rin y que no confiara en él, ahora lo tendía como familiar por un periodo indeterminado. ¿Qué pasaría si se le rebelaba? 

    Rin se mantuvo en silencio esperando la reacción de su hermano, al mismo tiempo se sentía extraño, como que algo había cambiado y no sabía exactamente qué. Responder al llamado fue divertido, sintió dentro de él esa conexión y segundos después, estaba en su forma demoniaca frente a Yukio. Observó al exorcista notando que a medida que transcurrían los segundos sus emociones cambiaban, comenzó sintiendo miedo hacía alguien y luego, encontró ese algo que Samael le había dicho que sentiría, temor hacía él, ese sentimiento le generaba una necesidad de hacerlo sufrir, no lo haría, pero se divertiría.

—Siento duda en tu corazón —habló por primera vez mientras desenvainaba su katana— ¿me tienes miedo? —llevó el filo al cuello de su, ahora, domador— ¿Qué pasaría si te mató? —mostró seriedad al mismo tiempo que dejaba al descubierto sus largos colmillos y la cola se movía con violencia. 

—Morirás primero —el arma estaba en la sien del demonio— no dudaré en apretar el gatillo, así que aléjate y guarda tu arma. 

    El demonio obedeció, ahora sentía que nuevamente estaba todo en su lugar. Solo había sido una pequeña duda.

—Muy bien Okumura-kun tienes el talento de lograr someterlo a tu mandato, serás un gran domador a futuro —rio divertido el director, sabía que Rin estaba jugando, aunque por un segundo sintió que iba en serio.

—En el caso de no lograrlo terminaré por matarlo, he querido exorcizarlo desde el primer momento en que lo vi.

—Cualquier inconveniente que tengas ven a hablar conmigo— finalizó la charla y de esta forma daba por acabada la reunión—. Que les vaya bien.

—Eso haré —guardó el arma y miró el reloj—. Me retiro a dar la clase, no quiero llegar tarde. Buenos días. —Ahora se dirigió a Rin— Muévete o quédate aquí, has lo que quieras, no te necesito. 

    El joven de anteojos abandonó la sala sin esperar una respuesta, le daba igual lo que hiciera. En ningún momento volteó a ver si él lo seguía o no, aunque los pasos detrás suyo confirmaban que lo acompañaba. Mientras caminaba hacía el salón en donde daba sus clases pensó una forma de deshacerse de su familiar, quizás si no lo alimentaba se terminaría cansando y lo abandonaría, podría hacer que hiciera los quehaceres de la casa por él o sus tareas así no se atrasaba. Total, no tendría misiones al menos hasta en dos semanas. Llegó a la puerta del aula y antes de ingresar se detuvo para hablarle al demonio.

—No es necesario que te quedes conmigo —fue sincero por una vez—, si te necesito te llamare, ve a tomar aire afuera.

—Quiero estar en la clase —respondió intentando ver dentro del salón.

—Si te quedas lo harás bajos mis condiciones. Te quiero en donde pueda verte, no puedes interactuar con ningún alumno, te mantendrás en silencio y sin moverte —abrió la puerta e ingreso primero— ¿entendido?

—No soy idiota —entró y cinco miradas se clavaron en él, los ignoró y pasó de largo, encontró una silla al lado del escritorio la cual movió hasta la ventana y se sentó en silencio. Lo mejor era obedecer si no quería una bala en la cabeza.

 —Buenos días chicos —saludó el exorcista como si no hubiera pasado nada—. Espero que hayan hecho sus tareas de hierbas medicinales.

—Buenos días sensei —los alumnos saludaron aún sorprendidos.

—Sensei —llamó Renzo desde el fondo— ¿tenemos compañero nuevo?

—Él es un familiar —miró a la clase— hagan en cuenta que no existe.

    Estaba seguro que todos entendieron a qué hacía referencia cuando dijo familiar, así que se dispuso a comenzar con las actividades del día.

—No sabía que tenía familia —habló Shiemi de forma inocente— ¿es su hermano? Porque a diferencia del color de cabello son parecidos.

    Rin miró a la joven de soslayo, a pesar de notarla bastante despistada fue la primera en darse cuenta del parecido físico que ambos tenían. Eran bastantes iguales a pesar de que él tenía los rasgos que lo hacían lo que era, un demonio.

—Estoy haciendo otro meister —aclaró— y como se habrán dado cuenta es el de Tamer y él —señaló a Rin— es un demonio.

—¿Cuántos litros de sangre derramó para que un demonio de esas características respondiera a su llamado? —Shima estaba sorprendido. 

—Shima no se preguntan esas cosas —Konekomaru reprendió a su amigo. 

—¿Bajo el dominio de qué rey demonio esta él? —fue el turno de Suguro preguntar.

Yukio miró a Rin esperando a que respondiera la pregunta, todos los demonios estaban bajo el poder de un rey, decir a cuál pertenecía era un indicio para saber el tipo de poderes que tenía. Pasaron los segundos y el chico no respondió nada, solo se dedicó a mirar nuevamente por la ventana.

—Lo siento, pero no habla —en ese momento recordó que le había dicho se mantuviera en silencio, por lo menor era obediente—. Y todavía no sé qué tipo de poder tiene —no era una mentira, porque un par de llamas en la cabeza y cola no decían mucho.

—¿Estaremos bien con él presente? —Bon no encontraba confianza en el chico por más que se mantuviera distante.

—No tienen nada que temer, solo ignórenlo. Hará algo si se lo indico.

    La clase comenzó y continuó sin ningún percance, todos se habían olvidado de la presencia del familiar. En cambio, el peliblanco estuvo gran parte de la asignatura prestando atención a su hermano. Era muy bueno explicando y dando ejemplos claros de los casos particulares que daba sobre los tratamientos de heridas de diferentes demonios. Cuando se perdía en alguna parte de la lección se dedicaba a observar a los futuros exorcistas, se notaba que todos eran aplicados, incluso la chica de cabello largo que no preguntó nada cuando lo vieron entrar. 

    Ingresar al aula por primera vez fue como cuando estaba en Gehenna, ser el hijo de Satán llevaba a que miles de miradas se dirijan a él, por eso era raro que dijera quién era su padre, no tenía vergüenza de ser su hijo, sino que, todo lo contrario, él era orgullosamente un demonio heredero de las llamas azules de su padre. Al principio, el lado humano era el que dominaba, pero con unas clases y entrenamiento, luego de quitar el corazón de la katana, esos sentimientos humanos pasaron a un último plano, aunque, no negaría que era hijo de una humana si en algún momento se lo preguntaban.

    Una vez finalizada la materia, en cuanto Yukio estaba por retirarse se levantó y lo siguió en silencio. ¿Estaría mal si le decía que tenía hambre? Samael no le había dado ni un centavo para que se comprara algo, sabía que la comida había que comprarla con dinero y era algo de lo que él carecía. Continuaron caminando en sumo silencio hasta que una mujer con unas grandes delanteras se cruzó en su camino. 

—¡Hey! —saludó— ¿qué tal todo? Gato miedoso.

—Hola Shura —respondió el saludo al mismo tiempo que escuchaba como Rin gruñía a su espalda— ¿Cuándo dejaras de llamarme así? —ya estaba acostumbrado, pero parecía que a su familiar no le gustó para nada el apodo.

—Cuando dejes de ser un miedosin —lo abrazó—, veo que Shiro te sigue tratando como a un niño de papi ¿hoy te mandó el almuerzo? —lo molestó y el joven suspiró. Así la quería igual.

    Antes de responder escuchó el filo de la espada al ser desenvainada, se deshizo del abrazo para voltear y encontrar al demonio a un paso de atacarla. Era extraño que la encuentre como una amenaza, ella siempre era así con todos. La mujer observó al chico extraño y estaba por sacar el arma que llevaba en su pierna que era más rápido que invocar a su espada demoniaca.

—Oye, tranquilo —lo regañó el joven de anteojos— ella es una amiga, no me hará daño.

—¿Qué me perdí? —cuestionó una vez que el chico se tranquilizó.

—Comencé el meister de domador —volvió a explicar—, Rin es mí familiar.

—Tu familiar parece muy humano —dio una vuelta alrededor de él para inspeccionarlo— ¿estás seguro que es un demonio?

—Acudió a mi llamado, así que lo es. Además, mira sus orejas, colmillos, aunque no se note tiene cuernos que lo tapa el cabello y la cola que no la tiene a la vista ¿Alguna duda? —Iba a mostrarle todo, pero no sentía el mínimo interés en tocarlo.

—Sí, jamás le temas porque estoy segura que algo de este tamaño puede llegar a matarte —repitió lo mismo que le dijo Mephisto. 

—Estoy aquí para protegerlo, no para herirlo o matarlo —habló con franqueza.

—Opinaras lo contrario cuando sientas que tu domador es inferior a ti —lo miró con seriedad—. Prométeme que siempre vas a protegerlo.

—No es necesario que lo haga —la ignoró para dirigirse a su hermano—. Yukio tengo hambre. 

—¿A qué se debe tu presencia? —le habló a su amiga, no le importaba lo que le pasara al demonio.

—Quería entrenar un poco y para hacerlo más interesante ¿Qué tal si el perdedor le invita el almuerzo al otro?

—¿Te parece mañana? —miró su reloj—. Tengo que entrar a clases normales en media hora.

—¿Puedes dejar de ignorarme? —la rabia del peliblanco se estaba haciendo notar—. Te estoy diciendo que quiero comer —le tocó el hombro, para que lo escuchara.

—No es asunto mío —lo miró con seriedad, lo detestaba era poco—, si vuelves a tocarme te dispararé. Ahora vete y no me sigas. 

    Rin iba a responderle con un insulto, pero se abstuvo. Dio media vuelta y se marchó, iría a ver a Samael para decirle que lo de ser familiar de Yukio ya no le atraía para nada, si su padre viera el trato que recibía se terminaba todo ahí. Solo había estado con su hermano toda la mañana y ya quería irse, en Gehenna estaría mejor como el príncipe que era. Sí, prometió protegerlo, pero sentía que si se quedaba con él lo terminaría por matar. 

    Entró en la habitación en que se encontraba su hermano, a esa hora estaba haciendo el papeleo como todo director de una academia, azotó la puerta para hacerse notar.

—¿Qué haces aquí? —preguntó divertido Mephisto al ver la expresión de su hermano —¿mala mañana? —rio.

—Me voy a Gehenna allí no me maltratan tanto como lo hace mi gemelo —suspiró para quitarse el enojo—. Me trata como si fuera un perro, ni siquiera tiene la fuerza para domarme y no voy a someterme a su odio. Apareceré cuando me necesite o quiera darme de comer —sacó la llave de su bolsillo y la metió en la primera puerta que encontró, giró la llave, la abrió y desapareció golpeando con violencia la misma.

—Tanto escándalo para que regrese en cualquier momento —tomó del té que tenía a un lado—. Si me hubiera pedido comida se la hubiera dado —se percató de que estaba hablando solo y decidió seguir con el papeleo.


 

    El resto del día para el joven exorcista había sido calificado como relajante, aunque, al principio tuvo que recibir una clase sobre el trato a los familiares, dictado por su compañera de misiones. Jamás lo admitiría, pero estaba en lo cierto cuando ella le dijo que la forma de interactuar con Rin no fueron las correctas, como futuro Domador debía de hacer que todos los demonios fueran sometidos y respondieran las ordenes de buena forma, maltratarlos no era un camino fiable ya que un demonio enojado no era nada bueno. Por otro lado, nadie podía entenderlo cuando decía que Rin sacaba lo peor de él por más que no hiciera nada y se encontrara dispuesto a recibir órdenes. Luego, de amenazarlo y echarlo, el chico no había vuelto aparecer, pensó que lo encontraría a la salida de clases, pero no se presentó. Caminó hasta la iglesia pensando en que lo encontraría en el trayecto o en el parque alimentando aves, pero tampoco estaba ahí. Entonces, si se había marchado de verdad y pensándolo mejor recién lo invocaría cuando fuera a las misiones. 

    Por la noche, ya transcurrida la cena se quedó conversando con su padre acerca del exorcismo de la mañana y resultó que no era nada más que un siempre demonio de bajo poder, pero caprichoso. Ahora era el turno de él hablar sobre la reunión con Mephisto, esto tendría repercusiones y más si Shiro le pedía que invocara a su familiar.

—En realidad la junta no fue por misiones sino para preguntarme sobre mi siguiente meister —continuó tranquilo con la conversación.

—Sabes que tienes mucho tiempo para hacer los que te quieras, todavía eres un adolescente —recordó el hombre mientras se levantaba de su lugar y miraba por la ventana, su niño estaba creciendo rápido. 

—Lo sé, pero comencé con el de Tamer ya que Mephisto me propuso que si lo pasaba no daría todos los exámenes, sé que no debí aceptar, pero estaba pensando en que, si me convierto en el primer paladín más joven de la historia, estarías orgulloso de mí —admitió con pena. 

—Ya estoy orgulloso de ti, sin importar en qué te conviertas —el hombre se acercó hasta su hijo y lo despeinó con cariño—. Si comenzaste con el meister quiere decir que lograste invocar un demonio y convertirlo en tu familiar.

—Pensé que no tenía el talento para hacerlo, pero lo logré.

—Muéstrame a tu familiar —dijo entusiasmado—, quiero conocerlo.

—No puedo invocarlo porque el papel con el sello se quemó —mintió a medias, ya que con otro círculo mágico podría llamarlo. 

—Tengo varios por aquí —Shiro busco en unos cajones donde había cosas para exorcizar y sacó dos hojas—. Toma, no hay excusas con tu padre.

    Yukio maldijo internamente, recibió los sellos, se pusó de pie y caminó unos pasos hasta encontrar algo con que abrirse la herida de la mañana que ya comenzaba a cicatrizar. Varias gotas de sangre cayeron sobre la hoja, se relajó e invocó al demonio con la frase que había utilizado la primera vez. Nuevamente no aparecía.

—Quizás pronunciaste mal la invocación —comentó el sacerdote al ver que nada pasaba.

—Estoy seguro que lo pronuncie bien. Ya vendrá — y ¿si le había sucedido algo?

    Antes de preocuparse por si algo malo le había pasado, el calor se apoderó de la habitación. Frente a ellos se materializó el demonio, solo que esta vez no tenía las llamas azules, su espada la llevaba dentro de una funda roja colgada de su espalda y una galleta en la mano, por los rastros en su ropa, significaba que estaba comiendo cuando lo invocó. 

—¿Qué rayos quieres? —preguntó enojado el chico, estaba recostado en su cama cuando sintió el llamado, en un principio se negó a responder porque las galletas estaban ricas, pero luego pensó en que Yukio estaba en peligro aceptó—. No acataré ninguna orden tuya —se recostó en el suelo para seguir comiendo su golosina.

—Padre, —una gota de sudor cayó por la sien del joven de lentes— él es Rin, mi familiar —lo presentó. Sin lugar a dudas, el demonio seguía molesto con él.

 

 

Chapter 4: Capitulo 4

Notes:

Holis! Otra vez me olvide de que tenía que actualizar 😅 pido disculpas...
Y bueno, nada... Ya saben que cualquier cosa comentan si no se entiende algo
Nos leemos la semana que viene (si no me olvido)

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

      El ambiente luego de la presencia del demonio se volvió tensa. Yukio quería asesinarlo porque lo estaba desobedeciendo en frente de su padre y dejaba a la vista lo mucho que necesitaba entrenar para lograr someterlo como debía, si tan solo actuará como lo hizo durante la mañana todo sería diferente. En ese momento reaccionó en que la causa de que él este ofendido era por su culpa. Quizás si le ofrecía cenar todo volvería a la normalidad.

      Shiro se sorprendió al ver quien era el familiar de su hijo, debió haberlo sospechado cuando el chico le comentó de qué iba la reunión con Mephisto, ese maldito siempre metía la cola en donde nadie lo llamaba. Todo marchaba a la perfección ¿por qué complicaría las cosas ahora? Dejó esos pensamientos de lado por unos momentos para dedicarse a inspeccionar al supuesto demonio frente a él. Ese niño que no quiso criar se había convertido en un adolescente, por el aspecto parecía bien cuidado y de buena familia ¿Quién lo había criado? ¿sabía utilizar sus llamas? Y la pregunta más importante se formuló en su cabeza ¿Sabía que Yukio era su hermano gemelo? Mirándolo con más detenimiento a pesar de sus rasgos característicos y su color de pelo, era bastante parecido al joven de lentes. En cuanto tuviera la oportunidad conversaría con él para aclarar sus dudas. 

—Creo que necesitas entrenar más porque no te está obedeciendo —habló al ver que el “demonio” seguía recostado en el suelo sin el mínimo interés de ponerse en pie.

—Levántate Rin —pidió el exorcista comenzando a ponerse nervioso, sabía que una de las formas de que obedeciera era con una de sus armas, le tiraría con la de nutrientes ya que no lo lastimaría. 

—No quiero —respondió sin ganas—. Rompe el sello así me voy a mi casa —él no quería estar ahí, el hombre presente le generaba desconfianza.

—No lo haré hasta que te pongas de pie —le mostró el papel en su mano—, si lo haces te puedes ir —estaba jugando sucio, pero tenía que al menos obedecer una orden.

—Esa desobediencia es por un mal trato —comentó el padre— ¿Qué tal lo has tratado durante el día?

—Mal —respondió Rin antes de que su hermano hablara—, me prohibió todo, me ha echado al menos tres veces por la mañana y luego dijo que no le importaba si tenía hambre o no —se sentó, la primera impresión se estaba yendo, parecía que el hombre conocía como tratar demonios.

—Yukio como todo Domador debes saber que cuanto mejor sea el trato con tu familiar, más acatará tus ordenes —todavía tenía mucho por enseñarle—. Debes alimentarte y dormir más porque un demonio de estas características te consumirá la fuerza más rápido. ¿sabes qué tipo de poder tiene? —seguro que sí, pero valía preguntar—. Y lo más importante es que no le temas porque estoy seguro que si quiere te matará. 

—Cuando respondió a mi llamado por primera vez, su cuerpo estaba rodeado de llamas azules, sus cuernos y cola era lo que más llama tenía, así que supongo que su poder es el fuego —detalle que evitó darle a sus alumnos, pero sabía que podía confiar en su padre. 

—Estoy cansado de que todos digan que voy a matarlo —se puso de pie y de un tirón le quitó el sello a su gemelo—, antes de herirlo a él, primero los mataré a todos ustedes —mostró sus colmillos en señal de enojo—. Yo me voy, cuando realmente me necesites invócame —rompió el papel y no pasó nada. 

—Ese papel no tenía nada, él que tú quieres está en mi bolsillo —sonrió victorioso.

 —Si pones un poco más de firmeza él responderá a tus pedidos. Parece que ya fue domesticado —estaba seguro que esa era la parte humana, por más que la hayan intentado suprimir, todavía se encontraba en él. 

—Gracias por los consejos papá. Hace mucho que no me enseñabas nada.

—Sabes que también soy Tamer así que tengo conocimientos sobre familiares —bostezo estirando sus brazos—. Cualquier cosa me preguntas —caminó para abandonar la habitación y se detuvo cuando abrió la puerta—. Ten cuidado los demonios jamás podrán ser de confianza, su base está en engañar a los humanos y nunca podrán poseer nuestros cuerpos a menos que tengamos dudas en nuestro corazón —ya había dicho todo así que terminó por irse. 

    El silencio reinó en la habitación, Rin observaba todo el lugar, no era tan grande, pero tenía bastante espacio para caminar. Sin dudarlo comenzó a deambular y revisar todo lo que encontraba, si quería volver a su casa debía de hacer enojar a su hermano. Por otra parte, Yukio lo dejó, buscaba la forma de que el demonio obedeciera, la opción más fácil era pedirle disculpas, pero no lo haría. La otra era dejar todo tal cual estaba y que las cosas siguieran su rumbo. Abandonó el cuarto en silencio para dirigirse a su habitación, tenía deberes pendientes y debía estudiar, luego se fijaría que haría con su familiar, a los pocos segundos el peliblanco comenzó a seguirlo y entró al cuarto con él.

—Mira si rompes el sello, podré irme y te dejaré en paz —habló Rin con sinceridad, la verdad era que ya no le estaba gustando estar con él.

    El chico de lentes lo ignoró por completo, cerró la puerta y se sentó frente al escritorio, sacó sus lápices y libretas para comenzar a estudiar. Si no lo dejaba marcharse por las buenas, lo haría de todos modos. Sacó la llave de su bolsillo y la colocó en la cerradura, antes de girarla sintió el sonido de un arma, el dolor en su pierna y por último como se debilitaba, se arrodilló en el suelo apoyando la cabeza contra la puerta, mientras se sostenía de su katana para no caer.

—¿Qué me hiciste? —preguntó al ver que no tenía sangre en donde le disparó.

—Solo es un calmante —dejó el arma en el escritorio, se puso de pie, sacó la llave de la puerta guardándola en su bolsillo—. Es la única forma en que comiences a obedecerme. 

—Si me lo pides bien voy a hacerte caso —intentó incorporarse fallando en el proceso—. Devuélveme mi llave —era lo más importante en su vida y su gemelo se lo había quitado. 

—¿Qué sucede Yukio? —la voz de su padre al otro lado de la puerta se escuchó con fuerza, intentó abrir la misma, pero el peso del demonio lo impedía.

—No fue nada, tenía una de las armas sin seguro y sin querer se disparó en la pierna de Rin —mintió mientras corría a su familiar para recostarlo en la cama.

    Shiro entró en el cuarto preocupado, era la primera vez que escuchaba a su hijo mentir de esa manera, sabía que le había disparado a propósito por algún motivo que él desconocía. Buscó las manchas de sangre y no había ningún rastro, solo estaba la katana en su funda a un costado de la puerta, así que le había disparado un sedante, confirmándolo al ver que el otro adolescente intentaba no dormirse. 

—No vuelvas a dispararle porque si comienza a temerte dejara de obedecerte por completo y va a querer atacarte en vez de defenderte en batalla —lo regañó—. En cuanto se despierte dale algo de comer y discúlpate —abandonó la habitación en silencio.

    El exorcista volvió a sentarse en su lugar, sabía que se había equivocado en dispararle, pero necesitaba hacerle saber quién mandaba. Hablarle le generaba más odio del que sentía por él, lo observó dormir y para compensar el maltrato buscó una manta y lo tapó. 


    El demonio despertó tiempo después, sentía más hambre de lo normal, bostezó sentándose en la cama mientras se refregaba los ojos. En el escritorio, su gemelo dormía apoyando su cabeza en el brazo. Por más que lo maltratara no dejaba de ser su hermano, así que se levantó y con un poco de su fuerza logró recostarlo en el lugar que él ocupaba anteriormente.

—Eres un maldito cuatro ojos, pero no dejas de tener mí misma sangre —lo arropó y abandonó el cuarto.

    Caminó por el pasillo buscando la salida, ya que no tenía su llave la única forma de irse era por la puerta. Estaba por abrir la que se encontraba al final del camino, cuando una presencia lo detuvo. Mostró sus dientes en amenaza al darse cuenta que se había olvidado la Kurikara en la habitación. 

—No te haré daño —respondió el sacerdote mostrando sus manos—. Esa puerta da a la iglesia y no creó que te guste pasar por ahí.

—Déjame solo —volvió a mostrar sus colmillos cuando unas pequeñas llamas comenzaban a nacer en su cabeza.

—Tranquilo Rin —sabía que su lado demoniaco lo hacía desconfiar de todo exorcista— Sé que tienes hambre ¿quieres comer?

—¿Cómo sé que no vas a dispararme con algo? —habló con desconfianza.

—Yo no soy Yukio, sé cómo tratar con ustedes. Ven.

    Entró a la cocina, minutos más tarde el chico también lo hizo. Shiro le sirvió un vaso de leche y un plato con galletas, se sentó del otro lado de la mesa esperando a que el demonio entrará en confianza y tomará su lugar. Rin sintió el olor a las galletas y se acercó con cautela, olió el líquido blanco para darle un sorbo, relajándolo al instante.

—¿Qué es esto? —nunca lo había probado y le gustó.

—Es leche, alimento de todo ser humano cuando nace y a lo largo de su vida lo sigue tomando. 

—Me gusta —se sintió tan relajado que dejó al descubierto su cola, la misma se agitó con suavidad.

—¿Qué sucedió entre tú y mi hijo? —preguntó luego de unos minutos al darse cuenta que el chico estaba en confianza.

—Nada —suspiró mirando al plato—. Desde el primer día que me vio me odió sin motivo alguno.

—Y ¿en la habitación? Es la primera vez que me miente, sé que te disparó a propósito.

 —Me dijo que era la única forma de que comenzara a obedecerlo.

    El hombre lo observó oler una de las galletas y llevarla a la boca con miedo, segundos después una sonrisa en aprobación hizo que comenzara a comer tranquilamente. Sintió un poco de tristeza al verlo, si también se hubiera quedado con él para criarlo no estaría pasando por el maltrato de su hermano. Algo de él le recordaba a Yuri, pero no sabía qué.

—¿Es la primera vez que vienes a Assiah? —necesitaba entrar más en confianza antes de interrogarlo con lo que quería saber.

—No, estoy hace dos semanas conociendo este mundo, ya que cuando nací no tuve la oportunidad de permanecer mucho tiempo aquí —no le ocultaría la verdad, porque estaba seguro que no se lo diría a nadie ya que también estaría en un problema enorme por dejarlo vivir cuando debía haberlo matado.

—¿Naciste en este mundo? —esperó a que bebiera un trago de leche.

—No es necesario que te hagas el desentendido —fue franco—, conozco todo mi pasado y tú estás involucrado en él —comió otra galleta—. Así que pregunta lo que quieras saber.

—¿Cómo lograste sobrevivir luego de que elegí quedarme con Yukio y no contigo?

—Samael me llevo a Gehenna y fui criado por mi padre, Satán.

—Tus poderes ¿siguen sellados en la kurikara? 

—No, padre quitó mi corazón de la espada y desde que tengo memoria siempre he tenido el poder de utilizar las llamas azules a mi antojo —tampoco sabía de qué forma quitaron su corazón de allí, ya que descubrió que lo habían sellado cuando apenas nació, en su recorrido por el pasado.

—Por lo que veo eres casi un demonio ¿Qué sucedió con tu lado humano? —Shiro estaba seguro que no le gustaría escuchar esa parte.

—Fui entrenado para ser un demonio completo, mi lado humano seguramente está dormido —terminó de beber la leche dejando el vaso sobre la mesa—. Cuando era pequeño lloraba mucho y mi lado humano me dominaba por completo, a partir de los dos años me sometieron a entrenamiento estricto de caza, supervivencia y control sobre mis llamas. Ahora puedo matar incluso a humanos sin siquiera sentir miedo o coraje por cargar una muerte en mis manos. Me gusta matar incluso a los de mi especie. 

—Entonces ¿te convertiste en familiar por diversión? —conocía la respuesta, pero aún guardaba la esperanza de que le mintiera.

—No, quería tener la oportunidad de conocer a mi hermano y estar con él cuando supe que estaba vivo —observó el lugar para evitar la mirada del hombre.

—¿Qué es lo que quieres con Yukio? —esa era su duda principal.

—Soy su hermano mayor, así que solo deseo protegerlo —lo miró a los ojos mostrando su determinación—. Siempre que yo este con él jamás le sucederá algo, prefiero morir defendiéndolo, por eso acataré todas sus órdenes por más que no tenga la fuerza para domarme —no iba a admitirlo, pero ese algo dentro de él sabía que el chico de anteojos jamás lo sometería de ninguna manera porque no podría, sin embargo, siempre y cuando ignorara eso podría hacer todo lo que le pidiera.


      Yukio abrió los ojos lentamente, no recordaba el momento en que se había dormido mientras estudiaba y mucho menos cuando se recostó en la cama. Se sentó de golpe buscando a quien había dejado dormido en ese lugar anteriormente, Rin no estaba por ninguna parte. Lo único que podía imaginar era que cuando despertó y al encontrarse con él dormido, escapó. Llevó una de sus manos al bolsillo, tanteó la llave y el papel con el cual lo había invocado. Salió de la habitación a buscarlo, si no lo encontraba en la casa lo dejaría hasta el día siguiente para convocarlo y hacerlo recapacitar al desobedecerlo. En su camino la luz que filtraba por debajo de la puerta de la cocina lo hizo detenerse y esperar algún sonido del interior, si el demonio tenía hambre entraría al primer lugar que lo llame el olor del alimento. Las voces del otro lado lo llevó a acercarse más a la puerta para oír mejor la conversación, su padre y Rin conversaban tranquilamente.

—…yo no supe que hacer cuando murió tu madre y por eso no te adopté también —¿su padre conocía a Rin? —, te dejé en manos de Mephisto y solo le pedí que si te dejaba vivir, mantuvieras el nombre.

 —No tienes que disculparte —la voz de Rin era sincera—, yo jamás me habría adaptado a este mundo por mi naturaleza y él no hubiera logrado sobrevivir estando en mi lugar ya que no tiene poderes.

    La duda asaltó la cabeza del joven exorcista ¿de dónde conoció Shiro a la madre de Rin? Sabía que se perdió todo el contexto de la conversación, pero llegó a entender que el demonio tenía a alguien —quizás un hermano— sin poderes. Su padre había estado a punto de adoptarlo a él también. 

—Hasta el día de hoy no ha desarrollado ningún poder, sigue siendo tan humano que cuando nació, por eso fue fácil pasar desapercibido por el vaticano. 

    ¿De quién estaban hablando? Decidió que no quería saberlo porque no le gustaría enterarse, además, ese asunto no era suyo. A él no le importaba ningún familiar de ese demonio y si su madre estaba muerta lo tenía merecido. También tenía entendido que antes de que lo adoptara a él, el sacerdote había tenido otros niños de acogida hasta que encontraban una familia.  

—Saliste de la habitación sin mi permiso —su voz sonó con autoridad al mismo tiempo que abría la puerta e ingresaba a la habitación, observó como Rin se puso tenso y la cola se perdió debajo de su ropa.

—Me desperté con hambre —dijo Rin poniéndose de pie sin despegar la mirada del suelo— y tu padre me ofreció comida.

—Yukio relájate —habló su padre—, él no está haciendo nada malo, si lo tratas bien es un buen chico.

—Perdón papá, pero desperté y no lo encontré, pensé que al estar solo rodeado de exorcistas podría lastimar a alguien —se disculpó, dejaría de lado su odio hacía él hasta que estuvieran nuevamente a solas. 

—No es a mí a quien tienes que pedirle disculpas —el hombre miró a su hijo y luego a Rin— haz las paces con él. Llevarte bien con tu familiar es la base de toda relación domador/demonio. 

—Yo no le pedí a él que respondiera mi llamado —dijo irritado.

—No es necesario que se disculpe fue mi culpa por no obedecer —el peliblanco caminó hacia la puerta, necesitaba tomar aire porque estaba alterándose. Él, era el príncipe de Gehenna y estaba siendo maltratado por alguien que no era su padre, su yo interno solo quería incendiar cosas—. Yukio, necesito aire, déjame salir afuera.

    Por un momento el ambiente se volvió caluroso, el cuerpo de Rin estaba irradiando demasiado calor, sin decir nada el adolescente abrió la puerta para guiarlo a la salida, lo llevó por la puerta trasera ya que no veía muy conveniente hacerlo pasar por la iglesia. En cuanto el frío de la noche tocó sus rostros, el demonio se dejó caer de rodillas apoyando las manos en el pasto, respiraba entrecortadamente intentando relajarse, si se dejaba llevar un poco más podía lastimar a su hermano y era lo que más temor le causaba.

—¿Estas bien? —interrogó el joven de anteojos— ¿Necesitas algo en especial?

—Solo quiero que te mantengas en silencio hasta que me calme, pero no me dejes solo y por sobre todo no desconfíes en que eres mi domador porque puedo herirte sin querer.

    Esta vez obedeció, notó la sinceridad en el chico a pesar de notarlo luchar contra algo que él no lograba ver. Luego de observarlo por varios minutos notó como se fue relajando, el calor descendió hasta estar normal. Ahora entendía que solamente él había sido el causante de ese ataque de ansiedad en su familiar. Lo dejaría libre por el bien de los dos, si no podía adaptarse a tenerlo cerca las cosas empeorarían con el correr del tiempo y complicaría la situación, la idea de tener que tratar con un demonio que no lo obedeciera no era nada gratificante. 

—Ya puedes hablar —Rin se sentó en el suelo secando el sudor de su rostro, le costó controlarse, pero lo había logrado por primera vez—. Perdón por lo de recién, mis ataques son pocos frecuentes, me cuesta controlarme porque mayormente no lo hago, solo sigo mis instintos. No quiero hacerte daño.

—El que debe disculparse soy yo —se paró frente a él para tenderle la mano—. Te estuve llevando al límite todo el día sin pensar en que tienes sentimientos —lo ayudó a levantarse, una vez que su familiar se puso de pie le entregó la llave que le había quitado—. Esto es tuyo, no voy a maltratarte y como no puedo tenerte mucho tiempo cerca sin que me irrite, te dejo libre —le mostró el sello.

—Quiero quedarme —pidió—, prometo portarme bien —no quería irse, tenía la esperanza de que con un poco de trato se llevarían bien. ¡Por favor!

—Gracias por querer ser mi familiar, pero no estoy hecho para ser un Domador. Adiós Rin.

    No le dio tiempo de objetar al demonio que rompió el sello haciéndolo desaparecer al instante. La brisa y el silencio golpearon los oídos de Yukio, quien tembló por frío y entró a la casa cerrando la puerta a su espalda. Si en algún momento se encontrara realmente en peligro lo invocaría, si es que el conjuro para invocarlo seguía funcionando. Entró a su habitación para tirarse en su cama y dormir nuevamente. 

 

 

Notes:

Por qué Shiro sabe que es Rin?
Aparte de que Yukio le dijo como se llamaba y lo recordó, también recuerda a como era el bebé monstruito y siente a su amada Yuri en él...

Chapter 5: Capitulo 5

Notes:

Holi!!! Perdón por tardar tanto en subir el capitulo, es que no tuve tiempo y pasaron cosas, así que cuando me di cuenta ya estábamos a sábado y mañana tengo que actualizar de nuevo xD

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El cantar de las aves en los árboles del jardín de la iglesia despertó a los inquilinos de la casa, ese era el anuncio de que el día comenzaba. El andar en el hogar era cada vez más bullicioso, todos tenían tareas que hacer, como preparar el desayuno. La alarma del celular fue el segundo aviso para Yukio, apagó el despertador sin abrir por completo los ojos, bostezó intentando no quedarse dormido nuevamente, la próxima vez se dormiría temprano para evitar el cansancio que aún tenía. Se sentó en la cama mientras miraba a su alrededor para aclarar su vista un poco, ver borroso ya era algo normal para él, no vería nada con claridad hasta que se pusiera los lentes. Algo a los pies de su cama llamó con demasía su atención, la silueta tenía forma humana, por lo que distinguía había alguien sentado en el suelo con un brazo apoyado en la cama y su cabeza descansando sobre esta, si no estuviera tan dormido diría que era Rin, pero él estaba en Gehenna desde la noche anterior. Tomó sus lentes de la mesa y los puso en su lugar, su visión no lo engañó, el demonio estaba durmiendo contra la cama con la boca abierta de la cual caía un hilillo de saliva. ¿Cómo regresó? En ese momento se dio cuenta de que sería complicado deshacerse de él, no le quedaría otra que aceptar que ahora estaba metido en su vida, quizás con el tiempo se daba cuenta lo que su padre le dijo y en realidad era un buen chico si lo trataba bien. Era el momento de comenzar ¿no? Se levantó, con cuidado y un poco de fuerza logró recostarlo en la cama, no cargaría en su conciencia si luego al demonio le dolían los brazos y el cuello por una mala postura al dormir, lo cubrió con una manta observando cómo se acomodaba en una mejor posición.

—¿Qué haré contigo? —preguntó retóricamente.

            Se dedicó a preparar sus cosas para una ducha, luego del baño y nuevamente en la habitación notó que su familiar seguía dormido, por un costado de la cama la cola blanca colgaba sin preocupación alguna, algo que sorprendió al chico ya que era un signo de confianza y a pesar del sueño profundo en el que estaba perdido no se sentía amenazado, seguramente tenía hábitos nocturnos y por eso aún continuaba con Morfeo. Lo dejó descansar así no lo seguía a la academia y esta vez daría las clases sin preocupación alguna. Tomó todas las cosas que tenía preparadas en una de las sillas y salió de la habitación cerrando la puerta con cuidado.

—Buenos días —Saludó a todos los monjes y a su padre una vez que estuvo en la cocina. En respuesta todos devolvieron el saludo.

—Hijo te prepare el desayuno —Shiro señaló su lugar en la mesa— ¿Dónde está Rin?

—Está durmiendo —se sentó y comenzó a desayunar—. Papá ¿tienes trabajo hoy?

—Solo daré una misa a media mañana —tomó de su café.

—¿Puedes cuidar a Rin si llega a despertarse? Tengo que dar clases y no quise despertarlo, así que lo mejor es dejarlo aquí, tal vez no sea bien aceptado si merodea por la academia.

—No te preocupes que lo vigilaré, si hace caso lo mandaré a limpiar algo —rio divertido— ¿Qué tal la iglesia? No creo que le agrade entrar ahí.

—Mientras que no lo hagas enfadar, puede que sea peligroso y no estaré para calmarlo —tampoco creía que vaya a tranquilizarlo, pero no quería correr riesgos.

—Por lo que veo ya hicieron las pases —despeinó al chico mientras hablaba—. Confía en él, pero no lo suficiente, no deja de ser un demonio.

—Anoche rompí el sello para que se fuera, pero de alguna manera logró regresar —suspiró—, tendré que acostumbrarme a él hasta que decida irse.

            Continuaron conversando hasta que la hora de irse para el profesor llegó, se despidió de su padre y del resto de los clérigos.

            La mañana transcurrió sin ningún tipo de percance, Rin no había aparecido en ningún momento así que seguía durmiendo o su padre había logrado entretenerlo en la casa. Cada cierto tiempo miraba su celular para ver si tenía algún mensaje diciendo de que su familiar había enloquecido. Una vez finalizada las clases salió al patio en busca de Shura, nunca dejaban en pendiente un día de entrenamiento “divertido” según su amiga, lo que consistía en ganarse un almuerzo.

—¿Listo para perder? gato miedoso —preguntó la mujer al encontrarlo cerca de la sala de entrenamiento— ¿Dónde está tu mascota? —miró para atrás buscando al chico que conoció el día anterior.

—Estoy preparado para que me invites ese almuerzo —la miró divertido parándose frente a ella y haciendo notar la diferencia de quién era más alto—. La mascota quedó en mi casa durmiendo.

—Entonces, no perdamos tiempo y vamos a entrenar —respondió la chica pasando el brazo por el cuello de su amigo y dirigirlo a la sala en cuestión.

            El joven de anteojos dejó su maletín y cosas que entorpecieran sus movimientos en el banco que encontró cerca de la puerta. Buscó las municiones para cargar sus armas, algo le decía que más tarde pasaría a comprar más balas. Mientras terminaban de prepararse, la puerta de entrada se abrió dándole paso al demonio que se suponía que debía estar en su casa.

—¡Yukio! —saludó alegremente—. Shiro me envió a que te trajera el almuerzo para ti y la pechugona— le mostró tres cajas con la comida—. Ah, a mí también me preparó uno.

—Oye, educa a tu familiar o lo golpeare —la mujer regañó a su amigo—. Mi nombre es Shura Kirigakure —le lanzó una de las pelotas que agarró de una canasta, ni siquiera llegó a golpearlo que el balón ya estaba en la mano del demonio, el objetó terminó por romperse producto del calor que le dio.

—Toma —le tendió los bentos a su domador— ¿puedo quedarme a ver? Prometo que no diré nada.

 —Gracias —recibió las cajas—. ¿Quieres jugar contra Shura? —le preguntó y por la sorpresa en el rostro de Rin, sabía que la respuesta era sí.

—Así que el miedoso pone a su familiar a competir para justificarse si pierde —la mujer rio, dándole una espada de madera al chico de cabello blanco —el día anterior lo vio con una katana por lo que utilizaba ese tipo de arma por algún motivo.

—Solo quiero que él también entrene para cuando comencemos con las misiones —dejó los bentos en el banco poniéndose de pie—. Yo también jugare, el que gana se lleva la comida de los otros dos.

 —Me parece perfecto. Guardare una para la cena—la alegría de Shura era contagiosa.

            El exorcista le indicó al demonio cuál era su posición, en qué consistía el juego y las reglas, entendió todo. Solo debía golpear todas las pelotas y evitar que lo golpearan en alguna parte del cuerpo, en el caso de hacerlo quedaba descalificado. Tendría que poner toda su atención en las pequeñas pelotas si es que quería comer esa cosa rara que el sacerdote le había dado. Una vez que los tres tomaron sus lugares la voz de una mujer dio la cuenta regresiva para el comienzo de la partida. La primera bola salió disparada directo al rostro de Rin, la golpeó sin problema, un segundo después el ruido del arma de Yukio al ser disparada lo asustó esperaba algún dolor en su cuerpo, pero nada pasó. Nuevamente volvió a mirar la maquina frente a él que comenzó a lanzar pelotas con más fuerza y rapidez, golpeó cada una de ellas hacía adelante y otras hacía el suelo. Minutos más tarde la voz de Shura y el silencio del arma de Yukio le dio la señal de que este había perdido porque ella desvió una de las pelotas a la cabeza logrando que otra le diera en una de las piernas.

—Rin ten cuidado porque Shura tiende a hacer trampa —habló en voz alta el chico de lentes mientras salía de la pequeña sala para observar mejor el “entrenamiento” de su familiar.

            El príncipe de Gehenna solo asintió con su cabeza en señal de que había entendido, cambio su posición y continúo golpeando todos los balones que iban hacía él. Yukio se sorprendió cuando su amiga desvió —nuevamente— una de las pelotas, pero esta vez hacía la cabeza del joven demonio, este sin problema alguno logró golpear ambos balones, la mujer al notar que no alcanzó su cometido comenzó a desviar todas las bolas hacía él, ninguna lo tocó. Luego de un minuto de estar golpeando el doble de pelotas, solo dirigió una hacia la mujer dándole en una pierna. La partida finalizó en ese momento.

—Excelente —comentó sorprendido el exorcista, ahora quería tener una misión en la cual debían exterminar muchos demonios para ver el poder de su familiar.

—Oye, prométeme que me lo prestaras para llevarlo a alguna misión conmigo —Shura intentó tocarle la cabeza a Rin para despeinarlo una vez que se juntaron a la par de Yukio, pero el gruñido y la muestra de sus colmillos la llevó a bajar la mano de vuelta—. No sabía que no te gustaba que te toquen. 

—Te lo prestaría, pero no creo que vaya a obedecer alguna de tus ordenes, todavía no te quiere —admitió su compañero—. Y no quiero tener problemas con los de “arriba” porque mi familiar no está domado.

—Ni siquiera sé si te obedece a ti en primer lugar. Ahora lo hizo porque está más interesado en la comida que en tus palabras.

—Ya lo veremos en la primera misión que lo lleve. —Agarró las tres cajas con los almuerzos y se los entregó al demonio. Si era por él no le daría ninguna, pero regla del juego era regla del juego— Tendrás para comer todo el día.

—Solo quiero la mía —le dejó las otras dos—. No sabía que los entrenamientos podían ser divertidos sin matar a alguien, incluso mis manos no tienen sangre. Quiero volver a entrenar así.

            Rin se sentó en el suelo a comer, primero olfateo su comida, eso de probar cosas nuevas le resultaba extraño, pero al mismo tiempo le gustaba porque era más deliciosa que la comida de Gehenna. Mientras almorzaba se dedicó a escuchar la conversación entre su hermano y su compañera de misiones. La chica no parecía mala, pero su instinto siempre lo llevaba a mostrar desconfianza a todos aquellos que pudieran lastimarlo y lo exorcistas eran los más peligrosos en toda su lista, mucho más para alguien como él que no era del nivel de un demonio promedio. El solo hecho de pensar que podrían llegar a hacerle si veían sus llamas azules le generaba miedo.

            Luego de que los tres terminaran sus almuerzos, Yukio se dirigió a sus clases regulares, Shura tenía una clase por dar y Rin decidió ir a visitar a Samael, después de todo tenía que hacer algo hasta que su gemelo terminara las clases y volver con Shiro para que lo hiciera limpiar no estaba en sus planes. Entró en la dirección de su hermano sin siquiera tocar la puerta.

—Así que mi hermanito ha decidido regresar ¿Qué te trae por aquí? —preguntó Mephisto al verlo sentarse en la silla frente a la gran ventana.

—Yukio está en clases y no sabía que hacer por eso vine a molestarte.

—¿Qué tal el trato, ha mejorado? —dejó la pluma que utilizaba sobre la mesa para prestarle atención al adolescente.

—No lo creo —suspiró—. Por no obedecer anoche me disparó un sedante, luego de maltratarme todo el día, llegué al límite —se miró las manos—. Mi instinto me pedía que lo quemara.

—Un príncipe no está hecho para recibir ese tipo de trato —sonrió divertido— y ¿Qué hiciste para controlarte?

—Solo respire hasta que se me pasó —hasta él se había sorprendido al controlarse de esa manera, cosa que nunca antes había logrado—. Sé que mi gemelo no está al nivel de poder controlarme y al mismo tiempo mi yo interior se niega a obedecerlo, me cuesta demasiado obedecer lo que pide.

—Entonces, ser familiar te servirá para poder controlarte a ti mismo —lo miró seriamente—. Padre ha dicho que a veces tus arranques de locura queman muchas cosas.

—No es algo que pase seguido y cuando pasa no puedo controlarme, solo debo hacerlo.

—Aún eres joven para que te controles —el hombre tomó de su té que minutos antes Belial había dejado—. ¿Qué más ha sucedido que sea digno de contar?

—Anoche tuve una charla con Shiro Fujimoto, por lo que veo no le agrado mucho la idea de que haya aparecido en la vida de su hijo.

—¿Te reconoció? —esa charla habrá sido de los más interesante.

—Al principio se hizo del desentendido, pero él ya sabía que yo era el otro hijo de Yuri.


            El chico de lentes caminaba hacía el despacho de Mephisto, sus clases regulares no se dictarían a quienes estaban bien para los exámenes y solo serviría para ayudar a aquellos que tenían problemas con algunas materias. Pasaría a buscar a Rin y regresaría a estudiar a su habitación. Antes de golpear la puerta escucho la voz de su familiar hablando de su conversación con Shiro, iba a retirarse, pero algo le decía que debía escuchar, aunque también era sabedor que aquellos que escuchaban tras las puertas siempre terminaban heridos de alguna manera. Sería la última vez que escucharía, luego directamente le preguntaría lo que quería saber a quién fuere.

—Noté que el viejo ese esta apenado por no haberme adoptado a mí también —era lo mismo de la noche anterior—, dijo que se encontró perdido luego de que Yuri muriera y no se vio capaz de poder criar a dos niños.

La noche en que los trajo a este mismo lugar estaba decido a no quedarse con ninguno —su padre había llevado a ese demonio y a alguien más a Mephisto, eso quería decir que Rin tenía un hermano biológico y probablemente gemelo—. Solo aceptó quedarse con tu hermano porque se lo pedí, además, ese otro niño a pesar de tener sangre demoniaca no tenía poderes y tenía un gran parecido a tu madre, hoy se parece más por lo lunares en su rostro.

—Lo sé, cuando lo veo a él, veo una parte de mi madre.

            Definitivamente no quería escuchar más, algo comenzaba a oler mal y no quería saber que era. Se marchó sin siquiera avisarle a su familiar. Shiro había adoptado al hermano de Rin, el sacerdote —al menos hasta donde él sabía— solo había criado a dos niños: a Shura y él, los otros niños solo estuvieron de acogida, así que no contaba como que los haya criado. Por la diferencia notoria de edades quitaba a su compañera como posible hermana de Rin, además, no contaba con esos lunares que mencionó Mephisto. Probablemente él y el otro chico tendrían la misma edad, pero según su investigación cuando supo que era adoptado, su madre había sido asesinada por un demonio y alguien lo dejó en la puerta de la parroquia. Él definitivamente era un humano, no era un demonio y jamás lo seria. Regresó a su casa con la llave que tenía, estaba seguro de no querer ver la cara de su familiar por el resto del día o comenzaría a sospechar que las palabras que le dijo esa primera vez que hablaron eran ciertas.

            Ya caía la noche cuando Rin entró en la habitación de su domador reclamando por dejarlo olvidado en el instituto. Tal como el día anterior Yukio lo ignoró completamente, volvió a su estudio mientras escuchaba de fondo como su familiar intentaba llamar su atención, con el correr de los minutos el silencio volvió a reinar, el demonio estaba entretenido observando un estante con mangas.

—Puedes leerlos, solo no los rompas y déjalos en el lugar de donde los sacaste —habló el adolescente sin quitar la vista de sus apuntes.

            Rin sacó uno y se recostó en la cama de su hermano, pasaría lentamente hoja por hoja como si estuviera leyendo, ya que fue la segunda muestra que le daba de que se estaba adaptando a él y no la arruinaría admitiendo que no comprendía su idioma de forma escrita.


            Las semanas fueron pasando y en ese tiempo de convivencia el demonio había entendido varías cosas, pero la más importante era que si obedecía las ordenes de su domador siempre obtendría premios por hacerlo, era como un cachorro, pero si alguien le preguntaba, le encantaban los helados. También aprendió a quedarse callado, si Yukio le hablaba era signo de que estaba de buen humor y podía hablar todo lo que quisiera con él, todavía no se animaba a preguntar sobre el pasado de su hermano, pero lo haría cuando se ganará la confianza de este. En cuanto a contacto con otros seres humanos, no le agradaba mucho porque en su mayoría eran exorcistas y seguían siendo enemigos para él por más que no quisieran hacerle daño.

            Por su parte el aspirante a Tamer comprendió que su familiar no era para nada peligroso —al menos para él— y encontró su lugar, aunque sabía estaba haciendo mal, pero para evitar los dolores de cabeza que le genera al no acatar sus órdenes cada vez que lo hacía le daba un premio. Lo domó a través de los premios por quedarse en la casa y no seguirlo, por mantenerse en silencio en presencia de otras personas. Lo que más sembró su duda fue la primera misión que tuvieron juntos, no fue nada compleja, solo derrotar unos demonios de bajo y medio nivel que merodeaban los límites de la academia. En esa ocasión asistieron los exwires, él y Shura —ella porque quería ver a Rin en acción—. Kamiki-san invocó a sus familiares y el pequeño green man de Moriyama siempre estaba con ella, en cuando invocó a su familiar, los otros tres demonios —para sorpresa de los exorcistas— se pusieron firmes e hicieron una reverencia al recién llegado. La chica de cabello largo notó el miedo en los rostros de sus zorros familiares y en cuanto les preguntó que sucedía, Rin hablo en un idioma raro y los interrogados respondieron a su domadora que no sucedía nada. Algo ocultaba Rin y descubriría que era.

            La lucha de ese día estaba de más decirlo, pero el demonio se había llevado todas las miradas, técnicamente Yukio no utilizó ninguna de sus municiones lo que significaba que solo se dedicó a mirar y estar a la expectativa de la escena que su familiar protagonizó, mató a todos los enemigos y otros tantos huyeron a Gehenna para salvar su vida.


            El joven de lentes entro cansado a su casa, quería darse un baño para quitarse el polvo que tenía encima. En cuanto entró se encontró con su padre quien picaba ingredientes para preparar la cena.

—¿Qué tal te ha ido hijo? —miró hacia atrás del chico, era bastante habitual encontrar al demonio detrás de él— ¿Qué le sucedió a Rin? —preguntó al no verlo.

—Nos fue muy bien en la misión, Rin hace que todo sea sencillo, aunque me cueste admitirlo —se sentó dejando sus cosas en la otra silla al tiempo que suspiraba—. Él esta con Shura. Ella insistió demasiado con que se lo preste para una misión, me tiene con el mismo pedido desde que lo vio entrenar hace un mes.

—Terminó ganando por cansancio ¿Estabas seguro en que se lo lleve?

            El hombre se preocupó ante la reacción de su hijo, pues algo en él le decía que no estaba seguro en haber prestado a su familiar. Hacía más de un mes que convivía con él, a pesar de ser bastante callado era buena compañía, incluso había comenzado a enseñarle a cocinar para entretenerlo durante las ausencias de su domador. Tener a los gemelos en la misma casa lo hacía ver como una familia y como toda familia le preocupaba que al otro chico le sucediera algo, mucho más si se daban cuenta que era el heredero de las llamas azules de Satán, esas llamas tan características. El demonio sería asesinado y la paz terminaría para ellos, ya que si el demonio no estaba muerto significaba que su gemelo tampoco, por lo tanto, interrogarían a Yukio por algo que desconocía, al mismo tiempo él estaría en serios problemas por mentir al respecto de los hijos de Satán y Yuri.

—A medias, pero Rin no quería ir y terminó yendo porque le di una orden —se rascó la cabeza como signo de estrés—. Tengo miedo de que no se comporte como corresponde.

—La próxima si no quiere ir no lo obligues, recuerda que es un demonio y él todavía no se siente seguro en la presencia de exorcistas y muchos menos si no estás con él.

—Lo sé, cuando quiera ir con Shura iré yo también para que no se sienta tan confundido —se puso de pie y tomó sus cosas—. Con permiso padre, necesito tomar un baño para quitarme el polvo antes de que regresen de la misión.

            Abandonó la habitación con destino a su cuarto. Se bañó preocupado, sentía una extraña sensación dentro de él como si le dijera que Rin estaba ansioso pasando por un momento poco agradable, cosa que lo preocupaba aún más al no obtener una respuesta de su compañera cuando la llamó.
            El adolescente estaba en la cocina preparando unas galletas como premio para su familiar por haber obedecido sus órdenes como era habitual, pues no hizo el tiempo para ir por el helado que tanto le gustaba. La puerta se abrió dejando a él y a Shiro en silencio antes la escena frente a ellos. La mujer estaba en perfectas condiciones excepto por una venda que cubría parte de su brazo, pero el demonio que la acompañaba era un tema aparte.

Notes:

Me disculpo también si hay faltas ortográficas, es que estoy desde la compu y se me hace difícil leer el formato que tiene la página xD
Prometo corregirlo cuando entre desde el celu
Hasta mañana

Chapter 6: Capitulo 6

Notes:

Hoy es domingo y como una humana responsable me toca actualizar 😇
Ya casi estamos por la mitad, ya se viene la parte divertida...
Me estaba por poner a leer fics y me acordé de que tenía que subir el cap 😅
Un abrazo! Hasta el domingo

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    La mujer exorcista ingresó a la habitación con una leve muestra de preocupación en su rostro. El demonio se detuvo en la puerta, sus pintas eran malas: la ropa aparte de estar destruida, por partes tenía suciedad y manchas de lo que probablemente era sangre, su rostro, cabello y manos tenía sangre ya seca. Antes de que alguno dijera palabra, él entró despacio parándose frente a su domador al mismo tiempo que bajaba la mirada.

—Lo siento Yukio, pero yo no quiero ir mas a misiones si no es contigo —no espero respuesta y abandonó la habitación a toda prisa, necesitaba estar solo. 

—¿Qué sucedió? —preguntó el adolescente aún sin entender como terminó así su familiar —¿Tan mal les fue en la misión?

—La misión fue algo desastrosa —se dejó caer con cansancio en la primera silla que vio—. Rin estuvo un poco nervioso desde que me lo llevé, sin contar que no habló ni una palabra hasta recién. Tampoco, quiso escuchar mis órdenes y atacó como un salvaje a los otros demonios, ni siquiera desenvainó su katana, que supongo que en circunstancias no se siente muy cómodo con ella. 

—Eso explica el estado fatal en el que regreso —comentó el sacerdote.

—Durante la batalla uno de nuestros camaradas tiró una granada de agua bendita para detener a los demonios que se acercaban y sin querer parte de esa agua cayó sobre Rin —mostró la herida cubierta de su brazo—. Cuando se quemó se volvió en contra nuestra, intenté detenerlo cuando quiso atacar y se tranquilizó cuando reaccionó, pero hasta ahí ya me había mordido. Luego de eso se mantuvo más distante de lo normal y estuvo ansioso por regresar.

—Lo siento mucho Shura-san —se disculpó el de lentes—, prometo castigarlo por esto y no volverá a suceder. 

    Continuaron conversando por unos minutos más hasta que el chico se excuso para ir a ver a su familiar, de paso curarlo y mandarlo a darse un baño. Entró a su cuarto con el botiquín en su mano y la seguridad de que lo encontraría ahí, pues nunca se iba a otro lado, lo encontró sentado en un rincón abrazando sus piernas y su mentón apoyado en sus rodillas, su cola descansaba en el suelo, solo la punta se movía hacía arriba y volviendo a caer dando un pequeño sonido constante, la misma estaba manchada por partes, desde hacía una semana era normal que su cola este al descubierto cuando estaban juntos y dentro de esa habitación. El exorcista sentía satisfacción al saber que confiaba en él de esa manera ya que le generaba una especie de rencor cuando lo encontraba haciendo algo con su padre y al instante que él entraba la escondía con rapidez.  

—¿Eres consciente de que te comportaste demasiado mal como para obtener un premio? —igual por la forma en que lo encontró no parecía estar preocupado por los premios—. ¿Qué te sucede?

—Me estoy preparando física y psicológicamente para mi castigo —se hizo mas pequeño en el rincón. 

—No voy a pegarte si es lo que crees —lo miró confundido—. Ven, que te curó las heridas.

—Ya se que no me vas a pegar —se puso de pie tomando valor al mismo tiempo que buscaba la llave en su bolsillo—. Regresaré a Gehenna para cambiarme y recibir mi castigo. No guardes tu botiquín porque lo necesitaré.   

    No lo dejó responder que ya había desaparecido por la puerta y cerrado, en cuanto quiso abrirla solo se encontró con el pasillo de su casa. Maldito demonio, siempre desaparecía de la misma forma. ¿A qué tanto le tenía miedo? ¿Iban a castigarlo? Él creía que otros demonios no reprendían a los de su especie por comportarse como eran o quizás tenían algún trato diferente los que pasaban a ser familiares. Ahora que lo pensaba nunca había visto a un demonio familiar actuando de forma salvaje porque se suponía que era domesticados. En fin, cuando regresara le preguntaría todo para sacarse las dudas. 

    Pasaron varías horas y Rin no había regresado, cosa que comenzó a molestar al exorcista. Entró a su cuarto para recostarse a dormir ya que no seguiría esperando a su familiar. Se sorprendió al encontrarlo recostado a los pies de su cama, estaba abrazando sus piernas y parecía estar dormido. 

—Sal de mí cama Rin —ordenó, el demonio tenía el futón a un lado de la misma que utilizaba para dormir porque siempre estaba en la cama.

—Prometo no moverme, pero por esta vez déjame aquí —pidió sin abrir los ojos—, me duele demasiado el cuerpo en cuanto deje de dolerme me paso al futón. 

—¿Qué te hicieron? —era la primera vez que lo notaba tan exhausto. 

—Mi padre me castigo por desobedecer una de sus órdenes —habló mas fluido que momentos antes—. Los huesos ya están sanos, ahora solo siento un leve dolor a causa de terminar de cicatrizar. 

—¿Cómo permites que te pegue de esa manera? —se sentó a su lado. 

—Es mi padre, él tiene derecho sobre mí, así como lo tiene sobre los demás demonios. 

—¿Quién es tu padre? —sabía que no tenía que molestarle ese tipo de trato porque en Gehenna las cosas eran muy diferentes a las que él conocía—. ¿Cuál fue su orden?

—Te creía más inteligente, pero veo que me equivoque —rio y al instante comenzó a toser—. Solo piensa un poco y sabrás quién es mi padre.

    El joven se mantuvo en silencio ofendido por la risa de su familiar y él también rio al darse cuenta que su pregunta había sido muy obvia. Era el hermano menor de Mephisto y cuando lo invocó las llamas azules lo delataban, no todos los demonios tenían ese poder y por lo que sabía solo había uno con esos poderes: el mismísimo Satán. No sabía que uno de sus tantos hijos era el heredero de las llamas azules. En ese momento se dio cuenta que su familiar probablemente era un príncipe, ahora entendía muchas cosas en cuanto a actitudes. 

—Veo que ya te disté cuenta de quién es —comentó al ver como su hermano reía ante la pregunta tonta que había hecho—. Convencí a mi padre para que me dejara ser familiar de un exorcista, imagínate su cara cuando pensó que el príncipe de Gehenna estaría bajo órdenes de un mundano ser humano —rio por lo bajo—. Me dejó serlo con las condiciones de que no mostrara mi cola —la misma se enrosco en la muñeca de su hermano—, mi corazón, que no me comportara de forma indigna para alguien de mi estatus ya que fui entrenado para mantenerme en mis cabales y la más importante es no mostrar mis poderes ante nadie, en cuanto lo haga me llevaran nuevamente a Gehenna. 

—Entonces ¿Por qué te comportaste así con Shura? Sin contar que la mordiste —observó parte de la cola que estaba en su muñeca e intentó quitarla, pero la misma ejerció más presión para que no la soltara.

—Estaba aterrado de que me hicieran algo, de golpe me encontré rodeado de un montón de exorcistas y tú no estabas allí, no conocía a nadie y me asusté. Descargué mi miedo con los demonios al mismo tiempo que protegía a tu amiga —soltó sus rodillas de forma lenta para intentar ahuyentar el dolor en sus huesos—. Me perdí cuando mi cuerpo se quemó, era la primera vez que me tiraban agua bendita, solo sentí que querían matarme y los ataqué, cuando reaccioné mi boca ya estaba en el brazo de Shura —volvió a abrazarse—. Lo siento mucho, mis intenciones no eran lastimarla a ella.   

—Está bien solo le quedara el recordatorio de no volver a llevarte—le acarició la cabeza con la mano que el demonio inconscientemente se negaba a soltar—, ya no te obligaré a ir con alguien cuando no lo deseas. A veces, soy un poco egoísta. 

    Rin no volvió a responder, el chico de lentes notó que había cedido ante sus caricias y ahora lo veía dormir, aunque por momentos escuchaba quejas de dolor cuando intentaba moverse. Continuó por unos minutos más hasta que su mano fue liberada. Suspiró y se recostó de su lado de forma incómoda, no quería rendirse ante el demonio, intentaría mantener la relación de domador/familiar para que no se convirtiera en algo más fraternal.


    El joven exorcista despertó por la mañana antes de que sonara su despertador, escuchaba los leves ronquidos de Rin y por la forma en que dormía —en el futón— parecía que el dolor ya no existía. En ese momento, una vez que ya había procesado toda la información de la noche anterior, se dió cuenta que su familiar era un príncipe y no uno cualquiera. Su padre fue el responsable de la noche azul y por lo tanto si alguien llegaba a enterarse de que el chico portaba las llamas azules, esas que causaron tanto dolor a todos, sería asesinado sin piedad. No iba a permitir que eso pasara, en un principio lo detestaba, pero tenerlo en su casa ya era una costumbre, además, de ser buena compañía y completamente dócil o al menos con él lo era.  

    Luego de la ducha y el desayuno, se dirigió a dar sus clases como eran habituales. Terminadas las clases intensivas y en su receso antes de las clases normales, pasaría a ver a Shura para revisar la herida que le había provocado Rin. 

    Las clases como todos los días fueron excelentes, se sentía muy orgulloso por los futuros exorcistas que tendrían de su lado. Una vez finalizada la asignatura los alumnos se quedaron en su lugar lo que le daba a pensar que tenían una duda y por lo visto era grupal. 

—¿Cuál es la duda? —preguntó dejando el maletín nuevamente sobre el escritorio. 

—Es una pregunta acerca del familiar que tiene —Suguro comenzó respondiendo al profesor —¿Esta seguro que es un demonio? 

—¿Qué clase de pregunta absurda es esa? —por lo visto sus estudiantes ya tenían demasiada información en la cabeza—. Claro que es un demonio, sino jamás hubiera respondido a mi llamado. 

—Y si ¿es medio humano? —fue el turno de Shima interrogar.

—Si fuera medio humano no hubiera podido invocarlo.

—Yuki ¿te ha llamado la atención el comportamiento de mi familiar y los de Kamiki-san ante la presencia del suyo? —Shiemi también tenía sus dudas.

—No, quizás los demonios de niveles inferiores muestren sus respetos a otro de nivel superior —no podía decirles que esas actitudes raras fueron porque estaban frente a su príncipe. 

—Profesor —levantó la mano Konekomaru— ¿Por qué su familiar utiliza una katana en vez de su cuerpo como los demás demonios?

—Estuve pensando en que esa katana me era conocida de algún lado —siguió Ruiji—, hasta que nos dimos cuenta que es la Komaken o Kurikara, perteneció a Myoda por muchos años, pero hace unos dieciséis años fue robada.

—¿Estas insinuando que Rin la robo? —era imposible porque era la primera vez que estaba en Assiah a menos de que fuera un engaño esa curiosidad que lo llevaba a tocar absolutamente todo lo que llamara su atención. 

—No, pero ¿qué hay si alguien se la dio por algún extraño motivo? 

—No sé para que le darían una katana robada a un demonio, pero le consultare como llegó a sus manos así te quedas tranquilo —volvió a tomar su maletín dejando en claro que la conversación finalizaba—. Tengo asuntos que atender, recuerden hacer sus deberes. 

    Salió del aula con dirección hacía la mini oficina de su amiga, que era una especie de sala de profesores. Caminó con rapidez ya que esos minutos que le quitaron sus alumnos le dejaban menos tiempo para almorzar, entre revisar la herida de Shura, curarla y luego almorzar, solo le quedaban cinco minutos antes de entrar a las clases normales. Ni siquiera se detuvo a pensar en cómo le sacaría información a su familiar acerca de la espada que siempre dejaba abandonada en un costado de la habitación. Algo dentro de él le gritaba que no le preguntara y dejara pasar ese asunto por alto. 

    Llegó a la sala de profesores y entró sin golpear, como mucho encontraría a su compañera durmiendo o tomando alcohol, aunque intentara no hacerlo en su horario laboral. La situación extraña en que la encontró lo llevó a preocuparse, pero luego de unos segundos su risa la sacó de su trabajo pesado. En el suelo tapándose la boca se encontraba Rin, una rodilla de la mujer en el pecho de este para que no se moviera, con una de sus manos intentaba correrle las manos y en la otra sostenía una botella de cerveza.

—¿Interrumpo? —preguntó luego de dejar de reírse. 

—Ayúdame a darle de beber a este demonio —siguió forcejeando contra la fuerza del chico. 

    Sin siquiera ejercer fuerza Rin se puso de pie y caminó hasta pararse detrás de Yukio como si buscara protección.

—¿Qué hace él aquí? —era raro encontrar a su familiar con alguien que no fuera su padre o Mephisto.

—Vino a disculparse por la actitud de ayer durante la misión y me dijo que ya fue castigado por eso —señaló al de lentes con la botella—. Esperó a que no le hayas pegado porque esa no es forma de tratarlo —lo acusó.

—El de la violencia física fue su padre yo solo no le di ningún premio —miró a su familiar— ¿Cómo estas con ese asunto?

—Bien, mis huesos y heridas han sanado por completo, mira —le mostró los dientes a su domador— ayer como forma de castigo me saque los colmillos y ya están de su tamaño, como si nada hubiera pasado. 

—No vuelvas a lastimarte como castigo —dijo el adolescente—, con una disculpa es suficiente.

—Es parte de mi proceso como demonio, si soy consciente de que hice algo mal debo castigarme y si no lo hago mi padre lo hará peor —aseguró.

    Sabía que no debía meterse porque su familiar vivía en Gehenna y las cosas allí no eran como en Assiah, tampoco podría obligarlo a que no regresara a su mundo porque su padre lo obligaría, por mas que no lo viera, Satán tenía un poder sobre él como sobre cualquier otro demonio.

—He venido a revisar tu herida —habló a la mujer dando por finalizada la conversación con su familiar—, lo menos que queremos es que alguien mas castigue a Rin por provocarle una infección a un exorcista. 

—No es nada —Shura comenzó a quitarse la venda de su brazo—, además, ya aprendí a no pedírtelo para misiones. Cuando no está contigo y hay mucha gente se pone nervioso.    

—¿Qué clase de tratamiento te dieron? —preguntó al ver que la herida estaba sanando bien, aunque la marca de los dientes seguía estando de un color sangre.

—Para una herida común, ya que no me causo nada extraño, suponemos que no tiene veneno ni nada por el estilo. 

    Trato la lesión con tranquilidad, mas tardar una semana ya estaría en buenas condiciones, eso sí, no se salvaría de la cicatriz. Continuaron conversando por unos momentos más, el almuerzo pasaría a ser una colación en el receso entre las clases. Rin siguió a su hermano hasta la escuela y luego de ser convencido —con helado— de regresar a la casa Yukio suspiró, si mantenía a su “mascota” domada de esa manera terminaría en la quiebra comprándole cosas y mucho menos quería que pierda forma física, porque si no lo veía comiendo algo estaba acostado en su cama leyendo esos mangas. Pensándolo mejor comenzaría a hacer un tiempo para entrenar con Rin.


    Pasó un mes en el que el exorcista aprendió muchas cosas en cuanto a ser un tamer. Si mantenía su fortaleza para controlar a su familiar este obedecía todas las órdenes, tanto en las misiones como en la vida diaria. Rin era un demonio bastante físico, los primeros días salía con entusiasmo a entrenar con él, pero últimamente lo notó más cansado y poco reacio al contacto con todo ser humano, incluso se alejaba o mostraba sus dientes en amenaza cuando él quería tocarlo. 

    Transcurrió una semana cuando Yukio ya no soportó más la actitud de su familiar. Le había ofrecido unas galletas con leche y las había rechazado gruñendo. 

—¿Quieres decirme que te sucede? —preguntó el de lentes cerrando la puerta con llave.

—No me pasa nada —respondió dándole la espalda en la cama a su gemelo. 

—Llevas al menos dos semanas sin hablar y cuando te ofrecen algo solo respondes gruñendo —golpeó el escritorio con la mano, obteniendo como respuesta ese sonido tan típico.

—Yukio ¿Eres feliz? 

    Fue una pregunta tan simple que el joven no sabía que responder. Por otro lado, Rin estaba confundido, llevaba semanas sintiéndose extrañó como si lentamente perdiera eso que lo hacía un demonio y ganaba su lado humano. Tenía miedo de ceder y convertirse en humano, así que comenzó a actuar como lo había hecho durante toda su vida. Llevaba en Assiah más de cuatro meses, nunca creyó que tardaría tanto en decirle la verdad a su hermano y ahora hasta sentía esa incomodidad cuando quería mencionar algo acerca de por qué no llevaba el mismo apellido que Shiro o preguntar por el paradero de su madre. Ya no estaba seguro querer cambiar la vida de Yukio porque así lo veía feliz y era lo que mas le importaba. 

—¿Qué te hace pensar que no lo soy? —preguntó retóricamente— Fui adoptado de bebé por un hombre al que considero mi padre y él me quiere como a su hijo, tengo a la compañera más maravillosa de todas, Shura. Y para completar respondió a mi llamado un demonio bastante particular y difícil de domar —se acercó a la cama y le acaricio la cabeza—. Mi familia esta completa y soy feliz.

—Tengo miedo Yukio —se dio la vuelta para abrazar a su domador, no podía evitarlo y las lágrimas comenzaron a correr por su rostro—. Yo quiero seguir siendo un demonio, no quiero que mi lado humano vuelva a dominar porque saldré herido. Necesito ser el demonio que siempre fui —presionó un poco más las uñas dejando marcas en las costillas de su hermano quien cerró los ojos con fuerza al sentir el dolor y al inclinarse ver como el rojo comenzó a marcar su camisa blanca. 

—¿Eres mitad humano? —estaba sorprendido, jamás hubiera imaginado que él sería una cruza.

—Mi madre era humana y la mataron otros humanos. Yo herede las llamas azules de mi padre y si me quedaba de este lado iban matarme solo por ser hijo de mi padre —se secó las lágrimas—. Desde que nací fui criado como un demonio y conviví con ellos —se puso de pie, agarró la katana y se dirigió a la puerta—. No quiero sentir nada de lo que sienten los humanos. 

—Ordeno que te quedes aquí —antes de que abra la puerta con su llave lo sujetó de la cola y tiró— Hablemos como personas normales. 

—Suéltame —gruñó—. No soy un humano, soy un demonio —las llamas rodearon la cola para que lo soltará.

—Apareciste un día en mi vida como si nada y ahora ¿quieres desaparecer de la misma forma? —tiró con mas fuerza haciéndolo caer de rodillas, no sabía que pensar— ¿Qué quieres de mí? —las llamas desaparecieron a medida que tiraba mas de la cola. Comenzaba a sentir odio nuevamente y si no soltaba el punto débil de su familiar se lo cortaría. Lo liberó al darse cuenta lo irracional que estaba siendo. 

—Quiero protegerte —respondió en voz baja—, quiero proteger lo mas importante en mi vida —se puso de pie lentamente—. Alguna vez ¿pensaste en por qué no tienes el mismo apellido que Shiro? ¿Quién era Okumura? ¿Quién fue tu madre? ¿Cómo se llamaba? ¿Ella realmente te abandonó?

    Yukio quedó petrificado en su lugar, eran preguntas que en algún momento se planteó, pero como no necesitaba conocer su pasado porque no cambiaría nada, nunca investigó.

—Cuando debeles tu pasado invócame y hablaremos —abrió la puerta—. Iré a casa a entrenar, volveré siendo el Rin que conociste y no ese que lloró hace un rato —cruzó el umbral y cerró dejando a su hermano en sumo silencio. 

 

 

Notes:

No me dí cuenta que faltaban tantas tildes y comas 🥴
Espero que los haya entretenido el cap porque a mí me dió sueño xD

Chapter 7: Capítulo 7

Notes:

Holi! Mil perdones por no actualizar 💔 la vida adulta no es divertida y la facultad en época de exámenes tampoco...
Mañana actualizo de nuevo (en la noche, mejor dicho, me dormí y no lo subí 😅) y el domingo también, así ya estoy al día...

Chapter Text

 

    A medida que fueron pasando los minutos el joven exorcista se quedó de pie en el mismo lugar. Se sentía confundido por la reacción de su familiar, había sonado como si supiera algo que él no. Además, no podía aceptar que ese chico fuera mitad humano, quizás solo era una mentira para que él cayera en su juego y comenzara a dudar de todo. Realmente no le importaba el pasado ¿Qué cambiaría? No podía cambiar nada de todo eso por más que se enterara ahora.

Suspiró frustrado y salió de la habitación con rumbo a la cocina, seguramente su padre estaría preocupado. Entró como si nada hubiera pasado y se dirigió a tomar un vaso de agua.

—¿Qué tanto provocaste a Rin para que te hiriera? —preguntó Shiro al ver la camisa con manchas de sangre por los laterales. —Quítatelo que te curo.

—No es nada —le restó importancia—. Tú también notaste que estas últimas semanas de la nada dejó de hablar y se comportaba como cualquier demonio.

—Se comporta como lo que realmente es —sacó un botiquín de primeros auxilios de uno de los muebles—. Déjame ver eso —insistió.

    Yukio se sentó y se quitó la ropa, conocía demasiado bien a su padre para saber que incluso le arrancaría la prenda para revisarlo. Shiro solía preocuparse en demasía cuando se trataba de él, olvidando que el chico ya tenía dieciséis años y podía curarse solo. Ahora sin nada que cubriera su torso, las marcas de las cinco garras adornaban los costados de su cuerpo, las uñas perforaron los intercostales, no le dolía, pero viéndolo mejor, necesitaría al menos un punto de sutura con cada marca.

—¿Qué le hiciste para que te atacará? —el hombre volvió a indagar. Le resultó extraño que el demonio lo lastimara y más así, solo clavando las uñas como si fuera a desaparecer.

—Nada —fue sincero—. Él me abrazó y no midió su fuerza, lo hizo porque tenía miedo.

—Miedo ¿de qué? —sospechaba que Rin había comenzado a mover sus cartas.

     El adolescente se quedó en silencio varios minutos sopesando en que le diría a su padre. ¿le creería si le dijera que su familiar era mitad humano? ¿qué estaba asustado por dejar de ser quién era? Observó cómo le curaba las heridas con una gasa y agua oxigenada, la peor parte vendría cuando le tocará suturar y sin anestesia.

—Papá ¿tu sabías que Rin es una cruza entre un demonio y un humano? —el rostro del hombre no demostró nada, pero la presión de más que ejerció en una de sus heridas le aseguraba que lo sabía. Además, cuando oyó conversaciones que no debía, él fue quien rescató a Rin y a su hermano de vaya uno a saber dónde.

 —Los demonios fueron creados para sembrar dudas en los corazones humanos para luego poder poseerlos —no debía decir que lo sabía o estaría en problemas, el demonio dijo tanto en tan poco que con solo investigar el mínimo toda la verdad saldría a la luz—. Te dije que no confiaras tanto en él o lograra ponerte en contra de tu especie. 

—Lo sé, pero sus lágrimas fueron tan humanas que se lo creí, aunque no entiendo como logró sobrevivir un humano en Gehenna antes de dar a luz a un demonio —su padre tenía razón en sus palabras, había sido un tonto en confiar en Rin. 

—Porque su madre también era un demanio, es la única forma.

    Shiro se sintió mal por mentirle a su hijo, pero ¿qué le haría una raya más al tigre? Le mintió desde que nació y una mentira más para que él siga siendo un ignorante de su vida lo dejaba tranquilo. No quería que descubriera la verdad porque estarían en problemas, que lo condenen a él o a Mephisto no importaba, pero que mataran a Yukio solo por su sangre, era algo que no permitiría mientras él siguiera vivo, o incluso si mataran a Rin también le dolería y por otro lado el joven no dejaría que mataran a su familiar. El demonio siempre era arisco con todos menos con su hermano, era el único que podía tocarlo, convivía con el resto del clero, pero nadie podría estar demasiado cerca de él sin ser mordido o amenazado por esos colmillos, incluso él que era quien lo cuidaba cuando no estaba su domador, no mostraba sus dientes y a pesar de que su cola se encontraba a la vista no permitía que se acercara.

    El padre terminó de coser y vendar las heridas. Ambos se mantuvieron en un silencio extraño. Ninguno de los dos quería hablar porque no sabían cómo abordar el tema de Rin y su descendencia. 


    Ya había transcurrido un mes en que Rin se había marchado a entrenar a su casa. Yukio no lograba adaptarse a la ausencia de su familiar, le costaba admitirlo, pero se había acostumbrado tanto a él, que ahora estar solo a ciertas horas del día le molestaba. Inconscientemente había comprado dulces y helados por si en algún momento su familiar volvía. Cosa que no sucedió. 

En ese mes solo lo había invocado una sola vez para una misión, pero no logró controlarlo en ningún momento por lo que terminó rompiendo el sello antes de que atacara a su equipo. El Rin que apareció cuando lo llamó no era el demonio que solía estar con él, este era uno salvaje con sed de sangre y destilaba muerte por sus poros. Luego de ese día se dedicó a entrenar más duro para la próxima vez que lo necesitara y poder someterlo de alguna manera. 

Por otro lado, estuvo investigando acerca de la Kurikara que tenía su familiar, hasta el momento tenía la información de que hacía poco más de dieciséis años había sido robada por alguien por unos motivos que se desconocían. Habló con su alumno Ruiji Suguro para recolectar más información, pero él sabía lo mismo, solo que este le dijo que su padre era quien conocía la historia porque él estuvo presente al momento del robo. 

Esperó a tener unos días libres de la escuela para poder ir hasta Kioto a investigar, le diría a su padre que tendría una misión por lo tanto Shura lo acompañaría. Algo dentro de él le gritaba que no le dijera la verdad a su padre porque se negaría a dejarlo ir. A medida que pasaron los días aseguraba que Shiro le estaba ocultando cosas importantes, como las veces que lo encontró reunido con Mephisto. Al final su tutor se estaba contagiando de los demonios al momento de mentir. Pronto descubriría que era ese secreto que tan bien guardado tenía.


    El chico de lentes caminaba sumido en sus pensamientos mientras leía el mensaje de texto recibido. Exhaló todo el oxígeno de sus pulmones para relajarse, Mephisto fue el causante de alterarlo, siempre lograba engañarlo y el muy maldito lo había convencido de convertirse en tamer sin la necesidad de dar exámenes o asistir a clases: “Hola Okumura-san! Lamento informarle que la siguiente semana deberá asistir con su familiar a las clases de Entrenamiento. Logré hacerlo pasar en todas las otras materias, pero en esta debe estar presente ya que es la asignatura definitoria, habrá otros profesores para evaluarlo y ver si gana su meister. Solo son pocas clases y luego el examen. Las clases comienzan el martes a las 9 am. Buena suerte.” Esos días daba farmacología dos horas más tarde. 

—¿Qué es lo que tanto te preocupa? Gato miedoso —habló su compañera de misiones. 

—El martes debo presentarme a clases de Entrenamiento con mi familiar —suspiró.

—Hace tiempo que no tienes un demonio —lo abrazó por los hombros para guiarlo hacía la sala de entrenamiento que usaban ellos con frecuencia—. ¿Por qué no intentas invocar otro que no sea tu mascota? Uno más pequeño y fácil de domar. 

—No lo sé, ya sabes que Rin puede aparecerse de la nada como lo hacía y se sentirá ofendido si no lo llevo a las clases. 

—Tienes toda esta semana para someter a Rin nuevamente y ya que mañana iremos a la secta de Myoda puedes llevarlo para afianzar el lazo —entraron a la sala—. El tema es ver si puedes al menos lograr que no te ataque cuando lo invoques. 

    Despejaron el área por si al demonio se le daba por tirar cosas o algo similar. Yukio sacó un papel del bolsillo, el sello de invocación fue manchado por unas gotas de sangre, antes de recitar la frase que lo traería de Gehenna pensó en como someter al demonio. Tenía una de las armas cargadas con sedantes, podía dormirlo, una botella con agua bendita; ya sabía que se detendría si le tiraba un poco de esta agua, aunque la idea de quemarlo no lo atraía porque le dolería y no quería lastimarlo. En su maletín tenía un paquete de galletas de chocolates que siempre guardaba por las dudas. 

—Espíritu de carne y hueso, escudo y arma, acude a mi llamado para protegerme —en cuanto recitó el verso, Shura se paró detrás de la reja de una de las pistas de entrenamiento, no correría el riesgo de que la ataque a ella por verla como una amenaza.

    Pasaron unos minutos en los cuales reinó el silencio, por lo visto la frase ya no funcionaba porque su familiar no se había materializado. En cuanto estuvo por darse por vencido un calor mas fuerte que las veces anteriores se apoderó del lugar, no hubo llamas azules, pero frente al exorcista se hizo presente el demonio que llevaba semanas sin ver. El joven estaba vestido con solo un pantalón, manchas de sangre decoraban su cuerpo, algunas ya secas y otras de segundos antes. No podía decir si eran de él o de lo que sea que haya estado cazando momentos antes de ser invocado.

—¿Qué quieres? —preguntó seriamente luego de buscar el peligro y no hallarlo. Se paró frente a su hermano mirándolo a los ojos de forma desafiante.

    Todo paso muy rápido. Cuando el demonio formuló la pregunta y antes de responder, el adolescente de lentes estaba tirado en el suelo con Rin sobre él, hizo fuerza de forma estratégica para impedir que se moviera y las manos estaban aprisionando su cuello aún sin ahorcarlo. Los colmillos estaban rojos por la sangre que los tiño.

—La ultima vez rompiste el sello cuando no pudiste someterme —habló cerca de su rostro— ¿qué te hace creer que ahora eres capaz de hacerlo? Puedo notar duda en tu corazón y no voy a obedecerte —fulminó a la mujer con la mirada antes de que fuera al rescate de su compañero.

—Detente Shura, puedo hacer esto solo —miró a su amiga, quien nuevamente se quedo en su lugar de espectadora—. Soy tu domador —habló mirando fijamente a Rin— y estas aquí para obedecerme, así que quítate de encima mío —ordenó.

—No eres superior a mí y nunca lo serás —rio divertido comenzando a presionar el cuello del exorcista, segundos después se detuvo al escuchar el sonido de un disparo y como su cuerpo se adormecía—. Cobarde —dijo antes de caer dormido sobre Yukio.

    El chico volteó al demonio para poder respirar, guardó su arma nuevamente en su cinturón. No le agradó la idea de dormirlo, pero ese demonio frente a él no era el Rin que había conocido y aseguraba que iba a matarlo. Se dio cuenta que no era su familiar por la forma en que demostraba superioridad y sus ojos inyectados de un rojo sangre solo pedían matar. El Rin que convivió con él era más como un cachorro, rebelde, pero siempre terminaba obedeciendo. 

—Espero que cuando despierte sea el Rin que conocí —se sentó a su lado acariciándole la cabeza, no lo admitiría, pero lo extrañaba.

—Por un momento creí que iba a matarte —la mujer miró al chico que dormía, la saliva dejó un surco en el rostro de un color mas claro—. ¿Hace cuánto no se bañará?

—Si no le disparaba iba a matarme —admitió—, su mirada me inspiraba miedo —limpió la sangre que se pego en su mano—. Debe estar hace tiempo bajo sus instintos solamente. Por la forma en que se movió se sintió amenazado.     

—¿Qué harás con él? Con ese hedor a sangre podrida que despide va a ser difícil que no tengas una horda de demonios en pocos minutos. 

—Lo llevaré a mi casa, lo limpiare un poco para quitarle el olor y cuando se despierte hare que se bañe —se puso de pie y cargo el cuerpo de su familiar en su espalda. 

—Entonces, nos vemos mañana a la mañana en la estación de trenes —habló la joven antes de ver como su amigo se perdía al cruzar la puerta.     

    Yukio entró a su casa evitando la iglesia, aseguraba que el demonio no despertaría, pero prefería prevenir antes que ponerlo a prueba. No encontró a nadie que lo ayudara así que camino directamente a su habitación, no tenía idea de que forma reaccionaría al despertar, en todo caso volvería a sedarlo. Lo recostó en el suelo y se puso manos a la obra.


    Rin se removió en un lugar cómodo, sus ojos se abrieron y se volvieron a cerrar para seguir durmiendo amenamente, hacía al menos dos semanas en que no dormía en su cama, su padre lo tenía en entrenamiento estricto, en momentos entrenando con él y otros con los demonios que eran atraídos por la sangre. En cuanto volvió a Gehenna se reunió con Satán de forma urgente, luego de mostrar que estaba volviéndose humano se sometió al entrenamiento y clases de como debía comportarse un demonio. Una de las tantas reglas fue aprender a no hablar en un idioma en que los humanos lo entendieran, en todo caso debía mantenerse callado, fueron las clases que mas le costó y lo logró por no perder su lengua. Sus ojos nuevamente se volvieron a abrir y cerrar, se sentía pesado y somnoliento, lleno sus pulmones de aire y lo soltó en un suspiro, el olor no era el mismo que respiraba hacía bastantes días, no olía a sangre y tierra. Se sentó de golpe en la cama, el efecto de lo que sea que le impedía levantarse se había evaporado de su sistema, ese lugar no era su casa, tampoco su habitación y mucho menos su cama.

Pater? —(¿padre?) llamó asustado, aunque dudaba en que él fuera a responderle. 

    Miró alrededor buscando señales de donde estaba, recordaba esa habitación y encontró al dueño de la misma durmiendo con los brazos en la mesa, Yukio aún no despertaba. Bostezó, se refregó un ojo y al mirar su mano la notó limpia, observó su cuerpo, estaba limpió con partes de su cuerpo vendado, prefería no pensar en cómo había terminado así y quién le había cambiado el pantalón, sacudió su cola sintiéndola pesada, una venda cubría una parte de la cual se notaba empapada de sangre. Gruñó por lo bajo, no necesitaba que lo curaran, lo hacía en un par de horas, pero al fin y al cabo terminaba como nuevo antes de volver a entrenar. Comenzó a arrancarse el vendaje del pecho, luego el del brazo para ver que las heridas ya no existían, estaba a punto de arrancar la de la cola cuando un movimiento lo hizo estar en alerta. 

—Tranquilo, no te hare daño —habló el exorcista mostrando las dos manos—. Déjame revisar eso.

Non postulo vestri auxilium —(no necesito tu ayuda) llevó su mano a su destino para cumplir su cometido.

—No puedo entenderte, pero detente —ordenó con firmeza y el demonio se detuvo alejando sus manos. 

    El joven se sentó en la cama con cautela, lentamente quitó la venda sin hacer movimientos raros porque aseguraba que Rin lo atacaría en la mínima oportunidad. La herida no terminaba de cicatrizar, en cuanto lo estaba aseando se encontró con una infección bastante avanzada, sabía que era el punto débil de los demonios y lo peligroso que llegaba a ser con una lesión mal curada.

—Necesita mas curaciones —habló al tiempo que se ponía de pie para levantar el botiquín del suelo—. Te lo trataré para quitar toda infección. No importa si duele, solo quiero que te recuperes. 

    El demonio no respondió, se mantuvo en desconfianza esperando cualquier mal movimiento para atarcarlo. No quería hacerlo, sabía que era su gemelo, pero tanto tiempo bajo sus instintos le decía que lo atacará. Al mismo tiempo sentía esa conexión de demonio-domador esta vez mas fuerte y se debatía por quien tenía el poder, lentamente percibía como el de domador ganaba, aunque el se resistía a acatar sus ordenes se obligaba a hacerlo. 

—Si no fueras mi hermano ya te habría matado —acotó en voz baja cruzando sus brazos y mirando como vertía un líquido raro en su extremidad. 

—¿Qué dijiste? —miró con sorpresa a Rin. Había oído bien y entendido lo que dijo. 

    El príncipe se mantuvo nuevamente en silencio, metió la pata hasta el fondo, creyó que había hablado en latín antiguo y no en idioma humano. No iba a perdonarse un error tan catastrófico como ese. Sacó la lengua y una de sus garras se dirigió a su boca, cuando hablaba de mas o cosas que no debía uno de los castigos era cortarse parte de la lengua.

—Detente —Yukio sujeto sus manos evitando lo que él creería que haría—. No entendí lo que dijiste, pero si no quieres no lo repitas —mintió. 

    El familiar volvió a bajar los brazos, descansando las manos sobre las sabanas, aseguraba que había hablado en japones, pero si su domador le dijo dos veces que no lo entendía le creería. 

    Yukio terminó de curar y vendar la herida, guardo todas las cosas y se levantó de la cama para dejarlo descansar, lo notaba extraño como si se debatiera en como actuar segundo a segundo. Se alejó unos centímetros cuando la mano de Rin lo detuvo al agarrarlo de la manga de su camisa.

—¿Qué sucede? —preguntó— Vuelve a dormir y mañana hablamos.

Mane mecum —(quédate conmigo) Tiró con mas fuerza de su ropa para hacerlo volver a la cama—. Si non ego te volo occidere —(sino querré matarte).

—Solo déjame guardar esto y apagar la luz —le mostró la caja y este lo soltó para recostarse. 

    El adolescente no lograba comprender lo que Rin decía, pero por las acciones entendió que le pidió que se acostara con él. Cometía una locura en hacerlo, pero sabía que no lo lastimaría. Apagó la luz y volvió a su lado, se recostó y a los segundos su brazo fue abrazado por el demonio, sentía el miedo que él desprendía, la cabeza descanso en su hombro. 

—He querido deshacerme de mi parte humana, pero si lo hago olvidaré que eres mi hermano y no quiero hacerlo —habló para que Yukio lo entendiera—. Tengo miedo de lastimarte.

    El silencio reino por completo la habitación, la respiración acompasada del demonio le indicó al de lentes que este ya se había dormido. Había entendido muy bien las dos veces, Rin y él eran hermanos, pero ¿Cómo? Shiro le contó que no era posible que naciera un humano de dos demonios y que Rin seguramente quería jugar con su corazón y ponerlo en contra de su propia especie ¿A quién debía creerle? ¿Al hombre que lo crío o al demonio que un día apareció como si nada? Pensándolo bien y haciendo memoria en uno de sus primeros encuentros con su —ahora— familiar, lo desafió a cruzar al patio de la iglesia cuando supuestamente estaba la protección anti demonios ¿Por qué su padre la había quitado? A pesar de los meses que habían pasado una frase de hizo presente en su mente: “Indaga sobre tu pasado hermano, alguien ha estado engañándote toda tu vida.” 

    Suspiró con miedo y frustración, no sabía a quié creerle y si lo pensaba a fondo había cosas que jamás cerraron en su vida y que no quiso investigar. Ahora le daría el beneficio de la duda a Rin y a Shiro, investigaría y no se detendría hasta descubrir la verdad de su nacimiento.

    Intentó moverse para acomodarse, pero el agarre del demonio se hizo mas fuerte, le acarició la cabeza logrando aligerar la presión en su extremidad. Procuraría dormir un poco hasta la mañana siguiente, cerro los ojos esperando a que Morfeo hiciera lo suyo, pero su cabeza era un lio. Suspiró nuevamente rindiéndose a la inconsciencia que tanto necesitaba. El viaje de la mañana siguiente sería realmente algo necesita hacer para descubrir cosas. 

 

 

 

Chapter 8: Capitulo 8

Notes:

Buenas!! Cómo lo prometido es deuda, he aquí el siguiente capítulo 🙃 mañana público de nuevo y ya estoy al día!

Chapter Text

 

    El joven exorcista miraba asustado a su alrededor, en un principio cuando despertó no logró entender muy bien en donde estaba, parecía una jaula de esas que usaban para encerrar a los demonios que atrapaban en el vaticano para experimentar. Retrocedió hasta que su espalda choca contra una pared, entonces no era una jaula, más bien era una celda. Estaba preso por algún motivo que desconocía, intentó recordar del porqué estaba ahí, pero solo llegaba a su mente la palabra “demonios”. Él no era un demonio, era un humano y siempre lo sería ¿Por qué estaba apresado? Miró a los lados y se encontró solo, las celdas se mantenían iluminadas por una luz tenue, el pasillo era un poco más claro, el olor a moho era abundante aparte del de la sangre. Se observó a si mismo con sigilo, no encontró nada fuera de lo habitual, escuchaba los sonidos un poco más fuertes, pero lo relacionaba con el solo hecho de estar completamente solo, pasó su lengua por sus labios resecos para humedecerlos cuando sintió algo filoso rozar la misma, ahora inspeccionó eso que llamó su atención, metió un dedo en su boca para sentir la dentadura, al llegar a sus colmillos alejó la mano con desesperación ¿Cómo era posible que sus colmillos fueran tan grandes? Ahora con sus sentidos más alertas sintió como algo que golpeaba contra el suelo le mandaba una ligera comezón a través de la columna, miró al suelo para encontrar como una cola larga —parecida a la de su familiar— se agitaba con mayor entusiasmo. Comenzó a jadear en desesperación y repetirse internamente como un mantra “soy humano”. Se sentó abrazando sus piernas, el ruido de una puerta abrirse y los pasos en el suelo a través del pasaje hizo que la cola que segundos antes golpeaba la superficie de la celda, ahora, estaba escondido dentro de la ropa del chico. El sonido de las pisadas se detuvo frente a la puerta, no era solamente una persona la que hizo el trayecto, sino que eran dos hombres vestidos con el uniforme de exorcistas como el suyo, en medio de los dos, arrastrando sus pies Rin parecía inconsciente. Abrieron la puerta dejando caer el cuerpo del demonio sin ningún tipo de consuelo. 

—Luego vendremos por ti, maldito demonio —dijo uno de los hombres con desprecio, cerrando nuevamente la celda.

    Una vez que los exorcistas abandonaron el lugar, el joven demonio se arrastró hasta abrazarse con fuerza a la cintura de su compañero. Su cuerpo estaba con heridas que sanaban lentamente, parecido a las que les provocaba el agua bendita.

—No te preocupes que tu Nii-san jamás permitirá que esos idiotas pongan un dedo sobre ti —juró el príncipe—. En cuanto te toquen conocerán quién soy yo. 

—Ni siquiera puedes moverte —respondió Yukio—. Además, ¿para qué me quieren? 

—Quieren que nuestro padre aparezca porque se creen capaces de detenerlo —apretó el agarre al sentir un dolor en el cuerpo. 

    Entendió que por “padre” hacía referencia a Satán y no a Shiro. Un miedo indescifrable se apodero de él. Él no era ningún hijo de un demonio, él era el hijo de Shiro Fujimoto y de nadie más, estaban cometiendo un error al juzgarlo de lo que no era. Pasaron varios minutos en silencio, aún continuaban en silencio cuando la puerta y los pasos nuevamente hicieron eco. Tres hombres se detuvieron frente a la celda.

—Será fácil agarrar al de lentes porque el otro está dormido —aseguró uno mientras abría la prisión e ingresaban. 

—¡Aléjense! —ordenó Yukio, en la desesperación mostró sus colmillos como amenaza. 

—El gatito muestra los dientes —rio otro de los exorcistas.

—Aléjense de mi hermano —Rin se puso de pie, las llamas azules adornaron su cuerpo— si lo tocan será lo último que hagan.

     La advertencia fue más que eso, las llamas rodearon a los tres captores quemándolos al instante, los gritos dieron el paso a que más personas entraran al cuarto con armas en ayuda de sus compañeros.

—¡Detente Rin! —gritó el chico abriendo los ojos con desesperación. 

    La oscuridad proporcionada por las luces apagadas impedía al joven domador ver donde estaba. La comodidad de la cama le dijo que todo era una terrible pesadilla, intentó incorporarse mientras jadeaba, pero le fue imposible al darse cuenta que su familiar lo tenía abrazando por el torso, sentía el agarre firmemente en donde las cicatrices de las garras de Rin se encontraban. Lentamente se relajó descubriendo que el demonio liberaba un poco la fuerza del enganche a su cuerpo. No quería que los pensamientos siguieran jugando una mala pasada con pesadillas como la que ya había tenido, así que se obligó a no pensar en nada y a dormir de una vez por todas. Ya tendría tiempo más adelante para comerse la cabeza con miles de teorías. 


      El sonido de un golpe en la puerta despertó al adolescente, quien se sentó asustado en la cama, la claridad en la habitación le indicaba que ya era de día. Preso del pánico por haberse quedado dormido agarró el celular para ver la hora, aun tenía al menos dos horas antes de encontrarse con Shura en la estación de trenes. Nuevamente el llamado lo hizo levantar y abrir la puerta que continuaba con llave.

—Creí que te había sucedido algo —habló Shiro desde la puerta—, anoche no saliste a cenar. 

—Buenos días padre —saludó bostezando—. Lo siento —se disculpó—, es que estuve intentando controlar a Rin y se me paso toda la tarde. Por seguridad cerré con llave.

—¿Rin? —miró hacia adentro buscando al demonio dentro de la habitación, para no ver a nadie más que a su hijo—. Veo que se te escapó.

—No importa, solo regresó a Gehenna —la evidencia estaba en un montón de cenizas en el suelo, lo que significaba que había revisado sus cosas y luego de encontrar el sello lo quemó—. Más tarde volveré a invocarlo. 

—Tengo algo que proponerte, pero primero vístete y en el desayuno hablamos —él hombre se retiró del lugar.


    Una vez finalizado el desayuno Yukio retornó a su cuarto, cada vez había cosas que mas le llamaban la atención de su padre, cosas que en otros momentos de su vida no las hubiera notado o quizás se estaba volviendo paranoico. ¿Cuál era la necesidad de su tutor por alejarlo de Rin? Si tanto lo había querido ¿Por qué ahora lo torturaba diciéndole cosas de que Rin lo lastimaría? Que era muy complejo tratar de someter a un demonio de tan alto nivel como lo era él.

La propuesta no había sido otra cosa mas que de cambiar de familiar, nada anormal, solo deshacer el trato con Rin y llamar otro demonio que fuera más fácil de dominar y menos agotador, incluso podría utilizar a Kuro —el familiar de Shiro— para las clases de la academia. Pensándolo bien no era mala idea, pues ya había tratado con Kuro y era sumamente simpático, incluso lo podía hacer pasar como un gato normal siempre y cuando no se transformará. Por otra parte, quería pasar la mayor parte del tiempo con Rin porque una vez que recibiera su meister rompería el trato con el demonio. En el hipotético caso de que él fuera su hermano no quería seguir sometiéndolo de la manera en que lo hacía, necesitaba relacionarse con él de otra manera, aunque sin nada que lo mantuviera en Assiah sería muy difícil de verlo.

    Bostezó buscando un papel con los sellos entre las cosas que llevaría a su supuesta misión en Kioto, manchó el circulo con sangre, si seguía así estaba pensando seriamente en guardar un poco de esta en un tubo ya que la herida jamás sanaría si debía abrirla cada día. Apenas finalizado el llamado de invocación el joven príncipe apareció frente a su domador como si hubiera estado esperando. Se encontraba limpio, con un traje formal de un color celeste claro que demostraba el rango que poseía, en su espalda cargaba la Kurikara dentro de una funda roja. No dijo una palabra, solo se dedicó a mirar el suelo en forma de sumisión.

—Si querías ir a bañarte me lo hubieras dicho —comenzó Yukio—, no puedes tomar mis cosas y desaparecer de la nada —caminó a su armario en busca de ropa, sacando una camisa y un pantalón de la escuela—, mucho menos quemar tu papel de invocación —Rin se mantenía en silencio—. Si ya no te sientes a gusto conmigo podemos romper el trato de familiar-domador y serás nuevamente libre. 

Non vis ad conteram paciscor —(No quiero romper el trato) Ese fue el único momento en que el demonio levantó la mirada para verlo a los ojos.

—Habla de forma en que te entienda —el joven se estaba impacientando— ¿Qué es lo que sucede? Antes te la pasabas hablando, incluso eras feliz cuando te seguía las conversaciones.

—Soy un maldito demonio y debo comportarme como tal —habló claramente—. Mi padre no me permite que me comunique de forma fácil con los humanos —dijo humanos con desprecio—. Deveras aprender a entenderme.

—Es lo que quiero, pero no lo permites —se rascó la nuca para quitar el estrés de encima— ¿Cómo quieres que te entienda si hablas en un idioma que desconozco?

—¿Cómo entiendes a cualquier otro demonio si no habla? —rebatió con otra pregunta. 

—No es necesario entenderlo porque obedece todas las ordenes —lo miró desafiante—, no como otros. 

—Te daré dos opciones. —Levantó un dedo— Si hablo de forma en que me entiendas no obedeceré todas tus ordenes —mostró otro dedo—, o me mantengo en silencio todo el tiempo y acataré todas tus ordenes, incluso si me pides que salte por la ventana lo haré. Tu decides. 

    Yukio se quedó pensando unos minutos en silencio mientras miraba la ropa que sostenía en su mano. ¿Qué opción era la correcta? ¿Entenderlo o domarlo? Sin dudas necesitaba aprobar el examen de meister en domador, tenía mas de una semana para entenderlo.

—Te tratare como el maldito demonio que eres. Ahora, quítate esa ropa y ponte esta —le lanzó la ropa a la cara—. No quiero que nadie se entere que eres un familiar de alto nivel o estaré en problemas. 

    El joven de lentes terminó de preparar sus cosas mientras Rin cambiaba su atuendo. Escuchó un gruñido y volteo a ver que lo provocaba, la herida en la cola del demonio tenías un aspecto peor que el de la noche anterior, el color negro adornaba gran parte de la misma, a pesar del dolor que le causaba la enroscó en su cintura para colocar en su lugar la camisa. Yukio miro la hora, solo le quedaban veinte minutos para estar en la estación antes de que Shura comenzara con las llamadas y los gritos por ser tan impuntual. En fin, si se aguantó tanto tiempo la herida sin curar lo soportaría unas cuantas horas mas hasta que llegaran a Kioto y alquilaran una habitación.


    Llegaron con minutos de sobra al andén del que partiría el tren con destino a Kioto, la mujer llego unos minutos después casi a las corridas. Abordaron el vehículo sin problemas con los pasajes en mano, el comportamiento de Rin era el más extraño, lo notaba nervioso y en ese momento su domador se dio cuenta que era la primera vez en que el demonio estaba sobre algo desconocido.

—¿Estas bien? —preguntó tocándole el hombro asustándolo con una acción tan normal— ¿Quieres que rompa el sello y te llame cuando lleguemos?

    No respondió, pero en cuanto el ferrocarril arrancó sujetó con fuerza parte del uniforme de Yukio, Rin iba sentado junto a la ventana para evitar los mareos. 

—¿Qué le pasa? —Shura lo miró preocupada— ¿Le comieron la lengua los ratones?

—Es la primera vez que sube a un medio de transporte, es normal que tenga miedo —buscó unas galletas de chocolate en su bolso y se las tendió a Rin, quien las recibió olvidando por completo la preocupación—. No hablara porque según él los demonios no se comunican con los humanos hablando.

    El resto del viaje transcurrió de forma tranquila, solo los exorcistas conversaron todo el camino, hacía bastante tiempo en que no pasaban tanto tiempo juntos, vivieron unos años en la misma casa hasta que Shura decidió estar en la academia y luego comenzó a trabajar, ahí fue cuando se veían pocas horas, pero se seguían queriendo como si fueran hermanos de sangre. 

    Una vez en Kioto y con los pies en suelo firme buscaron la dirección del hostal al que irían, pues la dueña era la madre de Ryuji y él fue quien concretó la cita con su padre. Una vez fuera de la terminal tomaron un taxi. Si alguien le preguntaba a Rin prefería caminar todo lo necesario hasta llegar, estaba mareado, las galletas daban vuelta en su estómago amenazando con abandonarlo en cualquier momento si no bajaban pronto y para rematar todo el dolor en la cola le mandaba como shocks eléctricos por la columna que finalizaban en su cabeza, si no curaba eso en las próximas horas corría el riesgo de morir. Fue la primera vez que una herida no sanó de forma debida, tampoco recordaba hacía cuanto la tenía y mucho menos como se la generó, quizás todo era causado por su lado humano, odiaba sentirse débil por eso, algún día lograría deshacerse de esa parte. Por momentos sentía oleadas de calor como si sus llamas se liberaran y volvieran a estar nuevamente dormidas, pero no era una sensación agradable sino más bien tan calientes que perdería el conocimiento. 

    Llegaron al hostal y su anfitriona los recibió con una gran sonrisa, ella era una mujer simpática, los guió a su habitación y les dijo que la sala de reuniones ya estaba preparada para la reunión que tendrían con su esposo. En ningún momento cuestionó el porqué ignoraban al chico que caminaba detrás de Yukio como si fuera su sombra, así que seguramente ya se había percatado de que era el familiar de alguno de ellos dos. El cuarto era espacioso y bien decorado, dos camas eran separadas por un escritorio, el demonio observó todo y advirtió que dormiría en la silla o en el suelo sin nada que amortiguara el frio, se sentó de forma lenta para evitar cualquier dolor mas fuerte de lo que sentía, estaba tentado en dejar la cola al descubierto, pero no confiaba para nada en Shura, prefería seguir sufriendo en silencio que correr el riesgo que le estirara de la cola para someterlo. En toda su vida el único que había tocado su cola fue su hermano y nadie más, bueno sí, al principio cuando la mantenía libre, su padre o alguno de sus hermanos se la pisaba para enseñarle de los peligros, lentamente dejó de mostrarla.

    Media hora más tarde, el trío estaba reunido con Tatsuma Suguro, los tres humanos tomaron asiento mientras que el demonio quedo parado contra la pared detrás de su gemelo, si no recibía la orden de que se sentara, debía estar alerta de cualquier peligro. 

—Buenos días Suguro-sama —saludo el chico de lentes—. Soy Okumura Yukio, exorcista de nivel medio de primera clase —se presentó—. Él —señalo al chico presente detrás suyo—, es mi demonio familiar Rin.

—Y yo soy Kirigakure Shura, exorcista superior de primera clase —se presentó con una inclinación de cabeza. 

—Es un gusto conocerlos —la pareja era tal como se lo había señalado su hijo—. ¿Qué los trae por aquí?

—Mi familiar, aquí presente, tiene en su poder una katana que según Suguro-kun perteneció a su secta hace unos dieciséis años y que fue robada por alguien ¿Queremos saber acerca de esa persona? ¿Qué es lo que recuerda?

—¿Puedo ver si es la Komaken? —eso significaba Fujimoto no había asesinado a ningún niño.

    Yukio le pidió la espada a Rin y este se la entregó sin ningún problema. El sacerdote la revisó, sin lugar a dudas era ese viejo cascarón al que tanto le habían rezado por mucho tiempo. La desenvainó para observar la hoja, estaba bien cuidada, pero al mirarla mas detalladamente casi en la base se notaba como había sido reparada, alguien por algún motivo la había roto.

—Es la Komaken que nos perteneció por generaciones —la dejo descansar sobre la mesa—. Aunque está rota ¿Sabes que sucedió con ella? —miró al demonio. 

—Desde que tengo memoria la espada ya estaba así —habló Rin, no iba a hablar, pero sabía que era necesario para que Yukio descubriera la verdad de su pasado. Tampoco iba a decirle que Satán la había roto para liberar su corazón sellado y luego Samael la reparó para que tampoco perdiera parte de sus orígenes.

—Usted ¿sabe quién la robó? —la mujer consultó— y ¿Por qué lo hizo?

 —No la robó nadie —aseguró el hombre—, yo la entregué por salvar a toda mi gente.

—¿A quién se la entregó? —el corazón del adolescente de lentes latía rápidamente, estaba seguro que nombraría a su padre.

—En ese momento era un exorcista de primer nivel superior, se llama Shiro Fujimoto —comenzó—. Un día mientras oraba para proteger a todos los miembros de la secta del miasma que desprendía el ojo derecho del rey impuro, él se apareció en medio del rezo y robó la kurikara, sus heridas lo dejaron inconsciente. Luego de que lo curé, exigió que le entregara la katana porque debía matar un niño. Un niño que yo siempre supe que era inocente —miró a Rin, así que Shiro debía de matar a un niño demonio.

—Shiro Fujimoto es mi padre adoptivo —respondió Yukio con toda normalidad, como su la historia no le afectara, aunque su corazón seguía latiendo a gran velocidad— ¿Mi padre salvo a su gente? —era creíble porque él siempre ayudaba.

—Nos dio el antídoto para el miasma y él salvó a mi esposa Torako que en ese entonces estaba embarazada de Ryuji. Entregarle un pedazo de hierro forjado era lo menos que podía hacer. 

—¿Sabe si mató a ese niño? —solicitó Shura.

—Por las circunstancias y porque no lo vi capaz —observó a la pareja—. El niño que debía matar es tu familiar. 

—Parte de la historia cierra —habló el joven, su padre entregó a Rin a Mephisto cuando no pudo matarlo.

—Si él es tu padre deberías de consultárselo, si te adoptó a ti no lo veo capaz de matar niños. 

—Muchas gracias por responder nuestras preguntas —el joven se puso de pie mientras hacía una venía— ¿Quiere quedarse con la Kurikara? —después de todo pertenecía a Myoda y no a Rin.

—Solo es una espada vacía —la envainó y guardó en su funda—. Sé que él le da una mejor utilidad —se la entregó al demonio—, sé un buen chico.

—Gracias por todo —Shura también se puso de pie para saludar al hombre—. Cualquier duda volveremos a pedir una reunión.

—Gracias a ustedes por hospedarse en nuestro hostal. 

    Se despidieron y salieron de la sala, la pareja caminaba unos metros mas adelante del demonio, irían a almorzar y luego recorrer antes de volver a casa. Los pasos de Rin eran cada vez mas lentos, cada pisada era una agonía, sentía todo su cuerpo afiebrado y era incapaz de alcanzar a su domador, solo esperaba que él se diera cuenta que ya no lo seguía. Dos pasos más y se desplomó en el suelo.

    Yukio volteó al escuchar el ruido de una caída, la desesperación lo invadió cuando se encontró con su familiar desmayado en el suelo. Regresó corriendo para levantarlo y estaba hirviendo en fiebre.

—¿Qué le sucede? —preguntó su compañera al llegar a su lado.

—No lo sé —no estaba seguro de si era por la infección o tal vez no controlaba sus poderes—. Debó llevarlo al cuarto para revisarlo, no pueden verlo así.

    Con ayuda de la joven cargó a Rin y entraron a la habitación, lo recostó en la cama poniéndolo boca abajo ya que, si el problema era su cola, sería mucho peor dejarlo boca arriba. Elevó parte de la camisa dejando al descubierto el problema de todo. 

—Eso no tiene un buen aspecto —comentó Shura— ¿Qué necesitas para curarlo?

—Con que me alcances mi maletín esta bien —se acomodó mejor en su lugar—, tengo que quitar todo el tejido muerto para que se regenere de mejor forma y no siga infectando a medida que se recupera. —Tocó el rostro afiebrado— Rin —llamó— necesito que liberes la cola, prometo que todo va a estar bien.

    La respuesta fue física, la extremidad quedo tendida sobre el colchón, a pesar de que el demonio se encontraba mas inconsciente que otra cosa en cuanto Shura intentó ayudar a Yukio con las curaciones, gruñó en una amenaza latente que no importaba que tan mal estaba, él la atacaría en cuanto tocara su cola. 

    Tras unos largos minutos de trabajo exhaustivo para no manchar las sabanas, el doctor retiró con sumo cuidado toda la infección, lo más difícil era ponerle agua oxigenada porque el mismo acto de defensa evaporaba el liquido apenas tocaba la piel. Lo vendó y dejó que la misma se enredara en la pierna de Rin, él continuaba medio dormido a causa de la fiebre que aun persistía. Ahora el joven podía quedarse tranquilo de que el demonio estaba mucho mejor, en cuanto lo vio desmayado en el suelo el miedo de perderlo de apoderó de él, no pararía hasta descubrir si realmente eran hermanos porqué eran tan diferentes. Se apoyó en el respaldo de la cama para descansar en ese momento Rin se abrazó a él en busca de calor, podía sentir como temblaba.

 La exorcista entró con una compresa de agua dejándola sobre el escritorio. 

—Mira lo que encontré abandonado en el pasillo —mostró la katana que dejó a un lado.

—Había olvidado por completo la Kurikara —mojó una tela en el agua y lo colocó en la frente de su familiar— ¿Será realmente que mi padre debía matar a Rin con ella?

—La única forma de saberlo es preguntándoselo a tu padre. Quizás responda sin ningún problema —comentó la joven mientras se sentaba en la silla. 

—Él siempre ha evitado que le pregunte acerca de cosas que me lleven de cierto modo a mi pasado.

—¿Cómo una katana y un demonio pueden llevarte a tu pasado? —preguntó dudosa. 

—La noche en que nosotros nacimos —hablo el príncipe sin abrir los ojos— mi corazón fue sellado en la espada —hizo una pausa—. Shiro se la entregó a Samael y a nosotros luego de que nuestra madre muriera.

—Está delirando por la fiebre—habló Shura.

—Déjalo que continúe —la cayó— ¿Qué más paso esa noche?

—Tu padre no quería tener ningún tipo de relación con nosotros porque mamá ya estaba muerta —hilaba las palabras de forma lenta, provocando en Yukio más nervios de lo normal—, criar a dos demonios no estaba dentro de sus planes porque se metería en problemas al ocultarnos —suspiró intentando no dormirse—. Samael lo convenció de que se quedara con uno de nosotros para tener una especie de recuerdo de mamá, así que se quedó contigo porque no presentaste poderes y eres parecido a ella. 

—¿Recuerdas cómo se llamaba tu madre? —había cosas que lentamente comenzó a tener sentido en la cabeza de la mujer.

—Se llamaba Yuri Egin.

—No puede ser —respondió de forma lenta poniéndose de pie. 

 

Chapter 9: Capitulo 9

Notes:

Holitas!!! Qué tal? Perdón por no actualizar el domingo, pasaron cosas y ya se me pasó las 00 así que estamos a martes...
Ya falta poco (mentira) para que termine la historia, espero actualizar el domingo que viene y ponerme a editar algunas cosas de los siguientes capítulos que nunca arregle xD

Chapter Text

 

    Shura estaba sorprendida, no podía procesar y relacionar a Yuri Egin con esos dos chicos o solo con uno. Tenía entendido que ella había fallecido en la noche azul y se enteró directamente por su prometido (de Yuri), Shiro Fujimoto. El mismo día que habló con él, también le presentó a Yukio, que lo había encontrado abandonado. Si la madre biológica de su amigo era Yuri ¿eso significaba que Shiro era su padre? O sea, no podía entender el como ella tuvo un hijo de alguien que no era su pareja, bueno sí, los engaños existían, pero ¿hacerse cargo de un niño que no es tuyo? Y mucho más si era medio demonio. Ahora entendía porque siempre le pedía que lo vigilara y cualquier cosa anormal en él se lo informara de inmediato, también entendió porque la había convertido en su compañera de misiones. Indudablemente necesitaba hablar en privado con él y despejar muchas dudas.

—¿Conocías a esa mujer? —preguntó el chico de lentes, intentado acomodar mejor a Rin para que descansara. 

—Sí, fue una de las mejores domadoras en años, fue una tamer de primera y segunda clase, enseñó a los alumnos de la academia de tamers, escribió varios libros sobre demonios y estaba certificada para la crianza de los mismos —no quería decir más por miedo a meter la pata y confundir al chico. 

—Se tomó muy en serio la crianza de demonios entonces —respondió irónicamente mientras cambiaba el paño de la frente de su familiar —¿Sabes qué relación tenía ella con mi padre? O sea, con Shiro —con su padre biológico era obvia la respuesta.

—Yo…yo —¿Qué diría? —Sí, sé qué relación había entre ellos, pero no soy quién para decírtelo.

—Entonces, se lo preguntare a él —miró a su amiga a los ojos—. Shura si mi padre no quiere decírmelo ¿Tú me contarías todo lo que sabes?

—Si estás seguro de todo, te lo contaré —suspiró derrotada—, pero no te aferres a todo lo que dijo Rin, recuerda que puede estar delirando por la fiebre.

    Se quedaron en silencio por un largo período, ninguno de los dos sabía cómo continuar después de algo tan trascendental como la confesión de Rin. Ella se sentía incómoda porque sabía que en cualquier momento Yukio le pediría que le cuente todo lo que sabía sobre su madre, no le negaría ningún tipo de datos, pero primero necesitaba hablar con Shiro. Él, estaba perdido en sus propios pensamientos y por momentos se dedicaba a cambiar el paño para volver a mojarlo, lentamente la temperatura iba disminuyendo lo que significaba que la infección ya pronto dejaría de molestar. 

     La joven abandonó la habitación en busca de algo para almorzar, comerían en un restaurante, pero su amigo se negó en dejar solo a su familiar, además, de que era peligroso, por otra parte, en cuanto Yukio intentó levantarse de la cama Rin se le pegó con más fuerza. Así que cuando ya estuviera bien saldría a almorzar con él si ningún otro problema. 

    El exorcista se quedó recostado en la cama, si Rin no había delirado en todo lo que contó, aparte de ser hermanos y probablemente gemelos, significaba que él también era medio demonio. Lo malo de todo el asunto era que su padre no era un demonio cualquiera, sino que era el rey de todos los demonios: Satán. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, en ese momento abrazó al chico que aún dormía. Ellos eran monstruos en Assiah, si el vaticano llegaba a enterarse de que existían los matarían era poco, incluso Shiro estaría en serios problemas. 

—Prométeme que si somos hermanos nunca vas a dejarme —lo apretó con más fuerza como temiendo a que fuera a desaparecer en ese instante. 

Ego non relinquam vos —(Nunca voy a dejarte) Dijo en voz baja al mismo tiempo que respondía al abrazo, pero en una intensidad menor, su cola le agitó con alegría. 


    Shura regresó al hostal una hora después con el almuerzo listo, en la habitación el ánimo que se respiraba ya era distinto. Rin estaba sentado en la cama mientras miraba como Yukio le terminaba de vendar la herida. Según el chico con tan solo dos curaciones más todo estaría normal. Cuando el demonio estuvo completamente lucido le preguntaron si recordaba que había dicho cuando estaba con fiebre y solo respondió con un movimiento en la cabeza diciendo que “no”.

 Para la mujer la nueva faceta que conocía del demonio era molesta, no entendía el idioma que utilizaba y la sumisión en la que estaba era aún más molestas, a ella —al igual que a Yukio— le gustaba que sea más como el cachorro rebelde que se comportaba con tal de tener premios, ahora esos premios ya no eran necesarios. 

    Por una cuestión de cuidados regresaron a casa al día siguiente, total el joven de lentes continuaba sin tener clases, le quedaba el fin de semana y el lunes para entender a su familiar antes de su primera clase de entrenamiento. 


    El sábado de tranquilidad y sin trabajo para Shiro se vio interrumpido cuando su querida hija —porque la quería como tal— entró de golpe a la casa. El hombre miró para todos lados esperando a que trajera de la oreja a Yukio o algo por el estilo. 

—Necesito hablar contigo de un asunto muy delicado —dijo sin saludar y sin dar vueltas al asunto. 

—Vamos al despacho —él salió de la sala y entró al cuarto en donde hacía papeleo, por la forma en que habló Shura con tanta seriedad, era algo grave—. ¿Qué le sucedió a mi hijo?

—¿Cómo sabes que es sobre él de lo que vengo a hablar? —hacía tiempo que estaba preparado para esa conversación.

—Es por la única persona que veo que te preocupas de sobre manera —encendió un cigarro, necesitaba fumar. 

—¿Por qué me ocultaste que él es hijo de Yuri? —preguntó con enojo— ¿Por qué no me dijiste que era hijo de la mujer a la que yo le decía “mamá”? —pasaron varios minutos en los que no obtuvo respuesta— ¿Yukio es tu hijo biológico?

—¿Ese demonio te lo dijo? —Rin hacía tiempo que había comenzado a mover sus cartas, pero no permitiría que su hijo este en problemas por él— Es un demonio le gusta jugar con los sentimientos de los humanos, tú más que nadie debería saberlo. 

—Rin es tan demonio y humano que como lo es Yukio.

—Jamás vuelvas a decir que Yukio es un demonio —contraatacó con disgusto—. Él es humano, no heredó ningún tipo de poder y si lo tiene espero que nunca lo despierte. 

—¿Ese fue el motivo por el que siempre me pedías que lo vigilara? ¿Por eso también me convertiste en su compañera de misiones? —no quería demostrar lo frustrada que se sentía, el hombre que quería como a un padre le había mentido tanto a ella como a su amigo. 

—No quería que si despertaba sus poderes lo hiciera frente a otros exorcistas —admitió—. Sabía que estando tú presente sabrías como contenerlo y si notabas algo raro también me lo dirías para protegerlo. 

—¿Quién es su padre? —tenía la leve sospecha, pero necesitaba oírlo por él. 

—Rin es el príncipe de Gehenna —le dio una pitada a su cigarro que había olvidado que tenía—. Yukio y Rin son hijos de Satán y Yuri. 

—Pero ¿Cómo fue posible si ella era tu prometida? —se apoyó en un escritorio para serenarse. 

—Cuando Satán poseyó un cuerpo —contaría la historia de la mejor forma posible—. Estuvimos trabajando juntos mientras descubríamos quien era él. Satán se obsesionó con Yuri, luego cuando intentaron escapar y fueron atrapados, el cuerpo que él poseía se deterioró, hasta ahí ella ya estaba embarazada.

—Aun así ¿seguiste con ella? —era increíble enterarse de esas cosas.

—El amor puede hacer muchas cosas —hizo una pausa—. Cuando nacieron los gemelos yo escapé con ella, íbamos a ir a buscarte para que vivieras con nosotros —sonrió— seriamos una familia ensamblada, pero familia, en fin —suspiró con nostalgia—. Ese mismo día ella falleció, yo no sabía qué hacer, entonces, fuí y le llevé los niños a Mephisto.

 —¿Por qué te quedaste con Yukio? —ahora que lo miraba bien, él tenía mucho parecido con su madre.

—Porque era humano y el más parecido a Yuri —caminó hasta la ventana—. Mephisto me convenció de que me quedara con un recuerdo de mi amada —terminó de fumar y apagó la colilla, si su hijo lo veía le esperaba un sermón—. Amo tanto a Yukio que por eso decidí ocultarle la verdad, no quería que creciera sin ser un niño y que solo pensara que es un monstruo, que está en este mundo por un propósito, tampoco quería que viva sometido a estudios constantes para ver si despierta su lado demoniaco o no.

—Comprendo que como padre hayas querido protegerlo —también se dirigió a la ventana y apoyó una mano en su hombro—, pero como hermana también entiendo que te equivocaste.

—¿Por qué lo dices? 

—Cuando vine a hablar contigo lo vi en la plaza jugando con Rin y Kuro —algo que no veía hace mucho tiempo—. Para mí es hora que lo dejes que siga siendo niño, solo tiene quince años y ha estado toda su vida comiéndose libros para que estés orgulloso de él. En vez de estar jugando con otros niños de su edad estuvo aprendiendo a manejar armas, los niveles y tipos de los demonios. Si sigue así pronto morirá por el estrés de ser: profesor, alumno de la escuela regular, estudiar para tener otro meister.

—Como su hermana ¿Qué propones? —el hombre nunca se había dado cuenta de eso.

—Si no lo alejas del exorcismo pronto estará en problemas —era la verdad de saber su procedencia—. Es momento en que lo alejes y solo estudie como todo chico normal —lo miró decidida—. Vámonos, vayamos a otro país y para que él siga siendo feliz llevémonos a Rin con nosotros. No quiero que Yukio muera.

—Yo no voy a permitir que me maten o maten a Rin. 

    La puerta se abrió de golpe asustando a quienes estaban minutos antes conversando, Yukio entró con determinación.


    La idea del adolescente nunca había sido la de oír conversaciones ajenas, ya conocía lo malo de hacerlo con o sin querer, las pocas veces que escuchó algo supo que su vida cambiaría de forma trascendental y aunque lo negara era un hecho. Esta vez se sintió atraído por la voz de una mujer, la escuchó haciendo reclamos de ocultarle la verdad y sabía que era Shura así que la ignoró y pasó de largo a buscar las pelotas que le prometió a Rin, debía apurarse porque fue una locura dejar a dos demonios solos en el parque más allá de que ambos tenían puestos la insignia de la academia de exorcistas lo que significaba que eran familiares y nadie podía atacarlos sin motivo alguno. Encontró un canasto con pelotas de tenis jugarían con esas hasta conseguir una de futbol, salió de la habitación y volvió a pasar por el despacho. 

—“No quieres enterarte de nada así que sigue caminando” —se dijo a si mismo antes de detenerse detrás de la puerta cuando los gritos de Shura ya no se oían.

    Se quedaría solo unos segundos y continuaría con su camino. Se quedó sin aliento cuando su amiga le decía que Shiro que lo dejara seguir siendo niño, él no era un niño, pero entendió que ella lo sabía leer como un libro abierto. Nunca se lo había dicho a su padre, pero no quería ser profesor solo lo aceptó porque él le cedía su lugar y no podía negarse para nada. La siguiente respuesta a la pregunta que no escuchó hizo que un escalofrío le recorriera toda la columna, él estaría en problemas si no lo alejaba pronto del mundo del exorcismo y sabía que era cierto cuando todos descubrieran que era un hijo de Satán lo matarían. La idea de irse a otro país no le desagradó, incluso una leve sonrisa ganó lugar en su rostro serio, sonada divertido no tener que pensar en otras cosas que no fuera estudiar, incluso lo alegraba más el poder llevarse a Rin con él. Ninguno de los dos iba a morir siendo tan jóvenes así que abrió la puerta y entró firmemente al lugar. El silencio y la sorpresa de adueñaron de quienes estaban conversando, su rostro daba la clara señal de que no esperaban que él entrara.

—¿Qué tanto escuchaste? —preguntó el hombre algo asustado. 

—No mucho, pero estoy de acuerdo con Shura —admitió—. Quiero ser un chico normal, quiero estar más tiempo con ustedes, con Rin y Kuro. 

—Incluso ¿lo de irnos a otro país? —la mujer se acercó hasta detenerse a su lado y tocarle el hombro en señal de que era momento de hablar con su padre. 

—Me gustaría conocer Europa. —Señaló el cesto con balones que dejó del otro lado de la puerta— ¿Puedes llevarle las pelotas a Rin y jugar con él hasta que yo vaya? dile que no tardaré mucho. 

     Ella asintió con la cabeza, salió del cuarto cerrando la puerta a su espalda. Un silencio incómodo atrapó a los dos hombres. Yukio no sabía cómo comenzar con su interrogatorio y Shiro no quería meter la pata en decir algo indebido. Si Shura lo había cuestionado por no contarle la verdad de Yuri, aseguraba que su hijo abordaría el mismo tema.

—¿Es verdad lo que dijiste hace un momento? — curioseó el hombre.

—Sí, las dos cosas son ciertas —suspiró—. Quiero conocer otros lugares y dejar de preocuparme por cosas que alguien de mi edad no debería.

—Entonces, si estas decidido puedes pedir tu retiro y luego nos iremos a Italia ¿Qué dices? —en ese momento se sintió estúpido, llevarlos a Italia era como entregarlos al Grigori directamente—. España es una mejor opción.

—Deberé aprender otro idioma, pero es una buena opción —entendió que lo de Italia fue inconsciente.

    Nuevamente se quedaron en silencio, ninguno sabia como continuar y eso no era el tema importante que debían aclarar. Yukio suspiró logrando tomar valor en el proceso, no tenía idea de lo que le diría su padre y lo tenía preocupado.

—Papá hay algo que quiero preguntarte y necesito que me digas la verdad —lo miró a los ojos con firmeza— Rin ¿es mi hermano?

—Se que no son iguales, pero son gemelos, él es el mayor —iba a negarlo, pero en cuanto él investigara o con solo preguntarte a Rin se lo respondería, todo sería mucho peor, no quería que Yukio se enojara o al menos no tanto.

—¿Por qué no me lo dijiste desde un principio? —había estado maltratando a su hermano, incluso lo utilizó todo este tiempo como si fuera un escudo, un objeto del cual poder cambiar en cuanto expirara.

—Porque no creí que Rin hablaría en algún momento, él me dijo que estaba aquí para protegerte y conocerte —le temblaron las manos levemente.

—¡Hice dormir a mi hermano en el suelo como si fuera un perro o un demonio más del montón! —respiró despacio para contenerse. 

—Es un demonio que respondió a tu llamado. Duerme en un futón y jamás se ha quejado —¿Por qué le reclamaba cosas sin sentido? — además, siempre esta contentó cuando está contigo.

—¿Sabías que es el príncipe de Gehenna? —se tranquilizó.

—Sí, Mephisto me lo dijo hace unos días. Satán no está muy feliz de que su hijo este en Assiah jugando a ser la mascota de un humano. 

—Entonces, ¿también sabes que soy un demonio? —vio como su ojo hizo como un tic nervioso, por lo visto tocó un tema que no le gustaba.

—¡Tú no eres un maldito demonio! ¡Quítate eso de la cabeza! —golpeó la mesa con el puño asustando a Yukio en el proceso— Eres un humano, tu madre lo era.

—¿Conociste a mi madre? ¿Qué paso con ella? —si quería que le contará todo no debía de seguir alterándolo. 

—Tu madre se llamaba Yuri Egin, éramos compañeros exorcistas —le ocultaría la verdad por el bien de los dos, él no necesitaba saber tanto—. No nos veíamos siempre, quizás coincidíamos en alguna misión. Por mucho tiempo no supe nada de ella solo que estaba siendo buscada por el vaticano por ser una bruja que se dejó poseer por Satán, iban a matarla —miró al suelo—, a mí me dieron esa misión. 

—Tú ¿mataste a mi madre? —lo dudaba, pero debía de preguntar de todos modos, su padre era uno de esos tipos que no mataba ni una mosca, solo demonios y por lo visto no todos, por eso él y Rin estaban vivos.

—¡No! Déjame continuar —caminó hasta la ventana, necesitaba fumar de nuevo—. Estuve buscándola unos meses hasta que la encontré en una cueva en un bosque, recién había dado a luz a ustedes, en ese momento apareció Mephisto. Antes de que ella falleciera nos dijo como se llamaban los niños, el que tenía llamas azules era Rin y el humano Yukio. 

—¿Por qué no nos mataste? Esa era tú misión —Shiro era bueno y la historia lo confirmaba.

—¿Quién puede ser capaz de matar un par de bebés inocentes? —volteó a mirar al joven que procesaba toda la información—. Le dijimos al vaticano que tu madre estaba muerta y los engendros de Satán también. Me quedé contigo porque eras humano y Mephisto se quedó con Rin, a quien llevó a Gehenna y se lo entregó a Satán para que hiciera con él lo que quisiera.

—Gracias por contarme la verdad papá —caminó hasta estar a su lado y abrazarlo—. Si hubiera sido otro el encargado de esa misión, seguramente estaríamos muertos. 

—Nunca creí que Rin volvería en algún momento y por eso no te conté nada —le acarició la cabeza, su niño ya estaba grande—. Ahora sé que están en peligro de ser descubiertos así que cuando estés decidido nos iremos a España por un tiempo. 

—Primero quiero dejar de dar clases y meterme de lleno en el entrenamiento para ser Tamer, luego pediré mi retiro. Así si en algún momento quiero tener un familiar sabré como manejarlo —deshizo el abrazo para caminar hacía la salida—. Iré a ver si Rin se está comportando o ya asesinó a Shura.

—Protege a tu hermano —estaba de más decirlo, pero eso le subiría el ánimo—. Recuerda que él fue criado como un demonio, no tiene idea de cómo ser un humano, no intentes cambiarle los hábitos o lo confundirás. Un demonio inestable es peligroso sin importar si es familia o no.

—Gracias por el consejo papá —salió de la habitación cerrando la puerta a su espalda.

    El chico de lentes suspiró frustrado mientras caminaba hacía la salida de la casa, cerró los puños con fuerza para no azotar todas las puertas que encontrara. Era increíble que su padre le haya mentido en la cara y él le siguió la corriente para ver qué tan lejos podía llegar con sus mentiras, por visto podía llegar bastante lejos sin inmutarse o confundirse en su propia farsa. Hacía dos días que Rin le había contado —cuando estuvo enfermo— que su corazón fue sellado en la Kurikara, Shiro entregó la espada y a ellos dos a Mephisto, no iba a quedarse con ninguno porque su madre ya no estaba y lo adoptó a él porque se lo pidió el demonio y otra porque se parecía mucho a su madre. Si ellos no tenían ninguna relación ¿Por qué se quedaría con un recuerdo de ella? Además, él los llevó a la academia, nunca escuchó que los encontraron en una cueva ellos dos juntos. Sin lugar a dudas le pediría una reunión al director de la academia para verificar la historia de su padre.

    Apresuró su caminata hasta el parque luego de comprar dulces para su hermano, dependiendo de cómo se haya comportado con Shura le daría el premio. En cuanto los divisó a la distancia se paró detrás de un árbol a observar, ya que tres de sus alumnos estaban en la misma zona que Rin y este no los estaba atacando. Su amiga estaba sentada a un lado con Kuro en sus piernas mientras lo acariciaba y reía, por otro lado, su gemelo tenía una venda en los ojos y atrapó una pelota lanzada por Suguro, volvió y se la entregó a Miwa, luego de hacer esto le tendió su mano con la palma hacía arriba a Shima y este depositó algo que Rin llevó a su boca inmediatamente. El exorcista salió de su escondite para encontrarse con el grupo, se mantuvo todo el tiempo en silencio ya que parecía entrenamiento y con él hablando la actitud de Rin cambiaria para centrarse solo en su domador. Se sentó a la par de su amiga entendiendo inmediatamente por qué ella reía divertida. El proceso de lanzar la pelota se repitió dos veces más.

—Se me acabaron los chocolates— habló el chico de cabello rosado sacudiendo el envase vacío.

El demonio se quitó la venda de los ojos, agarró las pelotas y el canasto para sentarse lo más alejado posible de todos y abrazar el canasto en señal de que todo era de él. 

—Rin —lo llamó la mujer— si no le entregas las pelotas no podrán seguir jugando. 

     En respuesta todo lo que obtuvo fue un gruñido y la linda visión de unos dientes que tenía como recordatorio en su brazo. Nadie más se acercó por miedo. El demonio rio internamente, si no había premio, las pelotas eran todas suyas. Humanos idiotas, hizo trampa todo el tiempo y ellos no se habían dado cuenta, si no tendría la orden de no usar las llamas los hubiera quemado en el mismo instante que a uno de ellos se le ocurrió tocar con sus manos la pelota que la pechugona le había lanzado.

—Rin, lánzale una de esas a Shima-san —ordenó Yukio divertido. Su hermano abrazó todo con más fuerza.

    Ese cuatro ojos no le diría que hacer, aunque él debía de obedecer, agarró una pelota y la lanzó con fuerza directamente al rostro del chico, quien lo esquivó de puro milagro. Si no tenía premio no jugaría.

—Me sorprende que ustedes sean mis alumnos —el joven de lentes se paró, caminó hasta detenerse a la par de su hermano y tomó un balón del canasto— ¿Por qué se dice que no hay que confiar en un demonio? —le acarició la cabeza con la otra mano.

—Porque se dedican a engañar y jugar con los corazones humanos —respondió Ryuji. 

—Sensei ¿Por qué usted puede tocarlo y nosotros no? —preguntó Shima.

—Porque es mi familiar y no le gusta que lo toquen —habló repitiendo el acto de segundos antes—. Muy bien Suguro-san, entonces si siguen confiando en él se comerá todo tipo de dulces que ustedes tengan.

—Chicos —la mujer volvió a reír en voz alta—, Rin ha hecho trampa desde que se tapó los ojos —rio con más fuerza— él estuvo viendo todo el tiempo. 

—Y ¿Por qué no lo dijo? —inquirió Miwa.

—Quería ver si se daban cuenta por sí solos —continúo acariciando a Kuro.

—Esto se hace así —Yukio agarró la venda que Rin se quitó, se la colocó tapándole los ojos sin negarle la audición —Ve por la pelota y yo te doy un premio.

    La lanzó a una cierta distancia, el demonio se levantó despacio olfateo en el aire y fue en busca del objeto lanzado. Escuchando y oliendo cualquier cosa tuviera que buscar era una tontería para él. Volvió corriendo y le entregó a su domador la pequeña bola, como premio obtuvo una paleta. Segundos después, estaba sentado a la par de su hermano perdido completamente en saborear ese nuevo dulce. 

    El grupo pasó varias horas charlando, por un breve momento Yukio se encontró completo. También entendió que su padre tenía razón en que Rin fue criado como un demonio y no le quitaría ese hábito con nada. No le importaba siempre y cuando su hermano estuviera a su lado como lo había prometido. 

 

 

 

Chapter 10: Capítulo 10

Notes:

Aloha! No me voy a disculpar, solo voy a decir que no tenía ganas de actualizar, el frío le gana a mis manos xD
Hace tres semanas que no actualizo así que voy a intentar hacerlo seguido para mantenerlo al día y de paso editar los últimos capítulos que le faltan cosas o algún error en el camino, pero nada de otro mundo!

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

 

            El domingo fue el día más tranquilo de la semana, Yukio aún no había hablado con Rin, no sabía muy bien como abordar el tema y pedirle disculpas por el trato que recibía de su parte, tampoco estaba seguro de si él iba a querer cambiarlo. Ahora se encontraban en la habitación del exorcista, el demonio recostado en la cama de su domador jugando con una de las pelotas de tenis y Kuro a su lado, mientras que el joven de lentes estaba frente a su escritorio con unos libros sobre demonios, quería estar al día con las clases que comenzaría el martes, aunque solo era entrenamiento se suponía que tenía todos los conocimientos sobre las materias que había “aprobado”.

            Sí alguien le hubiera dicho años atrás que tendría de familiar al príncipe de Gehenna y un gato Sidhe en su cama, claramente se reiría del excelente chiste que le contaron, él odiaba a los demonios desde que investigó sobre el paradero de su madre y solo obtuvo como resultado que había sido asesinada por uno. Miró hacía la cama observando a su gemelo, él jugaba a morder la pelota para deshacer el aburrimiento, ya casi no escuchaba su voz para nada ya que acataba todas las ordenes que él le daba, le había dicho que si quería podía hablar, pero estaba muy cerrado en el pensamiento de que un demonio no utilizaba el idioma humano para comunicarse. Amontonó los sellos de invocación que misteriosamente aparecieron rotos y los dejó a un costado de la mesa. El ruido de que llamaban a la puerta lo sacó de sus pensamientos.

—Adelante —respondió sin darle mucha importancia.

—Hola hermanito —saludó Shura ingresando a la habitación—. Tu padre me dijo que estabas estudiando —se sentó en una silla libre al costado del escritorio— ¿Cómo te sientes?

—Pues, aún sigo procesando de que soy un humano que en cualquier momento puede convertirse en un monstruo —admitió—, tengo miedo.

—Sí hasta ahora no despertaste tu poder estando tu hermano cerca —miró a Rin que alejaba de su boca el objeto que babeaba— no creo que vayas hacerlo.

—Si mi gemelo es un demonio de nivel superior ¿qué te hace creer que yo no lo soy? —se giró para mirar a su amiga.

—Qué seguramente no heredaste nada de ese poder —observó los papeles y los libros sobre la mesa—. ¿Acaso no ibas a pedir tu retiro para irnos todos a España?

—Sí, pero primero quiero tener el meister de tamer, así si el día de mañana quiero tener otro familiar sabré como domarlo… —una pelota pegó con fuerza en su cabeza, Rin se hacía entender de formas un poco dolorosas— ¡oye! —se tocó la zona golpeada.

—Creo que alguien no quiere compartirte— rio al ver como el familiar agarraba la misma pelota—. Rin ¿dejarás que Yukio tenga otro familiar? —el demonio negó con la cabeza.

—No tengo que pedirle permiso a él —se paró y dibujó un círculo mágico en el suelo con una tiza que sacó de los cajones. Pinchó su dedo para dejar que gotas de sangre cayeran en el centro del dibujo, dijo lo primero que se le vino a la mente y nada pasó —Que raro, si pude invocar uno tan grande, puedo invocar al menos un green-man.

            Shura rio divertida desde su lugar, antes de que su amigo la golpeará con cualquier cosa que encontrará señaló hacía Rin. El indicado seguía recostado en la cama con la pelota en la boca, solo que su cola ahora estaba hacía el suelo, la punta de la misma se movía suavemente barriendo la tiza de una parte del círculo. Yukio suspiró rindiéndose.

—Oye —le habló la mujer— es entendible lo que esta haciendo. Un demonio le es fiel a su domador hasta que este muere, pero un domador puede tener miles de demonios ¿Te parece justo? —Rin le lanzó la pelota amistosamente en señal de aprobación, el rostro de la pelirroja mostró disgusto cuando su mano quedó mojada por la saliva en el objeto.

—Si lo veo de esa forma lo entiendo —volvió a sentarse—. Tendré que ir al entrenamiento con él, tengo miedo de que se le dé por atacar y matar a quien se le cruce en su camino.

—¿Hablaste con Mephisto para que te ayude a controlarlo? —le devolvió la pelota al chico que nuevamente se perdió en morderla sin romperla.

—Tengo una reunión con él dentro de una semana —miró a la chica seriamente—. Sé que mi padre me mintió en la declaración que me dio acerca de mi nacimiento, hay muchas cosas que no me cierran y se que el director podrá ayudarme. Luego te pediré que me cuentes lo que sabes para saber quién miente.

—Tranquilo —le apretó el hombro—. Lo más importante ya lo sabes, ese chico es tu gemelo. Cuídalo del vaticano y de que alguien descubra lo de ustedes.

            Luego del almuerzo Shura se marchó, una fuerte lluvia impidió que los demonios salieran al jardín de la casa lo que llevó a Rin al confinamiento de la habitación de su hermano. Por otra parte, el exorcista terminó sus deberes de la escuela regular y luego continuó con los de la intensiva, necesitaba mantener su cabeza entretenida en algo o se pondría a pensar en cosas que no quería por el momento.


            El martes amaneció lloviendo como los días anteriores, la alarma aún no había sonado lo que para el exorcista significaba que podía seguir recostado un tiempo más, se movió buscando comodidad lo que hizo que Rin se apoderara de gran parte de la cama. Desde que sabía parte de la verdad de su nacimiento, la misma pesadilla de noches atrás se apodero de él cada vez que dormía, en esos momentos que se despertaba gritando el nombre de su hermano, agitado, con un sudor frio recorriendo su frente, Rin se levantaba y se acostaba a su lado dando a entender que no estaba solo. Lo empujó hacía un lado a lo que el demonio se giró y lo abrazó apoyando su cabeza en el hombro de Yukio, el joven suspiró acariciándole la cabeza, sabía que el otro ya estaba despierto por que la cola se estaba moviendo. Continuó con los mimos hasta que el agarré se relajó un poco, en es momento el exorcista se dio cuenta de un hecho muy importante: ya no estaba solo en el mundo, siempre creyó que no tenía a nadie, tenía una familia sí, pero no era lo mismo. Ahora tenía a alguien con quien compartía la misma sangre, un hermano y con mucho que le pesara admitirlo tenía un padre biológico ¿Satán sabía que tenía otro hijo? ¿Lo aceptaría en Gehenna? No es que quisiera ir, pero si en algún momento no tenía escapatoria le encantaría estar con su hermano.

—Rin —habló en voz baja por la cercanía— perdóname por todo el tiempo en que te traté mal, fui un idiota —pasó los dedos por entre medio del cabello de su compañero—. Odiaba a los demonios porque según supe ellos mataron a mi madre. Si me hubieras dicho desde un principio que eras mi hermano las cosas serían diferentes, yo…

—No hay nada que perdonar —se acercó más a su gemelo quien se asustó al escucharlo hablar—, soporté todo porque te conocí, crecí creyendo de que estabas muerto, de que los humanos te mataron igual que a mamá. Cuando supe que estabas con vida vine inmediatamente aquí, fue imposible no reconocerte —levantó la cabeza y le tocó los lunares— eres igual a nuestra madre.

—Incluso cuando Mephisto me dijo que podía hacer el meister de tamer y te invoqué te odie mucho más, tenía pensado hacerte pasar hambre para que te fueras —rio—, quería matarte.

—Yo fui el de la idea. Padre ya no quería que este aquí, así que la única forma en que podía quedarme era convirtiéndome en familiar, pero ¿Cómo? No hay humano que pueda invocar y mucho menos poder controlar un demonio con rango noble ¿Sabes por qué pudiste hacerlo? ¿Por qué me domas? —Se sentó para mirar a Yukio a los ojos.

—¿Por qué? —nunca se detuvo a pensar en eso, solo lo tomó como cualquier demonio que responde a un llamado.

—La sangre —declaró—, siendo gemelos tenemos la misma sangre y puedes domarme por lo mismo. Mi naturaleza impide que alguien inferior me dé órdenes. Sí —respondió a la pregunta que su hermano nunca expresó— eres fuerte y me controló bastante, por eso acató lo que dices, además de los premios —sonrió.

            Yukio se relajó por completo al entender que su gemelo no lo odiaba, solo era rebelde. Escuchar su voz después de tanto tiempo lo tranquilizaba, aunque reconocía que cuando lo escuchó responder se asustó. Antes de volver a hablar la melodía de la alarma comenzó sonar.


            Faltaba unos minutos para que la clase comenzara, Yukio se sorprendió al ver que eran demasiados aspirantes, cinco, cinco alumnos quizás era un récord para los domadores. Se rio internamente al darse cuenta que era compañero de dos de sus alumnas. Se encontraban en una enorme habitación mayormente utilizada para las clases de gimnasia, algunos obstáculos decoraban el lugar. Rin se divertiría jugando. Antes de romper el sello le había dado una serie de órdenes a cumplir, el demonio solo lo miró dando a entender “me comportaré, cuatro ojos”. Una de las más importante fue: no utilizar las llamas, luego fueron mas sencillas: no utilizar la Kurikara, no matar a ningún demonio familiar de otros exorcistas mucho menos personas y comportarse como un demonio, eso incluía no hablar.

            Los profesores entraron al salón, saludaron a los alumnos y hablaron sobre cosas básicas del entrenamiento, el examen sería dentro de dos semanas, tiempo suficiente para fortalecer el vínculo con su familiar. El momento de invocar llegó, entre los cinco, los demonios fueron todos diferentes: un Naberius, un gato Sidhe, el pequeño green-man de Moriyama, dos Byakkos de Izumo quien miró con superioridad al tener dos zorros.

—Veamos con que nos sorprenderá el chico prodigio —habló el profesor Neuhaus.

            No respondió nada, solo manchó su sello de invocación y llamó a Rin que seguramente estaba esperando el momento de aparecer. El mismo calor abrumador se hizo presente y un humo azul le dio lugar al demonio, Yukio se sorprendió al verlo totalmente diferente a como se vestía habitualmente, de ropa solo llevaba unos pantalones desgastados y manchados que llegaban hasta arriba de sus rodillas, estaba descalzo, su cola que jamás dejaba que otros la vean se enroscaba sobre las caderas. Los otros demonios se pusieron rígidos y si no fuera porque él los fulminó con la mirada, estarían inclinados en reverencia a su príncipe.

—¡Asombroso! —Dijo al mismo tiempo que se acercaba unos pasos, se detuvo cuando el demonio le gruñó mostrando los colmillos en amenaza— Esta casi al nivel un rey demonio ¿Cómo se llama?

—Le puse Rin —mintió el joven.

—¿Habla? —dio una vuelta para observarlo, era la primera vez en sus años de profesor que veía un demonio con estas características. Todo el tiempo el chico lo siguió con la mirada de forma amenazante—. ¿Entiende nuestro idioma?

—Es como cualquier demonio —Yukio notó lo nervioso que se estaba poniendo su hermano al ser observado, le acarició la cabeza relajándolo al instante—. Responde a todas mis ordenes, no habla, tampoco sabe leer o escribir en nuestro idioma —no era mentira, a los días de prestarle para leer uno de sus mangas se dio cuenta que Rin lo engañaba con la lectura porque mas de una vez agarraba el mismo tomo para leer.

            Minutos más tarde el entrenamiento comenzó, Rin estaba comenzando a ver divertido esa forma de entrenar, en Gehenna entrenar significaba utilizar garras y dientes para destruir. Ahora debía hacer lo que hizo cuando estuvo en el parque con los humanos y la pechugona, solo que en vez de buscar una pelota debía de buscar a su domador. Su gemelo le vendó los ojos, era el único que podía tocarlo, su instinto le decía que quien se acercaba era para dañarlo. Cuando le dieron la orden de buscarlo, solo tardó segundos en ubicarlo. Todos los humanos tenían un olor, aunque muchos olían igual, en cambio los que tenían familiares tenían un olor más particular (que solo lo sentían los demonios), uno que decía que clase de demonio domaban. Su gemelo olía levemente a pino, pero por más que se bañara con un desinfectante el olor a él —a Rin— no se iba con nada y más desde que dormían juntos. Ningún demonio en su sano juicio se acercaría a Yukio si quería continuar con vida. Por supuesto que fue el primero en llegar a su domador sorteando varios obstáculos en el camino. Cada vez que lo encontraba volvía al principio y su hermano se alejaba más, pasaba por más obstáculos e incluso le pusieron un perfume que tapaba levemente su olor. A esas alturas los otros demonios ya estaban confundidos.

            El entrenamiento finalizó con un Rin bastante cansado, una vez en el pasillo el chico de lentes le propuso romper el sello y más tarde le daría un premio por el buen comportamiento. La palabra premio hizo que lo siguiera por todos lados, negando a que rompiera el sello. Yukio entró a la clase con su maletín, su familiar se sentó frente a él en el primer banco mientras comía un helado, un par de hojas y lápices ocuparon el lugar frente él, obviamente los ignoró y durmió el resto de la clase. 

            Las próximas clases de preparación fueron similares a la primera clase solo que iban aumentando en dificultad, buscar a su domador con los ojos vendados, sortear obstáculos y esquivar ataques de otros demonios (familiares) a los que no debían matar. Lo mejor para el exorcista fue que cada día que Rin regresaba a la casa se la pasaba durmiendo por el resto del día, lo que le daba el tiempo suficiente para estudiar y no tener que jugar con su hermano o estar cumpliéndole alguno de sus tantos caprichos.

Yukio no había pensado mucho sobre su padre o su madre durante esa semana, solo estaba esperando su reunión con Mephisto, no iba a negar que estaba asustado, realmente no estaba seguro de querer saber cómo fue que nació. El día llegó, inusualmente se lo sentía nervioso, Rin podía sentir ese “miedo”, ese que tanto le gustaba sentir en los humanos, un miedo que lo hacía desobedecer todas las ordenes y volverse en contra de su domador y admiraba su fuerza de voluntad porque no atacaría a su hermano por nada del mundo. El joven de lentes abandonó su casa con la excusa de una misión, últimamente era habitual que le mintiera a su padre cuando eran asuntos relacionados a su pasado. Entró con Rin al despacho de Mephisto quién los esperaba con unas tazas de café y otra de té, el demonio gemelo gran sabedor del carácter de su par se alejó lo suficiente como para no ser el objeto con el que se desquitara cuando se enterara toda la verdad tan complicada y compleja del asunto.

—¡Buenas tardes hermanitos! —Saludó alegremente el director— ¿Qué te trae por aquí Okumura-san? —los invitó a sentarse y les tendió una taza de café a cada uno.

—Buenas tardes —Yukio se sentó atrayendo la taza a su boca—. No voy a andarle con rodeos y espero que usted tampoco —respiró profundamente antes de soltar—. Necesito que me diga ¿Cómo es que nacimos Rin y yo? Quiero saber todo, sobre Satán y mi madre y también sobre el padre Fujimoto —soltó el aire que no sabía que retenía en sus pulmones—. Por favor, dígamelo.

—Realmente ¿estas preparado para saber todo? —el demonio apoyó su mentón en sus manos, conforme por como se estaban dando las cosas.

—Lo estoy, quiero entender como llegué a manos de Shiro si él no tuvo ningún tipo de relación con Yuri —el exorcista se miró las manos, Rin se sorprendió ¿Qué clase de mentira gigante le inventó el padre?

 —Ya que te veo seguro, tienes para elegir dos opciones. Las dos te contaran la historia de verdad. —Levantó un dedo— la primera opción es que yo te cuente todo con lujos de detalles y lo que no sepa te lo puede contar tu hermano aquí presente, —mostró otro dedo— la segunda opción es que lo veas todo con tus propios ojos como lo hizo Rin.

—¿Eso es posible?

—Tu gemelo tiene en su poder la llave Kamikakushi, es una llave maestra que conduce a su portador a la dimensión deseada —Rin sacó la llave de su bolsillo y se la alcanzó a Yukio—. ¿Qué decides?

            El joven de lentes ahora entendía porque su familiar desaparecía cuando cruzaba las puertas y no lo encontraba en el pasillo. Observó la llave extraña en su mano pensando seriamente en que debería hacer, las dos opciones eran buenas, pero ver todo el pasado personalmente era la más fiable ya que nadie le ocultaría nada, aunque, no estaba seguro de querer ver ciertas cosas que no le agradaban. Decidido, dejó el objeto sobre la mesa.

—Me basta con que me cuente la historia desde cero —fijó su vista en el demonio frente a él.

—Entonces ponte cómodo que ¡te contare un cuento que te va a encantar! —con un chasquido de sus dedos los tres aparecieron en una gran sala, los gemelos en un sofá cada uno sentado a un extremo y él, frente a ellos en uno más pequeño—. Todo comenzó hace más de cuarenta años atrás —de detrás de su asiento tomó un kamishibai* con los mejores dibujos que hizo hasta el momento—, la academia era conocida como un gran refugio de niños huérfanos, al mismo tiempo funcionaba una escuela para aquellos que tenían potencial, eran entrenados para convertirse en exorcistas. Luego, de la noche azul todo fue desmontado y pasó a ser esto que hoy conoces —cruzó las piernas buscando comodidad a medida que pasaba las hojas para ir acorde a su relato.

—¡Ego non potest stare! —(No lo puedo soportar) Rin se levantó de golpe le arrancó el objeto de las manos, rompiendo todas hojas y otras tantas mordiéndolas, si era por él se las comería para no seguir viendo esa tortura.

Oye, mis dibujos —miró a su hermano con una mirada asesina y triste al mismo tiempo— Okumura-san, calme a su mascota o no le contare más nada.

—Rin siéntate y quédate tranquilo —el demonio obedeció satisfecho de ya no ver esa cosa y el joven de lentes agradeció internamente que lo haya roto porque lo estaba exasperando y lo aliviaba ya no seguir la historia con unos dibujos horrendos—. Puede continuar.

—Gracias. Entonces, ¿por dónde iba? —llevando su mano a la boca de forma pensativa—. Ah, sí. Debajo del refugio, escondido, existía una instalación de investigación conocida como el “sector trece”, fue un área de estudio en donde los investigadores trataron de crear contenedores que pudieran recibir a sus demonios. Clonaban reyes demonios y los cultivaban por medio de la posesión. Entonces, tú te preguntas ¿Qué tiene que ver esto? —Era la clara pregunta en el rostro del joven humano—. El padre Fujimoto, sí, tu padre adoptivo nació en este sector, él es un clon del Azazel, el rey de los espíritus.

—Mi madre… —procesaba la información como podía, recién había comenzado y ya estaba mareado.

—Oh, no —lo cortó Mephisto—. Shiro sufría mucho en los experimentos que hacían con él, ¿qué eran lo que hacían? No es algo que realmente quieras saber así que vamos a saltearlo —rio—. Tu padre fue muy rebelde así que, en una de sus tantas escapadas conoció a tu madre. Ella era una huérfana que fue criada por unos viejos exorcistas, no recuerdo sus nombres, pero Okumura fue como su padre. Vivían en la parte más pobre de True Cross, hasta que un día en un incendio ellos fallecieron, Yuri nuevamente pasó a estar sola, desde pequeña tuvo la capacidad de ver demonios, en ese tiempo conoció a quien hoy llamamos Satán —tomó un poco de té que había sobre una pequeña mesita—. Tu madre encontró el escondite de Shiro mientras buscaba que comer, a pesar de que él odiaba a todo el mundo, con tu madre fue diferente, desde ese día se hicieron amigos. Al poco tiempo Shiro fue capturado por los científicos del sector trece y trasladado nuevamente al área de experimentos con el resto de los clones. Ella fue recibida por el refugio. Pasaron varios años hasta que ellos se convirtieron en exorcistas, al estar dentro del mismo equipo se volvieron una pareja, sí, ellos fueron novios hasta que tu madre falleció.

—Mi padre me dijo que no tuvo ningún tipo de relación con ella —repitió.

—Si no hubiera estado presente en su nacimiento y si no hubiera visto a Rin explotar en llamas, juraría que Shiro es tu padre, pero no —rio divertido.

—Entonces ¿Por qué te adoptó? —preguntó Rin después de mantenerse en silencio por varios minutos.

—No lo sé, él dijo que no pudo matarnos porque solo éramos unos bebés inocentes y se quedó conmigo porque yo era humano —evitaría contar la historia de su padre porque sabía que era una completa farsa.

—Quizás logres aclarar las cosas mientras continuo con el relato —el hombre dejó la taza vacía sobre la mesa—. Una vez que Shiro fue mayor de edad fue independiente de experimentos y se dedicó al exorcismo, obteniendo todos los meisters, mientras que Yuri se dedicó a la crianza de demonios, escribiendo varios libros, fue una experta en ese tema.

—Kirigakure-san me contó sobre Yuri y lo buena que fue como domadora —acotó para cortar un poco la historia.

—Mucho mejor —apoyó uno de sus brazos en le apoya brazos de su sillón, dándose cuenta que el único que se movía era él, Rin estaba medio recostado y Yukio mantuvo su posición rígida—. Un año antes de que ustedes nacieran, uno de los clones fue poseído por un ser que nadie conocía, ni él mismo sabía quién era. Una noche se escapó de los laboratorios y se encontró con tu madre, ella fue la única capaz de controlarlo. Inmediatamente fue asignada a ese sector para ayudar a domar a ese demonio. Shiro fiel a tu madre y por pedido de ella volvió al lugar que tanto odio.

—Ese demonio es nuestro padre —volvió a hablar el familiar—, odio que este payaso te genere suspenso cuando no es necesario.

—Gracias hermanito —con el chasquido de sus dedos hizo aparecer una paleta en la boca de Rin— solo déjame continuar —lo silenció—. En todo ese tiempo que ella estuvo domando a Satán y en las ausencias de Shiro, Satán logró poseer a Yuri, en todos los sentidos de esa palabra —la cara de Yukio ante la mención se desencajo—. El padre Fujimoto se dio cuenta que ella ya estaba embarazada cuando intentó escapar con Satán, el cuerpo de él se deterioró y tu madre paso a estar presa en los laboratorios para experimentar con ella y con esos niños que crecían dentro.

—¿Shiro siguió manteniendo una relación con mi madre?  —ya lo dudaba, por algo le dijo que no mantuvo ningún tipo de relación con ella.

—Ellos estaban comprometidos —el demonio sacó la paleta de su boca—, el amor por mamá hizo que el siga estando a su lado, a pesar de que esos monstruos no eran sus hijos.

—La noche en que nacieron ocurrió la noche azul, la historia que todo exorcista conoce. Satán quería salvar a tu madre y a ustedes también —miró a su hermanito para que continuara con el final de la historia.

—Tu padre escapó con mamá —se sentó de forma de mirar bien a Yukio—. El vaticano tenía la orden de exorcizarnos y luego asesinar a ella. Estuvieron unas horas en una base abandonada, cuando la nieve paró ellos partieron hacia otro lugar seguro. En el camino hablaron sobre criarnos y adoptar a Shura, seriamos una familia completa —suspiró mirando el suelo—. Mamá estaba agotada por todo y ella falleció, Shiro nos odio y nos iba a dejar morir, pero por el amor que le tuvo a mamá nos rescató y ese mismo día nos trajo con Mephisto.

—Él estaba decido a no quedarse con ninguno de ustedes, pero lo obligue a que criara un recuerdo su amada y yo no lo delataría con el vaticano —finalizó el demonio.

—Entonces, ¿Él nunca me quiso? —se miro las manos comprendiendo algunas cosas.

—Si te hubiera querido —Rin lo miró fijamente—, nos hubiera adoptado a los dos como cuando mamá estaba viva.

—Me llevé a Rin a Gehenna y se lo entregué a Padre, le dije que tú estabas muerto, porque te hubiera reclamado y como eres humano no soportarías nada y morirías —se sentó derecho para aflojar su cuerpo que comenzaba a doler por estar en la misma pose mucho tiempo—. Él aun no sabe que estas vivo.

—Muchas gracias por contarme todo —respondió el exorcista poniéndose de pie, su rostro y voz eran indescifrables, cualquiera que no lo conociera diría que enterarse de su pasado no le afectó en nada—. Es hora de regresar a mi casa.

—Fue un gusto poder ayudarte —le tendió la mano en forma de saludo—. Si necesitas un lugar donde dormir tú y Rin, las puertas de mi casa siempre están abiertas —después de todo no sería malo acoger a sus hermanos.

—Lo tendré en cuenta— se despidió saliendo de la sala con su gemelo detrás de él.

            Caminaron de regreso al monasterio, tranquilamente podría haber utilizado la llave, pero Yukio necesitaba pensar y tomar aire fresco lo ayudaría mucho. Estaba confundido, realmente no sabía que pensar de todo lo que Mephisto le contó, su padre ¿era un clon? ¿Por qué nunca se lo dijo? ¿Por qué nunca le dijo que él era hijo de Satán? Ahora se daba cuenta que Shiro había estado jugando con fuego por muchos años, siempre a la expectativa de como se sentía o si durante las misiones experimentó algo extraño. Le generaba pánico pensar que en cualquier momento podría despertar sus poderes y siendo un ignorante sobre ello, terminaría aterrado o quizás suicidándose del mismo miedo. Suspiró frustrado, necesitaba calmarse antes de llegar o su enojo sería muy notorio, aunque pensándolo mejor, no podía relajarse, necesitaba gritarle del porque le ocultó su relación con su madre. Eso era lo que más le dolía.

            Llegaron a la casa, misteriosamente no había nadie por el lugar. El joven exorcista buscó a su padre completamente decidido en encararlo, continuó buscando hasta que lo encontró en su despacho, seguramente haciendo algunos informes sobre las últimas misiones. Entró sin llamar y cerró la puerta dejando a Rin del lado de afuera quien solo gruñó apoyándose en la pared para intervenir en cualquier momento.

—Hola hijo ¿Qué tal te ha ido en la misión? —saludó dejando su birome en la mesa, la cara del chico era de una completa ira— Rin ¿se ha comportado?

 —Me mentiste —dijo en voz baja contenida— ¡Dijiste no tuviste ninguna relación mi madre! —Gritó estallando— ¡Ibas a casarte con ella!

—¿De qué estas hablando? —Se puso de pie con sorpresa, era algo que tarde o temprano debía de enfrentar— ¿Quién te lo dijo?

—No importa quien me lo dijo —golpeó la mesa—. Me mentiste en mi propia cara, aunque sabía que lo estabas haciendo, guarde la esperanza de que lo que decías era verdad. Me mentiste toda mi vida, incluso ya se que ni siquiera quisiste adoptarme.

—Eso no es verdad —hablo seriamente—, no se de donde sacaste eso, pero te mintieron, yo si quise adoptarte.

—Dejarnos tirados cuando mi madre falleció no es querer —caminó por la habitación, estaba tan enojado que si pudiera explotaría en llamas—. Nos entregaste a Mephisto como si fuéramos un paquete, me separaste quince años de mi hermano. Y me adoptaste porque te obligaron.

—Tu madre fue lo más importante en mi vida y cuando la perdí le eché la culpa a ustedes por eso, iba a dejarlos morir, pero no pude —cerró sus puños con violencia—. Luego te vi tan pequeño que te amé, sabía que tenía que criarte como ella lo hubiera querido.

—¿Cómo se que no estuviste criando un arma todos estos años? —soltó sin anticipación.

—A un arma no le das todo lo que quiere, no estas con él cuando se enferma o te pones feliz de sus logros —tenía que hablar con la verdad si quería calmarlo.

—Me hiciste estudiar para ser exorcista ¿alguna vez me preguntaste si quería hacerlo? No. Te complací porque aseguraba que te lo debía por criarme —hizo una pausa para relajarse y no comenzar a gritar de nuevo—. Me cediste tu lugar como profesor y me vi obligado a tomarlo. ¡Nunca me preguntaste si era lo que quería! Lo único que he hecho desde que tengo memoria es estudiar, entrenar y seguir estudiando. Cuando me dijiste que a mi madre la mató un demonio, los odie por eso, odie a mi propia especie, porque, aunque lo niegues en mis venas corre sangre de demonio.

            Shiro se quedó en silencio cuando su hijo le decía todo lo que sentía, jamás se detuvo a pensar en que estaba lo estaba transformando en un arma, siempre obedeció y nunca se opuso, pensó que era lo que le gustaba. Era un idiota, en quince años su hijo no tuvo amigos y el primero era Rin, si no contaba que era su gemelo.

—Te quedaste conmigo por la adrenalina ¿no? —Preguntó sin contenerse— Ya sabías que Rin era un demonio y me elegiste a mí para ver cuando despertaban mis poderes y ¿ver como actuaba?

—Estas completamente equivocado —logró responder acercándose a su hijo—. Ve a relajarte y luego hablamos con calma de todo lo que quieras saber —ya no le mentiría.

—¡¿Quieres tiempo para inventar una excusa?! —Dejó de caminar para mirar a Shiro a los ojos—. ¿Estabas esperando a ver mi naturaleza para entregarme al vaticano y que me hagan todo lo que te hicieron a ti en el sector trece? Es una forma de vengarte porque fuimos los causantes de la muerte de mi madre.

            ¿El sector trece? ¿Qué tanto había investigado? Esta vez no podía responder porque el contrato Morinath abarcaba todo lo que tenga al menos la mínima relación con el área en donde él había nacido.

—¡Responde Shiro! —gritó su nombre por primera vez en su vida.

            En respuesta solo obtuvo un cachetazo en la mejilla, el golpe fue fuerte que ya sentía la picazón en esa zona, sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no supo si fue por el odio o porque era la primera vez que él lo golpeaba.

—¡Soy tu padre así que respétame! —fue lo único que llegó a pronunciar.

            La puerta se abrió de golpe dejando entrar a un Rin completamente furioso, sujeto del traje al exorcista adulto golpeándolo con fuerza contra la pared. Era un Rin desconocido para los dos, el odio que destilaba era la advertencia de que no debían acercarse si aun querían seguir viviendo. Un gruñido aterrador salió de su boca. Cambió el agarre a su cuello y apretó con fuerza, el padre Fujimoto arañó el brazo del demonio para intentar liberarse ya que el aire no ingresaba a sus pulmones. No habló, pero otro gruñido le hizo entender en que si volvía a tocar a Yukio era hombre muerto. Soltó un poco el agarre dejándolo respirar. 

—¡Rin suéltalo! —ordenó su domador al darse cuenta de lo que estaba pasando—. ¡Detente! —le tocó la cara haciendo que reaccionara y lo soltará a regañadientes.

—Yo no quise golpearte Yukio —respondió su padre cuando pudo respirar—, perdón.

—No hay nada que perdonar —se dio la vuelta saliendo de la habitación—. Vámonos hermano.

            Entraron al cuarto del chicho de lentes, este cerró la puerta a su espalda, aunque realmente no le importaba si alguien miraba. Se tocó el rostro sintiendo el calor del golpe, seguramente la mano quedaría marcada por un tiempo. Nuevamente sus ojos se llenaron de lágrimas, le dolió que su padre le pegara más que todo lo que le mintió. En ese momento tomó de decisión de irse.

—Rin —llamó la atención de su familiar—, llévame a Gehenna contigo.

            El demonio lo miró sorprendido.

Notes:

El kamishibai es como una obra de teatro de esas con muñequitos, pero esta es en papel, con dibujos y se cuenta la historia.
Si mal no recuerdo hay un capítulo, no se si en los cortos, en la que Mephisto usa uno...o eso fue lo que me dijeron en ese momento, ya que no he visto el anime Jaja

Chapter 11: Capitulo 11

Notes:

Woow ya 11 capitulos, falta poco, solo espero terminar de publicar todo...
Tengo otros fics a medio escribir, así que veré si termino alguno para seguir colaborando para este fandom.

Chapter Text

           El silencio reinó por unos minutos en la habitación, Rin estaba sorprendido por el repentino pedido de su hermano, entendía que esté enojado por toda la situación por la que acababa de pasar, pero querer irse a Gehenna era algo totalmente diferente a irse de la casa y quedarse en algún otro lado. ¿Qué haría? No podía negarse a una orden y regresar a casa con su gemelo era uno de los mayores logros de su vida. Satán aún desconocía la existencia de su otro hijo, pero Rin aseguraba que de saberlo ordenaría inmediatamente en que lo trasladaran a Gehenna con él. 

    Yukio se cruzó de brazos esperando a que su hermano dijera algo, notó como el movimiento nervioso de la cola y como el chico se rascaba la nuca pensando. Solo debía llevarlo a Gehenna y el asunto estaba arreglado, no era tan difícil. 

—Lo siento —se disculpó al mismo tiempo que caminaba por la habitación—, pero no puedo llevarte porque tú sigues siendo un humano, no soportaras el miasma que hay del otro lado y es peligroso para tu vida —lo miró—. Incluso padre no querrá que te quedes con tal de que sigas viviendo. 

—Tengo sangre de demonio —dijo con firmeza—. Sé que puedes hacer algo para despertar mi lado demoniaco y así poder sobrevivir en Gehenna contigo y Satán. 

—Quizás solo seas un humano y no tengas nada de sangre demoniaca, no importa quién es tu padre —se paró frente a él—, recuerda que nuestra madre también era humana. 

—Entonces, fíjate de alguna manera si puedo irme contigo —revisó los cajones de su escritorio buscando nada en particular.

    Había una forma de hacerlo, pero Rin no estaba muy convencido, no era nada raro, primero debía probar la sangre de su hermano y buscar un indicio de sangre de demonio, una vez percatado, un ritual de sangre despertaría ese poder para convertirlo en el mismo ser que era él. ¿Cómo sabía esas cosas? La verdad es que el príncipe era muy aplicado en sus estudios con profesores personales, así que tenía conocimiento sobre muchas cosas de su mundo. Un asunto aparte e importante era el convertirlo y una vez en Gehenna, Satán castigara severamente a su hijo por hacer cosas sin consultarle primero. 

—Hay una manera —se rindió—, primero debó probar tu sangre y si siento algo de sangre de demonio puedo hacer que tu poder despierte.

—Hazlo —el adolescente le tendió el brazo—, no importa si muerdes o algo. Solo quiero irme de aquí.

    Rin arañó levemente parte de la muñeca de su gemelo para que saliera la sangre necesaria, acercó su boca probando el líquido, buscando lo que lo hacía ser quién era. Luego, de un eterno minuto lo encontró, no era tan fuerte, pero tampoco era débil lo que significaba que podría transformarlo sin ningún peligro. 

—Tu sangre es más humana que otra cosa, el sabor al de los demonios es muy débil —mintió en cuanto se alejó de la mano de Yukio—. Puedo transformarte, pero sería muy peligroso y no quiero ser culpable de perderte. 

—Me hago cargo de lo que pueda llegar a pasar, inténtalo —estaba decidido a hacerlo.

El demonio continuó sopesando las opciones, aseguraba que luego su hermano se terminaría arrepintiendo y ya no habría vuelta atrás. Suspiró frustrado, Yukio se enojaría, pero no lo haría.

—Está bien —lo miró a los ojos—. Voy a morderte y luego tú beberás mi sangre. Va a dolerte así que debes ser fuerte.

El joven exorcista se paró firme esperando a que continuara, vio cómo su gemelo se acercaba y sintió miedo, no iba a mentir, pero estaba asustado por lo que sucedería. Rin cortó la distancia sintiendo el temor de su domador, no era necesario morder, pero necesitaba asustarlo para que se arrepintiera. Yukio no respondió, solo cerró los ojos esperando el dolor que probablemente sería en su cuello, transcurrió un minuto y nada pasó en cuanto abrió los ojos para preguntar porque se tardaba sintió como su familiar le lamía la cara.

—¡Qué asco! —Se limpió la saliva pasando la manga de su camisa con fuerza, lo hizo con más calma cuando sintió el dolor por el golpe de su padre— ¿Por qué hiciste eso? Es asqueroso.

—No voy a transformarte, no es seguro —respondió su hermano—. Dame la llave y te llevaré a Gehenna no podrás estar mucho tiempo, pero será lo suficiente para hablar con padre y que él decida que hacer contigo.

—La llave la dejé olvidada en la casa de Phelles-san —era un idiota, recién se percataba de su error.

—Vamos a la mansión de Samael, podemos quedarnos allí unos días hasta que pienses bien si quieres quedarte aquí o ir a Gehenna —se encargaría de hacer que se arrepienta y continuara su vida en Assiah.

—Está bien, pero solo serán unos días —caminó hasta su armario y metió ropa dentro de un bolso, luego, guardo sus cosas de exorcismo y los libros, quisiera o no, debía continuar yendo a la escuela. Colocó la llave que iba a la academia en la cerradura y abrió—. Vámonos antes de que Shiro quiera venir a disculparse.

Abandonaron la casa sin decir nada, los domingos la escuela de exorcismo estaba cerrada por ser el único día en que no tenían clases, era más rápido llegar a la casa de Mephisto desde allí que caminar desde la iglesia. Una vez en la entrada de la mansión del demonio, Belial los recibió dejándolos pasar con la mención de que Samael los estaba esperando. Ingresaron a la sala de estar, el anfitrión se encontraba en el sofá jugando a los videojuegos, Rin se recostó sobre la gran alfombra agarrando en el proceso el joystick que su hermano dejó sobre la mesa, el joven demonio extrañaba esos pequeños lujos, Yukio ni siquiera tenía un televisor en su habitación así que tuvo que acostumbrarse a entretenerse con lo que encontrara, aunque en Gehenna tampoco tenía ese tipo de objetos, pero al menos ahí podía hacer lo que quisiera sin tener límites sobre sus llamas.  

—¿Qué te trae por aquí? Okumura-san —preguntó el hombre dejando de lado su juego.

—Dejé olvidada la llave de Rin y la necesitamos —se mantuvo parado en el mismo lugar sintiéndose un poco incómodo estando en un sitio nuevo para él.

—Ah, sí, aquí la tengo —sacó la llave de su bolsillo y se la tendió al príncipe— ¿solo vinieron por eso? —conocía la respuesta, pero quería escucharla por su propia voz ya que la marca en la cara del chico era indicio de un golpe bien dado. 

—Gracias —Rin la guardó en su bolsillo—. También estamos buscando asilo por unos días, Yukio escapó de la casa y quiere ir a Gehenna, pero le he dicho que lo piense mejor.

—Claro que pueden quedarse, espero que no te moleste compartir habitación con tu gemelo, al menos hasta que Belial acondicione otro cuarto para ti —miró al joven de lentes.

—No se moleste, me quedaré con mi hermano ya estamos acostumbrados a estar juntos —no admitiría que tenía miedo de quedarse solo de noche—. Sir Phelles si mi padre lo llama buscándome dile que no sabes nada de mí. 

—Es en el último lugar en donde él te buscaría así que despreocúpate —era una de las más grandes verdades, Shiro lo buscaría hasta debajo de las piedras y luego en la mansión del demonio.


    Fujimoto caminó por toda la pequeña habitación que utilizaba de oficina, el suelo tenía cenizas de cigarrillos, hacía años que no fumaba, exactamente desde que tuvo a Yukio en sus brazos. Dejó pasar los minutos hasta que el ambiente bajara la densidad de los nervios que aún se respiraban por el lugar, había sido un tonto en pegarle a su hijo, además, era la primera vez que lo hizo y no sabía si le dolía más a él o al chico. Esperaría para ir a disculpase porque si iba por detrás aseguraba que si no lo mataba Rin las cosas terminarían de peor manera y era lo que quería evitar. Media hora más tarde golpeó con delicadeza la puerta de la habitación esperando por la respuesta de que se podía pasar o desaparezca. 

—Yukio, siento lo que sucedió hace un rato, déjame pasar así hablamos —el silencio se mantuvo— prometo contarte absolutamente todo lo que quieras saber. 

    Nadie respondió y tampoco se escuchó el ruido de que alguien este adentro, abrió la puerta para encontrarse la habitación vacía, quizás había salido a fuera a tomar aire. En el patio tampoco estaba, buscó habitación por habitación sin resultado alguno, nuevamente en el cuarto del adolescente notó que faltaban los libros que siempre estaban sobre el escritorio, corrió al armario notando la ausencia del uniforme de la escuela, el de exorcista y ropa casual. Yukio se había ido, pero ¿A dónde? Sacó su celular para llamarlo, el celular daba apagado ¿Dónde lo buscaría? Era la primera vez que se escapaba y no tenía idea de hacia dónde correr, muchas opciones no tenían porque si andaba con Rin era difícil que alguien lo aceptara, pero tranquilamente podía estar solo rompiendo el sello con el que lo invocaba. Quizás estaba en casa de Shura.  

—Hola Shura —habló en cuanto respondió la llamada—. Dime que Yukio está contigo. 

El miedoso no está conmigo ¿Qué sucedió? —preguntó alarmada. 

—Se enteró toda la verdad, las cosas no terminaron bien, lo abofeteé y él escapó de la casa —resumió todo. 

Que hiciste ¿Qué? —No podía creer que le haya pegado— Jamás le tocaste un pelo, debe estar asustado ¿lo buscaste en el parque? Si esta con su hermano no puede estar muy lejos. 

—Iré a buscarlo allí, pero Mephisto le ha dado muchas llaves, puede estar en cualquier parte —el hecho de pensar en eso lo ponía más nervioso, el radio de búsqueda se extendía a todo el mundo.

Llama a Mephisto también, sabes que él siempre sabe todo, si no está con él, sabrá en donde encontrarlo —era difícil buscar a alguien que escapaba por primera vez— Saldré a dar una vuelta quizás este viniendo a verme. 

Cruzaron varias palabras más para finalizar la llamada. El sacerdote salió al parque, la noche ya estaba cayendo y comenzaba a refrescar, dió un recorrido por el lugar sin encontrarlo por ninguna parte. No le quedaba otra que llamar al maldito director para dar aviso de que el adolescente estaba desaparecido. 

El sensual Johan Faust al habla —bromeó el demonio al ver quien lo llamaba— ¿a qué se debe tan honorable llamado?

—No seas idiota, sé que tú tuviste algo que ver en todo esto —atacó—. Mi hijo ha escapado de la casa y estoy seguro que sabes dónde está.

Hay un dicho que dice “de tal palo, tal astilla” —rio divertido—. Si escapó y no lo encuentras quiere decir que aprendió del más grande escapista —se burló, recordando las innumerables veces que el hombre se fugaba de los laboratorios. 

—Él solo es un niño, puede estar en peligro. No sabe lo que es pasar la noche en la calle.

Tiene quince años y si esta con Rin no te preocupes, sabes que su gemelo daría hasta su vida por protegerlo, ya va a aparecer cuando no tenga donde quedarse —sonrió con malicia, Yukio estaba durmiendo en una de las habitaciones con todos los lujos que nunca tuvo.

—Esperare hasta mañana por si regresa —en ese momento recordó que el chico era profesor de la academia de exorcistas—. Tomaré nuevamente las clases como profesor de farmacéutica, si él regresa no querrá ir a dar clases por unos días. 

Está bien, le comunicaré a través de un mensaje que está libre del cargo —al fin Shiro dejaría al niño ser un niño.


    Pasaron los días sin que el joven exorcista apareciera, solo se había presentado a los entrenamientos, quizás como un acto de rebeldía faltó a las clases regulares y como Mephisto tampoco le insistió en que fuera, tuvo ausente la mayor parte de la semana. Por otra parte comenzaba a gustarle estar en la mansión porque no lo obligaban a hacer nada, incluso tenía un televisor con video juegos en la habitación que compartía con Rin, Shiro nunca lo dejó tener uno porque debía estudiar y los momentos libres eran utilizados para preparar las clases para sus alumnos. Algo que también había agradecido fue que su padre tomó nuevamente las enseñanzas de farmacéutica anti demoniaca lo que lo dejaba a él como un adolescente promedio. Si todo seguía así iba a ser como siempre había querido vivir.

    El entrenamiento del jueves tuvo resultados mucho mejores que él de los días anteriores, la discusión que mantuvo con su padre adoptivo dejó a Yukio desestabilizado emocionalmente para tener el control sobre su familiar, lo que llevó a que el mismo ganara algunas heridas que sanaron rápidamente, pero un error como esos en plena batalla podría incluso causar la muerte del demonio. El aspirante a domador conversaba con sus compañeras mientras que su hermano jugaba con los familiares de sus exalumnas, la clase había finalizado hacía pocos minutos. 

—Okumura-kun ¿puede aguardar unos minutos por favor? —interrumpió el profesor Neuhaus.

—Claro, pero ¿Qué sucede? —algo no olía bien y faltaban unos días para el examen final. 

—Han venido del vaticano para charlar contigo sobre su familiar —miró a Rin— y necesitan su consentimiento para hacer algo. Lo esperamos en la sala —señaló la puerta a su espalda.

—En un momento me reúno con ustedes —esto era malo, si llegaban a querer a su gemelo para experimentos estarían en graves problemas y peor si descubrían que era el príncipe de Gehenna— Kamiki-san ¿tienen clases con Fujimoto sensei? 

—Así es ¿Por qué? —preguntó la chica algo preocupada al ver los nervios de su compañero. 

—Necesito que lleven a Rin y se lo dejen a él —buscó unos chocolates en su maletín y se los entregó a la chica—. Dile al sensei que pasaré a buscarlo en cuanto me desocupe. 

—¿Cómo haremos para que nos siga? —preguntó la rubia mirando al demonio.

—Le daré una orden y la cumplirá, cuando lleguen le dan los chocolates ¿entendido?

    Las chicas asintieron y el joven de lentes le dio la orden a su hermano, no muy convencido las siguió, sabía que algo extraño pasaba por eso no dejó que se quedara con él, varias veces se detuvo en el trayecto mirando hacia atrás por si su gemelo los alcanzaba, tampoco sentía que lo estaba invocando. Lentamente se puso nervioso, iba a regresar y quedarse con Yukio que era donde debía estar. Escuchó la voz de una de las mujeres y volvió a mirarlas, la de las coletas le ofreció un chocolate para que caminará, suspirando tomó el premio mientras caminaba junto a ellas. Minutos más tarde entraron al salón en donde la clase estaba comenzando. 

—Buenos días sensei —saludó Shiemi dirigiéndose a su asiento. 

—Buenos días Fujimoto-sensei —Izumo entró seguida de Rin, le entregó los chocolates a su profesor—. Okumura-san nos ha pedido que cuidara de su familiar, él tenía una reunión importante por lo que no podía quedarse con el demonio y que usted sabía cómo tratarlo. 

—Buenos días y muchas gracias —habló con tranquilidad—. Rin siéntate en donde quieras. 

    Shiro estaba nervioso, llevaba días sin saber nada de su hijo y ahora como si nada pasara había mandado a Rin para que lo vigilara, el mensaje era claro. Una vez habían quedado en que cuando las cosas se pusieran de cierto modo difíciles, el demonio sería el mensaje de peligro. No podía preguntar nada porque no estaba seguro de si alguien sabía que Yukio era su hijo adoptivo. 

    Comenzó la clase con total naturalidad, cada ciertos minutos miraba hacía la puerta esperando a que el joven entrara u observaba a Rin por si era invocado. 


    El aspirante a tamer entró a la sala en donde sería la reunión, se encontraba solo y lo tranquilizaba el saber que Rin acataba todas las ordenes porque no regresaría y tampoco se escaparía estando bajo la vigilancia de Shiro, sabía que su padre estaría a la expectativa de cualquier cosa, por más que últimamente no le haya hablado sabía que era en una de las pocas personas en las que podía confiar, aún más sabiendo que su vida o la de su gemelo corría algún tipo de riesgo. 

    Minutos después varios exorcistas entraron a la habitación con total normalidad, reconoció al actual paladín, aun no lo conocía en persona, pero había escuchado hablar de él y de su ascenso hacía unos pocos meses. Junto a él, otro exorcista de aspecto desalineado caminó para tomar asiento, acomodó su gorra de forma que el cabello cubría parte de su rostro, el chico se preguntó como hacía para ver y hacía cuanto que no se bañaba o cambiaba la ropa. Por último, su profesor cerró la puerta a su espalda. 

—Buenos días Okumura-san —saludó el rubio—. Paso a presentarme —hizo una leve inclinación de manera formal—, mi nombre el Arthur Augusto Ángel actual paladín de la orden de la Cruz Verdadera y él —señala al otro hombre— es mi compañero Lewin Light tiene el rango de caballero.

—Mucho gusto —hizo una venía, esto era más que malo— ¿Hay algo importante que deben hablar conmigo? —cuanto más rápido le dijeran que querían, más pronto podría idear un plan.

—Veras —comenzó el paladín—, cada vez que comienzan las clases para los meisters le pedimos al profesor Neuhaus que haga un informe de cada uno de sus alumnos y su familiar —miró al chico—. Tu informe ha llamado mucho la atención del vaticano y creemos que su demonio puede llegar a ser casi de la nobleza. 

—Okumura-san ¿Cómo invocó a su familiar? —escuchó hablar a Light por primera vez.

—Lo hice con un sello de invocación, mi sangre y una frase —sacó el sello de su bolsillo y se los mostró. 

—¿Cuántos demonios familiares tienes? —volvió a interrogar el hombre.

—Solo lo tengo a él, no me vi en la necesidad de invocar a otro —admitió.

—Mira te seremos francos —se puso de pie hasta estar cerca del chico—. Hace unos dieciséis años el exorcista Shiro Fujimoto fue el encargado de asesinar a una mujer que fue poseída por Satán, según los informes lo hizo, asesinó a su prometida y a los hijos de ella y Satán.

—Años más tarde, por no decir hace unas semanas —continuó el paladín—, descubrimos que Fujimoto adoptó un niño al mismo tiempo que fue la noche azul. 

—¿Eso que tiene que ver conmigo? —se mostró sin ningún tipo de sentimientos, pero por dentro estaba aterrorizado de la capacidad de esos dos hombres.

—Es la primera vez en la historia que alguien logra invocar un demonio humanoide —Lewin le muestra una foto de Rin que tenía en su teléfono—. No creo que estés al tanto, pero creemos que tú eres ese niño que tu padre adoptivo debió matar —declaró sin problema el hombre.

—¿Qué quieren decir? —Reaccionó sorprendido— Yo soy humano, mi madre era humana y mi padre también, ambos fueron asesinados por Satán en la noche azul —hubo muchos muertos ese día así que no podían investigar sobre dos muertos más entre tantos. 

—Aparte de todo eso —Arthur cambió levemente de tema—, queremos que tú como exorcista fiel a la orden nos cedas al demonio para analizarlo, no lo mataremos. En cuanto sepamos qué clase de demonio es y si no es peligroso te lo devolveremos. 

—Él es mío, no puedo hacerle eso o me odiara —Rin jamás lo odiaría, pero no quería que lo lastimaran para que terminen descubriendo que era el heredero de las llamas azules—. Como dueño de mi familiar también puedo negarme a entregarlo a la orden —odiaba decir que era el dueño de su gemelo, pero necesitaba imponerse como futuro domador.

—Eso también lo entendemos —Light dejó ver sus ojos al chico frente a él—. Es extraño que quieras proteger a tu mascota, pero sabes que en cuanto el demonio se muestre agresivo y no puedas domarlo, la orden se ve en la obligación de apoderarse de él para ser exorcizado.

—Lo sé, estoy al tanto de todo —lo miró con firmeza. 

—Bueno —aplaudió Ángel para llamar la atención de los hombres que se miraban fijamente—, daremos por finalizada la reunión, pero antes de que se retire Okumura-san, mi amigo aquí presente tiene algo que decirle. 

—Ya ha dicho suficiente —caminó hacia la puerta. 

—Okumura —llamó el del sombrero sin utilizar ningún tipo de honorifico— esta bajó vigilancia, no puede abandonar la ciudad y tampoco sus estudios, si el martes se ausenta al examen para el meister de Tamer, será detenido como principal sospechoso de ser el hijo de Satan, tanto tú como su familiar. 

—Y si huye —agregó el paladín—, sabremos que nuestras hipótesis son ciertas. Además, será buscado hasta que lo encontremos —sonrió—. Puede retirarse.

—Hasta el martes —abandonó la sala.

Una vez fuera, caminó hasta salir de la sala de entrenamiento y marchó por los pasillos hacía la mansión de Mephisto, en cuanto llegara allí invocaría a Rin. Estaba asustado era poco, no podría escapar y ahora sabía que no importaba lo que hiciera el día del examen era un trampa para que él entregará a su hermano. No tenía un plan y tampoco le servía idear uno, estaba acorralado y eso lo aterraba. Quería desaparecer, todo fue su culpa desde el principio, si tan solo no hubiera querido complacer a su padre nada de todo esto estaría pasando y él que quería ser un chico normal como el resto. Lo único que veía a la vuelta de la esquina era su muerte y la de su hermano. 

Entró a su habitación e inmediatamente llamó a Rin. El demonio estaba preocupado y lo estuvo peor cuando Yukio lo abrazó con fuerza mientras el llanto se apodero del lugar. El chico de lentes se aferró lo más que pudo mientras lloraba, estaba al límite que ya no podía ocultar nada, llorar no era ser débil, quizás así podría liberarse y encontrar una solución.

—Tranquilo Yukio —Rin le devolvió el abrazó mientras lo dirigía a la cama—, todo va a estar bien, no dejaré que nadie te haga daño —se recostó acercando a su pecho a su gemelo.

—El vaticano sospecha que yo soy uno de los hijos de Satán porque logré invocar un demonio casi humano —habló en voz baja— si descubren que es verdad, van a matarnos —lo abrazó con más fuerza—. Me dijeron que si intento escapar o no me presento al examen me atraparan, seré arrestado. 

—Hablaremos con Samael para que nos ayude —le acarició la cabeza como solía hacerle a él—. Puedo hacer que tus poderes despierten y regresar a Gehenna, padre va a protegernos de todo, además, esos idiotas no pueden ir a nuestro mundo.

—No puedo irme —las lágrimas cayeron con más fuerza—, si me marchó mi padre estará el problemas porque saben que él me adoptó el mismo día en que debió matar a mamá. 

    No volvieron a hablar, solo se quedaron abrazados mientras el tiempo corría. Yukio ya no tenía opciones más que en las de disfrutar los últimos días que le quedaba. Habían pensado en ir a Gehenna, pero lo descartó, por más que este enojado con Shiro, no quería dejar que todo el peso de la orden cayera sobre él por no matarlos cuando eran bebés. Hablaría con su padre, pero le ocultaría que le quedaban pocos días de libertad, si él le mintió durante quince años ¿Qué tan malo era mentirle por cuatro días? 

 

 

Chapter 12: Capítulo 12

Notes:

Holi! Ante ultimo capitulo, y se que los pocos que leen esta porquería dirán, ¿Pero no podes terminarlo en un capitulo? y la respuesta es "Sí". Hay dos opciones:
1. Lo publico todo el cap 13 juntos y se lo leen en tramos... (32 paginas)
2. Lo divido en 3 (como esta originalmente) porque es muy largo y lo publico como vengo a haciendo?
Espero sus humildes respuestas...

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

            La clase de farmacología estaba transcurriendo con mayor naturalidad, Shiro seguía estando nervioso a la espera de que Yukio apareciera para llevarse a Rin, pero los minutos seguían pasando sin ninguna señal de su presencia. Estaba hablando con normalidad cuando el demonio deja los chocolates —los que aún les quedaba— sobre la mesa, se pone de pie y desaparece, este acto no fue desapercibido por ninguno de los alumnos quienes jadearon de sorpresa. Esto encendió la alarma en la cabeza de Fujimoto, su hijo estaba en peligro ¿con quién podría tener una reunión y sentirse así? Tampoco pudo hablar con Rin para preguntarle en donde estaban quedándose aunque de todos modos él no solía responder ni una pregunta.

—Creo que nunca me acostumbrare a ver desaparecer a un demonio de esa manera —comentó Shima a los pocos segundos.

—Saben ¿Qué clase de reunión tenía Okumura? —preguntó el hombre, al menos necesitaba el mínimo de información antes de salir a buscarlo.

—Neuhaus-sensei dijo que alguien del vaticano quería hablar con él sobre su familiar —habló Izumo—, luego de esto lo notamos nervioso y por eso pidió que trajéramos a Rin, a pesar de que tenía que hablar sobre él.

—El sensei dijo algo sobre un consentimiento —agregó Shiemi.

            Estaba seguro que la orden le pediría que cediera a su familiar para experimentación y afirmaba que nunca entregaría a su hermano para que le hicieran cosas raras por más que le estén apuntando con un arma en la cabeza. Necesitaba encontrarlo y hablar con él para idear un plan, no dejaría que nadie toque a su hijo. El tema se complicaba ahora porque no tenía idea de en donde se hospedaba, hasta hacía unas horas continuaba sin responderle las llamadas ni los mensajes, a Shura le contestó, pero no le dijo dónde estaba, solo que se encontraba bien. 

—¿Alguien sabe en donde vive? —Yukio no tenía amigos, así que dudaba que alguno de ellos supiera donde ubicarlo— o ¿están con él en las clases regulares?

—Yo estoy con él en clases avanzadas —dijo Suguro—, pero nunca hemos hablado, es un chico muy reversado y esta semana ha faltado a clases todos los días, según los profesores tiene problemas familiares —le resultó extraño que faltara a pesar de ser callado era uno de los mejores estudiantes de la clase, pero lo entendió cuando supo que estaba con problemas.

—A las clases de domador ha venido todas las veces, aunque tuvo problemas para darle indicaciones a su familiar, solo dijo que tenía problemas en casa —contó la rubia.

—Quizás si le pregunta al director le diga donde vive, porque lo he visto entrar a la mansión varias veces —Konekomaru lo había visto acompañado de su familiar en todas las oportunidades.

—Muchas gracias, hablare con él —suspiró derrotado y lo mejor era aclarar las cosas con sus alumnos antes de que creyeran que era un acosador—. Verán mi preocupación viene porque soy el padre adoptivo de Yukio, hemos tenido una discusión hace unos días y él se fue de casa, no me ha respondido el teléfono y sé que esto del vaticano y su familiar lo tiene preocupado.

        Converso un poco más con los chicos y luego continúo con la clase, además de estar preocupado se comenzaba a replantear muchas cosas de las que no se había dado cuenta, había amoldado a Yukio como una máquina, solo lo hizo estudiar y entrenar ¿Qué había logrado con todo eso? Absolutamente nada, su hijo estuvo solo, no hizo amigos por estar ocupado y ahora entendía porque se aferró a Rin en cuanto lo invocó, aunque al principio lo odiaba como a todos los demonios, incluso le había enseñado a odiar a su propia especie, fue un mal padre y nadie se lo dijo.

        Una vez finalizada la clase se dirigió a la dirección de Mephisto, sabía que a esa hora del día estaba en su despacho ejerciendo su rol como director, aunque detrás de esa tonta fachada se la pasaba leyendo mangas o jugando video juegos. Golpeó la puerta y esperó a que le indicara que podía pasar, estuvo varios minutos parado en mismo lugar hasta que pudo ingresar. El demonio estaba sentado detrás de su escritorio con un montón de documentos por firmar, la computadora a un lado encendida, dando el aspecto que el director estaba sumamente ocupado.

Hola Shiro —saludó alegremente dejando las cosas sobre la mesa— ¿Qué te trae por aquí? —sonrió como si realmente le importara que este allí.

—Necesito hablar con Yukio y sé que está viviendo contigo —fue directo al grano, ni siquiera se había sentado y ya estaba algo nervioso.

—¿Quieres un té? ¿Quizás un café? —Ofreció a propósito para no responder la afirmación del hombre— ¿Por qué no te sientas así conversamos mejor?

—No quiero nada de eso —sacó una de sus armas y lo apuntó a la cabeza— ¡Quiero a mi hijo!

—¡Oye, tranquilo! y siéntate. Para comenzar ese niño también es mi medio hermano y no pienses que lo he secuestrado —lo miró con firmeza—, él está viviendo conmigo porque así lo quiso y no puedo negarle un techo.

—Recién ahora es tu medio hermano cuando te pasaste años ignorándolo —atacó mientras se sentaba— ¿Qué tiene de interesante ahora?

—Recuerda a él nunca le faltó nada gracias a mi —ambos lo sabían, Mephisto había cubierto todos los gastos del niño desde que era bebé hasta ahora—. Todo él es interesante —apoyó su mentón en su mano—, he estado reestructurando a tu máquina para convertirlo en un niño, lastimosamente ya es demasiado tarde, Yukio es una bomba de tiempo —admitió.

—¿Qué le hiciste? —no le gustó nada de lo que dijo ¿Cómo que era una bomba de tiempo?

—Solo lo he dejado ser —chasqueó los dedos haciendo aparecer una taza de té humeante en sus manos—. Faltó a la escuela toda la semana porque quiso y yo no lo obligué, también estuvo aprendiendo a jugar video juegos porque nunca tuvo la oportunidad de jugar. Está aprendiendo a ser un chico de quince años.

—¡Esta bien! No me había dado cuenta que él tenía sentimientos y tampoco me dijo que cosas quería hacer, solo hizo todo lo que le pedí —se sentía un verdadero fracaso de padre.

—Esas fueron sus maneras de agradecer que lo habías adoptado y no dejarlo tirado en donde sea que estaba ¿Por qué crees que le dolió enterarse que tu no lo querías adoptar?

—Sabía que tú le contaste toda la verdad —señaló— tu plan era quitarme a Yukio.

—No tengo ningún plan, pero era necesario que se enterara de todo lo que quería saber —tomó un sorbo de té—. Tiene que poder encontrarse para adaptarse a lo que pronto será.

—¿Qué quieres decir? —rogaba con que fuera algo totalmente diferente a su naturaleza.

—Veras te lo contaré bien para que puedas entenderlo —dejó la taza sobre la mesa—. Nosotros los demonios tenemos un olor que lo sienten otros de nuestro tipo, los exorcistas que tienen demonios familiares huelen levemente al familiar que doma, digamos que es una manera de marcar territorio. —Esperó a que el hombre dijera algo y como no preguntó nada continúo con su explicación—. Rin aún no se ha dado cuenta o en realidad lo relaciona con su propio olor, pero Yukio hace unos días ha comenzado a apestar a demonio —sonrió divertido.

—Despertó sus poderes —afirmó Shiro agarrándose la cabeza, todo esto era malo.

—Todavía no lo hizo, por eso te dije que es una bomba de tiempo —giró la computadora para mostrarle un video de la mansión en la que se veía a los gemelos compartiendo la misma cama—. ¿Sabías que duermen juntos? Han formado el vínculo de hermanos que ya no vale la pena separarlos. Al ser gemelos su olor es el mismo, desde que llegaron a la mansión ese aroma a nobleza está en la misma proporción —volvió a tomar de su té—. No te sé decir si será hoy, mañana o dentro de una semana, pero Yukio despertara sus poderes.

—¿Qué opciones tengo? —necesitaba algo para hacer que esa naturaleza siga igual de dormida porque en cuanto el vaticano se enterará lo matarían.

—A esta altura ninguna, por más que te lo lleves lejos, se convertirá en un demonio y estará más asustado si lo alejas del sitio en donde él está seguro, inconscientemente buscó refugio en mi casa en donde convive con otros de su tipo —se terminó su té de un sorbo—. Lo único que te queda es orar porque no cambie físicamente —esperaba que notara el sarcasmo.

—¿Tendrá los rasgos de Rin? —deseaba que al menos no cambiara mucho, de todos modos lo seguiría aceptando como su hijo.

—No lo sabremos hasta que se despierte —miro al hombre frente a él—. Puede que aparte de despertar sus poderes, su cuerpo tome las características de un demonio humanoide: orejas, colmillos, garras, cola. O quizás el poder se presente manteniéndolo en su forma humana, pero eso no quitara que sea lo que es por naturaleza.

 —¿Dónde puedo encontrarlo? Hoy ha tenido una reunión con el vaticano y estoy seguro que están el peligro, las chicas dijeron algo acerca de un consentimiento y estoy seguro de que la orden quiere a Rin para experimentos. 

—Estoy al tanto de la reunión, las cosas deben darse de esta manera, no pude hacer nada para evitarlo —en realidad podía, pero no quería—. Él siempre está en la mansión o por las inmediaciones, habla con él, pero no lo estreses por las dudas, aunque no lo creas es peligroso.

            El hombre no tuvo mucho más para decir que terminó por marcharse, esperaría hasta que Mephisto esté en su casa para ir a hablar con Yukio, era increíble que su hijo este a un paso de ser un monstruo y él creyendo desde que lo adoptó que solo sería un humano como cualquier otro, debió darse cuenta cuando notó que el niño veía demonios, pero se negó. Sabía que el contacto que mantenía con Rin era malo, si no lo tendría como su familiar todo iba a seguir normal como siempre. No tenía miedo de lo que le pasará a él por criar a un hijo de Satán, tenía miedo por lo que le llegaran a hacer al engendro del mismo.


           Ese mismo día por la tarde por el adolescente de lentes esperaba a que su hermano se terminara de vestir, iría a ver a su padre para hacer las paces, estaba saliendo solo cuando Rin lo encontró y dijo que lo acompañaría. Esos últimos días había notado a su gemelo más libre y relajado que todos los meses que vivió en el monasterio. Ahora podía quedarse solo por largas horas en cualquier parte de la mansión y no estaba todo el tiempo pegado a Yukio, la respuesta era que no se sentía en peligro con nadie.
            El exorcista observo el jardín, un pequeño green-man se metió entre los arbustos, comenzaba a acostumbrarse a ver a los demonios como algo menos peligroso. Las rejas se abrieron dejando pasar a Shiro, quién caminó con total naturalidad hasta encontrarse con el chico.

—Hola Yukio —saludó el hombre manteniendo la distancia—. Me he enterado que estabas viviendo aquí y quería hablar contigo.

—Hola papá —le devolvió el saludo un tanto nervioso, no esperaba que él fuera a verlo y tampoco estaba preparado para iniciar la conversación—. Estaba por ir al monasterio a verte, sé que te he preocupado por escapar, pero no podía seguir quedándome en donde no quería.

—¿Quieres ir por un helado y lo hablamos? Prometo responder todo lo que quieras saber.

—Mejor quedémonos en el jardín, aquí nadie molesta —le indicó unos bancos debajo de unos árboles y se dirigieron  a tomar asiento—. Siento haber escapado de la casa y no responderte el teléfono todos estos días, no sabía cómo sentirme —miró al suelo.

—Tú debes perdonarme, por empezar no debí ocultarte la verdad y mucho menos pegarte, pero el estrés me llevó a no pensar.

—Lo entiendo, en realidad me dolió más que me hayas pegado que el golpe en sí —recordarlo le dolía—. Tampoco debí gritarte y llamarte por tu nombre.

—Dejemos todo eso atrás —le tocó el hombro en señal de apoyo—. Quiero que sepas que a pesar de que Mephisto me obligó a adoptarte, fue lo mejor que he hecho en toda mi vida.

—¿Por qué me elegiste a mí y no a Rin? —conocía la respuesta, pero quería escucharlo por él.

—Porque eras el más parecido a tu madre, además, no tenías poderes así que pasaría mucho tiempo sin llamar la atención de la orden y por lo tanto podía protegerte —ahora haría lo que estuviera a su alcance para salvarlo.

—Te salió bien porque ¿Quién sospecharía de alguien que es el hijo de Satán sería un exorcista? —el joven sonrió, a la orden le llevó quince años darse cuenta.

—Ya que dijiste eso —miró a su hijo a los ojos—, debo disculparme por ser un mal padre todos estos años —suspiró—, sé que te convertiste en exorcista porque de cierto modo te obligué, al igual que lo de ser profesor. Sin darme cuenta te amolde como yo quise y tú nunca te opusiste a todo lo que te pedí.

—Tampoco me di cuenta hasta que conocí a mi hermano —miró hacia arriba—, recién ahí supe que no tenía a nadie más en quién confiar más que en ti y en Shura. Solo quiero ser un chico normal —un pedido sumamente fácil y tan lejano al mismo tiempo.

—Lo serás —afirmó el hombre—, te compraré un televisor y videojuegos, si quieres faltar a la escuela sin motivo alguno también puedes hacerlo, haz lo que siempre quisiste hacer.

—He faltado a la escuela toda la semana y Mephisto no me lo reclamó —rio de forma relajada, le sorprendía que no le haya dicho nada porque la escuela era tan cara y todo lo cubría él, aunque seguramente para alguien con tanto dinero no era nada—, está gastando tanto en mis estudios y solo dijo que estaba bien si quería quedarme en la mansión.

            Shiro observó a su hijo, seguía siendo el mismo, pero en el interior sentía que Yukio estaba cambiando, no era tan serio y disciplinado como siempre. En solo una semana Mephisto estaba creando otro Yukio, uno más humano. También sabía que dentro de poco dejaría de serlo y quizás tendría que despedirse de él, dependiendo de qué tan demoniaco sea.

—Oye —el hombre llamó la atención del joven que miraba hacía la entrada de la residencia, seguramente esperando a que saliera su gemelo—, tus compañeras me han dicho que tuviste una reunión con miembros del vaticano y cuando enviaste a Rin, supe que estabas en peligro —era el asunto más importante por hablar luego de hacer las paces— ¿Qué sucedió?

—Quería protegerlo y si rompía el sello, él volvería —se miró las manos que las movía con nerviosismo—, sabía que si te lo enviaba lo cuidarías por mí. Papá, el paladín Ángel y el caballero Lewin, me pidieron que cediera a Rin para experimentar con él —suspiró expulsando de a poco el aire.

—Cambia de familiar y también puedes negarte a entregarlo a la orden —entendía cuál era su miedo—, incluso puedes no presentarte al examen final, deja todo y vámonos a España.   

—Como domador de Rin me negué, pero en cuanto no me presente al examen ellos me buscaran para obligarme a que lo haga —estaba tan asustado que ocultar parte de la verdad le resulto fácil—. Tengo miedo de que cuando lo agarren lo maten por ser el príncipe de Gehenna, me siento tan culpable de no haberte escuchado cuando me dijiste que llevara a Kuro a los entrenamientos.

Shiro lo abrazó para consolarlo, no lloraba, pero notó en su mirada que la situación lo estaba sobrepasando, ahora sabía que realmente amaba a su gemelo para estar así por él. Le dio palabras de aliento y al mismo tiempo el apoyo para proteger al demonio de lo que fuera. En ese momento comprendió cuando Mephisto le dijo que era demasiado tarde para separarlos porque el vínculo estaba formado. Los gemelos no podían vivir sin el otro.

            Estuvieron varios minutos abrazados, en cuanto se alejó de los brazos de su padre un humo rosa brotó de la nada para dar con la presencia del dueño de la mansión frente a ellos. Sonrió, pero no dijo nada en broma cuando vio como Yukio se sentaba firme en su lugar. 

—Tenía que entretener a tu hermano para que no se entrometiera en conversaciones ajenas —se sacó el sombrero y lo sostuvo en la mano.

 —¿Qué le hiciste a Rin? —el joven aseguraba que lo tenía comiendo algo con alguna de esas cosas que él decía que en Gehenna no existía.

—Está cocinando, Belial lo está ayudando, pero Rin quiere que vayas con él para probar que tal queda. —Miró a su amigo— Shiro ¿te quedas a cenar con nosotros?

—Vamos papá —el de lentes se puso de pie y lo jaló de la ropa—, Rin tiene un talento natural en la cocina.

—Si me lo pides así, me quedaré —también se paró para comenzar a caminar en dirección a la casa.

            Tal como lo dijo Yukio, el joven peliblanco tenía un talento natural en la cocina a pesar de que no sabía leer, se guiaba con los olores. Cocinar se convirtió en su pasatiempo en la última semana, además, debía de aprovechar porque en Gehenna no lo dejaban hacer cosas, para algo tenía sirvientes.  

            Cenaron con total naturalidad, Shiro en un momento se planteó decirle a su hijo de regresar al monasterio, pero por primera vez en su vida no sería egoísta y no lo haría, él estaba mejor con Mephisto por más que no le gustara dejarlo con él. También notaba más relajado a Rin que no se la pasaba mirando a los lados esperando a que alguien lo atacara.

            Entrada la noche el exorcista se despidió de su hijo y de los demonios para regresar a su casa. Sabía que solo debía esperar unos días para mudarse y debía arreglar algunas cosas con Shura antes de partir.


            Los días transcurrieron bastante rápido para gusto de los gemelos, aunque lo había pasado demasiado bien. Yukio cumplió todos los caprichos de su hermano, incluso llevarlo al parque de diversiones. Ahora, siendo plena madrugada del día martes el exorcista acaba de despertar de la misma pesadilla que tenía cada noche, observó a Rin dormir y no entendía como lo hacía, sabiendo que ese día sería cuando la tranquilidad —para ellos— se terminaría. Se refregó los ojos y los pelos de la cola de su gemelo le hizo cosquillas en la cara, no, no estaba despierto sino que la misma estaba enroscada en la muñeca del chico, una clara señal de que no estaba solo.


           Faltaban minutos para que él examen comenzará, los aspirantes a domadores terminaban de llenar unas hojas con datos de meisters anteriores —si es que tenían uno—. Yukio estaba aún más nervioso, Shura fue convocada para formar parte de los profesores —con meister en tamer—que calificaban a los futuros colegas. Su padre también estaba presente, pero sabía que era por algo más allá que estar para evaluar.  Más alejados a los profesores se encontraban el paladín y Lewin, apartados de ellos Mephisto como director de la academia. ¿Nadie se daba cuenta que algo malo iba a pasar si el paladín estaba presente?

          Tal y como lo había pedido primero pasaron sus compañeros, rogaba que al menos Izumo y Shiemi se fueran como él casi les suplicó porque sería sumamente peligroso. El joven de lentes agarró dos sellos de invocación y los manchó con su sangre, el que no utilizaría lo guardó en el bolsillo delantero de su uniforme que mayormente era el lugar en donde lo metían por si el familiar llegaba a descontrolarse y era más fácil tomarlo para romperlo. Antes de que llegara su turno invocó a su hermano y como en cada entrenamiento se presentó con la misma prenda, esperaba que no le lanzaran agua bendita porque empeoraría todo, el sello que utilizó lo guardo en el bolsillo interno del pantalón, ahí nadie se lo quitaría y podría romperlo cuando él quisiera.

         El examen comenzó como los entrenamientos, recibir las órdenes para sortear obstáculos, Yukio indicaba a su hermano que hacer mientras miraba al paladín que se movió unos pasos más adelante para ver mejor, su compañero se quedó en la misma posición. La siguiente parte fue cómo reaccionarían ante una misión de verdad, todo continuó perfecto, Rin siempre se mantenía cerca de su gemelo para protegerlo, ambos cubrían la espalda del otro. Minutos más tarde las luces se apagaron y la alarma de peligro en la mente del exorcista se encendió.

—¡Rin! —lo llamó— ¡Te quiero cerca de mí! —justo se había alejado para matar un demonio en el peor momento.

        No lograba ver nada y eso lo ponía más nervioso, sintió que algo le mordió la pierna y cayó apoyando su rodilla en el suelo. Entendía cuál era la trampa, dejarlo fuera de juego a él para que Rin atacará sin razón alguna.

        El demonio por su parte atacaba todo lo que estaba a su alcance, sentía el miedo en el corazón de Yukio e indirectamente se lo estaba transmitiendo a él. Lo bueno de ser medio demonio era que alcanzaba ver algo en la oscuridad y podía seguir atacando. Escuchaba las voces de Fujimoto y la de Shura —era las que reconocía—, esperaba que ayudaran a su gemelo al menos a escapar.

—¡Que alguien encienda las luces! —Gritó Neuhaus—. Detengan todo hasta que solucionemos el tema de la electricidad. Ayuden a Okumura.

—En una misión verdadera nadie se detendrá porque hay oscuridad —habló en voz alta Lewin— continúen hasta que se solucione todo este asunto.

            Ese imbécil no dejaría que socorrieran a Yukio, un quejido y un insulto llamó su atención (la de Rin), buscó a su domador con la mirada y lo encontró en el suelo, apretándose una herida en la pierna, no lograba distinguir que era lo que lo había atacado, pero un Naberius se acercaba con rapidez a atacar a su hermano. Por más que corriera no iba a llegar ¡Maldición! Era un momento de vida o muerte, así que hizo lo que tenía prohibido: utilizó sus llamas. Mató a gran parte de los demonios que se acercaban a su hermano, hacía un tiempo que no utilizaba sus poderes y hacerlo lo hacía sentir más natural.

—¡Detente Rin! —Gritó Shiro, sacando su arma para ayudar a su hijo— Cálmate porque mataras a todos.

            Lo ignoró, en vez de que los demonios desaparecieran cada vez había más, algo le decía que el hombre que vestía raro y el que olía feo eran los responsables. Quizás si los atacaba salvaría a su hermano. Las llamas alumbraban algo, tampoco hizo por quemar más allá que a los monstruos rivales. Las balas del arma de su gemelo pasaron cerca y terminaron con la vida de algunos demonios que se acercaban a Rin. Debatió en cuál sería su siguiente movimiento, atacaría a esos hombres, pero Yukio le dio la orden de que lo quería con él. Le faltaban metros para llegar cuando el dolor en su brazo lo hizo detenerse, nunca sintió algo así y eso que siempre en los entrenamientos en Gehenna terminaba herido de muchas formas, este dolor era diferente, sentía como lo quemaba a pesar de que su poder demoniaco hacía su trabajo a gran velocidad.

—Tranquilízate —habló en voz baja su domador— es solo un disparo. Están intentando ponerte nervioso para que los ataques, pero no lo hagas —presionó la herida con un pañuelo, las llamas no le hicieron nada a pesar de que estaba rodeado por ellas.

—Déjame matarlos —se agachó poniéndose en una pose de ataque—. Vete y deja que me encargue.

—Mata a los demonios —ordenó—, si no obedeces romperé el sello.

            Sacó el sello —el falso— del bolsillo de su uniforme, valía la pena amenazar bien a Rin ya que él tampoco sabía que ese era el falso. Un pequeño demonio parecido a un hada y brillante le arranco el papel de la mano y huyó.

—La Sylphy se robó el sello —el medio demonio hizo arder a varios rivales, pero esa desapareció en cuanto llegó junto a Lewin.

            La electricidad volvió mostrando el panorama desalentador para el tamer y su familiar. Quedaban pocos demonios en la arena, pero más de una docena de exorcistas los estaban apuntando, cualquier movimiento y ambos estaban perdidos. Buscó a su padre con la vista y lo encontró esposado siendo escoltado por un hombre, lo mismo pasaba con Shura. Ahora ¿Qué haría? No le quedaban tantas municiones como para lograr escapar, sentía un dolor en el pecho sin estar seguro si era a causa de la herida de su pierna.

—Okumura-san —el paladín se acercó unos pasos, aun manteniendo la distancia— queda detenido por invocar al engendro de Satán y no reportarlo a la a orden.

—Si el demonio ataca solo duérmanlo, no lo maten que lo necesitamos —Lewin le mostró a Yukio el sello para volverlo a guardar. El joven sonrió, ese papel no servía de nada.

            Rin soltó sus llamas con fuerza haciendo retroceder a varios exorcistas, el calor en las armas hizo que las soltaran, segundos después corrió al encuentro del caballero, lo despedazaría era poco. Sintió varios impactos en su cuerpo y el agua que apenas llegó a quemarlo, se estaba debilitando, pero necesitaba al menos matar a uno antes de caer.

—Cuando te despiertes podrás intentar morderme —sacó un arma disparándole en la cabeza, el demonio cayó dormido al suelo.

            Yukio se quedó en shock, su hermano estaba en el suelo sin moverse ¿estaba vivo? Una ira lo invadió por completo, un calor incesante lo llamaba desde el interior para que lo dejara salir, comprendía que era algo malo y lo aterraba. Continuó observando a su gemelo, el hombre que le disparó lo levantó del pelo para mirarlo a la cara.

—Creo que lo primero que le arrancare son los dientes —miro al domador— ¿Crees que le volverán a salir?

            Lo estaba provocando, lo sabía claramente, pero nadie iba a tocar a su hermano mientras él estuviera vivo. Un calor abrumador se apodero de él, si no lo dejaba salir iba a terminar quemándose, lo liberó al mismo tiempo que perdía la consciencia, lo último que oyó fueron gritos y armas disparándose.

            Lewin no llegó a reaccionar para defenderse, era la primera vez que lo atacaban de esa forma, el chico al que estaba enfureciendo poco a poco ahora estaba arriba de él ardiendo en llamas, sentía como lo quemaba sin poder defenderse, sus brazos eran apresados por las rodillas del demonio y su cuello por una mano. Miró el rostro del joven frente a él, los ojos celestes con rojo le mostraban las puertas del mismo infierno, el gruñido que brotaba de su garganta al mismo tiempo que mostraba sus dientes, dejando caer saliva: no cabía dudas de que era un hijo de Satán y para nada controlado. Entre los gritos escuchó varias armas siendo disparadas, logrando que el demonio lo soltara para atacar a quienes le dispararon, el paladín agarró un arma y vació el cargador sobre el chico, si lo mataba no le importaba, cayó al suelo cerca de donde estaba el otro demonio durmiendo.

            Shiro estaba asombrado, ese chico que ahora no se movía en el suelo no parecía ser el niño que había criado, era una máquina de matar y lo comprobaba con los exorcistas muertos que fueron alcanzados por las llamas. Habiendo tantos días para despertar sus poderes, justo tuvo que ser ese, él siempre era calculador y sereno, pero jamás había actuado irracionalmente. Ahora entendía que lo hizo para defender a su hermano, esos gemelos darían la vida el uno por el otro.

—Pheles-san, también está bajo arresto —comentó el hombre rubio—. Y tú, Shura, depende de lo que declares dependerá tu futuro.

            Las llamas fueron apagadas, los gemelos transferidos a los laboratorios en celdas de seguridad y los demás implicados en celdas normales. Mientras que Lewin recibía primeros auxilios por los doctores.

            Ángel contaba con un nuevo logró en su lista, en vez de un engendro de Satán como sospechaban que había, tenían dos. Si los dos estaban viviendo en Assiah, habían pasado desapercibidos casi dieciséis años ¿Qué hizo que se mostraran ahora, después de tanto tiempo? Anotaría eso para interrogar a Shiro Fujimoto. Caminó para ayudar a su amigo y compañero herido.

Notes:

Otra cosa para que respondan en algún momento... tengo otros fics a terminar de escribir (y no, no es el otro que no actualizo hace siglos, ese se queda asi xD)... cual quieren que publique? (cuando termine con este)
A. Una especie de Yuki/Rin, que no es Yukirin, con un Rin mafioso y un Yukio metido ahí teniendo que pagar una deuda de su padre.
B. Una historia de "que hubiera pasado si..." de un Yukio siendo Illuminati.

Chapter 13: Capitulo 13- Parte 1

Notes:

Buenas tardes!
Misteriosamente se subieron la cantidad de capítulos xD Asi que eso quiere decir que lo deje como estaba originalmente, intentare publicar los dos que faltan en poco tiempo.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

 

            El aire que se respiraba era frio, el piso estaba igual, el silencio reinaba la habitación por lo que nadie estaba cerca. Yukio abrió los ojos lentamente había poca luz así que se no le daño la vista ¿Qué había pasado? No recordaba nada más que a su hermano tendido en el suelo. Intentó incorporarse, pero se sentía débil y adormilado, luego de unos minutos logró sentarse apoyándose contra las rejas detrás de él. El ruido de unas cadenas le hizo doler los oídos, busco con la mirada para encontrar que una de sus muñecas estaba encadenada a uno de los barrotes de esa especie de jaula, al menos el largo le permitía que se tocara la cara ¿Por qué estaba enjaulado y encadenado? ¿Dónde estaba su gemelo? Lo buscó con la mirada para encontrarse solo, el sueño le estaba ganando nuevamente cerró los ojos dejándose vencer. No sabe cuánto tiempo paso cuando escuchó el ruido de unas pisadas que lo despertaron levemente, el ruido era demasiado alto para su gusto, nuevamente abrió los ojos para encontrarse con dos hombre vestidos de blanco que arrastraban a su hermano por los brazos, entraron como si nada a la jaula para encadenarlo cerca de él. Yukio intentó incorporarse y hablar, pero las palabras no salieron de su boca, cuando movió su brazo uno de los hombres se asustó arrastrando a su compañero para salir del lugar cerrando nuevamente la puerta con llave, lo único que escuchó de los hombres fue “estos demonios son peligrosos” y luego se marcharon. Miró a su hermano que no se movía, algunas partes de su cuerpo estaban manchadas con sangre —seguramente de la pelea que tuvo más antes—, estiró el brazo que tenía libre para sujetar a su hermano de la mano y arrastrarlo hasta él, una vez a su lado lo acomodó y lo abrazó, no dejaría que nadie lo tocara, un acto tan simple como ese le quitó la poca energía que tenía más la respiración de Rin hizo que nuevamente se quedara dormido.

            Tiempo después el silencio fue interrumpido por los pasos de varias personas. El más joven de los chicos despertó alarmado al ver dos personas frente a la puerta y otras dos que caminaban hacia atrás de la jaula, era algo malo, abrazo con sus brazos y piernas a su gemelo logrando que este se despertara en alerta.

—Demonio —llamó uno de los hombres—, suéltalo y nadie saldrá herido. En un rato lo traeremos de vuelta.

            No le salieron las palabras iba a decir que él no era un demonio, que eran tan humano como ellos, en cambio lo único que salió de su garganta fue un gruñido y por instinto mostró los dientes.

—Ten cuidado por si llega a explotar en llamas que no te queme —habló uno de los exorcistas sin abrir la puerta.

            Todo paso rápido, uno de los hombres introdujo una especie de cadena que sujetó a Yukio por el cuello para arrastrarlo hasta la esquina de los barrotes, en pocas palabras lo estaba ahorcando, aun así se resistiría a soltar a su gemelo. Desde el otro lado, uno de los hombres estiró la cadena de Rin logrando soltarlo del agarre. Lentamente el chico de lentes fue cediendo al quedarse sin aire, las manos rasguñaron su cuello en un afán de lograr soltar un poco de presión, vio frente a sus ojos como soltaban a Rin pasando a esposarlo de las manos y los pies. ¿Por qué estaba tan sumiso?   

—Es…es…capa —habló entre cortadamente con el poco aire que le quedaba, lo vio caminar hacía la puerta sin oponer resistencia.

—Nolo enim vos estis nocere —(No quiero que te lastimen) habló en su idioma para que solo Yukio lo entendiera ya que le había enseñado un poco de su lengua para comunicarse cuando había humanos cerca.

            El joven exorcista dejó de oponer resistencia entendiendo lo que le dijo Rin, al dejar de moverse, quién lo ahorcaba lo soltó, se dejó caer tomando grandes bocanadas de aire y siguió con la vista como se llevaban a su familiar. Todo esto era su culpa, solo esperaba que no lo lastimaran porque jamás se lo perdonaría. Una vez solo, se sentó observando todo el lugar, se mantenía limpio y el olor a desinfectante abundaba, tampoco hacía frio. Reaccionó de golpe tocándose la cara, le habían dicho “demonio” eso significaba que ¿se había transformado? Se tocó las orejas y suspiró al sentirlas normales, aunque ahora que se detenía a pensar escuchaba todo más agudo e incluso algunos ruidos le molestaban al punto de hacerle doler, su olfato estaba más desarrollado y sentía olores extraños que jamás había sentido era como un olor que aun con todo el desinfectante no se iba, más tarde le preguntaría a Rin que era. Luego llevó un dedo a su boca tocando toda la dentadura, se detuvo en sus colmillos, no habían crecido tanto como los de su hermano, pero eran filosos como para morder algo y romperlo. Se miró los dedos volviendo a suspirar cuando solo se encontró sus uñas normales y no garras. Por último y con miedo llevó su mano hacía la espalda, la dirigió hacía donde debería de tener una cola si fuera como su hermano, la alejó con violencia, no iba a averiguar si tenía algo allí o no, mejor lo dejaría en la duda y tampoco quería ver porque sería su ultimo rastro de humanidad perdida aunque levemente sentía un cosquilleo en su columna. No se fijaría y tampoco dejaría que alguien lo hiciera por él, la cola era el punto débil de todos los demonios y como todo demonio no debería mostrarla.   

            Media hora más tarde el grupo de cuatro personas regresó con Rin, se lo veía bien, pero en alerta como lo estaba todo el tiempo en el monasterio. Yukio no se movió de su lugar esperando a que metieran a su hermano dentro, abrieron la puerta haciéndolo ingresar, desde el lado de afuera uno de los hombres agarró la cadena para ponérsela en muñeca mientras le sacaban las esposas, en esos segundos Rin gruñó arrancándose la especie de media mascara que le habían puesto para que no mordiera, ardió en llamas protegiendo al otro chico sabiendo que serían el siguiente al que se llevarían, los exorcistas salieron de la jaula.

—¡Duérmelo antes de que nos mate a todos! —ordenó uno de los hombres.

            Rin cayó a los segundos de recibir un impacto del sedante, las llamas se apagaron, Yukio intentó acercarse, pero la cadena no se lo permitía.

—Tranquilízate que solo está durmiendo —habló el individuo que entró nuevamente y lo ató en su lugar—. Obedece si no quieres que lastimemos a tu compañero.

            Lo único que hizo el joven fue asentir con la cabeza y quedarse quieto mientras esperaba, no haría nada raro porque aseguraba que esos idiotas terminarían matando a Rin para someterlo a él. Salió de la jaula de la misma forma que se llevaron a su hermano, caminó por un pasillo hasta cruzar una de las puertas en donde la habitación se hacía más grande, las paredes blancas daban más luz al lugar. Al menos unos diez científicos estaban en la habitación. Lo sentaron en una camilla, le quitaron las esposas haciéndolo recostar, ataron sus muñecas con unos cintos que se sujetaban a la cama, con sus piernas hicieron lo mismo.

—Según los informes recuperados de la operación relámpago azul —comenzó una mujer detrás de una computadora—, él sería el sujeto H, nació sin signos vitales y siendo completamente humano.

—Por lo que declaró el sacerdote Shiro Fujimoto es que siempre fue humano hasta ayer que los despertó su lado demoniaco de la peor forma —¿ayer? ¿Había pasado un día durmiendo?

 —Hagamos un estudio simple de detección física de que es un demonio —continuó otra mujer que tenía unas hojas en la mano— Sus uñas son normales como la de los humanos —escribió— ¿Color de ojos?

—Azules, es un indicio de que es un descendiente de Satán —sus ojos eran verdes hasta ayer. La mujer escribió en su libreta.

—¿Orejas? —uno de los hombres se acercó a investigar, el chico se quedó quieto.

—Son de forma normal. —castañeo los dedos haciendo que el ruido lo impacientara y moviera la cabeza hacía un lado— Audición elevada, le molestan los ruidos simples.

—¿Olfato? ­—preguntó la mujer mientras hacía más anotaciones.

            Destaparon un frasco dejando salir un olor a podrido que le daban ganas de vomitar, intentó taparse la nariz, pero sus manos atadas se lo impidieron.

—Reacciona a la sangre de un demonio de bajo nivel de la misma forma que lo hizo el sujeto M —el individuo que estaba a su lado volvió a apoyarle la cabeza en la camilla—. Ya está, quédate quieto.

—¿Dientes? —continuó anotando.

—Abre la boca —obedeció, si no lo hacía lo obligarían, total nadie le preguntaba nada—. Toda su dentadura es normal, excepto por los colmillos que son más largos que los de un humano promedio, pero más cortos que los de su hermano.

—¿Cola?

            Ahí sí que no permitiría que nadie lo tocara, se mantuvo a la espera de que intentara levantar su camisa —la chaqueta del uniforme no la tenía puesta—, en cuanto el hombre acercó su brazo a su cintura el chico levantó la mitad de su cuerpo y lo mordió en el antebrazo, no lo soltaría a menos que lo golpearan hasta desmayarlo. Los gritos del exorcista inundó el lugar, un revuelo se desató en la habitación, sentía como la sangre caía en su boca y no era algo que le desagradara. Lo sujetaron del cabello con fuerza hasta que lo soltó, no sin arrancarle un pedazo de piel y carne que escupió inmediatamente, para evitar que volviera a morder le colocaron ese mismo tipo de media mascara que tenía Rin.

—Procuren no acercarse tanto, no olviden que es un demonio —mencionó la mujer de detrás de la computadora.

            Se llevaron al herido y otro científico ocupó su lugar. Acercó su mano a su camisa con lentitud y en cuanto vio que el chico movió su mano para agarrar la de él la alejó rápidamente.

—Está bien, no voy a tocarte —le mostró las dos manos— Sabemos que la cola es el punto débil de todo demonio así que necesito que respondas con la verdad ¿tienes cola? —Yukio asintió en afirmación.

            Se sentía humillado no quería admitir que tenía eso que más odiaba, al mismo tiempo lo estremecía la idea de que alguien fuera a agarrarla para someterlo, ahora entendía cuando su hermano la mantenía oculta todo el tiempo y lo que le costó sentirse seguro para dejarla a su vista.

            Estuvo retenido en la camilla unos minutos más, le tomaron una muestra de sangre y lo desataron para devolverlo a su jaula. Se comportó todo el trayecto sin hacer nada para escapar o atacar, solo quería regresar a cuidar a Rin que dormía sobre el piso frio en posición fetal. Una vez que los exorcistas abandonaron la habitación se quitó esa cosa de su cara y la tiró lejos, cubrió parte del cuerpo de su hermano con la chaqueta de su uniforme que estaba dejada en una esquina, suspiró relajándose un poco, en cuanto despertara su gemelo hablaría con él para que obedeciera ya no quería que lo durmieran como lo venían haciendo.


            Shiro daba vueltas por su celda como un animal enjaulado, habían pasado tres días desde que estaba preso y no sabía absolutamente nada de su hijo y eso lo tenía preocupado. Luego de su declaración y la de Shura, ella fue liberada porque no tenía conocimientos acerca del linaje del chico criado por el exorcista. Esperaba que alguien de alto rango vaya a verlo para poder preguntar por Yukio ¿Qué tan mal la estaría pasando? Nunca fue tratado como un monstruo y que de la nada pasara a ser uno era aterrador, al menos mantenía la esperanza de que estuviera encerrado en el mismo lugar con su hermano para brindarse apoyo mutuamente. Volvió a sentarse dejando su plato vacío a un costado para que se lo llevaran ¿le darían de comer a su hijo? Si seguía pensando se volvería loco. Unos pasos interrumpieron sus pensamientos, pensando que era quién iba a retirar las cosas no le prestó atención.

—Buenas noches Fujimoto-san ¿Qué tal el encierro? —la voz del paladín hizo que levantara la mirada.

—¿Cómo está mi hijo?¿Qué hicieron con él? —preguntó poniéndose de pie, después de días al fin veía a alguien.

—Por ahora está bien, podría estar mejor si alguien lo hubiera educado de cachorro —respondió con diversión y reproche— ¿Sabes a cuantos hombres ha mordido en estos tres días? —El hombre lo miró sorprendido— Ya lleva seis heridos en su lista, a dos de ellos casi les amputó la mano.

—Qué pena —intentaba con todas sus fuerzas no reírse, eran unos idiotas si se acercaban a él sin tomar precauciones aun sabiendo que mordía.

—Yo que tu no me reiría porque si no lo pueden domar van a exorcizarlo por ser mortalmente peligroso —la muestra de gracia del apresado se borró de su rostro—, y si te preguntas por el otro demonio, él esta domado y sumiso a todo, pero aun así está condenado más que tu monstruo.

            Matarían a Rin sin darle una oportunidad, esto era malo, Yukio no iba a permitirlo y moriría defendiéndolo. Tenía que encontrar la forma de hablar con él para que obedeciera y luego hacerlos escapar.

—Cuando terminen con todos los estudios que les están haciendo comenzaran con los entrenamientos —el rubio se paró firme—, si Light logra domarlo y someterlo como su familiar la orden tiene pensado usarlo como un arma y su vida se extenderá un poco más. Así que reza porque lo logre.

—Es un niño humano no podrá domarlo —Shiro se acercó a la puerta, odiaba cuando lo calificaban por algo que no fuera humano.

—No es humano, tú mismo lo has visto explotar en llamas —se alejó cuando el brazo del exorcista intentó agarrarlo de su traje blanco—. Dentro de unas semanas volveré para decirte que será de la vida de tu demonio, hasta mientras disfruta de tus vacaciones.


            Los gemelos se encontraban sentados uno delante del otro, aunque en realidad Yukio abrazaba a Rin por la espalda mientras lo protegía con su cuerpo, estaban absolutamente solos hacía un par de horas y eso los dejaba un poco menos en alerta, pero continuarían de esa forma hasta que alguien entrara y los separara cosa que pasaba varias veces al día: cuando se los llevaban para hacer estudios y otras para llevarlos al baño, todo dependía de cómo se comportaron ese día. El joven de lentes comprendía que debía de obedecer, pero algo dentro de él todo el tiempo le decía que no lo hiciera, lo que llevaba a las constantes mordidas a los exorcistas que se acercaban. En esa habitación no se sabía cuándo pasaban los días, así que ya estaba perdido en el tiempo, podía haber transcurrido un día como cinco y no sabría diferenciar. La comida era palabra santa en esa jaula, no recuerda cuando fue la última vez que comió, pero sí que estuvo un tiempo sin morder a nadie.

 —Oye, Yukio ¿Qué tal si cuando salgamos de aquí te preparo sashimi? —habló en voz baja Rin ya que no valía la pena elevar el tono.

—Tengo tanta hambre que hasta me comería el brazo del primer idiota que venga sin comida —rio divertido—. Cualquier cosa que prepares estará bien.

—Si usamos nuestras llamas podemos cocinarlos, no sabe tan rico, pero te quita el hambre por un tiempo —lo había hecho durante sus entrenamientos en Gehenna, pero otros demonios sabían horribles.

—Me siento muy cansado —apoyó su cabeza en el hombro de su hermano—. Voy a dormir unos minutos.

—Descansa hermanito, todo estará bien.

            Rin se quedó mirando al frente soportando el peso de Yukio que por la respiración relajada se había quedado dormido. El demonio calculaba que llevaban más o menos dos días completos sin comer, él podía soportarlo unos días más, pero su gemelo comenzaba a decaer lentamente. Hacía pocos días que había despertado sus poderes y seguramente necesitaba acostumbrarse a lo nuevo como: los sonidos, los olores, su propio metabolismo que consumía más energía y por sobre todo intentar tolerar su lado demoniaco que constantemente le pedía que se rebele, él entendía todo eso porque ya lo había pasado hacía mucho tiempo. Ahora que se detenía a pensarlo era raro que su padre no haya mandado a nadie del Baal a buscarlo por haber desobedecido la regla principal de su acuerdo, no mostrar sus llamas ¿Será que dejaría que solucione el problema por si solo? Lo dudaba, Satán seguía siendo un tanto sobreprotector con él y más que nada porque era el único hijo que le quedaba de Yuri, estando en Gehenna lo hubiera dejado como cuando lo mandaba a los entrenamientos o las veces que lo hacía con él, pero algo totalmente diferente era dejarlo en Assiah en  manos de humanos que podían lastimarlo.

            Pasaron las horas y Yukio seguía sin despertar lo que preocupaba a su familiar, si no lo alimentaban pronto iba a terminar muriendo. El ruido de una alarma lo sacó de sus pensamientos, los gritos continuaron a la sirena.

—¿Qué sucede? —preguntó el menor de los hermanos poniéndose de pie de golpe.

—No lo sé —admitió—, pero ponte en alerta por si logramos escapar. —Olió el aire reconociendo el olor— Es Amaimon, ha venido a buscarnos.

            Sabía que su padre no lo iba a abandonar, comenzó a tirar de la cadena para romperla, no importaba si se lastimaba total se regeneraba rápido. Invocó sus llamas para quemar la cadena, pero no funcionó, luego de forcejear por unos largos segundos y perder un poco de sangre había logrado liberarse. Miró a su gemelo, para encontrarlo de parado en el mismo lugar estaba asustado y agotado.

—Rompe la cadena así nos vamos —Rin se acercó para ayudarlo—, iremos a casa después de todo.

—No creo poder lograrlo como tú —se detuvo al primer signo de dolor en su muñeca—, tengo miedo de no regenerarme.

—¿Quieres quedarte aquí para que te sigan lastimando? —Negó con la cabeza— Entonces, una herida es lo menos. Rompe la cadena o tu mano.

            Comenzó una especie de temblor que agrieto el suelo, varios demonios entraron a la habitación, Rin logró conocer a uno entre todos esos, el goblin familiar de su hermano.

—Behemoth —lo llamó y el duende se detuvo— rompe la puerta así podemos salir —ordenó mientras intentaba liberar a Yukio.

—Perdón la tardanza hermanito —el rey de la tierra entró en la sala levantando un muro para impedir que los pocos exorcistas que quedaban pudieran interrumpir—, pero fue un poco difícil poder hallarte, este lugar está un poco escondido y no podía olerte.

—Estas perdonado si nos ayudas a salir —no sabía que tenía esa cadena, pero estaba imposible de romperla.

—Solo he venido por ti, no para salvar al exorcista que te tiene de mascota —rompió la puerta para agarrar a Rin del brazo y arrastrarlo para salir de la jaula, metros más adelante formó una puerta a Gehenna—. Padre te preparó un castigo y olvídate de salir del castillo al menos por cien años, me dio la orden estricta que te lleve sin importar que. —Se rasco la cabeza pensando— Esos exorcistas eran basura ¿por qué no escapaste apenas te atraparon?

—Suéltame, debo proteger a Yukio —tiró sin lograr soltarse—. Él es mi hermano gemelo.

—Ya te hemos dicho que a tu hermano y madre la asesinaron los exorcistas —apretó más el agarre, ese niño era bastante malcriado por su padre—. Vámonos de una vez.

—Vete Rin, es una orden —el joven de lentes lo miró con firmeza—. Sigo siendo tu domador así que ordeno que te vayas.

—Tiene los ojos de padre —Amaimon estaba sorprendido, eso significaba que alguien le había mentido y el otro hijo de la humana nunca murió. El ruido del otro lado del muro los hizo mirar, ya casi lo derribaban—. Debemos irnos Rin.

—Ayúdame a liberar a Yukio y nos marchamos —pidió sin poder soltarse, el bloqueo de la puerta cayó, Rin se apresuró a sujetar la mano de Yukio—. Arráncate la mano cuatro ojos.

—Amaimon, vete — exigió el joven de lentes soltando la mano de su gemelo, Lewin y Ángel entraron en su campo de visión—. Nii-san no olvides que te amo —declaró, sacando de bolsillo el sello con el que lo había invocado, en ese momento recordó que él guardaba el verdadero sello de invocación.

—¡Detente! —gritó el exorcista con rango de caballero, invocando a sus familiares.  

            Rin no logró decir nada cuando Yukio mordió el papel rompiéndolo por la mitad y este desapareció en ese instante. El rey de la tierra retrocedió para perderse dentro de la puerta de Gehenna que se desvaneció a su espalda. El semidemonio suspiró, al menos su hermano ahora estaría a salvo y no regresaría porque la llave estaba en la mansión de Mephisto exactamente sobre el escritorio en el que dejó la komaken apoyada. Pagaría las consecuencias de ser el hijo de Satán él solo. 

           

 

  

 

 

 

Notes:

Que sentido tiene que Yukio tenga cola cuando es casi humano fisicamente?
No hay ningun sentido, solo quería hacerlo sufrir y que viva en la desconfianza constante y al tener un error lo torturen como él lo hizo con Rin en varias oportunidades... solo es un sorbo de su propia medicina...
A pesar de que Yuki es mi personaje favorito me encanta que sufra por todo lo que hizo en el manga Jaja

Chapter 14: Parte 2

Notes:

Buenas, buenas.
Resulta que se actualizo la página y se perdió lo que escribí 🤦🏻‍♀️... En fin, queda otro capítulo más y termina esta basofia...

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

 

   El ambiente volvió a estar silencioso, los demonios se habían marchado, pero el desorden seguía reinando. Yukio volvió a sentarse de nada serviría si se oponía. Ahora solo le quedaba esperar para saber que harían con él, aunque por dentro ya lo sabía. El hombre de cabello oscuro entró a la jaula, todavía tenía parte de su cuerpo vendado y las cicatrices de las quemaduras no se borrarían, así que ese era su recuerdo de que no se podía confiar en el chico frente a él. 

—Me engañaste —dijo con odio para patear al chico que no se opuso al golpe en su cara— me hiciste creer que el sello que tengo en mi poder era el de tu familiar y mira como me dejaste —le levantó la cabeza para que mirara las marcas del cuello. 

    El joven de lentes se mantuvo en silencio, esos últimos días aprendió algunas cosas que le enseñó Rin como a no responder a los humanos, ellos no necesitaban que un demonio se comunique con palabras solo que acataran las órdenes y eso el mismo Yukio lo sabía, pues una vez se lo había dicho a su hermano. El agarre en su mandíbula lo hizo levantar la mirada, la mano del caballero estaba cerca así que morderlo era la mejor forma de responder, un gruñido broto desde el fondo de su garganta.

—Atrévete a morderme y será lo último que hagas con esos dientes —un exorcista se acercó para darle una media mascara a Lewin, para Yukio era un bozal—. Ahora te quedarás quieto como un buen chico. 

—Ya han preparado otra habitación para transferirlo —comentó Ángel desde la puerta— al menos hasta que este sea reparado otra vez. 

—Igual no creo que vaya a usarlo mucho tiempo —le colocó esa especie de media mascara y lo ajustó bien para que no se cayera, total sabía que no se lo quitaría. Sacó una llave de su bolsillo y quitó la cadena de su mano—. Ahora, levántate y camina si no quieres que te arrastre de los pelos.

    No se movió de su lugar, no porque no quisiera sino porque se sentía débil, tenía hambre sin contar que el golpe en su cara comenzaba a cortarle la visión de un ojo, por lo menos sus lentes seguían intactos. El exorcista espero unos minutos y al no obtener respuesta cumplió con su palabra, lo sujetó del pelo y comenzó a tirar para arrastrarlo. Yukio por su parte solo sostuvo la mano del hombre con las suyas para aplacar un poco el dolor. A medida que los segundos pasaban comenzó a sentirse cada vez más molesto, sentía un calor en su pecho que se apoderaba lentamente de todo su cuerpo, quería resistirse para no lastimar a nadie. En cuanto Light lo soltó dentro de la nueva jaula, todo explotó en llamas azules, el chico se miró las manos con estas llamas y todo su cuerpo, estaba aterrado así que retrocedió hasta chocar con su espalda las rejas, se abrazó las piernas intentando con todas sus fuerzas tranquilizarse, pero su poder no cedía. 

—Apaguen el fuego con agua bendita, es la única forma —habló el paladín alejándose unos pasos del lugar—. Lewin lo mejor es dejarlo solo por hoy, está asustado y no queremos perder más hombres como la vez anterior.  

—Está bien —caminó hacia la puerta—. No lo alimenten hasta mañana que yo regrese y hablemos. 

    El fuego fue apagado con agua bendita y la fuente que lo producía también, lo contrario a Rin que se quemaba con el agua para Yukio fue como si lo rociaran con agua normal, lo que significaba que de algún modo seguía siendo humano. Se quedó sentado en el mismo lugar y de la misma forma incluso mucho tiempo después de que lo dejaron solo, el calor en su pecho seguía estando, pero con cada minuto iba disminuyendo. Estaba agotado física y psicológicamente, además, de que seguiría sin comer al menos un par de horas más. Tiempo más tarde se recostó en el suelo, había pasado tan poco y ya extrañaba a su hermano, solo esperaba que no se le ocurriera aparecer de alguna manera extraña. 


    El ruido de la puerta abriéndose despertó al joven de lentes que se incorporó con rapidez a la defensiva. Lightning entró con normalidad, en una mano cargaba un plato con comida y en la otra una botella de agua. Él estaba seguro que el chico no lo atacaría, llevaba demasiado tiempo domando demonios que el hibrido de uno sería lo mismo, incluso este que fue criado como un humando toda su vida, sabría cuando obedecer y cuando no. 

—Buenos días Okumura —saludó con el apellido, un paso para hacerlo entrar en confianza era llamándolo por su nombre y no por “demonio” como venían haciendo el resto de los exorcistas—. ¿Qué tal pasaste la noche? —dejó el plato en el suelo y lo empujó hacía el joven— te traje algo de comer, supongo que estarás hambriento. 

    Yukio se sentó con precaución, estaba hambriento así que aceptaría cualquier cosa que le dieran, sujetó el plato y agarró los palillos para comer el arroz. Suspiró dejando nuevamente el plato en su lugar, había olvidado que tenía puesta esa cosa que le impedía que mordiera, por lo tanto no podría comer. Miró al hombre frente a él indicándole con la mano que le sacara el bozal, ya había intentado quitárselo por su cuenta, pero era un sistema complicado cuando no podía ver como estaba puesto. 

—Te lo sacare si prometes no morderme —se acercó con cautela observando los movimientos que hacía el chico, que no fue ninguno más que dejar las manos en el suelo—. Veo que nos vamos entendiendo de a poco —lo liberó y volvió a su antigua posición, miró al chico comer con calma aunque se daba cuenta que realmente se tragaría todo si se encontraba solo—. Veo que te curas rápido —señaló su cara en donde él lo había golpeado y ya no tenía nada—, he revisado tus estudios y es increíble que solo físicamente seas humano, luego todo tú es un demonio y no uno cualquiera —le tendió la botella con agua que casi de bebé todo de un tirón—, la orden quiere que te entrene para utilizarte como un arma contra Satán, creemos que puedes lograr derrotarlo. 

    El nefilim lo miró sin alterarse mientras continuaba comiendo, él no pelearía contra Satán porque estaba seguro que no lo vencería y segundo porque no quería. Tampoco iba a entrenar o a obedecer órdenes, él no era un monstruo al que pudieran domesticar, incluso era más humano que más de un exorcista. 

—Sé que vas a comportarte, así que no te atare ni nada por el estilo —habló luego de que el joven terminó de comer—, ven, vamos. 

    No le quedaba de otra así que se levantó y salió de la jaula caminando delante de él, todo el tiempo con desconfianza de que vaya a agarrarlo de la ropa para sujetar su cola. Entró en una gran habitación, cerraron la puerta a su espalda ¿Qué clase de entrenamiento le darían? No tenía armas ni nada con lo cual defenderse. A los minutos vio a Lewin junto con un grupo de exorcistas en la parte superior de la sala. Yukio se quedó parado en el mismo lugar, comenzó a sentir un olor a sangre que lo ponía nervioso como si algo dentro de él lo pusiera en alerta, murmullos ocuparon sus oídos, eran como muchas voces que hablaban todas al mismo tiempo y no lograba entender que decían. Una manada de diferentes especie de demonios aparecieron, todos iban a atacarlo a él. Corrió y se cubrió la cabeza. 

—Defiéndete si no quieres morir —escuchó la voz de Light con claridad entre todo el ruido—, tienes tus llamas para atacar y piensa que esos demonios son los exorcistas a los que mordiste.

    Era fácil decirlo cuando solo eres espectador. No quería morir de esa forma. Sentía las garras cortar en cualquier parte de su piel, su camisa estaba destruida, veía gotas de sangre en el suelo, un dolor le recorrió toda la columna que terminó en su cabeza, un gruñido resonó desde el fondo de su garganta de forma amenazante, algunos demonios se detuvieron y otros no. Vio más sangre en el suelo que brotaba de su cola, el dolor fue una mordida en esa extremidad adquirida hace poco tiempo, descargas de dolor continuaron recorriéndolo poco a poco iba perdiendo la conciencia hasta que ya no recordó nada. 

—Que los arias maten a todos esos demonios —habló el caballero acomodando su sombrero— yo iré por el mío, le hace falta mucho entrenamiento.


    Las cosas para Rin en Gehenna de cierto modo fueron similares. Se encontraba encerrado en una de las celdas de castigo de la que conocía cada una de las manchas que tenía y los olores. Llevaba una semana en su “nuevo castigo” como le había dicho su padre, estar parado y encadenado con los brazos hacía el techo era algo de lo que había olvidado puesto que sus otros castigos eran menos dolorosos que ese. Recordaba cómo había llegado a esa situación y no se arrepentía de nada y tampoco lo haría en un futuro distante.   

En cuanto su hermano rompió el sello y apareció en la mansión fue “castigado” sin salir de su habitación. No había tenido la oportunidad de ver a su padre y tampoco podía salir de su cuarto porque estaba con llave. Conocía como eran sus castigos y su padre estaba siendo moderado, pues su habitación tenía todo lo necesario para pasarla bien el resto de la semana. Caminaba por todo el cuarto mientras sus llamas se mantenían en un nivel constante sin quemar nada, estaba frustrado porque su gemelo lo hizo regresar a su hogar, él no quería estar ahí, él debía de estar metido en esa jaula protegiendo a su hermanito de cualquiera que se atreviera a tocarlo. Gruñó de frustración mientras pisaba con más fuerza. El ruido de su puerta abriéndose lo hizo detenerse. 

—Sabía que no ibas a durar mucho tiempo sin utilizar las llamas —habló Satán entrando a la habitación y cerrando la puerta a su espalda—. Dime ¿valió la pena hacerlo?

—Padre —se inclinó levemente, no era de mostrarle sus respetos como el resto de los demonios—. Siempre valdrá la pena del porqué lo hice —lo miró a los ojos con determinación.

—Tu lado humano volvió a salir y ¿te encariñaste con un simple mortal? —no importaba cuanto entrenamiento le dé, siempre tendría ese sentimiento que le impedía desarrollarse por completo de lo que fue criado.

—No es un simple mortal —respiró llenándose de valor para lo que diría—, él es mi domador y hemos formado un fuerte vínculo de…

—¿…amantes? —Interrumpió a su hijo, sabía que algo así pasaría, él mismo se había enamorado de una humana— ¿te enamoraste de un hombre? —Rin comenzó a toser e incluso lo había visto ponerse de un color raro ¿Qué dijo de malo? 

—¡NO! Qué asco —dijo apenas pudo recomponerse de las ideas raras que su padre tenía en la cabeza—. Yukio no podrá ser nunca mi amante porque él —tomó aire y lo soltó despacio— es el otro hijo de mamá, mi gemelo no está muerto. 

—No comiences con eso de nuevo, Rin, hemos hablado sobre ese tema más veces de lo normal —se llevó la mano a la cara, ese niño era caprichoso cuando se le metía una idea y justo esa ya la arrastraba desde que tenía cinco años—. Entiende que tu hermano está muerto, si no hubiera sido asesinado por esos exorcistas, ¡él estaría aquí con nosotros! —mostró sus llamas azules con gran facilidad pues su hijo más pequeño siempre lo lograba. 

—Él nació siendo humano y fue criado como uno, hace poco despertó sus poderes —se acercó a su padre mostrando sus llamas como signo de que no se rendiría frente a él—. Sus llamas azules lo condenaron en Assiah y ahora lo tienen en un laboratorio seguramente torturándolo.

—¡Ya cállate! —Le metió un puñetazo en la cara haciéndolo caer— Ningún chiquillo insolente vendrá a mostrarme su rebeldía, eso me pasa por siempre consentirte en todo —lo agarró de la nuca poniéndolo de pie—. Di que quieres rescatar al sucio exorcista que te tuvo de mascota todo este tiempo —le escupió en la cara con odio—. Por mi puede pudrirse siendo torturado. 

—Claro que quiero rescatarlo —respondió de la misma forma—, él me ha demostrado más cariño que tú en quince años.

    El silencio se apoderó del lugar, el nefilim se esperaba una gran golpiza por parte de su padre, puesto que esta vez se había pasado con las palabras. Solo un puñetazo por el momento era record de las veces que le había pegado. Sabía que en el fondo lo quería porque si no, no lo hubiera mandado a buscar en Assiah cuando rompió la regla de no mostrar sus poderes y por la forma en la que era sobreprotector con él no lo fue con ninguno de sus hermanos. Lo escuchó suspirar y cerró los ojos esperando el dolor, lo único que sintió fue como su cabeza impactaba con fuerza contra el piso, luego todo se volvió borroso. Lo siguiente que sintió fue que lo levantaba del suelo y el calor de su cuerpo contra el suyo, apoyó su cabeza contra su hombro y se abrazó a su espalda cuando comenzó a caminar, si tenía pensado soltarlo en algún lado caerían los dos porque no lo soltaría con nada aun en las condiciones en las que estaba. 

—Algún día aprenderás que todo lo que hago es por tu bien —le acarició el cabello—. Eres el único recuerdo que me queda de tu madre. —Lo encadenó en la celda y abandonó el lugar hasta el día siguiente. 

     Rin observó un pequeño demonio caminar por los pasillos, lo miró fijamente hasta que estalló en llamas, el monstruo corrió desesperado y cayó quemado metros adelante. El chico rio divertido, no tenía mucho que hacer estando en el mismo lugar, se suponía que debía estar pensando en arrepentirse por insistir en que su gemelo estaba vivo, cosa que era cierta y no se retractaría de querer rescatarlo. Se puso en alerta en cuanto sintió el olor de su padre acercándose, se paró firme para demostrar que no estaba cansado de estar ahí. Los primeros días en su padre se presentó con la comida para él, se negó a comer e incluso la había escupido al suelo, cuando el hambre comenzó a hacer estragos y la amenaza de Satán con que lo obligaría a comer, se terminaba todo lo que este le ofrecía sin sentir vergüenza que este le diera de comer en la boca como cuando era pequeño. 

    Un sentimiento extraño en el medio del pecho lo hizo perder fuerzas, si no estuviera atado habría caído al suelo con violencia. Era un dolor que lo sofocaba, le dirían que estaba loco, pero el vínculo que formó con su gemelo lo hacía sentir todo lo que el otro sentía y desde que estaba en Gehenna lo único que le transmitía su otra mitad era miedo, estaba aterrado de todo lo que estaba pasando y también era el miedo a morir, esta vez fue un sentimiento de vacío, como si ya todo estaba hecho y la paz llegaría dentro de poco. 

—Yukio —dijo en voz baja dejando caer las lágrimas que se acumularon en sus ojos— por favor, no te des por vencido —su gemelo se había decidido en dejarse morir. 

Comenzó a llorar como la vez en que lloró abrazado a Yukio, no le importaba si su padre lo veía así. Su hermano era lo más importante y si se dejaba morir, él también lo haría. 


    Un nuevo día empezó para el semidemonio encarcelado en Assiah, según la información que llevaba recabada ya hacía un poco más de dos semanas que estaba ahí, cada día que transcurría odiaba despertar ya no quería seguir haciendo lo mismo. Se levantaba todas las mañanas cuando Lewin le llevaba la comida, luego entrenaba matando demonios un par de horas para después seguir siendo adiestrado y era la que más detestaba; prestarle atención a su supuesto domador. Posteriormente del primer entrenamiento estuvo privado de la vista bastante tiempo, por las palabras dichas por el exorcista era para que aprendiera a agudizar más la audición y solo debía escucharlo a él, lo tenían atado picándolo con vaya uno a saber qué, Lightning indicada de qué lado sería el ataque para que lo esquivara y Yukio solo quería matarlo, con esa idea podía invocar sus llamas cuando debía matar demonios. 

El ruido de la llave en la puerta de la jaula despertó al chico que se sentó somnoliento, últimamente le costaba más poder despertarse al igual que iba perdiendo el apetito y su cuerpo se lo estaba haciendo saber, desde la última vez que estuvo libre hasta ahora había adelgazado al menos unos diez kilos. Extrañaba respirar el aire fresco y observar el cielo, si antes se quejaba de que quería ser un adolescente como cualquier otro ahora diría que le gustaría seguir estando lleno de papeleo y cosas por hacer. Se rascó la cabeza mientras bostezaba, aunque la media mascara se lo impedía un poco, se había acostumbrado a usarlo que las pocas veces que Lewin se lo quitaba le parecía extraño porque solo significaba dos cosas: era la hora de comer y beber agua o atacar a todo lo que se moviera. Observó sus manos que tomaron color entre marrón y rojo, necesitaba bañarse, ya ni siquiera reconocía su propio olor, ahora era una mezcla a olor a muerte y suciedad.

—Buenos días Okumura —saludó el hombre tranquilamente dejando un plato con abundante comida delante del chico, le quitó el barbijo anti mordida y se paró en un lugar donde pudiera verlo a la cara—. Hoy te traje pollo y arroz, espero que sea de tu agrado ya que ayer no tocaste bocado en todo el día. 

    Yukio lo miró y echó un vistazo a la comida, hoy tampoco tenía ganas de comer, su estómago estaba cerrado y solo necesitaba matar, odiaba admitirlo, pero era el único momento en que se sentía bien. 

—¿Recuerdas de lo que hablamos hace unos días acerca de nuestro trato? —Preguntó mientras empujaba el plato más cerca —come al menos un poco y te contaré que fue lo que pude hacer. 

    El joven agarró un poco de pollo y se lo llevó a la boca, masticó más de lo necesario porque no podía tragarlo y una vez que lo hizo tuvo que taparse la boca para no vomitarlo, tenía buen sabor, pero su cuerpo no quería recibirlo. Hizo lo mismo con un poco de arroz, se obligó a comer, total durante el entrenamiento terminaría por arrojar lo poco que había logrado tragar. Estaba comiendo porque necesitaba que Lewin le dijera que había logrado arreglar con el Grigori, su vida dependía de lo siguiente que le comentara. El trato fue que si lograba dejar libre de todo cargo a Shiro, él aceptaría ser su demonio familiar con todo lo que ello implicara, pasaría a tener un dueño. Estaba aterrado, pero al mismo tiempo sentía que era un trato justo por dejar en libertad a su padre.

—Ya has comido bastante, así que puedes dejar de hacerlo —el chico empujó el plato aliviado—. A partir de ahora eres mi familiar, por lo tanto deberás de obedecer todas mis órdenes ¿entendido? —Le dio una botella con agua y al tomarla vio como le temblaban las manos, al mismo tiempo que asintió con la cabeza —Debes estar contento que intercambiaste tu libertad por la del hombre que te crio ¿no? —nuevamente afirmó y pudo notar en sus ojos que estaba contento.

—Para que celebres que Fujimoto-san está libre, solo por hoy descansaras del entrenamiento, aprovecha para dormir que mañana comenzaremos con todo —antes de retirarse volvió a ponerle el bozal, después de tanto tiempo el chico seguía sin aprender a no morder y continuaba haciéndolo a todo aquel que se acercara desprevenido a él, a pesar de tener libres las manos—. Ten un buen día. 

    ¡Lo había logrado! Yukio se tiró de espalda, estaba contento porque todo esto terminaría pronto ¡Su padre estaba libre! Y era lo que más le importaba, Shura solo estuvo presa un par de horas según lo que le contó su —ahora— domador y Rin estaba en Gehenna, ya no tenía nada más en lo que preocuparse. Suspiró relajándose, había llegado el momento de dormir y ya no despertar, estaba agotado de luchar y de vivir, solo se mantenía en pie porque su padre estaba preso por su culpa. Esperaba que todos pudieran ser felices, además, ya no podía continuar sin su hermano, esas últimas semanas habían sido de las más difíciles sin Rin. Se acomodó en el suelo, cerró los ojos hasta quedarse dormido. Él había ganado.


    Shiro Fujimoto caminaba por los largos pasillos del laboratorio, desde la iglesia hasta allí había un extenso trayecto. Estaba ansioso, según un llamado del paladín lo necesitaban en los laboratorios para que chequeé el estado del demonio que crió, pero no le dio más información e internamente sabía que algo malo le había pasado a su hijo. Fue guiado por una mujer por un pasaje aún más alejado de la entrada, el lugar era bien iluminado y limpio, cruzaron una puerta —que tenía varios exorcistas haciendo guardia en la misma— para entrar en una habitación con jaulas, en la última de una de las esquinas era la única que estaba ocupada. La científica abrió la puerta para dejar pasar al hombre, algo irreconocible se encontraba sobre unas mantas, las condiciones en las que estaba eran horribles, suciedad, manchas de sangre en algunas partes del suelo y rejas, destapó al demonio para encontrarse con su hijo.

—¡Yukio! —Dijo en estado de shock, ese no era su niño— ¿Qué te han hecho? —se arrodilló para revisarlo, las lágrimas amenazaron con caer, estaba muy delgado, los pantalones desgastados al igual que la camisa y una media mascara tapando su boca— ¿hace cuánto que esta así?

—Mañana harán cuatro días —respondió la mujer mirando sus hojas—, Lewin-san primero creyó que solo era cansancio, pero a medida que pasaron los días no despertó y su salud ha disminuido considerablemente, por eso querían que usted lo revise, además, lo criaste, lo conoces bien. 

    Exactamente era la misma cantidad de días de cuando fue liberado, lo dejaron fuera de los cargos porque Yukio había aceptado convertirse en familiar y tenía negado el volver a verlo. Ahora lo veía casi muerto tendido sobre unas telas sucias. 

—No puedo dejarlo aquí, necesita ir a un hospital, esto es grave —lo acomodó en su pecho para levantarlo cuando la puerta fue cerrada por la mujer y varios guardias entraron al cuarto. 

—No puede llevárselo sin la orden de su dueño —declaró la mujer—, fue atendido por médicos de humanos y no pudieron hacer nada, lo inyectaron para relajarlo y también le aplicaron suplementos vitamínicos, pero su cuerpo rechazó todo tipo de tratamiento —revisó los informes— por eso su domador pidió su presencia para que haga algo al respecto. 

—Ustedes se habrán divertido analizándolo. Internamente ¿sigue siendo humano? —alumbró los ojos y no tuvo ningún tipo de reflejo, le quitó el bozal y sus labios resecos indicaban deshidratación, estaba más muerto que vivo, quería llevárselo de ahí, pero en esas condiciones probablemente moriría en cuestión de días sin un tratamiento. 

—Su metabolismo es mucho más rápido que el de un humano normal —respondió moviendo las hojas—. Físicamente a excepción de ojos, dientes y cola, es completamente humano e internamente es más demonio.  

    Eran todos unos idiotas, estuvieron tratándolo como si fuera un humano normal cuando en realidad debieron haberlo hecho como con cualquier demonio. Pidió suplementos vitamínicos que le daban a los demonios que comenzaban a criar y comida para los mismos. Parecía que Yukio hacía días que no comía nada, solo quería que se recuperara y luego buscaría la forma de hacerlo escapar. En ese momento se dio cuenta que su hijo estaba solo ¿Qué había pasado con su gemelo? Luego de que la mujer regresó y le aplicaron las vitaminas, lentamente comenzó a reaccionar aún se encontraba débil, pero al menos los reflejos respondieron de buena manera. Después de estar un par de horas haciéndole compañía tuvo que marcharse hasta el día siguiente. Cuando pregunto por Rin le dijeron que el otro demonio —Yukio— había roto el sello de invocación poco después de que fueron capturados. 

    Los siguientes días para el sacerdote fueron mucho mejor que el primero en que vio a su hijo, ahora había tomado color nuevamente y su recuperaba lentamente su forma física. Se presentó a los laboratorios con la noticia de que Yukio había despertado, le negaron el paso hasta que Lewin apareció, atraído por tanto alboroto.

—Buenos días Fujimoto-san —saludó alegremente—. Gracias por venir todos estos días, pero ya no lo necesitamos —agradeció acomodando su sombrero—, mi familiar ha despertado hoy y lo mejor sería que no lo viera. 

—Solo quiero despedirme de él, quiero ver que realmente está bien —pidió afligido. 

—Está bien, pero está un poco malhumorado —advirtió el hombre—, él no habla, pero se hace entender con la mirada y ya que alguien le quitó el bozal —miró al hombre frente a él acusándolo— mordió a la mujer que siguió su caso estos días. 

    Ambos entraron a la habitación y caminaron hasta la última jaula, el joven nefilim estaba sentado en un costado jugando con su comida. Shiro se acercó unos pasos hasta llamar la atención de su hijo, quien lo miró con enojo, esos ojos era tan extraños que le provocaba escalofríos. 

—Okumura, el señor Fujimoto-san quiere verte por última vez, deberías de agradecerle por salvarte la vida nuevamente —el exorcista se paró a un costado sospechando de lo que pasaría. 

—¿Por qué lo hiciste? —Preguntó el chico a través de la reja mientras se ponía de pie y se acercaba a su padre— Dime ¿Por qué no me dejaste morir?

—Eres mi hijo y siempre intentare salvarte —respondió firmemente manteniéndose en su lugar—, no podía dejarte morir si podía hacer algo para salvarte. 

—¿Te preguntaste qué fue lo que realmente quería yo? —lo sujetó de la ropa y lo acercó hasta le permitió la reja— Yo quería estar muerto —las lágrimas no lo dejaban ver con claridad—, ¿te piensas que es divertido seguir ordenes de un idiota que huele mal y me castiga constantemente? ¿Crees que me gusta ser este monstruo que lo único que hace es matar?

—Respétame niño, me he bañado más veces que tú en estas tres semanas —el aludido habló divertido.

    Shiro se quedó en silencio, realmente no había pensado en que quería su hijo, solo se esmeró en salvarlo no quería perder lo único que le quedaba de su amada y mucho menos pensó en el calvario que estaba pasando. Las lágrimas que se escaparon fueron señal de que estaba dolido por haberlo salvado. Se secó la cara con la manga de su camisa y el enojo volvió a invadirlo. El hombre levantó una de sus manos para pasarla a través de la reja y acariciarlo, antes de llegar al rostro de su hijo este se lo impidió apretándosela con su mano libre. Tenía más fuerza de lo normal. Lo contrario a lo que decia Lewin, el chico no hizo ni el mínimo intento de morderlo a pesar de poder hacerlo con tranquilidad.   

—Detente Okumura o te arrepentirás de lo que harás —comentó su domador—. Suéltalo, es una orden. 

    Gruñó con frustración y lo soltó, en cuanto se alejó unos pasos las llamas azules rodearon su cuerpo, pateó el plato de comida ensuciando a los dos hombres fuera de la jaula.

—Vete Shiro, no quiero volver a verte y gracias por ser un maldito egoísta —lo miró con odio—. La próxima déjame morir. 

—Lo mejor es que nos marchemos hasta que se le pase su berrinche, a veces las cosas se ponen calientes cuando usa sus llamas —Light guío al hombre hacia la salida mientras se sacudía un poco la ropa. 

Dejaron solo a Yukio y este se tiró al suelo con frustración, él quería morirse y cuando despertó esa mañana lo primero que hizo fue atacar a quien encontró cerca. Estaba furioso con quien sea que haya descubierto como revivirlo, la comida que le daban eran diferente a la que comía habitualmente, pero no sabía mal, al menos no lo que llegó a su boca antes de que su domador lo interrumpiera para salir a verificar que pasaba. Esperaba que alguien lo matara ahí afuera, grande fue su sorpresa cuando lo vio regresar con el hombre que lo había criado. 


El príncipe de Gehenna se removió en su cama buscando una mejor posición para seguir durmiendo. Llevaba más de una semana en la cama y no se levantaría a menos que alguien le llevara a su gemelo. Decir que lo extrañaba era quedarse cortó, necesitaba al menos sentir algo desde el otro lado del vínculo, pero últimamente solo sentía soledad. Luego de que su padre lo encontró llorando en la celda de castigo y negándose a comer lo dejó solo, pensando en que tarde o temprano se le pasaría el capricho, pero al siguiente día Rin durmió todo el tiempo. Al tercer día Satán lo llevó a la habitación dejándolo recostado en la cama, lo notaba tan triste que esta vez no lo obligó a nada, solo dejaría que superara el proceso solo. 

—¿Tienes pensando levantarte? —preguntó su padre desde la silla de al lado de la cama, le tocó la frente midiéndole la temperatura— ¿Cuánto tiempo durara tu capricho?

    El demonio le acarició el cabello, llevaba un par de días preocupado por el niño, nunca le había durado tanto uno de sus berrinches. Gran parte de esa semana lo vio llorando pidiendo por su supuesto gemelo, todavía no lograba entender qué clase de vínculo formó con el humano como para que se sintiera tan mal de no querer seguir viviendo. 

—No es un capricho padre —se cubrió con las mantas—, yo quiero a Yukio. 

—¿Tanto te gusta ser la mascota de un exorcista? —volvió a destaparlo. 

—No es eso, él me trata bien y me quiere —se limpió las lágrimas con la manga de su ropa—. También sé que si lo dejo morir, mamá estará muy triste. 

—Si salvamos a ese humano ¿cumplirás con mis requisitos para hacerlo? —sabía que se arrepentiría luego, pero no podía seguir viéndolo tirado en una cama—. ¿Incluso si te pido que ya no vuelvas a verlo?

—¿De verdad lo estás diciendo? —Se sentó en la cama y su cola se movió en alegría—. Yo solo quiero que él esté bien, así que si lo salvamos te prometo que no volveré a verlo y tampoco me escapare a Assiah. 

—Cumplirás con tu palabra —lo miró para segundos después tenerlo sobre él prendido de su cuello en un abrazo—. Primero idearemos un plan antes de atacar. 

—Gracias papá.

    Esta vez el rey demonio dejó que su hijo lo abrazará, no era una acción que alguien realizara, pero Rin era Rin y hacía lo que quería. Le devolvió el abrazo, esa actitud le recordaba mucho a Yuri, jamás le temían y al mismo tiempo le resultaba extraño que su hijo a veces fuera expresivo de esa forma tan humana y lo siguiera haciendo a pesar de que lo maltrataba. Por eso siempre terminaba por darle todos los gustos, porque no perdería a lo único que le recordaba a su amada. 


    Un mes y medio había pasado desde la última vez que Yukio fue libre. En tan solo un mes y medio, su vida dio un vuelco totalmente diferente a lo que él solía conocer, ahora debía de obedecer órdenes y estar encerrado la mayor parte del tiempo. Se había vuelto tan silencioso que ya no parecía un humano, sus ganas de seguir viviendo lo abandonó hacía un tiempo. 

Lewin Light estaba orgulloso del tremendo demonio que había domado, el chico a veces solía ser medio suicida, pero muy obediente. La primera vez que lo sacó para una misión real temió porque huyera, pero tras una amenaza, él se quedó siempre a su lado. En otras oportunidades se cruzó con Shura, quien no se contuvo en gritarle y golpear al hombre que tenía bajo su poder a su hermanito adoptivo. El joven de lentes no se inmutó cuando ella intentó llevárselo a la fuerza, aunque por dentro quería salir corriendo sin un destino determinado. El tamer nunca entendió que había sucedido, pero luego de una de las tantas misiones a las que asistieron, el nefilim ya no se alejaba de su lado más que cuando él se lo indicaba, en una de sus charlas o más bien monólogos se lo preguntó y solo recibió un gruñido de la otra parte. También lo había notado más reacio al contacto con otros exorcistas o humanos corrientes. 

    Yukio suspiró con cansancio mientras comía, estaba cansado de todo, removió su alimento con un tenedor, el aspecto siempre era malo, pero al menos esa comida no le causaba dolores de estómago ni vómitos. Según Lewin era alimento nutritivo que los criadores de demonios les daban a los “cachorros” que ellos criaban hasta que su sistema se acostumbrara a ingerir cualquier tipo de alimento. Muy a su pesar el joven descubrió esto luego de que comiera onigiris y se pasara el resto del día tirado en el suelo intentando no perder su estómago en el proceso. No tocaría comida humana por una larga temporada. Por otra parte, se sentía solo, ya no era considerado humano por nadie, todos los llamaban “demonio” y lo sintió más cuando tuvo un encuentro con sus ex alumnos en una de sus misiones. Lewin se había apartado unos metros considerables para conversar con el paladín —seguramente de algo relacionado a él— y los exwires se encontraban charlando en el otro extremo, el chico se debatió en si acercarse o no, por lo que terminó haciéndolo ya que necesitaba hablar con alguien. ¡Terrible error! Lo trataron de mentiroso y traidor sin dejar que se explicara, si tan solo supieran que él tampoco sabía qué era, lo entenderían. Esos chicos habían sido lo más cercano a “amigos” que llegó a tener en su vida y ahora le decían que preferían verlo muerto, que pagara por la vida de todas aquellas personas que perecieron en la noche azul ¡él no era culpable de los actos de su padre! Ese día una parte de él murió, ya no confiaría en los humanos, nadie lo necesitaba más que Lewin y ya no lo maltrataba como los primeros días, desde ese entonces ya no se alejó de su lado cuando estaba “libre”. 

    La puerta de su jaula se abrió dejando entrar al único hombre que dejaba tenerlo cerca, este le dio una muda limpia de ropa, Yukio terminó su almuerzo y se puso de pie para cambiarse, nunca preguntaba qué harían con él, a estas alturas ya no le importaba. 

—Ya sé que no me vas a hablar, pero hoy es un día definitorio —comentó su domador mientras le colocaba la media mascara después de tanto tiempo sin usarlo—. Estarás rodeado de mucha gente así que necesito tomar los recaudos necesarios —miró al chico mientras le indicaba que saliera de la jaula—. El Grigori quiere verte, hoy será tu juicio, el de Fujimoto-san y el de Pheles-san. Así que compórtate como un buen demonio domado si quieres que tu padre siga viviendo. 

    Yukio caminó siguiendo a Lightning, sabía que este día pronto llegaría y esperaba que Shiro no tuviera ninguna consecuencia por haber criado al hijo de Satán, por otra parte no se preocupaba por Mephisto porque él siempre salía limpio, como cuando quedó libre a los poco días luego de su despertar —el de Yukio— por falta de pruebas.  

—Si todo sale como lo planeado y no te ven como una amenaza —el exorcista interrumpió sus pensamientos mientras colocaba una llave en la cerradura más cercana, pasando al pasillo de la sede del vaticano donde funcionaba la orden de la Cruz Verdadera—, haremos el trato de demonio-domador con tu sangre y serás “libre”. Dejaras de estar encerrado, podrás irte a donde quieras y cuando te necesite solo te invocaré. 

    El adolescente recorrió los largos pasillos en el donde resonaban los pasos acompasados de ambos. De golpe se sintió ansioso como si algo sorprendente sucedería, lo sentía bien en su pecho y las llamas se sentían con mayor intensidad queriendo descontrolarse ante un llamado silencioso. Se controló todo lo que pudo hasta que entraron al gran salón en donde sería el juicio, se le escapó un gruñido cuando vio todos los palcos con exorcistas, seguramente esperando a que dijeran que su sentencia era la muerte. 

—Tranquilízate o van a querer sedarte y no será nada bueno para tu resolución —habló en voz baja el tamer. 

    Se detuvieron en el centro del salón, en uno de los estrados se encontraba parado Shiro Fujimoto quien lo miró con tristeza, en el otro extremo se encontraba Mephisto con su infaltable sonrisa arrogante y en el centro, pero más arriba tres personas cubiertas por unas prendas raras a las que solo se le veían una parte de sus rostros, debían de ser el Grigori.  

—Buenos días a todos —habló uno de los tres consejeros que por la voz era una mujer—. Estamos aquí porque hace un mes y medio en uno de los exámenes para obtener uno de los meisters, uno de los alumnos despertó sus poderes demostrando ante todos que es el hijo de Satán. —Murmullos se escucharon en todo el lugar— Por lo tanto están aquí presentes todos los implicados en el hecho de mantenerlo oculto durante tantos años. 

    Las acusaciones y declaraciones de los cómplices en el caso se escucharon por el largo de una hora, el semidemonio se perdió gran parte de las declaraciones, estaba agotado de luchar contra sus llamas, pero lo seguía resistiendo por su padre adoptivo que estaba presente. La molestia en su pecho continuaba con la misma intensidad, algo pasaría que lo alegraba y aterraba al mismo tiempo. Escuchó a Lewin hablar a su lado comentando los avances de cómo lo sometió y las respuestas a sus órdenes. En un momento el silencio reinó sacando de su transe al chico, estaban debatiendo de lo que sucedería con él y con aquellos exorcistas que ocultaron al pequeño engendro. 

—Shiro Fujimoto —llamó el grigori con la capucha verde—, ante el error que cometió al adoptar al hijo de Satán debería de ser castigado con pena de muerte —Yukio deseo matar a ese hombre, nadie le tocaría un pelo a su padre—, pero en el hecho que lo haya entrenado como un arma para la orden, siempre buscando el bien para la misma y el pequeño engendro ha logrado mucho como exorcista —hizo una pausa—. Solo será exiliado de la orden y del vaticano. A partir de este momento ya no es más exorcistas y sacerdote, no podrá tener ningún elemento para exorcizar en su poder y tampoco estará en contacto con nadie involucrado con el exorcismo. Está totalmente fuera de esto.

    El chico de lentes suspiró aliviado, sabía que su padre no conocía nada más que su trabajo como exorcista, pero estaba seguro que podría desarrollarse bien como un ser humano normal. Quizás se fuera del país para olvidar todo y comenzar de cero en un nuevo lugar.

—Mephisto Pheles —esta vez habló el Grigori de azul— ha estado en la orden por más de doscientos años y siempre fiel a la misma, como todo demonio jamás se pudo tener confianza en ti y con el hecho de ocultar al hijo de Satán entre nosotros sin haberlo reportado, queda desestimado de su cargo.

—¿Están seguros de eso? —Preguntó el rey del tiempo— si quedó desafectado como Fujimoto ¿Quién protegerá a la academia? Si yo me voy, las barreras se romperán y ya nadie podrá mantener a raya a los demonios que no quieren hacer amistad con los humanos —habló con firmeza, a él nadie le quitaría lo que había logrado—. ¿Están dispuestos a perder la mayor institución encargada del entrenamiento de reclutas para ser exorcistas?  

    Un leve murmullo se apodero de la sala, estaban reconsiderando el veredicto impuesto, era un riesgo que no habían pensado. La rama japonesa era la que más exorcistas tenía en entrenamiento cada año y perder fuerzas junto con una invasión de demonios no era muy atractivo. 

—Ante la situación que planteas —fue el turno de la mujer tomar la palabra— hemos decidido que continúes siendo el director de la academia, pero ante el mas mínimo error que cometas serás exorcizado como cualquier otro demonio. 

    El pecho de Yukio comenzó a molestar, el latir desenfrenado de su corazón lo asustó, cayó de rodillas ante el dolor que lo envolvió. Sin siquiera proponérselo llamas azules cubrieron su cuerpo, su cola escapó de su escondite agitándose y golpeando con violencia el suelo. ¿Qué estaba pasando? Estaba reaccionando como una respuesta a algo que le decía que despertara. Un gruñido se quedó en su boca, intento arrancarse el cubre bocas, pero el temblor de sus manos se lo impidió.

—Lewin-san detenga a su demonio o nos veremos en la obligación de matarlo —respondió el mayor de los consejeros. 

—¡Estén todos listos! —gritó el paladín sacando su espada demoniaca. 

—¿Qué está sucediendo? —La voz del caballero se entrecortó, una fuerte presión se sentía en la habitación— Okumura intenta ponerte de pie o te mataran.

    Intentó responder, pero no pudo, sus instintos seguían a un algo superior que lo estaba llamando. Llevó una de sus manos a su otra muñeca y se arañó con violencia dejando derramar su sangre en el suelo, las mismas hicieron un camino hacía un lado atraídas por un centro de gravedad. Las llamas azules se apoderaron de la sangre que formaron en el suelo una puerta, una cantidad considerable de diferentes demonios brotaron en distintas direcciones. El calor en la habitación era insoportable, el fuego azul se apodero de las paredes impidiendo que nadie pudiera salir del mismo. El semidemonio perdió la noción del tiempo, estaba como en un limbo del cual no podía escapar, ese algo que sentía en su pecho le decía que se quedara en su lugar que todo estaría bien. 

—Vamos gato asustado, debemos escapar —escuchó entre todo el ruido que invadía la habitación— el príncipe de Gehenna está montando todo un espectáculo para que nos perdamos. 

    Alguien agarró del brazo a Shura alejándola de Yukio, la mujer miró antes de atacar encontrándose con Rin y a su lado Shiro. Los arrastró hasta la puerta más cercana, en donde metió su llave kamikakushi —que días antes Belial se la había llevado junto con la Kurikara— y abrió la puerta dejando ver el monasterio del otro lado. 

—Necesito que vayan al lugar donde quería ir a vivir Yukio —los empujó— prometo que pronto lo llevaré con ustedes y todo saldrá bien —cerró la puerta sacando la llave y guardándola en su bolsillo. 

    Salvando a quien quería ya no valía la pena contenerse. Las llamas comenzaron a hacer estragos y saltó a atacar a las tres personas vestidas raras que varios exorcistas intentaban proteger con creces. Esto sería divertido. 

    Yukio intentó ponerse de pie, su “domador” no estaba a su lado, con todo el caos no tenía ni idea de donde estaba. De golpe su cuerpo se sintió liberado, la presión en su pecho ya no estaba y lograba ver con claridad. Todo estaba de color azul, su hermano había ido a rescatarlo, se puso de pie y busco a Lewin para saldar sus deudas. Lo encontró a la par de Ángel con quien intentaba cerrar la puerta de Gehenna, corrió hacía allí cuando una presencia lo hizo detenerse, de la puerta las llamas comenzaron a arrasar con todo a su paso, un hombre salió con elegancia de la misma y lo miró con asombro. Ese hombre tenía un parecido con Rin, si no se equivocaba Satán estaba en Assiah. 

—Yuri —dijo rey demonio deteniéndose a la par del chico al mismo tiempo que le tocaba la cara para arrancarle esa cosa que le impedía ver la totalidad de su rostro. En ese momento el poder de Yukio respondió, las llamas se hicieron más grandes uniéndose con las de su creador—. Siempre creí que estabas muerto hijo. 

  

 

Notes:

Si se preguntan, Yukio se bañaba 😂😂 Lewin se compadeció y lo dejaba bañarse, no puede andar en misiones con el chico todo sucio 🤣🤣. Al igual que Yukio estaba en su celda solo de noche, porque Lewin no confiaba en que el chamaco se le escapara a la chingada 😂😂😂😂

Papi Satán no es malo, solo sobreprotector, pero Rin se busca sus castigos...

Chapter 15: Capitulo 13 parte 3

Notes:

Buenas!!! Heme aquí con el desenlace de este fic, tendría que haber subido el capitulo hace tiempo, pero la vida me lo impide, las cosas se complican... La vida esta difícil, pero supongo que en algún momento las cosas mejoran no? Así que pensé que debía de terminar de subir esto por las dudas xD

Gracias por leer!!!
En algún momento escribiré otro fic y lo subiré...

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

            Los gritos, disparos, gruñidos y las corridas: era lo único que se oía desde hacía unos cinco minutos. Varios exorcistas ya estaban sin vida quemados por las llamas que alcanzaron sus cuerpos sin poder defenderse de un enemigo tan peligroso como lo es el fuego, pero mucho más peligrosos eran sus portadores. ¡Que ineptos habían sido! Los altos mandos de la orden creyeron que teniendo un demonio descendiente de Satán iba a poder detener a cualquier ser que osara con meter su presencia en donde no debía, ahora, por desgracia de parte de los humanos en vez de luchar contra un demonio de fuego, tenían que hacerlo contra dos y pronto serían tres si al otro se le daba por rebelarse a su lado humano.

            Yukio había sido detenido por Satán antes de que llegara a matar al hombre que tanto lo había molestado ese mes y medio. Necesitaba deshacerse de él para estar en paz consigo mismo, el resto no le importaba nada, ser un demonio significaba que ya nadie lo aceptaría. Sintió el tacto de su padre biológico en su rostro y sus ojos —los del chico— se cristalizaron, unas ganas de llorar se apoderaron de él, pero las hizo a un lado cuando supo que no era el momento correcto. El rey demonio lo llamó por el nombre de su madre y declaraba que lo tenía por muerto desde siempre. Él no había sido el único engañado por más de quince años.

—Mis minutos están contados —buscó a Rin con la mirada y lo encontró entretenido matando a unos payasos— antes de irme debó hacer algo. Tú, quédate aquí y no te muevas ¿entendido? —el chico asintió con miedo.

            Satán olfateó el aire buscando a quien tenía el olor de su hijo, le enseñaría que nadie sobrevivía para contar como torturó a uno de sus descendientes. Pudo notar en los ojos del chico que no la había pasado nada bien durante un tiempo y lo sabía, también, por parte de Rin. Encontró al culpable, del otro lado de la puerta con otro exorcista recitando algo para cerrar el portal. Saltó a su encuentro solo para detenerse a su lado y sujetarlo del cuello, las llamas en sus puños comenzaron a adornar al hombre de aspecto desalineado, quien fracasó en defenderse. El paladín atacó con Caliburn sin llegar a su objetivo porque una pared de fuego protegió al demonio. En ese momento Satán lo sintió, ya no podía estar más tiempo en Assiah, esta vez aguantó dos minutos sin un cuerpo que sirviera de vasija, utilizaría a Rin, pero no le gustaba lo desorientado que quedaba su hijo luego de abandonar la posesión. Golpeó al exorcista contra el suelo suponía que por la falta de movilidad estaba muerto. El demonio entró a la puerta que comenzaba a cerrarse, parte del plan era que una vez que él cruzara la cerraría y su hijo se encargaría de “limpiar” todo y regresaría con la llave que tenía en su poder, pero ahora quería llevarse a ese chico que olía como Rin y tenía un gran parecido con su amada. Lo vio parado en el mismo lugar en donde lo dejó, miraba a la nada y lo notaba completamente aterrado, las llamas azules ya no recorrían su cuerpo, pronto averiguaría si solo las mostró como una respuesta a su reconocimiento o porque no las tenía totalmente controladas.  Lo llamó, pero este no respondió y su tiempo se dio por finalizado en Assiah, la puerta se cerró y los pequeños demonios dejaron de salir. El caos aún reinaba en el gran salón, el semidemonio cubierto de sangre de los exorcistas, se puso de pie al sentir la ausencia de su padre, eso significaba que ya podía hacer lo que quisiera. Terminó de matar a uno de esos humanos que tanto protegían y saltó sobre un exorcista que intentaba dispararle a su hermano, movió las manos dirigiendo a algunos demonios a atacar a todos aquellos que se acercaran a Yukio antes que él lo hiciera.

—Déjame que lo lleve conmigo —habló Samael como si nada estuviera pasando, aunque tampoco estaba ayudando en la defensa de la orden.

—No —respondió el chico— seguramente padre quiera hablar con él —agarró de la mano a Yukio dirigiéndolo hacía la puerta que uso más antes para llevarse a Shiro y a la pechugona—. No voy a contenerme, así que si no quieres quemarte yo te aconsejaría que te vayas en este momento —abrió con su llave el acceso a su habitación en Gehenna, empujando a su gemelo y cerrando la misma.

            Mephisto desapareció en un humo rosa y el fuego se desató en todo el lugar.


             Yukio se sintió abrumado por una extraña pesadez, cayó de rodillas al suelo respirando con dificultad, sus llamas pedían salir con urgencia, no tenía mucho sentido seguir resistiéndose porque estaba agotado. Una vez que lo hizo se sintió mejor, en ese momento descubrió que solo era cansancio y estrés. Una cama en el centro de la habitación lo llamaba silenciosamente, se arrastró hasta la misma dejándose caer, el olor a su hermano invadió sus fosas nasales y lo relajó. Segundos después estaba totalmente dormido.

            El aroma a comida recién preparada sacó de su ameno sueño al chico de lentes, intentó incorporarse sin logro alguno, ahora que comenzaba a recuperar los sentidos, se dio cuenta que lo estaban abrazando por la espalda y una de sus piernas estaba trabada por otras que le impedían levantarse, un leve ronquido llegó por su espalda ¿Qué estaba pasando? ¿Dónde estaba? Lo último que recordaba era que estaba con Lewin yendo a su juicio, luego todo se volvía borroso y confuso. Observó la habitación buscando algo que pudiera reconocer o intentar ver a quién lo tenía prisionero de esa manera tan extraña.

—¡Buenos días hijos! —Saludó una voz cerca de él— ¿Qué tal el descanso? Les traje el desayuno.

            ¿Hijos? Esa no era la voz de Shiro, guío su mirada hacía donde hablaron segundos antes para encontrarse con un hombre ¿Quién era? Cabello largo blanco, sus ojos eran como los suyos y los de Rin, azules y en el centro rojos, lo que más destacaba eran una par de cuernos sobre su cabeza, tenía un gran parecido con su hermano. En ese momento se dio cuenta, frente a él estaba el mismísimo rey de todo Gehenna: Satán.  Se incorporó con violencia siendo presa del pánico, retrocedió como pudo hasta que cayó de la cama, quien dormía con él sufrió el mismo destino solo que como acto de reflejo este se puso de pie de un saltó y las llamas azules adornaron su cuerpo como defensa.

—¿Nii-san? —preguntó sorprendido al encontrarse con Rin protegiéndolo.

—¿Cuál es el peligro? —habló aún dormido, al único que encontró fue a su padre sentado a la par de la cama como solía hacerlo cada vez que estaba de humor para despertarlo— Buenos días padre —bostezó.

—No pasa nada —el demonio señaló al otro chico—. Solo me encontró de golpe y se asustó.

—¿Nii-san? —Volvió a preguntar, todo esto no era cierto, seguramente estaba soñando— ¿eres tú?

 —Hola hermanito —le tocó la cabeza como un gesto de saludo— ¿Me extrañaste?

            Yukio no pudo responder con palabras, sus ojos se llenaron de lágrimas antes de tirarse sobre su gemelo en un gran abrazo, segundos después el llanto del adolescente se escuchó en la habitación. Estaba feliz porque no estaba soñando y seguramente tampoco estaba muerto, Rin le devolvió el mimo consolándolo y diciendo que ya todo había terminado. Una vez que se calmó, el príncipe le presentó a su verdadero padre.

—Es un viejo gruñón y violento, pero no es tan malo que digamos —comentó el joven.

—Eres igual a tu madre solo que en una versión masculina —acotó Satán, no se acercaría más de la cuenta porque aseguraba que le temía, esos exorcistas lo habían educado como una máquina— ¿me pregunto si? —habló para sí mismo mientras se tocaba la barbilla, invocó sus llamas y el chico respondió inconscientemente mostrando las suyas—. Eres un cachorrito.

            Satán rio divertido, su hijo que vivió en Assiah, estaba recién transformado en demonio —aunque su apariencia era la de un humano—, recordaba que Rin hacía lo mismo cuando era bebé. Que sus hijos mostraran sus llamas de forma instintiva significaba que lo reconocían a él como alguien superior y lo más importante, como su padre. El gemelo mayor lo hizo durante los primeros años, luego cuando se las mostraba ya era como una forma de rebeldía, quizás una forma de querer decir que no lo obedecería, siempre que pasaba eso, terminaban en una pelea con un resultado de Rin encerrado en los calabozos.

            El príncipe sujetó al otro de la mano y lo arrastró al baño, luego de unos minutos ambos estaban nuevamente en la habitación con su padre esperando sentado en el mismo lugar. Era muy extraño que Satán despertara a Rin con el desayuno, si lo despertaba era arrastrándolo de una pierna o algo por el estilo, pero las únicas veces que le llevó algo a la cama fue esas últimas semanas en las que no quería levantarse porque Yukio no estaba con él. Desayunaron los tres juntos en un silencio acogedor, el joven de lentes veía tanta comida que su estómago siempre pedía más, hacía mucho que solo recibía el almuerzo al día.

—Sé que no es como la comida en Assiah, pero no sabe tan mal —dijo su hermano sirviéndole más cosas en su plato—. Debes alimentarte porque estas más delgado que la última vez que te vi ¿Qué te hizo ese humano?

—Gracias nii-san —le mostró una leve sonrisa mientras llevaba algo extraño a su boca sin miedo alguno—. Debe ser porque desperté mis poderes hace poco, pero no puedo comer las cosas de siempre, Lewin me daba comida una sola vez al día y era para demonios.

—Eso es porque tu organismo cambio completamente, tardaras unos meses en que se adapte nuevamente —comentó su padre—. Eres como un gran cachorro de demonio, ni siquiera puedes controlar tus poderes, aunque solo quiero que te adecues a ellos, si quieres quemar algo no te detengas.

—Luego podemos ir a quemar cosas Yukio —la cola de Rin se movió en alegría.

—Tú no puedes quemar nada, Rin. Todavía están arreglando parte del castillo que incendiaste por un capricho —el hombre suspiró, su hijo tuvo un arrebato porque Amaimon no le había dado una de sus golosinas, la única manera de detenerlo fue desmayándolo.  

—Lo siento, pero me gustaría dormir un poco más —bostezo, realmente estaba cansado—. No recuerdo cuando dormí sin miedo a que alguien me hiciera daño y mucho menos en una cama.

            Luego de esa declaración el silencio volvió a reinar, Satán se encargaría que nadie le volviera a tocar un pelo a su hijo. Al menos ahora esos exorcistas que lo tenían bajo su poder estaban todos muertos. En ese momento se percató que estaba pensando en la posibilidad de devolver al chico a Assiah ¡No! No lo dejaría, del otro lado nadie aceptaría a un demonio y ni pensar en si era hijo suyo. Los gemelos no se irían de su lado así pasaran cien años.

            Terminaron de desayunar y Yukio volvió a recostarse, a los pocos minutos volvió a dormirse como si no lo hubiera hecho en semanas. Rin se quedó con él por las dudas. Quizás haya sido por el cansancio, pero su hermano nunca preguntó por su padre adoptivo o alguien relacionado con él. El resto de ese día lo único que había hecho el joven de lentes fue dormir y su gemelo lo dejó porque sabía que necesitaba recuperarse de tan mal que la había pasado durante todo ese mes.

            A la semana siguiente las cosas fueron diferentes y comenzaban a tornarse normales —al menos para el resto de los demonios—, Yukio presenció una pelea entre Rin y Satán, haciéndose una nota mental de nunca desafiar a su padre si quería seguir sin ser golpeado y descubrió que su hermano solía ser bastante berrinchudo, suspiró al pensar en todos los límites que le puso mientras era su familiar en Assiah sino sería bastante difícil domarlo. Ahora veía al semidemonio de cabello blanco sentado en la cama mientras leía un libro en un idioma extraño, por el movimiento de su cola sabía que no le gustaba nada tener que estudiar, aunque Satán dijo que era muy inteligente solo que no le gustaba agarrar los libros.

—Yukio —habló Rin dejando sus tareas de lado— ¿En algún momento vas a preguntar cómo fue que te rescatamos?

—Si lo olvidé es porque no necesito saber que paso ese día —se sentó a su lado—. Solo estoy agradecido por sacarme de ese infierno.

—¿Quieres saber que paso con Shiro? —lo miró fijamente y notó enojo en sus ojos.

—No —se puso de pie comenzando a caminar por la habitación mientras intentaba contenerse—. Por mi puede estar muerto y no me importa.

—¿Qué fue lo que te hicieron? —comenzaba a arrepentirse de haberlo sacado de la sede.

—Él me salvó cuando yo solo quería morirme —su cuerpo ardió en llamas—. ¿Sabes que feo es saber que solo te crio porque se lo prometió a su pareja? Encima me estuvo criando para que me utilizaran como un arma contra mi verdadero padre.

—Quizás deberías consultárselo y que él te responda con la verdad.

—No, cuando todos los humanos se enteraron de lo que era me trataron mal, incluso me insultaron por ser quien soy ¡Yo no pedí ser esto! —Se señaló así mismo—. Me torturaron por ser el hijo de Satán, por tener llamas azules y ser un demonio. No quiero regresar nunca a Assiah —caminó hacia la puerta y antes de abrirla volvió a hablar—. Imagina toda tu vida conociendo una supuesta verdad, como si caminaras por una calle y este todo cubierto de niebla, solo ves las cosas cuando te vas acercando y si en los costados hay personas no las ves por la densidad de la niebla. Cuando tú apareciste en mi vida, fuiste ese sol que iluminó todo y la niebla se fue. Ahí aprendí que mi vida era una mentira y que no importa lo que se haga, los demonios nunca serán aceptados —abrió la puerta y salió azotando la misma.

            Rin se quedó sentado pensando en todo lo que le dijo su hermano momentos antes, nunca lo pensó de esa forma, quizás si él no aparecía en la vida de Yukio, él viviría caminando entre toda esa niebla y en algún momento el sol (la verdad) lo cegaría, dejándolo quizás en un abismo del terror absoluto. ¿Cómo hubiera seguido la vida de su gemelo sin conocerlo a él? Prefería no pensarlo, el hecho de pensar de encontrarlo asustado envuelto en llamas azules sin entender el porqué, lo asustaba. El nefilim se puso de pie y abandonó su lugar para ir detrás de su hermano. No es que lo estuviera echando, sino que era feliz si él se quedaba en Gehenna con ellos, siendo un príncipe más, pero Satán se lo había dicho en una de sus conversaciones mientras Yukio dormía, el miasma comenzaba a afectarle, físicamente era más humano que demonio y eso jugaba en contra, lo sabían si se quedaba más tiempo allí terminaría muriendo. En todos los sentidos era como lo dijo el rey, un cachorro, así como necesitaba tiempo de adaptarse a la comida humana porque su cuerpo lo rechazaba, también necesitaba acostumbrarse al miasma para poder quedarse definitivamente en Gehenna.

            El chico de cabello blanco recorrió los pasillos siguiendo el olor de su gemelo, después de varios días había logrado diferenciarlo del suyo, dobló en varias esquinas hasta que lo encontró en el comedor. Se encontraba en la compañía de su padre, últimamente se había acercado más a él, quizás porque sabía que no lo lastimaría y Rin intuía que lo trataba bien porque era muy parecido a Yuri y porque después de tantos años se enteraba que estaba vivo. El chico entró y se sentó a la par de su hermano.

—¿Qué sucedió? —Satán miró a su hijo que recién llegaba buscando una respuesta.

—Él —Yukio señaló a Rin— aunque no lo diga directamente me está echando a Assiah —o así lo sentía—, quiere que vaya a hablar con el hombre que me crió.

—En realidad, papá, no sé cómo decirle la verdad —sujetó la mano de su par entrelazando los dedeos antes de que se alejara—. Yo no quiero que nos deje —admitió.

—No voy a dejarte nunca Rin —le acarició la mano que estaba agarrando la suya.

—Yukio —lo llamó su padre— ¿recuerdas cuando dije que eras un cachorro? —el chico asintió—. Eres un nefilim como Rin, pero eres más humano que demonio. No nos has dicho nada, pero notamos como últimamente te sientes más pesado y te cuesta respirar ¿no?

—Solo tengo que acostumbrarme y sé que estaré bien —había ocultado bien los síntomas, pero lo descubrieron igual.

—El miasma comenzó a afectarte —declaró su padre—. Así, como te dije que debes acostumbrarte despacio a la comida humana, pasa lo mismo con el miasma.

—Queremos lo mejor para ti y si te quedas con nosotros terminaras muriendo —confesó su gemelo mientras apretaba el agarre de su mano—, por eso te dije de que hables con Shiro, él sabrá cómo tratarte. 

—No quiero —se puso de pie e intento soltarse de su hermano—, no quiero irme a Assiah, allí nadie me quiere. ¡Quiero quedarme aquí hasta que me muera!

—¡No! —Habló con firmeza Satán poniéndose de pie— Te quiero con vida Yukio, es una orden, regresaras a Assiah hasta que te acostumbres al miasma de este lugar —Iría a la casa del hombre que lo crió y por lo que le contó Rin, ese hombre era la pareja de Yuri.

—¿Cuánto tiempo será? —Le tembló la voz, estaba aterrado de tener que regresar a donde tenía malos recuerdos— ¿Cómo me daré cuenta que ya estoy listo?

—Serán unos tres años o un poco más —Rin suspiró dejando escapar las lágrimas que ya no podía retener—. No quiero que te vayas hermanito —lo abrazó con fuerzas recibiendo en respuesta el mismo gesto.

            El demonio no dijo nada, solo observó a sus hijos y los abrazó. Podía ser cruel la mayor parte del tiempo, pero sus hijos y los de Yuri eran lo más importante para él, aunque siempre peleara con Rin porque ese niño era terrible y se declaraba culpable, fue criado como un demonio más, por lo tanto se comportaba como uno. Nadie lo derrotaría, pero sí tendría que sacrificarse por ellos lo haría. Perdido en sus pensamientos no se percató de que su hijo menor lo estaba abrazando a él también. Se encargaría que no le faltara nada en su estadía del otro lado, hablaría con Samael para que le pase las condiciones a Fujimoto para que se quede con él, pesara lo que le pesara, sabía que lo protegería de cualquier cosa porque el niño se parecía a Yuri. 


            Shura entró a la casa cargando unas cuantas bolsas de compras, dejó sus zapatos en la entrada para dirigirse a la cocina y dejar las compras sobre la mesa, se sentó casi derrotada. ¡Qué difícil era todo! Llevaban un poco más de una semana viviendo en un país del cual no conocía ni el idioma y agradecía que aprendió inglés porque si no moriría en el intento de querer comunicarse. Luego de que Rin los hiciera aparecer en el monasterio y confiando en las palabras del semidemonio, ella y Shiro, tomaron sus maletas y partieron con rumbo a España —ya tenían todo listo hacía unos días, solo esperaban al momento de escapar con Yukio—. Una vez en el país consiguieron una casa en las afueras de la cuidad, instalándose allí para darle un mejor lugar al chico de lentes. Días después el ex exorcista recibió una llamada de Mephisto que le comunicaba que todo estaba arreglado, nadie los buscaría puesto que sus papeles accidentalmente se habían perdido, quienes sabían de su relación con los hijos de Satán estaban muertos y otros pocos no recordaban nada —Cortesía del rey del tiempo—. El caos que hubo en la base de la orden de la Verdadera Cruz, sede del vaticano fue reconocido como un atentado, así que se mantuvo todo en un bajo perfil.

—Veo que lograste comprar más cosas que yo— comentó Shiro entrando a la habitación—. Las clases de español son muy difíciles.

—Lo bueno de saber inglés es que no tengo apuro de aprender el idioma natal de este lugar­ —colocó sus pies en la silla de adelante.

            Kuro saltó sobre la mesa husmeando las compras, el demonio no abandonaría a su domador por nada y los vecinos lo veían como un gato normal.

—¿Sabes algo de Yukio? —preguntó la chica mientras acariciaba al animalito, estaban ahí por él, pero no tenían información alguna de su paradero.

            El hombre estaba por responder que no, cuando la puerta principal se abrió, el ruido de pasos resonó en el pasillo. Ambos se adelantaron para ver quien entraba sin llamar. Frente a ellos Rin tomaba de la mano a Yukio que estaba asustado con tal solo verlo. Ninguno se acercó para darle espacio al adolescente, sabían lo mal que lo había pasado y aseguraban que no estaría para nada bien tirarse sobre él para abrazarlo.

—Buenos días —saludó Rin—. Lamentamos llegar sin avisar, pero tuvimos problemas.

—Siempre serán bienvenidos —respondió Shiro guiándolos a la sala—. Hola Yukio —miró al chico que solo gruñó en respuesta, apretando más el agarre de la mano de su hermano.

—Yukio puedes estar tranquilo que no te haremos daño —habló la mujer desde su lugar—. La casa esta adecuada para que puedas vivir tranquilo.

—Shiro —el semidemonio de cabello blanco se sentó en el sofá arrastrando a su gemelo a su lado—, Yukio necesita saber si realmente lo criaste para ser un arma contra mi padre.

—Nunca —fue sincero—, jamás lo vi como un arma y tampoco creí que en algún momento despertaría sus poderes. Sé que me he equivocado en todo lo que hice, pero soy un humano y como tal cometo errores.

—¿Realmente me criaste porque te lo pidió mi madre? —ya se lo había preguntado, pero quería volver a escuchar la verdad.

—En un principio sí, te vi como una obligación —confesó, no iba a ocultarle nada—, pero a medida que ibas creciendo te vi como mi hijo y te amé, aún te sigo amando.

—Eso es suficiente para que me quede por un tiempo —le dijo a Rin en voz baja.

—Sé que estás enojado con nosotros —fue el turno de Shura de hablar—, pero no nos importa lo que seas, siempre te amaremos, hermanito.

            Rin le comentó el motivo por el cual después de una semana recién le llevaba a Yukio y también el tiempo que se quedaría con ellos. Al hombre no le agradaba la idea de que se marcharía nuevamente, pero entendía que los humanos le causaron muchos traumas difíciles de olvidar. Compartieron varias palabras y el chico pidió ir a su habitación en donde se quedó con Rin hasta que se quedó dormido, solo hacía una hora que estaba allí, pero los ruidos y los olores lo estresaban más de la cuenta, le llevaría tiempo re acostumbrarse a todo eso. El príncipe de Gehenna abandonó la habitación y regresó para conversar con los cuidadores de su hermano más calmadamente, le contó lo básico e informó que recibiría la visita de Samael, quien se encargaría de la comida de Yukio y darles las condiciones que su padre requería para que pudieran seguir estando con el chico. Que no era nada más que tenerle paciencia, no entrenarlo para nada y dejarlo ser el demonio que era.

            El semidemonio estaba por regresar a Gehenna antes de que su gemelo despertara cuando sintió que lo sujetaban de la ropa.

—¿Tienes que irte? —le preguntó conociendo la respuesta.

—Estabas ahí cuando repetí la promesa que le hice a padre cuando te rescatamos —no volver a Assiah— y te lo diré a ti también, no me arrepiento de nada.

—Tengo miedo Nii-san —lo abrazó—. No me dejes solo.

—No estarás solo —Kuro se acercó, saltando a la espalda de Yukio— ¿ves? Kuro también va a cuidarte.

—Cuando sea el momento ¿vendrás a buscarme? —deshizo el abrazo.

—Seré el primero en estar aquí —admitió—. Voy a extrañarte horrores, hermanito —se alejó unos pasos hacia la puerta en donde colocó su llave—. Nunca olvides que te amo.

—Yo también te amo Nii-san —dijo antes de que su hermano cruzara la puerta y la cerrara a su espalda.

El único consuelo de Yukio era saber que solo sería por un tiempo, contaría con la compañía del gato negro para no sentirse tan aterrado como lo estaba mayormente cuando se encontraba en compañía de humanos. Sé quedo mirando la misma puerta por unos minutos, luego retrocedió hasta regresar a su habitación, su padre y Shura no comentaron nada. Cerró la puerta y se sentó en el suelo apoyando la espalda la madera. Suspiró, sabía que todo sacrificio tenía su recompensa.   

Notes:

Como verán el final es un final y ya...no es feliz y no es triste Jaja
El epilogo no lo escribí, pero más o menos les dejo una idea...
Ahora se preguntaran, que pasara con Yukio en esos años...y bueno, pasa por su etapa de depresión haciendo cosas que no tiene que hacer solo para intentar volver con su hermano, por ejemplo comiendo cosas que le hacen mal. Luego, se quedaba en la casa sin salir por miedo y desprecio hacía los humanos, aunque los vecinos sabían que había un chico viviendo allí, ya no estudio más...solo sobrevivió...