Actions

Work Header

Permanece

Chapter 23: ¿Confías en mí?

Chapter Text

Crowley fue quien se movió primero. Se apartó ligeramente, apenas aflojando su agarre en la parte de arriba del pijama de Azirafel pero inclinando un diminuto grado la parte posterior de su cuerpo, dándose la oportunidad de observar.

Y lo hizo, ambos lo hicieron, mirándose a los ojos de una manera que hizo que Azirafel sintiera como si su estómago fuera sacado por su inútil y meramente estético ombligo. No podía apartar la mirada de ninguna forma. Crowley lo miró fijamente, el blanco de sus ojos perdidos en ámbar, el color ámbar rápidamente tragado por el negro y le devolvió la mirada, su corazón golpeando sólidamente contra sus costillas.

Entonces Crowley se movió otra vez. Soltando las manos de la ropa de Azirafel y moviéndose hacia arriba, posándose a cada lado de la cara de Azirafel donde suavemente la anguló y—Azirafel apenas tuvo tiempo para pensar en lo que estaba por llegar—Crowley lo besó, devorándolo de la manera en la que Azirafel siempre, en el más absoluto de los secretos, esperó que lo hiciera.

Crowley le estaba besando. A él. Con la boca abierta y con más que un poco de lengua, sujetando la cabeza de Azirafel en el ángulo perfectamente más absoluto y…oh…las emociones le asaltaron desde todos lados. Lujuria, amor, dolor, amor, tristeza, desesperación, amor, miedo, rabia, tantísimo amor… Era imposible decir de quién eran esas emociones, de dónde venían, pero eran muy fuertes, golpeando sin piedad su corazón y su alma, sacando un ritmo como el golpeteo de un corazón desesperado, robándole el aliento, los pensamientos y el equilibrio.

De repente mareado, agarró los antebrazos de Crowley, aferrándose con todas sus fuerzas. Nunca había visto ni sentido a Crowley así: con tanta pasión explotando de él, amenazando con hacerlos pedazos mientras estaban atrapados en su corriente. Azirafel casi fue llevado por ello, se podía sentir a sí mismo ahogándose en todo lo que Crowley era, en todo lo que siempre había querido, cuando el más diminuto trozo de sentido levantó la cabeza, recordándole con un afilado y destacado terror qué estaban arriesgando ahí.

Pisó los frenos, espetó una mano en el esternón de Crowley y físicamente los apartó. Entonces lo sintió, la aplastante decepción, el terror de atreverse y tener una puerta cerrada en respuesta y esta vez sabía que venía de Crowley.

-No-. Sus dedos cogieron la parte delantera de la camiseta suave, deteniendo a Crowley; no estaban huyendo de esto, no los iba a romper esta vez. -No creas que no quiero esto-. Oh…¿estaba jadeando? Sintió a Crowley clavar los dedos en la suave piel bajo su barbilla, empujando y tirando, queriendo huir, queriendo quedarse. -Lo quiero, querido, lo quiero pero…-, jadeó entonces cuando Crowley fue hacia él, juntando las caderas con las suyas, dándole a Azirafel el primer sabor de lo mucho que Crowley deseaba. -Pero…-. Cuadró los codos cuando Crowley intentó volver a acercarse. -Pero…-. ¿Por qué era tan difícil pensar? - ¡Gabriel!

Todo se paró durante un segundo, Azirafel incluso se preguntó si Crowley había detenido el tiempo. Se miraron el uno al otro, muy, muy de cerca y Crowley movió la mano y dejó de intentar acercar a Azirafel y en su lugar entrelazó los dedos con los suyos, ese acto haciendo que el corazón de Azirafel se calentara. -No está-, susurró con voz tensa y quebrada, sosteniéndole la mirada a Azirafel.

Un latido.

- ¿No?

Crowley asintió.

- ¿Fue… Ella…?

Se arrepintió inmediatamente de la pregunta cuando Crowley hizo una mueca y sacudió la cabeza contestando en su lugar. -Samael.

Azirafel parpadeó. Miró. Y parpadeó más. - ¿Satán?-, preguntó mientras Crowley asentía. - ¿Pero por qué?

De nuevo deseó poder retirar lo que había dicho cuando vio que la cara de Crowley se retorció y palideció. No debería haber preguntado, no debería, no era asunto suyo, por supuesto que Crowley no quería decirle nada sobre—

La mano sujetando la suya se apretó. -Deja de preocuparte, ángel-. Su voz era tensa pero había un deje de diversión cansada pasando por ella. -Está bien. No es nada. Simplemente tenemos mucha historia, eso es todo.

Fue creado mucho antes que tú, casi al mismísimo comienzo . Una historia tan larga, antes de que Azirafel fuera tan siquiera un pensamiento en la vasta conciencia de su Creadora. Forzó una sonrisa temblorosa. - ¿Viejos amigos?

De nuevo, Crowley pareció afligido. -Ya no-, susurró. -Pero creo que se siente responsable, un poco, por—lo que…soy, así que…me ayuda, un poco, a veces-. Se encogió de hombros torpemente.

Azirafel sabía, sin embargo, que Satán sabía por qué Crowley había Caído, sabía que no había tenido que ver con nada de lo que era o nada de lo que había hecho pero asintió, la relación complicada de Crowley con el Príncipe de la Oscuridad no tenía nada que ver con él realmente. Volvió al asunto que le concernía. - ¿Entonces él?

-La eliminó-. Los ojos de Crowley todavía fijos en los de Azirafel. -La bendición.

-La maldición-, corrigió Azirafel y frunció el ceño. - ¿Estás seguro?

Crowley asintió.

Azirafel soltó un largo suspiro. -No estoy seguro de confiar en él, querido. Después de todo, es el demonio…

-Yo confío en él-. La respuesta de Crowley fue inmediata. -En este caso-, puntualizó ante las cejas alzadas de Azirafel. -Lo hago. Y de todas formas puedo sentir que no está.

Hubo un silencio mientras Azirafel se heló, las implicaciones atravesando su mente con rapidez. - ¿Lo sabías?-, preguntó incapaz de apartar el tono horrorizado de su voz. - ¿Sabías lo que Gabriel te había hecho?

Una tensa negación de la cabeza fue su respuesta. - ¡No! De todas maneras, no exactamente. Sabía que había hecho algo, pero seamos serios, en todos esos meses había hecho mucho…

El estómago de Azirafel dio un vuelco.

-Y podía sentir que había dejado algo detrás pero me imaginé que simplemente era él ¿sabes? Su…esencia o algo, no sé. No sabía lo que era pero, bueno, ahora sí, y sé que ya no está.

Cerrando los ojos Azirafel suspiró. -Crowley…

-Lo sé-. Una mano cálida se deslizó sobre su mejilla. -Lo sé, ángel. Sé que fue jodidamente aterrador, lo sé…

-No puedo perderte.

La mano presionó un poco. -Lo sé. Pero está bien. Te lo prometo.

-Crowley…

- ¿Confías en mí?

El estómago de Azirafel se apretó de nuevo. Abrió los ojos y miró a los de Crowley, eso es un golpe bajo , pensó. -Sabes que confío en ti. Eres literalmente el único ser en toda la creación en quien confío. Implícitamente.

Crowley le sonrió, con suavidad y gentileza y de una manera tan única que volvió a encender el fuego en el corazón de Azirafel. -Entonces confía en mí, ángel-, susurró acercándose de nuevo. -Confía en mí.

La mano sobre el lado de su cara presionó otra vez, angulándolo, sujetándolo con firmeza mientras Crowley juntaba sus labios una vez más, suave, preguntando. ¿Confiar en él? ¿Podía hacer eso Azirafel? ¿Dejarle llevar las riendas en algo tan terroríficamente real y final? No había opción ¿verdad? ¿La había? O Azirafel confiaba plenamente en él en todo o realmente no tenían nada que hacer juntos. Azirafel tenía su respuesta.

Sus manos subieron entonces a la cabeza de Crowley, retomando el control, sujetándolo, abriendo la boca y devorándolo entero. Fue increíblemente rápido cómo se reavivó el fuego, Crowley hizo el ruido más maravilloso de sorpresa en la boca de Azirafel y colocó las manos en el cuello del suave pijama a rayas, aferrándose desesperadamente, acercando su cuerpo y deslizándose hacia arriba, subiendo la parte de arriba del pijama de Azirafel hasta que pudo sentir la fricción de la cintura de los pantalones de Crowley contra su tripa desnuda.

Azirafel sintió a Crowley avanzar contra él, intentando conquistar el beso, controlarlo, dominarlo, y el pensamiento mandó un incremento de sangre caliente a su polla. No pudo evitar mover las caderas hacia delante, apretarlas, sintiendo un destello de victoria cuando Crowley hizo un ruido ahogado y desesperado y cedió su lucha, dejándose caer contra él, temblando, aferrándose y abriendo las piernas un poco para permitir que Azirafel embistiera contra él, abriendo la boca y dejando a Azirafel que entrara. 

Azirafel aceptó la invitación, deslizando su lengua dentro, sintiendo otro temblor y probando el sabor intrínseco que era puro Crowley, persiguiendo una fugaz sugerencia de divinidad que siempre parecía estar fuera de alcance, dolorida y tierna pero ahí. Una calidez lo envolvió al darse cuenta de que a pesar de todo, Crowley se había aferrado a esa parte de sí mismo, no había dejado que nadie dictase lo que él debería ser.

Pero luego pensar se estaba haciendo más difícil, especialmente con Crowley tan dispuesto y dócil contra él. Moviendo sus propias caderas en respuesta a la presión persistente de las de Azirafel, permitiendo que su ángel entrara, enfrentando todo lo que Azirafel le estaba dando y maravillosamente, no desapareciendo. Dobló su fervor, poniendo a Crowley contra la encimera de la cocina, sujetando su cabeza para que su lengua pudiera probar cada rincón oculto de su boca. Con el borde duro de la encimera detrás de ellos, Crowley apartó la boca jadeando mientras sus labios caían sobre el cuello de Azirafel. - ¿Dominante?-, jadeó besando una línea sobre un tenso ligamento.

Azirafel se rio y fue a chupar una clavícula marcada. - ¿Algún problema?-, dijo provocador. -Puedo parar ¿si quieres?

Sintió cuando Crowley soltó un pequeño resoplido de diversión contra sus labios. -Estás bien…

-Simplemente dilo, cariño, y pararé…-. Movió las caderas un poco mientras hablaba, adorando el gruñido que su acción provocó.

-Ugh…ángel.

Los labios de Azirafel se curvaron de nuevo en una sonrisa.

- ¿Cállate, quieres? Y simplemente bésame.

Obedeció empujando y subiendo a Crowley sobre la encimera, deslizándose en el hueco que hizo Crowley cuando abrió las piernas y estiró la mano, subiéndola por un terso muslo y sobre el bulto prominente y caliente que descubrió que estaba presionando contra el algodón de los pantalones de Crowley.

Crowley rompió de nuevo el beso, soltando un gemido ahogado, muy diferente del grito horroroso de antes, sus brazos apretándose alrededor de su cuello.

- ¿Quieres que te bese?-, preguntó Azirafel con la garganta apretada. - ¿O prefieres que haga esto?

Crowley abrió las piernas incluso más, la invitación clara, su respiración agitada contra el cuello de Azirafel, el gemido largo y desesperado y Azirafel quería oírlo de nuevo.

-Deja. De. Hablar-, consiguió decir Crowley y se movió hacia delante, descolocando la mano de Azirafel y presionando el bulto y su afilado pubis justo contra el correspondiente bulto de Azirafel. Entonces fue el ángel el que gimió, largo y desesperado.

-Crowley…-, ahogó Azirafel, esto era increíble, sensacional, mucho mejor que cualquier cosa que había hecho con cualquier humano, pero no iba a durar mucho y de verdad que quería más. Su única respuesta, aunque Crowley estaba apretándose más contra él, moviéndose con más fuerza y haciendo que viera las estrellas contra sus párpados cerrados: - ¿Arriba?-. Lo ofreció a través de sus jadeos, queriendo hacer esto contra un colchón suave pero Crowley no se soltó.

-Aquí-, jadeó mientras se movía. -Podrías tenerme aquí, ángel, sobre la encimera, en este mismísimo jodido momento.

Las rodillas de Azirafel flaquearon y un estallido de líquido pre seminal empapó la parte delantera de su pijama cuando las imágenes se hicieron realidad en su cabeza. Le gustaría eso, oh, verdaderamente le gustaría eso, pero no esta vez, no para su primera vez, y eso no era lo que Crowley quería tampoco, no realmente. 

Entonces le golpeó, con una dolorosa claridad que a menudo era eludida alrededor de Crowley, lo que era en realidad su desesperación. Parcialmente era la costumbre, de un ser cuya experiencia con el sexo había sido precisamente eso: frotar, apretar, gemir y correrese. Crowley nunca había hecho el amor, los demonios como norma no lo hacían, pero eso era lo que había en la agenda hoy—Azirafel se aseguraría de ello.

Pero también nacía de la desesperación. Crowley había amado durante tantísimo tiempo, había anhelado durante tantísimo tiempo y había sido negado una y otra y otra vez. Lo necesitaba como prueba de que esta vez iba a ser diferente, que esta vez iba a conseguir su oportunidad. Azirafel podía sentir el miedo pasando por la desesperación, el dolor del rechazo, la constante frustración: él había creado esta tempestad y era cosa suya que navegaran seguramente por ella.

-No vamos a hacer el amor aquí-. Fue difícil hablar cuando las manos de Crowley encontraron un trozo de piel en la base de su espalda. -Pero te ayudaré ¿vale? Nos calmaremos, eso es todo, lo haremos más fácil.

-Calmarn—-.Crowley se frenó en seco cuando Azirafel deslizó las manos hasta la parte baja de su espalda y lo acercó más, sosteniéndolo mientras empezaba a empujar y apretar seriamente.

-Calmarnos-, repitió Azirafel en su oído, su propia respiración atascada en la garganta cuando el fuego en su entrepierna se avivó incluso más. -Necesitas correrte, necesitamos corrernos. Ven aquí…

Una mano se deslizó en un pelo ya desordenado, colocando a Crowley para otro beso, la otra los acercó incluso más. Azirafel cerró los ojos y se concentró en cada movimiento que estaba haciendo, cada pase de su lengua, cada presión frenética de sus caderas. Apretó con más fuerza, se movió con más fiereza, su mente estaba nadando, su corazón estaba martillando, podía sentir su polla soltando líquido pre seminal, sus pelotas apretándose y entonces Crowley se tensó contra él, con la boca abriéndose, su cuerpo entero temblando mientras se aferraba a Azirafel, rompiendo su beso caótico y poniendo su cara contra un pulso salvajemente saltando. El rápido olor a semen deshizo a Azirafel, sus caderas desesperadamente rozándose contra las de Crowley, sus brazos rígidos mientras el puro y absoluto placer explotó de él y empapó la parte delantera de su pijama.

Lentamente los temblores se calmaron y el golpe de la sangre en los oídos de Azirafel desapareció lo suficiente para que pudiera oír las respiraciones entrecortadas, casi sollozos, que Crowley estaba haciendo contra su cuello. Movió los dedos por el pelo mojado por el sudor, masajeando tiernamente y llenó de aire los pulmones. - ¿Todo bien, cariño?-, preguntó tentativamente. 

Crowley no respondió, al menos no con palabras, apartó la cara de donde estaba tan presionada al cuello de Azirafel y se estiró para besarle, profundo y con la boca abierta pero lento y tan dolorosamente cariñoso que Azirafel sintió lágrimas detrás de sus párpados.

-Te deseo-, admitió Azirafel en el beso. El borde de la desesperación en pánico había desaparecido pero Crowley todavía lo necesitaba y Azirafel podía sentir a través de sus capas de algodón húmedo que ambos todavía estaban empalmados. 

Crowley hizo un ruido inarticulado contra sus labios y, de repente, aparecieron en el dormitorio, tropezando hacia atrás contra los armarios mientras Crowley desesperadamente luchaba por encontrar el equilibrio.

- ¡Ooof!-. Hubo un momento de tropiezo torpe antes de que Azirafel consiguiera agarrarse al borde de la cómodo, su otra mano desesperadamente envuelta alrededor de la cintura de Crowley y ambos se pararon, Crowley aplastado contra la pared, Azirafel presionado contra él, una instantánea en negativo de la escena en el antiguo hospital meses atrás.

Se miraron el uno al otro. -Un poco de advertencia la próxima vez-, susurró Azirafel y entonces se rieron, salvaje y libremente y posiblemente era lo más feliz que Azirafel había sentido nunca a Crowley, y en respuesta, era muy posiblemente, lo más feliz que Azirafel se había sentido.

La risa se detuvo abruptamente cuando Crowley juntó de nuevo sus bocas, apartándose de la pared y llevando marcha atrás a Azirafel hacia la cama. Este era, Azirafel se dio cuenta, este era el momento cuando, finalmente, consiguió tener a Crowley, ambos consiguieron tener al otro y ahora sentía que era él el que temblaba con desesperación. Sintió la cama en sus gemelos y se giró, haciéndoles caer de lado, cara a cara, sus bocas todavía unidas mientras se besaban.

Azirafel agarró el borde de la camiseta de Crowley y tiró, cayendo en la cuenta tarde de que tendrían que separarse para levantarla y quitarla. Rompió el beso durante el más breve de los momentos pero Crowley, siempre despierto para una oportunidad, devolvió el movimiento, tirando de la parte de arriba del pijama de Azirafel con la fuerza suficiente como para arrancar dos botones cuando pasó bajo su barbilla. La reprimenda planeada murió en sus labios cuando sus pechos desnudos de repente se juntaron y la intimidad de ello hizo que los pensamientos de la mente de Azirafel desaparecieran durante un momento.

Apenas tuvo tiempo de recuperarse antes de que unas manos se añadieran, las manos de Crowley, tan ligeras y livianas como una mariposa mientras intentaban tocar en todos lados al mismo tiempo: caderas, columna, costillas, estómago, pecho, oh Dios, un ligero pase por sus pezones, fue imposible pensar. Azirafel combatió la situación juntándolos, atrapando los toques erráticos de Crowley y pasando una mano sobre la extensión ancha de una espalda musculada y suave, deseando poder tanto verla como sentirla, y volviendo a besar, nunca tendría suficiente de todo ese besar.

Pero Crowley se apartó y liberó sus manos, colocándolas en su lugar en la cintura del pantalón del pijama de Azirafel, tirando inútilmente del lazo apretado que Azirafel había hecho. -Ángel…-, gimió contra piel caliente. -Venga…¿pensé que me ibas a follar aquí?  

Azirafel tembló, las palabras vulgares llenándolo con una excitación culpable pero había un cubito de hielo justo ahí en la mitad de toda su felicidad impulsada por la lujuria y sabía exactamente por qué estaba ahí. Intentó frenar un poco las cosas, intentó volver a ponerlas bajo su control. -No hay prisa, querido-, susurró, intentando capturar sin éxito de nuevo los labios de Crowley y calmar sus dedos en movimiento. -Tenemos todo el tiempo del mundo.

Crowley hizo un ruido mientras iba a por el cordón del pijama donde estaba presionado entre sus cuerpos. -Te he dado todo el tiempo del mundo-, murmuró y aunque la conocida tensión de broma era evidente, Azirafel también pudo oír la muy real frustración. -Y ahora necesito que me folles, ángel. Lo necesito…por favor.

El cubo de hielo creció y Azirafel no podía ignorarlo más. Se movió, presionó a Crowley contra el colchón y se puso encima de él, alineando sus pollas de una forma que hizo que ambos pusieran los ojos en blanco antes de colocarse en el hueco entre las largas piernas de Crowley. Se apoyó sobre los codos, deslizó sus manos en el pelo de Crowley y atrapó su mirada. -Escucha-, empezó.

-No…-, gimió Crowley con la cara arrugándose y los ojos cerrados. -Joder, ángel, no me hagas esto ahora, no cuando estamos tan cerca, no cuando realmente pensé…

-Shhh-. Crowley de verdad podía ser a veces de lo más dramático. -Por supuesto que esto va a pasar, desde luego, pero necesito que ahora mismo me escuches, cariño, solo durante un momento. Necesito que escuches. ¿Crowley? 

Pero Crowley giró la cara hacia un lado y Azirafel sintió ese montón de desesperación, frustración y rechazo salir de él y ¡en serio! casi le hizo perder los estribos un poco. Las manos en ese pelo rojo se apretaron y volvió a Crowley para que le mirara, el borde de dolor lo suficiente para poner esos ojos amarillos dilatados sobre él, para que él viera la humedad nadando en sus profundidades.

- ¡Escucha!-, ordenó y Crowley simplemente parpadeó hacia él, intentó parpadear algunas lágrimas. -Por el amor de dios, querido ¡estoy intentando decirte algo importante aquí! Por favor ¿puedes escuchar?

- ¿No puede esperar?-. Crowley sonó petulante. - ¿Hasta después del folleteo?-. Y esta vez Azirafel explotó.

- ¡Nunca te voy a follar!-, siseó y esta vez, el cuerpo entero de Crowley pareció desinflarse bajo él, sus ojos cerrándose una vez más, Azirafel casi mirándose por la ola de agonía que le atravesó. - ¡Oh, por dios!-. No debería haberlo dicho así, pero a veces…¿era este el ser más frustrante que jamás se había creado? Movió las manos, las colocó en los afilados bordes de los pómulos de Crowley e intentó controlar toda la rabia girando en su interior. -Cariño, follar es un verbo tan pasivo…¿no lo ves? Implica mucho el estar tumbado ahí y hacer de tripas corazón y de verdad que eso no es como quiero hacer esto.

Crowley abrió los ojos y simplemente lo miró con fijeza, muy perdido.

-Te amo-. Siguió. -Todo de ti. Más profundamente de lo que puedo llegar a entender. No quiero que follemos y no quiero que sea algo que yo te hago a ti o tú me haces a mí, quiero que sea algo que podamos hacer juntos. Una manera de demostrarte lo mucho que te amo. ¿Lo mucho que me amas?-. ¿Cómo acabó eso en pregunta? ¿Y por qué Crowley todavía parecía tan confundido?

- ¿Pero todavía podemos follar, no? ¿Juntos?-. Y Azirafel se dio cuenta de que esta discusión sobre semántica estaba perdida para Crowley en este estado.

Sonrió, aunque un poco triste. -Podemos hacer el amor-, corrigió. -Podemos hacer lo que quieras. Uno con el otro. Juntos. Porque te amo, mucho, muchísimo.

Crowley encontró su sonrisa con una suya un poco emocionada. - ¿Y podemos hacerlo ahora?-, parpadeó de nuevo. -Porque realmente no estoy seguro de lo mucho que puedo aguantar sin estar contigo, sin mostrarte lo mucho que yo…-, tragó saliva, sus palabras ahogándolo y sacudió la cabeza.

-Te amo-, repitió Azirafel sin importarle el silencio de Crowley y sabiendo que nunca sería capaz de decirlo las veces suficientes para remediar los seis mil años de distancia por los que les había hecho atravesar. -Te amo absolutamente.

Se miraron fijamente y Crowley asintió, sus ojos abiertos como platos y húmedos y Azirafel se dobló para besarlo una vez más, oyendo, justo antes de que sus labios se tocaran el susurro de: -Hazme el amor, ángel-. Que mandó lenguas de fuego por todo su ser.

Fue él entonces el que estaba tirando de los pantalones de Crowley, bajándolos por caderas esbeltas, observando hipnotizado la forma en la que su erección sólida se movió cuando fue liberada, golpeando su tripa de una manera que hizo que Crowley cerrase los ojos con fuerza. Y después estuvo desnudo y debajo de Azirafel y se veía tan completamente hermoso, tan abierto y deslumbrante y vulnerable que Azirafel solo quiso reciprocar pero ahora era él que estaba lidiando con el estúpido lazo de su pijama. -Ayúdame-, siseó cuando vio que Crowley le observaba entretenido y divertido.

- ¿Quién es el impaciente ahora?-, dijo Crowley arrastrando las palabras, pero la excitación era evidente en su tono y, mientras Azirafel tiraba y tiraba, de repente se encontró a sí mismo desnudo, su propia erección presionada cómodamente contra el vello del muslo de Crowley.

Jadeó mirando alrededor de la habitación con horror, ignorando con un acto de voluntad suprema la gloriosa fricción en la parte inferior de su polla. - ¡Crowley! He tenido ese pijama desde—

-1951 ángel, sí, lo sé. Están ahí en el suelo, no te preocupes.

Azirafel iba a mirar, realmente tenía que comprobarlo, era un pijama muy agradable pero entonces Crowley se movió bajo él, incrementando esa presión maravillosa y se olvidó por completo de ellos, empezando otra vez a besar, esta vez con la emoción añadida del movimiento que podían hacer juntos.

Mientras se besaban, la mente de Azirafel mostró todas las opciones que tenían abiertas ahora para ellos, todas las cosas que realmente, de verdad, quería que hicieran. Pero…esta era la primera vez, no la única vez, esperaba, así que se podía permitir ser paciente ¿no? Simplemente tachar una cosa de la lista para esta primera vez, solo una cosa, la más importante en verdad, naturalmente, la única cosa en la que había pensado en las noches cuando bajaba la guardia lo suficiente como para incluso considerarlo posible.

-Querido-, habló en los labios rojos y besados de Crowley. - ¿Puedo…?-. Y su mano bajó hacia abajo, saltándose una polla pesada para ir inquisitivamente hacia la uve de sus nalgas.

- ¡Joder! ¡Sí!-, siseó Crowley, inmediatamente abriendo más las piernas e inclinando las caderas hacia arriba, el permiso explícito.

Normalmente con sus amantes humanos, Azirafel usaba una amplia variedad de lubricantes que adquiría en tiendas a las que los ángeles se suponía que no tenían que ir. Pero en este momento no tenía tales cosas. Había parecido—presuntuoso—comprar para Crowley y él no había tenido el deseo de hacer esto con otra persona durante mucho tiempo. No quedó más remedio que hacer aparecer algo (deseó poder ver las caras en el Cielo si se dieron cuenta de eso) pero maldita sea si no iba a hacer el resto de manera humana por su amor.

Volvió al beso parcialmente porque simplemente era absolutamente maravilloso y parcialmente para mantener la mente de Crowley alejada de lo que iba a hacer pero no necesitaba preocuparse, en cuanto su dedo encontró la pequeña y preciosa apertura, Crowley soltó un largo suspiro de alivio e hizo fuerza un poco, pasando el dedo de Azirafel por el apretado músculo. Ese acto de confianza—ese acto de deseo—fue tan maravillosamente excitante que Azirafel no pudo evitar meter todo, apartándose del beso cuando Crowley gimió y se arqueó en respuesta. - ¿Bien?-, jadeó, obteniendo un asentimiento frenético y un siseado. - ¡Más!-, como respuesta. Inmediatamente obedeció, curvando otro dedo más, sus ojos abriéndose como platos al ver su unión íntima, a Crowley, sonrojado y jadeando bajo él, moviéndose sobre el colchón mientras Azirafel acariciaba su interior.

- ¡Oh!-. Crowley dio un respingo, los ojos de Azirafel llevados hacia la forma en la que los músculos de sus muslos se apretaron cuando se dio cuenta de que inadvertidamente tenía que haber rozado su próstata con su estiramiento. Volvió sobre sus pasos, lo hizo otra vez y sintió que su propia polla se movía cuando la misma respuesta apareció. Lo hizo otra vez, y otra vez, hipnotizado por los músculos, el sonrojo en aumento, los gemidos que se estaban convirtiendo en jadeos de lujuria, firmes, rítmicos y completamente adictivos.

- ¡Para!-. La voz de Crowley salió alta y apretada como la mano que se enroscó alrededor de la muñeca de Azirafel. -Voy a correrme, ángel, me voy a correr…para…

Azirafel se pausó, considerando. -Podrías hacerlo ¿sabes? Deberíamos de poder hacer esto indefinidamente, querido, podríamos probar eso.

Crowley, con las piernas abiertas, la polla dura y goteando sobre su tripa, todavía consiguió una pequeña risa. -Otro día, experimentaremos otro día. Por ahora, por favor, métete en mí.

-Ya esto dentro de ti-, provocó Azirafel moviendo sus dedos ligeramente y deleitándose en otra sacudida completa de su cuerpo antes de deslizarse fuera.

Y de repente se congeló. Miró hacia abajo, vio a Crowley ahí, con toda esa excitación y confianza y se asustó. ¿Y si esto no funcionaba? ¿Y si a Crowley no le gustaba? ¿Y si a Crowley no le gustaba él? Crowley estaba preparado, no había duda pero, de repente, Azirafel no lo estaba.

-Ey-. Una mano en su cara, llevándolo para encontrarse con ojos dilatados de color ámbar, y dedos, milagrosamente lubricados, pasando sobre su cadera, haciendo que su estómago se encogiera con anticipación y luego una mano, firme y caliente y tan apreciada, lentamente acariciándolo de arriba abajo, calentando sus motores, construyendo su necesidad. -Estamos preparados-. Oh, cómo amaba a Crowley. - ¿Estás bien, ángel? Estamos preparados.

Azirafel asintió y se movió sobre él, desafortunadamente descolocando sus inteligentes dedos durante el proceso. Se colocó en el hueco entre las piernas de Crowley, se acercó hasta que pudo sentirse posicionado justo en el sitio exacto, entrelazó las manos de ambos, colocándolas a cada lado de la cabeza de Crowley y luego se inclinó hacia delante para poder mirar a esos ojos absolutamente hermosos.

-Estamos preparados-, afirmó y tan lentamente como posiblemente pudo, empujó hacia dentro.

Observó cuando los ojos de Crowley parpadearon y se pusieron en blanco y sintió una oleada de emoción cuando cayó en la cuenta de que muy pronto conseguiría ver cómo se veía cuando se corría.

-Crowley-, susurró y con esos increíbles ojos amarillos sobre él, empujó el resto, no estando seguro de quién soltó el “joder” o el “maldita sea” que le acompañó al tocar fondo.

Durante un momento titubeó, hecho pedazos por la vista bajo él, la tensión alrededor de su polla, la forma en la que sus dedos estaban perfectamente entrelazados y no pudo evitar doblarse para posar un beso sobre su frente. La Todopoderosa le había dicho que Crowley era perfecto para él ¿Se había referido también de esta manera? Seguro que sí…

-Eres hermoso-, respiró deslizándose libremente dentro de él, observando a Crowley temblar y a su expresión tensarse cada vez que Azirafel pasaba sobre su próstata, fascinándose por la manera en la que, finalmente, eran uno. -Hermoso de todas maneras, no solo tu cuerpo-. Predeciblemente, Crowley apretó la cara y apartó la mirada pero Azirafel fue con él, persiguiéndolo. -Precioso-, mantuvo. -No “agradable”, sé que no te va lo “agradable” pero precioso, querido, exquisito.

-Ángel…

Azirafel podía sentir sus embestidas crecer, la presión en sus pelotas subiendo de nuevo, su deseo de simplemente poseer a Crowley aplicándose en su interior. -Déjame decirte cumplidos-, susurró. -Déjame decirte lo hermoso que eres, lo especial que eres, y lo mucho que te adoro completamente. Si no te lo puedo decir cuando estamos haciendo el amor ¿entonces cuando puedo?

-Literalmente en cualquier otro momento-, siseó Crowley a través de una mandíbula rígida. - ¿Cómo puedo concentrarme en correrme cuando me estás diciendo cosas como esas?

Azirafel se rió y se dobló, presionando las rodillas en el colchón. -No tienes que preocuparte por correrte-, susurró. -Deja que me encargue yo de eso-, y apresuró su marcha.

- ¡Uuhnk!-. Fue el veredicto de Crowley acerca del cambio de velocidad, sus dedos aferrándose a los de Azirafel y Azirafel permitiéndose una diminuta sonrisa triunfal antes de sacarla un poco más, casi del todo, sintiendo el aire fresco en su polla lubricada y luego metiéndola de un golpe, deleitándose en el grito y la espalda arqueada que su movimiento provocó. Lo hizo otra vez y otra vez, angulando cuidadosamente sus embestidas para que sacaran un grito cada vez que volvía a meterla.  

 Apresuró su velocidad, observando, hipnotizado, mientras Crowley lentamente se deshacía bajo él. Se inclinó para dejar un beso justo al lado de una gota de sudor que apareció bajo la línea del pelo del color de las llamas. Se dobló a la mitad para lamer el hueco sonrojado de la garganta. Apretó los largos dedos en los suyos al mismo tiempo que cada golpe de su polla contra una próstata altamente estimulada. Anguló las caderas y observó como la piel se erizaba por todos lados debajo de él. Cambió el nivel de intensidad alternando entre dolorosamente suave y lo suficientemente brutal para tener a Crowley levantándose de la cama una fracción. Nunca había sido así, así de intenso, así de jodidamente placentero.

-¡Uuhnk!-, comentó de nuevo Crowley y Azirafel lo observó retorcerse sin remedio bajo él, se encontró a sí mismo pensando en lo absolutamente hechizante que era ver a su compañero contenido hacerse pedazos de esta manera nada más que con la polla de Azirafel, deseó que pudieran quedarse así para siempre, que Crowley siempre estuviera así de seguro y de feliz durante cada momento del resto de la eternidad.

-¡Uuhnk!-, intentó de nuevo y Azirafel observó mientras abría los ojos, fijando sus pupilas ensanchadas y negras sobre Azirafel y susurrando. -Por favor…

- ¿Por favor?-. Azirafel estaba confundido, aumentó el ritmo un poco más y se encantó con el gemido que sacó del pecho de Crowley.

-Mi polla-, siseó, su cabeza moviéndose entre sus manos unidas. -Necesito que tú…

No terminó, Azirafel no estaba seguro de si fue por la embestida particularmente dulce que le había acabado de dar o por algún tipo de vergüenza que le estaba impidiendo sacar las palabras pero, de cualquier forma, no importó. -No-, dobló su velocidad. -No necesitas eso, solo necesitas esto.

Crowley gimió y echó la cabeza hacia atrás en el colchón, abriendo su cuerpo incluso más, permitiendo a Azirafel meterse un poco más profundamente en él.

-Te amo-, gruñó Azirafel apretando los dedos por el casi sollozo roto que hizo Crowley, obligándose a concentrarse en el ángulo, en su velocidad, en—¡oh, Dios! 

Crowley se tensó, sus ojos en blanco, pero fue el sentimiento que inundó a Azirafel lo que casi le hace perder el ritmo. Amor, deseo, excitación, felicidad, sí, pero creencia, tanta creencia que Azirafel sollozó. Oh, ¡lo sabía! Crowley al final sabía el amor que Azirafel tenía por él, finalmente entendía su profundidad y permanencia, y esa creencia fue como si una luz cegadora hiciera desaparecer todo de su camino. Estaba tan tenso, tan cerca, pero por primera vez en todos los milenos que Azirafel lo había conocido, tan libre de duda. Ahora gruñía, con cada embestida en su interior, los músculos de su estómago temblando, sus labios formando silenciosamente el nombre de Azirafel y Azirafel solo pudo mirar y maravillarse y…¡oh! 

El grito más precioso de maravilla y dicha fue arrancado de Crowley cuando se corrió. Azirafel apartó la mirada de la expresión de abandono por el placer que tenía y la bajó hasta la polla sin tocar, observando en extasiada felicidad como chorreaba entre ellos, temblando y moviéndose mientras el placer se rompía y se alzaba. Pareció durar eternamente hasta que los movimientos rítmicos del interior de Crowley alrededor de él fueron demasiado para soportar y se inclinó hacia delante, dejando que los dedos de Crowley se soltaran de los suyos y frenéticamente golpeando hasta su propia corrida.

Liberado, los brazos de Crowley subieron y se enroscaron alrededor de la espalda de Azirafel, acercándolo y susurrando en su oído, su voz seca y ahogada. -Córrete para mí, ángel-. Y Azirafel explotó, gritando en placer mientras la vorágine lo arrastraba más y más profundamente, imaginando su esencia derramándose de él y hacia Crowley, uniéndolos, reclamándolo.

Volvió en sí lentamente, inclinando sus caderas perezosamente mientras perseguía cada último hilo de placer, luego obligó a sus ojos a abrirse para encontrar a Crowley mirándolo, su expresión indefensa y llena de adoración y de todo lo que Azirafel podía haber tenido durante la mayor parte de esos últimos seis mil años.

-No-, susurró Crowley, su voz áspera y arruinada, su mano deslizándose por el pelo de Azirafel. -Eso fue jodidamente brillante y bien merecida la espera. No lo arruines con pensar en lo que podría haber sido.

Ojalá haberte tenido antes … El pensamiento no abandonó a Azirafel pero asintió, se preguntó si parecía tan agotado como Crowley e hizo una mueca en silenciosa solidaridad cuando salió de ese agarre todavía apretado, sintiendo una oleada de calidez seguirlo. Agitó una mano, otro milagro inapropiado y gimió cuando se dejó caer encima del edredón al lado de Crowley, estirándose para ponerlo sobre ambos y colocarse bajo el brazo de Crowley. Hubo un beso sobre su cabeza y luego, cálidos y saciados y en paz por primera vez, ambos se durmieron.