Work Text:
Eileen estaba haciendo la cena, Severus ponía la mesa, Tobias estaba bebiendo en el pub con sus compañeros de trabajo de la fábrica.
De repente, sonó el teléfono.
Severus lo descolgó.
— Casa de los Snape, dígame.
— Sev, soy Lily.
— Hola, Lily.
— Mira, mañana voy con mi familia a Londres y nos preguntábamos si querrías venir con nosotrs. Estaríamos todo el día fuera.
— Espera que se lo pregunto a mi madre.
Severus dejó el auricular al lado del teléfono y se dirigió a la cocina. Su madre estaba cortando unas patatas.
— ¿Quién era hijo?
— Era Lily. Su familia va mañana a Londres y me ha preguntado si quería ir con ellos. — el niño se retorció las manos y agachó la mirada.
— ¿A Londres?
— Sí, estaríamos todo el día fuera.
Eileen lo sopesó un momento. Dejarle ir implicaría darle dinero por si quería comer algo o comprarse algún caprichoso, y no tenía mucho dinero para darle, hacer que se quedase en casa implicaba estar con su padre. Eileen sabía que eran una familia de pocos recursos y la situación con Tobias era complicada desde que le reveló que era una bruja, pero quería que Severus fuera feliz.
— ¿Tú quieres ir?
Severus no contestó. Sí que quería ir pero no quería causarle molestias a su madre.
— Dile a Lily que ahora voy. Me gustaría hablar con sus padres.
Severus se dirigió de nuevo al salón, cogió el teléfono y se puso el auricular en la oreja.
— Ahora mi madre no está. Ha salido con Petunia a comprar. Se pondrá mi padre. — le dijo Lily cuando su amigo terminó de hablar.
Severus vio por el rabillo del ojo como su madre salía de la cocina secándose las manos con un mandil.
— Ahora se pone mi madre al teléfono. — dijo Severus.
Cuando Eileen llegó a donde se encontraba su hijo, este le tendió el auricular.
— ¿Diga? — preguntó Eileen.
— Buenas tardes, señora Snape, soy John Evans, el padre de Lily. Lamento llamar tan tarde... — Lily le había pasado el teléfono a su padre para que pudiera hablar con la madre de su amigo.
Eileen se puso un poco tensa. Desde que le reveló a Tobias que era una bruja y este empezó a maltratarla, le costaba hablar con otros hombres. Se ponía tensa y estaba a la defensiva, como si al mínimo comentario o movimiento que pudiera importunarlos la gritaran o pudieran golpearla.
...
Tobias Snape llegó a casa. No estaba tan borracho como otros días. Aún quedaban unos días para el día de cobro así que hasta él tenía que estrecharse el cinturón hasta entonces.
Abrió la puerta.
— Gracias por todo, John. Si. Si. Adiós. — Eileen colgó el teléfono. Severus estaba a su lado. Había terminado de hacer la cena mientras su madre estaba hablando.
— ¡¿Quién era ese John, Eileen?! ¡¿Me estás poniendo los cuernos, pedazo de puta?!
— Tobias, John es el padre de Lily, la amiga de Severus. Han llamado porque querían invitar a Severus a una salida con ellos.
— ¡No vuelvas a hablar con un hombre en tu puta vida! ¡¿Me has oído?! ¡En tu puta vida!
— ¿Tampoco la dejarás hablar conmigo? También soy un hombre — le preguntó Severus con la mirada llena de odio.
Tobias lo ignoró. Se acercó al teléfono, lo desenchufó y lo tiró al suelo. Lo levantó y volvió a tirarlo al suelo. Así hasta romperlo. Todo esto bajo la atenta mirada de su mujer e hijo.
— No vuelvas a hablar con un hombre en tu puta vida. Antes de que te vayas con otro te cortaré el cuello.
Acto seguido se fue a la cocina y dio un portazo.
— Al menos esta vez no iba dando tumbos como el borracho que es — susurró Severus mirando hacia la puerta de la cocina — si es necesario, aviso a Lily diciéndole que mañana no puedo ir a Londres con su familia. — miró a su madre.
— ¿Con qué teléfono, hijo? Está roto, es tarde y ya está hecho. Mañana irás con los Evans a Londres. — se acercó a él y le puso una mano en el hombro. — Te daré diez libras para que puedas usarlos para tus gastos personales.
Severus asintió. Daba gracias de que Tobias hubiera tirado el teléfono en el suelo y no en la cabeza de él o de su madre.
Se dirigieron a la cocina. Su padre estaba esperando sentado en su sitio. Severus fue a sentarse a su izquierda y Eileen trajo un pequeño guiso.
— Cuando tengas pareja, sabrás de lo que hablo, Severus. Ya me darás la razón. A una mujer hay que tenerla a raya cuando habla con otro hombre.
Severus no dijo nada. No quería ganarse una reprimenda y ganar una zurra, por un día que se habían librado. Solo sabía una cosa. Él jamás sería como su padre.
...
Cuando la cena terminó y Tobias se fue a dormir, Severus miró a su madre:
— Nunca me casaré. Jamás tendré hijos. El apellido Snape morirá conmigo.
Y después de decir estas palabras, el segundo hombre de la casa se fue a dormir.
A la mañana siguiente, Severus esperó a los Evans delante de la puerta de su casa y se fue a Londres con ellos con las diez libras que le había dado su madre. También se fue con el miedo de encontrar a su madre con el cuello cortado tal y como había prometido su padre que haría si Eileen quería irse con otro hombre o simplemente huir de sus garras.