Chapter Text
A Gyutaro se le hacía agua la boca.
- Que descarado - enfatizó Zenitsu, haciéndose el ofendido.
Se cubrió el pecho con una mano, fingiendo pudor.
En cambio Gyutaro — sin disimular ni un poco su gula — sorbió ruidosamente el exceso de saliva que se le acumulaba dentro de la boca.
- ¿Me das? - preguntó el sinvergüenza, sin dejar de mirar ese bonito, redondo y apetitoso pezón al descubierto.
Zenitsu sonrió coqueto, pasándose los dedos por el cabello.
Se acomodó algunos mechones tras la oreja.
- Hum...no lo sé - pretendió meditarlo mirando pensativo hacia el techo. Se mordió ligeramente un dedo, sabiendo muy bien como ese pequeño gesto resultaba tentador para su espectador - tal vez deb¡ah! - se quejó adolorido cuando la presión de las encías de su bebé le tomó por sorpresa.
Cierto, pequeño detalle.
Mientras ese par de calenturientos coqueteaban entre sí, el pequeño se estaba alimentando.
La piel le palpitaba y tenía los ojos húmedos. Esa "mordida" le dolió mucho.
MUCHO.
Intentó acomodar al bebé para cambiarle de posición, pero el pequeño gimoteó.
El rubio suspiró resignado, arrullándole con delicadeza.
- Creo que sufriré mucho cuando te salgan los colmillos - lloriqueó, acariciándole el suave cabello bicolor - bebé, no seas como tu papá, trátame con cariño - pidió en voz baja, pero con la intención de que su pareja le escuchase.
- No te quejabas anoche - replicó Gyutaro, ligeramente ofendido - además, ¿cómo está eso de los colmillos? ¿Cuánto más voy a tener que competir con ese pequeño acaparador por tus pechos? - preguntó, mirando con fingida severidad a Haku.
Acercó una mano al bebé. Haku, aunque adormilado, reconoció la presencia de su padre, y aferró su manita a uno de sus dedos.
La mirada de Gyutaro se relajó.
- El tiempo que sea necesario - continuó Zenitsu, limpiándose con un toalla alrededor de la areola, sin interrumpir a su pequeño - y por cierto, ¿serías tan amable de no comerte la comida de tu hijo? mi pecho izquierdo está casi seco. Y el doctor ha dicho que ambos pezones deben estar limpios y listos para Haku - regañó.
Sus cejas se inclinaron hacia abajo.
Si, pretendía mostrarse severo, pero su carita no se lo permitía.
- ¿Me estás diciendo sucio? - fue turno de Gyutaro de quejarse, aunque fuera algo bastante cínico de su parte.
- Te estoy diciendo que no puedes dejar ni mordidas ni tus babas en mi pecho, ¡mira como me lo dejaste! - Zenitsu se descubrió el otro pezón, abriendo el botón de su camisa especial para amamantar, para mostrarle las obvias marcas rojizas y amoratadas distribuidas por todo su pecho - Si el bebé no se llena, serás tú quien lo alimente.
- No veo cómo.
- Pues deja mis pezones en paz.
- Deja mis pezones en paz ~~ - repitió Gyutaro, simulando de forma burlona la voz de su esposo - los tengo taaaaan hinchados y jugosos ~~
- ¡Yo no habló así! - se quejó el rubio, sonrojado - ¡Mi voz no es tan aguda!
- ¿Ah, no? - Gyutaro alzó una ceja - si te tocó aquí , trinas como pajarito.
- ¡Gyutaro! - Zenitsu se erizó al sentir la afilada uña de su esposo picar su pezón lacerado- no e-enfrente de Hakuuuu~~
El pequeño Haku recién había cumplido los tres meses. Seguía siendo un poco pequeño pero poco a poco iba subiendo de peso y se alimentaba bastante bien — Zenitsu podía dar fe de ello — . Las visitas con el pediatra eran de rutina y, aunque las preguntas y la incertidumbre de los padres primerizos abrumaban un poco al doctor, les aseguraba que lo estaban haciendo bien.
A medida que crecía se apreciaban mucho mejor los rasgos, como las cejas y sus ojitos miel, iguales a los de Zenitsu.
Gyutaro estaba tan aliviado de que se pareciera más al rubio que a él. Y aunque Zenitsu lo regañaba para que dejase de menospreciarse, había cosas que no siempre podían superarse de un momento a otro.
Lo que definitivamente no podía negar era ese cabello bicolor tan llamativo. Comenzaba a ondularse y Zenitsu quería dejárselo crecer.
Y aunque era muy pronto, el rubio estaba bastante seguro que los colmillos también serían algo que heredaría de ese alfa pervertido.
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- Siendo usted un omega recesivo, lo recomendable es que su cría sea amamantado durante, al menos, el primer año de vida, para cubrir los nutrientes necesarios.
Mirando de reojo al alfa, el doctor asintió con formalidad y continuó con la explicación.
- Los dientes de los bebés de semilla pesada comienzan a salir alrededor de los cuatro meses. Los colmillos son fenotipos dominantes, sobre todo si es el padre alfa quién los aporta.
Zenitsu palideció y por reflejo se cubrió los pequeños pechos que le habían crecido. Gyutaro, quien tenía a Haku en brazos, se hizo el desentendido.
- Recomiendo que los masajes mamarios formen parte del cuidado de rutina. Esto evitará cualquier tipo de dolencia y contribuirá a que el fluido de la leche sea continuo.
Ahí Gyutaro si que puso toda la atención del mundo.
- Cuente con ello.
Zenitsu lo miró enfadado.
- Apenas y lo sentirá - el doctor trató de reconfortar al rubio, quién se veía cada vez más nervioso - la mordida de su bebé será algo leve, aún no tiene la suficiente fuerza para dejar alguna marca. No se preocupe, estará bien.
- No le creo - respondió Zenitsu, ya imaginando lo que le deparaba.
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- Mmmm...bueno - aceptó de mala gana el alfa. Miró a su pequeño, quien se esforzaba por mantenerse despierto pero sin dejar de sorber - Vamos hijo, no seas egoísta, déjame un poco.
- Gyutaro.
- Bien - hizo una mueca, mostrándole los dientes pero luego besó la mejilla de Zenitsu, quien sonrió satisfecho.
En las mañanas Gyutaro salía a trabajar y al salir iba por el bebé al trabajo de Zenitsu, quien laboraba como profesor de música durante las tardes.
Gyutaro y Haku regresaban a casa y Zenitsu llegaba tres horas después. Cenaban, se ponían al día, cuidaban, acostaban al bebé y luego pasaban un tiempo juntos. Y durante las madrugadas, se turnaban para cuidarle.
Y cuando los días eran largos y pesados, Ume les echaba una mano.
O Jigoro, quien amaba llevar de paseo a Haku.
Incluso ese par de chicos que, desde que había nacido Haku, se habían tomado muy en serio su papel como tíos. En ocasiones, había fines de semana seguidos en los que, al menos uno de ellos, estaba de visita. Ya fuera Tanjiro con sus dos alfas siempre vigilantes, o acompañado de su hermanita o con sus séquitos de hermanos.
O el chico cerdo entrando por la ventana de sorpresa o colgándose del techo. Si llegaba con su chica, a ella le tocaba bajarle a escobazos.
Kaigaku se aparecía de vez en cuando, disimulando torpemente su preocupación con su pendeja indiferencia, pero siempre traía algún presente o algo de comida.
Gyutaro, al principio, toda esa panda de idiotas le abrumaban con su presencia y sus continuas muestras de atención y afecto.
Pero luego, se sorprendió a sí mismo sintiéndose cómodo con su compañía.
- Al fin - suspiró Zenitsu aliviado, cuando Haku dejó de presionar su pezón.
Estaba dormitando, pero antes tenían que sacarle el aire.
- Yo me encargo - se adelantó Gyutaro, tomándolo en brazos.
Durante ese tiempo Gyutaro ya había logrado ganar experiencia y ahora abrazarle ya no le era tan complicado.
No mucho.
Mientras le daba leves palmaditas en la espalda, Gyutaro se movió con él, arrullándolo.
Zenitsu se quedó embelesado observando cómo su esposo acomodaba cuidadosamente al bebé sobre su hombro. Haku se acurrucó sobre él, cerrando sus manitas.
- Quiero tener otro bebé - suspiró el rubio, adormecido.
Despertó tan pronto se dio cuenta de lo que acababa de decir. Miró avergonzado a Gyutaro, quien había detenido su arrullo y a su vez lo miraba aturdido.
Pero luego, saliendo de su asombro, reaccionó.
No iba a desaprovechar esa oportunidad.
- Zenitsu precioso, los que tú quieras, grrr - se burló, guiñándole un ojo.
- ¡Ya! - se quejó el rubió, cubriéndose el enrojecido rostro con las manos.
El pequeño Haku suspiró y sacó al fin el aire.
FIN