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A través del tiempo

Summary:

Un día los de arriba, en complot con los de abajo, decidieron que no había nadie vigilando el mundo que habían creado en medio de su estúpida guerra y lo desterraron a ir a vigilarlo. Junto con Izuku.

Twin Stars Week, Día 3: Angel/Demon.

Notes:

Día 3: Angel/Demon. (Angel!Katsuki y Demon!Izuku).

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: Observar la historia.

Summary:

"—¡No pienso trabajar contigo!

—¡Kacchan!

—¡Deja de seguirme!

—¡¿Al menos sabes dónde estamos?!"

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text


Observar la historia

"People assume that time is a strict progression of cause to effect, but actually from a non-linear, non-subjective viewpoint – it's more like a big ball of wibbly wobbly… time-y wimey… stuff", The Doctor


1480 a. C.

Cuando Katsuki se estrelló en la tierra, le dolió la espalda. No alcanzó a levantar las alas. «Tienes que observar la historia», le dijeron.

Y lo lanzaron.

Malditos hijos de puta, cabrones inútiles, idiotas, imbéciles.

Un día se dieron cuenta de que no le estaban poniendo mucha atención al mundo de en medio, se reunieron con los de abajo y acordaron que alguien tenía que observar la Historia. Con mayúscula. Una tontería así.

Nadie quería el trabajo, así que buscaron al tipo que los irritara más y lo lanzaron para bajo.

Véase, Katsuki.

Se estaba preguntando a quién demonios iban a mandar los de abajo cuando se abrió la tierra en dos y salió un idiota con las alas negras, cabello verde y cuernos.

—Oh, no. No. No. No. —Katsuki alzó la vista al cielo—. ¡No! ¡ME NIEGO! ¡RENUNCIO!

Por supuesto, no le contestó nadie, porque arriba ya se habían olvidado del asunto. Habían mandado a su emisario y punto. Alguien estaba observando la historia. Ellos podían seguir ignorando plegarias, pedidos y milagros mientras disfrutaban del paraíso y se encargaban de las almas que llegaban hasta allá.

El idiota de pelo verde en vez de darse por aludido en las quejas de Katsuki, sonrió.

—¡Kacchan!

—¡Es Katsuki! ¡Katsuki! —se distrajo tan sólo un momento para voltearlo a ver y luego volvió otra vez su vista al cielo—. ¡¿Lo oyen?! ¡RENUNCIO! ¡NO VOY A TRABAJAR CON ESTE IDIOTA!

Por supuesto, nada importaba.

Él ya estaba en medio y arriba no podían oírlo.

No contestó absolutamente nadie. Seguro estaban muy ocupados jugando estupidez o apostando cuándo caería algún imperio que ya no existía porque hacía siglos que no volteaban a ver la tierra.

—¡Oh, nos divertiremos juntos! —siguió Izuku.

Demonio de pelo verde, insoportable en todo sentido. Se sabía todos los datos de todos los jefes de abajo y los de arriba también. Era una inutilidad como demonio, quería reformar todo y en general nadie abajo lo soportaba.

O arriba.

Katsuki el que menos.

—Dilo por ti, yo me largo.

Empezó a caminar en cualquier dirección. No importaba a donde iba. Daba igual.

—¡Kacchan! ¡Se supone que tenemos que trabajar juntos!

El demonio lo persiguió.

Izuku. Se llamaba Izuku, recordó Kacchan. Los nombres no le importaban. Nunca se aprendió ninguno de los estirados de arriba.

—¡No pienso trabajar contigo!

—¡Kacchan!

—¡Deja de seguirme!

—¡¿Al menos sabes dónde estamos?!

Iba a gritarle que no y que no le importaba cuando se dio cuenta de que sí que sabía. 1480 a. C. También sabía al lugar: a la orilla del Nilo. Cerca de Tebas.

Oh.

Interesante.

Cierto, que los seres claros lo sabían todo.

—¡Sí, idiota! ¡Y tú también! —espetó, dirigiéndose hacia Izuku—. Ya se escribió el rigveda [1] en el valle Indo. No sé por qué siento que eso va a ser importante. Los egipcios conquistaron Nubia. Waset [2] está para allá —señaló hacia la dirección en la que sabía que estaba la capital— y Men Nefer [3] para allá. Maatkara Hatshepsut está construyendo la Capilla Roja del templo de Amón en Karnak. ¿Algo más?

Lo recitó todo por decirlo. Podía decirle que al otro lado del océano los Olmecas ya habían florecido también. O contarle la batalla de los diez reyes. Era probable que Izuku también acumulara todo ese conocimiento dentro de sí.

—Sólo preguntaba —se excusa Izuku—. Vamos, ¿entonces?

—¡No iré contigo a ningún lado!

—Oh, vamos, Kacchan. La tierra es muy grande. Y el tiempo se hace largo aquí. Los nativos no pueden vernos.

Ni a los claros ni a los oscuros. Sus ojos no eran lo suficientemente grandes como para darse cuenta de que había dos mundos en pugna por encima y debajo de ellos. Inmortales, aburridos y que se encargaban de las almas que morían. Algunas para arriba, algunas abajo.

—¿Seguro que quieres pasar la Historia solo? —preguntó Izuku.

Katsuki dudó.

Maldita sea.

—Vamos a Waset —propuso Izuku—. Tiene otro nombre, ¿no?

—Tebas. Es griego.

—Vamos, entonces. Presiento que pasaran grandes cosas allí pronto.

—Hay una reina —comentó Katsuki—.Reina-faraón —corrigió—. ¿Les gustan las reinas?

Izuku se rio.

—Creo que no. No sé. Dicen que tiene sangre divina, ¿sabes?

—¡Claro que sé!

—¿Por qué dicen eso?

—Porque no nos conocen, idiota. Nosotros si somos divinos. Estos son mortales inútiles, que pelean todo el tiempo y se matan y se mueren y esas cosas. —Los humanos no le gustaban demasiado. Katsuki los había observado demasiado tiempo atrás, cuando apenas había aparecido entre las nubes, y los había encontrado irritantes a más no poder. Vivían enfrascados en peleas sin sentido.

—También construyen, Kacchan. —Izuku seguía caminando al lado de él. Ninguno parecía tener ganas de alejarse de la orilla del río Nilo. Y no era como si lo necesitaran. Podrían internarse hondo en el desierto y no sentir el calor ni el frío ni el hambre.

Eran claros y oscuros.

No sentían las miserias ni las pasiones humanas.

(Aunque no había duda de que sentían cosas: si no, Katsuki no se hubiera explicado su irritación de estar condenado a trabajar con un idiota como Izuku).

—¡Deja de seguirme!

—¡Kacchan, yo también quiero ver el templo de Amón en Karnak! ¡Me fascina la idea de que crean que el sol es un Dios!

Claros y oscuros conocían mejor la realidad: habían creado el mundo en un intento de zanjar una guerra y luego se habían olvidado de él. No había ningún Dios. Pero los humanos los creaban.

—¡Entonces yo iré a otro lado!

Izuku tuvo el maldito descaro de reírse.

—Tú también quieres verlo. —Y luego sonrió de lado. Le salía muy bien—. Además, si no me gritas a mí, ¿a quién planeas gritarle?

Katsuki gruñó.

No se apartó del camino. Muy bien, iban a ver el templo de Amón en Karnak. Iba a quejarse mucho en el camino y él e Izuku iban a discutir cuarenta veces sobre los seres humanos.

(Izuku los adoraba).

Quizá también verían otras cosas que iba a construir Maatkara Hatshepsut. A ver qué tal fluía su reinado. Quizá hasta pudieran quedarse a ver cómo acababa.

Quién sabe.

—¡Si no quieres que te deje atrás, apúrate!

Notes:

[1] El más antiguo de los textos védicos.

[2] Nombre egipció de Tebas, capital del Imperio Egipcio en ese momento.

[3] «Estable de la belleza», egipcio. Helenizado, se convirtió en Menfis.

Notas del capítulo:

1) Se me ocurrió esto de improviso, así que lo estoy escribiendo de improviso. Está y no está inspirado en Good Omens. Es más bien una excusa para hablar de periodos históricos que me gustan.

2) Hatshepsut es la reina-faraón más famosa del Antiguo Egipto. Fue la mujer que estuvo más tiempo en el trono de las «Dos Tierras» y se la conoce hoy por su gran actividad constructora (su reinado fue un momento de paz para el imperio). Tebas floreció bajo su reinado. Y nada, usé el nombre egipcio de Tebas porque me parecía adecuado.