Lucas
Lucas
Lucas
Muchos estaban escribiendo sobre Jesús, y Lucas para hacer algo auténtico, investigó todas las
fuentes de información, para que fuera de confiar en lo que él escribiría. Lucas era médico, en el
griego original del libro existen muchas palabras relacionadas con la medicina de la época. El griego
con que se escribió, era lo mejor en su tiempo. Lucas y sus descripciones, inspiran el arte cristiano y
hoy en día, Música, (el Mesías de Haendel), obras de pintura. También él estaba escribiendo para los
griegos, que en aquel entonces era una cultura muy artística y de mucha sabiduría.
Lucas dedicó sus obras al "excelentísimo Teófilo" (lt. "amante de Dios", 1:3; Hch 1:1). Esta
designación, la cual puede ser un apodo o un seudónimo, es acompañada por una expresión formal
("excelentísimo"). Posiblemente quiere decir que "Teófilo" fue un dignatario romano bien conocido,
quizás uno de aquellos que se había vuelto a Cristo en la "casa de César" (Fil 4:22).
Lucas escribió su Evangelio quizás en Cesarea durante los dos años del encarcelamiento de Pablo
(Hch 24:27; 25:4) o después de llegar a Roma (Hch 27:1; 28:16), cerca del año 58–60 d.C. El se valió
del testimonio de testigos presenciales (1:2) y de muchos relatos escritos (1:1), como también de la
tradición oral (1:4); todo esto bajo la dirección del Espíritu Santo. El recipiente inmediato del Evangelio
de Lucas fue Teófilo, nombre que significa “amigo de Dios” (1:3); probablemente él haya sido un
importante oficial romano (“excelentísimo”, 1:3; cp. Hch 23:26; 24:3; 26:25) y quizás un convertido de
Lucas. Los escritos de Lucas fueron especialmente para los griegos, muchos de los cuales acababan
de venir a la fe en Cristo (Hch 11; 17:4; 19:17; 20:21). Su Evangelio es universal en alcance (2:10;
3:6). Sólo él, de los escritores de los Evangelios, menciona la viuda en Sidón (4:25–26), Naamán de
Siria (4:27), el buen samaritano (10:30–37) y los tiempos de los gentiles (21:24). Sus comentarios
acerca de los recaudadores de impuestos son positivos (3:12; 5:27; 7:29; 15:1; 18:10–13; 19:2–3).
Lucas proporciona abundantes enseñanzas doctrinales. Es el primer escritor del Nuevo Testamento
que introduce el tema de la redención (1:68; 2:38; 21:28; 24:21). Presenta a Jesús como el Mesías
(Zac 6:12), un verdadero Pariente Redentor para la humanidad, que cumple la ley de la redención de
Lv 25:23–55, donde la idea de “redimir” ocurre 15 veces. También ilustra la justificación por la fe
(7:36–50; 15:11–32; 18:9–14; 19:1–10). La oración se enfatiza (11:1–13; 18:1–8, 10–13; 21:36) y la
alabanza predomina en su Evangelio; le da a la iglesia grandes himnos tal como el Magníficat (1:46–
55), Benedictus (1:68–79) y Gloria a Dios (2:14). Lucas presenta el más amplio relato del desarrollo
humano de Jesús (2:1–4:13) y las mujeres y los niños son mencionados con respeto (2:19, 36–38;
7:12–15; 8:41–42; 10:38–42; 13:11–13; 18:15).
Después de su clásico prefacio (1:1–4), Lucas dedica una sección larga a Juan el Bautista, el
antecesor del Redentor (1:5–80). Luego viene la preparación del Redentor: su nacimiento, bautismo,
genealogía y tentación (2:1–4:13). La presentación del Redentor comienza con su ministerio público
en Galilea cuando Jesús inicia su labor (4:14–44), llama a sus discípulos (5:1–6:16) y concluye
ministrando en el norte del país (6:17–9:50). Lucas continúa presentando a Jesús camino a Jerusalén
(9:51–19:28). Dentro de esta parte del viaje, se registran veintisiete parábolas dichas por Jesús, de
las que diecisiete son exclusivas en este Evangelio. El pago del Redentor se menciona enseguida
(19:29–23:56) al pagar el Redentor el precio (Lv 25:25) para volver a comprar a las personas
perdidas, esclavizadas por el pecado y Satanás. Lucas concluye con las pruebas del Redentor en sus
apariciones y ascensión (24:1–53; cp. Hch 1:3).
Este Evangelio comienza y finaliza con gozo (1:14; 24:52) y la alegría aparece a través del libro (1:44,
47, 58; 2:10; 6:23; 8:13; 10:17, 20–21; 13:17; 15:5–7, 9–10, 32; 19:37; 24:41). Es una fuente
constante de alegría a todo el que escucha por primera vez, o a quien se le recuerda, de la gracia de
Dios por medio del Mesías, el Redentor, quien logró la salvación para todos los que confían en la
sangre que El derramó y así reciben la vida eterna.
IMPORTANCIA EN LA BIBLIA
Lucas presenta a Cristo como el Hijo del Hombre (19.10), es decir, el Mesías de Dios y el Hombre
ideal que vino a identificarse con la humanidad y a ser Salvador de ella (2.32; 3.6). Se traza la
experiencia de Jesús a través de toda una vida normal, desde su genealogía, la cual Lucas remonta
hasta Adán (3.23–28), su nacimiento (2.1–20), infancia
(2.21–39) y niñez (2.40–52) hasta su madurez. Jesús participa plenamente de la vida humana. Es
Salvador de toda clase de personas: judíos, samaritanos (9.52–56; 10.30–37; 17.11–19) y quienes
tenían otras religiones (2.32; 3.6, 8; 4.25–27; 7.9); hombres y mujeres; publicanos (3.12; 5.27–32;
7.37–50; 19.2–10), y fariseos (7.36; 11.37; 14.1);
ricos (19.2; 23.50), y pobres (1.53; 2.7; 6.20; 7.22). Es a la vez Salvador universal e individual.
Lucas da prominencia a la oración. Relata nueve oraciones de Jesús, de las cuales solo dos se
encuentran en los otros Evangelios. Dos de sus parábolas particulares tratan de la oración (11.1–13;
18.1–8). Solo Lucas nos informa que Jesús intercedió por Pedro (22.31, 32), que exhortó a los
discípulos a orar en Getsemaní (22.40), y que oró por sus enemigos (23.34).
El Espíritu Santo es otro tema importante (4.1, 14; 10.21; 11.13; 24.49). La humanidad del Señor se
revela en su dependencia del Padre en la oración, y del Espíritu Santo. El gozo y la alabanza ocupan
un lugar especial (1.14, 44, 47; 6.21, 23; 10.21; 15.23, 32; 24.52s); solo en Lucas figuran los cuatro
himnos: el Magnificat (1.46–55), el Benedictus (1.68–79), el Gloria in Excelsis Deo (2.14) y el Nunc
Dimittis (2.29–32).