¿A dónde se merecen ir los niños malos cuando ya han quemado todas las segundas oportunidades, y las terceras y las cuartas?
¿Cómo de feas pueden llegar a ser las guapas princesas de barrio?
¿Tienen sueños los tontos, los que no sirven ni quieren estudiar ni trabajar?
Después de despedirnos de estos conocidos personajes de la calle como son los canis y las chonis en los infrecuentes encuentros que tenemos con ellos para entrar a una discoteca o para pedirles hielo en los polígonos, ¿sabemos las atrocidades del viento que los guía y los lleva, que mece sus pendientes de aros o sus peinados engominados?
¿Podemos llegar a tener pena de lo que podríamos considerar una minoría social inferior a los que nos creemos superiores?
¿Estamos seguros de que no estamos discriminando a nadie por su forma de ser o su estilo de vida simplemente por que no casa con el nuestro?
Son niños malos pero ¿somos nosotros tan buenos como para juzgarlos?