Siete hombres al amanecer
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Bélico. Acción
En 1942, el general de las SS Reinhard Heydrich es nombrado gobernador de la Checoslovaquia ocupada por los nazis. Pero un grupo de siete soldados checos, exiliados en el Reino Unido, son enviados a su país para eliminarlo. La película detalla la planificación del atentado, su ejecución y la dura represión que sufrieron los checos tras la muerte de Heydrich. (FILMAFFINITY)
22 de mayo de 2008
37 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Siete hombres al amanecer" está basada en la Operación Antropoide. En dicha operación un grupo de soldados checoslovacos fueron entrenados para acabar con la vida de uno de los principales jerarcas nazis: el infame Reinhard Heydrich. Que se sepa es la única operación de la IIGM diseñada por los aliados para eliminar a un alto jerarca nazi. Se cree que la decisión británica de eliminar a Heydrich fue tomada para favorecer al Almirante Canaris. De hecho se piensa que él mismo pasó información crucial a los aliados para la organización del atentado.
Es de destacar que la ambientación, vehículos (sobretodo los SdKfz) y uniformes alemanes están bastante bien. Tiene un par de errores como el hecho de que se vean Tanques Tiger durante la destrucción de Lídice (Prefiero pensar que son Panzer-IV mal hechos). Otro es que los comandos checos salgan con un bazooka, arma que aún se estaba fabricando en 1942 por lo que sería muy raro de que dispusieran de una.
“Siete hombres al amanecer” no es la única película dedicada al tema del asesinato de Heydrich. Anteriormente se realizó “Los verdugos también mueren” de Fritz Lang y con guión de Bertolt Brecht, pero esta se centra más en lo que ocurre a uno de los comandos después del asesinato de Heydrich y es más ficticia.
Es de destacar que la ambientación, vehículos (sobretodo los SdKfz) y uniformes alemanes están bastante bien. Tiene un par de errores como el hecho de que se vean Tanques Tiger durante la destrucción de Lídice (Prefiero pensar que son Panzer-IV mal hechos). Otro es que los comandos checos salgan con un bazooka, arma que aún se estaba fabricando en 1942 por lo que sería muy raro de que dispusieran de una.
“Siete hombres al amanecer” no es la única película dedicada al tema del asesinato de Heydrich. Anteriormente se realizó “Los verdugos también mueren” de Fritz Lang y con guión de Bertolt Brecht, pero esta se centra más en lo que ocurre a uno de los comandos después del asesinato de Heydrich y es más ficticia.
18 de agosto de 2011
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
244/34(29/07/11) Entretenido film que relata el asesinato y posteriores consecuencias en 1942 en Praga de Reinhard Heydrich, también llamado ‘El Carnicero de Praga’, General nazi que regia Checoslovaquia y fue el impulsor de ‘La solución final’, eufemismo que se acuñó en la nefasta reunión en Wansee para determinar los métodos para exterminar a los judíos. Está basado en la novela homónima (al título inglés) de Alan Burgess, fue la Operación Daybreak (Amanecer), la planeó el servicio secreto británico y la realizaron un grupo de de soldados checos que desde Inglaterra llegaron en paracaídas a Chequia. La dirección del mediocre Lewis Gilbert (realizador de varios James Bond) no pasa de rutinaria, más parece un docudrama que una película, todo resulta muy frío, no te emocionas, te sirve de excelente clase de historia pero te mueve sentimiento alguno. Lo mejor es su espléndida recreación, rodada en los escenarios reales de Praga, se nos cuentan los detalles pormenorizados de los acontecimientos, la llegada del comando, el plan del atentado, la realización del mismo, la represalias nazis, con eliminación física de un pueblo Lidice, y como los rodearon en un Iglesia de San Cirilo por una traición. Pero es demasiado aséptico, la ves, pasas un rato ameno, te enseña un hecho histórico, pero un documental no lo hubiera hecho peor. Los actores no pasan de correctos, no me tocan fibra alguna. Hubo otra versión anterior realizada por el genial Fritz Lang, ‘Los verdugos también mueren’, se hizo un año después de los hechos, 1943, durante la WWII, pero su tono nada tiene que ver con esta. Recomendable a los degustadores de docudramas. Fuerza y honor!!!
29 de julio de 2013
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Operation Daybreak, traducida poéticamente al español como Siete hombres al amanecer está basada en una historia real sucedida durante la segunda guerra mundial. Además retrata una historia bastante insólita, porque se trata de la única operación apoyada por los gobiernos aliados con el objetivo de acabar con una de las figuras nazis más temidas, el jefe de la RSHA (el encargado de seguridad del Reich), además de ser una de cabezas visibles en la construcción de la solución final, Reinhard Heynrich. El atentado, conocido con el sobrenombre de operación antropoide, en la que mediante la colaboración de la aviación británica, la RAF, un grupo de checos llevó a cabo sus pretensiones, asesinando al líder nazi. Esta película retrata su historia. No ha sido la única que ha traído a la gran pantalla esta operación y debemos recordar la mítica película de Fritz Lang, Los verdugos también mueren (1942), en la que se seguía la misma historia, aunque en aquella el guionista fuera ni más ni menos que el gran dramaturgo Bertol Brecht.
Siete hombres al amanecer es la típica película que uno ha visto ya antes de que esta empiece. No hay nada nuevo pese a que el director británico Lewis Gilbert (famoso por rodar la exitosa película de Alfie así como alguna película de la saga Bond) trate de alzar la película a la gloria. La película no se acerca al nivel de otras obras que siguen un esquema similar, como podría ser El desafío de las águilas (1968) o Ha llegado el águila (1976). La ambientación es prueba de ello. Todo parece escogido con un gusto indudable, tanto por las majestuosas mansiones nazis recargadas de oro y plata que se registran así como las juventudes Hitlerianas cantando Noche de paz en su lengua natal. Todo da el pego y apenas hay elementos que desentonen pero falta una carencia de imaginación.
Si aquellas optaban por una historia ficticia pero que contaba con múltiples alicientes (como unos grandes artesanos detrás de las cámaras como John Sturges o Brian G. Hutton y un reparto más que brillante, con Michael Caine y Clint Eastwood a la cabeza, Siete hombres al amanecer se queda demasiado corta. Es cierto que no todos los actores desentonan en la película, como Timothy Bottons, pero alguna que otra interpretación se ve demasiado forzada, especialmente a medida que avanza la película. Además el tono serio de la película, casi misericordioso no acaba de pegar del todo bien con ciertas secuencias en las que la música se convierte en un elemento más negativo que positivo. Y es que aquí no contamos con la brillante música de Ron Goodwin que realizó para El desafío de las águilas, sino que la banda sonora, compuesta David Hentschel intenta tirar más por las vías atmosféricas que no las melódicas, pero la jugada acaba saliendo mal, en gran parte no por culpa suya sino porque el director, Lewis Gilbert se encarga de abusar del clímax musical para repetir una y otra vez la misma sintonía, que unida al tono excesivamente rígido de la película, lo único que hace es causar cierta sensación de desazón.
La película está partida en dos mitades, el antes y el después de la operación. La parte previa es más farragosa y se ve con más reparo. En ella el director no ha sabido desenvolverse bien, porque más que a una libertad creativa recurre a unos pasos demasiado vistos y la preparación del plan de asesinato (o mejor dicho, de los varios) se realiza como una simple rutina. Es a partir del asesinato y cuando todo se vuelve impredecible cuando la película gana enteros de manera definitiva. La búsqueda de los nazis hacia los causantes del atentando se convierte en una caza al ratón que deriva hacia un espectáculo que si bien la convierte en una película más cercana al género de acción o bélico que a otra cosa, consigue su objetivo. Y eso que las acciones de acción no están especialmente rodadas con una magnífica gracia (el director aparte de alguna fantasmada como permitir que una patrulla entera sea destrozada por tres hombres se limita a grabar con planos y contraplanos típicos) pero la acción de la cripta si logra transportarnos a la sensación de claustrofobia que debieron vivir aquellos hombres en e final de sus vidas, culminando con una secuencia final bastante lograda).
Por otra parte la película se sitúa en una posición intermedia entre el cine clásico y las últimas corrientes. Si algunos encuadres beben aún de una planificación clásica en la que el equilibrio es predominante (en especial las escenas de interiores) cuando la cámara se sitúa fuera en la ciudad es cuando consigue liberarse de la monotonía y conseguir unas cotas de calidad más altas. La cámara define el encuadre entrando y saliendo de la escena siguiendo un modelo metódico que se repite en más de una ocasión.
http://neokunst.wordpress.com/2013/07/29/analisis-filmico-siete-hombres-al-amanecer/
Siete hombres al amanecer es la típica película que uno ha visto ya antes de que esta empiece. No hay nada nuevo pese a que el director británico Lewis Gilbert (famoso por rodar la exitosa película de Alfie así como alguna película de la saga Bond) trate de alzar la película a la gloria. La película no se acerca al nivel de otras obras que siguen un esquema similar, como podría ser El desafío de las águilas (1968) o Ha llegado el águila (1976). La ambientación es prueba de ello. Todo parece escogido con un gusto indudable, tanto por las majestuosas mansiones nazis recargadas de oro y plata que se registran así como las juventudes Hitlerianas cantando Noche de paz en su lengua natal. Todo da el pego y apenas hay elementos que desentonen pero falta una carencia de imaginación.
Si aquellas optaban por una historia ficticia pero que contaba con múltiples alicientes (como unos grandes artesanos detrás de las cámaras como John Sturges o Brian G. Hutton y un reparto más que brillante, con Michael Caine y Clint Eastwood a la cabeza, Siete hombres al amanecer se queda demasiado corta. Es cierto que no todos los actores desentonan en la película, como Timothy Bottons, pero alguna que otra interpretación se ve demasiado forzada, especialmente a medida que avanza la película. Además el tono serio de la película, casi misericordioso no acaba de pegar del todo bien con ciertas secuencias en las que la música se convierte en un elemento más negativo que positivo. Y es que aquí no contamos con la brillante música de Ron Goodwin que realizó para El desafío de las águilas, sino que la banda sonora, compuesta David Hentschel intenta tirar más por las vías atmosféricas que no las melódicas, pero la jugada acaba saliendo mal, en gran parte no por culpa suya sino porque el director, Lewis Gilbert se encarga de abusar del clímax musical para repetir una y otra vez la misma sintonía, que unida al tono excesivamente rígido de la película, lo único que hace es causar cierta sensación de desazón.
La película está partida en dos mitades, el antes y el después de la operación. La parte previa es más farragosa y se ve con más reparo. En ella el director no ha sabido desenvolverse bien, porque más que a una libertad creativa recurre a unos pasos demasiado vistos y la preparación del plan de asesinato (o mejor dicho, de los varios) se realiza como una simple rutina. Es a partir del asesinato y cuando todo se vuelve impredecible cuando la película gana enteros de manera definitiva. La búsqueda de los nazis hacia los causantes del atentando se convierte en una caza al ratón que deriva hacia un espectáculo que si bien la convierte en una película más cercana al género de acción o bélico que a otra cosa, consigue su objetivo. Y eso que las acciones de acción no están especialmente rodadas con una magnífica gracia (el director aparte de alguna fantasmada como permitir que una patrulla entera sea destrozada por tres hombres se limita a grabar con planos y contraplanos típicos) pero la acción de la cripta si logra transportarnos a la sensación de claustrofobia que debieron vivir aquellos hombres en e final de sus vidas, culminando con una secuencia final bastante lograda).
Por otra parte la película se sitúa en una posición intermedia entre el cine clásico y las últimas corrientes. Si algunos encuadres beben aún de una planificación clásica en la que el equilibrio es predominante (en especial las escenas de interiores) cuando la cámara se sitúa fuera en la ciudad es cuando consigue liberarse de la monotonía y conseguir unas cotas de calidad más altas. La cámara define el encuadre entrando y saliendo de la escena siguiendo un modelo metódico que se repite en más de una ocasión.
http://neokunst.wordpress.com/2013/07/29/analisis-filmico-siete-hombres-al-amanecer/
13 de julio de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se dice eso de que la realidad supera la ficción no es ni mucho menos una frase hecha sin fundamento. Impresionada me he quedado, tras el de por sí impacto que supone la película, comprobar que en términos generales la historia de «Operation: Daybreak» es completamente verídica. Incluso podemos ver las fotos de los personajes reales. Una de esas intra historias de las grandes guerras que están ahí, sólo hay que saber desenterrarlas. En este caso, el primero fue el escritor Alan Burgess, quien noveló el relato histórico que sirvió para que quince años después se hiciera cine.
Una cinta de evidente aire artesano y descuidado, posiblemente con bajo presupuesto y narración desnivelada, pero con la elegante potencia de una Praga gris y pobre como telón de fondo donde se hace creíble el horror de la guerra y la lucha anti nazi llega a niveles de amarga y poética épica. Vista en perspectiva, la simpleza de medios y recursos va en sintonía con ella, es un atributo más de su dura realidad y su tristeza; una tristeza inevitable para un lamento que se escucha hasta nuestros días. Si la película iba bien desde el principio, es gracias a la recta final que logra posicionarse como una de las cintas bélicas más bellas, serias y especiales del cine. Una cripta traidora y una iglesia testigo de la masacre que se cierra tras un nombre que resuena desgarrador en el aire; las balas incrustadas en las santas paredes parecen mentira, pero no, sucedieron y todavía hoy quedan las huellas del episodio. Que conste que no son siete, sino tres, y si me apuras dos, los protagonistas, así que no os engañéis por el mal traducido título y penséis que la trama se olvida, por error, de la vida del grupo entero.
Quienes nos interesan son esos soldados checos elegidos de entre todo el ejército británico para una misión sobre la que se les advierte que puede ser sin retorno. Timothy Bottoms, estadounidense, y Anthony Andrews, inglés, son Jan Kubis y Jozef Gabcík, hombres de vida plácida hasta que estalló la guerra. Ambos actores producen una abrumadora sensación de cotidianidad, de cercanía, lo que unido a su valor, su ingenio, su serenidad ante lo adverso, el compromiso con lo que consideran deber y justicia, y a su maldita juventud, provoca que nos adhiramos a sus vidas y emociones, y que temblando como tiemblan ellos nos acerquemos también a la húmeda luz de un desenlace que toca lo divino.
Apoteósico.
Una cinta de evidente aire artesano y descuidado, posiblemente con bajo presupuesto y narración desnivelada, pero con la elegante potencia de una Praga gris y pobre como telón de fondo donde se hace creíble el horror de la guerra y la lucha anti nazi llega a niveles de amarga y poética épica. Vista en perspectiva, la simpleza de medios y recursos va en sintonía con ella, es un atributo más de su dura realidad y su tristeza; una tristeza inevitable para un lamento que se escucha hasta nuestros días. Si la película iba bien desde el principio, es gracias a la recta final que logra posicionarse como una de las cintas bélicas más bellas, serias y especiales del cine. Una cripta traidora y una iglesia testigo de la masacre que se cierra tras un nombre que resuena desgarrador en el aire; las balas incrustadas en las santas paredes parecen mentira, pero no, sucedieron y todavía hoy quedan las huellas del episodio. Que conste que no son siete, sino tres, y si me apuras dos, los protagonistas, así que no os engañéis por el mal traducido título y penséis que la trama se olvida, por error, de la vida del grupo entero.
Quienes nos interesan son esos soldados checos elegidos de entre todo el ejército británico para una misión sobre la que se les advierte que puede ser sin retorno. Timothy Bottoms, estadounidense, y Anthony Andrews, inglés, son Jan Kubis y Jozef Gabcík, hombres de vida plácida hasta que estalló la guerra. Ambos actores producen una abrumadora sensación de cotidianidad, de cercanía, lo que unido a su valor, su ingenio, su serenidad ante lo adverso, el compromiso con lo que consideran deber y justicia, y a su maldita juventud, provoca que nos adhiramos a sus vidas y emociones, y que temblando como tiemblan ellos nos acerquemos también a la húmeda luz de un desenlace que toca lo divino.
Apoteósico.
11 de julio de 2014
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son varias las ocasiones que he recomendado esta "Operación Amanecer", prefiero esta traducción del original "Operation Daybreak" que la de "Siete hombres al amanecer", que además de inapropiado puede llevar a confusión, como uno de los mejores ejemplos de cine militar, aunque para ser más exactos, creo que habría que calificarla como drama bélico. El motivo de mis elogios se remontan a su visionado cierta madrugada hace casi veinte años, que me dejó una muy grata impresión. Por fortuna, la película es lo suficientemente buena como para no tener que rectificar aunque reconozco que tiene ciertos errores. Le falta algunos diálogos, algo más de la planificación del atentado y un poco más de medios técnicos. De lo contrario, sale una obra con un tono muy seco, como de documental, que bien mirado, tampoco es que le quede mal. Concretamente hay algún pasaje central en el que los minutos dedicados a Heydrich (Anton Diffring) parecen entorpecer el relato más que otra cosa.
De todos modos, la parte más fuerte de la película es la segunda mitad. Toda la larga recta final es excelente pero el desenlace es absolutamente demoledor, lírico y místico, con esa luz entrando por los respiradores y esa bellísima pieza musical. Para rematar la llorera, llegan los créditos finales que te dejarán destrozado. Porque esa es otra. Aunque estemos delante de la adaptación de una novela de Alan Burgess, lo narrado está basado en hechos reales, encima con una fidelidad histórica milimétrica, salvo algún detalle realmente mínimo, lo que le da una altura casi legendaria a una trama en la que la tragedia es con nombres y apellidos. La licitud ética o práctica del magnicidio se responde con la brutal represalia nazi contada en 4.600 personas, muchas del pueblo de Lídice, que fue borrado del mapa, práctica genocida que encontramos en los liberales: Castellfullit o Sant Llorens de Piteu también fueron quemadas y sus pobladores acuchillados por ellos en 1822-23.
De todos modos, la parte más fuerte de la película es la segunda mitad. Toda la larga recta final es excelente pero el desenlace es absolutamente demoledor, lírico y místico, con esa luz entrando por los respiradores y esa bellísima pieza musical. Para rematar la llorera, llegan los créditos finales que te dejarán destrozado. Porque esa es otra. Aunque estemos delante de la adaptación de una novela de Alan Burgess, lo narrado está basado en hechos reales, encima con una fidelidad histórica milimétrica, salvo algún detalle realmente mínimo, lo que le da una altura casi legendaria a una trama en la que la tragedia es con nombres y apellidos. La licitud ética o práctica del magnicidio se responde con la brutal represalia nazi contada en 4.600 personas, muchas del pueblo de Lídice, que fue borrado del mapa, práctica genocida que encontramos en los liberales: Castellfullit o Sant Llorens de Piteu también fueron quemadas y sus pobladores acuchillados por ellos en 1822-23.
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