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Voto de Maldito Bastardo:
8
7,8
158.655
Bélico. Acción. Comedia
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En la Francia ocupada por los alemanes, Shosanna Dreyfus (Mélanie Laurent) presencia la ejecución de su familia por orden del coronel Hans Landa (Christoph Waltz). Después de huir a París, adopta una nueva identidad como propietaria de un cine. En otro lugar de Europa, el teniente Aldo Raine (Brad Pitt) adiestra a un grupo de soldados judíos ("The Basterds") para atacar objetivos concretos. Los ... [+]
17 de septiembre de 2009
614 de 811 usuarios han encontrado esta crítica útil
1. El triunfo de la voluntad
Más un cineasta maldito que bastardo, Quentin Tarantino tiene innumerables padres cinematográficos que tejen, sobre diferentes tonos y géneros, un compendio fílmico cuya individualidad supera el conjunto que ofrece el mosaico de referencias. No se trata de una conexión directa con el género o el filme que origina el título de la cinta, “Aquel maldito tren blindado”, sino que el talento y estilo propio del cineasta se impone creando una nueva visión dimensionada del autor. Es así un filme puramente tarantiniano cuyos orígenes quedan borrados y ametrallados por la cinefilia y genialidad.
La secuencia que abre la película es simplemente monumental: aparece el título «Capítulo 1: Érase una vez… En una Francia ocupada por los nazis». Se abre como un western con tono clásico a lo Ford o Eastwood con la banda sonora de “El álamo” en los créditos, pero alude también al spaghetti western con vistas a Leone y a su fiereza. La planificación es maravillosa y se sostiene con referencias propias: diálogos continuos rellenado una larga secuencia hasta que la violencia encumbra el clímax.
Esa lucha constante entre el cine clásico y la serie B hace erigir el triunfo de aunar la elegancia, precisión y monumentalidad clásica con la originalidad, provocación y radicalidad del cine alternativo. Tarantino es el único cineasta que ha alcanzado el equilibrio perfecto entre ambas corrientes creando un estilo propio.
2. Teléfono negro, hoy volamos hacía Paris
“Malditos bastardos” presenta a uno de los villanos más maquiavélicos de la historia del cine, el coronel Hans Landa, que construye en la apertura el leitmotiv de toda la cinta: un simple disparo puede cambiar toda una guerra como si de un efecto mariposa se tratase. No sólo es una representación conocida del concepto del azar sino del conocimiento personal y las vivencias. Es importantísimo el juego de idiomas en el guión y el pasado que arrastran los personajes como los actos que desencadenan.
La recreación de la Segunda Guerra Mundial no es un retrato de las trincheras, ni del campo de batalla sino de pura negociación (las situaciones en todas las secuencias se resuelven siempre así). También de imposición del cine sobre la cultura universal y los designios de la civilización. Hay cierto grado de anacronismo lírico fundido con la brutalidad de la violencia. De cine extremo entre cigarros fundidos en humo y llamas. Es puro celuloide incandescente con infinitas lecturas metacinematográficas, como si todo fuese una metralla de fotogramas quemados por la celeridad antes del impacto.
“Malditos bastardos” es un monumento cinematográfico a la historia del cine. Un acto de amor brutal, combativo y suicida donde la ficción reescribirá el cine salvándolo. Tarantino, de hecho, ha vuelto a rehacer la historia del cine salvando a toda la humanidad. A todos nosotros.
Más un cineasta maldito que bastardo, Quentin Tarantino tiene innumerables padres cinematográficos que tejen, sobre diferentes tonos y géneros, un compendio fílmico cuya individualidad supera el conjunto que ofrece el mosaico de referencias. No se trata de una conexión directa con el género o el filme que origina el título de la cinta, “Aquel maldito tren blindado”, sino que el talento y estilo propio del cineasta se impone creando una nueva visión dimensionada del autor. Es así un filme puramente tarantiniano cuyos orígenes quedan borrados y ametrallados por la cinefilia y genialidad.
La secuencia que abre la película es simplemente monumental: aparece el título «Capítulo 1: Érase una vez… En una Francia ocupada por los nazis». Se abre como un western con tono clásico a lo Ford o Eastwood con la banda sonora de “El álamo” en los créditos, pero alude también al spaghetti western con vistas a Leone y a su fiereza. La planificación es maravillosa y se sostiene con referencias propias: diálogos continuos rellenado una larga secuencia hasta que la violencia encumbra el clímax.
Esa lucha constante entre el cine clásico y la serie B hace erigir el triunfo de aunar la elegancia, precisión y monumentalidad clásica con la originalidad, provocación y radicalidad del cine alternativo. Tarantino es el único cineasta que ha alcanzado el equilibrio perfecto entre ambas corrientes creando un estilo propio.
2. Teléfono negro, hoy volamos hacía Paris
“Malditos bastardos” presenta a uno de los villanos más maquiavélicos de la historia del cine, el coronel Hans Landa, que construye en la apertura el leitmotiv de toda la cinta: un simple disparo puede cambiar toda una guerra como si de un efecto mariposa se tratase. No sólo es una representación conocida del concepto del azar sino del conocimiento personal y las vivencias. Es importantísimo el juego de idiomas en el guión y el pasado que arrastran los personajes como los actos que desencadenan.
La recreación de la Segunda Guerra Mundial no es un retrato de las trincheras, ni del campo de batalla sino de pura negociación (las situaciones en todas las secuencias se resuelven siempre así). También de imposición del cine sobre la cultura universal y los designios de la civilización. Hay cierto grado de anacronismo lírico fundido con la brutalidad de la violencia. De cine extremo entre cigarros fundidos en humo y llamas. Es puro celuloide incandescente con infinitas lecturas metacinematográficas, como si todo fuese una metralla de fotogramas quemados por la celeridad antes del impacto.
“Malditos bastardos” es un monumento cinematográfico a la historia del cine. Un acto de amor brutal, combativo y suicida donde la ficción reescribirá el cine salvándolo. Tarantino, de hecho, ha vuelto a rehacer la historia del cine salvando a toda la humanidad. A todos nosotros.