Quítense las gafas de la nostalgia. Encierren al adolescente flipado al que esta película le pareció brutal en aquel principio de los 90. Razas de Noche es mala con avaricia.

Personalmente tampoco es que a mi me haya hecho falta encerrar a mi yo del pasado, porque ya en su día Razas de Noche me pareció una película aburrida y no me gustó nada cuando la vi con 15 o 16 años. El único aliciente de la película es ver la sucesión de personajes grotescos con sus consiguientes efectos de maquillaje. Problema: el diseño de muchos de ellos es deficiente y da risa. El tipo con cara de luna, esa especie de diablo negro con los cuernos blancos o incluso Peloquín el monstruo que parece que lleve rastas, son diseños de personajes principales entre las razas de noche que parecen más caricaturas que otra cosa.
Le sumamos que la trama es aburrida y cabe en una servilleta de papel y que la película se hace larga y pesadísima (he tenido que mirar cuanto faltaba para descubrir horrorizado que quedaba casi una hora de película), y que el protagonista es lo más anticarismático que recuerdo en mucho tiempo (junto al protagonista de John Carter, vaya dos patas para un banco) Que por cierto, cuando todos los monstruos son monstruos todo el tiempo, resulta que el protagonista, una vez ya muerto y convertido en miembro del club de los engendros con diseños lamentables, resulta que mantiene la forma humana a conveniencia.
De lo peorcito del fantaterror de los 90. Una obra infumable de Barker, que se vino muy arriba con lo bien que le salió Hellraiser.