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La obviedad transparente

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Apenas se conocieron los resultados de las internas el domingo pasado, el Frente Amplio y sus voceros no perdieron ni un segundo en emprender su segunda etapa de campaña, de cara a octubre. La estrategia es tan obvia que debieran ser un poco más delicados en explicitarla: Orsi pasó de ser el tirabombas que decía que el país se caía a pedazos, a un campechano centroizquierdista. Los discursos, antes dirigidos a una barra militante, ciegamente enfervorizada contra los “oligarcas” blancos y colorados, se convirtieron por arte de magia en sesudas reflexiones destinadas al votante de centro, ese que no les creía una palabra cuando hablaban de corrupción del gobierno o le ponían play al casete Astesiano-Marset en forma insufriblemente reiterada.

José Mujica y Lucía Topolansky, el patriarca y la matriarca progres convalidados por las urnas, hasta el domingo dedicaron toda su artillería contra Carolina Cosse: ahora la apuntan hacia el Partido Colorado, invocando a Don Pepe Batlle, calificando a su candidato electo Andrés Ojeda como “Isidorito” y acusándolo de querer “blanquear” a su colectividad, por el solo hecho de que defiende sin medias tintas a la Coalición Republicana.

En un programa de televisión, Fernando Pereira citó emocionado a Wilson Ferreira Aldunate: de golpe los tupas, bolches y pitceneteros dejaron de ser acérrimos enemigos de los grandes líderes democráticos de nuestra historia y se travisten como sus más fieles admiradores.

En el plano mediático las cosas han sido bastante similares: interminables espacios de los informativos para polemizar sobre la incorporación de Valeria Ripoll a la fórmula del Partido Nacional y la disparidad de criterios sobre seguridad pública entre los colorados Gustavo Zubía y Diego Sanjurjo, pero mucho menos a lo realmente importante: la convocatoria de Pablo Mieres a los candidatos para firmar una declaración conjunta contra el plebiscito del Pit-Cnt. “Ojalá estés”, le escribió Mieres a Yamandú Orsi, pero el candidato del FA faltó a la cita, perpetuando un doble discurso de la izquierda, entre el reconocimiento técnico del desastre propuesto por la central sindical y el intento de que sus graves contradicciones al respecto pasen desapercibidas.

Otro ejemplo de esto lo puso Búsqueda, un semanario que se caracterizaba por su rigor informativo y sus liberales columnas de opinión.

Esta semana, su editor, Andrés Danza, sostuvo que el domingo ganó Alejandro Atchugarry, arguyendo que tanto Delgado, como Ojeda, como Orsi, son fieles exponentes del estilo y el pensamiento del inolvidable ministro que nos habría sacado de la crisis de 2002. El mérito cabe para los candidatos blanco y colorado, sin duda, ¿pero qué tiene que ver Orsi con la mirada liberal y austera de Atchugarry? ¿Acaso el mujiquismo no puso todos los escollos posibles para la salida de aquella crisis, dejando en solitario a Astori y obligándolo a votar en contra de sus propias convicciones? ¿Qué tienen que ver la austeridad y responsabilidad de Atchugarry con un gobierno de Mujica que hi-zo quebrar a Ancap, regaló Pluna y dilapidó fortunas en proyectos inviables?

En la misma edición del semanario, el politólogo Adolfo Garcé emite un sentencioso “Ripoll no” contra la designación de la exsindicalista a la vicepresidencia y manifiesta su convicción de que la fórmula nacionalista, en lugar de buscar votos en el centro del espectro político, debería afirmar su ala derecha.

Es llamativo que garcé no reconozca que los votos en disputa están justamente en el centro, que es con el que se identifican mayoritariamente los indecisos, y que los de la (mal llamada) derecha nunca cruzarán al perimido colectivismo frenteamplista.

Sería mejor que estos analistas se centraran en qué va a hacer la izquierda con el plebiscito del Pit-Cnt y cuál línea económica primará en su programa, si la de Oddone (bien inspirado pero con pocos o nulos apoyos de la barra progre) o la de Olesker, Notaro y compañía, tan respaldados por su gente como peligrosos para la estabilidad del país.

Mientras tanto, muchos siguen llevando la discusión para donde le conviene al Frente Amplio: si Ripoll habló en tal o cual año contra el capitalismo, si Ojeda solo es una cara bonita…

A la ruindad estratégica opositora, habrá que responder con una Coalición fuerte, unida y consciente de la necesaria complementariedad de su oferta electoral.

El país se juega mucho en asegurar la continuidad de esta gestión. Lo demás es lo de menos.

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